Nueva ZelaNda y uruguay Una comparación...

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9 30 de abril de 2015 Brecha NUEVA ZELANDA Y URUGUAY Una comparación recurrente Los dos países tienen mucho en común y, como pocos en el mundo, han sido comparados una y otra vez a lo largo del tiempo. La mayoría de las veces para aprender uno del otro, y siempre –o casi siempre– en tiempos de crisis. Aquí proponemos mirar hacia Nueva Zelanda desde la perspectiva del país agroexportador en declive en la economía mundial y a través del análisis del historiador económico neozelandés Brian Easton, que aborda el rezago y los desafíos actuales, y cómo ve el futuro desarrollo. T EXTOS : J ORGE Á LVAREZ S CANNIELLO * EN LA DÉCADA de 1950 Nueva Zelanda se convirtió en un ejemplo 1 para el sector agrario uruguayo debido a los al- tos niveles de productividad exhibidos por la ganadería neozelandesa. Uno de los aspectos que más llamó la aten- ción fueron las técnicas desarrolladas para la producción y mejora de pasturas, que Uruguay buscó adoptar de for- ma más o menos sistemática desde la década de 1960. En la década siguiente fue el turno de los intelectuales uruguayos –historiadores, sociólogos, también periodis- tas–, que se preguntaron por qué dos pequeñas sociedades agroexportadoras tuvieron resultados tan distintos en tér- minos de crecimiento económico y equidad. Los sociólo- gos buscaron causas estructurales, como la distribución de la propiedad agraria; los historiadores destacaron las peculiaridades históricas y geográficas de cada país. Del otro lado, los neozelandeses, inmersos en una crisis cla- ramente distinta a las conocidas hasta entonces, comen- zaron a mirar a Uruguay con atención como un ejemplo negativo de lo que podía depararles el futuro. En el entorno de la crisis de 2002, la propia crisis uru- guaya y el resurgimiento de los enfoques del desarrollo impulsaron las comparaciones sistemáticas de largo plazo entre ambas sociedades. Las preguntas se orientaron nue- vamente a explicar por qué países similares tuvieron en el largo plazo un desempeño económico divergente. En otras palabras, por qué a pesar de contar con similar población, superficie productiva, especialización agraria e inserción internacional, Nueva Zelanda ha logrado a lo largo del tiempo mejores niveles de ingreso y de vida para su gente que Uruguay. Basada en un muy variado instrumental teó- rico y metodológico, esta reciente oleada de investigacio- nes ha producido libros, tesis de grado, tesis de maestría y tesis de doctorado en Uruguay y otros países. En los últimos años los neozelandeses han invertido capitales y trasladado técnicas de producción al sector le- chero uruguayo con diverso grado de éxito. El gobierno uruguayo ha puesto el foco en el proceso de reforma y profesionalización de la gestión pública del Estado neo- zelandés para incorporar y adaptar esa experiencia al pro- ceso de reforma del Estado uruguayo, también con limi- tado éxito. Cabe preguntarse qué aspectos de la realidad neoze- landesa actual, de su realidad económica, social y políti- ca, pueden contribuir a pensar el futuro de Uruguay. Una mirada histórica, comparativa y de largo plazo, sugiere que el foco del análisis debería ubicarse en el patrón de empobrecimiento sufrido por ambos países en el contex- to de la economía mundial. ¿Qué factores contribuyeron al ascenso y declive de la economía neozelandesa en el largo plazo? ¿Cómo ven los neozelandeses el rezago su- frido en los últimos años con relación a otras economías desarrolladas? Estas preguntas son abordadas en las si- guientes notas. La idea es contribuir a pensar la clave fu- tura del desarrollo uruguayo considerando la experiencia reciente, los problemas actuales y los desafíos futuros de Nueva Zelanda. n * Doctor en historia económica, profesor adjunto de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República con régimen de dedicación total. 1. A Gallinal, “Enseñanzas de un rápido viaje a Nueva Zelanda”, con- ferencia realizada en la ARU. Montevideo, 1951. F Davie, El ejem- plo de Nueva Zelanda. Ed Juan A Peri. Montevideo. 1960. Producción intensiva en Cambridge, Nueva Zelanda / FOTO: AFP, WILLIAM WEST

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930 de abril de 2015 Brecha

Nueva ZelaNda y uruguay

Una comparación recurrente Los dos países tienen mucho en común y, como pocos en el mundo, han sido comparados una y otra vez a lo largo del tiempo. La mayoría de las veces para aprender uno del otro, y siempre –o casi siempre– en

tiempos de crisis. Aquí proponemos mirar hacia Nueva Zelanda desde la perspectiva del país agroexportador en declive en la economía mundial y a través del análisis del historiador económico neozelandés

Brian Easton, que aborda el rezago y los desafíos actuales, y cómo ve el futuro desarrollo.

T e x T o s : J o r g e Á l v a r e z s c a n n i e l l o *

En la década de 1950 Nueva Zelanda se convirtió en un ejemplo1 para el sector agrario uruguayo debido a los al-tos niveles de productividad exhibidos por la ganadería neozelandesa. Uno de los aspectos que más llamó la aten-ción fueron las técnicas desarrolladas para la producción y mejora de pasturas, que Uruguay buscó adoptar de for-ma más o menos sistemática desde la década de 1960.

En la década siguiente fue el turno de los intelectuales uruguayos –historiadores, sociólogos, también periodis-tas–, que se preguntaron por qué dos pequeñas sociedades agroexportadoras tuvieron resultados tan distintos en tér-minos de crecimiento económico y equidad. Los sociólo-gos buscaron causas estructurales, como la distribución de la propiedad agraria; los historiadores destacaron las peculiaridades históricas y geográficas de cada país. Del otro lado, los neozelandeses, inmersos en una crisis cla-ramente distinta a las conocidas hasta entonces, comen-zaron a mirar a Uruguay con atención como un ejemplo negativo de lo que podía depararles el futuro.

En el entorno de la crisis de 2002, la propia crisis uru-guaya y el resurgimiento de los enfoques del desarrollo impulsaron las comparaciones sistemáticas de largo plazo entre ambas sociedades. Las preguntas se orientaron nue-vamente a explicar por qué países similares tuvieron en el largo plazo un desempeño económico divergente. En otras palabras, por qué a pesar de contar con similar población, superficie productiva, especialización agraria e inserción internacional, Nueva Zelanda ha logrado a lo largo del tiempo mejores niveles de ingreso y de vida para su gente que Uruguay. Basada en un muy variado instrumental teó-rico y metodológico, esta reciente oleada de investigacio-nes ha producido libros, tesis de grado, tesis de maestría y tesis de doctorado en Uruguay y otros países.

En los últimos años los neozelandeses han invertido capitales y trasladado técnicas de producción al sector le-chero uruguayo con diverso grado de éxito. El gobierno uruguayo ha puesto el foco en el proceso de reforma y profesionalización de la gestión pública del Estado neo-zelandés para incorporar y adaptar esa experiencia al pro-ceso de reforma del Estado uruguayo, también con limi-tado éxito.

Cabe preguntarse qué aspectos de la realidad neoze-landesa actual, de su realidad económica, social y políti-ca, pueden contribuir a pensar el futuro de Uruguay. Una mirada histórica, comparativa y de largo plazo, sugiere que el foco del análisis debería ubicarse en el patrón de empobrecimiento sufrido por ambos países en el contex-to de la economía mundial. ¿Qué factores contribuyeron al ascenso y declive de la economía neozelandesa en el largo plazo? ¿Cómo ven los neozelandeses el rezago su-frido en los últimos años con relación a otras economías desarrolladas? Estas preguntas son abordadas en las si-guientes notas. La idea es contribuir a pensar la clave fu-tura del desarrollo uruguayo considerando la experiencia reciente, los problemas actuales y los desafíos futuros de Nueva Zelanda. n

* Doctor en historia económica, profesor adjunto de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República con régimen de dedicación total.

1. A Gallinal, “Enseñanzas de un rápido viaje a Nueva Zelanda”, con-ferencia realizada en la aru. Montevideo, 1951. F Davie, El ejem-plo de Nueva Zelanda. Ed Juan A Peri. Montevideo. 1960.

Producción intensiva en Cambridge, Nueva Zelanda / Foto: AFP, WilliAm West

10 Brecha 30 de abril de 2015

El 30 dE diciembre de 1835 Charles Darwin abandonó Nue-va Zelanda a bordo del Beagle, luego de haber permanecido diez días recorriendo la Isla Norte. Las últimas impresiones regis-tradas en su diario de viaje se-ñalan: “Nueva Zelanda no es un lugar agradable. Los indígenas carecen de la encantadora sen-cillez que distingue a los de Ta-hití, y la mayor parte de los in-gleses son verdadero desecho de la sociedad. Tampoco las con-diciones del terreno tienen na-da atrayente”.1 Pocas décadas después, antes de que finalizara el siglo XIX, Nueva Zelanda se había convertido en un país rico, con un avanzado Estado de bien-estar y una de las sociedades más igualitarias del mundo, logrando mantener ese lugar de privile-gio en el concierto internacio-nal hasta la década de 1970. Más allá de los vaivenes de la econo-mía mundial a los que están ex-puestas las pequeñas economías, su larga prosperidad se basó en dos principales pilares: la con-formación de un sistema agra-rio de alta productividad, expor-tador de “pasturas procesadas” (lana, carne y productos de la lechería), y la estrecha conexión con la economía británica. El primero llamó tempranamente la atención de los uruguayos, que buscamos aprender de la expe-riencia neozelandesa. El segun-do fue debilitándose en la segun-da posguerra hasta desaparecer. Hoy Nueva Zelanda no ocupa un lugar de privilegio en la econo-mía mundial como en el pasado, y, consciente de su acelerado re-zago, debate cuál debería ser la mejor estrategia posible de in-serción en el mundo global.

Se trata aquí de repasar los principales hitos de la trayec-toria histórica de la economía neozelandesa y comprender có-mo una economía con rasgos es-tructurales similares a la urugua-ya experimentó –también como Uruguay– un proceso de ascenso y declive en la economía mundial.

AL COMIENZO. Pero ¿cómo pa-só Nueva Zelanda de ser una tie-rra lejana y marginal a ser uno de los países más ricos e iguali-tarios del mundo? Nueva Zelan-da es un país con una corta his-toria de asentamiento humano. Los primeros pobladores arriba-ron desde la Polinesia en el si-glo XIII, y no fue hasta el siglo XVII que los europeos llegaron a sus costas. Descubierta por el holandés Abel Tasman en 1642, fue nombrada Nieuw Zeeland (en holandés), nombre que con-servaron los británicos cuando el archipiélago fue explorado por el capitán James Cook en 1769. Se estima que antes de la colo-nización europea, Aotearoa –de-nominación maorí del territorio– tenía una población nativa de 100 mil habitantes. La presen-cia de esta cultura organizada en

clanes y tribus, bravía y aguerri-da en la defensa de sus tierras, y la escasa importancia económi-ca del territorio, contuvieron el asentamiento británico por va-rias décadas. En 1840, cuando adquirió el estatuto de colonia británica, la población europea apenas superaba los 2 mil habi-tantes.

En las décadas posteriores Nueva Zelanda experimentó el impacto aluvional del pobla-miento británico, alcanzando los 300 mil habitantes en 1874, y la marginación y reducción de la población maorí, que cayó a 46 mil personas el mismo año; tam-bién el desarrollo de un conjun-to de actividades económicas de tipo extractivo, entre las que se destacan la explotación de re-cursos naturales marítimos (ba-llenas y focas), minerales (oro y carbón), forestales (madera y goma de kauri) y pasturas rús-ticas (ganadería ovina extensiva productora de lana). Esta estruc-tura productiva mostró ser in-viable transcurridas unas pocas décadas, por estar basada en la explotación de recursos natura-les finitos, al tiempo que generó una estructura social desigual y oligárquica.

Sin embargo, las transforma-ciones que comenzaron a ope-rarse en la economía mundial en el último cuarto del siglo XIX, como la reducción del costo del transporte interoceánico, la in-corporación de la refrigeración al transporte de carnes y la ex-pansión de la demanda europea por alimentos y materias primas de clima templado, causaron un

profundo impacto económico, social y político en Nueva Ze-landa. Los principales resultados fueron una creciente especializa-ción del país en un rango limita-do de productos ganaderos (a la lana se sumaron la carne ovina y derivados de la lechería, como queso y manteca) y la intensifi-cación de los lazos comerciales con Gran Bretaña, desde enton-ces su principal socio comercial. Esta nueva era de crecimiento exportador demandó la concre-ción de un conjunto de trans-formaciones domésticas en los niveles político, institucional, tecnológico y demográfico que colocaron a Nueva Zelanda en una senda de crecimiento eco-nómico que la posicionó hacia 1900 entre las cinco economías más ricas del mundo, en térmi-nos de su Pbi por habitante.

Entre las principales trans-formaciones se destaca un am-plio programa de obras públi-cas (construcción de carreteras y puentes, expansión del ferro-carril y del telégrafo) y una re-forma administrativa que cen-tralizó el gobierno y permitió una mayor integración geográ-fica, económica y política del país. El programa de inver-siones incluyó un esquema de asistencia financiera a la inmi-gración de origen británico, lo cual contribuyó al fuerte cre-cimiento de la población que alcanzó en 1911 el millón de habitantes. Las oleadas migra-torias aportaron mano de obra y nuevos colonos al desarrollo agrario y fueron un factor fun-damental en la expansión de la

frontera productiva. Entre 1870 y 1911 se duplicó la superficie agraria con la incorporación de nuevas tierras a la producción, principalmente en la Isla Norte (el grueso de las tierras de la Is-la Sur ya habían sido ocupadas antes de 1870). La expansión de la frontera agraria implicó redefinir el proceso de distribu-ción de derechos de propiedad de la tierra y modificar el pai-saje natural, sustituyendo los bosques nativos que cubrían la Isla Norte por pasturas artificia-les para la producción ganade-ra. Esta enorme empresa exigió el desarrollo de tecnologías de transformación del suelo y pro-ducción de pasturas. También dirimir el conflicto social y dis-tributivo emergente de la ocu-pación de las nuevas tierras. La balanza se inclinó a favor de los nuevos colonos y de los traba-jadores urbanos con el triunfo del Partido Liberal en las elec-ciones de 1891, primeras con voto universal masculino. Los liberales aplicaron un progra-ma de reformas que incluía la división de las grandes propie-dades rurales y la aplicación de un complejo sistema de venta y arrendamiento de tierras pú-blicas que garantizó a los colo-nos el acceso a ellas. También la ampliación de los derechos políticos, con el establecimien-to del sufragio universal feme-nino en 1893. Sobre estas bases se consolidó, a comienzos del siglo XX, un sistema agrario de producción familiar (la mayoría de las tierras de propiedad pri-vada fueron pequeñas y media-nas unidades productivas) en el que predominó la ganadería in-tensiva. También un temprano Estado de bienestar que pudo desplegarse gracias al gran de-sempeño de las exportaciones y a la evolución favorable de los términos de intercambio, de los que gozó Nueva Zelanda hasta la Primera Guerra Mundial.

La década de 1920 fue un período de estancamiento y re-acción conservadora a varias reformas implementadas por los gobiernos del Partido Libe-ral. En gran parte, este período crítico se debió a la evolución decreciente de los términos de intercambio, al alto endeuda-miento del sector agrario y a la fuerte dependencia de la tam-bién estancada economía bri-tánica. A esto siguió el impac-to negativo de la crisis mundial y la gran depresión de los años treinta.

TIEMPO DE CRECER. Hubo un largo período de crecimiento basado en el desarrollo agra-rio e industrial y en la deman-da británica. Luego del impacto de la crisis mundial –que impli-có una caída de 14,5 por cien-to del Pbi hasta 1932–, Nueva Zelanda mostró una rápida y acelerada recuperación. Su Pbi per cápita creció a una tasa de 7 por ciento anual durante el decenio 1934-1944, a lo que si-guió una senda de rápido creci-miento impulsado por el boom de las exportaciones de la se-gunda posguerra. Este perío-do, interrumpido en 1966 por el

desplome internacional del pre-cio de la lana, se basó en cinco pilares fundamentales: protec-ción del mercado interno frente a los choques del mercado in-ternacional; expansión del Es-tado de bienestar; desarrollo de la demanda interna e industria-lización sustitutiva de importa-ciones; fuerte crecimiento de la productividad ganadera y del volumen de las exportaciones agrarias; y una demanda exter-na estable y segura en el marco de la Comunidad Británica de Naciones, o Commonwealth.

Sintéticamente, los efec-tos inmediatos de la devalua-ción del tipo de cambio real en 1933 fueron la protección a la industria local sustitutiva de importaciones y el aumento del ingreso de los productores rura-les, esto es, del sector exporta-dor. En 1938 el primer gobierno del Partido Laborista consolidó esta política con la adopción de cuotas de importación y con-trol del cambio (en vigor has-ta 1985). El Estado fue un actor relevante en la configuración de un modelo de desarrollo que re-quirió la consolidación del Es-tado de bienestar. Éste se basó en la expansión del gasto y la inversión pública con un fuer-te esquema de transferencias de ingresos a la población y de inversiones en obras de in-fraestructura y viviendas de propiedad públicas. Los prin-cipales objetivos de la políti-ca económica fueron sostener el pleno empleo, la expansión del mercado interno y el cre-cimiento de la industria local, que atrajo inversión externa en sectores competitivos –como la industria frigorífica–, o prote-gidos –como las industrias na-viera, metalmecánica, quími-ca, del papel y la ingeniería–. Este esquema pudo sostenerse durante tres décadas debido al crecimiento de la productividad de la ganadería y de las expor-taciones que, en última instan-cia, aportaron las divisas del mercado internacional. El cre-cimiento de la productividad ganadera fue posible por el de-sarrollo tecnológico del sector, especialmente de tecnologías locales de producción y mejo-ramiento de pasturas, y por el activo papel del Estado en la realización de obras de infraes-tructura (caminos y carreteras en regiones de difícil acceso, electrificación rural y construc-ción de viviendas), distribución de tierras públicas en regiones marginales, y subsidios y finan-ciamiento a la inversión privada en el sector agrario. Este esque-ma consolidó el sistema rural de producción familiar y una ganadería altamente tecnificada e intensiva en trabajo, capital e insumos. El crecimiento de las exportaciones también fue po-sible porque Nueva Zelanda contó con la demanda segura y estable de Gran Bretaña, que absorbió en promedio el 70 por ciento de las exportaciones to-tales en este período.

Este modelo de desarrollo implicó una economía política de transferencias de rentas del sector agrario exportador hacia

uNa ecoNomía agroexportadora

Ascenso y declive

Producción ganadera en Uruguay / Foto: Archivo AcAr

1130 de abril de 2015 Brecha

coN el ecoNomista BriaN eastoN

Declive económico y desafíos para el desarrollo

dEsdE hacE varias décadas los neozelandeses se pregun-tan por qué han dejado de ser una sociedad ejemplo de pros-peridad y equidad en el mundo. Analistas de los más diversos ámbitos (académicos, políticos y periodistas) han indagado sobre los factores comprome-tidos en el declive y reflexio-nado sobre los posibles cami-nos para el desarrollo futuro de Nueva Zelanda. En 1992 Da-vid McLoughlin1 se pregunta-ba –con alarma y un poco de exageración– por qué Nueva Zelanda se había convertido en una sociedad subdesarro-llada que estaba cayendo en el Tercer Mundo. En 1997 Brian Easton2 definió a ese país como

una economía que desde la se-gunda posguerra transitaba ma-res tormentosos. El propio Eas-ton explica en esta entrevista los recientes aportes de la his-toriografía económica, y espe-cialmente el estado actual del debate sobre los desafíos futu-ros que enfrenta la economía neozelandesa.

—Nueva Zelanda ha expe-rimentado una tendencia decli-nante en el ranking mundial de ingreso por habitante desde la segunda posguerra, caída que se ha profundizado en el último cuarto del siglo XX. ¿Qué fac-tores explican este rezago rela-tivo, especialmente luego de la década de 1970?

—La economía de Nueva Zelanda tiende a crecer al mis-mo ritmo que otras economías ricas. Sin embargo, en 1966 enfrentó una fuerte caída del precio histórico de la lana –en aquel entonces el principal ru-bro de exportación–, lo que re-presentó una reducción de 16 por ciento de los ingresos to-tales derivados de las exporta-ciones. Hubo que redistribuir recursos desde la producción ovina con altos rendimientos –aunque desde entonces menos rentable– hacia otro tipo de ac-tividades. Ese ajuste redujo el ritmo de crecimiento de la eco-nomía y por más de una década

el sector doméstico (industria y servicios), lo cual no estu-vo exento de polémica. El sec-tor agrario exigió bajos niveles de protección para no alterar la eficiencia de la economía. Los sectores urbanos defendieron la protección para sostener el sa-lario real y el pleno empleo. El debate no fue intenso ni radical, especialmente porque el sector ganadero exportador compren-dió que la eficiencia perdida por la protección no fue tan im-portante, considerando el pleno empleo alcanzado y las políti-cas públicas orientadas al pro-pio desarrollo agrario. Desde el punto de vista político, las dos principales agrupaciones, el Partido Nacional y el Par-tido Laborista, aunque repre-sentaron distintos intereses y alianzas sociales (el Partido Nacional se identificó con el campo, los productores rurales y el comercio urbano; el Parti-do Laborista fue el partido de la ciudad, de los trabajadores in-dustriales y de los trabajadores rurales pobres), no aplicaron políticas muy distintas mientras se alternaron en el gobierno en las décadas de 1950 y 1960.

Este esquema de desarro-llo ingresó en un período críti-co hacia fines de la década de 1960. La crisis sobrevino por el desplome del precio de la la-na en 1966, el deterioro de los términos de intercambio, el cre-ciente proteccionismo agrario de los países desarrollados y la incorporación de Gran Bretaña a la Comunidad Económica Eu-ropea en 1973.

DESCONEXIÓN Y DECLIVE. Una vez agotado el modelo de creci-miento basado en el desarrollo de la industria local, la expan-sión del mercado interno y las exportaciones ganaderas, Nue-va Zelanda ingresó en los años setenta en un período de estan-camiento económico y profun-dos cambios en los planos so-cial y cultural.

El estancamiento respondió a las profundas modificaciones que experimentó la demanda in-ternacional de commodities, que afectaron especialmente al tipo de bienes que tradicionalmente exportó Nueva Zelanda: lana, carne y productos lácteos. En-tre estos cambios se destacan el estancamiento del crecimiento del consumo británico, la apari-ción de bienes sustitutos, como fibras sintéticas por lana y mar-garina por manteca, los cambios en los hábitos alimentarios de la población europea (carnes blan-cas por rojas) y el resurgimiento de la producción agraria británi-ca, cuyos niveles de subsidio y protección aumentaron a partir de 1973 con la política agraria común de la Comunidad Econó-mica Europea.

La desconexión del princi-pal mercado (Gran Bretaña pa-só de absorber el 53 por cien-to de las exportaciones en 1960 al 21 por ciento en 1975) y el deterioro del poder de compra de las exportaciones ganaderas redujo la capacidad de Nueva Zelanda de capturar renta de la economía mundial y transferir

recursos al sector doméstico. El desafío fue entonces diversi-ficar los mercados y los bienes exportables. Para ello se revi-talizaron las relaciones comer-ciales con Australia, a través de acuerdos de libre comercio, y se buscó ampliar el rango de bie-nes de exportación. Por un la-do, aumentó la participación de productos primarios no ganade-ros en las exportaciones, como forestación, pesca y horticultu-ra, pero la principal apuesta fue la exportación de manufacturas industriales basadas en la pro-ducción de acero y aluminio. Esta política fue acompañada de un amplio programa de in-versión pública llamado “Pen-sar a lo grande”, diseñado para explotar recursos energéticos y materias primas locales para la producción industrial.

Sin embargo, hacia comien-zos de la década de 1980 los al-tos niveles de inflación y des-empleo se expresaron en un amplio descontento social y político. El resultado fue la im-plementación de un programa radical de reformas liberales, llevadas adelante por el cuar-to gobierno del Partido Labo-rista (1984-1990) y continua-das por el cuarto gobierno del Partido Nacional (1990-1999). El programa de reformas in-cluyó liberalización financiera, eliminación de la protección y apertura comercial, desregula-ción del mercado interno, eli-minación de los subsidios a los sectores agrario e industrial, privatización de empresas pú-blicas, reforma impositiva y reforma del Estado. Este con-junto de reformas dio lugar a la conformación de una nueva elite empresarial que consoli-dó su influencia estratégica so-bre la política económica. Las políticas “neoliberales” no ge-neraron resultados muy alen-tadores desde el punto de vista del desempeño económico. El sector industrial fue duramente golpeado, produciéndose un in-tenso proceso de desindustria-lización, la desigualdad tendió a crecer y el país no logró re-cupera los lugares perdidos en el ranking mundial de ingresos por habitante.

Actualmente Nueva Zelan-da muestra una mayor diversi-ficación de las exportaciones en productos y mercados, con el crecimiento de la exporta-ción de servicios como turis-mo y educación. Sin embargo, el grueso de sus exportaciones continúan siendo bienes prima-rios, intensivos en recursos na-turales. El debate actual sobre el desarrollo futuro de Nueva Zelanda se centra en cómo lo-grar producir y exportar bie-nes intensivos en conocimien-to y tecnología, y escapar del designio de ser una economía agroexportadora dependiente, en última instancia, de los pro-cesos de desarrollo de otras re-giones del mundo. n

1. Charles Darwin, A naturalist’s voyage round the world [1860]. Ed John Murray. Albemarle Street, London, 1913. Págs 457-458.

Foto: victoriA University

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Nueva Zelanda creció más len-tamente que el resto de las eco-nomías ricas. El ajuste estructu-ral supuso una diversificación sustancial, tanto de los produc-tos como de los destinos de las exportaciones. Otros productos superaron el valor de las expor-taciones de lana, como los lác-teos, el turismo, la carne, la hor-ticultura, la viticultura, la pesca, la silvicultura y algunos servi-cios. Cabe destacar que 40 años atrás, dos terceras partes de las exportaciones tenían a Gran Bretaña como su principal mer-cado; hoy los mercados de Chi-na, Australia, Estados Unidos, Japón y Corea superan la parti-cipación del mercado británico en las exportaciones.

En la actualidad la economía de Nueva Zelanda está crecien-do nuevamente al mismo ritmo que otras economías ricas, pero en un carril más bajo debido a la pérdida de capacidad produc-tiva provocada por la caída de los términos de intercambio y la reestructuración que le siguió. No obstante, desde la crisis fi-nanciera global de 2008 Nueva Zelanda ha crecido a mayor rit-mo que muchos países ricos, en parte porque la mitad de sus ex-portaciones se dirige a los mer-cados asiáticos, que no sufrie-ron tan duramente el impacto de la crisis, y por la fuerte deman-da de productos lácteos (China es un gran comprador de ali-mentos para niños). El nivel de deuda pública fue bajo, lo que hizo creíble y posible el recor-te de impuestos. La carga fiscal ha aumentado desde entonces, aunque el nivel que exhibe Nue-va Zelanda es aún bajo para los estándares internacionales.

troles y otras intervenciones, pero en una versión simplista y extrema del neoliberalismo. Durante siete años la econo-mía se estancó, lo que contri-buyó a la pérdida de posicio-nes en el ranking internacional del Pbi per cápita. No hay un acuerdo total sobre cuáles fue-ron las causas de este estanca-miento. Algunos sostienen que fue el resultado de la incompe-tencia de los responsables de la gestión de la economía, otros que fue una consecuencia in-evitable de la desinflación y la liberalización, están los que argumentan que fue el coleta-zo final de la reestructuración experimentada tras la caída del precio de la lana.

Gran parte de las medidas más extremas de liberalización del mercado se ha revertido, a pesar de los fuertes intereses que se consolidaron y que aún procuran su conservación. El gobierno de Nueva Zelanda de hoy no puede calificarse como neoliberal (excepto por los críti-cos antimercado más radicales), aunque continúa operando bajo la forma tradicional de una es-trecha relación entre el gobier-no y las empresas. Algunos lla-marían a esto corporativismo, aunque el término más común es “NZ (Inc)”.

Una vez terminada la etapa de gestión económica neolibe-ral, la economía de Nueva Ze-landa volvió a tener una tasa de inflación baja, similar a la de otras economías ricas, con nive-les de desempleo apenas por de-bajo del promedio de los países de la OcdE. Sin embargo, la dis-tribución del ingreso continúa siendo mucho más desigual de lo que era antes de la liberaliza-ción del mercado, debido a que los principales beneficiados de la reducción de impuestos y de los recortes a la seguridad social fueron los sectores de más altos ingresos. No obstante, Nueva Zelanda no es un país excep-cionalmente desigual en térmi-nos internacionales, porque no cuenta con un gran sector finan-ciero, al tiempo que el mercado de capitales es demasiado pe-queño y los sectores más ricos envían e invierten sus capitales fuera de fronteras.

—Diversos analistas indi-can que el futuro de la econo-mía neozelandesa y su inserción

en la economía global se deba-te entre intensificar la explota-ción de sus recursos naturales (agro y turismo) o diversificar sus exportaciones de bienes y servicios con productos más in-tensivos en conocimiento y tec-nología. ¿Cuál sería el mejor camino para retomar una sen-da de desarrollo que lo coloque nuevamente en una posición destacada entre los países líde-res de la Ocde?

—Nueva Zelanda experi-mentó una importante caída de la participación de la industria ma-nufacturera en el Pbi durante el último cuarto del siglo XX. En parte esto fue el resultado de la importante reducción del régimen de protección externa en la déca-da de 1980, también del hecho de que el este asiático se convirtió en la actualidad en el principal pro-veedor de productos industriales. Aparte del procesamiento indus-trial de su producción primaria, la economía neozelandesa nunca ha tenido una industria manufactu-rera muy avanzada (típicamente la clase de actividades industria-les intensivas en trabajo y bajos salarios características del este asiático). El principal factor que explica esto es que los centros in-dustriales de Nueva Zelanda han sido demasiado pequeños para generar las fuertes economías de aglomeración que son necesarias para una producción industrial sofisticada (la ciudad más grande, Auckland, apenas supera el mi-llón de habitantes). Por otra parte, la ubicación geográfica de Nueva Zelanda, lejos de otros centros in-dustriales, dificulta su integración en las cadenas productivas a es-cala global. Un problema adicio-nal es que la formación de la fuer-za de trabajo ha sido más pobre que la requerida por la industria en el mundo.

En el nivel doméstico el sec-tor servicios ha crecido y ha llenado el vacío dejado por la industria en la producción y el empleo.

El endeudamiento externo se ha sumado a las divisas dis-ponibles, y aunque se discute que esto y el endeudamiento externo privado sean demasia-do altos, ambos tienden a incre-mentar la vulnerabilidad de la economía neozelandesa frente a la volatilidad mundial, y pre-sionan al alza el tipo de cambio, estrangulando varias activida-des exportadoras.

El ingreso de divisas pro-viene principalmente de las ex-portaciones basadas en recursos naturales (incluido el turismo), con valor agregado por el sector manufacturero. Las exportacio-nes primarias pueden ser muy sofisticadas. Por ejemplo, diver-sos componentes de la leche son utilizados para la elaboración de productos farmacéuticos. Su producción requiere estándares muy altos de control de calidad. Aunque ha habido algunos inci-dentes de contaminación de la leche, éstos fueron sorprenden-temente escasos dada la enorme cantidad procesada.

Por otra parte hay un mar-cado optimismo con relación a que los precios de las expor-taciones primarias en el siglo XXI están en una tendencia creciente de largo plazo, lo que alimenta las expectativas de una reversión de la tendencia declinante de los términos de intercambio que tuvo lugar du-rante el siglo XX. La expecta-tiva de este cambio de tenden-cia se basa en la relocalización en el este asiático de la produc-ción manufacturera intensiva en el uso de fuerza de trabajo con bajos salarios, en la caída relativa de los precios de las manufacturas y en el aumento de la demanda internacional de alimentos que la oferta no pue-de satisfacer.

El problema con las expor-taciones de productos prima-rios es que sus precios fluctúan mucho más que los de la indus-tria (en esencia, porque no es posible controlar la oferta de productos primarios, como es posible hacerlo con los indus-triales). Eso significa que Nue-va Zelanda se enfrenta a un ma-yor grado de volatilidad externa que la mayoría de los países ri-cos, especialmente en el ingreso de divisas. Este fue un proble-ma importante en el siglo XX, aunque no lo fue tanto reciente-mente, hasta que el año pasado se desplomó el precio interna-cional de la leche.

Otro factor de preocupación es la dependencia excesiva del mercado chino, esto se ha hecho evidente porque su reciente de-saceleración ha contribuido a la caída de los precios de los lác-teos. Una solución al problema consiste en una mayor diversi-ficación de los mercados de las exportaciones, en este sentido Nueva Zelanda ha mantenido un agresivo programa de nego-ciación de acuerdos de libre co-mercio, el más reciente fue con Corea.

Esto ha conducido a una vi-sión contraria a que Nueva Ze-landa deba ampliar el rango de bienes exportables que no pro-vengan del sector primario. Gran parte de la discusión se remonta al siglo XX, ignoran-do los cambios experimentados por la economía mundial y la sofisticación del sector prima-rio. Hasta el momento no se ha producido un boom de las ex-portaciones.

Quizás la “nueva” exporta-ción, sorprendente por cierto, ha sido la producción de pelí-culas, de las cuales la trilogía de Peter Jackson El señor de los anillos es la más conocida. “Wellywood” (Jackson vive en Wellington) parece haber sido un fenómeno fortuito (es donde él creció), aunque también ca-be destacar que ha habido algún dinero del gobierno, incluyendo exenciones fiscales sin las cua-les la industria se habría trasla-dado a otros países con menor carga impositiva, por lo que de todos modos Nueva Zelanda no habría conseguido esos ingresos fiscales.

FichaEl dOctOr brian Easton es un destacado economista de Nueva Zelanda formado en las universidades de Canterbury y Victoria. Fue docente en las universidades de Sussex y Canterbury, e in-vestigador en diversas universidades de Australia, Gran Bretaña y Estados Unidos. También fue director del Instituto de Investi-gaciones Económicas de Nueva Zelanda (nziEr) y actualmente tiene cargos como docente o investigador asociado en seis uni-versidades neozelandesas, además de ser profesor en Auckland University of Technology. Es autor, coautor y editor de varios libros y ha dedicado buena parte de su carrera académica a la difusión de los principales problemas y desafío de la economía neozelandesa en diversos medios de prensa escrita y en su página web (www.eastonbh.ac.nz). Es autor de una de las historias eco-nómicas de Nueva Zelanda de referencia, In Stormy Seas. The Post-War New Zealand Economy (1997) y actualmente está es-cribiendo la que él mismo ha definido como una casi completa historia de Nueva Zelanda desde una perspectiva económica. n

—Se ha interpretado que las reformas (neo)liberales in-troducidas por el gobierno del Labour Party en 1984 fueron una respuesta radical a la cri-sis y posterior estancamiento de la economía neozelandesa. ¿Cómo valora los resultados de las reformas liberales con re-lación a variables económicas relevantes, como el crecimiento económico, el empleo y la dis-tribución del ingreso?

—Nueva Zelanda adoptó tardíamente medidas de libe-ralización del mercado del tipo de las que siguieron a la anu-lación de los controles impues-tos durante la Segunda Guerra Mundial. El gobierno del Par-tido Laborista aflojó los con-

Hacer una película no es só-lo una actividad basada en co-nocimiento sofisticado, requiere de cooperación internacional; por ejemplo, el rodaje realiza-do en el día puede ser enviado por cable por la noche a Esta-dos Unidos para ser procesado. Esto sugiere que, probablemen-te, el “nuevo” sector exportador estará localizado en servicios basados en conocimientos sofis-ticados, dependientes de las co-nexiones internacionales basa-das en las tic, a veces llamadas “weightless exports”. Es po-sible que no haya grandes éxi-tos en la industria proveedora de divisas, pero hay un montón de medianas empresas con de-sarrollo, diseño y control loca-lizadas en Nueva Zelanda y que producen en el exterior.

Con todo, parece probable que el sector primario continua-rá siendo la principal fuente de divisas de Nueva Zelanda, aun-que será un sector muy diferen-te al de cien años atrás en tér-minos de qué produce, cómo y para quién, y sobre todo por su crucial dependencia del conoci-miento. n

1. David McLoughlin, The Unde-veloping Nation. New Zealand’s Twenty-Year Fall Towards the Third World. Penguin Books, Nue-va Zelanda. 1992.

2. Brian Easton, In Stormy Seas. The Post-War New Zealand Economy. University of Otago Press. Dunedin. Nueva Zelanda. 1997.

Cabe destacar que 40 años atrás, dos terceras partes de las exportaciones tenían a Gran Bretaña como su principal mercado; hoy los mercados de China, Australia, Estados Unidos, Japón y Corea superan la participación del mercado británico en las exportaciones.

El gobierno de Nueva Zelanda de hoy no puede calificarse como neoliberal (excepto por los críticos antimercado más radicales), aunque continúa operando bajo la forma tradicional de una estrecha relación entre el gobierno y las empresas.

La distribución del ingreso continúa siendo mucho más desigual de lo que era antes de la liberalización del mercado, debido a que los principales beneficiados de la reducción de impuestos y de los recortes a la seguridad social fueron los sectores de más altos ingresos.