NO. 72 MEDIOS profundos

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21 de septiembre 2013 • Número 72 Directora General: Carmen Lira Saade Director Fundador: Carlos Payán Velver Suplemento informativo de La Jornada TEMA DEL MES yankuitlajtoli palabra nueva

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La señal de radio no era nítida, no en muchos de los pueblos y comunidades a donde buscaba llegar. Costaba trabajo escuchar de manera clara las clases que algunos jóvenes universitarios daban a hombres y mujeres adultos en algunas comunidades de la sierra norte de Veracruz. Aun así, el esfuerzo se hacía. De un lado, por la vía del micrófono, buscando que el método de Paulo Freire (aprender queriendo aprender) llegara a algunos de los pueblos más alejados, enclavados en las montañas de la Sierra Madre Oriental. Del otro lado, el de las radios donde se escuchaba, hombres y mujeres que querían aprender a leer y escribir, porque a sus comunidades no llegaban ni las escuelas ni los maestros.

Transcript of NO. 72 MEDIOS profundos

21 de septiembre 2013 • Número 72

Directora General: Carmen Lira Saade Director Fundador: Carlos Payán Velver

Suplemento informativo de La Jornada

TEMA DEL MES

yankuitlajtolipalabra nueva

21 de septiembre de 20132

La Jornada del Campo, suplemento mensual de La Jornada, editado por Demos, Desarrollo de Me-dios, SA de CV; avenida Cuauhtémoc 1236, colonia Santa Cruz Atoyac, CP 03310, delegación Benito Juárez, México, Distrito Federal. Teléfono: 9183-0300.Impreso en Imprenta de Medios, SA de CV, avenida Cuitláhuac 3353, colonia Ampliación Cosmopolita, delegación Azcapotzalco, México, DF, teléfono: 5355-6702. Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio, sin la autorización expresa de los editores. Reserva de derechos al uso exclusivo del título La Jornada del Campo número 04-2008-121817381700-107.

Suplemento informativo de La Jornada 21 de septiembre de 2013 • Número 72 • Año VI

“APAGUE LA LUZ Y ESCUCHE”

La radio. Las costumbres de las sociedades serán seguramente metamorfoseadas por

este mecanismo que establece una comu-nicación directa entre las almas, con todas

sus consecuencias.S.J.M., El Universal, 1923

Para muchos mexicanos la ra-dio fue el perfecto acompa-ñante sonoro de momentos entrañables. Los más jóvenes

nacieron en línea y con el celular en el pañal, pero para los mayores la nos-talgia está hecha también de lo que escuchábamos en la cajita parlante que alguna vez fue de madera y des-pués de baquelita.

Y los referentes hertzianos de cada quien balconean los años que ha vivi-do: si en la radio sólo oyes a Carmen Aristegui, porque quieres tener opi-nión y leer periódicos es de hueva, sin duda estás tierno; si tu abundante in-formación sobre el viejo rock en espa-ñol sale de que escuchabas Guaraches de ante azul, con Federico Arana, en Radio Educación, aún eres joven; en cambio, si de chico oías rock de por acá en Radio 6.20, no te hagas, ya llegaste a los 60; pero si te acuerdas del Doctor IQ, ce-diste alguna vez al perentorio conjuro de Ar-turo de Córdova: “Apague la luz y escuche”, admiraste sin conocerlos a Carlos Monsiváis y José Antonio Alcaraz, cuando eran Niños Catedráticos… es que coqueteas con los 70; ahora que si eres de los que se aprendían los cuentos del Tío Polito que pasaban en la XEW, “La voz de América Latina desde Mé-xico”, de plano andas por los 80… Y así.

Pero la radio no sólo fue el sound track de nuestras vidas. Fue, y es, un terreno de lu-cha por la conciencia ciudadana, un ámbito de confrontación ideológica y política más importante de lo que a primera vista parece.

Shell, Texaco, Halliburton, Chevron y otras trasnacionales quieren que Peña Nieto les privatice Pemex para quedarse con nuestra renta petrolera. Muchos no estamos de acuer-do. Y con el profundo diferendo nacional se reanuda un combate histórico cuya primer round lo ganó México en 1938, gracias al ful-minante gancho al hígado que fue la expro-piación petrolera operada por el presidente Cárdenas y apoyada por todo el pueblo.

Esto es asunto sabido. No lo es tanto que la voluntad imperial de Estados Unidos por apropiarse de nosotros y de lo nuestro, que tuvo un importante tropiezo a fines de los 30’s del pasado siglo con el gobierno nacio-nalista del general, se reanudó con fuerza en los primeros 40’s cuando gobernaba Ávi-la Camacho. Y uno de sus escenarios más importantes fue la radiodifusión mexicana.

Desde sus pasos iniciales, la radio de por acá estuvo sometida al influjo de la poten-cia del norte. En el arranque de los años 20’s del pasado siglo los primeros radioes-cuchas sintonizaban señales estadouniden-ses, como las de la radiodifusora pionera KDKA, que nos llegaban bien por la escasa competencia de otros emisores. Desde 1923 comenzaron a establecerse radios mexica-nas, pero en los 30’s cruzaron la frontera difusoras gringas que de esta manera bus-caban evadir las leyes de su país de origen.

La CYB, luego XEB, de la tabacalera El Buen Tono, y la CYX, de los editores de El Universal Ilustrado, son ra-dios precursoras, pero la más impetuosa fue la XEW, fun-dada en 1930 por Emilio Az-cárraga Vidaurreta, a la que

en 1938 se sumó la XEQ, del mismo propieta-rio. Y “la dobleu” como la “cu” hacían eco de los valores, formatos y en parte de los gustos musicales del país vecino. Preocupado por la pérdida de identidad implícita en el agringa-miento de los incipientes medios electrónicos de comunicación, Francisco Mújica, secreta-rio de Comunicaciones y Obras Públicas del presidente Cárdenas, trató de convencer al general de que nacionalizara la radio, adop-tando el modelo británico.

Su plan no prosperó. Pero lo ocurrido poco tiempo después dejó claro que Mújica no es-taba tan equivocado, pues en los 40’s y con la Segunda Guerra Mundial como telón de fondo, nuestra radiofonía fue escenario del combate entre la propaganda de El Eje, impulsada por Alemania, y la postura de los Aliados, promovida principalmente por Esta-dos Unidos. Más allá de que la causa de la humanidad estaba en la lucha contra el fas-cismo, y por tanto con los Aliados, el hecho es que en esta coyuntura los gringos consoli-daron su control sobre nuestra radiodifusión.

En 1940, a punto de incorporarse Estados Unidos a la contienda bélica, el gobierno de Roosevelt creó un Comité Coordinador de la Oficina de Asuntos Interamericanos, en-cargado de la propaganda en el continente, cuya sede principal estaba en México. Al frente puso a Nelson Rockefeller, quien, por medio de Herbert Cerwin, su representante en nuestro país, tendió sus redes sobre to-dos los medios de comunicación mexicanos y en particular sobre la radiodifusión que, con cerca de un millón de receptores, era

indispensable para acceder a un pueblo que en su 50 por ciento no sabía leer ni escribir.

En 1938 la Standard Oil, de John Davison Rockefeller, había sido expulsada de Méxi-co y en los primeros 40’s aún se debatía sobre los términos de la indemnización y las petro-leras mantenían la esperanza de que Ávila Camacho revirtiera el decreto expropiatorio. Pero por los mismos años Nelson, nieto de John Davison y petrolero él mismo, fue el en-cargado de extender el imperialismo cultural estadounidense sobre México y sobre todo el continente. Entre los 30’s y los 40’s, entre Cárdenas y Ávila Camacho, salió de nuestro país un Rockefeller y entró otro. Y el segundo se ubicó en los medios electrónicos de comu-nicación masiva, un sector a la postre tan es-tratégico como el de los energéticos.

Respaldadas primero por la oficina para la propaganda estadounidense que encabeza-ba Rockefeller, y más tarde por la American Association, en la que militaron gigantes como America Smelting, General Motors, General Electric, National City Bank, Coca Cola y otros, las grandes radiodifusoras de Azcárraga establecieron primero cadenas nacionales y luego latinoamericanas aso-ciándose con la NBC y la CBS. Así la XEW devine “La voz de América Latina desde México”, una voz que en muchos sentidos es la traducción al castellano de “la voz del amo”, del modelo cultural y el enfoque polí-tico impuestos por los estadounidenses.

En 1950 a la radio se sumó la televisión, si-guiendo el trasnacional modelo de la XEQ y la XEW, que encarnó en la estirpe de los Azcá-rraga, dueños primero del canal 2 y desde 1973 de Televisa. Para el tercer milenio los medios electrónicos devinieron uno de los mayores po-deres fácticos de México y cuando el decreto expropiatorio de Cárdenas está a punto de re-vertirse y las herederas de la Standard Oil pre-tenden regresar por sus fueros, las televisoras y radiodifusoras defienden la reforma privati-zante impulsada por el presidente Peña Nieto.

La apuesta del imperialismo estadouni-dense por el control de las conciencias me-diante el control de los medios de comuni-cación masiva está resultando ganadora. En su tumba Nelson Rockefeller, hijo y nieto de empresarios petroleros, debe estar satisfe-cho; Emilio Azcárraga, hijo y nieto de due-ños de medios electrónicos, sin duda lo está.

La batalla no ha terminado y hoy a la lucha por los medios de comunicación masiva se ha incorporado la alternativa de la comunicación por la red. Pero la vieja y entrañable radiofonía es aún vigente y en las últimas décadas devino un valioso recurso cultural y político que las comunidades indígenas emplean con prestan-cia. En los 60’s el Instituto Nacional Indigenis-ta impulsó el empleo de frecuencias radiales para transmitir entre los pueblos autóctonos, y en 1965 se estableció en la huasteca la primera radiodifusora indígena independiente: Radio Huayacocotla que está por cumplir medio si-glo. La radio vive, la lucha sigue.

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COMITÉ EDITORIAL

Armando Bartra Coordinador

Luciano Concheiro Subcoordinador

Enrique Pérez S.Lourdes E. RudiñoHernán García Crespo

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Elena Álvarez-Buylla, Gustavo Ampugnani, Cristina Barros, Armando Bartra, Eckart Boege, Marco Buenrostro, Alejandro Calvillo, Beatriz Cavallotti, Fernando Celis, Luciano Concheiro Bórquez, Susana Cruickshank, Gisela Espinosa Damián, Plutarco Emilio García, Francisco López Bárcenas, Cati Marielle, Yolanda Massieu Trigo, Brisa Maya, Julio Moguel, Luisa Paré, Enrique Pérez S., Víctor Quintana S., Alfonso Ramírez Cuellar, Jesús Ramírez Cuevas, Héctor Robles, Eduardo Rojo, Lourdes E. Rudiño, Adelita San Vicente Tello, Víctor Suárez, Carlos Toledo, Víctor Manuel Toledo, Antonio Turrent y Jorge Villarreal.

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Érick Huerta, Eugenio Bermejillo y Arturo Guerrero, coeditaron este número del suplemento, con el apoyo de Guadalupe Blanco, Claudia Barajas, y So a Ortega.

La señal de radio no era ní da, no en muchos de los pueblos y comunidades a donde bus-caba llegar. Costaba trabajo

escuchar de manera clara las clases que algunos jóvenes universitarios daban a hombres y mujeres adultos en algunas comunidades de la sie-rra norte de Veracruz.

Aun así, el esfuerzo se hacía. De un lado, por la vía del micrófono, buscando que el método de Paulo Freire (aprender queriendo apren-der) llegara a algunos de los pue-blos más alejados, enclavados en las montañas de la Sierra Madre Oriental. Del otro lado, el de las ra-dios donde se escuchaba, hombres y mujeres que querían aprender a leer y escribir, porque a sus comu-nidades no llegaban ni las escuelas ni los maestros.

Era 1965 Radio Huaya comenzaba su historia como un proyecto de la Universidad Iberoamericana.

Con el paso del empo, las brechas se hicieron caminos y maestros y es-cuelas fueron llegando a la región. La señal de radio seguía siendo dé-bil, la enseñanza por este medio ya no estaba funcionando. El proyecto Ibero parecía irse acabando.

Y aquí fue donde otro sueño surgió. Se tenían algunos aparatos radiales, una consola de transmisión, una pequeña antena, un transmisor, un edifi cio y sobre todo muchos cora-zones dispuestos. Se tenía una fre-cuencia, y la idea era muy clara: esa frecuencia no se podía perder.

La Asociación Civil Fomento Cultu-ral y Educa vo (FCE) es la permi-sionaria de Radio Huayacocotla “La voz de los campesinos”, que pasó de ser escuela radiofónica a una ra-dio comunitaria. Ya habían transcu-rrido diez años de su fundación. El sueño se va consolidando.

Radio Huaya, como es más cono-cida es una pionera de las radios comunitarias en México. Con su contemporánea Radio Teocelo, en Veracruz, comparte sueños, empu-je, ánimos de ser “otras” radios, in-cluyentes radios.

“La voz de los campesinos” es la ra-dio que no se calla, que no oculta, que no tergiversa, que llama a todo por su nombre. Que u liza la répli-ca como un derecho. Radio Huaya no es sólo una radio que suena y ya. No es la radio que se prende y se apaga. No es la radio de concur-sos, ni la de voces huecas. No es la radio de anuncios, ni de gritos, ni de dobles sen dos.

Es más que un medio. Es la música y la palabra que acompaña, que in-forma, que denuncia. Es el idioma náhuatl, el otomí y el tepehua con su propio pensamiento. Es la radio que acompaña.

Durante el verano de 2005, después de una larga lucha se consiguió la asignación de una frecuencia mo-dulada que sus tuyó al permiso de onda corta. La que todos los días en punto de las 7 de la maña-na se despierta e informa. La que con una potencia de 10 mil vol os lleva la música de bandas de vien-to, de tríos huastecos, de danzas de costumbre a miles de pueblos y comunidades enclavados en cerros y montañas del norte de Veracruz, de las Huastecas de Hidalgo, San Luis Potosí y Tamaulipas, de las sie-rras de Querétaro y Puebla.

Radio Huaya es la música de nues-tros pueblos. Es la palabra ñuhú (otomí), masapijni (tepehua) y mexcatl (náhuatl) que se oye por sus micrófonos. Es la denuncia. La exigencia de jus cia. Es la siembra de maíz que no deja de hacerse. Es el zacahuil recién salido del horno en la huasteca hidalguense. Es el Chicomexochitl (Fiesta de las Siete Flores) que agradece la cosecha. Es la danza de costumbre a la madre erra. Es cada una de las bandas de

viento que veneran a Santa Cecilia (patrona de los músicos) los días 22 de noviembre. Es cada pareja bai-lando al ritmo de un son huasteco.

Radio Huaya es también el Mi-jkaihuitl (Fiesta de Muertos), y acompaña en cada altar que se co-loca para no olvidar a quienes ya se fueron.

Radio Huayacocotla “La voz de los campesinos” es la radio que los días de jornada electoral abre sus micrófonos a todas y todos aque-llos que se quieran conver r en co-rresponsales, hacer su palabra pú-blica y decir lo que ocurre y lo que ven y que cuentan como aún en estos empos se le sigue poniendo precio a su voto, a su dignidad.

Y son esas voces, esos tes monios, los que echan abajo todos los dis-cursos, todos los acuerdos toma-dos “allá arriba”, en las cúpulas polí cas.

Celebramos 48 años de Radio Hua-ya, la que fuera escuela radiofónica y ahora es radio comunitaria. Cele-bramos que no faltan corazones solidarios que llegan y nos acom-pañan, y con ello se acompañan.

Han pasado 48 años y celebramos que Radio Huaya sigue viva.

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RADIO HUAYA48 AÑOS DESPUÉS...

Sandra Luz Cruz Fuentes Coordinadora de La Voz de los Campesinos, Radio Huayacocotla, en la Sierra Norte de Veracruz.

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En 2012 invitamos a Jaime Mar nez Luna a impar r un taller sobre la faena radiofónica en la comunalidad (Diplomado de Radio, Uni erra de Oaxaca). Le pedimos un texto previo al taller, y nos envió el presente. Lo tuló: “Descolonización a través de la radio”. Y fue retomado por jóvenes de la Sierra Juárez y de la ciudad de Oaxaca que en la coyuntura se afi rmaron como #Somos132.

Algunos elaboraron su propia versión: “Nuestra palabra, nuestra esperanza”, que dio pie a un programa en Radio Plantón, de la Sección XXII de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), aún al aire. Y se presentó en la Mesa de medios de la Segunda Convención Nacional contra la Imposición, celebrada en sep embre de 2012 en Oaxaca. Según el recuento que Gustavo Esteva publicó en La Jornada, fue una de las pocas mesas allí con “propuestas bien ar culadas y sensatas” (1/10/12, h p://is.gd/fgMlmc). La propuesta: comunalizar los medios. El movimiento #Yosoy132 pugnaba por la democra zación de los medios. Algunos jóvenes serranos oaxaqueños no se sin eron cómodos en ese Yo. Ni con esa causa. Lo suyo es el Nosotros y la disposición comunal.

Hoy, esta es la convicción de much@s comunicador@s comunitari@s en Oaxaca. No porque Mar nez Luna los hubiera convencido. Sino por un efecto ¡Ajá! De ahí los desencuentros con otras visiones, cuyo eje es la reivindicación de lo “indígena”, entendido como esencia meta sica y profesional, cuya pureza es protegida por los Dueños del Indiómetro. Son dos lógicas dis ntas. Esta diferencia de ánimo está en el origen, a mi parecer, del confl icto en la organización en México de la Segunda Cumbre Con nental de Comunicación Indígena Abaya Yala, entre la Comisión Nacional, que se imaginó Única, portadora de un mandato cuasi divino y de supuestos raciales; y la Comisión Estatal, que se pensaba inevitable, natural: estamos hablando de Oaxaca, donde está casi la cuarta parte de los municipios del país, y casi tres de cada cuatro se rigen comunalmente.

Curiosamente, en la reforma cons tucional en materia de telecomunicaciones (Diario Ofi cial, 11/06/13), también se dis ngue, entre las nuevas concesiones de uso social, a “las comunitarias y las indígenas”. En el fondo, la diferencia entre “comunicación dominante”, “comunicación indígena”, y algo que podríamos llamar “expresión comunitaria” es que las primeras dos, liberales, man enen lo colonial para ser, y la tercera invita a descolonizar la Vida. Individualismo o comunidad. (Arturo Guerrero Osorio)

COMUNALIZAR LOS MEDIOSJaime Martínez Luna

Se parte de que se cuenta con una radio que cubre espacios familiares, comu-nitarios, escolares, guberna-

mentales y de recreación. También, que se vive una realidad comuni-cacional que es adversa, que es co-mercial y reproductora de principios eminentemente colonizadores e in-dividualizadores. En particular, una televisión con una capacidad de pe-netración mental sin límites.

Si tenemos una radio, para empe-zar debemos producir mensajes que muestren la situación pro-blemática que envuelve nuestro pensar, buscando de raíz lo que es lo nuestro y lo que no es. Mostrar por medio de distintos ejemplos el problema que se enfrenta, y lo que debe comprenderse, para lograr lo que en verdad nos da satisfacción en todos los ámbitos de la vida.

Consideramos que toda problemá-tica lleva en sí misma su solución, por ejemplo si se habla de merca-do, éste se puede confrontar con el intercambio. Si nos preocupa la democracia o ésta es el problema, podemos hablar de la comunali-cracia, o bien del espíritu de los usos y costumbres. Si el problema es que todos quieren vivir en una ciudad, se puede hablar de los beneficios de habitar una comu-nidad. Si el problema es que todo se quiere imponer, debe revisarse cómo diseñar la resistencia. Siem-pre atendiendo el tema de que se trate, porque la imposición la reci-bimos de muchas maneras, desde del comercio hasta del amor.

Lo que exponemos supone el en-frentamiento de dos mundos, que en nuestro tiempo conviven repro-duciendo de muchas maneras la si-

tuación problemática. Una manera de tratar los mensajes de radio es la exposición de las bondades y las po-tencialidades de cada uno de estos dos mundos. Esto amerita investi-gación, de lo propio y de lo ajeno. Es decir, si vamos a hablar sobre la comunidad, debemos encontrar en ella sus colores y sabores, las instan-cias que la sostienen, así como de los valores y principios que germinan. Lo mismo tenemos que hacer de la ciudad. De esta manera, estamos especificando una realidad comuni-taria y por la otra la citadina. Debe-mos tener en claro que las visiones tanto comunitarias como citadinas guardan en su seno contradicciones que responden a dos maneras de pensar, la individual y la comunal.

Debemos comprender que las dos maneras de pensar no responden únicamente al espacio en el que se ejercita el pensar, sino que las contradicciones se dan en el pensar mismo. En la ciudad habitan pen-samientos que en su actuar revelan su deseo de hacer comunidad, y en

comunidad, habita el pensar y el deseo de vivir como en la ciudad.

El Estado neocolonial mexicano, por todos los medios a su alcance, busca que la comunidad sea como una ciudad, y los habitantes de la ciudad, en muchos casos, están luchando por vivir como en la comunidad, sobre todo porque la comunidad exige la participación de todos en la toma de decisiones, cuestión que no se lleva con la de-mocracia, el “desarrollo”, el merca-do, la propiedad, la escuela o la co-municación electrónica. Debemos estar conscientes de que el Estado se ha empeñado que sea lo indivi-dual lo que prive en todos los ám-bitos, niega la comunidad, porque niega la necesaria participación de todos en el ejercicio de la vida. Es mejor controlar a un individuo que a una comunidad. He aquí el secre-to de lo liberal, de lo democrático, de la propiedad, en donde se am-paran todas las políticas de Estado.

Que en Oaxaca se haya reconocido a la comunidad vía la legalización electoral de los ayuntamientos co-munitarios, como de “usos y cos-tumbres”, no quiere decir que el Estado tienda a ser también comu-nitario, es simplemente un recono-cimiento de la real existencia de la representatividad comunitaria con base en su propia normativi-dad. Pensar en un “Estado comu-nitario”, sobre todo para Oaxaca, podría ser uno de los objetivos de nuestra labor radiofónica. Esto quiere decir que con mayor clari-dad se comunalice al municipio, y luego se comunalice al Estado.

Pero, ¿qué significa comunalizar? Simplemente tomar decisiones en común, y participar todos en

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nosotros lo podemos

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todo desde lo propio que es la comunidad. Es decir, si por sistema se nos individuali-za por todos los medios, nuestra tarea puede centrarse en comu-nalizar, como responder hori-zontalmente a la verticalidad que se nos impone.

La Radio Comunitaria, como su nombre lo indica, nace de la comunidad, se sustenta en ella, y sus principios y men-sajes son elaborados para el fortalecimiento comunitario. Esto invade territorio, organi-zación, trabajo y la fiesta. Una radio comunitaria deposita su labor en estos pilares que refrendan valores, tradicio-nes, conocimientos, eventos, y principios. Debemos estar seguros de que el derrotero de una radio comunitaria es comunalizar todo aquello que huela a individual.

Diríamos, a pesar del peligro de resultar pretenciosos, la la-bor de una radio comunitaria es la descolonización por me-dio de la comunalización. Que quede claro, esto no significa dirigir nuestro mensajes en una sola dirección, sino partir de las contradicciones para lle-gar a comunalizar la vida que nos rodea, con base en una crítica visión de lo que ahora padece la comprensión comu-nalitaria en contraposición de la individualitaria emisión de que nos bañan los medios co-merciales y gubernamentales actuales de comunicación.

Es importante reconocer que una emisión que individuali-za es la canción, no la música

en general. Es necesario ser críticos en esto porque tras-mitir a José Alfredo y Juan Gabriel, como a Álvaro Cari-llo es lo mismo. Esta cuestión pareciera irresoluble, máxime cuando vemos la reproduc-ción de estos compositores en todo tipo de trío, de grupo, en fin de casi todos los cantantes que emitimos. Sin embargo, al insistir en otros géneros de canción, de menor carácter individual, tenderíamos a re-ducir el impacto que subyace en este tipo de canción. Esto sonará extraño, no olvidemos que hemos estado colonizados e individualizados mucho más de 500 años. Los resultados de este proceso los llevamos en nuestro organismo y saltan a la vista.

Investigar lo que hacemos en nuestra comunidad nos llevará a los temas, y con ello, a los formatos radiofónicos nece-sarios a utilizar. Lo principal radica en entender la suma de contradicciones que habi-tan en nuestro pensamiento. Nuestro modo de vivir genera un modo de pensamiento y por lo tanto un modo de co-municación. El pensamiento occidental, que nos impone el mercado, la propiedad, la tecnología, se fundamenta en un razonamiento: el pensa-miento occidental-individual separa el sujeto del objeto la naturaleza de la sociedad, la naturaleza de la cultura, el yo del nosotros. Para nosotros es lo contrario, no nos entende-mos como cosas, somos una unidad, una totalidad, la so-ciedad es la naturaleza, como

la naturaleza es la cultura, y el Nosotros es la integración de los diversos yo, por decirlo así. La manera sencilla de enten-dernos es que nosotros nos de-bemos a la naturaleza, y que la cultura se hace en la relación con la naturaleza, y que el “yo” no lo entendemos porque nos consideramos dependientes de los demás. Nosotros tenemos tecnologías, que diseñamos apropiadamente a nuestra realidad, aunque también nos apropiamos de otra tecnología que nos sirve a todos, como lo es la radio, el video, el inter-net, que nos hacen depender de su mercado, pero que no-sotros lo podemos usar para el intercambio.

Por eso estamos seguros que no todo está en nuestra con-tra, pero debemos investigar qué es lo útil y puede ser apro-vechado en el beneficio comu-nitario. Nuestro pensamiento no está hecho para competir, ni para acumular, por esto nos dicen flojos o poco emprende-dores, lo que ganamos lo utili-zamos para el festejo común. El organizar la fiesta nos da prestigio porque compartimos lo que tenemos, y esperamos que todos hagan lo mismo, es decir somos y exigimos reci-procidad en todos nuestros ac-tos. No damos nuestro trabajo como si fuera una mercancía, lo damos para apoyar al otro pero también sabemos que el otro nos ayudará. Ahí está el te-quio, la gozona, la guelaguetza como botón de muestra.

Comunalizar es llevar la prác-tica del trabajo, el respeto y la

reciprocidad como escudo que nos identifica. Todo sembra-do en el trabajo significa que seamos trabajadores creativos, respetuosos de los otros, y dar y recibir lo que se realice. En la radio producimos los mensajes con la participación de todos, respetamos las opiniones y los gustos de todos, ofrecemos los mensajes y recibimos mucha calidad de participación. Sabe-mos que cada comunidad cons-truye su cultura. Los detalles de cada comunidad o microrre-gión se reproducen por medio de la radio. Esto significa expo-ner nuestra multiculturalidad, nuestra diversidad. Será siem-pre la naturaleza la que dicte lo que necesitamos y debemos de hacer, de esa manera la protege-mos y con ello nos protegemos.

Todo esto que se propone for-talece nuestra comunalidad, con ello enfrentamos el atur-dimiento que nos ahoga al consumir mensajes coloniales e individualizantes que nos llegan por todos lados y que ha sido el sistema imperante que busca nuestra desaparición. Con esto pretendemos aclarar que tenemos lo nuestro, pero en principio debemos cono-cerlo, como conocer lo otro, para estar convencidos de que lo que hacemos es un bien para todos.

La radio es nuestra herra-mienta, independientemente de dónde haya venido, nos es útil para nuestro propósito. Por todo esto somos radios comu-nitarias y estamos al servicio de la comunidad, y con ello comunalizaremos la vida.

NEJUM JA ET NÄX WINYÏT. EL DERECHO AL TERRITORIOSócrates Vásquez García Radio Jënpoj /AMARC México

Entenderemos como territorio no sólo el lugar físico de la comu-nidad, ni la parcela, sino que partimos de que es una relación

simbólica de sus habitantes que le dan sen-tido en lo filosófico, emocional, lingüístico, espiritual y organizacional; es la base para la reproducción de una identidad colectiva.

Desde esta perspectiva, el territorio es un espacio físico y ontológico porque permite la trascendencia del ser con y hacia otros se-res, reafirmada por la historia. Como ejem-plo tenemos a las comunidades indígenas de Oaxaca que en mayoría sus territorios son comunales, entendidos como recono-cimientos históricos de una posesión ances-tral. Por eso, hablar del derecho al territorio se basa en la idea de la existencia de una co-munidad, de una interpretación del mundo, tan válida como las otras, de una manera de organizarse y de idea de futuro.

Nejum (lengua ayuujk) habla de lo que es un bien común, que es también un espacio para el bienestar común, es de todos. Cuan-do se plantea el derecho al acceso y manejo del sistema de medios de comunicación co-munitaria indígena, estamos hablando del derecho al territorio, porque no sólo es un asunto de respirar el aire, también el aire nos favorece con esta generosidad de transmitir las culturas, las maneras de ver y entender el entorno, a partir de lo que históricamen-te se han relacionado y dado significado, sobre todo tener el derecho preferente, por-que son espacios históricos simbólicos de los pueblos que por cientos de años se han mantenido desde una perspectiva de poder y organización.

Esta es la base del planteamiento de la exis-tencia del sistema de medios comunitarios in-dígenas, es una afirmación y revaloración de lo propio, de lo que se ha mantenido y cam-biado durante mucho tiempo, pero también de lo que pueda fortalecer el tejido comuni-tario y su base en la filosofía comunal con otras maneras de ver y entender el mundo, un mundo donde quepan muchos mundos.

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21 de septiembre de 20136

LAS RADIOS COMUNITARIAS, UN ESPACIO DE EXPRESIÓN DE LAS MUJERES María Eugenia Chávez Fonseca Vicepresidenta de la Red Internacional de Mujeres AMARC

Hacer radio puede re-presentar muchas co-sas, pero sin duda es la puerta a un espacio de

seducción. Se establece una rela-ción inmediata con el micrófono y los instrumentos que nos permiten crear, decir y escuchar nuestra pa-

labra. Seguramente el proceso de seducción es igual para hombres y mujeres. En realidad no lo he escuchado expresado así de parte de hombres radialistas. Pero sin duda, las mujeres radialistas nos enamoramos de la radio. Y digo yo que nos enamoramos, porque la radio representa el placer unido a la palabra, y la palabra lleva los sentidos de la vida.

Hace algunos años una joven indí-gena participante en una emisora comunitaria me dijo: “Mi mamá es partera y desde que yo estoy en la radio las mujeres se me acercan y me preguntan algunas cuestio-nes del embarazo. La radio ha ser-vido para que yo me convierta en una especie de enlace entre ellas y mi mamá”.

Y es que las emisoras comuni-tarias, desde mi perspectiva,

tienen mayores posibilidades de dar paso a la palabra de las mu-jeres y transmitir el sentido de la vida. Las emisoras comunitarias involucran a las personas de la co-munidad y pueden convertirse en

espacios importantes para la ex-presión de las mujeres. El poten-cial que representan para esto últi-mo no se debe a que sean espacios creados únicamente con este ob-jetivo –aunque algunos sí–, pero

sí son medios pensados y creados con una estructura que potencia la participación de la población ,y las mujeres de las comunidades encuentran mayores posibilidades de participación en ellos. Ellas no son empleadas, son sujetas activas en la construcción del medio y en ese sentido, existe la posibilidad de que tener mayor incidencia en el diseño de los contenidos.

Las emisoras comunitarias, con toda la capacidad que representan para la expresión de las mujeres, tienen que contar con las condi-ciones óptimas para su funciona-miento y esto se traduce en operar en condiciones legales equitativas. De esta manera, pueden incre-mentar sus posibilidades de ser es-pacios reales de expresión para las mujeres de las comunidades, para que su palabra lleve los sentidos de la vida.

ESCUCHAR Y SER ESCUCHADA ES NO SENTIRSE SOLAAdela Calva Reyes Hñähñu, colaboradora de la Radio Cultural Comunitaria Gi ne ga bu he th’o (Queremos Seguir Viviendo) XHDCC 97.3 FM

La radio nos centra con lo que nos comunica, con lo que nos deleita, sus cápsulas y radiono-

velas. Antes de la llegada del tele-visor a nuestros hogares, la radio ocupaba gran importancia en nuestras vidas, su frecuencia de amplitud modulada alcanzaba a llegar hasta lugares muy alejados. La misión radial cumplía y llena-ba necesidades familiares para su recreación. Escuchar radio nos ayudaba a imaginar, soñar, ale-grarnos y ponernos tristes con sus

programaciones. Para una mujer indígena de mi pueblo, no había más distracciones que escuchar radio. Cuando niños, llegaban a nuestros oídos las programaciones que nuestros padres selecciona-ban; solían ser canciones de todo tipo, series como Chucho El Roto e informaciones. Al escuchar ra-dio no sólo utilizábamos los oídos, sino también la imaginación, fan-taseábamos que adentro del apa-rato radiofónico se encontraban pequeñísimos humanos trabajan-do, y ante tanta curiosidad hubo

la necesidad de destapar el aparato para buscar tales micro humanos; en fin, lo interesante era que la radio nos ayudaba a volar con la imaginación.

Por medio de la radio, la mujer indígena aprendió a comunicarse con cartas de amor, expresando su sentimiento con plena libertad, escribiéndole al amado. Se permi-tió adquirir un derecho a ser escu-chada y partícipe de este medio; verdad y sentimiento, cualidad y principio de toda mujer de todos

los tiempos. Por muchas décadas ha existido una lucha de géneros, en medida de fuerza física e inte-lectual; el género masculino cree

seguir dominando con la fuerza física que la naturaleza le ha do-tado, es inteligente no cabe duda, más también la mujer indígena posee la fortaleza física e intelec-tual, ya que es una cualidad que se le dotó a toda mujer. Por esta igualdad, la mujer indígena se ha dado el valor de tomar el micrófo-no de una radio, o de otros medios de comunicación, para difundir sus derechos como mujer. Actual-mente la mujer indígena está ha-ciendo un buen uso de las radios comunitarias, extendiendo todas las comunicaciones de tipo cul-tural para los pueblos, abordando temas de gran importancia, que ayuden al desarrollo de las perso-nas y sus comunidades.

En mi comunidad, nadie se imaginaba contar con una radio

comunitaria. Quienes descono-cíamos la labor de ésta, pensa-mos que pudiera funcionar como cualquier otra radio comercial. Al preguntarnos, todos decíamos que sí, sin embargo al conocer el propósito de su función, pocos se interesaron. Hubo quienes la echaron a andar, superando gran-des obstáculos. Están teniendo frutos; ahora son nuestros radioes-cuchas aquellos que decían no estar interesados en la radio. La participación de la mujer indígena en este medio ha logrado cambios de actitudes en las familias, veci-nos y comunidad; está logrando fortalecer la propia cultura, sus raíces, la lengua, las costumbres y tradiciones; está motivando, por medio del micrófono comunita-rio, a aprender a escribir nuestro idioma, a reconocer y fortalecer la identidad. Al aceptar y apreciar nuestro origen, encontramos mu-chos valores que los abuelos nos heredaron para vivir una vida sana en todos los aspectos. Ser discri-minado o marginado ya no causa los efectos ni daño como en años y siglos pasados.

Creo que la mujer indígena está superando también el yugo del machismo indígena de su vida cotidiana, gracias a la radio comu-nitaria. Hoy la voz de la mujer in-dígena es respetada y escuchada, su opinión y punto de vista ayuda a recapacitar a uno que otro ma-cho tradicionalista, sin embargo queda mucho por delante, para trab ajar y lograr objetivos. ¡Que viva la radio!

Por medio de la radio, la

mujer indígena aprendió a

comunicarse con cartas

de amor, expresando su

sentimiento con plena

libertad, escribiéndole

al amado. Se permitió

adquirir un derecho

a ser escuchada y

partícipe de este medio

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representan para la

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tienen que contar con

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EL PODER DE LA PALABRAGuadalupe Blanco, Nandilup

Ínìma Ií, joven mujer en ñuu savi (mixteco), con-ductora del programa Pueblos Originarios en Re-

sistencia, en Chalco, Estado de México, asegura: “estoy cons-ciente de lo que implica tomar un micrófono y enviar un men-saje; la gran responsabilidad de la palabra no es sólo hablar y ya, significa no sólo conectar ca-bles sino también conectar las ideas con la realidad, el tratar con un equipo de trabajo mix-to, un doble esfuerzo para todos y ser la única mujer”.

La radio en la comunidad ha representado, particularmente para las mujeres, una platafor-ma de recreación y crecimien-to personal, de apropiación de nuevos roles en la comunidad, pero también un espacio para la

exigencia de los derechos pro-pios; sin duda, la radio significa un bastión de denuncia pública y al mismo tiempo un medio para la exigencia de los dere-chos individuales y colectivos.

Miriam y Maran, jóvenes ma-zatecas de Oaxaca integrantes de radio Nhandiá cuentan: “me motivó ver que en el programa podemos opinar y hablar de lo que otros no se atreven”… “en-frentar el miedo a opinar y a

hablar sobre temas que hacen reflexionar a la comunidad”.

Uno de los retos para las co-municadoras, según Ínìma Ií es tomar ese poder de la palabra y mantener el equilibrio personal y cosmogónico que favorezca y fortalezca las causas de las mu-jeres de su comunidad: “No es bien visto que por la condición de mujer tengas el poder de la palabra porque tu mensaje cala los oídos de algunos inconfor-mes. Esto, lejos de ser una limi-tante, se transforma en desafío, y vas aprendiendo en la marcha; cuando volteas y te das cuenta que no has dejado de caminar, comprendes que hay nuevos retos y hacia ellos vas; claro, ya no lo ves como en un principio, con miedo, ya vas más segura, sobre todo porque sabes que

lo que vas aprendiendo lo vas transmitiendo a todas y todos en la comunidad”.

¿Cómo vivimos dentro y fuera de nuestra casa las mujeres que colaboramos en espacios públi-cos y comunitarios? ¿Qué retos y desafíos tenemos? Uno de ellos es: enfrentarnos a nuestra propia palabra, confiar en ella, decidir y compartir nuestras ideas que van transformando a nuestras comuni-dades por medio de la palabra.

UN SECRETO A VOCES: LA CAUSA FEMENIL EN LA RADIOGuadalupe Blanco, Nandilup

“La presencia de la mujer en una radio comunitaria forta-lece y reivindica el

ser mujer. Difundir las problemá-ticas que se viven cotidianamente es una necesidad, es como un se-creto a voces. A través de la radio se desdibujan nombres pero se fortalecen causas o líneas de tra-bajo”, según lo relata Zenaida Pé-rez Gutiérrez, mujer joven ayuukfundadora de la radio Jen Pöj en su comunidad de Santa María Tlahuitoltepec Mixe.

“Desde mi experiencia, una va contribuyendo a un proceso que puede marcar una historia dentro de la comunidad, participar en la radio implicaba un desafío: com-binar dinámicas aprendidas en la academia y enfrentarse a la cos-movisión propia. Se va uno dan-do cuenta que hace falta trabajar cosas desde adentro. Cuando se llamaba a participar a los talleres, sólo llegaban los varones, para las

mujeres no era posible participar públicamente. A mí me justifica-ban porque yo había estudiado la carrera de comunicación”.

Además de haber sido un pilar fundamental para la radio en su comunidad, Zenaida logró por medio de la radio poner en el ámbito público-comunitario la participación de las mujeres. Fue-ron las mujeres, en construcción colectiva las que definieron las temáticas a ser abordadas en los formatos radiofónicos. “El tema de la violencia intrafamiliar, el maltrato a las mujeres, la revitali-zación cultural, la lengua, la vesti-menta, son temas que salían en los talleres como necesidad de infor-mación y difusión en la radio. En estos espacios el tema de mujeres

es difícil, pero no desesperemos, tenemos que buscar alianzas que nos fortalezcan”.

“Uno de los desafíos para la radio comunitaria es reeducarnos en la descolonización, equilibrar las rela-ciones de poder para una construc-ción más colectiva de los conteni-dos; el asignar a cada uno sus roles es lo que nos puede permitir avan-zar. Participar en la radio implica equilibrar las relaciones de poder”.

Luego de su paso por la radio comunitaria, Zenaida recibió un cargo en su comunidad, de acuer-do con sus sistemas normativos propios, y actualmente es jefa del Departamento de Derechos de la Mujer Indígena del Gobierno de Oaxaca.

“El tema de la violencia

intrafamiliar, el maltrato

a las mujeres, la

revitalización cultural,

la lengua, la vestimenta,

son temas que salían

en los talleres como

necesidad de información

y difusión en la radio. En

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mujeres es difícil, pero no

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JÓVENES Y RADIOS COMUNITARIAS, UN ESPACIO DE APRENDIZAJEAlejandra Carrillo Olano

La participación de las y los jóvenes en la vida política del país ha sido más visible gracias al uso

de las nuevas plataformas tecno-lógicas y redes sociales, en don-de se registran imágenes, videos y textos, como alternativa a los medios masivos de información. Sin embargo, el activismo de la generación de entre 18 y 29 ha estado presente durante años en distintos medios, como las radios comunitarias.

Mucho se ha hablado de las ra-dios comunitarias como herra-mientas para el fortalecimiento de la cultura o instrumento de lucha.

Pero poco se habla del papel que en ellas juegan los jóvenes: son un espacio de encuentro, de aprendi-zaje y expresión que potencializa su liderazgo. Mucho menos se habla de que quienes le dan vida al medio son generalmente jóve-nes que se van abriendo camino como líderes en terrenos donde tradicionalmente las decisiones son tomadas por las generaciones más adultas.

Recuerdo que las primeras veces que visité radios comunitarias en el estado de Chiapas me llamó la atención la cantidad de jóvenes involucrados en el medio. Ocu-paban roles de locutores, estaban

encargados del área técnica. La misma radio era operada y admi-nistrada por jóvenes que muchas veces no rebasaban los 20 años de edad. Aunado a esto, fue muy in-teresante ver cómo la comunidad avala, respeta y sobre todo prote-ge el trabajo de los comunicado-res. Por su parte, los jóvenes, por medio de su constancia y trabajo colectivo, habían logrado un lu-gar protagónico en la vida de sus comunidades, a pesar de que ac-tualmente muchos catalogan a la juventud como poco productiva.

Una de las tantas realidades que toca las raíces y la forma de vida de los pueblos originarios es la

migración que ha generado que los jóvenes convivan con otras culturas y que motiva cambios en el comportamiento de éstos. Desafortunadamente la mayoría suelen ser catalogados como los culpables de la pérdida de la len-gua propia y de la vestimenta, así como de formas distintas de rela-cionarse. Incluso se les responsabi-liza del abandono del campo y, ya entrados, hasta de los fenómenos de alcoholismo, drogadicción, vio-lencia y prostitución.

Esta estigmatización hace que la relación transgeneracional se haga compleja, aunado al peso que los mayores tienen dentro de

las estructuras comunitarias. Ahí las autoridades son los adultos y los jóvenes son muy pocas veces tomados en cuenta como sujetos que pueden aportar saberes y co-nocimientos para mejorar la con-vivencia de la sociedad y por tanto promover el bien común.

La radio deja de ser sólo un me-dio de comunicación y se convier-te en un lugar de aprendizaje y ex-presión, donde las y los jóvenes se encuentran, conviven, comparten, aprenden, construyen algo juntos y se convierten en actores que to-man decisiones y dialogan junto con otros dentro de su entorno, ha-ciendo estrecha la relación entre la comunicación y la educación.

Los que participan en la radio comunitaria no sólo son comu-nicadores, sino promotores de su cultura y al mismo tiempo forma-dores de líderes juveniles que bus-can un reconocimiento a partir de una relación equitativa y de respe-to mutuo para dar pie a diálogos de construcción que definan su postura política, apunten al bien común y mejoren las relaciones de convivencia sin que el factor gene-racional sea un impedimento, al contrario, se sume la experiencia de los grandes con formas distin-tas de ver, sentir y vivir el mundo de las y los jóvenes.

TÚUMBEN CH’I’IBAL TÚUMBENKUNSIK KT’AANNUEVAS GENERACIONES RENOVANDO NUESTRA PALABRAYazmín Y. Novelo Montejo

Los pueblos mayas de Yucatán siguen pisando con fuerza, y así lo indi-can las cifras del Instituto

Nacional de Estadística y Geogra-fía (Inegi), que en su conteo 2010 dan cuenta de 537 mil 618 hablan-tes de maya. Sin embargo la trans-misión de la lengua sigue siendo de padres a hijos, pues la cadencia y los significados del idioma maya yucateco están casi ahogados en los medios de comunicación. Ape-nas se escucha en escasos minutos por una televisora local, y en la oferta radiofónica de CDI con XE-PET en el sur del estado.

Afortunadamente, los jóvenes in-dígenas no fincan sus esperanzas en lo que otros puedan hacer por ellos, sino que hacen sonar las vo-ces mayas, en blogs, podcasts, en redes sociales y en panfletos, utili-zando tecnologías avanzadas o los equipos más rudimentarios.

“No vamos a esperar que el go-bierno haga por nosotros lo que no siente. Es el pueblo el que tiene que decir qué quiere. No

tenemos espacios, hasta nos quie-ren cobrar por transmitir nuestras producciones”.

Así se expresaron jóvenes mujeres mayas durante el foro organizado por Radio XEPET en el marco del Día Internacional de los Pueblos Indígenas. Al mismo tiempo, en

Mérida la asociación Yoochel Kaaj comparte en los talleres Tzay K’iin formas alternativas de usar el soni-do vía teléfonos celulares. En esa misma ciudad el colectivo Yóol Kaaj (Sentir del Pueblo) organiza el Primer Festival Maya Indepen-diente; tienen reuniones y toman acuerdos, participan de asambleas

comunitarias… por Facebook… Todos participan (postean) y al mismo tiempo, escuchan (leen) y levantan la mano cuando están de acuerdo (like); respetan la horizon-talidad de la comunicación.

Las experiencias descritas ilustran cómo los mayas hoy están reapro-piándose de su derecho de expre-sión: un derecho negado, o mejor dicho, no permitido. Si en el discur-so y en el papel existen las disposi-ciones para que los pueblos indíge-nas tengan acceso a los medios de comunicación, en la práctica este derecho es imposible de concretar.

La importancia de retomar este derecho va más allá de poder informar en texto o video lo que vemos, el poder informarnos en nuestra lengua y desde nuestra óptica minimiza el impacto nega-tivo de los medios dominantes que muestran a los pueblos indígenas con estereotipos turísticos-folkló-ricos, o como “etnias” bárbaras sin ciencia ni conocimiento. Los comunicadores indígenas somos el frente que prepara el terreno

para resistir a la historia de los do-minantes y enfrentar la violencia simbólica actual. Somos desmiti-ficadores y difusores de los colores de nuestros pueblos. La palabra que trasmitimos es la flecha que va suavizando cicatrices del pa-sado violentado y nos recuerda a nosotros mismos quiénes somos, la gente del maíz, del trueno, de la nube. La voz que entonamos es la argumentación de la cual no depende nuestra existencia pero sí facilita la coexistencia.

Mucho se ha hablado de

las radios comunitarias

como herramientas para

el fortalecimiento de la

cultura o instrumento

de lucha. Pero poco

se habla del papel que

en ellas juegan los

jóvenes: son un espacio de

encuentro, de aprendizaje

y expresión que

potencializa su liderazgo

Los comunicadores

indígenas somos el

frente que prepara

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resistir a la historia

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UN CHURO QUE SUENA DESDE LA MITAD DEL MUNDO

El churo, la kipa, el putu-tu, o el caracol marino les sirve desde siglos a las comunidades andi-

nas para convocar a la fiesta, a la minga, a la huelga. Les permite organizarse, unirse.

Pero no sólo eso, desde hace ocho años, el Churo da nombre a un colectivo de jóvenes convencidos de la necesidad y la importancia de impulsar la comunicación co-munitaria en Ecuador, donde, según el Informe de Auditoría de Frecuencias de 2009, 19 familias controlan las frecuencias de radio y televisión.

El Churo nació en las aulas uni-versitarias con la idea de volver a la radio un escenario de parti-cipación, propuesta y debate de las organizaciones juveniles. Así apareció primero el programa No Lapsus, que se transmitió por cer-ca de cinco años en Radio Luna, la misma que alguna vez fue re-conocida por “botar presidentes” y hoy fue desaparecida por conve-niencias y acomodos políticos.

En este programa se habló del parche, del esténcil, de la esquina, pero también de la oposición a la minería a cielo abierto, al extracti-vismo, de la situación política. Sus micrófonos vieron aparecer ban-das, grupos de música alternativa, rock, punk, ska; también pasaron teatreros, poetas, locas y locos con propuestas de un mundo mejor. A la par, iniciamos talleres de ca-pacitación, primero con jóvenes, luego con colectivos, mujeres y or-ganizaciones sociales e indígenas.

Pero la radio nos quedó corta. Necesitábamos que estas ideas tuvieran espacio para expresarse,

creamos entonces la Casa de la Diversidad Juvenil “La Zurda”. Se dieron conciertos, obras de teatros, exposiciones, talleres de comunicación y de organización. También fue la casa para organi-zar marchas, pintar pancartas y reunir a las organizaciones.

Hasta que la casa cerró y también el programa de radio. En vez de encerrar nuestros sueños y cosas en cajas de cartón, decidimos co-menzar otra vez desde cero.

La bronca, la falta de espacios para jóvenes, los inexistentes medios comunitarios y las ganas de liberar la palabra dieron luz a La Wam-bra Radio. Wambra en kichwa, idioma ancestral de Ecuador, sig-

nifica Joven. Retomando las expe-riencias de comunicación popular del continente construimos una cabina con cajas de huevos y desde allí sale www.wambraradio.com.

Salimos en el internet, por el momento, denunciamos la con-centración en la propiedad de los medios y nos metimos de cabeza en la construcción de la nueva ley de comunicación en Ecuador.

Quito fue nombrada la Capital de la Comunicación, por ser sede de varias organizaciones de comu-nicación en Latinoamérica. Esto nos valió para “codearnos” con los “duros” de la comunicación popular y comunitaria, como la Asociación Latinoamericana de

Educación Radiofónica (ALER), además de que formamos parte de su Red Joven, presente en todo el continente.

También conocimos a Radialis-tas Apasionados y Apasionadas y la Agencia Latinoamericana de Información (Alai), entre otras organizaciones con las que traba-jábamos para que en la ley se reco-nociera al sector comunitario.

Esta pelea no fue fácil, pues antes los medios comunitarios en Ecua-dor eran ignorados, subestimados. Se pensaba que eran medios mar-ginales, limitados en su potencia y cobertura. Tenían restricciones a la hora de concesionar las frecuen-cias, eran observados hasta por los militares por el supuesto riesgo de tener contenidos “comunistas” o que “atentaran contra la seguridad del país”. Como mandaba la Ley de Radiodifusión y Televisión ex-pedida durante la dictadura mili-tar de 1973.

En este andar, impulsamos la primera movilización juvenil lla-mada Palabra a la Calle, por el derecho a la comunicación en el 2011. Este evento convocó a más de cuatro mil personas. Llegamos a la asamblea nacional con pro-puestas hechas por jóvenes hacia la ley de comunicación, como la redistribución de frecuencias y el 34 por ciento para medios comunitarios.

Hoy, a pesar de que la nueva ley reconoce el 34 por ciento para los medios comunitarios, seguimos levantando nuestra voz para que se hagan realidad, esos otros me-dios y para que en serio cambie su propiedad y la forma de con-cesión de frecuencias del Estado ecuatoriano.

Un momento significativo para nosotras y nosotros fue la marcha indígena y campesina del 22 de marzo del 2012, donde acompaña-mos a las organizaciones del país en un nuevo levantamiento por su histórico reclamo de tierra y agua.

En este tiempo hemos acompa-ñado organizaciones por la co-municación, partícipes de luchas sociales, contra el Tratado de Li-bre Comercio, la Base Militar de Manta (ocupada por Estados Uni-dos hasta 2009) y la caída de pre-sidentes. Tenemos huellas de un sistema neoliberal que intentó se-pararnos, mercantilizarnos, somos hijos de las crisis, pero también herederos de las luchas campesi-nas de estudiantes y de indígenas.

Somos guambras que observa-mos que éstos son tiempos de in-dividualismo, en que pretenden aislarnos, hacernos olvidar de los grandes temas, de las luchas tras-cendentales y donde se dice que la juventud no es más que música y droga. Se hace necesaria la inte-gración, los fundamentos de una comunidad, por lo que nuestra apuesta somos la juventud y la co-municación comunitaria.

En definitiva, nuestra apuesta es seguir, sonando y soñando.

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Tenemos huellas de un

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PALABRA COLONIAL, PALABRAS DESCOLONIZADASJosé Ignacio López Vigil Radialistas Apasionadas y Apasionados

A Túpac Amaru lo des-cuartizaron entre cuatro caballos en plaza cus-queña de Wacaypata.

Antes de la ejecución, el visitador español José de Areche mandó que le cortaran la lengua. No que-ría que nadie escuchara su último grito de rebeldía.

Esto ocurrió en 1781. Y ocurre siempre que el pueblo oprimido levanta su voz de protesta. Así se comportan todos los dictadores, ordenando silencio. Dictadura sig-nifica eso, “palabra dura”. Hablo yo y los demás se callan.

A nosotros no nos cortaron la len-gua. Pero tal vez nos ocurrió algo peor. Nos colonizaron la palabra. Colonizar significa invadir, apro-piarse de un territorio. En este caso, fue el espacio de nuestra cul-tura, nuestra forma de comunicar-nos, la que quedó afectada por el comportamiento del opresor. Con frecuencia, nuestras palabras y ex-presiones son coloniales. Y hay que descolonizarlas.

1) La palabra única. En nuestros países, los indígenas no podían le-vantar la voz, ni siquiera los ojos. El indio “igualado” era sometido a castigo. La única palabra la tenía el patrón, el hacendado. Esta fue la primera “colonización”, hacer-nos creer que quien tiene la auto-ridad tiene la razón.

Crecimos en ese clima de autorita-rismo y nos contagiamos. Olvidan-do que nadie sabe todo y nadie ig-nora todo, descuidamos la cultura del diálogo, la palabra comparti-da. ¿En qué se refleja esto? En los discursos donde no se toleran pre-guntas ni mucho menos opiniones discrepantes. En los programas de radio donde no nos atrevemos a debatir con quienes piensan dis-tinto a nosotros. Sólo abrimos los micrófonos a los del mismo color político o ideológico.

Descolonizar la palabra significa superar los sectarismos y las arro-gancias. Transitar de la cultura del insulto al intercambio respetuoso. Porque en asuntos de comunica-ción, no se trata de vencer sino de convencer.

2) La palabra dominante. Escu-cha los discursos de los políticos. Emplean palabras raras, sin color ni sabor ni olor ni peso ni medi-da. Palabras inmateriales, grandi-locuentes y abstractas. No hablan

para hacerse entender, sino para demostrar que saben mucho. También los invasores hablaban así, con palabras incomprensibles para deslumbrarnos.

¿Y nuestros dirigentes? ¿Y nosotros, cuando nos invitan a dar una char-la? Nos ponemos a imitar ese len-guaje dominante. Repetimos con la gente de a pie la misma pedan-tería que escuchamos a quienes se sienten superiores por tener un título, aunque éste sea comprado.

Desconolizar la palabra es hablar sencillo. Escribir sencillo. Resca-tar la frescura del lenguaje oral de nuestros abuelos y abuelas. Resca-tar la sabiduría popular que se ex-presa en refranes, comparaciones, picardías.

¿Saben qué significa la palabra “hablar”? Viene del latín fabula-ri y significa contar fábulas, his-torias, cuentos. Descolonizar la palabra es recuperar la narrativa como memoria histórica y como estrategia de comunicación.

3) La palabra severa. Entre todas las emociones, la más reprimida por los colonizadores fue la ale-gría. Nos prohibieron la risa. Ellos tampoco reían ante nosotros por-que “perdían autoridad”.

Pero la risa fue siempre nuestra mejor arma de resistencia. Los chorotegas de Nicaragua bailaron el Güegüense para hacer burla de los españoles. Y con máscaras de carnaval lo mismo hicieron que-chuas y aymaras en el altiplano de Perú y Bolivia. El gobernador de Tlaxclala, el duque de San Ro-mán, tuvo que emitir un decreto prohibiendo a los danzantes que aprovecharan las fiestas para bur-larse de ellos, gachupines y demás autoridades locales.

Descolonizar la palabra es superar el sexismo de los idiomas que nos impusieron los invasores. Y nos re-ferirnos a chachas y warmis, si so-mos aymaras. Y a toolos y jierüs si somos wayúus. Y saludar a los xiib y a las ch'up, si venimos de la cul-tura maya. Y a los kuimba'e y a las cuñas si hablamos guaraní. ¿Cómo se dice varón y mujer en mixteco, en zapoteco, en las 15 lenguas que se hablan en esta valiente tierra de Oaxaca?

4) La palabra masculina. A Túpac Amaru le cortaron la lengua en la plaza de Wacaypata. Pero antes de él, Micaela Bastidas, su indómita compañera, sufrió la misma cruel-dad. A Micaela la recordamos me-nos. Y sin embargo, si Túpac

Descolonizar la palabra

es abandonar esos

tonos fríos y serios

con que nos damos una

falsa importancia y que

son prestados de los

invasores. Descolonizar

la palabra es recuperar

la risa y el humor

cuando hablamos entre

nosotros, compañeros

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LOS PUEBLOS INDÍGENAS Y LAS TECNOLOGÍAS DE INFORMACIÓN Y COMUNICACIÓNJosé Manuel Ramos Rodríguez

De manera similar a lo ocurrido décadas atrás con la televisión o el video, el surgimiento

de las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC) durante los últimos años del siglo pasado se vio acompañado por el entusiasmo de quienes encontraban en ellas un gran potencial para extender los be-neficios de la educación e impulsar el desarrollo local. Esta emoción se amplificó con las posibilidades de interconectividad que brindaba el internet y la entrada a la nueva “sociedad de la información”, ca-racterizada, entre otras cosas, por la posibilidad de almacenar, procesar, desplegar e intercambiar informa-ción en volúmenes y tiempos nun-ca antes imaginables.

Por lo que respecta a los pueblos indígenas, se vio en las TIC un aliado clave para fortalecer las len-guas y culturas en un mundo cada vez más globalizado. En la Cum-bre Mundial de la Sociedad de la Información (CMSI) en sus dos fa-ses (Ginebra, 2003 y Túnez, 2005), los gobiernos reconocieron que “la sociedad de la información debe fundarse en el reconocimiento y respeto de la identidad cultural, la diversidad cultural y lingüística, las tradiciones y las religiones, ade-más de promover un diálogo entre las culturas y las civilizaciones”.

Con base en estos principios, mu-chos países formularon políticas y programas de gobierno para am-pliar el acceso a las TIC por parte de las poblaciones indígenas. México no fue la excepción y desde el sexe-

nio de Vicente Fox se crearon pro-gramas de “inclusión digital” como parte del megaproyecto e-México. Impregnado por un optimismo exa-gerado que veía en las tecnologías propiedades intrínsecas que “por sí mismas” habrían de traer los bene-ficios esperados, e-México se dio a la tarea de instalar telecentros por todo el país en una diversidad de modalidades, cuyo supuesto en común era que el proceso de “apro-piación” de las tecnologías tendría lugar de manera automática.

Uno de estos programas –por cier-to el de mayor presencia en regio-nes indígenas–, todavía en funcio-namiento, es el constituido por los Centros Comunitarios de Apren-dizaje (CCA). Instalados con re-

cursos públicos por la Secretaría de Desarrollo Social (Sedeso) en municipios de alta marginación y operados por el Tecnológico de Monterrey, estos centros muestran que el discurso del gobierno mexi-cano en torno a la multiculturali-dad y su deber de protección de las culturas indígenas está muy lejos de ser una realidad.

Una investigación conducida por el autor de estas líneas en 2010 mostró que en la práctica estos centros y su forma de operación se habían constituido en nuevos me-canismos de asimilación. En ellos –con muy contadas excepciones–, los niños y jóvenes indígenas de-ben renunciar a su lengua materna y asimilar los principios individua-listas propios del neoliberalismo.

Sin embargo, por fortuna son cada vez más las organizaciones de base con presencia indígena que están incorporando por cuenta propia el uso de las TIC con propósitos diver-sos, desde la promoción de empre-sas comunitarias hasta la comuni-cación con la población migrante.

El reciente anuncio por parte de una organización zapoteca de la Sierra Juárez en Oaxaca, relativo a la instalación y operación de una red independiente de telefonía ce-lular de uso comunitario, señala los rumbos que podría tomar el empleo de las TIC por parte de los pueblos indígenas. No se trata de las poten-cialidades inmanentes de las tecno-logías, sino de su uso al servicio de los ideales de autonomía y autode-terminación de los pueblos.

le hubiera hecho caso, si los rebeldes hubieran avanzado sobre el Cusco, otra sería la his-toria americana.

Hay que despatriarcalizar la cul-tura y también la palabra. ¿Que cuando digo “hombre” ya inclu-yo a las mujeres? ¿Y por qué no al revés, que cuando diga “mu-jer” incluya a los varones? Ellas son el 52 por ciento de la pobla-ción. Y la mayoría gana.

Descolonizar la palabra es su-perar el sexismo de los idiomas que nos impusieron los invaso-res. Y nos referirnos a chachas y warmis, si somos aymaras. Y a toolos y jierüs si somos wayúus. Y saludar a los xiib y a las ch’up, si venimos de la cultura maya. Y a los kuimba’e y a las cuñas si hablamos guaraní. ¿Cómo se dice varón y mujer en mixteco, en zapoteco, en las 15 lenguas que se hablan en esta valiente tierra de Oaxaca?

Liberar el lenguaje, asumir una forma de hablar inclusiva, es apenas el primer paso. El cami-no a seguir es la equidad entre mujeres y hombres en todos los terrenos, en el ámbito domésti-co y en el laboral. En el sexual y también en el político.

5) La palabra religiosa. Al prin-cipio, las divinidades eran feme-ninas y fecundas. Son las muje-res las que guardan el cofre de la vida, así que era natural ima-ginar una gran diosa, útero uni-versal del que todo todo nacía y a donde todo regresaba.

Luego aparecieron las parejas de dioses. Corazón del Cielo, Corazón de la Tierra. Luna y Sol, Mama Kuilla y Taita Inti. Pero con las guerras, hijas de la testosterona, los varones nece-sitaron dioses a su imagen y se-mejanza. Dioses violentos, colé-ricos, muchas veces genocidas.

Esa fue nuestra desgracia. Que los invasores llegaron con espa-das en una mano y cruces en la otra. Nos predicaron un dios racista que justificaba la esclavi-tud de indios y negros. Un dios ladrón que bendecía el robo de todo un continente. Un dios que autorizaba las peores tortu-ras, las peores matanzas. “La vo-luntad de dios es que haya ricos y pobres”, nos dijeron.

No nos hablaron de Jesús, el profeta revolucionario de Naza-ret, indígena de Palestina, que echó a los mercaderes del tem-plo a latigazos y proclamó un Reino de justicia donde a nadie le sobre para que a nadie le falte.

Descolonizar la palabra es tam-bién rechazar cualquier prédica religiosa que llame a la resig-nación, que hable de pecados y de infiernos. No necesitamos sacerdotes ni pastores, no ne-cesitamos cruces ni teologías sangrientas, porque el verdade-ro Dios habita en nuestros co-razones y es un Dios de vida y fertilidad. Una Diosa.

* * * * *

Soñamos con palabras diversas que reflejen la pluralidad de nuestras comunidades. Palabras sencillas que narren y recupe-ren la historia de nuestros pue-blos. Palabras risueñas. Palabras de mujeres y varones, siempre inclusivas. Palabras liberadoras, que motiven a la lucha. Es de-cir, palabras descolonizadas.

En la Cumbre Mundial

de la Sociedad de la

Información (CMSI) en sus

dos fases (Ginebra, 2003 y

Túnez, 2005), los gobiernos

reconocieron que “la

sociedad de la información

debe fundarse en el

reconocimiento y respeto

de la identidad cultural,

la diversidad cultural y

lingüística, las tradiciones

y las religiones, además

de promover un diálogo

entre las culturas y

las civilizaciones”

El camino a seguir es la

equidad entre mujeres

y hombres en todos los

terrenos, en el ámbito

doméstico y en el

laboral. En el sexual y

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PERSPECTIVAS DE LA COMUNICACIÓN INDÍGENA*Claudia Magallanes

(Conceptos vertidos en una conversación con Eugenio Bermejillo y editados por el propio Bermejillo)

Comunicación como derecho. Se ha avan-zado mucho en las dos décadas recientes.

La concepción y el ejercicio de la comunicación como un dere-cho fundamental de los pueblos indígenas han tenido un impacto importante que se está consoli-dando, porque cada vez más gru-pos ejercen ese derecho no sólo a estar informados, sino también a ser fuente de información para sí mismos y sus comunidades y para personas ajenas a su comunidad.

La diferencia es que cuando la comunicación se toma como de-recho, se asume que no hay que pedir permiso para ejercerlo. Por ejemplo, para establecer una radio comunitaria hoy, ya no se ve como lo determinante la gestión frente al gobierno. Eso abre una dificultad sobre todo en materia de radiodifu-sión porque el espectro radioeléc-trico es propiedad de la nación y administrado por el gobierno.

En el país no reconocen, ni dan una personalidad, a las comuni-dades reconociendo sus derechos y su necesidad de comunicación. Que las comunidades digan por usos y costumbres voy a poner una radio, está bien, porque ellos no están lucrando. A diferencia de lo que pasa con las concesiones de los grandes grupos radiofónicos de este país –que benefician a unas cuantas familias que mantienen el control de lo que escuchamos por los medios–, hay un uso para la comunidad.

Es importante que en la regula-ción y en la legislación en materia de telecomunicaciones, esté re-conocida la comunicación comu-nitaria e indígena. La nueva ley de telecomunicaciones promete algunas modificaciones para con-templar la opción de la comunica-ción indígena; no sabemos qué pa-sará con las leyes reglamentarias. Pero ahí hay un punto de quiebre al reconocer la comunicación como derecho.

Panorama frente a una revolu-ción tecnológica. No creo que los celulares y las redes sociales sean una panacea, ni que conlleven la promesa de una mejora abso-luta. Son útiles, si son adoptados y adaptados a las necesidades, creencias y problemáticas de las comunidades. Y pueden ser uti-lizados para lograr esta conexión entre diferentes pueblos. En los años recienetes, en que se expan-dió la telefonía celular y el 3G, esto ofrece una posibilidad de interconexión mucho más rápida para sacar mensajes fuera de la co-

munidad, para llamar la atención, para pedir ayuda, para denunciar una injusticia o anunciar un logro.

El peso de la opinión pública, sociedad civil, nacional o interna-cional, puede tener algún efecto en algunas situaciones concre-tas, lo vimos con el zapatismo, lo hemos visto a lo largo de ya casi 20 años, con el Movimiento Sin Tierra de Brasil, con lo indígenas en Colombia, en Kenia y en Fili-pinas. Pudieron sacar su mensaje fuera de lo local, llaman rápido la atención.

¿Cuáles son las condiciones para que esta tecnología logre estos objetivos? Tendría que ser utilizada atendiendo necesidades y problemas de las comunidades.

Un problema común tiene que ver con tierra y territorio, con la defen-sa de los recursos naturales. Tam-bién con una toma de conciencia sobre lo que los pueblos indígenas, con su cosmovisión, pueden apor-tar al mundo no indígena.

Muchas experiencias se hablan entre sí, ya se conocen, hay gente en Oaxaca que sabe qué hacen en Alaska, o en Chiapas, en comu-nicación con proyectos vecinos de Guatemala. Esa facilidad de intercambiar opiniones, puntos de vista, reclamos, es mirarse en el espejo del otro reconociéndonos mutuamente.

Ejemplos y condiciones donde los medios de comunicación son estratégicos en la vida de los pue-

blos indígenas. América Latina se ha convertido en el escenario de una batalla contra las empresas mineras, muchas están ubicán-dose en territorios de comunida-des indígenas, sin importar los impactos ambientales, culturales y económicos. Desde las radios indígenas, desde proyectos de vi-deo, la gente está documentando la situación.

Los medios son determinantes en el derecho a la consulta libre e in-formada. En el Istmo de Tehuan-tepec, por ejemplo, arrancaron in-formando a la gente, diciendo qué implica, que es la energía eólica.

La lógica de las campañas en el Istmo era: entérate, toma una decisión informada. Es algo que tenía que haber sucedido de en-trada. Pero es un derecho no ejer-cido, y no porque la población no quiera, sino porque no se les dan los elementos informativos para tomar una decisión.

Obstáculos para que los proyectos de comunicación indígena se de-

sarrollen. Hay varios frentes, uno sigue siendo la cuestión legal, sobre todo para las radios; otro factor que siempre ha sido un reto constante pero no definitivo es el financia-miento. Los proyectos de comuni-cación indígena no cuentan con financiamiento institucional ni gubernamental, lo cual no permite tener un flujo de insumos para la operación y el funcionamiento ase-gurado. Eso implica producción en condiciones precarias, pero no la imposibilidad de la existencia, lo que pasa es que hay mucho trabajo voluntario, solidario. También hay muchas organizaciones y agencias nacionales e internacionales que apoyan este tipo de proyectos pero de alguna manera su continuidad está constantemente en riesgo por el factor económico.

Formatos orientaciones y estilos. El formato de música y saludos, que es el comercial, muchas veces es el que producen las radios in-dígenas. Este simple formato ya es un avance. Que puedas escuchar las 40 canciones más populares, pero en tu propia lengua, ya es un avance. Es un formato que atiende una necesidad de entretenimiento en su propia lengua. Está bien.

La comunicación indígena no debe ser encasillada en un tipo de comunicación, sino que debe obe-decer a necesidades y por ende no puede ser de una sola forma.

Sí siento que hay una serie de elementos estereotípicos que se asumen. Por ejemplo: la comuni-cación indígena es la que habla de la danza tradicional, del ritual de la localidad. Mucha gente piensa que el video indígena debe ser do-cumental, semietnográfico, que refleje sus tradiciones y cultura. Hay una especie de estereotipo: tiene que ser en lengua, tener un espacio para el cabildo, para la asamblea, y hablar de las propie-dades de las hierbas medicinales, y sólo integrar música local. ¿Pero si una radio indígena quiere sacar las 40 principales en su propia len-gua? Eso no está mal, no todas tie-nen cubrir sólo la fiesta patronal. No es el sentido de muchos de los comunicadores indígenas. Pero desde el mundo de fuera hay un imaginario romantizado de lo que es o debería ser la comunicación indígena, un cliché. Antoni Cas-tells dice que la cultura indígena quedaría genuinamente norma-lizada cuando podamos ver una película pornográfica indígena.

Fui a una radio en Oaxaca y un grupo de niños tenía un segmento de la programación. Los adultos se quejaban de que los niños no eran serios en la radio, de que se la pasaban jugando y que contaban chistes. Decían “eso no era para la radio indígena”. Pero los niños son niños en el aire y fuera del aire, y cuentan cosas de niños. Incluso había una discusión sobre si el espacio de los niños era suficien-temente comunitario para estar en la radio. Creo que los niños son parte de la comunidad y tienen que ser parte de la radio comunita-ria, auténticamente comunitaria.

La comunicación indígena no tie-ne que ser de una forma, puede ser de muchas formas, en el sen-tido en que obedezca a las nece-sidades de las comunidades y de los pueblos indígenas. Ahí hay un reto importante dentro de las co-munidades y de quienes apoyamos a la comunicación indígena, de no caer en estereotipos y encasillar a la comunicación como algo que tiene una forma específica de ver-se y escucharse.

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"Mujeres con aroma de café", programa de Radio Nanhdiá

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WEJKAJTÄJK JA KO’PK, ENSEÑANZAS DE LA MONTAÑA: LA UNICEMRigoberto Vásquez Coordinador general de la Universidad Comunal Intercultural del Cempoaltéptl (Unicem)

La creación de un pro-yecto educativo alter-nativo en nivel superior en Tlahuitoltepec tiene

un sustento histórico determinado por diferentes maneras de nom-brar, pensar, actuar, relacionarse y vivir. Más 30 años han pasado desde que en la comunidad se co-menzó reflexionar sobre el sentido

de la educación, el Wëjën Kajën, el por qué y para qué. El sentido de la educación sobre la base del derecho de los pueblos, pero tam-bién, ante un escenario de nega-ción histórica de lo que somos y queremos ser.

Desde el 1 de octubre de 2012 se iniciaron las actividades académi-

cas en la Universidad Comunal Intercultural del Cempoaltéptl (Unicem), universidad autónoma y autogestiva, decidida en Asam-blea General de Comuneros Ayuu-jk, instancia máxima de toma de decisiones. Funciona actualmente con un Consejo Comunitario de Asesores (Cocoa), un Consejo Académico (Coa) y autoridades comunitarias. Alberga a estudian-tes y facilitadoras (es) de diferentes comunidades que reflexionan co-tidianamente sobre el sentido de la universidad y cómo se conjuga en ella la reivindicación de las len-guas y culturas con la convivencia de otros distintos.

La Unicem es también un reflejo de las contribuciones de nuevas

generaciones de profesionistas e intelectuales ayuujk para fortalecer una propuesta que parte de la filo-sofía de la comunidad, de la fiesta, el trabajo, el poder, el disfrute co-lectivo el bien común, que buscan trascender el folklor académico y dialogar sobre las relaciones de poder, de conflicto y negociación, que son construcciones colectivas que dan sentido a la convivencia, a un modo de estar bien.

Desde aquí partimos para facilitar una formación de estudiantes de manera crítica, analítica y propo-sitiva para definir lo que somos y queremos ser ante la marginación, el distanciamiento simbólico y geográfico que se ha impuesto, que supere la individualidad y se

encamine al desarrollo del huma-no-pueblo, que detone procesos organizativos en las comunida-des desde sus propias miradas y estrategias de defensa, pero tam-bién de convivencia posible fren-te a una sociedad con grandes desequilibrios.

Actualmente se desarrollan las licenciaturas en Desarrollo Co-munal y Comunicación Comunal para promover la formación de profesionistas arraigados cultural-mente que generen estrategias y mecanismos para el bien vivir de sus comunidades locales y globa-les. Es Unicem un ofrecimiento para la sociedad en general que contribuye a la recuperación de lo humano y lo colectivo.

MÚSCULO CIUDADANOÉlfego Riveros Radio Teocelo [email protected]

“La radio comunita-ria tiene que ser útil, debe ser ale-gre, pero sobre todo

está llamada a quitar vendas de los ojos para que pasen cosas buenas en bien de la gente”.

Esa es la propuesta principal que ponemos sobre la mesa cada vez que abrimos un nuevo curso de lo-cutores en la XEYT Radio Teocelo, emisora que opera desde hace 48 años, en medio de fincas de café, palos de naranja y matas de pláta-no, en la zona centro de Veracruz.

La capacitación y formación de nuevos comunicadores popula-res pasa por varios filtros, pues queremos asegurarnos que entren a colaborar a la radiodifusora los mejores miembros de la comuni-dad, con vocación de servicio, que ayuden a parir palabras entre la gente más necesitada y agraviada por empresas, partidos y gobier-nos, para que se expresen libre-mente sin miedo ni pena.

A veces llegan de visita estudian-tes universitarios y debatimos amistosamente con ellos acerca de las limitaciones que hay en la mayoría de los planes de estudio de escuelas y facultades, donde prevalecen las teorías hipodérmi-cas de la comunicación, que pre-gonan que bastaría contar con un medio propio para “inyectar” con-tenidos a la audiencia para que se haga la revolución…

Por eso, los aspirantes a ser parte del equipo de Radio Teocelo de-ben acreditar un año de capacita-ción y formación, que se reparte en sesiones semanales de tres a cuatro horas, en las que se van alternando la teoría y práctica de la locución radiofónica con una

formación social y humana que haga equilibrio con el dominio de los equipos, la apropiación de las nuevas tecnologías y el uso de las redes sociales.

En ocasiones se inscriben hasta 40 o más principiantes en esos cur-

sos de capacitación, pero al final de las 53 sesiones semanales sólo llegan a ingresar 10 o 12 nuevas compañeras y compañeros, ya que a la mitad del curso también se les pide un tiempo de colaboración, para medir su puntualidad, res-ponsabilidad, compromiso, disci-plina, congruencia e integración al demás colectivo de la radio.

Se les enseña que la radio es un espacio público de negociación, donde se triangulan los gustos e intereses de los oyentes, los locuto-res y la filosofía del propio medio de comunicación, cuya principal naturaleza es su masividad.

Les explicamos además que el locutor de una radio comunitaria no debe hablar con un lenguaje rebuscado, como para que vean que sabe mucho, sino de la mane-ra más sencilla posible para que le entiendan; eso sí, les inculcamos el hábito por la lectura y aplicar el método de ver-pensar-actuar, y

les recordamos que mientras un maestro se prepara todos los días para entrar en comunicación con 30 o 40 alumnos y un párroco hace lo mismo para dirigirse a cien o 200 feligreses, el comunica-dor tiene que hacerlo para llegar simultáneamente a miles o millo-nes de oyentes con muy diferentes gustos e intereses.

En su etapa de formación social y humana, los aspirantes deben salir a las comunidades donde llega la señal de la emisora, para conocer a las personas y sus pueblos; tomar nota de cuáles son sus costumbres y necesidades, sus logros y sus sue-ños, cómo viven, en qué trabajan, qué música y qué contenidos les gustaría oír por la radio.

En ese proceso, las y los futuros comunicadores van comprendien-do que su labor no es tanto la de hablar y pretender ser estrellas del micrófono, sino la de escuchar con atención y sensibilidad a la

gente para lograr la empatía a la hora de salir al aire.

Al mismo tiempo, van entendien-do la diferencia que hay entre la misión de una radio comunitaria y los demás medios electrónicos –públicos y privados–, llegando a la conclusión de que nuestras emi-soras están orientadas a desarrollar “músculo ciudadano” para que la gente tenga información y poder.

Aspectos sustanciales de la ob-jetividad, el pluralismo, la inde-pendencia y el respeto en el uso y administración del uso de la frecuencia deben asumirse como mandamientos o declaración de principios de estos singulares mi-litantes de los medios comunita-rios, pero sin dogmas de ninguna naturaleza.

La radio comunitaria en nuestro país, entonces, puede ser también un espacio de realización perso-nal, con servicio a la sociedad y empleo digno.

Hace falta, sin embargo, que las universidades públicas y privadas de nuestro país dejen de ver a los medios comunitarios como margi-nales, para que los futuros profe-sionistas de la comunicación y el periodismo descubran su gran po-tencial educativo y la dimensión y alcance de su incidencia social y cultural.

Desde luego, hace falta también que las leyes secundarias que se van a desprender de la reforma en telecomunicaciones dejen de considerar a los ciudadanos de este país como simples con-sumidores de servicios y conte-nidos, para reconocerlos como auténticos sujetos del derecho a comunicar.

Hace falta que las

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PROCESOS PARALELOS: COMUNICACIÓN Y EDUCACIÓN COMUNITARIA EN OAXACAJulieta Briseño Roa

A la par del impulso para ge-nerar y fortalecer medios de comunicación que respondan a realidades

concretas y comunitarias, en el es-tado de Oaxaca se han impulsado desde abajo propuestas educativas dirigidas a los pueblos originarios como una opción de educación crítica y pertinente a los contextos comunitarios. Entre ellas están: en educación inicial, los Nidos de Lengua; el “plan-piloto” encabeza-do por maestros de la Coalición de Maestros y Promotores Indígenas de Oaxaca (CMPIO); las Secun-darias Comunitarias Indígenas; los Bachilleratos Integrales Comuni-tarios; la Licenciatura en Educa-ción Media Superior Comunitaria (LEMSC), en Santa María Alo-tepec Mixe, y la Universidad Co-munal Intercultural del Cempoal-tépetl (Unicem), en Santa María Tlahuitoltepec Mixe.

Esta educación comunitaria o co-munal es una forma de resistencia ante la imposición de planes y pro-gramas de estudio homogéneos y

de modelos educativos descontex-tualizados que no reconocen las múltiples diversidades existentes en el territorio, y propone desde lo comunitario aportar para la transformación hacia un Estado intercultural.

Al igual que en los medios de comunicación comunitarios, al-

gunas de estas propuesta son re-conocidas por el sistema, pero en realidad son acosadas y bloquea-das para que su implementación no incida en más comunidades, lo que en algunos casos ha resultado en la transformación del modelo y de los contenidos para ser avalados (y cooptados) completamente por el Estado.

Sin embargo, esto no se detiene, cada vez hay más colectivos de maestros que están creando sus propios contenidos, materiales, y formas de trabajo, con el fin de romper las barreras físicas y simbólic as que separan a la es-cuela de la comunidad. Esta au-tonomía en la práctica educativa muestra la fuerza que se puede tener en la educación para forta-lecer aquello que el gobierno se ha empecinado en desquebrajar: el conocimiento y la vida comu-nitaria.

DESCOLONIZAR, TAREA DE LA COMUNICACIÓN INDÍGENAMelquiades Rosas Blanco Nashinandá (mazateco)

El sistema colonial permea nuestra vida política, económica y cultural; la instauración

del Estado monista en el México independiente, y luego el refor-mista juarista y revolucionario nunca reconoció la diversidad cultural y eso se debió a la idea de nación que adoptamos de la revolución francesa, que expresa-ba que la Nación no se compone por la diversidad de pueblos que existen en un territorio, sino por el reconocimiento de derechos y obligaciones entre los individuos.

El actual Estado mexicano se basa en este acuerdo político entre in-dividuos, negando desde su origen la diversidad de pueblos.

La agenda del movimiento de co-municación indígena en México, desde una perspectiva de descolo-nización, pasa, entre otras acciones, por la recuperación de la memo-ria histórica y la ubicación como sujetos colectivos que demandan rehacer el Estado mexicano. El Ar-tículo 2 Constitucional expresa que la nación mexicana se reconoce como pluriétnica, pero esto no es

suficiente. De ahí que reformas en materia de derechos de los pueblos indígenas sigan siendo una deman-da incumplida y que mucho nos fal-ta para ser una nación pluriétnica.

Mientras esto se le demanda a la Nación, el actual Estado mexi-cano está al servicio del gran capital extranjero. El mismo gobierno federal, por medio de su comisionado para el diálogo con los pueblos indígenas, Jaime Martínez Veloz, ha expresado en distintos foros que más de la mi-tad del territorio nacional ha sido

concesionado a empresas extranje-ras extractoras de minerales y que gran parte de ellas se ubican en los territorios indígenas.

El contexto de las viejas y nuevas prácticas de colonización exige que la comunicación indígena genere procesos nuevos de organización, partiendo del hecho de que las mu-jeres y los hombres de estas tierras no pueden reproducir relaciones de colonización para la toma de decisiones, que la tecnología es una herramienta para fortalecer el movimiento de resistencia y que los contenidos que se generen deben partir de la experiencia de la lucha.

La comunicación indígena deberá plantearse un código de ética que tenga principios como el respeto a las personas, el cumplir con la pa-labra dada, el trabajo encomenda-do y la ayuda mutua. Los procesos de comunicación indígena nos de-ben servir como una experiencia que apoye la creación de espacios propios, de formación teórica y práctica que nos permitan tener nuevos cuadros.

El proceso de descolonización es una acción continental, es un quehacer de ida y vuelta. Fortale-cer la descolonización continen-tal, fortalecer las redes virtuales que ya existen son retos del pro-yecto comunicacional.

Evento: Foro Agricultura Familiar: Alimentando al Mundo y Construyendo Soberanía Alimentaria”

Organiza: Enlace Comunicación y Capacitación AC.

Lugar y fecha: Centro Demostrativo K’intum, Pamalá, Comitán, Chiapas. 24 de septiembre de 2013.

Informes: [email protected] / [email protected]

Evento: Tercer Encuentro de promotores y promotoras, facilitadores y facilitadoras de Agricultura Sustentable.

Organiza: Varias organizaciones.

Lugar y fecha: Vicente Guerrero, Tlaxcala. 27 y 28 de septiembre de 2013.

Informes: [email protected] / [email protected]

Evento: Día Nacional del Maíz.

Organiza: Campaña Sin maíz no hay País y Carnaval del Maíz.

Lugar y fecha: Zócalo de la Ciudad de México. 29 de septiembre de 2013. 11:00 horas.

Informes: www.sinmaiznohaypais.org

Libro: E l mineral o la vida. Legislación y políticas mineras en México.

Autores: Francisco López Bárcenas y Mayra Montserrat Eslava Galicia. Edición: ITACA.

En el estado de Oaxaca

se han impulsado desde

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COMUNICACIÓN Y RESISTENCIA. EXPERIENCIA DE LAS COMUNIDADES INDÍGENAS TRANSNACIONALESBertha Rodríguez Santos Periodista oaxaqueña radicada en Los Ángeles, coordinadora de medios del FIOB y editora de la revista El Tequio

Para los nosotros los mi-grantes indígenas, los nuevos medios de co-municación cobran rele-

vancia por el uso que les damos: preservar nuestro idioma, nuestra cultura y cosmovisión.

Los valores de cooperación y las prácticas de solidaridad, nuestra riqueza cultural y la tradición de luchar por nuestros derechos pue-den darse a conocer en tiempo real, en todo el mundo.

En el Frente Indígena de Orga-nizaciones Binacionales (FIOB) utilizamos los medios de comuni-cación alternativa y ahora las redes sociales, principalmente para expo-ner nuestras luchas de resistencia.

También podemos registrar y compartir con el mundo, de ma-nera instantánea, las fiestas de los santos patronos, la música de ban-da y las danzas tradicionales.

Por otra parte, como indígenas, al igual que el resto de migrantes, navegamos contra la corriente de un sistema que nos criminaliza, humilla y acorrala. Nos movemos en medio de una sociedad racista que se rige con una doble moral.

Hemos sido testigos de cómo nuestros paisanos pierden la vida en la frontera y hemos conocido las súplicas del “no quiero morir, no quiero morir. Quiero regresar con mis hijos... necesito regresar”, como dijo el oaxaqueño Alfonso Domínguez, antes de fallecer in-tentando cruzar el desierto después de ser deportado.

Alfonso no hubiera muerto si los agentes migratorios al momento de arrestarlo no lo hubieran obli-gado a firmar un documento don-de renunciaba a su derecho a una audiencia con un juez de inmigra-ción; tampoco hubiera fallecido si los agentes de la migra que en-contraron a Isaac, su compañero de viaje, lo hubieran rescatado en lugar de solamente arrestar al so-breviviente. Isaac fue ubicado por la señal del celular de Alfonso.

Los medios no pueden ocultar la tragedia de los migrantes. Miles de violaciones a los derechos humanos ocurren diariamente, desde deten-ciones y deportaciones injustifica-das, separación de familias, viola-ciones laborales y la discriminación racial como la que recientemente dio pie a la campaña “no me llames oaxaquita”, iniciada por jóvenes mixtecos en Oxnard, California.

El 22 de julio pudimos ver “en vivo y en directo” la saga de los DREAM9, los nueve estudiantes

mexicanos sin documentos que cruzaron de México a Estados Uni-dos, fueron arrestados y después li-berados. Su acción fue considerada como un acto político para detener las deportaciones masivas.

Tanto en México como en Esta-dos Unidos, la mayoría de medios muestran un desconocimiento de la cultura indígena. Se refieren a las lenguas indígenas como dia-lectos en lugar de idiomas, llaman ruinas a nuestros centros ceremo-niales y etiquetan como folklor, nuestras tradiciones.

Desde 1991, cuando el FIOB fue fundado en Los Ángeles por mi-grantes mixtecos y zapotecos ra-dicados en California, la organiza-ción contaba con su propio órgano de comunicación que se llamaba La Puya Mixteca. Por medio de sus páginas, se daban a conocer las diferentes luchas que nuestros hermanos libraban en los lugares de origen, en el norte de México y en California.

En el 2006, en plena efervescencia del movimiento de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), nació nuestra revista El Tequio (www.eltequio.com), que se sostiene a base de trabajo de tequio, es decir, sin retribución económica.

También mantenemos la página web www.fiob.org y una página del Frente Indígena en Facebook. Con el apoyo del FIOB, del 2003 al 2005, la cineasta chatina Yolan-da Cruz realizó los documentales Mujeres que se organizan avanzan

y Sueños binacionales, que mues-tran los esfuerzos organizativos del FIOB.

El año pasado publicamos un li-bro de recetas de cocina indígena, y relativo al mismo proceso, se produjo el documental Alma de maíz, que ha participado en varios festivales internacionales de cine.

En nuestros espacios de comunica-ción hemos publicado reportajes y

dado a conocer decenas de comuni-cados sobre las demandas de los tra-bajadores, como la reciente huelga y boicoteo de migrantes indígenas en Washington contra la compañía de frutas Sakuma Brothers.

La tecnología nos permite inte-ractuar con el mundo y escribir relatos desde nuestros celulares. Sin embargo, sin la sabiduría de nuestras comunidades, estos me-dios sólo serían espejos del indi-

vidualismo, del mercadeo, del entretenimiento, y podrían con-vertirse en sustitutos de la verda-dera comunicación.

En pleno apogeo de la comunica-ción masiva, hoy más que nunca, resulta necesaria una comunica-ción indígena autónoma y libre que haga posible que las culturas indígenas sigamos vivas y en lucha por un mundo donde se nos reco-nozcan nuestros derechos.

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NASHINANDÁ: RADIO MIGRANTEAgustín Méndez Landeta

A finales de 2010 inició el primer programa ra-diofónico realizado por migrantes mazatecos ra-

dicados en la zona metropolitana de la Ciudad de México: Pueblos Originarios en Resistencia desde Xico. La idea surgió después de la visita de nuestros paisanos de Radio Nhandiá para cubrir el 1er Festival de Culturas en Resisten-cia: Mazatecos de Mazatlán Villa de Flores, Oaxaca (Nashinandá).

El festival gustó en Nashinandá. Días después recibimos la invita-ción para participar en la progra-mación. No dudamos en aceptar. Era la oportunidad de mantener comunicación con nuestro pueblo a pesar de las barreras geográficas y tecnológicas, la nula experiencia en radio, los aparatos inadecuados y la falta de voluntarios y de apoyo

económico. Gracias a la creativi-dad, compartimos la experiencia como migrantes en la ciudad y fortalecimos nuestra identidad.

Incluir a los medios indígenas en la legislación y cerrar la brecha tecno-lógica permitirá que más pueblos vivan una experiencia similar.

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RADIO ÑOMNDAA, LA PALABRA DEL AGUADavid Valtierra

Nosotros somos nancue ñomndaa, oficialmen-te se nos conoce como amuzgos, somos un

pueblo originario que se ubica en la región de la Costa Chica de Guerrero y Oaxaca. Nuestra histo-ria es la misma que la de muchos pueblos indígenas: desde que el te-rritorio fue dominado por los inva-sores hasta la actualidad nuestros derechos colectivos no han sido respetados ni reconocidos plena-mente en la Constitución Política de México, nos han excluido.

Lo que desde el poder han trata-do de hacer con nosotros (as) es integrarnos a la sociedad capitalis-ta, según convenga a los interese del sistema. Para las autoridades de este país nuestra voz, nuestra palabra, no vale, pues desde hace siglos, de diferentes formas han tratado de desaparecer nuestra cultura, nuestra lengua. En los grandes medios masivos en manos del Estado y de los empresarios, ¿acaso se ha escuchado el ñomn-daa? En esos medios es prioridad la venta de mercancías, tienen como finalidad imponer moldes de cómo debemos pensar, vestir, hablar, vivir; sus emisiones son de muerte para nuestras culturas.

Ante este panorama y ante la nece-sidad de comunicarnos, de infor-marnos, de reflexionar en colec-tivo, de proponer otras formas de

relacionarnos con el entorno y en la sociedad, de difundir nuestra músi-ca, de conocer otras expresiones y de encontrarnos con otras y otros en el camino, iniciamos en 2002 nuestra organización para cons-truir nuestra propia herramienta de comunicación que la nombramos como Radio Ñomndaa, La Palabra del Agua, que a la vez es una mane-ra de hacer resurgir nuestra palabra silenciada por siglos. Lo hacemos como un servicio a nuestro pueblo y es a la vez una lucha por todos los demás pueblos.

En diciembre del presente 2013 cumpliremos nueve años de trans-mitir desde el Cerro de las Flores, en Suljaa’ (Xochistlahuaca) en el 100.1 FM. En estos años hemos

comprobado que un pueblo orga-nizado puede crear y sostener su propia radio comunitaria, sin en-trar en el esquema comercial que actualmente predomina entre las estaciones de radiodifusión.

En estos años Radio Ñomndaa ha permitido fortalecer nuestra palabra, el uso de nuestra lengua, nos ha ayudado a traspasar las ba-rreras y fronteras que nos imponen para dividirnos, nos ha ayudado a reconocernos como un pueblo con una misma historia de lucha y resistencia. Nos ha permitido encontrarnos con otras y otros que viven en tierras lejanas, pero que luchan por lo mismo, otro mundo donde quepan muchos mundos. Esta herramienta nos ha permiti-

do además acompañar la lucha de las comunidades en la defensa del territorio, ha sido un espacio don-de se ha escuchado la voz de quie-nes denuncian injusticias, explota-ción, impunidad, discriminación, opresión y el despojo que se vive en las comunidades. Ahí también hemos escuchado lo que sucede en otros pueblos, como el encar-celamiento injusto del compañero Alberto Patishtan.

El gobierno capitalista nos han querido imponer el silencio con cárcel y miedo; nos han inventado delitos que nunca hemos cometi-do, han tratado de callarnos. En julio de 2008 con la Policía Fede-ral Preventiva, el gobierno intentó confiscar nuestro equipo de trans-misión, han intentado también ahogar nuestra voz ofreciendo li-mosnas y miserias, hemos recibido amenazas y represiones caciquiles, pero hasta la fecha seguimos trans-mitiendo, cobijado en los Acuerdos de San Andrés, en los convenios internacionales sobre derechos hu-manos que el gobierno mexicano ha firmado, pero no cumplido.

En su defensa, nuestro pueblo ha hecho de su radio libre, así como también participa en la red de co-municación y solidaridad de otras radios comunitarias, libres, alter-nativas y organizaciones solidarias y de derechos humanos de México y del mundo.

Esta es una manera de cómo los pueblos y comunidades indíge-nas hemos podido organizarnos para ejercer nuestro derecho a la comunicación y a la libre determi-nación; en nuestro caso no hemos entrado en el terreno de las radios permisionadas, pero no quisiéra-mos perder nuestro camino en la lucha por nuestra libertad, tampo-co nuestra dignidad como pueblo en resistencia.

Mientras en el poder está la dispu-ta por los negocios que representan la transición digital, desde abajo se está preparando el siguiente paso que daremos en nuestro camino por la libertad. Da alegría saber que en muchos rincones de este país y del continente, en las fre-cuencia libres se escuchan la pa-labra y el pensamiento de los pue-blos originarios. Es, pues, un logro de las radios comunitarias.

RADIO MUNDO REAL: UNA DÉCADA DE COMUNICACIÓN AMBIENTALISTAIgnacio Cirio [email protected]

¿En qué se asemejan el actual modelo del agronegocio con el sistema me-

diático trasnacional? El primero, sustentado en la privatización de la vida vía empresas trasnaciona-les monopólicas, sólo puede fun-cionar basado en agrotóxicos; el veneno es pues su piedra angular, su corazón. La mercantilización de la comunicación también creó monopolios mediáticos que hoy surten a las grandes mayorías de nuestras poblaciones de dosis dia-rias, infaltables y adictivas de ve-neno, de prejuicios, de aislamien-to, de futilidad y de desazón.

A más de dos décadas de la pro-clamación falaz de un mundo incambiable, huérfano de utopías y de referencias de un horizonte emancipador, las organizaciones sociales, rurales y urbanas, cam-pesinas y estudiantiles, originarias y nómades no han visto pasar el tiempo en vano. Construyeron –o rescataron del olvido– conceptos

fundantes y ancestrales, antídotos frente a la desesperanza, como la agroecología, la soberanía alimen-taria, los bienes comunes o el buen vivir. Hoy tenemos certeza de que la comunicación popular es parte integral e inescindible de esos lo-gros conceptuales. La defensa de los territorios, que ha alumbrado de una nueva centralidad a las co-munidades rurales y movimientos ambientalistas, recuperando he-rramientas ideológicas e históricas con ese fin, ha hecho resurgir la movilización de masas en América Latina. Hoy lo sabemos con certe-za, esa defensa incluye la comuni-cación en resistencia como uno de sus componentes estratégicos.

La tarea de creación comunicacio-nal se visualiza y se vive hoy desde las comunidades de base y desde las articulaciones nacionales, regiona-les y hasta globales, no como una función instrumental de las organi-zaciones. Es parte integral, política y organizativa de la resistencia, es primer paso para la construcción

de alternativas ante un paradigma del capital absolutamente agotado económica, ambiental y éticamen-te. La Cumbre de Comunicación Indígena es, a todas luces, una muestra cabal de esta tesis.

En esa coyuntura, Radio Mundo Real (www.radiomundoreal.fm) celebra este año su primera década de existencia, como parte orgánica de Amigos de la Tierra Internacio-nal, federación mundial que desde el ambientalismo político anticapi-talista se da la mano con las arti-culaciones de Vía Campesina y el feminismo de la Marcha Mundial de las Mujeres, entre otros aliados estratégicos. Y lo hace desde la revalorización del campo comuni-cacional como un espacio en que se disputan sentidos, intenciona-lidades y valores; en que se visibi-lizan o invisibilizan realidades y por ende se construyen consciente o inconscientemente visiones de mundo, ideologías vivas y colean-tes pese al hegemónico (y falaz) anuncio de su muerte.

Desde este colectivo de comu-nicación, que se reconoce en la trinchera militante y en transfor-mación constante, la actual etapa en esta evolución se caracteriza por la necesidad de un salto meto-dológico que dé cuenta de los de-safíos de la hora. Ese crecimiento metodológico lo rotulamos como convergencia. Su ensayo principal lo vivimos en la Cumbre de los Pueblos en Río+20, a mediados de 2012, en alternativa a la Cumbre de la Tierra que, bajo la bandera de la Economía Verde se celebra-ba en esa ciudad del Brasil.

Así, agotada ya la metodología de la dispersión –que caracteri-zó por ejemplo el ciclo de Foros Sociales Mundiales y su correlato de comunicación– comprendi-mos que la complementación y la colaboración entre colectivos de comunicación eran elementos imprescindibles para hacer frente al discurso único de la ineluctabi-lidad del capital como rector de la co-evolución de la humanidad

y el planeta. Y descubrimos que, para ello, los comunicadores y las comunicadoras debíamos asumir-nos como actores políticos, dar el debate en ese plano para alcanzar acuerdos y sumar fuerzas.

Desde entonces –conscientes de la necesidad de una sistematización de ese trabajo, aún pendiente– la construcción de esta Convergencia de Medios de Comunicación de los Movimientos Sociales ha sido cons-tante y se ha expresado desde la Cumbre de los Pueblos en Santiago de Chile (enero 2013) hasta la re-ciente creación de la Alianza por la Soberanía Alimentaria de los Pue-blos de América Latina y el Caribe, cribando asimismo las agendas y los procesos nacionales y regionales.

Al cabo de esta primera década de existencia, nos sentimos par-te de esa construcción, que a su vez brinda una reafirmación de nuestra razón de ser, iluminando la enorme superioridad del futuro respecto del pasado.

Radio Ñomndaa, La

Palabra del Agua, que a la

vez es una manera de hacer

resurgir nuestra palabra

silenciada por siglos. Lo

hacemos como un servicio

a nuestro pueblo y es

a la vez una lucha por

todos los demás pueblos

Violinista tradicional Suljaa´

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Australia

CUANDO LAS ESTRELLAS SE ALINEENMichael Meadows Centro de Investigación Cultural, Universidad de Griffi th, Australia

El sector de radiodifu-sión indígena en Aus-tralia ha sido uno de los más vibrantes en

términos de desarrollo desde su aparición a finales de 1970. Es el principal medio de comunicación en las comunidades indígenas, aparte de la comunicación de boca en boca.

Aunque la prensa indígena ha es-tado presente en varias formas en Australia desde 1836, han sido la televisión y la radio las que han dominado las preferencias de las audiencias indígenas y del proceso de la política comunitaria.

Alrededor de 20 lenguas indíge-nas todavía se hablan a lo largo de Australia. Es todo lo que queda de las estimadas 250 lenguas que se hablaban en el tiempo de la in-vasión europea en 1788.

Más de cien estaciones de radio comunitarias con licencia en las regiones remotas y otras 20 es-taciones en zonas regionales y urbanas emiten alrededor de mil 400 horas de contenido indígena semanales.

Las organizaciones de medios indígenas en algunas comunida-des aisladas en Australia central empezaron experimentando con video a finales de los 70’s, pero no fue sino hasta 2001 cuando las emisoras indígenas hicieron las primeras emisiones de Televisión Comunitaria Indígena (ICTV).

Para 2006, quienes dictaban las políticas gubernamentales habían

decidido que sólo habría un canal de televisión nacional indígena en Australia. Esto aumentó las tensio-nes entre los productores de video de las comunidades indígenas ru-rales y aquellos establecidos a lo largo de la zona urbanizada de la Costa Australiana del Este.

A pesar de los intentos de última hora para negociar un lugar para los productores remotos de videos indígenas, ICTV fue sacada del aire el 12 de julio de 2007. Al día siguiente, NITV comenzó a trans-mitir, pero sólo en un canal comu-nal disponible en Australia regio-nal y en la televisión de paga en las zonas urbanas. La premura con la que se puso en marcha NITV sig-nificaba que no tenía virtualmen-te ningún mecanismo de radiodi-fusión abierta para la mayoría de los australianos. No fue sino hasta diciembre de 2012, que se trasladó a NITV a un canal nacional, con radiodifusión abierta.

En respuesta, ICTV comenzó Indigtube –como un Youtube Indígena– con una serie de pro-gramas de video producidos por varias comunidades apartadas y disponibles para su visualización. En el mismo año, se negoció la distribución regional en Pilbara-Kimberley de Australia Occiden-tal por medio de un servicio de satélite local. En noviembre de 2012, ICTV volvió a lanzar en un canal de televisión digital para las audiencias alejadas y regiona-les, a través de la red de Viewer Access Satellite Television (VAST, Visor de Acceso a Televisión por Satélite), un sistema financiado

por el gobierno australiano para proveer de televisión digital a las comunidades remotas. Sin em-bargo, ICTV todavía no está dis-ponible para la gran mayoría del público en los centros urbanos de Australia.

La lucha de los pueblos indígenas para lograr un acceso a los medios de comunicación que refleje con

precisión sus vidas y sus experien-cias de vida continúa. Los ejem-plos expuestos revelan algunos de los desafíos clave que enfrentan los participantes en el proceso de formulación de políticas de me-dios indígenas en Australia.

La evidencia de la innovación del sector de los medios de comunica-ción indígena sugiere la necesidad

de crear un espacio de discusión y experimentación para todas las partes. Una negociación genuina en la que participen todos los inte-resados debe ser parte integral del proceso. Por otra parte, el propio sector de los medios de comunica-ción indígena debe ofrecer argu-mentos de políticas de comunica-ción más amplias.

La falta de diálogo entre quienes formulan las políticas y los repre-sentantes del sector sigue siendo un problema mayor que hay que superar. La adopción de enfoques de políticas que funcionen –por ejemplo, la coincidencia de las reuniones con los eventos cul-turales existentes en la comuni-dad– podría alentar una partici-pación más efectiva de las partes interesadas.

La formulación de políticas en general sigue siendo un proceso incierto; se basa fundamental-mente en encuentros casuales, y como un político lo dijo, en “la ali-neación correcta de las estrellas”.

El mejor consejo que dan los que saben a los productores de los me-dios de comunicación indígena es tener proyectos listos para cuando “las estrellas se alineen” en lugar de tratar de desarrollar ideas a la carrera. Si bien este enfoque no garantiza que se escucharán las voces indígenas, por lo menos ofrece la oportunidad para que este sector creativo e innovador in-fluya en el debate de la esfera pú-blica –un elemento fundamental del proceso democrático. Traducción Ana Paula Iglesias Echeverri.

COMUNICACIÓN INDÍGENA PARA TODA ABYAYALACoordinadora Latinoamericana de Cine y Comunicación de Pueblos Indígenas

En América Latina, la escasa regulación en el área de las comunica-ciones ha facilitado his-

tóricamente la vinculación de la prensa con el sector privado. En la actualidad, Televisa y TV Azteca de México, Clarín de Argentina y

Globo de Brasil concentran más de la mitad de los diarios, radios y canales de televisión, además del 75 por ciento de las salas de cine de la región. Apenas en los años recientes algunos gobiernos han comprendido la necesidad de su-perar la perspectiva mercantilista, reconociendo la comunicación como un derecho, por medio de reformulaciones legales. Pero en sólo tres de ellas (Bolivia, Ar-gentina y Ecuador) se incorpora de manera activa a los pueblos indígenas.

A dos meses de la realización de la Segunda Cumbre, queremos ser enfáticos en señalar que el Dere-cho a la Comunicación Indígena no es un regalo por parte de los Estados, sino una tarea pendien-te, ampliamente respaldada en el marco normativo internacional

(Declaración de las Naciones Uni-das sobre los Derechos de los Pue-blos Indígenas, el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo y el Pacto de San José de Costa Rica sobre Derecho a la Comunicación y Libertad de Ex-presión, entre otros).

Las reformas recientes implican avances importantísimos a esca-la regional, pero no resguardan las especificidades de la comuni-cación indígena. Más allá de la comunicación comunitaria, los pueblos originarios necesitamos formar parte de la multiplicidad de miradas que aparecen diaria-mente en los medios masivos, y constituirnos como voces válidas dentro de las disputas discursivas que acontecen en la opinión pú-blica. Asimismo, tenemos derecho a crear y mantener nuestros pro-

pios medios, sin que ello implique estar a la deriva del mercado o los vacíos legales.

Como comunicadores y comuni-cadoras indígenas creemos firme-mente que instalar el derecho a la comunicación indígena es una ne-cesidad que no sólo sirve al bien-estar de nuestros pueblos, sino a la sociedad latinoamericana en general. Por medio de la Coordi-nadora Latinoamericana de Cine y Comunicación de los Pueblos Indígenas, CLACPI, hemos dado importantes pasos en ese camino, pero sabemos que la meta no se lo-grará sólo con lareformulación de leyes, sino con políticas públicas que permitan impulsar procesos, a la par que nosotros, como pue-blos indígenas, continuamos em-poderándonos de nuestro deber de comunicar.

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Una conversación con Sally Burch, directora de la Agencia Latinoamericana de Información

¿CUÁLES SON LOS RETOS DE LA COMUNICACIÓN INDÍGENA?Eugenio Bermejillo

UNO. El primer reto que ubico es conquis-tar y ejercer el derecho a la comunicación.

En América Latina hay que di-ferenciar entre los países que tie-nen una legislación a favor del sector comunitario o indígena, y los que no la tienen. En estos últimos es importante luchar por democratizar la comunicación; aun cuando parezca muy lejano, se puede ir creando un ambiente para elaborar leyes más democráti-cas y denunciar y deslegitimar las prácticas discriminatorios de los monopolios de la comunicación. A veces hay espacio para gestionar políticas públicas a favor de la co-municación indígena aun cuando la legislación no la favorece, ape-lando a tratados internacionales, como la Declaración de las Nacio-nes Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas.

Por otra parte, en los países que recientemente han adoptado una legislación para la comunica-ción indígena y comunitaria el reto es cómo apropiarse y ejercer plenamente estos espacios de la comunicación.

En Argentina las comunidades indígenas tienen un derecho auto-mático de solicitar una frecuencia como parte del sector de medios públicos. En Bolivia, un 17 por ciento de las frecuencias, es decir la mitad de lo reservado a medios comunitarios, están destinados a los pueblos indígenas. En Ecua-dor, con la ley recientemente apro-bada, el sector comunitario puede acceder al 34 por ciento de las frecuencias; los pueblos indígenas participan aquí, entre otros, sin un porcentaje definido.

En estos países el reto no es sim-plemente conseguir espacios de comunicación o una frecuencia. Va más allá: se trata de establecer un nuevo paradigma, una nueva visión de la comunicación. Cuan-do el Estado reconoce no sólo al sector público y al privado (que han sido los tradicionales en la economía), sino también a un ter-cer sector, el comunitario, se plan-tea la oportunidad de desarrollar otra visión y otra forma de hacer comunicación.

Por su desarrollo histórico, la comunicación la indígena y co-munitaria es la que tiene mayor capacidad y potencial para desa-rrollar esta visión distinta en la co-municación. Sin embargo, lo que constatamos en Bolivia es que, cuando se crearon, las radios indí-genas seguían haciendo lo mismo que las otras radios. No hubo una diferencia. Este es un reto grande que requiere un debate, incluso

continental, sobre cómo levantar una comunicación liberadora, participativa y que sea parte de los cambios sociales.

Para el caso de Ecuador, es una lástima que las organizaciones indígenas no hubieran seguido aportando propuestas como lo ha-bían hecho años atrás. Se perdió la oportunidad de conseguir más ventajas en la ley. Ecuador recono-ce en su Constitución que es un Estado plurinacional e intercultu-ral y asume ello como base del de-sarrollo del país. Incluso la ley de comunicación en su introducción recoge esas ideas, pero no las de-sarrolla; en la parte más práctica, esos aspectos quedaron olvidados. Es verdad que no existen otros ejemplos en donde Ecuador se ins-pirara, porque es un tema nuevo. Incluso supimos que Bolivia esta-ba esperando que pasara en Ecua-dor para actuar sobre este tema. Si hubieran seguido el debate sobre lo que es una comunicación inter-cultural quizá se hubiera podido ir más allá de plantearse comuni-car entre los pueblos indígenas y permitir un verdadero diálogo en-tre culturas que contribuiría a la descolonización.

No se hizo porque hubo cambios en la dirigencia, distanciamien-to con las autoridades– Se vio a la ley sobre comunicación como una dictada exclusivamente desde el gobierno, y ese no fue el caso, porque el gobierno había aceptado muchos elementos de las organi-zaciones que estábamos promo-viendo el derecho a la comunica-ción. Había una oportunidad de ir más lejos y no se hizo.

Hay una tendencia a ver lo comu-nitario como algo chiquito y local. No tiene que ser así. Es importante la comunicación en la comunidad local, no estoy descartando eso, pero cuando uno habla del sector de la comunicación comunitaria, no es sólo lo chiquito y local y no puede considerarse como el her-mano pobre de la comunicación, tiene que desarrollarse con todas las condiciones para que rompa con ese modelo alienante de la co-municación comercial y mercan-tilizada. Eso no es fácil porque la población ya se acostumbró a este tipo de comunicación. Entonces,

¿cómo desarrollas otra forma de hacer comunicación, que amplíe el diálogo y que las voces puedan expresarse? Y que además sea aco-gida por parte de la población, para que no vayan a cambiar de radio porque es aburrida. Tiene que ser realizada con calidad y ca-pacidad de atraer influencias.

DOS. En el contexto de la glo-balización, donde los problemas locales son consecuencia de si-tuaciones nacionales y globales, la comunicación podría tener un rol clave de bisagra entre estos ámbi-tos local y global. Primero, para ayudar a los pueblos indígenas a entender las causas globales de los problemas que están viviendo y cómo actuar frente a eso. Segun-do, para fomentar vínculos con otros actores del país y fuera que están trabajando sobre esos proble-mas. Y tercero, para que se conoz-ca cómo se está viviendo esa situa-ción de manera real, no sólo otra voz, sino también otras visiones del desarrollo, con el sentido del Buen Vivir y otra relación con la naturaleza. Algo se hace en los tres niveles, pero no es evidente que los medios indígenas estén logrando efectivamente combinar estos tres niveles con ese rol de bisagra.

Muchas veces se concentran, por ejemplo, sólo en lo local o sólo en el internet, o se hacen las dos co-sas, pero en temas distintos y no se hace ese vínculo.

TRES. Creo que en lo indígena, más que en otros sectores, se ha avanzado en desarrollar procesos de comunicación; ha sido como una necesidad sentida y hay res-puestas, pero todavía falta mucho por desarrollar desde los pueblos y las organizaciones en cuanto a es-trategias de comunicación.

Muchas veces hay una falta de en-tendimiento o visión de la comu-nicación por parte de los lideraz-gos. Generalmente la concepción se limita a relación pública o a hacer llegar el discurso de los diri-gentes vía los medios. No se están aprovechando suficientemente los medios para entrar a pelear ideas. Uno gana las luchas hoy con la legitimización de las ideas y para eso se necesitan estrategias y eso se hace insuficientemente.

Muchas veces hay comunicadores en las organizaciones, pero se les asigna un rol de apoyo logístico, in-cluso en cuestiones que no tienen que ver con la comunicación. Se carece de esa visión estratégica de la comunicación para llevar al es-cenario público las ideas, argumen-tos, propuestas y realidades que las organizaciones defienden. Eso exi-ge una mayor formación de comu-nicación en los liderazgos. Uno no puede ser dirigente social hoy sin entender los códigos básicos de la comunicación. Esto está presente en todas las organizaciones socia-les, no sólo en lo indígena.

CUATRO. Faltan estrategias para hacer comunicación en lo inter-no. La comunicación tiene un enorme potencial para fomentar la participación. Informar de lo que se hace en la organización, poner a debate los temas, difundir puntos de vista diversos sobre las problemáticas. Pero no siempre es lo que se logra. A veces hay resis-tencia de las propias dirigencias de arriesgarse a poner estos asuntos a debate Y ahí es clave entender las nuevas culturas comunica-cionales de la juventud, quizá no hayan llegado a todos los puntos del campo, pero toda la juventud que está en el mundo urbano, que se va a estudiar afuera ya está en

las redes digitales y tienen otra cultura, ya están acostumbrados a debatir más horizontalmente las ideas, a intercomunicarse cotidia-namente. Si las organizaciones no entienden eso y no lo incorporan a su quehacer habrá un divorcio cada vez más grande entre cómo comunican y operan las juventu-des y cómo comunican y discuten de los mayores.

CINCO. La insuficiente o nula formación de capacidades dentro de las organizaciones de comuni-cadores y comunicadoras, es de nuevo un problema general en las organizaciones sociales, no sólo las indígenas. O se forman en es-cuelas de comunicación con una visión totalmente distinta a lo que es la comunicación propia, y hay que hacer un trabajo de “reforma-tear”, o falta formación. Muchos comunicadores van acumulando experiencia y conocimiento, y de pronto, cambia la dirigencia y hay que comenzar desde cero. No hay un sentido de acumulación. No es sólo cuestión de contratar un co-municador que trabaje los medios de la organización. Hay que for-mar un entorno de personas con capacidad de comunicar con un sentido militante y de identidad con la organización y que de ahí vayan surgiendo quienes realizan el trabajo, de tal manera que no se pierda ese acumulado.

No siempre habrá un salario para hacerlo, así que tiene que ser un trabajo militante, de activistas. Esto también tiene que ver con la formación de las dirigencias, por-que si éstas saben a dónde se pue-de llegar con la comunicación, van a cuidar este aspecto. Pero si piensan que simplemente se trata de desarrollar un rol logístico, se volverá a presentar este problema.

SEIS. La formación de audien-cias, la alfabetización mediática no son temas que haya visto en los debates sobre comunicación indígena. Los medios comerciales están cada vez más presentes en la vida de la gente y las comunida-des, y si no ha llegado la televisión, pronto l llegará. Y eso implica que los medios inciden mucho más que antes en la visión del mundo.

Eso no es algo que pueda frenar-se, pero lo que se puede hacer es sensibilizar a nuestra gente sobre cómo los medios transmiten, con qué valores e intereses.

Generar una recepción crítica de los medios comerciales se puede lograr más que haciendo comuni-cación uno mismo. Porque cuando la gente sabe que le están mintien-do y cómo se les miente desarro-llan sus propios argumentos.

En América Latina

hay que diferenciar

entre los países que

tienen una legislación

a favor del sector

comunitario o indígena,

y los que no la tienen

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EL ACCESO INDÍGENA AL INTERNETApolinar González Coordinador de proyectos en el área de tecnologías de información de la Asamblea de Migrantes Indígenas de la Ciudad de México

(Conceptos vertidos en una conversación con Eugenio Bermejillo y editados por el propio Bermejillo)

Para la Asamblea de Mi-grantes, la apropiación de las tecnologías ha sido uno de los ejes más

importantes (www. indigenasdf.org.mx). Hemos trabajado desde nuestra fundación para ampliar el acceso a internet y a las redes so-ciales, y sobre todo para fortalecer el desarrollo y la promoción soft-ware libre, porque creemos que esto se va construyendo de una manera más comunitaria y más libre y se pueden compartir los co-nocimientos de manera similar a como se producen en los pueblos indígenas. Esto tiene que ver con el tequio, con la reciprocidad y con el intercambio.

Se ha dicho constantemente que los indígenas somos resistentes al cambio y que no nos apropiamos de las nuevas tecnologías. Eso no es cierto, lo que pasa es que en las comunidades es difícil el acceso al internet o las computadoras. Ha habido iniciativas, pero no han sido las adecuadas. Como el e-Mé-xico, que instaló centros de cóm-puto en comunidades, pero que

no le dio seguimiento y no hubo apropiación de las tecnologías.

El crecimiento de usuarios del in-ternet ha sido lento, en el sexenio de Fox había 27 millones de usua-rios, con Calderón creció con diez

millones más, que es poco. Se debería de crecer a 70 millones. Para las comunidades rurales e indígenas, son cinco millones los que pueden acceder, es muy poco. Existe una brecha tecnológica grande.

Se ha avanzado en la traducción de algunos software, por ejemplo el navegador de software libre Fi-refox está en zapoteco, maya y ná-huatl. Ahora queremos construir aplicaciones, sobre todo para que se pueda escribir en la computadora

en la lengua más fácil y rápido. Los teclados no están diseñados para es-cribir en la lengua. El que fuera el Instituto Lingüístico de Verano ha estado trabajando las grafías y han adaptado los teclados, pero sobre plataformas de software comercial; queremos hacerlo en Linux. Los quechuas han trabajado el software libre y lo han traducido a su lengua.

Podemos hacerlo en los dispositi-vos móviles, los smartphone con Android, para que podamos “men-sajear” en lengua. Hoy se puede acceder a los dispositivos móviles porque hay mejores precios y las aplicaciones son más sencillas.

En la reforma a las leyes en tele-comunicaciones se plantearon estos retos. Estuve en las sesiones de discusión y decidí no participar porque se convirtió en un discurso político que no se va a cumplir.

En la Asamblea de Migrantes del Distrito Federa hacemos radio por internet. Se conectan pocos paisa-nos porque pocos tienen acceso. Nos conectamos a Radio Jen Poj de Tlahuitoltepec, Oaxaca. Ellos también trasmiten por internet. En Estados Unidos se conectan paisanos y hacen uso de la página de internet.

EL DERECHO A SOÑARÉrick Huerta Velázquez Redes por la Diversidad, Equidad y Sustentabilidad, AC

En los días en que escribo este artículo, los perió-dicos, las redes sociales y hasta el locutor más

escuchado de una estación de ra-dio habla de la telefonía celular comunitaria de Talea de Castro en Oaxaca, y la gente comenta con alegría la capacidad de una comu-nidad de proveerse el servicio de telefonía que las grandes compa-ñías le negaron por años.

¿Qué tuvo que alcanzar esa comu-nidad para hacer una realidad el derecho a contar con medios de comunicación?

Haber seguido éste y otros procesos de medios indígenas, y participar en la reforma a las leyes de teleco-municaciones desde algunos años, me ha permitido ver que todo ini-cia con el derecho a soñar. Desde hace muchos ese es el primer dere-cho que se les ha negado. Oír cosas como: la radio y la televisión son sólo para gente con mucho dinero; telefonía, ni soñando… son frases frecuentes que desalientan la crea-tividad y el ingenio.

Ayer fue la radio, hoy es la tele-fonía, en otros países ya es la te-levisión indígena, realidades que nos indican que no existen barre-

ras tecnológicas que estos pueblos no puedan zanjar para revitalizar su palabra.

Los medios de comunicación in-dígena no requieren para su des-envolvimiento nada distinto de lo que necesita cualquier medio:

trato jurídico adecuado a su natu-raleza; participación en la regula-ción; acceso igualitario a recursos públicos (como los que tienen las grandes televisoras); apoyo a la innovación tecnológica, a la gene-ración de capacidades, a la crea-ción de contenidos, y acceso a las

frecuencias, así como espacio en medios masivos para la inclusión de contenido indígena, como lo marca la Constitución, la Ley de Derechos Lingüísticos de los Pue-blos Indígenas y la Declaración de los Derechos de los Pueblos Indí-genas de las Naciones Unidas.

El gobierno puede optar entre re-conocer estos aspectos en la ley o no hacerlo. Pero los pueblos indíge-nas no van a renunciar a su derecho a soñar y a hacer realidad sus sueños. Como lo muestra el servicio de te-lefonía de Talea de Castro, Oaxa-ca, hoy son capaces de organizarse para acceder a tecnología de punta adecuada a sus necesidades, formar complejas redes para fortalecerse, establecer alianzas para difundir contenidos y utilizar las frecuencias disponibles en sus comunidades. Al hacerlo están ejerciendo un derecho, la ley puede apoyarlos o contraponer-se, pero nunca logrará detenerlos.

Los medios de

comunicación indígena

no requieren para su

desenvolvimiento nada

distinto de lo que necesita

cualquier medio: trato

jurídico adecuado a su

naturaleza; participación

en la regulación;

acceso igualitario

a recursos públicos

(como los que tienen las

grandes televisoras)

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EL CAMPO EN LOS MEDIOS DE INFORMACIÓN MASIVOSLourdes Rudiño

Tal vez porque la mayor parte de la población –y en específico de la audiencia– es urbana, o

tal vez porque el agro genera me-nos de 5 por ciento del Producto Interno Bruto, o más seguramente porque esta fuente informativa re-presenta poco en términos de pu-blicidad y por tanto de ingresos, los medios impresos masivos otorgan escasa importancia al medio rural.

Hablar de medios masivos en Mé-xico es hablar de periódicos como La Prensa (que en Latinoamérica ocupa el lugar diez entre los más leídos, con una circulación diaria promedio de más de 244 mil ejem-plares), El Universal Gráfico (lugar 11, con más de 235 mil), Récord (16, con más de 180 mil), Ovaciones (27, con más de 148 mil), Reforma (28, con más de 145 mil), Esto (29, con casi 140 mil), La Jornada (49, con casi 108 mil), Rumbo (lugar 49, con casi 93 mil), El Financiero (lugar 50 con casi 92 mil ejempla-res), El Universal (62, con más de 81 mil), Milenio (63, con 80 mil), El Economista (lugar 140 con casi 33 mil), y Excélsior (lugar 166, con más de 25 mil ejemplares). Toda esta información, con base en da-tos de 2011 (ver: http://is.gd/zLq8ig).

El medio rural, es evidente, es ge-nerador de alimentos para la pobla-ción y de equilibrios demográficos, ecológicos y políticos, y por tanto es fundamental para la paz social, la economía y la seguridad y sobe-ranía nacional. Sin embargo, los medios no reflejan a plenitud esta importancia. Una revisión general de estos periódicos, con ciertos vistazos a ejemplares de años pa-sados, revela algunas conclusiones:

a) El medio rural es abordado de manera parcializada, con base en el perfil o intereses de cada medio, y con una muy poca observación de los fenómenos socioeconómi-cos que ocurren en el campo re-porteados de manera directa. Por ejemplo, El Financiero privilegia la información relativa al comer-cio internacional, el comporta-miento de los indicadores econó-micos del sector y la tendencia de las políticas públicas; La Jornada se orienta más a la visión política

y social, y otorga más espacio a la voz de las organizaciones campe-sinas; ello, además de que en sus secciones de opinión cuenta con un número importante de colabo-radores que abordan con artículos de fondo los temas campesinos. Reforma ubica principalmente la información del agro en su sec-ción de “negocios”; por tanto, su enfoque privilegia lo relativo a ini-ciativas empresariales.

b) La información relativa al campo suele aparecer en las últimas o casi últimas secciones de los periódicos (en orden de paginación), y dentro de éstas son las últimas en ser con-sideradas; esto es, cuando el espacio de la sección es restringido, las no-tas agrícolas son “sacrificadas”; que-dan fuera de la publicación. Cabe señalar que hay ciertas excepcio-nes. Por ejemplo, en El Universal, si bien es cierto que la información macro del campo se publica en la primera sección del periódico, la de información nacional, en la de estados es muy frecuente encontrar notas que reportan acontecimien-tos locales (estatales o municipales) y con espacios bastante generosos, lo cual tiene que ver con el formato del propio periódico que permite la publicación de reportajes amplios, de toda una página.

c) Escasamente el campo y los campesinos son motivo de nota de primera plana para los medios, con excepción de los momentos de si-tuaciones extremas, como sequías y otros fenómenos que dañan signi-ficativamente cultivos y cosechas, y rachas de incrementos exacerba-dos de los precios de los alimentos. En buena medida, las notas que llegan a primera plana tienen que ver con el interés de la población

urbana (el auditorio principal de los medios), y un claro ejemplo es el del encarecimiento de huevo y pollo ocurrido en meses recientes debido a enfermedades avícolas que propiciaron una reducción en el inventario de aves y por tanto en la oferta alimentaria.

d) Los esfuerzos de los periódicos para generar mayores espacios a la información del campo ocurren vía los suplementos. Sin embargo, se observa que éstos se publican supe-ditados a la existencia de publicidad o propaganda; lo fundamental de los suplementos corresponde a reporta-jes pagados por empresas o gobierno, y la información adicional es básica-mente de relleno, sobre todo tomada de notas de agencias informativas, sin una investigación o un trabajo de reporteo del propio medio. Para muestra, está el caso de AgroMilenio, del periódico Milenio, cuya edición más reciente se publicó a mediados de 2012, con la nota principal dedi-cada a Masagro, el programa estrella para el campo del gobierno de Felipe Calderón. Este suplemento se publi-ca cuando hay publicidad; cuando no, deja de salir. Excélsior mantuvo vigente también un suplemento del campo durante los últimos dos años del gobierno pasado, en un periodo donde la Secretaría de Agricultura se desbordó pagando propaganda en este tipo de publicaciones. La excep-ción de los suplementos marcados por la publicidad la hace La Jornada del Campo, cuyas ediciones men-suales están definidas cada una por una temática específica, enfocada a la integralidad del desarrollo rural, con toda su complejidad (migración, educación rural, músicas tradiciona-les, cafeticultura, productos orgáni-cos, etcétera) y la publicidad conte-nida es mínima.

e) Las temáticas que se abordan en la información del día a día en los medios masivos han ido cambian-do: puede decirse que hasta me-diados de los 80’s, los temas que predominaban en los medios eran los de demandas agrarias. Luego, previo y después de la reforma salinista al artículo 27 constitucio-nal, de 1992, y del inicio del Trata-do de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), en 1994, sur-gió en la prensa la polémica sobre los cambios en políticas públicas (conclusión de precios de garantía y nacimiento del Procampo); los eventos internacionales que afec-taron la economía campesina y su interrelación con crisis políticas (como el rompimiento del acuer-do mundial del café en 1989, la posterior caída de los precios glo-bales y nacionales del grano y la rebelión del Ejército Zapatista de Liberación Nacional); después sa-lieron a flote los temas de la pér-dida de soberanía por la creciente dependencia de importaciones alimentarias, los conflictos de comercio internacional (dumping y prácticas desleales de inter-cambio, en casos como azúcar-fructosa, importación de pastas de aves que afectaban y afectan a los porcicultores e importación de sucedáneos de lácteos), y luego temas que hoy son vigentes, como los transgénicos, los problemas medioambientales, el despobla-miento rural por la migración y la pobreza rural como fenómeno ligado a la aplicación de políticas públicas. Sin embargo, todos estos tópicos, tocados en la prensa con las dificultades antes mencionadas (poca profundidad en la informa-ción, notas publicadas sin desta-carse en primera plana o espacios privilegiados).

En entrevista, Ernesto Perea, reportero especializado en el medio rural desde hace más de 15 años y quien hace cinco años fun-dó el portal web Imagen Agrope-cuaria, observa que hay una situa-ción de crisis en la cobertura del sector agropecuario en los medios masivos.

“Siento que la labor del reportero es menos intensa que antes, hay menor compromiso de las per-sonas. No generalizo, pero sí veo muchos medios que por la propia dinámica que traen (con un nú-mero limitado de reporteros, cada uno atendiendo diversas fuentes informativas y sin especializarse en ninguna de ellas) se van con el boletín, o la otra, que por los in-tereses que hay en los medios de comunicación, el reportero pue-de llevar una buena nota con un buen sentido y el editor le dice ‘no, no va por allí, sino por donde va el boletín, esa es la nota’. No identifi-co en esto otra cosa que no sea un interés creado por el medio.

“Esto repercute en que algunas no-tas que tenían algún sentido pier-dan profundidad y aparece lo más escandaloso, a lo mejor el anuncio espectacular de cuánto va a invertir el gobierno o cosas más generales que no van al fondo de los temas”.

Comenta que dentro de los medios masivos, los reporteros especiali-zados en el campo se cuentan con los dedos de una mano (e incluso sobran). Y entonces muchos medios cubren la información del medio rural por medio de comunicados de prensa de las dependencias guber-namentales o de las instancias de relaciones públicas de organismos privados o empresas –de eso están plagados los medios que se reprodu-cen vía internet–. En los medios im-presos, dice Perea, esos comunica-dos de prensa o boletines, aparecen incluso firmados por los reporteros, como si éstos hubieran redactado la información cuando simplemente la “copiaron y pegaron”.

“Antes no se contaba con las he-rramientas tecnológicas que hoy tenemos y la tarea del reportero era ir más personalmente a buscar a los entrevistados, pero la tecnolo-gía ha cambiado la forma de hacer periodismo. Percibo ahora que hay mucha reproducción de los comu-nicados de prensa, incluso muchos compañeros, por la dinámica que tienen, que están cubriendo mu-chas fuentes a la vez, no están reporteando el sector. No le dan seguimiento, no le da la relevancia que merece”, señala Perea.

Destaca también que la falta de especialización de los reporteros, propicia que éstos incurran en la consulta de información vía inter-net, pero confiando en fuentes du-dosas. Para hacer un uso adecua-do, y con resultados exitosos, de información del campo tomada de la web, debe uno ser un reportero especializado, señala.

Ernesto Perea considera también que temas actuales como el en-carecimiento de precios de los alimentos, o temas recurrentes, se cubren de manera poco profunda, de tal forma que las verdaderas raíces de los hechos quedan ocul-tas (por ejemplo especulación o presiones políticas). Y es que en el sector agropecuario hace falta que los reporteros investiguen más. Eso no ocurre porque generalmente las fuentes de los reporteros son las dependencias de gobierno, las instancias de relaciones públicas de empresas privadas, o los líderes de organizaciones instalados en la ciudad de México –quienes apro-vechan la situación para imponer su agenda en los medios–, y hay es-caso trabajo de reporteo en campo; los medios no gustan de invertir en enviar a sus reporteros a realizar in-vestigación en el campo mismo.

Los esfuerzos de los

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