Neobarroco Violento-Ileana Dieguez

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    NEOBARROCOVIOLENTOp e r f o r m a t i v i d ad e s d e l e x c e s op e r f o r m a t i v i d ad e s d e l e x c e s op e r f o r m a t i v i d ad e s d e l e x c e s op e r f o r m a t i v i d ad e s d e l e x c e s op e r f o r m a t i v i d ad e s d e l e x c e s o

    Ileana Diguez*UAM-C

    R E S U M E NE S U M E NE S U M E NE S U M E NE S U M E N

    La violencia que se ha desatado en Mxico desde hace ms decuatro aos ha ido generando una excesiva espectacularidadque se manifiesta en las mutilaciones corporales y en laexhibicin aleccionadora y atemorizante de los mismos. En esteestudio abordamos tales manifestaciones como produccionesde una gramtica neobarroca y como configuraciones deteatralidades y performatividades fuera de las disciplinas delarte.

    P A L A B R A SA L A B R A SA L A B R A SA L A B R A SA L A B R A S C L A V E SC L A V E SC L A V E SC L A V E SC L A V E S

    Performatividad, teatralidad, violencia

    En los estudios culturales contemporneos se ha utilizado el trmino neobarroco

    para dar cuenta de una poca o de una cultura tendiente a experimentar los excesos.Cuando se habla de caso-lmite o de exceso de maldad se manifiesta la tensin o lasuperacin del lmite de un sistema de normas sociales y culturales, y las acciones quellevan a situaciones de tensin son tales que ponen en crisis el sistema. 1 Los estados deexceso indican la rotura de los lmites y el quiebre desestabilizador de un determinadosistema. En relacin con los fenmenos endgenos de los barrocos, Omar Calabreseobserva que la cultura contempornea est viviendo fenmenos de excesos endgenosque abarcan, adems del arte, los comportamientos polticos y sociales. Esta cultura delexceso, de lo hiperblico y lo excntrico, incide decisivamente en las formas derepresentacin; de manera que el exceso puede estar representado como contenido,o puede modificar la estructura de representacin,2 sus dispositivos, apuntando sobretodo a la desmesura, a lo demasiado, e indicando tambin tipos de comportamientos yconductas (excesivas) que se salen de los lmites conocidos o aceptados. Si como seplantea, esta poca de excesos neobarrocos se manifiesta tanto en los contenidos comoen las formas y estructuras discursivas y se extiende hasta las polticas de recepcin y

    * [email protected] CALABRESE. La era neobarroca, p. 66.2 CALABRESE. La era neobarroca, p. 75.

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    aceptacin, es importante tambin reflexionar que se ha ido condicionando algo as comoun pathos cultural del exceso que llega a instalarse como nueva normalidad. Y cuandotal estado de excesos se enmarca en un contexto de violencia, esta nueva normalidadpuede registrarse como sntoma, como fractura. Aplicado al caso mexicano pienso en la

    posibilidad de reconocer una violencia barroca por los signos de su manifestacin; ointento pensar el reconocimiento de una gramtica neobarroca de la violencia.

    Desde hace ms de cuatro aos los escenarios cotidianos de Mxico han sidomarcados por un creciente exceso. Desde que el presidente de la Repblica, FelipeCaldern, declarara la guerra al narcotrfico y se iniciara una campaa de militarizacinde algunas ciudades del pas,3 especialmente las de la fontera norte, los medios informativoshablan de una cifra actual de ms de cuarenta mil muertos. Otra dimensin de lacorporalidad se ha ido imponiendo, ms all de la verticalidad que define nuestracondicin activa, ms all incluso de la horizontalidad que alude a un cuerpo en descanso,enfermedad o muerte y a un lugar para el aqu yace. Los cuerpos desmembrados, son

    desde hace cuatro aos, la nueva representacin de una degradada condicin humana.El cuerpo ex/puesto es apenas reconocible, la reduccin a un montn de carne.Esta corporalidad diseminada, despedazada, ha ido implicando la emergencia de

    performatividades y teatralidades (lo que hay para ver) determinadas por el exceso (irms all, del latn: ex-cedere) y la hiperbolizacin del horror.

    Pienso en dispositivos discursivos y no en disciplinas: teatralidad y no Teatro;performatividad, ms que la invocacin de cualquier manifestacin de performance art.Laperformatividad, como la teatralidad, apuntan a un tejido de diseminaciones que atraviesanlas nociones disciplinares de teatro operformance art y se instalan en un espacio de travesase hibridaciones donde se cruzan y se interrogan los recursos de la representacin y de lopoltico. No evoco la palabra teatralidad como sinnimo de teatro, sino como nocin quebusca expresar la configuracin escnica de imaginarios sociales, la resignificacin deprcticas representacionales en el espacio cotidiano, mirada que tambin se asienta enla observacin de Artaud4 cuando describa el espectculo total de una escena de lacalle. Pienso en la teatralidad como la capacidad que tiene todo ser humano para producirla transformacin de un ambiente y la creacin de otro diferente al cotidiano,subvirtiendo y transformando el flujo de la vida, tal y como lo sugera el teatrista rusoNicols Evreinov. Al considerar que el teatro, en cuanto institucin permanente, hanacido del instinto de teatralidad5 invirti los vnculos que subordinan la teatralidadal teatro y expuso con numerosos ejemplos la incesante teatralizacin de la vida,6 apartir de la constitucin de roles sociales y de las disposiciones escnicas que adquieren

    3 El 6 de diciembre de 2006, al asumir las funciones de Jefe de Estado, Felipe Caldern declar la guerraal narcotrfico. Declaracin avalada inmeditamente con el envo de tropas militares al Estado deMichoacn. Muchos han visto en el inicio de esta guerra fallida, que ya ha costado ms de cuarenta milmuertos, un proceso de legitimacin ante las reidas y fraudulentas condiciones en que asumi laPresidencia del pas en el 2006.4 ARTAUD. El teatro y su doble, p. 5.5 EVREINOV. El teatro en la vida, p. 50.6 EVREINOV. El teatro en la vida, p. 72.

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    las ciudades. La idea de teatralidad deviene tambin de la posibilidad de poder configurarun espacio escnico inmediato en el que se suspende el flujo cotidiano y se producenrepresentaciones para ser miradas por otros.

    Performatividad, entonces, como discursividad vinculada a la nocin deperformance

    sistematizada por Vctor Turner:7 una secuencia de actos simblicos que buscan nuevossignificados mediante las acciones pblicas. Idea que nos invita a reconocer laperformance como un campo de accin que abarca lo socio-esttico y que permite alser humano la expresin de significados y el conocimiento de s mismo. En el mbito delos actuales estudios culturales, laperformatividad ha sido problematizada como el modoen que se practica cada vez ms lo social,8 como puesta en ejecucin de normas sociales,pero tambin como contestacin y rechazo a las mismas. Desde las problematizacionesde Erving Goffman en torno a la representacin y la actuacin en la vida cotidiana, loperformativo se configura en la presentacin del s mismo.9 Es esta capacidad reveladora

    y auto-reveladora de las conductas performativas del ser humano en general y no del

    artista en particular , la que me interesa considerar para entender las construccionessimblicas de los distintos grupos sociales que determinan un estado de cosas en unacomunidad. Creo que en toda performance social se expresa un comportamiento cultural.El uso de la nocin de performatividad en la reflexin que aqu planteo buscaproblematizar los sistemas de representacin que se configuran a travs de loscomportamientos performativos de determinados grupos de poder que hacen del cuerpola plataforma principal de operaciones, y de la exposicin pblica de sus fragmentos eldispositivo escritural para la produccin de iconografas del miedo.

    En los teatros del exceso que hoy nos circundan aquellos que emergen durantey despus del acontecimiento violento de cualquier calle, especialmente en las ciudadesdel norte de Mxico lo escnico toma forma no slo por las corporalidades expuestas.Lo emblemtico opera no nicamente por medio de fragmentos corporales, sino que seproduce toda una construccin espectacular de la muerte violenta para producir efectosaterradores. Teatralizaciones del exceso, las ha nominado Elsa Blair;10 o actos deritualismos emparentados con el teatro como desbordamiento y contemplacin las haconsiderado Jos Alejandro Restrepo.11 Aqu la teatralidad est vinculada al propsitode poner ante los ojos la evidencia espectacular del sufrimiento, la escena aterradora deun discurso de poder que aniquila el cuerpo humano en vida y post mortem. De modoque no slo sobre el cuerpo se est escribiendo un relato de horror sino que en la puestaen espacio de los fragmentos o mise -en-scne del acto violento tambin se escribe untexto. El acto violento que cancela la vida trasciende el momento mismo de su realizacin

    y se planea como una puesta en escena. La escena a mostrar es configurada comonaturalezamuerta donde las disposiciones de las partes definen un cuadro que habla a travs de las

    7 TURNER.Antropologa del ritual , p. 107.8 YDICE. El recurso de la cultura. Usos de la cultura en la era global, p. 43.9 GOFFMAN. La presentacin de la persona en la vida cotidiana, p. 27.10 BLAIR. Muertes violentas. La teatralizacin del exceso, p. xxvii.11 RESTREPO. Cuerpo gramatical. Cuerpo, arte y violencia, p. 21.

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    imgenes: una escena que insiste en recordarnos la inevitable temporalidad de la physis memento mori, exhibiendo la fragilidad del cuerpo humano ante la violencia .

    Los entretejidos entre cultura y violencia han sido sistemticamente abordadospor la filosofa y la antropologa contemporneas. Particularmente destaco a Wolfgang

    Sofsky,12 de quien ahora retomo algunas ideas: La violencia fsica es la demostracinms intensa del poder, pues afecta directamente el centro de nuestra existencia: elcuerpo; de all que sea tan eficazmente persuasivo el lenguaje del terror y tan eficazmenteaglutinante para cualquier Estado bajo el sntoma del miedo y la promesa de proteccin.La violencia es inherente a la cultura, consecuencia de nuestro afn de trascendencia;es esta ilusin de permanencia la que mueve a las formas culturales, como al progresoen la tecnologa de las armas. Los trabajadores de la violencia son formados en losoficios de las artes militares.13 El desencadenamiento de la misma no es una regresina un estado primitivo del alma o una recada en la barbarie; son los hombres y su culturalos que permiten dar forma y estructura a esa potencialidad. Las grandes matanzas de la

    humanidad no son un privilegio de pocas primitivas. Tales declaraciones, producidasen la ltima dcada del siglo veinte, hacen retornable la filosofa del mal, ese estado deniebla formada a partir de los vapores del miedo para decirlo con una metfora deBauman14 que se vuelve inefable, inexplicable, insoportable.

    Ese exceso, identificable en cualquier escenario determinado por la violencia,est directamente asociado a la brutalidad desenfrenada, a la libre permisin donde,como seala Sofsky, todas las leyes de la economa de la accin estn derogadas.15 Ycomo consecuencia se exceden todas las formas de representacin. El derroche esconsecuente con la demostracin de poder; todos los lmites son derogados para darlugar a la orga de la sangre. 16 Ese todo est permitido y todo es posible quecaracteriza los escenarios de la violencia es una forma de realizar de manera estable laexcepcin. En un anlisis contemporneo de los estados de excepcin constituidoshoy, ms all de los reconocidos en las catstrofes sociopolticas del siglo veinte, GiorgioAgamben llama la atencin sobre las situaciones lmites que se instaurancuando elestado de excepcin empieza a convertirse en regla.17

    Cuando las fuerzas de la violencia y las fuerzas de la legalidad estn enmascaradasy los ejecutores de la violencia son tambin los soldados del orden cualquier ordenque sea ; emerge una situacin de excepcin que subrepticiamente se va instalando hastapermear nuestra vida cotidiana y volverse una manifestacin de lo normal. Lo unheimlichse ha vuelto heimlich, mostrando familiar o en este caso normal lo amenazante.

    12 SOFSKY. Tratado sobre la violencia, p. 2113 SOFSKY. Tratado sobre la vio lencia, p. 21.14 BAUMAN. Miedo lquido. La sociedad contempornea y sus temores, p. 95.15 SOFSKY. Tratado sobre la violencia, p. 180.16 El Semanario Proceso (16 de agosto de 2010) public un artculo titulado Nuevo Laredo: El show dela sangre, donde refiere el espectculo cotidiano y el bao de sangre que caracteriza a los enfrentamientosentre soldados o marines con sicarios del crimen organizado.17 AGAMBEN. Medios sin fin. Notas sobre la poltica, p. 38.

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    Los escenarios de la violencia revelan comportamientos representacionales. Laviolencia es por naturaleza instrumental, como ya ha reflexionado Hannah Arendt,18 seejerce y desarrolla para determinado fin, y si bien nunca puede ser legtima se construyecomo justificable por los grupos de poder que la detentan. Al asociarse a un determinado

    poder el ejercicio de la misma est vinculado a la demostracin de una superioridad.De manera que las representaciones producidas por los grupos dominantes en semejantesescenarios buscan una demostracin de poder.

    Histricamente el cuerpo ha sido plataforma o instrumento para las representacionesde las culturas. Los teatros de los poderes imponen modos de comportamiento yrepresentacin. Los teatros de la violencia registran la hiperbolizacin de los mediosque sustentan los fines; exhibiendo el martirio de la carne. El repertorio es hoy altamentedemostrativo: cabezas embandejadas, cuerpos decapitados, senos, lenguas y manosmutiladas, ojos ensartados. Retornan los martirios de San Dionisio, San Juan Bautista,Santa gueda, Santa Brbara o Santa Luca Slo que estos iconos de antiguas

    violencias sagradas tienen hoy un estatus pblico. El cuerpo roto parece ser el icono porexcelencia de estos espacios y de este tiempo.Las reiteradas manipulaciones del cuerpo y el cadver operan a manera de signos

    y cumplen una explcita funcin aleccionadora. La necesidad de escenificar, representary di sponer en un espacio para desp legar imag inar io s que susc ri ben o comunicandeterminados propsitos, se ha vuelto una estrategia recurrente en el despliegue deguerras sucias y estados de excepcin que legitiman las ms diversas formas y ejerciciosde la violencia, llegando a crear una cultura visual determinada por un sistema derepresentaciones que pone en discusin las formas consensuadas.

    Es en este orden de representaciones asentadas en los detritus corporales y losexcesos, donde parece reinstalarse una gramtica neobarroca de la violencia. No setrata de una violencia sutil sino excesiva, de una visibilidad espectacular conconstrucciones hiperblicas que subvierten todos los valores, y que tiene un alto valorinstrumental, aleccionador. Lo que estos signos corporales han instaurado por excelenciaes una pedagoga del horror, el imperio del miedo.

    Las diversas estrategias de representacin que se han impuesto en la vida cotidianade distintas ciudades de Mxico abarcan procedimientos que podran vincularse adispositivos de una tecn, a ciertas estrategias empleadas en las producciones deinstalaciones y naturalezas muertas, a tcticas de intervencin urbana, o al desplieguede teatralidades y performatividades de una espectacularidad neobarroca: una ciudaddislocada por sbitos cortes de la va pblica que ejecutan grupos armados utilizando

    los vehculos que arrebatan a los propios habitantes; o la disposicin escnica de los cuerposcolgados de puentes viales, o incluso desmembrados y desollados que son expuestos en elespacio pblico.19 Si bien estas representaciones alcanzan un estatus visual y espectatorialtambin a travs de la imagen meditica publicada por la prensa, es importante destacarque tales escenas han sido originalmente construidas para impactar la dinmica cotidiana,

    18 ARENDT. Sobre la violencia.19 Para datos ms precisos puede verse el artculo 2010, ao sangriento en Mxico, publicado en laRevista Proceso en Lnea, 31 de diciembre de 2010. (.).

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    para trascender en la sociedad a manera de un memento mori aleccionador: recuerdaque morirs de tal manera si ; para imponernos una cultura del miedo.

    Retorna el drama barroco de los cuerpos desmembrados en las exposicionespblicas de los cercenamientos o linchamientos, implicando la construccin de un

    discurso donde los objetos de representacin, las partes o pedazos corporales, sondesmontados, separados de su orden natural y social.20 Una amplia reflexin sobre unapoca que hizo de los fragmentos corporales su objeto de representacin fue desarrolladapor Walter Benjamin en sus estudios sobre el Barroco al enfatizar el desmembramientoemblemtico como dispositivo fundamental para representar las escenas de martiriocristiano: Entero, el cuerpo humano no puede formar parte de un icono simblico, perouna parte del cuerpo se presta a la constitucin de dicho icono.21 De tal manera fueronsublimados los fragmentos corporales desde el Barroco- y se trata de una prctica quecon distintos matices trascendi hasta el siglo veinte- que los mismos fueron convertidosen reliquias para ser veneradas. Una amplia relacin de rganos y miembros corporales

    registrados en Mxico en distintas pocas y espacios puede servir como ejemplo:El l corazn y la lengua del Padre Ignacio Parra, depositados en un nicho del coro deSanta Mnica en Puebla; el corazn del Obispo de Puebla, Manuel Fernndez de SantaCruz, ubicado en el mismo coro; las vsceras incorruptas del Obispo de Michoacn, JuanJoseph de Escalona y Calatayud, encontradas en el piso de la Catedral de Valladolid en1744; la decapitacinpost mortem de los insurgentes y la exposicin de sus cabezas enGuanajuato; () el corazn de Melchor Ocampo donado al Colegio de San Nicols; losojos del General Barragn depositados en un nicho de la Iglesia de la Ciudad del Maz; elcorazn de Francisco Pablo Vzquez, Obispo de Puebla, depositado tambin en el coro deSanta Clara en 1847; el cadver embalsamado de Maximiliano y su constante exposicina la cmara fotogrfica; la exposicin pblica del cadver de Zapata; la exposicin pblicadel brazo de Obregn como reliquia central de todo un monumento.22

    De manera general, las idolatras de lo cadavrico han estado atravesadas por lasideas sobre la corrupcin e incorruptibilidad del cuerpo muerto, pero en Mxico, comoafirma el recin citado autor, a pesar de los cambios, el cadver sigue representando unametfora, y si bien ya no asombra su incorruptibilidad, no deja de ser una manera demirarnos al espejo.23 Ms all de ser una prctica religiosa apegada a una determinadadoctrina o ideologa, la adoracin de las partes del cuerpo muerto y/o del cadver estnvinculadas a prcticas ritualistas y fetichistas que denotan una imaginacin desbordante. 24

    20

    En Cuerpo Gramatical, el artista colombiano Jos Alejandro Restrepo expone una amplia investigacindirigida a destacar los vnculos entre el poder poltico religioso desplegado en la iconografa barroca y laviolencia desatada en Colombia desde la mitad del siglo XX hasta la fecha.21 BENJAMIN. El origen del drama barroco alemn, p. 212.22 RUIZ. El cuerpo, la muerte y lo sagrado en la Nueva Espaa del siglo XVII: un caso inconcluso enPtzcuaro, 1631, p. 121-122.23 RUIZ. El cuerpo, la muerte y lo sagrado en la Nueva Espaa del siglo XVII: un caso inconcluso enPtzcuaro, 1631, p. 122.24 Ms que un pueblo de catlicos somos un pueblo de ritualistas, expresaba Alonso Moncada alreferirse a la violencia en Colombia durante los aos cincuenta. Cit. por J. A. Restrepo en CuerpoGramatical, p. 17.

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    La calavera que alimentaba las vanitas barrocas, observada por Benjamin como unaalegora por excelencia de la historia y el devenir humano, es en la cultura mexicanauna compleja metfora que reaparece con cargas semnticas muy diversas.

    El gusto por exhibir la dimensin representacional de lo real, recurriendo al

    dispositivo de poner en escena o poner ante los ojos, es parte de lo que se ha llamadoel efecto neobarroco ya considerado por Severo Sarduy, en el que particularmente seha reconocido el predominio de lo visual.25 Aplicado al campo cultural en general, msall de lo artstico y lo literario, el neobarroco ha sido pensado como un aire del tiempoque invade a muchos fenmenos culturales de hoy,26 configurndose como una estticasocial27 o un modo de definir cierta actualidad epocal. Me interesa particularmente lapropuesta de Gustavo Buntinx al plantear el neobarroco como una traumtica situacinde poca en una especificidad situacional de rasgos dramticos,28 acotado por lasexperiencias de guerra civil y dictadura que vivi el Per entre 1980 y 2000. Es sta lapulsin que busco retomar al invocar el concepto de lo neobarroco, ms como efecto

    cultural que como concepto terico-artstico. En todo caso, como un concepto trasladadoal campo de las estticas sociales y cotidianas marcadas por un desborde sensorial queimpone la visin y no la contemplacin- de las atrocidades practicadas sobre los cuerpos

    y que va condicionando una sensibil idad que emerge de entre los es tragos de laviolencia29 capaz de contaminar el arte.

    El cuerpo mutilado ha ocupado un lugar visible en el arte moderno y contemporneo,con muy distintas acentuaciones o connotaciones. Desde las esculturas de Rodin dondela figura humana est mutilada y muestra la marcas de la intervencin violenta a propsitode la propia modelacin de la carne escultrica (Lhomme quimarche y Femme asisse,entre otras), hasta los estudios de Francis Bacon distorsionando la figura humana yexplorando conexiones entre los mataderos y la crucifixin (Three studies for figures atthe base of a crucifixion, 1944 y Three studies for a crucifixion , 1962, entre otras), lasfotografas de Ambra Polidori (Fragmentum) registrando fragmentos de antiguasesculturas; o los dibujos de Alejandro Montoya (Acuchillado , 1984; Cadver, 1985;Apuntepost mortem , 1985; Doble apunte de un decapitado, s/f; entre muchos otros) realizadosmuchas veces como apuntes nocturnos en las morgues y salas de urgencia de distintoshospitales de la Ciudad de Mxico, goyescos registros del dolor y la muerte. El arte delsiglo veinte y los ejemplos son numerosos explora y representa las diversas dimensionessimblicas del cuerpo fragmentado y/o mutilado.30

    25 ROJAS. Sobre el concepto de neobarroco, [s.p.].26 CALABRESE. La era Neobarroca, p. 12.27 CALABRESE. La era Neobarroca, p. 14.28 BUNTINX. Lo impuro y lo contaminado. Pulsiones (neo)barrocas en las rutas de MICROMUSEO (alfondo hay sitio), p. 26 y 25.29 BUNTINX. Lo impuro y lo contaminado. Pulsiones (neo)barrocas en las rutas de MICROMUSEO (alfondo hay sitio), p. 26.30 A propsito de este tema es obligatoria la referencia al libro El cuerpo mutilado (La angustia de muerteen el arte), de Jos Miguel Corts.

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    FIGURA 1 - Estudios de cabezas muertas para mscaras de muerte, Alejandro Montoya. Mxico, 1990.

    Tinta/papel. Del catlogo de la exposicin Dibujos de Alejandro Montoya, Museo de Arte Moderno,

    marzo-abril de 1990, Ciudad de Mxico.

    Sin embargo, no son las prcticas artsticas las que ahora nos ocupan, sino lascatastrficas representaciones de una guerra maquillada bajo el nombre oficial decombate al narcotrfico y su secuela de enfrentamientos entre los grupos en disputa,con las consecuentes ejecuciones que en casi cinco aos han robado la vida de ms decuarenta mil personas cifra que sobrepasa el nmero de prdidas humanas ocurridas

    durante la ltima dictadura argentina , con un incalculable saldo de desaparecidosde manera impune y silenciosa.31 Si la figura del desaparecido inaugur las terminologasde las guerras sucias y las dictaduras latinoamericanas en los aos setenta, hace variosaos la figura del desmembrado se ha impuesto desde la violencia colombiana y hapenetrado los actuales escenarios mexicanos. El propsito no es slo matar sino ejecutarun ritual de exterminio que sirva a otros como evidencia aleccionadora. Y la visin deun cuerpo mutilado o reducido a pedazos es aterradora porque amenaza la integridad eindivisibilidad del ser, y expone la fragilidad de la materia humana.

    Lo que Severo Sarduy32 llam efecto barroco estaba vinculado a aquello que sedeformaba o se cercenaba hasta el exceso por una voluntad furiosa de ensear, de

    convencer, de hacer ver a fuerza de lecciones teatrales o de dispositivos escnicos.

    31 Remito al texto Desapariciones masivas... y silenciosas, publicado por la Revista Proceso en lnea, 7de enero de 2011, proceso.com.mx. Reproduzco un fragmento: La informacin que ha recogido Fundec[Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos y Desaparecidas en Coahuila] establece que la mayorade las desapariciones en grupo son perpetradas por civiles armados. Hasta el momento, apenas en cincocasos se ha indiciado por hechos de este tipo a policas o militares. A bordo de lujosas camionetas demodelo reciente, los comandos establecen permetros donde, con una coordinada precisin, operan asus anchas en frenticas caceras para enseguida desaparecer con sus vctimas.32 Pueden consultarse los textos de Sarduy, Barroco y El barroco y el neobarroco.

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    Fuera de un contexto artstico, regresan aquellas constantes para producir tambin unefecto de neobarroquismo colrico, parafraseando a Sarduy, excesivo y arrasador en losescenarios cotidianos. Tales representaciones parecen conservar del carcter barroco laalta dimensin hiperblica, espectacular y escnica, el mensaje aleccionador a travs

    de la teatralidad, y el tratamiento martirizado del cuerpo para que opere como unalegrico memento mori.

    Cuando pienso en la teatralidad de las representaciones de la violencia me estoyrefiriendo a las escenificaciones que comunican un relato y buscan transmitir unsignificado desde una construccin icnica y corporal. Realizadas como tecn no generanunapoiesis pero s producen la representacin de otros relatos que constituyen lo expuestoen algo ms que la corporeidad mortal que son. En su construccin metonmica sonprecisamente la extensin de una realidad, una representacin que no opera porsustitucin metafrica, sino por la representacin de una parte de, metonmica osinecdquicamente, sin mediacin potica, pero sin duda construyndose como

    escenificaciones o teatralidades de lo real; de lo real vinculado al sntoma social, a lamanera de Zizek, exponiendo esa parte que an est por ser razonada, nuestra parte mssiniestra que escapa a toda explicacin en el orden del lenguaje.

    De manera muy diferente al doble escnico que se constituye por medio de unarepresentacin potica, los cuerpos rotos instalados en el espacio de lo real y del cualson parte -metonimia pura-, son tambin la solicitud de un posible doble, de un espejeoentre presente y futuro inmediato: esos cuerpos que desplazan y diseccionan la anatomason el fantasma de un cuerpo por aparecer, son el doble de aquel para el cual han sidoconstruidos: esto te pasara a t si no., es un mensaje corporal a otro cuerpo, ellosson el modelo de lo que est por aparecer o suceder.

    Reitero que cuando hablo de teatralidad en estos campos, pienso en una voluntadde poner ante los ojos convocando ciertos imaginarios (en estos casos imaginarios delhorror), y apropindose del recurso nemotcnico: recuerda que morirs, el uso de lasimgenes como memento mori , como relato de la muerte por venir. Pero a diferencia delbarroco no se refiere a la muerte como destino natural, sino como amenaza, tambincastigo, en lo que se igualan de cierto modo los poderes omnipotentes. Sonrepresentaciones alegricas de un orden fuera de todo sistema natural que implican lainvencin de otro orden, otra anatoma, otra gramtica corporal, otras mitologas delmiedo: teatralidades distpicas que espejean una realidad altamente dislocada.

    Las antiguas descripciones de dolores y martirios corporales en los dramas de Sneca,autoridad en la dramaturgia del horror, donde las partes singulares de los cuerpos se

    van enumerando en diseccin anatmica, con complacencia equvoca y cruel,33 vienena nuestro presente no en las elaboraciones de ningn drama artstico, sino en la tecnpuesta en juego por quienes hacen del cuerpo una nueva gramtica del horror queconvierte el cadver en el principal accesorio emblemtico.34

    Si lo pensramos desde un punto de vista dramtico, ciertos personajes de estasescenas de neobarroquismo colrico, son otra versin de la bruma fantasmtica que

    33 STACHEL citado porBENJAMIN. El origen del drama barroco alemn , p. 440.34 BENJAMIN. El origen del drama barroco alemn, p. 440.

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    hace siglo y medio anunciara Marx. Tienen una alta capacidad de camuflaje y unadensidad lo suficientemente viscosa como para pensar la figura lotmiana35 del personajemltiple que reaparece con mscaras y vestuarios diferentes, pero que representa unamisma esencia. Estos personajes suelen aparecer enmascarados por sus alias, o nombrados

    segn los roles que juegan: los desmontadores o desarmadores el decapitador, eldescuartizador, el pozolero; y los desmontados, los desestructurados, los desarmados el descabezado ; tambin los colgados, los desollados, los desencarnados, los abiertos.Figuras de la abyeccin. Nuevas mitologas del gran teatro del cuerpo.

    El arte del enmascaramiento supone una transformacin, una borradura deidentidad, una dualidad o multiplicidad de rostros que dificultan cualquier identificacin.36

    Supone sobre todo, una capacidad performativa y teatral para ejecutar y hacer imaginar,ficcionar, mundos posibles. Me he preguntado sobre el enmascaramiento como estrategiaall donde las propias fuerzas llamadas a ordenar y proteger una sociedad se transformanbajo el manto del camuflage. En los estudios sobre la violencia en Colombia, Mara

    Victoria Uribe reflexiona sobre ciertas estructuras mimticas que comparten los gruposarmados37 y utiliza la figura del enmascarado para reflexionar en torno a los diferentespersonajes emergidos en aquellos escenarios.

    Si estas son las circunstancias que definen el estado de excepcin y violencia de lasguerras encubiertas as como a todos sus agentes o performers, queda difcil la posibilidadde reducir un trmino que identifique ciertas representaciones caractersticas de estosescenarios en relacin a un prefijo que estigmatice una sola forma de violencia, como porejemplo la llamada narcoviolencia o sus derivaciones representacionales enunciadas comonarcoperformances. Me resulta difcil restringir los orgenes y productores del excesotratndose de un contexto donde todo parece funcionar y decidirse desde la opcinpara, similar, enmascarada, duplicada, clonada. Las cabezas y brazos de la violenciason varias, pero su cuerpo parece anunciar una morfologa siniestra, nunca es lo queparece y toda posibilidad de reconocimiento dentro de la lgica y el sentido comn sevuelve extraa. Se trata ms bien de un cuerpo mixto con un mismo vestuario. Unsistema de dobles tras el cual debemos imaginar lamise en abyme de mltiplesparacuerpos.

    Recurro entonces al trmino paraperformances para referirme a las diversasinstalaciones y representaciones con fragmentos de cuerpos, que a manera de naturalezasmuertas evocan la funcin del memento mori en situaciones y contextos dominados porla cultura de la violencia. Insisto en que recurro al prefijo sin ninguna descalificacin del

    35 En referencia al terico ruso Iuri Lotman y a sus estudios sobre semitica de la cultura y el texto en Lasemiosfera I.36 En la prensa mexicana es comn leer noticias en las que se informa sobre las acciones de grupos deencapuchados: Gmez Palacio, Dgo. Un grupo de 60 encapuchados atac a fines de diciembre unpequeo poblado indgena de Durango, quem la mayor parte de las casas, as como 27 vehculos y diomuerte a un vecino del lugar, inform este mircoles la procuradura en un comunicado. El ataqueocurri el 28 de diciembre, pero los habitantes reportaron la agresin el martes debido a la remotaubicacin del poblado, explic a la Afp una fuente de la dependencia. Encapuchados queman casasy autos en poblado indgena de Durango, publicado en La Jornada en internet, Mircoles 12 de enerode 2011, .37 URIBE.Antropologa de la inhumanidad. Un ensayo interpretativo sobre el terror en Colombia, p. 105.

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    trmino retomado, performance. Aqu lo para no precisamente implica la marginalidadde ninguna disciplina modlica. Su tesitura es cultural y social. Ms que unaparamorfologaartstica intento sugerir un corpus espectral. La propia etimologa del prefijo para suscitatanto lo opuesto como lo paralelo: contraestructura o estructura paralela.

    Si los cuerpos abiertos, rotos, esos que muestran la desnudez de la carne, son figurasrecurrentes en los paraperformances y en las ex/posiciones del exceso, especialmente loes el cuerpo des/montado, ese que exhibe una evidente crueldad estructural,exponiendo su desfiguracin, su desarmona: el cuerpo ha sido radicalmentedesestructurado all donde era ms visible su frgil extensin. Desde todos los tiemposlos seres fantasmticos e informes emergen bajo la imagen del descabezado.

    En El hombre sin cabeza, Sergio Gonzlez Rodrguez advierte que los cuerposdecapitados son la clave de una declaracin que tiende a dejar atrs cdigos oentendimientos implcitos de respeto mutuo. Una entrada al territorio de la crueldadilimitada38 en una cultura donde esta figura es mucho ms que productora de inquietantes

    imaginarios. Es sta una figura que gana fuerte presencia en los escenarios cotidianos ycuya lectura es relativa, cambiante. Las decapitaciones convocan las teatralidades corporales,disparan los flujos del cuerpo en una incontenible espectacularidad; implican unacontecimiento capaz de transformar irreversiblemente la disposicin corporal anulandode inmediato la vida y generando un objeto que ms all de ser un resto metonmicoparticular es tambin metfora del des/montaje de otro corpus: Decapitar, destruir,desmembrar, fragmentar son aspectos de la misma actitud: la implantacin del Terror,39

    nos recuerda Sergio Gonzlez. Pero ello es tambin metfora de un des/montaje a mayor escala.

    R E S U M OE S U M OE S U M OE S U M OE S U M O

    A violncia que eclodiu no Mxico h mais de quatro anostem gerado uma excessiva teatralidade manifesta especialmentenas mutilaes do corpo e sua exposio assustadora. Esteestudo aborda estas manifestaes como produes de umagramtica e uma teatralidade neobarroca e como configuraesde performatividade, fora das disciplinas de arte.

    P A L A V R A SA L A V R A SA L A V R A SA L A V R A SA L A V R A S ----- C H A V EC H A V EC H A V EC H A V EC H A V E

    Performatividade, teatralidade, violncia

    RRRRR E F E R E N C I A SE F E R E N C I A SE F E R E N C I A SE F E R E N C I A SE F E R E N C I A S

    AGAMBEN, Giorgio. Medios sin fin. Notas sobre la poltica. Trad. Antonio GimenoCuspiner. Valencia: Pre-Textos, 2001.

    ARENDT, Hannah. Sobre la violencia. Trad. Guillermo Solana. Madrid: Alianza Editorial,2005. 144p.

    38 GONZLEZ. El hombre sin cabeza, p. 60.39 GONZLEZ. El hombre sin cabeza, p. 60.

    AA

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    BAUMAN, Zygmunt. Miedo lquido. La sociedad contempornea y sus temores. Trad.Albino Santos Mosquera. Barcelona: Paids, 2007. 228p.

    BENJAMIN, Walter. El origen del drama barroco alemn. Trad. Roberto Blatt. Madrid:Taurus, 1990. 235 p.

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