Nueva Historia Minima de Mexico

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    Pablo Escalante Gonzalbo Bernardo Garca Martnez

    Lus Juregui Josefina Zoraida Vzquez

    Elisa Speckman Guerra Javier Garcadlego

    Luis Aboites Aguilar

  • Esta ediaoITcl'Nuevfl historia mnima de~Mtxico en lallblioteca para la Actualizacin del Maestro estuvo a cargo de la Direccin General de Materiales y Mtodos Educativos de la Subsecretara de Educacin Bsica y Normal;- -------------------------------------------------------

    El Colegio de Mxico, 2004Primera edicin SEP/ El Colegio de Mxico, 2004 f e

    ( 5) .

    N o .

    Ilustracin de portada C - t . 6 5 2 Puesto deaguajola, (1860),Agustn Arrieta, ('1802-1874), leo, 69 x 93 cm,Coleccin del in a h

    S E C E N S !

    D. R. El Colegio de Mxico, A.C., 2004 Camino al Ajusco 20 Pedregal de Santa Teresa 10740 Mxico, D. F. C E N T R O D E IN F O R M A C I N

    C IE N TIF IC A V TECN O L G ICA^

    D. R. Secretara de Educacin Pblica, 2004 Argentina 28, Centro 06020, Mxico, D. F.

    B ib lio te c a E s p e c ia l iz a d a

    San Luis Potos, S.L.P.

    ISBN: 968-12-1138-3 El Colegio de Mxico ISBN: 968-01-0167-3 SEP

    Impreso en Mxico

    DISTRIBUCIN GRATUITA-PROHIBIDA SU VENTA

    Prohibida su reproduccin por cualquier medio mecnico o electrnico sin autorizacin escrita de los coeditores.

  • PRESENTAGIN

    La Secretara de Educacin Pblica edita la Biblioteca para la Actualizacin del Maestro con el propsito de apoyar al personal docente y directivo de los tres niveles de educacin bsica

    en el desempeo de su valiosa labor.

    Los ttulos que form an parte de esta Biblioteca han sido

    seleccionados pensando en las necesidades ms frecuentes de

    informacin y orientacin, planteadas por el trabajo cotidiano

    de maestros y directivos escolares. Algunos ttulos estn

    relacionados de manera directa con la actividad prctica; otros

    responden a intereses culturales expresados por los educadores,

    y tienen que ver con el mejoramiento de la calidad de la educacin

    que reciben los nios y jvenes en las escuelas mexicanas.

    Los libros de este acervo se entregan de manera gratuita a los

    profesores y directivos que lo soliciten.

    Esta coleccin se agrega a otros materiales de actualizacin y

    apoyo didctico, puestos a disposicin del personal docente de

    educacin bsica.La Secretara de Educacin Pblica confa en

    que esta tarea resulte til y espera las sugerencias de los maestros

    para mejorarla.

    S e c r e t a r a d e E d u c a c i n P b l i c a

  • NDICE

    PRESENTACIN, 9

    EL MXICO ANTIGUO, nPablo Escalante Gonzalbo

    Los cazadores-recolectores, 12. Alborada de la civilizacin, 15.

    Orgenes de la diversidad regional, 20. La era del imperio, 25.

    Crisis y cambio, 33. Los guerreros de Quetzalcatl, 40.

    Los seores del agua, 46. En vsperas de la conquista, 54. Eplogo, 56

    LA POCA COLONIAL HASTA 1760, 58Bernardo Garca Martnez

    El periodo fundacional, 1519-1610: La irrupcin de los conquistadores, 60; La consolidacin de la conquista, 69; La conclusin

    del proceso fundacional, 77. El periodo de madurez y autonoma,

    1610-1760: El encuentro con el mundo exterior, 85; El florecimiento y sus lmites, 94; Los atisbos del periodo final, 103. Conclusin, n i

    LAS REFORMAS BORBNICAS, 113Luis Juregui

    Una visin de conjunto, 115. Las primeras reformas de la dinasta

    borbnica, 117. La visita general a los tribunales y cajas reales

    de Nueva Espaa, 119. El poder del virrey y la Ordenanza

    de Intendentes, 124. El cambio de rumbo. Los aos noventa, 128.

    La consolidacin de los vales reales y la economa

    novohispana, 130. El sentimiento nacionalista novohispano, 135

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  • 8 NDICE

    DE LA INDEPENDENCIA

    A LA CO N SO LIDACIN REPUBLICANA, 137

    --------------------- Josefina Zoraida Vzquez-----------------------

    La revolucin de independencia, 139. Se funda el Estado

    mexicano, 148. Ante las amenazas extranjeras se experimentan

    el centralismo y la dictadura, 158. Reforma liberal, intervencin

    francesa y triunfo definitivo de la repblica, 170.

    La lenta transformacin de la vida nacional en republicana, 184.

    EL PORFIRIATO, 192

    Elisa Speckman Guerra

    La poltica porfirista: La primera etapa, 194; La segunda etapa, 200;

    Los ltimos aos, 205. Las finanzas pblicas y el desarrollo

    econmico, 208. Sociedades rurales y urbanas, 213. Cultura, 220

    LA REVOLUCIN, 225

    Javier Garciadiego

    Crticos, oposicionistas y precursores, 225. De la oposicin

    a la lucha armada, 228. El anacrnico liberalismo, 231.

    La lucha constitucionalista, 237. El constitucionalismo versus los convencionismos, 242. Virtudes y lmites del carrancismo, 248.

    El nuevo Estado, 254

    EL LTIMO TRAMO, 1929-2000, 262Luis Aboites Aguilar

    Crisis mundial y reorganizacin poltica, 263. Estabilidad

    y crecimiento econmico, 1940-1958, 270. Desajustes y la respuesta estatista, 1958-1982, 280. Movilizacin ciudadana

    y cambio poltico, 1982-2000, 291

    A U T O R E S, 303

  • PRESENTACIN

    E n 197 3 e l C o l e g i o d e M x i c o p u b l ic una primera versin de la Historia mnima de Mxico con el fin de proporcionar la dosis mnima de conocimiento histrico requerido por cualquier mexicano de entonces. En esa obra participaron cinco autores (Daniel Coso Villegas director del proyecto , Ignacio Bernal, Alejandra Moreno Toscano, Luis Gonzlez y Eduardo Blanquel) que plasmaron lo que en el momento se consideraba la visin ms sinttica y acertada del pasado de este pas. Ediciones posteriores incorporaron un estudio adicional (por Lorenzo Meyer) de los aos subsecuentes, pero la obra permaneci bsicamente inalterada hasta la llegada del nuevo siglo. En los tres decenios transcurridos la Historia mnima alcanz un tiraje de ms de un cuarto de milln de ejemplares y mereci la traduccin a catorce idiomas, incluida una edicin en Braille.

    El conocimiento histrico se refresca y enriquece cada da gracias a la investigacin y el anlisis. En los ltimos treinta aos se han descubierto aspectos desconocidos del pasado de Mxico y se han aclarado otros que se tenan por confusos. Se han corregido errores y se ha ganado en profundidad con nuevas interpretaciones y formas de comprender y explicar los fenmenos y acontecimientos del pasado. Esto se refleja en todas las publicaciones de tema histrico, y debe reflejarse tambin en una obra de divulgacin como la presente. Puede argumentarse asimismo que la dosis mnima de conocimiento histrico requerido por cualquier mexicano de hoy es mayor, pues tambin ha crecido su nivel de educacin y, de manera muy particular, su grado de responsabilidad social y poltica.

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  • 10 NUEVA HISTORIA MNIMA DE MXICO

    El Colegio de Mxico ha considerado que lleg el tiempo de preparar una Nueva historia mnima de Mxico, que es el libro qu el lector tiene en sus manos. Sin apartarse del propsito de concrecin y sencillez que gui a la vieja Historia mnima, la presente es una obra completamente nueva y original: por sus siete nuevos autores y sus textos preparados para esta edicin, por su periodizacin, por sus planteamientos, por su explicacin, por su cobertura ms amplia y, sobre todo, nueva por su visin ms moderna y mejor fundada tanto como lo permite el conocimiento ms completo y perfeccionado de que disponemos en estos primeros aos del siglo xxi. Desde luego, los autores han procurado que sus pginas sean amenas y didcticas, tanto o ms que las de la versin anterior, de modo que cualquier lector pueda entenderlas y disfrutarlas.

    El Colegio de Mxico tiene el propsito de que futuras versiones de esta obra incorporen, en la medida que sea necesario, los resultados de los descubrimientos e investigaciones que se vayan haciendo. La Nueva historia mnima de Mxico se propone ser un texto que refleje de manera dinmica el conocimiento, cada da mejor y ms acertado, del pasado de Mxico.

  • EL MXICO ANTIGUO

    Pa b l o E s c a l a n t e G o n z a l b o

    ^ M x i c o e s m u c h o s M x i c o s . L o es, no slo por las dramticas diferencias sociales que lo caracterizan, sino porque los antecedentes tnicos, las tradiciones culturales y los contextos ecolgicos varan enormemente de una regin a otra de nuestro pas. La divisin ms antigua, y una de las ms determinantes para la historia, es la que existi entre una civilizacin agrcola que se extendi en la mitad meridional del territorio y los pueblos de agricultura inestable y cazadores-recolectores que vivieron en el norte rido. Nuestra predileccin por la gran Tenochtitlan como sitio de referencia de la nacionalidad, nuestra familiaridad con Moctezuma Ilhuicamina y con Nezahualcyotl, no debe hacernos olvidar que otros antepasados nuestros vivan en rancheras de las montaas de Chihuahua, cerca de lobos y osos, y otros ms caminaban desnudos por las speras tierras de Baja California, mirando casi siempre la lnea del mar.

    El peso demogrfico y poltico de pueblos meridionales como los nahuas, los zapotecos o los mayas, contribuy a su supervivencia y a su integracin en el nuevo orden surgido a raz de la conquista espaola. Estos pueblos lograron, de diversas formas, insertar sus costumbres, sus imgenes, su memoria, en el tejido de la historia nacional. Las ideas y las historias de los cazadores de Coahuila, en cambio, o de los pueblos de Jalisco y Zacatecas que se rehusaron a aceptar el dominio espaol, fueron borradas con el exterminio de esos pueblos. Otros, como los tarahumaras

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  • 12 NUEVA HISTORIA MINIMA DE MXICO

    y los seris, han sobrevivido en el borde de las barrancas, en el filo de las playas desrticas, y en el lmite de la historia.

    La brevedad de este texto nos obliga a recuperar el hilo de las historias centrales, hegemnicas, metropolitanas: la de los olmecas de San Lorenzo, la de Teotihuacn, la de Tula..., historias que se encuentran en el mbito de la civilizacin mesoa- mericana, y sobre las cuales tenemos una gran cantidad de informacin. El carcter fragmentario y disperso de los datos disponibles sobre los pueblos del norte dificulta su inclusin en una sntesis.

    Si trazamos en el mapa una lnea de oeste a este que una algunos sitios arqueolgicos como Huatabampo en Sonora, El Zape en Durango, Chalchihuites en Zacatecas, Villa de Reyes en San Luis Potos y San Antonio Nogalar en Tamaulipas, obtenemos una curva, alta en sus extremos y descendente en la regin de los bolsones: representa la frontera septentrional de Mesoam- rica en el momento de su mayor expansin, hacia el ao 900 d.C. La formacin de esa frontera, as como la construccin de la civilizacin mesoamericana misma, fue el resultado de un largo proceso histrico que empieza con la domesticacin del maz y otras plantas, e incluye el desarrollo de tcnicas agrcolas intensivas, la divisin de la sociedad en clases, el despliegue de redes de intercambio de cientos de kilmetros y la invencin de complejos dispositivos ceremoniales, como el templo colocado sobre una pirmide y la cancha del juego de pelota.

    LOS CAZADORES-RECOLECTORES

    El poblamiento de Amrica se inici alrededor del ao 40 000 a.C. Haca medio milln de aos que el Homo erectus haba aprendido a hacer fuego, pero el Homo sapiens sapiens empezaba apenas a existir y an no se haba extinguido por completo la subespecie neanderthalensis. Por lo tanto, es importante observar que el hom-

  • EL MXICO ANTIGUO ZJ

    bre, tal como lo conocemos hoy, inici su historia prcticamente al mismo tiempo en Amrica y en el resto del mundo.

    El paso a Amrica fue posible gracias l descenso del nivel de los mares caracterstico de la era geolgica conocida como Pleistoceno o era glaciar. Durante la ltima glaciacin de dicha era, la Wisconsiniana (c. 100 000 a 8 000 a.C.), hubo etapas de miles de aos de duracin en las cuales el noreste de Asia y el noroeste de Amrica constituan un territorio continuo: por all pas el todava joven Homo sapiens sapiens en oleadas sucesivas.

    Los indicios ms antiguos de presencia humana en el actual territorio mexicano datan del ao 35 000 a.C. Entre esta fecha y el ao 5 000 a.C., cuando se inicia el proceso de domesticacin del maz y el frijol, solamente encontramos bandas de cazadores-recolectores y pescadores. Estas bandas eran agrupaciones bastante verstiles, susceptibles de descomponerse en sus partes. Durante los meses de escasez, cada familia se situaba en un lugar distinto, construa su enramada o se estableca en una cueva, y desde all aprovechaba los recursos disponibles en las cercanas. Al llegar la estacin de abundancia, generalmente el verano, las familias se congregaban en parajes donde se formaba la banda propiamente dicha para cazar y recolectar. Finalmente, varias bandas podan reunirse y formar macrobandas para intercambiar mujeres, organizar grandes batidas de caza o defender el territorio. Una banda estaba formada por algunas decenas de personas, y una macrobanda poda agrupar a varios cientos.

    A esta etapa de la historia mexicana, anterior a la agricultura, se le denomina Etapa Ltica y la mayor parte de ella transcurre dentro de la fra era glaciar, cuando todava existan en Amrica caballos, antlopes, mamutes, y otras especies que se extinguiran con los cambios climticos que trajo el Holoceno.

    Una de las primeras historias de carne y hueso que podemos recuperar del pasado mexicano ocurri hacia el ao 7 000 a.C., poco antes de la extincin de la megafauna americana. Las ban-

  • 14 NUEVA HISTORIA MNIMA DE MXICO

    das de cazadores-recolectores que vivan en el valle de Mxico tenan la costumbre de conducir a los mamutes hacia la orilla pantanosa del lago de Tetzcoco (Texcoco). Cuando estos gigantescos animales se atascaban en el lodo, los cazadores los asediaban y les causaban heridas con sus lanzas hasta hacerlos caer, muertos o exhaustos. Cierto da de hace nueve mil aos, una mujer, de veinticinco aos de edad y metro y medio de estatura, particip en una jornada de caza y tuvo la mala fortuna de golpearse y caer; muri y qued sepultada en el lodo, con el rostro mirando hacia abajo. En los libros se conoce a esta mujer como el hombre de Tepexpan.

    La poca alrededor del ao 7 000 a.C. reviste una importancia especial. Los fuertes cambios climticos que sufri la Tierra y que propiciaron la desaparicin de varias especies, tambin estimularon la diversificacin de las actividades econmicas. La tecnologa de las puntas de proyectil se especializ para adecuarse a la caza de animales medianos y pequeos como el puma, el pcari, el venado, el conejo y el mapache. Adems hay evidencia arqueolgica suficiente para afirmar que entre el ao 7 000 y el 5 000 a.C, las bandas intensificaron las actividades relacionadas con la recoleccin: seguramente arrancaban malezas para despejar el terreno alrededor de las mejores plantas, desprendan los frutos y las semillas en forma sistemtica, probablemente regaban algunas matas. El resultado de esta intervencin en los ciclos naturales fue la domesticacin del chile, el aguacate y la calabaza (la especie Cucrbita mixta): en lo sucesivo, ninguna de estas plantas podra reproducirse sola. Tambin aparecieron entonces las muelas para triturar granos, semejantes a metates sin patas.

    Pero no es lo mismo haber domesticado algunas plantas que ser un pueblo agrcola. Entre un hecho y otro hay siglos de experimentacin y adaptacin, lo que llamamos horizonte Proto- neoltico (5 000 a 2 500 a.C.). En ese lapso apareci el maz domesticado como consecuencia de la manipulacin, durante

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    cientos de aos, de las espigas de la especie silvestre Zea mexicana (el teosinte), que fue mutando para producir pequeas mazorcas-y finalmente las mazorcas de alrededor de veinte centmetros caractersticas de la especie plenamente domesticada, Zea mqys, iguales a las de la actualidad. Tambin fueron domesticados en esta etapa el guaje, el frijol comn, el zapote blanco y el zapote negro.

    Hacia el final del Protoneoltico los recolectores se haban vuelto agricultores, ya no podan alejarse de sus matas; as surgieron las aldeas permanentes. En estas primitivas aldeas se fue completando el repertorio de los rasgos caractersticos de Me- soamrica; aparecieron el metate y la mano propiamente dichos, se domestic la gran calabaza (Cucrbita pepo), con cuyas semillas se preparar el cotidiano pipin de todos los pueblos mesoamericanos; se domestic el perro, y tambin hay seales de que se empez a practicar el sacrificio humano y cierto culto a los muertos. Las familias que habitaban estas aldeas formaban unidades sociales ms cohesionadas y perdurables que sus antepasados recolectores. Eran sociedades sin estratificacin social, y sus miembros no reconocan ms diferencia que pertenecer a una u otra familia: tcnicamente se las define como tribus.

    ALBORADA DE LA CIVILIZACIN

    En general, suele considerarse que la historia de Mesoamrica se inicia hacia el 2 500 a.C., cuando la vida sedentaria se ha generalizado y ya existe la cermica. En esa fecha comienza el primer horizonte mesoamericano, el Preclsico, y en particular su primera etapa, el Preclsico temprano (2 500 a 1 200 a.C.). Tambin se conoce esta poca como Preclsico aldeano, porque 90% de los asentamientos de todas las regiones son aldeas, que suelen tener un promedio de diez a doce hogares, y una poblacin total de cincuenta a sesenta personas. Los hogares del Pre-

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    clsico temprano consistan en varios cuartos agrupados en torno a un patio; un patrn que se mantuvo hasta la poca de la conquista espaola, e incluso despus. El patio era el rea de trabajo ms usual, y los cuartos funcionaban como dormitorios y almacenes, adems de que por lo menos uno de ellos poda albergar la cocina y el altar.

    Tambin surgen en esta etapa algunas villas con ms de doscientos hogares, que superan los mil habitantes. En este tipo de asentamientos se encuentran indicios de intercambio a larga distancia y de ritual pblico. San Jos Mogote, en el valle de Oaxaca, es una de esas villas que destacan dentro de su regin: entre los artefactos hallados por los arquelogos en el sitio hay piezas de cermica, conchas marinas, dientes de tiburn, tambores de concha de tortuga y trompetas de caracol marino, todo ello procedente de la costa del Golfo. En aquellos mismos aos se construy en el centro de la poblacin un templete cubierto de estuco y provisto de un altar.

    Estas villas fueron el escenario de las primeras jefaturas me- soamericanas: sociedades jerarquizadas que conferan mayor rango a algunos miembros, como el jefe y sus hijos, y quiz a algunos guerreros, y promovan el uso de artefactos y atuendos distintivos para resaltar ese rango. En la persona de los jefes se concentraban la autoridad religiosa y militar; ellos controlaban la administracin de los excedentes de la comunidad y supervisaban el naciente comercio. Estas jefaturas parecen haber tenido un papel importante en el impulso del gran desarrollo que caracterizar al Preclsico medio, pero en la mayora de las regiones mesoamericanas tuvieron poca duracin, pues muy pronto las distinciones de rango dieron paso a divisiones de clase; las tareas del gobierno se especializaron y la nobleza las acapar.

    Hacia el ao 1 200 a.C. empezaron a realizarse en Mesoa- mrica diversas obras hidrulicas, canales, terrazas y probablemente chinampas. Una consecuencia directa de estos trabajos

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    parece haber sido la mejora en el rendimiento agrcolsTjTell1- cremento de la poblacin. Entre esa fecha y el ao 500 a.C. aproximadamente, transcurre la etapa conocida como Preclsico medio, caracterizada por el surgimiento de la especializacin laboral de tiempo completo y la estratificacin social, la construccin de centros ceremoniales urbanizados y el desarrollo de un repertorio de imgenes simblicas que habitualmente identificamos como olmecas. Precisamente en esta etapa surgieron los primeros reinos o seoros en varias zonas de Mesoamrica.

    El intercambio de bienes de prestigio y bienes de culto que vena ocurriendo entre las villas mayores de las diferentes regiones de Mesoamrica parece haber propiciado cierto acuerdo entre los grupos dirigentes alrededor de concepciones religiosas y polticas; tambin favoreci la diseminacin y aceptacin de algunas convenciones plsticas y preferencias estilsticas. Hoy sabemos que los rasgos de tipo olmeca aparecen de manera ms o menos simultnea en la cuenca del Balsas, en el valle de Mxico, en la costa del Golfo y en otras regiones; y esta simultaneidad contradice la antigua idea de que lo olmeca se haba diseminado por Mesoamrica, a partir del Golfo de Mxico, como resultado de un proceso de expansin militar o comercial impulsado desde San Lorenzo o La Venta.

    Entre los rasgos que habitualmente identificamos como olmecas se encuentran el uso de grandes mesas de piedra o mampostera (en algunos casos empleadas como tronos y quiz en otros como altares); la preferencia por la jadeta y otras piedras verdes para elaborar ofrendas; la representacin muy frecuente del jaguar, asociado con la figura humana de diferentes maneras: felinos que danzan o luchan con hombres, pieles de felino que sirven de capa, felinos antropomorfos. Los rostros humanos de tipo olmeca se caracterizan por ojos rasgados e inclinados y labios muy prominentes que ocasionalmente se abren para mostrar unos colmillos fieros; en la parte superior central de la cabeza puede haber una incisin, de la cual emer-

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    ge a veces una mazorca ele maz. Tambin se encuentran entre los elementos que solemos llamar olmecas smbolos como la ceja flamgera, las dos bandas cruzadas en X y la gota de lluvia con un punto y una raya.

    El mayor nmero de centros ceremoniales urbanizados, los ms grandes y complejos, la mayor concentracin de escultura y las piezas de mayor tamao se encuentran en las llanuras aluviales del Golfo de Mxico. En San Lorenzo se construy hacia el ao 1 200 a.C. una enorme plataforma de tierra que sirvi para poner a salvo de las crecidas del ro un gran conjunto de plazas ceremoniales y viviendas de la elite. Tronos, estelas, cabezas colosales y otras esculturas se colocaron en diversos puntos de esa meseta artificial. Las esculturas de mayor tamao eran los tronos, antes conocidos como altares; sobre ellos se sentaban los soberanos para presidir algunas ceremonias y muy probablemente para atender los asuntos de gobierno. Las imgenes talladas en estos gigantescos asientos proclamaban la pertenencia del gobernante a un linaje especial y sealaban sus vnculos con lo sobrenatural, en especial con el interior de la montaa, mbito de la fertilidad por excelencia. Algunas imgenes sugieren tambin una identificacin del gobernante con el eje del cosmos y el dios del maz. Las gigantescas cabezas estaban hechas normalmente de tronos reciclados; lo ms probable es que el trono usado en vida por un soberano se convirtiera en la materia prima para su propio retrato colosal. Colocadas directamente sobre la tierra, las cabezas de los soberanos pareceran emerger de ella: como rboles, como plantas de maz.

    Durante trescientos aos el asentamiento de San Lorenzo fue el centro poltico de su regin, hasta que, en el ao 900 a.C., fue abandonado de manera abrupta tras la mutilacin y entierro de varias de sus esculturas. Entre el ao 900 y el 500 a.C. florecieron varios sitios en las cercanas, pero ninguno tuvo la magnitud de La Venta, al que podemos ver como el genuino relevo de San Lorenzo. En La Venta se levant la primera gran pirmi-

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    de de Mesoamrica, un gigantesco cono ondulante de tierra apisonada, rodeado de plazas y pequeas plataformas.

    Para los habitantes de La Venta, el viaje a los yacimientos baslticos de Los Tuxtlas era an ms largo que para la gente de San Lorenzo; sin embargo, del mismo modo que sus predecesores, emprendieron constantes travesas en busca de la materia prima, que trasladaban en balsas por los ros y por la costa, y arrastraban con troncos rodantes cuando no haba una corriente a mano. Con estas piedras dieron continuidad a la excelente tradicin escultrica de San Lorenzo y la enriquecieron con nuevas creaciones, como la tumba de columnas baslticas. Tambin la pequea escultura de piedras semipreciosas, como la ja- deta, se diversific en la etapa del florecimiento de La Venta; as lo muestran los hallazgos en este sitio y en localidades como Cerro de las Mesas y Ro Pesquero.

    Es tentador suponer que las prsperas villas parcialmente urbanizadas del Golfo de Mxico, habitadas por escultores, sacerdotes, guerreros y gobernantes, constitua una suerte de metrpoli de la cual se derivaron las otras expresiones olmecas de Mesoamrica. Pero, como hemos dicho, los datos no favorecen la hiptesis de la expansin desde el Golfo, sino ms bien la idea de que los rasgos llamados olmecas haban sido adoptados simultneamente por las nacientes noblezas mesoamericanas, las cuales tenan estrechas relaciones entre s motivadas por el intercambio.

    Podemos seguir llamando olmecas a los habitantes de la llanura aluvial del Golfo en el Preclsico medio; es un nombre arbitrario que hemos dado a un grupo de pueblos de la familia lingstica mixe-zoque. Pero el repertorio de formas y smbolos que se emplearon en aquella regin no es propiamente una manifestacin tnica, algo propio de los olmecas, sino parte de un fenmeno suprarregional.

    Entre los sitios de tipo olmeca fuera del Golfo de Mxico destacan, por la amplitud y riqueza de sus reas ceremoniales,

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    base de una intensa actividad militar. Entre los frutos de esa ac- tividad deben encontrarse importantes remesas tributarias, capaces de dar riqueza y prosperidad a la ciudad.

    El arte funerario, que todos reconocemos como uno de los rasgos notables de los zapotecos del horizonte Clsico, ya estaba presente en estos primeros siglos de la historia de Monte Al- bn: las tumbas hechas con grandes losas de piedra colocadas en fila y ricamente decoradas con estuco y pintura, as como los vasos-efigie de cermica conocidos como urnas que solan colocarse alrededor de los cuerpos acostados de los muertos.

    En el valle de Mxico se aprecian procesos de urbanizacin y de concentracin de la poblacin similares a los de Oaxaca; mayores incluso, si tomamos en cuenta que en las orillas del lago de Mxico fueron dos las ciudades que surgieron en el Preclsico tardo. Se trata de una etapa apasionante de nuestra historia, que sin embargo se conoce mal. De lo que estamos seguros es de que Cuicuilco era mucho ms que una pirmide de base circular: haba una gigantesca necrpolis, hoy cubierta por una moderna unidad habitacional, y numerosos montculos, que se pueden ver todava desde las avenidas que cruzan el rea. A juzgar por las dimensiones de tal centro religioso, cabe pensar que la ciudad fue de gran magnitud. Una capa de lava, que en algunos puntos alcanza los 15 metros de altura, dificulta las investigaciones y nunca nos permitir tener una idea completa de aquel asentamiento.

    El efecto de atraccin de poblacin rural que Cuicuilco ejerci en el sur del valle, lo tuvo Teotihuacn entre los habitantes del norte y del oriente. Algunas estimaciones de poblacin sealan que entre los aos 200 y 100 a.C. Teotihuacn lleg a congregar a cerca de cuarenta mil habitantes. Sin embargo hay una diferencia importante entre ambas concentraciones: Cuicuilco contaba con un complejo de monumentos religiosos que ningn asentamiento de Mesoamrica tena para entonces. Teotihuacn albergaba a mucha gente, reunida por el atractivo de la

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    industria de la obsidiana, pero careca an de un sistema ceremonial comparable al de Cuicuilco; era ms una agregacin de aldeas que una ciudad.

    Cuicuilco empez a despoblarse tras una erupcin del volcn Xitle ocurrida en el 50 a.C,, pero no fue totalmente abandonada sino unos cien aos despus, cuando nuevas erupciones la cubrieron por completo de lava. Dos de los rasgos caractersticos de la cultura de Cuicuilco desaparecieron del valle al extinguirse la ciudad: la plataforma ceremonial de base circular y las tumbas de botelln, caracterizadas por un tiro cilindrico que daba acceso a la cmara. Curiosamente, ambos rasgos aparecen en el Occidente de Mxico (Jalisco, Michoacn, Nayarit, Colima) hacia el ao 200 a.C, y sern caractersticos de esa regin durante los siguientes mil aos. No se ha demostrado ningn vnculo entre ambas culturas pero tampoco puede descartarse.

    En otras regiones de Mesoamrica las obras y los sucesos del Preclsico tardo tienen cierta liga con el antiguo fenmeno olmeca. Es el caso de la cultura de Mezcala, donde apreciamos la continuidad de una prctica muy caracterstica de la etapa olmeca que es la pequea talla en piedra de figuras antropomorfas. La estrategia de abstraccin de las figuras de Mezcala parece derivarse de la vertiente menos naturalista del arte olmeca. Pero adems de estos vestigios, hay seales muy claras de una secuela del fenmeno olmeca que se desplaza del Golfo a la regin maya.

    Entre el ao 500 y el 400 a.C., La Venta fue abandonado de manera abrupta, pero algunos sitios menores de la regin, como Tres Zapotes y Cerro de las Mesas, permanecieron habitados y continuaron la tradicin de esculpir estelas y altares en grandes bloques de piedra; tambin conservaron algunos rasgos del repertorio iconogrfico olmeca. Lo que resulta especialmente interesante es la fuerte semejanza que hay entre la escultura de estos sitios postolmecas y la que se hace en localidades situadas al sur, en el alto Grijalva y en las costas de Chiapas y Guatemala.

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    Tales semejanzas han permitido identificar un fenmeno cultural que se conoce como complejo Izapa; el punto ms septentrional de tal complejo parece ser La Mojarra, en Veracruz, y los sitios ms meridionales, Izapa, en Mxico, y Abaj Takalik y El Bal, en Guatemala. Un eslabn crucial son Chiapa de Corzo y La Libertad, ubicados en el cauce superior del Grijalva. Esta gran franja sinuosa, que desciende de la llanura aluvial del Golfo y cruza el istmo de Tehuantepec, coincide con la ubicacin de la familia lingstica mixe-zoque en el Preclsico tardo. El vnculo, de costa a costa, por esa ruta no era nuevo, exista desde haca siglos; lo que parece haber ocurrido es que los descendientes de los olmecas del Golfo fortalecieron la relacin con su propio tronco tnico una vez que se desmoron el mundo de relaciones comerciales y polticas de la era olmeca.

    En esta poca de crisis y reacomodo, en los sitios del complejo Izapa surgi uno de los inventos ms trascendentes para la historia intelectual de Mesoamrica: la cuenta larga, un sistema de cmputo calendrico que permita fechar cualquier evento con total exactitud, a partir de una fecha fija equivalente a la que para nosotros es la fecha del nacimiento de Cristo. La fecha de referencia para la cuenta larga mesoamericana corresponda con el 13 de agosto del ao 3 114 a.C., y no tenemos noticia de que se refiriera a ningn suceso particular. Las inscripciones ca- lendricas ms antiguas que se conocen proceden de la franja mixe-zoque: Chiapa de Corzo, 36 a.C.; Tres Zapotes, 31 a.C.; El Bal, 36 d.C.; Abaj Takalik, 126 d.C.; La Mojarra, 143 y 156 d.C., y San Andrs Tuxtla, 162 d.C. Estos datos indican que el sistema que conocemos como tpicamente maya fue en realidad inventado por los mixe-zoques, en una etapa de crisis y recomposicin regional. Tampoco el dispositivo combinado de altar y estela es un invento que podamos atribuir a los mayas. Como vimos, estaba en uso en la etapa olmeca, en Guerrero, en Morelos y en el Golfo, y se traslad a la regin maya precisamente por medio de este corredor cultural del complejo Izapa.

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    En el Preclsico medio haba ya algunos asentamientos agrcolas mayas en la selva, como Seibal y Altar de Sacrificios, en un afluente del Usumacinta llamado Pasin, y Tikal, Uaxactn, Nakb y El Mirador, en el Petn guatemalteco, no lejos de la frontera con Campeche. Algunas de estas aldeas fueron la cuna de poderosas jefaturas, y en el Preclsico tardo desarrollaron reas ceremoniales compactas y elevadas, caracterizadas por el agrupamiento de varios montculos, cada uno, a su vez, coronado por dos o tres plataformas piramidales. La arquitectura y la ornamentacin de estos conjuntos es ya muy parecida a la que se ver en el Clsico, pero estn ausentes todava algunos componentes: los retratos reales y los textos epigrficos acompaados de fechas.

    Los grupos del Petn tuvieron cierta expansin hacia el sur y hacia el Grijalva, no se sabe si pacfica o blica. Como resultado de esa expansin, entraron en contacto con la tradicin de Izapa. Kaminaljuy y otros sitios del altiplano guatemalteco pueden haber sido mbitos propicios para la asimilacin de las dos vertientes, la mixe-zoque y la maya. En el ao 292 d.C. la cuenta larga aparece asociada a inscripciones y arquitectura maya en la selva, en la emergente ciudad de Tikal, que ser una de las ms prsperas de la regin.

    LA ERA DEL IMPERIO

    Entre el ao 100 a.C. y el 200 d.C., etapa que algunos autores separan del Preclsico y denominan Protoclsico, ocurrieron varios sucesos importantes en el valle de Mxico. Entonces tuvo lugar el abandono de Cuicuilco, y Teotihuacn se irgui como centro poltico y religioso indiscutible de la regin.

    Durante los primeros doscientos aos de nuestra era se construyeron las pirmides del Sol y de la Luna as como el templo de Quetzalcatl, se traz la llamada calzada de los Muertos

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    y se inici la etapa propiamente urbana en la historia de Teoti- huacn. Si en algn asentamiento prehispnico podemos hablar con toda propiedad de una ciudad, es en Teotihuacn. Las construcciones y los pavimentos llegaron a ocupar la mayor parte de la superficie, sin dejar espacio para huertas o jardines, en un rea de aproximadamente veinte kilmetros cuadrados.

    Durante el horizonte Clsico (200 a 650 d.C.) la mayor parte de la poblacin de Teotihuacn ocup conjuntos habitaciona- les multifamiliares de mampostera, y muy poca gente vivi en chozas de adobe, lo cual nos habla de una prosperidad generalizada en el asentamiento. Los conjuntos habitacionales se elevaban sobre grandes taludes, y sus muros carecan de ventanas; uno o dos prticos permitan el acceso. La mayora de estos conjuntos eran de planta cuadrada (de aproximadamente 60 por 60 metros), aunque haba algunos ms alargados y otros en forma de L. Los lados de todos ellos eran paralelos, pero no siempre las esquinas coincidan; no se trataba, pues, de una cuadrcula exacta. Cada conjunto equivala a una manzana o cuadra; las calles de Teotihuacn eran largos pasillos sombreados que circulaban entre taludes y altos muros, y desde ellas no era posible observar lo que ocurra en las viviendas.

    Varios patios en el interior de cada conjunto habitacional daban paso a las habitaciones y permitan iluminarlas. Un patio central y algunas habitaciones mayores facilitaban la congregacin de todos los residentes para las actividades religiosas y administrativas de inters comn. En promedio es probable que hayan vivido unas veinte familias en cada conjunto; todos se dedicaban a un mismo oficio y adems eran parientes. Segn se deduce del anlisis gentico de osamentas, los varones de cada conjunto tenan entre s nexos ms estrechos que las mujeres, lo cual habla de un patrn de residencia patrilocal: las mujeres iban a vivir a las vecindades de sus maridos.

    Se ha observado que varios conjuntos habitacionales tendan a agruparse para formar barrios; las calles interiores de es-

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    tos barrios son algo ms estrechas que las que los circundare- Tambin existi un nivel de agrupacin que reuna a varios barrios en distritos. Cada distrito parece haber contado con un centro ceremonial propio, provisto de un dispositivo de tres templos que confluan en una plazoleta. Esa plazoleta de distrito debe haber sido tambin el punto de reunin de los representantes de las familias y los barrios para efectos administrativos.

    Una parte importante de la poblacin congregada en el rea urbana de Teotihuacn, quiz la mitad, era de artesanos, dedicados a oficios como la produccin de ncleos y artefactos terminados de obsidiana, la alfarera, el trabajo del hueso y la concha, la elaboracin de telas y cordajes, etc. Por otro lado, la abundancia y buena calidad de las tierras agrcolas del valle de Teotihuacn y la escasa poblacin aldeana en dicho valle, son datos que nos mueven a pensar que muchos habitantes de la ciudad realizaban tambin tareas agrcolas, como agricultores de tiempo parcial o completo.

    Es frecuente que se imagine a todas las sociedades prehispnicas como tiranas en las que un grupo inmensamente rico someta a comunidades de productores a un trabajo extenuante con un frreo control poltico. Y ciertamente no eran democracias, pero su estructura interna era ms compleja de lo que sugiere el prejuicio. En Teotihuacn hay datos arqueolgicos suficientes para comprender, al menos, cuatro asuntos bsicos relacionados con la estratificacin social: 1] La base de la sociedad estaba formada por grupos corporativos, a manera de clanes, que adoptaron la forma de barrios urbanos. 2] Estos clanes tenan una diferenciacin interna; haba algunas familias ms ricas que otras. Los conjuntos habitacionales donde vivan los jefes solan ser algo ms amplios y ricos que otros de su mismo barrio. Los restos de los individuos de ms alto rango dentro de cada barrio reciban un tratamiento funerario especial. 3] Los barrios de artesanos, agricultores y otros trabajadores contaban con una infraestructura urbana (calles, acceso al mercado, drenaje, vivien-

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    da slida y duradera) que nos impide definirlos como una masa empobrecida. Dicho en otros trminos: la vivienda popular urbana, en general, no era de una calidad sustancialmente distinta de la vivienda de los sectores dirigentes. 4] Efectivamente hay edificios cuya rica decoracin mural y amplias habitaciones los delatan como viviendas de una clase noble. Los conjuntos situados al este de la pirmide de la Luna y al norte de la pirmide del Sol, parecen haber sido la morada de familias de dirigentes polticos y militares. Tambin hay algunos conjuntos habitacionales que parecen haber albergado a monjes, dedicados por completo a las tareas religiosas.

    De los reyes teotihuacanos no sabemos casi nada, excepto que parecen haber tenido a Quetzalcatl como suprema divinidad protectora, as como los seores de la etapa olmeca se identificaban con el dios del maz. El poder de los soberanos en la gran ciudad del valle de Mxico debi emanar, al menos en parte, de su exitosa conduccin de las obras pblicas: all estaban las descomunales pirmides y la gran urbe como prueba de la eficacia del gobierno. La organizacin del trabajo artesanal y el impulso de las actividades de intercambio que garantizaban el arribo de la materia prima y la salida de los productos a otras regiones, deben haber sido tambin cualidades estimables para comunidades de especialistas que dependan del comercio.

    La identificacin de todos los barrios, de todos los distritos, de todos los artesanos, los nobles y los campesinos, como miembros de la misma unidad poltica, parece haber ocurrido bajo la imagen protectora de un dios comn: Tlloc, seor del agua, y de su pareja, Chalchiuhtlicue. Lo ms probable es que las pirmides que, siglos despus, los mexicas visitantes ocasionales del sitio llamaron del Sol y de la Luna, hayan sido, en realidad, de Tlloc y de Chalchiuhtlicue. La pirmide del Sol era un gran cerro de agua simblico, pues los teotihuacanos le hicieron un foso perifrico y un pequeo canal central, de tal suerte que se poda simular que el agua naca en la cueva natu-

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    ral situada en el vrtice de la pirmide, para fluir luego alrededor de ella. En la plaza de la pirmide de la Luna slo haba una gran escultura, masiva, casi geomtrica: la de Chalchiuhtlicue, la diosa de la falda de jade.

    Ms all de la ciudad y su entorno agrcola inmediato, Teoti- huacn influy de una u otra forma en todas las regiones de Mesoamrica. En primer lugar, el Estado teotihuacano era el gran organizador de la produccin en el valle de Mxico y seguramente tambin en el valle de Toluca. Lo ms probable, segn las evidencias disponibles, es que haya habido dos grandes componentes tnicos en este mbito: los nahuas, que seran la mayora de la poblacin urbana de Teotihuacn, y los otomianos. Entre los oto- mianos haba algunos grupos dedicados fundamentalmente a la agricultura intensiva en la cuenca del Lerma (los antepasados de los matlatzincas), y otros grupos dedicados sobre todo a la explotacin de los bosques, a la caza del venado y al cultivo y aprovechamiento del maguey (para obtener pulque, cordajes, fibra textil) y en menor medida a la agricultura (stos eran los antepasados de los otomes y los mazahuas). Entre los recursos estratgicos que Teotihuacn parece haber controlado directamente se encuentran los yacimientos de obsidiana de Otumba y de Pachuca, as como los depsitos de cal de la zona de Tula-Tepeji.

    En un segundo nivel de influencia debemos considerar las cuencas morelenses, donde los teotihuacanos obtenan algodn, seguramente cacao y otros productos agrcolas de clima clido, y el valle de Puebla-Tlaxcala, de donde proceda la pasta de arcilla necesaria para elaborar la cermica de tipo anaranjado delgado, uno de los productos artesanales ms finos del Mxico Antiguo. Teotihuacn debi tener intercambios fluidos con ambas regiones, quiz reciba tributo de ambas, pero no podemos asegurar que controlara directamente lo que en ellas se produca.

    Elay un tercer mbito de accin del poder de Teotihuacn que involucra asentamientos situados a cientos de kilmetros

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    del valle de Mxico. La bsqueda de yacimientos de cinabrio llev a los teotihuacanos hasta Ro Verde, en San Luis Potos, y el inters en diversas piedras semipreciosas, como la serpentina y la jadeta, los condujo a la cuenca del Balsas. No puede afirmarse que los teotihuacanos hayan llegado a apropiarse de las materias primas, sin ms; es mucho ms probable que hayan impuesto a los lugareos una relacin comercial asimtrica.

    La presencia de los teotihuacanos en el Golfo de Mxico obedeca tambin a la bsqueda de algunas materias primas, probablemente las plumas de aves tropicales, el cacao y los yacimientos de cinabrio y caoln de la zona de los Tuxtlas. Cerca de la laguna de Catemaco, los teotihuacanos fundaron una colonia en Matacapan; de esa manera aseguraron no slo su acceso a ciertas materias primas, sino la supervisin de un importante puerto de intercambio en el que confluan rutas comerciales procedentes del norte de Veracruz, de la pennsula de Yucatn, de las costas de Guatemala va el istmo de Tehuantepec y de las Mixtecas, por la ruta de Teotitln-Tuxtepec. Entre las evidencias ms contundentes de la presencia teotihuacana en Matacapan se encuentra el uso de conjuntos habitacionales multi- familiares que siguen el modelo de la metrpoli.

    La relacin de Teotihuacn con los mayas y los zapotecos ha sido objeto de numerosos debates. Estamos seguros de que hubo un vnculo y de que ese vnculo dur varios siglos y fue bastante estrecho. Muchos artefactos teotihuacanos llegaron a Oaxaca y a la regin maya, y muchas formas teotihuacanas fueron imitadas por los artesanos del sur. Pero cul fue la naturaleza de estas relaciones?

    Hace cincuenta aos se hizo el primer reconocimiento explcito de una fuerte influencia teotihuacana en el rea maya. Desde entonces, los trabajos arqueolgicos y el avance en las lecturas epigrficas han confirmado esa influencia y han permitido precisar su carcter. En varias ciudades mayas del Petn hay huellas muy claras de una influencia teotihuacana en la ar-

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    quitectura y en la cermica, as como en representaciones de p a -" rafernalia militar y en algunos smbolos. Tikal es seguramente la localidad en la que los rasgos teotihuacanos se presentan con mayor claridad: adems de vasijas de tipo teotihuacano como el caracterstico vaso trpode con tapadera, hay en esta metrpoli de la selva varias construcciones que presentan el talud y el tablero interpretado a la usanza de Teotihuacn, y recientemente se ha encontrado un estandarte de piedra casi idntico al que conocemos como marcador del juego de pelota, hallado en el barrio de La Ventilla, en Teotihuacn.

    En uno de los vasos encontrados en Tikal se aprecia una representacin de guerreros con atuendo teotihuacano, ostensiblemente armados, que llegan ante la presencia de un personaje maya, quien los recibe con sahumerios. En un mural de la cercana Uaxactn se represent tambin a un guerrero teotihuacano que recibe el acatamiento de un noble maya. Slo muy recientemente, la lectura de los textos epigrficos ha permitido comprender mejor el suceso al que aluden estas escenas. Hoy sabemos que el da 31 de enero del ao 378 d.C. arrib a Tikal un extranjero nombrado Siyaj Kak; ocho das antes consta la presencia de este mismo personaje en la villa de El Per, situada en la ribera de uno de los afluentes del Usumacinta, entrada natural al Petn para quien va del valle de Mxico. El mismo da que lleg el extranjero muri el rey de Tikal, Chak Tok Ichaak; es decir, con toda probabilidad, fue asesinado por los extranjeros.

    Tambin se menciona la llegada de Siyaj Kak en inscripciones de Uaxactn, Bejucal y Ro Azul. En ningn caso se dice que Siyaj se haya establecido como gobernante; las inscripciones indican que este personaje instal en el poder a nuevos monarcas. En Tikal, el gobernante instalado por Siyaj fue el teotihuacano Bho-Lanzadardos. Despus de la usurpacin, los advenedizos consideraron conveniente retirar de las reas pblicas las estelas que recordaban a los soberanos anteriores a la incursin

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    teotihuacana, de manera que todas fueron destruidas o alejadas de la ciudad. Se trataba de establecer una nueva dinasta, y en adelante, durante varias generaciones, la legitimidad de los reyes de Tikal estara ligada al origen teotihuacano. El hijo de Bho- Lanzadardos, Yax Nuun Ayiin I, fue representado en una estela con atuendo y postura no mayas, y en su tumba se enterraron vasijas de tipo teotihuacano. Al nieto de Bho-Lanzadardos, Siyaj Chan Kawiil II, se le represent de un modo ms prximo a las convenciones mayas, pero flanqueado por dos imgenes en las que su padre viste atuendo y armas de guerrero teotihuacano. En Piedras Negras tambin hay indicios de presin militar teo- tihucana y en Palenque es probable que los teotihuacanos hayan impuesto una nueva dinasta, en el ao 431 d.C.

    En el altiplano guatemalteco, Kaminaljuy experiment tambin una invasin teotihuacana hacia el ao 400 d.C. En este caso no hay inscripciones, pero los restos arqueolgicos son muy elocuentes. En Kaminaljuy se cre lo que Michael Coe ha llamado una versin en miniatura de Teotihuacn. Los colonos construyeron sus templos a la usanza del valle de Mxico y su cermica se aplic a reproducir las formas metropolitanas. Al morir, preferan ser enterrados con vasijas tradas desde su ciudad de origen. Entre los motivos de los teotihuacanos para establecerse en esta localidad altea, el ms importante debi ser su propsito de controlar los yacimientos de obsidiana del rea, particularmente el del Chayal.

    La relacin de Teotihuacn con Monte Albn parece haber sido discreta y simtrica, y si en el caso maya es claro que tuvo un ingrediente militar, con Monte Albn parece haber sido ms bien diplomtica. Los alfareros zapotecos se sintieron menos atrados por la moda teotihuacana que los artesanos de Tikal; la presencia de formas teotihuacanas en el repertorio de Monte Albn es muy menor. Hay un dintel en Monte Albn que se refiere a una visita de embajadores teotihuacanos, pero estos embajadores son sacerdotes que cargan bolsas de copal para presentar

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    una ofrenda y no guerreros. Con Oaxaca hay, adems, una reciprocidad que no observamos con los mayas: en Teotihuacn haba un barrio habitado por zapotecos que mantuvieron durante siglos sus costumbres. Los zapotecos de Teotihuacn eran enterrados en cmaras subterrneas como las de Monte Albn, y no directamente bajo el piso como los otros teotihuacanos. Adems, los restos mortales de estos zapotecos eran rodeados con vasos-efigie idnticos a los que se han encontrado por cientos en el valle de Oaxaca.

    La presencia teotihuacana en el Occidente de Mesoamrica es un asunto poco claro an. Se ha dicho con insistencia que los teotihuacanos llegaron a sitios de Zacatecas, como Alta Vista, para captar la circulacin de turquesa y beneficiarse de la actividad minera de la regin en general; pero an no se han presentado pruebas firmes. Por otra parte, siempre ha llamado la atencin un asentamiento de Michoacn, Tingambato, por la pasmosa semejanza de su arquitectura con la arquitectura teotihuacana, pero no hay ninguna evidencia cermica del vnculo entre ambos sitios. En fin, los asentamientos de Nayarit, Jalisco y Colima, caracterizados por sus centros ceremoniales de plataformas y plazas circulares y el complejo funerario de las tumbas de tiro y la cermica realista con escenas de vida cotidiana y animales, permanecieron inmersos en un sistema regional, vinculados con los pueblos de la Sierra Madre Occidental y de la costa del Pacfico ms que con Teotihuacn.

    CRISIS Y CAMBIO

    La etapa que va del ao 650 al 900 d.C. se conoce normalmente con dos nombres. Si se mira desde el centro de Mxico, desde el punto de vista de la cada de Teotihuacn y los dramticos cambios que le sucedieron, se le llama Epiclsico; pero si se mira desde el punto de vista de la regin maya, que justo enton-

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    ces alcanz su momento ms prspero, se le denomina Clsico tardo. En cualquier caso, la fecha inicial de esta etapa corresponde con la crisis que acab con la hegemona teotihuacana, y la ltima fecha se refiere a la extincin de la cultura maya clsica. Para ser exactos, 909 d.C., ltima fecha registrada en los monumentos de Calakmul y Tonin.

    Algo antes del ao 600 d.C. cesa la influencia teotihuacana en el rea maya, y entre esa fecha y el ao 700 d.C. las huellas de la presencia teotihuacana se borran de toda Mesoamrica: el gran puerto de Matacapan se esfuma como centro de intercambio; la cermica teotihuacana desaparece de la zona de minas de cinabrio en San Luis Potos; se interrumpe el comercio entre Momios y el valle de Mxico, y, en pocas palabras, la era teotihuacana llega a su fin. Esta violenta contraccin del sistema teotihuacano parece haber sido causada por el empuje de ciudades intermedias que buscaban un papel ms activo en las redes de intercambio; es como si las regiones de Mesoamrica se hubieran sacudido la presin de una potencia que pretenda regular la vida econmica de todos. La antigua metrpoli perdi durante la crisis ms de cuatro quintas partes de su poblacin.

    La extincin de la influencia teotihuacana en el rea maya parece ser una de las causas del aceleramiento en el desarrollo regional; las ciudades mayas se volvieron ms prsperas: la arquitectura, la escultura y la manufactura de objetos rituales y suntuarios alcanz una variedad y riqueza sin precedentes. Algunas de las principales ciudades mayas, Palenque, al pie de la sierra chiapaneca, Piedras Negras y Yaxchiln en el Usumacin- ta, Tikal en el Petn, Calakmul al sur de la pennsula de Yucatn, tuvieron su etapa de mayor florecimiento en el siglo vil. Y como ocurre con el resto de la historia maya, esta etapa de esplendor la conocemos con ms detalles y matices que otras historias de Mesoamrica porque los mayas utilizaron una escritura glotogrfica, capaz de reproducir el discurso oral, y utilizaron, como se ha visto, un sistema de fechamiento preciso. En ocasio-

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    nes los relatos de los mayas del Clsico resultan montonos; se habla de nacimiento, entronizacin, declaraciones de guerra, dedicacin de templos, muerte... Sin embargo, la lectura completa de las inscripciones, que ha sido particularmente exitosa en los ltimos veinte aos, permite descubrir matices y singularidades: no todos los reyes se comportaban igual, ni todas las ciudades contaban su historia de la misma manera. Hay cientos de historias que se desprenden de las inscripciones disponibles, y muchas proceden de ese lapso de gran esplendor alrededor del siglo vil.

    Las inscripciones de Yaxchiln nos permiten conocer, entre otros individuos, a un rey especialmente afortunado, Itzamnaaj Balam II, que gobern de 681 a 742 d.C. Aparece en los ms clebres dinteles labrados de Yaxchiln, como gran guerrero y protector de la ciudad. Su gobierno fue prspero y su vida larga; longevo como su madre, vivi ms de noventa aos. Entre sus varias esposas, este monarca tuvo a la seora Kabal Xook como la ms importante: a ella se dedic uno de los mejores templos de Yaxchiln, cuyo interior fue decorado por magnficos escultores trados de otras ciudades. Muerta siete aos despus que el rey, Kabal Xook fue enterrada en el magnfico templo, con una impresionante ofrenda de veinte mil navajas de obsidiana.

    Otra historia de la poca de prosperidad es la de Pakal y su hijo Kan Balam, seores de Palenque (en su poca llamada La- kamh). Los artistas de esta ciudad prefirieron registrar sus historias en estuco, sobre las paredes, y en algunos objetos de piedra, pero no en estelas. Kinich Janaab Pakal I, es decir, Pakal el Grande, recibi el poder de manos de su madre, cosa poco comn en una sociedad preferentemente patrilineal. Al parecer, la madre, Sak Kuk, haba asumido el poder ante la falta de hermanos varones; el ltimo habra muerto en la feroz guerra contra Calakmul. Despus de gobernar tres aos, en una especie de regencia, la seora dej el poder en manos de su hijo, que slo te-

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    na doce aos. Pakal logr levantar a la ciudad de una mala racha de derrotas militares y alcanz suficiente riqueza como para construir uno de los mayores palacios del Mxico Antiguo y un mausoleo monumental para su viaje a Xibalb, al mundo de los muertos: el llamado templo de las Inscripciones. Sobre la base de la estabilidad construida por Kinich Janaab Pakal I, su hijo, Kinich Kan Balam II llev a la ciudad a su mayor podero, e igual a su padre en la iniciativa para construir: a l se debe el clebre conjunto de tres templos, de la Cruz, de la Cruz Foliada y del Sol.

    Estrictamente contemporneos de Pakal el Grande fueron Yuknoom-Cabeza y Yuknoom el Grande, seores de Calakmul. Singularmente bravo, y al frente de una ciudad ms belicosa que sus vecinas, Yuknoom-Cabeza cuidaba con celo el prestigio militar del reino y su autoridad sobre ciudades menores. Cuando la ciudad de Naranjo, en el Petn guatemalteco, quiso emanciparse, el ejrcito de Calakmul acudi de inmediato a someterla y Yuknoom en persona asesin a su rey. En el relato se usa el verbo kuxaj para referir lo que Yuknoom le hizo a su adversario; se puede traducir de dos formas: lo tortur o se lo comi. El heredero de Yuknoom-Cabeza, Yuknoom el Grande, orient las fuerzas del reino a luchar contra Tikal, apoyando a sus enemigos o atacndola directamente.

    Una seal del poder de los reinos mayas en el siglo vil, puede apreciarse en su capacidad para influir en el Mxico central. Esta influencia, sin embargo, es parte de un fenmeno generalizado de expansin de las regiones que haban constituido la periferia del sistema teotihuacano. Los grupos de la zona centro y centro-norte de Veracruz, con la floreciente ciudad de Tajn a la cabeza, penetraron en la Huasteca y en la meseta central. Algunos artefactos encontrados en la ciudad de Cholula muestran una clara influencia de los estilos decorativos del Golfo. Grupos de mixteos se dirigieron tambin hacia Cholula, y seguramente contribuyeron a la diseminacin de ciertos rasgos iconogrfi-

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    eos, y especficamente calendricos, en asentamientos de Puebla y Morelos. Los mayas, por su parte, influyeron de manera decisiva en la vida de las elites de dos importantes ciudades, Cacax- tla y Xochicalco. En la clebre pintura mural de Cacaxtla hay figuras y smbolos procedentes del Golfo y tambin del repertorio teotihuacano, pero el estilo de las pinturas, la composicin de las escenas y el tratamiento de los personajes es, ante todo, maya. Los artistas que los pintaron, y seguramente tambin un segmento de la nobleza local, estaban familiarizados con la tradicin artstica de la cuenca del Usumacinta.

    En el caso de Xochicalco la confluencia de tradiciones regionales es an ms sorprendente. La urbanizacin del espacio tiene semejanzas con la que vemos en Monte Albn, pero sobre todo se acerca al sistema maya de agregacin de conjuntos ceremoniales y formacin de acrpolis. Las plataformas arquitectnicas operan con el talud y el tablero a la manera de Cholula, pero utilizan la cornisa volada a la usanza de Tajn. La decoracin del templo de Quetzalcatl reproduce un tema teotihuacano, pero ms all de este homenaje, los xochicalcas evitan el contacto con la decadente metrpoli y prefieren abastecerse de obsidiana en los yacimientos de Michoacn, a pesar de encontrarse mucho ms lejos que los del valle de Mxico. En las inscripciones calendricas de Xochicalco se pone de manifiesto la influencia oaxaquea aunque tambin se traslucen los esfuerzos por crear un nuevo sistema. Y una vez ms, igual que en Cacaxtla, encontramos en Xochicaclo elementos estilsticos que slo pueden explicarse por un contacto estrecho con grupos de lite que conocieran bien el arte maya. Las figuras humanas esculpidas en el templo de Quetzalcatl proceden, sin duda, de la tradicin plstica maya, probablemente de la lejana Copn.

    Tal parece que, ante el vaco dejado por Teotihuacn, todos se apresuraron a reconstruir, desde sus respectivas regiones, los hilos de una antigua red de intercambios. Y en esa red, antes administrada por un poder central, ahora se formaban nudos en

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    los que coincidan varias iniciativas. Fue una poca agitada, no cabe duda, y fue una poca de intensa actividad militar: Teote- nango, en el nacimiento del Lerma, se desarrolla en una montaa difcil de atacar, y Xochicalco y Cacaxtla, no satisfechos con situarse en lo alto de colinas, se rodean de fosos y murallas. En la pintura mural de Cacaxtla, el tema de la lucha entre la humedad y la sequa adopta la forma de una cruel batalla. En la pirmide de Quetzalcatl, en Xochicalco, los personajes esculpidos en el cuerpo superior muestran un enorme escudo y un manojo de dardos.

    Durante el siglo v h i la actividad militar se intensific tambin en el rea maya, donde alcanz niveles nunca antes vistos. Las disputas por definir las respectivas reas de influencia que en ltima instancia entraaban luchas por los recursos econmicos dieron lugar a una espiral blica que slo concluy con la extincin de la cultura maya tal como haba florecido en las tierras bajas durante siglos. Algunos sucesos de la zona del ro de la Pasin y el lago Petexbatn pueden servir para ilustrar ese tiempo de guerra frentica. All se gest un conflicto regional, en la dcada del 760 d.C., que involucr a las localidades de Dos Pilas, Aguateca, Seibal, Aguas Calientes y Amelia. La ciudad de Dos Pilas, que hasta ese momento haba sido la ms poderosa de la regin, fue abandonada por la nobleza local; la gente que se qued a vivir en el sitio construy una doble muralla que pasaba cortando antiguas plazas y recintos ceremoniales. Tambin los habitantes de Aguateca recurrieron a la construccin de murallas para mejorar su defensa, y eventualmente se refugiaron en una isla, que tambin fortificaron. Al final de esta crisis, hacia el ao 830, la nica ciudad de la regin que tuvo cierta prosperidad fue Seibal. En trminos generales, puede afirmarse que las ciudades mayas van entrando en crisis insolubles a lo largo del siglo ix, y como resultado van quedando abandonadas: Yaxchi- ln queda despoblada hacia el 808 d.C. y Palenque poco despus; Tikal es abandonada cerca del 870 d.C. Calakmul, deca-

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    dente durante casi un siglo, es finalmente abandonada hacia el ao 909 d.C., y por esa misma fecha se abandona la ciudad de Tonina.

    La historiografa ms reciente ha desplazado la antigua idea de un colapso misterioso: hoy sabemos que fue la guerra lo que produjo la catstrofe final de los antiguos reinos mayas. Sin embargo, es preciso reiterar que detrs de esas batallas haba ms que un belicismo vertiginoso, irracional. Estamos, muy probablemente, ante la expresin ms aguda de la lucha por la supervivencia de los pobladores de una selva exuberante en apariencia pero frgil si tena que cargar con el peso de poblaciones numerosas. Los mayas aprovechaban para el cultivo las ricas tierras de las mrgenes de los ros, y frecuentemente las beneficiaban con canales de riego. Tambin cultivaban tierra adentro, en el suelo que ganaban al monte con el sistema de tumbar rboles y quemar la vegetacin. Pero las tierras ribereas eran escasas, y el sistema de tumba y quema tena un punto dbil: despus de dos o tres aos era preciso dejar descansar, hasta por ms de diez aos, las parcelas que se haban utilizado, para que recuperaran su vegetacin natural y sus nutrientes.

    Los nobles vieron en la guerra una va expedita para incrementar sus recursos con el tributo que imponan a los vencidos, pero la energa y el tiempo invertidos en estas guerras terminaron por afectar la organizacin y el rendimiento de la agricultura, especialmente en las zonas de irrigacin. Hay pruebas firmes de que la nutricin de los campesinos mayas empeor progresivamente durante el Clsico tardo, como consecuencia de una disminucin de la produccin agrcola, y probablemente tambin como resultado de las muchas exigencias tributarias de unas elites que no conocan lmite cuando se trataba de enriquecer sus ciudades. Sociedades menos cohesionadas, ms dbiles, y noblezas que insistentemente buscaron mejorar su posicin y sus recursos por medio de la guerra, llevaron a los reinos a un punto crtico. Muchas ciudades cayeron, devastadas

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    o exhaustas, y en otras los campesinos le dieron la espalda a su nobleza: bastaba con que los agricultores se internaran en las montaas durante unos meses para que la nobleza quedara sin sustento.

    LOS GUERREROS DE QUETZALCATL

    Tambin fuera del rea maya, las ciudades florecientes del Epi- clsico detienen su desarrollo y quedan parcial o totalmente despobladas hacia el ao 900 d.C.: Tajn, Xochicalco, Cacaxtla. La propia Teotihuacn, que haba sobrevivido durante ms de dos siglos convertida en un centro regional, qued desierta. Comienza entonces el periodo que conocemos como Posclsico, y que durar hasta la conquista espaola.

    Otro fenmeno que marca el inicio del Posclsico es el abandono de muchos de los asentamientos mesoamericanos septentrionales y el consecuente flujo migratorio de sus habitantes hacia el sur. Muchos pueblos que haban vivido durante siglos en el Bajo, en los Altos de Jalisco y en la Sierra Madre Occidental, transitaron hacia los valles de Puebla-Tlaxcala, Mxico y Toluca, y hacia la meseta Tarasca. La mayora de ellos eran nahuas, pero al parecer hubo tambin algunos pames y quiz algunos purpe- chas; en las fuentes coloniales se alude a todos ellos con la denominacin de chichimecas. Esta gente estaba acostumbrada a vivir en la frontera de la civilizacin, en zonas speras recorridas por bandas de cazadores-recolectores. Como jefaturas militares, eran grupos belicosos que conferan a los guerreros el ms alto estatus social.

    La situacin de conflicto permanente que caracteriz a la etapa posteotihuacana y la beligerancia de los advenedizos norteos, se sumaron para situar la guerra en el centro de la vida pblica de las ciudades del Posclsico. Los guerreros aparecen investidos de atributos religiosos; las batallas se emprenden en nombre de los

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    dioses, y los sacrificios humanos que se practican despus de la contienda se conciben como necesarios para el funcionamiento del orden csmico. La imagen y los valores del guerrero llegaron a tener un reconocimiento social sin precedentes. Las rdenes militares de elite, especialmente las de guilas y jaguares, se convirtieron en el principal apoyo de los soberanos. El tema de la oposicin del guila y el jaguar, representado como lucha, cpula o yuxtaposicin, fue muy comn en la iconografa del Posclsico: era la metfora predilecta de una sociedad en guerra.

    Pero no todos los conflictos se resolvan con las armas, ni las sociedades podran haber sobrevivido dedicadas permanentemente a la guerra. Los reinos del Posclsico buscaron estabilizar y administrar la situacin de conflicto por medio de alianzas y acuerdos diplomticos. Las alianzas solan ser triples, aunque tambin las hubo cudruples. Mediante ellas se pretenda organizar el dominio poltico de las regiones, reconociendo a cada uno de los reinos aliados su influencia sobre una zona y una poblacin especfica, y repartiendo los beneficios de la tributacin total. Entre otras clebres alianzas del Posclsico, conocemos la de Chichn Itz, Uxmal y Mayapn, en la pennsula de Yucatn, la de Ihuatzio, Ptzcuaro y Tzin- tzuntzan, en Michoacn, y la de Tenochtitlan, Tetzcoco y Tla- copan, en el valle de Mxico. Adems de estas alianzas entre amigos haba tambin acuerdos temporales que permitan cierta relacin diplomtica entre reinos enemigos. A este respecto, es particularmente elocuente la presencia de algunos seores de Michoacn en fiestas de coronacin mexicas; despus de participar en banquetes y diversiones durante varios das, los dignatarios tarascos regresaban a su tierra y continuaban su abierta enemistad hacia Mxico-Tenochtitlan y sus aliados.

    La ciudad ms importante del Posclsico temprano (900 a 1200 d.C.) fue Tula, en el actual estado de Hidalgo. All se mezclaron la audacia guerrera de los chichimecas con la tradicin de algunos nahuas meridionales herederos de Teotihuacn. En Tula

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    los guerreros son los protagonistas de la escena: ocupan la cspide del edificio ms importante de la ciudad, cuya base est decorada con una marcha de coyotes, jaguares y guilas que aprisionan corazones sangrantes con el pico. Las canchas del juego de pelota son muy importantes en el sitio, y deben haber sido escenarios de un rito guerrero cuya culminacin era la decapitacin de los prisioneros de guerra. Tula es la primera ciudad mesoame- ricana en la que se utiliza el macabro tzompantli, una especie de baco gigantesco en el que cada travesao era un sartal de cabezas humanas: una de las contribuciones de los pueblos chichime- cas a los ltimos siglos de la historia mesoamericana. Tambin se utilizaron por primera vez en Tula el prtico monumental, formado por varias columnatas paralelas, y el altar antropomorfo que conocemos como chac-mool. Ambos recursos tienen sus antecedentes en asentamientos serranos del Occidente.

    El xito de Tula fue ms modesto que el de Teotihuacn, pero su peso poltico y militar fue suficiente para impulsar rutas de intercambio de larga distancia, que llegaron hasta Centroamri- ca, por el sur, y al menos hasta Sinaloa, por el norte. Algunos artefactos de procedencia mesoamericana encontrados en asentamientos de los oasis agrcolas de Nuevo Mxico, como Pueblo Bonito, en el Can del Chaco, parecen ser de la poca tolteca, si bien no puede determinarse con certeza si llegaron all en virtud del impulso comercial de Tula o como consecuencia del funcionamiento de una red regional. Sabemos que las aldeas agrcolas de los ros sonorenses comerciaban con pueblos de la Sierra Madre, y hay indicios de contactos entre las poblaciones serranas de Chihuahua y Durango y agricultores de Arizona y Nuevo Mxico. El asentamiento agrcola ms complejo en el extremo norte del territorio que hoy ocupa Mxico fue Paquim (tambin llamado Casas Grandes), en Chihuahua, donde se construy un gigantesco multifamiliar de adobe, de cuatro pisos de altura, provisto de calefaccin y drenaje, y rodeado de plataformas y plazas ceremoniales. Es muy probable que Paquim

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    haya sido una escala importante en el camino de los grupos que llevaban productos mesoamericanos al norte. No es imposible que mercaderes procedentes de Tula hayan llegado, por lo menos, hasta Paquim, atrados por la turquesa de los yacimientos de Nuevo Mxico que circulaba en aquella regin.

    Como en su tiempo ocurri con los teotihuacanos, los tolte- cas tuvieron una presencia importante en la regin maya, aunque en este caso es mucho ms difcil precisar el modo en que se produjo esa relacin. La ciudad de Chichn Itz, en la pennsula de Yucatn, fue prcticamente refundada, hacia el ao 900 d.C., a un lado de la antigua ciudad del Clsico. En la nueva Chichn se recrearon algunas de las principales imgenes y estructuras de Tula: el prtico de columnatas con planta en L, el templo de los Guerreros, en cuya cspide dos serpientes emplumadas, erguidas, sirven de columnas para dar ingreso a un recinto techado, los pilares con guerreros labrados en sus caras, el chac-moo, los frisos de guilas y jaguares, e incluso un tzompantli escultrico que reproduce el sartal de crneos tolteca. Acaso los refundadores de Chichn no hayan sido toltecas emigrados sino fuertes grupos de mercaderes, de filiacin maya a quienes suele denominarse putunes , acostumbrados a visitar las ciudades nahuas y familiarizados con ellas. Lo que de plano debemos descartar es que la arquitectura de la nueva ciudad haya sido diseada por alguien que no conociera Tula. Chichn Itz fue la ciudad ms poderosa de la pennsula hasta 1300, si bien ejerci ese poder en alianza con Uxmal y Mayapn. Esta ltima ciudad rompi la alianza y control la regin, al parecer en forma tirnica, hasta 1450. Pero el prestigio de Chichn Itz, y el de su elite reformadora, identificada con Kukulcn (nombre yucateco para Quetzal- catl), persistira hasta la conquista espaola.

    Ms all de los vestigios materiales, Tula dej una estela de gloria entre los pueblos mesoamericanos; su fama excedi el mbito nahua y siempre estuvo ligada al poder poltico y a la idea de civilizacin. Otro tanto sucedi con Quetzalcatl, el le-

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    gendario seor de los toltecas. Se deca, por ejemplo, que el primer rey de los mayas quichs de Guatemala haba sido confirmado en su cargo por Quetzalcatl, a quien los quichs llamaban Kucumatz. Tambin los mixteos atribuan a Quetzalcatl la fundacin de las dinastas que gobernaban en el Posclsico. Tanto los mayas como los mixteos hacen referencia a Tula en sus relatos; los mayas afirman que los antepasados de sus seores venan de aquella ciudad, y los mixteos dicen que el gran rey conquistador Ocho Venado, El Jaguar, haba viajado a Tula para ser confirmado en su cargo. Por su parte, la mayora de los pueblos nahuas del siglo xvi se refieren a Tula como lugar de origen de sus linajes gobernantes: lo mismo chalcas, que tetz- cocanos, cholultecas, cuauhtinchantlaca, por supuesto mexi- cas, y otros ms.

    La profunda huella de Tula y Quetzalcatl en la ideologa de los pueblos de Mesoamrica no se explica exclusivamente por la actuacin de los toltecas de la Tula de Hidalgo, sus empresas mercantiles y su fuerza militar. Hay algo ms. La palabra Tula (Tollan en su pronunciacin nhuatl correcta) significa etimolgicamente juncal, lugar donde abundan los juncos o tollin. La metfora del juncal remite a la gran aglomeracin de gente caracterstica de una urbe. En el conjunto de las fuentes de tradicin indgena de la poca colonial, la palabra se utiliz para hacer referencia a una ciudad maravillosa, mitolgica, habitada por dioses como Quetzalcatl y Tezcatlipoca, y tambin se emple como un sobrenombre, para aludir a una serie de ciudades reales o histricas, como Cholula, Culhuacan, Tenochtitlan y la propia Tula de Hidalgo.

    Lo que es comn a todas las Tulas es su prosperidad, su dimensin urbana, su alto grado de civilizacin y la sabidura y religiosidad de sus gobernantes. Tula era la ciudad por excelencia, la ciudad maravillosa, y tambin era cada uno de sus reflejos terrenales. Es muy probable que el prototipo de todas las Tulas haya sido la ms grande, poderosa y prspera ciudad del

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    Mxico Antiguo, es decir, Teotihuacn. All se inici la tradicin urbana nahua y tambin el culto a Quetzalcatl. En la Tula de Hidalgo se fortaleci el antiguo mito, y al parecer se originaron algunas ideas nuevas relacionadas con el ejercicio del poder: el gobernante de esta Tula llevaba el nombre del dios Quetzalcatl y tena la prerrogativa de confirmar en su cargo a los soberanos de otras ciudades, lo cual haca perforndoles el septum nasal con una garra de guila y otra de jaguar.

    La familiaridad de mayas y mixteos con el concepto de Tula y con el dios Quetzalcatl refleja el impacto de la tradicin nahua en el sur. Este impacto haba comenzado en la poca teo- tihuacana pero parece haber tenido mayores consecuencias polticas y religiosas en la etapa tolteca. Ahora bien, el Kukulcn de los mayas podra ser el seor de Chichn Itz, as como la Tula a la que se refieren los mixteos en sus fuentes bien podra ser Cholula (Tollan Cholollari)\ esta ltima haba conservado la tradicin teotihuacana durante varios siglos, tena fuertes vnculos con Oaxaca y en el Posclsico tena la reputacin de ser el principal santuario del dios Quetzalcatl. Lo cierto es que hubo varias Tulas y varios Quetzalcatl, y que diferentes reinos me- soamericanos, al menos en el Posclsico, se adhirieron a esa leyenda y a esos smbolos como parte de una estrategia para legitimar su posicin de poder, para reconocer a una cabecera y rendir homenaje a un tronco de nobleza.

    Si los mexicas identifican a la Tula de Hidalgo como la ciudad sagrada de Quetzalcatl, y le atribuyen mayor importancia histrica que a Cholula o a Teotihuacn, es porque esa era su Tula, su metrpoli. Los mexicas haban formado parte de las provincias septentrionales del reino tolteca, quiz en la zona de Quertaro, y haban descendido hacia el valle de Mxico cuando su metrpoli entr en crisis y se abandon, algo antes del ao 1200 d.C. Aun en sus das de esplendor, los mexicas merodeaban por la antigua ciudad de los atlantes y los chac-mooles, escarbaban en busca de piezas que reciclaban como ofrendas en

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    Tenochtitlan, y se inspiraban en algunos diseos de la abandonada ciudad para crear sus propias obras artsticas. Los mexicas se consideraban herederos directos de esa Tula, y a Teotihuacn la ubicaban en el tiempo ms remoto, en el tiempo de la creacin del mundo.

    La cada de Tula, al parecer en medio de graves conictos, hacia el ao 1200 d.C., marca el inicio del Posclsico tardo, etapa que concluye con la conquista espaola.

    LOS SEORES DEL AGUA

    En vsperas de la conquista espaola, el valle de Mxico viva una etapa de florecimiento urbano formidable. Haba muchas ciudades, todas ellas populosas; los cronistas hablan de aglomeraciones en calles y canales, y se sorprenden por el bullicio de las plazas de mercado: Chalco-Atenco, Xochimilco, Coyoa- cn, Culhuacn, Iztapalapa, Tetzcoco, Tlacopan, Azcapotzalco, Mxico-Tenochtitlan, Mxico-Tlatelolco y decenas de villas medianas como Coatlinchan, Mixcoac o Tacubaya. Repartidos en estos centros de poblacin del valle de Mxico vivan algo ms de dos millones de personas.

    La mayora de estas ciudades estaban bajo el dominio de linajes de la nobleza nahua, pero en muchas de ellas haba poblacin de otras etnias, particularmente otom y matlatzinca. Los nahuas usaban el trmino altpetl (que quiere decir cerro de agua) para referirse a la ciudad, con su poblacin y sus tierras. Cada altpetl era dirigido por un tlatoani o rey, quien era auxiliado por una nutrida burocracia de jueces, recaudadores, capitanes y otros administradores. Aunque cada ciudad tena bastante independencia en su administracin interna, haba tres grandes reinos con mayor jerarqua que todos los otros; reciban tributo de los dems y podan convocarlos a participar en guerras o en obras pblicas: estos tres reinos eran Tlacopan, Tetzcoco y

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    Mxico-Tenochtitlan, la ms famosa de las alianzas triples del Posclsico. Tlacopan obtena slo una quinta parte de la tributacin de los seoros subalternos y tena poco peso en la alianza, mientras que Tetzcoco tena una relacin bastante simtrica con Tenochtitlan, excepto a la hora de hacer la guerra: no hay duda de que los mexicas eran los lderes militares de la alianza.

    La Triple Alianza era una necesidad; ningn reino del valle de Mxico hubiera podido administrar solo el complejo sistema de rutas y plazas de mercado, provincias tributarias y redes de compromisos entre linajes nobles. Y no era nada ms un asunto de capacidad administrativa; era preciso respetar la autoridad tradicional de los reinos sobre ciertas poblaciones y grupos tnicos. Esto nos ayuda a entender por qu los mexicas y los tetz- cocanos, que acababan de derrotar en la guerra a los tepanecas de Azcapotzalco, invitaron a Tlacopan, reino tepaneca tambin, a incorporarse en la alianza: haba que contar con el ascendiente que los tepanecas tenan sobre los pueblos del occidente del valle y de la zona de Toluca, en particular los matlatzincas; adems, la plaza de mercado de Azcapotzalco desempeaba un papel crucial en la economa del valle.

    La densidad demogrfica y la complejidad urbana del valle de Mxico a principios del siglo xvi se sustentaban en una agricultura muy prspera. En los dos siglos de historia precortesia- na a los cuales se refieren las fuentes coloniales con detalle, slo se mencionan dos grandes hambrunas, resultado de sequas prolongadas. El alto rendimiento agrcola del valle se explica por el uso generalizado del regado, en tierra firme, y por el sistema de chinampas, practicado en las islas y en las orillas del lago. Las tierras se abonaban con fango y con excremento de murcilago, y algunos cultivos se producan a partir de un sistema de almcigos, que permita colocar en cada parcela slo las plantas ms viables.

    Los productos agrcolas de los nahuas del Posclsico eran los mismos de los teotihuacanos, de los toltecas y de la mayora de

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    los pueblos mesoamericanos: maz, frijol, calabaza (especialmente la especie Cucrbita pepo), chile, varios tipos de tomate, cha, amaranto y algunos otros. Adems, el valle era capaz de proporcionar muchos otros recursos comestibles no agrcolas: gran variedad de peces, aves, ranas, insectos diversos, serpientes, conejos, venados y muchas especies ms. En el fondo del lago haba sal (en el sector de Tetzcoco), y en los bosques de las cercanas era posible cultivar el maguey y obtener lea. Algunos frutales, como el tej ocote y el capuln, completaban los recursos de la regin.

    Cada reino subsista con la produccin de sus propios sbditos, ms la que le tributaban otras poblaciones de su rea de influencia. Los productores de cualquier asentamiento deban pagar un tributo en especie a sus seores, adems de estar obligados a participar en la guerra y en las obras pblicas. Los grandes reinos, como aquellos que integraban la Triple Alianza, reciban tributos de provincias distantes, y podan llenar sus almacenes con plumas de quetzal y guacamaya, oro y joyera elaborada, mantas decoradas, algodn, jade, cacao y otros productos. Estos bienes suntuarios estaban reservados para el uso de la nobleza y para las fiestas religiosas.

    En todas las ciudades nahuas del valle de Mxico haba una divisin bsica de la poblacin en dos grupos sociales, los nobles o ppiltin (singular pilli) y la gente comn o macehualtn (singular macehuall). Se era pilli o macehualli por nacimiento, y slo en casos excepcionales de valor militar un macehual poda ingresar en las filas de la nobleza. Los macehuales eran agricultores, pescadores, artesanos y trabajadores de otras especialidades, que pagaban tributo a la nobleza. Los pillis se ocupaban de tareas relacionadas con el gobierno, la justicia, la organizacin de la guerra y el culto religioso, y vivan de los productos que los macehuales tributaban a palacio y el tlatoani distribua peridicamente. Algunos pillis reciban el beneficio tributario de manera directa; tal era el caso de los jueces, pues haba ciertas tierras cuya produccin estaba vinculada a ese cargo. Y haba incluso quienes

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    posean una especie de feudos, que podan vender y heredar; eran los oficiales que se haban distinguido en acciones de guerra y algunos nobles a quienes el tlatoani deseaba premiar: ambos reciban tierras, para gozar de su produccin y disfrutar de los servicios personales prestados por los campesinos que las habitaban y trabajaban.

    La legislacin fortaleca las diferencias de clase y contribua a consolidar el prestigio y el poder de la nobleza. Los nobles usaban vestidos y joyas que estaban prohibidos para el resto de la gente. Aun en el supuesto de que pudiera comprarla en el mercado, un macehual no poda utilizar una joya de jade, y si lo haca poda recibir la pena de muerte. El vestido de los nobles era de algodn, y no de fibra spera como el de la gente del pueblo; las casas de los nobles eran ms ricas, ms altas y mejor decoradas; los nobles podan tener muchas esposas, pero los ma- cehuales no. Los nobles dorman en cmodos lechos provistos de colchones de pluma, almohadones, sbanas de algodn y pieles de venado. Los macehuales vivan muy austeramente.

    Esta divisin de la sociedad en dos clases estaba matizada por una serie de excepciones y anomalas. Los artesanos no estaban obligados a participar en las obras pblicas y solamente tributaban en especie; adems, haba artesanos muy prestigiados que se vinculaban al palacio y vivan cmodamente, al amparo de los seores. Los mercaderes tampoco tributaban con trabajo, ni estaban obligados a ir a la guerra como el resto de los macehuales: su servicio al reino se realizaba con la delicada tarea del espionaje en las ciudades enemigas, a las cuales ellos podan viajar sin despertar suspicacias. Los guerreros de elite, guilas, jaguares, coyotes, guerreros del batalln otom, llevaban una vida muy singular: se entregaban con una valenta casi demencial al combate, y frecuentemente moran en el campo de batalla o en la piedra de sacrificios de sus adversarios, pero los das de paz gozaban de una situacin de privilegio y reconocimiento social nicos, bailaban, beban cacao, disfrutaban de la

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    compaa de cortesanas; si algunos de estos guerreros llegaban a viejos, se dedicaban a instruir a los jvenes en las escuelas.

    Entre los campesinos haba quienes trabajaban una tierra que consideraban propia, por ser miembros de alguno de los muchos calpullis (barrios formados a partir de los antiguos clanes), cuyo derecho de asentamiento haba sido reconocido en la historia de un altpetl. Estos trabajadores, nombrados en las fuentes calpuleque (singular calpule), tributaban a su tlatoan. Pero haba tambin campesinos que trabajaban y vivan en tierras que haban sido conquistadas y otorgadas como feudos a nobles u oficiales del ejrcito. A estos trabajadores se les da en algunas fuentes el nombre de mayeque (singular maye, poseedor de manos). En la documentacin colonial se presenta la situacin de los mayeque como peor que la de los calpuleque, y ello se deba, al parecer, al peso excesivo de las cargas tributarias, en especie y trabajo, que deban pagar al noble titular de la tierra.

    Tambin se matizaba y enriqueca la escala social en su extremo inferior, con aquella gente que viva peor o en circunstancias ms azarosas que los macehuales comunes. Las populosas ciudades del Posclsico dieron cobijo a vagabundos, delincuentes y malandrines de diversa ndole. En principio, todos los individuos estaban sujetos y protegidos por la comunidad a la que pertenecan, pero cuando un individuo llegaba a desprenderse de su comunidad, era imposible que se insertara en otra, no le quedaba ms recurso que la vagancia. Y tal cosa poda ocurrir cuando un adolescente decida escapar de la casa paterna, cuando alguien que haba cometido un delito decida huir de la ciudad para evadir a la justicia o incluso cuando una comunidad o una ciudad le aplicaba la pena del destierro a uno de sus miembros por alguna falta grave. As surgieron, al parecer, los cargadores del mercado o tamemes (de tlamama, el que carga), los mendigos, las prostitutas, los ladrones y salteadores de caminos de que nos hablan las fuentes. Algunas descripciones nos pre-

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    sentan de modo bastante dramtico a individuos andrajosos, desmelenados y llenos de raspones, que se tambalean en las calles, mal dormidos o borrachos, en el lmite de la humanidad; deambulando nocturnos en las plazas de mercado, en busca de los desperdicios dejados por los tratantes.

    La presencia de estos individuos sueltos nos impresiona y nos resulta tanto ms aberrante en cuanto es algo que sucede en una sociedad rigurosamente corporativa. Entre los nahuas del valle de Mxico se perteneca a un calpull de trabajadores, a una tribu de mercaderes o a un linaje noble. No pertenecer equivala, casi, a no ser. Los linajes nobles estaban escrupulosamente documentados en los cdices. La poliginia pertinaz permita a las familias dirigentes formar una corte al cabo de una generacin; poda haber una burocracia copiosa y sin embargo cubierta por autnticos parientes del soberano. Respecto a las comunidades de trabajadores, los calpullis (singular calpulli, plural calpultn), sabemos que constituan la clula fundamental de toda la organizacin social prehispnica. Hemos debatido bastante si se trataba de grupos gentilicios, a manera de clanes, o si eran demarcaciones administrativas construidas por la administracin estatal. Las fuentes documentales, a fin de cuentas, indican que la respuesta est en un trmino medio: no hay duda de que en los calpullis haba lazos de sangre, sus miembros estaban emparentados y reconocan antepasados comunes, pero al mismo tiempo, una vez establecidos en una ciudad y sometidos a sus leyes, los calpullis funcionaban como unidades administrativas para efectos de recaudacin y participacin en la guerra y en el culto religioso. Haba un lmite para la injerencia del tlatoani en los asuntos de los calpullis, pero asimismo haba un lmite en la autonoma de estas comunidades, y ese lmite lo impona su compromiso de obediencia a un poder superior, de naturaleza poltica. Los motivos de las comunidades para pertenecer a ese orden poltico saltan a la vista: vida urbana, mercado, proteccin militar e incluso proteccin divina.

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    Los calpullis tenan una intensa vida propia, dentro de sus barrios urbanos. Rendan culto a su propio dios patrono, contribuan con trabajo rotativo al mantenimiento de su templo y a la proteccin de los desgraciados de la propia comunidad, organizaban sus festividades y se reunan cotidianamente en las plazas y callejuelas del barrio para descansar, conversar, hacer bromas. Cada calpulli reconoca a un jefe, al cual algunas fuentes denominan hermano mayor; este jefe tomaba las decisiones pertinentes con el auxilio de un consejo de ancianos. Las reuniones de este consejo y de los padres de familia de cada barrio se verificaban en una casa comunal.

    El tlatoani contaba con recaudadores y capataces que se encargaban de supervisar la tributacin que cada calpulli deba pagar y de organizar la participacin de la gente del calpulli en las obras pblicas. Adems, los muchachos de los calpullis estaban obligados a acudir a una especie de escuela, en la cual reciban adiestramiento militar, cuyo nombre nhuatl era telpoch- calli, casa de jvenes. En estas telpochcalli los muchachos del pueblo reciban instruccin de los guerreros experimentados, y quienes se distinguan por su valenta podan ascender hasta convertirse en capitanes o guerreros de elite, autnticos hroes a los ojos de aquella sociedad.

    Los jvenes nobles acudan tambin a la escuela la que las fuentes denominan calmcac ; all reciban una educacin ms estricta y claramente orientada a las tareas de dirigencia: estrategia militar, sacerdocio, gobierno. Algunos de estos jvenes permaneceran en los templos como sacerdotes del reino y otros se incorporaran a las tareas de administracin y gobierno. En el calmcac se vigilaba con esmero la conducta de los jvenes y se buscaba evitar que entablaran relaciones con mujeres. En las telpochcalli, por el contrario, la disciplina era ms relajada, y al parecer ocurra con frecuencia que los muchachos tuvieran aventuras con muchachas de su misma condicin, a quienes conocan en las prcticas de danza vespertinas que se realizaban en la cuicacalli o casa del canto.

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