notas ellen white esc sab. 10/11/2012

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Recursos Escuela Sabática © IV Trimestre de 2012 Crecer en Cristo Notas de Elena G. de White Lección 6 10 de Noviembre de 2012 Victoria sobre las fuerzas del mal Sábado 3 de noviembre Cuando nos asalta la tentación, necesitamos discernimiento espiri- tual para poder detectar al agente de Satanás y para acercamos a Je- sús. Lleguémonos a Dios y él se acercará a nosotros. Resistamos al diablo y él huirá. A cada momento es necesario pelear la buena bata- lla de la fe. La duda tiene que ser resistida y la fe estimulada. En la tentación, la razón debe dominar la inclinación. El yo clamará por ser atendido, pero hay que resistir la inclinación y vencer la tentación... Aunque la luz de Dios está brillando con rayos más definidos que nunca antes, y que brillarán más y más claramente al acercamos al fin de la historia de la tierra, los únicos que podrán discernir la ver- dad del error serán los que con frecuencia estén sobre sus rodillas buscando la sabiduría de Dios. Solo los brillantes rayos del Sol de Justicia pueden revelar las numerosas artimañas del enemigo. El ma- ligno está trabajando con todo engaño de iniquidad; y aunque no te- nemos que mantener nuestros ojos sobre el poder de las tinieblas, no debemos ignorar sus maquinaciones. Nuestra fe debe centrarse en Cristo, a fin de mirarlo y de aferra- mos a su fuerza, que es suficiente para afrontar cada emergencia, pa- ra que nuestro corazón se una con el suyo y nuestra existencia se en- treteja con su vida mediante eslabones escondidos y, porque él vive, nosotros también viviremos. Esto es religión práctica, porque sere- mos guardados por el poder de Dios mediante la fe para salvación. A menos que nos unamos con el Señor en un pacto perpetuo y que

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IV Trimestre de 2012 Crecer en Cristo

Notas de Elena G. de White

Lección 6 10 de Noviembre de 2012

Victoria sobre las fuerzas del mal Sábado 3 de noviembre

Cuando nos asalta la tentación, necesitamos discernimiento espiri-tual para poder detectar al agente de Satanás y para acercamos a Je-sús. Lleguémonos a Dios y él se acercará a nosotros. Resistamos al diablo y él huirá. A cada momento es necesario pelear la buena bata-lla de la fe. La duda tiene que ser resistida y la fe estimulada. En la tentación, la razón debe dominar la inclinación. El yo clamará por ser atendido, pero hay que resistir la inclinación y vencer la tentación...

Aunque la luz de Dios está brillando con rayos más definidos que nunca antes, y que brillarán más y más claramente al acercamos al fin de la historia de la tierra, los únicos que podrán discernir la ver-dad del error serán los que con frecuencia estén sobre sus rodillas buscando la sabiduría de Dios. Solo los brillantes rayos del Sol de Justicia pueden revelar las numerosas artimañas del enemigo. El ma-ligno está trabajando con todo engaño de iniquidad; y aunque no te-nemos que mantener nuestros ojos sobre el poder de las tinieblas, no debemos ignorar sus maquinaciones.

Nuestra fe debe centrarse en Cristo, a fin de mirarlo y de aferra-mos a su fuerza, que es suficiente para afrontar cada emergencia, pa-ra que nuestro corazón se una con el suyo y nuestra existencia se en-treteja con su vida mediante eslabones escondidos y, porque él vive, nosotros también viviremos. Esto es religión práctica, porque sere-mos guardados por el poder de Dios mediante la fe para salvación. A menos que nos unamos con el Señor en un pacto perpetuo y que

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no lo olvidemos nunca, ninguno de nosotros podrá estar seguro (Recibiréis poder, p. 358).

Domingo 4 de noviembre: Un escenario para nuestra victoria

El apóstol Pablo suplica: “Para que el Dios de nuestro Señor Jesu-cristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revela-ción en el conocimiento de él, alumbrando los ojos de vuestro enten-dimiento” (Efesios 1:17, 18). Sin embargo, la mente primero debe adaptarse a la naturaleza de la verdad a ser investigada. Los ojos del entendimiento también tienen que ser iluminados. Además, el inte-lecto y el corazón deben ponerse en armonía con Dios, que es la ver-dad.

El que contemple a Cristo con los ojos de la fe no verá gloria en sí mismo, por cuanto la que refleje su mente y corazón corresponderá a la gloria del Redentor. Siendo que la expiación fue realizada por su sangre, el gozo de la liberación del pecado conmoverá su corazón con gratitud. Al ser justificado por Jesús, el receptor de la verdad re-cibe el impulso de rendirse totalmente a Dios, y solo entonces es ad-mitido en la escuela de Cristo, para aprender del que es manso y humilde de corazón. Al difundirse el conocimiento del amor de Dios en el corazón, el creyente exclama: ¡Oh, qué amor! ¡Qué condescen-dencia! Apropiado de las ricas promesas de fe, llega a ser participan-te de la naturaleza divina. Al vaciarse el corazón del yo, las aguas de vida fluyen hacia el interior y entonces la gloria del Señor brilla en él. Mediante la continua contemplación de Cristo, lo divino asimila lo humano. Así es como el creyente es transformado a su semejanza.

“Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en glo-ria —de un carácter a otro— en la misma imagen, como por el Espíri-tu del Señor” (2 Corintios 3:18). El carácter humano se transforma a la semejanza divina. Son los ojos espirituales los que pueden discer-nir esta gloria. Permanece velada, encubierta en el misterio, hasta que el Espíritu Santo imparte discernimiento al creyente (Recibiréis poder, p. 102).

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Todo el amor paterno que se haya transmitido de generación a generación por medio de los corazones humanos, todos los manan-tiales de ternura que se hayan abierto en las almas de los hombres, son tan solo como una gota del ilimitado océano, cuando se compa-ran con el amor infinito e inagotable de Dios. La lengua no lo puede expresar, la pluma no lo puede describir. Podéis meditar en él cada día de vuestra vida; podéis escudriñar las Escrituras diligentemente a fin de comprenderlo; podéis dedicar toda facultad y capacidad que Dios os ha dado al esfuerzo de comprender el amor y la compasión del Padre celestial; y aún queda su infinidad. Podéis estudiar este amor durante siglos, sin comprender nunca plenamente la longitud y la anchura, la profundidad y la altura del amor de Dios al dar a su Hijo para que muriese por el mundo. La eternidad misma no lo reve-lará nunca plenamente. Sin embargo, cuando estudiemos la Biblia y meditemos en la vida de Cristo y el plan de redención, estos grandes temas se revelarán más y más a nuestro entendimiento. Y alcanza-remos la bendición que Pablo deseaba para la iglesia de Éfeso (Se ci-ta Efesios 1:17-19) (Exaltad a Jesús, p. 221).

Todos nosotros —jóvenes y adultos— necesitamos orar con más fervor y creer que los méritos de Cristo son suficientes para darnos gracia, fuerza y determinación para vencer cada defecto. Debemos orar para que los ojos de nuestro entendimiento sean iluminados “para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál la super-eminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza” (Efesios 1:18, 19). Cuán-tos continúan en sus propios caminos, hábitos y prácticas pensando que no pueden vencerlos, y no hacen ningún esfuerzo para lograrlo. Consideran que son tendencias hereditarias y las aprecian como si fueran preciosas joyas. Si alguien los aconseja o los reprocha, mur-muran contra el que está tratando de ayudarlos, o peor aun, son irrespetuosos o vengativos con el que les dice que por sus malos ras-gos de carácter están representando mal al Salvador. Estas pobres almas necesitan convertirse (The Youth’s Instructor, 24 de agosto, 1893).

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Lunes 5 de noviembre: Esperanza de victoria

El ejemplo de Cristo nos muestra que nuestra única esperanza de victoria reside en resistir continuamente a los ataques de Satanás. El que triunfó sobre el adversario de las almas en el conflicto de la ten-tación, comprende el poder de Satanás sobre la especie humana, pues lo venció en nuestro favor. Como vencedor, nos ha dado la ven-taja de su victoria, para que en nuestros esfuerzos por resistir las ten-taciones de Satanás podamos unir nuestra debilidad a su fuerza, nuestra indignidad a sus méritos. Y si en las fuertes tentaciones so-mos sostenidos por su poder prevaleciente, logramos resistir en su nombre todopoderoso y vencer como él venció.

Es por medio de sufrimientos indecibles cómo nuestro Redentor puso la redención a nuestro alcance. En este mundo no fue honrado ni reconocido, para que por medio de su maravillosa condescenden-cia y humillación pudiese ensalzar al hombre hasta ponerlo en situa-ción de recibir honores celestiales y goces imperecederos en las cor-tes del Rey. ¿Murmurará el hombre caído porque el cielo puede ob-tenerse únicamente mediante lucha, humillación, trabajo y esfuerzo? (Joyas de los testimonios, tomo 1, p. 408).

“Bástale al discípulo ser como su maestro, y al siervo como su se-ñor” (Mateo 10:25). Jesús buscó con fervor la fortaleza que provenía de su Padre. Consideraba la comunión con Dios tan esencial como la comida cotidiana, y nos dejó prueba de que para enfrentar victorio-samente los poderes de las tinieblas y hacer la obra que nos corres-ponde, debemos vivir constantemente en comunión con Dios. En nuestra propia fuerza solo hay debilidad; pero en la que Dios nos da podemos ser más que vencedores. La ferviente y continua oración de fe nos dará luz y fuerza para enfrentar los fieros ataques del enemi-go. Pero lo que recibimos para hoy, no será suficiente para las prue-bas y conflictos del mañana. Satanás cambia constantemente sus ten-taciones como lo hizo con Cristo, y cada día tenemos que enfrentar diferentes circunstancias y tentaciones inesperadas. Así como no po-demos depender de la comida que tuvimos ayer para tener energía el día de hoy, tampoco podemos depender de la luz y bendiciones recibidas hoy para tener éxito mañana. La única seguridad para los

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débiles y pecadores seres humanos es recibir diariamente la luz y la fuerza que Dios imparte.

Es absolutamente importante que conozcamos la voluntad de Dios para las preocupaciones cotidianas de la vida, porque los ma-yores resultados frecuentemente dependen de pequeños asuntos. Cuanto más recibamos de la luz divina, tanto más comprenderemos nuestra propia debilidad y nos daremos cuenta que sin él, nada po-demos hacer; que necesitamos su segura guía para dirigir nuestros inseguros pasos (The Bible Echo, 1º de febrero, 1893).

Mi alma clama a Dios con ansiedad por tener una revelación de su verdad; le pide tener fe para asirse de las preciosas promesas que Dios ha dado para todos los que le obedecen, y para caminar en la luz como él está en luz. Si no hubiera sido por la gran condescenden-cia y bondad de Dios, no habría esperanza para nuestras almas. Ca-da día le agradezco a Dios por el gran plan de redención que permite a todos allegarse a él y ser salvos. Podemos obtener el poder que nos ofrece el Salvador y llegar a ser más que vencedores. Es nuestro de-ber vencer la indolencia y nuestra tendencia hablar de nuestras debi-lidades e incapacidades, y poner cuerpo, mente y espíritu a la tarea de trabajar por nuestra salvación con temor y temblor. En lugar de hablar de dudas, hablemos del amor incomparable de Jesús, alabán-dolo constantemente con nuestro corazón y nuestros labios. Así da-remos la impresión correcta a los demás de lo que significa ser un cristiano, que siempre puede regocijarse porque Jesús es la torre de su fortaleza, la fuente de su perdón y la reserva de su gracia (Review and Herald, 30 de octubre, 1888).

Martes 6 de noviembre: El cristiano versus el diablo

Jesús vino al mundo a salvar a los pecadores, no en sus pecados sino de sus pecados, y a santificarlos mediante la verdad; y para que él sea un Salvador perfecto para nosotros, debemos unimos a él por medio de un acto personal de fe. Cristo nos ha elegido, nosotros lo hemos elegido, y mediante esta elección nos unimos a él, y en ade-lante vivimos no por nosotros, sino en el que murió por nosotros. Pe-ro esta unión puede mantenerse únicamente por medio de una vigi-

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lia constante, para que no caigamos en tentación y hagamos una elección diferente, porque siempre estamos libres para elegir otro amo, si así lo deseamos. La unión con Cristo significa una decidida preferencia por él en cada acto y pensamiento de nuestra vida...

Debemos establecer una acérrima enemistad entre nuestra alma y nuestro enemigo; pero debemos abrir nuestro corazón al poder y la influencia del Espíritu Santo. Queremos que la oscuridad de Satanás sea rechazada, y que la luz del cielo fluya. Queremos tomamos tan sensibles a las santas influencias, que el menor susurro de Jesús mueva nuestras almas... Entonces nos deleitará hacer la voluntad de Dios, y Cristo nos manifestará ante Dios y los santos ángeles como los que estamos en él, y no se avergonzará de llamamos hermanos (A fin de conocerle, p. 363).

Miércoles 7 de noviembre: Ejemplos de victoria

Ahora el ojo del Salvador penetra lo futuro; contempla los campos más amplios en los cuales, después de su muerte, los discípulos van a ser sus testigos. Su mirada profética abarca lo que experimentarán sus siervos a través de todos los siglos hasta que vuelva por segunda vez. Muestra a sus seguidores los conflictos que tendrán que arros-trar; revela el carácter y el plan de la batalla. Les presenta los peli-gros que deberán afrontar, la abnegación que necesitarán. Desea que cuenten el costo, a fin de no ser sorprendidos inadvertidamente por el enemigo. Su lucha no había de reñirse contra la carne y la sangre, sino “contra los principados, contra las potestades, contra los gober-nantes de las tinieblas de este mundo, contra las huestes espirituales de iniquidad en las regiones celestiales” (Efesios 6:12). Habrán de contender con fuerzas sobrenaturales, pero se les asegura una ayuda sobrenatural. Todos los seres celestiales están en este ejército. Y hay más que ángeles en las filas. El Espíritu Santo, el representante del Capitán de la hueste del Señor, baja a dirigir la batalla. Nuestras fla-quezas pueden ser muchas, y graves nuestros pecados y errores; pe-ro la gracia de Dios es para todos los que, contritos, la pidan. El po-der de la Omnipotencia está listo para obrar en favor de los que con-fían en Dios (El Deseado de todas las gentes, p. 318, 319).

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Los siervos de Dios no han de dejarse desanimar fácilmente por las dificultades o la oposición. Aquellos que proclaman el mensaje del tercer ángel deben ocupar valientemente su puesto, frente a la detracción y la mentira, peleando la buena batalla de la fe, y resis-tiendo al enemigo con el arma que Cristo empleó, a saber, el “Escrito está”. En la gran crisis por la que habrán de pasar pronto, los siervos de Dios encontrarán la misma dureza de corazón, la misma cruel de-terminación, el mismo odio inexorable, que encontraron Cristo y los apóstoles.

Todos aquellos que en aquel día malo quieran servir fielmente a Dios según los dictados de su conciencia, necesitarán valor, firmeza y conocimiento de Dios y de su Palabra; porque los que sean fieles a Dios serán perseguidos, sus motivos serán impugnados, sus mejores esfuerzos recibirán interpretación falsa, y sus nombres serán em-pleados como maleficio.

Satanás trabajará con su poder de engaño para influir en el cora-zón y anublar el entendimiento, para hacer aparecer el mal como bueno, y el bien como malo. Cuanto más fuerte y pura sea la fe de los hijos de Dios, y cuanto más firme su resolución a obedecerle, tan-to más fieramente se esforzará Satanás por incitar contra ellos la ira de aquellos que, al par que se proclaman justos, violan la ley de Dios. Se requerirá la más firme confianza, el propósito más heroico, para guardar la fe una vez dada a los santos.

Los mensajeros de la cruz deben armarse de un espíritu vigilante y de oración, y avanzar con fe y valor, obrando siempre en el nom-bre de Jesús. Deben cifrar su confianza en su Jefe; porque nos espe-ran tiempos dificultosos. Los juicios de Dios están cayendo sobre la tierra. Las calamidades se siguen en rápida sucesión. Pronto se le-vantará Dios de su solio para sacudir terriblemente la tierra, y para castigar a los malos por su iniquidad. Entonces él se levantará en fa-vor de los suyos, y les concederá su cuidado protector. Echará sus brazos eternos en derredor de ellos, para escudarlos de todo mal (Obreros evangélicos, pp. 279, 280).

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Jueves 8 de noviembre: Ejemplos de victorias (libro de Hechos)

Lo que necesitamos... es arraigamos en los principios vivientes de la verdad presente. Satanás se está arrastrando con toda su sofistería para socavar los principios de nuestra fe. Recuerde cómo cuando Pablo y Silas estaban enseñando en cierto lugar, una mujer se les acercó, y gritando dijo: “Estos hombres son siervos del Dios Altísi-mo, quienes os anuncian el camino de salvación”. Esta mujer estaba poseída por un espíritu de adivinación, y con sus predicciones hacía ganar mucho dinero a sus amos. Su influencia había ayudado a for-talecer la idolatría.

“Mas desagradando a Pablo, éste se volvió y dijo al espíritu: Te mando en el nombre de Jesucristo, que salgas de ella. Y salió en aquella misma hora” (Hechos 16:18).

Pero —dice usted—, ella decía cosas buenas, ¿por qué Pablo la re-prendió? Era Satanás el que hablaba por intermedio de ella, con la esperanza de mezclar su sofistería con las verdades enseñadas por quienes estaban proclamando la Palabra de Dios.

Hoy existe el mismo peligro. El enemigo está tratando de intro-ducir su sofistería por intermedio de quienes debieran estar sobre sus rodillas delante de Dios, orando por una mayor comprensión de lo que dicen las Escrituras, a fin de que puedan estar firmes contra las influencias del mal que llenan el mundo. Dios desea que la sofis-tería científica sea eliminada de cada corazón. El desea que censure-mos cada mala intención, cada mala obra. Si permitimos que tales maquinaciones permanezcan sin reproche, tendremos que sufrir las consecuencias (Reflejemos a Jesús, p. 210).

Esta mujer era un agente especial de Satanás, y había dado mucha ganancia a sus amos adivinando. Su influencia había ayudado a for-talecer la idolatría. Satanás sabía que se estaba invadiendo su reino, y recurrió a este medio de oponerse a la obra de Dios, esperando mezclar su sofistería con las verdades enseñadas por aquellos que proclamaban el mensaje evangélico. Las palabras de recomendación pronunciadas por esta mujer eran un perjuicio para la causa de la verdad, pues distraían la mente de la gente de las enseñanzas de los

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apóstoles. Deshonraban el evangelio; y por ellas muchos eran indu-cidos a creer que los hombres que hablaban con el Espíritu y poder de Dios estaban movidos por el mismo espíritu que esa emisaria de Satanás.

Durante algún tiempo, los apóstoles soportaron esta oposición; luego, bajo la inspiración del Espíritu Santo, Pablo ordenó al mal es-píritu que abandonase a la mujer. Su silencio inmediato testificó de que los apóstoles eran siervos de Dios, y que el demonio los había reconocido como tales y había obedecido su orden.

Librada del mal espíritu y restaurada a su sano juicio, la mujer es-cogió seguir a Cristo. Entonces sus amos se alarmaron por su nego-cio. Vieron que toda la esperanza de recibir dinero mediante sus adivinaciones había terminado, y que su fuente de ingreso pronto desaparecería completamente si se permitía a los apóstoles continuar la obra del evangelio (Los hechos de los apóstoles, p. 173).

Viernes 9 de noviembre: Para estudiar y meditar

El Deseado de todas las gentes, pp. 617-635; Fe y obras, p. 96; Mensajes selectos, tomo 3, pp. 354, 355.

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