Nicos Poulantzas Clases Sociales y Alianzas Por El Poder

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CLASES SOCIALES Y ALIANZAS POR EL PODER N. Poulantzas

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Teoría Política

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  • CLASES

    SOCIALES

    Y ALIANZAS

    POR EL PODER

    N. Poulantzas

  • - 2 -

    El presente texto es copia fiel de Clases sociales y alianzas por el Po-der, de N. Poulantzas, editado por Zero, S.A. Mximo Aguirre, 5. Bil-

    bao, en 1973.

    Constituye el nmero 38 de la Coleccin Lee y discute.

    La portada original se debe a Lorenzo Snchez.

    La traduccin fue realizada por Jos Lorenzo Snchez.

    El libro circula libremente por internet, de donde lo hemos recogido.

    Se han realizado algunas modificaciones que afectan al formato (prin-

    cipalmente la paginacin y colocacin del ndice al comienzo) aunque

    con respeto riguroso al contenido textual.

    Verano de 2014

    Demfilo

    ________________________________________________

    I N D I C E

    Nota del traductor 3

    Prenotando 7

    I. Clases sociales y relaciones de produccin 9

    II. Modos de produccin y formacin social 17

    III. Los criterios polticos e ideolgicos: clases,

    fracciones, estratos 21

    IV. Las categoras sociales 30

    V. Las clases dominantes 37

    VI. La reproduccin desarrollada de las clases sociales 46

  • - 3 -

    NOTA DEL TRADUCTOR

    Nicos Poulantzas viene siendo desde hace unos cinco aos apro-

    ximadamente uno de los pensadores marxistas ms serios y de los

    que estn empeados en la actualidad en abrir un futuro dentro del

    movimiento socialista marxista.

    Griego de origen, arraigado en Francia, comenz a sentir las l-

    neas maestras de la interpretacin estructuralista del marxismo, si

    bien en la actualidad no se limita a ser un simple repetidor de las

    tesis de la escuela estructuralista. Marta Harnecker, por ejemplo,

    otra de las discpulas del estructuralista francs que es Louis Al-

    thusser, discrepa hoy profundamente de los puntos de vista de

    Poulantzas en torno al tratamiento de las clases sociales y el poder

    poltico en el estado capitalista. Entre ex-estructuralistas anda el

    juego?

    No podemos decirlo, dado que el estructuralismo no tiene .unos

    perfiles claros. Cierto que tampoco es un ortodoxo del movimien-

    to. Pero mucho menos cabe pensar como va a apreciar en se-

    guida el lector del folleto que traducimos que sea un ortodoxo

    del marxismo sovitico. Sus crticas a la kremlinologa y a la mi-

    nikremlinologa del Partido Comunista Francs, as como sus

    feroces andanadas contra el Tratado de Economa Marxista que

    con carcter de manual pretende servir de catecismo al gran p-

    blico marxista, son prueba clara de la negativa de Poulantzas a

    considerar al marxismo como una unidad conclusa y definitiva-

    mente sistematizada.

    Sin embargo, Poulantzas quiere revitalizar al marxismo desde el

    marxismo. No se le puede aplicar la fcil etiqueta de revisionis-

    ta, que por cierto fue aplicada a Lenin mismo por los entonces

    considerados ortodoxos de la marxologa. Una y otra vez, cita a

    Marx, Lenin y Mao para recabar de ellos la ratificacin de orto-

    doxia que otros le niegan. Los clsicos son trados a juicio para

    testificar que, en realidad, los heterodoxos son los otros.

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    Una vez ms, surge la inevitable y hasta cargante cuestin de los

    lmites de la ortodoxia marxista, cuestin que ha llegado a tal l-

    mite de inflacin ideolgica, que ya no es posible resolver, a no

    ser desde una atalaya a su vez dogmtica. Sin embargo, la pregun-

    ta es importante a este propsito: Radica la ortodoxia en la repe-

    ticin de lo ya envejecido, o en la creacin-recreacin de lo clsi-

    co?

    Ante la insolubilidad de la cuestin, slo podemos remitimos a un

    hecho que constatan las editoriales hoy con toda evidencia: De

    momento, Poulantzas gana seguidores, y sus puntos de vista son

    conocidos en el mundo entero. Y aunque la verdad no se impone

    por la va de la simple extensin, la extensin tambin cuenta para

    comprender las posibilidades de verdad.

    II. Para dar un juicio mnimamente serio del significado de la

    obra de Poulantzas hace falta haber ledo algo de l. Creemos que

    el presente estudio rene todas las cualidades necesarias y que, en

    consecuencia, llegar al gran pblico.

    Proporciona, en primer lugar, una extensa panormica de las posi-

    ciones recientes en torno al tema. Al lado de lo que piensan los

    dems marxistas, Poulantzas nos cuenta lo que l mismo cree. Es

    este modo polmico de presentar las cuestiones lo que hace de la

    lectura de las obras de Poulantzas una incitante necesidad.

    Se trata, adems, de un artculo breve, musculado, nervioso. En l

    no sobra una lnea, no falta una coma. Todo es aprovechable.

    Por ello los lectores de la editorial Zero (ms concretamente aque-

    llos ms necesitados de promocin) van a tener que hacer un es-

    fuerzo de comprensin. Un esfuerzo inevitablemente serio: Ten-

    drn que rumiarlo, rellenar cada lnea con numerosas interrogan-

    tes y, al final, discutirlo en equipo. Es un folleto para la discusin

    y puesta en comn de lo que se lleva en comn. Ciertamente, hay

    que prevenir: no es un manjar de rpida digestin, pero s de una

    exquisita degustacin y provechosa utilidad.

    Su lectura puede resultar a veces despiadadamente rida. El tra-

  • - 5 -

    ductor hubiese deseado matizar ac y all cierta terminologa,

    ampliar en este o aqul lugar tal o cual concepto. Pero entonces

    no hubiese sido Nicos Poulantzas el autor del trabajo, y adems el

    traductor hubiese realizado una deficiente versin.

    III. La tesis central del folleto es que el criterio econmico no es

    determinante en la consideracin de las clases sociales, pero es

    dominante en la configuracin de las mismas. Lo poltico y lo

    econmico forman tal unidad, que no sin caer en simplismos pue-

    de afirmarse que el marxismo sea un determinismo econmico o

    un voluntarismo poltico.

    Afirmaciones simplistas como estas hacen que en buena medida

    el socialismo haya muerto, y que haya muerto precisamente a

    manos de los socialistas de hoy. Afirmaciones de tal simplismo

    estn llevando a la substitucin del stajanovismo por el tayloris-

    mo. El desorden de ideas es en ciertos socialistas tan grande, que

    interesa ms el producto que el modo de produccin, y de este

    modo el desarrollismo est sustituyendo al antagonismo.

    Por eso, el socialismo ha muerto sin haber apenas nacido. Por esto

    tambin le estn naciendo izquierdas a la izquierda, a fin de que el

    socialismo se desarrolle.

    La cuestin es esta: Va a haber que prohibir las nuevas izquier-

    das de la izquierda, o simplemente la izquierda? Para Poulantzas

    puede decirse que cabe esta afirmacin: el socialismo de ciertos

    pases ha muerto. Viva la muerte que da vida.

    IV. Una pequea fraccin de esta clase (dominante) reniega de

    ella y se adhiere a la clase revolucionaria, a la clase que lleva en s

    el porvenir (Marx, Manifiesto del Partido Comunista).

    Frase clave del Manifiesto. Pero sigue siendo verdad? O ms

    bien ocurre hoy a la inversa? El proletariado, antao revoluciona-

    rio y bajo la tnica del pauperismo, se ha estratificado de tal mo-

    do que ya no es posible creer en su capacidad revolucionaria? Ya

    no es la historia de la humanidad la historia de dos clases antag-

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    nicas, sino la de las clases medias? Hacia dnde basculan stas,

    qu alianzas realizan? Es cierto que el obrero se depaupera rela-

    tivamente al Capital a la par que se enriquece con relacin a s

    mismo? Y no perder su combatividad por enriquecerse con res-

    pecto a s mismo? Por otra parte, no es cada vez numricamente

    ms pequea la clase obrera no cualificada, en favor de la ascen-

    sin de los tcnicos?

    El lector se har estas preguntas cuando lea el folleto. Y tal vez no

    est de acuerdo con Poulantzas en determinadas soluciones. Pero

    lo importante es suscitar las cuestiones.

    Permtasenos una distincin de la cual slo el traductor es respon-

    sable: la distincin opresin-explotacin. Este binomio creemos

    puede resultar fundamental, como hiptesis de trabajo: la clase

    obrera estara en situacin de explotacin, las clases medias, en

    situacin de opresin; las clases altas, seran las causantes de la

    explotacin y la opresin, en el sistema capitalista. Y si esto es as

    hoy, un poco al margen de Poulantzas, qu proletariza ms, la

    opresin o la explotacin? (Tenemos en cuenta que el binomio no

    es dicotmico, y sabemos que quien como oprimido no se

    siente de algn modo explotado, no tendr fuerza de contestacin,

    y que quien como explotado no se siente de algn modo

    oprimido, no poseer la conciencia necesaria para la lucha). Pero

    qu es entonces ms agresivo para el capital, la opresin o la

    explotacin? La burguesa disidente o la clase obrera? Es aqu

    donde sita Poulantzas el problema de las alianzas.

    Para algunos, al disminuir el proletariado y aumentar los obreros

    tcnicos e intelectuales, la clase ms agresiva en el futuro no ser

    ya la obrera tradicional, sino que la nica clase antagnica frente

    al capital ser la burguesa con conciencia de opresin; para otros,

    el intelectual slo ser la chispa; la clase obrera la llama. Para

    Poulantzas... comienza el lector a leer.

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    PRENOTANDO

    Qu son las clases sociales en la teora marxista? Las clases so-

    ciales son grupos de agentes sociales, de hombres definidos prin-

    cipalmente, pero no exclusivamente, por su lugar en el proceso de

    produccin, es decir, en la esfera econmica.

    Hay que sealar aqu dos puntos principales, de los que se dedu-

    cen numerosas consecuencias polticas:

    El lugar econmico de los agentes sociales tiene un papel

    principal en la determinacin de las clases sociales. Pero no debe

    concluirse de aqu que este lugar baste para la determinacin de

    las clases sociales. En efecto, para el marxismo lo econmico

    tiene evidentemente el papel determinante en un modo de produc-

    cin y en una formacin social; pero lo poltico y lo ideolgico, es

    decir, la superestructura, tienen igualmente un papel importante.

    De hecho, siempre que Marx, Engels.

    Lenin y Mao proceden a un anlisis de las clases sociales, no se

    limitan solamente al criterio econmico, sino que se refieren ex-

    plcitamente a criterios polticos e ideolgicos.

    Puede, en consecuencia, decirse que una clase social se define por

    su lugar en el conjunto de las prcticas sociales, es decir, por su

    lugar en el conjunto de la divisin del trabajo que comprende las

    relaciones polticas y las ideolgicas. Este lugar implica la deter-

    minacin estructural de las clases, es decir, la existencia de la

    determinacin de la estructura (relaciones de produccin, de do-

    minacin-subordinacin poltica e ideolgica) sobre las prcticas

    de clase, dado que las clases no existen ms que en la lucha de

    clases. Todo lo cual adopta la forma de un efecto de la estructura

    sobre la divisin social del trabajo. Pero sealemos ya que esta

    determinacin de las clases, que no existe as ms que como lucha

    de clases, debe distinguirse de la posicin de clase en la coyun-

    tura; insistir sobre la importancia de las relaciones polticas e

    ideolgicas en la determinacin de las clases y sobre el hecho de

  • - 8 -

    que las clases sociales no existen ms que como lucha de clases

    no ha de llevarnos a reducir, de manera voluntarista, la deter-

    minacin de las clases a la posicin de las clases; de aqu se si-

    guen consecuencias polticas de gran importancia, que menciona-

    remos al examinar el caso de los tcnicos e ingenieros y el de la

    aristocracia obrera.

    El criterio econmico sigue siendo, por tanto, determinante.

    Pero, qu se entiende en la concepcin marxista por criterio eco-

    nmico y por lo econmico?

  • - 9 -

    I

    CLASES SOCIALES Y RELACIONES

    DE PRODUCCION

    Comencemos por este ltimo punto:

    1.1 La esfera econmica est determinada por el proceso de

    produccin; y el lugar de los agentes, su distribucin en clases

    sociales, por las relaciones de produccin.

    Brevemente: en la unidad produccin-consumo- reparto del pro-

    ducto social, tiene la produccin el papel determinante. La distin-

    cin, en este nivel de las clases sociales, no es, por ejemplo, una

    distincin fundada sobre la magnitud de las rentas, una distincin

    entre ricos y pobres, como lo crea toda una tradicin pre-

    marxista, o incluso hoy toda una serie de socilogos. La distin-

    cin, real, en la magnitud de las rentas no es ms que una conse-

    cuencia de las relaciones de produccin.

    Pero qu es este proceso de produccin y las relaciones de pro-

    duccin que le constituyen?

    En el proceso de produccin est, de entrada, el proceso de traba-

    jo, que designa en general la relacin del hombre con la naturale-

    za. Pero este proceso de trabajo se presenta siempre bajo una for-

    ma social histricamente determinada. No se constituye ms que

    en su unidad con las relaciones de produccin.

    Las relaciones de produccin se constituyen, en una sociedad di-

    vidida en clases, por una doble relacin que engloba las relaciones

    de los hombres con la naturaleza en la produccin material. Am-

    bas relaciones son relaciones de agentes de la produccin con el

    objeto y los medios del trabajo, las fuerzas productivas y, as, por

    estas relaciones de los hombres entre s, de las relaciones de clase.

    Estas dos relaciones conciernen:

  • - 10 -

    a) a la relacin del no-trabajador (propietario) con el objeto y los

    medios del trabajo;

    b) a la relacin del productor inmediato (o del trabajador direc-

    to) con el objeto y los medios de trabajo.

    Estas relaciones llevan consigo dos aspectos:

    a) la propiedad econmica: se entiende por tal el control econ-

    mico real de los medios de produccin, es decir, el poder de do-

    minar los medios de produccin para utilizaciones dadas y de

    disponer as de los productos obtenidos;

    b) la posesin, es decir, la capacidad de poner en accin los me-

    dios de produccin.

    1,2. En toda sociedad dividida en clases, la primera relacin

    (propietarios-medios de produccin) incide sobre el primer aspec-

    to: son los propietarios quienes tienen siempre el control real de

    los medios de produccin y, as, explotan a los trabajadores direc-

    tos extrayendo de ellos, bajo diversas formas, el sobre-trabajo.

    Pero esta propiedad designa a la propiedad econmica real, el

    control real de los medios de produccin, y se distingue de la pro-

    piedad jurdica, tal como est consagrada por el derecho, que es

    una superestructura. Bien entendido, el derecho ratifica en general

    la propiedad econmica: pero puede que las formas de propiedad

    jurdica no coincidan con la propiedad econmica real. En este

    caso, es esta ltima la que resulta determinante para la definicin

    de las clases sociales.

    Aportemos dos ejemplos:

    a) En la divisin de las clases sociales en el campo, tomemos el

    caso de los grandes arrendatarios. Estos, segn Lenin, pertenecen

    al campesinado rico, mientras que no tienen la propiedad jurdica

    formal de la tierra, que pertenece al capitalista que la arrienda. Si

    estos grandes arrendatarios pertenecen al campesinado rico no es

    por tener altos ingresos, sino por tener el control real de la tierra y

    de los medios de trabajo, es decir, que de hecho son los propieta-

    rios econmicos efectivos.

  • - 11 -

    Esto no es ms que un ejemplo; no entraremos, en efecto, en los

    lmites de este texto, en la cuestin de la divisin del campesina-

    do que no es una clase nica, en clases. Sealemos empero que

    la divisin de los campos en grandes propietarios hacendados

    (agrarios), campesinos ricos, medios y pobres, englobando en

    cada caso a grupos provenientes de formas de propiedad y explo-

    tacin diferentes no puede hacerse ms que distinguiendo riguro-

    samente la propiedad jurdica formal y la propiedad econmica

    real.

    b) El segundo ejemplo, muy discutido, pero que no puede pasar-

    se por alto, concierne a la URSS y pases socialistas: la propie-

    dad jurdica formal de los medios de produccin pertenece al Es-

    tado, considerado como Estado del pueblo. Pero el control real,

    la propiedad econmica, no pertenece a los trabajadores mismos,

    dado el debilitamiento de los soviets y de los consejos obreros,

    sino a los directores de empresa y a los miembros del aparato.

    Se puede as sostener legtimamente que, bajo la forma de propie-

    dad jurdica colectiva, se oculta una nueva forma de propiedad

    econmica privada, y as, que debera hablarse de una nueva

    burguesa en la URSS. En efecto, la abolicin de la explotacin de

    clase no debera significar simplemente abolicin de la propiedad

    jurdica privada, sino abolicin de la propiedad econmica real: es

    decir, control por los trabajadores mismos de los medios de pro-

    duccin.

    Estas consideraciones, por otra parte, tienen su importancia en

    cuanto a la cuestin del paso al socialismo. Si se tiene en cuenta la

    distincin terica y real, capital, entre propiedad econmica y

    propiedad jurdica formal, se comprender que la simple naciona-

    lizacin de las empresas no es la solucin panacea en que se ha

    credo durante tanto tiempo: y esto no solamente porque las na-

    cionalizaciones se plegan a los intereses de la burguesa. Es que,

    incluso en el caso de un cambio del poder del Estado, las naciona-

    lizaciones o la estatalizacin de la economa no cambian ms que

    la forma de propiedad jurdica: sta no consiste finalmente ms

    que en el control de la produccin por los trabajadores mismos

    para modificar fundamentalmente la propiedad econmica y, as,

  • - 12 -

    conducir a una abolicin de las clases.

    1.3. Volvamos a la segunda relacin, la de los productores direc-

    tos trabajadores con los medios y el objeto del trabajo, rela-

    cin que define a la clase explotada.

    Esta relacin puede adoptar formas diversas, segn los diversos

    modos de produccin.

    En los modos de produccin pre capitalistas, los productores

    directos (los trabajadores), no estaban enteramente separados

    del objeto y de los medios de trabajo. Tomemos el caso del modo

    de produccin feudal: aunque el seor tena a la vez la propiedad

    jurdica y la econmica de la tierra, el siervo tena la posesin

    de su pedazo de tierra, protegida por las costumbres, y del que el

    seor no poda desposeerle pura y simplemente. En este caso, la

    explotacin se haca por la extraccin directa del sobre-trabajo,

    bajo forma de servicio o de tributo en especies. All la propiedad

    econmica y la posesin se distinguan en que ninguna de las dos

    dependa de la misma relacin propietario-medios de produccin.

    Por el contrario, en el modo de produccin capitalista, los produc-

    tores directos la clase obrera estn totalmente desposedos de

    sus medios de trabajo, cuya misma posesin pertenece a los capi-

    talistas. Es la aparicin de lo que Marx designa como trabajador

    desnudo. El obrero no posee ms que su fuerza de trabajo, que

    vende. El trabajo mismo resulta una mercanca, lo que determina

    la generalizacin de la forma mercanca. La extraccin del sobre-

    trabajo, pues, no est hecha directamente, sino por medio del tra-

    bajo incorporado en la mercanca, es decir, por el acaparamiento

    de la plusvala.

    Consecuencias importantes se deducen de aqu:

    1.3.1. Est claro que el proceso de produccin no est definido

    por procesos tecnolgicos sino por relaciones de hombres con

    medios de trabajo, es decir, por la unidad del proceso de trabajo y

    de las relaciones de produccin. En las sociedades divididas en

    clases no puede hablarse de trabajo productivo en s. Es traba-

    jo productivo en todo modo de produccin dividido en clases, el

    trabajo que corresponde a las relaciones de produccin como ta-

  • - 13 -

    les, es decir, el que da lugar a una forma especfica de explota-

    cin. Produccin, en estas sociedades, significa a la vez, y en un

    mismo movimiento, divisin en clases, explotacin y lucha de

    clases.

    As, en el modo de produccin capitalista, es trabajo productivo

    el que, sobre la base continua de valor de uso, produce valor de

    cambio, mercancas, o sea, plusvala. Es esto precisamente lo que

    define econmicamente, de este modo, a la clase obrera: el

    trabajo productivo lanza directamente a la divisin de clase en las

    relaciones de produccin.

    Esto permite resolver ciertos problemas, pero plantea otros:

    1.3.2. No es el salario lo que define a la clase obrera, pues el

    salario es una forma jurdica de reparto del producto por el con-

    trato de compra y venta de la fuerza de trabajo. Si todo obrero es

    un asalariado, no todo asalariado es un obrero, pues no todo asala-

    riado es forzosamente trabajador productivo, es decir, productor

    de la plusvala-mercancas.

    Aqu Marx nos proporciona anlisis explcitos: por ejemplo, los

    trabajadores de transportes (SNCF, etc.) estn considerados como

    trabajadores productivos pertenecientes a la clase obrera. Esto es

    as porque una mercanca no existe ms que a partir del mo-

    mento en que est presente en el mercado, y lo que cuenta para la

    definicin del trabajo productivo es la mercanca plusvala.

    Por el contrario, Marx excluye de los trabajadores productivos a

    los asalariados de comercio, de banca, de oficinas de publicidad,

    de diversos servicios, etc. Es decir:

    a) Que algunos de entre ellos pertenecen a la esfera de la circula-

    cin.

    b) Que los dems no producen plusvala, sino que contribuyen

    simplemente a la realizacin de la plusvala.

    1.4. Pero, por otra parte, el problema es ms complicado en lo

    que concierne a los tcnicos y los ingenieros en el seno y

    alrededor de la produccin material en las empresas: entre otros,

    los que frecuentemente son designados sin razn como portado-

  • - 14 -

    res de la ciencia.

    Es intil buscar, para este caso, una respuesta explcita en Marx:

    Marx aporta, en efecto, acantonndose aqu en el plano econmi-

    co, dos respuestas relativamente contradictorias:

    1.4.1. En la Historia de las doctrinas econmicas y en los

    Fundamentos de la crtica de la Economa Poltica se refiere a la

    nocin de trabajador colectivo: existiendo, dice Marx, la sociali-

    zacin progresiva de las fuerzas productivas y del proceso de tra-

    bajo por una parte, y por otra la interpenetracin creciente de los

    trabajos que concurren en la produccin de las mercancas, la

    ciencia tendra que tomar en cuenta las fuerzas productivas, y los

    tcnicos deberan, en virtud del trabajador colectivo, ser consi-

    derados como parte de la clase obrera. Marx renuncia, eventual-

    mente, a considerarles como una aristocracia obrera, aristocra-

    cia obrera que, segn Lenin, es un estrato de la clase obrera mis-

    ma.

    1.4.2. En El Capital, Marx considera netamente que esta cate-

    gora de agentes no forma parte de la clase obrera. La ciencia, nos

    dice, no es una fuerza productiva directa: slo sus aplicaciones

    entran en el proceso de produccin. Estas aplicaciones, por otra

    parte, no contribuyen ms que al aumento y la realizacin de la

    plusvala, pero no a su produccin directa. Los agentes tcnicos

    no forman parte de la clase obrera.

    Qu hay que decir de esto? Es preciso comenzar por sealar las

    limitaciones de ciertos criterios econmicos, que tomados tc-

    nicamente, no pueden ofrecer salida.

    1.4.2.1. Una divisin trabajo manual-trabajo intelectual con-

    cebida de manera tecnicista, es decir, emanada de la divisin tc-

    nica del trabajo. Ciertamente, en el nivel del proceso de produc-

    cin aisladamente considerado esta divisin no vale, de modo

    intrnseco, para la divisin en clases: el trabajador productivo,

    productor de plusvala, no se reduce en modo alguno solamente al

    trabajador manual. Pero, por el contrario, esta divisin trabajo

    manual-trabajo intelectual adquiere toda su importancia si se con-

    sidera que ella caracteriza el conjunto de los papeles en la divisin

  • - 15 -

    social del trabajo, determinando a las clases sociales: en la empre-

    sa, autoridad y direccin del trabajo ligadas al trabajo intelectual y

    al secreto del saber, etc. La divisin trabajo manual-trabajo

    intelectual no tiene importancia en la determinacin de las clases

    sociales ms que por su extensin a las relaciones polticas e ideo-

    lgicas.

    1.4.2.2. Una pretendida distincin, que se halla en el reciente

    Tratado de Economa Marxista: el capitalismo monopolista de

    Estado, del PC, entre trabajador colectivo y trabajador producti-

    vo. Este tratado se funda, en efecto, en esta cuestin, casi exclusi-

    vamente sobre criterios tcnico-econmicos.

    La cuestin es importante, y merece la pena pararse en ella.

    Este tratado (tomo I, pp. 211 ss.) intenta definir una nocin eco-

    nmica del trabajador colectivo (quienes concurren tcnicamen-

    te a la produccin de la plusvala, distinguindola de la nocin

    ms estricta de trabajador productivo, o sea, quienes producen

    directamente la plusvala, la clase obrera). Se descubren as toda

    una serie de categoras bastardas que, no siendo consideradas co-

    mo obreras, son consideradas como parte del trabajador colecti-

    vo, es decir, como casi-obreras.

    Es sta una deformacin economista falsa de un objetivo poltico

    preciso:

    Deformacin economista: En efecto, todas las veces que Marx

    emplea la nocin de trabajador colectivo es para identificarle con

    una extensin de la clase obrera misma, del trabajador produc-

    tivo. No hay, en modo alguno, en Marx, distincin entre trabaja-

    dor colectivo y trabajador productivo: el trmino de trabajador

    colectivo sirve para designar, en Marx, las transformaciones de la

    clase obrera misma. Por el contrario, es verdad que Marx define,

    en El Capital, al trabajador colectivo segn criterios nicamente

    econmicos: es, por otra parte, la razn por la cual este trmino

    est en l desvado y ambiguo.

    De hecho, hay que aadir la proposicin siguiente: el trabajador

    colectivo no es otra cosa que la clase obrera, con la diferencia de

    que, como veremos, este trmino introduce precisamente criterios

  • - 16 -

    ideolgicos y polticos en la delimitacin de la clase obrera y es

    esa su significacin fundamental. Por el contrario, distinguir entre

    trabajador colectivo y clase obrera, haciendo surgir estratos de

    agentes cuasi-obreros es estar rozando el error y el mito de la

    clase salarial: es decir, de la concepcin que identifica asala-

    riado y clase obrera.

    Es posible, pues, preguntarse si la poltica de la jerarqua de los

    salarios y la poltica con respecto a los cuadros de la CGT no se

    nutre de estos anlisis que conciernen al trabajador colectivo.

    1.2. Esta cuestin nos permite, por otra parte, avanzar en un

    problema importante. Habamos dicho que el proceso de produc-

    cin est compuesto por la unidad del proceso de trabajo y por las

    relaciones de produccin. Podemos ahora aadir una proposicin

    suplementaria: en el seno de esta unidad no es el proceso de traba-

    jo, incluyendo la tecnologa y el proceso tcnico, quien tiene

    el papel dominante: son las relaciones de produccin quienes

    detentan el primado sobre el proceso de trabajo y las fuerzas

    productivas.

    Esto es importante en la cuestin de las clases sociales. Su deter-

    minacin depende de las relaciones de produccin, que remiten

    directamente a la divisin social del trabajo y a la superestructura

    poltico-ideolgica, y no de coordenadas de un proceso tcnico

    cualquiera: la divisin tcnica del trabajo est dominada por la

    divisin social. As, en el caso mencionado de los trabajadores

    productivos, que no estn delimitados como los que participan en

    una produccin entendida en sentido tcnico, sino como los que

    producen la plusvala, son en consecuencia explotados, en tanto

    que clase, de manera determinada: aquellos que ocupan un lugar

    determinado en la divisin social del trabajo.

    Y as, teniendo esto en cuenta, se tratar de responder en lo que

    sigue a la cuestin de los tcnicos e ingenieros, con la que se

    emparenta, por otro lado, la del grupo de los vigilantes del pro-

    ceso de trabajo (agentes de maestra, etc.). La sola referencia al

    proceso tcnico y a la divisin tcnica del trabajo no es sufi-

    ciente.

  • - 17 -

    II

    MODO DE PRODUCCION

    Y FORMACION SOCIAL

    Antes de seguir con los criterios polticos e ideolgicos necesarios

    para delimitar las clases sociales, es preciso detenerse sobre las

    clases de un modo de produccin y de una formacin social de

    una sociedad concreta.

    2.1. En efecto, cuando se habla de un modo de produccin, o de

    una forma de produccin, se sita a un nivel general y abstracto:

    por ejemplo, los modos de produccin esclavista, feudal, capita-

    lista, etc. Se asla de algn modo, en la realidad social, a estos

    modos y formas de produccin para examinarlas tericamente.

    Pero, como Lenin lo mostr en El desarrollo del capitalismo en

    Rusia, una sociedad concreta, en un momento dado, se compone

    de varios modos y formas de produccin que coexisten combina-

    damente. Por ejemplo, las sociedades capitalistas de comienzos

    del siglo XX estaban compuestas por elementos del modo de pro-

    duccin feudal, por la forma de produccin mercantil simple, y la

    manufactura forma de transicin del feudalismo al capitalis-

    mo por el modo de produccin capitalista en sus formas concu-

    rrencial y monopolista. Pero estas sociedades eran sociedades

    capitalistas: es decir, que el modo de produccin capitalista domi-

    naba. De hecho, en toda promocin social se constata el dominio

    de un modo de produccin, lo que produce efectos complejos de

    disolucin-conservacin sobre los otros modos de produccin,

    dominio que atribuye a estas sociedades su carcter (capitalista,

    feudal, etc.): con la nica excepcin de las sociedades en transi-

    cin caracterizadas precisamente por un equilibrio de los diver-

    sos modos de produccin.

    Volvamos a las clases sociales. Si nos atenemos slo a los modos

    de produccin, examinados de manera pura y abstracta, cada

  • - 18 -

    modo de produccin comporta dos clases: la clase explotadora,

    poltica e ideolgicamente dominante, y la clase explotada, polti-

    ca e ideolgicamente dominada: amos y esclavos (modo de pro-

    duccin esclavista), seores y siervos (modo de produccin feu-

    dal), burgueses y obreros (modo de produccin capitalista).

    Pero una sociedad concreta, una formacin social, lleva consigo

    ms de dos clases, en la medida misma en que est compuesta de

    diversos modos y formas de produccin. En efecto, no hay forma-

    cin social que no comporte ms que dos clases; lo que es exacto

    es que las dos clases fundamentales de toda formacin social son

    las del modo de produccin dominante en esta formacin.

    As, por ejemplo, en la Francia actual las dos clases fundamenta-

    les son la burguesa y el proletariado. Pero tambin la pequea

    burguesa tradicional (artistas, pequeos comerciantes) que de-

    pende de la forma de produccin mercantil simple, la pequea

    burguesa nueva de los asalariados no productivos dependientes

    de la forma monopolista del capitalismo, y varias clases sociales

    en los campos: hay all an vestigios transformados del feuda-

    lismo; por ejemplo, las formas de aparcera.

    2.2. Estas consideraciones son muy importantes, por cuanto

    afectan a la cuestin de las alianzas de la clase obrera con las

    otras clases populares. En efecto, la pequea burguesa, las clases

    populares campesinas obreros agrcolas, campesinos pobres,

    campesinos medios son clases diferentes de la clase obrera.

    Pero es verdad que, en la medida en que las dos clases fundamen-

    tales son la burguesa y la clase obrera, las otras clases populares

    tienen tendencia a polarizarse en su reproduccin ampliada, alre-

    dedor de la clase obrera. Pero esta tendencia a la polarizacin no

    significa su disolucin en tanto que clases en un amasijo indife-

    renciado: se trata siempre de clases sin intereses especficos. Di-

    cho de otro modo, los conceptos de clase y de pueblo no son

    coextensibles: una clase puede o no puede, siguiendo la coyuntu-

    ra, formar parte del pueblo, sin que eso quiera decir que cambia

    de naturaleza de clase.

    Y en eso consiste el problema de las alianzas. Por una parte, la

  • - 19 -

    clase obrera debe, en sus alianzas, tomar a cargo los intereses

    especficos de las clases que constituyen, con ella, el pueblo o

    las masas populares: pensemos precisamente en la alianza obre-

    ros-campesinos preconizada por Lenin. Por otra parte, no hay que

    perder de vista que, como en toda alianza, existen contradicciones

    entre los intereses especficos de la clase obrera en tanto que clase

    y los de las otras clases populares. Reconocer estos hechos es

    tambin poner los medios para una solucin justa de las contra-

    dicciones en el seno del pueblo.

    Pues existen, en efecto, otras dos interpretaciones errneas del

    fenmeno.

    2.2.1. Segn la primera, defendida por numerosos socilogos, las

    transformaciones actuales de las sociedades capitalistas habran

    dado lugar al nacimiento de una amplia clase intermediaria, que

    engloba a todos los grupos sociales distintos de la burguesa y el

    proletariado: esta clase tercera fuerza sera, por su importancia

    numrica, el verdadero pilar de las sociedades modernas. Pero se

    ha constatado que se trata all de varias clases: nada nos autoriza

    actualmente a hablar, a tal propsito, de una fusin de estas dife-

    rentes clases intermediarias en una clase nica.

    2.2.2. La segunda interpretacin errnea est actualmente ex-

    puesta en el reciente Manual de Economa Marxista (tomo I, pp.

    204 ss.) del PC ya mencionado. Segn dicha interpretacin, se

    asistira actualmente, bajo el capitalismo monopolista de Esta-

    do, a un fenmeno de polarizacin que dara lugar a una efecti-

    va disolucin de todas las clases sociales que no fuesen burguesa

    y proletariado: las otras clases sociales, como campesinado, frac-

    ciones de la pequea burguesa, etc., no existiran ya en tanto que

    clases, sino simplemente en tanto que capas intermediarias. El

    hecho merece ser subrayado, pues nunca anteriormente haba sido

    formulada tan explcitamente y de forma tan autorizada una atro-

    cidad semejante. Esta interpretacin debe ser, por otro lado, pues-

    ta en relacin con la interpretacin atribuida al trabajador colec-

    tivo: habra as por un lado clase obrera (trabajador productivo) y

    por otro cuasi- obreros (trabajador colectivo) con intereses casi

    idnticos a los de la clase obrera, y adems capas intermedias,

  • - 20 -

    que no tendran intereses propios de clase, sino que seran auto-

    mticamente reagrupa- das alrededor de la clase obrera.

    Es evidente que esta interpretacin abre la va para una alianza

    sin principios que puede llevar a maanas peligrosos. Comenzar

    por negar las diferencias entre los miembros de la alianza popular

    lleva en consecuencia, cuando las contradicciones que no se han

    tratado de resolver llegan a ser evidentes (proletariado-

    campesinado en la URSS bajo Stalin), a reprimir estas contradic-

    ciones de forma policial, proclamando pura y simplemente que el

    verdadero inters de los dems miembros de la alianza se identifi-

    ca automticamente y en todo momento con el de la clase obrera.

  • - 21 -

    III

    LOS CRITERIOS POLITICOS E IDEOLOGICOS:

    CLASES, FRACCIONES Y ESTRATOS

    El segundo eje de la cuestin consiste en desarrollar el punto evo-

    cado ms arriba: los criterios puramente econmicos no bastan

    para determinar y localizar las clases sociales, lo que est particu-

    larmente claro cuando se toma en consideracin una formacin

    social concreta. La referencia a las funciones en las relaciones

    ideolgicas y polticas de la divisin social del trabajo es absolu-

    tamente indispensable: esto se ver ms netamente cuando exami-

    nemos la cuestin de la reproduccin de las clases sociales.

    3.1. Comencemos con los problemas relativos a la delimitacin

    de la clase obrera.

    3.1.1. Es aqu donde debe buscarse la solucin del problema se-

    alado ms arriba, el de los tcnicos e ingenieros. En efecto, si los

    criterios econmicos bastan para excluir de la clase obrera a los

    asalariados de comercio, banca, etc., no ofrecen respuesta en

    cuanto al grupo social en cuestin. Es preciso referirse al conjunto

    de la divisin social del trabajo. En efecto, este conjunto ocupa,

    en tal sentido, lugares contradictorios: concurriendo cada vez ms

    desde el punto de vista econmico-tcnico a la produccin de la

    plusvala, est, a la vez, cargado de una autoridad especial en la

    vigilancia del proceso de trabajo y su organizacin desptica, est

    colocado del lado del trabajo intelectual, como diremos luego,

    detentado el monopolio del saber, etc. Puede incluso decirse que,

    hasta aqu al menos, este ltimo aspecto de la situacin general

    se adelanta sobre el primero en su determinacin de clase, no pu-

    dindose as considerar a los ingenieros y tcnicos, en tanto que

    conjunto, como pertenecientes a la clase obrera.

    Esta referencia a los criterios ideolgicos-polticos concierne,

  • - 22 -

    pues, siempre a la determinacin estructural de clase de los tcni-

    cos, a saber, su lugar en las relaciones polticas e ideolgicas: no

    se reduce a su posicin de clase en la coyuntura. En efecto, vista

    su determinacin, contradictoria de clase, este conjunto puede a

    veces tomar, en las huelgas por ejemplo, bien el partido de los

    patronos, bien el de los obreros. Si la referencia a los criterios

    ideolgicos-polticos se redujese a su posicin de clase, hubiera

    debido decirse que este conjunto forma parte de la clase obrera en

    tanto toma partido por ella, y que no forma parte cuando acta

    contra ella. Lo que sera poner en cuestin la definicin objetiva

    de las clases por el marxismo. De hecho, no se puede perder de

    vista que, incluso cuando toman partido por la clase obrera, los

    ingenieros y tcnicos no son obreros: se nota la importancia de

    esto en una poltica justa de alianzas.

    3.2. Esta referencia a los criterios polticos e ideolgicos es

    igualmente indispensable en cuanto a la diferenciacin de la clase

    obrera misma en estratos diversos.

    3.2.1. Frecuentemente, se han tratado de reducir las diferencias

    en el seno de la clase obrera a diferencias tcnico-econmicas

    en la organizacin del trabajo o incluso en la magnitud del salario,

    reduciendo a este factor las diferencias ideolgico-polticas en el

    seno de la clase obrera (sobre todo, A. Touraine): se trata de dife-

    rencias directamente reductibles a la clasificacin mano de obra,

    especialistas, obrero cualificado, etc., es decir, fundadas sobre la

    cualificacin concebida de manera tecnicista, dedicando slo

    un par de palabras al final acerca de la reproduccin de las clases

    sociales. Y ello, para llegar a generalizaciones que muy frecuen-

    temente van en un sentido inverso: sea para defender que los sim-

    ples especialistas, mano de obra, etc., tienen una conciencia de

    clase y un potencial revolucionario ms elevado que el resto de la

    clase obrera, sea para sostener lo mismo para los obreros cualifi-

    cados.

    Pero las encuestas actuales, la experiencia histrica y los anlisis

    sociolgicos muestran que estas generalizaciones, fundadas sobre

    criterios puramente tcnico-econmicos son arbitrarios. Las

    diferencias en la clase obrera no inciden pura y simplemente sobre

  • - 23 -

    el lugar en la organizacin del trabajo. Dependen de criterios pol-

    ticos e ideolgicos, de las formas de lucha, de las formas de orga-

    nizacin del combate, de la tradicin: criterios que poseen una

    autonoma propia. Para no tomar ms que el ejemplo del anarco-

    sindicalismo en Francia: cmo explicar, por simples criterios

    tcnico-econmicos, una forma ideolgica que se ha implanta-

    do por excelencia a la vez en las maniobras de las grandes empre-

    sas, y tambin en los obreros cualificados de las pequeas manu-

    facturas?

    3.2.2. Segundo ejemplo: el de la famosa aristocracia obrera. Se

    trata aqu, segn Lenin, de un estrato de la clase obrera, base de

    la social-democracia. Pero existe una versin economista de la

    concepcin de la aristocracia obrera: la preconizada especialmente

    por la Tercera Internacional. Se tratara del estrato de obreros ms

    cualificados y los mejor pagados en los pases imperialistas, con

    las migajas del sobreprovecho, sacados de las colonias que los

    burgueses imperialistas les distribuiran. Estos obreros constitui-

    ran la base del reformismo y de la socialdemocracia.

    La primera dificultad consiste, bien entendida, en el hecho de

    que, en razn de la interpenetracin y fusin de los capitales en el

    estadio del imperialismo no pueden an distinguirse riguro-

    samente los partidos de la clase obrera que seran pagados por los

    sobreprovechos imperialistas, de aquellos que seran pagados por

    el capital autctono. Pero, en cualquier manera, estudios hist-

    ricos y sociolgicos rigurosos concernientes a la base de clase de

    los adherentes y electores de los pases comunistas y socialistas

    (especialmente entre las dos guerras), en diversos pases capita-

    listas, parecen invalidar la versin economista de la aristocracia

    obrera. Sobre todo los obreros ms cualificados y los mejor paga-

    dos por un lado, la mano de obra y los obreros pobres por otra,

    parecen repartirse entre las dos guerras, en partes sensiblemente

    iguales, entre el partido y los sindicatos comunistas, y el partido y

    los sindicatos socialistas. Si existen variaciones nacionales, estn

    lejos de ser concluyentes.

    Esto no quiere decir que la nocin de aristocracia obrera sea falsa,

    a condicin de referirse en su definicin a los papeles en el con-

  • - 24 -

    junto de la divisin social del trabajo: papeles por relacin a la

    divisin del trabajo manual-trabajo intelectual reproducido en el

    seno mismo de la clase obrera, situacin eventual de ciertos agen-

    tes en el seno de organizaciones burocrticas sindicales de cola-

    boracin de clase, etc.

    3.2.3. En fin, se puede mencionar aqu el problema relativo a las

    diferencias salariales en el seno de la clase obrera. En efecto,

    incluso si es verdad que el inters comn y la solidaridad efectiva

    de clase dominan en el seno de la clase obrera, sobre todo agrupa-

    da alrededor de organizaciones de clase, no es menos cierto que

    estas diferencias salariales plantean un problema real.

    No corresponden, de hecho, a simples datos econmicos. El

    salario es, segn Marx, una forma jurdica de reparto del producto

    social, y en consecuencia, una forma en cuya composicin inter-

    vienen directamente elementos polticos. Los abstracto, a los

    costes de reproduccin de la sociedad, y desde el punto de vista

    de un anlisis abstracto a los costes de reproduccin de la fuer-

    za-trabajo; pero la fuerza-trabajo est aqu considerada de ma-

    nera general y abstracta. No se concluye, pues, del todo que

    toda diferencia concreta del nivel salarial en el seno de la clase

    obrera corresponde a necesidades tcnicas, es decir, al hecho de

    que la reproduccin de la fuerza-trabajo de un grupo de obreros

    relativamente mejor pagados costara necesariamente tanto o ms

    que la diferencia de los salarios, que la de un grupo de obreros

    menos pagados. De hecho, todos los anlisis histricos y econ-

    micos tienden a mostrar que estas diferencias salariales inciden,

    en una medida importante, sobre coordenadas polticas: sobre

    todo, una poltica de la burguesa para los fines de la divisin de

    la clase obrera.

    Esto bien entendido, no quiere decir del todo que esta poltica

    burguesa logre efectivamente crear diferenciaciones polticas en

    el seno de la clase obrera, y que fuera necesario considerar a los

    obreros mejor pagados como sospechosos. Pero eso demuestra,

    por el contrario, la inanidad de una cierta poltica sindical de de-

    fensa a cualquier precio de la jerarqua de los salarios, poltica

    defendida bajo pretexto de que las diferencias salariales seran

  • - 25 -

    simples necesidades econmicas atendiendo de manera exhaus-

    tiva a diferencias reales en los costos de reproduccin de la fuer-

    za-trabajo. Esto sera considerar al salario, forma jurdica, como

    un dato exclusivamente econmico, incluso tcnico; lo que es

    ms, se le atribuira casi un papel anlogo a las relaciones de

    produccin. De una cierta poltica de defensa a todo precio de la

    jerarqua de los salarios al mito de la clase salarial no hay ms

    que un paso.

    3.3. La necesidad de referencia a los criterios polticos e ideolgi-

    cos en la determinacin de clase es particularmente neta en lo que

    concierne a la pequea burguesa.

    En efecto existe una clase pequeo burguesa? Qu elementos la

    componen?

    En general, se consideran parte de la pequea burguesa dos gran-

    des conjuntos de agentes, que sin embargo tienen papeles muy

    diferentes en la produccin:

    3.3.1. La pequea burguesa tradicional, que tiene tendencia a

    disminuir: la pequea produccin y el pequeo comercio (la pe-

    quea propiedad). Se trata de formas de artesanado y de pequeas

    empresas familiares en que el mismo agente es a la vez propieta-

    rio de los medios de produccin y de trabajo, y trabajador directo.

    No hay aqu, propiamente hablando, explotacin econmica, en la

    medida en que estas formas de produccin no emplean, o no lo

    hacen ms que ocasionalmente, obreros asalariados. El trabajo lo

    hace principalmente el propietario real o miembros de su familia,

    que no estn retribuidos en forma de salario. Esta pequea pro-

    duccin saca provecho a la venta de sus mercancas, y por la par-

    ticipacin en la redistribucin de la plusvala, pero no lo obtiene

    directamente del sobretrabajo.

    3.3.2. La nueva pequea burguesa, que tiene tendencia a au-

    mentar bajo el capitalismo monopolista: la de los trabajadores

    asalariados no productivos mencionados, y a la que conviene unir

    los funcionarios del Estado y de sus diversos aparatos. Estos tra-

    bajadores no producen plusvala. Venden, tambin ellos, su fuerza

    de trabajo: su salario est determinado, asimismo, por el precio de

  • - 26 -

    reproduccin de su fuerza de trabajo, pero su explotacin se hace

    por la extorsin directa del sobretrabajo y no por la produccin de

    la plusvala.

    Estos dos grandes conceptos ocupan en la produccin lugares

    diferentes, que nada tienen en comn. Pueden considerarse como

    los constituyentes de una clase, la pequea burguesa?

    Caben aqu dos respuestas:

    3.3.2.1. La primera hace intervenir precisamente criterios polti-

    cos e ideolgicos. Se puede, en efecto, considerar que estos pape-

    les diferentes en la produccin y la esfera econmica tienen, al

    nivel poltico e ideolgico, los mismos efectos. Por un lado, la

    pequea propiedad, por otro lado, asalariados que no viven su

    explotacin ms que bajo forma del salario y de la competen-

    cia lejos de la produccin presentaran, por estas razones econ-

    micas, sin embargo, diferentes, las mismas caractersticas polti-

    cas e ideolgicas: individualismo pequeoburgus, atractivo

    hacia el statu quo y temor a la revolucin, mito de la promo-

    cin social y aspiracin hacia el estatuto burgus, creencia en el

    Estado neutro por encima de las clases, inestabilidad poltica y

    tendencia a sostener Estados fuertes y bonapartismos, formas

    de revuelta del tipo arbitrario pequeoburgus.

    Estas caractersticas ideolgico-polticas comunes bastaran, si tal

    fuera el caso, para considerar que estos dos conjuntos, que ocupan

    lugares diferentes en la economa, constituyen una clase, rela-

    tivamente unificada: la pequea burguesa.

    Por otro lado, incluso en este caso, nada en contra habra para

    distinguir entre fracciones de una misma clase. En efecto, co-

    mo se ver a propsito de la burguesa, el marxismo establece

    igualmente distinciones entre fracciones de una clase. Estas se

    distinguen de los simples estratos pues implican diferenciaciones

    econmicas importantes, y hasta pueden revestir, en tanto que

    fracciones, un papel de fuerzas sociales importante y relativamen-

    te distinto del de las otras fracciones de la clase. Podra as esta-

    blecerse eventualmente que la fraccin pequeoburguesa de los

    asalariados no productivos est ms cercana a la clase obrera que

  • - 27 -

    la de la pequea burguesa tradicional. Se podra igualmente, en la

    medida en que se trata de fracciones, hacer intervenir el elemento

    de la coyuntura: una u otra fraccin estara ms o menos prxima

    a la clase obrera segn la coyuntura (aqu intervendra notable-

    mente el factor actual de proletarizacin del artesanado, etc.).

    Nada evitara, por otra parte, hacer intervenir igualmente aqu

    diferencias entre estratos pequeo-burgueses refirindose ms

    particularmente a las divergencias ideolgico-polticas, ms all

    de la posicin ideolgico-poltica fundamentalmente comn al

    conjunto de la pequea burguesa: divergencias que afectan a la

    situacin particular de los diversos conjuntos pequeoburgueses

    desde el punto de vista de su reproduccin.

    Pero, en esta solucin, no se olvidara que se trata siempre de una

    misma clase, la pequea burguesa, y que sera preciso tratar a

    estas fracciones y estratos, en la cuestin de las alianzas o la de la

    previsin de su comportamiento poltico (sobre todo su inestabili-

    dad) en consecuencia: es la solucin que parece la ms correcta.

    3.3.3.2. Segunda solucin, bajo dos formas:

    a) Reservar el trmino de pequea burguesa para la pequea

    burguesa tradicional, y hablar a propsito de los asalariados no

    productivos de una nueva clase social. Esto plantea sin embargo

    problemas tericos y reales difciles: a menos de considerar que el

    modo de produccin capitalista est sobrepasado y que se encon-

    trara en una cierta sociedad postindustrial o tecnocrtica que

    producira esta nueva clase, cmo sostener que el capitalismo

    mismo en su desarrollo produce una nueva clase? Lo que es posi-

    ble para los idelogos de la clase manager o de la tecnostruc-

    tura es impensable para la teora marxista.

    b) Clasificar, siguiendo al PC, a estos asalariados no productivos

    no en la pequea burguesa, sino en los estratos intermedios.

    Esto, como se ha visto, es igualmente falso, y adems por una

    razn suplementaria: si el marxismo habla bien de estratos, frac-

    ciones y categoras a fin de designar conjuntos particulares, no es

    sin embargo menos cierto que estos estratos, fracciones y ca-

    tegoras tienen siempre una pertenencia de clase. La aristocracia

  • - 28 -

    obrera es un estrato especfico, pero un estrato de la clase burgue-

    sa. Los intelectuales o la burocracia son, como veremos, ca-

    tegoras sociales, particulares, pero que tienen una pertenencia de

    clase burguesa o pequeoburguesa.

    Esto es, entre otras cosas, lo que distingue al marxismo de las

    diversas concepciones americanas de la estratificacin social.

    Mientras estas ltimas definen, de manera fantstica, diversos

    grupos sociales diluyendo y haciendo desaparecer las clases socia-

    les, el marxismo introduce, de manera rigurosa, diferencias en el

    seno de la divisin en clases. Las fracciones, los estratos y las

    categoras no estn fuera o al lado de las clases sociales; ellas

    mismas forman parte de las clases.

    c) La referencia a los partidos polticos e ideolgicos es igual-

    mente importante para la determinacin de las fracciones de la

    burguesa.

    En efecto, la burguesa se presenta constitutivamente fraccionada

    en fracciones de clase. Mas algunas de estas fracciones pueden

    sealarse ya al nivel econmico de la constitucin y de la repro-

    duccin del capital: burguesa industrial, comercial y financiera,

    gran capital y medio capital en el estadio del capitalismo monopo-

    lista (imperialismo).

    Pero en el estadio imperialista precisamente surge una distincin

    que no es elucidable solamente en el nivel econmico: la que

    existe entre burguesa compradora y burguesa nacional

    Se entiende por burguesa compradora la fraccin de la burguesa

    cuyos intereses estn constitutivamente ligados al capital imperia-

    lista extranjero, al de la principal potencia imperialista extranjera,

    y que est as enteramente enfeudada, desde el punto de vista pol-

    tico-ideolgico, por el capital extranjero. Por burguesa nacional

    se entiende la fraccin de la burguesa cuyos intereses estn liga-

    dos al desarrollo econmico nacional y que entran en relacin

    relativa con los intereses del gran capital extranjero. Se sabe que

    esta distincin, an cuando no vale an ms que para ciertos pa-

    ses, es importante: en efecto, siguiendo las etapas, pueden, darse

    formas de alianza entre la clase obrera y la burguesa nacional

  • - 29 -

    contra el imperialismo extranjero y en favor de la independencia

    nacional (tal fue notoriamente el caso en China bajo Mao).

    Pero esta distincin burguesa compradora - burguesa nacio-

    nal no deslinda enteramente posiciones econmicas: en razn de

    la interpenetracin pronunciada de los capitales bajo el im-

    perialismo, la distincin entre capitales ligados al imperialismo

    extranjero y capitales nacionales aparece muy difuminada y discu-

    tible. Por otra parte, esta distincin no hace menor la que existe

    entre gran capital y capital mediano: pueden existir grandes mo-

    nopolios nacionales con intereses relativamente contradictorios

    respecto a los de los monopolios extranjeros, como pueden existir

    empresas medianas enfeudadas, por mltiples substratos, al capi-

    tal extranjero. De hecho, se entiende por burguesa nacional la

    fraccin de la burguesa que, prcticamente, desde el punto de

    vista ideolgico y poltico, se opone efectivamente a la en-

    feudacin de un pas con respecto al imperialismo extranjero.

    Pero parece bien que no se pueda an hablar, para los pases capi-

    talistas desarrollados, y en la fase actual, de mundializacin de las

    relaciones sociales de una burguesa nacional, es decir, prcti-

    camente opuesta al imperialismo americano: y esto, en razn de la

    internacionalizacin creciente del capital, de la donacin masiva

    del capital americano, de la decadencia poltica y econmica de la

    clase burguesa, y de la tendencia creciente hacia una dependencia

    disimtrica de los viejos centros del imperialismo, sobre todo

    de Europa, con relacin a USA (lo que no quiere decir que no se

    pueda hablar, a propsito de estos pases, de una burguesa inte-

    rior). Es ms que dudoso que la poltica gaullista de indepen-

    dencia nacional, ficticia, haya correspondido a una cierta bur-

    guesa nacional francesa: ms bien se trataba de divergencia

    completamente coyuntural entre capitales americanos y franceses,

    de problema interno de descolonizacin y de neocolonizacin, y

    de una poltica plebiscitaria que buscaba un apoyo en las masas

    populares.

  • - 30 -

    IV

    LAS CATEGORIAS SOCIALES

    4.1. Pero, adems de las fracciones y estratos de clase, el mar-

    xismo distingue igualmente categoras sociales. El rasgo distinti-

    vo de las categoras sociales por relacin a las fracciones y a los

    estratos es el siguiente: mientras que los criterios polticos e ideo-

    lgicos intervienen de manera ms o menos importante en la de-

    terminacin de estos ltimos, estos criterios tienen siempre el

    papel dominante en la determinacin de las categoras sociales. Se

    designa, en efecto, por categoras sociales a los conjuntos de

    agentes cuyo papel principal consiste en el funcionamiento de los

    aparatos de Estado e ideologa.

    Tal es el caso, por ejemplo, de la burocracia administrativa com-

    puesta por funcionarios del Estado. Tal es igualmente el caso del

    grupo comnmente designado por el trmino de intelectuales, y

    que tiene por papel principal el funcionamiento de la ideologa.

    Pero es necesario repetir aqu la nota precedente. Las categoras

    sociales ellas mismas tienen una pertenencia de clase: estas cate-

    goras no son grupos al lado o fuera de las clases, del mismo

    modo que no son, como tales, clases sociales.

    De hecho, las categoras sociales no tienen una pertenencia de

    clase nica, pero sus miembros pertenecen en general a clases

    sociales diversas. As, las cumbres, el alto personal de la

    burocracia administrativa, pertenece en general, por su modo de

    vida, por su papel poltico, etc., a la burguesa: los miembros in-

    termediarios y la base de la burocracia pertenecen a la burguesa o

    a la pequea burguesa.

    Estas categoras sociales tienen, pues, una pertenencia de clase y

    no constituyen, por s mismas, clases: no tienen papel propio y

  • - 31 -

    especfico en la produccin. Era necesario sealarlo, pues nume-

    rosos socilogos y politlogos han considerado a estas categoras

    sociales como clases efectivas: este fue el caso para la burocra-

    cia, que fue frecuentemente considerada como una clase.

    Notemos a tal efecto que Trostsky mismo, que ha atribuido a la

    burocracia sovitica un papel importante en la explicacin de la

    evolucin de la URSS, no ha considerado sin embargo nunca que

    la burocracia poda constituir una clase. Por otra parte, numerosos

    socilogos actuales consideran que los intelectuales constituyen

    una clase distinta: y esto, fundndose en general sobre considera-

    ciones fantsticas a propsito del papel de la ciencia como fuerza

    productiva y de los intelectuales como portadores de la cien-

    cia.

    La funcin ideolgica de estas concepciones es neta: se acompa-

    an inevitablemente ya de la negacin del papel de la lucha de

    clases (burguesa, proletariado) como motor principal del proceso

    histrico (es el caso para la concepcin de la burocracia como

    clase), ya de la negacin del papel fundamental de vanguardia de

    la clase obrera: es el caso de los intelectuales como clases, intelec-

    tuales a quienes pertenecera en adelante el papel de vanguardia.

    Pero si las categoras sociales no son clases y si tienen una per-

    tenencia de clase, por qu tratar de dintiguirlas? Porque las cate-

    goras sociales, en su relacin con los aparatos de Estado y con su

    ideologa, pueden frecuentemente presentar una unidad propia,

    pese a su pertenencia a clases diversas. Y lo que es ms, pueden

    presentar en su funcionamiento poltico una autonoma relativa

    respecto a las clases a las que sus miembros pertenecen.

    As, para la burocracia administrativa, en razn de la jerarqua

    interna por delegacin de autoridad que caracteriza los aparatos de

    Estado, del estatuto particular atribuido a los funcionarios, de

    la ideologa interna propia que circula en el seno mismo de los

    aparatos de Estado (el Estado neutro y rbitro ms all de las

    clases, el servicio de la nacin y del inters general, etc.), la

    burocracia puede presentar, en coyunturas determinadas una uni-

    dad propia que suelda de algn modo el conjunto de los miembros

  • - 32 -

    burgus y pequeoburgus. La burocracia puede as, en su con-

    junto, servir intereses diferentes de las clases a las que sus miem-

    bros pertenecen, segn las relaciones del poder de Estado; por

    ejemplo, en Inglaterra, Marx lo haba sealado: las cumbres de

    la burocracia pertenecan a la aristocracia, mientras que el conjun-

    to de la burocracia serva a los intereses de la burguesa. En fin,

    los miembros pequeoburgueses de la burocracia sirven frecuen-

    temente intereses de Estado, que en consecuencia sirven a los

    intereses de la pequea burguesa.

    Todo ello tiene, por otra parte, como resultado, reconocido por

    Lenin, que estas categoras sociales pueden a veces funcionar

    como efectivas fuerzas sociales: es decir, tener un papel poltico

    propio e importante en una coyuntura dada, papel que no es redu-

    cible al hecho de ir simplemente a la rastra de las clases socia-

    les a las que sus miembros pertenecen, o incluso fuerzas sociales

    fundamentales, de la burguesa y del proletariado. Pensemos por

    ejemplo en el comportamiento poltico del conjunto de la buro-

    cracia en el caso del bonapartismo y de los fascismos.

    4.2. Estas notas son importantes, pues conducen a dos conse-

    cuencias que conciernen a las alianzas de la clase obrera:

    4.2.1. En la alianza, es indispensable para la clase obrera, con los

    intelectuales y los estratos intermedios y subalternos de los

    funcionarios; stos deben ser considerados de manera espec-

    fica: presentan frecuentemente intereses generales de la pequea

    burguesa a la que pertenecen. No citemos, como ejemplo, ms

    que la importancia que reviste para los intelectuales la garanta

    del factor de la libertad de la produccin intelectual, cientfica y

    artstica, de la libertad de expresin y de circulacin de la infor-

    macin, etc.

    4.2.2. Pero, por el contrario, la relacin de las categoras socia-

    les con las clases sociales no debe nunca perderse de vista.

    Por una parte, en razn de la pertenencia de clase de las categoras

    sociales. En efecto, est claro que pese a su unidad interna, cortes

    y contradicciones se manifiestan en el seno de las categoras so-

    ciales, que frecuentemente limitan pertenencias de clase diferentes

  • - 33 -

    de sus miembros: cortes que toman la forma, en el aparato admi-

    nistrativo, de contradicciones entre escalones superiores (bur-

    gus) y escalones subalternos (pequeo burgus). Cortes que

    son igualmente debidos, a veces, en el caso de los intelectuales

    claramente, a las ideologa diferentes que ellos elaboran y trans-

    miten. Pensemos, simplemente, en las contradicciones que se han

    manifestado de manera aguda, ltimamente, en Francia en el seno

    del cuerpo docente.

    Por otra parte, no debe perderse de vista en consecuencia con res-

    pecto a estas alianzas que los miembros del aparato del Estado o

    de los intelectuales que basculan del lado de la clase obrera

    siguen siendo, sin embargo, en su medida, y desde el punto de

    vista de su pertenencia de clase (distinta del origen de clase) pe-

    queoburgus. Ciertamente, esto no debe conducir a un sectaris-

    mo: los casos de intelectuales que poltica e ideolgicamente to-

    man partido por la clase obrera, que militan activamente en sus

    organizaciones de clase, no son raros, y por ello el criterio de per-

    tenencia de clase se esfuma y hasta desaparece. Pero este proble-

    ma es diferente: depende de la cuestin de la organizacin de la

    clase obrera. Sigue siendo verdad que en la alianza con los inte-

    lectuales estos continan, en general, siendo pequeos burgue-

    ses; presentan con frecuencia los caracteres fundamentales de la

    pequea burguesa: inestabilidad poltica, extremismo de izquier-

    da, arrivismo hacia un oportunismo de derechas, etc.

    Sera necesario, por tanto, evitar aqu dos extremos igualmente

    falsos y peligrosos.

    4.2.2.1. Sobreestimar, a propsito de las categoras sociales, la

    cuestin de su pertenencia de clase. Esto conduce a arrojar a las

    tinieblas exteriores de una vez para siempre al intelectual hijo de

    burgueses o pequeoburgus, prescindiendo de la importancia

    que tienen su conducta prctica y sus opciones polticas e ideol-

    gicas.

    4.2.2.2. Subestimar la cuestin de la pertenencia de clase tratan-

    do a las categoras sociales como unidades indiferenciadas al

    lado y fuera de las clases.

  • - 34 -

    Por cierto que tambin pueden darse al mismo tiempo ambas di-

    recciones falsas. Es lo que ocurre en las posiciones actuales del

    PC y de la CGT, e incluso en la direccin actual del SNE.SUP.

    4.2.2.2.1. Con respecto a la cuestin de la supra-valoracin de la

    pertenencia de clase de los intelectuales basta con recordar las

    posiciones estudiantes - hijos de burgueses - izquierdistas - Mar-

    cellin.

    4.2.2.2.2. Las categoras sociales estn tratadas (a pesar de las

    precauciones verbales) como entidades unificadas, al lado y fuera

    de las clases, abandonando las estratificaciones de clase que se

    manifiestan all. As, por ejemplo, en el cuerpo administrativo del

    Estado, en donde se da el mismo nombre desde las cumbres

    tecnocrticas hasta los escalones subalternos. Como si esta cate-

    gora social estuviese, a excepcin de los representantes, directos

    del gran capital (Pompidou = banquero) unificada, se limita a

    mencionar simplemente la ideologa tecnocrtica del alto per-

    sonal, dejando sin tocar su pertenencia a la clase burguesa. Posi-

    cin todava ms neta en lo que concierne al cuerpo docente, en

    donde se suele presentar a los profesores titulares y a los no nu-

    merarios indiscriminadamente, siendo as que no forman una uni-

    dad irreductible, y que, bajo la denominacin general de intelec-

    tuales no pueden constituir en el mismo sentido un aliado posible

    de la clase obrera.

    4.2.2.2.2.1. Las categoras sociales estn incluidas, tambin

    ellas, en las famosas capas intermedias, cayendo as en los mis-

    mos errores sealados anteriormente. De este modo, los intelec-

    tuales, en tanto que categora incluida en las capas intermedias

    seran, como estas ltimas, algo al margen o fuera de las clases. El

    problema planteado por la apelacin completamente demaggica,

    a una gran alianza entre clase obrera e intelectuales, sin discrimi-

    nacin, implica que a la menor divergencia entre los intelectuales

    que toman partido por la clase obrera y la direccin del PC, se

    aplica a tales intelectuales automticamente la etiqueta de pe-

    queos burgueses como prueba irrefutable de la raz de sus di-

    vergencias.

  • - 35 -

    4.2.2.2.2.2. Dicho todo lo cual, la cuestin de la alianza clase

    obrera - intelectuales se plantea actualmente en las sociedades

    capitalistas avanzadas de manera particularmente aguda. Es en

    razn de la extensin considerable de esta categora entendida en

    sentido amplio, pero sobre todo en razn de la crisis ideolgica

    que precede o acompaa a la crisis poltica de los burgueses impe-

    rialistas, por lo que son cada vez ms numerosos los intelectua-

    les que se desgajan de la ideologa burguesa y son as suscepti-

    bles de ser ganados para la causa de la clase obrera. Por otra parte,

    parece probable que la forma de alianza tradicional clase obrera-

    intelectuales fundada exclusivamente sobre la pertenencia de

    clase de los intelectuales y reducida a la alianza clase obrera-

    pequea burguesa, y que en consecuencia abandonara la cues-

    tin de los intelectuales como categora social, no basta para re-

    solver el problema.

    Se han propuesto soluciones diferentes: van desde el concepto de

    bloque histrico de Garaudy, que por ello toma anlisis de

    Gramsci, hasta las recientes tesis publicadas por el grupo ita-

    liano del Manifiesto.

    Estas soluciones presentan puntos comunes, y plantean igualmen-

    te una serie de problemas comunes:

    a) En general (pero este es tambin en la actualidad el caso del

    PC) estas soluciones consideran que la alianza clase obrera-

    intelectuales en sentido amplio es prioritaria en relacin a la

    alianza tradicional clase obrera-campesinado pobre y mediano.

    Ciertamente, los dos objetivos no son excluyentes, pero se tratara

    de una readaptacin, de algn modo, del antiguo esquema de la

    tercera internacional: frente nico obrero (en el seno de la clase

    obrera) en principio, y, sobre su base, frente popular (alianza de la

    clase obrera con las otras clases). Solamente aqu la alianza de

    bloque de base es la de obreros-intelectuales, a partir de la cual

    se edifica la alianza entre este bloque y el campesinado. Posicin

    discutible si se tiene a la vez en cuenta el xodo rural y la dis-

    minucin numrica del campesinado y que, por otra parte, lleva

    consigo una serie de ideologas de los intelectuales como casi

    obreros (ciencia = fuerza productiva). Sealemos por otra parte

  • - 36 -

    que Gramsci vea en el bloque histrico la relacin fundamental

    obreros-campesinos.

    b) El bloque histrico obreros-intelectuales se distinguira de

    una simple alianza: mientras que la alianza implica una distin-

    cin y una autonoma particulares de los miembros con intereses

    especficos y organizaciones propias, el bloque histrico significa

    un vnculo y una soldadura orgnica de los miembros con intere-

    ses idnticos a largo plazo.

    Pero por una parte nada prueba que actualmente la pequea bur-

    guesa intelectual vea disolverse sus intereses propios en los de la

    clase obrera, pese al hecho de que es cada vez ms susceptible de

    colocarse al lado de la clase obrera.

    Por otra parte, si es verdad que esta solucin trata de sobrepasar la

    distincin obreros-intelectuales, reproducida en el seno de las

    organizaciones polticas, no es menos cierto que es puramente

    verbal. El debate, que no es otra cosa que el de las formas de or-

    ganizacin de la clase obrera, queda abierto.

  • - 37 -

    V

    LAS CLASES DOMINANTES

    Por fin, son necesarias algunas notas concernientes, esta vez, a las

    clases dominantes, sobre todo la burguesa. Tambin sobre este

    campo, el marxismo establece ciertas distinciones que evitan los

    anlisis esquemticos.

    5.1. El problema importante concierne aqu al funcionamiento de

    la burguesa industrial, comercial y financiera, al cual por otra

    parte se aade, sin abolirle enteramente, el existente entre el gran

    capital y el mediano bajo el capitalismo monopolista.

    Pero cuando se habla de la burguesa como clase dominante no

    hay que olvidar que de hecho se trata de una alianza entre varias

    fracciones burguesas dominantes, que participan en la dominacin

    poltica. Por otra parte, en los comienzos del capitalismo, esta

    alianza en el poder, a la que se puede designar con el trmino de

    bloque del poder, inclua tambin frecuentemente otras clases

    adems de la burguesa: sobre todo la aristocracia tradicional.

    Pero la cuestin importante es que esta alianza de varias clases y

    fracciones todas dominantes no puede funcionar regularmente

    ms que bajo la direccin de una de estas clases o fracciones: es

    la fraccin hegemnica, la que unifica, bajo la direccin de ella

    misma, la alianza por el poder, garantizando el inters general de

    la alianza, y aquella en particular en que el Estado garantiza, por

    excelencia, los intereses especficos.

    Las contradicciones internas de las fracciones dominantes, y su

    lucha interna por ocupar el lugar hegemnico, tienen ciertamente

    un papel secundario en relacin con la contradiccin principal

    (burguesa-proletariado), pero este papel sigue siendo importante.

  • - 38 -

    En efecto, las diversas formas de Estado y formas de rgimen,

    como lo seal Marx en el 18 Brumario de Luis Bonaparte, estn

    marcadas por cambios de la hegemona entre las diversas fraccio-

    nes burguesas. Tanto ms, por otra parte, cuanto que dominacin

    econmica y hegemona poltica no se identifican necesariamente

    y de manera mecnica. Una fraccin de la burguesa puede tener

    el papel dominante en la economa, sin tener, por tanto, la hege-

    mona poltica: este fue notoriamente el caso durante mucho tiem-

    po del gran capital monopolista, dominante en la economa, pero

    no dominante en la poltica, que perteneca mientras tanto a tal o

    cual fraccin del capital medio. Esto resulta particularmente claro

    cuando, por ejemplo, se examina el gaullismo.

    Lo que habra de subrayarse con fuerza es que la alianza en el

    poder entre clases y fracciones dominantes bajo la direccin de

    una fraccin hegemnica, a los intereses de la cual corresponde

    ms particularmente el aparato del Estado, es una coordenada

    permanente de la forma de dominacin burguesa. Hablar, espe-

    cialmente, de la fraccin hegemnica no debe hacer olvidar que

    ella no es la nica fuerza dominante, sino solamente la fuerza

    hegemnica del gran capital. Las contradicciones entre el gran y

    el medio capital no son ms que la forma actual de las contradic-

    ciones entre fracciones burguesas dominantes.

    Sera necesario subrayar este elemento, en razn de ciertos anli-

    sis actuales que conciernen al capitalismo monopolista de Esta-

    do y a la alianza antimonopolista. En efecto, estos anlisis, no

    hablando casi ms que de la fraccin hegemnica, el gran capital,

    pasando en silencio a las otras fracciones burguesas dominantes.

    No distinguiendo as entre fraccin hegemnica y fracciones do-

    minantes se llega a esto: se considera, de algn modo, que el lugar

    de dominacin poltica est ocupado solamente por el gran capi-

    tal, y que las otras fracciones burguesas estn excluidas de dicha

    dominacin.

    La cuestin es de envergadura y no se ocultan las consecuencias

    polticas de ah emanadas: la preconizacin de una larga alianza

    antimonopolista, extensiva al capital medio y a sus repre-

    sentantes polticos, bautizados para esta ocasin como burguesa

  • - 39 -

    liberal, demcratas sinceros, etctera, dispuestos a despojar

    del poder a las doscientas familias, consideradas como la nica

    fraccin dominante. De este modo, las alianzas estratgicas

    cuestin completamente distinta a la de los compromisos tcti-

    cos de la clase obrera se extenderan hasta las fracciones bur-

    guesas dominantes, el capital medio. Se sabe que es esta, dicho

    grosso modo, la va defendida por los PC occidentales en defensa

    de la democracia avanzada.

    Ciertamente, las cosas no se presentan en general de un modo tan

    brutal, pero no son menos brutales por ello, como puede verse en

    el Manual de Economa Marxista de que hablamos. En efecto,

    cuantas veces toca el tema de la dominacin poltica, slo men-

    ciona a los grandes monopolios. Por el contrario, siempre que

    habla de un capital que no es el gran capital solamente se busca

    la alianza en el pequeo capital. Pero es preciso entenderse con

    estas palabras. Si entiende por pequeo capital a la pequea

    burguesa artesanal, manufacturera y comercial, la bsqueda de

    esta alianza es justa, pues, en efecto, este pequeo capital, la

    pequea burguesa, no pertenece al capital sin ms, es decir, a las

    fracciones de la burguesa. Pero el empleo de este trmino de pe-

    queo capital tiene aqu una funcin completamente distinta: no

    hablando ms que de grandes monopolios y de pequeo capi-

    tal, es decir, escamoteando el capital medio, se deja entender

    que todo lo que no pertenezca a los grandes monopolios, nica

    fraccin dominante, formara automticamente parte del peque-

    o capital susceptible de alianza con la clase obrera, incluyendo

    as en este pequeo capital al capital medio. Por otro lado, las

    raras ocasiones en que el Manual habla de capital medio (Tomo I,

    p. 223) es para situarle expresamente del mismo lado que el pe-

    queo, en su contradiccin supuesta comn al gran capital.

    5.2. Por tanto, la localizacin precisa de la fraccin hegemnica

    del bloque en el poder plantea problemas difciles, tanto ms por

    cuanto que la clase o fraccin hegemnica puede distinguirse de

    la clase o fraccin reinante.

    En efecto, se entiende por clase o fraccin reinante aquella en que

  • - 40 -

    est el alto personal de los aparatos de Estado, el personal

    poltico en sentido amplio. Pero esta clase o fraccin puede dis-

    tinguirse de la clase o fraccin hegemnica. Marx nos dio un

    ejemplo primero en el caso de la Gran Bretaa a finales del siglo

    pasado: mientras que es la burguesa financiera los bancos la

    que constituye la fraccin hegemnica de clase, el alto personal

    de la administracin, del ejrcito y de la diplomacia, etc., se reclu-

    ta en el seno de la aristocracia, que ocupa as el lugar de la clase

    reinante. El caso puede presentarse igualmente con la hegemona

    del gran capital monopolista: frecuentemente, en este caso, el alto

    personal del Estado contina siendo reclutado en el seno del capi-

    tal medio, de la burguesa media. Incluso, en casos excepcionales,

    este personal poltico es reclutado en el seno de una clase que no

    forma parte del bloque del poder: tal fue claramente el caso del

    fascismo en que, bajo la hegemona del gran capital, la pequea

    burguesa, clase reinante, proporcion, mediante el partido fas-

    cista, los cuadros superiores de los aparatos de Estado.

    Esta distincin entre clase o fraccin hegemnica por una parte y

    clase o fraccin reinante por otra, que acaba finalmente en la es-

    trategia de alianzas y compromisos necesaria para el estableci-

    miento de la hegemona, es importante. Si se la olvida, se llega a

    dos resultados:

    5.2.1. A no poder explicar, bajo las apariencias de la escena pol-

    tica, la verdadera hegemona, concluyendo que la clase que ocupa

    las cumbres del personal estatal es la clase o fraccin hegem-

    nica. As, por ejemplo, en el caso mencionado del fascismo, va-

    rios autores y hombres polticos socialdemcratas han acabado

    considerando el fascismo como la dictadura de la pequea bur-

    guesa: obnubilados por el lugar de clase reinante ocupado por la

    pequea burguesa, han identificado este lugar con el de la hege-

    mona real del gran capital. Pero en las otras formas de Estado

    igualmente, el lugar de la fraccin reinante, ocupado por la bur-

    guesa media, ha enmascarado frecuentemente el hecho de que

    este reino recubra la hegemona poltica del gran capital (caso

    patente, el New Del bajo Roosevelt en USA).

    5.2.2. A querer descubrir a cualquier precio la hegemona polti-

  • - 41 -

    ca en el hecho de que la fraccin hegemnica misma debera pro-

    porcionar automticamente, de su propio seno, las cumbres del

    aparato por los miembros mismos de los grandes monopolios.

    Pero esta tendencia est lejos de ser generalizable e incluso pre-

    dominante: no hay ms que mencionar la hegemona poltica de

    los grandes monopolios que, frecuentemente, se realiza actual-

    mente en los gobiernos socialdemcratas (Austria, Alemania,

    Suecia, Gran Bretaa bajo Wilson), es decir, bajo un personal

    poltico reclutado ampliamente de la burguesa media e incluso

    pequea, por no decir que hasta de la misma aristocracia obrera.

    Se sabe por otra parte que, incluso en Francia, en razn de la

    constitucin particular de la burocracia y de los cuerpos del

    Estado, y de los compromisos del tipo jacobino entre burguesa

    y pequea burguesa, las cumbres del aparato del Estado estn an

    ocupadas en gran medida por miembros de origen de la burguesa

    pequea e incluso media.

    Pero lo que es importante es que este hecho, intil de negar, no

    impide el establecimiento de la hegemona poltica del gran capi-

    tal: en efecto, negar este hecho considerando que la hegemona

    poltica no puede sino identificarse en el lugar de fraccin o clase

    reinante dara lugar a crticas tan justificadas como intiles. De

    hecho, la correspondencia entre los intereses de la fraccin hege-

    mnica, de los grandes monopolios en encuentro, y de la poltica

    del Estado, no est fundada sobre una cuestin de vnculos perso-

    nales: depende fundamentalmente de una serie de coordenadas

    objetivas concernientes al conjunto de la organizacin de la eco-

    noma y de la sociedad bajo el influjo de los grandes monopolios,

    y el papel objetivo del Estado a tal efecto. El Estado no constituye

    un simple instrumento que la fraccin hegemnica no podra

    adaptar a sus intereses ms que tenindole, en el sentido fsico,

    personalmente en mano. Por el contrario, es la razn de sus

    funciones objetivas dentro del sistema social en su conjunto, la

    que hace que el Estado no pueda, en una sociedad organizada bajo

    el influjo de los monopolios ms que servir finalmente a sus in-

    tereses. El problema, por otra parte, de la diferenciacin eventual

    entre clase o fraccin reinante y la hegemnica reproduce as la

    cuestin ya mencionada a propsito de las categoras sociales tal

  • - 42 -

    como la burocracia administrativa: la de su autonoma relativa

    con respecto a las clases y fracciones a que pertenecen sus miem-

    bros. En razn del papel objetivo del Estado, estas categoras sir-

    ven as a los intereses hegemnicos, en contradiccin frecuente

    con los de su clase o fraccin.

    Eso no quiere decir, sin embargo, que el hecho de que el alto per-

    sonal del Estado tenga tal o cual pertenencia de clase o fraccin

    de clase sea indiferente. Est claro, por ejemplo, que la in-

    terpretacin actual creciente entre los miembros y los agentes

    directos de los monopolios y el personal del Estado tiene sus ra-

    zones: facilita la aglutinacin de los monopolios por el Estado.

    Pero hay que darse cuenta de que esta cuestin no es la ms im-

    portante. As, por ejemplo, un gobierno popular no podra limi-

    tarse a simples modificaciones en el alto personal de estado, cre-

    yendo por ello que las simples buenas intenciones polticas bastan

    para hacer cambiar las cosas: se trata por el contrario de transfor-

    mar las estructuras mismas del Estado y las de la sociedad. Por

    otro lado, est claro igualmente que estas transformaciones no

    pueden ser llevadas adelante con xito dejando al aparato y al

    personal estatal intactos: se sabe que las transformaciones estruc-

    turales que no evitan el personal reaccionario del Estado pueden

    ser perfectamente inoperantes. Uno puede comprender la impor-

    tancia de este tema si relee los textos de Lenin concernientes al

    empleo de los especialistas burgueses en el aparato del Estado

    obrero.

    5.2.3. Por fin, aadamos algunas notas concernientes a la forma

    de expresin de las contradicciones entre clases y fracciones do-

    minantes, hegemnicas, reinantes en el seno del aparato de Es-

    tado. Se tratar de simples notas indicativas, pues no se trata aqu,

    en este texto sobre las clases sociales, de entrar en un examen del

    problema del Estado, sino solamente de elucidar su papel en la

    reproduccin de las clases sociales.

    Lo que sera necesario, en efecto, tomar en consideracin es que

    el Estado est compuesto por varios aparatos; dicho brevemente,

    por el aparato represivo y los aparatos ideolgicos, teniendo el

    aparato represivo como papel principal la represin, mientras que

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    los aparatos ideolgicos tienen como papel principal la elabora-

    cin e inculcacin ideolgicas.

    Citemos, entre los aparatos ideolgicos, las iglesias, el sistema

    escolar, los partidos polticos burgueses y pequeoburgueses, la

    prensa, la radio, la televisin, las editoriales, etc. Estos aparatos

    pertenecen al sistema estatal en razn de su funcin objetiva de

    elaboracin e inculcacin ideolgica, independientemente del

    hecho de que, desde el punto de vista jurdico formal, estn estati-

    zados pblicos o mantengan un carcter privado.

    El aparato represivo comprende, l mismo, varias ramas especia-

    lizadas', el ejrcito, la polica, la administracin, la magistratura,

    etc.

    Pero ya habamos constatado que el terreno de la dominacin po-

    ltica no est ocupado por la sola clase o fraccin hegemnica,

    sino por un conjunto de clases o fracciones dominantes. Por esto,

    las relaciones contradictorias entre clases y fracciones se expresan

    como relaciones de poder, en el seno de los aparatos y de sus

    ramas. Eso quiere decir que estos aparatos y ramas no cristalizan,

    todos ellos, el poder de la clase o fraccin hegemnica, sino que

    pueden expresar el poder y los intereses de otras clases o fraccio-

    nes dominantes. En este sentido puede hablarse de una autonoma

    relativa de los diversos aparatos y ramas entre ellos, en el seno

    del sistema esttico, y de una autonoma relativa en el conjunto

    del Estado en relacin con la clase o fraccin hegemnica.

    Tomemos algunos ejemplos: en el caso de una alianza o de un

    compromiso burguesa-aristocracia rstica en los comienzos del

    capitalismo, la administracin burocrtica central ha constituido el

    asie