Nietzsche, Crepúsculo de los ídolos

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Resumen y comprensión del texto Nietzsche, Crepúsculo de los ídolos El problema de Sócrates Crítica del ‘sabio’ Sócrates, de la sabiduría socrática, de la filosofía - Sócrates es decadente , representa la época de la decadencia de Atenas o La decadencia de Atenas se atribuía a su degeneración por la anarquía de los instintos, a la falta de un orden en los instintos (falta de unidad, defensa de los intereses particulares) o Sócrates se consideraba un buen griego (ateniense). El prototipo de ciudadano ateniense era ser “bueno y hermoso”. Pero, según Nietzsche, Sócrates era “feo y vicioso”; ni siquiera era de buena familia (aristócrata). — Era ‘malo’ en los dos sentidos en que Nietzsche usa el término: de mala raza, de clase baja (un plebeyo); y un malvado, perverso (con un criminal lo compara Nietzsche). Además, los antiguos helenos (la tradición, la costumbre) se guiaban por los instintos. - Sócrates es decadente porque es contrario a la vida, se opone a ella o Dice no temer a la muerte o Según Nietzsche, debía estar enfermo o ser débil o Pero, según Nietzsche, no es sabio pretender juzgar o valorar críticamente la vida, como si ésta fuera cuestionable: la vida es el presupuesto fundamental incuestionable o Se enfrenta a la vida reprimiendo y ordenando los instintos por completo mediante la razón (autodominio). Debido al principio de la racionalidad absoluta, en él no hay espontaneidad, autenticidad, naturalidad, sino segundas intenciones (perversión), resentimientos (malicia), venganza (no justicia)… Para Sócrates, la felicidad se alcanza mediante la virtud, que es el dominio racional de los instintos. o Sócrates implanta la dialéctica como método: la argumentación racional. Este método es insolente, pues no atiende a autoridades, ni a regímenes establecidos (aristocráticos), sino que pone a todos “democráticamente” por iguales, encauzando todos los enfrentamientos hacia la disputa racional: dar y pedir razones. Todos los demás poderes o virtudes quedan desplazados (y absorbidos) por el poder de la razón. La dialéctica es una forma decadente de ejercicio del poder, pues beneficia a los físicamente más débiles, que son los que, por no poder imponerse mediante la fuerza física, no tienen más

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Resumen y compre nsión del texto

Nietzsche, Crepúsculo de los ídolos

El problema de S ócrates

Crítica del ‘sabio’ Sócrates, de la sabiduría socrática, de la filosofía

- Sócrates es decadente, representa la época de la decadencia de Atenas

o La decadencia de Atenas se atribuía a su degeneración por la anarquía de los

instintos, a la falta de un orden en los instintos (falta de unidad, defensa de

los intereses particulares)

o Sócrates se consideraba un buen griego (ateniense). El prototipo de

ciudadano ateniense era ser “bueno y hermoso”. Pero, según Nietzsche,

Sócrates era “feo y vicioso”; ni siquiera era de buena familia (aristócrata). —

Era ‘malo’ en los dos sentidos en que Nietzsche usa el término: de mala raza,

de clase baja (un plebeyo); y un malvado, perverso (con un criminal lo

compara Nietzsche). Además, los antiguos helenos (la tradición, la costumbre)

se guiaban por los instintos.

- Sócrates es decadente porque es contrario a la vida, se opone a ella

o Dice no temer a la muerte

o Según Nietzsche, debía estar enfermo o ser débil

o Pero, según Nietzsche, no es sabio pretender juzgar o valorar críticamente la

vida, como si ésta fuera cuestionable: la vida es el presupuesto fundamental

incuestionable

o Se enfrenta a la vida reprimiendo y ordenando los instintos por completo

mediante la razón (autodominio). Debido al principio de la racionalidad

absoluta, en él no hay espontaneidad, autenticidad, naturalidad, sino

segundas intenciones (perversión), resentimientos (malicia), venganza (no

justicia)… Para Sócrates, la felicidad se alcanza mediante la virtud, que es el

dominio racional de los instintos.

o Sócrates implanta la dialéctica como método: la argumentación racional. Este

método es insolente, pues no atiende a autoridades, ni a regímenes

establecidos (aristocráticos), sino que pone a todos “democráticamente” por

iguales, encauzando todos los enfrentamientos hacia la disputa racional: dar y

pedir razones. Todos los demás poderes o virtudes quedan desplazados (y

absorbidos) por el poder de la razón. La dialéctica es una forma decadente de

ejercicio del poder, pues beneficia a los físicamente más débiles, que son los

que, por no poder imponerse mediante la fuerza física, no tienen más

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remedio que desarrollar la inteligencia, pero también el resentimiento y la

venganza. —No son “mejores” que los fuertes, los brutos… sino solamente

“distintos” y, eso sí, vitalmente más débiles, por ello contribuyen a la

evolución descendente del ser humano.

o El éxito de Sócrates se debe a que incita el instinto griego de competición, a

través de las disputas dialécticas. Por otro lado, su método de la racionalidad

por principio no es fácil de aceptar por sí mismo, pero acaba asumiéndose

como posible solución para la situación de crisis que se vivía en Atenas por la

contraposición anárquica de los impulsos irracionales.

o Sin embargo, según Nietzsche, la solución socrática no resuelve realmente el

problema, sino que es otra forma de enfermedad: no se pueden reprimir los

instintos por completo, pues la verdadera felicidad sólo puede basarse en la

(correcta) satisfacción de los instintos naturales. La solución socrática es,

pues, antivital y decadente.

§ 1. Los (supuestos) ‘sabios’ son decadentes (contrarios a la vida)

Los sabios se oponen a la vida, juzgan que no tiene valor, porque deben estar enfermos, son

decadentes.

Los (supuestamente) ‘sabios’ juzgan que la vida no vale nada (cansancio de la vida, oposición a

la vida, la vida es una larga enfermedad).

La oposición a la vida es síntoma o indicio de algo patológico (algo ha de estar enfermo).

Creen que porque estén todos de acuerdo (consenso) en algo, ya por eso va a ser verdad.

Pero ‘nosotros’ (los vitalistas) pensamos que habría que examinarlos (clínicamente), pues

deben estar enfermos e incluso moribundos (carentes de vitalidad, están perdiendo la vida)

para pensar así: son decadentes.

Términos básicos: vida, decadencia, verdad o verdadero.

Términos auxiliares: ‘sabios’, juzgar, síntoma o indicio , enfermedad.

§ 2. Esos (supuestos) ‘sabios’ no son auténticamente sabios, pues pretenden juzgar la vida, y

el valor de la vida no lo podemos medir, siendo nosotros seres vivos

Lo que digan los sabios, aunque estén todos de acuerdo, no por eso es verdadero: los sabios

que pretenden juzgar el valor de la vida, demuestran no ser auténticamente sabios, sino

ignorantes, pues semejante juicio no es posible para seres vivientes, ya que no pueden adoptar

una posición o una actitud imparcial ante la vida (que ellos mismos viven). —La vida es un

presupuesto básico, es el principio fundamental.

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La idea de que los ‘sabios’ son una manifestación de la decadencia viene de reconocer

concretamente a Sócrates y Platón como síntoma de la decadencia griega ateniense, y, por

tanto, como pseudogriegos (falsos griegos) o incluso antigriegos (ellos, que se presentaban

como defensores de lo griego, como los auténticos griegos –los aristócratas griegos…-).

El acuerdo (consenso) de los ‘sabios’ no demuestra que tengan razón, sino que coincidían en

tener la misma patología fisiológica (enfermedad), que les obligaba a tener que adoptar una

actitud negativa ante la vida (antivital).

Pero los juicios de valor acerca de la vida no pueden ser verdaderos, sino que sólo son un

síntoma de algo patológico, como es el pretender haber adoptado una distancia o una

separación respecto de la vida, de haberse apartado de ella. Nosotros no podemos medir el

valor de la vida, es absurdo pretender juzgarla, pues nosotros mismos somos vivientes:

seríamos juez y parte. No podemos apartarnos de la vida, distanciarnos de ella para juzgarla

imparcialmente. El valor de la vida no es un problema. Por el contrario, pretender hacer este

juicio demuestra una falta de (auténtica) sabiduría. Por ello, los supuestos ‘sabios’ no son

auténticamente sabios.

Términos básicos: vida, decadencia, Sócrates.

Términos auxiliares: sabios, griegos (pseudogriegos, antigriegos, juicios de valor), síntomas,

enfermedad.

—Indagar sobre la decadencia de Atenas.

§ 3. Sócrates era decadente: no era un auténtico (aristócrata) griego (bueno y bello), como

pretendía, sino que era de clase baja (feo y vicioso)

Sócrates no era un (aristócrata) griego (bueno y bello), sino, por el contrario, un plebeyo, feo y

vicioso: un criminal.

Sócrates era de ascendencia plebeya. No era un auténtico griego (un aristócrata).

En contra de lo que se tenía como característico del modelo de griego (“bueno y bello”),

Sócrates era feo y vicioso (un criminal típico).

—La fealdad es expresión de falta de pureza en la raza, de una evolución descendente

(decadencia o degeneración). También se considera que los criminales suelen ser feos,

monstruosos.

—Un extranjero le echó en cara que era un monstruo y que escondía en su interior los peores

vicios y deseos. Y Sócrates mismo le reconoció que era cierto.

Términos básicos: evolución descendente (decadencia), Sócrates.

Términos auxiliares: griego, feo-criminal-vicioso.

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§ 4. Rasgos de decadencia en Sócrates

El carácter decadente de Sócrates (antigriego) se manifiesta en su intento de resolver el

(actual) desorden y la anarquía de los instintos, por principio, de manera generalizada, para

siempre, mediante la razón. Pero este no es más que un planteamiento reactivo, exagerado,

desproporcionado, que pervierte el orden natural (instintivo) que siempre ha reinado antes

entre los antiguos griegos.

Síntomas de decadencia (falta de vitalidad) (en Sócrates):

- El desorden y la anarquía entre los instintos [reconocido por Sócrates en el párrafo

anterior] es síntoma de degeneración.

- La superfetación de lo lógico (racional). —La potenciación de lo racional (frente a lo

instintivo).

- La malignidad-de-raquítico [párrafo anterior: feo y vicioso; malo –de mala calidad- y

malvado (perverso)].

- Todo en él tiene segundas intenciones (carácter perverso, malvado), es subterráneo

(oculto, escondido). —[Carácter reactivo, resentido y mental (interior, anímico,

intelectual, racional)].

- Presupuesto de que Razón = Virtud = Felicidad: la felicidad se alcanza mediante la

virtud, que es el dominio de los instintos por la razón. —Los instintos de los antiguos

helenos lo desmienten.

Términos básicos: razón e instinto, malo-malvado, razón-virtud-felicidad, decadencia, Sócrates.

§ 5. Sócrates implanta la dialéctica, que es un recurso plebeyo

La dialéctica es la forma insolente de dar y exigir razones de quienes no tienen la autoridad y el

poder de imponer las cosas por sí mismos y necesitan justificaciones. Cuando algo necesita ser

demostrado es que no tiene valor por sí mismo. Con la dialéctica, propia del modo de vida

democrático (plebeyo) se pierde, por tanto, el modo de vida aristocrático, de las buenas

costumbres.

Con Sócrates cambia el gusto griego de aristocrático a plebeyo [democrático], por su

inclinación hacia la dialéctica.

Entre los aristócratas, la dialéctica se considera como malas maneras, pues, con ella, los

jóvenes se ponen insolentes, faltan al respeto de la autoridad superior. Por eso, se evitaba

enseñar la dialéctica a los jóvenes.

Las cosas y las personas honradas , la autoridad y las buenas costumbres… no requieren

razones. Es indecente dar o pedir razones. Lo que tiene que ser demostrado (racionalmente) es

que tiene poco valor por sí mismo.

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La dialéctica es una habilidad plebeya [democrática], porque pone al inferior al mismo nivel

que el superior, pues, por un lado, le permite dar argumentos y defender o justificar así su

postura; y, por otro lado, le permite exigir argumentos al que está arriba, pedirle cuentas. Así,

el inferior puede justificar su conducta; y el superior debe justificarla. —No le basta imponerla.

Términos básicos: dialéctica, Sócrates.

Términos auxiliares: aristocrático-plebeyo.

§ 6 La dialéctica sólo se usa por necesidad, por impotencia

La dialéctica es sólo legítima defensa, recurrir a la fuerza del derecho, cuando ya no tiene

fuerzas por sí mismo para realizar o imponer su voluntad. —Cuando uno no puede o no

consigue imponerse, entonces trata de ser razonable, de convencer a los demás.

La dialéctica, en realidad, no es convincente, desconfía, por eso exige razones.

Sólo se recurre a ella cuando las cosas, las personas, no valen o imperan por sí mismas. Quien

puede hacer su voluntad, no necesita dar explicaciones.

La dialéctica es sólo legítima defensa, de los que no tienen ya otro recurso para realizar o

imponer su voluntad. Sólo cuando uno no tiene fuerza por sí mismo, entonces recurre a la

fuerza del derecho.

Pero, ¿acaso fue Sócrates un dialéctico?

Términos básicos: dialéctica.

§ 7. La dialéctica socrática es una forma de poder reaccionario, resentido, vengativo

La dialéctica encierra un poder (decadente), pues al llevar la disputa al terreno de las razones,

de la inteligencia, consigue anular los otros poderes del adversario. Es, por tanto, una forma de

imposición de los que no tienen autoridad por sí mismos, otros poderes que los de la razón.

¿Es entonces Sócrates, con su dialéctica, un rebelde, un plebeyo resentido, vengativo, contra

los aristócratas?

La dialéctica es un instrumento implacable, tirano (es una forma de poder, de ejercer un

poder, aunque decadente): al imponer la vía de la razón (de la inteligencia), el dar razones:

- Le obliga a tener que demostrar que no es un idiota (a justificarse). Ridiculiza al

adversario, lo hace rabiar.

- Lo deja sin (otros) recursos propios (posibles) de defensa.

- El dialéctico le quita a su adversario poder (poder de su inteligencia).

¿No será, pues, la dialéctica socrática, más que una forma de venganza?

Términos básicos: dialéctica, Sócrates, activo-reactivo, resentimiento-venganza, poder

(decadente), inteligencia.

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Términos auxiliares: aristócratas-plebeyos.

§ 8. Sócrates fascinaba a los jóvenes aristócratas porque excitaba el impulso griego de la

competitividad

Sócrates fascinaba a los jóvenes aristócratas griegos pues mediante las disputas dialécticas

estimulaba el instinto griego antiguo de competición.

Pero Sócrates resultaba fascinante:

- Los aristócratas antiguos griegos tenían una inclinación natural hacia la competición.

- Sócrates incitaba a los jóvenes a competir mediante la dialéctica (arte de la disputa

racional).

- Por eso, Sócrates era un “erótico”: excitaba un instinto de los griegos.

Términos básicos: Sócrates, instinto-razón.

Términos auxiliares: aristócratas-plebeyos.

§ 9. Sócrates es una manifestación ejemplar de la decadencia (aristocrática) de Atenas

Sócrates reconoció en Atenas la misma situación decadente de que estaba el afectado: la

anarquía de los instintos. Y trató de dar una solución: conseguir el dominio de los instintos por

la razón. Pero, su solución, en realidad, era peor que el problema en sí mismo, no más que un

truco, y, sin embargo, fascinó a los demás. Y, así, llegó a hacerse necesario para los demás

(para los aristócratas griegos).

El problema de Atenas se debía a la degeneración producida por la anarquía de los instintos:

éstos tratan de imponerse por sí mismos, sin control alguno, como unos tiranos, volviéndose

unos contra otros y llevando hacía el exceso.

Sócrates, que había reconocido padecer este mismo mal —albergar los peores instintos en su

interior [ver párrafo 3]—, lo resolvió personalmente con el autodominio de sus instintos

mediante la razón (contratirano de los instintos). Eso es la virtud: hacerse uno dueño de sí

mismo.

Recomendando esta fórmula a los demás, llegó a hacerse dueño de todos.

Pero, en realidad, esto no era más que un truco para la autoconservación, sólo una apariencia

de cura.

Términos básicos: Sócrates, decadencia, instinto-razón.

Términos auxiliares: aristócratas-plebeyos, remedio-enfermedad.

Page 7: Nietzsche, Crepúsculo de los ídolos

§ 10. La necesidad de Sócrates (racionalidad, moralidad) frente a la confusión de los instintos

indica que se está en una situación de crisis

La elección por la racionalidad como método no es libre, espontá nea, sino forzada por una

situación de crisis o enfermedad, que es el desorden en los instintos: la opción es o perecer o

ser absurdamente racionales. Pero esta opción es además fanática —intenta someter a todo

instinto— y, por ello, no es mejor y no resuelve correctamente el problema, sino que se

convierte en otro problema, otra enfermedad.

La necesidad de hacer de la razón un tirano indica que existe el peligro de que otra cosa (los

instintos, de manera contradictoria) haga también de tirano.

La racionalidad no se elige libremente, sino sólo por necesidad, como cura o remedio, por

padecer una enfermedad. El fanatismo por la racionalidad revela que se debe estar en crisis,

en peligro, es decir, que sólo se tiene una opción: o perecer o ser absurdamente racionales.

La opción de la racionalidad, aunque se presenta como inevitable, no es mejor, no resuelve

correctamente el problema.

El predominio de la racionalidad (el moralismo griego platónico y su aprecio hacia la dialéctica)

está patológicamente condicionada (se hace necesario por padecer una enfermedad).

El presupuesto de que Razón = Virtud = Felicidad (característico de Sócrates: ver párrafo 4)

supone la adopción de Sócrates como modelo que es necesario imitar. Según este

presupuesto, es necesario enfrentar la luz de la razón o la inteligencia (claridad, lucidez) a la

oscuridad (inconsciencia) de los apetitos, de los instintos, que conducen hacia abajo.

Términos básicos: instinto-razón, razón-virtud-felicidad, Sócrates, dialéctica, moralidad.

Términos auxiliares: remedio-enfermedad, luz-oscuridad, inconsciente.

§ 11. Sócrates no remedia la decadencia, sino que contribuye a ella, pues el principio de la

racionalidad contra todo instinto elimina la fuente de la felicidad en la vida ascendente

Sócrates no resolvía realmente el problema de la decadencia de Atenas, pues, en la vida

ascendente, son los instintos los que producen la felicidad, y la racionalidad socrática, aplicada

por principio, lucha contra todo instinto. Por tanto, es también decadente.

Sócrates y el cristianismo (toda “moral-del-mejoramiento”) fueron malentendidos:

- Sócrates no era realmente un médico, un salvador: su solución contra la decadencia

no era una verdadera cura, sino sólo otra enfermedad, otra forma de expresión de la

decadencia.

- La “racionalidad a toda costa (por principio)”, el tener que oponerse a todo instinto

siempre, no produce verdadera salud, virtud, ni verdadera felicidad, pues, mientras la

vida asciende, es el instinto el que produce la felicidad.

Términos básicos: instinto-razón, Sócrates, decadencia, felicidad

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Términos auxiliares: remedio-enfermedad, “moral-del-mejoramiento” (ver más adelante, el

último epígrafe del texto de Nietzsche).

§ 12. La sabiduría socrática no es más que un engaño, pues es contraria a la vida

La sabiduría socrática no es más que un autoengaño; Sócrates no era más que un enfermo

crónico, pues amaba la muerte.

Sócrates fue siempre contrario a la vida, amaba la muerte. Fue siempre un enfermo.

Su sabiduría no es más que es un engaño.

No era él médico, sino que consideraba que era la muerte la que todo lo curaba.

Términos básicos: Sócrates.

Términos auxiliares: ‘sabiduría’, remedio-enfermedad.

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La “razón ” en la filos ofía

Según Nietzsche, la filosofía se caracteriza:

1) Por su falta de sentido histórico.

2) Por confundir el problema (histórico) del origen con el problema (filosófico) del

principio o la causa de las cosas (la finalidad, la idea, la esencia de las cosas…).

Ambos errores tienen en común el prejuicio de que los sentidos nos engañan y que sólo la

razón nos permite acceder al mundo verdadero (considerado como meta-físico). Sin

embargo, según Nietzsche, es más bien la razón la que nos engaña creando ficciones,

mientras los sentidos no hacen más que testimoniar la única realidad que hay, que es el

mundo que se nos manifiesta, el mundo aparente. Para Nietzsche, lo ‘aparente’ no es falso,

pero lo ‘ideal’ o ‘mental’ sí lo es. La razón es espontánea y crea o inventa sus objetos; los

sentidos nos dan perspectivas (diferentes) de la realidad. Los sentidos son la base de la ciencia

(empírica); la razón, sin ellos, al margen de ellos, no puede crear más que monstruos.

La consideración del mundo aparente como erróneo o engañoso se debe a los prejuicios que

la razón (lógos) proyecta sobre la realidad, a través de las categorías de la gramática del

lenguaje (lógos).

Giro copernicano: los conceptos metafísicos proyectan las categorías de la gramática a la

realidad (p. ej. la distinción entre sujeto y predicado o entre agente y acción, la idea de un

“yo” sustancial, que también transferimos a las cosas como sustancias, la idea general de

ser…). En realidad, se trata de conceptos añadidos por el sujeto a partir de la gramática, para

nuestra comprensión intelectual del mundo (idealismo trascendental). El nuevo mundo que

resulta de ello nos lleva a pensar que el mundo sensible, aparente, es falso. —Yo > sustancia >

ser; voluntad > causa; perfección > Dios… (la voluntad no es más que una palabra; el concepto

de Dios viene en definitiva de la gramática).

Los conceptos (filosóficos, metafísicos) (cfr. las categorías de Kant) son como ídolos, que nos

dan una visión fetichista de la realidad (prejuiciosa, estereotipada), pues prescinden de todo

lo que es cambiante y diverso, que sólo los sentidos nos pueden ofrecer. Con la abstracción

de lo concreto, la razón se aleja de la realidad y no genera más que palabras vacías de todo

contenido real, singular; como momificaciones que pretenden fijar la realidad de una manera

rígida (unitaria y permanente). —Los filósofos rehúyen el cambio (el devenir: la historia), en

busca de esencias permanentes (como las Ideas de Platón), realidades ideales, lo que son (o

más bien deben ser) las cosas. La visión de los filósofos pretende ser la perspectiva

(verdadera) de la realidad desde la eternidad (sub specie aeterni).

Los filósofos valoran más los conceptos más abstractos (más vacíos, menos reales). Y forma

parte de su consideración hacia ellos el concebirlos como originales, como principios de todas

las cosas, como no causados por otros, no dependientes (causa sui). P. ej. el concepto

metafísico por antonomasia: ‘Dios’.

La idea de un mundo verdadero , inventado por la razón, fuera del mundo aparente, el

sensible, que es el único real, es decadente, pues se debe al afán por encontrar una vida

Page 10: Nietzsche, Crepúsculo de los ídolos

“mejor” que “esta”. Pero sólo “esta” es la vida real. Y la ilusión de una vida ideal nos lleva

hacia la nada e incluso hasta a amar la muerte.

Para el hombre-artista, las apariencias de la realidad no necesitan ser verdaderas; no hay una

visión que sea la verdadera. Las visiones del artista, las apariencias de la realidad, son

versiones de la realidad, perspectivas. El artista trágico acepta, admite, todos los aspectos de

la realidad: lo bueno o favorable y lo malo o desfavorable. El artista trágico es dionisíaco.

§ 1. La filosofía se caracteriza 1) por su falta de sentido histórico, por su rechazo hacia lo

sensible (cambiante y diverso), en busca de un mundo “verdadero” metafísico, permanente

Los filósofos elaboran representaciones conceptuales de las cosas, que son como ídolos,

porque prescinden de todo lo cambiante y sensible, y, por ello mismo, se convierten en falsas

e irreales

Los filósofos carecen de sentido histórico, porque rehúyen por completo la representación de

todo devenir (cambio) en las cosas: la muerte, la procreación, el crecimiento….

Producen representaciones conceptuales, que pretenden darnos la esencia de la cosa “lo que

es”. Y consideran que esta esencia no cambia. Las representaciones de los filósofos pretenden

ser ‘sub specie aeterni’ (perspectivas de las cosas vistas desde lo eterno, completamente

ajenas a cualquier cambio o variación).

Los conceptos no son más que momias. Los filósofos rinden culto a ídolos conceptuales. [Cfr.

Sobre verdad y mentira en sentido extramoral].

Los filósofos creen en el ente, pero consideran que no pueden percibirlo, porque niegan todo

valor a los sentidos, a la sensibilidad (la consideran engañosa, mentirosa, inmoral): consideran

que no nos da el mundo verdadero. —También rechazan el cuerpo.

Términos básicos: sentido histórico, mundo verdadero, ser-devenir, verdad-mentira, razón-

sentidos, conceptos.

Términos auxiliares: ’sub specie aeterni’, ‘lo que es’, ídolos, los filósofos.

§ 2. Los sentidos no mienten, es la razón la que miente, inventa, todo un mundo metafísico

como supuestamente el verdadero: el único mundo que hay es el mundo aparente, sensible

Los filósofos rechazan los sentidos porque sólo se fijan en un aspecto de las cosas (sea el

cambio y la multiplicidad o la permanencia y la unidad). Pero es nuestro juicio ( racional) lo que

falsea el testimonio de los sentidos. No hay más mundo que el aparente (sensible); el mundo

inteligible, metafísico, no es más que una mentira, una ficción, un invento de la razón.

Los filósofos rechazan los sentidos porque muestran cambio y diversidad (los eleatas:

Parménides). Pero Heráclito los rechaza porque muestran lo permanencia y unidad.

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Pero los sentidos no mienten: es nuestro juicio sobre lo que sentimos lo que introduce la

mentira (el error o el engaño).

- La razón falsea el testimonio de los sentidos e introduce la mentira de la unidad, la

coseidad, la sustancia, la permanencia… —Según Heráclito, el ser es una ficción vacía.

El mundo “aparente” [sensible] es el único; el mundo “verdadero” [inteligible , metafísico] no

es más que una mentira añadida… (que introduce un falso dualismo).

Términos básicos: razón-sentidos, mundo aparente-mundo verdadero, conceptos metafísicos

(unidad, permanencia, sustancia, ser…).

Términos auxiliares: los filósofos, Heráclito-Parménides (los eleatas).

§ 3. Los sentidos son la base de la ciencia, gracias a los cuales ésta puede tratar sobre la

realidad. La razón, por sí sola, no genera más que monstruos

Los sentidos son la base de la ciencia. Sin ellos, la razón sola no produce más que monstruos,

en los que no se muestra realidad alguna.

Los sentidos sirven para la observación. El más sutil de todos es el olfato, pero suele ser

despreciado.

La ciencia empírica se basa en el testimonio de los sentidos y luego lo elabora racionalmente.

Cuando la razón prescinde de los sentidos no produce más que monstruos [Goya: “El sueño de

la razón produce monstruos”], como la metafísica, la teo-logía, la psicología, la teoría del

conocimiento, las ciencias formales (la lógica, sobre los signos, y su aplicación, la matemática ).

En estas ciencias no aparece la realidad, ni se llega a plantear el valor de los signos.

Términos básicos: razón-sentidos, ciencia, metafísica, apariencia-realidad.

§ 4. La filosofía se caracteriza también 2) por confundir lo último y lo primero (los conceptos

más abstractos, con los verdaderos principios supremos de las cosas)

Los filósofos valoran más los conceptos más elevados (abstractos: los conceptos metafísicos)

que lo real concreto, y llegan a convertirlos en principios de todas las cosas: p. ej. ‘Dios’ como

causa sui y ens realissimum.

‘Lo último’ son los conceptos más elevados, más generales, más abstractos, más vacíos… a los

que hemos llegado mediante el proceso filosófico de depuración por el que forjamos los

conceptos [cfr. Sobre verdad y mentira en sentido extramoral: metáforas originales que se van

desgastando con el tiempo, por su uso, llegando a perder la consciencia de su carácter

metafórico, de manera que llegan a tomarse por representación fiel de la realidad].

‘Lo primero’ se refiere al comienzo, al principio, a la causa de todo. —Nietzsche distingue entre

el concepto filosófico de origen o principio como causa esencial de las cosas, y el sentido

histórico del origen o el principio como comienzo cronológico fáctico (de hecho).

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La filosofía jerarquiza los conceptos que destila y venera los superiores: considera conceptos e

incluso valores supremos a los más generales o abstractos que puede elaborar (ente, lo

incondicionado, el bien, lo verdadero, lo perfecto…). —Cfr. jerarquía de las ideas en Platón.

La filosofía considera que los conceptos supremos (más valiosos) no pueden proceder de otros

(sería indigno de ellos), no pueden devenir, han de ser permanentes, esenciales, eternos [cfr.

teoría de las ideas de Platón], y, por ello, los considera como principios: causa sui (causa de sí

mismos, se explican por sí mismos, no por ninguna otra cosa).

P. ej. el concepto de “Dios” como causa sui [cfr. también en Aristóteles, el concepto de Dios

como motor inmóvil] o como ens realissimum (ente realísimo).

—Todo esto no es más que fruto de dolencias cerebrales de enfermos tejedores de telarañas

[cfr. Sobre verdad y mentira en sentido extramoral: el orden de los conceptos].

Términos básicos: origen-causa, causa sui, conceptos, conceptos metafísicos (ente, lo

incondicionado, bien, lo verdadero, lo perfecto, Dios, causa sui, ens realissimum).

Términos auxiliares: enfermedad.

§ 5. La consideración del mundo aparente como erróneo se debe a los prejuicios que la razón

proyecta sobre la realidad a través de las categorías de la gramática del lenguaje

Los prejuicios de la razón, que se manifiestan a través del lenguaje, son los que nos inducen a

crear de manera fetichista los conceptos metafísicos como proyección de las categorías

gramaticales. El nuevo mundo dibujado por la seducción y el engaño del lenguaje nos hace

pensar que el mundo sensible, aparente, es erróneo y que el verdadero es el que la razón

proyecta a partir del lenguaje.

Nueva perspectiva sobre el problema del error y la apariencia:

- Antes el cambio y el devenir se tomaba como prueba de mera apariencia, y se

entendía que la apariencia producía engaño, es algo que induce a error.

- Pero, advertencia: es el prejuicio de la razón el que nos fuerza a poner unidad,

identidad, permanencia, sustancia, causa, coseidad, ser… y nos lleva a suponer que ha

de haber verdad y error (nos enreda en la malla del error, de la necesidad de error). —

Pero, ¿por qué ha de haber error?

- Giro copernicano: es el lenguaje el que nos hace proyectar todas esas concepciones

sobre la realidad. El lenguaje nos seduce: nos induce a proyectar sobre las cosas sus

estructuras, los presupuestos de la metafísica del lenguaje, de la razón, en definitiva,

de la gramática (fetichismo).

- P. ej. la distinción entre agente (sujeto) y acción (predicado –verbal-), la creencia en la

voluntad como causa, la creencia en el yo como ser, como sustancia, y la proyección

de este concepto a las cosas, también como “cosas”, sustancias; el concepto de “ser” ,

que deriva del concepto de “yo” y es añadido por el propio pensamiento [como las

categorías de Kant en el idealismo trascendental] como causa.

Page 13: Nietzsche, Crepúsculo de los ídolos

- El error inicial fundamental es pensar que la voluntad es una facultad, que es causa, es

decir, algo que produce efectos. Pero, en realidad, la voluntad no es más que una

palabra (carente de significado) [cfr. Hume, Compendio… § 7]. Con Kant, la causalidad

ha de ser una categoría de la razón, pues no puede extraerse de la experiencia. Platón

supuso en cambio que las categorías racionales debíamos haberlas obtenido de una

vida anterior más elevada (la razón nos hace divinos, superiores).

- El error acerca del ser fue formulado por los eleatas (Parménides). Está reforzado por

el lenguaje y, por ello, sedujo incluso a los adversarios de éstos (Heráclito, pero

también Demócrito, con su invención del átomo). —La manifestación de la razón a

través del lenguaje nos lleva al engaño: nuestra creencia en Dios está basada en la

gramática.

Términos básicos: ser-devenir, Heráclito-Parménides, apariencia-realidad, verdad-error,

conceptos metafísicos (unidad, identidad, permanencia, agente-acción, yo como sustancia, ser,

voluntad como causa, coseidad), razón-lenguaje, metafísica-lenguaje.

Términos auxiliares: categorías de la razón.

§ 6. El mundo aparente es el real; el llamado mundo “verdadero” no es más que una ilusión

El mundo real es el aparente, pero no es de una única forma definida, sino que hay tantas

versiones de él como observadores (artistas/no racionales). No está justificada la invención o

la existencia de un mundo “verdadero”: el “mundo verdadero” es sólo una ilusión decadente,

que demuestra la voluntad de huir de la vida real en busca de una vida “mejor”.

En síntesis y paradójicamente:

1. Por lo mismo que “este” mundo se considera aparente , por ello mismo resulta que es

real: nuestro mundo real es el aparente, el que percibimos. —Cualquier realidad que

no sea aparente es indemostrable (inventada). La realidad ideal es indemostrable.

2. Las características que se atribuyen al “ser verdadero” [el ser ideal], en realidad, son

las del no-ser, las de la nada [nihilismo]. Lo que llaman “mundo verdadero” no ha sido

más que inventado precisamente en oposición al mundo real, como distinto al mundo

real y separado de él. El “mundo verdadero”, por tanto, es sólo aparente, una mera

ilusión óptico-moral.

3. No tiene sentido inventar “otro” mundo, si no es para mentir y para apartarse de la

vida real, con la fantasmagoría de una vida… “mejor” (distinta a la real).

4. El dualismo entre mundo “verdadero” y mundo “aparente” (p. ej. en el cristianismo y

en el idealismo trascendental) es decadente, un síntoma de vida (en evolución)

descendente (venida a menos). —El artista valora más la apariencia que la realidad,

pero no porque piense que su visión es la verdadera: la verdadera “apariencia” es sólo

una versión más de la realidad. El artista trágico, acepta o admite todo, también lo

terrible, es dionisíaco.

Page 14: Nietzsche, Crepúsculo de los ídolos

Términos básicos: mundo aparente-mundo verdadero, nada (nihilismo), decadencia, vida,

hombre artista-hombre racional [cfr. Sobre verdad y mentira en sentido extramoral],

perspectivismo, apolíneo-dionisíaco.

Términos auxiliares: tragedia.

Page 15: Nietzsche, Crepúsculo de los ídolos

Cómo el “mun do verdadero” acabó convirtiéndose en una fábu la . —

Historia de un error

La cultura moderna occidental, heredada por Nietzsche en el siglo XIX, no es más que el fruto

de una ficción racional, que tiene su origen en la teoría de las Ideas de Platón, y que ha

mantenido seducida y engañada a la humanidad ingenua, transmitiéndose a través del

cristianismo e incluso del pensamiento ilustrado (que resulta de la secularización del

cristianismo), hasta que la crítica, inicialmente promovida por este pensamiento ha logrado

hacer mella en ella, mostrando su falta de fundamento. Esta alucinación ha condicionado el

desarrollo del hombre a lo largo de la historia y es de esperar, que, una vez removido el

obstáculo, el hombre pueda superarse a sí mismo, dejando paso al superhombre.

Del fundamento en falso de la cultura moderna occidental y de su superación mediante la

crítica

La Idea de un “mundo verdadero” no fue más que un inve nto, un sueño, de la razón, que se

convirtió en promesa y obligación (forjando la cultura moderna occidental), pero que no pudo

soportar la luz del día (la crítica), acabando por desvanecerse ante ésta. Una vez eliminado

este prejuicio que nos limitaba, el hombre puede crear libremente, una nueva imagen suya

(una nueva cultura) surgirá…

1. [Edad Antigua: Platón].— Platón inventa y presenta dogmáticamente el mundo de las

Ideas como el “mundo verdadero” (“Yo… soy la verdad”). Las Ideas son realidades

inteligibles (inventadas por la razón), como algo alcanzable por el sabio, el virtuoso y el

piadoso. —El mundo de las Ideas es el mundo de los sabios… de Platón (de los

inteligentes).

2. [Edad Media: el cristianismo].— Los cristianos presentan ese “mundo verdadero” como

inalcanzable, pero prometido “al pecador que hace penitencia”. —La Idea se hace algo

más sutil e insidioso (“mujer”, “cristiana”).

3. [Edad Moderna: Hume (escepticismo)-Kant (el imperativo moral)].— El “mundo

verdadero” se presenta como inalcanzable al conocimiento, indemostrable e

imprometible (escepticismo de Hume); pero como un consuelo, una obligación, un

deber (un imperativo -moral-), en cuanto puede ser pensado (Crítica de la razón pura y

Crítica de la razón práctica de Kant). —Sale el sol, pero atraviesa la niebla del

escepticismo.

4. [Edad Contemporánea (I): Comte (positivismo: agnosticismo > reduccionismo)].— Para

Comte, el “mundo verdadero” nos resulta desconocido: ¿inalcanzable o simplemente

aún no alcanzado? (¿mero agnosticismo, como en Kant, o reduccionismo?). —Por

tanto, ni consuela, ni obliga… —Ya es de mañana, pero está nublado (mañana gris). La

razón, reina de la noche y la oscuridad bosteza, le entra sueño, se aburre ante la

claridad del día, ya no tiene nada que inventar (declive de la razón)…

Page 16: Nietzsche, Crepúsculo de los ídolos

5. [Edad Contemporánea (II): Nietzsche (crítica negativa, destructiva: derribar ídolos,

prejuicios…)].— Nietzsche muestra que la Idea de un “mundo verdadero” ya no sirve ni

obliga: queda refutada; debe ser eliminada. —Una mañana clara. Vuelta al buen

sentido. Desacreditación de Platón. Se imponen los espíritus libres.

6. [Edad Contemporánea (III): Zarathustra (principio de un futuro nuevo)].— Una vez

eliminado el “mundo verdadero”, ya no hay un “mundo aparente” (falso), sino

simplemente el mundo que hay. Ya no hay “error” (el error del “mundo verdadero”), ni

falsedad (en el “mundo aparente”); ya no hay ni verdad ni error; ya no hay prejuicios ni

presupuestos, nada preestablecido: todo está por hacer, desde el principio, comienza

“Zarathustra” (una nueva era, lo que está por venir, y sin ningún condicionamiento

previo: los espíritus libres pueden crear nuevos valores, una nueva humanidad –el

super-hombre-). —Mediodía: el momento de la mayor luz y de la menor sombra, el

punto culminante de la humanidad, cuando el hombre puede dar todo de sí.

Términos básicos: “mundo verdadero”-“mundo aparente”, Idea, ‘sabio’-‘virtuoso’, verdad-

error.

Términos auxiliares: ‘espíritus libres’, ‘mediodía’, ‘Zarathustra’.

Page 17: Nietzsche, Crepúsculo de los ídolos

La moral como contranatura leza

§ 1. La solución contra la anarquía de los instintos no es su erradicación, sino su

espiritualización

Es natural que las pasiones por sí solas entren en contradicción. La moral racional y cristiana

tiende a evitar esta contradicción mediante su erradicación —la castración—, pero los

instintos y las pasiones —también la voluntad de poder— son la base de la vida. Por ello, la

moral cristiana es antivital.

Las pasiones pasan 1º por un momento de insensatez inherente a ellas (es la anarquía de los

instintos), pero después 2º pueden llegar a espiritualizarse.

Pero la moral (monstruosa: racional) comete la insensatez de pretender erradicarlas del todo,

preventivamente (declara la guerra contra las pasiones), para que no nos lleven a la

insensatez. —Es como cuando se extraen los dientes para que no duelan…

En el clima cristiano original no era posible o pensable la espiritualización (en este caso, la

posible divinización) de las pasiones. La Iglesia combate la pasión mediante la extirpación de

todo lo sensible (los sentidos, la sensualidad, la sexualidad) y de todo afán de dominar

(voluntad de poder): para ella, la única cura es la cura radical, la castración.

Pero, el ataque radical contra las pasiones es un ataque contra la base de la vida: es antivital.

Términos básicos: pasiones y apetitos-razón (sensatez-insensatez), moral, espiritualización de

las pasiones, sentidos y sensualidad-razón, afán de dominar, vida, antivital.

Términos auxiliares: cura-enfermedad.

§ 2. La propuesta del remedio radical contra los instintos y las pasiones viene de la

degeneración y la debilidad de aquellos que son incapaces de someterlas a su propia

voluntad

Los que proponen la erradicación completa de los instintos y las pasiones son aquellos que se

imponen la necesidad de controlarlas (los ascetas), pero son incapaces de someterlas y

ordenarlas a su propia voluntad: los ascetas fallidos (degenerados y débiles de voluntad).

Apelan instintivamente a la castración los ascetas fallidos, degenerados , que son débiles de

voluntad, incapaces de negarse a la provocación de los instintos, y, por tanto, de cumplir su

propia regla (el celibato de los frailes).

Sólo los degenerados necesitan remedios radicales, como la castración.

La enemistad radical y mortal y el odio hacia los sentidos y la sensualidad es síntoma del

estado de esas personas: ascetas… fallidos.

Page 18: Nietzsche, Crepúsculo de los ídolos

Términos básicos: instinto-voluntad, sentidos y sensualidad, sacerdotes-filósofos-artistas-

ascetas.

§ 3. Espiritualización de los instintos y las pasiones

La espiritualización de los instintos y las pasiones consiste en encontrarles una justificación,

una utilidad o conveniencia propia, un orden… conforme con la voluntad del sujeto —no

necesariamente conforme a un orden moral racional doctrinal preestablecido.

Espiritualización de la sensualidad: amor.

Espiritualización de la enemistad: el valor (la utilidad) de tener enemigos (aniquilarlos

reforzaría al adversario), necesidad de enemigos para que por contraste algo se sienta

necesario.

La “paz del alma”: aspiración cristiana, moral de rumiante, felicidad vacuna, conciencia

tranquila, renuncia a la guerra (a la vida grande), animalidad prodigiosa, cansancio, según de

dónde viene el aire, una digestión feliz (el “amor a los hombres”), la satisfacción de una gran

pasión, la saciedad, la decrepitud (en la voluntad, los deseos, los vicios), la pereza, alcanzar una

certeza, una respiración serena… quizá también “el ocaso de los ídolos”.

Términos básicos: espiritualización de las pasiones.

Términos auxiliares: (ocaso de los) ídolos, paz, felicidad.

§ 4. Moral natural y moral antinatural

La moral natural es la que se rige por el instinto vital. La moral antinatural, en cambio, es

antivital, porque lucha contra los instintos, que son vitales. Son morales doctrinales, enseñadas

y fanáticas (dogmáticas). —La idea de un Dios se opone a la vida (propia), porque rechaza las

pasiones naturales. La idea que se ha hecho de un ‘santo’ es la del ‘castrado’.

Moral natural, sana: se rige por el instinto vital; elimina los obstáculos de la vida. [Vitalismo].

Moral antinatural: contra los instintos de la vida; las morales enseñadas (doctrinales),

exaltadas (dogmáticas). Dios como enemigo de la vida: niega las apetencias internas más

“bajas” (o sea, más altas). Donde empieza el “reino de Dios”, termina la vida. El más santo es

el castrado.

Términos básicos: moral viatal y antivital (natural y antinatural), Dios.

Términos auxiliares: santo.

§ 5.

La moral cristiana es un ultraje, una sublevación contra la vida.

Page 19: Nietzsche, Crepúsculo de los ídolos

Pero el rechazo a la vida es absurdo, falso, ficticio, inútil: ¿¡cómo pueden los vivos repudiar la

vida!? (El problema del juicio sobre el valor de la vida: El problema de Sócrates, §§ 1-2). Todo

esto es síntoma de algo, de una cierta forma de vida: de la vida decadente.

La moral antinatural concibe a Dios como antítesis y rechazo de la vida. Esta moral formula un

juicio sobre el valor de la vida, pero sobre la vida decadente, cansada, condenada… La moral es

la negación de la voluntad de vida, el juicio de los que están condenados (Sócrates), el instinto

de la decadencia que se convierte en imperativo (moral).

Términos básicos:

Términos auxiliares:

§ 6.

El moralista pretende saber y dice (locura, inmodestia) cómo debiera ser el hombre: no como

es (diverso, plural), sino de otro modo (uno solo, fijo y determinado, ideal, doctrinal): virtuoso

(estrecho, mezquino). —Evadirse del fatum, negar el mundo (que es) (corregir), la vida. —La

moral es un error propio de degenerados y ha hecho un daño inmenso. —Santa locura del

sacerdote, de la razón enferma.

Los inmoralistas están abiertos a toda forma de comprensión (no se encierran en doctrinas), y

no son negativos, sino afirmativos.

Términos básicos:

Términos auxiliares:

Page 20: Nietzsche, Crepúsculo de los ídolos

Los “mejora dores” de la humanidad 1

§ 1.

Términos básicos:

Términos auxiliares:

§ 2.

Términos básicos:

Términos auxiliares:

§ 3.

Términos básicos:

Términos auxiliares:

§ 4.

Términos básicos:

Términos auxiliares:

§ 5.

1 Ver El problema de Sócrates, § 11.

Page 21: Nietzsche, Crepúsculo de los ídolos

Términos básicos:

Términos auxiliares: