nterrupcion de la prescripcion penal por actos de Procedimiento

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Tesis de Postgrado en Leyes

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-Interrupción de la prescripción penal por actos de procedimiento-1

Dr. Jorge C. Baclini

Sumario: I.- Introducción. II.- Fundamentos de la prescripción penal.1.- La prescripción penal como límite temporal. 2.- La innecesariedad de la pena. 3.- La utilidad por imposibilidad. 4.- La resolución del conflicto en un tiempo razonable. III.- La interrupción por actos de procedimiento. 1.- Análisis crítico. 2.- La derogada “secuela de juicio”. 3.- La ley Nº 25.990. a.- Panorama general. b.- Estudio crítico. b.1.- La no previsión de otros acto interruptivos. b.2.- Examen desde la perspectiva que favorece la impunidad. b.3.- La extensión sin límites de la prescripción. c.- Los actos de procedimiento interruptivos según la ley 25.990.c.1.- Panorama general. c.2.- El primer llamado para recibir declaración indagatoria. c.3.- El requerimiento acusatorio de apertura o elevación a juicio. c.3.1.- En los delitos de acción privada. c.4.- El auto de citación a juicio o acto procesal equivalente. C.4.1.- El auto de citación a juicio en Santa Fe. c.5.- La sentencia condenatoria no firme.

I.- IntroducciónEste trabajo tiene como finalidad, desde un somero análisis de los fundamentos de la

prescripción de la acción penal, la delimitación de los actos de procedimiento interruptivos. Y ello aparece como necesario si tenemos en cuenta que la ley Nº 25.990 ha

establecido un catálogo detallado de los actos procesales que tienen aptitud para interrumpir el curso de la prescripción de la acción penal, sustituyendo la criticada fórmula “secuela de juicio”.

Por otra parte, la utilidad de este estudio estimamos que redunda directamente en la actividad jurisdiccional, en tanto procura aportar nuevos lineamientos a la interpretación de la prescripción de la acción penal, entendida como un límite temporal que se autoimpone el Estado en procura de cancelar el conflicto.

II.- Fundamentos de la prescripción penal1.- La prescripción penal como límite temporal

La prescripción penal es un límite temporal que se autoimpone el Estado para iniciar o continuar la persecución penal contra una persona (prescripción de la acción penal) o efectivizar la pena impuesta por una sentencia condenatoria firme (prescripción de la pena). Tal conclusión primaria se sostiene sobre la base de que el transcurso del tiempo es el requisito esencial requerido por nuestro derecho para declarar por extinguida la acción (art. 62 CP) o la pena (art. 65 CP)2.

En un Estado de derecho el poder penal al ser de alta intensidad debe ser limitado, por tanto el Estado se autoimpone límites de distintas formas, resultando que el conjunto de los mismos conforman un escudo protector de la dignidad humana frente al uso arbitrario o abusivo del poder. El límite temporal es, entonces, uno de los límites autoimpuestos por el Estado3.

Sin embargo, como el Estado siempre que se impone límites lo hace por alguna razón o motivo, es necesario indagar en los mismos para desentrañar los fundamentos de la prescripción penal. Es decir, que para precisar los fundamentos del instituto es necesario preguntarnos: ¿por qué el Estado ha decidido imponerse este límite temporal?

2.- La innecesariedad de la penaLuego de transcurrido cierto tiempo establecido legalmente, desde una perspectiva

preventiva general, se considera que la aplicación de la pena ya no tiene sentido, porque ha desaparecido la finalidad y necesidad de la represión. Esto es, si bien “el mero transcurso del tiempo no puede llevar a considerar que un hecho simplemente no ha ocurrido; pero, por lo general, el derecho penal no encuentra ya motivo para su intervención”4. Y ello es así, en tanto, “que la necesidad de reintegrar el orden jurídico perturbado por el delito y de asegurar a la población acerca de la actuación del derecho, no puede reconocerse ya cuando, por el largo tiempo transcurrido, las cosas han tomado por sí mismas el propio equilibrio, y la memoria del delito se ha debilitado o ha desaparecido en absoluto de la conciencia pública”5. Obviamente estos fundamentos no son aplicables para el caso de la víctima, que sobre todo en delitos graves normalmente no olvida ni tampoco puede llegar a entender que el orden social se haya restaurado por el transcurso del tiempo. No obstante, el derecho penal no

1 Para ampliar BACLINI, Jorge C. Prescripción penal. 2ª edic. ampliada. Edit. Juris, Rosario, 2007.2 Por cierto que estos límites se ven alterados por las causales de suspensión y de interrupción (art. 67 CP), por lo que para evitar que tornen sin sentido a la prescripción, bueno sería que se les imponga un límite temporal máximo de duración. 3 Cfr. BINDER, Alberto M. Justicia Penal y Estado de Derecho. Edit. Ad-Hoc SRL, Bs. As., 1993, p. 130.4 MAURACH, Reinhart – GÖSSEL, Karl Heinz –ZIPF, Heinz. Derecho Penal. Parte General. T. 2. Trad. de la 7ª edic. alemana por Jorge Bofill Genzsch. Edit. Astrea, Bs. As., 1995, p. 968. 5 MANZINI, Vincenzo. Tratado de Derecho Penal. T. 5. Trad. de Santiago Sentis Melendo, con notas del derecho argentino por Ricardo Nuñez y Ernesto R. Gavier. Edit. Ediar, Bs. As. , 1950, p. 147.

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puede fundarse sobre la base de la necesidad de retribución que nace en la víctima del delito.

El propio Binder afirma que: “En el caso específico del límite temporal al ejercicio del poder penal del Estado, su función consiste en garantizar que ese poder no sea utilizado más allá de los límites de la necesidad social, porque ese poder sólo existe para garantizar el orden social y es políticamente preferible presumir que el tiempo ha restaurado ese orden social, que otorgarle al Estado un poder penal temporalmente ilimitado. Debe quedar en claro, pues, que la restauración de ese orden social por el simple transcurso del tiempo es una simple presunción o ficción, que busca “explicar” el modo como un Estado de Derecho resuelve la colisión entre las necesidades sociales de orden y seguridad y las exigencias del respeto a la persona y la limitación al poder que ello implica, no obstante, de ningún modo le otorga “fundamento” al límite temporal”6. A pesar del último párrafo, vemos que la innecesariedad de la pena es también para este autor una de las razones de la prescripción, ya que se muestra como una de las formas que el Estado de Derecho adopta para resolver un conflicto.

El código de 1921 no contenía causales de interrupción ni de suspensión de la prescripción razón por la cual la mayoría de los autores sostenía que allí radicaba el fundamento del instituto7.

En síntesis, el olvido, desde una perspectiva de la pena como prevención general “extingue la alarma social ante el delito y la correlativa exigencia de la sociedad de que se lo reprima”8, en tanto la paz jurídica se habrá restablecido ya por el transcurso del tiempo (porque “ha crecido la hierba sobre el asunto”)9.

3.- La utilidad por imposibilidadComo ya hemos expuesto, la innecesariedad de la pena conforma el principal

fundamento de la prescripción en materia penal, sin embargo estimamos que, aunque sea secundariamente, el instituto en nuestro derecho encuentra su razón de ser en un criterio de utilidad por imposibilidad.

Esto significa un reconocimiento que hace el propio Estado de la imposibilidad que la justicia pueda abarcar la investigación de todos los hechos denunciados. Así, por estrictas y prácticas razones de utilidad se autoriza al juez a que de por finalizado el conflicto transcurrido cierto tiempo.

Es que el sistema punitivo opera ejerciendo un poder punitivo represivo en forma de criminalización primaria y secundaria. Criminalización primaria es la formalización penal de una conducta en una ley, o sea que es un acto legislativo de prohibición bajo amenaza de pena; más claramente, una conducta está criminalizada primariamente cuando está descripta en una ley como delito... Este programa nunca puede ser realizado, o sea, no es siquiera imaginable que todos los que realicen alguna de las conductas que están amenazadas con pena reciban realmente un castigo.... Criminalización secundaria es la acción punitiva ejercida sobre personas concretas. Es el acto del poder punitivo por el que éste recae sobre una persona como autora de un delito. Es imposible llevar a cabo toda la criminalización primaria, no sólo porque se pararía la sociedad sino también porque la capacidad de las agencias de criminalización secundaria (policía, justicia, cárceles) es infinitamente inferior a lo planificado por la criminalización primaria10.

Obsérvese, entonces que en este desfasaje existente entre la criminalización primaria y la secundaria entra a jugar un rol decisivo la prescripción penal. Esto es, por un lado el Estado criminaliza conductas cada vez en mayor cantidad, ordenando perseguir todos los delitos denunciados; mientras que por el otro señala que aquellos casos que selectivamente no se puedan perseguir, se prescriban. De este desfasaje, se deduce una admisión que hace el propio Estado en tanto que reconoce la imposibilidad de llevar a cabo toda la criminalización primaria, dado que la criminalización secundaria no esta dotada por el mismo Estado de los medios necesarios para poder efectivizarla, encontrando un canal útil para cancelar, al menos en derecho, esos conflictos con la prescripción penal.

En consecuencia, la única forma de salvar el desfasaje existente en la criminalización primaria y la secundaria es reconocer que la prescripción penal también se fundamenta en razones de utilidad por imposibilidad. Es decir, el Estado racionalmente admite la

6 BINDER, p. 131. 7 NÚÑEZ, Ricardo C. Derecho Penal Argentino. T. II. Parte General. Edit. Bibliográfica Argentina, Bs. As., 1960, p. 168.8 CARRARA, Francesco, Opuscoli de Derecho Criminal. T II, 5ª edic., Florencia, 1898, ps. 85 y ss. y 301 y ss.. 9 ROXIN, Claus. Derecho Penal. Parte General, t. 1. Fundamentos. La estructura de la teoría del Delito. Trad. de la 2ª edic. alemana y notas de Diego M. Luzón Peña, Miguel Díaz y García Conlledo y Javier de Vicente Remesal. Edit. Civitas, Madrid, 1997, p. 990.10 ZAFFARONI, Eugenio Raúl - ALAGIA, Alejandro –SLOKAR, Alejandro. Manual de Derecho Penal. Parte General. Edit. Ediar, Bs. As., 2005, ps. 11/2.

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imposibilidad de llevar a cabo toda la criminalización primaria en tanto la criminalización secundaria no esta dotada de los medios suficientes para ello y en dicha imposibilidad por estrictas razones de utilidad encuentra un fundamento accesorio la prescripción penal.

4.- La resolución del conflicto en un tiempo razonablePara algunos autores “las razones limitadoras materiales de la prescripción se

conectan con una función de “estímulo” de los órganos de la persecución. La prescripción significa también, una sanción a los órganos encargados de la persecución penal por el retardo en la ejecución de sus deberes. De lo contrario, ..., estos órganos pueden prolongar indefinidamente –sin límites- la persecución penal sin costo alguno, ni en términos de efectividad final de la realización penal ni en términos de responsabilidad funcional. El Estado debe realizar el derecho material a través del proceso penal dentro de un plazo razonable, porque, para decirlo con las palabras de la jurisprudencia, el proceso penal implica una innegable carga de dramática incertidumbre, la que debe ser resuelta en el menor tiempo posible”11.

Es decir, “la prescripción penal juega dos roles accesorios. Por un lado, en cierto universo de casos, es el instrumento procesal realizador del derecho fundamental de toda persona perseguida penalmente a que su proceso se defina dentro un plazo razonable. Por el otro, resulta ser un “estímulo” para la actividad estatal oportuna y efectiva de los órganos encargados de la persecución pública, amenazados por la imposibilidad de realizar el derecho material más allá de ese límite temporal”12.

No compartimos las afirmaciones precedentes, puesto que entendemos que las razones apuntadas no hacen, ni aun de manera accesoria, a los fundamentos de la prescripción.

Es que, resulta insostenible concluir que los tiempos de prescripción de la acción penal contenidos en el artículo 62 CP, configuren el plazo razonable que como derecho tiene toda persona para la definición de una persecución penal en su contra. Es que el catálogo de plazos legalmente previstos para la prescripción de la acción penal no sólo es oscilante sino que también y normalmente es demasiado extenso para ser considerado plazo razonable. En tal sentido, obsérvese que el lapso máximo de prescripción de la acción penal es de 15 años para los delitos que tienen prevista pena de prisión o reclusión perpetua, tiempo que jamás puede ser considerado como razonable. Aún el plazo mínimo de dos años no puede ser considerado razonable si partimos de la premisa que esa previsión es para delitos menores que normalmente son de simple investigación, máxime si tenemos en cuenta que todos los tiempos de prescripción de la acción penal se prolongan por las causales de suspensión e interrupción.

Las razones apuntadas, nos demuestran con cierta nitidez que los tiempos de prescripción de la acción penal no son los que delimitan lo que significa plazo razonable y que éste no es un fundamento del instituto.

Por otra parte, sostenemos que no puede fundarse la prescripción de la acción penal en un estímulo para la actividad estatal oportuna y efectiva de los órganos encargados de la persecución pública y una consecuente sanción a esos órganos por el retardo en la ejecución de sus deberes. Contrariamente, como ya dijimos más arriba, existe imposibilidad de poder investigar todos los casos denunciados pero ello de ningún modo, a título general, puede conformarse en una sanción ni en un estímulo. Cuando hay obligación legal de investigar todo, pero el Estado no provee los medios necesarios para que se pueda abarcar ese todo, sólo allí se reconoce la prescripción, pero en ello nada tiene que ver un estímulo y mucho menos un sanción.

El retardo en el cumplimiento de los deberes hace a la responsabilidad personal e individual del titular del órgano dispuesto por el Estado que es quien tiene la imposición legal de iniciar una acción pública o de continuarla una vez que ésta ya haya sido promovida. Es decir que la sanción que debe recaer no es la prescripción de la acción penal, sino un castigo directo sobre el titular del órgano que no cumplió debidamente con sus deberes. La sanción en estos casos entonces es estrictamente personal y puede ser administrativa o través del enjuiciamiento previsto para los magistrados.

Al respecto buena es la antigua pero siempre vigente reflexión que hace Carrara, al señalar: “es claro que esta idea nace de una deducción equivocada del derecho civil, ya que la prescripción penal no se basa de ninguna manera, como la civil, sobre la protección de los vigilantes y el castigo de los negligentes. Sería ridículo que, para castigar la negligencia de un juez, se dejara libre a un culpable, y a la sociedad sin defensa. Estos conceptos no tienen nada de común con las leyes penales13. 11 PASTOR, Daniel. Prescripción de la persecución y Código Procesal Penal. Edit. Del Puerto SRL, Bs. As., 1993, p. 46.12 PASTOR, p. 52.13 CARRRARA, Francesco, Programa de Derecho Criminal. T. 1, trad. de José J. Ortega Torres y Jorge Guerrero.

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A pesar de todo lo expuesto, creemos que debe reconocerse la estrecha vinculación existente entre la prescripción de la acción penal y la duración del proceso cuya definición en tiempo razonable ha sido reconocida por tratados internacionales que al haber sido ratificados por ley tienen jerarquía constitucional.

Al efecto, a pesar de no tener reconocimiento legal, sumamente interesante resulta la siguiente propuesta para darle operatividad: “a) la amenaza penal no puede quedar supeditada ilimitadamente, ya que la prescripción es el instrumento realizador de otro derecho fundamental que es el de la definición de un proceso penal en un tiempo razonable, y b) los plazos del código penal son el marco máximo de posibilidad de perseguir punitivamente, pero la prescripción de la acción puede operar antes si en la hipótesis concreta el tiempo del proceso excedió el marco de razonabilidad establecido por la Constitución y el derecho internacional”14.

Así, se concluye que “los plazos máximos establecidos para la prescripción funcionan como límite en los supuestos de rebeldía y fuga, y también como límite frente a investigaciones preparatorias que no han logrado fundar una imputación que mereciera un grado tal de sospecha que permita la declaración indagatoria. De tal suerte los plazos del art. 62 son excepcionales (umbral máximo de perseguibilidad), pero la prescripción de la acción puede operar antes si, una vez afianzada la imputación precisa (y luego de la declaración indagatoria) vencen los plazos que la ley procedimental fijó como términos razonables para la duración de los procesos. Estos términos pueden ser modificados por las legislaciones procesales locales, pero nunca podrán exceder los topes máximos fijados por el código penal a través del art. 62, que es el marco de referencia en que opera la perseguibilidad penal”15.

III.- La interrupción por actos de procedimiento1.- Análisis crítico

En primer término, se muestra como necesario destacar que desde antaño existen autores como Carrara que objetan la posibilidad de interrumpir el curso de la prescripción de la acción penal por actos de procedimiento, afirmando que: “el sistema que interrumpe la prescripción de la acción penal por actos de procedimiento, no encuentra asidero en ningún principio jurídico; introduce en la justicia práctica la tiranía más abominable de la arbitrariedad, y conduce a las consecuencias más absurdas16. Es que si la prescripción de la acción penal tiene raigambre liberal, su interrupción por actos procesales tiene filiación autoritaria17.

La interrupción de la prescripción penal por actos de procedimiento es un instrumento característico de un ejercicio del poder penal autoritario y abusivo. Ella ha sido calificada, con razón, de absurda e inicua y de instituto anti-científico18, puesto que deja al arbitrio de un hombre el que una acción penal prescriba o no prescriba contra el que le parezca, lo cual es un abuso, siendo que además torna al instituto del cual depende: la prescripción, como una quimera, puesto que tiende a la imprescriptibilidad.

Además, esta claro que esta causal interruptiva va también en contra del fundamento de la prescripción como límite temporal al poder del Estado, ya que el mismo se torna difuso. Asimismo, va en contra del fundamento de la prescripción penal del olvido por el transcurso del tiempo, dado que los actos de procedimiento no mantienen vivo el interés social por la pena, sino que, muy por el contrario, lo único que mantienen vivo es el arbitrario impulso del proceso.

Finalmente se ha dicho que afecta el derecho de defensa de la persona por la desaparición de las pruebas y el derecho que tiene toda persona de ser juzgado en un tiempo razonable.

2.- La derogada “secuela de juicio”El concepto de “secuela de juicio” fue incorporado como causal interruptiva de la

prescripción de la acción penal al código penal por la ley 13.569 del año 1949. Desde su comienzo fue considerada por lo menos “infeliz” y “oscura”. El mismo Gómez

no logró dar un concepto técnico preciso de ella, remitiéndose, por el contrario, al sentido que le daba el lenguaje forense, para el cual significaba “causa en movimiento” o “en trámite”19.

Edit. Temis, Bogotá, 1972, p. 181 y ss. 14 ZAFFARONI-ALAGIA–SLOKAR, Manual, p. 688 y ss.15 ZAFFARONI-ALAGIA-SLOKAR, Manual, p. 689.16 CARRARA, Programa, T. 1, nota & 580, p. 382. 17 ZAFFARONI, Eugenio Raúl. De las penas. La “secuela del juicio” es la sentencia. Edit. Depalma, Bs. As., 1997, ps. 569 y 570. También BINDER, p. 125.18 PASTOR, p. 127.19 BINDER, p. 125.

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Su vaguedad y ambigüedad dio lugar a las más diversas interpretaciones durante los casi 56 años que duró su existencia. Ello, generó arbitrariedad dado que de acuerdo al Tribunal que decidiera la cuestión el justiciable podía resultar o no beneficiado. Y a partir de estas variantes interpretativas la expresión bien podría haber sido considerada como violatoria del principio de igualdad tutelado en el artículo 16 de la Constitución Nacional.

El sistema de interrupción de la prescripción anterior a la ley 13.569, consistente en admitir como causal única la comisión de un nuevo delito es, a nuestro juicio, un modo de legislar mucho más acertado que el de la interrupción por actos procesales del código francés ... En realidad, después de semejante sanción se cayó en la cuenta de que si se acordaba a aquella expresión el amplísimo sentido de “causa abierta”, la reforma importaba derechamente la supresión de la prescripción, pues, salvo en las acciones privadas y de instancia privada, la promoción de la acción es obligatoria y el estado creado por aquélla subsiste hasta el sobreseimiento o la sentencia que agotan la acción. Ese resultado directamente absurdo inspiró considerables esfuerzos por interpretar la expresión “secuela de juicio” de manera que no tuviera alcances derogatorios de la prescripción que al mismo tiempo la ley establece20.

Más allá de la determinación de cuales eran los actos procesales interruptores, para la interpretación de la expresión “secuela de juicio”21 existían tres posturas.

La llamada tesis restrictiva exigía que se trate de hechos que den vida activa y firme al juicio, que le otorgan dinámica evidente y tienden a la prosecución de la causa, actos de persecución, impulsión real y eficaz del proceso, actos que dan real dinámica al proceso, acto de procedimiento dirigido al imputado de manera que se manifiesta claramente el ejercicio de la acción penal o la consecuencia de su ejercicio, todo ello vinculado al instituto de preclusión procesal. Y todos esos actos debían darse en el debate o plenario al cual aludía la palabra juicio.

Mientras tanto, la denominada tesis amplísima, aceptaba como interruptivo de la acción penal todo acto procesal en trámite del proceso, que comprende tanto la instrucción como el debate, lo que diluía completamente el instituto de la prescripción. Una variante de esta postura es la llamada tesis amplia que opina que el primer acto de un proceso determinado con efecto interruptivo de la prescripción es la citación del imputado para tomarle declaración indagatoria.

Por último, una tercer postura sostenía que la única secuela de juicio era la sentencia condenatoria no firme, ya que señalaba que la doctrina se había esforzado en interpretar el sentido de la palabra juicio, siendo que había dejado de lado el término “secuela” que quiere decir consecuencia, lo que queda después del juicio.

3.- La ley Nº 25.990a.- Panorama general

La ley 25.990 suprimió el controvertido concepto de “secuela de juicio” que tanto en la jurisprudencia como en la doctrina había dado lugar a variadas interpretaciones, creando un catálogo taxativo de causales interruptivas del curso de la prescripción de la acción penal, por lo que sin lugar a dudas trajo “razonabilidad y seguridad jurídica” 22.

Sin embargo, la ley ha recibido fuertes críticas. Por uno lado, se le ha objetado porque no ha contemplado otros actos interruptivos, mientras que desde el otro extremo se le critica el haber previsto demasiadas causales de interrupción afectando directamente a la prescripción de la acción penal.

Más allá de esos cuestionamientos, bueno es destacar que la ley 25.990 se muestra como saludable puesto que mediante una técnica legislativa precisa y concreta ha determinado cuales son los actos procesales que tienen aptitud interruptiva del curso de la prescripción de la acción penal. No obstante, podemos señalar que para evitar muchas de las críticas que desde un sector se formularon, bueno hubiera sido que la nueva ley hubiera previsto un plazo de entrada en vigencia quizás de seis meses.

b.- Estudio críticob.1.- La no previsión de otros actos interruptivos

Se objeta que la ley ha fijado un catálogo de actos interruptivos demasiado acotada, ya que no previó otros actos como: la rebeldía y la extradición, que son conductas que parten del propio sujeto y que motivan la respuesta del Estado, por ser por autonomasia la muestra

20 SOLER, Sebastián. Derecho Penal Argentino. T. II. Edit. Tea, act. por Guillermo Fierro, Bs. As., 1989, p. 545 y ss.21 VERA BARROS, Oscar N. La prescripción en el Código Penal. Edit. Bibliográfica Argentina, Bs. As., 1960, p. 135, menciona que la expresión se encuentra utilizada en el Tratado de Amistad, Comercio y Navegación celebrado por nuestro país con la República del Perú el 09-03-1874.22 Pessoa, Nelson R. Algunas reflexiones con motivo de la ley 25.990. JA 2005-I-852.

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de la contumacia del imputado ante el reclamo de la justicia23.A favor de esta postura se ha dicho que así como no se puede poner en cabeza del

imputado la inactividad judicial, por hallarse fuera de su esfera de acción, tampoco puede cargarse al juez con la paralización de la causa por fuga del imputado24.

“Amén de ello, cabría considerar la violación al principio de igualdad que resultaría en los casos en que un co-procesado, en forma contraria al fugado, continuara sometido a la potestad punitiva del Estado. En efecto, para ambos el plazo de prescripción sería el mismo sin que la rebeldía del contumaz lo interrumpa, de modo que quien se encuentra a derecho podrá ser pasible de pena. Por el contrario, quien ha incurrido en -llamémosle así- inconducta procesal podrá quedar impune cuando comparezca ante la justicia habiendo aprovechado -sin interrupción alguna- de su situación de rebeldía”25.

Con anterioridad a la reforma cuantiosa jurisprudencia se orientaba en este sentido de considerar al auto de rebeldía y la orden de captura como actos de procedimiento interruptores26.

Para Binder la superación del límite temporal sólo es admisible cuando el imputado realiza un acto que imposibilita la prosecución de la causa, esto es la fuga. En síntesis, el plazo que tiene el Estado para ejercer su poder penal funciona de modo diverso, según se haya iniciado algún tipo de persecución penal o no se haya tomado ninguna iniciativa al respecto. Si el Estado no ha iniciado ninguna persecución penal, tiene un tiempo para hacerlo que sólo podrá ser superado por alguna causa externa al Estado mismo, que le impida tomar tal iniciativa. Si, por el contrario, el Estado ha iniciado algún tipo de persecución penal, el límite temporal se manifiesta en un plazo dentro del cual debe terminar ese procedimiento. Y el término del plazo sólo podrá ser superado por alguna condición externa al Estado mismo, que le impida absolutamente arribar a una solución definitiva. No se trata de una imposibilidad práctica –que el Estado podrá superar con mayores recursos, mejores sistemas o mayor diligencia-, sino una imposibilidad absoluta. La única condición de ese tipo nace cuando la fuga del imputado imposibilita al Estado la realización del juicio27.

En contra, se ubica la posición que nos parece más acertada la cual sostiene que: “no existe ninguna razón jurídica para considerar al mencionado auto como un acto procesal que produzca un avance cualitativo del proceso. En todo caso, y teniendo en cuenta que los efectos de la fuga del imputado se traducen en la imposibilidad material llevar adelante el proceso, existiría la posibilidad de incluir a la declaración de rebeldía como un supuesto de suspensión del curso de la prescripción. No obstante, de optarse por la inclusión de esta causal, la misma debería ser a su vez limitada a través de la implementación de un plazo perentorio de duración de la suspensión, como forma de armonizar esa disposición con las reglas que regulan la prescripción de la pena contenidas en el art. 65 del código sustantivo”28

.En igual sentido se considera que debió agregarse el proceso de extradición como

causal interruptiva, cuando el imputado hubiera sido ubicado en el extranjero29. Además se menciona en crítica que la ley 25.990 tampoco hace referencia

específicamente a la actividad desplegada en los juicios por delitos de acción privada, pese a que en éstos el querellante tiene en el juicio las facultades obligaciones correspondientes al Ministerio Fiscal, lo que sin duda permitirá distintas interpretaciones30.

Estas tres críticas han tenido recepción favorable por parte del gobierno, de forma tal que el Poder Ejecutivo ha enviado un nuevo proyecto de ley incorporando como causales interruptivas de la prescripción de la acción penal, a saber: “la declaración de rebeldía, la orden de captura y/o pedido de extradición y, en los delitos de acción privada, la primera convocatoria a las partes a la audiencia de conciliación y la fijación de fecha para el debate oral”31.

23 CRIPPA GARCIA, Otto. La reforma del artículo 67 del Código Penal. Zeus boletín año XXXII, 14-03-05, Nº 7642, Tº 97, p. 3. En igual sentido BARCESAT, Eduardo S. Examen crítico de la ley 25.990. LL, Sup.Penal 2005 (febrero); CEVALLOS, Zenón Alejandro. “Prescripción. Un tema de moda”, febrero de 2005, elDial.com DC556. 24 ALVAREZ, Carlos Adolfo. La hasta hoy denominada “secuela de juicio” y la ley 25.990. LL Nº 2, marzo de 2005. Antecedentes parlamentarios, p. 267.25 GRÜNBERG, Adrián Federico. “Prescripción de la acción penal. Una "secuela" de 56 años”, elDial.com DC54D. 26 “Cabe asignar al libramiento de orden de captura, la entidad de secuela de juicio, en los términos del art. 67 C.P.” (C. Nac. Crim. Plenario Nº 230, R., R. F., Rto: 28/6/99. L.L. 30/7/99; D.J. 1999-2-1014; E.D. 2/8/99, pág. 4). “Cabe asignar al libramiento de orden de captura, la entidad de secuela de juicio, en los términos del art. 67 C.P.” (C. Nac. Crim. Plenario Nº 231, M., R. R. , Rto: 2/7/99)27 BINDER, p. 133 y ss.28 ELOSÚ LARUMBE, Alfredo. Interrupción del curso de la prescripción de la acción penal. Alcances de la ley 25.990. LL, Sup.Penal 2005 (febrero). 29 ALVAREZ, p. 267.30 ALVAREZ, p. 267.31 El proyecto de ley enviado por el PE fue registrado bajo mensaje Nº 347 del 20/04/2005.

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A estas carencias que tendría la flamante ley, otros autores le agregan la no incorporación como acto de procedimiento interruptor al auto de procesamiento, en el que el Estado vincula en decisión fundada, a la persona con la imputación y da pie, en algunos sistemas procesales, al juicio propiamente dicho32. Sin embargo, en la elevación del proyecto que la Comisión de Legislación Penal hizo a la Cámara de Diputados se señala que se elige el primer llamado a indagatoria como interruptivo de la prescripción de la acción penal y no el procesamiento o la prisión preventiva pues: “En algunos ordenamientos provinciales no hay auto de procesamiento; y no en todos los casos es posible dictar la prisión preventiva”33.

Sobre todas estas objeciones, a modo de reflexión, debemos destacar que en general las mismas provienen de parte de aquellos que pregonaban la tesis amplia o la amplísima en la derogada “secuela de juicio”. No obstante, la nueva ley ha adoptado una posición mixta entre las denominadas tesis amplia y restringida, ya que colocó como actos de procedimiento interruptores aquellos que dan vida activa, cierta y firme al juicio y se dirigen contra una persona, pero además colocó un acto previo al debate como lo es el primer llamado a indagatoria.

b.2.- Examen desde la perspectiva que favorece la impunidadLa vigencia de la nueva ley 25.990 al establecer cuales son los actos de procedimiento

que interrumpen la prescripción de la acción penal seguramente generará y de hecho esta generando que numerosas causas prescriban, porque en algunos casos al ser ley más benigna su aplicación rige retroactivamente, atento a que para nosotros, siguiendo a la doctrina mayoritaria, la prescripción tiene naturaleza eminentemente material. Esto quiere decir que si se modifica sólo afectará a todos los procesos que nazcan luego de la sanción de una eventual nueva ley.

En ello, se ha mencionado que favorecerá a la impunidad. Sin embargo, “la cuestión de mayor o menor benignidad del régimen interruptivo de la

prescripción de la acción penal instituido por la reciente ley 25.990, como fácil es colegirlo, está indisolublemente ligada al ángulo en el que se sitúe el observador que deba interpretar el oscuro conjunto semántico que introdujo en el art. 67 CP, la ley 13.569. Desde luego que para los partidarios de la tesis amplia el nuevo régimen es, por cierto, más benigno que el derogado... Pero si el análisis se lleva a cabo desde la posición adversa..., nadie podría responder afirmativamente el juicio de mayor benignidad, al haberse incluido en la nueva ley como primera causal interruptiva un típico acto instructorio: el primer llamamiento al imputado a prestar declaración indagatoria”34.

Por otra parte, y continuando con las críticas se ha sostenido que la ley Nº 25.990 merece como objeción que quizás fue dictada para favorecer algunos funcionarios políticos nefatos de períodos anteriores.

En efecto, se ha dicho que “la aplicación de las nuevas normas también traerá aparejado –dado su efecto retroactivo en cuanto resulten más favorables al imputado en los procesos actualmente en curso o aún en los ya fallados, habida cuenta del alcance de lo preceptuado en el art. 2 del Cód. Penal- que muchos graves casos resonantes que han conmovido a la opinión pública y cuya investigación se ha prolongado, terminen abruptamente en la impunidad”35.

A pesar de ello, es para recordar que respecto a los funcionarios públicos en ejercicio de sus funciones rige la causal de suspensión prevista en el segundo párrafo del mismo artículo 67 por lo que el eventual juzgamiento por delitos contra la administración pública debió comenzar una vez que hubieren cesado en el cargo, lo que implica que el juzgamiento por tales delitos seguramente ya lleva muchos años.

b.3.- La extensión sin límites de la prescripción Desde el otro extremo, las críticas destacan que se han incorporado demasiado actos

interruptivos, extendiéndose de sobremanera la prescripción. Así, se afirma que la ley 25.990 vino a despejar cualquier duda: si desde 1949 se podía

dudar de que el código había abandonado su línea originaria liberal, con la ley 25.990 queda claro que la ha abandonado y se afilia abiertamente al modelo autoritario bonapartista. Conforme a la redacción vigente, en un hurto simple, la acción penal puede extenderse hasta diez años, en un robo simple hasta treinta años y en una tentativa de homicidio hasta sesenta años, pues basta que entre un acto procesal y otro no haya pasado un tiempo mayor que el máximo de la pena. En la práctica significa que para el CP no se prescribe ningún delito, o sea, que el CP renuncia a poner en marco general al “plazo razonable” de duración 32 CRIPPA GARCIA, p. 4.33 Antecedentes parlamentarios, LL Nº 2, marzo de 2005, p. 226.34 ALMEYRA, Miguel A. ¿Una ley penal más benigna? A propósito de la reciente reforma a la interrupción de la prescripción de la acción penal. LL Nº 2, marzo de 2005, Antecedentes parlamentarios, p. 276.35 NOAILLES, p. 270.

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de los procesos, que queda librado por entero a los códigos procesales. La lesión al derecho de defensa por una ley que posibilita que un proceso pueda prolongarse sesenta años, es incalificable. Seguramente el legislador ha pensado en un juicio oral curioso, en el que en lugar de oir a testigos, se proceda a la lectura de sus memorias y a que sus nietos cuenten lo que de niños les relataba el abuelo. Actualizando la sentencia de Carrara, en la República nadie podrá estar seguro de no ser perseguido, mientras a su perseguidor le quede un cartucho en su impresora36.

c.- Los actos de procedimiento interruptivos según la ley 25.990c.1.- Panorama general

Urge, en primer lugar, recordar que la prescripción es personal, puesto “... corre, se suspende o se interrumpe separadamente... para cada uno de sus partícipes” (art. 67 in fine)37 por lo que los distintos actos de procedimiento que enumera la ley sólo serán interruptivos del curso de la prescripción de la acción penal contra la persona respecto de la que estén dirigidos. Esto es, a título de ejemplo: el primer llamado a indagatoria interrumpe el curso de la prescripción de la acción únicamente del sujeto contra el cual fue dispuesto, no afectando a los restantes posibles coimputados.

Por otra parte, los actos de procedimiento operan como interruptivos, siempre y cuando entre ellos no haya pasado el tiempo de prescripción de la acción previsto en el artículo 62.

c.2.- El primer llamado para recibir declaración indagatoria. La cláusula prevé el “primer llamado efectuado a una persona en el marco de un

proceso judicial, con el objeto de recibirle declaración indagatoria por el delito investigado”.El llamado debe ser entendido como la orden que se dispone para convocar a una

persona a prestar declaración indagatoria, que puede estar dispuesta por decreto o auto, según la normativa procesal correspondiente. Por tanto, no tiene efectos interruptivos la comunicación o notificación que al imputado se le haga de esa orden38.

Por tanto, no posee aptitud interruptiva la declaración indagatoria39 ni cualquier otro tipo de declaración que preste el imputado, por ejemplo: la “presentación espontánea”, la declaración informativa ni mucho menos el interrogatorio policial.

En tal sentido, la Comisión de Legislación penal al elevar el proyecto ante la Cámara de Diputados afirmó: “El primer acto interruptivo debe ser el de citación a prestar declaración como imputado en sentido estricto, es decir, cuando haya motivos bastantes para sospechar que alguien es culpable como partícipe del delito que se investiga. No se trata de un acto de defensa, como es la declaración del imputado, sea el que interrumpa la prescripción. Se trata de que la citación a prestar indagatoria que tiene como presupuesto un mérito –si bien provisional- de franco carácter incriminante para el citado, y exterioriza la primera aceptación judicial de la viabilidad de la imputación inicial derivada de la denuncia o prevención policial o requerimiento de instrucción, según el tipo de procedimiento penal que rija el caso”40.

Para evitar excesos se aclara que solamente la primera citación judicial tiene efecto interruptivo41, por lo que quedan excluidas todas las ampliaciones. La fórmula ha sido objetada por cuanto: “en los delitos complejos, como lo son aquellos que atañen a la corrupción económica, es altamente probable que el avance de la investigación y la producción de informes periciales arrojen nuevas evidencias que tornen indispensable la ampliación de una inicial declaración indagatoria, y nada aconseja limitar la función interruptiva solo a la primera”42. Esta crítica parece ser bastante superficial por cuanto no considera que aun en las investigaciones complejas tiene vigencia el artículo 62 del código penal. Es decir, si tenemos en cuenta que en los delitos complejos, como pueden ser aquellos que atañen la corrupción económica, tienen establecido en abstracto una pena que normalmente es mayor a seis años, no se puede explicar como una investigación, por más

36 ZAFFARONI - ALAGIA –SLOKAR, Manual, p. 692. También PESSOA, Nelson R. Algunas reflexiones con motivo de la ley 25.990, publicado en JA 2005-I-852.37 A excepción de lo previsto en el 2º párrafo del art. 67: “…La prescripción también se suspende en los casos de delitos cometidos en el ejercicio de la función pública, para todos los que hubiesen participado, mientras cualquiera de ellos se encuentre desempeñando un cargo público…”.38 En contra HAIRABEDIÁN, Maximiliano. La interrupción de la prescripción durante la instrucción y la aplicación retroactiva de la ley 25.990, LL, Sup.Penal 2005 (noviembre), 15 y MARTÍNEZ, Marcela, Sobre la reforma al artículo 67 del Código Penal, ps. 378/379, Revista de Derecho Penal y Procesal Penal N° 8, Lexis Nexis, abril 2005, quienes entienden que lo interruptivo es la citación o notificación.39 “No es el acto mismo de la declaración indagatoria lo que interrumpe el curso de la prescripción de la acción penal conforme la letra del art. 67, inc. b) del C.P. La declaración misma, es un acto de defensa y como tal no puede ser tomado en contra del imputado a los efectos de la interrupción del plazo mencionado”. (CNACC, sala IV, c. 26.627, “C., D. A.”, rta. 23/06/2005)40 Antecedentes parlamentarios. LL, Año XII, Nº 2, marzo de 2005, Bs. As., 2005, p. 226.41 Antecedentes parlamentarios, p. 226.42 BARCESAT, Eduardo S. Examen crítico de la ley 25.990. LL, Sup.Penal 2005 (febrero).

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compleja que fuera, pueda durar tanto tiempo. A pesar de lo expuesto, corresponde dejar sentado que cuando el decreto o auto que

dispone la ampliación de la declaración indagatoria es respecto a otros hechos distintos de los que motivaron aquel primer llamado, no obsta a que sí tenga capacidad interruptiva, por cuanto técnicamente la misma no conformaría una “ampliación” sino que en realidad resultaría ser un primer llamado a declaración indagatoria, en tanto que la atribución tendría su razón de ser en un hecho diferente a la anterior. En esta línea de pensamiento se ha dicho que: “El primer llamado del que habla la nueva ley puede ser también aquel "nuevo acto" producto de "las distintas medidas que se incorporaron al expediente a lo largo del sumario variaron y completaron de tal forma la entidad de la investigación al punto de resultar en un nuevo objeto procesal"43.

c.3.- El requerimiento acusatorio de apertura o elevación a juicio. De acuerdo a la redacción de la cláusula lo que interrumpe la prescripción de la acción

penal es el requerimiento acusatorio de apertura o elevación a juicio. Es decir, queda excluido el decreto a partir del cual el Juez ordena correr ese traslado (art. 369 CPPSF, art. 346 CPPN).

Tampoco se considera interruptivo el supuesto en que el fiscal considera que no esta completa o concluida la instrucción y pide medidas de pruebas, ya que en esta hipótesis no se formalizó la requisitoria de elevación a juicio.

c.3.1.- En los delitos de acción privadaLa ley 25.990 no establece ninguna limitación respecto del tipo de juicio o proceso en el

cual pueda ser aplicada, por lo que debe entenderse que “alude tácitamente a todo tipo de procedimientos, sea propio de las acciones públicas o de las privadas, razón por la cual estas últimas no pueden quedar excluidas del instituto de la prescripción, pues, de lo contrario, se afectaría el principio de igualdad ante la ley contemplado en el art. 16 de la Constitución Nacional”44.

En esta inteligencia puede observarse que nadie puede dudar que la sentencia condenatoria no firme (art. 67 ap. “e” CP) tiene aptitud interruptiva en todos los procesos, sean de acción pública o privada De ello puede inferirse que de todos los actos que menciona la nueva redacción del artículo 67 como interruptivos, en la medida que la fórmula legal lo permita y sean asimilables o equiparables a actos previstos, si bien con distinta denominación pero con igual sentido técnico, en los juicios por los delitos de acción privada operarían como interruptores en estos últimos, a pesar de estar titulados según las previsiones de procesos para delitos de acción pública.

Así, preliminarmente, cabe excluir como acto interruptivo en los juicios de acción privada al primer llamado efectuado a una persona para recibirle declaración indagatoria (art. 67 “b” CP), por cuanto se trata de un acto propio de la instrucción, etapa que es inexistente en estos procesos especiales.

Contrariamente, puede afirmarse que la interposición de la querella puede ser asimilada al “requerimiento acusatorio de apertura o elevación a juicio, efectuado en la forma que lo establezca la legislación procesal correspondiente” (art. 67 “c “CP), razón por la cual tendría capacidad interruptiva45.

Ello así, en tanto la querella en los juicios por delitos de acción privada es una acusación46, que proviene del querellante que en tales juicios tiene las mismas facultades de acusador que el fiscal y, por tanto, al ser equivalente debe ser considerado como el requerimiento acusatorio de apertura o elevación a juicio. En tal sentido, se ha señalado que: “Resulta claro de la sistemática adoptada por el ordenamiento procesal vigente, que el proceso en cuyo marco son juzgados los delitos de acción privada reviste desde su comienzo la naturaleza propia de la etapa de juicio, pues, careciendo de un período instructorio, es iniciado por intermedio de una actuación –la querella prevista por el artículo 383 del C.P.P.-, esencialmente equiparable con el requerimiento de citación a juicio exigido por el artículo 334 de dicho cuerpo normativo para los delitos de acción pública o pendientes 43 CNACC. Fed., sala II, "Al K., M. s/prescripción de la acción", 13/9/05. En igual sentido HAIRABEDIÁN al señalar: "puede haber nuevos llamados que no constituyan una ampliación del primero, sino que se adicionen por la imputación de nuevos hechos fáctica y jurídicamente independientes, en cuyo caso rige la independencia del curso e interrupción de la prescripción para los nuevos delitos atribuidos, si se está ante una reiteración delictiva en los términos del art. 55 del CP.”.44 CNCPenal, sala I, 07/07/2005, “A., V. s/rec. de casación”, LL 19/01/2006, 1 - DJ 11/01/2006, 97. (voto de la Dra. Catucci); CNACC, Fed., sala II, 07/09/2006, LL Sup. Penal 2007 (febrero), 43.45 CNACC, sala VII, c. 25.436, “L., J. E.”, rta. 03/03/2005, En igual sentido, CNACC, sala VII, c. 25.091, "A. P., M. E.", rta. 3/3/2005 y c. 25.556, "E., A. J.", rta. 3/3/2005, CNACC, sala IV, c. 25.385, “A. de A., C.”, rta. 06/06/2005.46 Cfr. Nuñez, Ricardo. Código Procesal Penal de la provincia de Córdoba. Edit. Lerner, Córdoba, 1986, p. 418; Donna, Edgardo - Maiza, María C. Código Procesal Penal y disposiciones complementarias. Comentado, anotado y concordado. Edit. Astrea, Bs.As., 1994, p. 488.

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de instancia privada”47.Es que la amplitud de la fórmula prevista en el apartado “c”: efectuado en la forma que

lo establezca la legislación procesal correspondiente, provoca que pueda ser aplicada también en los procesos por delitos de acción privada. La amplitud de la fórmula no afecta el principio de legalidad, en tanto tiene su razón de ser en que el legislador nacional debió necesariamente acudir a terminología procesal para precisar justamente los actos de procedimiento con capacidad interruptiva de la acción penal, resultando que la diversidad de códigos procesales genera la existencia de variadas denominaciones, y por ello haya sido menester la utilización de una fórmula amplia que pueda comprender todas las variables posibles.

A mayor abundamiento, corresponde mencionar que este ha sido el entendimiento general que se le ha asignado al apartado por cuanto como es sabido el Poder Ejecutivo, luego de la sanción de la ley 25.990, recepcionando algunas críticas que se habían formulado, envío un proyecto de ley incorporando como causales interruptivas de la prescripción de la acción penal “en los delitos de acción privada, la primera convocatoria a las partes a la audiencia de conciliación y la fijación de fecha para el debate oral”48. De ello puede deducirse que si no se contempló en dicho proyecto de ley como acto interruptivo a la querella fue por cuanto evidentemente se entendió que ya esta comprendida.

En síntesis, la interposición de la querella en los juicios por delitos de acción privada opera como interruptiva del curso de la prescripción de la acción penal por cuanto debe entenderse como el requerimiento acusatorio de apertura o elevación a juicio, efectuado en la forma que lo establezca la legislación procesal correspondiente (art. 67 “c “CP).

c.4.- El auto de citación a juicio o acto procesal equivalenteEn este caso lo que posee entidad interruptiva de la prescripción de la acción penal, es

la citación que hace el Juez hacia el fiscal y las demás partes para que comparezcan a juicio (art. 354 CPPN).

Así, queda claro que ni el ofrecimiento de pruebas ni la fijación de la audiencia de debate ni la instrucción suplementaria ni la interposición de excepciones conforman actos interruptivos.

La cláusula muestra cierta amplitud al contener la frase “acto procesal equivalente”. Sin embargo, ello no afecta el principio de legalidad en la medida que sea aplicada en el sentido dado por el legislador, esto es relativo al auto de citación a juicio. Por lo demás, hay que resaltar que la expresión luce acertada puesto que persigue abarcar denominaciones diferentes que puedan existir en los códigos procesales provinciales donde funciona el juicio oral.

c.4.1. El auto de citación a juicio en Santa FeEl estudiar el tema oportunamente sostuvimos que “En el caso del juicio escrito

entendemos que por acto procesal equivalente sólo puede ser considerado el traslado para la defensa previsto en el artículo 378 CPPSF, esto es el decreto a partir del cual el juez ordena correr traslado a la defensa del imputado y a los demandados civiles, quedando descartado el decreto que ordena la apertura a prueba. Mientras tanto para el proceso oral optativo que prevé la norma procesal santafesina como auto equivalente a la “citación a juicio” debe ser considerado la previsión establecida en el artículo 448 CPPSF in fine que es justamente cuando la Sala que deba intervenir pone el expediente a disposición de las partes”49.

Ahora, sin modificar aquella conclusión y abundando los argumentos, vale destacar que el tema presenta dos aristas. Por un lado, evaluar si en el proceso penal santafesino, que aun continúa siendo escrito, existe un acto procesal equivalente al auto de citación a juicio (art. 67 “d” CP), y en caso de ser la respuesta afirmativa precisar cuál es tal acto procesal equivalente.

Así, dando respuesta negativa al primer interrogante se ha dicho que: "no se advierte que la citación a juicio prevista por el artículo 354 C.P.P.N. resulte acto equivalente al traslado de la requisitoria de elevación de la causa a juicio, atento la diversa regulación de dicha etapa … El Digesto nacional prevé el requerimiento de elevación a juicio en el artículo 347 y su notificación a la Defensa (art. 349), facultándola a deducir excepciones y oponerse a la elevación con antelación a la clausura de la instrucción, en tanto el Código local no contempla tales facultades sino que, limitado el examen a la admisibilidad formal de la

47 TCPenal, sala 2, Bs. As., 15/09/2005, causa Nº 20.447/II “F. G., D. S. L., E. N., B. M., T. E. s/ recurso de Casación”.48 Fue registrado bajo mensaje Nº 347 del 20/04/2005 y contempla además a la declaración de rebeldía, la orden de captura y/o pedido de extradición.49 Ver BACLINI, Jorge C. Prescripción penal. Edit. Juris, 2005.

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requisitoria, de modo independiente se ordena el traslado de ella a la Defensa, y posteriormente la apertura de la causa a prueba, obviando la citación a juicio, de donde se infiere sin hesitación que no son equiparables los ordenamientos procedimentales. Del texto reformado del artículo 67 del Código Penal, surge que el legislador ha tomado en consideración taxativos actos procesales que se adecuen a la legislación ritual que corresponda … en la sistemática del C.P.P. debe asignarse eficacia interruptiva de la prescripción de la acción penal al requerimiento acusatorio de apertura o elevación a juicio, efectuado en la forma que lo establezca la legislación procesal correspondiente (inciso c), reservando los supuestos del inciso d) a los ordenamientos procesales que los incluyan, por lo que su aplicación local implicaría una interpretación analógica in malam partem, en transgresión al principio de legalidad"50.

Desde la posición opuesta que ya postulábamos, se afirma que en el proceso escriturista establecido por el ordenamiento de rito provincial, no existe un auto que se denomine "de citación a juicio" que es característico del proceso oral. Sin embargo, la norma de fondo intentó "ir más allá" y por tal motivo es que alude a "acto procesal equivalente", por lo que correspondía determinar cuál era ese acto equivalente al que podía asignarse en el proceso penal santafecino la aptitud interruptora de la prescripción de la acción penal. Es que un criterio operativo de la referida normativa no podía traer aparejado que en algunas provincias se aplicaran todos los presupuestos de interrupción y en otros distritos no, pues de esa manera se generaría una indudable conculcación al principio constitucional de igualdad ante la ley. De esta forma, en el proceso penal santafecino, el acto que puede considerarse equivalente al regulado por el punto d) del artículo 67 del Código Penal lo constituye el estipulado en el artículo 378 del digesto de forma provincial51.

El entender que el acto procesal equivalente al auto de citación a juicio es el decreto previsto en el artículo 378 CPPSF ha sido objetada en tanto que se advierte que en ese proveído “los traslados se dan en forma individual y ello puede provocar que algunos obtengan el beneficio de la prescripción y otros no, habida cuenta que no se trata de un decreto común”52. Sin embargo, esta crítica parece olvidar que el curso de la prescripción como también el de la suspensión y el de la interrupción corren en forma separada no sólo para cada delito sino también para cada uno de sus partícipes, conforme lo regula la última parte del artículo 67 del Código Penal, lo que por otra parte es la inteligencia general de este artículo en tanto no siempre todos los actos interruptivos que allí se prevén se pueden dar en forma común para todos los partícipes del delito.

El tema finalmente llegó a consideración del máximo tribunal provincial, el cual principió su análisis advirtiendo que la interpretación de la norma no sólo debía ser literal sino que integral teniendo en cuenta su espíritu y la voluntad del legislador, advirtiendo que “la sanción de la ley 25990 no fue otra que la de evitar las dispares interpretaciones que se venían sucediendo en torno a lo que debía considerarse como "secuela de juicio" con efecto interruptor de la prescripción de la acción penal”, en procura de “reducir el marco de arbitrariedad en que pueda incurrirse y … establecer o estandarizar criterios interpretativos "generales" que permitan resguardar la garantía de igualdad ante la ley”. De esta forma, luego de admitir que el auto de citación a juicio es propio de los procesos orales, advierte que la frase contenida por la norma o acto procesal equivalente permite integrar la citación a juicio “no solo a los códigos procesales bajo un sistema oral de enjuiciamiento, donde la fórmula utilizada no sea idéntica, sino también en aquellos sistemas de procedimientos escriturarios”, en tanto que “pensar lo contrario, configuraría el absurdo de que una disposición inserta en un código de fondo -con vigencia en todo el territorio nacional- pueda ser aplicado en algunas provincias y en otras no”. En esa inteligencia, luego de definir lo que se entiende por auto de citación a juicio afirma que el acto procesal equivalente en el proceso escriturario santafesino “lo constituye el consagrado por el artículo 378, en tanto dispone: "De la requisitoria de elevación a juicio y, en su caso, de la demanda, se conferirá traslados sucesivos al defensor del procesado y a los terceros civilmente demandados y al citado en garantía para que formulen sus respectivas defensas en el plazo de diez días. Este acto -que junto a la requisitoria fiscal (art. 373, C.P.P.)- integra el contradictorio en nuestro ordenamiento adjetivo, no difiere del que en un solo artículo establece el artículo 354 del Código Procesal Penal de la Nación, con el cual de modo concreto conduce a la realización del "juicio", entendido éste como contradictorio y como instancia de plena operatividad del

50 CAP, Rosario, sala III, 24/06/2005, autos "F. M., S."; sala II, 04/03/2005, autos "I., B."; sala I, 08/07/2005, autos S., C., resolución 247; CAP, Santa Fe, sala III, 28/06/2005, autos "M., C. A". 51 CAP, Santa Fe, sala IV, 23/09/2005, autos "T., A.". En la misma inteligencia la CAP, Rafaela, 03/06/2005 consideró que en el proceso penal santafesino el acto procesal equivalente es el decreto que dicta el juez de instrucción teniendo por admitida la requisitoria fiscal de elevación a juicio. No obstante, no compartimos esta posición en cuanto no informa cuál es tal equivalencia. 52 CAP, Santa Fe, sala I, 9/12/05. Esta sala entiende que el acto procesal equivalente es el primer decreto que dicta el juez de sentencia teniendo por admitida las actuaciones venidas de la instrucción.

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ejercicio del derecho de defensa en juicio”53.Como se puede observar, la conclusión a la cual arriba la Corte provincial es la misma

que propusimos ya con anterioridad. No obstante, quisiéramos aquí resaltar un fundamento que ya dejáramos ver y que parece no haber sido considerado por la jurisprudencia. Si concluimos que el código procesal penal de Santa Fe admite la existencia de un acto procesal equivalente al auto de citación a juicio en el proceso oral opcional54, lógico es también que debamos afirmar que tal acto procesal equivalente existe también en el proceso escrito. De lo contrario, debería interpretarse que el imputado al optar por el juicio oral también estaría optando por interrumpir el curso de la prescripción de la acción penal, ya que si siguiera con el juicio escrito no existiría tal posibilidad, ello de acuerdo a las posiciones que consideran que en el proceso escrito no hay acto procesal equivalente al auto de citación a juicio.

c.5.- La sentencia condenatoria no firmeEn el primer código penal, esto es, el de Pedro Leopoldo de Toscana (1786), sólo se

reconocía efecto interruptivo a la sentencia condenatoria, criterio que siguió el Código español de 182255.

Para Zaffaroni, esta era la única causal interruptiva a partir de la interpretación de la antigua expresión de “secuela del juicio”, pues entendía que semánticamente “es lo que queda después de un juicio, o sea, una sentencia, que es lo único que puede quedar después de un juicio”56.

Por más que resulte una obviedad, resulta conveniente señalar que lo que deviene interruptivo es una sentencia dictada por una autoridad judicial, que tiene que ser condenatoria y que no debe haber pasado en autoridad de cosa juzgada, esto es que no se encuentre firme, ya que si así ocurriera lo que comienza a correr es la prescripción de la pena.

No esta demás dejar en claro que esta causal interruptiva opera una sola y única vez, es decir cuando se dicta la primer sentencia condenatoria no firme, por lo que los fallos confirmatorios dados por las instancias superiores no poseen aptitud interruptiva aun cuando modifiquen la calificación legal en forma más gravosa.

La jurisprudencia se ha expedido en este sentido al afirmar: “Que aun cuando la condena no se encuentra firme -lo cual torna inaplicable el art. 66,

Código Penal-, con prescindencia del nomen juris invocado en la presentación, no es posible soslayar la circunstancia de que desde la sentencia condenatoria de primera instancia (fechada el 1° de marzo de 1993) el tiempo transcurrido excede con holgura el plazo de prescripción de la acción penal previsto para los delitos imputados (conf. art. 62, inc. 2°, Código penal), sin que haya mediado en autos más actividad procesal que la provocada por los recursos de los propios imputados”57.

“Que según se desprende de las presentes actuaciones, con posterioridad a la sentencia de condena dictada respecto de M. S. como co-autora del delito previsto por el art. 194 del Código Penal, dictada el 25 de septiembre de 2001, no ha existido en autos más actividad procesal que la provocada por los recursos de la propia imputada. En tales condiciones, habiendo transcurrido hasta el presente el plazo previsto por el art. 62, inc. 2° del Código Penal, surge prima facie que podría haberse operado la prescripción de la acción penal, lo cual constituye una cuestión de orden público, que opera de pleno derecho”. (conf. Fallos: 305:652 y 321:2375 -disidencia del juez Petracchi - y sus citas)58.

No tiene efecto interruptivo la sentencia absolutoria recurrida.Un caso interesante puede plantearse cuando la sentencia de primera instancia es

absolutoria y al ser recurrida por la acusación es revocada por la instancia superior la cual dicta una condena. Así, como por sentencia condenatoria debe entenderse la dictada por primera vez, hipótesis que puede darse cuando la pronuncia el juez o tribunal de primera instancia, pero también puede darse cuando la dicta la Cámara de Apelación revocando una absolución dictada en la primera instancia, en este supuesto la dictada por la instancia superior será la que tenga efectos interruptivos de la prescripción de la acción penal puesto que será la primera sentencia condenatoria.

La sentencia condenatoria declarada nula por una instancia superior no tiene, a nuestro

53 CSJ, Santa Fe, 07/12/2005, expte. 460/05.54 Que sería la previsión del artículo 448 CPPSF in fine, que es justamente cuando la Sala que deba intervenir pone el expediente a disposición de las partes.55 ZAFFARONI, De las penas, p. 570.56 ZAFFARONI, De las penas, p. 579. 57CSJ, Nación, 07/03/06, “P., A. J. y L. de B., C. A. y otros s/defraudación en grado de tentativa y prevaricato”.58CSJ, Nación, S. 2682. XXXVIII, “S., M. s/ causa N° 3905”, 29/11/05.

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criterio, efecto interruptivo sobre la acción penal.