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cia de datos generados por esas excavaciones permite, aunque sea a partir de referencias fragmentarias, obtener una imagen bastante completa de las prácticas funerarias en la Alta Edad Media regional. Una serie de recientes visitas a diferentes localidades del sur de Cantabria realizadas con la intención de recabar información para completar el trabajo de investigación que uno de nosotros (JAHG) está desarrollando sobre la presencia visigoda en Cantabria nos ha permitido conocer de primera mano diferentes realidades sobre algunas necrópolis medievales de la zona. Recogemos aquí, concretamente, los casos de las emplazadas en las localidades de Suano (Campoo de Suso), Espinilla (Campoo de Suso) y Santa María de Hito (Valderredible) por resultar especialmente representativos. A raíz de estas primeras observaciones realiza- das el Grupo Arqueológico ATTICA se ha propuesto poner en marcha un proyecto de valoración de la situación actual de las necrópolis medievales del sur de Cantabria (vid. Díaz Girón et al., 2002). Fundamentalmente se pretende valorar el estado de conservación de las necrópolis de tumbas de lajas conocidas y publicadas hasta el momento en los municipios de Campoo de Suso, Campoo de Yuso, Enmedio, Las Rozas, Valdeprado del Río, Valderredible y Valdeolea y proponer medidas para evitar su deterioro y, en algunos casos, su completa desaparición. 233 Necrópolis medievales del sur de Cantabria. Algunos ejemplos sobre sus problemas de conservación e interpretación Enrique Gutiérrez Cuenca y José Ángel Hierro Gárate C.A.E.A.P., 25 años de Investigaciones sobre el Patrimonio Cultural de Cantabria. pp. 233-242. Santander, 2003 ndudablemente, las necrópolis constituyen el tipo de yacimiento más conocido de los I conservados en Cantabria pertenecientes a época medieval, estando documentados casi dos centenares en toda la geografía regional (Bohigas Roldán, 1999). Las investigaciones realizadas sobre las necrópolis medievales experimentaron un impor- tante desarrollo en relación con la intensa actividad que fomento en torno a la Arqueología Medieval el actual Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria bajo la dirección de García Guinea. No obstante, muchas de esas investigaciones se han abordado con motivo de intervenciones de urgencia o por la necesidad de retirar niveles medievales para acceder a otros de época romana más atractivos para los investigadores. Son muy escasos los casos en los que la intervención arqueológica sobre una necrópolis se ha planteado como necesaria en el marco de un proyecto de estudio de los comportamientos funerarios de época medieval. También se echa de menos la publicación detallada de buena parte de las intervenciones realizadas. La nota positiva en la investigación la pone, a diferencia de lo que sucede en otros ámbitos peninsulares, la abundancia de estudios antropológicos, desde la perspectiva de la Antropología Física, que se han realizado y publicado a partir de los restos óseos exhumados en esas intervenciones. En todo caso, la abundan- Resumen.- Se aborda el estudio de las necrópolis medievales desde una doble vertiente: el análisis de su conservación como elemento destacado del Patrimonio Arqueológico de la región y su relevancia para contribuir a la reconstrucción del periodo histórico en el que se establecen y desarrollan. Para ilustrar los primeros pasos del estudio que estamos desarrollando se presentan tres casos particulares: la necrópolis de Suano, la de Espinilla y la de Santa María de Hito. Palabras clave.- Necrópolis, Edad Media, Tardoantigüedad, Sarcófagos, Estelas, Cantabria. Dirección electrónica: [email protected] Grupo Arqueológico ATTICA, P.O. Box 2289, 39080 Santander, Cantabria, España. ©2003, Ed. Colectivo para la Ampliación de Estudios de Arqueología Prehistórica. All rights reserved.

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cia de datos generados por esas excavaciones permite, aunque sea a partir de referencias fragmentarias, obtener una imagen bastante completa de las prácticas funerarias en la Alta Edad Media regional.

Una serie de recientes visitas a diferentes localidades del sur de Cantabria realizadas con la intención de recabar información para completar el trabajo de investigación que uno de nosotros (JAHG) está desarrollando sobre la presencia visigoda en Cantabria nos ha permitido conocer de primera mano diferentes realidades sobre algunas necrópolis medievales de la zona.

Recogemos aquí, concretamente, los casos de las emplazadas en las localidades de Suano (Campoo de Suso), Espinilla (Campoo de Suso) y Santa María de Hito (Valderredible) por resultar especialmente representativos.

A raíz de estas primeras observaciones realiza-das el Grupo Arqueológico ATTICA se ha propuesto poner en marcha un proyecto de valoración de la situación actual de las necrópolis medievales del sur de Cantabria (vid. Díaz Girón et al., 2002). Fundamentalmente se pretende valorar el estado de conservación de las necrópolis de tumbas de lajas conocidas y publicadas hasta el momento en los municipios de Campoo de Suso, Campoo de Yuso, Enmedio, Las Rozas, Valdeprado del Río, Valderredible y Valdeolea y proponer medidas para evitar su deterioro y, en algunos casos, su completa desaparición.

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Necrópolis medievales del sur de Cantabria. Algunos ejemplos

sobre sus problemas de conservación e interpretación

Enrique Gutiérrez Cuenca y José Ángel Hierro Gárate

C.A.E.A.P., 25 años de Investigaciones sobre el Patrimonio Cultural de Cantabria.pp. 233-242. Santander, 2003

ndudablemente, las necrópolis constituyen el tipo de yacimiento más conocido de los I conservados en Cantabria pertenecientes a

época medieval, estando documentados casi dos centenares en toda la geografía regional (Bohigas Roldán, 1999).

Las investigaciones realizadas sobre las necrópolis medievales experimentaron un impor-tante desarrollo en relación con la intensa actividad que fomento en torno a la Arqueología Medieval el actual Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria bajo la dirección de García Guinea. No obstante, muchas de esas investigaciones se han abordado con motivo de intervenciones de urgencia o por la necesidad de retirar niveles medievales para acceder a otros de época romana más atractivos para los investigadores. Son muy escasos los casos en los que la intervención arqueológica sobre una necrópolis se ha planteado como necesaria en el marco de un proyecto de estudio de los comportamientos funerarios de época medieval. También se echa de menos la publicación detallada de buena parte de las intervenciones realizadas. La nota positiva en la investigación la pone, a diferencia de lo que sucede en otros ámbitos peninsulares, la abundancia de estudios antropológicos, desde la perspectiva de la Antropología Física, que se han realizado y publicado a partir de los restos óseos exhumados en esas intervenciones. En todo caso, la abundan-

Resumen.- Se aborda el estudio de las necrópolis medievales desde una doble vertiente: el análisis de su conservación como elemento destacado del Patrimonio Arqueológico de la región y su relevancia para contribuir a la reconstrucción del periodo histórico en el que se establecen y desarrollan. Para ilustrar los primeros pasos del estudio que estamos desarrollando se presentan tres casos particulares: la necrópolis de Suano, la de Espinilla y la de Santa María de Hito.

Palabras clave.- Necrópolis, Edad Media, Tardoantigüedad, Sarcófagos, Estelas, Cantabria.

Dirección electrónica: [email protected]

Grupo Arqueológico ATTICA, P.O. Box 2289, 39080 Santander, Cantabria, España.

©2003, Ed. Colectivo para la Ampliación de Estudios de Arqueología Prehistórica. All rights reserved.

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haber ejercido en beneficio de la conservación de la necrópolis medieval o quizá haya contribuido a su destrucción.

Dada la ubicación, bajo el murete que circunvala la iglesia, y la escasa representatividad que puede ofrecer la excavación de una o dos tumbas de un cementerio, es preferible la aplicación de medidas de conservación que la realización de una excavación arqueológica. La medida propuesta es su cubrición controlada, limpiando la superficie de elementos orgánicos y colocando una malla de geotextil, una capa de arlita y una gruesa capa de tierra sobre los restos que afloran, una vez se hayan documentado gráficamente tanto mediante fotografía como mediante dibujo. Además de esta medida se debe advertir a los vecinos de la presencia de un yacimien-to arqueológico y evitar nuevas remociones incontro-ladas de tierra y nuevos aportes de escombro en la zona.

La necrópolis de Espinilla.

La necrópolis de Espinilla (Campoo de Suso) se localiza junto a la iglesia de San Cristóbal, en la población de la que toma el nombre. Se trata de un yacimiento que, paradójicamente, pese a ser prácticamente desconocido desde un punto de vista arqueológico, ha ocupado un lugar importante en la producción historiográfica regional referida a la Alta Edad Media. La compleja historia del yacimiento desde el momento de su descubrimiento, las características de los numerosos materiales epigráfi-cos de él procedentes y su supuesta destrucción han condicionado de manera negativa el estudio científico de esta necrópolis.

El yacimiento fue descubierto por A. de los Ríos a finales del siglo XIX, quien estableció unas primeras conclusiones y recogió algunas de las famosas estelas funerarias. Luis de Hoyos Sainz llevó a cabo una excavación en 1900 y propuso una cronología prehistórica -neolítica- para el yacimiento, ya que recuperó un hacha de piedra pulimentada del interior de una de las sepulturas. También realizó un estudio antropológico de algunos de los inhumados en ella (vid. Bohigas Roldán, 1986). El yacimiento cayó en el olvido hasta que, mediado el siglo XX, J. Carballo (1952) y González Echegaray (1951) pusieron en relación la necrópolis, a partir de sus estelas, con el cercano castro de Naveda, atribuyen-do a todo el conjunto una cronología protohistórica, de "época cántabra", aunque con perduraciones en época romana. Por esas mismas fechas, García Guinea (1953) tuvo noticias de la aparición de tumbas en los taludes del camino vecinal que subía

La necrópolis de Suano.

En la iglesia parroquial de San Justo y San Pastor de Suano (Campoo de Suso) se conocía la existencia de una necrópolis altomedieval de tumbas de lajas desde hace algunos años. Las tumbas, al menos ocho, una de ellas correspon-diente a un individuo infantil, habían sido descu-biertas como consecuencia de una remoción de tierra incontrolada durante las obras de acondicio-namiento en una de las capillas laterales (Peñil Mínguez et al., 1992). Afortunadamente, como señalan los investigadores que recogieron la información concerniente a los hallazgos efectua-dos en Suano, la remoción no afectó al interior de las tumbas, aflorando únicamente la parte superior de las lajas. La necrópolis estuvo dispuesta en torno a la fábrica original de la iglesia, posiblemente románica según delatan algunos canecillos y la pila bautismal, correspondiendo su establecimiento, al menos, a un momento contemporáneo del románico. Además de estas tumbas de lajas en el interior de la capilla norte se conservan varios elementos de procedencia diversa: dos sarcófagos, tres fragmentos de "tapaderas", una estela discoi-dea, una basa de columna y un sillar con epígrafe de época moderna, descritos en la publicación mencionada.

Las obras de acondicionamiento del entorno de la iglesia han debido de seguir siendo habituales, ya que toda la zona norte de la iglesia está rellena de escombro de aspecto reciente, dispuesto irregu-larmente y que aún no ha terminado de asentar.

La parte contigua por el norte al murete que rodea la iglesia ha sido usada como escombrera por los aldeanos y parece que las obras de regulari-zación de la escombrera para consolidar una terraza amplia tras la iglesia han motivado el nuevo hallazgo de tumbas de lajas. Las remociones de tierra efectuadas en esa zona, evidenciadas por una marca reciente de azada en una de las lajas, han dejado al descubierto una tumba de lajas completa y, al menos, la zona de los pies de otra. Las tumbas, de lajas de arenisca, quedan parcialmente bajo el murete que cierra el recinto de la iglesia, que las cubre en sentido longitudinal. Presentan la habitual orientación oeste-este, común a los cementerios cristianos altomedievales. La aparición de estas tumbas viene a confirmar la importancia de la necrópolis de la iglesia de San Justo y San Pastor, que probablemente se extienda y se conserve en mayor o menor medida por toda la zona norte del edificio. Esta norte zona estaba ocupada por el antiguo cementerio, lo que puede

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Necrópolis medievales del sur de Cantabria. Algunos ejemplos sobre sus problemas de conservación e interpretación.

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E. GUTIÉRREZ CUENCA / J.A. HIERRO GÁRATE

territorio de Cantabria, con la de El Castellar de Villajimena (Palencia) y con las de la necrópolis burgalesa de Palacios de la Sierra, aunque establece una cronología tardo o epivisigótica para el conjunto. Recientemente y recogiendo en parte los argumentos anteriormente citados, Martín Gutiérrez (2000) ha realizado el estudio más completo hasta la fecha del material epigráfico procedente de la necrópolis y ha ubicado cronoló-gicamente el yacimiento, junto con otros de similares características, en un momento indetermi-nado entre finales del siglo VII y mediados del siglo X, como parte de una interesante obra dedicada al estudio e interpretación de las estelas funerarias medievales de Cantabria.

El yacimiento se ubica en una elevación del terreno y su extensión debió ser bastante conside-rable, a juzgar por los testimonios recogidos: sabemos de la existencia de un gran número de enterramientos en el solar que ocupa el actual edificio del Ayuntamiento, así como de la aparición de varias tumbas durante las obras de construcción de la carretera que sube hacia dicho edificio. A esto hay que sumar el reciente descubrimiento de cuatro nuevas tumbas en las inmediaciones de la iglesia, por lo que podemos afirmar que nos encontramos ante un yacimiento de gran enverga-dura.

Las cuatro tumbas quedaron al descubierto como consecuencia de la realización de unas obras de construcción de un edificio cercano a la iglesia. Dichas obras afectaron directamente a una de las laderas de la loma sobre la que se asienta la necrópolis y el movimiento de tierras consecuencia del pequeño desmonte (Foto 1) que tuvo lugar dejó al descubierto las secciones de cuatro tumbas de lajas (Foto 2). Posteriormente, se recogieron algunos restos humanos asociados a las sepulturas.

El conjunto de estelas procedente de la necrópolis de Espinilla ha constituido, durante décadas, el único elemento a disposición de los historiadores para interpretar el yacimiento, junto con algunas vagas e imprecisas referencias a la tipología de los enterramientos. La principal peculiaridad de estas estelas reside tanto en sus características formales como en las de sus inscripciones y motivos decorativos. Se trata de estelas realizadas sobre cantos de arenisca, con una tendencia general a las formas paralelepípedas, aunque sin excluir las discoideas u otras de morfología irregular (Martín Gutiérrez, 2000). Por contraste con otras estelas medievales de Cantabria, caracterizadas de forma casi exclusiva

hacia el Ayuntamiento de Espinilla. Según su propio testimonio, calicateó una de las sepulturas y estableció el carácter altomedieval de la necrópolis a partir de la tipología de las tumbas -de lajas- y de

1su orientación -oeste-este- . Los trabajos posterio-res asumieron el medievalismo del yacimiento y centraron el debate en torno a su cronología: Vega de la Torre (1979) ubica la vida de la necrópolis en los siglos VIII y IX, con preferencia por este último "a partir de las inscripciones", mientras que Bohigas Roldán (1986) la retrasa hasta comienzos del siglo VIII, a partir de las implicaciones socio-culturales extraídas de la información epigráfica. El tema queda en suspenso y las interpretaciones de Vega de la Torre y, sobre todo, Bohigas Roldán, son aceptadas de facto, a falta de nuevas investigacio-nes, hasta que Pérez Rodríguez-Aragón (1993) rompe con la imagen de "exclusividad" que la historiografía anterior había otorgado al yacimiento y a sus materiales epigráficos y relaciona las estelas de Espinilla con otras de similares características del

Foto 1. Aspecto de corte producido por el desmonte en la que se aprecian algunas tumbas de lajas de la necrópolis de Espinilla.

Foto 2. Tumba de lajas de la necrópolis de Espinilla.

1. García Guinea reconoce en este artículo que no halló restos humanos en el interior de esa tumba de lajas, por lo que sorprende el comentario posterior de Bohigas Roldán (1986) cuando, ofreciendo datos transmitidos por aquél, asegura que el cadáver estaba dispuesto en decúbito supino. Desconocemos si García Guinea realizó más trabajos en el yacimiento que no han sido publicados o si se trata de un error de este investigador, que atribuye al primero datos obtenidos a partir de Ríos y Ríos o de Hoyos Sainz.

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Espinilla y que proceden de una necrópolis altomedieval sin características peculiares que la diferencien de otras fechadas en los mismos siglos. Por tanto no se puede sostener la relación de este mundo epigráfico con la llegada de refugiados hispanovisigodos a Cantabria ni con el inicio de su cristianización.

El "redescubrimiento" de la necrópolis de Espinilla abre nuevas perspectivas de investigación en el campo de la arqueología medieval en Cantabria, especialmente en el estudio del período altomedieval. La posibilidad de realizar una excavación que permita conocer el contexto arqueológico de las estelas y de obtener dataciones radiocarbónicas aparece por vez primera ante nosotros y viene a poner un punto y seguido en la investigación que hace trascender el pesimismo de todos los autores que han estudiado el tema y que coincidían, sin excepción, en lamentar la destruc-ción de la necrópolis y la consiguiente imposibili-dad de obtener información más precisa. Ahora esa información está al alcance de la mano y puede tanto corroborar como desmontar algunas de las apreciaciones realizadas hasta ahora. Conviene recordar de nuevo que los estudios de la necrópolis de Espinilla se han basado casi exclusivamente en la epigrafía, contando únicamente con vagas referencias de carácter arqueológico: tipología de los contenedores, orientación de las sepulturas y total ausencia de ofrendas y/o ajuares.

El principal problema de interpretación de este yacimiento radica en haber considerado las estelas como un conjunto procedente de un momento concreto en el tiempo. Esta interpretación, común hasta no hace mucho al estudio de las necrópolis medievales de Cantabria, es cuando menos arriesgada, debido a la falta de información arqueológica sobre el yacimiento. Además, a la vista de trabajos recientes (Gutiérrez Cuenca y Hierro Gárate, en prensa; Gutiérrez Cuenca, 2002), puede ser puesta seriamente en duda: los ejemplos de Santa María de Hito, El Conventón de Rebolledo o Retortillo demuestran que este tipo de necrópolis pueden tener un uso prolongado en el tiempo y contar con varias fases, con características propias y diferenciadas, producto de la evolución de las costumbres funerarias. Esta deficiencia metodológi-ca puede achacarse a lo parco de la información disponible y al indudable atractivo del conjunto epigráfico, que sin duda estimuló las ansias interpretativas de los investigadores. Sin embargo, la más que probable existencia de niveles arqueoló-gicos intactos cuyo estudio permitiría establecer conclusiones definitivas acerca de su origen,

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por su forma discoidea, el conjunto de Espinilla ofrece una imagen de mayor tosquedad que ha condicionado su interpretación cronológica. En cuanto a la epigrafía, las que portan inscripción legible presentan fórmulas sencillas, casi exclusiva-mente un antropónimo en genitivo o dativo singular de la declinación latina, estando algunos precedidos por cruces inscritas. Los motivos decorativos son variados -animales, geométricos, antropomorfos…- y se reparten en anverso, reverso y canto. La onomástica, pese a su pretendido indigenismo, destaca por el predominio de las formas latinas, la presencia de nombres germánicos y la escasez de antropónimos de origen prerroma-no -dos dudosos y dos romanizados- (Martín Gutiérrez, 2000).

Estas peculiaridades han motivado que se las ponga en relación con el inicio de la cristianización del territorio cántabro. Así, a partir de la antroponi-mia presente en las inscripciones y de los motivos decorativos se ha establecido una diferenciación entre individuos cristianos e individuos paganos, estando las estelas de los primeros caracterizadas por la presencia de cruces y antroponimia latina, mientras que la ausencia de aquéllas y los antropó-nimos pretendidamente indígenas delatarían la presencia de cántabros no cristianizados (Bohigas Roldán, 1986). La convivencia de ambos tipos de estelas -cristianas y paganas, latinizadas y sin latinizar- demostraría que el uso de la necrópolis coincidiría con el establecimiento en Cantabria de refugiados meridionales y la consiguiente acultura-ción de los indígenas hasta entonces refractarios a la romanización, fenómeno que la historiografía regional fechaba a lo largo del siglo VIII, siguiendo los dictados de las tesis indigenistas acerca de los orígenes del feudalismo hispano. Pero, como algunos de los autores antes citados ya han observado, las estelas de Espinilla y, por extensión, la propia necrópolis, no constituyen un unicum ni presentan características exclusivas que hayan de relacionarse con unas circunstancias históricas o geográficas concretas. El ejemplo de Palacios de la

2Sierra (Burgos) (Andrio Gonzalo, 1992, 1994) es significativo a ese respecto: se trata de un conjunto de estelas similares en algunos casos a las de

Necrópolis medievales del sur de Cantabria. Algunos ejemplos sobre sus problemas de conservación e interpretación.

2. Estimamos que la fecha protohistórica propuesta por su publicadora para muchas de las estelas de Palacios de la Sierra, así como la interpretación de las que presentan inscripción a través de la escritura ibérica y del vascuence actual (Andrio González, 1994) constituyen algunas de las páginas menos acertadas de la arqueología medieval española y no deberían ser tenidas demasiado en cuenta por la investigación.

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menos en algunos momentos de uso.

Para establecer la cronología de esta necrópolis disponemos de cuatro dataciones absolutas (Gutiérrez Cuenca, 2002) obtenidas a partir de muestras de huesos humanos analizadas por el laboratorio del Instituto de Química-Física

4Rocasolano del CSIC (Madrid):

Los detalles de que disponemos sobre la localización concreta y la morfología de cada una de las inhumaciones datadas son escasos; única-mente sabemos con seguridad que la datación CSIC-837, ubicada entre los siglos VII y VIII cal AD, procede de una sepultura en tumba de lajas excavada en el atrio de la actual iglesia.

La necrópolis fue encuadrada cronológicamen-te entre los siglos X y XII utilizando como referentes el "broche mozárabe" (vid. Gimeno García-Lomas, 1978) y una moneda de Alfonso I El Batallador (Gimeno García-Lomas, 1986) corrigiéndose la atri-bución con posterioridad, a partir de las dataciones absolutas sin calibrar, y adelantándola al periodo entre los siglos VI y XI, siendo calificada genérica-mente como "altomedieval" y con "repoblación mozárabe" (Gimeno García Lomas, 1999: 235).

El único dato en cuanto a su evolución interna que aportan las memorias de excavación es que las tumbas de fosa y con ataúd se corresponden con el momento de uso más antiguo de la necrópolis. La calibración de las dataciones radiocarbónicas nos sitúa ante una necrópolis asentada probablemente en el siglo VII y que tiene una intensa utilización durante este siglo y los inicios del siguiente,

cronología e implicaciones culturales, permite poner en cuarentena, por imprecisos, todos los estudios realizados hasta la fecha y confiar en que futuros trabajos de campo permitan arrojar luz sobre este interesante yacimiento. En relación con esto, estimamos que, en este caso concreto, la mejor medida de protección de las estructuras descubiertas recientemente consiste en su excava-ción por la vía de urgencia, dado que su ubicación y estado actual las hace especialmente vulnerables ante eventuales y presumibles movimientos de tierras. Esta intervención debería ser de carácter extenso y afectar a una parte considerable de la superficie del yacimiento que se supone intacta, no únicamente a las cuatro tumbas antedichas: de esta manera, ambos objetivos, el conservador y el interpretador, se verían satisfechos.

La necrópolis de Santa María de Hito.

El caso de Santa María de Hito (Valderredible) difiere de los dos anteriores por presentar una problemática particular en cuanto a sus problemas de conservación: en este caso el yacimiento ha sido excavado -aunque no publicado- en un momento más o menos cercano en el tiempo y son los restos exhumados durante esa excavación, concretamente sarcófagos, los que están en una situación inapro-piada.

La excavación realizada en esta necrópolis, que se asienta sobre una villa romana de época bajoimperial de la que se han excavado varias dependencias, permitió documentar unas 400 inhumaciones (Gimeno García-Lomas, 1999) destacando la variedad en los tipos de enterramien-tos. Los tipos de enterramiento documentados han sido los siguientes (Gimeno García-Lomas, 1986): en fosa simple con ataúd de madera, en fosa con murete, en tumba de lajas y en sarcófago de piedra, con cabecera antropomorfa o sin cabecera. También se menciona en las memorias de la excavación un tipo de tumba que se denomina "de paredilla", correspondiente en la nomenclatura habitual a tumbas de murete, y el aprovechamiento de las estructuras arquitectónicas romanas para la

3delimitación de algunas tumbas . La variedad de los tipos de tumbas responde tanto a una evolución cronológica como a una variabilidad sincrónica, al

E. GUTIÉRREZ CUENCA / J.A. HIERRO GÁRATE

3. Hemos tenido acceso a las memorias de las seis campañas de excavación desarrolladas en el yacimiento de Santa María de Hito entre 1979 y 1986 gracias a la gentileza de A. López Ortiz, Técnico Superior del Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria.

4. El informe con los datos completos sobre las dataciones

efectuadas en este yacimiento, referidas en las publicaciones de una manera bastante vaga, nos ha sido proporcionado por F. Alonso Mathias, responsable del Laboratorio de Geo-cronología, a quien desde estas líneas queremos mostrar nuestro agradecimiento.

5. Las dataciones de la necrópolis de El Conventón de Rebolledo han sido mencionadas en diferentes ocasiones, pero únicamente haciendo referencia a las estimaciones sin calibrar (vid. Bohigas Roldán y Ruiz Gutiérrez, 1989 y García Guinea y Van Den Eynde Ceruti, 1991, por ejemplo). Hemos tenido acceso a todos los detalles de estas dataciones gracias a la información proporcionada por H.E. Deenen, del Centrum voor Isotopen Onderzoek (Groningen, Holanda), quien con gran amabilidad ha respondido a cuantas consultas la hemos realizado.

Yacimiento Muestra Ref. Lab. Datación BPCal AD

Intervalo 2�

Cal AD

Intersecciones

Santa María de Hito h. humano CSIC-838 1430±40 543-665 640

Santa María de Hito h. humano CSIC-840 1360±40 619-766 662

Santa María de Hito h. humano CSIC-837 1320±50 642-780 683

Santa María de Hito h humano CSIC-839 980±40 988-1160 1025 .

Curva de calibración: INTCAL 98 (Stuiver et alii, 1998)

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perdurando, probablemente sin mediar hiato alguno, hasta, al menos, el siglo XI.

El paralelo más cercano de las dataciones "antiguas" en términos de cronología absoluta -y, como veremos, en otros términos casi con seguri-dad- en el ámbito de Cantabria sería el de la

5necrópolis de El Conventón de Rebolledo , en la que se ha obtenido una datación muy similar a las más antiguas de Santa María de Hito:

En el entorno próximo disponemos de escasos ejemplos de dataciones que pueden encuadrarse en el siglo VII. Uno de ellos es la más antigua de las tumbas -una tumba de lajas- datada en San María de Mijangos, en Burgos (Lecanda Esteban, 1997), que se sitúa en las postrimerías del siglo VII cal AD (ca. 1310 ± 30 años B.P.) en cronología calibrada.

Para la datación más reciente de Santa María de Hito, en torno al siglo XI cal AD -corres-pondiente, por tanto al cementerio de un templo prerrománico-, existen dataciones similares, aunque algo más tempranas, en otras necrópolis de Cantabria como la de San Vicente de Argüeso o la de San Julián de Liendo (Gutiérrez Cuenca, 2002). No obstante, la representatividad de estos paralelos es limitada, ya que se da en ambos casos la circunstancia de que sólo se ha excavado una tumba de cada necrópolis (vid. Bohigas Roldán, 1992 y Vega de la Torre y Vega de la Torre, 1993):

En todo caso, es el primer momento, amplia-mente representado en la necrópolis, el que se desarrolla durante el siglo VII, el que hace especial-mente interesante el estudio de este yacimiento.

La morfología de las tumbas y la evolución interna de la necrópolis es un aspecto que conviene revisar sin perder de vista las dataciones absolutas. De los cuatro o cinco tipos de tumbas que se han documentado en Santa María de Hito las más abundantes y las que aparentemente corresponden a un momento más antiguo son las de fosa simple con ataúd de madera. Las memorias de excavación permiten hacer una aproximación cuantitativa al respecto: en la campaña de 1983 se excavaron un

total de 156 enterramientos, de los que únicamen-te 44 eran tumbas de lajas, correspondiendo el resto a fosas simples con ataúd. Aunque sólo disponemos de datos detallados para esta campaña, sabemos que en 1986 se excavaron un total de 124 enterramientos de los cuales los más abundantes eran también los de fosa con ataúd, a juzgar por los 134 clavos encontrados.

Aunque no disponemos de información precisa sobre el particular, es más que probable que las dataciones más antiguas de la necrópolis procedan de tumbas de fosa con ataúd de madera -recordemos que sólo la datación CSIC-837 ha podido ser atribuida con seguridad a su tipo de tumba-, estratigráficamente infrapuestas en muchos casos a tumbas de lajas. Este tipo de tumba entronca con la norma habitual en las necrópolis hispanorromanas de época bajo imperial, en las que la inhumación en fosa simple con ataúd es la modalidad más empleada.

En el caso de la necrópolis de El Conventón de Rebolledo se repite la asociación establecida en Santa María de Hito entre "fase antigua" y morfolo-gía de las tumbas. La sepultura fechada en el siglo VII cal AD se dispone en una fosa con murete y de este mismo tipo o de fosa simple son el resto de las tumbas atribuidas a los primeros momentos de la necrópolis (Van den Eynde Ceruti, 2002). Algunas de estas tumbas aprovechan, como se observa en Santa María de Hito, las estructuras arquitectónicas del edificio sobre el que se

6asientan para delimitar su perímetro .

La aparición de ajuares está considerada como algo excepcional en las necrópolis altomedievales de Cantabria y cuando estos aparecen -se suelen mencionar dentro de la corta nómina de excepcio-nes los casos del anillo de Orzales, la moneda o monedas de Retortillo y el broche y los anillos de Santa María de Hito, y siempre en relación con el adorno personal- se atribuyen a un momento

Necrópolis medievales del sur de Cantabria. Algunos ejemplos sobre sus problemas de conservación e interpretación.

6. El establecimiento de necrópolis sobre edificios romanos en desuso durante la Tardoantigüedad es un elemento común a estas dos necrópolis y habitual en toda Europa Occidental, incluida la Península Ibérica. No nos detenemos aquí en analizar este fenómeno con el detalle que merece porque ello excedería la amplitud deseable en este trabajo. Se pueden encontrar referencias a paralelos concretos en un trabajo específicamente dedicado a Santa María de Hito (Gutiérrez Cuenca y Hierro Garate, en prensa).

7. Es probable que entre estos elementos de adorno personal "antiguos" deba incluirse el propio broche tallado en hueso expuesto en el Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria a pesar de que desde su hallazgo (Gimeno García-

Curva de calibración: INTCAL 98 (Stuiver et alii, 1998)

Yacimiento Muestra Ref. Lab. Datación BPCal

AD

Intervalo 2�

Cal AD

Intersecciones

Castillo de Argüeso h.

humano GrN-16712 1090±30 891-1018 979

San Julián h.

humano GrN-16956 1060±45 891-1030 991

Yacimiento Muestra Ref. Lab. Datación BPCal AD

Intervalo 2�

Cal AD

Intersecciones

El Conventón h. humano GrN-13770 1365±30 640-690 661

Curva de calibración: INTCAL 98 (Stuiver et alii, 1998)

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iglesia de Santa María. En total son más de media docena de sarcófagos y tapaderas, muchos de ellos con marcas de fracturas recientes, los que se encuentran distribuidos por los aledaños de la iglesia.

Uno de los sarcófagos de la necrópolis de Santa María de Hito tiene especial interés, al tratarse de uno de los pocos ejemplares decorados de cronología altomedieval que se conoce en

8Cantabria . La tapa, que sabemos que fue recupera-da completa por una fotografía publicada por Gimeno García-Lomas (1986), se encuentra actualmente partido por la mitad. La base, de tipo bañera rectangular, también está fracturada. El sarcófago está tallado en caliza blanca y presenta una decoración geométrica a base de segmentos de círculo simples y concéntricos (Foto 3). Este ejemplar tiene numerosos paralelos formales en el norte de la provincia de Burgos: en Pesquera de Ebro, Tubilla del Agua, Valdelateja (Campillo Cueva, 1995), Ubierna (Lecanda Esteban, 1999) y Trespaderne (Lecanda, 2000), así como en diferen-tes lugares de la comarca de Bureba (Campillo y Ramírez, 1984), lugares en los que aparecen sarcófagos con técnicas y motivos decorativos prácticamente idénticos. La estrecha similitud entre el sarcófago de Santa María de Hito, tanto en lo que se refiere a su materia prima como a la técnica empleada en la decoración como a la distribución de la decoración en las diferentes zonas -laterales,

avanzado de la evolución de las necrópolis de tumbas de lajas, como una evidencia de la apari-ción de diferenciadores sociales (Bohigas Roldán, 1999a, 1999b). Quizá para el caso de Orzales y de Retortillo, a falta de mayor información contextual, pueda sostenerse esta hipótesis, pero en el caso de Santa María de Hito la mayoría de los elementos de adorno personal aparecidos en las tumbas nos hablan de un momento muy anterior al que se

7propone para este fenómeno .

En las tumbas de Santa María de Hito es frecuente la aparición de elementos de adorno personal acompañando a los inhumados, siendo especialmente abundantes los anillos de tipos diversos.

La aparición de elementos de ajuar no debe llamarnos la atención si atendemos a la cronología "antigua" de la necrópolis, con una fase intensa de ocupación durante el siglo VII. De otro lado, no es extraño que en necrópolis de época visigoda aparezcan únicamente anillos como elementos de ajuar y no otras piezas más típicas como las placas de cinturón, como sucede en otros casos. No en vano, la pobreza de los conjuntos materiales que acompañan a las sepulturas es la nota general de numerosas necrópolis hispano-visigodas del ámbito rural.

Los anillos aparecidos tienen paralelos claros en otras necrópolis de época visigoda, como pueda ser la de La Dehesa de la Casa de los Balconcillos (López Requena y Barroso Cabrera, 1998) o la de Los Colmenares (Almagro Gorbea, 1970), ambas en la provincia de Cuenca.

El yacimiento arqueológico fue cubierto con una capa de arena y sellado después de la campaña de 1986, tras llevarse a cabo una consolidación preventiva de los pavimentos romanos y de parte de los muros. La mayor parte de los materiales arqueológicos exhumados se encuentran deposita-dos en el Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria, excepto los restos humanos, que se encuentran en una universidad madrileña y los sarcófagos que se encuentran abandonados y amontonados en los alrededores y en el portal de la

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Lomas, 1978) hasta los momentos más recientes (Gómez Martínez, 2001) ha sido calificado como una joya del arte mozárabe por sus innegables influencias hispanomusulmanas.

8. En recientes visitas a Santa María de Hito se han localizado más fragmentos de sarcófagos decorados con motivos idénticos: segmentos de círculo concéntricos tangentes y secantes.

Foto 3. Caja del sarcófago decorado de Santa María de Hito. Se aprecian en el frente los motivos a base de círculos concéntricos.

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cronológica, simplemente se puede resaltar el hecho de que los sarcófagos habían sido reaprove-chados como elemento de construcción quizá en momentos plenomedievales, según las memorias.

El resto de los sarcófagos recuperados en la necrópolis de Santa María de Hito están tallados en arenisca de grano fino, alguno tiene cabecera antropomorfa y no presentan ningún tipo de decoración (Foto 4). Es probable que la materia prima en que han sido elaborados proceda de los afloramientos localizados el sur de la localidad, donde hay evidencias, muy erosionadas, de su explotación como cantera.

El deterioro que se observa en los sarcófagos, tanto como consecuencia de acciones humanas como por el deterioro natural debido a su perma-nencia a la intemperie durante más de una década, se podría haber evitado depositando estos sarcófa-gos en los almacenes del Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria, como es preceptivo. La situación actual del conjunto, que podría haberse convertido en un lugar de gran interés si hubiese podido convertir en visitable el yacimiento, hace que lo más recomendable sea el traslado definitivo de los sarcófagos a los depósitos de la Consejería de Cultura, Turismo y Deporte de Cantabria, donde deberían ser sometidos a un tratamiento de limpieza y restauración. A la espera del traslado al depósito una solución temporal para evitar un mayor deterioro de estos importantes restos podría ser su colocación en el interior de la iglesia de Santiago, tal y como prevé la Ley de Patrimonio

Cultural de Cantabria (Art. 79) y se ha llevado a efecto en otros casos (vid. López Ortiz, 2002: nota 1, por ejemplo), donde incluso podría realizar una pequeña instalación informativa que pudiese ser visitada.

Conclusiones.

Las necrópolis medievales son un elemento del Patrimonio abundante pero especialmente frágil, ya que muchas veces no se tiene conciencia de su importancia y son objeto de agresiones involunta-rias.

Paradójicamente, en algunos casos del sur de Cantabria, como Suano o Espinilla, los agentes que han puesto en peligro la integridad de las necrópo-lis han contribuido, al mismo tiempo, a proporcio-nar más información sobre los yacimientos. En el caso de Suano, el descubrimiento de nuevas tumbas permite conocer con mayor exactitud las dimensiones originales de la necrópolis. La

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frontales, tapadera- y los ejemplares procedentes del despoblado de San Quirce en Tubilla del Agua (Burgos) y la presencia en esta misma localidad de unas importantes canteras de sarcófagos en la zona de la llamada "Cueva de los Moros" (Bohigas Roldán et al., 1984; Campillo y Ramírez, 1984; Campillo Cueva, 1995), con las características marcas de dientes de lobo que deja la extracción con cuñas de los bloques (Lorenz y Lorenz, 1983), nos permite plantear la posibilidad de que sean estas canteras el lugar de origen tanto de los sarcófagos de San Quirce como del de Santa María de Hito.

La cronología que se ha manejado para los ejemplares burgaleses, descartada su adscripción a época romana, ha sido objeto de debate en la historiografía reciente. La primera propuesta de Campillo y Ramírez (1984) situaba estos sarcófagos en momentos anteriores al siglo XI, destacando su carácter prerrománico, cronología que ha sido corregida y matizada con posterioridad por uno de estos autores (Campillo, 1995), quien considera que comenzarían a producirse a partir de los siglos X y XI, aunque el apogeo llegará en los siglos XII y XIII. En fechas más recientes Lecanda Esteban (1999 y 2000) vuelve a reubicar la producción de este tipo de sarcófagos a los siglos IX o X en el caso de Montes Claros de Ubierna, e incluso a cronolo-gías anteriores, a partir de los siglos V y VI, en el caso de Vallejo de Santillán, poniendo en relación los motivos decorativos que presentan con el

9mundo merovingio y visigodo . Poco puede aportar el ejemplar de Santa María de Hito a la discusión

Necrópolis medievales del sur de Cantabria. Algunos ejemplos sobre sus problemas de conservación e interpretación.

9. Esta propuesta de Lecanda Esteban, que considera este motivo de los círculos concéntricos de "clara raigambre germánica" (1999: 132), parece estar demasiado afectada por lo que se ha dado en llamar "fenómeno Aldaieta" (Azkarate, 1999). Las evidencias no son lo suficientemente claras como para sostener una filiación norpirenaica segura para estos motivos decorativos.

Foto 4. Fragmentos de cajas y tapaderas de sarcófagos de arenisca amontonados junto a la iglesia de Sta. María de Hito.

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En otros casos la negligencia de las autoridades competentes en materia de Patrimonio deja en estado de completo abandono elementos arqueo-lógicos muy significativos, como son los sarcófagos de Santa María de Hito.

Sin embargo, nuestro interés va más allá de comprobar el estado de conservación de un determinado número de necrópolis. Hemos aprovechado estas páginas para aportar nuevos elementos que permitan afinar la interpretación histórica de los yacimientos, entre otras cosas porque concurre la circunstancia de que dos necrópolis que son ejemplos válidos sobre la conservación de este tipo de elementos patrimonia-les en la región -la de Espinilla y la de Santa María de Hito- son también piezas clave en la reconstruc-ción de la temprana Edad Media de Cantabria.

La pretendida singularidad de las estelas de Espinilla debe ser relativizada y tratada desde una perspectiva menos particularista, admitiendo otras interpretaciones sobre las dinámicas del poblamien-to en la región. El hecho de que se conserve aún parte de la necrópolis de la que proceden tales estelas permite tanto plantear una hipótesis que reubique en su contexto cronológico y cultural su producción, como la posibilidad de contrastar esa hipótesis mediante la obtención de datos empíricos mediante la excavación sistemática del yacimiento.

Santa María de Hito pone de manifiesto que la cronología absoluta calibrada debe servir como referente para la correcta interpretación de las necrópolis medievales. Gracias a los datos propor-cionados por esa técnica analítica se comprenden mejor las peculiaridades del yacimiento allí exhumado en la década de 1980 por R. Gimeno García-Lomas. El estudio concreto de los sarcófa-gos, por otro lado, vislumbra la posibilidad de que hayan existido en un momento temprano canteras y talleres especializados en la elaboración de estos elementos y redes de distribución que superan la escala comarcal.

Debemos reclamar, por tanto, una mayor atención para las necrópolis medievales desde la doble vertiente aquí contemplada: no se debe descuidar su protección para que puedan seguir proporcionando datos que ayuden a reconstruir en la medida de lo posible un periodo que en Cantabria es todavía poco conocido.

E. GUTIÉRREZ CUENCA / J.A. HIERRO GÁRATE

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