No. 03 TLCAN. Asimetrias entre Mexico y Estados Unidos

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17 de diciembre de 2007 • Número 3 Directora General: Carmen Lira Saade Director Fundador: Carlos Payán Velver Suplemento informativo de La Jornada ILUSTRACIÓN: Magú ILUSTRACIÓN: El Fisgón Valor del PIB nacional 13,185 1,210 (miles de millones de dólares) 2006 Gasto en investigación 2.6 0.5 Como % del PIB 2005 Tierras arables 179 27.3 (millones de has.) 2005 Tierras irrigadas 22.5 6.5 (millones de has.) 2005 Tractores 1,484 20 Por cada mil trabajadores 2003 Subsidios agrícolas anuales 41.9 5.5 (miles de millones de dólares) 2005 Subsidio por productor 20,803 720 (dólares) 1998/2000 Proporción del ingreso del productor que es subsidio 11% 17% 2006 Rendimiento de maíz 8.4 2.5 (tons. x ha.) 1997-2002 Rendimiento de frijol 1.8 0.6 (tons. x ha.) 1997-2002 Rendimiento de granos y oleaginosas 4.96 2.54 (tons x ha) 2001-2005 Productividad laboral 75,148.5 3,678.2 Valor bruto por trabajador agropecuario (dólares) 2003 De 9 millones 376 mil km2 y 296,4 millones de habitantes De un millón 996 mil km2 y 105.3 millones de habitantes Tratado de Libre Comercio de América del Norte SUPER SAM Kid M ÉXICO De 9 millones 376 mil k k ILUSTRACIÓN ElFisgón n 996 mil km2 y 8.4 2.5 4 96 2 54 11% 17% 20,803 720 41 9 55 1,484 20 22.5 6 5 13 185 1 210 2.6 0.5 179 2 73 75 148 5 78 0 6 1.8

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A la sombra del tratado aumentó la inversión extranjera directa, se cuadruplicó y diversificó nuestro comercio exterior y pasamos de vender petróleo y productos agrícolas a exportar también y principalmente bienes industriales. Pero el conjunto de la economía apenas creció y los efectos expansivos del acuerdo se agotaron hace más de siete años, como reconoció el propio Fondo Monetario Internacional (FMI) en un estudio de 2005

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17 de diciembre de 2007 • Número 3

Directora General: Carmen Lira Saade Director Fundador: Carlos Payán Velver

Suplemento informativo de La Jornada

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ILUS

TRAC

IÓN

: El F

isgón

Valor del PIB nacional

13,185 1,210(miles de millones de dólares) 2006

Gasto en investigación

2.6 0.5Como % del PIB 2005

Tierras arables

179 27.3(millones de has.) 2005

Tierras irrigadas

22.5 6.5(millones de has.) 2005

Tractores

1,484 20Por cada mil trabajadores 2003

Subsidios agrícolas anuales

41.9 5.5(miles de millones de dólares) 2005

Subsidio por productor

20,803 720(dólares) 1998/2000

Proporción del ingreso del productor que es subsidio

11% 17%2006

Rendimiento de maíz

8.4 2.5(tons. x ha.) 1997-2002

Rendimiento de frijol

1.8 0.6(tons. x ha.) 1997-2002

Rendimiento de granos y oleaginosas

4.96 2.54(tons x ha) 2001-2005

Productividad laboral

75,148.5 3,678.2Valor bruto por trabajador

agropecuario (dólares) 2003

De 9 millones 376 mil km2 y 296,4 millones de habitantes

De un millón 996 mil km2 y 105.3 millones de habitantes

Tratado de Libre Comercio de América del Nor te

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De 9 millones 376 mil kk

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8.4 2.5

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La Jornada del Campo, suplemento mensual de La Jornada, editado por Demos, Desarrollo de Me-dios, SA de CV; avenida Cuauhtémoc 1236, colonia Santa Cruz Atoyac, CP 03310, delegación Benito Juárez, México, Distrito Federal. Teléfono: 9183-0300.Impreso en Imprenta de Medios, SA de CV, avenida Cuitláhuac 3353, colonia Ampliación Cosmopolita, delegación Azcapotzalco, México, DF, teléfono: 5355-6702. Reserva de derechos al uso exclusivo del título La Jornada del Campo en trámite. Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio, sin la autorización expresa de los editores.

Suplemento informativo de La Jornada 17 de diciembre de 2007 • Número 3

La Canción puertorriqueña de Nico-lás Guillén bien podría referirse al México del Tratado de Libre Co-

mercio de América del Norte (TLCAN): “Qué suave honor andar del brazo,/ brazo con brazo del Tío Sam (...)”, habrán pen-sado Salinas y los suyos cuando amarraron el acuerdo. Porque para ellos el tratado era la cereza del pastel de la política desregu-ladora; cúspide de un modelo económico que apuesta por la apertura comercial y el recule del Estado como palancas del creci-miento, joya de la corona de una geopolíti-ca que debía sacarnos de una vez por todas del andrajoso Sur y llevarnos por siempre al refulgente Norte. El TLCAN era el sueño americano de los tecnócratas que hablan en español pero piensan en inglés: “En qué lengua me entiendes,/ en qué lengua por fin te podré hablar,/ si en yes,/ si en sí,/ si en bien,/ si en well/ si en mal,/ si en bad, si en very bad”.

A la sombra del tratado aumentó la in-versión extranjera directa, se cuadruplicó y diversificó nuestro comercio exterior y pa-samos de vender petróleo y productos agrí-colas a exportar también y principalmente bienes industriales. Pero el conjunto de la economía apenas creció y los efectos expan-sivos del acuerdo se agotaron hace más de siete años, como reconoció el propio Fondo Monetario Internacional (FMI) en un estu-dio de 2005. Por si fuera poco, el TLCAN y la estrategia de la que forma parte provo-caron desarticulación y desnacionalización de la economía y han tenido un escanda-loso precio social. El costo mayor fue un persistente desbarajuste rural que nos está dejando sin campo y sin campesinos.

Pero, ¿quién tiene en agonía al agro mexicano?, ¿fue acaso un crimen impru-dencial o por omisión? Todo indica que no, que asestaron la puñalada con premedita-ción, alevosía y ventaja, porque Salinas y los suyos sabían que el mundo rural sería el gran perdedor y decidieron fríamente que los campesinos pagaran el costo. El premio de consolación, empleos en la industria y los servicios, resultantes de la impetuosa expansión que seguiría a la firma del acuer-do, nunca llegó, pues la economía apenas ha crecido, y del millón y pico de jóvenes que cada año se incorpora al mercado de trabajo, menos de un tercio encuentra

empleo formal, otro tercio se sumerge en la economía subterránea y los demás –600 mil mexicanos on the road– se van al jale en el gabacho.

El campo tronó por muchas cosas; una de ellas, el desastroso deterioro de los tér-minos de intercambio entre agricultura e industria. Todavía a principios de la década de los 90 los precios recibidos por los pro-ductores rurales crecían más rápido que los que pagaban, pero al entrar en vigor el TL-CAN las tendencias se invirtieron y año tras año los bienes agropecuarios se devalúan en relación con los industriales. El caso más dramático es el del maíz y el frijol, cu-yos precios reales se redujeron en casi 50 por ciento durante los primeros 10 años del tratado. Así, para obtener los mismos bie-nes no agropecuarios el campesino tiene que entregar una porción cada vez mayor de lo que produce. Y el agro se descapi-taliza. La conocida Ley de San Garabato: comprar caro y vender barato, se encona en los tiempos del TLCAN.

¿Y el gobierno? Bien, gracias. “Uno de los principales logros del tratado fue im-pedir a México recurrir a políticas protec-cionistas –sostiene el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, por sus siglas en ingles) en una evaluación de 1997–. El tratado se convirtió en un candado que cierra la puerta e impide dar marcha atrás en las reformas”.

Y efectivamente, las políticas públicas de las cuatro anteriores administraciones han mantenido la ortodoxia neoliberal. El gasto fiscal destinado al campo incluso aumentó, pero las políticas pasaron de ser integrado-ras (desarrollo por cuencas, visión sectorial de paraestatales como Inmecafé o Taba-mex) y de fomento (incluso a la economía campesina y las regiones en desventaja) a ser acciones desarticuladas, “concursables” y polarizantes por las que se capitaliza a los que más tienen y se consuela a los pobres con trapitos calientes y subsidios al consu-mo: los productores privilegiados del no-roeste, por ejemplo, reciben de Procampo 40 por ciento más que los marginados del centro y el sureste.

Y si el FMI reconoce el agotamiento general del TLCAN, en un balance del 2002 el Banco Mundial admite el fracaso del tratado en el campo. “Se puede decir

que durante el último decenio el sector agrícola (mexicano) fue objeto de una de las reformas estructurales más drásticas, como la liberalización completa impulsa-da por el TLC. La eliminación de contro-les de precios y la reforma constitucional sobre la tenencia de la tierra, pero los re-sultados han sido decepcionantes(...) ” y es que, constata el organismo multilateral, en el agro se estancó el crecimiento, no hay competitividad externa y aumentó la po-breza. En consecuencia, cada vez es más lo que se importa comparado con lo que se exporta y, al renunciar a la soberanía (el tra-tado “candado”, del que habla USDA), los gobiernos de México renunciaron también a la seguridad alimentaria.

El campo sigue produciendo, pero po-larizado en un norte tan impetuoso como excluyente y un sur cada día más depri-mido. Y si el agronegocio maicero del no-roeste puede competir pues está integrado a las trasnacionales, cuadruplicó sus rendi-mientos en una década y acapara los subsi-dios gubernamentales, el centro y el sur se encuentran productivamente estancados, y las familias campesinas dependen cada vez más de actividades no agrícolas y, sobre todo, de las remesas de los migrados y del subsidio asistencial del gobierno.

Ningún acuerdo de comercio impulsa la justicia social pero el nuestro con el Norte es particularmente perverso. Un ejemplo: cuando los campesinos de acá migran a Es-tados Unidos –frecuentemente sin papeles pues los flujos laborales no fueron liberali-zados en el TLCAN– se reducen los costos de las cosechas agrícolas de California y otras entidades estadunidenses, al ser levan-tadas por mexicanos “baratos” y desprotegi-dos. Pero, paradójicamente, se encarecen nuestras cosechas aquí, pues el éxodo rural y las remesas en dólares provocan escasez de brazos y alza de los salarios rurales mexi-canos. Con esto no aumentan las remune-raciones agrícolas generales en la zona del TLCAN, pues los migrantes presionan a la baja los salarios mayores de allá, pero sí se erosiona nuestra mayor (y vergonzosa) ven-taja comparativa agropecuaria, la abundan-cia y baratura de la mano de obra rural.

Resumiendo: la más exitosa línea de ex-portación mexicana producto del TLCAN no fueron los automóviles, los electrodo-mésticos o las hortalizas, sino las personas. Alrededor de 6 millones de compatriotas por los que en los tiempos del tratado han ingresado al país alrededor de 100 mil mi-llones de dólares provenientes de sus aho-rros. Y no nos da vergüenza.

¿Qué es, entonces, el TLCAN?: “Soga y cue-llo, apenas nada más” (Nicolás Guillén).

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COMITÉ EDITORIAL

Armando Bartra Coordinador

Luciano Concheiro Subcoordinador

Enrique Pérez S.Lourdes E. RudiñoHernán García Crespo

CONSEJO EDITORIAL

Elena Álvarez-Buylla, Gustavo Ampugnani, Cristina Barros, Armando Bartra, Eckart Boege, Marco Buenrostro, Alejandro Calvillo, Beatriz Cavalotti, Fernando Celis, Luciano Concheiro Bórquez, Susana Cruickshank, Gisela Espinosa Damián, Plutarco Emilio García, Francisco López Bárcenas, Cati Marielle, Brisa Maya, Julio Moguel, Luisa Paré, Enrique Pérez S., Víctor Quintana S., Alfonso Ramírez Cuéllar, Jesús Ramírez Cuevas, Héctor Robles, Eduardo Rojo, Lourdes E. Rudiño, Adelita San Vicente Tello, Víctor Suárez, Carlos Toledo, Víctor Manuel Toledo, Antonio Turrent y Jorge Villarreal.

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Diseño

BUZÓN DEL CAMPO

“TÚ, DE SOCIO ASOCIADO EN

SOCIEDAD”

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Jorge Alan Sánchez Godoy

Los inicios del narcotráfico en Si-naloa datan de principios del siglo XX; sin embargo, a partir de la Se-

gunda Guerra Mundial –con la exporta-ción de derivados del opio para abastecer a las tropas aliadas estadunidenses— es cuando se gesta una red delictiva, poste-rior a la expulsión de las mafias chinas en 1931, y cuando paralelamente comienza a extenderse, de la serranía a la ciudad, todo un conjunto de expresiones sinto-máticas del “vivir fuera de la ley”.

Es así como nace en la región lo que hoy conocemos como narcocultura. Sin duda, expresión que condensa el arque-tipo del traficante norteño, y que se ha popularizado hoy en varios sectores de la sociedad que no se encuentran intrínsecamente vinculados al contra-bando, pero que ven con simpatía o simple normalidad esta singular forma de identificación.

El narcocorrido; Jesús Malverde y su filantropía al out-sider; códigos morales basados en honor, venganza, pres-tigio, lealtad, bravura, astucia, etcétera; la narcolimosna a organizaciones civiles y particulares; la industria cine-matográfica del videohome y sus narcopelículas, o el gus-to por lo ostentoso, tienen su matriz en este fenómeno.

La construcción en los pasa-dos 30 años de un imaginario colectivo alrededor de la narco-cultura implicó que no sólo los traficantes y sus redes familiares compartieran estas expresiones. La difusión de hazañas, modas, formas de legitimación y códigos de conducta, ha generado en la sociedad sinaloense una apropia-ción, un signo de referencia cul-tural y, con ello, una redefinición de las identidades regionales.

En estas condiciones, es posi-ble percibir un proceso de “nor-malización”, tanto en la sierra, volcada al cultivo de marihuana y amapola, como en las ciudades. Así, el traficante y la narcotización de la cultu-ra ya no responden a una lucha de antagónicos como en los años 70: Estado y Poder Judicial versus mafias, en po-sicionamiento mercantil. Ahora es todo lo contrario, el fenómeno fue condensando sus discrepancias en cúpu-las dirigentes: la narcopolítica sinaloense y la nacional.

Durante mucho tiempo, la fama de los traficantes como bandoleros del pueblo legitimó ante la sociedad parte de sus actos transgresores. Los narcos de “la vieja guardia”, carismáticos, redentores y generadores de po-lítica social, han sido sustituidos por una nueva genera-ción de jóvenes narcos urbanos: los narcojuniors.

La narcocultura actual cobra nuevos matices así al expresar las hazañas de los narcojuniors, hijos de los tra-ficantes de antaño, pero indiscutiblemente, en su mayo-ría, nacidos en la ciudad.

Éstos son los nuevos representantes de la última casta de mafiosos sinaloenses de origen rural: la más reciente generación de actores del medio urbano, que reconstru-yen su identidad a través de un descarado y cínico or-gullo del “ser narco”, de la pretensión y el hedonismo a ultranza; sin embargo, el decálogo del honor, el respeto

a la familia y a la comuni-dad y la mesura en el nego-cio del contrabando, toman un papel menos importante que cuestiones tales como el despilfarre de dinero, la parranda y la agresión a los que otrora fueran sus bases sociales, los marginados.

Por esto es que para comprender el fenómeno cultural es necesario –espe-cialmente en regiones en-raizadas en el negocio del tráfico-- alejarnos de las re-presentaciones tradiciona-

les, pues esta expresión se encuentra desde la década de los 90 en una clara readecuación de horizontes, no sólo comerciales sino morales, épicos, estéticos y religiosos.

Así, los narcojuniors y su asimilación de lo urbano y lo global; la difusión de capillas del santo Malverde desde Los Ángeles, California hasta Cali, Colombia; la redefi-nición del narcoculto, introduciendo a la santa muerte, y también ahora a santos católicos como Judas Tadeo; y el narcocorrido “desencantado” con la anulación de la figura del héroe-bandolero social, son nuevas rutas hacia la comprensión de la narcocultura en México.Estudiante de la licenciatura en sociología de la UAM [email protected]

LA NARCOCULTURA EN SINALOALos otros cultivos de la sierra

Durante mucho tiempo, la

fama de los trafi cantes como

bandoleros del pueblo legitimó

ante la sociedad parte de

sus actos transgresivos. Los

narcos de “la Vieja Guardia”:

carismáticos, redentores y

generadores de política social,

han sido sustituidos por una nueva

generación de jóvenes narcos

urbanos: Los Narcojuniors.

Un joven muy bien vestido,de vaquero y con tejana,con varios anillos de oro,en su muñeca una esclava,y una imagen de Malverdeen su cuello trae colgada.

Una troca color verde,con clavo bien protegido,de cristal y cocaínale caben treinta y seis kilos,por Juárez viene a cruzar,muy seguro de sí mismo.

Al llegar a la garita,le da un besito a la imagen,le dice a Jesús Malverde:—Aquí es donde has de ayudarme;de antemano, muchas gracias,sé que no has de abandonarme.

Mientras, allá en Culiacán,una madre lleva rosasa la imagen de Malverde,y su fe es muy poderosa;ella pide por su hijoque le salgan bien las cosas.

Jesús Malverde: Plegarias y Corridos.Autores: Enrique Flores, Raúl Eduardo González.Revista de Literaturas Populares, ISSN 1665-6431, Año 6, Nº. 1, 2006 , pags. 39-44

En los cerros de la sierrabonita se ve la siembra;entre encinos y espinales,rodeando se ve la yerba:toda la raza, contenta,dicen: “Se va a poner buena”.

Si sacamos treinta kilos,nos vamos pa Cosalá;ya que los haya vendido,nos ponemos a pistear,y para ser compartidosnos vamos pa Culiacán.

Amapola y marihuana: cultivos con ventajas comparativasLa ideología neoliberal que difunden machaconamente los medios masivos de comunicación, nos exige ser emprende-dores y exitosos. Y como Carlos Slim les queda muy lejos, los jóvenes tratan de parecerse al Chapo Guzmán.

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ESTRAGOS ECONÓMICOS

Lourdes Edith Rudiño

La liberalización del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TL-CAN) en enero de 2008 tiene en la mira

al medio millón de productores que en México se dedica al frijol y que, siendo en su mayoría minifundistas y expuestos a los caprichos del temporal, reciben ingresos anuales promedio por sus cosechas de alrededor de 15 mil pesos.

“Con la desgravación total del frijol en el TLCAN, se va a poder importar todo el que se quiera, cuando se quiera y a la hora que se quiera. Eso va a provocar una caída en la pro-ducción nacional, más migración a Estados Unidos, menos gente dedicada a su cultivo y desbalances de mercado, pues la cosecha nacional, de alrededor de un millón de tone-ladas, cubre ahora las necesidades del país, y vamos a estar notando cada vez más grano importado”, augura Ramón Ochoa, líder fri-jolero de la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productores del Cam-po (Anec).

Ya desde 1997, con la eliminación de los precios de garantía del frijol y el retiro de la Conasupo de su comercialización, los pro-

ductores nacionales han debido soportar un desorden del mercado, que se agudizó entre ese año y 2001, lapso en que no hubo un solo programa de apoyo a la leguminosa y se des-plomaron los precios en campo a dos pesos por kilo, en comparación con el rango de 3.50 a 5.50 pesos que hoy se observa.

Ramón Ochoa comenta que el frijol –se-gundo cultivo en importancia nacional, des-pués del maíz– ha sido abandonado por las políticas gubernamentales en estos años del TLCAN, y ello ha agudizado el rezago tecno-lógico y la pobreza de los campesinos.

Los beneficiarios. Al mismo tiempo las lla-madas libres fuerzas del mercado han permiti-do que un puñado de empresarios manipulen los precios y se apropien de subsidios públicos.

Las decisiones de gobierno para el frijol han sido erráticas. En 2001 surgió el Profeca, un programa con sólo 10 millones de pesos para apoyar transporte y equipamiento de oficina para organizaciones; en 2002 se pro-movió la creación de empresas integradoras para la comercialización del grano, pero que sirvieron para intereses políticos. “La integra-dora era tricolor si estaba en un estado priís-ta; amarilla si el gobierno era perredista. Los gobernadores tuvieron metidas las manos y manipularon. Esto frenó la organización de los productores”.

Manipulación de precios. Y luego lo que ha habido son recursos presupuestarios para compensar los precios de los productores, pero, dado que los comercializadores y proce-

FRIJOL: MAYOR COMPETENCIA POR IMPORTACIONES

Abandonados y expuestos al libre comercio 500 mil productores• Organización; diversidad de variedades y gusto, armas contra el tratado •

Enrique Domínguez Lucero Director del Consejo Mexicano de Porcicultura

Importación creciente de piernas de cerdo; la actividad en pocas manos

Con el TLCAN, la dependencia mexicana de importaciones de carne de cerdo pasó de 5 a 50 por ciento entre 1993 y 2006; las compras del exterior, en particular proce-dentes de Estados Unidos, en canal, piernas y demás cárnicos subieron de menos de 3 mil toneladas a más de 320 mil, y si se agregan despojos, desechos, grasas y mantecas la cifra llega a 500 mil. Las importaciones son sobre todo de pierna de cerdo, que llegan a Méxi-co a precios depredatorios, en virtud de que el precio que registran en Estados Unidos es residual; en ese país dan mayor valor a cor-tes como tocino y lomo. Con ello recuperan el valor del cerdo y pueden vender el resto a cualquier precio. Si en general las impor-taciones de carne se han incrementado en

mil 700 por ciento durante el TLCAN, las de pierna han subido en 2 mil 650 por ciento. Para los productores mexicanos el tratado ha sido negativo, pues mientras Estados Unidos vende a nuestro país lo que para ellos tiene menor valor, nosotros no podemos entrar a su mercado, debido a barreras sanitarias. La responsabilidad de este problema es de los negociadores del TLCAN, pues un verdade-ro tratado debería generar un intercambio equitativo, y aquí de antemano se sabía que las condiciones sanitarias estadunidenses eran restrictivas. Además, la producción de cerdo en México enfrenta costos mayores en 25 por ciento a los que pagan los estaduniden-ses debido al mayor costo en granos y soya. En financiamiento, de origen el TLCAN fue injusto, pues cuando se negoció, las tasas de interés en México eran 450 por ciento más caras que en Estados Unidos; después vino la crisis de 1994-95, y desde entonces la porcicul-tura no es sujeta a crédito. Hemos sufrido un quebranto de granjas tradicionales. Antes del TLCAN había 14 mil 500 productores; hoy se tienen registrados 4 mil 700 pero muchos de ellos con operaciones bastante limitadas. El

volumen de producción se concentra en un centenar de grandes y medianas empresas; las que más han crecido son aquellas que tienen alguna asociación con capital extranjero. Los negociadores del TLCAN fueron calificados en EU como intelectuales preparados, pero en realidad no tenían ni experiencia ni com-promiso con el país; sentían un desprecio por el sector agropecuario y lo calificaron como improductivo e ineficiente, y demeritaron siempre los planteamientos que hacíamos (los representantes de organizaciones).

Carlos Blackaller Ayala Presidente de la Unión Nacional de Cañeros de la Confederación Nacional de Propietarios Rurales

Riesgos de saturación de azúcar; cañeros reciben bocanadas de humo

A la agroindustria cañera-azucarera se le ilumi-na la mirada al pensar que la liberalización de 2008 derivará en el mayor mercado regional de edulcorantes del mundo, con Estados Unidos y México consumiendo al año 16 millones de toneladas de azúcar y unos 12 millones de tone-ladas de fructosa. Pero al mismo tiempo se nos nubla la perspectiva, pues –de no haber una nueva negociación bilateral que impida tran-sacciones que sobreoferten azúcar y que equi-libren el intercambio fructosa-azúcar–, el lla-mado mercado libre propiciará un descalabro de precios de azúcar y caña y desestabilización social. Cuando se definió el TLCAN, se omi-tió considerar que Estados Unidos cuenta con mecanismos históricos de control del azúcar,

que han prevalecido y continuarán. Implican una cuota obligatoria de importaciones OMC desde 40 naciones por 1.3 millones de tonela-das; créditos de reporto con los cuales se garan-tiza un precio mínimo interno del azúcar, y los llamados marketing alottments, con los cuales se distribuyen cuotas internas de mercado a los productores de azúcar de remolacha y caña, y lo que resta de producción se convierte en “in-ventarios bloqueados”, cuya comercialización puede hacerse sólo fuera del país (obviamen-te a precios inferiores a los internos). Vender azúcar en Estados Unidos de tales reservas es delito. Con la liberalización del TLCAN, y a sabiendas que trasnacionales dominan el comercio internacional del producto, es po-sible (y de hecho sospechamos que ya ocurre así) que esos inventarios baratos sean traídos a México y luego renviados a Estados Unidos, lo que generaría ganancias para el especulador, pero sobreoferta y presión a la baja en los pre-cios, lo cual no conviene a ninguno de los dos países. Otro riesgo es que, vía el Sugar Reexport Program y el Immex mexicano (que son esque-mas de importación libre de arancel para la rexportación con valor agregado) puedan inter-narse a nuestro país y al propio Estados Unidos azúcares baratos de orígenes ajenos a la región, con la consecuente saturación del mercado. Ya en 1998-2001 la caña-azúcar mexicana recibió una primera bocanada de humo con la impor-tación de fructosa de maíz subsidiado que des-plazó azúcar de nuestro mercado interno; en 2002-2006 el impuesto especial a los refrescos con fructosa dio un nuevo aire a la agroindus-tria, y el actual encarecimiento del maíz acota parcialmente el uso de fructosa. Esperamos no sufrir una nueva bocanada asfixiante con la li-beralización de 2008, pues un mercado desor-denado afectaría a 2.5 millones de mexicanos que dependen de esta rama.

Es sabido que los granos han sido grandes perdedores, pero testimonios en otras ramas, incluso en aquellas donde los estadunidenses nos temían, como azúcar y jugo de naranja, muestran que la sombra negra del TLCAN cubre a casi todo el sector agropecuario.

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sadores del frijol son pocos, se coluden para castigar los pagos a los campesinos.

“El año pasado nuestra comercializadora compró a cuatro pesos el kilo, con subsidios de 1.50 pesos por kilo del gobierno federal, y resulta que hoy estamos vendiendo a 3.50. Los empresarios que compran se quedan no sólo con el 1.50 de subsidio, sino con 50 centavos nuestros, porque, al ser oligopolio, se ponen de acuerdo. Saben que hay apoyo gubernamental y no quieren pagar más. No pasan de 10: La Costeña, Verde Valle, Catari-nos, El Alazán y el Rocío, Los Garapines (...) son un grupo pequeño que pone, quita y da en el precio del frijol.”

El rezago tecnológico de los frijoleros es evidente. Con el retiro desde hace una dé-cada de la Productora Nacional de Semillas (Pronase), no hay nadie que produzca simien-te de frijol; “no es como en el maíz que están grandes empresas como Monsanto, Pionner. El frijol que sembramos está muy degenerado y eso no nos permite calidad, nos pone en des-ventaja frente al frijol de Estados Unidos (país cuya leguminosa cubre hoy casi 10 por ciento del mercando nacional). Tenemos revuelto frijol de todas las variedades, grandes, chicos; de los negros no sabemos qué sembramos ni qué cosechamos: no sabemos si son negros Querétaro o negros San Luis”.

Así, no extraña que el promedio nacional de rendimiento por hectárea sea de 635 kilos, contra mil 859 en Estados Unidos (según la FAO, en el periodo 1997/02) “En México hay productores que apenas levantan 100 kilos, y otros que rebasan la tonelada.”

La falta de apoyos, la permisividad con los grandes empresarios, el retiro de oferta de semillas representan “un abandono que ha hecho el Estado deliberadamente. No sé si es mala fe, desinterés, o todo al mismo tiempo.”

Ramón Ochoa dice, sin embargo, que los frijoleros no se dan por vencidos. Un factor en favor es la gran diversidad de variedades y gustos dentro de México.

“En México consumimos no sólo las va-riedades que tiene Estados Unidos, negros y pintos, sino un número incontable, que de-pende de cada región e incluso de cada lo-

calidad. Por ejemplo, en Zacatecas tenemos más de 40 o 50 variedades: flores de mayo, flores de junio, bayos, pintos (...) Además, no es lo mismo lo que se consume en el noroeste –los azufrados peruanos– a lo que se consume en el centro: bayos, pintos y flores de mayo y de junio. Y de la ciudad de México, Hidalgo, Veracruz, Huastecas, hacia el sur, negros, y dentro de los negros hay diferencias.”

Otra fuerza para enfrentar la liberalización del TLCAN “es la organización”. La comer-cializadora de frijol de la ANEC ya es hoy la principal red de acopio de frijoles de diferen-tes regiones y variedades (con 40 mil tonela-das anuales).

Además, “como Anec estamos creando nuestro propio centro distribuidor de granos en Huehuetocan, estado de México, para concentrar nuestro frijol y distribuirlo en el mayor mercado que es el valle de México. También una empresa semillera para elevar nuestra calidad; ya estamos produciendo unas ocho o 10 variedades de frijol en un convenio con el INIFAP y vamos al llegar a 20. Y tene-mos proyectos para dar valor agregado al fri-jol, con limpia, envasado, enlatado, cocción, deshidratación, porque sólo así el productor va a poder mejorar sus ingresos”. Es necesario reducir la brecha de los precios que recibe el productor y el que paga el consumidor. Un frijol negro, por el cual el campesino recibió 3.50, se vende envasado en el supermercado a nueve o 10 pesos el kilo.

En la Anec están agrupados unos 15 mil productores de frijol. El reto de la organiza-ción es para todos, considera Ochoa.

CUOTAS Y ARANCELES INCUMPLIDOSIgual que en el maíz, el TLCAN esta-bleció un periodo de transición de 15 años. Determinó para el primer año cuotas libres de arancel, de 50 mil toneladas procedentes de Estados Uni-dos, y de mil 500 toneladas de Canadá, las cuales se incrementarían en 3 por ciento anual. Una vez rebasadas las cuotas, México podría aplicar un aran-cel-cuota decreciente con los años, el cual se estableció en 139 por ciento ad valorem para el primer año. Este 2007 Estados Unidos tiene posibilidad de ex-portar a México 73 mil 470 toneladas libres, y Canadá dos mil toneladas, y el arancel definido para el sobrecupo es de 11.8 por ciento ad valorem, o cuatro centavos de dólar por kilo.

De la misma forma que ocurre con el maíz, las importaciones procedentes de Estados Unidos han rebasado las cuotas, y las autoridades de Economía de México han exonerado a los impor-tadores del cobro del arancel. Así, en el caso del frijol de Estados Unidos, entre 1994 y 2004 México importó un total de 918 mil 659 toneladas, 40 por ciento de ello en sobrecupo, y se dejó de ingresar al fisco 230.4 millones de dólares.

Fernando Celis Asesor general de la Coordinadora Nacional de Organizaciones Cafetaleras

El TLCAN protegió oligopolios; estructura de mercado reduce ingreso de caficultores

El TLCAN, que debería suponer la ventaja de un mercado amplio para cultivos tropi-cales, no ha servido para mejorar el ingreso de los caficultores. El grano mexicano se vende a Estados Unidos 27 dólares por cien libras debajo del de Costa Rica y 17 debajo del guatemalteco, debido al esquema de comercialización dentro de nuestro país, dominado por grandes compañías, que pa-gan a un mismo precio el café de diversas calidades, y que inhiben las posibilidades de un mejor cuidado en la calidad por parte de los productores. Además, la alta depen-dencia que sufre México de Estados Unidos en su intercambio global de mercancías –y que se ha profundizado con el TLCAN– ha propiciado una sobrevaluación del peso frente al dólar, que calculo en 30 por cien-to, la cual deteriora el valor del café que se vende en dólares. La fuerza del oligopolio de la industria solubilizadora y del café con azúcar (Nestlé y Café Legal) creció con el TLCAN, pues mientras se tenía liberaliza-da la importación de materia prima (grano verde) –la cual logró acotarse a finales de los años 90 por gestión de los caficultores–, se negociaron en el tratado restricciones al ingreso a México de marcas de producto industrializado de Estados Unidos y Cana-

dá, y se frenó la posibilidad de procesar en esos países café verde mexicano para luego traerlo acá procesado; se limitó así la com-petitividad en este sector. El TLCAN brin-dó protección a los grandes.

Sergio Madrid Director del Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible

Desplome de producción nacional forestal y repunte de importaciones

Con su énfasis asistencialista, los programas gubernamentales han sido incapaces de im-pulsar la competitividad de la producción forestal que se requiere en el contexto de la apertura comercial, y han llevado al sector a la crisis más profunda que jamás había enfrentado. En la década de los 90 la pro-ducción se mantuvo estable; sin embargo –con la reducción continua de los aranceles hasta su eliminación en 2004– se desplomó en 25 por ciento, y las importaciones de ma-dera provocaron que la balanza comercial registrara un déficit de 4 mil 800 millones de pesos. Así, el sector forestal no ha logrado recuperarse y mantiene una tendencia a la baja, aun cuando el consumo nacional cre-ce como nunca antes. La crisis desalienta a los dueños de terrenos para mantener el uso forestal del suelo, y buscan mejores opciones cambiando a usos ganaderos y frutícolas. El Diagnóstico del comercio internacional fores-tal de México – 2006, que presentó el gobier-no, señala que “la oportunidad de negocios para el sector se encuentra en la importa-ción de materias primas forestales, extrayen-do recursos naturales ajenos y conservando

los propios para, de esta manera, hacer del país el principal transformador de materias primas forestales del hemisferio”. Esta vi-sión es simplista y sustenta tres dinámicas: a) la permanencia de una industria forestal débil que no contribuye a dinamizar la eco-nomía de las comunidades rurales y produ-ce la salida continua de divisas; b) el freno al desarrollo de esa industria, al hacerla de-pendiente en su totalidad de importaciones, y c) el mantenimiento de los procesos de deforestación y cambio de uso de suelo por la escasa utilidad económica que genera la actividad forestal a los propietarios de los re-cursos. Dado el creciente déficit comercial forestal; sus efectos sobre las poblaciones rurales y sobre la conservación de los bos-ques, y la aparente imposibilidad de hacer cambios al TLCAN, es urgente modificar la política gubernamental a fin de impulsar la competitividad del sector por conducto de las comunidades forestales, las cuales po-seen 80 por ciento de los bosques del país, y convertir al Manejo Forestal Comunitario en un motor económico de las zonas rurales y de la economía en su conjunto. De los 7 mil 80 millones de pesos destinados al sector forestal en el Presupuesto de Egresos de la Federación 2008, la mayoría se ha progra-mado para control de incendios, siembra de arbolitos, plantaciones comerciales, viveros y pago de servicios ambientales. Esto deja ver que hace falta generar una estrategia clara para reactivar al sector a partir de reco-nocer el potencial del bosque nativo y de su propiedad social, e impulsar la competitivi-dad de la producción forestal ejidal, la mo-dernización de su infraestructura industrial, la capacitación de ejidatarios y comuneros, y el apoyo a la planeación y ordenamiento territorial.

Manuel Ángel Gómez CruzCatedrático del Centro de Investigaciones Económicas, Sociales y Tecnologías de la Agroindustria y la Agricultura Mundial de la UACh

Débil agroindustria desaprovecha cupos a EU en jugo de naranja

Junto con el azúcar (donde surgieron las “cartas paralelas”), el jugo de naranja fue renegociado en noviembre de 2003, inmedia-tamente después de la firma del TLCAN y antes de su entrada en vigor. Los productores de Florida estaban convencidos de que sus homólogos de México podrían desplazarlos de su propio mercado. El antecedente de esta percepción fue una serie de heladas en los años 80 que dañaron seriamente millones de naranjos y obligaron a incrementar las importaciones desde Brasil y México. Para protegerse ante la competencia de México, los negociadores establecieron un sistema de arancel-cuota, con la particularidad de que también las exportaciones dentro de la cuota tenían que pagar un arancel, lo que repre-sentó una excepción en los esquemas acor-dados en el TLCAN. No obstante, a 14 años de operación del tratado, el resultado ha sido contrario a lo esperado. Muy pocas veces se ha podido aprovechar el volumen del cupo. En 2003 y 2004 solamente se exportaron 40 millones y 74 millones de litros de los 151 mi-llones pactados. A partir de 2005 han crecido las exportaciones, pero no por ser México más competitivo o por el impacto positivo del TLCAN, sino por fenómenos climatológicos; los huracanes Katrina y Wilma destruyeron en 2005 enormes plantaciones en Florida.

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Víctor Suárez* e Iván Polanco**

1 En el sector agropecuario no ha habido crecimiento económico

Crecimiento promedio anual del sector 1982-2006: • 1.3%Crecimiento promedio anual del sector en el TLCAN • (1994-2006): 1.8%Crecimiento promedio anual del sector en el gobierno del • Vicente Fox: 2.1%

Con el gobierno de Fox se consolidó la política neoliberal de estancamiento estabilizador. El sector agropecuario ha sido desenchufado de la economía nacional.

Crecimiento promedio anual (%) PIB nacional

PIBsectorial

Periodo neoliberal 1982-2006 2.3 1.3

Periodo TLCAN 1994-2006 2.9 1.8

Sexenio Vicente Fox 2000-06 2.17 2.13

1997 6.8 0.2

1998 4.9 0.8

2000 6.6 0.6

2005 3.0 -7.2

El modelo económico neoliberal ya no necesita al sector agro-pecuario; el campo ha sido excluido del “desarrollo” neoliberal. Ritmos de crecimiento relativamente altos en la economía del país no jalan al agro. La economía del país va por un lado y el sector agropecuario por otro.

2 El crecimiento del comercio agroalimentario no ha jalado el crecimiento del sector agropecuario

A pesar de que ha aumentado considerablemente el comer-• cio agroalimentario de México con el mundo durante el TLCAN en 12.3 por ciento promedio anual, el sector agro-pecuario únicamente ha crecido 1.8 por ciento anual.

El modelo de comercio agroalimentario, basado en exportaciones de bajo valor agregado y con altas erogaciones por insumos de im-portación, no impulsa el crecimiento regional ni sectorial; por el contrario, es causa del estancamiento estabilizador en el campo. Esto ha provocado que el sector agroalimentario se haya converti-do en generador de saldos negativos en la balanza comercial.

PeriodoBalanza comercial agropecuaria (Saldo: exportaciones menos importaciones)

Saldo promedio anual TLCAN -2,020.4 millones de dólares

Saldo acumulado TLCAN -26,265.1 millones de dólares

Saldo Balanza Comercial Agropecuario Ampliada 2006

-1,929.5 millones de dólares

Con el TLCAN aumentaron más las importaciones que las exportaciones agroalimentarias. Con el modelo neoliberal, lo principal que exportamos son empleos y divisas.

3 El modelo neoliberal agropecuario privilegia las agroexportaciones a costa de sacrificar el mercado interno

El comercio exterior agroalimentario no es importante • para el país, ya que únicamente representa entre 3 y 5 por ciento del comercio exterior total. Ni siquiera es demasia-do importante, ya que aporta apenas entre 13 y 15 por cien-to del valor total de la producción agropecuaria del país.Sin embargo, las políticas agrícolas y comerciales neolibe-• rales han estado centradas en promover exclusivamente las agroexportaciones, mismas que están concentradas en unas cuantas unidades de producción, regiones y empresas.Se ha privilegiado el interés de una minoría vinculada a • las exportaciones, a costa de sacrificar el interés de la ma-yoría de las unidades de producción, de las regiones y de las empresas vinculadas al mercado interno.

4 La producción de granos y oleaginosas se ha estancado

La producción promedio anual de granos y oleaginosas • entre 1994 y 2005 se ha mantenido en 30 millones de to-neladas. Esta cifra es similar a la alcanzada a principios de la década de los 80. Lo anterior, a pesar del crecimiento de la población en 20 años. En contraste, en China se duplicó la producción de maíz de 1982 al 2005, al pasar de 60 a 138 millones de toneladas.

5 El mercado agroalimentario ha sido entregado a intereses externos

El mercado agroalimentario ha sufrido una privatización • excluyente e injusta, privilegiando su concentración y tras-nacionalización, lo cual afecta como consecuencia nues-tra soberanía nacional y profundiza nuestra inseguridad alimentaria y nutricional.

6 Crece la dependencia alimentaria

Año Dependencia alimentaria (%)

1982 15.0

1994 20.0

2005 40.0

2008 (año 15 del TLCAN) 50.0 (estimada)*

2012 60.0 (estimada)*

* Si no hay cambio de política agrícola y comercial en México.

Sin comentarios.•

7 Se ha promovido el desempleo, el rentismo y la migración en el campo

Se perdieron • 2 millones de empleos rurales en los prime-ros 12 años del TLCAN.

El rentismo de tierras ejidales en zonas de riego y de buen • temporal es de 50 a 60 por ciento.Las importaciones de alimentos en el periodo TLCAN • han llegado a 125.6 mil millones de dólares. Esto signi-fica lisa y llanamente una insostenible fuga de empleos y divisas.Tan sólo en el sexenio de Vicente Fox las importaciones • agroalimentarias llegaron a 75.2 mil millones de dólares.La migración rural se ha desbordado en todo el país, no • solamente en los estados y las regiones que tradicional-mente expulsaban mano de obra rural, como Zacatecas, Michoacán, Jalisco, Oaxaca, Durango y Chihuahua.

8 El desastre ambiental en el campo ha crecido

El desastre ambiental en el campo ha crecido, con inelu-• dibles y costosos impactos en las ciudades y para el desarro-llo económico nacional. De los 196 millones de hectáreas con que cuenta México, 64 por ciento están degradadas, principalmente por erosión hídrica y eólica.Anualmente se pierde la utilidad agrícola de • unas 10 mil hectáreas en las mejores tierras irrigadas, por causa de la acumulación de sales. Ello acumula ya una superficie de 425 mil hectáreas que han dejado de ser útiles para la producción agrícola intensiva.

9 Crece la pobreza y la exclusión social en el campo, al tiempo que aumentan los programas asistencialistas y clientelares de combate a la pobreza

El Banco Mundial reconoce que la pobreza y la margina-• ción en el campo y los municipios mexicanos son alarman-tes. De 1995 al 2004 aumentaron en 25 por ciento.

10 Los ingresos campesinos provenientes de la agricultura se han desplomado desde que inició el TLCAN

Fuentes principales de ingreso monetario en áreas rurales

* Director de Anec ** Responsable de Políticas Públicas de Anec

datos duros SALDOS DE LAS POLÍTICAS NEOLIBERALES

Fuente: Wilson Center, con datos de OCDE y Banco Mundial

1982

-200

6

Page 7: No. 03 TLCAN. Asimetrias entre Mexico y Estados Unidos

17 de diciembre de 2007 7

Ana María Aragonés

El fenómeno migratorio de mexicanos hacia Estados Unidos se ha disparado en

forma extraordinaria a partir de la década pasada, situación que forzo-samente nos remite al momento de la puesta en marcha del Tratado de Libre Comercio de América del Nor-te con Estados Unidos y Canadá.

Si analizamos el efecto de dicho tratado sobre la economía mexicana, es fácil detectar que uno de los secto-res más afectados ha sido el campo. La situación de subordinación en la que se pactaron los términos del tratado ha dado lugar a que seamos importadores de una parte sustancial de la dieta básica de la población, perdiendo así seguridad y soberanía alimentarias, lo que nos mantiene como país subdesarrollado.

Los productores mexicanos no pueden competir con Estados Unidos porque este país no sólo aplica muy importantes subsidios a la producción agrícola, sino que gracias a la participación de la po-

blación migrante mexicana, los cos-tos de sus productos se reducen. Se trata de trabajadores que perciben bajos salarios, trabajan largas jorna-das, prácticamente sin protección laboral. Si bien estas condiciones se han mantenido porque se esgrime que se trata de una fuerza laboral indocumentada, cuando analiza-mos lo que sucede con aquellos que son contratados bajo las llamadas visas H2A, se puede constatar que sus condiciones no son mejores.

Tuvimos la oportunidad de rea-lizar varias investigaciones en uno de los llamados nuevos destinos mi-gratorios en Carolina del Norte, y los testimonios de esos trabajadores ponen de relieve no sólo la enorme explotación, sino la desprotección laboral y sanitaria bajo la cual tra-bajan. Es decir que la legalidad no es garantía de un trato mejor; es más, por momentos pareciera que las condiciones son peores en la medida en que esos trabaja-dores son asignados a un granjero determinado, y si éste los trata mal, no les paga lo convenido o no les

ofrece servicios médicos cuando presentan problemas de salud, los trabajadores no tienen ninguna po-sibilidad de cambiar de patrón.

De acuerdo con sus propias de-claraciones, los migrantes mexica-nos consultados allí se consideran esclavos más que trabajadores libres y con derechos. Una queja muy sentida es que, después de muchos

años de trabajar –algunos llevan más de 15 años trasladándose cada año por seis o nueve meses hacia Estados Unidos–, no han logrado que les sea reconocida ni siquiera la antigüedad, y por ello es imposi-ble que puedan alcanzar una muy justa pensión.

Estos flujos migratorios repre-sentan una masiva transferencia de plusvalía desde la periferia, que labora en condiciones de enorme precariedad, sin acceso a los pro-gramas ni beneficios sociales, en un entorno de desprotección labo-ral. Su importancia radica en que se trata de población económica-mente activa (PEA). Es mano de obra que llega en edad productiva sin ningún costo para el país recep-tor, lo que permite reducir los cos-tos de producción, incrementar la flexibilidad y desregulación laboral y alcanzar con ello una creciente competitividad con máximas tasas de beneficio.

México ha incrementado las importaciones agrícolas de Estados Unidos entre 1995-2005 en 7.6 por

ciento anual en productos tales como ganado y carne, granos, se-millas de aceite y en menor medida productos lácteos y productos avíco-las, todos ellos artículos de enorme sensibilidad en la dieta básica de la población mexicana. Al mismo tiempo ha disminuido su apoyo pú-blico al sector.

Todo esto ha creado una situa-ción de pobreza y pobreza extrema que ha sido reconocida por las pro-pias autoridades gubernamentales, como Beatriz Zavala, secretaria de Desarrollo Social, quien en agosto pasado señaló que “todavía 44 millo-nes de 700 mil mexicanos viven en situación de pobreza, y 14 millones 400 mil se enfrentan a la pobreza más lacerante: la pobreza alimenta-ria”. Una situación muy lamentable es que muchas comunidades rura-les se van despoblando, quedando sólo niños y ancianos, que esperan las remesas para poder sobrevivir y que pase el tiempo para que los ni-ños tengan la edad suficiente para seguir el camino de los padres.

La migración se ha incrementado ante la falta de políticas públicas que pudieran cambiar las condiciones que mantienen al país como sim-ple reservorio de fuerza de trabajo barata, lo cual es aprovechado por Estados Unidos, que se da el lujo de violar los más elementales derechos humanos de esos trabajadores ante el silencio del gobierno mexicano.Profesora de la Facultad de Estudios Superiores, UNAM-Acatlá[email protected]

Óscar Pérez Veyna

El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y sus plazos pueden modificase. De no haber cambios, los efectos conocidos sobre el campo (migra-

ción, baja productividad, abandono de tierras) se agudizarán.El sector agropecuario ha acumulado entre 1994 y 2007 ex-

periencias que han sido documentadas por sus implicaciones sobre grandes masas de productores. Zacatecas, una entidad que basa su economía en los sectores primario y terciario, re-siente con cruda realidad los efectos de la política agrícola gobernada por el modelo económico imperante. La migra-ción, como uno de estos efectos, presenta a partir de la firma del TLCAN un incremento sustancial tanto en lo interno (campo-ciudad) como al exterior (hacia Estados Unidos).

Entre 1995 y 2000, 34 de los 57 municipios registraron tasas de crecimiento demográfico anual igual o inferior a cero; en 2005, los municipios con esta característica representaron 43 por ciento del total en la entidad. En 2000 Zacatecas fue clasificado como un estado de “muy alto grado de intensidad migratoria”.

Producto de la organización de los zacatecanos en Esta-dos Unidos, surgió el programa 3x1 para migrantes. De los 58 municipios, sólo cuatro no recibieron apoyo de este pro-grama en el periodo 2002-2005. De los que sí recibieron apo-yo, 39 municipios mantuvieron una tasa de despoblamiento constante; de ellos, emigraron 48 mil 46 personas. Las cabe-

ceras municipales de mayor crecimiento poblacional (Cale-ra, Guadalupe, Loreto, Fresnillo) nutren su estadística con la llegada de habitantes de municipios con pocas posibilida-des de desarrollo que buscan mejores expectativas.

Bajo el cielo zacatecano, migración y despoblamiento con-vergen de manera desfavorable para la economía de la entidad.

El frijol en Zacatecas ha significado históricamente una im-portante fuente de abasto para el mercado nacional (más de 30 por ciento de la producción nacional) y, de manera recíproca, los productores han logrado un alto grado de especialización, no obstante los recurrentes problemas de comercialización; 57 por ciento de la superficie cultivada se siembra con frijol y ocupa cerca de 70 mil personas (aproximadamente 14 mil familias).

Es impostergable la renegociación del capítulo agro-pecuario del TLCAN. Carecemos de las condiciones para que nuestros agricultores enfrenten con éxito la competen-cia de productos importados con fuertes subsidios. La región productora de frijol en Zacatecas se ubica sobre municipios marcados simultáneamente por niveles de marginación y emigración altos. No es difícil pronosticar un éxodo mayor de frijoleros que, al ver desplazado su grano, tomen la alter-nativa de la migración.

Análisis realizados por estudiantes del Programa de Doc-torado en Estudios del Desarrollo de la Universidad Autóno-ma de Zacatecas sobre las circunstancias que viven los fri-joleros, deben obligarnos a dilucidar escenarios posibles de

factores económicos (valor del producto, costo de fertilizan-tes, semilla, subsidios) y productivos (variedades, densidades de siembra, pesticidas, etcétera) sobre los cuales nuestros productores puedan acercarse paulatinamente a una soste-nibilidad económica que les disipe la idea de migrar.

Ante la creciente migración de zacatecanos hacia Estados Unidos y la incertidumbre que implicaría el libre ingreso de frijol a México, se presenta la urgente necesidad de aprove-char aquellas disposiciones del TLCAN que permiten apo-yar la producción interna y la generación de empleos. Es ur-gente el diseño de políticas públicas comprometidas con los frijoleros y con el campo en general. El tiempo se acaba, las posiciones se tensan, la frontera se militariza, hay una cada vez mayor exposición a riesgos de nuestros migrantes en su intención de pasar la frontera ante la falta de oportunidades para lograr un ingreso digno. Los que logran pasar dejan atrás, en comunidades y poblados, mujeres y niños abando-nados a su suerte. Las remesas ayudan a paliar la circunstan-cia, pero está visto que el costo social es mucho mayor.

Las condiciones sobre las que se firmó el TLCAN no son las actuales (organismos genéticamente modificados, calen-tamiento global, seguridad, biocombustibles, etcétera) para ninguno de los tres países. Esto hace necesario plantear la renegociación, misma que, de darse, deberá incorporar a los actores centrales (productores) y no a negociadores que des-conocen la realidad, como la de los frijoleros en Zacatecas que ven sólo incertidumbre luego de producir una legumi-nosa fundamental en la dieta del mexicano.Secretario académico del Doctorado en Estudios del Desarrollo de la UAZ [email protected]

Zacatecas: de frijoleros a migrantes

Éxodo rural MANO DE OBRA MEXICANA ABARATA PRODUCCIÓN AGRÍCOLA DE EU

Tratan a documentados como esclavos; están peor que los ilegales• Enfrentan explotación, desprotección laboral, ausencia de servicios médicos•

DAÑOS SOCIALES

México: fl ujo de migrantes hacia EU

Fuente: elaboración propia con base en datos de Conapo.Serie migración internacional, www.conapo.gob.mx

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17 de diciembre de 20078

CAMPAÑA POR UN MILLÓN DE FIRMAS EN DEFENSA DEL MAÍZ Y EL FRIJOL

Sacar al maíz y al frijol del TLCAN. Instalar un mecanismo permanente de administración de las importaciones 1. y exportaciones de maíz y frijol (y sus derivados y subproductos) por el Congreso de la Unión.Prohibir la siembra de maíz transgénico en México. Protección y mejoramiento del patrimonio genético de 2. los maíces mexicanos, incentivo a la producción de maíces nativos y orgánica.Aprobar el Derecho Constitucional a la Alimentación por la Cámara de Diputados y la Ley de Planeación 3. para la Soberanía y Seguridad Agroalimentaria y Nutricional por la Cámara de Senadores.Luchar contra los monopolios del sector agroalimentario. Evitar el acaparamiento y la especulación, así 4. como la publicidad engañosa de alimentos “chatarra”.Promover que el maíz mexicano y las expresiones culturales que involucra se inscriban tan pronto como sea 5. posible en la Lista de Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad, por la UNESCO.

NOMBRE ESTADO MUNICIPIO O DELEGACIÓN FIRMA CORREO ELECTRÓNICO Y/O TELÉFONO

Hugo A. Garcia Rañó

En 2008 el neoliberalismo cumple 25 años en México de aplicar políticas de estabilización, ajuste estructu-ral y liberalización de mercados. En esta fecha coin-

ciden tanto el aniversario como la apertura total del sector agrícola al comercio global. Esto es más que sólo un mo-mento para el recuerdo: se trata de la consolidación del pro-ceso de restructuración del agro, que en una época cumplió la función de soporte del desarrollo industrial y que ahora representa un reto a superar para nuestra economía.

En este pasado cuarto de siglo la economía en su con-junto transitó hacia el libre mercado y la modernidad, con la esperanza de superar los rezagos heredados de la década de los 70. Con una visión más dogmática que realista, el gobierno mexicano emprendió una serie de ajustes sobre la estructura económica y particularmente sobre la base pro-ductiva campesina, con la finalidad de alcanzar los anhela-dos equilibrios macroeconómicos.

¿Por qué nos referimos a la base campesina en específico? Porque este sector fue el que permitió amortiguar el embate del ajuste de precios; allí se dio la política de transferencia de ingresos vía precios relativos y la eliminación paulatina de los precios de garantía. Esto se logró mediante un sistema de mercado que mantenía la dinámica de los precios de los pro-ductos agrícolas por debajo del comportamiento nacional, re-duciendo la capacidad de capitalización del sector y aumen-tando el rezago económico y social de la población rural.

A principios de 2007 el resultado de este proceso de rees-

tructuración económica dejó ver la existencia de las limitantes de la política económica frente a los cambios en el mercado.

La escalada de precios de la tortilla fue resultado, más que de una actividad especulativa ilícita por parte de los grandes empresarios, de un comportamiento natural en un mercado de maíz desarticulado, concentrado en sus eslabones inter-medios y con una vinculación directa a un mercado alta-mente especulativo (el de biocombustibles).

El lazo entre los mercados internacionales y la dinámica interna se estrechó gracias a las negociaciones comerciales con nuestros vecinos del norte, al igual que con los otros 26 tratados comerciales. Éstos se fundamentan en las ideas de las ventajas comparativas desarrolladas por el libre comer-cio. Sin embargo, existen fuertes dudas sobre los beneficios que tales negociaciones pueden tener sobre los países me-nos desarrollados, además de los efectos negativos que pue-den generar particularmente en el sector agrícola.

Tras los acontecimientos de 2007, como el incremento del precio de la tortilla, de 30 por ciento oficialmente; el aumento en el precio internacional del trigo, y los anuncios de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimen-tación y la Agricultura (FAO) sobre el aumento de los nive-les de desnutrición mundial, debemos mirar hacia atrás y preguntarnos si realmente esta transición al libre mercado nos posibilita sentar las bases para fortalecer nuestro propio desarrollo. Las mismas negociaciones de comercio global permiten una serie de instrumentos de política, pero no los estamos empleando en su totalidad, y con ello limitamos el fortalecimiento de nuestro campo.

La competitividad del sector se ha reducido: en 2006 par-ticipó apenas en 3.3 por ciento de las exportaciones no pe-troleras. Además, el gasto público real en el sector declinó en 63 por ciento, y hubo una pérdida de 23 por ciento de la superficie irrigada y una caída en términos reales de los créditos asignados al campo entre 1994 y 2006.

El sector agrícola jugó un papel central en el desarrollo nacional durante el ciclo 1940-1960, cuando se buscó la so-beranía alimentaria como parte de la estrategia de desarrollo. Entonces el sector no sólo generó recursos para la industria, sino además estableció las bases para un ambiente de estabi-lidad social a partir de la distribución de tierra y la inversión. La crisis no es resultado del periodo neoliberal. Sin embargo, sí podemos decir que desde 1989 el sector se ha caracterizado por tres elementos importantes: a) la actuación discrecional del Estado ante los problemas de la agricultura; b) un incre-mento en la dependencia de los suministros externos, y c) una desvinculación entre el sector financiero y el agrícola.

De frente al 2008, se hace necesario replantearnos lo que esperamos del agro, como economía y como sociedad. No se trata de frenar las negociaciones comerciales con el exterior per se, sino reflexionar sobre la necesidad de impulsar políti-cas que cultiven nuestra estabilidad y nuestro desarrollo.

Este artículo se basa en el estudio Crisis de la Tortilla. ¿Coyuntura o falla estructural? elaborado por Alder Kele-man y Hugo Garcia para Oxfam Internacional en 2007.Consultor en temas sobre Economía y Agricultura, Programa sobre Ciencia, Tecnología y Desarrollo, El Colegio de Mé[email protected]

Cultivando el Campo tras 25 años de Neoliberalismo

DESPRENDE ESTA HOJA... SÁCALE COPIAS, RECOLECTA FIRMAS Y ENVÍALAS AL 56-61-59-09 (FAX) O VÍA ELECTRÓNICA A [email protected] O A MIGUEL ÁNGEL DE QUEVEDO NO. 50 DEPTO 403, COL. CHIMALISTAC, DEL. ÁLVARO OBREGÓN, C.P. 01050, MÉXICO DF. A NOMBRE DE CAMPAÑA “SIN MAÍZ NO HAY PAÍS”.

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SIACOMEX

A diez años de constitución, somos una empresa del sector social conformada por pequeños y medianos productores establecidos en 19 Estados de la República que conforma una red de comercialización de granos básicos principalmente maíz, frijol, trigo y sorgo y la cual proporciona servicios competitivos de comercialización de cosechas y abastecimiento de insumos a través de:

Mejor precio. Canal de venta. Seguridad y oportunidad de pago. Agilidad en la recepción de la mercancía. Pesaje exacto. Aplicación justa de las normas de calidad. Buen trato.

Ofrecemos las mejores condiciones de mercado para los bienes agrícolas que cosechan y para los insumos agrícolas que demandan los pequeños y medianos productores, para aumentar su rentabilidad, mejorar sus ingresos y elevar su nivel de vida. Actualmente somos el principal proveedor de Diconsa ofreciéndole anualmente más de 70,000 toneladas de maíz, asimismo nos hemos constituido como el principal canal de comercialización para las organizaciones socias acopiando y ofertando más de 400,000 ton. de maíz al mercado para su industrialización y transformación. A la vez somos el principal comprador de frijol de los productores de gran parte del país, superando las 40,000 ton. anuales.Hemos avanzado en la conformación de la red de acopio y almacenamiento para los diferentes productos de nuestros socios contando hoy en día con más de 200 bodegas habilitadas como Almacenes Generales de Depósito y se está en la etapa final de la construcción de la Planta de Almacenamiento, Envasado y Distribución de Granos Básicos en el Valle de México, ubicada en Huehuetoca , Estado de México.A sus diez años de constitución contribuye con el desarrollo de las capacidades comerciales, financieras, organizativas, administrativas, empresariales y operativas propias y de nuestras organizaciones para permanecer y participar competitivamente en el mercado de productos e insumos agrícolas. Es por ello que dentro de los servicios de capacitación se han impartido en el ciclo agrícola P-V 2006 más de 40 talleres locales, nacionales y regionales para la formación de cuadros de directivos, de responsables de comercialización y de almacenistas y con gran éxito se ha iniciado el fortalecimiento de las áreas administrativas de nuestra red.Durante los ciclos de PV-2005 y PV-2006 nos hemos constituido como el principal proveedor de fertilizantes de importación DAP y UREA ofertando a nuestros socios en ambos ciclos más de 20,000 ton. a precio competitivo, calidad, y oportunidad para su utilización.Por ello Siacomex se siente orgulloso de celebrar su Décimo Aniversario con la finalidad de reconocer el gran esfuerzo compartido entre todos los integrantes de la red. A la vez éste evento permitirá definir nuevas metas para los próximos 25 años renovando el ánimo de servicio a los pequeños y medianos productores de granos básicos.

10 AÑOS DE SERVICIO A LOS PEQUEÑOS Y MEDIANOS PRODUCTORESDE GRANOS BASICOS DE MEXICO

EL CAMPO EN LA CIUDAD

Maíz, frijol, sorgo, arroz, café, chocolate, miel, mezcal, amaranto, artesanía y muchos productos campesinos más se ofrecieron en la Feria Nacional Campesina, realizada en el Zócalo de la Ciudad de México del 8 al 10 de noviembre. Asistieron más de 200 productores de la mayoría de los estados del país. La feria fue en el marco de la Campaña Nacional en Defensa de la Soberanía Alimentaria y la Reactivación del Campo Mexicano, que recaba fi rmas ciudadanas en su página electrónica www.sinmaiznohaypais.org

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Víctor M. Quintana S.

Nos prometieron las barras y las estrellas, perdón, la luna y las estrellas. Nos dijeron que con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) nuestro campo sería más productivo, generaría más alimentos, más divisas y abatiría po-

breza y migración, a la vez que mejoraría las condiciones de vida de los hombres y mujeres del medio rural. A 14 años de distancia y a unos días de la apertura total pactada, ¿se han cumplido estas promesas?

1. ¿Es más productiva la agricultura mexicana? Durante la vigencia del TLCAN se ha incrementado la producción agropecuaria; hay un aumento sostenido del PIB del sector entre 1994, año en que totalizó 73 mil 373 millones de pesos, y 2002, en que llegó a 82 mil 396 mi-llones de pesos, a valores constantes sí, pero a un ritmo menor al de otros países de América Latina que no han firmado un tratado semejante. Han sido muy dinámicas las ramas orienta-das a la exportación, como las frutas y las hortalizas, o las pecuarias, muy concentradas en su propiedad por trasnacionales u oligopolios mexicanos, pero la producción de granos básicos y oleaginosas ha crecido a ritmos mucho menores. Por otra parte, el sector agropecuario aumen-tó en términos absolutos, pero no en lo referente a producción per cápita. El PIB agropecuario y forestal en el trienio 2001-2003 resultó 11.1 por ciento inferior al observado en 1980-1982.

2. ¿Ha contribuido el TLCAN a desarrollar la soberanía alimentaria de México? No ha contribuido a fortalecer la soberanía alimentaria y nutricional de México como país, ni de su población. Nuestro índice de dependencia del suministro extranjero de granos bá-sicos, oleaginosas y carne ha aumentado: en 2005 las importaciones de productos agrícolas y alimentos representaron 40 por ciento del consumo total nacional, contra 15 de 1982 y 20 por ciento de 2004. El volumen de divisas que México gasta importando alimentos que aquí se pueden producir se ha disparado: según datos del INEGI, entre 1995 y 1999 ingresaron al país productos alimentarios por un valor de 29 mil 559 millones de dólares; entre 2001 y 2005, la dependencia alimentaria se disparó a 49 mil 547 millones de dólares. Estas importaciones representan 54 por ciento de las divisas obtenidas por la exportación de petróleo en los pasa-dos cinco años, o 72 por ciento de las remesas de los emigrantes mexicanos en el exterior.

Por otro lado, aunque nuestras exportaciones aumentan al mismo ritmo que las impor-taciones, traemos del extranjero alimentos estratégicos y exportamos otros que no tienen ese carácter, además con un nivel muy alto de participación de empresas trasnacionales u oligopólicas en esos envíos.

3. ¿Ha contribuido el TLCAN a mejorar el empleo y el ingreso en el campo? Según José Luis Calva, en el trienio 2002-2004 los cultivadores de maíz (sumando al precio de venta el subsidio del Procampo equivalente por tonelada) perdieron 50.3 por ciento del poder adquisitivo de su grano respecto de 1980-1982, los trigueros vieron esfumarse 49.6 por ciento del poder adquisitivo de su cereal, para los frijoleros la baja fue de 45.3 y los productores de soya perdieron 49.7 por ciento de su ingreso real.

También han caído las remuneraciones a los trabajadores agropecuarios: en 1994 el sala-rio diario promedio nacional a pesos de julio de 2002 era de 179.04, y en el sector agrope-cuario, de 107.39, y para 2003 fueron de 156.86 y 93.97, respectivamente.

La caída de la rentabilidad de los productos agropecuarios y de los salarios en el sector afectan el empleo en la misma proporción. El año antes del TLCAN, 1993, en el sector agricultura, ganadería, silvicultura caza y pesca, el personal ocupado ascendía a 8 millones 842 mil 274, y para 2003, a 6 millones 937 mil, lo que significó una tasa media anual de crecimiento negativa, de menos 2.4 por ciento, a contrapelo de los sectores secundario y terciario, que experimentaron tasas positivas.

4. ¿Ha ayudado el TLCAN a reducir la pobreza y la migración rurales? Según El Co-legio de México, la migración hacia Estados Unidos se incrementó más ostensiblemente en la segunda mitad de los años 90, coincidiendo con la entrada en vigor del TLCAN, de las reformas al artículo 27 constitucional y a la Ley Federal de Reforma Agraria, y con la crisis económica 1994-1995, entre otros fenómenos, hasta llegar a 2 millones de emigrantes del campo mexicano, pero recientemente un estudio del Banco Mundial dice que en los primeros 10 años del tratado salió del campo una cuarta parte de la población rural: 6 millones de personas.

La pobreza sigue afectando mucho más a la población rural. Según las recientes cifras del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, en 2005, en el medio rural la población en pobreza alimentaria alcanzó un 32.3 por ciento del total, contra 9.9 por ciento en el medio urbano. La proporción de población en pobreza de capacidades en el medio rural ascendió a 39.8 por ciento, y en el urbano a sólo 15.8. Finalmente, la pobreza patrimonial en el medio rural afectó a un 61.8 por ciento de la población, contra 38.3 en las ciudades.

5. ¿Tenemos un mejor medio ambiente luego de 14 años de TLCAN? El TLCAN y el resto de políticas de ajuste impuestas por el capitalismo neoliberal no han resultado beneficiosas para los recursos naturales. La explotación agropecuaria comercial intensi-va, sobre todo la orientada a la exportación, ha implicado una mayor concentración de nitrógeno, fósforo y otras sustancias nocivas en suelos y corrientes de agua. Entre 1994 y 2001, las importaciones mexicanas de nitrógeno se dispararon 400 por ciento, lo que implica una sobreaplicación enorme de este agroquímico en la agricultura mexicana. Por otra parte, se ha generado una mucho mayor depleción de los de por sí escasos recursos acuíferos del país; la producción de frutas y hortalizas para la exportación o la producción intensiva de maíz de riego para poder competir con el importado a bajos precios, han pro-vocado una explotación mucho más intensiva de los recursos hídricos de México, al punto que de los 459 mantos acuíferos que hay en el país, 80 se encuentran sobrexplotados. La competencia extranjera inducida por el TLCAN se ha traducido en una devastación ma-siva de bosques Así, la tasa media de deforestación en las regiones boscosas de México ha superado las 630 mil hectáreas por año desde 1993 afectando no sólo los bosques, sino las regiones más ricas en biodiversidad del planeta. Finalmente, las importaciones desde Es-tados Unidos han comenzado a invadir el país con semillas transgénicas, que constituyen una amenaza real a nuestra megabiodiversidad.

Usted concluya….

Banco Mundial decepcionado del TLCAN

“(...) el sector rural ha sido objeto de las refor-mas estructurales más drásticas (la liberaliza-ción comercial impulsada por el GATT y el TLCAN, la eliminación de controles de pre-cios, la reforma estructural sobre la tenencia de la tierra), pero los resultados han sido de-cepcionantes: estancamiento del crecimiento, falta de competitividad externa, aumento de la pobreza en el medio rural, (...) Esto plantea un importante problema de política, debido a que a partir de 2008 el TLCAN pondrá al sector en competencia abierta con Canadá y Estados Unidos”, Banco Mundial, 2002.

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Versiones de las participaciones de Víctor Quintana S., Luciano Concheiro y Armando Bartra en la mesa redonda realizada en Casa Lamm el 26 de noviembre, sobre Campo y TLCAN

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TEMA DEL MES

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Armando Bartra

1. Cambiar el curso suicida en que nos metieron los anteriores gobiernos. Y para esto reconocer que el agrocidio implícito en el Tratado de Libre Comer-cio de América del Norte (TLCAN) fue calculado, y romper expresamente con esa línea que hoy es de Es-tado. No podemos conformarnos con ajustes meno-res, nos hace falta un nuevo modelo de desarrollo que rescate al campo y a los campesinos en términos de economía, sociedad, medio ambiente y cultura. No deseamos volver atrás, a las prácticas clientelares y la corrupción. Queremos un nuevo pacto social entre el México urbano y el rural, y en este contexto un nuevo trato entre el Estado y los campesinos.

2. Para restaurar el México rural hay que recono-cer, ponderar y retribuir la multifuncionalidad de los campesinos. La base de los cambios que deman-damos está en valorar las diversas funciones del cam-po en forma de aportaciones económicas, sociales, ambientales, culturales y democráticas. Porque los campesinos no piden limosnas, tienen compromisos con la nación y quieren cumplirlos, pero necesitan condiciones adecuadas, que hoy no existen.

3. Para reactivar e integrar las cadenas producti-vas hace falta fomentar la pequeña y mediana pro-ducción campesina y las agroindustrias y comercia-lizadoras asociativas. Las funciones económicas del campo no se pueden medir sólo por el peso del sector agropecuario en el producto interno bruto. Si éste disminuye, no es tanto porque caigan sus volúmenes de producción como porque decrecen sus precios re-lativos. Los campesinos cada vez dan más y cada vez reciben menos. El círculo vicioso se origina en un mercado agropecuario asimétrico, politizado y con-trolado por trasnacionales que no tiene nada que ver con el “libre comercio”. Romperlo supone acciones de Estado para proteger del comercio desleal y abusi-vo a un sector de la producción que aun en términos económicos pesa más de lo que parece.

4. Para recuperar la soberanía alimentaria hay que fomentar la producción campesina de básicos. El valor de la producción agropecuaria no se mide sólo en volúmenes y precios, pues se trata en gran medida de comida de la que depende la subsistencia de la po-blación. No cosechar suficientes alimentos nos pone en riesgo como nación. Garantizar la autosuficiencia en básicos y la seguridad alimentaria –como lo hacen las economías más poderosas– es indispensable para países pobres y dependientes, pues de otra manera es-taremos de rodillas ante los dictados del imperio.

5. Para frenar el éxodo campesino y recuperar la soberanía laboral es urgente impulsar una agricul-tura doméstica y asociativa intensiva en trabajo y bien remunerada. En el campo vive uno de cada cua-tro mexicanos y en la agricultura trabaja uno de cada cinco, de modo que continuar desmantelándolos es descobijar una cuarta parte de los connacionales que el resto de la economía no puede absorber. Reactivar la agricultura campesina es cuestión de soberanía y seguridad laborales, pues un país incapaz de emplear

dignamente a la mayoría de sus ciudadanos y atenido a las circunstancias económicas y políticas de quien recibe a sus migrantes, es una nación minusválida.

6. Para contrarrestar la crisis ambiental habrá que impulsar una producción campesina amigable con la naturaleza. Rico en recursos naturales y diversidad bio-lógica que se pierden aceleradamente, México está al borde de una gran crisis ambiental. El modelo de urba-nización-industrialización es culpable, y también una es-trategia agrícola predadora que dañó severamente tierra, agua, aire, flora y fauna. Pero despoblar el campo no es conservar la naturaleza, pues los ecosistemas se reprodu-cen socialmente. Para restaurar los recursos y equilibrios perdidos hace falta restaurar también una economía campesina sustentable capaz de aprovechar sin destruir.

7. Para restablecer la convivencia hay que devolver a los campesinos la confianza en un futuro digno. La descomposición del tejido social es el saldo más doloroso de la crisis rural. La migración compulsiva, las estrategias de sobrevivencia antisociales vinculadas a la delincuencia organizada, la agudización de los conflictos, la proliferación de grupos guerrilleros, el descreimiento en las instituciones, la ingobernabili-dad hormiga, son procesos perversos que no remitirán mientras el campo siga siendo cárcel y condena para las nuevas generaciones rurales. Hay que restaurar la economía y la naturaleza, pero también las ilusiones.

8. Para recuperar las raíces de nuestra identidad es indispensable darle viabilidad económica a la comunidad agraria, sustento mayor de nuestras cul-turas autóctonas y mestizas. En el campo están nues-tros cimientos culturales. El México urbano perderá irremisiblemente su identidad si no se reconcilia con el México profundo que es en gran medida el México rural. Pero no se trata de preservar reliquias arqueoló-gicas, se trata de restaurar la vitalidad socioeconómica del campo como sustento de su vitalidad cultural. No nos inspiran nostalgias reaccionarias; queremos un México moderno, plural y abierto al mundo, pero que sea también un México indígena y campesino.

9. Para impulsar la democracia participativa es in-dispensable reconocer los derechos autonómicos de los pueblos indios. Si al país todo le faltan tradiciones democráticas, el campo ha sido y es el México bronco, territorio privilegiado del autoritarismo, donde por nor-ma general no se respetan las libertades civiles ni los derechos ciudadanos. La democracia es asignatura pen-diente del México rural. Desde hace rato los hombres del campo están empeñados en transformar profundamente sus sistemas de convivencia gremial y ciudadana, y en particular los pueblos indios han puesto la muestra de lo que puede ser una nueva socialidad democrática, partici-pante y autogestiva. Las autonomías de hecho están bien, pero es necesario que también las reconozca el derecho.

10. Los hombres del campo han dicho ¡basta! Ya no más ser caudal de votos, rebaño de acarreo, clientela caciquil, tema de oratoria, oportunidad de corruptos, objeto de asistencia y asunto folclórico. Los campesi-nos quieren seguir cosechando alimentos sanos para todos los mexicanos, generando empleo e ingreso para millones de compatriotas, cuidando los recursos natu-rales que nos dan aire puro, agua limpia, tierra fértil y diversidad biológica; quieren mantener y desarrollar nuestra cultura y nuestros usos y costumbres que son patrimonio de todos; quieren impulsar nuevas formas de convivencia democrática. Los campesinos quieren cumplirle a la nación, pero para esto es necesario que la nación les cumpla a los campesinos.

Diez propuestas para recuperar al campo

Luciano Concheiro Bórquez

Ante la noticia de que serían privatizadas las zonas arqueológicas de Machu Picchu y Chan Chan en el Perú, el escritor José Saramago dijo con una fuerte carga de ironía:

“Que se privatice todo, que se privatice el mar y el cielo, que se privatice el agua y el aire, que se privatice la justicia y la ley, que se privatice la nube que pasa, que se privatice el sueño, sobre todo si es el diurno y con los ojos abiertos. Y, finalmente, para florón y remate de tanto privatizar, privatícense los Estados, entréguese de una vez por todas su explotación a empresas privadas mediante concurso internacional. Ahí se encuentra la salvación del mundo (...) Y, me-

tidos en esto, que se privatice también a la puta que los parió a todos.”

Como bien dice Saramago, la fiebre pri-vatizadora invade todo, nos quiere restar los sueños, busca destruir implacablemente lo más íntimo de los seres y se plantea imponer el dominio total del mercado, y con ello con-denar a la inmensa mayoría a la exclusión económica, social y cultural. En este sentido, acabar con el propósito justiciero de la Revo-lución Mexicana, vuelto reforma agraria, fue una precondición impuesta a México para negociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

Se desató la fiebre privatizadora. Para ello se rompió el principal pacto social construido en la historia contemporánea; el gobierno neoliberal de Carlos Salinas de Gortari modificó el artículo 27 constitucio-nal, y ahora pretenden rematar Felipe Cal-

derón y sus huestes. Hace 15 años arrancó la contrarreforma agraria; se trataba de privatizar los ejidos y comunidades, y el botín no es menor, abarca más de la mitad de todo el territorio nacional, 101 millones 428 mil hectáreas. Pero en esta audaz acción que quiso tirar al basurero la historia del país, radica el prin-cipio del fin del corto reinado del neoliberalismo, la resistencia se ha impuesto en este caso sobre la supuesta lógica implacable del mercado vuelto TLCAN.

Privatización mínima. La insurrección zapatista del uno de enero de 1994 explícitamente denunció al TLCAN y los cambios al 27. Entonces, y hasta la fecha, se ha rebelado la abrumadora mayoría de los casi 4 millones de ejidatarios y comuneros de todo el país. De acuerdo con el Registro Agra-rio Nacional, al 30 de junio de 2005 sólo un millón 245 mil hectáreas, esto es menos del 1.23 por ciento de las tierras ejidales y comunales, habían solici-tado el dominio pleno, paso anterior para ser propiedades privadas, pero a la vez poco más de 600 mil hectáreas de propiedad privada han pasado en los últimos años al régimen ejidal y comunal. Además, de la minúscula privati-zación 75 por ciento corresponde a seis estados del norte del país: Baja Cali-fornia, Coahuila, Sonora, Nuevo León, Baja California Sur y Tamaulipas.

Pero la resistencia no sólo fue rechazar la privatización de la propiedad social. Los ejidatarios y comuneros, al ser certificados por el famoso Proce-de, declararon poco más de 70 por ciento de todas sus tierras como “tierras de uso común”, lo que quiere decir que las ampararon de ser vendidas, las protegieron para las futuras generaciones.

La resistencia campesina parece negarse a la declaración del “fin de la historia”; ofrece una base territorial inmensa como fundamento de la sobe-ranía alimentaria, referente de una democracia horizontal, de las autono-mías, del municipio libre, de otro mundo posible en la diversidad cultural y biológica que caracteriza a México.Profesor-Investigador UAM-Xochimilco [email protected]

LA RESISTENCIA

No a TLCs: CLOC y VC

“Rechazamos los instru-mentos de dominación que viene negociando Estados Unidos a través de los TLCs”. Coordi-nadora Latinoamerica-na de Organizaciones del Campo (CLOC) y Vía Campesina en el VI Foro Social Mundial y II de las Américas, rea-lizado en Caracas (24 al 29 de enero 2006).

Medidas injustas, inmorales: AMLO

(...) estamos participando en la campaña para impedir que se lleve a cabo la entrada en vigor de la cláusula del TLCAN que dejará abierta la importación de maíz y frijol del extranjero. (...) Enero será, si no lo impedimos, un mes negro, de carestía, muy difícil para la economía popular, porque se pretenden dar tres golpes al mismo tiempo: el aumento a las gasolinas y al diesel; los aumentos de impuestos por la llamada reforma fiscal, y la apertura de las fronteras para la importación de maíz y de frijol que afectará a los productores nacionales. (...) Les propongo que a partir de ahora todos expresemos nuestro rechazo por estas medidas injustas, inmorales y antipopulares (...)”Andrés Manuel López Obrador, durante la Tercera Asamblea Informativa de la Convención Nacional Democrática, en el Zócalo de la ciudad de México, 18 de noviembre de 2007

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La reforma al Artículo 27 Constitucional de 1992 trasladó las facultades jurisdiccionales del Presidente de la República a los Tribunales Agrarios. Por su parte, la Secretaría de la Reforma Agraria estableció el Programa de Certifi cación de Derechos Ejidales y Solares Urbanos (PROCEDE), puesto en marcha el 6 de enero de 1993 para dar certeza jurídica a la propiedad social, defi niendo los límites internos y externos de ejidos y comunidades.

A pesar de que los Tribunales Agrarios y el PROCEDE han contribuido a dar certeza ju-rídica en la tenencia de la tierra y resolver las controversias en torno a ella, el dinamismo del crecimiento de la producción rural no se ha recuperado.

El saldo más positivo de la justicia agraria, re-conocido ampliamente por propios y extraños, ha sido su contribución para mantener la paz social en el campo mexicano.

Se ha legitimado el quehacer de los Tribunales Agrarios como órganos objetivos e imparciales para dirimir las controversias que se suscitan entre los núcleos agrarios, hacia el interior de éstos, y de aquellos que involucran a pequeños propietarios. Por eso han sido pilar en la crea-ción de una nueva institucionalidad agraria en la cual la observancia y aplicación de la Ley ha sido el eje principal.

Esto no hubiera sido posible si la visión pre-visora del Legislador y de quienes forjaron los Tribunales Agrarios no le hubiese dotado de características particulares y principios proce-sales, como son la imparcialidad, la objetividad, el apego a la legalidad, la inmediatez y la con-centración, pero en particular la oralidad y la itinerancia.

La oralidad implica que los actos procesales se desarrollen oralmente, ante la presencia in-mediata del juzgador, quedando registro escrito de los mismos. La itinerancia, por su parte, sig-nifi ca que el Tribunal se desplaza a los lugares en donde residen los campesinos para impartir la justicia, con un profundo sentido humano. De esta manera los campesinos no tienen que des-plazarse a la sede donde reside el Tribunal, sino que es éste el que va a resolver el confl icto en el lugar mismo de los hechos. El Tribunal actúa dentro del territorio donde ejerce su jurisdicción, llegando al poblado o al lugar cercano donde vi-ven los campesinos, para realizar las audiencias y recibir las pruebas. Así, el Derecho llega como el oxígeno a la sangre, a todo el cuerpo social, para evitar gangrena.

Indispensable revisión de la normatividad agraria

A 15 años de existencia de la reforma a la le-gislación agraria, se hace necesaria una revisión que, entre otras cosas, involucre a la normatividad procesal que rige a la justicia agraria. Pero esta re-forma no debe dar lugar a la expedición de un “có-digo procesal agrario”, pues la sencillez, expeditez, oralidad, concentración e itinerancia de los proce-dimientos requiere mantenerse. Deben ampliarse las facultades de los Magistrados Unitarios para desechar demandas notoriamente improcedentes, regular las excepciones y defensas que deben re-solverse de previo y especial pronunciamiento; determinar las facultades del juzgador en relación con la admisión o desechamiento de pruebas, así como para establecer términos para el desahogo de las mismas, especialmente las periciales.

También la experiencia ha mostrado la nece-sidad de reformas en aspectos sustantivos de la Ley Agraria, tanto en lo que se refi ere a los de-rechos colectivos, ejidos con tierras cero y, en el ámbito de los derechos individuales, los relativos a los llamados avecindados y posesionarios.

Otro aspecto que requiere reformas, a efecto de garantizar la seguridad jurídica en el campo, es la Ley de Amparo. Distinguidos miembros del Poder Judicial de la Federación y diversos tra-tadistas de la materia han planteado en esencia dos opciones: suprimir defi nitivamente el Libro Segundo de la Ley de Amparo, pues regía sobre procedimientos administrativos ya extinguidos, lo que lo hace hoy inoperante, o bien su reforma, a efecto de que regule, bajo una concepción tu-telar, el amparo directo en contra de las senten-cias de los Tribunales Agrarios, estableciendo procedimientos y términos para su desahogo.

También en este ámbito la disposición de los Tribunales Agrarios a participar en el debate que preceda a la iniciativa es manifi esto y permanente.

El desarrollo sustentable, materia de Tribunales

Además, en marcha ya este siglo XXI, no puede omitirse precisar la necesaria y urgente ampliación de la competencia de los Tribunales Agrarios en materia de Desarrollo Sustentable.

El desarrollo sustentable constituye los anhelos más importantes de nuestro país en los albores del siglo XXI; sin embargo, la brecha que existe entre estas aspiraciones y la satisfacción por sus resul-

tados es aún considerable. El desarrollo sustenta-ble requiere de efectivos instrumentos de políticas públicas y, especialmente, de administración y de impartición de justicia para lograr la conservación de tierras, aguas, bosques, selvas y biodiversidad, así como de la efectiva y pronta reparación de los daños ambientales que generan las actividades humanas.

Las principales amenazas detectadas en el proceso de degradación ambiental son el cambio climático; la pérdida de biodiversidad; la degra-dación de los agroecosistemas, de los bosques, de los ecosistemas de agua dulce, marinos y las costas, y la desertifi cación.

La degradación ambiental de los ecosistemas afecta muy directamente la vida de todos los seres humanos, como parte integrante del gran ecosistema natural. De hecho, los ecosistemas nos “prestan” servicios que al fi n y al cabo ga-rantizan nuestra vida y nuestro bienestar. Estos servicios, que también están amenazados, son la estabilidad de la climatología; la purifi cación del agua y del aire; la mitigación de sequías e inundaciones; la generación, preservación y fer-tilidad del suelo; la desintoxicación y descompo-sición de los residuos; la polinización y dispersión de semillas para la regeneración vegetal; el con-trol de las pestes agrícolas; la prevención de la erosión en las costas de mares y lagos; la pro-ducción de alimentos y otros productos natura-les de consumo humano, y la protección contra la emergencia de nuevas enfermedades.

El problema de la construcción de los nuevos derechos no es fundamentalmente ni tan sólo el de traducir al lenguaje jurídico los principios que se expresan en el discurso ofi cial de la sustenta-bilidad. Más allá de ese problema técnico, el reor-denamiento jurídico que implica el reconocimiento de los nuevos derechos entraña la legitimación a través de la Ley de nuevas relaciones de poder.

Los nuevos valores y las “nuevas visiones del pla-neta” que se expresan en el discurso del desarrollo sustentable signifi can al mundo y construyen nue-vos sentidos existenciales. Más allá del propósito de la conservación de la naturaleza, los derechos ambientales se orientan a recuperar y revalorizar las relaciones entre cultura y naturaleza, a reabrir y multiplicar las diversas y heterogéneas formas de co-evolución que quedaron reducidas y truncadas por el proceso de homogeneización del mundo moderno, jalado por la racionalidad instrumental, económica y jurídica que se fue imponiendo sobre el destino de los pueblos y de la naturaleza.

Los nuevos derechos ambientales, culturales y colectivos se van legitimando en un discur-so teórico y político que refl exiona, reconoce y acompaña reivindicaciones que se expresan en los nuevos movimientos ciudadanos, ecologis-tas, indígenas y campesinos. El discurso de la biodiversidad promete salvar a la naturaleza de las prácticas destructoras y en su lugar instituir una cultura de la conservación.

TRIBUNALES AGRARIOS Y LA LEY AGRARIA

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17 de diciembre de 2007 13

Lourdes Edith Rudiño

Más allá de los mecanismos del Trata-do de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) –investigación

antidumping, salvaguardas, cupos de impor-tación–, con resultados en general negativos y procesos tardadísimos en contra de impor-taciones de carne de res, productos porcícolas, arroz, manzana y fructosa de Es-tados Unidos (EU), que han provocado daño serio a la producción nacional y al empleo, México cuenta con un abanico de posibi-lidades de defensa dentro de la propia Constitución, y los tratados de la Organiza-ción Mundial de Comercio (OMC), que no utiliza.

La responsable monopóíica de defender el interés nacional comercial, es la Secretaría de Economía, por conducto de sus subsecretarías y de la Unidad de Prácticas Comerciales In-ternacionales (UPCI); sin embargo, sin lógica jurídica los funcionarios aplican en exclusiva los mecanismos del TLCAN, con actos ilegales y arbitrarios, y se prestan a corrupción. Inclu-so ex funcionarios han constituido despachos privados, y en su mayoría actúan en contra de nuestros agricultores y son designados “peritos” en casos en que ellos mismos han participado en contra de la producción nacional.

Laura Hernández Ramírez, doctora en de-recho por la Universidad Nacional Autónoma de Méxicoy quien impulsó la primera deman-da contra prácticas desleales (en 1993, en por-cicultura), explica que al haberse fundamen-tado el TLCAN en el artículo 24 del GATT (tratado de la OMC), los Estados pueden y deben utilizar las reglas del multilateralismo. Por tanto, México debería acogerse al Acuer-do Sobre Agricultura (ASA) y al Acuerdo de Subsidios de la OMC, entre otros, para defen-der a sus agricultores.

Así podría generarse una defensa, incluso de oficio, para miles de productos, en primer lugar los estratégicos identificados en la Ley de Desarrollo Rural Sustentable (LDRS), in-cluidos maíz y frijol.

Seguridad alimentaria. “La OMC en sus preceptos, no es comercio en exclusiva; o una aventura a ser importador neto; también se es-tablece la seguridad agroalimentaria, fomen-tar el desarrollo económico y la exportación; mantener equilibrio en la balanza de pagos. Por eso constituyó su ASA, que busca la segu-ridad alimentaria, con procedimientos cortos y sin tantos requisitos como las salvaguardas especiales (...) con base en ese acuerdo y/o el de subsidios, es que Brasil ganó un caso en la OMC contra el algodón de EU y Canadá im-pugna los subsidios al maíz estadunidense.”

La autora del libro Visión y acciones jurídicas para el desarrollo del sector agropecuario mexi-cano, editado por el Centro de Investigación Aduanera y de Comercio Internacional, comen-ta que Japón, la Unión Europea y el propio EU saben cuidar muy bien a sus agricultores, aun confrontando ordenamientos internacionales, y sin embargo en México hay múltiples experien-

cias donde la UPCI defiende el interés extran-jero, y ello genera desgaste en los productores y una dependencia cada vez mayor de alimentos de EU, algunos atentatorios a la nutrición, y por tanto violatorios de la Constitución, como son los lactosueros (que se hacen pasar por leche) y pastas de ave (baratas y sin control de calidad) que se transforman en jamones.

Ejemplos de la indolencia y mala fe de funcionarios de UPCI: 1.- en 2003 los porcicul-tores presentaron una demanda contra productos desleales de Estados Unidos; dado que la argumentación jurídica daba para ganar, la UPCI cerró el caso y abrió otro por oficio, para el cual luego dio una resolu-ción de cero cuota. “Eso fue una aberración jurídica”. 2.- En 2006 los porcicultores pidieron

un panel por la controversia (capítulo 19 del TLCAN) y la Secretaría de Economía (SE), controladora de la Sección de Tratados, por de-morar la constitución de panel, propuso como árbitro a una persona físicamente imposibilita-da, y a la fecha no se ha constituido.

“Hay situaciones extrañas, intereses distintos, trasnacionales que buscan mercado. Pero la cul-pa es nuestra, como país, por no entender que la dependencia alimentaria nos lleva a ser objeto de control político y económico de todo tipo.”

La abogada plantea retos: 1.- se debe eliminar el monopolio de la SE y crear un tribunal de co-mercio internacional; 2.- el Congreso debe crear una comisión especial de comercio exterior; 3.- el Poder Legislativo debe actuar en la negociación, asimilación jurídica y aplicación de tratados co-merciales, por ejemplo, asimilar debidamente el contenido del ASA en nuestra legislación (en la LDRS) para la defensa del agro.

Controversia constitucional. Por lógica ju-rídica, si tenemos firmados tratados de la OMC donde se privilegia al sector agroalimentario; si la propia Constitución mexicana defiende el derecho a la alimentación, a la producción nacional, al desarrollo económico, “tenemos que ser congruentes y evitarnos juicios como los que hemos llevado con el TLCAN. Al final en estos casos, si llegamos a sus últimas conse-cuencias en el Poder Judicial, vamos a ganar, pero esto toma muchos años, y mientras se mueren los animales; hay que sacrificar cerdas, las cosechas se dañan seriamente, porque com-piten con la importación desleal”.

Laura Hernández afirma que el maíz y el frijol podrían ser defendidos con los Tratados GATT, ASA y de subsidios, pero en principio con una controversia constitucional contra el acto de aplicación del TLCAN, que emprenderían au-toridades locales. La Suprema Corte de Justicia de la Nación tendría que pronunciarse, y podría suspenderse el tratado, por razones tales como la falta de reciprocidad –por los subsidios excesivos al agro que aplica EU–, y por serios problemas técnico jurídicos en su negociación, por ejem-plo, sus contradicciones con la Constitución. Mientras el TLCAN determina fechas de des-gravación arancelaria, nuestra Carta Magna da al Congreso la atribución para que aplique o retire aranceles de acuerdo con el interés [email protected]

Defensa jurídica

EL TLCAN TIENE REMEDIODebe México proteger al agro en tratados de la OMC• Urgente, quitar el monopolio a Economía•

Laura Hernández Ramírez

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Fernando CelisCoordinadora Nacional de Organizaciones Cafetaleras (CNOC)

El aspecto central es que se tengan mayores precios para los productos del campo; para ello deben tomarse medidas como control de importaciones; definir límites al poder y a las excesivas ganancias de los oligopolios; abatir el intermediarismo en la comercialización, y for-talecer a las asociaciones de productores para que vendan sus cosechas con

mayor escala y más valor agregado. También es necesario 1: fortale-cer el manejo financiero de las familias campesinas a partir de que las asociaciones cuenten con organismos de ahorro y préstamo. 2: Mayores apoyos públicos para la diversificación de actividades de las familias campesinas y para una industrialización de mediana escala. 3: Creación de un nuevo organismo público de apoyo a pro-yectos de protección ambiental manejados por los productores y comunidades, con amplios recursos fiscales, de empresas, de orga-nismos internacionales, impuestos específicos, etcétera. 4: Un pro-grama nacional que fomente la cultura organizativa campesina.

Olegario Carrillo Meza Unión Nacional de Organizaciones Regionales Campesinas Autónomas (UNORCA)

No hay alternativa; lo sostenemos en foros nacionales e inter-nacionales: el campo sobrevivirá sólo si hay un repliegue en

el capítulo agropecuario del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Seguiremos luchando por lo-grar su cancelación y para evitar la liberalización definitiva en enero de 2008. El TLCAN ha profundizado la pobreza y la ex-clusión rural, así como la dependencia alimentaria nacional. Nuestro reclamo es justo y apartado de intereses políticos. Pero en tanto logramos esto, la UNORCA impulsa un “programa nacional para la soberanía alimentaria” que requiere subsidios

y una alineación con la Ley de Desarrollo Rural Sustentable, para apoyar productos estratégicos y vulnerables en medio de la apertura, como el maíz y el frijol. Busca-mos que el Legislativo intervenga y nos apoye para hacer contrapeso a las políticas actuales, y que la economía de eji-datarios, de comuneros, no siga siendo golpeada.

Víctor SuárezAsociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productores del Campo (Anec)

Es indispensable que, como decisión explícita de Estado, México revierta la situación actual, en que la élite de gobierno y los organismos multilaterales que influyen en las políticas internas desdeñan al agro, en particular a los campesinos e indígenas, a quienes conciben como prescindibles para el de-sarrollo económico, pero ven como capital electoral y como receptores de dádivas públicas y privadas. A partir de esa de-

cisión de política mayor –que tendría que ser asumida por el Congre-so, por los poderes eje-cutivos federal y locales y por la sociedad– es que podrían darse pasos para lograr una nueva mo-dalidad de agricultura sustentable proveedora de bienes ambientales, multifuncional, de aten-ción a los mercados loca-les y regionales. Y podrá verse al campo no como un lastre, sino como una riqueza indispensable para la soberanía nacional, la unidad del país, el desarrollo económico y para los equilibrios sociales y ambientales. Necesitamos un acuerdo de la República para la reorientación de las políticas agroalimentarias que han regido desde 1982, y a partir de eso entre otras cosas se requiere la revisión y renegociación de los tratados de libre comercio, y reformas institucionales para dar espacios, presupuestos y aten-ción a la producción de pequeña y mediana escalas.

Federico Ovalle VaqueraCentral Independiente de Obreros Agrícolas y

Campesinos (CIOAC)

Un modelo de desarrollo fincado en la visión de las empresas trasnaciona-les y de los ganadores de la apertura comercial en las economías altamente desarrolladas no es lo que requiere el campo mexi-cano; el libre mercado indiscriminado ya mos-tró su inviabilidad, pues genera pobreza y

Carlos Salinas de GortariEste ex presidente realizó negociaciones secretas con su contraparte de Estados Uni-dos desde inicios de los años 90, que dieron como fruto el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Salinas ha insistido en libros y artículos que el tratado se le ocurrió a él luego de un viaje a Europa, donde observó los beneficios de la integra-ción internacional. Pero hay evidencias de que el proyecto no fue suyo –nunca lo men-cionó en sus discursos de candidato ni en sus planes de desarrollo nacional–. El TLCAN surgió como una estrategia del gobierno de Estados Unidos de regionalización para fortalecer la competitividad de sus empre-sas. Previo al tratado, ya Salinas había des-mantelado las instituciones del agro y había promovido la desregulación de los precios agrícolas y de la tenencia de la tierra.

Luis Téllez KuenzlerEl hoy titular de Comunicaciones y Trans-portes fungió como responsable negociador de agricultura en el TLCAN. Siendo subse-cretario de Planeación de Agricultura con Salinas, el también artífice de los cambios

de 1992 al artículo 27 constitucional sobre tenencia de la tierra, ofreció incluir el maíz y el frijol en el TLCAN sin que lo hayan so-licitado las contrapartes estadunidenses. En su libro La modernización del sector agrope-cuario y forestal (FCE, 1994) y en entrevistas periodísticas de esa época, Téllez Kuenzler argumentó que el sector agropecuario de-bía superar su atraso vía la desregulación, la privatización y la apertura comercial, y para ello debía incrementar sus flujos de expor-tación (con hortalizas), y reducir delibera-damente el cultivo de granos y oleaginosas, “cultivos no redituables”, aprovechando la circunstancia de entonces –hoy revertida en 180 grados–, de sobreoferta mundial granera y precios bajos. Téllez, quien fue secreta-rio de Energía con Ernesto Zedillo, operó en los años recientes como empleado del Grupo Carlyle, con fuertes intereses de la familia Bush. A Téllez se le atribuye la frase “El TLCAN no falló, pero la realidad no se ajustó a lo que se preveía”, como respuesta a críticas sobre los efectos nocivos del tratado en la sociedad rural.

Eduardo Robinson Bours CasteloEste priísta sonorense, conocido como el más panista de los gobernantes, es antes que nada un empresario: miembro de la familia pro-pietaria de la líder avícola Bachoco. En 1992 fue electo presidente del Consejo Nacional Agropecuario (CNA), la cúpula empresarial del agro, y como tal participó casi como único representante del sector en el llamado “cuarto de junto” de las negociaciones agropecuarias del TLCAN. El sector social del agro estuvo re-presentado sólo en las últimas etapas de la ne-gociación por el Congreso Agrario Permanen-te. Dentro del sector privado, el CNA dominó, incluso desplazó a la Confederación Nacional Ganadera, pues fue hábil en presentar prime-ro sus planteamientos en desgravación para las ramas pecuarias, y además el CNA estaba entonces ya integrado a la Coordinadora de Organizaciones Empresariales de Comercio Exterior, instancia reconocida por el gobierno federal como el enlace empresarial con la uni-dad negociadora oficial en el TLCAN.

Jaime Serra PucheComo secretario de Comercio salinista, fue quien en noviembre de 2003 firmó con su contraparte de Estados Unidos, Mickey Kan-tor, las “cartas paralelas” o “cartas secretas” que a última hora modificaron los términos de negociación de edulcorantes en el TL-CAN, al restringir el comercio de exceden-tes azucareros mexicanos, acto calificado de traición por ingenios y cañeros. El Senado de la República no firmó las cartas enton-ces, y expresamente en 2001 las consideró ilegales. En 2002 el propio Serra, pero bajo el membrete de SAI Consultores y con su operadora Beatriz Léycegui –hoy subsecre-taria de Negociaciones Comerciales Inter-nacionales, de la Secretaría de Economía–, promovió y logró una salvaguarda negociada en el TLCAN para posponer hacia 2008 la liberalización total del tratado en piernas y muslos de aves, con el argumento de que hay una competencia desventajosa con los productos de Estados Unidos, debido a los bajos precios de éstos. Con la salvaguarda se favoreció principalmente a Bachoco y a las trasnacionales Tyson y Pilgrym’s Pride, con-centradoras las tres de más de 60 por ciento del negocio avícola en México.

ALTERNATIVAS CAMPESINASEn medio de la incertidumbre que despierta la última fase de liberalización, dirigentes de organizaciones campesinas, muchos de ellos impulsores del Acuerdo Nacional para el Campo, formulan propuestas de política pública:

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LOS RESPONSABLES DEL DAÑO

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desigualdad social, aunque las cifras oficiales digan otra cosa. Debemos voltear hacia adentro y promover el desarrollo y el mercado domésticos, sin desatender las exportaciones; para ello se deben democratizar las decisiones. No queremos ya que el Consejo Mexicano de Desarrollo Rural nos escuche y conozca nuestras opiniones, sino que deje de ser un órgano sólo “consultivo” y pactemos la concurrencia de or-ganizaciones y campesinos para definir un nuevo rumbo a la política pública rural. Debe cumplirse el compromiso del Acuerdo Nacional para el Campo, de tratar al medio rural como prioridad en la dinámica del desarrollo nacional.

Alfonso Ramírez CuéllarAlianza Nacional de Productores Agropecuarios y Pesqueros-El Barzón.

Proponemos constituir una reserva estraté-gica de alimentos; establecer metas nuevas de productividad por hectárea para elevar la oferta alimentaria; impulsar el desarrollo de ciertas regiones con infraestructura (bodegas y canales de comercialización), pues en estos momentos de volatilidad de la oferta y de los precios agrícolas mundiales, es fundamental garantizar beneficios para el productor y abas-to al consumidor. La espiral inflacionaria de los alimentos ha fortalecido sólo a los inter-mediarios; queremos que el beneficio se ex-tienda a los demás. Un factor clave para ello es el financiamiento; el alto costo del crédito y la exigencia de garantías lo hace prohibitivo hoy para el agro; estamos pugnando por la compactación de ciertos fondos de la banca de fomento, para establecer un sistema nacional de garantías que facilite el crédito. También proponemos un programa ambicioso de empleo rural no agrícola; entendamos que la mayor fuente de ingresos de los pobladores rurales no es precisamente el agro, por eso deben abrirse y fortalecerse espacios en industria y servicios. Otra prioridad es atender la desnutrición y hambre que padecen millones de mexicanos.

José Narro CespedesCoodinadora Nacional Plan de Ayala (CNPA)

Indudablemente, no se ha respetado el Acuerdo Nacional para el Campo, firmado en abril de 2003, cuya lucha principal fue la revisión del capítulo agropecuario del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Por eso debe haber

una moratoria en la apertura total para maíz y frijol en enero de 2008, y debe establecerse una mecánica de control de importaciones y exportaciones para regular el mercado in-terno de ambos granos; para evitar proble-mas de desabasto y sobreoferta. Requerimos también como país crear una reserva estra-tégica de granos, pues sin ella no tendremos la mínima garantía de soberanía y seguridad alimentarias; estaremos totalmente en manos de las trasnacionales. También es importante hacer una reforma para que haya una institu-ción claramente responsable de atender a los campesinos, que han sido abandonados por la Secretaría de Agricultura; planteamos que se adecue la Secretaría de la Reforma Agraria; que agregue a su nombre “y Desarrollo Ru-ral” y se responsabilice de él.

Rita Schwentesius Rindermann y Manuel Ángel Gómez Cruz

“Peso mosca contra peso completo”. Ésta fue la frase con que el CIESTAAM de la Univer-sidad Autónoma Chapingo (UACh) calificó la relación México-Estados Unidos en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TL-CAN) desde su negociación y firma en 1993, y que al paso de casi 14 años, con la liberalización total a punto de suceder, se confirma con creces: un nocaut para los agricultores mexicanos.

Más allá de las evidentes asimetrías en recur-sos naturales, tecnológicos, presupuestarios, fi-nancieros, organizativos, etcétera, que polarizan al agro de estos dos países, la negociación del TLCAN fue mal hecha. Mientras Canadá, que ya venía con una experiencia de asociación con Estados Unidos, excluyó 103 fracciones arance-larias para proteger sus alimentos estratégicos (lácteos y avícolas, fundamentalmente), México se abrió de capa y ofreció todo en el capítulo agropecuario, si bien es cierto que –infructuo-samente en los hechos– acordó “protecciones” con los periodos más largos de desgravación y es-quemas de cupos-arancel para maíz, frijol, leche en polvo y azúcar.

Después de un “marcaje personal” que el Centro de Investigaciones y Estudios Sociales y Tecnológicos de la Agroindustria y la Agricultu-ra Mundial (CIESTAAM) ha realizado sobre el TLCAN, ahora toca comparar las promesas que el gobierno ofreció para el agro nacional, y la situación de facto.

Sólo falacias. Textos oficiales de 1993 de las secretarías de Agricultura y Comercio (hoy Economía) señalaron que los objetivos del TL-CAN serían, entre otros: fortalecer la compe-titividad y especializar al campo en productos competitivos (léase hortalizas); crear nuevas oportunidades de exportación y empleo; am-pliar las posibilidades de crecimiento del agro; elevar el nivel de vida en el medio rural; ofrecer alimentos baratos; impedir barreras sanitarias injustificadas. Nada se cumplió.

En recientes declaraciones, el transexenal subse-cretario de Agricultura, Francisco López Tostado, afirmó que sólo 6 por ciento de los productores es altamente tecnificado y otro 18 por ciento está en transición de serlo. Por tanto, el resto, 76 por ciento –que son los de autoconsumo y subsistencia– no son competitivos. Porcentajes que contrastan con los que se mencionaban cuando se negoció el TL-CAN: 25 competitivos, 25 en transición y 50 por cien-to incapaces de enfrentar la apertura comercial.

Asimismo, la idea que varios funcionarios siguen mencionando como panacea, de que México debe reconvertir masivamente sus tie-rras a productos de mayor valor, se ha quedado en simple ilusión. Igual que en 1993 y que en años previos, las frutas y hortalizas cubren sólo unos 2 millones de hectáreas, mientras que los granos básicos –con precios históricamen-te deprimidos, con excepciones como 1995 y hoy día en que el auge de agrocombustibles los impulsa– se cultivan en un promedio de 9.5 millones de hectáreas. El conocimiento de los mercados internacionales, en particular del estadunidense, hace evidente a los productores que ampliar, aunque sea un poco, el área hor-tofrutícola, implicaría derrumbe de precios, saturación de oferta.

Es por ello que Sinaloa se ha estancado en sus exportaciones a Estados Unidos. Antes del TL-CAN envió 704 mil toneladas al extranjero y en el ciclo 2004/05 fueron 717 mil, o sea, la estrella en la exportación de productos, frutas y hortali-zas, no ha ganado nada con el libre comercio.

En cuanto a competitividad, sabemos que la economía mexicana en su conjunto ocupa el lugar 55 de 80 países, y en el caso del agro los niveles de competitividad (que consideran cono-cimiento, productividad laboral, valor agregado) se han mantenido constantes y deprimidos des-de la firma del TLCAN. De hecho, la capacidad de competencia internacional fue perdida por el agro mexicano desde finales de los años 70, cuando ya venían en picada.

¿Qué decir de las condiciones sociales? Da-tos de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social muestran que en 1991 el número de productores y trabajadores en el campo era de 9 millones 943 mil personas (de ellos 5 millones 527 mil eran trabajadores); para 2006 el total cayó en ¡50 por ciento!, a 4 millones 960 mil (2 millones 728 mil de los cuales son trabajadores).

Es evidente que los ingresos cayeron. Una gráfica armada con los precios al productor de maíz con Procampo incluido, de 1980 a 2006, parece un tobogán, con la salvedad de una recu-peración en 2006 (por el repunte internacional de cotizaciones del grano). En 1993 estos pre-cios sumaban casi 800 pesos por tonelada (con precios de 1994); en 2005 rondaron los 470 y en 2006, casi alcanzaron los 600.

Los términos de intercambio muestran el por-qué de la depreciación del maíz y evidencian también que el consumidor no se ha beneficia-do. Entre enero de 1994 y el 31 de diciembre de 2006, el precio al productor del cereal se elevó en 277 por ciento y el ingreso agrícola en general creció en 334 por ciento; en contraste, el costo de insumos para el campo se encareció en 450 por ciento y el precio de la tortilla subió en 739 por ciento. ¿Dónde quedaron los alimentos ba-ratos para el pueblo?

Como colofón, y para sustentar la idea de que fue infructuosa –o ¿deliberadamente malinten-cionada?– la negociación de “protecciones” para productos estratégicos, simplemente menciona-mos que las importaciones “extra cupo” que autorizó el gobierno federal entre 1994 y 2006 entraron libres de arancel (contraviniendo lo ne-gociado) y con ello la pérdida fiscal acumulada suma más de 2 mil 972 millones de dólares sólo en el caso del maíz (alrededor de dos años del presupuesto de Procampo, el principal progra-ma de apoyos al agro en México).

Ante la situación descrita, es urgente que la política agrícola (Secretaría de Agricultura) y la de apertura a ultranza (Secretaría de Economía) se reformen radicalmente: lo que México y su campo necesitan es un cambio de paradigma: en vez de fomentar las exportaciones, deben instrumentarse mecanismos de control de las importaciones efectivos y políticas de fomento incluyentes que estimulen la producción y el consumo locales, para ahorrar costos y horas de transporte que podrían hacer frente al proble-ma de los altos precios de los energéticos y ante el cambio climático; además, se fomentaría la creación de empleos.Catedráticos del [email protected]

Promesas y realidadesLos productores impotentes frente a la apertura• En duda los presuntos beneficios al consumidor•

¿Amnesia?El 27 de noviembre el presidente de la Confede-ración Nacional Campesina (CNC), Cruz López Aguilar, dijo que México debe contar “con un mecanismo que regule las importaciones y expor-taciones (de maíz y frijol) porque no estamos obli-gados a comprar lo que no necesitamos de alimento en el extranjero”.

Declaración extraña pues pasa por alto que el 18 y el 23 de octubre en la Cámara de Diputados y el 31 de ese mes en el Senado de la República, el PRI, partido de Cruz López, hizo mancuerna con el PAN para rechazar, con votos en bloque, la propuesta del Frente Amplio Progresista de integrar el artículo ter-cero transitorio a la Ley de Ingresos de la Federación 2008, el cual mandataba precisamente la creación de un mecanismo de administración de importacio-nes y exportaciones de maíz y frijol, para proteger a los productores y los consu-midores mexicanos ante la apertura total del TLCAN en enero de 2008. ¡?

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Susana Gauster

La promesa de que la libera-lización de mercados que implica el Tratado de Libre

Comercio Estados Unidos-Centro-américa (CAFTA) mejoraría los precios al consumidor ha resultado falsa. Así lo demuestra la experien-cia de Guatemala.

Las alzas este año en los precios internacionales de los granos bási-cos –que se trasladaron en cierto grado a los productores naciona-les– evitaron los efectos negativos que se esperaban de este tratado en la economía campesina, de las y los pequeños cultivadores. No obs-tante, se pudo notar un aumento considerable en las importaciones de los granos, vinculado con un en-carecimiento todavía mayor de los precios al consumidor.

Así, de ninguna manera los bene-ficios del libre comercio se están tras-ladando a la población. Mientras, el oligopolio de empresas importadoras está celebrando…

Las pocas empresas que concen-tran las importaciones de los granos básicos son obviamente también las beneficiarias de las asignaciones de cuotas de importación con cero arancel. Eso representa un subsidio indirecto enorme a pocos, mientras el fisco, y por tanto la capacidad de inversión pública, están sufriendo

las consecuencias de dejar de per-cibir los aranceles.

Visualicemos el hecho: una em-presa importadora de maíz blanco (la filial del Grupo Maseca en Gua-temala), que bajo dos formas jurí-dicas importó el 95 por ciento del maíz blanco que entró a Guatema-la en 2006, y captó 80 por ciento de las cuotas con cero arancel, ahorró alrededor de 4 millones de quetza-les al ser eximido del arancel que el año anterior todavía debió pagar.

Las tres compañías que dominan las compras de maíz amarillo del exterior dejaron de pagar alrededor de 15 millones de quetzales al fisco a raíz de la apertura que ofrece el CAFTA.

Mientras tanto, el Programa de Granos Básicos del Viceministerio de Seguridad Alimentaria, instru-mento responsable de atender más de medio millón de pequeños pro-ductores de granos básicos, gozó durante 2007 de una asignación presupuestaria de sólo 3.3 millones de quetzales.

Sin embargo, el golpe más fuer-te viene de otro rubro. En lugar de asentarse, la ansiadamente esperada inversión extranjera nos está dando una lección de lo que significa el libre comercio hoy dia:

La trasnacional estadouniden-se RDC (Railroad Development Corporation) está demandando al

Estado guatemalteco por haber de-clarado lesiva una concesión otor-gada en 1997, concesión que tuvo un costo de 15 millones de quetza-les y que implicaba derechos de la vía por 50 años y la obligación de modernizar el sistema ferroviario.

A pesar de que esta moderniza-ción nunca se dio y de que RDC nunca hizo funcionar los trenes, ahora de acuerdo con el capítulo 10 de inversiones del CAFTA, está de-mandando al Estado por 65 millo-nes de quetzales (15 millones por el valor de la concesión y 50 millones por “expropiación indirecta”, o sea por ganancias a futuro perdidas por la rescisión del contrato).

Hace unos días el Ministerio de Economía solicitó un rubro presu-puestario para 2008 del monto que demanda RDC, lo cual hace pen-sar que los alegatos de la empresa tendrán éxito. Este caso no sólo hace reflexionar por la sangria de recursos que RDC hará al pueblo de Guatemala; representa también un precedente de cómo actuar cuando surja un “obstáculo” en aquellas inversiones que nada traen y mucho sacan del país, como son los permisos de exploración y ex-

plotación de recursos naturales en minería o petróleo.

Resumiendo: los fondos públicos guatemaltecos en el marco del CAF-TA se están distribuyendo así: 65 mi-llones de quetzales para una multina-cional estadounidense; 18 millones de quetzales para cuatro importado-ras de maíz (como un ejemplo de va-rios), y 3 millones de quetzales para el sector reconocido como el más afectado por la apertura comercial y en particular el Tratado de Libre Co-mercio con Estados Unidos.

Guatemala:

UN AÑO DEL CAFTA, SE CONFIRMAN LOS TEMORES

Francisco Hidalgo Flor

Hace un año, en diciembre de 2006, el gobierno entrante ratificó la decisión de dar por terminadas las negociaciones y no suscribir un tratado de libre

comercio entre Estados Unidos y Ecuador; se concluyó así una etapa importante de la lucha popular, especialmente de los sectores campesinos e indígenas, que durante casi una década resistieron y confrontaron las políticas de expansión agroalimentaria de la potencia del norte.

Este logro fue abonado por varios factores. Dentro del bloque agrario se puede mencionar el auge del movimiento indígena, especialmente de la Confederación de Nacionali-dades Indígenas del Ecuador (Conaie), que aportó nuevas vi-siones provenientes de las demandas de plurinacionalidad y multiculturalidad, y que, traducidas el debate sobre el tratado comercial, dieron énfasis a temas como semillas, formas tra-dicionales de producir, propiedad intelectual y biopiratería.

También fue importante la crisis de las economías cam-pesinas, en constante deterioro desde inicios de los años 90, por la persistente caída de los precios en los productos cam-pesinos, la cual se agudizó por la dolarización, pues desde el año 2000 Ecuador adoptó como moneda nacional el dólar americano y ello provocó pérdidas en los precios de venta, pero incrementos en los costos de los insumos.

Otro factor fundamental en el debate del tratado fue la conciencia social de que los únicos probables “ganadores”

hubieran sido unos pocos agroexportadores ligados a la pro-ducción de flores, frutas exóticas y productos del mar. La consigna de “el TLC significa muerte” caló hondo en secto-res campesinos e indígenas.

Recuperar soberanía. Un elemento adicional fue la arti-culación de la lucha contra el Tratado de Libre Comercio (TLC) con las demandas por recuperar la soberanía nacio-nal ante a la explotación petrolera, especialmente frente a los casos de la trasnacional Occidental Company y el des-tino de las “rentas adicionales” por los nuevos precios del petróleo en el mercado internacional. Con ello se sobrepasó el ámbito del cuestionamiento de lo rural y se asumió un plano nacional.

Las empresas trasnacionales petroleras llevaban para sí el 100 por ciento de las ganancias por encima del precio de 25 dólares por barril de petróleo, pues los contratos suscritos con el Estado ecuatoriano entre los años 1999 y 2000 no contemplaban reajustes por variación de precios. Ése fue un escándalo enorme, al cual se sumó la denuncia de que la Occidental Company había incumplido normas contrac-tuales con el Estado, al renegociar las zonas de explotación en la región amazónica.

Esto consolidó las tendencias dentro del aparato del Es-tado y la burocracia gubernamental, de que había que pre-sionar a las trasnacionales petroleras, aun a costa de poner en riesgo las negociaciones de un TLC con Estados Unidos, pues a final de cuentas mayores eran las pérdidas por dejar

intactas las prebendas de estas empresas, que aquellas que pudieran venir por el acuerdo comercial.

De esta manera, tanto el gobierno como el Congreso na-cional de ese entonces resolvieron aprobar una ley que recu-peró rentas petroleras para el Estado y declaró la caducidad del contrato con la Occidental Company.

Esto fracturó la negociación del TLC, pues los voceros del Departamento de Estado de la Unión Americana expre-saron que era inconcebible que se afectaran de esa manera los intereses de compañías de su país.

Un factor adicional que frenó el TLC fue el derrumbe político del discurso neoliberal y la consecuente quiebra política de los partidos y voceros de la derecha. Recorde-mos que el discurso de la libre empresa, el aperturismo y la flexibilización organizaron a la derecha ecuatoriana desde los años 90 –ya no necesitaban pensar, era suficiente con repetir el discurso hegemónico–, pero la crisis económica de 2000 y procesos sociales muy duros como la ola emigratoria de ecuatorianos hacia Estados Unidos y España, dejaron cla-ro ante la sociedad la imposibilidad de seguir por esa vía.

La lucha contra el TLC marcó un punto de inflexión, de alteración, en el debate sobre el desarrollo del país y una situación de quiebre en las correlaciones de fuerzas sociales y políticas; de allí su trascendencia.

La población ecuatoriana quitó masivamente apoyo a los voceros de los programas de ajuste, del libre mercado, y giró la atención y el apoyo hacia propuestas diferentes, de cambio.Coordinador del Sistema de Investigación sobre la Problemática Agraria en Ecuador (SIPAE) [email protected]

Ecuador: cómo se derrotó al TLC

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Fernando Celis Callejas

Según el secretario de Agricultura, Alberto Cárdenas, los caficultores mexicanos “no han hecho la tarea” pues “no han aumentado la producción” a pesar de

que en los pasados cinco años han recibido muchos apoyos. El funcionario sigue los pasos de su antecesor, Francisco Mayorga, quien sostenía que, en vez de inútiles políticas de fomento, a los caficultores campesinos había que buscarles “esquemas de salida”, es decir, que la mayoría debía aban-donar el cultivo.

Un diagnóstico de la Secretaría de Agricultura dice que más de 440 mil productores, 90 por ciento del total de 490 mil con un promedio de 1.4 hectáreas cada uno, de plano no son competitivos. A los responsables de nuestra agricul-tura se les hace fácil desahuciar a 4 millones de mexicanos rurales que dependen del aromático, pues el único “esque-ma de salida” disponible es migrar, de preferencia a Estados Unidos, cosa que muchos han hecho en los recientes años. Y eso que, a diferencia de lo que sucede con el maíz y otros cereales, los tecnócratas nos decían que en café México tie-ne “ventajas comparativas”.

La caída de la producción tiene causas. Entre 2001 y 2004 los precios internacionales del café cayeron no menos de 50 por ciento y la sobrevaluación del peso ante el dólar redujo los ingresos de los exportadores. El resultado: una disminu-ción de las cosechas cafetaleras; pasaron de 5.2 millones de sacos (de 60 kilos) a 3.7 millones. En algunos años la caída

de los ingresos campesinos fue de hasta 70 por ciento, y en un solo año se agotó el total de los subsidios que pregona el secretario Cárdenas. Esto generó una crisis sin precedente en el sector, con fuerte deterioro de las condiciones de vida de las familias productoras y una gran migración.

La mejoría de los precios en los anteriores tres ciclos, aun cuando los caficultores consideran que no recuperan los gastos realizados, ha llevado a una cierta mejoría de la producción, que para la actual cosecha se calcula en 4.2 millones de sacos. Sin embargo, muchos dicen: “Ya no es lo mismo, antes podíamos vivir del café y ahora no”. Para sobrevivir, la gran mayoría de las familias ha diversificado su economía y el café ya sólo representa la cuarta parte de los ingresos; el resto proviene de otros cultivos, trabajo a jornal, remesas y subsidios. Y es que los campesinos no fácilmente se deciden a dedicar más trabajo e inversiones a sus huertas para aumentar la producción, debido a la incertidumbre de los precios y las dudas de que puedan cosechar con la pura familia, pues la imparable migración ha elevado considera-blemente los costos de mano de obra para el corte.

¿Es posible cosechar más café? La experiencia de las tres décadas recientes indica que se ha dado un aumento de la producción de cuando menos 1.5 millones de sacos cuando se combinan, en lapsos de cuatro años, precios no menores a 140 dólares por quintal, un peso no sobrevaluado y apoyos fiscales para renovación de huertas.

Si los precios en los próximos dos años se mantuvieran en 125 dólares por quintal como mínimo y se aplicaran pro-

gramas de apoyo a la producción, dentro de tres ciclos se podrían cosechar nuevamente 5.2 millones de sacos.

Con la gestión del Consejo Nacional de Organizaciones de Productores de Café (CNOPC) y el apoyo de la Comi-sión Especial del Café de la Cámara de Diputados, se logró etiquetar en el presupuesto público 2008 un total de mil 500 millones de pesos para la rama del aromático, esto es un au-mento de 45 por ciento respecto de 2007. De ese monto, 870 millones de pesos son para “fomento productivo”, y de esto, 370 millones serían para un nuevo componente de “renova-ción de cafetales”. Ahora toca al sector público definir un programa viable y a los productores mejorar sus cafetales.

Importa aumentar la producción de los caficultores para mejorar su ingreso, pero también para cubrir el creciente con-sumo del grano, que aumentó 70 por ciento en sólo una déca-da debido a la apertura de numerosas cafeterías que ofrecen preparaciones de mayor calidad, con lo que se está rompiendo el esquema de consumo interno manejado por grandes empre-sas y basado en el producto soluble y el mezclado con azúcar.

Para impulsar la producción es necesario que las políticas pú-blicas se adapten a las estrategias prudentes de los campesinos, que no pueden ni quieren realizar de golpe fuertes inversiones en trabajo ni en dinero. Por eso la renovación de cafetales debe ser gradual y muy cuidadosa en lo tocante a la introducción de nuevas plantas y labores culturales, como la poda y la fertiliza-ción. Porque en cafetal pequeño y bien manejado, la cosecha y el beneficiado pueden realizarse con trabajo familiar. Es necesario también que los productores obtengan el mayor precio posible por cada kilo de café vendido: que se fortalezcan esquemas más favorables de comercialización, como Comercio Justo, Orgáni-co, de Origen y Alta Calidad; además, por supuesto, de la venta directa al consumidor de café tostado y molido o en taza.Asesor general de la Coordinadora Nacional de Organizaciones Cafetaleras (CNOC) y miembro de la [email protected]

Producir más y mejor caféDesahuciados por los funcionarios, los pequeños •

productores resisten y proponen

Alicia Paniagua

Contentos estaban los socios de las coo-perativas de productores de café de la zona de la Reserva de El Triunfo,

cuando en 2000 les ofrecieron la solución a sus más apremiantes problemas. Estas agrupacio-nes habían nacido en los años 90, después de la desaparición del Instituto Mexicano del Café, y enfrentaban precios bajos por su producto. A pesar de ofrecer grano orgánico de altura, no tenían canales de exportación ni clientes seguros y menos financiamiento para acopiar la cosecha de sus miembros. Los compradores locales se negaban a pagarles la calidad de su producto. Así que les cayó de maravilla la pro-puesta de la organización no gubernamental Conservation International (CI): un paquete de “buenas prácticas” para preservar los recur-sos naturales de la reserva y mejorar la calidad del café, con asesoría técnica y comercial, con-trol de calidad, financiamiento y un mercado asegurado con buenos precios. Aceptaron la propuesta e iniciaron las tareas para obtener un “café de conservación”.

Para cumplir con su parte del convenio, CI requirió toda la información sobre la organiza-ción de las cooperativas y los socios. Al poco tiempo “sabían todo de nosotros, dónde estaban nuestros puntos débiles” (como la falta de finan-ciamiento y de mercado), dicen los productores, “pero nosotros no sabíamos nada de ellos: ni quiénes eran, ni quiénes eran sus donadores”.

En 2001 apareció un nuevo comprador ex-clusivo del café de las cooperativas: Starbucks,

el gigante mundial de las cafeterías gourmet. Con la mediación de CI, las organizaciones le vendieron, a precios muy superiores al mer-cado, café destinado a las preparaciones Sha-de Grown Coffee y de Comercio Justo. Para entonces, CI ya cobraba caro sus servicios profesionales: en 2003, una de las cooperativas desembolsó 20 mil dólares por este concepto. CI intervenía todas las áreas de las organiza-ciones, controlaba sus finanzas, co-firmaba sus cheques, todo en nombre de la transparencia.

Al año siguiente apareció otro actor: AMSA, (Agroindustrias de México), también conoci-da como Omnicafé, la mayor casa de compra, beneficiado y exportación de café del país que, se estima (porque no hay datos oficiales), participa casi con la mitad de todo el café

nacional que se exporta. Con el argumento de que las cooperativas no eran eficientes en la exportación, se les pidió que entregaran su café a AMSA, para que ésta lo exportara. En 2004 Starbucks, mediante CI, les hizo saber que no eran eficientes tampoco en el bene-ficiado (proceso que se da al café pergamino para transformarlo en oro para su exportación) y les exigió que lo entregaran en pergamino a AMSA para que ésta lo beneficiara y exporta-ra. Además, decía CI, la organización ya no era necesaria: los productores podían entregar su café individualmente a AMSA.

Las cooperativas analizaron la situación: habían sido reducidas al papel de simples pro-ductoras, como antes de existir como organi-zaciones. Dependían totalmente de CI y de Starbucks para su mercado y financiamiento. Si bien el precio que ofrecía Starbucks era bueno, iban a tener que descontar los servicios de AMSA, lo cual ya no hacía la operación tan interesante. Pero, ¿cómo romper la depen-dencia? ¿Cómo conseguir mercado y buenos precios? ¿De dónde sacar financiamiento?

Existían ya, en otras regiones de Chiapas, cooperativas que vendían su café en el mer-cado del Comercio Justo, el cual enlaza a las cooperativas de productores del sur con con-sumidores del norte, y asegura precios míni-mos garantizados, además de aportaciones a un fondo social y prefinanciamiento de la co-secha. Gracias al Comercio Justo, esas coope-rativas se habían consolidado en medio de la crisis cafetalera y hasta habían logrado formar compañías sociales de comercialización.

A la alianza de las corporaciones con CI, las cooperativas opusieron la solidaridad y el apo-yo mutuo. Las organizaciones hermanas las animaron a acopiar café, les ayudaron a con-seguir clientes en el Comercio Justo y las apo-yaron con los trámites de exportación. Cuatro de las cooperativas de El Triunfo, Cesmach (Campesinos Ecológicos de la Sierra Madre

de Chiapas), Finca Triunfo Verde, OPCAAC (Organización de Productores de Café de Án-gel Albino Corzo) y Orpae (Organización Re-gional de Productores Agroecológicos), logra-ron así romper con Starbucks, AMSA y CI.

No fue fácil; fue como empezar desde cero. Muchos socios que no estuvieron de acuerdo en perder el mercado y los precios que repre-sentaba Starbucks desertaron y el acopio de café bajó. Otras organizaciones no se atrevie-ron a romper la dependencia con las corpora-ciones. Actualmente, las cuatro cooperativas que se independizaron colocan el 100 por ciento del café que exportan en Comercio Justo; el ciclo pasado lograron precios para sus socios superiores a mil 250 pesos por quin-tal, contra los mil 70 de las organizaciones que siguen vendiendo a Starbucks mediante AMSA, intermediaria que repercute en los costos que carga a los productores el sobre-precio que Starbucks paga por calidad.

Las cooperativas tienen bodegas y oficinas, vehículos, fondos propios, y proyectos sociales. Ante las tasas de usura de la banca comercial mexicana, obtienen financiamiento de orga-nizaciones sociales y de fundaciones en el ex-tranjero. Hacen parte de una coordinadora de organizaciones cafetaleras estatal y de otra na-cional. La demanda por su café es tal que abren el mercado a otras organizaciones jóvenes.

Sin embargo, la historia no acaba allí: AMSA presiona y en ciclos de precios altos en el mercado como los actuales, logra, gracias a su capacidad financiera y apoyos guberna-mentales, acopiar una parte del café de los socios de las organizaciones, las cuales se ven así debilitadas. Para enfrentar esta presión, de nuevo juega la cooperación entre ellas. Las or-ganizaciones están por inaugurar un beneficio de café seco que les permitirá bajar los costos de operación alrededor de 30 por ciento y les permitirá también ofrecer un mejor precio a sus socios y así seguirse consolidando.

MEJOR SOLOS QUE MAL ACOMPAÑADOS…

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17 de diciembre de 200718

Blanca Rubio

El TLCAN consolidó una forma de dominio sobre los productores rurales de nues-

tro país: la explotación por despojo, corazón del orden agroalimentario global que se impuso a partir de la década de los 80.

Esta forma de dominio, promovida por Estados Unidos (EU), se basó en el control de los precios del petróleo y de los alimentos, lo que permitió desvalorizar los bienes agropecuarios básicos en beneficio de las empresas trasnacionales. Dentro de EU opera-ban precios de los cereales inferiores

a su costo (45 por ciento en el caso del trigo y 25 por ciento en sorgo y maíz) y, dado que tenía control sobre las exportaciones mundiales, podía imponerlos como referentes interna-cionales, a la vez que compensaba con elevados subsidios a una reducida elite de sus productores.

La apertura comercial fue el mecanismo para que EU pudiera colocar sus excedentes, reduciendo artificialmente los precios en nues-tro mercado interno y despojando a nuestros productores del valor pro-ducido. Esta estrategia de dominio, apoyada por el gobierno, profun-dizó la pobreza rural, provocó el

vaciamiento poblacional y provocó que la agricultura dejara de ser un espacio de inclusión a través de la producción y el empleo.

En enero de 2008 se abrirá nuestro mercado nacional a la importación libre de arancel del maíz, el frijol, la leche y el azúcar, justo cuando se observan síntomas de agotamiento de la forma de explotación por des-pojo, a la vez que hay indicios de nuevas formas de dominio.

La derrota de Estados Unidos en la guerra de Irak y el fortalecimien-to de los miembros de la Organi-zación de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) trajeron consigo que el gigante del Norte perdiera el control de los precios de este combustible, que se dispararon has-ta llegar al récord histórico de 88 dólares el barril en octubre de este año. Tal proceso impulsó al alza los precios de las materias primas en el ámbito mundial.

Adicionalmente, Estados Unidos ha perdido el control de las expor-taciones cerealeras globales pues en 1980 participaba participaba con 51 por ciento y para 2004 bajó a 32. Con ello se fracturaron los pilares que permitían impulsar la forma de explotación por despojo, ya que, ante el alza de los precios agropecuarios, no resulta viable mantener deprecia-das las cosechas.

Es en este contexto que Estados Unidos decide orientar su produc-ción excedente de maíz a la genera-ción de etanol, como un mecanis-mo para recobrar el control de los energéticos.

La década del 2000 constituye, pues, una etapa de transición entre dos formas de dominio rural y em-pieza a despuntar un nuevo orden agroalimentario:

1.- Los países desarrollados orien-tan sus excedentes alimenticios a la producción de etanol y biodiesel para reposicionarse en el merca-do mundial, y sostienen a precios altos la exportación de los cereales y oleaginosas que no utilizan para los agrocombustibles con lo cual desangran las divisas de los países dependientes.

2.- En el mediano plazo los países desarrollados tienden a vol-verse compradores de cereales y oleaginosas para producir agro-combustibles, lo cual alentará la producción de dichos insumos en los países dependientes, en exten-sos y ambientalmente insosteni-bles monocultivos impulsados por grandes empresas concentradoras de tierra y agua. El saldo: acumu-lación por despojo de recursos na-turales y sobreexplotación de los trabajadores (el de Brasil es un caso paradigmático).

3.- Esta forma de dominio la co-mandan grandes trasnacionales como Cargill y ADM –algunas de las cuales controlaron el orden agroalimentario anterior–, así como productoras de se-millas transgénicas como Monsanto.

4.- En México existen indicios de que se está conformando un modelo en el cual los grandes agricultores se orientarán al maíz amarillo para la producción inter-na de etanol o para la exportación, mientras se delegará el cultivo de cereales para la alimentación a los pequeños productores, obligados a trabajar con bajos precios y magros apoyos gubernamentales.

Ante esta desalentadora pers-pectiva, ha surgido una resistencia campesina que se opone a las viejas y nuevas formas de dominio, que lucha contra la apertura total del TLCAN, que se enfrenta a Monsan-to y sus estrategias para impulsar la siembra de maíz transgénico, que cuestiona el reducido presupuesto para el desarrollo rural. Se trata de aprovechar la crisis de una forma de dominio para convertir de nuevo a los campesinos en los responsables de la alimentación básica del país. No es una tarea fácil, pero resulta absolutamente imprescindible.Investigadora del Instituto de Investigaciones Sociales, UNAM [email protected]

Víctor O. Magaña Rueda

El clima como amenaza ha comenzado a analizarse más detalladamente desde que se encontró que está cambiando debido a las actividades humanas. Gracias

a organismos como el Panel Intergubernamental para el Cam-bio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), hoy se sabe que es muy probable que la quema de combustibles fósiles, las actividades agropecuarias y en general los patrones de desa-rrollo socioeconómico de alto consumo de recursos naturales, sean las causas de una elevación de temperatura cercana a un grado centígrado en promedio global durante los últimos 150 años. De continuar como vamos, la temperatura podría au-mentar hasta en cuatro grados centígrados en promedio hacia finales del presente siglo.

En México, los aumentos de temperatura podrían variar en-tre dos y cuatro grados centígrados hacia finales de siglo, y la zona norte sería la que mayores incrementos experimentaría. Por otro lado, las proyecciones de lluvia para la mayor parte del país son de disminución. Ambos factores llevarán a que

el déficit de humedad en el suelo se incremente y, con ello, las condiciones sean poco propicias para la agricultura, prin-cipalmente la de temporal. Los escenarios de cambio climáti-co y precipitación también indican que muy probablemente ocurrirá un retraso sistemático en el inicio de la temporada de lluvias. En el verano de 2005 las lluvias comenzaron un mes tar-de y produjeron una caída de la producción agropecuaria del orden del 13 por ciento. Por otro lado, se prevé que los eventos de precipitación extrema sean cada vez más intensos. En el sur de México, en Chiapas o Tabasco por ejemplo, hace 100 años un evento extremo era de alrededor de 120 milímetros en un día. Con el paso del tiempo parece existir una tendencia lineal a que cada vez sean más fuertes; en años recientes se registran eventos extremos de más de 300 milímetros en un día.

Existen dos formas de enfrentar el cambio climático. La primera es a través de la mitigación: reduciendo las emi-siones de gases de efecto invernadero que producen el ca-lentamiento excesivo en el planeta, o sea disminuyendo la amenaza. Para ello se requiere de la participación de todo el mundo, principalmente de los países que más emiten.

La segunda forma es adaptarse a los cambios del clima esperados, es decir, reducir nuestra vulnerabilidad. En el caso del cambio climático en la agricultura mexicana, ha-brá que trabajar en materia de uso de información climáti-ca tanto de diagnóstico como de pronóstico, y con base en ella establecer sistemas de alerta temprana que permitan tomar decisiones objetivas sobre la mejor forma de produ-cir en el campo ante déficit o excesos de precipitación.Quizá uno de los retos que se enfrentarán en las próxi-

mas décadas estará relacionado con el cambio en el uso de suelo. Transformaciones de zonas de bosques a pastizales para agricultura y ganadería tendrán repercusiones en el clima local, que aún son difíciles de determinar, aunque se sabe que la pérdida de bosque lleva a un aumento de los escurrimientos y a una reducción de las infiltraciones a los acuíferos.

Los cambios en el uso de suelo continuarán al enfrentar-se condiciones adversas en el clima y, con ello, se enfren-tarán serias amenazas al reducirse los servicios ambientales que las zonas de bosques proporcionan. Éste pudiera ser el escenario pesimista para las próximas décadas. Un es-cenario más optimista implicaría un cambio en la política agrícola y ambiental que lleve verdaderamente a un desa-rrollo sostenible. En este momento es poco claro decidir cuál será el camino y el escenario que seguiremos en los próximos años.Investigador del Centro de Ciencias de la Atmósfera, [email protected]

CAMBIO CLIMÁTICO Y SUS EFECTOS EN LA PRODUCCIÓN DEL CAMPO

Desafíos críticos en la agricultura y los bosques•

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TLCAN Y AGROCOMBUSTIBLES:

¿HACIA UNA NUEVA FORMA DE DOMINIO?

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17 de diciembre de 2007 19

Catherine Marielle,Catarina Illsley y Lucio Díaz

La SSS Sanzekan Tinemi, organización campesina de la región centro-montaña de Guerrero, se creó en 1990 y es parte de la Unión Nacional de Organizaciones Regionales

Campesinas Autónomas (UNORCA). Desde 1993, el área de Re-forestación y Recursos Naturales de la Sanzekan y el Grupo de Es-tudios Ambientales AC (GEA) hemos trabajado juntos y desarro-llado el Programa de Manejo Campesino de Recursos Naturales.

Con procesos de investigación básica, experimentación campesina, planes de manejo del territorio y aprovechamiento de los recursos naturales, hemos mantenido este esfuerzo con-junto de aprendizaje, capacitación y construcción de propues-tas sociales y tecnológicas, en un constante diálogo de saberes con comunidades indígenas y campesinas de la región.

A finales de 2001, el área de Apoyo a Productores Agropecuarios de la Sanzekan y el programa Sistemas Alimentarios Sustentables (SAS) de GEA iniciamos la experiencia piloto SAS, para contri-buir a que familias campesinas mejoren su calidad de vida; forta-lezcan su sistema agroalimentario y su organización, y se apropien de prácticas sustentables, desde la producción hasta el consumo. Se formaron decenas de campesinos y campesinas como experi-mentadores agroecológicos que ahora animan a otros.

Con base en procesos de planeación parcelaria ecológica, sus milpas se vuelven espacios experimentales y demostrativos de fertilización orgánica, control orgánico de plagas y enferme-dades, selección y mejoramiento de semillas nativas y conser-vación de suelos y agua.

Partimos de reconocer las estrategias diversificadas de reproducción y de aprovechamiento múltiple del territorio

que desarrollan las familias y comunidades campesinas, así como las instituciones y formas de organización comunitarias. La apuesta es que al fortalecer las capacidades de las organi-zaciones regionales, de las instituciones comunitarias y de las familias campesinas, se afianza el control y manejo sustentable de éstas sobre sus territorios y recursos naturales.

De esta manera, mediante de un proceso de vinculación e intercambio con 20 comunidades de los municipios de Chila-pa, Zitlala y Ahuacuotzingo, vamos desarrollando propuestas de trabajo a nivel grupal, comunitario y regional. Conjun-tando los esfuerzos de asambleas y autoridades comunitarias, promotores campesinos, comités comunitarios, familias cam-pesinas y equipos de acompañamiento, impulsamos estrategias integradas para el manejo sustentable de recursos naturales y sistemas agroalimentarios.

Actualmente, en varias comunidades confluyen los trabajos de reforestación y reservas comunitarias, retención de suelo y agua en laderas y parcelas (tecorrales, barreras vivas, zanjas a nivel), parcelas agroecológicas, restauración ecológica de suelos, obras de regeneración en las barrancas (retranques, represas filtrantes de gaviones), protección de manantiales, obras de almacena-miento de agua, así como planes comunitarios de manejo de ga-nado y de especies forestales no maderables (palma y maguey).

Agua compartida. Las comunidades identificaron como prioritario el problema de la creciente escasez de agua; se fue consolidando el Proyecto Agua Compartida para Todos, y se construyó una propuesta de manejo comunitario de micro-cuencas para la regeneración de fuentes de agua, con las asam-bleas y los comités comunitarios de agua. Así, hemos avanzado en la visión de la Planeación Integral del Territorio Campesino. Uno de los ejemplos es el ejido de Oxtoyahualco: una década de lucha por recuperar el agua perdida y revertir el deterioro de su territorio; año con año, con el acompañamiento de San-zekan y GEA, planes de trabajo cada vez más esperanzadores, en una región de mucha pobreza, en pleno vaciamiento y con procesos fuertes de erosión social y ambiental.

Compartimos toda esta experiencia con folletos, videos y programas de radio que recorren las comunidades y que se di-funden en las escuelas, entre niños y jóvenes. También nos en-lazamos con otros espacios regionales, estatales y nacionales, en la defensa del maíz, del maguey-mezcal, del agua y de los territorios, por una vida digna en el campo, hacia la soberanía alimentaria del país.Miembros del Grupo de Estudios Ambientales AC (GEA)

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SANZEKAN TINEMI: SEGUIMOS ESTANDO JUNTOS

Una experiencia campesina de lucha y esperanza•

El Grupo de Estudios Ambientales AC (GEA) celebra este año su 30 aniversario. Nació en 1977 en defen-

sa de la madre Tierra como un espacio de resistencia propositiva, cuando pocos se pre-ocupaban por la ecología, por el ambiente.

Adoptamos un enfoque socioambiental y la filosofía educativa de Freire: “nadie enseña

a nadie, todos aprendemos de todos.” Guia-dos por Hernández Xolocotzi, aprendimos de la ciencia de huarache, la milenaria ciencia campesina, pues siempre hay antecedentes.

Estableciendo lazos de confianza, com-partimos múltiples procesos autogestivos con comunidades rurales y urbanas, abri-mos brechas hacia la silvicultura comu-

nitaria e impulsamos ecotecnias. Hemos defendido el maíz, la milpa, la gestión co-munitaria de los territorios, la democracia participativa y directa, la soberanía alimen-taria… Practicamos la investigación y las metodologías participativas, la educación ambiental, el intercambio de experiencias, el diálogo de saberes interculturales. Cons-truimos alianzas estratégicas con organiza-ciones campesinas, indígenas, ambienta-listas, de derechos humanos, académicos y redes internacionales.

Con cuatro programas, Gestión parti-cipativa hacia la sustentabilidad, Manejo

campesino de recursos naturales, Sistemas alimentarios sustentables y Comunicación audiovisual y multimedia GEAVIDEO, buscamos cumplir con la misión que nos trazamos: contribuir a la sustentabilidad de la vida en el planeta y a la resolución de pro-blemas socioambientales, poniendo énfasis en la generación de conocimientos útiles, la gestión de los recursos naturales, el mejora-miento de la calidad de vida y el ejercicio pleno de los derechos colectivos e indivi-duales de mujeres y hombres, en particular en el medio rural mexicano. (CM)www.gea-ac.org

GEA: 30 años comprometidos con las personas y el ambiente

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El primero de enero de 2008, cuando inicia el año 15 del Tratado de Libre Comercio

de América del Norte (TLCAN), se desgravarán las importaciones de maíz, frijol, leche en polvo y azú-car de caña procedentes de Estados Unidos y Canadá, y se suprimirán los aranceles-cuotas y cupos de importación.

Desde hace 25 años han predo-minado políticas anti-campesinas, y hoy los campesinos ven agudizarse la situación, pues tendrán que de-fenderse solos frente a los produc-tos que cuentan con un subsidio del gobierno estadunidense hasta 30 veces superior al que se otorga en México. Con el TLCAN se ha intensificado la guerra contra nues-tra agricultura, contra nuestra sobe-ranía alimentaria y contra el campo en general.

Por eso hemos llegado hasta este Ángel de la Independencia organi-zaciones campesinas, ambientalis-

tas, sociales, sindicales, de derechos humanos y urbanas, así como cien-tíficos, intelectuales, artistas y ciu-dadanos de a pie, todos firmantes de la Campaña Nacional en Defensa de la Soberanía Alimentaria y la Reactivación del Campo Mexica-no. Sin Maíz no hay País y sin Fri-jol Tampoco. ¡Pon a México en tu Boca!, para iniciar este ayuno y al-zar nuestras voces, una vez más, en contra del TLCAN. Con el apoyo de la ciudadanía queremos aumen-tar la resistencia y defender nuestra independencia alimentaria.

Nuestras principales propues-tas y demandas incluyen sacar al maíz y al frijol del TLCAN, y que el Congreso de la Unión mandate un mecanismo permanente de ad-ministración de las importaciones y exportaciones de estos dos granos. Asimismo, prohibir la siembra de maíz transgénico en México y lu-char contra los monopolios agroa-limentarios, para evitar acapara-

miento y especulación. También demandamos que la Cámara de Di-putados apruebe el Derecho Cons-titucional a la Alimentación y que el Senado de la República vote ya favorablemente la Ley de Planea-ción para la Soberanía y Seguridad Agroalimentaria y Nutricional.

Nuestro interlocutor primero no es el gobierno. El destinatario pri-mordial de nuestro llamado son us-tedes, todos y todas quienes constitu-yen el pueblo de México. Hacemos un llamamiento a la ciudadanía, a su conciencia, a aquellos sentimien-tos de la nación que invocó Morelos en su lucha. A nuestras hermanas y hermanos de todo el país los in-vitamos a participar a su modo, de

acuerdo con sus posibilidades, en esta campaña, realizando una o va-rias de las siguientes acciones:

Uniéndose a la Campaña “Un • millón de firmas”.Manifestándose en los puentes • internacionales y aduanas.Portando un listón verde en la • solapa de su blusa o camisa.Inscribiendo en las ventanas de sus • casas o de sus vehículos leyendas como “Fuera maíz y frijol del TLCAN” e “Independencia alimentaria YA”.Enviando cartas a la redacción • de los periódicos de su localidad o participando en los programas de radio de teléfono abierto con apoyo a nuestras demandas.Revalorizando y promoviendo • el consumo de alimentos

hechos en México y cultivados por pequeños y medianos productores.Organizando boicoteos al • consumo de alimentos de importación, principalmente los relacionados con nuestra alimentación básica.

Nuestra lucha no es por restaurar un pasado que no volverá. Es por re-conquistar las bases, las raíces mis-mas de un futuro libre, soberano, próspero para las comunidades, para las personas, para los pueblos que componen nuestra patria. Nuestro combate no es el de unos cuantos, no es el de un sector particular, ni tampoco el de un cierto gremio.

Combatimos por los derechos que se nos han conculcado a todos: el derecho a producir; el derecho a vivir dignamente de nuestro traba-jo; el derecho a alimentarse sana-mente sin transgénicos; el derecho a construir una economía humana, basada en nuestra idiosincrasia y que tenga acceso y disfrute de los avances de la ciencia y de la tecno-logía, en combinación con los co-nocimientos tradicionales acumula-dos a lo largo de milenios, la ciencia campesina; el derecho a que nuestra agricultura y nuestras comunidades campesinas no sólo sobrevivan sino que vivan con dimensión de futu-ro y dignidad, y que las y los con-sumidores tengan acceso, físico y económico, a alimentos de calidad nutricional en cantidad suficiente y aceptables culturalmente.

AYUNO POR LA ALIMENTACIÓN

Del 10 al 14 de diciembre, representantes de organizaciones campesinas, sociales, sindicales y ambientalistas, así como artistas, intelectuales y gente de a pie realizaron un ayuno en protesta por la liberalización total del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), programada para el uno de enero de 2008.La movilización –que apeló a la solidaridad ciudadana, fundamentalmente-- incluyó protestas ante la embajada de Estados Unidos en México (con los consecuentes jaloneos con policías) y la entrega allí de una carta dirigida al secretario de Agricultura de ese país, Mike Johanns, donde se le explica que el tratado “fue mal negociado y mal aplicado” y ello ha dañado gravemente a nuestros campesinos. Después de esto, los promotores de la Campaña Nacional en Defensa de la Soberanía Alimentaria y la Reactivación del Campo Mexicano se preparan ya para instalar barreras humanas en las garitas fronterizas y bloquear la entrada de granos al iniciar 2008. FO

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