Notker Füglister La Oración Sálmica

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Liturgia cristiana

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  • Notker Fglister

    LA ORACIN SALMICA

    Prlogo a la versin digitalizada

    Este pequeo librito como lo llama su autor, ha sido uno de mis libros de cabecera desde los aos setenta en el estudio y el amor a los salmos. Siempre lo

    tuve por uno de esa docena de libros sobre los poemas de David que vale la pena

    leer antes de entonar el canto nuevo en la Pascua definitiva, con los doce

    ancianos y los 144.000 de las doce tribus que siguen al Cordero a donde quiera

    que vaya.

    Siempre lo lea en alemn pero cuando empec a consultarlo en la lengua de

    Cervantes y de Borges me di cuenta que la traduccin nada tena de cervantina,

    resultando prcticamente ininteligible. Aunque algunas de las cosas dichas por el

    p. N. Fglister ya han sido superadas por la vida transcurrida, - casi cincuenta

    aos! estimo que el noventa por ciento es tan valioso que es bueno ponerlo al alcance de las nuevas generaciones, sin olvidarse de las aejas.

    Notker Fglister, Das Psalmengebet, Ksel-Verlag, Mnchen 1965. La

    traduccin fue publicada como: La oracin slmica, Editorial Verbo Divino,

    Estella (Navarra) 1970.

    Pedro Max Alexander OSB

    [email protected]

    Monasterio Santa Mara de Los Toldos

    11 de julio de 2014

    San Benito Abad.

    +Los parntesis [] van en los agregados o aclaratorios tanto en el texto como en

    las notas.

    +Notas precedidas de *, son de este re-traductor.

    +Las palabras puestas en griego por el autor, fueron transcritas en Alexandre.

  • Introduccin

    Este pequeo librito no pretende ser una teologa de los salmos, sino simplemente

    exponer algunas consecuencias prcticas, que un exegeta cree poder deducir del

    hecho de que los salmos son poesa, para su propia oracin y la de la Iglesia

    salmodiante. Espero que estas conclusiones contribuyan a poner en prctica, sin

    ms dilaciones, las dos exigencias que el Concilio Vaticano II ha declarado como

    vinculantes en su Constitucin sobre la Liturgia, referidas a la oracin de los

    salmos: El Oficio divino, en cuanto oracin pblica de la Iglesia, es, adems, fuente de piedad y alimento de la oracin personal. Por eso se exhorta en el

    Seor a los sacerdotes y a cuantos participan en dicho Oficio, que al rezarlo, la mente concuerde con la voz (Regla de San Benito, c. 19), y para conseguirlo mejor adquieran una instruccin litrgica y bblica ms rica, principalmente

    acerca de los salmos. Y en inmediata concomitancia con esto, sigue diciendo: Al realizar la reforma, adptese el tesoro venerable del Oficio romano de manera que puedan disfrutar de l con mayor amplitud y facilidad todos aquellos a

    quienes se les confa. (N 90).

    Estas siete conferencias,- quisiera que como tales las reciba el lector -,

    transcriptas en los captulos subsiguientes han nacido a partir de las conferencias

    que sobre la piedad de los salmos el autor tuvo ocasin de pronunciar durante el

    transcurso del ao acadmico 1963/64 en el Instituto Monstico de San Anselmo,

    en Roma. Quiero dedicarlo a la memoria de dos benedictinos recientemente

    fallecidos: el Padre Atanasio Miller, de Beuron ( 1963) y el abad de Disentis, Beda Hophan ( 1964). Ambos fueron cada uno a su modo hombres piadosos, llenos de fervor por lo bello. Su grandeza queda con ellos, su herencia

    con nosotros, sus hijos. (Cf. Eclo 44, 6. 10ss).

    Roma 1975

    Notker Fglister

  • I EL PROBLEMA DE LOS SALMOS

    De nada sirve cerrar los ojos ante un problema; ocultarlo slo conduce, sobre

    todo s se trata de cuestiones religiosas, a complicaciones y complejos, que tienen

    la cualidad de envenenar a todo el hombre lenta, pero constantemente, desde su

    interior, y de amargar toda su vida. Si, por el contrario, conseguimos planteamos

    valientemente el problema, hacer del todo consciente ese malestar que nos

    consume interiormente, exponindolo con conceptos claros, habremos ya dado el

    primer paso hacia una solucin, y habremos iniciado una terapia. Esto mismo hay

    que aplicarlo al problema de los salmos. Dicho con una sola frase: Cmo lograr

    que los salmos del Antiguo Testamento, frmulas fijas y textos pre y sub-

    cristianos, se transformen en nuestra oracin cristiana?

    1. Frmulas fijas

    Los salmos son frmulas fijas. Sobre esta cuestin no vale la pena hacer largas

    disquisiciones. Son frmulas fijadas de una vez para siempre; es decir, algo

    esttico que se nos ha entregado y de carcter objetivo. Ahora bien, toda oracin,

    y siempre que aqu hablamos de oracin entendemos no slo la oracin de

    intercesin, sino tambin las de alabanza y eucarsticas, lamento y ofrenda, es,

    por esencia, algo totalmente personal y, en cada caso, nico, es decir, algo

    eminentemente subjetivo, incluso, dira que es el acto ms personal, el ms propio

    y, por tanto, el acto ms subjetivo del que el ser humano sea capaz. Es la

    expresin espontnea de aquella relacin que existe entre el hombre como

    individuo, que vive en circunstancias determinadas e irrepetibles, y su Dios. Orar

    significa, pues, hablar con Dios, tomar contacto con El, encontrarse con el Dios

    vivo en un aqu y en un ahora concretos. Es estar con l, ofrecrsele. En una

    palabra: la realizacin de una relacin nica y personal entre un t y un yo. O

    ms concretamente: la actualizacin existencial y la vivificacin de la fe, la

    esperanza y el amor, que son, precisamente, mi fe, mi esperanza y mi amor.

    Lo que acabamos de decir vale tambin para la oracin litrgica, pues se trata de

    la esencia ms ntima y por tanto invariable de la oracin,. La oracin litrgica,

    que consiste en su mayor parte de salmos, es tambin algo inalienablemente

    personal y subjetivo. Incluso, en su realizacin comunitaria, tan slo es oracin

    en cuanto permanece subjetiva. Siempre, pues, que se hable del problema de los

    salmos, hay que eliminar, con el fin de evitar cualquier mal entendimiento, de

    una vez para siempre, ya desde un principio, una aparente y cmoda solucin,

    que quiz debido a ello est muy extendida aun entre los telogos: la teora, que

    en la prctica es admitida tcitamente, pero tambin oficialmente defendida: la de

    una oracin objetiva que sera eficaz de por s, ex opere operato. Tal oracin objetiva es un absurdo; no existe, ni puede existir. Esta teora, digmoslo

  • claramente y sin dejar lugar a dudas, una doctrina falsa, un resto de la magia

    pagana, algo no cristiano y profundamente antievanglico: Cuando oren, no

    hablen mucho, como hacen los paganos: ellos creen que por mucho hablar sern

    escuchados, como si creyesen poder ejercer una influencia sobre Dios con su

    palabrera mgica, al igual que los sacerdotes de Baal en tiempos de Elas (vase:

    1 Re 18, 26ss). No hagan como ellos (Mt 6, 7ss). Aqu vienen bien aquellas

    palabras del Seor, que, con dureza inexorable, prosigue y contina la lucha de

    los profetas contra el culto externo, es decir, contra el culto consistente en una

    realizacin del Ritual meramente objetiva y sin participacin interior, culto al

    que, por lo menos en parte, pertenecan tambin los salmos. Estas palabras se

    refieren asimismo a los cristianos y quiz vayan dirigidas, y no en ltimo lugar, a

    nuestras tradiciones y doctrinas litrgicas de la vida espiritual: As ustedes, en nombre de su tradicin, han anulado la Palabra de Dios. Hipcritas! Bien

    profetiz de ustedes Isaas, cuando dijo: "Este pueblo me honra con los labios,

    pero su corazn est lejos de m.

    En vano me rinden culto: las doctrinas que ensean no son sino preceptos

    humanos" (Mt 15,6-9; Cf. Is 29,13).

    Orar es, segn esto, asunto del corazn; es decir, de acuerdo al modo de hablar

    bblico, cosa de la intimidad personal, de lo ms profundo y ms propio del

    hombre. De aquel corazn al que ...Dios ha enviado el Espritu de su Hijo, que clama: Abba, Padre! (Gal 4,6). Y de este corazn debe brotar de nuevo, bajo el impulso del Espritu que cada uno ha recibido personalmente y como expresin

    de la misma relacin de filiacin, la oracin litrgica, realizada en comunidad y

    por ella. En la Iglesia de los orgenes el canto se inscriba y perteneca a esta

    misma realidad: Llnense del Espritu Santo. Cuando se renan, reciten salmos,

    himnos y cantos espirituales1, cantando y celebrando al Seor en sus corazones

    (Ef 5,18ss Texto en negrita traducido segn la versin dada por el autor). El

    hecho de que la oracin, y no slo cristiana, sino tambin la del Antiguo

    Testamento, que encontr en los salmos su expresin , debe ser cordial, y un acto realizado y manifestado desde lo ms ntimo de la totalidad del ser humano,

    se deduce del mandamiento principal: Amars al Seor, tu Dios tambin y precisamente en la oracin, que, en el fondo, no pretende ser otra cosa que una

    efusin y una manifestacin de ese amor, con todo tu corazn (),con toda tu alma con toda tu mente ( y con todas tus fuerzas () (Mc 12, 30; cf. Dt 6,5). Hay algo ms individual, ms determinado por la situacin, ms subjetivo, que

    la oracin cristiana?

    1 Vase para esto: H. Schlier, Der Brief an die Epheser, Dusseldorf 1963

    4, pp. 246ss: "Es difcil saber a qu clase

    de cntico se refiere cada uno de los tres conceptos mencionados en la Carta. Quizs se trate de una expresin

    meramente plerofrica. Sin duda que no son slo los salmos del Antiguo Testamento... Pues 1 Cor 14, 15, as como el uso de en 1 Cor 14,15 (Sant 5,13), muestran que en la comunidad cristiana primitiva los salmos eran cnticos de alabanza surgidos espontneamente."

  • Junto con la teora de la oracin objetiva caen solas y quedan eliminadas todas aquellas soluciones aparentes, postuladas tericamente o vividas en la prctica,

    que busquen justificar el Oficio divino y con l la salmodia, en el sentido de una

    obligacin que debe ser cumplida como acto meritorio. Se postula que x cantidad de salmos recitados, traera x cantidad de gracia. Es evidente que entre el aumento de gracia y la oracin existe una ntima relacin de causalidad, pero

    slo en tanto en cuanto sea realmente oracin en el sentido arriba sealado: en

    cuanto actualizacin, y, con ello, aumento, de mi fe, de mi esperanza y de mi

    caridad. Y qu decir a quienes quieren ver el sentido de la oracin del Breviario

    y de la salmodia en l incluida, en relacin con el mrito, considerndolo un

    medio de ascesis y mortificacin? Admitamos que la oracin obligatoria, sobre

    todo la comunitaria, puede servir de mortificacin. Pero querer ver en eso su

    sentido propio es un burdo abuso de la oracin, y, en el caso de la salmodia, un

    abuso de la Palabra de Dios. La providencia de Dios nos depara diariamente

    innumerables medios y posibilidades de mortificacin. Pero los salmos se nos

    han dado para que se alegre el corazn de los que buscan al Seor (Sal 104, 3),2

    para que nosotros, por llenos que estemos de tribulaciones, nos lleguemos a l

    con alabanzas (Sal 94, 2).3

    Contra nuestra postura de que la oracin, es por esencia, una realizacin del ser

    personal de cada uno, a la que el empleo de frmulas establecidas ms bien le es

    impedimento que ayuda, habra que admitir con todo derecho aquella objecin de

    que nosotros, las ms de las veces, no sabemos orar como es debido (cf. Rm

    8,26); y, sobre todo, aquella otra segn la cual la oracin comunitaria

    perteneciente a toda liturgia cristiana no puede prescindir de un nmero

    determinado de textos preestablecidos. Si bien no hay una oracin puramente

    objetiva, deben utilizarse textos objetivos para la oracin, es decir, frmulas fijas. No hay duda de esto. Pero dichos textos objetivos deben ser de tal ndole

    que hagan posible una repeticin personal, esencialmente subjetiva.4 Es este el

    caso de los salmos?

    2 Las citas de los salmos las hacemos segn la numeracin grecolatina usual en los textos litrgicos.

    3 Vase para esta concepcin de la oracin, entre otros, K. Rahner, Thesen ber das Gebet im Namen der Kirche,

    en Schriften zur Theologie V, Einsiedeln 1962, pp. 471-493 [ ib. Tesis sobre la oracin en nombre de la Iglesia,

    en Escritos de teologa, V, pp. 459-479, Barcelona 1964], as como la Encclica sobre Liturgia, Mediator Dei

    (1947): (), la vida cristiana no consiste en muchas y variadas preces y ejercicios de devocin, sino en que stos contribuyan realmente al progreso espiritual de los fieles, y por lo mismo al incremento real de toda la

    Iglesia (N 228). 4 Vase N. Mller, Die liturgische Vergegenwrtigung der Psalmen. Untersuchungen zur hermeneutischen

    Problematik der lutherischen Propriumpsalmodie, [La actualizacin litrgica de los salmos: Investigaciones

    sobre la problemtica hermenutica del ordo propio de la salmodia luterana], Mnchen 1961, pp. 36ss: "Por

    razn de la conjuncin de la accin del servicio divino se hace necesario un orden en el mismo; pero la, oracin

    comunitaria slo sigue siendo oracin, mientras la relacin inmediata con Dios pueda realizarse dentro de este

    orden. No es el orden como tal, sino un orden que ahoga esta inmediatez, el que lleva a la inmovilidad de la vida

    del culto [servicio] divino, porque sta no se puede imaginar sin una oracin viva."

  • 2. Textos pre-cristianos y sub-cristianos

    Los salmos no slo son frmulas fijas,- esta dificultad la comparten todos los

    formularios litrgicos-, sino que adems, son textos antiguo-testamentarios.

    Antiguo-testamentario significa, visto desde nuestro punto de vista neo-

    testamentario, algo anticuado, superado. Con esto no pretendo decir que el

    Antiguo Testamento, como un todo, haya sido derogado o transformado en

    caduco por el Nuevo. Todo lo contrario: el Nuevo Testamento se edifica sobre el

    Antiguo y lo presupone. Por este hecho y dado que la historia de salvacin

    contina desarrollndose hasta encontrar su plenitud en Cristo, se sigue que

    algunas cosas del Antiguo Testamento no slo son pre-cristianas, sino sub-

    cristianas. Lo mismo sucede con los salmos, que no son otra cosa que una sntesis

    versificada de todo el Antiguo Testamento. Tendrn que ser suficientes algunos

    pocos ejemplos referidos a la necesidad de una continua actualizacin de nuestra

    oracin a la luz de nuestra fe, nuestra esperanza y nuestra caridad.

    Mientras que en el Nuevo Testamento la fe es el nico medio para la justificacin

    y, por tanto, el nico camino de salvacin, el hombre del Antiguo Testamento

    oraba de esta manera: Jzgame, Seor, segn mi justicia, segn la inocencia que

    hay en m. (Sal 7,9). Pero no slo esto. Es, sobre todo, el objeto de la fe el que

    nos separa de los salmistas. Si prescindimos de los llamados salmos mesinicos,

    que en realidad son pocos y que, adems, segn la exgesis actual, slo hablan de

    Cristo indirecta y alusivamente, en el salterio no encontramos nada sobre Jess,

    nico mediador entre Dios y los hombres (I Tim 2,5), fuera del cual no hay

    salvacin (cf. Hech 4,12). Por el contrario, se habla extensamente de

    acontecimientos y personas superados que han perdido su valor al confrontarlos

    con el acontecimiento central de nuestra fe. Qu nos importan a nosotros Gebal,

    Amn y Amalec, los filisteos y los habitantes de Tiro, el Cuervo y el Lobo [Oreb y

    Zeb], Zebaj y Salman? (Sal 82, 8. 12). Acaso no dice ya al respecto, el Antiguo

    Testamento: S, yo voy a crear un cielo nuevo y una tierra nueva. No quedar el

    recuerdo del pasado ni se lo traer a la memoria? (Is 65,17).

    Lo mismo ocurre con la esperanza. Mientras el cristiano espera la vida eterna, el hombre del Antiguo Testamento confiesa con resignacin: No son los muertos

    los que alaban al Seor, ni los que bajan al silencio (Sal 113,17). Segn esto,

    toda esperanza, y consiguientemente toda oracin, est orientada a los bienes

    temporales. Las cosas terrenales, como la liberacin de los enemigos, la curacin

    de las enfermedades, la riqueza material, una vida larga, una descendencia

    numerosa, estn en primer lugar: Tu mujer ser como parra fecunda... Tus hijos,

    como renuevos de olivo... Esta es la bendicin del hombre que teme al Seor (Sal

    127,3ss).

  • Y as llegamos al amor. No muestra precisamente el texto recin aducido que,

    en los salmistas, el amor a Dios, fuera de algunos pasajes profundamente

    piadosos, est en gran parte dominado por el temor y es muy auto referencial? Y

    qu del amor al prjimo, el mandamiento nuevo (Jn 15,34) del Nuevo

    Testamento? Pensemos slo en las maldiciones de los llamados salmos

    imprecatorios, las cuales, para decirlo suavemente, estn alejadsimos de las

    exigencias de Jess de bendecir y amar incluso, a los enemigos, exigencias

    vlidas para nosotros (cf. Lc 6,27ss): que sus hijos queden hurfanos, y su mujer

    viuda... que la maldicin lo envuelva como un manto (Sal 108,9. 18).

    Estos textos, reconozcmoslo, han sido elegidos entre los ms extremosos y, si

    los consideramos aisladamente dan una idea deformada e injusta de la piedad de

    los salmos del Antiguo Testamento. Pero lo cierto es que existen y que es posible

    multiplicarlos fcilmente. Siendo, como son, textos pre-cristianos y sub-

    cristianos, ser posible usarlos para la oracin cristiana? No exige la nueva creacin (2 Cor 5,17) un cntico nuevo? (Ap 5,9). No se pone vino nuevo en odres viejos, porque har reventar los odres, y ya no servirn ms ni el vino ni

    los odres. A vino nuevo, odres nuevos!. (Mc. 2, 22). Una palabra del Seor, que

    aplicada a nuestro problema de los salmos, deja pensativo.5

    Claro que podra recordarse que al parecer, en tiempos antiguos,- pensemos, por

    ejemplo, en los sermones de san Agustn sobre los salmos -, se consigui sin

    mayores dificultades rezar cristianamente los salmos. Sin embargo y

    desgraciadamente, con esta indicacin, en s justificada, el problema de los

    salmos no slo no se soluciona, sino que se agudiza. Pues la mentalidad y la

    estructura espiritual del hombre moderno, tambin la del cristiano moderno, no

    slo es diversa a la de aquellos salmistas israelitas que pertenecan a un mundo

    oriental, sino que tambin difiere de la manera de pensar de aquellos primeros

    tiempos del cristianismo, en los que los salmos encontraron acogida en la liturgia.

    Y esto en dos aspectos: en primer lugar, hay que advertir que el hombre de hoy,

    en oposicin al hombre infantilmente-ingenuo, ya fuese israelita pre-cristiano o

    cristiano del Medioevo que se encontraba en y se expresaba con los salmos, es

    un hombre tecnificado y que se maneja por la razn. Habla otro idioma y ya no le

    es posible, esa es la opinin comn, entender el idioma de los salmos. Qu

    puede decirle, -pongamos -, a un habitante de una ciudad moderna, que

    probablemente no ha visto en su vida un cordero y menos aun un rebao, aquella

    frase bblica tan intuitiva del salmo 22: El Seor es mi pastor?

    5 Vase J. Schmid, Das Evangelium nach Markus (RNT 2), Regensburg 1958

    4, p. 68 [Tomamos la traduccin de:

    Id, El Evangelio segn san Marcos, Barcelona 1967, p. 101]: "La nueva poca, llegada con la presencia de Jess,

    para su religiosidad necesita tambin de nuevas formas, correspondientes a su carcter. El intento de unir lo viejo

    con lo nuevo, de acomodar el nuevo espritu en las viejas formas tradicionales, conducira necesariamente a la

    destruccin de las dos cosas... Una mezcla de lo nuevo que Jess trae y de las formas de religiosidad judas, no

    hara sino impedir el desarrollo de las fuerzas vitales de lo nuevo y significara, a la larga, un compromiso

    intolerable, que seguira siendo 'judaismo'." J. Schmid aade en nota: no se habla aqu de su posicin [la de Jess] frente al Antiguo Testamento; sobre esto cf. M 5,17 [n. 40].

  • A esto hay que aadir un segundo aspecto, que representa sin duda un factor de

    mayor peso y mucho ms decisivo: el cambio en las estructuras espirituales

    realizado no slo en cuanto se refiere al idioma, sino tambin al mtodo de

    interpretacin y a su utilizacin, que hoy en da difiere profundamente del

    empleado por el hombre cristiano primitivo y medieval. Entonces se utilizaba,

    prcticamente de manera generalizada, el mtodo de interpretacin alegrico, que

    tambin era empleado por la literatura profana, con cuya ayuda se interpretaba,

    con total despreocupacin e ingenuidad, incluso los textos ms equvocos y

    rebeldes, forzndolos hasta lograr que dijera lo que se le peda expresara. Este

    mtodo alegrico, tan condicionado por las condiciones ambientales e histricas

    y al que no le resultaba difcil convertir en oraciones cristianas a los salmos

    antiguo-testamentarios, cosa que, sin embargo, hoy en da ya no es aplicable sin

    ms -y no hay ms remedio que reconocerlo as. El hombre de hoy tiene un

    concepto totalmente distinto de fidelidad hacia la verdad histrica, de modo que

    slo un mtodo de interpretacin histrico-crtico puede satisfacerlo. Hay que

    constatar que este proceso mental evolutivo del concepto de verdad subyacente a

    este cambio, es irreversible. No hay vuelta atrs: nosotros no podemos ya volver

    a aceptar el estilo patrstico de pensar, junto con la exgesis que de l derivaba,

    como si fuese un vestido, que, una vez quitado, pudiera uno volver a ponrselo.

    Tampoco es imaginable el empleo de una doble exgesis, rayana en la

    esquizofrenia: una cientfico-crtica para el estudio y la teologa, y otra alegrico-

    prctica al servicio de la oracin del breviario y de la piedad. El resultado sera

    tan artificial, forzado y poco autntico que fatalmente dejara de ser aquella

    manifestacin espontnea y totalmente personal que distingue a toda oracin

    autentica.

    3. Sin embargo, no hay que eliminar, sino actualizar

    Si miramos hacia atrs, tendremos, por desgracia, que admitir que todo lo dicho

    hasta ahora acerca de las relaciones entre los salmos antiguo-testamentarios y la

    oracin cristiana ha tenido un tinte demasiado negativo. En todo caso tiene que

    darse por admitido que el problema de los salmos existe y que dicho problema es

    merecedor de nuestra atencin. Por otra parte, si deseamos ser justos, se hace

    necesario mencionar de inmediato lo mucho de positivo no slo de los salmos en

    s, sino en cuanto a su perdurable relevancia e irremplazable valor, para nosotros

    los cristianos y para nuestra vida de oracin. Pero, como todo esto lo podemos

    dar por conocido, y esperando que en los captulos subsiguientes seamos capaces

    de hacer resplandecer los salmos del Antiguo Testamento en su imperecedera

    belleza e insuperable grandeza, bstenos aqu expresar, de manera sumaria, unas

    pocas ideas fundamentales.

  • Sobre todo debe quedar en claro que los salmos, dado que forman parte de la

    Escritura, son Palabra de Dios, y en cuanto Palabra de Dios: palabra viva y eficaz

    (Heb 4, 12), escrita para nuestra instruccin y consuelo (Rm 15,4); siendo

    tambin para ellos vlida la frase de Jess: no he venido a abolir, sino a dar

    cumplimiento (Mt 5, 17). Por otra parte, nosotros tenemos necesidad de textos de

    oracin; porque no sabemos orar como es debido (Rm 8,26). Y esto no solo nos

    lo asegura la fe, sino igualmente la experiencia: los salmos, considerados

    globalmente, superan en mucho a todos los dems formularios de oracin,

    incluidos los litrgico-eclesisticos. Los salmos son, simple y llanamente,

    oraciones inspiradas por el Espritu, que contienen y comunican el Espritu, el

    cual viene en ayuda de nuestra debilidad (Rm 8,26). Ms an: Cristo mismo,- el

    Hijo del hombre y el Hijo de Dios -, ha orado con ellos, tanto en privado como

    en los actos de culto, transformndolos de este modo en palabra suya.6 Cmo no

    nos va a sernos posible a los cristianos, hombres e hijos de Dios como somos,

    unirnos al coro de los que los salmodian? Agreguemos a esto que los salmos no

    slo son la voz de Cristo, sino tambin la de nuestros padres [en la fe]. Ocurra lo

    que ocurra en cada poca con la exgesis de los salmos, siempre condicionada

    por las circunstancias histricas, lo cierto es que la sapiencia de los santos aboga

    decididamente en su favor.7 Y por ltimo: la voluntad tan autorizada de la Iglesia,

    recientemente manifestada en el Concilio Vaticano II, no deja lugar a dudas que

    los salmos, cualquiera que sea la solucin que se d a la proyectada reforma del

    breviario y de la liturgia, seguirn siendo, hoy y en el futuro, la oracin de la

    Iglesia de Cristo.8

    Todo esto nos permite concluir que nuestro problema de los salmos no se

    soluciona simplemente eliminndolos de la liturgia cristiana.9 Para ser

    equitativos, teniendo en cuenta todas las cuestiones anteriormente tratadas, tanto

    las positivas como las negativas, nos queda solamente una posibilidad: encontrar

    el camino mediante el cual los salmos se dejen actualizar en fidelidad tanto a su

    propia esencia como a la de los cristianos de hoy.

    Nuestra problemtica acerca de los salmos podemos enunciarla como sigue:

    Cmo pueden cobrar nueva vida los salmos, siendo como son formularios fijos y

    6 Vase A. George, Jesus et les psaumes, en la Rencontre de Dieu. Mmorial A. Gelin, Le Puy 1961, pp. 297-

    308. 7 Como ejemplo de la alta estima en que se tena al salterio, bstenos con citar la Regula Benedicti, que asume en

    s tanto la tradicin monstica primitiva como tambin la patrstica: son 53 las citas de los salmos, en cambio las

    del resto del AT son slo 19 y 46 las del NT. Ya en el NT mismo el Libro ms citado del AT es el de los

    salmos, junto con el de Isaas. 8 Cf. Concilio Vaticano II, Constitucin sobre la Sagrada Liturgia, N 90ss.

    9 La cuestin de si sera o no ms conveniente eliminar de la liturgia cristiana, ciertos salmos menos adecuados, o

    algunas secciones de los mismos, no queda con ello dilucidada. A favor de la eliminacin de ciertos salmos, - cosa

    que segn nuestra opinin -, no es ni necesaria ni deseable, estn entre otros: E. Bernimont, De l'imgale valeur

    des psaumes. Remarques propos d'une ventuelle refonte du Psautier liturgique, en Nouvelle Revue

    Thologique, 84(1962)843-852. (En contra est Th. Maertens, en Paroisse et Liturgie, 45[1963],87ss); Office de

    Taiz, Taiz 19632, pp. 409 y 442.

  • cmo, - dado que son textos pre-cristianos y sub-cristianos -, podemos rezarlos

    hoy en cristiano? La respuesta a esta pregunta, y con ella la solucin al problema

    de los salmos, se encuentra, a nuestro parecer, ante todo en volver a tomar en

    serio una verdad, que parece,- en teora no menos que en la prctica -, haber

    cado en el olvido desde hace ya mucho tiempo, con gran perjuicio para nosotros:

    los salmos son poesa.

    II LOS SALMOS SON POESAS

    1. El hecho

    Una expresin literaria puede contarse entre las poticas por una doble razn: La

    primera por ese vago y misterioso no-s-qu que acostumbramos a denominar efluvio potico, atmsfera potica, en contraposicin a lo prosaico. Con slo tener en cuenta esta caracterstica, amplios pasajes del Antiguo Testamento

    son poesa. Para convencerse de ello alcanza con leer en voz alta una de las

    narraciones del Gnesis o de los libros de Samuel [en su traduccin al alemn de

    Martn Buber], a no ser que se prefiera adherir al juicio de J. W. Goethe en su

    obra: Divn de Oriente y Occidente (en alemn: Weststlicher Divan): Una gran parte del Antiguo Testamento ha sido escrita con altos sentimientos y con

    entusiasmo y pertenece al terreno del arte potico. Pero, para que se pueda hablar de poesa o de arte potico en sentido estricto, tiene que agregarse otro

    elemento ms: el llamado lenguaje sintctico, la estructura potica. Tambin en

    este sentido hay en el Antiguo Testamento poesa; por ejemplo, en los Profetas o

    en los libros Sapienciales. Pero el libro de los Salmos es, por sobre todos los

    dems, la coleccin potica, o con ms exactitud, el cancionero del pueblo de

    Dios del Antiguo Testamento. En efecto, lo que hoy entre nosotros vale slo para

    la cancin popular, tena vigencia general en aquel entonces: canto y poesa son

    una sola cosa, se pertenecen mutuamente.

    Ciertamente: son raras las veces en que nos damos cuenta que los salmos son

    poesa, sobre todo en el rezo coral o del breviario; quizs caigamos en cuenta slo

    una vez al ao y slo de manera indirecta: En ocasin del canto o recitacin del

    Symbolum Athanasianum [que se haca antes del Vaticano II] durante la hora de Prima el domingo de la Santsima Trinidad. Qu diferencia entre l y el salmo

    sobre la Ley, el 118, que le antecede, de por s tan spero! Es la diferencia entre

    dogmtica y potica, prosa y poesa. La dogmtica, por verdadera y profunda que

    sea y por ms que se la cante, sigue siendo prosa. Por lo dems, si el carcter

    potico de los salmos se nos esconde, no se debe tanto a los salmos como tales,

    sino, ante todo a nosotros mismos y a nuestra manera de rezar los salmos. De

    hecho sucede que todos aquellos que se mantienen sinceramente abiertos al

    sentido de lo originariamente-potico, es decir los poetas y el pueblo, que

    espontneamente perciben su carcter potico, dejando que la esencia de los

  • salmos los interpele. Pensemos no slo en lo que al respecto ha testificado Pal

    Claudel sino tambin R. M. Rilke, como tambin en el amor y entrega con el que

    el pueblo sin formacin humanstica, teolgica o litrgica, no slo cant los

    salmos en la Antigedad cristiana, sino que comienza a hacerlo en nuestros das

    en las Iglesias de [Francia y de frica y de] otros pases. La Constitucin sobre la

    Liturgia, del Concilio Vaticano II, no slo afirma con toda claridad que los

    salmos son cnticos poticos, sino que deben volver a serlo para nosotros: La

    Liturgia de las Horas, compuesta en grandsima parte de salmos, es un

    admirable cntico de alabanza (N 84, mirabile laudis canticum), aquel himno que Cristo introdujo en este exilio terrestre... que une a s la comunidad entera de los hombres y la asocia al canto de este divino himno de alabanza (N 83, in divino hoc concinendo carmine).

    Si calificamos a los salmos como poesa y deseamos manejarlos como tales,- y

    con el objeto de evitar malas interpretaciones y excluir prejuicios -, deberemos

    previamente considerar dos puntos: en primer lugar los salmos son poesas

    vtero-testamentarias y, por tanto, poesas orientales antiguas. Su poesa, por

    tanto, no tiene que corresponder absoluta y totalmente a la idea usual que el

    [europeo] de hoy tiene de la poesa. Digo de hoy, porque en nuestro mundo

    occidental existen grandes diferencias, no slo entre una oda de Horacio, (que, a

    pesar de unir lo til y lo dulce, desea, sin que quepa duda alguna, ser tenida por

    poesa y realmente lo es), y una poesa de Rilke, sino tambin entre poetas menos

    distanciados entre s temporalmente, como, por ejemplo, R. M. Rilke y Reinhold

    Schneider. Y qu diversidad dentro de las obras de un mismo poeta! Por

    ejemplo, entre las poesas de Goethe se encuentran, junto a la oda el canto

    popular, junto a la balada el epigrama; junto a la poesa intelectual la lrica

    romntica o vivencial. Y todas ellas son poesa, aunque cada una de distinta

    factura y carcter.

    Ahora bien, ms all de la realizacin individual, frecuentemente determinada

    por el tiempo y la finalidad, existen ciertos rasgos fundamentales y caractersticas

    esenciales e irrenunciables y de validez general que son propias no slo de los

    diversos tipos de poesa, sino, en absoluto, de lo potico de todos los tiempos y

    lugares. De dicha esencia queremos tratar ahora y de ahora en ms. Si tomamos

    debida conciencia de esta realidad, desaparecer por s misma una posicin

    doblemente falsa que tan graves consecuencias acarrea para, la correcta

    comprensin de los salmos: porque, si por una parte, se angosta y reduce lo

    potico a lo lrico, viendo y juzgando aqu lo lrico de una manera unilateral, es

    decir, a partir de la lrica romntica del sentimiento y del corazn; por otra, se

    quiere dar valor de poesa nicamente a lo tenido por absolutamente gratuito y sin

    ms finalidad que el goce, entregndose a una esttica extremadamente

    autnoma, y esto, a pesar de que una mirada a la historia de la literatura (aut

    prodesse volunt aut delectare poetae) nos enseara con facilidad lo determinado

  • histricamente que est el tan extendido lema de lart pour lart como teorema en el estudio de la literatura moderna.

    En segundo lugar: sera igualmente falso pensar que todos los salmos son poesa

    en igual medida; pues, si bien todos los salmos son poesa, sin embargo, su valor

    esttico, tanto en lo referente a su fuerza como a su estructura potica, es muy

    variable. Junto a reconocidas obras de arte, tenemos otras que no pasan de la

    mediana que dan la impresin de ser producto de una cierta artesana potica u

    obras de epgonos, cosa que nos trae a la memoria el auto anonadamiento de la

    Palabra de Dios.10

    Pero cuidmonos de realizar precipitados juicios de valor, ya

    que los estudios de crtica literaria del Antiguo Testamento se encuentran aun en

    una etapa incipiente, y nos van mostrando, cada vez ms en mayor medida, cuan

    asombrosamente elevada puede llegar a ser la densidad potica de algunos

    salmos, que parecieran no tener relevancia alguna. Cosa que evidentemente slo

    se llega a descubrir cuando los escrutamos con gran atencin y amorosa

    premura11

    . Cuanto ms nos compenetramos con ellos, tanto ms queda en claro

    su carcter potico. Por eso: en tanto y en cuanto son poesas, deben ser tratados

    y comprendidos como tales. De lo que se sigue que el exegeta no slo tiene el

    derecho, sino tambin la obligacin de ver e interpretar los salmos a la luz de los

    principios interpretativos aplicados por la ciencia literaria y a sacar para los

    salmos las consecuencias prcticas que de ah se derivan.

    2. La unidad de forma y contenido

    S se pregunta a la moderna ciencia literaria en qu consiste la esencia de la

    poesa se recibe como respuesta que la poesa una una estructura o trabazn literaria cerrada que subsiste en ella misma.12 Este estar cerrada en ella misma se manifiesta, sobre todo, en la ntima e intercambiable relacin que existe entre lo-que se dice, por una parte, y el cmo se dice, por otra. Es decir, en aquella unidad de contenido y continente, de contenido y forma, que es lo que constituye

    la esencia de cualquier obra de arte, por tanto tambin del arte del habla. Esta

    determinacin de su esencia conlleva enormes consecuencias para la

    comprensin e interpretacin de una poesa y en consecuencia tambin de un

    salmo: se pone, as, de manifiesto que la separacin, que normalmente se hace

    10

    Vase K. Rahner, Priester und Dichter, en: Schriften zur Theologie, T. III, 19686, pp. 331ss.[(Sacerdote y

    poeta, Escritos de Teologa III, Barcelona]. 11

    Al respecto, son muy importantes e instructivos, los trabajos de L. Krinetzki, Zur Poetik und Exegese von Ps.

    48, en: Biblische Zeitschrift NF 4(1960)70-97; Salmo 30 (29) considerado desde el punto de vista estilstico-

    exegtico en Zeitschr. f. kath. Theologie. 83(1961)345-360; YHVH es para nosotros refugio y defensa. Una

    exgesis estilstico-teolgica del salmo 46 (45) en: Bibel und Leben, 3(1961)26-42; Salmo 110 (109). Una

    investigacin de su estilo potico en: Theologie und Glauben, 51(1961)110-121; Salmo 5. Una investigacin de su

    estilo potico y de su contenido teolgico en: Theol. Quartaischrift, 142(1962)23-46. Comprese adems M.

    Weiss, Hacia una ciencia potica para la investigacin de los salmos. Observaciones metodolgicas expresadas

    con el ejemplo del salmo 46, en: Bblica, 42(1961)255-302. 12

    W. Kayser, Das sprachiiche Kunstwerk, Bern 1960, p. 5.

  • entre contenido y forma, no slo carece de sentido sino es insostenible. Lo que,

    por el contrario, si hay que tomar en serio es precisamente que contenido y

    forma no son dos realidades independientes, que tendran existencia separada

    entre s, para en un momento subsiguiente entrar en relacin mutua, la que podra

    compararse a la que existe entre la masa de una torta y el molde en el que deber

    ser puesta; por el contrario se trata de las dos caras de una misma y nica

    realidad: la forma es precisamente la que trae a expresin el contenido, y el

    contenido es el que hace su aparicin a travs de la forma13. En una obra de arte bien lograda el contenido ha quedado totalmente absorbido en la forma: lo

    que era cosmos ha quedado convertido en voz14. Esto significa: toda poesa es un entramado tan compacto y cerrado en s mismo, que debemos asimilarlo a

    la relacin alma-cuerpo, en el que el contenido es indisociable de la forma, el

    qu es indisociable del cmo. O, expresndolo de manera aun ms negativa: la forma potica no es un mero molde externo, agregado con posterioridad a un

    contenido preexistente; no se trata tampoco de un mero ornamento o accidente,

    debajo del cual la sustancia quedara escondida y sera necesario ir a buscarla;

    tampoco se trata de un simple medio de comunicacin o un vehculo del

    pensamiento, que podra ser dejado de lado una vez cumplido su servicio. Pues la

    poesa, como toda obra de arte, no es un puro revestimiento secundario,

    formulacin o concretizacin de pensamientos racionales preexistentes, o de

    ideas abstractas, que el artista o poeta buscara vestir, convirtiendo al

    revestimiento en embajador sensible de su intuicin, pretendiendo que contenido y forma se relacionan entre ellos a la manera como lo hace un medio

    para lograr un fin.

    Todos conocemos la poesa de J. W. Goethe Cancin nocturna del caminante: Wanderers Nachtlied

    II*

    Traduccin de trabajo Traduccin de: Hyde Flippo

    ber allen Gipfeln

    Ist Ruh,

    In allen Wipfeln

    Sprest du

    Kaum einen Hauch;

    Die Vgelein schweigen

    im Walde.

    Warte nur, balde

    Ruhest du auch.

    Sobre todas las cumbres

    calma y silencio,

    sobre todas las copas [de los

    rboles]

    apenas una brisa;

    los pajarillos del bosque

    callan.

    Espera, muy pronto

    tambin t descansars.

    Overa ll the hiitops

    is calm.

    In all the treetops

    you feel

    hardly a breath of air.

    The little birds fall silent in the

    woods.

    Just wait soon Youll also be at rest

    13

    J. Pfeiffer, Wege zur Dichtung, Hamburgo, 41953, p. 16.

    14 R. Wellek -A. Warren, Theorie der Literatur (Ullstein-Buch 420/1), Frankfurt-Berln 1963, p. 218 [Teora

    literaria, Madrid].

    * [Por si resultara de utilidad ponemos el texto original de Goethe y una traduccin inglesa amn de la castellana].

  • Qu es aqu la forma y qu el contenido? Dnde termina la forma y dnde

    comienza el contenido? Ciertamente puedo expresar conceptualmente el mensaje

    de esta poesa. Sera algo as: la naturaleza est tranquila y pronto tambin yo lo

    estar. Pero qu queda entonces de la poesa, de su belleza y fascinacin?

    Vemos que si nos desentendemos de la forma, si prescindimos de ella,

    automticamente se desvanece la substancia, el contenido: la forma sonora y la

    estructura mtrica, en una palabra, todo lo que se suele denominar forma potica,

    no es un mero medio de expresin, sino la expresin misma. Pues ya la forma

    como tal es una comunicacin, una revelacin. En otras palabras: forma y

    contenido son una sola cosa: la forma es el contenido.

    De esto se deduce que una obra de arte literaria, de manera semejante a lo que

    ocurre con un cuadro o una pieza musical, no puede ser traducida a conceptos

    racionales, sin que con ello se pierda algo esencial, incluso, segn las

    circunstancias, lo esencial. El contenido no est detrs de la forma, sino en ella. Al que no es capaz de ver y comprender la forma, tambin se le escapa el

    contenido. Y a quien la forma no ilumina, tampoco el contenido le aportar

    ninguna luz15

    .

    3. Tres ejemplos

    Lo que acabamos de decir tiene tambin su vigencia para los salmos, e, incluso,

    segn el juicio, fuera de toda duda sumamente competente, de Martn Buber, para

    todo el Antiguo Testamento: En ningn caso es posible separar en las primitivas formas-fundidas de los textos bblicos pretendiendo des-fundirlas para extraer un contenido, pues cada uno de dichos textos posee una forma nica-unificada,

    absolutamente indivisible, ms indivisible-inseparable que en el caso de la mejor

    de las poesas; en ningn caso puede pretenderse arribar a un qu primero o ms primitivo, distinto del cmo ese qu lleg hasta nosotros. Todo en las Escrituras es un hablar autntico, ante el cual toda pretensin de distinguir entre

    forma y contenido debe ser tenido como fruto de un seudo-anlisis; con lo que el mensaje, cuando se expresa mediatamente, no puede circunscribirse o

    reducirse a una observacin o a un comentario. El mensaje penetra en la forma, la

    con-forma, dndole forma, transformndola y transfigurndose en ella16.

    Intentaremos mostrar el significado que para la comprensin de los salmos tiene

    esta unidad entre contenido y forma. Lo haremos brevemente a travs de tres ejemplos. La conclusin a la que llegaremos ser que las observaciones hechas al

    poema de Goethe, la Cancin nocturna del caminante, son igualmente vlidas

    15

    H. U. v. Balthasar, Herrlchkeit. Eine theologische sthetk I, Einsiedeln 1961, p. 144. [Ib. Gloria. Una

    esttica teolgica I, Madrid 1985, p. 141]. 16

    M. Buber, Die Sprache der Borschaft, en: Werke II, Mnchen-Heidelberg, 1964, pp. 1095ss,.

  • para los salmos. Claro que para que la confrontacin fuera plenamente vlida,

    habra que recurrir a confrontar los salmos en su versin original en hebreo con

    la versin alemana del poema de Goethe, para as, hacindoles plena justicia,

    lograr una adecuada contemplacin esttica, y no recurriendo, como lo haremos,

    a una traduccin bastante deficiente17

    .

    Nuestro primer ejemplo es la del conocido salmo 22: Dios es mi pastor.

    El Seor es mi pastor, nada me falta:

    en verdes praderas me hace recostar;

    me conduce hacia fuentes tranquilas

    l refresca mi alma;

    me gua por el sendero justo,

    por amor a su nombre.

    Aunque camine por caadas oscuras,

    nada temo, porque t vas conmigo:

    tu vara y tu cayado

    son los que me sosiegan.

    T preparas una mesa ante m

    enfrente de mis enemigos;

    T me unges la cabeza con perfume,

    y mi copa rebosa.

    Slo bondad y amor me acompaan

    todos los das de mi vida,

    y habitar en la casa del Seor

    por das sin cuento.

    Este salmo tiene, naturalmente, un contenido, y es obvio que en l subyace una idea, que incluso es teolgicamente muy profunda: Dios es el amor: l me ama y est muy cerquita mo. Pero eso es todo? El salmo no dice ms nada? S, por

    cierto. Dice mucho ms de lo que sera expresable conceptualmente, mediante un

    texto en prosa. Y este plus es un acontecimiento. Si permito que el salmo obre en

    m, acontece en m algo anlogo al efecto que produce la cancin nocturna de

    Goethe. sta, como hemos visto, no slo comunica las circunstancias

    concomitantes a la tranquilidad, sino que me comunica y me transmite

    tranquilidad. Esto significa: que yo, gracias a la influencia de su poesa, me

    tranquilizo junto con el poeta. Algo semejante ocurre con nuestro salmo: Yo, a su

    17

    A continuacin intentaremos una traduccin homfona, es decir, que reproduce de la manera ms exacta posible

    la estructura mtrica y la de los hemistiquios. Las slabas en cursiva son las portadoras de los acentos y al

    pronunciarlas deben ser expresadas con mayor nfasis. [La versin de L. Alonso Schkel, Salmos y cnticos es de

    las mejores y ser la que utilizaremos en nuestra traduccin. Cuando hay alguna particularidad subrayada por

    Fglister lo haremos notar].

  • vez, soy introducido, gracias a la fuerza potica, en el amor, y comienzo a sentir

    la cercana de Dios, de la que habla nuestro poema bblico.

    Aclamad, Hijos de Dios, al Seor,

    aclamad la gloria y el poder del Seor,

    aclamad la gloria del nombre del Seor,

    postraos en el atrio sagrado, ante el Seor.

    La voz del Seor sobre las aguas,

    el Seor sobre las aguas torrenciales

    La voz del Seor llena de gloria!

    La voz del Seor llena de fuerza!

    Voz del Seor descuaja cedros,

    el Seor descuaja cedros del Lbano!

    Como a un novillo hace brincar al Lbano,

    al Sarin como a una cra de bfalo!

    la voz del Seor sacude el desierto,

    el Seor sacude el desierto de Cads.

    La voz del Seor retuerce los robles,

    el Seor descorteza las selvas.

    En su templo una voz unnime: Gloria!

    El Seor se sienta por encima del aguacero,

    el Seor se sienta como rey eterno.

    El Seor da fuerza a su pueblo,

    el Seor bendice a su pueblo con la paz.

    Tambin en este salmo 28,18

    tan antiguo como artsticamente estructurado, todo

    es dinamismo, con tal que sea ledo rtmicamente. Qu ritmo, qu dinamismo!

    No se trata ya aqu de ser suavemente llevado e introducido [como en el salmo

    22], sino de verse y sentirse fuertemente arrastrado. Y si yo afirmo que este

    salmo trata del doble aspecto que se experimenta frente a lo divino: Tremendum

    y Fascinosum, dicha aseveracin no deja de ser una borrosa y muy poco clara

    interpretacin conceptual y que no da cuenta cabal y directa de su contenido.

    18

    Para una reproduccin de la estructura de las estrofas del texto masortico vase E. Vogt, Der Aufbau von Ps.

    29, en: Bblica 41 (1960)17-24. Comprese tambin E. Pax, Studien zur Theologie von Ps. 29, en: Biblische

    Zeitschrift NF 6 (1962)93-100. Se ha reconstruido la mtrica del salmo, que, por lo dems, no est muy patente

    en todas partes: en cada una de las estrofas del principio y del final cuatro acentos por lnea; en las restantes

    estrofas tres. [Fglister desplaza hemistiquios por eso los cambios en la versin de Salmos y cnticos]

  • La conclusin anterior esta sacada no de aquello que el salmo, en s, comunica,

    sino ms bien del cmo me lo comunica, vale decir, de la apasionada y

    arrebatadora vivencia experimentada gracias a la fuerza potica del salmo.

    Y algo semejante ocurre igualmente con el salmo 150, que ciertamente tiene una

    estructuracin menos pretenciosa. Es este el salmo final del salterio:

    Alabad a Dios en su templo,

    Alabadlo en su fuerte firmamento.

    Alabadlo por sus obras magnficas,

    alabadlo por su inmensa grandeza.

    Alabadlo tocando trompetas,

    alabadlo con arpas y ctaras,

    alabadlo con tambores y danzas,

    alabadlo con trompas y flautas,

    alabadlo con platillos sonoros,

    alabadlo con platillos vibrantes.

    Todo aliento alabe al Seor.

    Qu se ha querido expresar aqu? De qu se trata en realidad? Por favor, no se

    diga que el sentido propio del salmo consiste en impartir la orden para que los

    msicos del templo tomen sus instrumentos, o, transportado a nuestro contexto,

    que estamos ante una invitacin a celebrar una misa con acompaamiento de

    orquesta. Pues si lo observamos detenidamente, veremos que el salmo, a pesar de

    lo que dicen las literalidad del texto, no se trata de una invitacin a una alabanza

    que est por comenzar, sino que el salmo en s mismo es dicha alabanza y, si as

    puede decirse, una contagiosa alabanza existencial y csmica. Pues, si me pongo

    a cantar este salmo, me encuentro envuelto en una marejada ondulante que me

    transporta consigo, y que, si me dejo llevar por ella, yo mismo seguir

    transmitiendo. Estamos ante el caso lmite de un salmo que, prescindiendo de su

    falta de pretensiones artsticas, es pura forma, a tal punto, que ya no es posible hablar de un contenido racionalmente conceptualizable. Ciertamente un caso lmite.

    Pues, junto a los tres ejemplos aducidos, hay salmos, nos referimos a los

    llamados salmos histricos y a los sapienciales, cuyo contenido es posible

    comprender y comunicar,- bastante bien, aunque parcialmente -, a travs de

    conceptos, pero nunca se logra hacerlo totalmente. Siempre resta un plus, un

    remanente, que no se deja expresar adecuadamente por medio de palabras. El

    hecho de que los salmos, en su mayor parte, tengan un contenido que pueda

    explicitarse o meditarse conceptualmente, no demuele ni desmiente, en absoluto,

    su carcter potico. Ni la poesa profana tiene tan poco contenido que se

  • pretenda comprenderla adecuadamente mediante una pura y simple consideracin

    esttico-estilstica. Siempre debemos tener en cuenta: Lo que aparta de la forma lleva al extravo. Pero considerar sola y nicamente la forma lleva igualmente al

    extravo; tomar en cuenta nicamente cmo se aduea de nosotros y no qu se aduea del poema, hacindolo veraz y qu es lo que aparece con su aparicin.

    La poesa no es un Etude, tiene un mensaje, nos presenta algo. Se erra su sentido

    y su finalidad, si se prescinde totalmente de su mensaje, declarndolo,- ms o

    menos -, sublime, nicamente debido a su estilo, cual una obra de arte unificada

    en s misma y monocorde19.

    Es cuestin, por tanto, de hacer lo uno sin olvidar lo otro. Destaqumoslo una vez

    ms, si se descuida,- sea en la interpretacin, en la recitacin o donde fuere -, de

    aquel elemento potico que solemos denominar forma potica, descuidamos algo

    decisivo: esto significa que privamos a la poesa, en nuestro caso al salmo, no

    slo de su esencia, sino tambin de su eficacia.

    4. Tambin la forma es inspirada

    Hasta ahora hemos considerado a los salmos exclusivamente desde un punto de

    vista literario, es decir, en su carcter humano. Ahora bien, los salmos, como

    parte integrante de la Sagrada Escritura, no slo son palabra humana, sino

    tambin Palabra de Dios; no slo poesas humanas, sino humano-divinas.

    Tenemos ante nosotros, por tanto, poesas poseedoras de una inspiracin nica en su gnero, ya que estn divinamente inspiradas.

    Que, cuando se refiere a los salmos, el cristiano creyente no slo tiene el derecho,

    sino la obligacin de hablar, de poemas divinos, se deduce de un doble hecho: en

    primer lugar, Por el tenor de la doctrina catlica sobre la inspiracin, segn la

    cual Dios es, en razn de la inspiracin, no slo autor de las verdades teolgicas contenidas en la Sagrada Escritura, sino autor de toda ella. Pues, haya

    hecho lo que haya hecho el hagigrafo para la realizacin de su obra,- en nuestro

    caso el salmo -, lo hizo bajo influjo de la inspiracin.20

    Este hecho intenta

    explicarlo la teologa, utilizando para hacerlo, el auxilio de un modelo que

    recurre a la relacin existente entre la causa principal (causa principalis) y la

    causa instrumental (causa instrumentalis); expliqumonos algo mejor: La

    totalidad del resultado, es decir, el texto en su totalidad, tal y como lo tenemos

    19

    E. Herder, Zum Deuten von Gedichten, en A. Weber y R. Hirschenauer (ed.), Wege zum Gedicht, p. 26,

    Mnchen 1956. Algo parecido en R. Wellek y A. Warren, Theorie der Literatur, p. 215 [Teora literaria,

    Madrid]. W. Kayser, Das spracliche Kunstwerk, p. 257. 20

    Conc. Vat. I, Constitucin dogmtica sobre la fe catlica., C. 2 De la revelacin: La Iglesia los tiene [a los Libros de la Escritura] por sagrados y cannicos, no porque compuestos por sola industria humana, hayan luego

    sido aprobados por ella, ni solamente porque contengan la revelacin sin error; sino porque escritos por

    inspiracin del Espritu Santo tienen a Dios por autor (D 1787). Cf. tambin Len XIII, Providentissimus Deus (D 1952).

  • ante nosotros, debe ser atribuido totalmente, aunque a cada uno de manera

    diversa, tanto a la causa principal (Dios), como a la instrumental (el

    hagigrafo)21

    .

    Que especialmente en el caso de los salmos no puede postularse que nicamente

    los pensamientos hayan sido inspirados por Dios, para con posterioridad ser

    derramados en un molde que les d forma potica, no slo se deduce de la

    doctrina de la inspiracin, sino tambin del carcter potico de los salmos.

    Rememoremos lo visto acerca de la poesa,- y los salmos son poesa! -. En [los

    poemas] contenido y forma, continente y contenido, forman una unidad tan

    estrecha que no slo no pueden separarse el uno de la otra, sino que ni siquiera

    sera posible distinguirlos de manera adecuada. Si alguien creyera poder darse

    por satisfecho con la doctrina de la inspiracin real, referente nicamente al contenido, se encontrara ante dificultades insuperables, en el caso de que se

    tratara de los salmos. Por qu cul es en este caso el contenido divino y cul la forma humana? Dnde acabara la forma potica y dnde empezara el contenido teolgico? Por doquier y en ninguna parte22.

    Por tanto, en el caso de los salmos, no slo stos estn inspirados [en cuanto a su

    contenido] sino igualmente su forma potica, que consecuentemente es, divina.

    Esto no significa otra cosa que lo siguiente: Dios se nos revela, viene hacia

    nosotros, quiere acercrsenos, se nos comunica a travs de poemas, poticamente

    y al darnos los salmos como textos de oracin, quiere que nosotros, a su vez, le

    respondamos poticamente. Este hecho puede parecerles duro a telogos que aun

    se encuentran atados a un concepto de revelacin y de inspiracin demasiado

    racionalista, y los cuales [telogos] preferiran y les resultara ms cmodo un

    sistema de verdades abstractas y un conjunto de oraciones que fueran

    conceptualmente claras. Pero no por eso es menos cierto ni sus consecuencias

    menos decisivas. Pues el que los salmos sean poesa, y poesa inspirada, tiene sus

    consecuencias; as, quien no se preocupe del carcter potico de los salmos, por

    ejemplo al traducir o interpretarlos, pero igualmente al rezarlos o recitarlos,

    atenta y peca no slo contra la dignidad y belleza de la palabra humana, - lo que

    ya sera suficientemente grave -, sino que peca contra la Palabra de Dios, pues,

    al atentar contra la poesa inspirada por el Espritu, peca contra el Espritu Santo.

    Que no se admire, entonces, de que los salmos no le dicen nada y de sentirse

    vaco despus de haberlos ledo, pero qu pueden decirle, si no les permite

    hablar y, por tanto, tampoco se lo permite a Dios?

    21

    Comprese Toms de Aquino, De malo, q. 3 a. 2: Idem effectus totus attrbuitur instrumento, et principai

    agenti etiam totus. 22

    Acerca de la confrontacin entre inspiracin real e inspiracin verbal, cf. Th. Schwegler, s. v. Inspiration en: H. Haag, Bibel-Lexikon, Einsiedeln 1951, p. 746.

  • III LA FINALIDAD POETICA

    Los salmos son poesas: esa fue la conclusin del captulo anterior. Al mismo

    tiempo constatamos que,- al igual que en toda poesa, por tanto, tambin en los

    salmos -, lo exterior y lo interior, la forma y el contenido, la estructura idiomtica

    y el contenido de ideas teolgicas, forman una unidad indisoluble. De esto se

    desprende que slo la comprensin, implementacin y utilizacin de los salmos

    que toma seriamente en consideracin su carcter potico, les hace justicia. Lo

    que an nos falta demostrar es que, segn nos atrevimos a afirmar, la

    actualizacin de los salmos como tal, y con ella la solucin del problema de los

    salmos, depende, en gran medida, de que tomemos muy en serio ese, su carcter

    potico. Para lograrlo necesitamos que en primer lugar nos ocupemos

    detenidamente de la finalidad o funcin potica que caracteriza la esencia de

    una poesa. De [dicha finalidad o funcin potica] se deducen, de hecho,

    consecuencias prcticas de enorme importancia para nuestra oracin slmica.

    Pero de esto nos ocuparemos en la segunda parte de este captulo.

    1. Comunicacin, identificacin, evocacin

    Una poesa,- pensemos en la Cancin nocturna del caminante de Goethe, o en los ejemplos de los salmos aducidos anteriormente -, se diferencia, en su esencia,

    de un texto en prosa. En qu consiste dicha diferencia? Con toda seguridad no

    slo, ni en primer lugar, en detalles idiomticos externos, tales como la eleccin

    de las palabras, su sonido o su mtrica, sino que estriba especficamente en el

    efecto potico; [efecto] que naturalmente est estrechamente relacionado con la

    estructura del lenguaje. Dicho efecto, que es una realidad muy compleja, puede

    iluminarse a travs de las siguientes palabras-clave: comunicacin, identificacin

    y evocacin. Cada una de las tres echa luz desde un especfico punto de vista.

    a) Comunicacin

    En todo hablar, incluso en el prosaico, se intenta notificar algo. Pero no toda

    notificacin, todo communiqu [sic en el original alemn], es tambin una comunicacin, una auto-comunicacin. Pero es eso justamente lo que hace un

    poema, ya que un poeta, en tanto en cuanto habla como tal, quiere no slo

    expresar y manifestar conceptos, ideas, contenidos o hechos, sino,- cualquiera

    sea la medida y la manera en que lo logre -, auto-comunicarse, manifestarse a s

    mismo: sus concretas experiencias humanas y de esta manera transmitirle a su

    interlocutor sus afectos y sentimientos. Pues el lenguaje de la literatura es intrnseca y esencialmente algo ms que descriptivo (referential). [La literatura]

    es altamente expresiva; comunica y transmite el estado de nimo y la actitud de

  • quien habla, del escritor; no slo constata, no slo exterioriza lo que ella dice; la

    literatura quiere influir en las actitudes del lector, convencerlo e, incluso, en

    ltima instancia, transformarlo23

    . Esto significa lo siguiente: la palabra potica

    es una palabra eficiente, que no tiene slo, - ni en primera lnea -, una funcin

    notica, sino muchsimo ms, una funcin dinmica. La auto-comunicacin

    potica obra, realiza, provoca un acontecimiento que influye y obra en el interlocutor, provocando y estimulando en l un movimiento y afeccin, una

    emocin y conmocin equivalentes y correspondientes a la auto-comunicacin

    potica. Con esto queda dicho que la participacin potica no va dirigida ni

    exclusiva ni primordialmente a la razn, sino a todo el hombre: a su fantasa, a su

    voluntad, a su afecto, en una palabra, a aquello que solemos llamar corazn.

    De este corazn hablbamos ya, cuando en el captulo introductorio nos referamos a la esencia de la oracin. Tambin la oracin es, como acto personal

    que es, expresin de la totalidad del ser humano, y, por ende, accin, expresin y

    funcin del corazn: de sus preocupaciones y temores, de sus anhelos y tristezas, de sus esperanzas y alegras-, cosas todas que igualmente son asunto de

    la poesa. Podemos, por tanto, afirmar, que existe cierto parentesco entre la

    poesa y la oracin. Ms aun, incluso, podramos decir: la forma de hablar que

    ms condice y concuerda con la esencia de la oracin, es el lenguaje-que-

    expresa-la plenitud-del-corazn, vale decir, la poesa.

    b) Identificacin

    Lo que acabamos de decir pone de manifiesto que la poesa, como comunicacin,

    produce al mismo tiempo una identificacin: al comunicarse, el poeta se hace una

    cosa sola con su interlocutor, el cual, a su vez, se identifica espontneamente con

    el yo del poeta. Esto significa que: el interlocutor, al participar, por mediacin del poema, de las experiencias del poeta, se hace un solo-corazn-y-una-sola-alma con l, es decir, que en cierto modo adquiere cierto parentesco espiritual. Con l vibra y junto a l se desliza, y en este co-vibrar y con-cordar armnico se

    produce aquella misteriosa inmersin e identificacin que elimina y suprime toda

    distancia; de manera distinta ocurre en el pensamiento objetivo, racional, que no slo crea distanciamiento, sino que lo exige. El yo del lector no slo se funde

    con el yo del poeta, sino que, de alguna manera, lo hace con el yo de todos los

    lectores: se forja aquello que podra ser denominado el sper-yo potico.

    El pensamiento que acabamos de insinuar, que difcilmente puede fundamentarse

    racionalmente y que es aun ms difcil lograr expresar adecuadamente, tiene, para

    nuestra actualizacin de los salmos, enormes consecuencias:

    23

    R. Wellek y A. Warren, Theorie der Literatur, Fankfurt-Berlin 1965, p. 17.

  • La identificacin del yo de los salmistas antiguo-testamentarios,24

    es de por s un

    asunto muy complejo y nada fcil de captar,- que adems adquiere

    frecuentemente la estructura de un yo-colectivo -, se ha ido enriqueciendo, a lo largo de la historia de la tradicin, con el yo de todos aquellos, que de alguna

    manera fueron identificndose [haciendo suyo] con el yo de los salmistas. Pues,

    antes de que llegue a ser mi propio yo, ya haba sido el yo de Cristo y el de los

    santos. Es este un pensamiento que aparece una y otra vez en las homilas sobre

    los salmos de san Agustn, como tambin en el Prlogo al Salterio de Martn

    Lutero (1528**): Ahora bien qu otra cosa es gran parte del Salterio, sino un hablar serio y grave de tempestades de toda suerte, similares a aquellas? Dnde

    encontrar palabras ms delicadas sobre la alegra que en los salmos de alabanza y

    de accin de gracias? Aqu tu mirada, al penetrar en el corazn de todos los

    santos, se encuentra como en alegres jardines, como si estuviese en el cielo, ve

    como all dentro crecen las flores delicadas y alegres de toda clase de hermosos y

    gozosos pensamientos respecto a Dios y todo lo que ha hecho. Y dnde

    encontrars palabras de tristeza con ms profundos lamentos y quejas que en los

    salmos de lamentacin? En ellos volvers a penetrar en el corazn de todos los

    santos cmo si te adentraras en la muerte, s, como en el infierno...! Debemos afirmar, por tanto, que una poesa, por ms que sea un texto prefijado, de pronto

    deja de ser un formulario fijo, gracias a la identificacin potica con un poema.

    Esto es verdaderamente as siempre y cuando uno le permita al poema en

    cuestin ejercer su influencia sobre nosotros, cosa que tambin es vlida en el

    caso de los salmos. En la medida en el que nuestro yo se compenetra en el yo del

    salmista y, a la inversa, el yo del salmista se convierte en nuestro yo, las palabras

    de los salmos veterotestamentarios se transforman en nuestras propias palabras.

    Empiezan a vivir de nuevo transformndose nuevamente en oracin: nuestra

    oracin.

    c) Evocacin

    El acontecimiento que tiene lugar en el lector, - por que ciertamente se trata de un

    suceso, de un acontecimiento -, al ser interpelado por una poesa, no slo

    consiste, sin embargo, en los [dos] procesos que hemos denominado

    comunicacin e identificacin, sino que al mismo tiempo tenemos que sumarles

    un tercero: el de la evocacin. Si observamos detenidamente, descubriremos que

    en poesa se trata, en ciertos aspectos, no tanto de notificar, de-dar-noticia, sino

    mucho ms de suscitar, estimular e inspirar. Es propio de la poesa poseer la

    virtud mgica y la capacidad de despertar en nosotros lo olvidado e inconsciente

    24

    Con respecto a este problema tan complejo, sobre el que valdra la pena un estudio detallado, precisamente en lo

    referente a la actualizacin cristiana de los salmos, cf. O. Eissfeldt, Einleitung in das Alte Testament, 19643. p.

    154, Tbingen; S. Mowinckel, The Psalms in Israels Worship I, Oxford 1962, pp. 42-50; J. De Fraine, Adam und seine Nachkommen. Der Begriff derKorporativen Persnlichkeit. Kln 1962. ** [El autor cita el Prlogo al Salterio de Lutero en su edicin del ao 1531; teniendo una traduccin personal al

    Prlogo de Lutero del ao 1528 y difiriendo muy poco del de 1531, citamos el mismo de la versin de 1528].

  • que poseemos e ignoramos que yazca depositado all en lo ms profundo,

    logrando liberarlo y actualizarlo. Es ella la que presta y da voz a los sentimientos

    que dormitan, - por ejemplo, aquel duelo silenciado o aquella escondida

    nostalgia -, en lo ms ntimo y profundo nuestro y que quedaran inexpresados e

    inexpresables, y por tanto, no actualizados. En otras palabras: gracias a la poesa,

    el hombre toma consciencia de s mismo.

    Dijimos ya que tambin la oracin fomenta y lleva a la actualizacin: a la

    actualizacin de la fe, la esperanza y especialmente del amor, preexistentes en

    nosotros. Tambin los salmos, en cuanto son poesas y en cuanto como tales son

    tratados, nos ayudan a ello, gracias a la capacidad de evocacin potica que les es

    propia. Despiertan aquello que preexiste en nosotros: nuestros anhelos y duelos,

    nuestra fe, esperanza y amor: es decir, nuestros duelos y anhelos de cristianos,

    nuestro fe, esperanza y amor cristianos. De este modo los salmos

    veterotestamentarios se ponen al servicio de la autorrealizacin de los cristianos:

    textos que de-por-s son pre y sub-cristianos, se convierten, de-por-s, en oraciones cristianas.

    25

    2. Consecuencias concretas

    De la finalidad potica brevemente bosquejada se deducen para el que ora con los

    salmos algunas consecuencias fundamentales, de cuya puesta en prctica

    depende, en gran parte, la actualizacin de los salmos, y con ella, la realizacin

    fructfera de la oracin hecha con [tales poemas bblicos].

    (a) Un s decidido a los salmos

    Dar un decidido s a los salmos y a su finalidad potica significa, para expresarlo

    primero en forma negativa: no pedir ni esperar de ellos, aquello que como

    poesas no quieren ni pueden darnos. Esto significa: no esperemos que los salmos

    nos proporcionen, o al menos no en primer lugar, el enriquecimiento de nuestros

    conocimientos, materia para especulaciones o deducciones especulativas, ni

    mucho menos un elaborado sistema teolgico. No les exijamos tampoco

    conceptos claros, ni una correcta concatenacin de ideas, ni un progreso lgico

    del pensamiento. Proporcionar todo eso no es asunto que incumba a una poesa:

    Tengan el coraje de dejarse deleitar, sorprender y conmover, sin tener que andar continuamente preguntando por una idea (J. W. Goethe).

    Se trata de aceptar agradecidos y dar la bienvenida, aprobando positivamente, la

    conmocin y al deleite,- es decir, al impacto potico que invade por entero al ser

    humano -, a travs de los salmos, que al ser poesas, aventajan a cualquier texto

    25

    Ms sobre este asunto, en el captulo VI: "El sentido pleno [sensus plenior] potico."

  • teolgico, por profundo, veraz o rico en su pensamiento que sea. Pues, si Dios

    tuvo a bien no revelarse a travs de una Summa theologica, sino manifestrsenos mediante poesas, no hay duda de que esto sucedi para ventaja

    nuestra. Y si nos resultara cuesta arriba aceptar con alegra la realidad de este

    hecho, recibmoslo como una advertencia muy sera que es urgente

    preocuparnos a fin de completar y lograr el desarrollo total de nuestra humanidad,

    para volver a despertar, nutrir y cultivar en nosotros, - tambin en nosotros los

    telogos -, el sentido potico, que ha ido muriendo en nosotros por una formacin

    unilateralmente tcnica e intelectual. Deberamos convertirnos, sin ms

    dilaciones, para hacernos como nios (cf. Mt 18,3). Es esta una precondicin imprescindible para lograr la capacidad de escuchar correctamente un mensaje en

    general, y el de la oracin de los salmos en particular: odos para escuchar las

    palabras que tienen como blanco el centro, el corazn del ser humanose dirigen palabras mensaje esta es, sin duda, una condicin necesaria para or

    26.

    (b) Disponerse

    Si la finalidad potica quiere ser efectiva, - finalidad consistente en la

    comunicacin, identificacin y evocacin -, tiene que encontrar en el receptor la

    disposicin correspondiente. Esto es vlido tambin para los salmos; y, si cabe,

    aun en mayor medida. Pues la oracin, - que es esencialmente algo personal y

    subjetivo -, al igual que el efecto potico, depende en gran medida de la

    correspondiente disposicin del orante. En el caso de los salmos, en qu consiste

    dicha adecuada disposicin, capaz de tener en cuenta tanto su carcter potico

    como su condicin orante?

    La efectiva realizacin de la comunicacin potica presupone en quien salmodia

    una gran apertura: aquella capacidad receptora, movilidad, disponibilidad y

    sensibilidad que son impensables sin la presencia de la tranquilidad y sosiego

    interiores y que, por tanto, llevan consigo cierta pasividad e indiferencia. No se

    trata tanto de un cuanto de un : no se trata de un

    26

    K. Rahner, Das Wort der Dichtung und der Christ, en: Schriften zur Theologie T IV, Einsiedeln 1960, p. 444,

    algo parecido en p. 448s [Tomamos la traduccin de: Ib., La palabra potica y el cristiano, en Escritos de

    Teologa, T IV, Madrid 1965, pp. 453-466, la cita en p. 461] "Y as es verdad que la aptitud y el adiestramiento

    para percibir la palabra potica es un supuesto para or la palabra de Dios"; es un conocimiento radical el conseguido, segn el cual el decir y or poticos pertenecen tan ntimamente a la esencia del hombre, que si esta

    capacidad esencial del corazn hubiera desaparecido verdaderamente por completo, el hombre ya no podra

    percibir la palabra de Dios expresada en la palabra humana. Lo potico es, en su esencia ltima, supuesto del

    cristianismo". Comprese tambin Th. Merton, Bread in the Willdeness, New York, s. f., p. 54 [Ib. Pan en el

    desierto; versin digitalizada p. 30]: Sin embargo, creo que la razn por la cual tantos se quedan sin entender los Salmos -adems de que nunca estn bien familiarizados con su lenguaje, ni siquiera con el latn eclesistico- es

    que las facultades poticas latentes de sus espritus nunca las ha despertado alguien capaz de indicarles que los

    Salmos verdaderamente son poemas.

  • ansioso querer comprender y entender, sino ms bien de un pasivo dejarse invadir

    y conducir; y no la obstinada realizacin de una tarea-a-cumplir (pensum*), sino

    un liberador dejarse conquistar por la Palabra de Dios con [toda] su fuerza y

    belleza. Pues todas las exigencias postuladas por la ciencia literaria profana para

    una recta comprensin de la poesa, son igualmente vlidas, mutatis mutandis,

    para nuestra actitud ante los salmos: los versos slo tienen el tono adecuado, cuando son recreados desde lo profundo, desde un sosiego apartado de todo

    ruido... Necesitan de la magia de la inspiracin, y todo aquello que pudiera

    despertar la sospecha de una finalidad distinta [esta fuera de lugar y] desafina.27 Esto quiere decir: Quien posee el adecuado tono lrico no se atrinchera, sino se deja llevar por la corriente de la existencia. El instante obtiene sobre l un

    dominio excluyente, - ora este tono, luego aquel otro -. Cada verso lo plenifica a

    tal punto, que le resulta imposible predecir en qu relacin se encontrar el

    postrero con el primero28

    .

    Con respecto a la identificacin potica, para que d pleno resultado, debe

    preexistir en nosotros cierta afinidad y con-naturalidad con el poeta: Lo lrico es infundido. Para que pueda tener lugar el lector debe estar dispuesto a recibirlo. Y

    est dispuesto cuando su alma est a tono con la del poeta. De esta manera la

    poesa lrica se manifiesta como un arte que pide soledad, que slo puede ser

    escuchada por los que vibran en el mismo tono y en soledad29. Pues quienes tienen idntica situacin anmica poseen una clave capaz de inferir ms de lo que

    podra hacerlo la conceptualizacin ordenada o el pensamiento deductivo. El

    lector tendr la sensacin de haber sido l mismo quien compuso la cancin. La

    repite calladamente, la sabe de memoria sin haberla aprendido y va repitiendo

    aquellos versos, como brotando de su propio corazn.30 Se trata, entonces, de aquella armona y simpata internas o, expresado en trminos modernos, la de

    tener la adecuada longitud de onda, sin la cual es imposible que se d, en el

    campo potico, una receptividad que vibre y se deslice a la par. Sin embargo, en

    el uso orante de los salmos esta disposicin no slo consiste en una amorosa

    comprensin de la Biblia, obtenida mediante un trato ntimo y frecuente con ella

    y su mundo, sino mucho ms, en aquel parentesco espiritual con lo divino, que consiste en la fe, esperanza y amor sobrenaturales. nicamente a quien vibre en

    esa tonalidad los salmos le resultarn connaturales, poseedor de la llave que da

    acceso a su comprensin.

    A la postre, la evocacin potica depende, para su profundidad y fuerza, de la

    riqueza interior del interpelado. Slo puede ser despertado y evocado en m,

    aquello que, de alguna manera, ya estaba presente. Cuanto ms rico sea

    * pensum servitutis es la expresin que usa la Regula Benedicti al exhortar a los monjes a cumplir con el su servicio, el Opus Dei = Oficio Divino: cf. RB 16,2; 18,24. 27

    E. Staiger, Grundbegriffe der Poetik. Zrich 1946, p. 17. 28

    Ib. pg. 61. 29

    Ib. pg. 51 30

    Ib. pg. 53.

  • interiormente, tanto mayor ser el efecto que produzca en m una poesa mediante

    su poder evocador. Lo que en nuestro caso significa lo siguiente: los salmos

    suscitan y se transforman en mi oracin cristiana en la medida en que ya soy

    cristiano. Predisponerse adecuadamente significa, sobre todo lo siguiente:

    enriquecerse interiormente permaneciendo receptivo.

    (c) Tratar los salmos como poesa

    Dado que los salmos son poesa, como tales hay que tratarlos. Y esto no slo en

    cuanto a su interpretacin, sino igualmente en orden a su recitacin. Del modo

    como sta se realice depende en buena parte, junto a la disposicin personal, el

    efecto de los salmos sobre nosotros. Pues la poesa debe leerse de manera distinta

    a como se hace con los textos en prosa. De aqu se derivan enormes

    consecuencias, tanto para la oracin slmica en privado, como para la

    comunitaria. Indicaremos aqu solamente tres postulados prcticos, deducidos de

    lo dicho hasta ahora acerca del carcter potico de los salmos.

    En primer lugar es necesario hacer todo lo necesario para que quien recita los

    salmos se vea transportado a un estado de nimo adecuado para volver a producir en l aquel efecto potico, - y repitmoslo una vez ms: efecto querido e

    inspirado por Dios y del cual depende en gran medida la deseada eficacia potica

    de los salmos -. Esta predisposicin hacia lo potico, cual actitud de todo el ser

    humano, consiste sobre todo en un gran sosiego y desapego interiores;

    predisposicin que se ve fuertemente condicionada y modificada por cosas que

    nosotros, sin el menor reparo y con gran ligereza, desearamos suprimir por

    considerarlas meramente exteriores: tales como el espacio, las ceremonias, el

    tiempo (la [denominada] veritas horae*) y no en ltimo trmino, la msica.31

    Todo esto y otras cosas ms, contribuyen, en manera determinante, a abrir y

    disponer a todo el hombre,- cuerpo y alma, entraas y espritu -, de modo de

    hacerlo capaz de aceptar ntegramente la experiencia potica.

    Acto seguido debemos llevar en cuenta que nuestra capacidad de percepcin de

    lo potico es limitada. Puedo leer una novela durante horas, curiosear en un

    registro de direcciones o abismarme en un libro cientfico, pero no puedo dejar

    que la poesa obre-influya en m durante perodos prolongados y sin que medien

    interrupciones. Si los salmos son poesa,- y lo son -, lo dicho es vlido para ellos.

    Por ello, si la oracin de los salmos se encuentra sometida a la ley de la cantidad

    * [Cf. SC 88, IGLH 29: en la medida de lo posible se ha de observar el criterio de la adecuacin de cada Hora al tiempo natural. Cf. c. 1175 del CIC/1983]. 31

    Cf, al respecto, nuevamente E. Staiger, Grundbegriffe: "Por supuesto que a quien escucha, se lo puede preparar para ese estado de nimo. Este es, lo digo con ojos de poeta, el sentido de la composicin de un canto.

    La msica es capaz,- le bastan apenas unos compases-, y es como si se hubiera pronunciado una frmula mgica y todo lo que no pertenece a ese texto se fue, y la tristeza del corazn desaparece" (p. 51ss).

  • y sufre la presin del deber obligatorio de rezarlos, no slo no producirn fruto,

    quedando como muertos, sino que, literalmente, tendrn un efecto letal sobre

    nuestro espritu.32

    Tengamos presente la experiencia que nos dice que si

    frecuentemente un poema recin se nos abre y gana el corazn gracias a recitarlo

    reiteradamente, sin embargo corre peligro de perder eficacia y quedar como

    vaciado al repetirlo rutinariamente y con demasiada frecuencia33

    . En ninguna

    parte, como en el mbito de la oracin slmica, debera ser tomado en cuenta el

    principio de la discrecin, la moderatio benedictina del ne quid nimis y omnia

    mensurate fiant. Nos haramos culpables de pecar contra la Palabra de Dios al pretender utilizar los salmos de forma absolutamente opuesta tanto a su ntima

    esencia como a la de la oracin, al liquidarlos y recitarlos precipitadamente; es

    por eso necesario considerar, mucho ms que hasta ahora, la estructura

    sicolgica del hombre, especialmente la del hombre moderno, para la cual es

    vlido,- permtasenos invertir y parafrasear las palabras de Jess sobre el sbado-,

    aquello de: los salmos han sido hechos para las personas y no las personas para los salmos (Cf. Mc. 2,27).

    Y s, como hemos podido constatar en el captulo anterior, toda poesa, en cuanto

    obra de arte, forma una unidad cerrada en s misma, entonces, por una parte, los

    salmos no deben ser recitados uno detrs del otro, sin intercalar entre ellos al

    menos un momento de silencio, - tal y como era la forma con la que por lo

    general los primeros monjes recitaban los salmos, de modo que para cada uno de

    ellos quedaba respetada su realidad separada. Por otra parte, en base al invocado

    principio de unidad, los salmos no deben ser divididos-desgarrados

    innecesariamente. Las poesas son una realidad delicada, y cuanto ms potico

    sea un salmo, tanto ms sufrir, - al costo de su efecto potico y con gran

    perjuicio para nosotros -, al someterlo a ataques, con harta frecuencia

    absolutamente arbitrarios y que no raras veces carecen del debido respeto a la

    belleza y a la dignidad de la Palabra.

    (d) No perderse ni detenerse en los pormenores

    Del principio unificador y de la finalidad potica, expuestos anteriormente, se

    sigue, para la oracin de los salmos, otra consecuencia fundamental: aquella de

    que en toda poesa es indispensable diferenciar, lo que,- por una parte -, es la

    especfica finalidad potica, que consiste en la comunicacin y produccin de un

    32

    Cf. al respecto A. Deissler, Das lobpreisende Gottesvolk in den Psalmen, en J. Danilou y H. Vorgrimler (ed.).

    Sentir Ecclesim (homenaje a H. Rahner), p. 49, Freiburg 1961, as como L. Krinetzki, Was erwartet der

    Psalmenexeget von der kommenden Brevierreform?, en Theol.prakt. Quartaischr, 111(1963) 47, y las reflexiones

    de L. Leloir, Vers une liturgie plus priante, en Nouvelle Revue Thologique, 95(1963)1023-1038. 33

    Cf. R. Wellek y A. Warren, Theore der Literatur, p. 217: "La vivencia esttica es una forma de

    contemplacin... Un gran enemigo suyo es la utilidad, otro, igualmente grave, es la de invariablemente ir en la

    direccin prescrita por la utilidad.

  • estado anmico determinado, y por otra, en los medios, - que de manera

    subordinada estn al servicio de dicha comunicacin y evocacin potica -, que

    lleva a la constatacin de que uno no puede detenerse en los pormenores, en

    perjuicio de la totalidad y de la efectividad potica que del poema deriva. Dado

    que toda poesa forma una unidad cerrada en s misma, cada una de sus partes,-

    frases, versos, palabras -, no puede ser considerada aislada y separadamente, sino

    siempre dentro del conjunto, en el contexto total del que forman parte y en el que

    estn integradas, como medios en relacin a un fin, y de la que cada una recibe su

    pleno sentido y su propia importancia. Pues la poesa habla como conjunto esttico, esto es, desde la totalidad de sus motivos y elementos estructurales. Hay

    que cuidarse mucho de leerla como si se tratara de un texto filosfico, y

    detenindose en cada una de las afirmaciones, por aclaratorias que pudieran

    llegar a ser en cada caso. Cada una de las afirmaciones slo puede ser

    comprendida dentro de todo el conjunto y solamente a partir de dicha totalidad

    surge su relevancia34

    .

    De esta constatacin derivan, para la utilizacin de los salmos, dos consecuencias

    muy concretas y, como pronto descubriremos, harto liberadoras. Del principio

    general de no detenerse en los pormenores resulta,- en primer lugar -, que para

    lograr el efecto potico, el hecho de escrutar racionalmente y/o pretender

    comprender absolutamente cada detalle de un salmo, no slo es innecesario, sino

    que, incluso puede transformarse en un impedimento para lograrlo. Aquello que

    pretendemos expresar con semejante afirmacin nos lo puede mostrar el salmo28,

    en el que ya nos detuvimos ms arriba: Aunque en l cada una de las palabras sea

    importante e indispensable, para que en m se produzca el efecto potico, no me

    es necesaria la comprensin previa y exacta de cada una de las expresiones del

    salmo, como, por ejemplo, aquella de que YHVH se sienta por encima del

    aguacero, ni conocer con exactitud el aspecto de un bfalo, o dnde situar

    geogrficamente al Lbano o al desierto de Cads. En segundo lugar se descubre

    que afirmaciones comprensibles, en s mismas, y que han sido entendidas no

    deben ser absolutizadas, sino que es necesario interpretadas a partir de la

    totalidad del contexto y de la finalidad esencial del salmo. As, por ejemplo, las

    maldiciones (Capital de Babilonia, criminal, bienaventurado quien agarre a tus

    pequeos y los estrelle contra las peas) con las que culmina el salmo 136 (Junto

    a los canales de Babilonia nos sentamos a llorar), no son otra cosa, si las

    consideramos dentro de su contexto, que la expresin potica, ciertamente harto

    enrgica, de aquel dolido amor y de aquella devoradora aoranza que invade a

    los deportados, y que constituyen el tenor de fondo de todo el salmo, y que van

    dirigidas a la lejana Jerusaln, la Ciudad Santa,- su madre patria-, tan

    34

    P. Bckmann, Formgeschichte der deutschen Dichtung I, p. 52, Hamburg 1949. Cf. tambin R. Wellek y A.

    Warren, Thorie der Literatur, p. 95: "La reduccin de una obra de arte a un teorema o, lo que es peor aun, la

    separacin de alguno de sus componentes, tiene un efecto destructivo en la comprensin de la unidad de la obra.

    Una actitud tal destroza la estructura de la obra de arte, obligndola a aceptar extraos criterios de valoracin".

  • atormentada y maltratada por edomitas y babilonios, sus crueles captores.

    Miradas de este modo estas, en s terribles maldiciones, pierden mucho de su

    carcter pre y sub-cristiano, carcter que, desgajadas de su contexto potico,

    indudablemente poseen. Este ejemplo muestra lo valioso que puede ser tomar en

    serio el carcter potico de los salmos, tanto como ayuda hermenutica para su

    mejor comprensin, como tambin para su actualizacin.

    IV LOS GENEROS POETICOS

    Hasta ahora nos hemos permitido una generalizacin no del todo adecuada al

    hablar siempre de poesa y de finalidad potica. Pero ya es hora de que

    advirtamos que,- y esto es igualmente cierto para toda obra de arte -, la poesa, as en abstracto, no existe, sino nicamente las muchas poesas, cada una de las cuales, consideradas individualmente, forma una unidad coherente y cerrada en

    s misma, cada cual con su impronta propia y sus caractersticas peculiares. Claro

    que una mirada a la historia de la literatura muestra que todas esas poesas, a

    pesar de su originalidad e individualidad, pueden ser agrupadas en cierto nmero

    de categoras o gneros literarios diferentes,- himnos y odas, elegas y

    epigramas, baladas y canciones populares -, cada uno de dichos gneros

    poseedor, en mayor o menor medida, de caractersticas determinadas e

    incontestables . Algo semejante es igualmente aplicable a los salmos del Antiguo

    Testamento; tambin ellos pueden ser tipificados en determinados gneros. El

    interrogante para el que buscbamos respuesta en el captulo anterior puede

    formularse como sigue: Cules son los principales gneros literarios que pueden

    ser usados para clasificar los salmos y cules las consecuencias concretas que de

    ello derivan para nuestro rezar salmos? Vuelve, as, a quedar de manifiesto que

    las reflexiones terico-literarias acerca del carcter potico de los salmos

    encierran y conllevan consecuencias prcticas que en modo alguno pueden dejar

    de ser tenidas en cuenta a la hora de actualizar orantemente los salmos.

    1. Los tres gneros literarios fundamentales de los salmos

    Desde hace unos cincuenta*[hoy seran cien] aos se ha generalizado, en la

    investigacin cientfica de la Biblia, el mtodo de trabajo denominado historia de las formas (formgeschichte). Se basa en la investigacin de las unidades idiomticas ms pequeas, en un principio independientes entre s, y que a partir

    de toda una serie de procesos redaccionales, posteriores, fueron coordinndose

    entre s y agregndose unas