Nuestra Madre África

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Nuestra madre África Francisco P. De Luca Fue la primera luz que nos alumbró. Y no otra. Es, sin lugar a dudas, el continente madre y hermano. El 25 del pasado mayo se cumplieron 43 años desde que, en 1963, se fundó la Organización de la Unidad Africana (OUA), en la vieja Addis Abeba. Nos solidarizamos con Antonio Cubillo, en su artículo del pasado día 18, de denuncia y defensa de los países de la costa occidental. De nuestro continente, y contribuyendo a su liberación, salieron líderes históricos en la lucha contra el colonialismo europeo, como los Nkrumah, Léopold Sédar Senghor, Patricio Lubumba, Julius Nyerere, Kenneth Kaunda, Emmanuel Yaoundé, Cheikh Anta Diop, Amilcar Cabral y tantos otros. A costa del sufrimiento de 800 millones de africanos se enriqueció Europa. Fueron destruidas regiones enteras y sus habitantes secuestrados y deportados a AMÉRICA. Con la caza humana privaron a África de futuros médicos, científicos, empresarios, líderes políticos y, en suma, del potencial humano que fortalece y hace progresar a los países desde las estructuras democráticas participativas. No obstante, subsiste todavía hoy un neocolonialismo esquilmador, apoyado por dictaduras colaboracionistas, fomentadas desde Occidente, apropiándose, por ejemplo, del uranio de Gabón o del petróleo de Guinea Ecuatorial. Se perpetúa así la dominación internacional del potencial económico africano, y sus recursos materiales y humanos siguen contribuyendo al floreciente desarrollo de la anciana y egoísta Europa. África se mueve. Ahí están, por ejemplo, en este 2006, las claras conclusiones del Foro Social de Bamako (Malí), en el sentido de apuntar a la urgente necesidad de las reparaciones socioeconómicas para África. Devolver lo que fue arrancado a sus pueblos. Y, desde Canarias, no olvidemos aquel conocido dicho popular del barrio de Los Gallegos, en el municipio palmero de Barlovento:

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Nuestra madre África

Francisco P. De Luca

Fue la primera luz que nos alumbró. Y no otra. Es, sin lugar a dudas, el continente madre y hermano. El 25 del pasado mayo se cumplieron 43 años desde que, en 1963, se fundó la Organización de la Unidad Africana (OUA), en la vieja Addis Abeba. Nos solidarizamos con Antonio Cubillo, en su artículo del pasado día 18, de denuncia y defensa de los países de la costa occidental.

De nuestro continente, y contribuyendo a su liberación, salieron líderes históricos en la lucha contra el colonialismo europeo, como los Nkrumah, Léopold Sédar Senghor, Patricio Lubumba, Julius Nyerere, Kenneth Kaunda, Emmanuel Yaoundé, Cheikh Anta Diop, Amilcar Cabral y tantos otros.

A costa del sufrimiento de 800 millones de africanos se enriqueció Europa. Fueron destruidas regiones enteras y sus habitantes secuestrados y deportados a AMÉRICA. Con la caza humana privaron a África de futuros médicos, científicos, empresarios, líderes políticos y, en suma, del potencial humano que fortalece y hace progresar a los países desde las estructuras democráticas participativas.

No obstante, subsiste todavía hoy un neocolonialismo esquilmador, apoyado por dictaduras colaboracionistas, fomentadas desde Occidente, apropiándose, por ejemplo, del uranio de Gabón o del petróleo de Guinea Ecuatorial. Se perpetúa así la dominación internacional del potencial económico africano, y sus recursos materiales y humanos siguen contribuyendo al floreciente desarrollo de la anciana y egoísta Europa.

África se mueve. Ahí están, por ejemplo, en este 2006, las claras conclusiones del Foro Social de Bamako (Malí), en el sentido de apuntar a la urgente necesidad de las reparaciones socioeconómicas para África. Devolver lo que fue arrancado a sus pueblos.

Y, desde Canarias, no olvidemos aquel conocido dicho popular del barrio de Los Gallegos, en el municipio palmero de Barlovento: "Africanos somos, pero no pertenecemos; europeos pertenecemos, pero nunca seremos"El futuro del Archipiélago pasa irremisiblemente por una potenciación de las relaciones culturales, sociales y económicas con nuestro continente desde una perspectiva puramente racional. Es absolutamente lógico, natural y necesario que nos entendamos con nuestros vecinos, aprovechando nuestro nivel de desarrollo, que a su vez redundaría en beneficio de nuestro pueblo. Paralelamente, es deseable la paulatina formación de una burguesía nacional canaria, progresista y audaz, que tome de una vez el mando de la diversificación económica mediante las adecuadas infraestructuras, antes de que el "crack" turístico haga su aparición en nuestras Islas.