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Ningún lugar es seguro 1 Ataques contra la población civil en Libia

Índice: MDE 19/027/2011 Amnistía Internacional, agosto de 2011

NINGÚN LUGAR ES SEGURO:

ATAQUES CONTRA LA POBLACIÓN CIVIL EN LIBIA MDE 19/027/2011

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© Amnistía Internacional Mapa de la ciudad de Misrata, Libia.

Desde finales de febrero de 2011, a medida que las protestas contra el gobierno se fueron convirtiendo en un conflicto armado entre fuerzas leales al coronel Gadafi y combatientes de la oposición, la población civil que vivía en determinadas zonas, especialmente en la ciudad sitiada de Misrata, se fue encontrando con que ningún lugar era seguro. Muchas personas murieron a causa de los disparos indiscriminados de francotiradores o de fuerzas leales a Gadafi, o al verse atrapadas en fuegos cruzados. Amnistía Internacional habló con algunos de sus familiares.

La población libia respondió masivamente a los llamamientos para convertir el 17 de febrero de 2011 en su “Día de la ira” contra los 42 años de gobierno del coronel Muamar al Gadafi. Las protestas devinieron rápidamente en enfrentamientos armados entre fuerzas leales al coronel Gadafi y combatientes de la oposición. Cuando las fuerzas de la oposición ocuparon la mayor parte de la zona oriental de Libia y partes de la occidental, incluida Misrata, la tercera ciudad más importante del país, las fuerzas de Gadafi emprendieron una brutal campaña militar con el objeto de recuperar el control. Lanzaron ataques indiscriminados con cohetes, morteros y artillería, además de bombas de racimo, contra barrios residenciales de zonas ocupadas por la oposición.

Estos ataques fueron especialmente generalizados en Misrata, pero también se registraron en Ajdabiya y en la zona de las montañas de Nafusa, así como en sus alrededores. Cuando arreciaban los proyectiles, la población civil no tenía un lugar seguro a donde ir. Entre las víctimas hubo menores y personas ancianas, población libia y trabajadores migrantes. Muchas murieron en sus casas o mientras intentaban huir.

MISRATA

Los habitantes de Misrata, con una población de unas 300.000 personas, se encontraron atrapados desde finales de febrero, cuando las fuerzas de Gadafi sitiaron completamente la ciudad salvo por la zona marítima. Los ataques con cohetes que sufrieron desde marzo hasta mediados de mayo fueron implacables e indiscriminados. Durante los meses de verano se volvieron a registrar ataques esporádicos.

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ZAROUG “No quedaba nada de mis niños, sólo trozos de carne.”

Madre de los adolescentes Mohamed y Mounir, muertos el 28 de abril de 2011.

En la noche del 28 de abril, los hermanos Mohamed y Mounir Taher Fakroun Abou Shala, de 16 y 15 años respectivamente, estaban viendo la televisión en su casa del barrio de Zaroug, en la zona norte de Misrata. De repente oyeron explosiones y gritos cerca de allí. Corrieron a ayudar a un anciano vecino, pero otro cohete los hizo pedazos. Su hermano Mostafa, de 13 años, se encontraba en la entrada cuando explotó el cohete; no sólo presenció el horror, sino que también sufrió heridas en la cara. Su madre, destrozada, contó a Amnistía Internacional:

Zaroug se consideraba una zona segura; de hecho, muchas familias vinieron aquí cuando huyeron de sus casas en otros barrios de Misrata [cercanos a la línea de fuego] […] Cuando oí las explosiones y salí corriendo para ver a mis niños, no quedaba nada de ellos, sólo trozos de carne. Desde su muerte no he podido volver a casa ni ver sus habitaciones y el lugar donde murieron.

© Amnistía Internacional Lugar de Zaroug donde murieron los hermanos Mohamed y Mounir Taher Fakroun Abou tras salir corriendo a ayudar a un anciano vecino durante un ataque con cohetes. Imagen de portada: Residentes en Misrata examinan los daños en la calle Trípoli, escenario de intensos combates, tras la retirada de las fuerzas de Gadafi a finales de abril © Amnistía Internacional

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RAS TOUTA

Entre las 10 y las 11.30 de la noche del 30 de abril, una descarga de proyectiles contra el barrio de Ras Touta causó la muerte de al menos siete personas.

La víctima más joven fue Ali Weldbaba Ahmed Ma al Inin; de origen mauritano, tenía 15 años y era el único sostén económico de su madre, su abuela y dos hermanas. Conteniendo apenas las lágrimas mientras aferraba una fotografía del muchacho, su madre, viuda, dijo a Amnistía Internacional:

Lo mataron mientras corría hacia el refugio. Nosotras ya estábamos allí, esperándole. ¿Qué ha hecho para merecer esto? No era más que un niño.

Farid Mohamed Abdallah al Ghouj, de 39 años, murió cuando ayudaba a otras personas residentes en Ras Touta a entrar en el refugio. Así habló su esposa a Amnistía Internacional:

En marzo dejamos nuestra casa en la calle Bengasi [cerca de primera línea de fuego, en el centro de Misrata], porque los combates eran encarnizados; allí los ataques eran continuos. Pensamos que Ras Touta sería seguro. Después, una noche [el 30 de abril] comenzó todo […]. Sentías cómo se movían las paredes y las ventanas saltaban hechas añicos por la fuerza de las explosiones. Los hombres, incluido mi esposo, empezaron a llevar a sus familias al sótano. Murió en el acto por la metralla que le alcanzó directamente en el corazón.

Mohamed Abdel Hamid Sbikhi murió en su casa; tenía 46 años y siete hijos. Su esposa, Muad Mohamed Ali al Dawali, describió la escena:

Mi esposo, nuestros siete hijos y yo estábamos en el dormitorio cuando comenzaron las explosiones […]. Nuestra casa fue alcanzada en el cuarto ataque, y toda la pared del dormitorio que daba a la calle quedó completamente destrozada; ahora no es más que un espacio vacío. Mi esposo estaba junto a la pared y murió en el acto, delante de nuestros hijos […]. Ahora me he quedado sola con mi dolor y siete críos.

Las otras cuatro personas de las que se sabe que murieron esa noche son Ahmed Khairi Ahmed al Triki, estudiante de 17 años; los hermanos Mohsen y Shaaban Abdallah Mohamed Jabril, de 33 y 22 años respectivamente; y Hossam Hamida Ali Talha, de 31, que se encontraba visitando a unos amigos en la zona.

© Amnistía Internacional Arriba: Seis de los hijos de Mohamed Abdel Hamid Sbikhi, que se han quedado huérfanos de padre. Abajo: La casa familiar tras el ataque.

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© Amnistía Internacional “Ahora me he quedado sola con mi dolor y siete críos.”

Esposa de Mohamed Abdel Hamid Sbikhi, muerto en su casa el 30 de abril de 2011.

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GARARA

Al menos seis personas murieron el 28 de abril a causa de los proyectiles que cayeron en Garara, al este del centro de Misrata. Cuando la delegación de Amnistía Internacional visitó el barrio en mayo encontró restos de morteros y cohetes Grad en varias casas y esparcidos por zonas públicas.

Amna Youssef perdió tres hijos aquel horrible día. Mostró a Amnistía Internacional los daños en su casa y rememoró:

Mi hija Zeinab [Mohamed Ibrahim Awana], que tenía 35 años, había traído aquí a sus cinco hijos en busca de refugio, porque en su casa de Ramla no había electricidad y habían bombardeado la zona. Fue la primera en morir. Estaba en la entrada cuando la primera explosión alcanzó la casa. Los demás empezamos a correr hacia la puerta posterior y otro cohete Grad alcanzó el pasillo. Mi otra hija, Hawa, y mi hijo Abdallah murieron en el acto. Mi nuera Hanan Mohamed resultó herida en las piernas y un brazo a causa de la metralla; la han evacuado a Bengasi para que reciba tratamiento médico […] Nuestra vida está destrozada. ¿Cómo la voy a rehacer a mi edad?

Justo al otro lado de la calle, Sanaa Faraj Ali Aghliou, de 28 años, se encontraba en casa con sus cuatro hijos cuando la metralla procedente de una explosión destrozó la vivienda y la mató. Su cuñado la encontró tendida en un charco de sangre, rodeada por sus hijos, rotos de dolor, pero afortunadamente ilesos.

Calle abajo, la esposa de 53 años de Mohamed Ismail Al Ghoul y sus ocho hijos lloraban su muerte. Había salido de casa a eso de las tres y media de la tarde para acudir a la mezquita local y fue alcanzado por metralla.

Mohamed Saleh Kashwir, que había ido a visitar a familiares en Garara, también murió ese día.

© Amnistía Internacional Arriba: Hanan Mohamed resultó herida en las piernas y un brazo el 28 de abril de 2011, a causa de los proyectiles que cayeron en Garara.

Abajo: Daños en la casa de la familia Awana en Garara.

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“Nuestra vida está destrozada. ¿Cómo la voy a rehacer a mi edad?”

Amna Youssef, que perdió a tres hijos durante los ataques del 28 de abril de 2011.

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ZAWIYAT AL MAHJOUB

“Intentamos salvarlo, pero sus heridas eran demasiado graves.”

Madre de Mohamed al Amin Ali al Nairi, muerto el 4 de abril de 2011.

Las fuerzas de Gadafi bombardearon sin cesar Zawiyat al Mahjoub, en la zona occidental del extrarradio de Misrata, y mataron a muchos de los residentes que se habían quedado atrapados allí.

El 4 de abril, en torno a las siete y media de la tarde, Mohamed al Amin Ali al Nairi (abajo derecha), de 11 años, estaba jugando en el exterior de la casa de su tío, cerca de la mezquita de Abu Hadi, cuando la zona fue alcanzada por una descarga de cohetes Grad. Su afligida madre, Nama Mohamed Zliten, contó a Amnistía Internacional:

Soy viuda, y era mi único hijo. Ahora me he quedado sola con dos hijas pequeñas, Mounira, de 7 años, y Aisha, de 10. Intentamos salvarlo, pero sus heridas eran demasiado graves, la metralla le destrozó el cuerpecito y la cabeza. No era más que un niño; tenía toda la vida por delante. Quienes le hicieron esto deben ser castigados.

Ahmed Mohamed Abou Azoum tenía 24 años cuando murió en el patio de su casa. Su madre mostró a Amnistía Internacional los daños causados por la metralla y dijo:

Estas armas destruyen el metal; imagina lo que le hacen a un ser humano de carne y hueso. Esa noche [del 18 de abril] Ahmed estaba fuera con su padre matando un pollo cuando un cohete Grad cayó justo en el exterior de la entrada; la metralla alcanzó la puerta e impactó en la espalda de Ahmed. Dio unos pasos hacia nosotros y después cayó al suelo. Corrimos hacia él y vimos que le sangraba la espalda. No lo superó.

En torno a las 5.45 de la tarde del 16 de marzo, Iftima Ali Kirzab (izquierda), de 69 años y madre de 11 hijos, estaba de visita en la casa de su hijo en Zawiyat al Mahjoub, contigua a la suya, cuando la zona fue objeto de un intenso bombardeo por parte de fuerzas de Gadafi. Intentaba huir cuando fue alcanzada por metralla; murió en el acto.

A medida que las fuerzas de Gadafi consolidaban sus posiciones en torno a la zona, la tarea de viajar se volvió cada vez más difícil, y las personas residentes se enfrentaban a los peligros de los disparos de francotiradores y los ataques indiscriminados con cohetes. Un familiar contó a Amnistía Internacional que Taher Omar Shibshib, de 41 años y preocupado por la seguridad de su madre, murió el 16 de marzo tras ser alcanzado por metralla cuando se dirigía a visitarla en Zawiyat al Mahjoub. Dejó tres hijos y una esposa embarazada.

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Arriba: Esquina dañada en Zawiyat al Mahjoub, en la zona occidental del extrarradio de Misrata, 31 de mayo de 2011.

Izquierda: Iftima Ali Kirzab, madre de 11 hijos: la mató la metralla el 16 de marzo de 2011.

Derecha: Mohamed al Amin Ali al Nairi.

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JEZIRA Y BIRA

El 25 de marzo, cuando tanques de las fuerzas de Gadafi bombardearon Jezira, al noroeste del centro de la ciudad, Ramadan “Ajaj” (arriba derecha) perdió a su esposa, Khadija al Burki, de 37 años, y a sus tres hijas: las gemelas Rihan y Riyan, de cuatro años y medio, y Taqua, de uno. Murieron cuando intentaban huir del edificio. Ramadan contó:

Estábamos durmiendo; eran más o menos las ocho de la mañana cuando oímos el bombardeo justo al lado del edificio. Salí corriendo, y justo cuando llegué al patio hubo otra explosión y la metralla me alcanzó en todo el cuerpo. Me llevaron al hospital, y minutos después otra bomba mató a mi esposa y mis tres hijas cuando huían del edificio. Lo he perdido todo, a mis niñitas, toda mi familia.

El 11 de abril, Ahmed Mostafa al Bira, de 31 años y recién casado, trasladó a su familia desde el barrio de Bira, cerca de primera línea de fuego en el centro de Misrata, a Jezira, y volvió a su casa para aparcar el coche en el garaje. Su hermano menor Magdi narró lo ocurrido después:

Estaba abriendo la puerta del garaje para que Ahmed aparcase dentro. Cuando salíamos, a eso de las cuatro y media de la tarde, hubo una explosión ensordecedora en la zona. Los dos resultamos heridos. Yo no veía bien, en medio del humo y la confusión, pero oí cómo Ahmed gritaba pidiendo ayuda. Unos minutos después hubo otra explosión y Ahmed quedó en silencio. Murió. Después supe que su cuerpo había saltado en pedazos […]. Encontramos sus zapatos tirados en el garaje.

Su hermano mayor Abdallah, que estaba en la calle, sufrió heridas mortales; murió en un hospital de Túnez el 21 de abril.

Mohamed Fathi Imtair (derecha), de 25 años, decidió arriesgarse a permanecer en Bira. A principios de abril resultó gravemente herido en la espalda, la cabeza y el estómago cuando un cohete explotó en la calle por donde pasaba de camino a la casa de un vecino. El 16 de abril murió en el hospital de Ras Touba sin haber recobrado el conocimiento.

“Mi esposa y mis tres hijas murieron cuando huían del edificio. Lo he perdido todo.”

Ramadan “Ajaj”, cuya familia murió el 25 de marzo de 2011.

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Arriba: Ramadan muestra fotografías de su familia.

Abajo: Efecto de los cohetes en una calle de Bira, 31 de mayo de 2011.

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RAS AMAR Ali Abdallah Sliman Shkay, de 90 años, murió por las heridas que le causó la metralla cuando fuerzas de Gadafi bombardearon su casa en Ras Amar, no lejos del centro de Misrata, el 23 de abril. Esa noche también murió Mohamed Omar Abdallah Shkay, sobrino de Ali. Su viuda contó:

El 23 de abril Mohamed llegó a casa justo antes de ponerse el sol. Cuando acabó la oración de la tarde salió a visitar a su madre, y volvió a eso de las once y media de la noche. Para mí fue un verdadero alivio verle regresar a casa sin problema, porque estaba asustada. Yo oía las explosiones en la distancia […]. Él miró por la ventana y vio humo. Poco después nos dimos cuenta de que las explosiones se estaban acercando y empezaban a ser mucho más ruidosas. Corrió hacia la casa de su anciano tío para ayudarlo; tenía 90 años y caminaba con gran dificultad. Ali sostenía al anciano, y los dos estaban a punto de salir cuando impactó otro cohete y ambos murieron en el acto. Nuestros seis hijos se han quedado sin padre; el más pequeño sólo tiene cuatro meses.

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La casa en donde murieron Ali Abdallah Sliman Shkay y su sobrino Mohamed Omar Abdallah Shkay. “Corrió hacia la casa de su anciano tío para ayudarlo […] cuando impactó otro cohete y ambos murieron en el acto.”

Esposa de Mohamed Omar Abdallah Shkay, muerto el 23 de abril de 2011.

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CIVILES MUERTOS POR DISPAROS

Algunas de las muchas víctimas civiles de Misrata murieron a consecuencia de los disparos imprudentes e indiscriminados por parte de fuerzas de Gadafi. Otras murieron en ataques deliberados de fuerzas de Gadafi, que seguían una política de “tirar a matar” todo lo que se moviese. Algunas se vieron atrapadas en fuego cruzado.

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Afiya Mohamed Jarani en un hospital de Bengasi, tras el ataque sufrido por el automóvil en el que viajaba.

El 18 de marzo, Afiya Mohamed Jarani (fotografía derecha), que vivía en Jzir, intentaba llegar al hospital local cuando el automóvil en que viajaba fue atacado. Desde su cama en un hospital de Bengasi contó a Amnistía Internacional:

Las explosiones y los disparos habían comenzado unos días antes […] Sin embargo, yo tenía que salir de casa, porque tengo diabetes y necesitaba tratamiento urgente. Conducía mi hijo Salah. Yo iba en el asiento trasero con mi hija Hanan, mi hijo Ahmed y otro familiar. El auto fue atacado tan pronto como salimos, como si nos estuvieran esperando. Estábamos en una calle cercana a la calle Trípoli, en donde estaban apostadas fuerzas de Gadafi. Los disparos vinieron de atrás, y Hanan murió en mis brazos, toda cubierta de sangre […].

En torno a las cinco y media de la tarde de 26 de marzo, Abdel Karim Salem Imbrika, de 20 años, salió de su casa en Jezira para acudir a la mezquita local y recibió un disparo en el cuello. Según personas residentes en Jezira, en aquel momento no había enfrentamientos armados en la zona, y la bala que mató a Abdel Karim procedía del lugar en donde habían tomado posiciones las tropas de Gadafi. Uno de los familiares de Abdel Karim dijo a Amnistía Internacional que “las balas caían como lluvia contra todo lo que se moviese en la zona”. Habitantes del lugar llevaron rápidamente a Abdel Karim al hospital, pero era demasiado tarde.

Al Touhami Ramadan Irhouma murió a consecuencia de una herida de arma de fuego sufrida el 16 de marzo, cuando fuerzas de Gadafi se acercaban a las afueras de la ciudad. Su hijo relató:

A primera hora del 16 de marzo me llevé a los niños y a las mujeres de la familia. Aquello no era seguro; vivimos en una zona muy rural, al oeste de Zawiyat al Mahjoub, el punto de entrada de las kataib [las fuerzas de Gadafi] que vienen de la zona occidental. Cuando regresaba, a medida que

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me acercaba a las granjas, oí disparos. Al llegar, otros familiares me dijeron que mi padre había muerto. Las kataib le dispararon por la espalda. Murió en el acto, pero tardamos dos días en enterrarlo, porque las kataib rodeaban la zona. Finalmente conseguimos llevarlo al cementerio de Zarig por carreteras secundarias. Cuando llevé a mis otros familiares a un lugar seguro le pedí a mi padre que fuese con ellos. No quiso, dijo que prefería morir en su casa. Y eso fue lo que ocurrió.

“Las balas caían como lluvia.”

Familiar de Abdel Karim Salem Imbrika, muerto el 26 de marzo de 2011 tras recibir disparos en el cuello de fuerzas de Gadafi.

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Ciudadanos extranjeros atrapados en Misrata

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Arriba: Trabajadores migrantes egipcios y tunecinos esperan a ser evacuados en el puerto de Misrata.

Abajo: Los dos bebés de Viva Emecka murieron en abril de 2011, cuando las fuerzas de Gadafi atacaron el puerto. En el ataque, ella perdió una pierna y un brazo.

© Amnistía Internacional

Cuando los combates alcanzaron su máxima intensidad en abril, alrededor de 8.000 personas migrantes vivían en el puerto de Misrata, mientras aguardaban con desesperación a que las evacuasen a un lugar seguro. Las fuerzas de Gadafi atacaron el puerto con el objetivo de cortar la

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única salida segura de la ciudad al mundo exterior, y muchos trabajadores y trabajadoras migrantes murieron a causa de las explosiones de cohetes y proyectiles de artillería.

Entre las personas muertas estaban cuatro miembros de una familia nigeriana que estaban esperando a ser evacuados de Misrata: los bebés Success y Destiny, de 8 y 18 meses de edad respectivamente; su tía Miriam, de 38 años; y su tío Amarachi, de 32. La madre de los bebés, Viva Emecka (fotografía inferior), embarazada de su tercer hijo, perdió una pierna y una mano, y sufrió múltiples heridas. El padre de los pequeños contó a Amnistía Internacional:

Explotaron cohetes al lado de nuestra casa, así que huimos y fuimos a la tienda de la Media Luna Roja que había cerca del puerto, y estábamos esperando a que un barco de la OIM [Organización Internacional para las Migraciones] nos evacuase de Misrata. Íbamos a regresar a Nigeria, lejos de esta guerra. Era el 4 de mayo, y llevábamos días esperando por el barco de la OIM cuando un cohete explotó cerca de nosotros. He perdido a mis hijos, a mi hermano y a mi hermana, y ahora sus hijos se han quedado huérfanos. Mi esposa está traumatizada y ha quedado mutilada para el resto de su vida. No quiere seguir viviendo, y no sé cómo ayudarla. Nuestra familia ha quedado destrozada, y yo ya no puedo más.

Otros ciudadanos extranjeros que decidieron quedarse en Misrata también murieron o resultaron heridos. Olga Kozina, enfermera ucraniana de 54 años, habló con Amnistía Internacional desde su cama en un hospital en Bengasi. Describió el ataque que le causó graves heridas y mató al médico Anatoly Nagayko, de 59 años y colega suyo, que trabajaba en una clínica de Zawiyat al Mahjoub:

Ese día yo iba a recoger la llave de un apartamento que estaba más cerca de mi trabajo, en una zona más segura […]. Estaba cerrando la puerta metálica del exterior del edificio, y Anatoly se encontraba a unos metros, mientras esperábamos el coche. Lo siguiente que recuerdo es que desperté en el suelo y vi a Anatoly también en el suelo, en medio de un charco de sangre.

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AJDABIYA En su intento de recuperar el control de la zona este, fuerzas de Gadafi lanzaron cohetes tipo Grad y proyectiles de artillería sobre Ajdabiya, incluidos los barrios residenciales. El número de víctimas fue menor que en Misrata por la sencilla razón de que la mayor parte de la población civil había huido. Sin embargo, varias personas que se quedaron o intentaron huir una vez iniciados los bombardeos murieron o resultaron heridas.

El 21 de marzo, un ataque con cohetes mató o causó lesiones mortales a tres de los hermanos Sanoussi; otros dos sufrieron heridas graves. Justo antes de la llamada a la oración del ocaso, Ali, de 26 años, y sus hermanos Azab, de 30, Seif, de 27, Lafi, de 22, y Baset, de 20, estaban sentados con amigos y familiares en el exterior de su casa de la zona de Souk, en Ajdabiya, cuando cayó un cohete Grad. Seis semanas después, desde su cama en un hospital de Bengasi, Ali (fotografía derecha), que sufrió la amputación de la pierna izquierda, contó a Amnistía Internacional:

Era el cuarto día de la ofensiva de Gadafi; en nuestra casa ya no quedaban mujeres ni niños. Nosotros nos quedamos para proteger nuestra propiedad de los robos y los saqueos. Ninguno teníamos armas. Entonces, un cohete explotó justo donde yo estaba sentado. Seif murió en el acto, quedó hecho pedazos. Azab murió en el hospital de Ajdabiya poco después, y Baset murió una semana más tarde en Bengasi; tenía una herida en la cabeza […]. A Lafi le amputaron una mano. En el ataque también murió nuestro vecino, y otros tres resultaron heridos.

El 15 de marzo, los hermanos Khadija y Attiya Issa Ahmad Salah al Qbaili, de 6 y 10 años respectivamente, murieron abatidos por disparos cuando la familia huía de Ajdabiya. En el ataque, su padre también resultó herido en la espalda y un brazo. La madre de los niños, Naima; describió la terrible experiencia de la familia:

Llegamos cerca de la puerta oriental de la ciudad […], las fuerzas de Gadafi estaban allí. De repente comenzaron a atacar nuestro automóvil. Mi esposo dio la vuelta para regresar a Ajdabiya, pero siguieron disparando contra el auto. Mi esposo resultó herido y detuvo el coche. Salí del automóvil gritando que habían herido a mi esposo y corrí hacia la puerta de atrás para poner a mis hijos a salvo. Vi que los disparos habían alcanzado a Attiya y Khadiya, que no se movían […] A Khadiya le habían dado en la cabeza y el pecho, y a Attiya en el cuello. ¿Por qué nos dispararon? ¿Por qué mataron a mis hijos?

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Arriba: Ali Sanoussi en un hospital de Bengasi. Tres de sus hermanos murieron tras un ataque con cohetes el 21 de marzo de 2011.

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Abajo: Familiares de Khadija y Attiya Issa Ahmad Salah al Qbaili.

“¿Por qué mataron a mis hijos?” Madre de Khadija y Attiya Issa Ahmad Salah al Qbaili, que murieron abatidos por disparos el 15 de marzo de 2011.

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ES NECESARIO QUE SE HAGA JUSTICIA

Tal y como muestran estos casos desgarradores, en su intento por recuperar territorio controlado por la oposición, las fuerzas de Gadafi cometieron graves violaciones del derecho internacional humanitario, que en algunas ocasiones constituyeron crímenes de guerra.

Las personas supervivientes y los familiares de las que murieron tienen derecho a una reparación plena. Merecen ver cómo se procesa a los responsables de ordenar, llevar a cabo o ayudar en la comisión de ataques indiscriminados y otros crímenes. Deben recibir una reparación adecuada que incluya una indemnización proporcional a la gravedad de la violación de derechos humanos y el daño sufridos.

Nada podrá devolverles a sus seres queridos, pero los familiares manifestaron reiteradamente a Amnistía Internacional que no descansarán hasta que se castigue a los responsables. Los nuevos dirigentes de Libia deben garantizar que se cumplen estas exigencias, independientemente del resultado del conflicto.

Una joven sostiene una vela durante un acto de solidaridad con Libia organizado por Amnistía Internacional en Berna, Suiza, el 24 de febrero de 2011.

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Ningún lugar es seguro 20 Ataques contra la población civil en Libia

Índice: MDE 19/027/2011 Amnistía Internacional, agosto de 2011

© Reto Andreoli