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The Catholic Moment March 15, 2015 Page 9 De nuestra fe en Cristo hecho pobre, y siempre cercano a los pobres y excluidos, brota la preocupación por el desarrollo integral de los más abandonados de la sociedad. — Papa Francisco, exhortación apostólica Evangelii Gaudium, n.º 186 C omo obispos que sirven al pueblo de Dios, nos concierne todo el mundo, independientemente de su credo, raza, origen étnico o situación socioeconómica. Cristo vino para salvar a toda la humanidad. Como sus ministros, se nos ha entregado la respons- abilidad de proseguir con la labor de Cristo al servicio de todos nuestros hermanos y her- manas aquí en el estado de Indi- ana. Al mismo tiempo, los obispos poseemos la obligación especial de cuidar a los integrantes más vulnerables de la familia de Dios. Es por ello que prestamos especial atención a aquellos seres que todavía no han nacido, a los enfermos y los ancianos, a los prisioneros, a aquellos aquejados por distintas formas de adicción o de padecimiento mental, y nos preocupamos por la educación de las personas procedentes de distintos orígenes y circunstan- cias. Este es el motivo por el cual nos preocupamos de un modo muy especial por nuestros her- manos y hermanas que se encuentran en la pobreza. Teniendo presente esta respon- sabilidad especial, los obispos dirigimos esta carta pastoral tanto a los fieles católicos, como a toda la gente de buena volun- tad de Indiana. Deseamos llamar la atención sobre la pobreza que existe aquí mismo, dentro del Estado que se hace llamar la “Encrucijada de Estados Unidos”. Esperamos contribuir a lograr un mejor entendimiento de los numerosos desafíos que enfrentan nuestros hermanos aquí en Indiana y reflexionar junto con ustedes de qué manera debe responder la Iglesia. El evangelio hace énfasis en que en el corazón de Dios existe un lugar especial para los pobres, tanto así que se “hizo pobre” (2 Cor 8, 9). Jesús recono- ció su sufrimiento y era compasi- vo ante su soledad y sus temores. Jamás pasó por alto sus aprietos ni se comportó como si no le importaran. Nuestro Señor siempre estuvo al lado de los pobres, consolándolos en sus tribulaciones, sanando sus heri- das, y nutriendo sus cuerpos y sus almas. Jesucristo exhortó a sus amigos a que reconocieran la verdad de los pobres y que no permanecieran impávidos. Todos los discípulos de Jesu- cristo están llamados a amar a los pobres tal como él lo hizo. Como pueblo de fe, se nos invita a reconocer al pobre, a dejar que la Palabra de Dios ilumine la realidad de la pobreza y a responder con corazones trans- formados. Mediante una fórmula sencilla — VER, JUZGAR, ACTUAR — invitamos y exhortamos a todos, comenzando por nosotros mis- mos, a prestar más atención a los pobres de nuestra comunidad, a identificar las cuestiones sistémi- cas que perpetúan el ciclo de la pobreza para personas y famil- ias, y a aplicar medidas pun- tuales para reducir las repercu- siones a largo plazo de la pobreza en nuestro estado, al mismo tiempo que nos acer- camos y ayudamos a aquellos que sufren sus devastadoras con- secuencias aquí y ahora. Obispos católicos de Indiana Pobreza en la Encrucijada la respuesta de la Iglesia ante la pobreza en Indiana

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The Catholic MomentMarch 15, 2015 Page 9

De nuestra fe en Cristo hechopobre, y siempre cercano a los pobresy excluidos, brota la preocupaciónpor el desarrollo integral de los másabandonados de la sociedad.

— Papa Francisco, exhortación apostólica

Evangelii Gaudium, n.º 186

C omo obispos que sirvenal pueblo de Dios, nosconcierne todo el

mundo, independientemente desu credo, raza, origen étnico osituación socioeconómica. Cristovino para salvar a toda lahumanidad. Como sus ministros,se nos ha entregado la respons-abilidad de proseguir con lalabor de Cristo al servicio detodos nuestros hermanos y her-manas aquí en el estado de Indi-ana.

Al mismo tiempo, los obisposposeemos la obligación especialde cuidar a los integrantes más

vulnerables de la familia deDios. Es por ello que prestamosespecial atención a aquellos seresque todavía no han nacido, a losenfermos y los ancianos, a losprisioneros, a aquellos aquejadospor distintas formas de adiccióno de padecimiento mental, y nospreocupamos por la educaciónde las personas procedentes dedistintos orígenes y circunstan-cias. Este es el motivo por el cualnos preocupamos de un modomuy especial por nuestros her-manos y hermanas que seencuentran en la pobreza.

Teniendo presente esta respon-sabilidad especial, los obisposdirigimos esta carta pastoraltanto a los fieles católicos, comoa toda la gente de buena volun-tad de Indiana. Deseamos llamarla atención sobre la pobreza queexiste aquí mismo, dentro delEstado que se hace llamar la“Encrucijada de Estados

Unidos”. Esperamos contribuir alograr un mejor entendimientode los numerosos desafíos queenfrentan nuestros hermanosaquí en Indiana y reflexionarjunto con ustedes de qué maneradebe responder la Iglesia.

El evangelio hace énfasis enque en el corazón de Dios existeun lugar especial para lospobres, tanto así que se “hizopobre” (2 Cor 8, 9). Jesús recono-ció su sufrimiento y era compasi-vo ante su soledad y sustemores. Jamás pasó por alto susaprietos ni se comportó como sino le importaran. Nuestro Señorsiempre estuvo al lado de lospobres, consolándolos en sustribulaciones, sanando sus heri-das, y nutriendo sus cuerpos ysus almas. Jesucristo exhortó asus amigos a que reconocieran laverdad de los pobres y que nopermanecieran impávidos.

Todos los discípulos de Jesu-

cristo están llamados a amar alos pobres tal como él lo hizo.Como pueblo de fe, se nos invitaa reconocer al pobre, a dejar quela Palabra de Dios ilumine larealidad de la pobreza y aresponder con corazones trans-formados.

Mediante una fórmula sencilla— VER, JUZGAR, ACTUAR —invitamos y exhortamos a todos,comenzando por nosotros mis-mos, a prestar más atención a lospobres de nuestra comunidad, aidentificar las cuestiones sistémi-cas que perpetúan el ciclo de lapobreza para personas y famil-ias, y a aplicar medidas pun-tuales para reducir las repercu-siones a largo plazo de lapobreza en nuestro estado, almismo tiempo que nos acer-camos y ayudamos a aquellosque sufren sus devastadoras con-secuencias aquí y ahora.

Obispos católicos de Indiana

Pobrezaen la

Encrucijadala respuesta de la Iglesia

ante la pobreza en Indiana

The Catholic MomentPage 10 March 15, 2015

VerHabía un hombre rico que se

vestía lujosamente y dabaespléndidos banquetes todos losdías. A la puerta de su casa setendía un mendigo llamadoLázaro, que estaba cubierto dellagas y que hubiera queridollenarse el estómago con lo quecaía de la mesa del rico.

(Lucas 16:19-21)

J esús relata la poderosahistoria de un pobre quedeambulaba por las

calles, llamado Lázaro, y delhombre rico que pasabajunto a él todos los días sinpercatarse de su existencia.Resulta evidente que elhombre rico no podía — ono quería — ver la pobrezaque tenía justo delante desus ojos. En consecuencia,no era capaz de reconocer lanecesidad del hombre pobrey, casi tan trágico como esto,las oportunidades que Diosle presentaba día tras díapara compartir sus abun-dantes dones. Al final delrelato, nos enteramos deque esto le costó al hombrerico un lugar en la com-pañía de Abraham.

¿Cómo se aplica estaparábola de Jesús a nosotrosaquí en el estado de Indi-ana? ¿Qué es lo que no esta-mos viendo día tras díamientras nos afanamos connuestras vidas? ¿Acasosomos incapaces — o peoraún — hemos elegido igno-rar a nuestros hermanos yhermanas pobres? ¿Somosincapaces de ver el efectoque surte la pobreza en lasfamilias, los barrios y encomunidades enteras, sinpreguntarnos qué la origi-na?

Quizás en el transcursode nuestra vida cotidiana noveamos personas pobres,pero eso no quiere decir queno estén allí. En un anexo aesta carta incluimos algunasestadísticas impresionantesen relación con la pobreza,la indigencia, el desempleoy el hambre aquí mismo, enel estado de los hoosier. Lamayoría de nosotros notiene idea de la gravedad deeste problema y de lo difun-dido que está. Al igual queel hombre rico de la parábo-la de Jesús, no logramos verlo que se encuentra antenuestros ojos. Además,

perdemos las oportunidadesque el Señor nos presentapara reconocerlo en el rostrode los pobres.

Las estadísticas quizásluzcan frías e impersonales;pero si esos hechos no nosayudan a “ver” a los pobresque se encuentran entrenosotros, quizás nos con-vendría analizar la defini-ción de la pobreza en cuantosus repercusiones sobre lavida cotidiana. El padreLarry Snyder, presidente deCatholic Charities USA, seapoya en la experiencia delos trabajadores de CatholicCharities de todo el paíspara explicar que una per-sona se considera pobre si:

• no puede costearse unavivienda limpia, segura y enbuenas condiciones;

• no puede costear sis-temáticamente alimentosnutritivos para sí mismo ypara su familia;

• no puede pagar sis-temáticamente las facturasde los servicios, aunque estosea una prioridad;

• sus hijos no van vesti-dos a la escuela con ropaadecuada y limpia, y queestén buenas condiciones; o

• no puede permitirse iral médico por ningún tipode enfermedad, por temor aque la consulta esté muypor encima de lo que puedepagar.

(Father Larry Snyder,Think and Act Anew: How

Poverty in America Affects UsAll and What We Can Do

About It, 42)

Muchos habitantes deIndiana viven en estascondiciones. ¿Cuáles sonalgunas de las realidadesque se nos desafía a verclaramente, como ciu-dadanos de Indiana preocu-pados por la dignidadhumana, la vida familiar yla salud económica y socialde nuestro Estado?

Consideramos que esimportante señalar que lasconsecuencias de la gravedesaceleración económicaque comenzó entre los años2008 y 2009, un período quealgunos denominan la“Gran Recesión”, provocóque muchos más habitantesde Indiana se enfrentaran ala desesperación de lapobreza. Una cantidad cadavez mayor de nuestrospequeños poblados y comu-nidades rurales, queantiguamente eran la espinadorsal de nuestro Estado,han presenciado la desapari-ción de industrias crucialespara ellos. Las condicioneseconómicas y sociales queocasiona la pobreza en estascomunidades, así como enlas grandes ciudades, hantenido consecuenciasgraves, inclusive eldesmoronamiento de la vidafamiliar, un aumento en lafabricación, venta y con-sumo de drogas, violenciaen los hogares y en lascalles, y un aumento de lapoblación en los penales delestado, producto de todoesto.

La pobreza multigenera-cional, medida por la canti-

dad de personas queatraviesan dificultadeseconómicas y cuyos padres,abuelos, e incluso quizás,bisabuelos, tambiénsufrieron inestabilidadeconómica grave, es unarealidad que tiene enormesrepercusiones para la dig-nidad humana, la estabili-dad familiar y la salud delas comunidades. Es muchomenos probable que losintegrantes de familias vícti-mas de la pobreza multigen-eracional posean los recur-sos interiores e intangiblesque los motivará a adquirirlos conocimientos, lasdestrezas de vida y las opor-tunidades laborales que seencuentran disponibles paraotros miembros de suscomunidades y que resultanesenciales para romper elciclo de la pobreza. Sin lasdestrezas y las experienciasnecesarias para tomar deci-siones personales y labo-rales positivas, parecen estarpredeterminados a tomardecisiones menos acertadasy, por consiguiente, el círcu-lo vicioso de la pobreza seperpetúa.

A través de nuestrasagencias de caridad y nues-tras parroquias, escuelas yorganizaciones para elcuidado de la salud, loscatólicos procedentes de lascinco diócesis de Indiana seencuentran profundamentecomprometidos al serviciode los más necesitados. Lagenerosidad de nuestropueblo es extraordinaria yse evidencia en las miles de

horas de amoroso servicioque se entregan todas lassemanas a todo lo largo yancho de nuestro estado.Como obispos, reconocemosla bondad de todas esas per-sonas e instituciones disemi-nadas por todo Indiana, yles damos gracias a Dios porel amor y la compasión quedemuestran ante todos esoshermanos y hermanas nece-sitados.

No obstante, estarespuesta compasiva no nosexonera de formular pre-guntas difíciles. Consider-amos que es esencial querealicemos una evaluaciónpiadosa y honesta de lo queconllevó a que nos encon-tremos en nuestra situaciónactual. Si verdaderamentevamos a identificar lascausas y las manifestacionesde la pobreza y crear unavía para lograr un cambiopositivo, duradero ysostenible, debemos fortale-cer las bases sobre las que seerige la estabilidadeconómica individual yfamiliar, y que permitehacer realidad los sueñospara el futuro.

Como cristianos estamosllamados a reconocer a Jesúsen el rostro de los necesita-dos. Un elemento esencialde la caridad cristiana es vera nuestros hermanos y her-manas tal y como son: comomiembros de la familia deDios que tienen obsequiospara compartir con nosotrosy cuya necesidad nos obligaa compartir los nuestrostambién. Asumirlos comoadministradores de todoslos dones de Dios es unaspecto integral de serauténticamente discípulosde Cristo.

En el relato del JuicioFinal, en el Evangelio segúnSan Mateo (Mt 25, 31-46),tanto los buenos como losmalos se sorprenden de queel Señor glorificado se iden-tifique tan íntimamente conlos pobres. Y por lo tantopreguntan: “¿Señor, cuándote vimos ...?” Si en verdadbuscamos seguir a Jesús yvivir como él vivió, eviden-temente reconoceremos lapobreza que nos rodea yresponderemos con cora-zones abiertos y generososante sus necesidadesinmediatas y a largo plazo.

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Preguntas para la reflexión

¿Le ha sorprendido des-cubrir que hay familiares,amigos o vecinos queenfrentan dificultades a con-secuencia de los cambios enla economía de nuestro esta-do en el transcurso de losúltimos cinco a diez años?

¿Dónde ve usted la reali-dad de la pobreza en Indi-ana?

¿De qué manera respondesu parroquia, escuela ydiócesis a los más necesita-dos entre nosotros?

Juzgar

Tanto el anuncio como laexperiencia cristiana tienden aprovocar consecuenciassociales.

— Papa Francisco, Evangelii Gaudium n.º 180

E n su exhortaciónapostólica, el papaFrancisco observa:

“nadie puede exigirnos quereleguemos la religión a laintimidad secreta de las per-sonas, sin influencia algunaen la vida social y nacional,sin preocuparnos por lasalud de las instituciones dela sociedad civil, sin opinarsobre los acontecimientosque afectan a los ciu-dadanos”. Deja muy enclaro que la Iglesia “nopuede ni debe quedarse almargen en la lucha por lajusticia”, sino que debecolaborar con todas las per-sonas de buena voluntadpara construir un mundomejor (cf Evangelii Gaudium,n.º 183).

El origen de la pobreza escomplejo y sus causas debenabordarse de forma eficazmediante un enfoque inte-gral y multifacético al desar-rollo social, económico, cul-tural y espiritual. Si bienquizás nos sintamos tenta-dos a concentrar nuestraatención y recursos de cari-dad para solucionar lasnecesidades inmediatas dealimento, vivienda y saludpara los pobres, enpropiedad no podemosignorar las cuestiones másescabrosas relativas a lapolítica pública. Sideseamos brindar solución alas causas fundamentales dela pobreza aquí en Indiana,

así como en nuestro país yen la comunidad global,debemos enfrentar esascuestiones.

Como obispos, no pre-tendemos afirmar quesomos expertos en losaspectos prácticos de lateoría política, económica ode las ciencias sociales. Sinembargo, debemos hacerénfasis en ciertas verdadesuniversales, tales como ladignidad de cada personahumana, los derechoshumanos fundamentalesque nos corresponden atodos, independientementede las circunstanciaseconómicas, sociales,raciales o culturales, y laimportancia de la libertadde credo para las personas ylas comunidades. Comopastores, deseamos entablarun diálogo con y en repre-sentación de aquellos quesufren los efectos nefastosde la pobreza aquí en Indi-ana, lo que abarca las vícti-mas de la pobreza multigen-eracional, así como aquellosque en época más recientese han quedado sin trabajo ytienen dificultades para sat-isfacer las necesidades bási-cas de la vida.

Observamos que losaspectos que enumeramos acontinuación merecen unacuidadosa reflexión y estu-dio por parte de los católi-cos y de todos los habitantesde Indiana. No proponemosun ejercicio académico fútil,sino dar un paso necesariopara tomar las decisionesque conllevarán a un cam-bio de fondo. Estos aspectos

claves son: vida familiar,empleo, educación y aten-ción de salud. Si bien enesta carta no podemos abor-dar cada una de estas cues-tiones en detalle, ofrecere-mos algunas sugerenciasque esperamos estimulen eldiálogo y conlleven a unaacción positiva.

Vida familiar

Los católicos creemos queel matrimonio es un elemen-to crucial del plan de Diospara la humanidad, entendi-do como la unión de unhombre y una mujer que secomprometen por el restode sus vidas y se vuelven“una sola carne” (Génesis 2:24). Esta unión sagrada con-forma la familia, la unidadbásica de la sociedad que sededica a la transmisión denueva vida (los hijos) y a laadministración de lacreación de Dios. La Iglesiaenseña que la familia es unasuerte de “escuela dehumanidad más profunda”,amor y esperanza para lasociedad (Concilio VaticanoII, Gaudium et Spes, n.º 52).La familia nos enseñaquiénes somos como per-sona y como integrantes dela sociedad humana. Lafamilia también es el lugardonde aprendemos inicial-mente a vivir, a hacernoscargo de nosotros mismos, acompartir nuestros dones ynuestros talentos con losdemás y a colaborar y viviren armonía con nuestroprójimo, ya sean los que seencuentran cerca de

nosotros o separados por ladistancia.

Sin la familia, los niñosno pueden crecer más alládel aislamiento estéril. Sin lafamilia, la unidad entre laspersonas y las nacionespierde su catalizador máselemental y la coexistenciadegenera en un tipo deunión comercial pragmática,concebida “sólo como fun-dada en la utilidad, en lasuma de intereses, en elmiedo, pero no en la bon-dad de vivir juntos, ni en laalegría que la sola presenciadel otro puede suscitar”(papa Francisco, encíclica“Lumen Fidei,” n.o 51).

La familia nos enseña quesomos los hijos de Dios, her-manos y hermanas llamadosa participar en la vidamisma de Dios. Es allídonde aprendemos areconocer el carácter sagra-do de cada vida humana, asícomo la belleza y la necesi-dad de vivir juntos de formapacífica. Es allí donde des-cubrimos el principio funda-mental sobre el que se eri-gen los derechos y la dig-nidad del ser humano: quecada persona, sin importarsu sexo, raza, credo,situación económica osocial, merece nuestrorespeto. La experiencia nosenseña que la familia consti-tuye los cimientos sólidos yduraderos sobre los cualesse construyen sociedadessanas.

La familia nos enseña avivir. En la familia apren-demos las nociones básicasde economía, el valor del

trabajo, el significado de lasexualidad, la alegría de laentrega desinteresada, laimportancia de partir el panjuntos y de divertirnos confamiliares y amigos. Estosno son aspectos nimios sinoque ejercen una enormeinfluencia sobre nuestra cal-idad de vida y nuestracapacidad para interactuarcon los demás, ya sea con lafamilia extendida, los veci-nos, otros ciudadanos eincluso con los extraños(inclusive con los “extran-jeros” o los “enemigos” queson distintos de nosotros ycuyas diferencias percibi-mos como una amenaza anuestra seguridad).

Estamos plenamente con-scientes de que esta inter-pretación del significado dela familia representa unideal que raramente sealcanza en todo su esplen-dor. Al igual que ha sucedi-do históricamente, hoy endía pueden existir muchosquebrantamientos en lasfamilias y cada uno denosotros podría señalar dequé forma las familias nologran cumplir con la visióna gran escala que proponenuestra Iglesia en cuanto alsignificado del matrimonioy de la vida familiar. Laexperiencia personal deestos quebrantamientos nosenseña el valor de la com-pasión y del perdón.

Creemos que vale la penaluchar por la familia; esta-mos convencidos de quenuestras vidas individualesy nuestro mundo seenriquecen gracias al “San-tuario de vida y de amor”que proporcionan las bue-nas familias. Creemos quecada niño debe crecer alcalor y al amparo de unafamilia amorosa. Lamenta-mos profundamente que losdesafíos que enfrentan nues-tras familias hoy en díaamenazan la salud y la feli-cidad de las personas, asícomo el bien común de lasociedad humana.

Como pastores, somostestigo de las dificultadesque enfrentan las familiasjóvenes, especialmente lasconstituidas por padres omadres solteros, pararomper el ciclo de lapobreza y poder proveer ali-mento, vestido, vivienda,educación y atención desalud para sus hijos. Para

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los padres adolescentesresulta mucho más difícilencontrar y conservarbuenos trabajos, especial-mente si no están casados,ya que a menudo carecen dela educación, las destrezas ylas experiencias necesariaspara competir en el mercadolaboral actual. Si sumamos aestas desventajas los gastosde transporte y de atenciónmédica, el desafío resultaabrumador.

Además, a medida queaumenta la cantidad defamilias constituidas porpadres o madres menoresde edad, o en las que soloestá presente el padre o lamadre, también aumenta lacantidad de padres ymadres que no pueden o noquieren mantener a sushijos. Los matrimoniosfuertes y las familias sanasproporcionan el ambienteideal que contribuye asuperar incluso los desafíoseconómicos más graves.Lamentablemente, la ten-sión que genera la inestabili-dad económica, las adic-ciones y la violencia conyu-gal, en combinación conotros factores sociales y cul-turales, contribuyen a ladesintegración de los matri-monios, perturba a lasfamilias estables y, amenudo, degenera en elconsumo de sustancias ilíci-tas y otras conductas adicti-vas.

Nuestra sociedad actualpermite — e incluso fomen-ta — conductas que van encontra de una vida familiarsana. El consumismo puedepromover el gasto desenfre-nado y a contraer deudasimpagables. La promis-cuidad está atizada por elirrespeto a la belleza de lasexualidad humana y a lasantidad del matrimonio yla vida familiar. Todos losestratos de nuestra sociedadsufren los efectos de la ame-naza cultural y económicapara la salud y la vitalidadde las familias, pero lospobres, especialmente aque-llos aquejados por lapobreza multigeneracional,son especialmente vulnera-bles a las influenciassociales y económicas nega-tivas que socavan la existen-cia de la vida familiar. Inclu-so se ha llegado a afirmarque los matrimonios esta-bles son cada vez más un

lujo que sololos ricos sepueden dar.

Para abor-dar los efectosa largo plazode la pobrezaen nuestrasociedad,debemos fort-alecer el mat-rimonio y lavida familiar.Tal como loexpresó SanJuan Pablo IIen suexhortaciónapostólicasobre la famil-ia, tituladaFamiliaris Con-sortio: “Elfuturo de lahumanidad setransmite através de lafamilia” (n.º86). Cuandolas familiasson fuertes,también lo esla sociedad;cuando lasfamilias sequebrantan y son inestables,todas las comunidadeshumanas sufren. Al mismotiempo, reconocemos que lapobreza intensifica la inesta-bilidad del matrimonio y dela vida familiar, ya quepuede provocar una tensiónintolerable que limita eldesarrollo humano. Y, dadoque las familias constituidassolo por el padre o la madrese están convirtiendo cadavez más en la norma paralos pobres, la Iglesia deberealizar un esfuerzo especialpara comprender estas cir-cunstancias y brindarles lasabiduría de su tradición.

Empleo

“La economía debe estaren función de los pueblos,no al contrario” es laparáfrasis sucinta de ladeclaración fundamentalque realizó San Juan PabloII en su encíclica tituladaLaborem Exercens: “antetodo, el trabajo está «en fun-ción del hombre» y no elhombre «en función del tra-bajo»“ (n.º 6). El trabajo esmás que una simple formade ganarse la vida; es la par-ticipación continua en lacreación de Dios. Si se ha de

proteger la dignidad del tra-bajo, entonces tambiéndeben respetarse los dere-chos básicos de los traba-jadores, entre los que seencuentran el derecho al tra-bajo productivo, a un salariodecente y justo, a organi-zarse, a la propiedad priva-da y a la iniciativa económi-ca.

Para San Juan Pablo II,esta poderosa afirmación deque “el trabajo está en fun-ción del hombre y no elhombre en función del tra-bajo”, es el principio rectordel éxito o del fracaso detodos los sistemas económi-cos. La persona humana eslo más importante, no lateoría económica ni lasestructuras sociales. La per-sona humana, el trabajador,no es un medio para lograrun fin, sino el principal ben-eficiario de su propia labor.

Cada trabajador poseeuna dignidad fundamentalporque él o ella está hecho aimagen y semejanza deDios. Los trabajadores son,junto con Dios, cocreadoresen la construcción de lacomunidad humana; no sonbienes desechables. No soninstrumentos de producciónni herramientas en las

manos depropietarios osupervisores,que se sientencon el dere-cho de usar-los y luegomarginarlosal final deldía o tras cul-minar unproyecto enparticular.

Indiana eshogar demiles de per-sonas denom-inadas “traba-jadorespobres”. Estosson hombresy mujeres queposeenempleos perocuyo ingresono les alcanzapara manten-erse o paracubrir lasnecesidadesbásicas de lavida, comopor ejemploalimento,vivienda,

atención médica, transportey cuidado infantil. Paraestas familias, el trabajo atiempo completo durantetodo el año por sí mismo noes suficiente para salir de lapobreza.

San Juan Pablo II nosenseña que “el salario justose convierte en todo caso enla verificación concreta de lajusticia de todo el sistemasocio-económico” (LaboremExercens, n.º 19). ¿Por qué?Porque el trabajador es ver-daderamente digno de susalario (cf Lucas 10:7), yporque una sociedad que sepreocupa por los más nece-sitados de sus ciudadanos,inclusive los desempleados,los infrautilizados y los queno gozan de seguro médico,es una sociedad que flore-cerá a la vista de Dios, asícomo en su bienestar mater-ial y espiritual.

Educación

Existe un vínculo íntimoentre familia, empleo y edu-cación. Los padres son losprimeros educadores de sushijos y los más importantes.Tal como señalamos anteri-ormente, en el seno familiares donde aprendemos

primero el valor del trabajo,la importancia de la colabo-ración y del trabajo enequipo, y los principiosmorales que constituyen laclave para gozar de unentorno laboral leal, produc-tivo y exitoso.

La Iglesia Católica poseeun compromiso férreo conla educación y especial-mente la educación de lospobres. Más de dos siglosde experiencia nos conven-cen acerca de la poderosafunción que desempeña laeducación para romper elciclo de la pobreza y ayudara las familias, y para pro-ducir ciudadanos, profe-sionales y trabajadoresprósperos.

También damos testimo-nio del efecto que producela pobreza sobre la capaci-dad de una familia parabrindar educación de cali-dad a sus hijos. Los niñospobres a menudo tienenhambre, están desnutridos ytienden a tener períodos deconcentración escasos. Car-entes de atención, con fre-cuencia demuestran com-portamientos inadecuados.Quizás vivan enautomóviles o en alberguestemporales y raramente dis-frutan de suficiente descan-so físico. Las mudanzas con-stantes significan que laasistencia a la escuela setorna difícil, cuando noimposible. A nadie deberíasorprender que los niñospobres tengan dificultadespara aprender, desarrollar yponer a prueba sus apti-tudes y habilidades, asícomo para reconocer laimportancia que tiene cul-minar con sus estudios parapoder competir con losdemás en un mercado labo-ral exigente.

Nuestra tradición católicanos exige el compromiso deeducar a la persona comoun ser integral: mente, cuer-po y espíritu. Nosrehusamos a ser fatalistas enrelación con las esperanzasy sueños para el futuro delas familias y los niñospobres, inclusive aquellosque han vivido en lapobreza multigeneracional.Hemos visto con nuestrospropios ojos la diferenciaque puede hacer una edu-cación de calidad en lasvidas de los niños y susfamilias.

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Pobreza en la Encrucijada

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Pobreza en la EncrucijadaTal como nos lo recuerda

el papa Francisco, paraestar verdaderamente “cony para los pobres”, debe-mos proporcionar a todoslos niños, especialmente alos pobres, “una educaciónque enseñe a pensar crítica-mente y que ofrezca uncamino de maduración envalores” (Evangelii Gaudium,n.º 64). Esta es la forma desalir de la pobreza para laspersonas y las familias, y lamejor forma de construiruna sociedad justa,económicamente producti-va y dedicada a la promo-ción y la defensa de la dig-nidad humana de todos susciudadanos.

Atención de salud

Durante décadas, losobispos católicos de EstadosUnidos han sido los defen-sores incansables de refor-mas integrales que con-lleven a que todos dispon-gan de atención de salud,especialmente los másdébiles y vulnerables.Creemos que la atención desalud es fundamental parala vida y la dignidadhumanas, y constituye uncomponente esencial delministerio de nuestra Igle-sia. En colaboración conprofesionales de todo elestado de Indiana, la IglesiaCatólica proporciona aten-ción de salud, adquiere asis-tencia médica e intentamejorar el sistema de salud.La comunidad católicaatiende a los enfermos y aaquellas personas que notienen seguro médico en lassalas de emergencia, en losalbergues para indigentes yen el portal de nuestras igle-sias parroquiales. Enfrenta-mos al desafío de la aten-ción de salud con convic-ciones enérgicas y experien-cia práctica.

En nuestro estado,muchas personas y familiasde bajos ingresos carecen delos recursos necesarios paracubrir los gastos de su aten-ción médica. Para estasfamilias, las costosas primasy los gastos compartidosconstituyen barreras paraobtener cobertura de seguroo para acudir a un médico.Por consiguiente, consider-amos que se deben manten-er las medidas de protecciónde los gastos compartidos

existentes yque lasnuevasopciones decobertura deseguro médi-co deben pro-teger a losaseguradosde más bajosingresos con-tra la pesadacarga de losgastos com-partidos.Tambiénsolicitamoslos fondos tannecesariospara costearclínicas, hos-pitales y otrasinstitucionesde seguridadsocial quedispensanatención desalud a lospobres y a losintegrantesvulnerablesde nuestrascomunidades.

Creemosque la atención de salud noes un privilegio sino underecho y un requisito paraproteger la vida y la dig-nidad de cada persona.Todas las personas, sinimportar sus circunstancias,deberían tener acceso aatención de salud integral,de calidad y asequible. Estono debería depender dedónde nacieron, de la etapade la vida en la que seencuentren, de dónde traba-jan sus padres –o si dehecho trabajan–, cuántoganan y dónde viven.

Preguntas para la reflexión

¿Está usted de acuerdocon que la Iglesia tiene laresponsabilidad de hablaren nombre de los pobres?

¿Existe algún asunto másimportante que la Iglesiadebería abordar, fuera de loscuatro mencionados en estasección (vida familiar,empleo, educación y aten-ción de salud)?

Actuar

Es peligroso vivir en el reinode la sola palabra, de la ima-gen, del sofisma. La realidad es

superior a la idea. — Papa Francisco,

Evangelii Gaudium, n.º 231

E sta carta es un llama-do a actuar con justi-cia y caridad. Invita-

mos a todos aquellos quelean estas palabras a quenos acompañen a acercarnosa los miembros pobres denuestro estado. Desafiamosa todos, comenzando pornosotros mismos, a involu-crar a los líderes de empre-sas, del gobierno y organi-zaciones voluntarias en todoel estado, para que estim-ulen cambios efectivos enlas legislaciones y prácticasque perpetúan la pobreza entodas sus manifestaciones.

Las acciones dicen másque mil palabras, especial-mente cuando pretendemosalimentar al hambriento,vestir al desnudo, darvivienda al indigente y pro-porcionar empleo, edu-cación y atención de salud atodos los miembros de nues-tra comunidad. Junto conlos hombres y mujeres debuena voluntad deseamosofrecer esperanza a todo elque sufre y procuramos con-struir una sociedad justaque pueda aminorar losefectos a largo plazo de la

pobreza aquíen Indiana, entodo el país yen el mundo.

A través deinstitucionesy organiza-ciones talescomo CatholicCharities,hospitalescatólicos, laSociedad deSan Vicentede Paul, losministeriossociales par-roquiales, lasescuelas pri-marias ysecundarias,así como losinstitutos deeducaciónsuperior yuniversi-dades, nues-tra Iglesiaresponde alnúmero cre-ciente de per-sonas quenecesitandesesperada-

mente vivienda, atenciónmédica, alimento, trans-porte, educación y otrascarencias. La Iglesia Católicaen Indiana es uno de losprincipales defensores de lasestructuras sociales justasque preservan a las familiasy, al mismo tiempo, abordanlos problemas sistémicosque causan la pobreza. Losretos son enormes, perodebemos actuar con cora-zones transformados yllenos de esperanza.

Al mismo tiempo, nosunimos a todas las personasde buena voluntad parapedir la creación e imple-mentación de estrategiasque ataquen el origen de lapobreza aquí en la “Encruci-jada de Estados Unidos”. Lafinalidad de nuestrarespuesta es atender lasnecesidades inmediatas denuestros hermanos y her-manas y, al mismo tiempo,asumir muy seriamente lascuestiones de fondo queimpiden que el sistema deempleo, educación y aten-ción de salud de nuestroestado satisfaga efectiva-mente las necesidades de laspersonas y las familias quehabitan en todos los rin-cones del Indiana.

El llamado a la acción

exige, con razón, unarespuesta organizada y sis-temática a los problemasque plantea la pobreza enIndiana. El servicio directo alos pobres en el ámbito denuestras parroquias y otrascomunidades resulta nece-sario y debe considerarsecomo una vía para ejercer lacaridad cristiana. Sin embar-go, las acciones aisladas noserán suficientes por sí mis-mas. Únicamente unenfoque multifacético queinvolucre a toda la comu-nidad podrá disminuir ver-daderamente los efectosdebilitantes y desmoral-izantes que surte a largoplazo la pobreza multigen-eracional en todo nuestroestado.

Vida familiar

Invitamos a los fielescatólicos y a todas las per-sonas de buena voluntadpara que cooperen en lalucha para disminuir lapobreza, concentrando suatención en una de lascausas fundamentales de lapobreza en Indiana. Ancla-dos en nuestra fe y tradicióncatólicas, recomendamos:

• fortalecer y apoyar a lasfamilias en Indiana, otor-gando la prioridad más altaal bienestar de los niños enla familia y en la sociedad.

El fortalecimiento de lafamilia requiere que apoye-mos el matrimonio y el idealde familias constituidas porun padre y una madre queviven juntos y comparten laresponsabilidad de sushijos. Hoy en día muchasfamilias están quebrantadasy la mayoría enfrentaenormes presiones. Todaslas familias necesitan ahoranuestro apoyo amoroso ynuestra asistencia, incluso amedida que nos esforzamospara granjearnos un futuroen el que puedan prosperarlas familias sanas. Por con-siguiente, proponemos quetodos los servicios y lasdecisiones sobre programasque efectúen las agenciasgubernamentales, institu-ciones privadas y ministe-rios eclesiásticos en relacióncon la familia, se rijan poruna sola pregunta:

• ¿Acaso los programas ylas políticas dan un énfasisfundamental al bienestarinfantil y mejoran — no

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desmerecen — los matrimo-nios sólidos y la vida famil-iar?

La tarea de fortalecer elapoyo a las familias en Indi-ana es tremenda y para quetenga éxito se necesitanesfuerzos coordinados yprolongados en todo el esta-do. Proponemos que cadadiócesis, parroquia, institu-ción educativa y organi-zación de salud católica denuestro estado sirva comocatalizador de un esfuerzolocal y popular que se con-centre en mitigar la pobrezaen su comunidad. Se debeinvitar a todas las personasde buena voluntad, sinimportar su credo, para quese unan a este esfuerzo sis-temático y de colaboraciónpara atender las necesidadesde los niños y las familiasde Indiana.

Proponemos definirmetas claras y mensurablespara nuestros esfuerzos ten-dientes a mitigar la pobreza,mediante la satisfacción delas necesidades de las pare-jas de casados y las familiasen nuestro estado. Si bienno se pueden calcular fácil-mente todos los resultados,contar con metas claramentedefinidas nos ayudará aestablecer y cumplir obje-tivos que sean ambiciosospero alcanzables con laayuda de la gracia de Dios.Fortalecer y apoyar a lafamilia en Indiana, al tiem-po que

Tal como ya hemos visto,existen vínculos innegablesentre la vida familiar, elempleo, la educación y laatención de salud. Lapobreza agrega una presiónintolerable a la capacidad dela familia para llevar a cabosu misión como la célulafundamental de la sociedad.Las familias están llamadasa ser administradoras detodos los dones de Dios yesto requiere un ambientede estabilidad y paz quebrinde a cada integrante dela familia las oportunidadespara ejercer sus responsabil-idades para el bien común.Un ambiente familiar soli-dario produce personas mássanas, felices y llenas deesperanza, que más proba-blemente se esforzarán porel bien común y partici-parán en actividades comu-nitarias.

Trabajo

Para abordar los grandesdesafíos que enfrenta actual-mente la economía en elestado de Indiana, debemosexaminar cuidadosamenteel efecto que surten laspolíticas, la legislación y lasnormas gubernamentalessobre la gente real, los hom-bres y las mujeres queluchan para ganarse la vida,mantener a sus familias yllegar a fin de mes. Nopodemos reparar laeconomía mediante la apli-cación de teorías de empleoabstractas que nada tienenque ver con aquellos cuyasvidas están en juego. Talcomo lo expresa San JuanPablo II, no podemos sim-plemente tomar en cuentalas necesidades materiales(alimento, vivienda, vestido,atención de salud, etc.), sinmenoscabo de la importan-cia que tienen para las per-sonas, las familias y lascomunidades. Tambiéndebemos fomentar el trabajoespiritual, que reconoce suprofunda influencia sobre lavida intelectual, social, cul-tural y religiosa de las per-sonas, las familias y lascomunidades.

La Iglesia no proponeprogramas detallados dirigi-dos a crear plazas de trabajoo promover el desarrolloeconómico. Sin embargo, laIglesia recuerda a los líderesgubernamentales, empresar-iales y de la comunidad quela única medida verdadera-

mente efectiva de que unapolítica económica y su apli-cación práctica son real-mente sólidas, es hasta quépunto las personas en lavida real crecen y prosperanindividualmente y como tra-bajadores.

Además de los beneficioseconómicos de un empleoestable, el trabajo brinda alas personas más oportu-nidades para enaltecer sudignidad personal. El traba-jo debería ser la principalforma mediante la cual lospadres proveen para susfamilias y aportan para elbienestar de una comunidadsana. Los programas guber-namentales deberían existirprincipalmente para propor-cionar una protección socialadecuada para aquellas per-sonas que se encuentren ensituación de transición oque sufran enfermedades olesiones incapacitantes.

• Por consiguiente, pro-ponemos que el estado deIndiana dedique recursospara mejorar las oportu-nidades para las familiashoosier de encontrar traba-jos importantes y que seaneconómicamente satisfacto-rios.

• Los planes para eldesarrollo económico debenincluir estrategias tendientesa romper el ciclo de lapobreza multigeneracional.

Educación

Una educación buena ybalanceada que comience

tan pronto como se puedaen la vida, establece unabase para un futuro prom-etedor para los niños yfomenta la formación deciudadanos productivos yfamilias sanas. Cada niñodebe tener la oportunidadde desarrollar su máximopotencial y es responsabili-dad de los padres, y de lacomunidad en general, decontribuir al crecimiento yal éxito de todos los niños.

Teniendo esto en cuenta,los obispos dedicamos anuestras diócesis, parro-quias, escuelas y agenciasde servicio social para quetrabajen con líderes del gob-ierno estatal y local, asícomo con líderes empresari-ales y cívicos, para alcanzarlos siguientes objetivos:

• fortalecimiento del mat-rimonio y de la vida famil-iar mediante el apoyo a lafunción que desempeñan lospadres como los principaleseducadores de sus hijos(inclusive programas quepermitan a los padres elegirescuelas para sus hijos ypara que participen másefectivamente en la edu-cación de sus hijos);

• exhortar al estado deIndiana para que dediquelos recursos necesarios parabrindar educación infantiltemprana, especialmente enlas poblaciones marginadas;

• reducir la segregaciónde facto o el aislamiento porraza, origen étnico o ingre-sos, para proporcionar atodos los alumnos la opor-

tunidad de aprender juntocon y de sus compañerosprocedentes de distintosentornos sociales yeconómicos;

• encontrar las “mejoresprácticas” y las políticasmás eficaces para enseñar yaprender, lo que comprendela cantidad de alumnos porsalón, la duración de la jor-nada escolar, la cantidad dedías escolares por año,tutoría y orientación;

• atraer, conservar y pre-miar a maestros y directoresque coloquen en primerlugar la educación de losniños y que posean la for-mación necesaria para aten-der las necesidades de losniños procedentes de hoga-res que enfrenten dificul-tades económicas y/o seencuentren en situación dedesventaja social.

Atención de salud

Los obispos en Indianarepetimos el llamado paraque se logre una reforma desalud genuina que sea acce-sible y asequible para todos.Invitamos a todos los habi-tantes del estado a que seunan a nuestro esfuerzo porconseguir un sistema desalud que:

• promueva y defienda ladignidad humana, desde elmomento de la concepciónhasta su muerte natural;

• atienda a la personacomo un ser integral (cuer-po, mente y espíritu), practi-cando al mismo tiempo unpluralismo genuino querespete la libertad de credoy de conciencia;

• atienda a los pobres y alos vulnerables, sin distin-ción de raza, origen étnico,situación económica, socialo legal;

• administrar cuidadosa-mente los recursos mediantela restricción de costos y suaplicación equitativa entodo el espectro de quienesdeben pagar por la atenciónde salud.

Si otorgamos la prioridada la vida familiar, el trabajo,la educación y la atenciónde salud, un estado de Indi-ana económicamente fuerte,educado y saludable verámenos personas –especial-mente hombres– en prisión.Disminuirá la tasa deembarazos fuera del matri-monio. Más jóvenes podrán

Obispos católicos de Indiana

Pobreza en la Encrucijada

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cursar estudios de edu-cación superior y capaci-tarse para sus carreras. Dis-minuirá la cantidad de resi-dencias donde habitenvarias familias y el con-stante traslado de una resi-dencia a otra, lo que ayu-dará a proporcionar máscoherencia en las oportu-nidades educativas para losniños. Menos abuelos ten-drán que asumir la respons-abilidad total de la crianzade los niños porque habrámás madres y padres pre-sentes y activos en las vidasde sus hijos.

¿Qué podemos hacer?

¿Qué podemos hacerpara contribuir a mitigar lapobreza en Indiana, ahora yen el futuro? ¿Qué accionespodemos emprender quemarcarán la diferencia en lasvidas de nuestros com-pañeros hoosier que sufrenlos efectos inmediatos y alargo plazo de la pobreza?

Primero, podemos “inun-dar el cielo” de oraciones,teniendo la plena confianzade que estas seránescuchadas y recibiránrespuesta. Como comu-nidad de fe, creemos en elpoder de la oración. Confi-amos en que nuestro padrecelestial nos escuchará cla-mar por nuestro “pan decada día” y responderá. Sinembargo, la oración tambiénsupone escuchar atenta-mente lo que Dios nos dice.Si le pedimos ayuda a Diospara poder atender mejorlas necesidades de lospobres, a quienes Él ama,ciertamente nos mostrará elcamino.

Seguidamente, podemostrabajar para fortalecer a lafamilia. Comenzando pornuestras propias familias,nuestros cónyuges, hijos,nietos y demás familiares,podemos demostrarles quela familia es lo primero.Podemos esforzarnos porhacer a un lado el torbellinode distracciones que pro-mueve la cultura contem-poránea, para pasar tiempocon la familia, apoyar y ani-mar a aquellos a quienesmás amamos en el mundo.Más allá de los límites denuestras propias familias,podemos compartir nuestrotiempo y nuestros talentoscon el prójimo: nuestros

compañeros parroquianos eintegrantes de nuestrascomunidades. Podemosapoyar legislaciones y políti-cas públicas que estén afavor del matrimonio y dela vida familiar. Podemoshacer lo que esté a nuestroalcance para elegir fun-cionarios públicos cuyasacciones realmente diganmás que sus palabras en loque respecta a la proteccióny el mejoramiento de la vidafamiliar.

Además, podemos pro-poner y defender la vitali-dad económica y el acceso aeducación y atención médi-ca asequibles y de alta cali-dad. Tal como hemos trata-do de demostrar, el empleo,la educación y la atenciónde salud son vías crucialespara aminorar los efectos alargo plazo de la pobreza ennuestro estado. Es en estesentido que nosotros, losobispos, exhortamos vehe-mentemente a todas las per-sonas, familias e institu-ciones católicas para que sepronuncien a favor de legis-laciones integrales y justas,así como de políticassociales en estas áreas fun-damentales. Invitamos atodas las personas de buenavoluntad a que se unan anosotros para encontrar eimplementar soluciones,tanto inmediatas como alargo plazo, para los proble-mas que enfrentan lospobres y vulnerables en

nuestras comunidades.Por último, todos

podemos brindar nuestroapoyo a Catholic Charities yotras agencias de serviciosocial en nuestro estado,mediante la generosaadministración de nuestrotiempo, talentos y tesoros.Como administradores detodos los dones que cadauno de nosotros ha recibidode nuestro generoso yamoroso Dios, se nos invitay se nos desafía a responderal Señor con enorme grati-tud y generosidad.

Preguntas para la reflexión

¿De qué forma mi comu-nidad (parroquia, escuela,institución) atiende directa-mente las necesidades de lospobres?

¿De qué forma podríaunirse estratégicamente micomunidad a otras paraaminorar las causas másfundamentales de lapobreza en Indiana?

Conclusión

En el Evangelio, Jesúsnarra la parábola del granrey quien envió a sussirvientes “por caminos yveredas” para invitar atodos a su banquete (cf Lc14, 23). Hoy, Jesús nos envíaa nosotros, sus discípulos, ala “Encrucijada de Estados

Unidos” para extender suauxilio amoroso a los menosnecesitados de sus her-manos y hermanas.

El auxilio amoroso de lospobres y los vulnerables esun tema recurrente en lasSagradas Escrituras. Lasenseñanzas de nuestroSeñor acerca del día delJuicio Final son bastanteespecíficas: seremos juzga-dos dignos o indignos de lavida eterna, dependiendode cómo hayamos tratado alpropio Jesús en los másnecesitados de sus her-manos y hermanas, especial-mente los hambrientos ysedientos, los que no teníanvestido y los indigentes, losprisioneros y los forasteros.La admonición de Jesúsacerca de cómo serán juz-gadas nuestras vidas esmordaz e indiscutible: loque hagamos a los pobres ylos desafortunados –“de mishermanos, aun el máspequeño”– se lo hacemos alpropio Señor.

Esta es una advertenciaaleccionadora. La mayoríade nosotros piensa princi-palmente en el propio ser,en familiares y amigos. ¿Ylos pobres? Quizás experi-mentamos una vaga sen-sación de obligación moralpara con ellos, pero demasi-ado a menudo resultan unconcepto lejano, anónimo einvisible. Es por esto que lasenseñanzas sociales delcatolicismo insisten en que

las necesidades del pobredeben tener prioridad. De locontrario, quizás no loveamos o nos olvidemosrápidamente de él mientrasnos ocupamos de nuestrosquehaceres diarios.

La publicación de estacarta no pretende ser la últi-ma palabra en cuanto a larespuesta de la Iglesia sobreel tema de la pobreza ennuestro estado. Esperamosque cada comunidad católi-ca la analice, y es la inten-ción de las cinco diócesis deIndiana recopilar las reflex-iones que provoque estacarta y proseguir con la con-versación.

Tales reflexiones son cru-ciales para el éxito de nues-tra misión en el mundoactual. El papa Francisconos invita a ver la profundaconexión que existe entre laevangelización y el avancede la humanidad, que nece-sariamente debe hallar suexpresión y desarrollarse encada iniciativa de evange-lización (Evangelii Gaudium,n.º 178). Esperamos conansias la oportunidad detrabajar con ustedes paraproclamar la Buena Nuevamediante el fortalecimientode la vida familiar, elfomento de condiciones deempleo justas, y garantizaruna educación de calidad yatención de salud integralpara todos los habitantes deIndiana, especialmente lospobres y los vulnerables.

Publicado el Miércoles deCeniza, 18 de febrero de 2015

Most Rev. Joseph W.Tobin

Archbishop of Indianapolis

Most Rev. Timothy L.Doherty

Bishop of Lafayette-in-Indiana

Most Rev. Kevin C.Rhoades

Bishop of Fort Wayne-South Bend

Most Rev. Charles C.Thompson

Bishop of Evansville

Most Rev. Donald J.Hying

Bishop of Gary

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