No me dejen morir solo

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Me dejan morir solo. ¿En cuál Dios cree mi familia? El Dr. Julio Pazos Onofre, estudió en la UNAM por ahí de los años 60's. Dice que se salvó de estar en Tlatelolco y posiblemente morir con cientos de jóvenes, por puro milagro. Se graduó y tuvo la oportunidad de conseguir un plaza en el ISSSTE en Tuxtla Gutiérrez, la capital del estado de Chiapas, ese estado que siempre ha sido verde, pero que ahora cierto partido quiere explotar con ese color para fines ruines y mezquinos. El caso es que con un hijo de un año, su esposa y él se fueron a comenzar una nueva vida en el sureste. Ella, la tía María Esther, había estudiado la normal y se había graduado como educadora. Y también logró que pronto tuviera una plaza en aquella ciudad. Junto con mi madre y mi hermana, los visitamos por ahí de 1980. Fue la primera vez que me subí a un avión de la extinta Mexicana de Aviación. Fue una experiencia muy grata. En ese entonces no logré saber la dimensión de lo que vi en ese momento. Lo entiendo ahora. Vivían en un buen barrio. Una casa grande, dos perros, un gato. Cada uno tenía su coche. Dos hijos, pequeños pero estudiosos, amantes del futbol, como su padre. Para ese entonces, apenas unos 8 años después que habían emigrado, su presente auguraba un futuro prometedor. Tenían ya un grupo de amigos, profesores, por parte de la tía, médicos por parte del tío y otro grupo de amigos, quizá el más importante, de los enfermos que el tío había atendido y que se habían recuperado. Él tomó la especialidad de Cardiología y Medicina Interna, así que muchos pacientes y familiares le quedaban muy agradecidos y de ahí, logró muchas amistades. Cabe mencionar que el Dr. Pazos era una persona muy amigable que gustaba de la música, de la lectura, de la política, sabía mucho y por lo tanto, podía hablar con cualquiera de lo que fuera. Le gustaban mucho las romerías, las bohemias, las fiestas. Era un buen anfitrión junto con su esposa. Sin embargo, cuando llegó el momento de que sus hijos entraran a la universidad, además de una circunstancia acontecida a mi madre, hizo que el doctor, mi tío, considerara la posibilidad de emigrar nuevamente a Xalapa, donde vivíamos. Por un lado, él pensaba que sus hijos tendrían la oportunidad de estudiar en una mejor universidad y por otro lado, pensaba que mi madre requería apoyo al haberse ido mi padre (esa es la historia que yo he sabido, si la historia es diferente, yo no lo sé de cierto). El caso es que emigró junto con toda su familia. No dudo que haya habido titubeos, puesto que ellos habían logrado ya para ese entonces una buena posición. Mientras que el doctor ya tenía una consulta particular importante además de su plaza en el ISSSTE, la mtra. María Esther ya era inspectora de zona. Recordemos que habían pasado casi 20 años ya. Ellos llegaron a Xalapa por ahí de 1990 y llegaron a empezar de nuevo prácticamente. Y empezaron. Claro que aunque perdieron en lo económico, al menos en lo familiar ellos ganaron y nosotros ganamos. Considero que buena parte de lo que soy, fue por la influencia de mi tio. Me tocaron muchas de esas reuniones familiares donde el tio era casi siempre el animador, el alma de la fiesta, el que

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Me dejan morir solo.

¿En cuál Dios cree mi familia?

El Dr. Julio Pazos Onofre, estudió en la UNAM por ahí de los años 60's. Dice que se salvó de estar en Tlatelolco y posiblemente morir con cientos de jóvenes, por puro milagro.

Se graduó y tuvo la oportunidad de conseguir un plaza en el ISSSTE en Tuxtla Gutiérrez, la capital del estado de Chiapas, ese estado que siempre ha sido verde, pero que ahora cierto partido quiere explotar con ese color para fines ruines y mezquinos.

El caso es que con un hijo de un año, su esposa y él se fueron a comenzar una nueva vida en el sureste. Ella, la tía María Esther, había estudiado la normal y se había graduado como educadora. Y también logró que pronto tuviera una plaza en aquella ciudad.

Junto con mi madre y mi hermana, los visitamos por ahí de 1980. Fue la primera vez que me subí a un avión de la extinta Mexicana de Aviación. Fue una experiencia muy grata. En ese entonces no logré saber la dimensión de lo que vi en ese momento. Lo entiendo ahora. Vivían en un buen barrio. Una casagrande, dos perros, un gato. Cada uno tenía su coche. Dos hijos, pequeños pero estudiosos, amantes delfutbol, como su padre.

Para ese entonces, apenas unos 8 años después que habían emigrado, su presente auguraba un futuro prometedor. Tenían ya un grupo de amigos, profesores, por parte de la tía, médicos por parte del tío y otro grupo de amigos, quizá el más importante, de los enfermos que el tío había atendido y que se habían recuperado. Él tomó la especialidad de Cardiología y Medicina Interna, así que muchos pacientes y familiares le quedaban muy agradecidos y de ahí, logró muchas amistades.

Cabe mencionar que el Dr. Pazos era una persona muy amigable que gustaba de la música, de la lectura, de la política, sabía mucho y por lo tanto, podía hablar con cualquiera de lo que fuera. Le gustaban mucho las romerías, las bohemias, las fiestas. Era un buen anfitrión junto con su esposa.

Sin embargo, cuando llegó el momento de que sus hijos entraran a la universidad, además de una circunstancia acontecida a mi madre, hizo que el doctor, mi tío, considerara la posibilidad de emigrar nuevamente a Xalapa, donde vivíamos. Por un lado, él pensaba que sus hijos tendrían la oportunidad deestudiar en una mejor universidad y por otro lado, pensaba que mi madre requería apoyo al haberse ido mi padre (esa es la historia que yo he sabido, si la historia es diferente, yo no lo sé de cierto).

El caso es que emigró junto con toda su familia. No dudo que haya habido titubeos, puesto que ellos habían logrado ya para ese entonces una buena posición. Mientras que el doctor ya tenía una consulta particular importante además de su plaza en el ISSSTE, la mtra. María Esther ya era inspectora de zona. Recordemos que habían pasado casi 20 años ya. Ellos llegaron a Xalapa por ahí de 1990 y llegaron a empezar de nuevo prácticamente.

Y empezaron.

Claro que aunque perdieron en lo económico, al menos en lo familiar ellos ganaron y nosotros ganamos. Considero que buena parte de lo que soy, fue por la influencia de mi tio. Me tocaron muchas de esas reuniones familiares donde el tio era casi siempre el animador, el alma de la fiesta, el que

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convocaba, el que cantaba o buscaba a los músicos.

Por supuesto que en cuanto a la salud, también se conviritó en un soporte para varios de los tios, primos, mi abuela, mi madre, etc.

Ganó reconocimiento en su barrio, en el ISSSTE acá en Xalapa y en su consulta particular también. Pues claro, si lo había sido allá en Chiapas, siguió siendo el mismo acá. Decía mi abuela: el que es perico donde quiera es verde.

Gustando como él gustaba de la música y la bohemia, impulsó la idea de que la fiesta patronal del pueblo de donde es mi familia materna, Atzalan, Veracruz, fuera más que una fiesta y tuviera un tinte cultural. Así que con las personas que ya había conocido en Xalapa, músicos, poetas y demás, pronto logró que año con año se hiciera en la fiesta patronal, la fiesta de San Andrés, un evento cultural, y eso lo hacía muy feliz. Claro que eso no lo hubiera podido lograr si no hubiera sido querido y apreciado porla gente, mucha de ella, gente que había sido atendida por mi tio en más de una ocasión, gente que lo había buscado y que él había atendido o buscado entre sus amigos que los atendieran. Y muchos de ellos, familiares, porque la familia Pazos es muy grande. Mi abuelo fue digamos, muy querendón y tan sólo hermanos del tio, hijos de padre y la misma madre, fueron 12, pero el abuelo con otra señora tuvo otros 10 hijos más o menos, y con otras señoras de uno o dos por viaje. Y ahora le sumamos los sobrinos, muchos de mi edad, más o menos. Y en muchas ocasiones y a muchos de ellos, el tio atendió de una u otra forma.

Bueno.

Debo agregar también que mi familia, ésta de la que les hablo, así de grande, es una familia como muchas del país, creyente en su mayoría. Creen en Dios, hoy en día le hablan desde diversos templos, con distinta denominación, pero creo que es al mismo al que le hablan.

Recuerdo que mi tio, el Dr. Pazos, en varias de esas reuniones, cuando estaba en su apogeo la reunión, con música, licor y tios, primos y demás, y alguien llamaba por teléfono, a veces bromeando le solía decir: Te estamos esperando, no nos dejes morir solos.

No me dejen morir solo.(Es lo que pareciera decir hoy en día que no puede hablar)

El tio Julio está grave desde enero de este año.Nadie pensó que su gravedad durara tanto, después que la tia Esther decidió, junto con sus hijos y el apoyo de los hermanos vivos de mi tio (4) que lo entubaran por complicaciones en el riñón y otras cosas.Pero entre que parecía mejorar y volvía a ponerse malo, entre que lo llevaban a su casa y volvía al hospital han pasado casi seis meses.

Yo estuve el pasado fin de semana, ahí con él, vi a su hijo mayor, Julio, ir el sábado y regresar al otro día al DF, que allá trabaja. Y vi a la tia Esther, cansada, por velar, a veces más de una noche seguidas.

Y a ellos los vi solos. Al tio lo vi solo.

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Es cierto, que hay dos tios, dos de sus hermanos apoyando en lo que pueden, pero...y la familia?Esos a los que ayudó en horas hábiles y en fines de semana y a media noche, ya fuera por salud o por cuestiones familiares y hasta económicas.

¿Dónde están?

La mayoría de los primos que tengo son de mi edad, algunos mayores, otros menores. Y no lo entiendo.¿Acaso es necesario que su madre o su padre les diga que hay que visitar al tio? ¿Preguntar a la tia qué necesitas?

¿Cuál es el dios en el que creen? ¿Alguno que no molesta conciencias?

Mi abuela, madre de mi tio, doña Benita, que lo bautizó con el nombre de su madre, Julia, porque no quiso fastidiar al tio con el nombre que le tocaba del calendario. Solía bromear él: Si ella hace caso al calendario me habría puesto Rito, qué chinga me habría acomodado. Y le puso Julio.

Pues ella solía decir: Hay que amar hasta que duela.

Sic.

Y mi madre decía, la familia es la familia. Sentencia con la que ella quería decir que había que aceptar a la familia tal como es.

Yo puse en tela de juicio esa sentencia hace muchos años. Lo que veo con lo que está viviendo mi tio esque, yo a lo mejor moriré solo, porque yo me aislé, yo decidí vivir lejos y estar lejos de ellos, pero y mitio Julio? Que se desvivió por ellos, que los atendió, que les abrió su casa a todas horas, que vio por ellos estando pequeños, que buscaba hacerlos sentir bien y que estuvieran bien?

Muchos de estos familiares, como muchos creyentes, esperan un vida mejor después de la muerte. Muchos de ellos esperan estar cerca de Dios por sus buenas acciones, por haberse portado bien, por haber ayudado al prójimo.

¿Y el tio, joder, acaso no ayudó al prójimo? ¿No los ayudó a ustedes (familia) que eran sus próximos? Y si algún creyente lee esto y me dice que ahora el tio sufre pero que la otra vida será recompensado, absténgase. No me diga nada.

Dejé de creer hace varios años, y dejé de hacerlo precisamente por creyentes que justifican todo, que lo explican todo, pensando que después de la muerte todo será dicha.

Yo he visto el fin de semana a un hombre que dio su vida por cualquier persona, creyente o no, familiaro no, que se puso en su camino. No fue perfecto, tuvo defectos, de hecho, su padecimiento del riñón fuepor automedicarse. Cometió errores, fue humano.

Pero si existiera ese dios del que hablan los creyentes, este hombre no debería estar muriendo solo, y eso está pasando. Un hombre que debería estar rodeado de todos aquellos que ayudó, ahora sólo tiene a su esposa, sus hijos y un par de tios.

Alguna vez creí, alguna vez leí la biblia, y alguna vez leí esto: Yo les aseguro que cuanto hicieron por por un enfermo, conmigo lo hicieron.

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El que tenga oidos, el que tenga ojos, que entienda.