OBRA DE LUJÁN PÉREZ EN LA IGLESIA DE VALSEQUILLO

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OBRA DE LUJÁN PÉREZ EN LA IGLESIA DE VALSEQUILLO SAN MIGUEL ARCÁNGEL POCAS VECES TRATÓ Luján Pérez el tema de los ángeles como figuras exentas; por lo general, estos aparecen en los tronos de nubes o acompañando a María o a algún santo, de ahí el interés que ofrece el –san –miguel de la iglesia de Valsequillo en Gran Canaria. El príncipe de los ángeles aparece como vencedor de Lucifer, quien ha sido representado a sus pies con cabeza de perro y cola de serpiente. Se trata de una escultura hecha de madera de castaño y telas encoladas hacia 1804, encargada por el presbítero D. Antonio Macías Gutiérrez. Posteriormente, fue fatalmente “restaurada” por Macarito, perdiéndose con ello gran parte de sus estofados originales. DOLOROSA Las imágenes de las Dolorosas, unas de vestir y otras de talla completa o con telas encoladas, a veces en actitudes dramáticas, otras más resignadas y con sentimientos más contenidos, pero todas de una belleza increíble. La más antigua se encuentra en la basílica de Nuestra Señora del Pino de Teror, cuya hechura se fijó en 1794. Logró captar toda la aflicción de la Virgen por la muerte del Hijo en la cruz. La iconografía de la Virgen de los Dolores es frecuente en la escultura española destacando, entre sus cultivadores, el murciarno Francisco Salzillo. Su representación será semejante a La Piedad, pero con el añadido de la espada, que le atraviesa el corazón, pero sin el Hijo difunto sobre las rodillas. En otras ocasiones, el número se multiplica hasta un total de siete, simbolizando los siete dolores de María. Muchas localidades canarias poseen imágenes de la misma advocación como es Telde, cuya Dolorosa fechada en 787 aparece incluida en la primera época del imaginero; o Valsequillo, la cual fue costeada por el presbítero D. Domingo Westerling y según el parecer de algunos autores tendría que fecharse hacia 1804.

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OBRA DE LUJÁN PÉREZ EN LA IGLESIA DE VALSEQUILLO

SAN MIGUEL ARCÁNGEL

POCAS VECES TRATÓ Luján Pérez el tema de los ángeles como figuras exentas; por lo general, estos aparecen en los tronos de nubes o acompañando a María o a algún santo, de ahí el interés que ofrece el –san –miguel de la iglesia de Valsequillo en Gran Canaria. El príncipe de los ángeles aparece como vencedor de Lucifer, quien ha sido representado a sus pies con cabeza de perro y cola de serpiente. Se trata de una escultura hecha de madera de castaño y telas encoladas hacia 1804, encargada por el presbítero D. Antonio Macías Gutiérrez. Posteriormente, fue fatalmente “restaurada” por Macarito, perdiéndose con ello gran parte de sus estofados originales.

DOLOROSA

Las imágenes de las Dolorosas, unas de vestir y otras de talla completa o con telas encoladas, a veces en actitudes dramáticas, otras más resignadas y con sentimientos más contenidos, pero todas de una belleza increíble. La más antigua se encuentra en la basílica de Nuestra Señora del Pino de Teror, cuya hechura se fijó en 1794. Logró captar toda la aflicción de la Virgen por la muerte del Hijo en la cruz.

La iconografía de la Virgen de los Dolores es frecuente en la escultura española destacando, entre sus cultivadores, el murciarno Francisco Salzillo. Su representación será semejante a La Piedad, pero con el añadido de la espada, que le atraviesa el corazón, pero sin el Hijo difunto sobre las rodillas. En otras ocasiones, el número se multiplica hasta un total de siete, simbolizando los siete dolores de María.

Muchas localidades canarias poseen imágenes de la misma advocación como es Telde, cuya Dolorosa fechada en 787 aparece incluida en la primera época del imaginero; o Valsequillo, la cual fue costeada por el presbítero D. Domingo Westerling y según el parecer de algunos autores tendría que fecharse hacia 1804.

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LA ESCUELA DE ARTES DECORATIVAS LUJÁN PÉREZ

IDEA Y CREACIÓN

Fue en La Crónica (5 de junio de 1917) donde apareció un artículo de Fray Lesco titulado “los decoradores de mañana”, el cual puede considerarse justamente como el germen de la fecunda iniciativa que culminaría en la fundación de la Escuela Luján Pérez.

Éste sugería la creación de una escuela donde los modestos artífices de la cantería habrían de lograr progresos sorprendentes. De dirigirla se encargarían “pintores y dibujantes excelentes que poseen una heroica vocación por su arte”. La escuela llevará el nombre del estatuario Luján Pérez y constará de tres grupos de asignaturas, explicadas por profesores competentes:

Primer grupo: Nociones de aritmética, Geometría y Dibujo. Segundo grupo: Dibujo artístico. Tercer grupo: Modelado

Los cuatro fundadores de la Escuela son: Domingo Doreste “Fray Lesco”, crítico y padre espiritual de la idea, y los pintores Enrique García Cañas, Nicolás Massieu y Juan Carló.

Finalmente, la Escuela se creó el 6 de enero de 1918. No fue concebida como academia, ni centro docente, sino como “emblemático lugar de resistencia” y como “espléndida ágora popular”. Desde el día de su apertura, la Escuela Luján Pérez ha continuado su actividad didáctica hasta la fecha sin apenas interrupción. Casi todos los pintores canarios han tenido contacto con ella en algún momento de su aprendizaje.

La creación de esta escuela se considera como el primer acontecimiento claramente artístico del siclo es la creación de la Escuela de Artes Decorativas Luján Pérez en Las Palmas de Gran Canaria. La Escuela ha funcionado tradicionalmente con cuatro secciones: talla de madera, modelado pintura y dibujo.

INTENCIONES Y PRETENCIONES

La Escuela se creó con la intención de conseguir encauzar y formar una verdadera corriente artística, donde se conociera lo nuevo en el arte, que tuviera un relieve autentico y una voz propia en el ámbito cultural no sólo isleño sino nacional.

Un segundo foco de interés fue el descubrimiento de las colecciones de cerámica y de pintaderas aborígenes que guarda El Museo Canario.

Al mismo tiempo, también se quería delimitar el espíritu que animó y guió a los creadores de la Escuela, sus ideales y su significación en nuestro arte. Que haga superar el ambiente trivial y aislado, para llevar a las regiones de tierra adentro el sabor y la esencia atlántica de estas islas.

La influencia subrayada por los paisajes y los tipos humanos del sur de Gran Canaria obedeció al estímulo de Pancho Guerra (1909-1961), escritor nacido en San Bartolomé de Tirajana, que frecuentaba la Escuela e iniciaba entonces la redacción de sus textos costumbristas.

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Cada artista fue mostrando aquella parte del mundo isleño que más se adecuaba a su sensibilidad, su simpatía o su intelecto, dando una visión diferenciada del mismo. El conjunto ofrecía una versión múltiple cuya totalidad configura a la isla de diversos puntos de vista vitales y estéticos.

La primera exposición colectiva que organizaron los alumnos de la Escuela Luján Pérez (diciembre 1929- enero 1930) permite ya distinguir en sus obras suficientes indicios de personalidad estética.

Aquella brillante promoción de artistas y escritores cumplió en el área espiritual de nuestra Isla una misión de tono semejante a la que realizara en el ámbito nacional la gloriosa generación del 98.

CONTEXTO DE LA LUJÁN PEREZ

Esta Escuela tenía un sistema pedagógico y una capacidad de información que iban a poner una numerosa generación de artistas insulares en la vía de una modernidad plástica sincrónica con respecto a España y a Europa.

De momento sólo se aspiraba a lograr la existencia de un taller de índole artesano-popular donde los alumnos recibieran una formación adecuada a sus tareas de decorador. La labor del profesorado se limitaría a orientar su aprendizaje en los problemas técnicos de la talla, la pintura o la escultura, y a ampliar su horizonte cultural proporcionándoles conocimientos de las nuevas directrices del arte europeo.

El proyecto fue bien acogido y la escuela, rotulada con el nombre de Luján Pérez, imaginero y arquitecto canario de formación autodidacta del que se había conmemorado dos años antes el centenario de su muerte. Su éxito se debió a la conjunción de factores diversos, y ciertamente no fue el político el menos importante.

La base primordial sobre la que se labora desde un principio es la libertad de acción del artista. En él incidirá apasionadamente uno de sus alumnos, Felo Monzón, indignado ante las protestas y diatribas que se lanzan contra el método seguido en la Escuela. Él defiende como alumno y como artista esos principios, que le han valido, a él y a sus compañeros, la formación de una personalidad no sujeta ni amoldada por unas normas preestablecidas por unas leyes rígidas o por unas barreras infranqueables.

PROFESORES Y ALUMNOS DE LA LUJÁN PÉREZ

Doreste se había reservado la dirección de la escuela. El cuadro de profesores estaba integrado por Juan Carló que impartía las clases de dibujo; Enrique García Cañas que atendía la sección de modelado, y Nicolás Massieu que se ocupaba de la de pintura. Hasta 1927, Carló fue el único profesor fijo con que contó la escuela. Había realizado su formación artística en París, al soco de los pintores impresionistas. Transmitió esa preferencia a sus alumnos, creando así una costumbre de pintura al aire libre que no existía en las islas: primero como simples motivos típicos; luego, como resumen genuino de una raza y un paisaje distintivos cuya representación iba exigiendo unas formas diferentes a las habituales en el taller.

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Algunos de los alumnos más representativos de esta Escuela son: Eduardo Gregorio, Plácido Fleitas, Juan Jaén, Santiago Santana, Jorge Oramas, Felo Monzón y Juan Ismael, los cuales han ido desarrollandose a partir de aquella fecha de trabajo que cuenta entre los más lúcidos del arte canario contemporáneo.

Con la muerte de Juan Carló en 1927, sufre una pérdida importante la Escuela, pero por aclamación se elige profesor a uno de los primeros alumnos, Eduardo Gregorio López Martín (1947). De aquella fecha a la actualidad han sido sus directores otros dos antiguos alumnos: Santiago Santana (1947-1956) y Felo Monzón (1956-1978).