Ni en la vida ni en la muerte

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    Silverio Lanza

    NI EN LA VIDNI EN LA VIDNI EN LA VIDNI EN LA VIDNI EN LA VIDAAAAA

    NI EN LA MUERNI EN LA MUERNI EN LA MUERNI EN LA MUERNI EN LA MUERTETETETETE

    JUAN BAUTISTA AMORS, EDITOROlivares, 18. Getafe

    MADRID 1890

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    Convencidos de que Dios se hizoConvencidos de que Dios se hizoConvencidos de que Dios se hizoConvencidos de que Dios se hizoConvencidos de que Dios se hizo

    hombre, pretenden los hombres hombre, pretenden los hombres hombre, pretenden los hombres hombre, pretenden los hombres hombre, pretenden los hombres

    hacerse dioses. hacerse dioses. hacerse dioses. hacerse dioses. hacerse dioses.

    Mal oficio. Mal oficio. Mal oficio. Mal oficio. Mal oficio.(*)(*)(*)(*)(*)

    (*)(*)(*)(*)(*) Coloco aqu la moraleja para hacer ms fcil la lecturade este libro a aquellas personas que no tienen costumbre

    de entender lo que leen

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    PERSONAJESPERSONAJESPERSONAJESPERSONAJESPERSONAJES(Retratos del natural)

    PERSONAJES

    Licurgo RedondoLicurgo RedondoLicurgo RedondoLicurgo RedondoLicurgo Redondo, juez de delitos.

    Po de la CruzPo de la CruzPo de la CruzPo de la CruzPo de la Cruz, cura prroco.

    Bienvenido GonzlezBienvenido GonzlezBienvenido GonzlezBienvenido GonzlezBienvenido Gonzlez (el inocente).

    La familia PLa familia PLa familia PLa familia PLa familia Pradaradaradaradarada.

    Un sepulturero que no hablaUn sepulturero que no hablaUn sepulturero que no hablaUn sepulturero que no hablaUn sepulturero que no habla.

    Un tabernero, un polizonte, gentes del pueblo, yUn tabernero, un polizonte, gentes del pueblo, yUn tabernero, un polizonte, gentes del pueblo, yUn tabernero, un polizonte, gentes del pueblo, yUn tabernero, un polizonte, gentes del pueblo, yotros personajes quotros personajes quotros personajes quotros personajes quotros personajes que ni soe ni soe ni soe ni soe ni son del pueblo ni sonn del pueblo ni sonn del pueblo ni sonn del pueblo ni sonn del pueblo ni son

    gentesgentesgentesgentesgentes.

    Se figura la accin en Villaruin, poblacin prxima a Granburgo(capital de la Atargea), en el siglo XX del cristianismo, durante ladominacin de las llamadas razas cultas.

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    D. LICURGO REDONDOD. LICURGO REDONDOD. LICURGO REDONDOD. LICURGO REDONDOD. LICURGO REDONDOJUEZ DE DELITOS

    Se le llama tambin juez de preparacin o, como deca elpresidente de un tribunal de apelacin, el juez de los primeros pasos,

    y en una procesin de Semana Santa envi al nominado detrs delCristo amarrado a la columna, porque usted me va inztruyendo esteprocezo y yo ir a la cola con er cabirdo para zentenciar con arreglo a

    juzticia.

    Cuando algn comerciante es presumido se dice que el tal se hatragado la vara de medir: pues bien, el juez de delitos de Villaruin se hatragado la vara de la justicia. Se la ha tragado porque anda ms estiradoque un pino. Se la ha tragado y le ha producido una indigestin.

    Afortunadamente slo se ha tragado la vara; otros se comen la justicia y engordan. El juez de Villaruin est para cebar; y el descarocon que asoman los huesos por debajo de la piel hace honor a la probidadde tan digno sacristn de Themis.

    Pobre iluso!

    Antes de tomar posesin de la plaza, se present al jefe del

    negociado de Derecho del Interior, y el alto funcionario le dijo:

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    -Usted dir.

    -Soy el juez de delitos nombrado para Villaruin.

    -Est bien.

    -Y vengo a despedirme de V.E.

    -Est bien.

    -Maana salgo para mi destino.

    -Ah! maana... y, a dnde va usted?

    -A Villaruin.-A Villaruin, est bien. Por permuta?

    -No, seor; obtuve plaza en las ltimas oposiciones, y...

    -Est bien... Pues me felicito, seor mo, por las grandesresponsabilidades que sobre m pesan, y me felicito en nombre de laadministracin de justicia de que sta se halle representada en... dndeha dicho usted?

    -Villaruin.

    -Est bien... en Villaruin por persona tan dignsima como V. y dequien tengo tan buenos antecedentes.

    -Mil gracias.

    -Nada de eso. Estoy muy descontento de la gestin judicial en...en... Villaruin; y yo espero que usted ha de resolver los expedientes

    que hay acumulados, y no ha de defraudar las esperanzas que en ustedtenemos puestas desde su brillante ingreso en la carrera a que todosnos honramos en pertenecer.

    -Muchas gracias... Puedo a V. asegurar...

    -Est bien. No le digo a V. que se siente porque querr ustedtomar el exprs del Norte.

    -No, seor; salgo en el correo del Sur.

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    -S?

    -Villaruin est en la provincia Central.

    -Ya, ya lo s; pero cre que... est bien.-Pues, con el permiso de V.E....

    -Nada de tratamiento. Su gracia de V.?

    -Licurgo Redondo.

    -Ah!, es usted Licurgo?

    -S, seor; como mi padre.

    -Pues no decrete V. el reparto de la propiedad. Villaruin no est enEsparta.

    -No, seor; est en la provincia Central.

    -Lo s, lo s... est bien. Gutirrez, abra usted la puerta.

    -A las rdenes de V..

    -No le digo a usted nada. Nosotros somos dos compaeros.-Mil gracias.

    -Vaya V. con Dios.

    (Desde la puerta)

    -Servidor de V.

    -Beso a V. su mano.

    El jefe de negociado no supo ni sabe dnde est Villaruin, ni dndeest don Licurgo Redondo. Recibe diariamente treinta o cuarentavisitas semejantes a la descrita, y slo se ocupa de conservar su lucrativopuesto, adular al Ministro y engaar a su mujer (la del jefe).

    Pero el juez novato toma el correo del Sur, llevando en su cabezams humo que el que despide la locomotora, haciendo caminar a suimaginacin ms rpida que el tren, y exponindose a lo que se exponenlos trenes rpidos: a parar de pronto en el fondo de un precipicio.

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    -S, s.

    -Ya ve usted, slo vamos cuatro en un departamento de primera.

    -Es verdad.-Y, va usted muy lejos?, aunque sea indiscrecin.

    -Usted mande. Voy a Enlace.

    -Pero seguir usted ms all.

    -S, seor. Voy de juez a Villaruin.

    -Que sea enhorabuena, seor mo. Estaba usted antes?

    -No, seor; me acaban de nombrar.

    -Ya deca yo: es usted muy joven.

    -As, as.

    -Qu bonita carrera! Son ustedes la primera figura en todas partes.

    -Gracias.

    -La verdad, la verdad solamente. Yo tengo un to que es presidentede un tribunal de apelacin. En mi familia hay mucha toga. Hasta yomismo he sido muchas veces fiscal y defensor; y un asistente quetuve, y que despus lleg a caporal, se aficion tanto a estas cosas quehoy le tiene usted verdugo en una circunscripcin.

    -Pero...

    -Perdone usted. Hoy los militares estamos de ms porque nada searregla a estacazos; todo lo arreglan ustedes.

    -Todo, no.

    -Tampoco nosotros arreglbamos nada, pero quiero decir queustedes tienen la sartn por el mango.

    -Nosotros estamos dentro de la sartn.

    -No lo crea usted, seor mo. Mire usted, sta, que es hija ma...

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    -A los pies de usted.

    -Beso a usted la mano.

    -Pues bien; sta, como no ha visto en casa otra cosa, tiene deliriopor los cuerpos armados, y yo estoy por los civiles.

    -Todos me gustan, pap.

    -Ya lo creo; como que en todos hay capitanes generales, pero yome muero por la justicia.

    -Gracias, mil gracias.

    -Y, diga usted, en ese pueblo adonde va usted, hay algn crimensobre el tapete?

    -Creo que no.

    -Vamos, ser gente pacfica.

    -Pacfica.

    -Ms vale as, porque estamos es unos tiempos que ya, ya. Pero,

    hombre, ha visto usted ese crimen horrible de ayer?-Dnde?

    -En Granburgo. Yo lo he sabido por el novio de la criada, que escargador y paisano del criminal.

    -Pues, no s nada.

    -Una friolera! Un padre que ha cortado la cabeza a todos sus hijos

    para hacerse una botonadura.-Qu atrocidad!

    -sta no quiere que lo cuente porque se pone mala, pero yo se locontar a usted.

    -Calla, pap, por amor de Dios; estamos en gape y yo quierotomar caf en la fonda de la estacin.

    -Vamos all. Yo nunca contradigo a las mujeres, porque el valor se

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    emplea con los hombres. Cuidado que mi esposa saba que yo era untoro bravo, pero me dominaba. Lo confieso. Al menos tengo esafranqueza. Vamos all, hija, vamos all. Ustedes gustan?

    -Que aproveche.

    Rodeado de sombras y silencio camina el tren rpidamente sobrelos rales, con regularidad pasmosa que hace ms imponente su marcha.Tiende al viento su humeante cabellera de difuminadas puntas: llenade blanca luz el camino que busca, y deja tras s rojo color como sicaminase herido o fuese matando.

    Antes hubiera sido una divinidad: hoy no hay Dios, porque yahasta la justicia es hechura del hombre. Ese mismo monstruo deentraas de fuego y tentculos de acero vive sujeto a los rales si quierevivir y quiere marchar. Hasta el Rey y hasta el Papa estn sujetos a lasarmnicas leyes sociales, o arriesgan, al desprenderse, marchar inertesal abismo de todas las negaciones.

    El General se ha tumbado cuan largo es y ronca con estrpito.

    La banqueta de enfrente est ocupada por la hija del General y elotro viajero; ambos tendidos a sus anchas y con los pies juntitos, seapor comodidad o por distraccin.

    Slo queda en el departamento un asiento muy pequeo para uncura lleno de carnes y de vicios, pero suficiente para el sobrio ejecutorde la justicia en Villaruin.

    Ya han pasado los escrpulos de Licurgo; y ya se siente apto paraser justo. Las atenciones de que es objeto le prueban que un juez, aunsiendo muy bruto, merece consideraciones de un general, aunque elgeneral sea tambin muy bruto.

    Recuerda a su to, que es cura, y no conoce el Derecho cannico;a su padre, que no conoce las Ordenanzas de montes, y a su hermana,que nunca oy nombrar las leyes suntuarias. Una sonrisa deconmiseracin abre las comisuras de sus labios cuando la memoria lanza

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    al entendimiento el recuerdo de gueda, que seguir lavando ropa yamasando pan y esperndole para ser su esposa.

    Conviene en que una pasin de un nio no debe destruir elporvenir del hombre; que esos amoros en que toman parte los astros ylas flores son buenos para cantados por un poeta hambriento, pero nopara ser sentidos por quien es acreedor a la gratitud de la sociedad.Piensa en la hija del General y despus en las hijas de todos losgenerales. Aspira a lograr una esposa rica o noble, pero siempre elegante,capaz para el fausto, comme il faut. Y si no es honrada? Pues no larecibirn en su pueblo, pero la recibirn en la corte. Esto basta.

    Nada: hay que ser severo, rgido. La gente de los villorrios esastuta y no he de dispensarles ninguna confianza...

    El jefe espera que yo arregle la gestin judicial, y la arreglar. Lacuria de Villaruin ser gente cuca, pero yo les pondr las peras a cuarto...Necesito un crimen que me d nombre, y si no lo encuentro loinventar. La prensa se ocupar de m aunque me cueste los cuartos.Dar bombo al prefecto y de rechazo me dar bombo...

    Mucha guardia rural, mucha, mucha... Y a m qu?...

    La cuestin es medrar...

    Ya sabes que Villaruin no est en Esparta.

    Cuando Licurgo tom posesin del juzgado ya tena la vara de lajusticia a lo largo de la faringe y del esfago.

    Roderonle los caciques y arremeti contra los justos y los hombresde buena fe.

    Destituy a ste y al otro producindoles ira o hambre. Registrhogares, apres mujeres, busc mancebas para su jefe y domsticaspara la ministra. Fue tan inhbil que jams dio con ningn criminal,pero persigui a todos los hombres honrados.

    Un da quiso salir de Villaruin, y ni encontr quien quisiera

    permutar ni en el ministerio le hicieron caso.

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    Comprendieron los caciques que aquel juez slo serva para cobrarsu paga y le emplearon como objeto de sus groseras mofas.

    Id hoy a Villaruin y veris, al ocultarse el sol, un hombre joven,flaco, de rostro amarillento y ojos hundidos, que pasea solo por lasafueras del pueblo. Nadie le saluda, todos hablan quedito cuando pasana su lado, y todos le envan en silencio una maldicin o un insulto.Hyenle las mozas porque encaus a todos los zagales. Produce espantoa los nios, odio a los hombres y desprecio a los viejos.

    se es Licurgo.

    Licurgo, que no comprendi que para ser pillo es preciso ser astuto,y para ser buen juez es necesario ser bueno.

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    D. PO DE LA CRUZD. PO DE LA CRUZD. PO DE LA CRUZD. PO DE LA CRUZD. PO DE LA CRUZCURA PRROCO

    -Es un bandido!

    - Valiente Tenorio! Pues no encuentra guapa a la hija del toPerete!

    -Y, qu ms?

    -Ms todava!

    -Y malicioso y murmurador. En mi casa ha dicho que Engracia nose parece a su padre.

    -Hola! Hola!

    -Y luego, vaya unas limosnas! Algn pedazo de pan o algunamoneda de dos cuartos.

    -Como miserable, lo es.

    -As, que ya lo han resuelto los mayordomos de fbrica: mientrasl sea cura no ve un cuarto, aunque se caiga a pedazos la iglesia.

    -Bien hecho; para robar, a Sierra Laparda.

    -Y eso de meterse en lo que no le importa? Pues no le ha dichoa la mujer del Algarrobo que no le da la comunin si no se casa! Qutiene l que ver con que cada cual viva a su manera?

    -Y despus cobra dinero por casar.

    -Eso no; a los arrepentidos no les cobra.

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    -Su misterio tendr.

    -Quien le entiende es el sacristn. El otro da le dijo: Oiga usted,

    de lo que caiga en los cepillos la mitad es para m y de la otra poneusted las velas que le d la gana.

    -As, as. Ese barrena es capaz de alzarse con el santo y la limosna.

    -Mala suerte tenemos con los curas. El otro tena consigo unareal moza y deca que era su hermana.

    -Valiente hermandad!

    -Pero ste tiene una vieja que es su madre.-Ya lo creo, para disimular mejor, y, sabe Dios, yo creo que ese

    hombre no ha tenido madre nunca.

    -Es posible.

    -Y dice que es licenciado en Teologa.

    -De presidio.

    -Pero, seor, cundo ahorcarn a todos esos hombres?-Cuando venga la gorda.

    -Pues para que entre la gorda tienen que salir algunos flacos.

    -Eso digo yo.

    -Por m que los matasen de hambre.

    -Al menos al nuestro.

    -se, se por borracho.

    -Por libertino.

    -Por entrometido.

    -Por tacao.

    -Por ladrn.

    -Por beatera.

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    -Seores, me permiten ustedes que haga una pregunta?

    -Usted dir.

    -Qu sueldo tiene el padre cura?-Pues tendr quinientas pesetas.

    -Al mes?

    -No, seor; al ao.

    -Al ao! Pues cranme ustedes; o ese seor es un santo o la religinno sirve para nada, porque cualquier burro de ustedes gasta al ao

    mucho ms.******

    Seor don Po de la Cruz, cura de Villaruin.

    Muy seor mo: Cuando ley usted las lneas que anteceden, mecalific usted de hereje, calificacin que no me hizo gracia, no tantopor el calificativo como por que no quiero que me califique usted.

    Usted, seor mo, tiene clara inteligencia y buen talento y hubieradesempeado cualquier profesin tan regularmente como desempeala cura de almas en este pueblo. Se hizo usted sacerdote porque erausted pobre; y, desgraciadamente, la carrera eclesistica es la ms baratade todas.

    Ha conseguido usted ese economato, que nunca tendr enpropiedad, porque los concursos no convienen ni al bolsillo de los

    obispos ni al prestigio del clero.De todos modos, usted come, y yo le deseo buena digestin y

    buen apetito.

    Hasta aqu es usted tan respetable como el carnicero del pueblo.Vamos adelante.

    Si yo soy un hereje, tiene usted obligacin de convertirme, perono tiene usted derecho a insultarme.

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    Pero lo notable del caso es que yo soy catlico ferviente porquehallo perfecta la filosofa cristiana y muy acertadas las prcticascatlicas. Adems prefiero sentir a pensar, y las ceremonias del cultocatlico me hacen sentir de manera exquisita.

    Lo malo que tiene el catolicismo es el clero, y en esto estamosconformes todos los humanos, incluso los curas.

    Son ustedes tan brutos y usted singularmente, que al buen seorLongeye, que siempre escribe en defensa de nuestra religin, le hacerrado usted las puertas de la iglesia, so pretexto de que el tal seor

    lee libros prohibidos. Y digo que le ha cerrado usted las puertas de laiglesia, porque sabe Longeye que en cuanto entre dentro del templosubir usted al plpito y pondr como chupa de dmine al ilustreextranjero. El empecatado pueblo de Villaruin ni entiende a usted ni aLongeye, pero est dispuesto a rerse de cualquiera de los dos en cuantoencuentre ocasin propicia.

    Valiera ms que emplease usted su tiempo en tener limpia la iglesia,que bien lo merece, en sustituir imgenes, que por sus posicionesindecentes producen aficiones iconoclastas en el hombre culto; encorregir el amancebamiento que hace desgraciados muchos hogares deese pueblo; en lograr que los ricos amen a los pobres, y stos seanagradecidos con los ricos. Finalmente, emplee usted su tiempo en algotil y no lo dedique usted a la envidia, la murmuracin y la calumniaporque al llegar a este extremo es usted inferior al carnicero del pueblo.

    Su afectsimo S. S., Silverio Lanza.

    Aunque soy el autor de esta carta, que supo mal a don Po, despushe sido gran amigo del cura de Villaruin. Porque despus me ilustralgo. Los curas nos sirven de constante disculpa para nuestras malasacciones, y no lo agradecemos.

    Despus de una noche de broma, si a las seis de la maana nos

    hallamos un conocido en la calle, decimos con el mayor cinismo que

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    nos vamos a confesar. Aseguramos que no tenemos libertad porque noquieren los curas. Esto es suponer que los sacerdotes son los encargadosde darnos nuestro derecho. Furamos nosotros los ms, y tuviramosalgo de valor, y poco podran los curas contra nosotros.

    Lo mismo decimos de la instruccin pblica. Tambin el clerotiene la culpa de la ignorancia popular, y esto lo aseguramos despusde haber pasado toda nuestra vida sin hojear un libro.

    Sobre todo la confesin! Si cada esposo diese una paliza a surespectiva mujer cuando sta fuese a confesarse, se emplearan en algo

    los librepensadores; sus esposas admiraran el desarrollo fsico de susmaridos y tendran los curas ms tranquilidad. Porque, seguramente,en la confesin quien sale perdiendo es el infeliz sacerdote que ha deestar encajonado, sudando y oyendo paparruchas.

    Y las amas? Qu nos importan las amas de los curas! All se lasarreglen los prrocos con los obispos. O es que vamos a lanzar unanatema sobre el ejrcito porque un capitn no lleva el cuello de lacamisa del tamao prescrito por la Ordenanza? All se las hayan loscapitanes con los jefes de regimiento o con los jefes de plaza!

    Nuestra ignorancia nos lleva a no distinguir entre el derechocannico, la disciplina eclesistica, la filosofa cristiana y la religincatlica. Finalmente, si nos estorban los curas, asegurmosles susubsistencia si se hacen seglares. ste es el camino ms breve.

    Dejando a un lado mi natural temor a las excomuniones, me atrevo

    a asegurar que no quedara un cura para una misa. Porque hoy para sercura se necesita tener mucha hambre.

    Exceptanse los vividores que sacan a los manteos miles de durostodos los aos. Estos seores cobran ms de siete reales diarios, y, porconsiguiente, cobran ms de lo que ganan, porque siete reales es elprecio mximo del trabajo humano, que es lo que percibe un cavadorcavando todo un da. Don Po es joven y guapo. Usa gafas, que lleva

    siempre perfectamente limpias, y no le ocurre como a otros miopes

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    que, aun con quevedos, no ven ms all de sus narices. Es licenciadoen Ciencias y doctor en Derecho, y tiene una ilustracin superior a lade muchos padrastros de la Iglesia. Es aseado, extraordinariamenteaseado, y mira con atencin a las mozas que van limpias. Estas miradasenojan mucho a las casadas, porque a las casadas no las mira. Eldesgraciado prroco ha tenido la desgracia de ejercer en Villaruin dondese tiene horror a quien no ara. El sacristn saquea lo cepillos de laiglesia y las velas de los altares, e interviene maliciosamente en todoslos oficios, con que don Po apenas cobra algo ms que su insignificantesueldo.

    Ha tropezado igualmente con el juez municipal, taberneroborracho, cuya mujer est a malas con don Po porque no la deja sentarseen el presbiterio. De esta manera no se luce el reclinatorio de la seora

    jueza(1) y el agraviado marido pone en grave aprieto al cura cada vezque se celebra una boda.

    Me parece bien que los jueces presencien la celebracin de losmatrimonios catlicos; y me parece bien, entre otras razones, porque

    si me pareciese mal me expondra a ir a la crcel. Pero la humildad delPontfice me permite discutir con l, y digo que Su Santidad ha hechomal en avenirse a semejante disposicin. Porque el matrimonio catlicoes un sacramento de cuya celebracin slo puede dar fe quien loadministra, y una de dos, o el juez slo ejerce el papel de testigo en sugrado ms insignificante, o si da fe es porque no puede ser engaadopor el cura, en cuyo caso sirve para cura y desempea funciones

    eclesisticas desde el momento en que es inspector de los mscaractersticos servicios sacerdotales.

    Yo creo que sera ms natural que el juez vistiese casulla, y despusde decir misa casase a los novios con ayuda del aclito, que pudiera serel alguacil o el secretario.

    Siempre anda mal el mundo, y unas veces se mezcla el clero en loque no le importa, y otras se hace el Estado sacristn. Ahora toca el

    (1)No s si el juez es del gnero epiceno

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    turno a este error, y dentro de poco tiempo dir un mdico de hospitalal practicante de una sala: Si no produce efecto el sulfato de quinina,lleve V. la paciente a la sala de operaciones y le da V. la Uncin conglicerina, para lo cual reducir V. el Santo leo por medio del cidosulfrico.

    Da llegar en que diga la misa en el cuartel el capitn que est deguardia.

    La Iglesia tiene miedo a todo lo laico, y cae bajo el poder de unenemigo mayor, que es el ridculo. Los gobernantes tienen miedo a la

    Iglesia, y caen en un peligro mayor, el de desprestigiar las institucionesentre los gobernados.

    Cuando yo deca estas o parecidas cosas a don Po, empezaba elprroco a orme con resignacin. Mientras limpiaba sus gafas quedabansus ojos entornados, y cuando volva a colocarse el aparato ptico sobresus narices me miraba con la insistencia con que sola hacerlo con laszagalas, como se mira un objeto completamente nuevo y extrao, o aun antiguo amigo a quien se recuerda confusamente tras larga ausencia.

    Despus me interrumpa bruscamente llamando a su madre paraque echase una firma en el brasero, y vena la anciana con los brazosdesnudos.

    -Pero, madre, ests lavando?

    -Ya lo creo. En tanto que te pueda servir, no quiero que nadie tesirva, y cuando ya no pueda, te acordars de que te he servido.

    Cuya frase traslado a quien corresponda para su superiorconocimiento.

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    BIENVENIDO GONZLEZBIENVENIDO GONZLEZBIENVENIDO GONZLEZBIENVENIDO GONZLEZBIENVENIDO GONZLEZEL INOCENTE

    Apenas se sabe su apellido, y se le llamael Inocenteporque en lospueblos hay gran aficin a designarlo todo con su verdadero nombre.Esta aficin influye en el canto y hasta en los gritos: pudiera llamarseuna tendencia onomatpica del lenguaje.

    A Bienvenido le confirm una mujer, y las mujeres descubren losinocentes a mucha distancia.

    Adems, el mote no le hizo gracia al apodado, y por esto le dur elmote toda su vida.

    Inocente est casado con una mujer completamente decidida acumplir los mandamientos de la ley de Dios. Un da Inocente grit asu mujer, y sta crey que deba callarse, y se call. Inocente quedsatisfecho de su energa sin calcular que a tener su mujer peores humos

    l hubiera quedado debajo de la mesa.Tena Inocente hermosos ojos, pelo rizado y largo bigote negro;

    andaba bien erguido y con soltura, haca versos bonitos y eraseguramente el hombre ms agradable y ms tierno de todo Villaruin.

    As se proporcionaba conquistas que terminaban en las eras en las nochesde verano o en algn pajar en las noches de invierno. Inocente creyque esto era un adorno de su persona, y empez a referir sus xitos; las

    conquistas continuaron, pero el Tenorio no observ que todas sus

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    amadas eran gente de baja estofa que por tan ruin medio lograbandinero, grano o colocaciones lucrativas para los deudos de las vctimas.

    Fue el hroe de la taberna, donde nunca haba entrado un hombretan culto como Inocente. Emple su dinero y las delicadezas de suespritu entre rufianes y perdidas, y lleg a creerse el amo de la canalla.

    Quiso reanudar sus relaciones con una casada, garrida y amantede calzones, pero la pretendida, que contaba con la ayuda del sacristn,se ri de Bienvenido y le llam Inocente. ste se desesper de versecon mote: volvisele hiel el vino bebido, y jur ser el amo del pueblo,

    pero jur temerariamente. No pudo ser alcalde, ni juez de faldas y secontent con ser concejal porque le eligieron por condescendenciasus verdaderos amigos, los que no iban a beber vino a la taberna del toCamo.

    Pasaron quince aos, e Inocente se transform. No brillaron susojos, volviose rala su canosa cabellera, y anduvo jorobado y tropezando.Record que l solamente haba tenido condiciones de amor patrio yde valor personal para haber sacado a Villaruin de su estado dedecadencia. Vio a sus parientes pobres y a sus amigos maltratados porlos caciques; puso su mano sobre la cruz y jur... nada, porque asomuna lgrima a sus ojos y dijo cuando ya hubo hallado una cita eruditaque poder aplicar a aquel triste suceso:

    -Ah, Inocente! Llora como una mujer lo que no supiste conservarcomo hombre!

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    LA FLA FLA FLA FLA F AMILIA PRAD AMILIA PRAD AMILIA PRAD AMILIA PRAD AMILIA PRADAAAAA

    Playne, hablando con Recarte, empez a definir al general Prada.

    -Ese bizarro General tiene por delante todos los agujeros de sucuerpo.

    -De veras?

    -S, seor. Nunca ha vuelto la espalda.

    -Sin embargo...

    Y el taimado obispo de La Ruta acab la definicin.

    -El General cuando va a escribir se pasa la pluma por la cabeza.

    -Ser para engrasarla.

    -No, seor; es para afilar los puntos.

    Y as era don Rafael de la Prada. Un corazn valiente y con unacabeza dura.

    El corazn le sirvi para ganarse los entorchados y el cario de laseora de la Prada, la ms hermosa mujer de todas las de su poca. Y lacabeza le sirvi para perder los entorchados y hacer la desgracia de suesposa y de su hija. Y no la merecan tan encantadores seres.

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    Teresa, la seora, adems de ser hermossima, fue tan fiel a sumarido que como diese a entender S. M. que haba logrado los favoresde la de Prada, replic la reina:

    -Ni yo soy tan fea ni la generala es tan loca. Y a Loreto le deca elGeneral:

    -Hija, cuando te veo me parece que estoy viendo a tu madre dequince aos y con el pelo teido.

    -Rafael, no digas eso, porque a Loreto slo le faltan tus bigotespara parecerse a ti cuando eras oficial de guardias imperiales.

    -Porque tiene el pelo negro.

    -Y yo lo tengo rubio.

    -Por eso digo que si te hubieras teido...

    -Es que el rubio no te gusta.

    -Antes era el nico que me gustaba.

    -Pero ahora...-Ahora, Teresa, me gusta tambin el de Loreto.

    -Ya, ya.

    -Teresa, no seas as.

    -Es que te conservas como de treinta aos.

    -Pero tenindote a ti...

    -Buen zalamero ests.

    -Hija, quin es ms guapo, tu madre o yo?

    -Mam.

    -Lo ves?

    Y el General se levantaba envanecido y se marchaba a la ordenorgulloso de su buena suerte.

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    Despus, cuando quedaban solas las dos mujeres, Loreto deca asu madre:

    -No te incomodes; he dicho eso para que pap se fuese contento,pero, mira que pap es guapo!

    -Y t la ms hermosa del mundo, vida ma. Y lo era efectivamente.

    Con su cutis blanco y finsimo, que pareca cubrirle como el cristalal retrato dndole brillo y relieve. Con la rara majestad de su figura quese haca ms imponente, contemplando aquellos ojos rasgados y serenos

    y del mismo color que la sotana de un cura y la conciencia de un juez.

    ********

    La familia Prada se estableci en Villaruin obligada por losacontecimientos polticos.

    Dufroul y otros convencieron al general de que los asuntos pblicos

    no prosperaban bajo la tutela de Su Majestad el Emperador; y comodon Rafael, una vez convencido nunca se daba el trabajo de cambiarsu opinin, ya no hubo modo de evitar que el General tomase por sucuenta la direccin de una de aquellas desgracias intentonas quehicieron necesario el imperio aun para lo republicanos ms fervientes.

    Por qu fracas la jornada del 9 de julio? Dios lo sabr, si seocup de este suceso, pero la historia sigue ignorndolo. Mientras vivi

    La Prada se culp del fracaso a ste y al otro, sobre todo a Dufroul, dequien deca el General que haba estado tres cuartos de hora sin leerun telegrama, buscando la manera de dar jaque mate a un rey de boj.Cuando muri La Prada haba hecho fracasar el movimiento por haberloiniciado con media hora de anticipacin.

    Lo cierto es que La Prada se salv porque tuvo suficienteserenidad para marcharse al Fculo, haciendo el viaje en el exprs, sin

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    desfigurarse el rostro, y entre viajeros cuya mayor parte le reconocieronperfectamente.

    Durante la emigracin del General, Teresa y Loreto se trasladarona Villaruin para vivir con mayor economa.

    Cuando don Rafael se convenci de que la fstula de que padecaera incurable, volvi con completa tranquilidad a tomar el exprs y sereuni en Villaruin con su familia.

    La llegada del General fue un acontecimiento en el pueblo. Loscuriosos queran enterarse del tamao de un militar tan valiente.

    Bienvenido, que era el casero del General, organiz una partida dispuestaa defender la vida del gran patricio; y Licurgo pregunt a su jefe qudeba hacer en aquella circunstancia tan grave.

    El jefe contest que no se haba enterado, pero que le convenaseguir enterndose.

    Tres meses despus el General estaba gravemente enfermo y sinrecursos para curarse, y entonces solicit el indulto.

    Los republicanos aprovecharon la ocasin para llamarle traidor ycobarde, y el ministro contest a don Rafael prometiendo servirle.

    Pero antes que llegase el indulto lleg la muerte. Entonces sesupo de una manera oficial que La Prada llevaba algunas semanas dentrodel territorio del imperio.

    Desde la muerte del General, empez Licurgo a demostrar

    claramente su hostilidad hacia la familia Prada. Lo que hasta entoncesy durante la ausencia de don Rafael slo haban sido consejos amistosos,empezaron a ser verdaderas amenazas que tendan a obligar a doaTeresa a que se trasladase a Granburgo.

    El padre Po, ms astuto que aquellas dos infelices mujeres, fuequien primero comprendi el fin que se propona Licurgo, y advertidadoa Teresa lleg de deduccin en deduccin a saber quin era el

    verdadero interesado e n este asunto.

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    marquesa mal educada. (Aunque esto parezca redundancia no lo es,porque me consta que existen algunas marquesas con educacin).

    La venta fue originalsima, porque Levadura us en la compra delmueble todas las frases y las posturas que son de ritual cuando secompra un borrico en la feria.

    Finalmente, el tocador desapareci de la alcoba de Loreto, yquedaron unas pocas monedas sobre el velador de la sala.

    Levadura se march llevndose lo mercado, y madre e hija no seatrevieron a mirarse, ni mucho menos a tocar el dinero. Fuese Loreto

    hacia el jardn y doa Teresa a la cocina, y cuando, media hora despus,se reunieron a comer sus sopitas de ajo, pretext Loreto que habra dehallarlas calientes, y no hubiera entrado en la casa si doa Teresa,acercndose a la nia, no la hubiera preguntado:

    -Ests mala?

    -No; yo no, mam.

    Y se miraron, y abrazndose estrechamente rompieron a llorar conel mayor desconsuelo.

    -Debamos haber vendido la consola.

    -Es lo mismo, mam.

    Y tena razn: era lo mismo. Porque no se llora la venta de unmueble, cuando se proyecta sustituir ventajosamente lo vendido. Slose llora con tanta amargura la prdida de lo que no ha de sustituirse.

    Por eso lloramos tanto la muerte de nuestra madre y la de nuestrasprimeras ilusiones de amor logrado.

    Pero all tambin se vertan lgrimas por el porvenir, por ladesesperacin que tardara en llegar lo que tardasen lo muebles en servendidos.

    Bienvenido supo la venta del tocador, y presumi el resto.

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    No hay bondad ingnita, y si existe ni la tena Bienvenido, porquelo primero que se le ocurri es que la miseria de las de Prada podrafacilitarte la conquista de doa Teresa, pero se le ocurri despus quesi tal cosa haca haba de quedar forzosamente al nivel del juez Licurgo,

    y por orgullo empez a ser bueno, que el orgullo slo produce perversosen aquellos seres que slo tienen orgullo de su perversidad.

    Bienvenido dijo a doa Teresa que ya haba cobrado del General, ysuplic a aquellas infelices que enseasen a su esposa a hacer no squ labor. Y de esta manera todas las noches cenaba la familia Prada encasa de Bienvenido.

    Y cuando la mujer del Inocente, celosa por estas distinciones,deca a su esposo:

    -Mira, que no me la das.

    Contestaba el ofendido:

    -Por quin me has tomado? Ego sum qui sum.

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    La escenaLa escenaLa escenaLa escenaLa escena

    Todos los lugares a que me refiero en este cuento los describprolijamente en el Viaje de Villaruin a Granburgo(1)

    Sin embargo, pudiera leer estas pginas quien no hubiese ledo laobrita citada, y no creo impertinente dar idea del cementerio de

    Villaruin. En dicho pueblo estn los muertos ms altos que los vivos, ycomo el viento ordinario de la villa es el S. E., en cuyo rumbo est elcamposanto, tiene la seguridad quien muere en Villaruin de que los

    vivos le han de oler despus de muerto.Pero no es ste el nico lazo que une a los muertos con los vivos.

    Medianera con el cementerio est una huerta, cuyo pozo tiene unamina que atraviesa el archivo de la muerte a cuatro metros escasos deprofundidad.

    Los curas han demostrado que los responsos sirven para producirdinero, y la experiencia prueba en Villaruin que los difuntos producenbuena verdura.

    La huerta es propiedad del boticario del pueblo, el to Acerico(llamado as por su aficin a pedir alfileres a las solteras guapas), y lalleva en arrendamiento Tres clavos, veterinario y herrador, que no poneen las herraduras ms clavos que los que indica el apodo.

    (1)No se ha publicado

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    Tres clavos ha resuelto el problema de tener guarda, jornalero yvendedor en una sola persona, y por poco coste, porque tiene al toCasto para ejercer todos estos oficios, y el to Casto es el sepulturero.

    Es intil ocultar que el azadn de la huerta es el mismo delcementerio. Esto no lo oculta el to Casto, ni cuando est vendiendoverduras en la plaza niega que l nunca se lava las manos, pues lleva suejemplar castidad hasta el extremo de evitar en lo posible el contactode la carne de sus dedos. Aparte de su poco aseo y de su exageradofervor religioso, el to Casto es una maravilla por sus virtudes.

    El camposanto tiene su capilla desmantelada y sucia. A un lado,un patio algo decente, donde se entierra a los ricos; y al otro lado, uncorral que es bastante extenso para dar sepultura comn a los pobresde espritu que se avienen a morir pobres del todo.

    En un rincn del corral grande est el depsito, sin ms luz niventilacin que la que le proporciona una ventana de un pie en cuadro,cuya madera est defendida por un crucero de hierro.

    Detrs del cementerio hay un barranco extraordinariamenteprofundo, por cuyo fondo corren las aguas pluviales durante el invierno.

    La gente de Villaruin tambin ha puesto nombre al barranco, y sele llama el Foso del Purgatorio. Las comadres convienen en que el almaque salta felizmente al otro lado del foso entra desde luego en la gloriaeterna.

    Nada ms que sea pertinente recuerdo ahora acerca del cementerio

    de Villaruin, pero si el lector no se diese por satisfecho, tome el correodel Sur, saliendo de Granburgo, apese en Enlace, tome la diligenciaque nos trae aqu algo de cultura y mucho de vicio, y cuando lleguemurase, y as podr enterarse hasta de lo del saltito.

    Ah! Advierto que entre los vivos y los muertos de Villaruin noexisten ms relaciones que las que crean el viento, la mina del pozo, elazadn de la huerta y las manos del to Casto.

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    La accin del dramaLa accin del dramaLa accin del dramaLa accin del dramaLa accin del drama

    - I -- I -- I -- I -- I -Cuando la diligencia que viene de Enlace, trayendo los viajeros

    de Granburgo, par a las once de la maana del 7 de noviembre delantede la taberna del to Camo, acababa Bienvenido de beberse la terceracopa de aguardiente con que lograba que su paladar desechase el sabordel vino consumido con el almuerzo.

    Y cuando la diligencia par, fue Bienvenido uno de los primerosen acercarse al coche buscando noticias de la capital del imperio.

    -Me traes la bota?

    -Has visto a mi hombre junto a los ventorros?

    -Si no cogis esto, no puedo bajar.

    -Ha llovido por all?

    -Como ac. Valiente polvo!

    -Lo que est arriba que me lo lleven a casa.

    -Puede usted decirme dnde vive el juez?

    -Cul?

    -El de Delitos.

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    -Siga usted por ah, todo derecho, y en llegando a una plaza tomausted a la izquierda, luego la primera calle a la derecha. Una casacolorada. No tiene pierde. Enfrente est el matadero.

    -No s si acertar.

    -S, hombre. Mire usted. Por ah derecho.

    -Ya, ya. Luego a la izquierda.

    -Y despus a la derecha... No tiene pierde.

    -Y la viuda del general Prada, dnde vive?

    -Del General Prada?-S, seor.

    -Pues, tambin. Pero por ah no va usted a acertar. Hay que salirdel pueblo por el Cao Gordo, seguir adelante, y... yo le acompaar austed.

    -Primero tengo que ver al juez.

    -Primero tomaremos una copa. Yo pago.-Agradezco. Aqu?

    -S, seor. Aqu mismo. Por lo visto usted no es de este pueblo.

    -No, seor.

    -Pues ya ver V. qu vino.

    -Tiene fama.

    -Digo.

    -De modo que esa viuda vive aqu?

    -Yo no la conozco, pero se dnde vive. Le gusta a V. el vinillo?

    -Bueno, de veras.

    -Si no lo ha catado usted. Vamos con otras.

    -No, seor; tengo prisa.

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    -Entonces, nada. Pero otras copas poca espera piden. Yo pago.

    -No es por eso.

    -Ni yo quiero ofenderle. Ya s yo que V. pagar otras despus destas.

    -Con mucho gusto.

    -Usted ha sido militar?

    -S, seor.

    -Y que no se conoce! De qu ao?

    -De la de treinta mil.

    -La ma. Yo parezco ms viejo por la vida que he llevado. Y dndeestuvo V.?

    -En el 7., que lo mandaba Laguardia.

    -Vaya un hombre con alma... y tal! Pero, V. estuvo en la toma deLa Rastrojera?

    -Eso que V. ha dicho. Y que no haba barro ni nada! A las cuatrode la tarde se rompi el fuego, y a las nueve estbamos dentro delpueblo y cenando lo que haba.

    -Pero, V. es un hroe!

    -As, as.

    -Y qu era V. entonces?

    -Caporal.

    -Pero no seguir V. en la milicia.

    -No, seor.

    -Yo ya deca, porque ahora sera V. jefe de brigada.

    -Santins fue cabo conmigo.

    -Tambin con alma.

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    -Pero con suerte.

    -Y V. la hubiera tenido.

    -Yo no sirvo para ciertas cosas.-Dice V. bien. El que sabe un oficio no es criado de nadie.

    -Yo tengo un empleo.

    -Vale ms. Y siendo seguro...

    -Eso, no.

    -Mala cosa.

    -Mientras dura...

    -As deca Laguardia. Andaremos mientras dura, y enseaba alsoldado una bota de media arroba que se beba poco a poco.

    -Era mucho hombre.

    -Si hubiera cogido este vino!

    -Ni que decir tiene.-Pero, Camo, saca una botella.

    -Mire V. que tengo prisa.

    -Hasta la noche no se puede V. ir, si es que viene usted para poco.

    -Creo que s.

    -Pues entonces, aunque el juez aguarde a un valiente caporal, no

    se ha perdido nada.-Por m, que aguarde.

    -As me gustan los individuos. Ya deca yo que usted no era borregoaunque vistiese de lana.

    -Gracias.

    -Yo soy Bienvenido Gonzlez, por mal nombre el Inocente.

    -Pues no lo parece V..

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    -Cosas de los pueblos. Hombre, si V. supiera de un destino param, me las guillaba.

    -Aquello est muy malo.-Pero yo veo que el que va se coloca.

    -O no.

    -Habr de todo. Pero V. est colocado.

    -Para lo que tengo.

    -Hay queja?

    -Digo. En cuanto se tome.

    -Y, no hay dnde rascar?

    -Eso cree la gente, pero ni agua. Para este viaje me han dado lojusto, y lo que coma tendr que pagarlo.

    -Eso, no, porque V. comer conmigo y con franqueza. Maana meconvidar V.

    -Gracias.

    -Sin gracias. Como amigos de toda la vida.

    -Pues, gracias, otra vez.

    -Y dale. Vaya, hombre, pues yo cre que tendra usted unaprebenda.

    -Ni menos. Y trabajando como un perro.

    -Pues, dnde est V.?

    -A V. se lo voy a decir.

    -A m me dice usted lo que quiera o no me lo dice, y siempre tanamigos. Un hombre es un hombre.

    -Lo s.

    -Y no hay que olvidarlo hablndose de nosotros.

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    -Pues estoy en el Cuerpo de Polica Gubernativa.

    -Tanto mejor por si algn da viene V. a prenderme.

    -No llegar ese caso.-Ni Dios lo ha de querer, ni yo lo he de buscar.

    -As sea.

    -Pues yo estaba en que eso daba de s como la goma.

    -Como la soga de un ahorcado.

    -Poco estirar es.

    -Y siempre expuesto a ir a la calle. Anteayer tuve una cuestincon mi inspector correspondiente, y no hubo ms porque el hombre seachic.

    -Pues, ojo, que la educacin est en quien la tiene, pero la raznsiempre est en el amo.

    -Ya, ya, pero hay momentos...

    -Y a quin no le pasa? Bebe V.?

    -Venga.

    -Y ha venido V. con algo del cargo?

    -Vengo en comisin especial.

    -Valiente comisin que no alcanza para unas limpias!

    -Pues as son todas.-Pero, por algn criminal?

    -No lo s.

    -Vaya una manera de dar comisiones.

    -Como siempre.

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    -Pues, muy mal hecho, porque cuando un hombre sabe distinguir,confa en quien lo merece como usted, pongo por caso, y da lainstruccin debida y el hombre sabe adnde va y lo que ha de hacer.

    -Si as fuera.

    -Pero ahora no hay tal, eh?

    -Ni agua. Me llamaron hoy a las seis y media. Tome V. esta carta ya Villaruin. Se la da V. al juez, y quede V. a sus rdenes, y tome V.referencias de la viuda esa de ese General.

    -Prada.

    -La misma. Y se acab.

    -Nada, un mandato. Toma esta cesta, llvala, y de paso preguntalo que cuestan los tomates.

    -Lo que V. ha dicho.

    -Y que eso se haga con un hombre que tendr la medalla delCorazn!

    -Que la tengo, y la de Benemrito, y la del Hijo del Emperador.

    -Digo, qu tal? Y esa carta, se la han dado a usted cerrada?

    -S, seor.

    -Otra grosera.

    -Ea.

    -As anda todo. Pues yo me mirara un poco.-En qu?

    -Se me ha ocurrido una idea. Y yo no fallo. Y.. vamos, que yo se ladigo, porque usted me conoce y los amigos son para las ocasiones. Nome interrumpa V., amigo mo, hace mal, pero muy mal en no abrir esacarta... No me interrumpa V..

    -Primero la responsabilidad.

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    -Oiga usted.

    -Y que a m ni me va ni me viene.

    -Lo creo. Pues, hombre, usted es ms bueno que el pan de trigo.Conque, ni le va ni le viene.

    -Me parece.

    -Pues a m no. Conque tiene V. una cuestin con el jefe, y seachica el jefe y ahora le enva a usted aqu con una carta para el juez...Me parece que va V. comprendiendo...

    -No, si soy tonto...-Ni parecerlo. Pero que un hombre necesita de otro hombre, y si

    yo no hablo...

    -Quiz.

    -Como el agua. Que ya estoy leyendo la carta. Muy seor mo; Alportador me lo tiene V. en la crcel hasta nueva orden.

    -Diantre!-S, diantre, s. Ya te darn para que te avispes.

    -Y cmo se abre la carta?

    -Eso digo yo. Por ms que yo leera la carta, la rompera y dira quese me haba perdido... o dira misa, porque hasta no ver lo que pone nohay nada que calcular.

    -Y que es lo justo.-Oiga usted, yo abro la carta mojando la goma del sobre, despus

    se pega de nuevo y despus se plancha.

    -Por m, al avo. Pero no la metamos, hay que tener paciencia.

    -Cinco minutos.

    -Y dnde?

    -En la cocina de la taberna.

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    -Pero...

    -No hay caso. Usted y yo solos. Quien da parte toca a menos.

    Vamos?-Vamos.

    -Me llevar la botella y la llenaremos all dentro.

    Cuando la carta sali de su crcel el polizonte la ley, mir aBienvenido y guardndose pliego y sobre, dijo:

    -No me perjudica. Luego la cerrar. Hasta luego.

    Y quiso despedirse de Inocente que interceptada la puerta de lacocina.

    -Y yo, no la leo?

    -Para qu?

    -Si no me da usted esa carta le saco a usted las entraas lo mismoque lo digo.

    -A m?-No busque usted. Su revlver de usted lo tengo yo en mi bolsillo.

    Estoy muy interesado en el asunto ese, y vngase usted a buenas,porque a malas le cuesta a usted la vida.

    -Pero este...

    -Perdemos el tiempo. Deje usted la carta sobre esa mesa y vyase

    usted a aquel rincn.-Es que...

    -Y no grite V. porque ya de todos modos est V. perdido. Elpolizonte reflexion y obedeci.

    La carta deca as:

    Sr. D. Licurgo Redondo:

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    Muy seor mo y mi amigo particular: Se me ha denunciado queen esa villa est la seora doa Teresa Lasama, viuda de La Prada,siendo vctima de un verdadero secuestro. Dceseme igual mente queel secuestrador es un Bienvenido Gonzlez, propietario de la finca quehabita la referida seora. Vea V. qu hay de exacto en dicha denuncia,

    y de todos modos facilite V. la proteccin necesaria a la doa Teresapara que se traslade a esta corte, si juzga V. que no ha de gozar en esavilla la libertad que usted seguramente cuidar de conservar a todossus administrados.

    Tengo el deber de manifestar a V. que estoy satisfecho del buen

    cumplimiento que ha dado a otros avisos mos, y le reitera con estaocasin, etc., etc., Fulano de Tal.

    Un alto personaje, porque slo a un ser as puede convenirle quese oculte su nombre y se le llame Fulano de Tal.

    -Pues, ahora, ver usted qu bien cerramos esta carta. La llevarusted a su destino, y como ya no es posible que coma usted conmigo,acepte usted estas monedas y quedamos en paz.

    Cuando salgamos a la calle entregar a V. su revlver, porque si allme acomete V. no podr usted disculparse. Adems, ya s yo quequedaremos amigos, porque usted en este asunto no tiene ms molestiaque el susto.

    -Todo sea por Dios.

    -Y por m, hombre, que me ha hecho V. un gran favor.

    -Ms vale as.

    Y, naturalmente, cuando el juez, acompaado de escribano yalguaciles, se present en casa de la generala, tena la seora en supoder los recibos que demostraban que pagaba puntualmente aBienvenido. Adems asegur a Licurgo que se encontraba muy bien ensu casa y en el pueblo, y que no quera ir a Granburgo por no estarcerca de las fieras del jardn de Aclimatacin.

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    Yo iba a comparar a Licurgo con un perro que huye llevando elrabo entre sus piernas, pero el agradecimiento que debo a algunos perrosme impide hacer esta comparacin.

    Cuando el padre Po sala aquella tarde de rezar el rosario en laiglesia se encontr con el juez. Pretendi ste eludir la acometida,pero el buen cura cortole el paso, y, encarndose con l, le dijo:

    -Seor juez, viene V. del campo?

    -No, seor.

    -Pues est V. lleno de polvo.

    -S, s.

    -Qutese V. la ropa y que la sacudan.

    -Por qu dice usted eso?

    -Por nada, pero creo que no querr V. que se la sacudan llevndolapuesta.

    Bienvenido, al acostarse aquella noche, se desnudmajestuosamente, cont a su esposa lo ocurrido, y aadi al terminar:

    -Chica, redata resfero, porque yo ya sabes que vitam impendere vesto.

    - II -- II -- II -- II -- II -Siempre que me ocupo de estos asuntos, me asombro de que la

    humanidad crea cndidamente que ha resuelto algo emancipndose dela sotana y quedndose cogida entre los pliegues de la toga.

    Natural era que convencidos los hombres de lo mal que hacenjusticia, volviesen a usar las pruebas igualmente arbitrarias e irracionales

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    del agua y del fuego o se hubiesen decidido por no hacer justicia, creandola costumbre de no delinquir como se ha creado la costumbre de robar.

    No he conocido la Inquisicin, pero me la figuro.Los ergotistas aspirantes a curas con vistas a inquisidor, no seran

    ms vanos, ms inmorales ni ms ignorantes que estos nuestrosdoctorcillos que visten afeminadamente con todas las ridiculeces dela ltima moda, miran por encima del hombro a quien no es abogado,discuten hasta con los ancianos caducos y emplean lo que llaman susocios en los ms extravagantes vicios. Igualmente veo los inquisidores

    de antao cuando contemplo los magistrados de nuestros das graves,circunspectos, vestidos con severidad, comprando fincas cuyo valorno es igual a la suma de los sueldos cobrados. Sugetos que enseanorgullosos su biblioteca donde San Agustn y San Jernimo han sidosustituidos por los tomos de la Novsima. Sugetos intachables que,esclavos de la justicia escrita, ven con tranquilidad cmo la absurdaley y el irracional procedimiento llenan los hogares de hambre y deluto, las crceles de inocentes, los patbulos de sangre y las sociedades

    de asesinos, ladrones y prostitutas.Defienden su prebenda procurando ridiculizar el jurado, que es

    en nuestros das la nica institucin racional que puede producirpositivos beneficios para la democracia.

    Sacerdotes de la justicia, que no permiten que nadie les juzgue.Amigo lector: aade lo que pienses y comprendas que yo no puedodecir, y sigue adelante.

    No s quin mat a doa Teresa, si sera Dios o el mdico, perode cualquier modo, el autor de aquella muerte hizo un grandsimofavor a la infeliz viuda, porque las persecuciones de Licurgo llegaron aser tan insensatas que doa Teresa iba persuadindose de que moriraen la crcel.

    En aquella lucha entablada entre el juez y las dos mujeres, tenan

    stas de su parte al cura y a Bienvenido, el resto del pueblo obedeca a

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    la autoridad porque el nmero de los cobardes es infinitamente mayorque el de los tontos.

    Vencieron los malos porque eran ms que los buenos, y muridoa Teresa. El torero nunca pone el pie sobre la res muerta por elestoque. El asesino huye. El juez no se separa del cadver del reohasta que da fe de que la justicia se ha cumplido.

    Licurgo pudo convencerse de que la generala estaba muerta. Entren la alcoba por derecho propio, y Bienvenido, valindose de otroderecho que no est escrito, cogi al juez por un brazo, le plant en la

    calle y le dio con la puerta en el sitio donde los dems llevamos lasnarices.

    Pero enseguida llam el juez en nombre de la autoridad y fuenecesario abrir. March Bienvenido a la crcel acompaado por elalguacil: Loreto estaba desmayada; doa Teresa muerta, y Licurgoorden que el cadver fuese trasladado al depsito inmediatamente.

    Despus, cuando sacaban a la muerta en unas asquerosas angarillas,

    la desolada hurfana se asa con ambas manos a la helada de su madre, y Licurgo, exasperado por su propia vergenza, cogi a Loreto, yempujndola bruscamente, dijo:

    -Usted no sale de aqu.

    Abrironse desmesuradamente los ojos del padre Po, acercose al juez con ademn descompuesto, y luego murmur entre dientes: Asu imagen y semejanza.

    La pobre nia qued acompaada por una vecina, que cansada derepetir las mismas vulgares palabras de consuelo se retir pretextandoque eran las nueve de la noche.

    El seor cura se fue a su casa, vistiose una cazadora y un sombreroancho, echose en el bolsillo dinero y un revlver y sali a la calle.

    El juez dej un alguacil enfrente de la casa de Loreto con encargo

    de avisarle si ocurra algo de particular, y despus, resignado y esclavo

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    de su deber, comenz a escribir al jefe, prometindole que al siguienteda ira Loreto camino de Granburgo.

    La muerta sigui inmvil en el depsito, pero yo creo que pasaralargo rato pensando en lo que hubiera odo, porque yo he entendidosiempre que hay una sobrevida sostenida por el sistema nervioso. Creoen esto como en un gran consuelo, porque, seguramente, lo que se oyedespus de la muerte dar al muerto la sntesis que la sociedad hacede aquella vida que le consagr el difunto.

    - III -- III -- III -- III -- III -

    Y se acab el llanto, porque hasta las lgrimas se acaban antes quela pena.

    Sigui Loreto cada sobre el desvencijado catre, inmvil y con los

    ojos abiertos. Abiertos como los tena su madre muerta. Qu infamia!No me han dejado que los cerrase. Habr llegado al cementerio y sehabr visto all, sola... sola, sin su hija! Me estar maldiciendo Madre,no, no! No me maldigas, madre! Qu infamia! Pero, por qu?... Estarsola; estar a oscuras Qu horror, Dios mo! All toda la noche... sola!Y maana? No s. La enterrarn... Pero, es posible que entierren ami madre? Y yo me quedar viva... Yo viva... y sola... Yo viva... pero no

    estar viva. Me morir tambin. Si esto es, yo me morir maana. Yesa mujer se ha marchado... Era tarde. No, no es eso. Es que aqu ya nohabr da... Y la debamos tanto... Tambin es mala... Y todos... Noest aqu... est all, sola. Tendr fro y tendr miedo. Y yo aqu...tambin sola. Pero ese hombre, por qu es tan malo? Por qu haymalos?... sos no se mueren. Y el seor cura? Temblaba cuando mecogi las manos... se es bueno... y nos quiere... Pero hoy miraba de unmodo... se no tiene miedo... Dijo hasta luego... Luego... es despus...

    ser maana... Vivir maana... Oh, no!... Si mamita viviera... pero no

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    vive... Dicen que no vive. Y all sola... como yo... Tendr fro... yotambin tengo fro.

    Nerviosamente los brazos de Loreto se aproximaron al busto.Hubo un impulso inicial en el movimiento de aquel cuerpo que parecainerte. Toda la desesperacin del espritu fue fuerza acumulada quesbitamente llevaron los nervios a los msculos, y aquel ser lanzose deun salto a la sala. Empleronse los sentidos con actividad inusitada;moviose el corazn rpidamente, circul la sangre produciendo calorde fiebre, y el organismo se apoder de todas las actividades.

    Viose aquel cuerpo solo y llenose de espanto. Prodjose la reaccin, y con ella la decisin de luchar por la existencia, y Loreto abri lapuerta no s cmo, corri sin saber dnde y lleg a las tapias delcementerio, segura de hallar all su defensa, de hallar la afirmacin dela vida donde se guardan los testimonios de la muerte, porque crea lainocente nia que una madre y un sepulcro seran respetables para loshumanos.

    El firmamento estaba cubierto a trechos de negras y recortadasnubes, conque la luz de la luna se ocultaba a intervalos, y ora producaespanto verse solo en medio de los campos desiertos, ora producamayor terror considerarse solo en medio de la oscuridad.

    Los lamos gigantes que rodeaban la noria de la vecina huertaparecan alzar hacia el cielo brazos secos pidiendo misericordia.

    Aquel silencio pareca la negacin absoluta y obstinada de todo

    ruido. Solamente se oan a lo lejos los ladridos de un perro, que parecanresponder a los sollozos y a la jadeante respiracin de Loreto. Y asaquel trozo de tierra llena de surcos trabajaba produciendo lagerminacin de las semillas, mientras de un lado descansaban losmuertos vigilados por una nia, y del otro dorman defendidos por unperro.

    La mujer y el perro: los ms fieles guardianes y los ms

    despreciados.

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    En vano Loreto empuj con sus diminutas manos los barrotes dehierro de la puerta. La puerta era firme y cumpla con la previsin quela haba colocado. Por all nadie poda pasar a robar las mortajas de losmuertos.

    Y no s qu es ms infame, si robar sus vestiduras a los difuntos ovestir lujosamente a los difuntos habiendo vivos en tristsima desnudez.Creci el deseo y se exager el esfuerzo, pero al cabo lleg a ser elesfuerzo nulo cuando el deseo era irresistible. Entonces Loreto echosepara medir la altura de la tapia y vio al padre Po que cogindola de lamano deca:

    -Por aqu, Loreto, por aqu.

    -El padre; es extrao. Y, a dnde se va por aqu? Ya lo s. A ver amam. Vestido as? Me da miedo... Ha venido antes que yo... a ver amam... A eso, s; qu bueno es!

    Y juntos llegaron a la ventana del depsito. La luna ilumin aquellaestancia, en cuyo centro estaba colocado el negro atad que encerraba

    los restos mortales de la generala. La tapa de la caja permaneca en elsuelo, junto a la mesilla que sostena el fretro. Se vea uno de losextremos de la blanca almohada, pero Loreto adivin el resto. Laimaginacin dio a la retina lo que a sta no haba sido sensible, y Loretose agarr a los hierros de la reja, y grit:

    -Mam, mam! Madre, oye, madre, madre!

    Cubri una nube el disco de la luna, sobrecogiose la nia, y sigui

    repitiendo muy quedito:-Mam, estoy aqu. Estamos juntas, mam; no tengas miedo.

    Don Po sujetaba con su brazo izquierdo el talle de Loreto,completamente abandonada a aquel sustento, y con la mano derechase asa a la reja para que de este modo pudiera la hurfana escudriar lainmunda estancia.

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    Pasose as buen rato. La muerte mirando al techo sin poder mirar.Loreto mirando a su madre sin poderla ver. El cura mirando a Loreto,

    y, detrs de ellos, y oculto por el tronco de un rbol, el juez Licurgocontemplando aquella escena.

    Cansose el vehemente justicia de ver ms tiempo talespaparruchas, y dando con voz entera las buenas noches, entr en escenasbitamente. Irguiose Loreto, dio un paso atrs el seor cura, y todoscomprendieron que en el combate que se iniciaba no habra cuartelpara el vencido.

    -Qu hace V. aqu, don Po?-Estoy..

    -Echando responsos en ese traje, o cazando mozas?

    -Nada de eso.

    -Usted ir a la crcel, custodiado por la Guardia rural, y esta seoritatendr a bien venir conmigo hasta su casa, de donde no debe salir sin

    orden ma.-Yo he cumplido con mi deber...

    -Eso me lo dir V. maana en el juzgado. Y la seorita no se separarde m hasta que llegue a su destino.

    -Mi destino! Cul?... Por qu?... Adnde?... Ah, s, s! Quinfamia!

    Y Loreto repuso con entereza:-Nunca. Es V. un canalla.

    -Repare V., seorita...

    -Es V. un miserable.

    -Yo soy una autoridad que...

    -Usted es el asesino de mi padre y de mi madre, y quiere usted

    asesinarme tambin. Nunca.

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    Retumbaban los pechos cuando los cuerpos caan en tierra; crujanlas ropas al ser desgarradas, y, aparte de esto, ni una palabra: los dientesapretados y los ojos enrojecidos buscando la presa en la oscuridad,cuando la luna se ocultaba para no presenciar tanta vergenza.

    All, al borde del abismo, la lucha fue ms encarnizada. Viose el juez perdido y grit socorro! Perdi un esfuerzo al dar este grito yperdi ventaja, porque cuando se quiere vencer nunca se debe gritar.

    Aprovechose el cura y lanz las piernas del juez hacia el precipicio.Agarrose el justicia al cuello del cura, y ste hubiera seguido a su enemigo

    si Loreto no hubiera sujetado al sacerdote. Miraba ste al fondo delabismo sosteniendo con su cuello el cuerpo del juez, que pretendaalcanzar el borde del foso. Comprendi el padre Po su situacin crtica.Tuvo valor por primera vez en su vida para decir la verdad, y gritcuanto pudo:

    -Loreto, te amo, te amo.

    Primero el asombro, luego la vergenza, despus el terror y al fin

    el asco. Y la mano de la nia que coga la carne del presbtero alzoselentamente hacia el cielo mientras rodaban con estruendo al fondo delabismo los miserables representantes del Dios del infierno y del Diosdel patbulo.

    Despus, nada: ni un grito, ni un rayo de luz que dieran fe de laconsumacin del hecho. La muerte sin ms acompaamiento que elsilencio y la oscuridad.

    Desvanecida Loreto cay al suelo conservando en su mano elsmbolo maltrecho de una justicia desnucada en compaa de un cura.

    Todo volvi a sombra calma, y slo a lo lejos, junto a las tapiasextremas de Villaruin, ladraba tenazmente un perro, acaso porque sufino olfato le denunciaba que an quedaban enemigos del vecindariodespus de muertos el juez y el cura.

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    - IV -- IV -- IV -- IV -- IV -

    Mucho madruga el chico del sacristn para tocar el alba, pero msmadruga el to Casto cuando tiene entierro, porque lo que l dice:

    -Cuanto ms pronto despache la sepultura ms tiempo me quedalibre para vender en la plaza.

    As es que cuando apenas era sensible el nuevo da, ya estabaCasto tomndose el aguardiente.

    Lleg al cementerio, abri la puerta, atraves el patio de los ricos,cogi el azadn recogido en un rincn de la capilla, fuese al gran corralde los pobres, busc sitio, y dejando la herramienta sobre la tierrahmeda marchose al depsito.

    Encendi la luz del farolillo, tan ayuno de aceite como harto detelaraas, y aproximndole al abierto atad pens.

    -Pobre doa Teresa!, tambin le ha llegado el da de pagar sutributo. Cerr las maderas de la ventana y empez su faena.

    - V -- V -- V -- V -- V -Cuando Loreto volvi de su desmayo era ya pleno da.

    Su mirada incierta reflejaba el estado de su espritu. Llegarontodos los recuerdos desde la memoria a la inteligencia. Rehizo sta elpasado proceso y Loreto huy aterrorizada de aquel sitio y corri enbusca de la reja confiando en que a la luz del sol podra ver mejor a su

    mamita muerta.

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    -Las ventanas cerradas... Quin est ah no estando yo?

    Las empuj, pero no cedieron. No estaba el nimo dispuesto a

    sufrir contrariedades. Mir en derredor buscando una piedra; vio eltrozo de bastn en su mano y con l dio tan fuerte golpe que las maderasse abrieron.

    Por primera vez sirvi aquel bastn para descubrir un delito.

    Entr la luz del sol en aquella estancia y tras ella la mirada deLoreto. Las desnudas piernas del cadver colgaban fuera de la caja. Asu lado el sepulturero con los pantalones cados miraba a Loreto como

    el farolillo al sol, asustado de verse tan mezquino.Sigui Loreto mirando y apretando su rostro contra los hierros.

    Salt el to Casto con el puo levantado buscando la cabeza de la niay sta echose atrs, lanz una vibrante carcajada y levantando sus ropasquedose mostrando al to Casto los ntidos muslos de la hermosadoncella.

    Volvi el sepulturero de su estupor. Saliose del cementerio y corri

    tras Loreto que huyendo hacia Villaruin volvase a intervalos para mostrarsu vientre desnudo a aquel canalla que robaba a los muertos el pudorque no haba sido presa de los vivos.

    - VI -- VI -- VI -- VI -- VI -Hoy sigue Loreto loca y recorriendo diariamente el camino que

    va de Villaruin el cementerio, y sigue en el pueblo porque nos hemosjurado unos cuantos llenar de curas y jueces el foso del Purgatorio siLoreto se ve molestada por un cura o un juez.

    Seremos unos brbaros, pero las fieras se domestican a palos,porque son inferiores a los salvajes que saban comprender la religindel Crucificado. Lo que no podemos evitar es que Loreto se levante

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    sus ropas cuando algo le produce miedo. Esto divierte a la gente deeste pueblo como divertira a la de Granburgo. El ms groserosensualismo se ha apoderado de los humanos que, al cabo, no puedenencontrar ms grato solaz para su perverso instinto.

    Duerme Loreto en casa de Bienvenido y come en la ma.

    Ayer estaba peinndola mi esposa, cuando de sbito me preguntla loca nia.

    -Por qu hay malos?

    -Pues para que valgamos algo los buenos.

    -Y, por qu hay malos en Villaruin?

    -Porque Villaruin est donde est.

    -Y, dnde est Villaruin?

    -No s, hija; pero te aseguro que Villaruin no est en Esparta.

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    Convengamos en que el delirio de las persecuciones debe ser tanantiguo como la humanidad, supuesto que en todos los Gnesis ya sehabla de persecuciones y de delirio.

    El mal sigue haciendo estragos hasta tal punto, que en 1871aseguraba Mr. Legrand que en Pars haba 500 casos por ao.

    Doy por admitido que han resuelto ustedes todos los problemaspatognicos y patolgicos que el mal puede presentar.

    Admito que estarn tambin resueltos todos los problemas queaparecen en la clnica.

    Le parece a V. que ya es hora de sintetizar y aplicar la sntesis enla higiene?

    A m me parece que s, y sigo adelante. Es decir, sigo, pero sigohaciendo una digresin.

    Verger mat a un arzobispo de Pars, y Galeote mat a un obispode Madrid. Estos hechos son lamentables, como lo hubieran sido los

    asesinatos de Galeote y de Verger cometidos por los dichos sacerdotes,caso de que personas tan dignsimas (q. e. p. d.) hubieran sido capacesde molestar en lo ms mnimo a los asesinos citados.

    Convengamos en que Verger era vctima del delirio de laspersecuciones. Repare usted que ya slo me refiero a Francia, y anser ms prudente generalizando el caso y suponiendo que al rey P. lemata el obrero Q. Qu motivos tuvo Q. para cometer semejante acto?

    Buscaba un fin poltico? No.Realizaba una venganza de agravios personales? Tampoco.

    El obrero no conoca al rey, y aprovech un da de gran revista paratener la seguridad de que la agresin se verificara indudablemente enel ungido del Seor.

    El obrero declara que ha matado a Su Majestad porque stepretenda que aqul fuera expulsado del taller. Nada ms absurdo. Seprocesa al regicida. Los mdicos declaran que el reo padeca el delirio

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    de las persecuciones. El docto informe influye en el criterio de losjueces, suponiendo que se deje influir, y el regicida no va al patbulo.Declaro que al mdico que logra tan envidiable victoria se le puedeperdonar que equivoque alguna vez el tratamiento.

    Pues ahora supongamos que cinco minutos antes de la hora enque se verific el regicidio, el rey P. hubiera cortado la cabeza al obreroQ. Qu motivos tena para cometer tal barbarie? Ninguno. El reyalega que se le haba metido debajo de la corona que aquel obreroproyectaba asesinarle.

    Convendremos tambin en que el rey padeca del delirio de laspersecuciones.

    Pero V. y yo, que, en este caso, estamos en el secreto, sabemosmuy bien que si Su Majestad no hubiera andado listo le hubiera idomuy mal. De ningn modo se debe llamar loco a quien, con tanextraordinario acierto se libra de la muerte.

    Si aqu el rey aparece como un loco que se cree perseguido es

    porque existe un obrero que persigue locamente.Este estudio es el que no se hace.

    Sin razn alguna yo digo que V. es ladrn, y la noticia cunde entresus amigos de V. Ninguno de stos se da pblicamente por enterado,pero V., con sus exquisitas delicadeza e inteligencia, nota que va siendoobjeto de extraas desconfianzas. Su prevencin de V. justifica lasprevenciones que contra V. se tienen. El mal aumenta, y V. aparece

    ante los ojos del extrao como un atacado del delirio de laspersecuciones. Un da da V. un garrotazo a un guardia de Orden pblicoporque retir su sable al acercarse V., y entonces todos convenimos enque debe usted ir a un manicomio.

    Nada ms extrao que las soadas persecuciones de que se creenvctimas muchos infelices, pero an son ms asombrosas laspersecuciones que emprenden seres ms irracionales que locos.

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    Por todas partes se oyen los calificativos ms groseros aplicados apersonas muy respetables.

    La murmuracin como medio y la calumnia como fin son necesariasa esta miserable sociedad cuyos individuos no hallan otro consuelopara el triste convencimiento de su propia insignificancia.

    Suean los poderosos con ser ms poderosos todava, y no hallanmejor medio para lograr sus fines que anular a los que ya sondesgraciados. Rome de la herencia con todo el respeto con que yosuelo rerme. De igual modo me ro (con mesura de ciertas causas

    como el alcoholismo y otras que, tras naturales fenmenos fisiolgicosllegan a producir la locura). Es cierto, y despus tambin la parlisisen todos sus grados y formas. Pero me ro de que todas esas causassean originarias del delito de las persecuciones, porque creo en miconciencia que si se fuesen a analizar todos los casos de tal locura,verase que son enfermedades producidas por el tratamiento, por elbrbaro tratamiento de la persecucin con que los humanos pretendencurarse sus afecciones morbosas.

    Es necesario que al aparecer un atacado del delirio de laspersecuciones se procese a toda la humanidad para saber quin fue elperseguidor. Es muy agradable salvar la vida de un hombre declarndoleirresponsable, pero es ms justo hacer sentir la pena al responsableefectivo.

    Yo, hablando de m, puedo asegurar a V. que ya padecera el deliriode las persecuciones si tuviera aficin a ocuparme de mi persona.Terminada la larga digresin vuelvo al tema y... Pero no vuelvo al temaporque promet hacer corta esta carta y me he habituado a cumplirmis promesas.

    En sta su casa, todos estamos buenos; conque no se moleste V.viniendo a visitarnos que ya tendr yo la satisfaccin de pasar a saludarle.