NORA, Pierre. La era de la comemoración

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PIERRE NORA Fierre Ì\ora en Les lieux de mémoire Traducido del francés por Laura Masello EJi.ion", ïftthffiffi

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PIERRE NORA

Fierre Ì\ora en

Les lieux de mémoire

Traducido del francés por

Laura Masello

EJi.ion",

ïftthffiffi

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Pìerre Nora en Les lieux de mémoire

claración adjunta. Digo: mi sucesor inmediato porque espero qlre Ìuego seas túmismo quien quiera y pueda asumir la tarea de conducir a Francia>.

104 Ver en párticular el ricã àn"iisiu de Lucien Jaume, .ú'État répubLicain selon De Gau-tlo, Commentaire, ns 51 y 52, otoío e invierno 199O' pp. 523-532y 749-757.

1O5 Dl episodio siÍl embargo encierra muchos significados y trajo rrueltas-de tuerca.Cf. Lean CharÌot, Le Go:ullisme d'oppositíon, 1946'1958, París, Fayard' I983'

LO6 Mémoíresd'espoír, París, Plon, 1970, t. I, p' 23. Paralareferenciade De Gaulle a

la Revolución, cf. Odile Rudelle, .<Lieux de mémoire révolutionna.ire et communionrépublicain$, Vingttème Stècle, reuue d'laístoíre' Í,re 24, octubre-diciembre 1989'

107 Eíparticular, en Fenser IaRéuotutionJr.rnçaise, París, Gallimard, 1978. eÌ capí-tulo sobre ..Le catéchisme révoÌutionnairo'.

i08 Remitirse en particular a <coürmunisme et Révolution française", communisme.na 2O-21, Ì988-i989

I09 Sobre este vaivén ideológico, cf. Tarnara Kondratieva, Bolcheuíks et Jacobtns, ití'nératre des analogíes. París, Payot, 1989.

1 Ì0 L.-O. Frossard, De Jaurès àLénine'Paris, 1930, p. 155' Ese dogma fue constan-teÌnente reairmado Por ejemplo, André Fréville: nSu creación (del PaÍtido comu-nista) no se debe ni al azaf ni a â una voÌuntad aÍbitraria, es el resultado de laevolución de todo el movimiento obrero francés,, La nuitfnít à ïours, París, Ed.soclales, 195O, p. I60. o Georges cogniot en el coloqüio aniversario de la Revo-

lución de octubre de 1917 reunido poÍ el IMT: uEÌ acontecimiento de diciembrede 1920 es eì tipo mismo del acontecimiento históricamente necesario>, cahíersde |'IMT, na 78, noviembre-diciembre 1967'

I I I Remitirse, en la antología infelizmente póstuma de los ensal'os de Frédéric Bon,Les Dlscours de La pottitqte, París' Economica' 199I, câP. IIi, <Le discours com-muniste; invariants et variantes".

112 Maurice Thorez, "union et acüon de tous les Républicains pour Ìe non au re-ferendum plebiscité", Cahíers du communisme, vol xxxrv, ne 8, agosto 1958'p. IÌ28.

t t3 úer en particular sobre el intelto de desovietización de \MaÌdeck-$ocìret, el aná-Ìisis que le dedica Ph. Robrieux, en su .IÍigtoire intéríeure du Partí communÍste, o.

cit., t. II, cap. \'I[. *L'échec du Khrouchtchev fralçais".1 i4 Cf. pierre Viansson Ponté, Les Gau1lístestrítuel ef6,nnuaíre, París, Ed. du Seuil,

Ì963.Ì 15 Ver la frase elocuente que inaugura el capítulo que René Rémond, en Les DroÍtes

en France, o. cit., dedica a la W RepúblÍca: "En I945, parece haber llegado 1a

hora de escriblr eÌ análisis fino de la historia de la derecha" 1p 238)116 Cuya consicleración, inciispensable en el marco de un aláüisis polítlco, no entra-

ba en Ìas necesidades de este ensayo.I I7 Ver MicheÌ Verret, <Mémoire ouwière, mémoire commur-Ìisto', ReuueJrançaíse de

scíence polttíque, vol. XXXIV, ne 3, junio 1984.I I8 Gérard úoiriei, tes OuurÍers dans Ia socíétéJrançatse, XIX- XX sÍecle, París, Ed'

du Seull, col. .,Points Histoireo, cap. VI. Ver también Maj-cLazar, 'úe mineur de

fond. un exemple de I'identité du PcF , ReuueJranzçatse de scíence polítíque, abÍll1985, pp. 190-205.

llg La impõitancia 6.istóricâ de Ia maniÍestación del 28 de rnayo de 1952 contra el

gene;al Ridgway, sucesor cle Eisenhower en el comando del SFIAPE, siempre fu.e

ãestacada. Ãpatece claramente en el e'sayo q'-le le dedica Michel Pigenet, "De ladémonstration 'dure' à I'affrontement physique", La Mo"n!íestatíon, bajo la direc-clón de Pierre Fawe, París, Presses de la FNSP, i990, pp 245'268'

12O Ver François Furet, Jacques Jultiard, Pierre Rosan'aÌlon, La Républíque du cen'tre, París, Calman-Lóly, 1989

l2I Ver Paul Viallaneix, "Michelet et la Révélation de i789'. Romantisme' na 50'pp. 6I-74.

122 óÊateaubriarrd, Memorias de ultratumbo, trad. José Ramón Monreal. Barcelona.El Acantilado. 2004.

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Le Bnn DE LA CONMEMORACION

Extraflo destino el de estos Líeux de.mémoíret pretendían ser, por suenfoque, por su método y por su título mismo. una historia de tipo con-tra conmemorativo, pero la conrrÌemoración se los reapropió. Tan fuerteha sido su voluntad de alejar eÌ riesgo de celebración, de romper con elelogio inherente al discurso continuo desde los orígenes, de objetivar eI

sistema de la historia nacional y de descomponer sus elementos, quellegaron a convertir a lâs propias conmemoraciones en objetos privile-giados de su disección. Y la presente obra es la primera que, en Ìa his-toriograÍía nacional, desde la coronación de Reims hasta el Muro de losFederados, desde el elogio académico a los monumentos a los muertospasando por el calendario republicano, eI PanteÓn, el rnuseo histórico de

Versafles, los funera,les de Víctor Hugo, el centenario de Ia Revolución ytantas otras marÌifestaciones o monumentos, le dedicó una atención taÌ1

sostenida al fenómeno conmemorativo, hasta componer una serie bas-tante representativa que ilustra todos sus estratos y perÌnite estabieceruna tipotogía. Pero tan fuerte es hoy, sin embargo, Ia influencia de lamemoria que la bulimia conmemorativa de época absorbió hasta eI in-tento destinado a dominar eI fenómeno; y, tan pronto como fue lanzadala expresión <dugar de memoria', la herramienta forjada para la puestaen evidencia de la distancia crítica se transformó en el instrurÌ1ento porexcelencia de Ia conmemoración. 2,Qué hacer, si no esforzaÍse por com-prender las razones de esta reapropiación? |

Entre un emprendimiento que colocó a Ia conÌÍÌemoracÌón en eÌ cen-tro de sus intereses y este momento histórico habitado por la obse-sión conrrìemorativa, hay. efectivamente, un vínculo. ecómo r1o teneren cuenta ei hecho de que úeron Ia luz, estos Liettx, en Lrna Francia qlleentró etla misma en una fase de alta frecuencia conmemorativa?

EI fenómeno probablemente no sea exclusivo de Francia. Toca a to-das las sociedades contemporáneas que.se viven como históricas, es de-

cir fundadas sobre la Ìibertad instituyente de los hombres y Ì1o regidaspor una voluntad diüna y que, por ese motivo, sustituyeron las grandesfechas de su propia historÍa por lâs de Ia conrnemoración cristiana. Pero

Francia Ie dio una intensidad que le debe menos al azat de la cronología

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1f.1$,llëËil'

.Pierre Nora en Les lieux de nzénnire

que a Ìa riqueza de su repertorio histórico, a la radica_lidad de la rupturarevolucionaJia y a la reÍlexión memorial a la que la condena el senti-miento de haber saÌido de la gral historia. Si se toma solo el intervaloqlle separa el prÍmer volumen (1984) de estos otros (1992), cada aío es-tuvo marcado por una celebración restallânte o amortiguada: tricente-nario de Ia revocación del edieto de Nantes, quincuagésimo aniversâriodel frente popular, Miìenario capeto, vigésimo aniversario de mayo de1968, bicentenaÌio de la Revolución francesa, centena-rio dél nacÍmientocìel general. De GaulÌe. Y eso que esas son manifestaciones de vocacióno de earácter nacional, pues cada aflo, cada mes trae consigo su lote de; rniver sarios obligatorios o fabricados.

La sincronía eüdentemente no es fortuita. Conmemoraciones con-ternyroráneas transformadas de ahora en adelante en dugares de memo-rla>, Lí.eux de mémoíre saturados de conmemoraciones: para terminar,sc iÌnpone explicitaÍ esta relación. No para estudiaÍ, como Ìo tnerece-rían, cada una de 1as grandes conmemoraciones nacionales, ni paracontribuir a la reÍIexión teórica sobre las conmemoraciones que, sobre larnilLcha misma del proyecto, âún se encuentra en Ia etapa del ba_lbuceo;rilrlo para aprehender, en un rápido abordaje de historia inmediata, ellu(âr cìe nacimientp de esos Lugares, el movimiento de época que los re-llrsa y los impÌica. 1os cuales a su vez quedarán marcados con su título.Son pocos los libros de historia cuya leistoria es suflcientemente larga1r;rra irrcluir su propia historia. Es la snerte de este.r

I . La metantat"fosìs de Ia connzem"oracióÈ"

Miryo de 1968, bÍcentenario de Ìa Revolución, la época parece efectiva-rncrrtc enmarcada, dominada, y como diüdida entre esos dos tipos der'.rpcriencias límite de memoria conmernorativa: la segunda, que repre-ricrtta el modelo de Ia conmemoración voluntaria y deÌiberada, imposiblerlr: esquiveu', pero igualmente imposiltle de manejar y que muestra ÌarliJìcultad nueva de conmemorar a conciencia; la primera, involuntaria elncÌuso inconsciente, imposible de controlar, y que muestra por el con-ilario Ìa dificultad nueva de actuar sin conmernorar.

trl BÍcentenario no necesita exhibÍr sus títulos para representar la con-rnemoración. ;No fue la Revolución Ia que inveretó ei fenómeno mismo,c:n Ìa acepción que le damos hoy? Fue Mona Ozouf quien recordó aquínrismo que la voluntad de contnemoraÍ la toma de la BastiÌla se expresócn seguida del acontecimiento. Y Péguy: ,,El 14 de juÌio fue en sí mismosu propia conÍìemoración>. 1,No es acaso la única de las grandes conme-rnoraciolles nacionales que puede prevalerse de la repetición -io cualal.cattza para dìferenciar la conmemoracióir de ia celebración-, por la

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La era de la cot?mentarLÌcìótj

cual el Centenario ofrece ei prototipo del modelo a igualar y el Cie ntocincuentenario el modelo a eútar?2 4No es además la que proporciona elregistro completo de las tensiones y de las contradicciones que habitantoda conmemoración, tÍroneada entre la conciencia de la distancia.t lavoluntad de abolirla, entre la espontaneidad festiva y la institución que Iaregula, entre la conservación alquilosada y la abertura hacia e1 porvenir,entre Ia fidelidad al rnensaje y su adaptación al presente? 2,No es fìnaÌ-mente la que dirige, hacia adelante coüìo hacia atrás, todo el disposÍiivode repetÍción de las celebraciones naciona-les, cuando el Milenario capetono fue más que un contra-Bicentena-rio, el aio De GauÌie una repercu-.,ióny el tricentenario de la Revocación una suerte de anticipación?

De los dos, es Mayo de 1968, sin embargo, el que evidentementeencarna, sin quererlo, eI imperio de la memoriâ conmemorativa. Ccmohecho de acción revolucionaria, como hecho de historia que, en el sen-tido hegeliano, se escribe con letras de salgre, todos se preguntarondespués qué fue 1o que pasó realmente. No hubo revolución, inclrrsonada tangible y palpable, sino, muy a pesar de los actores, eI resur-gimiento incoercible y el festival esplendoroso del legendario compJetode todas las revolucíones: las del siSlo xx y hasta det siglo XX fral<:és,con lajuventud de las escuelas que recordaba 1848, las barricadas dela Comuna, ias marchas del Frente popular, el recuerdo vivo aún dr: laResistencia; la de los soviets de Petrogrado y de Ìa toma de poder ie:ni-nista; las del tercer mundo, de China a Cuba. No se terminaría nultcarde contabilizar la fantasmagoría histórica de la que mayo del 68 fueel recapitulativo puramente simbólico. Los soíxante-huita.rds (rnilitantesdel sesenta y ocho) querían actuâr, lo único que hicieron fue celebrar, enun úÌtirao festival y una reviviscencia mirnética, el fin de la Revolución,EI acontecirrriento no tiene otro sentido rnâs que conmemorativo. Mayodel 68 incluso se âdelantó al Bicentenario, a-l conmemorar a su pesai eIfin de 1o que supuestamente I9B9 debía celebraÍ.

La oposición no se detiene a1lí. Mayo del 68 encarna hasta Ìa cari-catura Ìa tendencia autorreferencia-l de cualquier conmemoración ver-dadera y ei Bicentenario, su tendencia a la saturación histórica. l,osúltimos malifestantes de la operación ..Jericóu del 11 de junio de l€168segnían dando r,rreltas a-lrededor de la ciudadela de Ìa oRTR cuando yales estaban vendiendo Le Petit LíDre noir des journées de mai, editado encaliente por Seuil. Ese es el verdadero advenimiento de Ìa <sociedad delespectáculo>. con el que los "acontecirnientoo de rnayo precisanae,atese proponían roÌnper. La dimensión auto-consagradora y la dimens.rónar-rto-lristoricízadora son mlry difíciles de discernir. El acontecirnientc esen sí mismo su propio acontecimiento, única palabra que se encontr"ópara bautizarlo. De a-Ìií eÌ asombroso déflcit de análisis propÍarxente I is-tórico y la dificultad para descifrar eI misterio, de allí la propensión deios actores a auscultarse periódicarneirte, al ritrno de su propia Lriogra-

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fía. Mayo del 68 estuvo aún más encerrado en su <autosuflciencia>, máscondenado a su proliferación puramente memorial, más imposibilitadode irrumpir en el escenario público y nacional en la medida en que susaniversarios decenales cayeron mal políticamente:3 el primero, 1978,Iuego de Ìa caída de la izquierda y en pleno ímpetu de las elecciones deprograma común; el segundo, 1988-, en un c€unpo dividido entre la de-recha aún en eI poder, la campaúa presidencial de un hombre a quien1968 solo le había dejado malos recuerdos, y los preparativos de unaceÌebración revolucionaria clryas jornadas de mayo habían sido precisa-mente la verdadera celebración.

El Bicentenario, por el contrario, quedó abrumado por una historiaque le cuesta cangar. Ya en 1983 se planteaba el tema de saber si "sepuede conrnemorar la Revolución francesar, en términos cuya lucidezquedó lue$o confirmada.a Buena parte de la conmemoración trânscu-rrió en el debate sobre la conmemoración misma. Su defecto congénitofue precisamente correr tras su propia signiflcación, de la que los trespresidentes sucesivos, sin hablar del propio presidente de la República,sdieron versiones sensiblemente diferentes, pues no se imponía ninguna;fue no lograr nunca, salvo.por la historia o a través de la moülización de

redes republicaÍÌas ligerãmente arcaicas, el calor militante y eI arreba-to de la memoria revolucionaria, aún bÍen vivos ciento cincuenta aíosatrás. De allí la caída en la venta de objetos recuerdo, el amable despe-gue de los globos aerostátìcos (en enero), Ias simpáticas plantaciones de

los iírboles de ta libertad (en marzo), las animaciones -paródica, de la

inauguración de los Estados generalden Versa-lles (en mayo), turísticade las Tullerías, artística, de Valmy (en setie:nbre)-, momentos decre-tados como fuertes de un aúo sin mornentos fuertes. En su desarrollo'el Bicentenario tuvo muy mala suerte.'Mala suerte polítÍca con la hosti-lidad del alcatde de París convertido en Primer ministro, que obligó rá-pidamente a renuncia-r a Ìa Exposición universal y a un programa másmenguado; maÌa suerte circunstancial con Ia muerte de ios dos primerospresidentes de Ia Misión, y los plazos muy cortos que le dejaron al ter-cero; mala suerte ideológica con el repliegue oflcial en el mensaje únicosobre derechos humalos, que contaba con la unanimidad, pero blanda ysin consecuencias; mala suerte en fin, sobre todo, con ese viraje verdade-ramente expropiador que signiflcaron, pa-ra la toma de la Bastilla, el de-rrumbe del muro de Berlín y la insurrección de Iaplaza de Tian'anmen.Por más que se recuperó in extremis, el 14 de julio, con el desfile de

Goude que, gracias a la televisión, permanecerá como la imagen fuertedel Bicentenario,o su historia no fue más que la interminable decepción,hábilmente maquillada, de una gran ambición inicialmente impulsadapor la lìegada de Ia izquierda aI poder.T Pero, en medio de sus infortu-nios, el BÍcentenario encontró sin embargo una suerte Ímprevisible, la de

haber tenido como efectivo conmemorador a un historiador convencido

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La era de la conmentornción

de que <<sin juga-r excesivamente con el efecto espejo, es indudable que lamanera en que se preparó y desarrolló el Bicentenario aportará preciosainformación, en el futuro, más alÌá de sí mismo, acerca del estado de lasociedad, de Ìa política y de la cultura francesas a fines del sigÌo )4X,.8

Jean-Noel Jeanneney duplicó entonces su actividad con la confección dearchivos completos, bien clasiflcados e inmediatamente utilizabÌes. Unamplio equipo de ilvestigadores ya está trabajardo para auscultar <l:r

Francia de los aíos ochenta según el espejo de Ia conmemoracióno,o yno cabe duda de que terminó dándole, retrospectivamente, el espesor yla compacidad históricos que en el momento le faltaron particularmentc.Curioso destino el de ese Bicentenario cuya historia va a resultar, pari.rla historia, el acontecimiento que no fue.

Dos modelos, entonces, dos arqrietÍpos que polarizan el campo de laconmemoración contemporálea y que, encima, remiten cada uno direc-tamente a las dos nociones clave que Ìas sustentan y organizan; eI ccn-tenario -al cual se reflere el Bicentenario- y la generación -a la cr.Lal

Mayo del 68 le dio su plena positiúdad.to La unidad mecánica y ncu-tra, a una distancia solemne y sin embalgo reducida de Ìa vida de loshombres, y la escansión existencial que le da forma y sentido al tieurpovivido. En su majestad secular, el centenario con sus múltÍplos y sr,rì:-múltiplos manda sobre todas las citas aritméticas del calendario. Scllola generación, por la multiplicidad que implica en torno a una mÍsma ft:-cha, üvifica la cita. No hay conmemoración, sin duda, sin esos dos ins-trumentos temporales, sin su cruzamiento también, que alcanza pilrirdictar la intensidad del programa conmemorativo actual y su recargiìpermalente. El centenario es, efectivamente, una categoría reciente clrt:Ios diccionarios permiten fechar con mucha exactitud en 1os primcrosaíos de la ttt Repúblicalr y que tres fechas decisivas entronizaron: clcentenario de Ia Independencia de Estados Unidos (f876), el centenarkrde ia Revolución francesa y el centenario del propio siglo (1900) ÌraIaque el centenario sea deflnitivamente consagrado, es necesario qlrt: t:lusiÊllor,lz ese invento del xvtti, cumpla él mismo cien aÍlos. Ya en 18fìÍ)Renan se entristecía por las obligaciones qÌre imponía esa povedad y lir-mentaba <que no se pueda impediÍ que los siglos cumplan cien aÍtos,.r:ì

2,Qué habría dicho en nuestros días? Habida cuenta de las creaciorles ynovedades de toda naturaleza surgidas en esos dos mornentos capitalcrsde la vÍda nacional que fueron justamente el período revolucionario .y

el período conquistador de la ut República, ese simple pantallazo sobr'(lel nacimiento de Ia noción a).canza para evocar Ìa inflnita mr-rltipÌicicÌardde los centenarios, bicentenarios y, por consiguiente, cinclrentenarios yciento cincuentenârios de los que está plagada Ia cotidianidad conme-morativa ofi.cial, institucional, desde hace unos veÍnte aúos y hasta i:lfin del siglo.14 iY qué siglo! Es allí que el balance puranrente aritméticose encuentra, en todo momento, con las ondas llegadas del otro poìo,

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el polo vivido, cuyo ritmo demográfico y generacional Ímpone â la obli-gación conmemorativa otro estrato, otro espíÍitu, más exigente y máscrispado, el de los actores, testimonios y víctimas de una historia terri-ble, acechados por el pasaje de la memoria de sangre a la historia de

tinta. Una simple ojeada, por ejemplo, a los créditos otorgados a los excombatientes, los afros de doble a:riversarÍo, Gran Guerra y Liberación

-1964, que culmina con la panteorÌización de Jean Moulin,.1984, enque los últimos veteranos festejan sus noventa anos, 1994, que preparala apoteosis-, afcanza pâÍa comprender, entre la edad de Ìa jubilacÍóny Ia del <último testigo>, el empeúo conmemorativo de las dos o tres úl-timas décadas. Alcanza más generalmente con intersecta-Í esas dos no-ciones, centenario y generación, para ver que, de los aflos sesenta hastalos inicios del tercer milenio, los dos modelos no delimitan soÌamentecn forrna simbólica 1o que, del simple punto de vista de la aceleracióncuantitativa, se puede llamar ya Ìa era de la conmemoración.

Lo importante, en esto, no es sin embargo la inflación proliferarÌte delfenórneno, sÍno su tranÉformación interna: la subversión y Ia erosión delmodelo clásico de la conmemoración nacional, ta-l como la Revolución lohabía inventado y tal como 1o había establecido la IIi República conquis-tadora,ls y su sustitución por un sistema atomizado, hecho de iengua-jes conmemorâtivos inconexos, que sÌrpone una relación diferente con elpasado, más electÍva que imperativa, abierta, plástica, vi:r'a, en perpetuaelaboración. aQué es 1o que une, porejemplo -para tomar solo las mali-festaciones de esas semaÍtas en quç escril-ro-, el desplazamiento oflcia-lde François Mitterrand a Vlmy, enÁr-tois, para el septuagésimo quintoaniversaJio del desembarco de las trbpas ca:nadienses, un coloquio inter-nacional por el bicentenario de Ia Críttca de ta razón pura, el trigésimoariversario del fln de la guerra de Argelia, el décimo quinto âniversaÌiode Beaubourg, el quincuagésimo aniversaÍio de la redada del VéÌ' d'hiv'yeÌ centenario de Ia llegada de Paul Signac a Saint-Tropez? E'Ireloj mârcalas Ìroras, pero las horas ya no son las mismas. Evidentemente hay otraÌógica operaldo. La desaparición del marco unitario deÌ Estado-naciónterminó con el sistema tradicional qlle era su expresión simbólica v con-centrada. Ya no halr superyó conmemorativo. eI calón desapareció.

El modelo clásico suponía, en efecto. ttna soberanía impersonal yairmadora -Francia, la república, la nación-, verdadera razón de serde las rrranifestaciones cuyo grâÍì ordenador ]r oflciante seguía siendoel Estado. La presencia del Estado se trra vuelto discreta en todos lados,más iniciadora que directora. Incluso para Llna celebración tan plena-mente nacional corno el Bicentenario, el decreto del presidente de laRepública que instituía la Misión solo habla de .domentarr, *armonizar>,ocoordinar>, ufavorecero. EI modelo clásico suponía también la unidad

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La era de /a conmen.toraciin

de una historia que, por ser épica, eombativa, orientada, tenía sus ele_gidos, sobre todo polítieos y militares, y sus excluidos, reducidos al si-lencio o al culto privado de Ìa memoria; como, por ejemplo, fiel y casiclandestina, la misa aniversario de ia ejecución de Luis XLI, el 2l deenero, y la ceremonia en el cementerio de Picpus. Aquellos cuya palabrafue más esperada y más escuchada durante el Bicentenario, no fueronios panegiristas de la Revolución sino sus úctimas, empezaldo por losdenuncia:rtes del ,,genocidio> de Vendée y los portavoces de ia Iglesiaperseguida. Y fue en nombre de los principios de Ìa Revolución y de losderechos del hombre que reivindicaron, a su manera. su parte de con-memoración. De arriba hacia abajo, el modelo clásico descansaba en unorden 5r una jerarquía. Fueron ese orden y esa jera-rquía los que se rom-pieron, en beneficio de una multiplicidad de iniciativas descentradas enlas que se cruzan y encabalgan Io mediático. lo turístico, lo lúdico y Iopromocional. No más construcciones monumentales, superada la edadde la estatuamanía, no más despliegue simultáleo en todo el espacionacional, con identidad de lugares, de rituales, de marchas, en la indi-ferencia a los compromisos específicos de los grupos y de los indiücluos,sino el respeto de las procesiones generacionales. ya no es más en laescuela, instrumento centra,l deÌ dispositivo tradicional, en Ìas plazaspúblicas, en el ritual cadavez menos úvo de los Ì I de Noüembre, 14 deJulio y ls de Mayot6 que se afirma Ia identÍdad colectiva y se expresa elespíritu de la conmemoración, sino en la telefisión, en los museos, en eÌMemorial de Caen y en el Historial de Péronne, en las miles de asociacio-nes creadas a tal efecto. en la avalancha de representaciones teatralesy musicales y de animaciones folclóricas; sobre todo y por todos lados.con los dos pilares inevitables de la conmemoración conternporánea enque se conürtieron la exposición obligatoria y el fatídico coloquio. La<<Patria agradecida> perdió su perpetuidad, su abstracción trascenden_te. No se dirige tanto a los panteonizados ocasionales (René Cassin en1987, Jean Monnet en i988, eI abbé Grégoire, Monge y Condorcet en1989) sino a héroes categoriales y momentáneos, Coluche o Daliel Ba_lavoine, la úctima del París-Dakar. No se expresa tanto en la ceremonia, 'eI homenaje oficial y la consagración pútrlica sino en programas de granespectácuÌo. que retoman sus componentes escenográflcos y dramáti_cos. La conmemorâción más fuertemente reveladora del espíritu del mo-mento. habría que buscarla en P1ru-du-Fou.r7 Allí está todo: la iniciatirraa contracorriente oflcial de un presidente del Consejo genera,l, philippede viliiers. su credo rura-Ì-cristiano fuertemente asentado en el que unaVendée ejemplar, testigo del mundo que hemos perdido, desarrolla ensecuencias drarrráticas su lección de contra-historia, una puesta en es-cena alucinaate de pólvora, decibeles y Ìáser que deja en la prehÍstoriaal <sonido y lucesn, todo en un participacionismo cautivante integrado auna ampÌia red asociativa y de camaradería. Resultado: entre dãscier-l-

r/ó

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Pìerre Nora en Les Ìieux de fléftNoire

tos y trescientos mil üsitaltes por ano desde Ia üsita oflcial de Giscardd'Estaing en 1978. Estamos iejos de aquelÌo que habÍa conservado algode la chatura del colegio en el que el joven Augustin Thierry se enarde_cía: <lPharamond, Pharamond, hemos combatido con la espada!>>. Enverdad, el modelo tradicionat se quebró.

La conmemoración propiamente nacional y cívica se hundió en lopoÌítico. Hay en ello una razón de peso: desde Ia guerra, ningún acon-tecimiento puede integrase de pleno derecho a una memoria nacionalunitaria.rs La Liberación inauguró la batalla de las memorias, cada unaaún más combativa por ser legítimamente reivindicativa de una parteirresoluble de la representatividad nacional. La puja gauilista y comu-nista en 1945 fue el ejemplo más notorio. La memoria de Ia primeraguerra había sido fuertemente uniflcadora; aun eÌ recuerdo de pétain,después de Vichy, no impidió que Verdún quedara como eI símbolo reco-nocido de la nación entera. La segunda guerra fue enteramente diúsora,ir-r.capaz incluso de generar una fecha de üctoria única e incuestionable,puesto que la Liberación no se dio en todos lados al mismo tiempo ni dela misma maÍÌera; y el I de Mayo, flotante entre el armisticio del I I denoviembre y la flesta de Juana de Arco, que De Gaulle prefería, nuncaencontró su razón de ser. No obstaate, su supresión por VaÌéry Giscardd'Estaing en 1975 provõcó una movilización inmediata y efi.caz de los excombatientes. La pohtización de la conmemoración, parcialmente res-ponsable de su proliíeración, transformó, en reaìidad, a todo.el sistema:lo laicizó, lo democratizí,lo acercó a Ìa manifestación.rs ConsecuenciadobÌe y de sentido inverso: por un lado, eI código y la sigrú_ficación de laconmemoración pasaron a manos dë-lrupos particuiarei, partidos, sÍn-dicatos y asociaciones, con todos los'conÍIiitõs Ínternos y las protestasinevitables que suponen en la organÍzpción de la propia ceremonia, en Iamedida en que cualquier detatle compromete ala organización general;por otro, lo opuesto, la manifestación nacional se conürtió no tanto enla expresión militante de la unidad de un grupo sino de la unidad con-Ílictiva de todos los grupos en el interior de la democracia. El centenariode Ìa Revolución había sido la ocasión para a_flrmar el estrechamientode Ìa farnilia republicana; el bicentenario, el lugar de expresìón de todaslas familias polítÍcas. Los mecanismos de Ia v República no hicieron másque acentuar el fenómeno: en sus afirmaciones más ofi.ciales, la propiamemorÍa nacionaÌ no puede revestir, en marros de sus depositarios ymagistrados supremos, más que una signiflcación poÌítica. por más na-cional y patriótica que haya pretendido ser la conmemoración gaulliana,aun después de 1958, no se salva de la apropÍación gaullÍsta: corno tes-timonio, por ejemplo, eÌ poder sobre Mont Valérien. Que Fralçois Mitte-rrand inaugure su mandato con una visita a Ìas tumbas de Schelcher,Jaurès y Jean Moulin, reservando la de León Blum, en Jouy-en-Josaspara una visita privada. es una versión política concreta de ia memorja

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La era de la connzemoración

nacional que emprende, y que emprende aún más a_Ì ordenar colocarflores en la tumba de pétain desde r9g7 o ar decidir particifar .r,3rrtrode 1992 en la conmemoración de ra redada der Vér'd'hiv'.'En er nivetmás alto, ya no hay más conmemoración naciona_l que no sea política,y hasta partidaria.Además, er modelo entró sobre todo en competencia con el podero-

so ascenso de lo 10ca1 y de Ìo curturaÌ, profundamente destruciores delo "n6sielalu; pero favorecidos, ambos, por la acción del ministro decultura y por la descentraÌización, por ei desarrollo del turismo, la va_Ìorización del patrimonio, el renacimiento de las sociedades científlcas,el interés de la corectividades locales o de ras iÍÌstituciones curtura_Ìes.Ese es el fenómeno centra-r que le dio un nuevo impuÌso a ra üda con-memorativa pero inúrtió su dinamismo: ya no úene de arriba, destiladasegún la escala de los varores nacionales ypatrióticos, sino que obeoecea la Ìógica propia de los intereses particurares, regionales, cãrporativoso institucionaJes, que transformaron al artesanato conmemorativo enindustria. Tenemos, por ejemplo, este mismo aío, la conmemoración deÌprimer ascenso, en 1492, der monte AiguiÌÌe en la región der Isère: flrma,en la cumbre, de u'a carta mundiar áe ética y de-ayrda mutua entrelos alpinistas, ascenso de los lisiados de diferentes países, <cordadas dehonor> de tres generaciones de guías, estreno femenino de una úa nue_va, y otras festividades. 1,Cómo no ver, en ese despliegue d.e esfuerzos,la répÌica y contrapropuesta de la conmemoración del-bicentenario deÌascenso del monte Branco, seis aúos antes? También está este aío, elenorme prograJna en honor al setecientos ariversario de ia fundacióndel Hôtel-Dieu de Tonnerre: coloquio de tres días sobre la acción huma-'itaria en Francia y en el mundo, con ra presencia axunciada de Danie-lle Mitterrand y de Bernard Koucrrner, feitival de cine con ra promesa deMonsieur víncent y Hiuer 54, I'abbé pÍe*e, ciclo de conferencìas sobre IaEdad Media inaugurado por er director generar de los ArchÍvos de Fran-cia en persona. 7,cómo no ver en esa moülización generaÌ ra acción per-sonal de Henri Nallet, en ese momento Ministro de-Justicia y alcaìde deTonnerre? No son, sin embargo, rnás que dos ejemplos recógidos en etfolleto anual de Ìa Delegación para las õelebraciones nacional-es que tie-ne precisamente eomo tarea, desde hace casi quince a'os, centiar.izar,ayrrdar y estimular, mediante consultas de los anuarios pro'inciates yios diccionar:ios biográficos, las iniciativas dignas de recibìr apoyo: másde mil manifestaciones fueron así relevadas ãesde hace ueis à',á.. wirr-gún científico, ningún escritor, ningún a-rtista tiene la menor posibiÌidadde salvarse del radar conmemorativo: châ,lons,sur-Marne desenterraráeste mismo a'o a Nicolas Appert para festejar er centenario de la inven-ción de Ia conserva y merecerá una estatuá en lpoustéguy. Las conme-moraciones culturales seguían siendo escasas, confinaãas a la celebra-ción escolar y, por más iiterarias que sean, directamente rnotivadas por

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Ì)itrre Nora en. Les lieux de m.énr.oi.re

uìl momento o aÍgumentario nacional.2o Hoy en día ya no cuentan. Unc.j crnplo sorprendente: hasta Montaigne, cuyo cuatrocientos aÍÌiversarioÍcsteja Bordeaux pomposâÌrÌente este aÍo, no conoció ni su trescientosirÌliversario en 1892, ni su cuatrocientos aniversa-rio en 1933. aY qriérlccir de Stendhal, cuya activa Asociación de amigos encuentra la ma-ncra de festejar gloriosamente este aúo eI cieÍÌto cirìcuenta aliversariotle la muerte después de haber festejado no menos gloriosamente, haceÌrenos de diez aíos, en 1983, el bicentenaÌio del nacimiento? Pero essobre todo en el área artística que eI fenórneno es más notorio. Antesno faltaban Ìas retrospectivas, sobre todo con posterioridad a la muerte,rri las exposiciones aÍÌiversa-rio en las galerías privadas. El fenómenorìLrevo, desde los aúos sesenta, tralsformado en ritual con el desarrollodc la institución musea-l y Ia nueva generación de conservadoÍes, es laconsagración en un grar museo nacional en ocasión del centenario orlel bicentenario. Ultirnos a Ia fecha: Géricault, Vouet, Seurat. La regla(Ìs casi general: en el horizonte definitivamente abierto del museo ima-uiììario, el aliversario conmemorativo se ha r,rrelto indicativo de unar:lccción, casi ei único referente posible, el instrumento de un progrârnarlc trabajo intelectual y cienLífi.co.2Ì

La dináLrnica misma de la conmernoración es la que se invÍrtió, el mo-delo memorial se impuso sobre el modelo histórÍco y, con é1, un usototalmente diferente del pasado, impreüsible y caprichoso. Un pasadoque ha perdido su carácter orgíinico, p..grentorio y apremianie. Lo qÌrectienta no es 1o que nos impone sino Ìo que en__él ponemos. De aÌlí lasinterferencias en el mensaje, sea cua-l sed. Es el piesente el que crea susinstrumentos de conmemoración, el que,borre tras las fechas y las figu-râs a conmefiÌorar, el que las ignora o las muitipiica, el que las colocaarbitrariamente dentro del programa impuesto [como Vakny anexadoa 1789) o al que se asignâ una fecha [por ejempÌo Ig44 para el QfatreDrefus, la condena. luego la rehabilitación), pero para transformar susigniflcado. La Ìristoria propone, pero eÌ preserÌte dispone, ylo que suce-de es regularmente diferente de lo que se quería. De a-llí ese extraúo re-suÌtado de las grandes conmemoraciones nacÍonales que se sucedieronrecientemente: son las conmemoraciones sin objeto más logradas, lasmás vacías desde el punto de vista político e hÍstórico han sÍdo las máslrlenas desde el punto de ústa de la memoria.

El Müenario capeto y el ano De Gaulle podríâr ilustrarlo brillantemen-te. EI Milenario capeto, o más bien Io que no era aÌ principio más que laconlneffÌoración del advenimiento de Hugo Capeto no representa nada,rrada más que la última respuesta hurnorística. en plena cohabitación, delrr clerecha a la úquierda. Pero resuÌta qrie en Ia desactivación de la ideanlonárquica, entre eÌ famtasma gauilÌalo y ei fattasma de un "segundo

t'Ì G

La era de /a conn'tem.oraciótt

müenaÌio> capeto que se anunciaba, Ìa mecha inocentemente encendidapor un puúado de historiadores que no creían mucho en él desencadenóun incendio de signiflcaciones: el advenimiento de Hugo capeto se con-virtió rápidamente en <<milenario> capeto, que remitía a los oiíg.t es de lareal'eza y a lo que una joven medievalista, colette Beaune, acababa dellamar.lrlaissance de Ia nattonFrqnce. El tema prendió en seguida.2z

como prueba de la definitiva desaparición de cualquier-amenaza derestauracÍón monárquica aún presente bajo De Gaulle, el presidente dela República mismo contribuyó a convertir ese no-acontecimiento enun acontecimiento, naciona-lizándolo con su presencia en la catedra_lde Amiens, el 3 de abrir, a-l lado del conde de parís, la autoridad anfi.-triona. contrasentido histórico total, puesto que se constituía en puntode partida nacionaÌ a un hecho sin ningún peso y en fundador à unapersonalidad olüdada, tralsformada sin embargo en objeto de cuatrobiografías en u'aúo, dado que ncapeto> es una apelación tardía, quedata del siglo xu y que fueron los monjes benedictinos de saint-Maurquienes reútalizaron la continuidad <capeta'. ;eué importa la fragilidadhistórical se trataba de un período totalmente asimilado y digerido, deun hecho tan hueco que podía volverse sÍn problema el recep-táculo detodas las proyecciones latentes. En el mismo aúo, el éxito meÀperado deuna enorme biograíía de Luis )ilv, por François Bluche, diez aúos des-pués del no menos sorprendente Luís K de Murray Kenda-ll, reeditabapor otras úas lo que .traurès había llamado <el encalto secular de ìa mo-narquíar. Los franceses se apuraban por consensua.r un programa sindesalïos, las bodas de la nación consigo misma antes del acontecimientodivisor. Francia tenía entonces mil aíos, una fecha de nacimiento, unapaternidad certiflcada, por Io tanto una identidad, la misma que el anoanterior Fernand Braudel acababa de inscribir en la iarga duración,

Esa refabricación del pasado. muy prometedora además de itinerariosÍIechados y de castillos remodelados, ese {<zoom> histórico gigante sobreei objetivo inexistente contrasta con la pesada preparación áe artilleríadel triple aniversaïio gaulliano, centenario del nacimiento, cincuente-nario del 18 de junio, úgésimo aniversario de Ìa muerte. ;por qr-ré esafalta de perspectÍva pese al aluúón editorial y mediático? La cronologíadaba para satisfacer a todas Ìas expectativas, después de la monarquía,después de ia Revolución, la síntesis iba a convertir a De Gaulle etr el ,.yde la república, último episodio del pasado fundador que ]os francesesestaban invitados a revivir en su totalidad en lres aíos. pero el cáÌculofaÌló sin ernbargo: el héroe ya estaba heroicizado, el coronarniento con-sagraba a un rey consagrado ya hacía tiempo, a quien incÌuso Hugocapeto quizá acababa de servir involuntariamente de doble consagradory sustituto de proyección.

A ese juego de Ìa rnemoria y de la historia, eÌ tricentenario de la revo-cación deÌ edicto de Naltes, en I985, le dio materÍa para otra discreta

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Pierre Nora en Les lìeux de mémoire

anticipación. Un hecho de alcance histórico preciso y Umitado, que enun principio no involueraba más que a los medios protestântes, terminópenetrado por un imaginario nacional. La intención de Ìa Iglesia reforma-da de Francia así como la de la Sociedad de historia del protestantismofralcés era, conforme a su tradición, aprovechar la oportunidad de unaconvocatoria, de una reútalización de la identidad comunitaria evanes-cente gracias a la profundización de la historia, un estrechamiento delos lazos con los hermanos dispersos en el extranjeroi en síntesis. unameúoria casi familiaÍ, nutrida de una historia que solo le pertenece aella. Pero resulta que las autoridades estatales empezaron a interesarseen los proyectos de la comunidad protestante para darles amplitud: enel Étysée, en Matignon, en el Hôtet de Ville, reclamaban la Revocación,como si sintieral confusamente que en ello iba una conmemoraciónposible de los valores mlsmos de Francia y de la república. Valores, porÌo demás, contrarios al acontecimiento que se quería conmemorar: en1685, Io que el edicto de Fontainebleau -Une lot, uneJoi, un rol, comodÍce Elisabeth Labrousse- pretendía reaflzar era el restablecimiento deIa unidad nacional mediante la uniformidad; en 1985, lo que se que-rÍa celebrar era la diversidad en la unidad, ìa toleralcia, la libertad decorÌciencia que acabab4de reclamar, el aúo anterior, la manifestacióngigante a favor de la escuela libre, Francia tierra de asilo. El tronco delEstado se ofrecía al Ínjerto del gajo. Y mientras el mundo protestaÍÌtetratabá el acontecimiento de modo triüal, historiográ-fico y desvitalizado,eran los no protestantes los que se ponían a vibrar con toflas las cuer-das de la orquesta por ia historia protestaÌrte: el exilio, la persecución, laexterminación, ia tradÍción de la resist-encia, l,a"fldelidad comunitaria, elderecho de ias minorías reducidas a 14 fuerza, la injusticia cometida ennombre de la razón de Estado, los derethos del hombre y del eiudadario.En los excluidos de 1685, la asociación de lucha contra el racismo sosRacÍsme veía upotesn23 y Madeleine Rebérioux, entonces presÍdenta de laAsociación para las celebraciones nacionales, veía en <dos inmigrantesde hoy a los protestantes de ayer,r.z4 Sin pretender ser una anticipacióndel Bicentenario ni su rival, el tricentenario de la Revoeación accedió,aunque más no sea por Ia presencia de François Mitterrand en la ce-remonia de la uxpsco; a Ìa úsibilidad de Ia conmemoración nacional,rodaJe espontáneo de los temas que al Bicentenario tanto le costó musi-calizar, porque quería orquestarlos é1.

No signiica que, por el hecho de ser obligatorio, eÌ Bicentenario nohaya tenido su efecto. Al contrario. Eì fracaso político no hace más quevaloriza-r el logro memorial. ;Debido a qué y hecho de qué? Primero, yhabida cuenta del peso mismo de la historia, hecho de distanciamiento,de solución de continuidad y de acercamiento a través del alejamiento.Fue porque Francia había salido globalmente de la ecuación revoluciona-ria que pudo, tranquila y casi unánimemente, concelebra.r las eonquis-

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La era de la conmemoractan

tas de la Revolución. Fue en Ia no-revolución que los franceses pudieronreencontrarse, felices al mismo tiempo de que haya tenido lugar. Fue laRevolución en tanto pasado que se sinüeron libres de festejar, aprobar o

:':ltzgar o incluso aprender. Evacuación de Ìa historia agradablemente con-

flrmada por su reactualjzación en eI Este contra el comunismo que invo-caba su flliación a la Revolución francesa, y en nombre de los idea'Ies que

les proponían celebrar. Beneficio doble, que les permitió a ios franceses

haber sÍdo revolucionarios, haber tenido razón en serlo, seguir siéndolo

aun no siéndolo más. Fue como hecho de memoria que se úvió eI Bicente-nario y, en ese sentido, como un gran esquema unificador, una verdaderacorunemoración. En la medida en que Ia Revolución se desarrolló por

toda Fralcia, en cada ciudad y en cada pueblo, Ia proximidad jugó' sinque nadie 1o haya pensado realmente, como una búsqueda genealógica

de indiüduación. En Vizille no fue como en Cholet, en Lyon no fue como

en Nantes. EI Bicentenario, con eI respeto que se le debe, funcionó como

concurso inter ciudades o competencia deportiva; tuvo el mismo poder de

identifrcación. Distancia y acercaÌniento cuya traza y efecto en profundÍ-

dad son hoy diÍÍclles de medir, pero cuyo meca]lismo ya es claro, más alláde las reticencias de Ia capital y del escepticismo de los comentadores. I-a

originalidad del Bicentena,rio proviene enteramente de ese desfase entre

lo que se quiso hacer pasar y 1o que realmente pasó. No es muy exagerado

deCir que salió bien pese a los esfuerzos de los organizadores. Al menos

reveló claramente 1o que importaba destacar aquí: que el hecho mismo de

corunemorar la Revolución era más importante que ia Revolución que se

conmemoraba.

2. De lo nacìorcal ã Io patrimonial

Esa metamorfosis de la conmemoración no expresaría en definitiva más

que su fi.nal, si ella misma no fuera e1 efecto de una metamorfosis de

una amplitud rnucho mayor, la de una Francia que pasó en menos de

veinte aíos de una conciencia nacional unitaria a una conciencia de sí

misma del tipo patrimonial. Es de ese pasaje que hay que puntualizarIas etapas y medir su signiflcación.

El gran giro se ubica precisamente a medÍados de Ìos aúos setenta enq,re, pãr un extraúo concurso de circunstancias, una serÍe de gra'desâlteraciones vinieron a cÍ:uzaÍ sus efectos para, silenciosamente, hacer

tambalear profundamente las bases mismas de Ìa conciencia colectivay nacional. El más decisivo es segurarnente el que, al fi-nalizar el creci-

miento, evidenció, con una evidencia sensible y carnal, eI fln deflnitivodel mundo campesino. Los observadores del progreso no Ìr.abían olvÍ-

dado evaluar su costo y sus estra$os' Pero fue a par-tÍr de 1974, bajo

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Pierre Nora en Les lieux de nrémoire

el prÍmer choque de la crisis, tras 1o que Jeân Fourastié pronto bautizóuios treinta gloriosos del crecimiento, que se produjo la constatacióngeneral. Lo que, desde hacía diez aúos, había quedado incornunicado enmanos de los investigadores de los pueblos desertados, de los historia-dores de los Pagsans de Languedoc, en el círculo estrecho de los etnó-graíos abocados al Plozévet del Finistère o la campaúa de Châtillonnals,encerrado entre las paredes poco frecuentadas del reciente musep de lasArtes y Tradiciones populares, esta-lla de repente en la escena pública,con la caldidatura ecologista a la presidencia de Ìa República del agró-nomo René Dumont, con el éxito inesperado y simultáneo de Ìa HistoÍrede Ia France rurale, de Cheual d'orgueíl 5r de MontaíIlou, para culminaren 1980 con el aio del Patrimonio. Ya la aparición de una.ctueva claseobrerar, a flnes de Ìos aúos sesenta había marcado una fecha; y cualdoen marzo de 1971, para el centenario de la Comuna. Georges Pompidoufue a inciinarse arte el rnuro de los Federados, el ex apoderado dei ban-co Rothschild cerraba el paréntesis abierto por Ia Semana sangrienta,quedaba cÌaro que se terminaba un siglo de Francia obrera y que habíaÌlegado la hora del ecomuseo del Creusot. Pero el fin del mundo campe-sino iba mucho más 1ejo5, hasta los cÍmientos de una estabilidad mile-naria. Era Ia <darga duraciónu de BraudeÌ que sa-Ìía de las tesis de susa-lumnos para golpear- a la Francia profunda en e1 corazón de su iden-tidad inmemorial. La caída por debajo del 1O% de la tasa de poblacióndedicada a la agricuÌtura y el fln de la rnisa en latín significaban un giroenorme de la concienciâ colectiva, el final deflnitivo de io"que quedaÌraactivo y rrivo de una rnemoria medievail V cristiana. Ya no quedaba sirroia reconquista, a trar'és de la historia y 1a'proyección imaginativa. deun rnundo perdido para siempre. Perdido, pero sin embargo presente,generador de una extraireza hacia sí-rnisrno. un mundo de"urrelto a suopacidad, su misterio y su seducción, salido de la continuidad de la his-toria para vivir de Ìa cliscontinuidad de la r:lemoria.

Ese choqrie esencial y mudo quizá se habría sentido con menos fuer-za si no hubiera coincidido con la llegada al frente del Estado de unpresidente cuya imagen juveniÌ, aristocrática, tecnócrata y parisina notenía nada para favorecer Ìa identiflcación con la Fralcia profunda; y.por e1 contrario, para subrayar la ruptura con el orden gaulliano. DesdeÌos gestos espectaculares como eÌ apretón de manos a Ìos prisioneros, lasupresión del B de Mayo, la mayoría a los diecìocho aúos, hasta el fondomÌsmo de la política, de prioridad econónica y europea, de voluntadcìe odecrispación" y cìe gobÍerno de centro, los franceses üüeron, sobrelodo en los inicios entusiastas del período presideieciaÌ, una especie deirìgravidez hÌstórica. Desarraigo del pos-De Gaulle, que también provocólrrofundos reajustes de rnemoria en valÍos niveles. La desaparición bru-l;rl del irombre del lB de Junio marcó ia salida de Francia de la órbita deliÌ guerÌ'a. ôEs necesario recordar que es el iromento exacto en que. con

ìli()

La era de la conmemoracitirt

ia gracia pornpidoiiana otorgada aÌ miliciano Touvier, el recuerdo negrode la Franciâ alemarra y vichysta puso en marcha su ascenso compul-sivo, por todos los caminos de la historia, de la novela, del cine?25 Peroel posgaullismo es también, y sobre todo, Ia reanudación de un pasadomás profundo. Ante la supervivencia de las instituciones gaullialas a sufundador y una <segunda lecturao posible de la Constitución en vísperasde las elecciones de prograrrÌa corrrún, se conf.rmó el presentimiento de

que De Gaulle había ganado su apuesta histórica y que Ia bataìla polí-tica abierta por el 89 habÍa encontrado su solución. Simultá'neamente,eran los dos últimos siglos de historia de Francia los que se encontrabanreinsertos en rÌna perspectiva Ìarga, tocqueülliana, de Ìa historia dei Es-tado-nación con los extensos siglos de la monarquía, la Francia de Luisxrv y del Milenario capeto. Impacto imposible de medir y sin embargoseguro, efecto póstumo del mÍto y de Ìa inscripción en la gaÌería de Ìosaricestros de una nueva y por mucho tiempo última flgura encarnadora:Ia renovación misma de esa galería, a Ia que el regreso de la biografíahistórica no es a-ieno sin dudâ; una re-sensÍbilización general de losfranceses a <(rna cierta idea de Francio -su historia, su especificidad-y, de un modo rnás general, una re-legitimación del tema de Ia nación,acerea del cual se comenzaba a reconocer en la izquierda, aprovechaldoincluso su declive, que el marxismo siempre había fracasado.

Másiaún si se tiene en cuenta que el muro de hormigón del marxisrnorevolucionario, factor suplementario aunque decÍsivo a su modo de esacristalización, de ese retorno de Francia a Francia y que hasta ese mo-mento había resistido todas las arremetidas, se derrumba brutalmente,bajo ta forma leninista del comunislïÌo soviético así corno bajo Ia formamaoísta de los grupúsculos izquíerdistas. El "efecto Solzhenitsin> opera,y el éxito de los "nuevos fllósofos" trae a la üsÍbilidad pública aquelloque, hasta entonces, se abría camino ca-iladamente desde hacía variosaíos: una ruptura deflnÍtiva con el marxismo y la lógica retrolttciona-ria, la aceptación en Ia izquierda de la propia palabra totalitarismo yel r,'uelco oflcia-l hacia un antisoüetismo declarado. <.En 1981 se descu-brirá, dice justamente Marcel Gauchet, Ìo que la buena resistencia delpcF hâbía disimulado en Ìas legislativas de 1978: que no se trataba deun fenómeno relegado ala íntelligentsia, sino de una auténtica fracturasocial. La disolución, quizâ, de la autarquía del sistema político-intelec-tua-l francés.o26 Pues lo que se quebraba con el proyecto revolucionario,explica el mismo autor, era tanto la idea de un fin de la historÍa corno laidea de una ruptura radical con eÌ pasado. No hay retorno entonces a untramo concreto deÌ pasado sino desmoronamiento de r-rn eje otg:an\za-cional, de un marco fljo de representación, el final de una preüsibilidaclcientífica que devr-rehre eI pasaclo entero a su libertad, a su renot'aciÓnde sentldo, paÍa no decir a su legitimidad. Una ruptura, en todo caso,con todas las valoraciones de la ruptura: <.Fue toda una actitud frente a

!Õl

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Pien'e Nora en Les Ìieux de mérnoire

ia tradición, q'e para muchos había lregado a su clausura y apelaba aun esfuerzo pafa superarla totalmente, la que se vio secretamente des-legitimada. Desorientación extrema: una maÍÌera de ser, de juzgar, dehacer, un instinto de la novedad establecido desde hacía décaáas"pierdesúbitamente, sÍn desmentido visible, su razón de ser interior>.

Apartamiento del crecimiento de la seguridad. del inmovilismo ruraÌ,despertar del sueio de Ia grandeza gaulliana, disipación del espejismoen el que durante tanto tiempo había querido creer la patria a,i ús re-voluciones, esas- tres ondas de choque entran de golpè en resonanciacuanclo, tras el Íiacaso de la reactivación chiraquiana, la lìegada a Ma_tignon del <mejor economista de Francia>, proveniente de la-Europa deBruselas, y su plarr de austeridad coÍÌcretizan una eúdencia nueva, Iasumisión a la ley de bronce de las exigencias exteriores. Mil novecientossetenta y siete: el ano del alineamiento. sumisión ineludible a la dimen-sión internacional, interiorizacíón deflnitiva del pasaje de la graÍÌ poten-cia a la potencia media, enrolamiento de la república en el ónlunto aeIas democracias comunes, principio del fin de la excepcionalidaá france-sa. La crisis de los aios treinta se tradujo, en el sistema tradiciona.ì deÌa identidad, por una subida a los extremos; la crisis de los a-úos setentaprovocó lo opuesto: un_hundimiento en las profundidades, un repliegueen sí misma, una recuperación de los referentes de proximidad.

Fue ese siÌencioso trabajo de recomposición, de una asombrosa ra-pÍdez, el que aseguró el éxito d.el aúo del patrimonio; merece ser re-cordado puesto que Íue ese aÍro que la paÌabra misma Jrizo su revo-lución semántica.2? Éxito completardènte imprevisto,2' surgido de unasimpÌe propuesta administrativa. Eq Ìgzg>.tras la separaãión en dosministerios diferentes de cultura y de Medio Ambiente, el nuevo Mi-nistro de Cultura, Jean-Philippe Lec'at, por temor a dejar escapar'nárea de su autoridad, pensó en crear una Dirección del patrimorìo, qrr.reagruparía los Monumentos históricos, el Inventario general lanzadapor Malra'x, y la Arqueología.2e propuesta que fue aceptada a_l final deun consejo de ministros eì 9 de agosto, a-l tiempo que el preside'te dela República sugería que era una buena oportunidad para sensibilizat alos frarceses acerca de ese tipo de cosas. Después del aúo de Ìa Mujer ydel ano dei Niío, ;por qué no un aúo dei patrimonio? Está bien, drjo elministro, pero para contar con el tiempo y los medios adecuados, seríamejor 1980. LÌueven los créditos entonces en ese sector en 1g79, másalegremente todaúa en la medida en que existe la corlvicción de que esun área políticarnente muerta. Y, por pura forrnalidad, se invita a ioscomités regionales a presentar proyectos. Es cuando empiezan las sor-presas. Las regiones se muestra-n fuertemente demaldantes. La paÌabrapatrimonio comienza a vibrar con resonancias inesperadas. se la creíadestinada al escribano y al ahorro debajo del colchón. pero se dilató. Elbien heredado del padre se convirtió en el peso que arraiga y el lazo que

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La. era de Ìa coTxmenxotlrL!rÌt

vincula aI todo social, depósito sagrado, valor sin precio que debe t'rsmitirse. Descendió del cielo de las catedrares y de los casflüos paÌa r('fugia-rse en las costumbres olüdadas y la antiguas maÍreras de hacer.,,,,el buen vino, las caÍrciones y los dialectos locales; sarió de los musc.:,naciona-les para invadir los espacios verdes o a-flrmarse en las piedri.r:;de la viejas calles. Todo sirve, en ese momento, desde los estragos de losbulldozers hasta ei sentimiento repentino dei agotamiento dela crezrilúdad artística, dispuesta a-l retorno a las fuentes; desde 1as esperanz-.sfrustradas de la izquierda tras la ruptura del prograrna común Ìrasta ìlrsesperanzas que ìa Nueva Derecha deposita en las culturas populares. Ìì,1

pasado se r,'r:elve atractivo y vendible, en aquel aío que precede las eÌc<,ciones presidenciales. En el patrimonio se descubre que está la patriir,con todo lo que Ia paÌabra tiene de equívoco y ambiguo, digno y modestoóbolo de los humildes al gran tesoro colectivo, pero deriva también siem-pre posible del culto de los penates a Ìa hostiìidad hacia el inmigrantc,cuya presencia comienza a hacerse sentir, desde el respeto por sus tra_diciones hasta el rechazo de todas las formas de modernidad.

El movimiento vino entonces de ia base, de la proüncia, para luegoretroceder hacia un París escéptico e irónico. Durante los seis primc_ros meses, no apareció ninguna mención en los medios naciona,les; crrcambìo, hubo páginas enteras en los diarlos locales. HuÌ:o que esperalra-l verano para que se descubriera, gracias a las vacaciones, que loshabitantes de Ewon, en ìa Mayenne, por ejernplo, se vistieron con tra_jes del siglo X para festejar su milenario, o que en Saint-symphorien,en la Sarthe, ios jóvenes del pobiado representaron por una noche clataque de los Chouans; que, por todos lados, algo se moüó en las pro-fundidades. Inmediatamente se descubre, no sin asornbro y espanto, Iaexistencia de una inmensa red de voÌuntariado que, desde hacía tres ocinco aíos, se Ìrabía constituido espontáneamente y que, sin pedir nacÌaa nadie, e incluso dríndole la espalda a cualquier intrusión burocrátici,iy centraìizadora, realizaba un enorme trabajo de campo: 1no menos dcseis miÌ asociaciones de defensa del patrimonio y cuatro rnil asociacio-nes ruraÌes de cultura y entretenimiento! La regionalización se habíaproducido sola en Ìos hechos. Solo faltaba que los poÌíticos se subieranlo más pronto posible a ese moúmiento emergente y que los poderespúblicos lo enmarcaran, lo canalizaran, lo proveyeran de una verdaderapolítica de la etnología.3Ì El ario del Patrimonio es un poco como el Mayodel 68 de los provincianos y de ios campesinos. Muy poea preocupaciónpor el futuro, muy poca política verdadera de preservación y de trans-misión, pero una corrida hacia ei pasado. Los franceses partieron eseaúo, limitados solamente por la pobreza de los créditos, en busca de uncontinente en úas de disÍpación. Es el pasado 1o que se conìÌÌeÌÍìora, Lrnpasado que la derecha en el gobierno descubrió un poco por casualidady que la izquierda va a heredar, un aio más tarde.

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Pierre Nora en Les lìeux de mémoìre

Retomemos el cÕnjunto der fenómeno, que consiste en er pasaJe de rohÍstórÌco a lo rememorativo y de ro rememorativo a ro conmemõrattvo.Retomémoslo porque, detrás de la eüdencia y ra continuidad mÍsma deIa experÍencia, desemboca en una inversión radicar der significado co-mún de los términos; y ra verdadera metamorfosis de ra corimemoraciónestá al final de esa inversión.32

La historia, en er sentido en er que se la entiende espontáneamentey que e4presaba esencialmente a la nación, así como tã naõión se ex-presaba eseneia-imente a través de elra, se había vuerto, a través de laescuela y a través del tiempo, eÌ marco y el morde de nuestra memoriâcolectiva. La historia científica misma, tar como se constituyó en insti-tutriz de la'ación, consistía en Ìa rectificación de esa tradiõión de me-morÍa, su enriquecimiento; pero por más ncrítica> que pretend.iera ser,no representaba más que su profundización. Su fin último consistía enurÌa identificación por flliación. Es en ese sentido que historia y memo-ria eran solo una; la historia era una memoria verificada.

Lo que hoy se llama comúnmente memoria, en er sentido en que se ha-bla de rnemoria obrera, occitaÍra, femenina, es al contrario el accèso a unaconciencia histórÌca de-una tradición difunta, la rec'peración reconstituti_va de un fenómeno deJ que estamos separados, y que interesa di_rectaÍnentea aquelÌos que se síenten sus descendientes y herederos; una tradiciónque la historia oflciar'o había sentido necesidad de considerar porque ergrupo nacional se había construido a menudo sobre su sofocación, sobresu si,Ìencio, o porque no había aflorado como tal en la historia. pero unatradición que esos grupos ahora .en vías de integración a Ia historia na-ciona-l sienten ra necesidad urgente de reco-nstitrlir con los pocos mediosdisponibles, desde ros más saÌvales hasta ros más científlcô", po.q.r.

""constitutiva de su identidad. Esa Ìnemoria es de hecho su historìa.Es esa inversión muy sencilla, pero no fácil, la que hay que subrayar

porque es ella la que está en er principio mismo de ra ctnmemoraciónpatrimonia-l; pasó por la misma inversión. El fenómeno conmemorativoera la expresión concentrada de una historia nacional, un momento in_frecuente y solemne, una forrna siernpre difícil dei regreso corectivo a rasfue'tes" una a-flrrnación simbólica de la firiación, unJopción o. t.r"rr"i^por una forma de transmÍsión, un punto de pasâje del pasado ar futuro.se disgregó. se transformó, para cada uno àe tos grupos involucrados,en el hilo diseminado en el tejido socÍaÌ que re permitiiá, en er prese'te,estableeer un cortocircuito con un pasaclo definitivamente muerto. Esoshilos diseminados están en todos y en

'ingírn rado. La conmernoració'se emaacipó de su espacio de asignación tãdicional, pero además es laépoca entera la que se voivió conrnemoradora.

EÌ propio éÉto que conoció Ia nnuerra historia>, a Io largo de ros aúossetenta' expresa craramente er mecarrismo y permite prãcrsarro. Éxltoaparentenlente sorprendente, si se piensa en Ìa sofisticãción de ios pro-

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La era de la conrnenzoración

cedimientos, la lejanía de los sujetos, la voluntad proclamada de rompercon el recitativo del calendario de eventos y la biografía de los actores.Sin duda la subversión de la historia política y nacional clásica a la cualse habían librado en círculo universitario cerrado los hiàtoriadores quese identiflcaban con los Ánnales, sobre todo los de la segunda y tercerageneración,33 sígnifieaba ya una abertura a la memoria y una forma deyuelco de lo histórico hacia lo memorial; pero una abertura y un r,rrelcomuy poco conscientes de sus implicaciones y de sus salidas. 6Qué es loque había entonces comenzado a fascinar al público en el análisis de loscatastros medieva-Ìes o en eI establecimiento de las curvas demográficasdel siglo xrnt? Puede haber a-llí muchas cosas: la operación histórica de

romper la hegemoneidad del tiempo histórico hasta Ia desarticulaciónde las ldentidades temporales clásicas.3a E1 pasado no libra sus secretosespontáneamente. Es detrás de la evidencia de los hechos. detrás de losdiscursos y los gestos de los actores, más allá de los documentos en que

se expresan que se ponen a hablar los <silencios de Ia historia>, comc'decía Michelet; en eI anonimato de los grandes números, en lo irrefuta'ble de la estadística, el peso de la larga duración, las imposiciones de las;

estructuras. Pero al flnal, eI súbito esplendor de una presencia irrecr-t-'sable, el conejo surgido de la gaìera. Operación taumatúrgica qr-re, de Ìei

inmensa sobredeterminación del tiempo, de Ia cadena de las ucausasr 1'de las nconsecuencias>, saca un objeto nuevo y elocuente para nosotros.Como Pierre Goubert, que pasó diez aúos contabilizando los bautismot;y los decesos en Ìos registros parroquiales de Beauvaisis, pero para ter-minar en esa frase sobrecogedora del primer libro exitoso de la nueri:rhistorÍa, Louis xN et uíngt míllíons de Françai"s. oEn 1966, la esperanzzrde vida en eÌ momento del nacimiento se acerca o superâ los setentiLaúos. En 1661, l,llegaba acaso a los veinticinco aÍos? Esas cifras bruta'Ies significan qlle en aquel tiempo, así como el cementerÍo estaba en elcentro del pueblo, Ia muerte estaba en el centro de la úda.> El escenarirrde Versalles dio repentinamente un giro de ciento ochenta grados. 4Otrt>ataque? El de Georges Duby, graÍì iniciado en las estructuras de lar;sociedades, economías y mentalidades irredievales. con Bouuines, best-,sellerde 1973:,,En 1214 eI 27 de julio caíaun domingo. El domingo esel día del Seúor. Debe estar dedicado a é1. Conocí campesinos que aúntembÌabal un poco cuando el maÌ tiempo 1os obligaba a cosechar urrdomingo: isentían sobre eÌÌos Ia cólera del cielo!,. En deflnitiva, tuv:que estallar a plena luz el potenciaÌ corememorativo de austeros trabajospara que el público descubra en ellos una percepción nueva del pasadty una escritura original de la iristoria: Ììlientras, la opinión pública sepercataba de los estragos provocados en la ensefr.anza primaria y seclÌr: -

daria por la aplicación brutal de sus métodos y de su espíritu, y Ìos iris,-toriadores, por su lado, se volvían ellos rnisrnos conscientes, de rebotr:,de la especificÍdad laistórica de los problemas de memoria.ss

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Pìerre Noru en Les Ìieux de mém.oire

Está claro. Del mismo modo que lo que diferenciaba al historiador<nrlevo> del uvieio" no era Ia materia, sino la actitud existencial frente alpasado, la tra'quila seguridad de una continuidad paÍa uno, la certezapara el otro de un corte radical y de los obstáculos a iuper., para abolir-lo, también la frontera que separa lo memorial de lo histórico -uÌl me-morial a su vez fuertemente fabricador de historia- se basa, imparpabley sin embargo bie4 precisa, solo en er sentimiento de una amputàciónde una parte de sí indispensabre para la conciencia de sí misnio. Es enesta frontera que Francia dio un giro en pocos aíos, entre lgzS y 19g0,para hundirse cada vez más en el país de la memoria, mediante un re-paso siempre más activo de su identidad consuetudinaria, aI ritmo deun cambio perpetuo que revela, en cada momento, según quién se es,según dónde se está, r-rna nueva figura del pasado. Lo riral, io nacional,lo revolucionario fueron seguramente cambios decisivos. pero están le-jos de haber agotado su propio recorrido, y soro fueron ros primeros.

Desde entonces la frontera de Ia conmemoración se voúó muy del_gada, móvil y, sin embargo, nítida; a veces se sabe dónde empier", p.rono tanto dónde termina. Nada menos conmemorativo, por ejèmplo, quela fotograÍía aérea, técnica de arta precisión. eero 2,qué pása ãuando,debajo de lo que se creía un desierto de llanuras y boÀques, aparece enel norte hace más de veinte aíos la red más densa de grao;a" galorro-manas que casi confiere existencia a <<nuestros ancestros los Galoo?a,El Dictíonnaire biographíque du mouuement ouurier de Jean Maitron,(ana-lizado en les lteux de mémoíre, t. m, Les France, vol. nr, <Les üesouvrières>) âcaso no se convirtió enel equivalente exacto de los mo-numentos a los muertos? cuando Le Roy La{urie sale en busca de losirresucitables campesÍnos de Langugdoc, ael simple denorninativo nosustrae acaso a esos carnpesinos, más para el lector que para el autor,al estudio de una región entre otras para convertirlos en loÀ actores anó-nimos de un gran personaje histórico que sí nos importa, el gran cÍclomalthusiano que agobió a la campana francesa con Ia peste ttelrr crran-do se iniciaba el siglo xvIII?36 El museo de Artes y Tradiciones popularesno tiene pala sus conservadores nada particulaÍmente conmemórativo,pero cuando, frente a la reconstitución de la sala común de una granjade Aubrac de hacé un síglo, corl su escotilón, su desaguadero y ús ta_baqueras, un joven escritor de veintiún anos, Hervé Gúibert, r. deti.tre<deslumbrado, como en la frontera del pasado>, aÌ constatar delalte deoesa rzerdadera máquina de remontar el tiempo> que <<ninguna fotografía,ni estereoscopía, o aun holografía, podría dar esa sensación tan iuertede aspiración aÌ pasadoo,3T eno se está en plena conmernoración? La ex-celente biograÍa que Jean Laeouture le dedicó a De Gaulle no tenía, queyo sepa. ninguna intención conmemoratirra, a-Ì contrario. pero resultaque pa-ra un joven historiador, que a su vez se interesó por Richelieu,<vale diez cruces de Lorena en graÍrito>, a tal punto lo que ie r-ecuerda de

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La era de /a conmemoracìón

su propia cultura política tiene <da eflcacia de un monumento conmemo-rativo verdaderamente eficazr.38 Y }a boga del propio género biogriíflco,eno participa eminentemente del espíritu conmemorativo de la época?Sospechosa se ha vuelto la conmemoración imperativa y colectiva, peroinesperada la conmemoración indiüdual y espontáLnea, cualdo lo con-memorativo de uno ya no es Io conmemorativo del otro.

Ese impulso de conmemoración memorial, surgido de las profundi-dades de la sociedad civil -ese término de época- que no ha dejadode acelerarse y ampliarse, es el que Ia izquierda tuvo que marejal, encondiciones contradictorias.

Porque el regreso de la izquierda al poder tuvo en sí una signiflcaciónaltamente conmemoratlva. No solo porque, como dice eI nuevo presidentede Ia RepúbÌica en medio del alborozo de su entronizacíón el 21 de mayode 1981, <dercera etapa de un largo camirrar, después del Frente popular,después de la Liberación, la mayoría política de los fralceses, democrá-ticamente expresada, acaba de identificaÌse con su mayoría socia-b. Sinoporque, en Francia, la conmemoración es de izquierda, al punto de hacerapaÍecer a las conmemoraciones de derecha como contra-conmemoracio-nes. Es una ocpresión laica, ligada â la tradición de las Luces, de la Revo-Iución y de la república, cuyo prirner gesto en IB80 fue Ia instauración deÌa fiesta nacional en su doble significación, toma de la Bastilla y fiesta dela Federación. En Inglaterra, donde la monarquía aún pervive, Ias fi.estascÍr,'iles son poco numerosas, el trÍcentenario de Ìa <Gloriosa Revolución>en 1988, y el Bili oJ Ríghts , fueron poco ceÌebrados y, hecho muy signiflca-tivo, no hay fiesta nacional propiamente dicha. En Estados Unidos, dondeel acceso a la modernidad política y democrática no tuvo qr,re reaÌizarsecontra un orden monárquico y religioso, las grandes fiestas de fundaciónse desarrolÌaron en un marco en el que sociólogos e historiadores contem-poráneos reconocieron una verdadera..religión cÍúlr.3e En Francia, los ri-tuales monárquicos

-consagración o coronación, entradas reales, fune-

rales, lits de justtce- no pertenecen al ámbito de la conmerrioración, quema.rca por el contrario la ruptura con la monarquía de derecho divino.aoEs lo que le dio dimensión emblemática a Ìa visita inaugural de FrançoisMitterrand al Panteón, ese mismo 2l de mayo, que envuelve Ìa décadahasta converti-rla en el pasaje obiigado de cr-ralquier retrospectiva.*r Másallá mismo de Ia ceremonia, más allá de la elección del lugar, cargado desentido, y de1 rearraìgo a-flrmado en una versión de la itistoria nacional,hubo a-llí, en un fervor que no conoció ninguno de los compromisos delBicentenario, como una conmemoración de la conmernoración. La reü-talÌzación de la conmemoración nacional quedó como uno de los deseosy una de las preocupaciones del poder.a2 Pero alte su anemiâ evidente,el Estado tuvo que recuperar, favorecer y entrralcar eI nr-terro empuje delaicización conmemorativa al que, por más profundamente alejado delautoritarismo que estuüera, su ideología le ordenaba adaptarse.

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l)ìrt'rc Nora en Les /ieul de ntíntoire

Ese empuje se expresó en la ecÌosión patrimonial que culminó en lairrversión de la noción.43 como la conmemoración clásica sobre la cere-rnonia, el patrimonio se había cristalizado, desde hacía un siglo y medio,t:n cl nmonumento histórico>, testimonio irrecusable de un pasado su-pcrado y amenazado que la colectividad nacional reconocÍa y designabarrsí c:omo representativo de su identidad. Porque, para emplear la expre-sl(irr cle Paui León, dÌrector de Bellas artes al térmlno de lã prÍmera gue-r r;ì, <en s',-t imagen se reÍlejan los rasgos eternos de Francia>.aa El interésrrr.ionaÌ, sobre el cual se basaba la iey de 1887, el interés público aÌ.rrrÌ s(: r-efiere Ia Ìey de 1913 justiflcaban entonces procedimiento auto-r llrrrlos qr-re daban al trstado el derecho de inìponer tanto a los comunas('onlo :ì los propietarios privados su política y su ley. El patrimonio erarrua fonna de apropiación coiectiva, completada en Ig2T por la inscrip-r:ión en eI inventario suplementario, destinado a asegurar la conserva-ción de aqueÌIos edificios que, juzgados como de interés secundario, nor:ritraÌ:an en eÌ campo de 1a clasiflcación. Mal que bien, el sistema selrabía rnantenido hasta flnes de los aÍos setenta, al ritmo senatorial deor-:hcnta clasificaciones anua-les y de un centenar de inscripciones en elirrvr:ntar-io. L.uego, bruscaÍnente, por secciones enieras, entraron en eldominio patrimonial categorías de objetos de los campos estéticos o cu1-turales obsolescentes en riesgo de desaparición por la transformaciónindustria-l y ia ordenación del espacio. Ei propio Malrar.rx había abiertoeI camino al imponer a la administración reticente la arquitectura delprimer siglo XX. Y Jean-PhÍlippe Lecat, aÌ inaugurar campaúas temáti-cas, cuyos primeros beneficiarios fi-rertin, en una atención renovada porlos ediflcios de cuÌto. Ios órganos y las sinagogas de los siglos x\rII y XD{.Luego fue bruscamente, después del patrimonio etnológico V campesi_no. eÌ conjunto deÌ patrímonio industrìa_Ì y urbano. Finalnente, toda laarquitectura del siglo xIX, tras el holocausto de los F{alles de BaÌtard en1970, comenzaLra su repunte espectacr-rlar;aS se traducía diez artos mástarde por Ia apertura clel museo de Orsay. La destrucción del marco devicla tradicional acelerada por la industriatización traía la defensa deÌos sitios naturaies al rnismo tiempo que ì-rnâ refle><ión nueva sobre lanoción misma de <.pâÍsajo. y para_lelamente, se convertían en actores ysocios del patrimonio las colectividades locales, los particulares reagru-pados en asociaciones cada vez más actÍvas y numerosas de carácternacional. departamental o profesiona-l. desde los sitios y Monumentosantiguos de la Ardèche hasta la Ajecta. constituida por la defensa delpatrimonio ferroviario, o la Federación de cultura ryÌarítima de Douarne-nez. Descentralización de por medio, la institución de los Monumentoshistóricos. desbordada, se desentendíó de una parte de la inscripciónen el inventaÍio en los prefectos regionales, a quienes se adscribió Iacreación en l9B4 de las comisiones regionaÌes del patrimonio hÍstórÍcoy arqueológico (Corephae). Br1 perjuicio de .esos Girondinos de corazón,,

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La era de /o- cannzetnarnción

como Bruno Foucart, que <se empecinaban en creer que la memoria deun país, sus monumentos históricos son responsabilidad de la nación>,aGla clasificación se multiplicaba en seguida por dos, Ìas inscripcÍones pordiez. El verdadero cambio no está sin embargo en la descentralizaciónde la decisión. Está en el hecho de que ia continuidad dei Estado, deMa-lraux a Lang, oculta el abandono progresivo de la iniciativa del Es-tado, cuyos decretos de clasiflcación se deciden en su mayoría en Iaurgencia de la amenazabajo la presión de Ia opinión: ejemplo, el hoteldel Norte, en el quai de Jemmapes, totalmente carente de interés "histó-rico o artístico, llos dos criterios de Ia ley de 1913) puesto que la famosapelícula del mismo nombre había sido fllmada en un estudio, pero cuyafachada fue recientemente clasificada debido a la arremetida de las aso-ciaciones barriales y de fanáticos de Marcel Carné.

De los <cincuenta monumentos para mil aíos> al modo de Malrar-rx,ampliados a los <mil monumentos para cincuenta arios> del prograrrraDuhamel, nos habíamos quedado en la edad del monumento históricosegún Guizot.aT Del mÍnuto en que se pâsa del valor histórico aÌ valor deantigüedad, todo cambia. CornpáLrese, por ejemplo, para medir el cami-no recorrido, Ias cuatro primeras cÌasificaciones que Mérimée proponíahace ciento cincuenta aíos y 1as cuatro que âmrnciaba orgullosarÌenteJack Lalg en Chambord el 6 de septiembre de 1988, cuando, para co-locar su regreso tras la cohabitación bajo el signo del patrirrronio que lehabíarr reprochado haber descuidado duralte su prirner reino, invitabaa <<reÍlexionar en voz alta sobre la ampliación de la noción de patrirnonioculturalu. Por un lado, la abadía de Silvacane, las murallas de Aigues-Mortes, ei palacio Jacques-Ceur en Bourges, el puente del río Gard.Por el otro, uno de los primeros daguerrotipos de Notre-Darne antes dela restauración de Viollet-le-Duc, un pesebre provenzal del siglo Xtx, lacolección extremo-orientai de Alexandra David-Neel en Digne, el rnár-rnol del caJé del Croissant en eI que Jaurès bebió su últirno cafecito.Los criterios de selección sobre los cuafes se basaba la idea patrimoniaÌhan perdido toda su pertinencia. Lo çatrimonializableo se ha vueltoinfinito, y

-patrimonio real contra patrimonio Ìegal- el horno comúny silvestre o eI lavadero del pueblo se han hecho acreedores del nlisnloa-rdor defensivo que trna obra de arte nacional. El objeto patrimonial hacambiado de naturaleza y hasta de estatuto. Se ha transformado en unobjeto de mLÌseo, de uno de esos miles de pequeúos ÌTluseos de cam-paúa que han proliferado precisarrrente desde hace diez aflos, rnuseosde la castana, del vidrio o deÌ zueco, y que se denominan a sí raismosde <cirrilización", de <sociedadu. de nidentidad, o de <rremoria".4s Entreellos y el patrimonio llamado de "tercer tipo>, ya no hay ninguna dife-rencia, pues ambos ilustran Ia misma transmutación: el patrimonio yano es representatirro de una ideirtidad colectiva de conjunto, del cuerposocÍaÌ en su totalidad, sino que de ahora en adelante está conformado

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Pìerre Noru en Les lieux de mértoire

por una identidad sectorÍa-I, una categoría socia-l percibida soro bajo radimensión curtura-r.4e Es tarea de h a&ninistración er adaptarse con losmedios a su arcarceso a-r pasaje del patrimonio de la edad históricá, p*"el cual estaba hecha, a su edad memorial.Es precisamente para ro que el ministro y ra Dirección dei patrimonioesperaban que sirviera la noción de <<lugar de memoria>, tánraJ. po,esta obra y pescada al r,r.relo por Jack lãng en el momento d,el alfairedel Fouquet's.s'1 pero una de ãos' o se traãba d" ;-;;;;rËir"ï.o ,<monumento histórico', que permitiera cubrir una cantidadde edificios

Jnenores, de un interés arquitectónico muchas veces nulo, pãro ."tr"-chamente asociados a un personaje famoso, a un movimiento artísticoo cultural, a un acontecimiento histórico, todos edificios que *.r"rr."veces solo se podían inscribir mediante un desvÍo de la ley a" ìõrs, vesa aplicación solo se hacía a costa que de una reducción, de un mat_entendido e incruso de un contras.rriido sobre ra noció^, "oyoït.re"heurístico era inmateriarizar er ulugarr, y volverlo instrumento simbólico.o bien se trataba de que una comisión de expertos desigïìase los <cien

lugares>, materiaÌes o no, en los que se encarnaría a finãs de ese siglo,Ìa identidad de Fra'cia; y se vorviã a caer en ra imposibre serección, au-toritaÌia, arbitraria y-Jorzosamente partidaria en que er cuerpo nacionalno podía hacer otra óosa que negaÍse a reconocerse por entero. calrejónsin salida entonces; pero experiencia rímite cuyo interés era eüdenciarIa a'tinomia de fondo entre la conmemoración áe tipo ,""iÀrrJ vì, "orr-mernoración de tipo patrimonial; y de modo más general, f" ú"iàn"i.que separaba ra historia nâcionalce ro que se laãabã 0."J"-"é. *o-mento la memoria nacionaì. ,\,

;

3, EI mawento-memorìa

Pues la idea misma de una memoria nacional es un fenóme'o reciente.Había una vez una historia nacional y memorias de grupos, de ca_rácter privado. una hÍstoria marcadamerite mitológiea eúu^estructuray en su función, unitaria, aunque con diúsiones en cada uno de suselementos- internos, principalmeirte dispensada por la escuela; un vastorecitativo bastante homogéneo en sus marcos, su cronología, sus pun_tos de pasaje obligados, sus-flguras consagradas, su3erar{uí" à. J"orr_tecimientos para permitir, desde primaÍia"a la ensedanza^ú;r;, ."el interior de ias sucesiones bien establecidas, er ir y venir de ia versióncie'tíflca a ia versión eiementa-I, y la irnpregnación del conlu'to en ertejido social; una historia forjada contrala ànseúanza rehgása, y con-vertida ella rnisma, con flnes ciüres y cíücos, en una historiã santá; unagesta cuya progresión, de vercingétorix al Imperio coronial y a la Énse-

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La era de Ìa cotztnetnoraciótz

íanza laica y obligatoria de Jules Ferry, parecía eIIa misma adaptada alas necesidades de proyección y de identi.flcación de una edad miiológicadel desarrollo individual.s2 Y, por otra parte, memorias particular.es,sges decir experiencias mudas de la historia, transmitidas por la famitia yel medio, heehas de referentes individuales y de hábitos comunitarios,ligadas a tradiciones locales, regiona-Ìes, religiosas, profesionales v con-suetudinarias; memorias de aprendizaje individual y de proximiaáa. Bssobre ese doble registro que se había constituido la identidad coÌectivade la nación. AI Estado le correspondía asegurar el equiiibrio del conjun-to y lograr que todos acepten su política y sus 1eyes; y a ros indiüduosnegociã las modalidades de su adhesión y el grado de su comprornisocon ese credo colectivo y fundador del vínculo socia_]. Es ese doble regls,tro el que se deshizo en su estabilidad organizacional.

El desmoronamiento de la historia como mito portador del destinonacional se operó en etapas sÌrcesivas, a lo largo del siglo, bajo el efectode las guerras cuya salida minó tres veces un elementúentrãL Ig 1g, taEuropa devastada; 1945, la falsa victoria: 1g62, el fin de la proyecciónmundia-I. Pero también es fruto, sobre todo, de Ìa disociación progresivade las dos nociones clave

-nación y ciürización-, que ias iuõs na-bían asociado estrechamente, cuya sutura reaJizó la Rèvolución y que seechó raíces con la pedagogía republicana. De la unión de esas aãsìoeascentra-les se desprendía un sÍlogismo bastante simple, pero de un formi-dabie poder dinámÍco: la marcha de la humanidad haóra ei progreso seopera por Ìa conquista de la razón; ahora bien, el agente históricã de eseprogreso de Ia razón es el Estado nacional, cuyo ejemplo por excelenciaes la historia de ia Francia revolucionaria; por Ìo tanto, Ia historia deFrancia es Ia de la razón en marcha. Es sobre ese si,logisrno Íntegradoa la conciencia nacional que se basaba el universalisáo francési unaelección fundada en la racionalidad, un principio generalizable encar-nado en una aventura nacional particular, un ejempÌo exportable quese deshacía de las peripecÍas de una novela familiar. La iretrorrersión delsistema tradicional de la identidad francesa, tantas veces denunciacÌa,suponía como contraparte una capacidad de extraversión mundial. Lahistoria de Francia soio le pertenecía â Francia. Es por eso que la des-titución del mÍto nacional fralcés no viene solo de Ias divisiones inter-nas, nacidas de la primera guerra mundial, agravadas por Ìa segunday prolongadas por la guerra fría y las guerras colonia,Ìes. Bs tarìbiénproducto del fin de Ia hegernonía europea sobre eÌ muredo y del mono-polio que implicaba de la idea misma de ciülización. Francia renunciómás fáciÌmente aì poder que a Ìa idea de su misión y de su vocación. DeGauIIe y los comunistas, cada uno a su manera, encarnaron desptrésde la guerra una versión extrema; la desaparición de ambos, a *êdrr,"-dos de los anos setenta, provocó una primera, fuerte y dobte desilusión.El proyecto socialista qltiso reavivar Ia utopía: combinando, además,

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Pierre Not.a en Les |ìeux de méntoìre

elementos centrales de ras dos fórmuras a-rÌteriores, er marxismo y ragrandeza nacionar; pero ia izquierda lregó poríticam.trt. "r

poà., "ì..oolujelJota i{eológica ya estaba prácticãmente consumada. Ei replieguedefinÍtivo der socialismo como complejo iromogéneo, en 1g83, marcasin duda un momento capita-', eÌ fln Lltimo dã un proyecto nacionalincorporado. Los tres desarrolros ideológico-poríücos quá

". uÍr**o'desde entonces no hacen más que subrãyar sÌr agotâmiento: eì avarcedel-Front national y su crispación nacionâihria y arcaizante, el,ava'ceecoÌogista y su transferencia de ra cuitura a ra naiuraleza, el avarrce uae-rechos-der-hombrista>, en aÌgún momento encarnada por sos Racisme,y la acusación que se le hacíã de haber transformado Ë,ro_reta ,rãcjor.urcolor de rosa en novela negra.sa Tres formas deflnidas de perversún dela identidad histórica tradicionar: por retracción, por airr"ú", pãì ur"todestrucción Bn eso estamos. y eì poco probabre que ra idea europea,cu;rlquiera sea ra forma de su concreción, pueda tomar el relevo de esaidentidad histórica quebrantada

EÌ advenímiento de una memoria nacionar e'lugar de una hìstorianacional está ligado a la extenuación de ese proyecto nacionar hÍstóri-camente incorporado- supone, en eÌ momento en que se descubrÀn iasvirtudes de Ìa nación según Renan,ss la disociación definitiva de ros doselementos sobre cuya sõlidarrdad estaba fundada ra definición renania-na: la nación como herencia y la nación como proyecto, <<haber hechograndes cosas juntos>, <<querer hacer másr, er culto de ros cementerÍosy eI plebiscito de todos ros días. Ese voruretarismo heroico y sacrificÍarsubía de ras profundirlades de ra derrota y de Ìa humirÌacióh nacionares,desembocaba en la Reva'cha, 'a

coiiquista coÌoniar y er Estado fuerte.A Ìa b.ora de Ìas solidarÌdades trasnacio'ar.; e mrr-ui.i;t.", ;;'or"la urge'cia no es la autoperpetuació,,de Ìa nació' en la idea ;;.;;**hacerse de sí misma. sino su participación reai en las decisiones queia conciernen y que la comprometen, no se lo resucitará por peticionesde princÍpio' La nación de Renan está mr-rerta y no vorverá. No voìveráporque la disolución del *rito nacional, que vincuraba estrechamente elfuturo co' eÌ pasado, tuvo corno efecto cási rnecánico Ia auto'om izaciónde ambas instancias: ra del futuro. de-ruelto por entero a su impreúsibi-lidad y nuevamente obsesionante; la der paËaoo, despojado a. r. .ãrr.-rencia organizadora de una historia y. ai mismo tieúpà, tra'sformadoen patrirnonial. No volverá porque er ierevo cxe ro míücà por ro 'reáorialsupone una mutación profu'da: eÌ pasaje ce r-rna concienciâ históricade ìa nación a una conciencia sociar. por ro tarrto de una historia activaa una historia adquirida. Er pasado ya no es Ìa garantía aet ruturo: alies.tá Ìa razón principal de la prorrro"iór, de la rnemoria como agente di_nárnico y única promesa de Iã continuiclad.

. , La solidaridad del pasado con el futuro fue sustituida por la solida_ridad del presente con la rrremoria. pero un presente que queda atado a

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La erc de /a contnetnoradón

la obligación del recuerdo por la mirada anticipadora a la cual estamoscondenados. cuanto más impregnada estaba la sociedad del sentimien-to de la historia, más se desarrolió Ìa percepción general der cambio, másse impuso la incertidumbre deÌ futuro aI mismo tiempo que los mediosde prever sus imposiciones, y más se desarroÌraron corierativamente,por un lado las instituciones de preüsÍón y las políticas de planificación,por el otro las instituciones de preservación y las poÌíticas de conserya-ción.56 Los dos movimientos se han dado a ra par, y los avances de Iomemorial fueron sincrónicamente paralelos a los pasajes acelerados deuna forma de conciencia histórica a una forma de contiencia social: enIa crisis de los aflos treinta reunieron a los economistas, clemógrafose historiadores más ilnovadores en el seno de equipos e institucionesemparentadas que.iban a reencontrarse después de Ìa guerra entre elINSEE, eI rNED y Ia École des Hautes Études; la moda de Ë planiflcacÍóna Ia fralcesa correspondió, en el momento clave de los anôs sesenta, aÌa irrupción públÍca de la nueva historia; y Ìos hermosos afros de la fut*-rología coincidÍeron con er despegue del apego patrimonial. El presente,que una conciencia puramente histórica de la nación voÌúa diáfano,trânsmisoÍ y, en el sentido fuerte de Ìa palabra, pasajero, se convirtióen la categoría pesada que la opresión der futuro outigá

" cargar co,' unpasado totalizado. Bs a la emergencia de ese presente histoiizado quese debe la emergencia correlativa de la <identidad>. La paÌabra, en elantiguo régimen de la conciencia nacionâI, no tenía otro uso más queadmÍnistrativo o policia-I. Adquiere su centralidad interrogativa solo enel registro de incertidurrrbre en que se inscribe y a_l que a"p*r."". Franciacomo çersonan requería su historia. Francia como identiclad no se pre-para un futuro sino en el desciframiento de su memoria.

Identidad. memoria, patrimonio: las tres palabras clave de la con-ciencia contemporánea, las tres caras del nuevo continente cultura.Tres palabras vecinas, f,uertemente connotadas, cargadas de sentidosmúltiples que se convoca-n y apoyan unos a otros. Identidad remite auna singularidad que se elige, una especiflcidad que se asume, unapermanencia que se reconoce, una solidarÍdad hacia sí misma que se ,

pone a prueba. Memoria signiflcâ a 7a vez recuerdos, tradiciones, cos-tumbres, hábitos, Lrsos, y cubre un cafirpo qÌre va de lo co'sciente a Ìoinconsciente a raedias. y patrimonio pasó directamente del bien que seposee por herencia al bien que nos constituye. Tres palabras converti-das en circulares, casi sinónimos, y cÌrya asociación dibuja una nuevaconflguración interna, otra forma de economía de lo que precisamentese nos hizo imposible llamar de otro modo que .identidadn.

Había entonces una vez una historia nacionar y memorias particura-res; hay hoy una memoria naciona-r, pero cuyâ unidad está trecira de unareivindicación patrimonial dividida, en permanente desmultiplicación ybúsqueda de cohesión. por un lado. ese álbum familiar descutierto des-

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Pierre Nora en Les !ìeux de mémoire

de hace treinta aúos con enternecimiento y enriquecido con todos ÌoshalÌazgos del desván' inmenso repertorio aeiechas, ae imagÀnes,ìe tex-tos, de flguras, de intrigas, de palabras y hasta de valores,"ampliamenteintegrado al consenso ideorógico y político, y cuyo poder antes mítico sevolü_ó mitología familiar, por la cual u

"r, ,o., se interesan los historiado_

res.s7_Por otro, grupos para los cuales la <<memoria>, es decir, de hecho,repitámoslo, ra recuperación de su historia, juega rores muy diferentes,pero siempre constitutivos de su <identidad>, es* dect, ae rrecrro, or. .r,existencia. Para unos, puede tratarse de reconstituir un tejldo socia_rdesgarrado. Para otros, fortalecer un sentimiento nacionaÌ en el espíritutradicional de una ciudada'ía amenazada. para otros ui.tr, "rrrìqira".,ese sentimiento nacionar con fragmentos de historia reprimido. o tipo"de historia margina-rizados. Los usos sociales de ia memoria son tandiversos y variados como las lógicas identitaÌias. pero Ìos mecanismos

de ese recurso así como ros mõtivos de su sacrar izacíón son siemprelos mismos: la confrontación de ros grupos en incesante cambio, en elfo'do consolidado en incesante reaõtivãción. Esta confrontación es amenudo polémica y conÍlictiva, como lo podría mostrar, .r. p*,1.J"r, f"memoria judía. siempre más o merÌos contestataria. Es una exigenciade reconocimiento que hace de la memoria no un acervo deflnitivo, unrepertorio cerrado, sino --Ëabiéndose ra memoria de'nos convertido enla memoria de todos- un campo de fuerzas e' perpetua eraboración yen constante reajuste.

La memoria nacional supone ra desintegración der marco propiarnen-te histórico de la nación. supone ra saÌÍdjlãe los sectores y oè ra's-Àooa-lidades de su transrnisión tradicionar, l"ddesacrarización â.

"rr" rugares

de iniciación privilegiados, escuera, familia, muïeo, *on"ãoriã,' Jloo".-borde en el espacio púbrico der conjunte que res correspondía aominis-trar y su recuperación mediante relevos mediáticos y turísticos. iã ""-ción histórica conflaba a lugares precisos, a medios déterminados, fechasfijas, monumentos cÌasifi.cado", cè.e*onias rituâìizadas al cuidado de surelato, la preocupación por su mantenimiento, er espectáculo de su actua-

ción, el momento de su conmemoración. compendiába así ra presencia delpasado en un sistema concentrado d.e representacio'es y se dìsinteresabadel resto. La nación memoriaÌ hace lo inverso. ocupó tóoo el espacio consu ide'tidad virtual, dupricó toda ras cosas presentes con una dirnensiónde Ìo anterior. Lo que se percibía como inocàtemente desplegado sobre eleje 'lelespacio es aprehendido de ahora en adera'te sobre el eje der tiempo.Es el despertar de las piedras y de los muros, la animación de los sitios,larevitalización de los paisajes. Lo imprícito aÌrora requiere Ìo expiícito, Ioprivado tiende a vorverse púbrico y ro sagrado se laicüa, ro ro"iJg" .,,inscripción en el registro de Ìo nacional. Íodo tiene su historia, todo tienederecho a tenerÌa. Al converttse en la historia de Francia,s8 y más aúre, aelas Fra'cias, la historia de Fra'cia se disemi'ó prodigiosamãnte. De'à ser

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La era de Ìa conntemora.cìótz

.<nadig, pasó a estar personaÌizada; y no se capta su <<a_lrna'>, para retomarotra vez a MicheÌet, sino en la relación indiúduaÌ con el objeto en que depo-sitó su traza. Nli está sin duda la razón del eco que encontró la expresión.dugar de memoria>, en la alianza aparentemente contrâdìctoria entre lasdos palabras, de las cuales una aproxima y ìa otra aÌeja. Al autorizar la re-unión de objetos de naturaleza muy diferente, permite, en la disgregación,la recomposición de lo nacional disgregado. Es Io que justÌ-flca quìzá la am-bición de estos tres volúmenes de múltiples voces y de los cuatro que losprecedieron: constituir, en la cadena prácticamente continua de las histo-rias de Francia, un momento de la mirada de los franceses sobre FralcÍa.

Este momento corresponde al pasaje del reino de la memoria res-tringida al de la memoria generalizada. Reino que se afirmó por avancesprogresÍvos, luego por empujes fulgurantes. Está lejos, muy lejos toda-vía de asegurar su imperio y ocupa-r todo su territorio. La avaÌancha noterminó aún de arrastrarnos pero, sin embargo, podemos entrever sufinal y prever su saÌida. Ei lecho de la memoria no es extensible indefini-damente. Bn el enorme deslizamiento de terreno en el que Francia hoypierde pie, la reanudación a través de lo memorial es una renovación decontinuidad. Basta que se estabilice la recomposición en curso, que seacabe el cambio, para que el llamado incoercible deje de tener eco. Pre-guntarse qué hubieral sido esos lugares de la memoria nacionaÌ hacecincuenta o cien aíos, qué serán en el siglo próximo, rÌna vez superadoel milenio, no es sino un engaío, un ejercicio escolar o mental. Su es-tablecimiento solo tiene sentido hoy. Cuando otra forma de estar juntosse instale, cuando termine de fi.jarse Ìa fi.gura de 1o que ya no se Ìlamarámás la identidad, habrá desaparecido la necesÍdad de exhumar los re-ferentes y explorar los lugares. Habrá quedado defi.nitivamente cerradala era de la conmemoración. La tiranía de Ia memoria no habrá duradomás que un tiempo, pero era el nuestro.

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l'irrrr: Nora e17 Les /ìeux de nénrcìre

N O 1'A S

I lLste texto se ha alimentado de las participaciones e interveÍÌciones realizadas ennriseminarioderaÉcoledesHauteóÉtudêsenSciencessociales, i99r-r992,quehabía dedicado intencionalmente a Ia conmemoración en la Francia c;"t.r"po.a-nea. En particular las de Thierry Gãsnier (sobre la Delegactón a las celebracionesÌ)acionales, con Élisabeth pauly, que ia dirige), de phÍlipfre Rayrraud tcuya "tÀccionnlagistral,, en el concurso de âgregación en cienciâ politica tiataba sobre.la con-nletnoración) y Laurent TÌreis {soÌrre el tricentenario de la revocación del edicto deNiìntes y eÌ Miienario capeto). Les expreso aquí mi âgradecimiento.(lonsiderando la amplitud y diversidact de cada r-rno cle los temas abordados, así.omo el carácter general y concluyente que este texto tenÍa que mantener, lasnotas Jr referencias bÍbtiográ-ficas están reducidâs al mínirno.:l ()1. cr-Ì particulaÌ, en esta obra, pascaÌ ory, <úe centenaire de Ìa Révolution françai-sc,, t. l, La Répubtique; del mismo autor, ..Le cinquantenaiÍe ou comment s.enrìóbarrasser>, en La Légende de Ia Réuolutíon au xx" siècle, bajo la dirección de,lean'claude Bonnet y philippe Roger, parís, Fìammarion, rgg8, así como unetlatton pour une mémoíre, iBBg, igsg, 1999, troís jubíIés réuolutíonnaÍres, parís,Iìresses de la FNSP, I992.orientación bibÌÍogÍá-fica sobre eÌ Bicentenario y Ias conmemoÍaciones de la Revo-lucjón en Bulletí.ntrímestríel del Institut d'histoire du temps présent (IHTp), ns 49,s( licmbre de 1992.

ll (ll.Jean-Pierre Rioux, ,!A prÕpos des célébrations nationales du mai françaÍ$,\lltlgtième Siècle, reuue d'ptistoire, na 23, jÌrlio-setiembre, 19g9, pp. 49_59.4 Cf. Mona Ozouf, .<Peut-on commémorer Ìa Révolution française?i, y François Fu-ret, <La RévoÌution dans Ì'imaginaire politique françaiso, Lò Débat,'ne 26, setien-bre de 1983.

5 ver Patrick García, <François Mitterrand, chef d'État, commémorateur et citoyeno.MoÍs, na 31, junio 1992, dedicâdo a los <Gestos de una conmemoración>.6 nCe que j'ai voulu faire, entretien avec Jeaja,paul Goudo,v Olivier Saìvatori, <(Bri-coÌo-Ìes-beÌÌe--q'images> e1l ei número especial d,e Dé!-at dedicado a og9: la Comme_moration,. ne 57, noviembre-diclembre lg8g.

7 cf Jeal-Pierre RÍoux. .À propos du Bicenrenaire de la Rér,olution dans Ìa Francede i989,. La storí, della stortogroj.a europba sul[a rüsoluzíoneJrancese, RelazioniCongresso Associazione degli Storici Europei. mayo 198g. Rorãa, 1990.B Jearr-NoelJeanneney, RapportduprésÍd.entdeIaMíssÍonduBicentenaíreaupréstd,entde la Républíque sur les octiuttés de cet argani.sme et les d.lmensíons d.e tq céIebratíon, Sde marzo de 1990. París. La DocunentatioÌ'r françalse, p. l87. ver también, del mis-rno autor, .,Après coup. Réflexions d'un commónmorateuD,, Le Débat, na 57. o. cit.I Encuesta del IHTP, acompalada por <Lettres d'information, periódicas, completactapor una encuesta e'' crÌrso deÌ CNRS y de la FNSP sobre <La cornmémoration du bi-centenaiÍe de la Rérrolution fra.nçaise dans les comrì-Ìuì1es rurales françaises.>

1O Cí. en Les LíeLrx de mémoíre, t. III,,Les Fr(tnce, voì. I. <.La génération,.Ì Ì La expresión es ernpleada por pierre Larousse (1g62) soÌó en el sentido de solem-

nidad reÌigiosa. La primera edición deì Littré {1963) seiala la fleresión soìo en sucarácter adjetivo, o en el sentido de un hombre que tiene cien a,úos. En cambio,el supptément de 1877 indica que el srÌstalìti\ro masculino se ha convertido e'el signincado prepondeiante: <Aniversario aÌ cabo de cien aflos. Fiesta celebra-da pa:-a ese aniversariou. El Díctionnaíre polittque cìe Dr-rclerc y pagnerre (rg6g)rubrica llajo ,,Arniversaire, lo qlre poclría habeilo siclo Ìrajo "cãntenïio", que noíìgura. Igualn-ìenle, la Grand.e EncAclopedie de Berthelot, que, al tie,npo qr. u"-úala <el uso que se ha estebrecicÌo para celeÌ:rar de una manera especiãr er cientoaniversario de los grandes hechoso, dedica las dos coÌumnas cle nce'tenario, a losproblemas demográncos.

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Cf. Daniel Mito, <<A la recherche du siècle", I parte de Trahir te temps (hístoíre), Pa-rís, Les BelÌes Lettres, 1991.Ernest Renan, <Réponse au discours de réception de Jules ClaÌetie à I'Académiefrarrçaiso,, 21 de febrero de 1889.Cf., en particular para las conmemoraciones culturales, WiÌliam M. Johuston,Postmodernisme et Bimillénaire, Le culte des anníuersaÌres dans Ia culture contem-potaíne. París, PUF, Ì992.Cf,, después de Mona Ozouf, La Fête réaoluttonnatre, 1789-1799, París, Gallimard.I 976, Obúer Ibl , La CítoAenrìÊté enJête: céIébratíans natíanoles et integraüon polltlquedons laFrance répubLtcaíne de 1B7O à 1914, tesis de la EHESS, 1991, multigrafada.Ver, pâra esas tres Íechas, Antoine Prost, Les Anciens Combottants et la SocíétéJrançaísè, 1914-1939, París, Presses de la FNSP, I977: Christian Amalrri, <úe 14-Jtiillet>, t. I, La Républíque, Les líettx de mémoire, París, Gâllimard, 1984; MiguelRodriguez, Le l"'Moi, París, GallimaÌd-JuÌliard, col. <Archive$, 1990.Cf. Je-an-Clément Martin, ,À propos du Pyu-du-Fou>>, La France d.es aru^tées qua-tre-uingt au míroír du bicentenaíre,IHTP, <üettre d'infoÍmation", na 4, marzo lgg2.Cf. La Mémoíre des FrançaÍs. Quarante o,ns de commémoration de Ia Seconde Gue-rre mondíale, coloquio dèl tnrp, París, Éditions du CNRS, Ì988, así como CérardNamer, EatailÌes pour La mëmoire, Io commémoratíon en Fro,nce 7944-1982, Paris,SPAG/Papyrus, 1983.Cf. Lo ManiJestation, bqo ìa dirección de Pierre Fabre, ParÍs, Presses de la FSNP,1990.Apenas conciernen a Ìos ceÌ'Ìterìarios de Michelet (i8981, Victor Hugo (I902), Ed-gãÌ Suinet (I903), Lamartine (para el centenario de las MédÍtatÍons, 1920), FIau-bert y Louis Bouilhet (i921), eI tricentenario de La Fontaine (i92f), eI quincuagé-simo aniversario de la muerte de Hugo (1935) y el tricente[ario de Racine (I939).Las circulares ministeriales insÍsten en todas las razones cívicas y pedagógicas deesas decisiones. Me fueron proporcionadas por André Chervel, jeíe de servicio dehistoria de la educación del INRP.Es lo que surge cÌaramente de las ìistas de exì.losiciones reunidas para mí por AnueRoquebert, conservadora del rnuseo de Orsay. Permiten medir eI camino recorridodesde las dos primeras exposiciones <centena.rias,', la de 1889, que debia, en elespíritlr de su organzador Antonin Proust, .(hacer la demostración del brillo y de lafuerza del arte fralcés a lo largo de r:uestro siglo, (Rapport de 189I, piezajustifica-tiva ne 3, p. 124) y Ia de 1900 que, decía Roger Marx(Mo,ïtres d'hter et d'aujourd.'hui,París, 1914, p. 73) ,qpsn1"5a sobre todo a exaliar a la escuela francesa,.Ei ministro de Cuitura preglÌntó, en una guía de las celebraciones posibÌes que ha-bía encargado en 1983 a una comisión de historiadores del CNRS, si el advenimientode Hlrgo Capeto merecía ser considerado. Esta respondió que si el bautismo deCloús (496) o eI tratado de Verdírn (843) que corÌsâgra eì reparto del imperio de CaÌ-Ìonagno podían servir muy bien como punto de partida pâ.Ia Franciâ, Ìa fecha de987. eÌ1 sí misÌna sin consecuencias. era n'ìucho menos conmemorable en la medidaeD qlle correspondía al advenimiento a Ìa rea.Ìeza de una perscnalidad fantasiosa einaprensibìe. Fue el gobierno de Chirac eÌ que lalzó nuevamente la operâción.Alusión por analogía a1 eslogan..Touche pas à rnon pote" kNo le toques r-rn peÌo ami amigo") que hiciera famoso ìa asociación de lucha contra eÌ racismo <SOS Ra-cisme", \'einte aios atrás. Nota de la trâductoÍa.Respuesta a la redacción de L'Histotre, na 77, abril 1985.Ver en particular, Pascaì Ory, nQ6mms I'an qlÌarante: dix années de "retro sa-tanas'\'. Le Débat, Ììq 16, ìloviembre cle I9BI, pp. 109-1Ì7, \t L'Entre-deux-maí,hístoíre culturelle de Ia Fro'nce, mai 1968-moÍ l98l, Paris, Ed. du Seuil, 1983.pp. 1I8-L27. y de rTìauera más generaJ, HeÌlry Rousso. Le Sgndrome de VichA,1944-198..., París, Ed. du Seuil, 1987.Marcel Gauchet, ,..Totalitarisme, libéraÌisme, individua-lisrne>. ..Mots-moments,, leDébat, ns 50, mayo-agosto 1988, retomado en Les ldées en Fr(Lnce, 1945-1988,une clúonologíe, París. Gallimard, coÌ. ..Foìio iristoireo, 1989, pp. 513-521.

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27 Una.encuesta publicada por Le Figaro er 1g de enero de 1gg1 indica, efec'va-mente, que en diclembre de lg79 sõÌo eÌ l2Zo de los franceses entendía la pa_labraçatrimonio> como er conjunto.de las riquezas ;;;il""rõ;ìÀiì"ï"1ï,li i""",.-nadas con er códieo civii; en ar"i.ÀurJã. ïõaõ, .." proporción pasó al 360Á.28 Er dosler de prensã es enorm-e. sigo en parfi;Ì& eÌ reportaje de Josette Aria [en-cuesta de Frédéric Ferney),

"La cõurse àu bon vieux tèmps",, i" Nâïìài oï"urro-úeur' 6 de setiembre de lggo, confirmado enteiamente por Ìa profunda entrevistaque me concedió Jean-phiÌippe Lecat el 13 de marzo ae ISSZ,^29 En esa Jecha y con ese espiritu t"-uiá" ". iero.ro y estructuró er servicio detas Celebraciones nacionâte;, q,re ya t".rià ," b.r"g.ó g.".."r, ;qïi.;NiauriceDruon' ministro de Asuntos cuÌiuràes había apoyado en rg7B, mediante una (As_, sociation françals9 pour les célébrations naudnales", a."u".á" ã1.ïos-.1ïo.roo"para <aumentar er brino de ras ceremoniaso y.çearzar

"r pr."iigioì.ìrir.".t^".30 Movimtento blen irustrado por er éxito, por Ëi"tipro, ese aío, deÌ libro de yvonneverdier, Façons de dtre, Jaçons deJatrà. tííàì""se, Ia couturière, Ia cutsinière,París, Gallimard, I979.

3Ì Es decir, der mantenimiento de Ìa diversidad: cf, el panorama histórico de eseesf'erzo por Isac Chiva, <Le patrimoine eth.rot,ogique, l,exemple de la Franco,^ ^ E^ncgclopaedia uniuersalis, Sympostum I OOO.- p[.' ZZS _Z+t.32 Cf. el desarroÌlo de este argumento centraì en *Entre Mémoire et Histoire. La pro-^^ b-lématique des lieu.>(>, al cãmienzo de este litro.

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33 Ver Krzysztof pomian, *L'Heure Aes annafes,,- en Les IíeLLx de mémoíre, t. il, La^ . ryaryon, vol. Ì. en pa_rttculaÌ p. 424.34 Dislocamiento cronorógico âi cual varios hemos contribuido: Jacques Le Goff consu "]gÉa Edad Media,,êçtirada hasta el borde ãe la...,rotrrcìo;;ã;;ã,ï;*"-

nu.el Le Roy Ladurie con su *historla tnmóviÌ>, iiiuto ae su lección inaugura_l en elCoÌÌège de France (lgz_t), François r..uret con ,rna n.rãr""iãïìr"r"ïlJãï.1".re"<entra al. puerto en 1gg0; y yo,mlsmo, en historia contemporánea, con el análisisdeÌ papel del acontecimiento mediatizado.35 Se.puede,d€slacar, por ejemplo, el hecho de que, enFaíre de lhistoire, parís,callimard, ig7B, ni Jacques ie Goff ni yo-.*i"*à, que dirigíamos ã""

"ãl."tiuo .r,tres volúmeÌres, sentimos la necesidadãái"""iiüi, la memorla entre los (nuevosprobÌemasn, los unusvos enfoques> o tos *tlareuo" òbieto$. cinco aios más tarde,en caÍnbio, eí eI Díctíonnaíre ãe Ia Nouuelle Htsbrrei parís, R;t, f s7g-, ;; iirgí.con Jacques Revel y Roger char,tier, Jacqrres Le Goff me pidió dos *ii"ïiã" ."p.-cialmente dedicados al [ema, <Mémoire côItecüve, y.presento.36 se podría i''cluso ir -á" ]"jg9 y

"o-p"r- ãit àtarniento muy diferente del carnavalde Româns en la tesis ae tóco y en eiribro d; lgtõ;ue Ìo leva como título: un hechode historia socia-Ì rnetamorfoseãdo e'acontecúenio de memoria conmemorativa.37 Hervé Guibert. <Un Dâirimoine faritômo, te Monae, ZO de agosto de i9gO.38 CÌÌristian Jouhaud, ula galerie des hommes iú,r"tr.",. contribución a.Ì coniunto.*Quand l'hÍstorien se faiúiographeo. EsprÍt, agosio_setiemU.., f óõ2. * --"JJ

3e cr. en particurar Robert B_era..h, .La reÌqiã;;iriì;;;óãi"-u"**iíí'beurr, n" "o.

ry1avo de 1984; y con phlilip e. Hammoíd, vartettes oJ ctuir nittsi;,ã"rïiâì""_co, Harper and Row, I9g0.40 cf. A.taü'Ì Boureau, <<Les cérémonies_royales françaises entre performance juildique et. . g?m!é.lence titurgquo,. Ánnales E.S.i.. noviemËre-ãt"ie.,lbr" I991, pp. iZÈí_'iòa+.41 Cf G'res Bousquet, .François Mitterrand au panthéon' ra mort, ra nation et Ìagaucheu, French poÌÍtics-and Society, vol. X, ns i, irr.rier.ro 7992, pp.59-68: v, enLes lieux de mémotre, t. L, La Répubtique, <Le p;tú;;, il;ú;;ã,ó;;;"' "42 Como testigo, eÌ estudio encatgúo en, rggg poã-ministro de cultura y comuni_cación a laÂgencia de ingenieiía y a. co-.r'ri"úón cuÌturaÌes rtiruúË

"-oú.e ,ot

, ^ :onseplo y .la organizacion de Ìas òeremonias nacionales,.

-- --- '-"qyq! rvur r

4ó Ln ta abundante literafuÌa sobre eÌ patrtrnonio, cf. la obra más recienle V, en miopinión, más_sagaz: L,Utopte-Jrançatse, essai sui te patrtnitne,- de.r.#_ü.fraLeniaud, parís, Mengès, iSgã, con una bibliogiaÍía; cf. igualmente Dominique

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La era de Ìa connternoración

Poulot, .Õe patrimoine universer: un modère françaiso, en eì número especiar dela Reuue d'llístoire moderne et contemporaíne dedióado a pascal Ory err.i.tristotre_ _ culturelle .lt' contemporain>, ns 39, enero-marzo Ig92, pp. 29-55."44 Paul Lêon, LaVie des monumentsÍrançc:is, parís, f 95I,'p. 29.45 Para una lectura tan placentera como provechosa inteìectualmente, ver André

Fennigier, La Botaille de paris, parÍs, Gúìmard, I99l .46 Le Quotídíen de París, 12 de iylr-ode 1994. cf. iguaÌmente las Actas der coloquio dela sa.lpêtrière de noviembre de 1984, Les Monulments historiques aemarn,-üiniste-

rio de Cuìtura y Comunicación, l9g7.47 cl -qJois Riegl, ,a culture mod.erne d-es monuments. son essence et sa genèse(f903), trad. fran., París, Ed. du SeuiÌ, I994.48 cf. las Actas del coloquio <Musées et sociétés>, Murhouse-ungersheim, junro del99l (en preparació')iasí corno patrimotne etJoilie, bajo ìâ dfección de Her.',v-pie-

rre Jeudy, París, Ed. de laMaÍson des scie'óes de l'Ëomme, r990, en p"rti".rta.Krzysztof Pomian, (Musée et patrimoino,.

49 Esa transformacrón estaba_ enteramente inscripta, de hecho, en Ìa simpre perodecisiva modificación que_ Jack Lang, a su ÌÌegãda ar gobierno, aeseo ã$ortar atdecreto reÌativo a Ia organizacÍón de Àu ministeiio. Ese ãecreto, de autoríá de Mal-raux, Ìe daba al ministeriò de Estado encargado de los Asuntos cuÌturales comoprimera misión <volver accesibles 1as obraJfundâmentaÌes de Ìa huma'iclad, yprimero erÌ Francia, al mayor número posible de francese$r y asegurar luego nlãmás amplia audiencia a nuestro patrimonio cuÌtura_l> (J.o. d,eí26 de"lutio de Ìesg,p. 7413). El ministro de cultura queda entonces encargado *de presËrvar el patri-monio nacionaÌ, regional o de los diversos grupos socraÌis para e-Ì beneficio cômúnde la colectlüdad entera" (J.O. del 1t de mayo de 1982, p. tS+O).

5o uno de esos medios fue ìa creación de unã Escuela nácional áel patrimo.io en1990. Cf. uUne École nationaÌe du patrimoine, pourquoi faire?o, êntrevista con' Jean-Pierre Bady, Le Débat, np 68, rnayo-agosto i99I.-

5Ì Dl mirÌlstro me encargó en efecto, el 4 de a6ril de rggo, que reuniera un grupo detrabaJo a través de una carta que definía su misión y cuyos términos ,ro

"oï irroit.-

rentes del punto de ústa de una Ìlistoria de la noción: ..Fïe deseado, como usted biensabe, lan_zq una campaía de protección de cierto número de Ìugares de memoria,testigos de la evolución de los siglos xIX y xx del punto de vista-poÌitico, cientínco.técnico, filosófico, etc. Fsta campa-úa me pa.rece necesaria para aseguraÍ mejor elreconocimiento de esos testimonios, materiales o rnás inma[eria]es, èn nuestó pa-trimonlo nacional. eHabrá que modificaÌ a ta.les eíectos la legisÌación actua_l o sepuede utiÌizar Ìas disposicones de ta ley de I913 soLrre Ìos monúmentos históricos?:

- ^ 9s- rÌna de las preguntas que el propio tema plantea desde ya,.

52 cf. en particular cla'de Billard y pierre Gulbbert, Htstotre mathologique d"esFra.nçais, París, Galilée, 1976 y. de los mismos autores, <.peut-on e"ncore"eíseignerI'histoire aux enfarts?", Le Débat, Ds 16, noviembre de IggI. pp. g4-95.

53 Tal como las había descrito en sociología Maurice Halbwachs, cuyo redescubri-miento en los aúos setentâ de la obra ya antigua, Les codres soiíaru de Ia mé-moire, PaÍís, pUF, 1925, o su reedición, La Mémoíre collectLue, parís. pUF, 1950,reed. 1968, son precisamente el efecto, rnás que la causa, del ilterés nuevo de loshlstoriadores por la memoria.

54 cf. Paul Yonnet, vogoge au centre du maloiseJrancaís. L'c.nüracisme et Ie romanndtio no"L, PaJís, GallimaÍd [en preparación ).

55 ci Ernest Renan, @u'est-ce qu'une nation? et autres texts poLitiques, presentadopor Joël Romal, París, Presses-pocket, Ìg92.

56 Idea desarrollada por Marcel Gauchet en scíence et conscíence det'ltÍstoire lenpreparación).

57 Desde Gaston Bonheur, ÇuÍ a cassé Ie uase d.e soÍssons? parís, Robert LaÍfont.i963, hasta cÌlristian AmaÌw, De I'ort et d.e Ia mo.ni.ère cfaccommod.er les hëros deI'hi.stolre de France, deVercingétoríx à Ia Réuoluti.on, parís, Albin Michel, Ì99g.

58 Es el título de la última a la fecha (parís, Ed. du Seuil, 1999-1998, 4 vol.), queexpllcan en eÌ prólogo sus directores André BllrgrÌière y Jacques ReveÌ.

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