Nuevos Habitos Del Consumidor Venezolano

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República Bolivariana de Venezuela Decanato de Investigación y Postgrado Universidad Fermín Toro Maestría en gerencia empresarial. Nuevos hábitos de los consumidores Venezolanos. ( SE CONSUME…LO QUE SE ENCUENTRA) Alumna. Nakary Lozada C.I. 18.348.571. Cátedra: Gerencia de mercadeo. Grupo # 15D. Tutor.

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LOS VENEZOLANOS SOLO CONSUMIMOS LO QUE ENCONTREMOS... ESOS SON NUESTROS NUEVOS HÁBITOS.

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República Bolivariana de Venezuela Decanato de Investigación y Postgrado

Universidad Fermín Toro Maestría en gerencia empresarial.

Nuevos hábitos de los consumidores Venezolanos.( SE CONSUME…LO QUE SE ENCUENTRA)

Alumna.Nakary Lozada

C.I. 18.348.571.Cátedra:

Gerencia de mercadeo.Grupo # 15D.

Tutor.Mauricio Villabona.

Marzo, 2015.

El consumidor venezolano ha cambiado su comportamiento a causa de la

crisis económica, y ante un anaquel sacrifica la necesidad y la calidad por la

oportunidad de obtener un producto escaso, afincando esto al bolsillo e impacta

las emociones y ánimos de las personas al momento de comprar.

Las características del comportamiento del consumidor venezolano en el

presente han cambiado significativamente en los últimos años incidiendo en su

compra, percepción y forma de adquirir los productos que requiere, y lo que es

más importante, discriminando aquellos que le han originado necesidades

artificiales.

Anteriormente los venezolanos usaban los fines de semana para ponerse al

día con sus diligencias pendientes, hoy día la vida se ha vuelto más compleja y el

tiempo libre es menor. Los cambios en las rutinas de los venezolanos que ya

caracterizan los días de semana, se están extendiendo a los sábados y

domingos. A los problemas de falta de productos en los anaqueles, ahora se

suma las movilizaciones políticas que complican aun más los planes de los

consumidores.

La tensión social entra como nuevo elemento de peso y según analistas la

polarización también termina condicionando las rutinas de consumo.

El alto índice de escasez afecta a todos por igual, por tal motivo, la gente se

ha visto en la necesidad de desarrollar diversas rutinas o actividades para

satisfacer las necesidades de su hogar, montan guardias dentro y fuera de los

comercios, a la llegada del camión que distribuye los productos, hay gente que se

compra un café para disimular y se queda por los alrededores esperando,

leyendo la prensa y conversando con otras personas que también están en la

misma espera, hay otros, que envían uno o varios empleados de la oficina cada

cierto tiempo a un supermercado cercano para que verifique los productos que

llegan, si ocurre, avisa a los demás y seguidamente acude el personal al local por

turnos, hasta se ayudan en la cola.

“NO HAY”, es la frase que escuchan los venezolanos al momento de buscar

algunos productos en el mercado. La escasez arropa a todos los sectores y

afecta la calidad de vida.

Medicinas, repuestos automotrices, productos de limpieza, artículos de

belleza, alimentos, útiles escolares y hasta telas, materiales de construcción, de

herrería, de carpintería, son algunos de los que integran la lista de los más

buscados en el país.

Ante este panorama, los consumidores tuvieron que adaptarse y pensar en

estrategias para sobrevivir ante la crisis, unos hacen trueques e intercambian

productos entre amigos y familiares, otro grupo de venezolanos se inclina hacia el

acaparamiento familiar, compran la mayor cantidad de productos posibles aun sin

necesitarlos y hacen un deposito en sus hogares, también están los

consumidores activos que todos los días recorren diferentes establecimientos y

compran cualquier artículo que aparezca, y aquellos que están pendientes para

avisar a otros “ hay café allá”, “llego leche en tal lado”, “en el abasto tal hay

harina”, “en el supermercado tal llegaron pañales”

Se puede afirmar de manera categórica que la sociedad venezolana inicia un

proceso de cambio integral bien interesante que abarca no solo al sistema político

en su conjunto, sino también todas aquellas formas de convivencia ciudadana

caracterizada por un marcado acento de conflictividad social, situación límite que

por varios años fue acumulando en el país como consecuencia de una crisis de

institucionalidad política generalizada. En efecto, el modo a través del cual la

sociedad civil observa y valora el accionar de una clase política fuertemente

cuestionada, va a contrastar con el entusiasmo y expectativas depositadas en

una nueva clase que entra a formar parte del juego político democrático,

amparada en un discurso esperanzador e irreverente muy propio de la revolución

bolivariana.

Esa fe incuestionable aunada al entusiasmo creciente de la mayoría de la

población, demandaba de esa nueva clase política liderar cambios profundos que

bien pudieran servir como pilares fundamentales para construir un tipo diferente

de sociabilidad en Venezuela. En primer lugar, aquella consideración de un

ejercicio pleno de lo que se ha dado a llamar buen gobierno, vale decir una

gestión pública moderna, sustentada en criterios de responsabilidad social y que

lograra a muy corto plazo, hasta donde fuese posible, resultados satisfactorios en

lo económico y altos niveles de bienestar en lo social. Por otra parte, un segundo

aspecto que guarda relación con el accionar particular de la política, con aquella

función esencial que todo profesional de la política debe asumir bajo criterios de

transparencia, compromiso y ética ciudadana. Y por último, un tercer aspecto que

complementa los dos anteriores, relativo al fortalecimiento de los distintos

espacios políticos institucionales como verdaderos marcos de construcción

sociopolítica dentro de los cuales la diversidad de opiniones, los conflictos

sociales y las demandas ciudadanas encontraran una verdadera responsabilidad.

Bajo este contexto, entonces cabe preguntarse que balance puede hacerse de

la gestión pública?, cuáles han sido los resultados luego de más de una década

de revolución bolivariana?, que atenuantes se usan luego de valorar las diversas

circunstancias por las cuales ha transitado la revolución?, si bien en algunos

momentos lo que se conoce como el proceso, es decir, la idea, fuerza de cambio

radical contenido en la revolución bolivariana, se nos presenta como un proyecto

en continua transformación, de una complejidad creciente y con una visión que

niega rotundamente el pasado político reciente, en otros momentos, los

resultados que arroja en cuanto a gobernabilidad, ejercicio racional de la política y

defensa de los distintos espacio democráticos, no son del todo satisfactorios.

Y es que en términos generales, la gestión pública en los últimos años ha sido

muy débil en cuanto a una verdadera planificación de políticas públicas en áreas

prioritarias de la vida social. En tal sentido, dicha gestión ha estado caracterizada

por un criterio inmediatista en la ejecución de los distintos proyectos sociales, por

una visión general y no focalizada de aquellos grupos en situación de

vulnerabilidad socioeconómica a los cuales atender, lo que aunado a una

concepción ideológica radical que imprime el gobierno a todas y cada una de sus

actuaciones, pues resulta lógico inferir que aquella se vea afectada en cuanto a

funcionabilidad y eficiencia. Al mismo tiempo, esa debilidad en la gestión, se

traduce en un cierto descredito de buena parte de la población hacia ese nuevo

modo de hacer política, toda vez que una gran mayoría de ciudadanos observa

cómo sus demandas sociales no obtienen respuestas oportunas ni se

corresponde con lo proclamado en los distintos discurso oficiales.

Al convertir la gestión política en una suerte de campo de batalla donde los

más fuertes sea la burocracia oficial o una elite cívico militar se imponen al débil

social y donde la equidad decretada se pierde en la trama interminable de la

ineficiencia gubernamental, el espacio político se va reduciendo a su mínima

expresión y ya no funcionara como aquella estructura relacional de deliberación

publica entre distintas partes conformantes del juego político. En todo caso, con

la revolución bolivariana, la política se ha desgastado en cuanto a contenido y ha

perdido toda significación como instancia fundamental para la construcción de

ciudadanía, además ha perdido relevancia como mecanismo valorativo del cual

se nutre el gobierno para llevar adelante una verdadera distribución equitativa de

la riqueza social.

Política y gestión pública, desde una perspectiva socio institucional, se

encuentran relacionadas en función de la efectividad de las respuestas que se

ofrezcan a las necesidades más apremiantes de la población. En consecuencia,

dicha relación se afianza y sostiene en la medida que la innovación en los

procesos gerenciales, en la toma de decisiones así como en la transformación de

las estructuras estatales, permita dar forma definitiva a una visión de conjunto e

integral de las agencias gubernamentales del gobierno venezolano.

Ahora bien, en el contexto actual de crisis generalizada que padece la

sociedad venezolana, percibir un cambio de rumbo en la gestación publica seria

lo más deseable, sin embargo, pareciera que ello no forma parte de las

prioridades gerenciales del gobierno. Y si a ello se le agrega la imposibilidad de

contar con un verdadero espacio político institucionalizado, donde las tensiones y

conflictos sean canalizados democráticamente, es decir, bajo reglas acordadas y

respetadas por todas las partes en disputa, pues los resultados a corto y mediano

plazo pueden ser catastróficos para Venezuela.

De manera pues que si la deliberación política ha servido en el pasado

reciente como muro de contención de las distintas posiciones ideológicas

confrontadas, no cabe la menor duda entones que hoy día la democracia

constituye la forma política más adecuada que pudiera encontrar la revolución

bolivariana para redefinir su visión integral sobre la convivencia ciudadana. En

ese sentido, se podrá afirmar que la gestión pública vendría a ser la vía concreta

y eficaz que tendría el gobierno para, de manera responsable, equilibrada y

articulada, tender puentes entre una colectividad que desconfía cada día mas de

la acción gubernamental y sus representantes políticos que cada vez más se van

desvinculando de las exigencias que ciudadano común realiza en torno a sus

necesidades vitales.

Sin duda alguna, todo ello ha afectado al comportamiento tradicional de

compra del venezolano y obliga a que la gerencia de mercados este atenta ante

las estrategias que la competitividad esté utilizando principalmente la foránea a

fin de no seguir perdiendo a los consumidores ganados.

Definitivamente, el consumidor venezolano ha originado cambios significativos

en su comportamiento, sus características en el presente son. 

- Planificación de los gastos, de acuerdo al orden de prioridades, es decir,

excelente administración del dinero disponible.

- Preferencia en el uso de tarjetas de crédito, al momento de realizar las

compras e incluso pago de servicios del hogar.

- Eliminación de productos alimenticios de la cesta básica, así como

sustitución por marcas más económicas.

- El venezolano, normalmente indaga cuáles son los sitios que mejores

ofertas ofrece, antes de efectuar las compras.

- Limitaciones de las actividades recreativas a paseos en la ciudad o

reuniones en el hogar.

- Compra de vestido y calzado por temporadas del año (diciembre – pago de

utilidades, épocas escolares).

- Acceso a créditos para compra de vivienda y vehículos.

- Eliminación de seguros de vida y de vehículos.

- Atención y preparación a la escasez de productos.

- Escogencia de planes económicos para servicios tales como, teléfono y

televisión por cable.

AUTORA:

Nakary Lozada @NakaryLozada18

Acaparamiento.

Infinitas colas