Obra MIS QUERIDOS MONSTRUOS (adaptación).doc

62
Colegio Salesiano Stma. Trinidad de Se villa Taller de Teatro - Actividades Extraescolares MIS QUERIDOS MONSTRUOS MIS QUERIDOS MONSTRUOS Una obra de FERNANDO ALMENA Adaptación de Manuel Jesús Gutiérrez Palacios y Diego Fco. Ramírez Vázquez TALLER DE TEATRO GRUPO DE TEATRO FORMADO POR ALUMNOS DE PRIMARIA Y ESO Título de la obra: Mis queridos monstruos” Autor: FERNANDO ALMENA Adaptación de: Manuel Jesús Gutiérrez Palacios y Diego Fco. Ramírez Vázquez Personajes REINA BATATA I CONSEJERO PRISCILA, hermana de la Reina (pelota, sumisa) REBECA, hermana de la Reina (malvada, traidora) FRANKENSTEIN HOMBRE LOBO CONDE DRÁCULA PRÍNCIPE 1

Transcript of Obra MIS QUERIDOS MONSTRUOS (adaptación).doc

MIS QUERIDOS MONSTRUOS

Colegio Salesiano Stma. Trinidad de Sevilla Taller de Teatro - Actividades Extraescolares

MIS QUERIDOS MONSTRUOS

Una obra de FERNANDO ALMENA Adaptacin de Manuel Jess Gutirrez Palacios y Diego Fco. Ramrez Vzquez

TALLER DE TEATRO

GRUPO DE TEATRO FORMADO POR ALUMNOS DE PRIMARIA Y ESO

Ttulo de la obra:

Mis queridos monstruosAutor:

FERNANDO ALMENAAdaptacin de:

Manuel Jess Gutirrez Palacios y Diego Fco. Ramrez VzquezPersonajes

REINA BATATA I

CONSEJERO

PRISCILA, hermana de la Reina (pelota, sumisa)

REBECA, hermana de la Reina (malvada, traidora)

FRANKENSTEIN

HOMBRE LOBO

CONDE DRCULA

PRNCIPE

ADELAIDA, sirvienta de la Reina

OBDULIA, sirvienta de las hermanas de la Reina

SOLDADO, Griseldo

MORGANA, la Bruja

CUADRO RETRATO 1, de la Condesa Margarita de Cucufu

CUADRO RETRATO 2, del duque Eduardo Estuardo de Albondiguilla

ESTATUA 1, AteneaESTATUA 2, Afrodita

PRNCIPE hermoso

ESCENA 1

Retrato 1

Retrato 2

Sirvienta Adelaida

Soldado

Reina

ConsejeroDos retratos en cada esquina del escenario, mirando oblicuamente al pblico, pero que puedan comunicarse. Los cuadros estarn pintados, y se abrir un redondel de tela o cartn por donde aparezcan los rostros de los actores.

RETRATO 1-. No puedo ms! Qu harta estoy de estar ms quieta que una pintura, siempre en esta postura!

RETRATO 2-. Hija,... es nuestro destino. Menos da una piedra. Al menos, vivimos en un palacio, y no estamos encerrados en un almacn, en espera de que la caprichosa y colgada ama le interese colgarnos.

RETRATO 1-. Pues sabes lo que te digo? Que cada vez estoy ms cansada de los caprichos de la Reina Batata. Qu pesada!

RETRATO2-. Y que lo digas, no he visto reina ms caprichosa, ms cambiante, ms cabreada, ms...

RETRATO 1-. Dilo, dilo, no tengas problema: ms loca que sta!

RETRATO 2-. Chusss, calla, viejo retrato, que nos pueden or...

RETRATO 1-. Y eso que es la primera de la generacin de la monarqua Batatera. Cmo sern las siguientes: Batata segunda, Batata tercera,... Bata...

RETRATO 2-. Basta con tantas Batatas, que me est entrando hambre! ... Oye, cambiamos de postura?

RETRATO 1-. Los dos a la vez? No resultar muy atrevido?

RETRATO 2-. No, querida. La verdad es que nunca lo hemos hecho. Arriesgumonos! Una, dos y tres...

Se miran ambos retratos.

RETRATO 1-. Uy, qu bonita visin! Y t tienes mejor cara, Eduardo!

RETRATO 2-. Pues t no ests mal, Margarita. Un poco forzada, pero con mucho glamour.

RETRATO 1-. Calla, calla! Alguien se acerca. Estemos en silencio...

Aparece en escena la sirvienta del Palacio, cantando (puede ser la meloda de una cancin actual) y con un plumero para quitar el polvo de las paredes y los cuadros. Se muestra contenta y dispuesta para el trabajo.

SIRVIENTA-. Lalalaalalla, lalalala,... Cunta suciedad hay siempre en esta sala! Ni que los retratos estuvieran vivos, y ensuciaran todos los das!

Se acerca a uno de ellos (al retrato 1).

SIRVIENTA-. A que no, Condesa Margarita de Cucufu?

Al otro retrato, a sus espaldas, le hace burlas. La sirvienta se aproxima al retrato 2.

SIRVIENTA-. Y ahora el retrato del duque Eduardo Estuardo de Albondiguilla. A que ests ms muerto que un boquern congelado, pinturilla?

El retrato 1 hace muecas, con gestos que siguen el andar de la sirvienta. sta se acerca al centro del escenario, como mirando al pblico.

SIRVIENTA-. Bueno, voy a descansar! Ya he hecho mucho por hoy. Las cosas de palacio van despacio, y ms en lo referente a limpieza. Menos mal que la reina no me oye.

VOZ DE LA REINA-. (gritando, como si estuviera en otra sala) Adelaida, Adelaida, treme un refresco de naranja! Tengo mucha sed! Adelaida, Adelaida!

La sirvienta se asusta al principio, pero al reconocer la voz de la reina responde rpido y malhumorada.

SIRVIENTA-. S, seora ma. Ahora mismo le traigo su refresco de Batata, mi reina Naranja. Qu digo?

VOZ DE LA REINA-. Qu dices?

SIRVIENTA-. Qu he dicho? Que ahora se lo llevo, majestad.

VOZ DE LA REINA-. Rpido, que me estoy deshidratando!

SIRVIENTA-. Espere unos segundos, Seora.

Habla ahora en voz normal, de cara al pblico.

SIRVIENTA-. Hace dos minutos, que tena fro, que deseaba comer mantecados y peladillas. Ahora, que si un refresco. Esta reina est ms loca que una cabra.

VOZ EXTERIOR (susurrando)-. Chusss, chusss, Adelaida, Adelaida...

SIRVIENTA-. Aaaaah! Es la reina, que me ha odo! Seora, perdonad!

Aparece la cabeza y poco a poco el cuerpo entero de un oficial de la guardia.

SOLDADO-. Adelaida, que soy yo, Griseldo.

SIRVIENTA-. Griseldo mo, qu susto me has dado!. Dnde te habas metido?. Siempre quedamos aqu a estas horas.

SOLDADO-. Calla, calla, que la reina me ha enviado a perseguir mosquitos.

SIRVIENTA-. A estas horas, mosquitos?

SOLDADO-. S. Por lo visto esta noche le han picado dos mosquitos, y la reina no puede soportar que le chupen la sangre azul. La nica que puede chupar la sangre a los sbditos es la monarqua.

SIRVIENTA-. Y los has encontrado?

SOLDADOS-. A quines?

SIRVIENTA-. A los mosquitos...!

SOLDADO-. Qu va, qu va. Se habrn disfrazado. Pero un valeroso grupo de diez soldados ha capturado dos moscas que pueden dar el pego.

SIRVIENTA-. Soldados? Si no hay soldados en palacio! T eres el nico!

SOLDADO-. Ya lo s, Adelaida ma. Yo soy el capitn, y me mando a m mismo, de modo que domino todos los rangos de nuestro ejrcito. Cuando digo soldado, hablo en realidad de yo mismo, actuando como diez soldados distintos.

SIRVIENTA-. Un da te vas a volver majareta, con tantas identidades... Adems, Griseldo, la Reina sabe que no tiene ejrcito.

SOLDADO-. S, pero no conviene recordrselo demasiado.

SIRVIENTA-. Oye, y habis... o has capturado moscas, en lugar de mosquitos? Y si la reina se da cuenta? Os estis... o te ests jugando el trabajo y el cuello.

SOLDADO-. Tranquila, Adelaida ma. La reina no reconoce la diferencia entre un mosquito y una mosca.

SIRVIENTA-. Pues siempre est con la mosca detrs de la oreja.

SOLDADO-. Pues por eso! Siempre detrs de la oreja. Nunca ha visto una mosca de frente!

SIRVIENTA-. Ten cuidado, Griseldo. No soportara que te pasara algo.

VOZ DE LA REINA (alterada)-. Adelaida, Adelaida! Dnde moscas ests?

SIRVIENTA-. Lo ves?, Ya empieza a sospechar! Sabe lo de las moscas!

VOZ DE LA REINA-. Quiero que me traigas el jamn cocido que te ped hace un rato. Por qu tardas tanto?

SIRVIENTA-. Ya voy, seora! Su jamn se ha estado cociendo.

Se dirige al oficial de la guardia.

SIRVIENTA-. Me voy, Griseldo. Llvame en tu corazn. Nos vemos maana ...en el mismo sitio... y a la misma hora.

SOLDADO-. Adis, Adelaida! Te amo! Ah, una cosa: si limpiando ves a dos mosquitos, mndalos a paseo. Que cojan las maletas y se vayan a otro reino.

La sirvienta se marcha rpido hacia donde la reina. El oficial se queda solo. ste se pone a mirar a lo retratos, que se han ido cambiando varias veces el rostro con muecas.

SOLDADO-. Qu raro! Estos retratos estn cada vez ms feos. Parecen... diferentes... Ser que no me he fijado bien antes. Ni que estuvieran vivos. Qu vamos a hacer. Tanto buscar moscas y mosquitos, te hace ver espejismos, y te quita el apetito.

ESCENA 2

Retrato 1

Retrato 2

Reina

Sirvienta Adelaida

Rebeca, hermana traidora

Priscila, hermana boba y pava

RETRATO 1-. No tiene cara el soldadito de plomo! Y vaya con la espabilada de la sirvienta Adelaida!

RETRATO 2-. Y que lo digas, Margarita! Ligando a espaldas de la Reina!

RETRATO 1-. Si no fuera porque me cae mejor que su graciosa majestad, me chivara.

RETRATO 2-. La reina se quedara boquiabierta, como el retrato de una boba...

LAS DOS ESTATUAS-. Cielos, como nosotras, qu horror! Qu adefesio! La reina convertida en retrato!

RETRATO 1-. Atenta, ah viene Juana la Loca!

RETRATO 2-. La reina Batata!

Se quedan quietos.

REINA-. Las sirvientas ya no son lo que eran. No le pido un vaso de gazpacho, y me trae jamn cocido? Es que no soy clara en las rdenes? El problema... (nerviosa, histrica) ... yo s cul es el problema... es que no le causo miedo y respeto. Cmo aparezca de nuevo mi sirvienta Adelaida, le voy a pegar un grito que...

SIRVIENTA-. Seora!

REINA (asustada)-. Aaaaah! Adelaida, qu susto me has dado! Qu quieres? Por qu interrumpes mis reflexiones palaciegas? No ves que estoy pensando? Ests ciega? Vamos, vamos, di qu se te antoja...

SIRVIENTA-. Sus dos hermanas esperan en la sala de al lado.

REINA-. Lo que faltaba.

SIRVIENTA-. Seora, son sus hermanas, y la quieren...

REINA-. S, s, me quieren e-l-i-m-i-n-a-r. Las dos desean ardientemente el gobierno de Fachenda. Pero yo voy a durar ms que la suegra de Tutankamon.

SIRVIENTA-. Quin era ese, seora?

REINA-. Pues un, (indecisa) un, un... actor muy conocido. Sola hacer de momia en las pelculas. Eso. Pero, a ti qu te importa quin era ese? Adems, no puedo perder el tiempo en ensearte cosas... A lo que bamos... Dile a mis dos hermanitas que...

SIRVIENTA-. Pasen?

REINA (teatrera)-. No puedo recibirles... estoy malsima...

SIRVIENTA-. Qu le pasa?

REINA-. Me duele desde el lbulo derecho hasta el parietal izquierdo.

SIRVIENTA-. Dios mo, cunto recorrido! Pero majestad, recbalas. Ser tan slo unos minutitos.

REINA-. Adems, estoy despeinada...

SIRVIENTA-. Si no tiene pelos...

REINA-. Qu dices?

SIRVIENTA-. Que no tiene pelos revueltos, majestad.REINA (recelosa, dejndose convencer)-. Bueeeeeno, slo un poquito, Adelaida. Pero recurdales que no griten, que me duele el pie izquierdo.

SIRVIENTA-. Como mande su seora..

Se marcha Adelaida hacia un lateral, se para y con una reverencia dice en voz alta y solemne...

VOZ DE LA SIRVIENTA-. Su majestad la reina Batata I les recibe en el Saln de Palacio. Pueden pasar sus reales hermanas.

Msica real.

LAS DOS HERMANAS-. Buenas y hermosas tardes, majestad!

REINA-. Buenas y horrorosas tardes, hermanastras. Qu os preocupa a estas horas? O bien es una visita de cortesa?

PRISCILA-. Venimos a veros, reina y hermana nuestra, joya de la corona., flor de pitimin,... y a preguntaros por vuestra salud.

REINA-. Estoy ms sana que una fruta. Ya lo dice el refrn: Man-zana in corpore sano.

PRISCILA-. Venimos para... (con pavo)... Para qu venimos?

REINA-. Como siempre, Priscila, tan inteligente.

REBECA-. Hemos venido para encontrar una solucin al eterno problema.

REINA-. Vaya, Rebeca, ya ests de nuevo maquinando perversamente contra mi persona?

PRISCILA-. No, mi reina, no te alteres, que te va a dar un flato. No queremos causaros ningn trastorno.

REINA-. (Malhumorada y mirando a Rebeca) Qu osada! Qu bochorno! Gracias, Priscila. T nunca has roto un flato -qu digo, un plato-, y menos contra tu hermana mayor. Rebeca! Siempre con problemas, y nunca con soluciones!

REBECA-. En eso estamos. Las dos...

La reina mira a Rebeca y a Priscila.

PRISCILA-. Bueno, bueno, yo no he participado en...

REBECA-. He dicho las DOOOOOs... Ambas estamos en edad de casarnos.

REINA-. Pero hermanitas, an sois jovencillas. Cuando pasen unos aitos...

REBECA-. (Con cara de asco) Unos aitos, unos aitos,... Como sigamos as, vamos a convertirnos en las solteronas ms acartonadas del reino. Estamos perdiendo nuestra juventud y nuestra belleza.

PRISCILA-. Ah, s, el otro da perd mi revista favorita: Juventud y belleza.

REBECA-. Priscila!

PRISCILA-. Oh, bueno, ... mi reina... yo, (medrosa)... yo, estoy casi enamorada, en trmite de amores, con tu permiso.

REINA-. Imposible!!!

LAS DOS HERMANAS-. Por qu imposible?

REINA-. Primero, porque t, Priscila, la hermana ms pelota, no eres capaz ni de ligar con el loro de Palacio sin contar conmigo. Dependes de m, y slo de m.

PRISCILA-. Oh, mi reina! Eso no es verdad!... Y qu puedo hacer, majestad?

REINA-. Y segundo, t, Rebeca, venenosa hermana, tienes una mente y un corazn de escorpin, tan ocupados en echarme del trono que no encuentras tiempo para asuntos tan romnticos.

REBECA-. Mentira!

REINA-. Verdad!

REBECA-. Mentira!

REINA-. Verdad!

PRISCILA-. Uy, parece un partido de tenis.

REINA-. Para cundo tienes pensado destronarme?

REBECA-. Dentro de dos meses, 6 das y tres horas.

REINA-. Lo ves? Adems...De quines estis enamoradas?

REBECA-. De un noble, que se fue...

PRISCILA-. De un payaso...

REBECA, AMALIA Y REINA-. De un payaso? En serio?

PRISCILA-. No, serio no, alegre. Quiero casarme con un payaso divertido.

REINA-. Basta de tonteras! Si no hay nadie en el reino para vosotras!

REBECA-. No hay ni caballeros, ni nobles, ni prncipes, ni... payasos... solteros en tu reino, por tu culpa.

REINA-. Ya hemos discutido eso. Ya veis: No podis casaros! Y en caso de que hubiera alguna posibilidad, habis de esperar a que yo... (hace sonar la msica de su radiocassette), la reina Batata I, Soberana de Fachenda, contraiga matrimonio (apaga la msica).

REBECA-. (Contigo, ni el mismsimo demonio).

REINA-. Qu dices, Rebeca?

REBECA-. Eso te pedimos, demonios, que te cases de una vez. La vida es breve, y queremos encontrar el amor de nuestra vida.

REINA-. En ello estoy desde hace aos. Es difcil elegir, entre tan pocos pretendientes.

PRISCILA-. Si te hacen falta pendientes, yo tengo unos muy bonitos. Seguro, majestad, que vuestra hermosura hallar el prncipe ms hermoso del mundo, hallars a tu t-e-s-o-r-o.

REBECA-. (Como no sea en la Tierra Media del Seor de los Anillos, sta no encuentra a nadie)

REINA-. Bueno, debis dejarme sola, me duele la cabeza! Adems, ahora tengo hora de consejo con mi Consejero Real! Adis, hermanas... solteronas! Jajajajajajaja...

Se marchan, cada una con gestos apropiados a su cualidad.

ESCENA 3

Reina

Consejero

CONSEJERO-. (Con una reverencia) Majestad, beso vuestra mano.

REINA-. Pues bsala, vamos, a qu esperas?CONSEJERO-. Era slo un expresin de cortesa...REINA-. De cortesa, nada; a una reina hay que besarle la mano.

CONSEJERO-. Es que le huele tanto a ajo... Esa mana vuestra por la cocina.

REINA-. Cualquier olor que desprenda una reina se convierte en dulce perfume.CONSEJERO-. Comprended adems, seora, que besaros la mano sabiendo de vuestra muy noble costumbre de hacer pelotillas...

REINA-. Acaso t no las haces?

CONSEJERO-. Claro que s, majestad.REINA-.Qu cochino! Y todos mis vasallos, no las hacen?

CONSEJERO-. Por supuesto. Todos vuestros sbditos, desde que abandonaron el hbito de la lectura, ocupan su tiempo de ocio en tan divertido y saludable ejercicio. Pero...

REINA-. Pero?CONSEJERO-. Pero no he de besarles la mano. He ah la diferencia.

REINA-. No! Te equivocas. La diferencia radica en la calidad de las pelotillas. A que las mas son mayores?

CONSEJERO-.No lo niego. Sois dama de unos reales mocos. Ms que pelotillas, parecen albndigas.

REINA-. Bueno, basta de excusas, bsame la mano o te hago torturar hasta las ltimas consecuencias escuchando la cancin que grab en el programa Operacin Triunfo IX, con la que gan...

CONSEJERO-. (Farfulla) Dictadora...

REINA-. Qu has dicho, insolente?CONSEJERO-. Que... que en nuestro pas no existe la tortura.

REINA-Pues har que te anulen tu telfono mvil.

CONSEJERO-. Piedad, majestad, eso es lo ltimo que se le puede hacer a un hombre de Estado! (Se dirige hacia ella). Os besar la mano, y lo que queris.

REINA-. (Frenando su impulso) No, no, tampoco hay que pasarse. Con la mano es suficiente.

CONSEJERO-. (Le besa ambas manos con frenes, con voluptuosidad babosa). Vuestras manos exhalan un aromtico y sublime olor a ajo.

REINA-. Basta, basta! (Toma asiento en el gran trono y deja al lado el garrote, mostrndose preocupada). Quiero que se publique un decreto por el que se ordene el cambio del garrote real por el de otro objeto ms apropiado para una reina: un abanico, una piruleta,... Me siento tan ridcula...

CONSEJERO-. (Cortndola). Sabis que eso no es posible. Tenis que estar preparada ante un eventual ataque de vuestros enemigos, y tambin necesitis aplicar la ley del garrotazo.

REINA-. Estoy cansada de tanta responsabilidad y de ser reina. A m lo que me gustara ser es delantero centro del Betis, o del Sevilla... o si no, ciclista, como Indurin.

CONSEJERO-. Pero, majestad, os faltan condiciones...REINA-. A una reina le sobran condiciones para todo. Lo que sucede es que nuestra dignidad no nos permite practicar ciertos deportes propios del populacho. Acaso has visto alguna reina jugando al ftbol o corriendo el Tour? (El consejero deniega con la cabeza). Entonces, cmo te atreves a suponer que me faltan condiciones? Pero dejmonos de charla intil. A ver, cuntame, qu asunto de Estado me traes hoy. Seguro que nada bueno, (le coge la cara y la mueve de un lado a otro) Alegra de la huerta.

CONSEJERO-. (Soltando toda su coleccin de tics, mostrndose nervioso). Os traigo... os traigo...

REINA-. Queris dejar de moveros y de hacer gestos? Eres ms inquieto que una lagartija.

CONSEJERO-. Perdonad, majestad. Es que el asunto es tan importante que me quita el sueo.

REINA-. Acaso se nos ha despedido la cocinera?

CONSEJERO-. Mucho ms grave.

REINA-. Se ha acabado el ajo de la cocina?CONSEJERO-. Ms grave.

REINA-. T siempre tan optimista. De pequeo, qu queras ser?CONSEJERO-. (Con naturalidad) Como todo el mundo: sepulturero.

REINA-. No s por qu, pero me lo estaba imaginando.

CONSEJERO-. ... tambin vos querais se sepulturera? (Se da cuenta de que ha dicho una estupidez). No, claro. Porque sois muy inteligente. Por eso habis llegado a reina.

REINA-. Y t, un pelota a sueldo. Anda, habla de una vez, y no me hagas perder mi real tiempo.

CONSEJERO-. Sabis, majestad, que para que un pas pueda seguir el curso de la Historia no le basta con tener una reina.

REINA-. Si te parece, contratamos a mis dos hermanas y contigo y la criada formamos un equipo de baloncesto.

CONSEJERO-. (Nervioso) Quiero decir que en otros pases tienen rey.

REINA-. Y qu? A ver si tambin me vas a salir machista.

CONSEJERO-. Rey, adems de reina. (Nuevos tics). Me comprende vuestra majestad?

REINA-. Ni vuestra majestad ni vuestra ta. Que te expliques. Y deja de hacer gestos con esa cara de trapo.

CONSEJERO-. Trato de deciros que necesitis un marido.REINA-. Y no sera mejor que me comprara un chimpanc?

CONSEJERO-. (Muy serio). Majestad: este pas necesita un heredero, no un zoo.

REINA-. Pues que se lo compre. Creo que ahora hay unos de rebajas monsimos, en el OPENCOR.

CONSEJERO-. Hablo en serio, majestad. El Consejo ha decidido que ya tenis edad de contraer matrimonio.

REINA-. Ea! De nuevo el tema del casamiento, como antes con mis hermanas... Y quin es el Consejo...?

CONSEJERO-. El Consejo soy yo, seora.

REINA-. Vaya, qu calladito te lo tenas. Y por qu no te casas t, que eres ms viejo?

CONSEJERO-. Yo no me puedo casar.

REINA-. Por qu?

CONSEJERO-. (Con timidez y tristeza). Por que soy muy feo, majestad.

REINA-. (Conteniendo la risa). T que vas a ser feo!

CONSEJERO-. Ms que el estornudo de una momia, ms que los pies de otro, ms que...

REINA-. Est bien, est bien, me casar por el bien del pas. Pero, de dnde saco yo un prncipe con quien casarme?

CONSEJERO-. He ah el problema. No hay un prncipe soltero en cien pases a la redonda. Tendris que casaros con alguien del pueblo.

REINA-. Con la chusma? Un hombre del pueblo, ni hablar, que me puede salir inteligente... Al menos, un duque, o un marqus.

CONSEJERO-. Pues tampoco hay solteros entre la aristocracia.

REINA-. S que me lo pones difcil. Alguna solucin habr. Publica un anuncio, a ver si a alguien se le ocurre algo.

CONSEJERO-. Intil, majestad. En este reino, desde que popularizamos la mquina-para-bobos nadie piensa. Ella atrae toda la atencin.

REINA-. De qu mquina hablas? Dame una pista.

CONSEJERO-.Una caja, con un cristal, se enchufa y se pone en marcha apretando un botn o con el mando a distancia, se mueve lo que hay en su interior y se calienta...

REINA-. Ya lo tengo! El horno microondas! (Observa la expresin del consejero) No... no es el horno microondas?

CONSEJERO-. No. Empieza por tele... y la hay por cable.

REINA-. Tele... tele... El telfono! No?

CONSEJERO-. La televisin

REINA-. Es lo que haba dicho antes.

CONSEJERO-. Dijisteis...

REINA-. Es que vas a discutir la palabra de tu reina?

CONSEJERO-. No, majestad. Bueno, prosigo... Desde que popularizamos la tele, el pueblo no piensa, los nios no juegan en la calle, no leen, las mujeres slo ven ftbol, y a los hombres se les quema la comida.

REINA-. Buen invento. El pueblo no debe pensar. He dicho! Reptelo.

CONSEJERO-. El qu?REINA-. Lo que he dicho.

CONSEJERO-. Lo que he dicho.

REINA-. Eso no.

CONSEJERO-. Eso no.

REINA-. Basta!

CONSEJERO-. Basta!

REINA-. Quieres dejar de repetir lo que digo?

CONSEJERO-. Vuestra majestad me lo haba ordenado.REINA-. Deca que repitieras que el pueblo no debe pensar.

CONSEJERO-. El pueblo no debe pensar.

REINA-. Slo la reina.

CONSEJERO-. A veces, y con gran esfuerzo.

REINA-. Es que no es fcil pensar.

CONSEJERO-. Lo s. Pero merece la pena. Yo, con una sola vez que he conseguido pensar, fijaos qu alto he llegado... Pues bien, si queremos encontrar solucin a con quin casaros, habr que recurrir a la nica persona que piensa en el pas.

REINA-. Alguien piensa? Horror! A m la guardia!

CONSEJERO-. No os esforcis. En el reino de Fachenda no tenemos guardia. Estamos en la ruina. Slo hay un soldado, un buen mozo, que hace de soldado, capitn y cocinero militar.

REINA-. Pero no es posible.

CONSEJERO-. El qu? Qu alguien piense, que no tengamos guardia, o que estemos en la ruina?

REINA-. Que alguien piense. Quin es el atrevido?CONSEJERO-. Lo habis dicho antes: vuestra majestad.REINA-. Yo?

CONSEJERO-. S. Si queris casaros con un prncipe, tendris que intentarlo.

REINA-. Est bien, har un esfuerzo supremo y pensar. Treme el trono de pensar!

CONSEJERO-. Tened cuidado. Ya lo dice el Ministerio de Salud: Las autoridades sanitarias advierten que pensar es malo.

REINA-. Correr el riesgo, por el bien de Fachenda.

CONSEJERO-. La Historia os lo agradecer.ESCENA 4

Soldado

Obdulia, camarera y sirvienta de las hermanas de la reina

Retrato 1Retrato 2

SOLDADO-. Qu aburrimiento! En este palacio no ocurre nada. Hice la carrera militar para convertirme en un gran soldado, en un hroe de famosas batallas, donde probar mi valor (se acerca al pblico, arrogante) mi coraje, mi valenta...

OBDULIA-. Chist, chist! Bravucn, hombre mo

SOLDADO-. Ah, qu susto! Quin es?

OBDULIA-. Griseldito, Griseldo de mi corazn!

SOLDADO-. Adelaida?

OBDULIA-. Griseldo! Cmo que Adelaida? Otra vez?

SOLDADO-. Opb... Obdulia, eres t! Qu haces aqu, con el fro que se coge en los pasillos? Por qu no ests con las hermanas de la reina?

OBDULIA-. Eres bobo? No habamos quedado citados a esta hora y en este lugar?

SOLDADO-. (Al pblico) (Ah, lo haba olvidado! Qu fallo!) S, por supuesto, cario.

OBDULIA-. Estoy empezando a pensar que ya no me quieres...

SOLDADO-.S, mi amor!

OBDULIA-. ... que hay otra en tu vida...

SOLDADO-. S, mi amor!

OBDULIA-. Qu?

SOLDADO-. Digo, no, mi amor!

OBDULIA-. Que me he prometido, no con el capitn de la guardia, sino con un mequetrefe, con un simple soldado, con un mero...

SOLDADO-. S, con un mero, t lo has dicho. Obdulia, perdona a tu caballero andante (lo de andante es porque no tengo caballo). Es que tengo mucho trabajo. Con tantas ocupaciones, no hay tiempo para aburrirse.

OBDULIA-. (Empieza a llorar) Y yo deseando verte. Estoy harta de ser camarera de las hermanas de la Reina. Cada una, igual de petarda. Son quisquillosas, marisabelotodos, oas, cursis, avariciosas,...

SOLDADO-. Veo que no las estimas mucho.

OBDULIA-. Quererlas, yo? Ojal me toque la bonoloto o la lotera para darles con la puerta de palacio en las narices,... (se acerca a Griseldo) e irme contigo a las playas de Honolulu.

SOLDADO-. Obdulia, Obdulia! Sabes que un capitn de la guardia no tienes vacaciones. Esto es una vocacin. Mis hombres me necesitan a todas horas. Soy para ellos un padre, un compaero, un hermano, una suegra.

OBDULIA-. Qu hombres, si no tienes ejrcito?

SOLDADO-. Bueno, bueno, no hace falta que lo digas tan alto. Adems, quin sabe, ya vendrn.

OBDULIA-. Con esta reina, ni soldaditos de plomo.

SOLDADO-. Sin embargo, ningn pas nos ha atacado.

OBDULIA-. Porque somos tan insignificantes que no aparecemos en los mapas.

SOLDADO-.Qu triste! Ni el trabajo, ni tu pas, valen un cntimo de euro. Menos mal que nos queda Honolulu, y el amor...

OBDULIA-. Qu amor? El de Adelaida, la Lagartona, o el mo, la Virtuosa?

SOLDADO-. El tuyo! Amor de mi vida, vida de mi corazn, corazn de mi cuerpo, cuerpo de bomberos, bomberos que apagan el fuego, fuego de mi corazn, corazn de mi... ya me estoy liando.

OBDULIA-. Si algn da me entero de que me engaas con Adelaida, monto no slo un cirio, sino una cofrada con todos los nazarenos.

SOLDADO-. Vmonos, Obdulia, creo que viene la reina con alguien ms.

Se marcha la pareja.

RETRATO1-. Has visto t esto?

RETRATO 2-. Qu lo!

RETRATO 1-. Como se entere Adelaida, veremos pronto una pelea de boxeo entre sirvientas. Y eso que Griseldo es poca cosa.

RETRATO 2-. Por supuesto. No como yo, en mis aos mozos,...

RETRATO 1-. Chico, t tambin has estado enamorado?

RETRATO 2-. Claro que s. De mi mujer, la duquesa Mara Eduarda Estuarda de Albondiguilla. Ahora est expuesta en el Museo de pintura Real.

RETRATO 1-. Pues tienes difcil hablar con ella, Eduardo, como no te expongan all,... Por el momento, solo te queda hablar conmigo... Eduardo... (un poco melosa) Yo soy guapa? ...

RETRATO 2-. Margarita, que ests casada!

RETRATO 1-. Mi marido, el conde Patoso de Cucufu, muri en la batalla de Perpin!

RETRATO 2-. S, s, eso es lo que dicen siempre, y despus aparecen de improviso... como en las pelculas. Y se arm el escndalo.

RETRATO 1-. Lo que es la vida. Al final, una termina colgada por un amor imposible. No pintamos nada!

ESCENA 5

Reina

Consejero

Retrato 1

Retrato 2

Vuelven la Reina y el consejero. ste ltimo empuja un extrao artefacto con ruedas tapado con una gran tela. Lo coloca a uno de los lados del escenario, cercano al pblico.

REINA-. Vamos, prepralo, que me siento inspirada!

El consejero quita la tela y aparece un ingenio en forma de taza de vter. Es una especie de inodoro real, muy decorativo y con lucecitas de colores.

CONSEJERO-. Cuando gustis, majestad.

La reina se sienta solemnemente en el inodoro, agarra el tirado de la cisterna y, con idntica magnificencia y pompa, tira de l. Comienza a salir humo de la cisterna, y a sonar un fragmento del Himno de la Alegra, de Beethoven.

La Reina hace gestos de esfuerzo intelectual. Cuando cesa la msica y el humo empieza a desaparecer dice:REINA-. Ya viene, ya viene la idea!

La Reina al instante se relaja, y muestra cara de satisfaccin por la labor cumplida.

CONSEJERO-. Dios salve a la Reina!

Se oye msica solemne. La Reina se levanta con majestuosidad, y el Consejero abre la tapa, introduce las manos e el inodoro y saca un huevo enorme.

REINA-. Ha sido nio o nia?

CONSEJERO-. Como de costumbre ha sido un huevo, majestad. Es que las ideas de este calibre se incuban.

REINA-. Cscalo, rmpelo cuanto antes! Estoy ansiosa por conocer la idea que he tenido.

El consejero golpea el huevo y de su interior brota una voz (voz en OFF) en forma de eco que corresponde con la de la reina.

VOZ DE LA REINA (desde el huevo)-. Yo, la Reina Batata, he pensado, no sin gran esfuerzo, que la solucin para encontrar prncipe es buscarlo all donde han existido los ms bellos y valerosos, los ms nobles y gentiles: en los cuentos tradicionales. Recurramos a los ms hermosos libros de cuentos. He dicho,... mejor, he pensado,...he puesto un huevo, que diga, he puesto esta idea en conocimiento de mis sbditos presentes.

CONSEJERO-. (mirando a la reina) Y a qu libros vamos a recurrir?

REINA-. A los de la biblioteca de palacio, la Biblioteca Real.

CONSEJERO-. (desconcertado) En palacio no queda ningn libro, ni existe biblioteca.

REINA-. Pues entonces en la Biblioteca Virtual.

CONSEJERO-. No estamos para bromas, majestad.

REINA-. Hijo, qu soso eres.

CONSEJERO-. Le recuerdo que su majestad se ha comido todos los libros de aqu a tres aos.

REINA-. Es que tengo gusto por la cultura y amor al conocimiento.

CONSEJERO-. Y un hambre de mil demonios.

REINA-. Queda por ah uno inmenso, grandsimo, de pastas duras. Con ese no me atrev, por miedo a que e me indigestara. Adems, le tengo especial cario, porque era mi preferido cuando pequeita. Vamos a buscarlo. Quizs est en mi cuarto de juego.

Ambos se disponen a salir de nuevo. La reina se fija en el vter o inodoro.

REINA-. Dar orden de que se lleven mi mquina de las ideas. Servir para otra ocasin.

Salen del escenario.

RETRATO 1-. Has visto qu mquina ms curiosa? Parece un fotomatn de esos que por pocos euros te hacen cuatro fotos sentada.

RETRATO 2-. Y que lo digas. Pero en este caso, poniendo un huevo, sale una idea.

RETRATO 1-. No he visto reina ms rara.

RETRATO 2-. Pero chica, si es la nica reina que has visto en tu vida.

RETRATO 1-. Bueno, hijo, es que con tanto marco y tanto peso, una no puede viajar demasiado... Oye, querido Eduardo, y t has puesto? ...

RETRATO 2-. Un huevo?

RETRATO 1-. No, cario, que si has puesto ms peso.

RETRATO 2-. Pero Margarita, si no comemos, cmo vamos a ganar peso? Adems, si no nos vemos de cuerpo entero: somos retratos de busto.

RETRATO 1-. No s, hijo, como limpian tan poco. A lo mejor acumulando suciedad.

RETRATO 2-. Cada vez ests ms impertinente. Me ests llamando sucio? Insinas que no estoy aseado?

RETRATO 1-. Hombre, lo que se dice limpio, limpio, no lo ests. Voy a ser muy sincera, compaero de pinturas: como la Adelaida esa no nos pase el plumero con ms frecuencia, vamos a ir cada vez a peor. No van a querer salir con nosotras ni los cuadros del Museo del Prado.

RETRATO 2-. Margarita, querida, calla, calla, que viene el do dinmico con su criada.

RETRATO 1-. Las dos hermanas? Y a qu vendrn? Qu estarn tramando? No te muevas, Eduardo, que vamos a escuchar.

RETRATO 2-. Tranquila, hija, lo que es moverse, ni por una subasta.

RETRATO 1-. Eduardo, cmo estoy de maquillaje?

ESCENA 6

Priscila, hermana pelota y sumisaRebeca, hermana traidoraObdulia, camarera y sirvienta de las hermanas de la reina

Aparece Obdulia caminando con sigilo por la sala. Se vuelve y se dirige a uno de los laterales.

OBDULIA-. Ya pueden pasar, sus majestuosas hermanas.

REBECA-. Ya era hora de que se fuera la Reina y el consejero.

PRISCILA-. Rebeca, crees que lo que estamos haciendo est bien?

REBECA-. No-cabe-la-menor-duda, Priscila. Esta situacin no puede mantenerse por tanto tiempo. O se casa nuestra hermana, o la derrocamos y yo... (se pone nerviosa) y una de nosotras se convierte en reina. Ests de acuerdo, hermana?

PRISCILA-. Yo, si no se enfada la Reina,...

REBECA-. Priscila, deberas pensar por ti misma!

PRISCILA-. S, lo s, debera pensar por mi misma... Yo pienso por m misma, Rebeca?

REBECA-. Lo dudo, cario...

PRISCILA-. Lo dudas? Pero si has dicho que no...

REBECA-. Que n qu?

PRISCILA-. Que no caba la menor duda.

REBECA-. Priscila, me exasperas!

PRISCILA-. Rebeca, yo estoy contigo. Lo que sucede es... que cuando estoy delante de nuestra hermana mayor, me siento pequeita.

REBECA-. Tienes que superar este complejo infantil.

PRISCILA-. S, es verdad. Tengo un complejo, no slo infantil, sino tambin de la infancia.

La hermana la mira, haciendo gestos de desaprobacin.

REBECA-. Vers cmo conmigo en el trono no tendrs ese problema, Priscila.

PRISCILA-. Por qu dices conmigo en el trono, Rebeca?

REBECA-. (nerviosa) Quiero decir, con una de nosotras en el trono de Fachenda,...

PRISCILA-. (con cierto retintn) Veo que te equivocas mucho cuando hablas del trono. Te veo muy motivada.

REBECA-. Yo? Qu va! Se nota mucho?

OBDULIA-. Seoras, seoras, oigo pasos!

REBECA-. Escondmonos detrs de esas cortinas. Vamos a escuchar a la Reina y al estrafalario Consejero. A ver, a ver qu traman.

PRISCILA-. Yo primen.

REBECA-. Priscila, esto de la cortina no es un juego.

PRISCILA-. Ya s, hermanita, que no es un juego de cortinas. No soy tonta.

REBECA-. Dmonos prisa, o nos convertir en dos retratos grotescos. como stos.

Los dos retratos, sin ser vistos, se giran hacia ellas con gesto de enfado.

ESCENA 7

Reina Batata

Consejero

Morgana, bruja realAparecen el Consejero y la Reina. El Consejero manda llamar al capitn de la guardia.

CONSEJERO-. Capitn, Griseldo!

GRISELDO-. S, seor?

CONSEJERO-. Di a tu soldado que traiga el gran libro aqu, a la sala. Y con cuidado, que es el nico.

GRISELDO-. El nico soldado o el nico libro, seor?

CONSEJERO-. (Con intriga, en voz baja, pero enrgico) Capitn, no hable con voz tan alta sobre nuestras limitaciones en defensa, que el enemigo est cerca! Que traigan el libro, inmediatamente!

GRISELDO-. (dirigindose al exterior, a uno de los laterales del escenario) Soldado, traiga ese objeto! (espera unos segundos). Parece que tarda, seor; ir a ver qu sucede.

Sale. Al poco rato aparece vestido de soldado (sin los galones de oficial y con casco). Es el mismo Griseldo, el capitn, el que hace de soldado. Con esfuerzo porta el libro.

GRISELDO-. Aqu est el libro, Seor Consejero.

CONSEJERO-. Gracias, soldado. Capitn!

Griseldo-soldado se encamina ligero hacia un lateral. Al poco rato, aparece con los galones de capitn, con capa y sin casco.

GRISELDO-. S, seor?

CONSEJERO-. Puede usted marcharse con su soldado. Felicitaciones por el trabajo bien hecho. Tomad una moneda.

GRISELDO-. Somos dos, Seor.

CONSEJERO-. Griseldo, que ya nos conocemos! Eres nuestro nico soldado!

GRISELDO-. (Para el pblico) (Viejo tacao!)

CONSEJERO-. Qu dice, capitn?

GRISELDO-. Que no le engao.

CONSEJERO-. Bueno, podis dejarnos solos, a la Reina y a m... (Se marcha Griseldo. El Consejero mira a su alrededor)... Dnde est la Reina?

REINA-. Aqu arriba, querido. En mi silla de Reinar. As trabajo un poco.

CONSEJERO-. Majestad, he aqu su libro.

La Reina comienza a bajar las escaleras.

REINA-. S, s. (Con ilusin de nia pequea, y dirigindose al libro) Ven a mis brazos y deja que te bese.

El Consejero deja el libro en el suelo y va hacia la reina con los brazos extendidos y lo labios en forma de pin.

REINA-. A ti no, so bobo.

CONSEJERO-. Me extraaba.

REINA-. (Abraza el libro y lo besa). Mis queridos cuentos olvidados, en vosotros se halla nuestra salvacin.

CONSEJERO-. Majestad, aunque lo haya dicho un huevo, cmo vais a casaros con un prncipe de papel, con un dibujo?

REINA-. Con un dibujo dices? Ja, ja,... ignorante. Pienso hacer invocar a esos prncipes para que acudan en persona.

CONSEJERO-. Claro, muy sencillo. Se dice: prncipes, venid, y el prncipe de la Bella Durmiente, de Blancanieves o de la Sirenita acude. (Chulescamente) Anda ya!

REINA-. Qu has dicho?

CONSEJERO-. (nervioso) Perdn, majestuosa seora, quise decir (Chulescamente, de nuevo): Andad vos ya.

REINA-. Eso est mejor. Traer a los prncipes est chupado. Para eso est Morgana, Maga Real.

CONSEJERO-. (Al pblico) (Morgana, la que trabaja cuando le da la gana. No da una, y se cree la hechicera, la bruja ms sabia del reino).

REINA-. Qu ests diciendo, Consejero?

CONSEJERO-. Nada importante, mi reina. Que si llego a saber que viene la Maga, me peino.

REINA-. (Un tanto afectuosa y melosa) Por qu, Conse? Es que andas enamorado de la Bruja?

CONSEJERO-. Yo? Jams! Con esa vieja pelleja que come sapos y culebras, que slo se lava en febrero, y cuando es bisiesto. Con esa misteriosa mujer, cuyos aos se desconocen. Con esa Maga, que aparece cuando no la llamas. Y es como el hombre del tiempo, que no acierta ni una...

Aparece de pronto y por detrs la Bruja.

MORGANA-. Consejero? Mi reina?

CONSEJERO-. Ah, qu susto me has dado, Morgana!

MORGANA-. De m hablabas, Consejero?

CONSEJERO-. No qu va, hablaba de mi suegra, que...

MORGANA-. Calla, majadero. He acudido porque he sentido la necesidad de la Reina...

REINA-. Has venido porque estabas escuchando detrs de la puerta o de las cortinas.

MORGANA-. (nerviosa) Yo, detrs de las cortinas? Seora, me siento indignada!

REINA-. No, no, no te sientes, Morgana. Necesito que hagas tu trabajo. Para eso te pago.

MORGANA-. Majestad, hace meses que no me paga.

REINA-. No lo digas tan fuerte, que se van a enterar los enemigos! Bueno, es hora de que comiences a ganarte el pan con tu trabajo. Mira el libro de cuentos! Mis hermosos prncipes!.

EL Consejero gira el libro y el pblico puede ver el verdadero ttulo: MIS QUERIDOS MONSTRUOS.

El Consejero vuelve a colocar el libro con las pginas abiertas al pblico, estando al descubierto la primera pgina, donde se aprecia claramente el dibujo del primer monstruo: FRANKENSTEIN.REINA-. No lo muevas ms, que lo vas a estropear.

CONSEJERO-. Perdn, mi reina.

REINA-. Morgana! Es tu turno, ya sabes lo que hay que hacer.

Morgana se sita en el centro del escenario, y con exagerados gestos, dirigindose al libro y al pblico, empieza a decir:

MORGANA-. A ti, prncipe desconocido, galn de mis sueos, te conjuro para que por tus venas de tinta roja corra sangre azul y tome vida tu cuerpo de papel. Si eres soltero, ven, y si no, qudate donde ests.

Se produce un oscuro momentneo, al que rayos (luces) y truenos (sonido) le ponen ambiente de magia y misterio.

La oscuridad es aprovechada por el actor que interpreta al Consejero para pasar la hoja del libro y ofrecer al pblico vuelta la luz- la silueta de FRANKENSTEIN vaca, como si el monstruo hubiera salido.

CONSEJERO-. No veo que haya acudido prncipe alguno.

MORGANA-. Poca fe tienes en los poderes de una Bruja. Has de saber que hice un curso de magia por correspondencia, homologado por la Magic Salesian and Trinity University. Seguro que el prncipe ha venido, pero se habr despistado por palacio. Vamos por otro principito, por si ste no fuera del agrado de la reina!

El Consejero pasa otra hoja, donde aparece el dibujo del Conde DRCULA. Se repetir el juego anterior.

Morgana se sita de nuevo en el centro del escenario, y con exagerados gestos, dirigindose al libro y al pblico, dice por segunda vez:

MORGANA-. A ti, prncipe desconocido, galn de mis sueos, te conjuro para que por tus venas de tinta roja corra sangre azul y tome vida tu cuerpo de papel. Si eres soltero, ven, y si no, t te lo pierdes, besugo.

Se produce un oscuro momentneo, al que rayos (luces) y truenos (sonido) le ponen ambiente de magia y misterio.

La oscuridad es aprovechada por el actor que interpreta al Consejero para pasar la hoja del libro y ofrecer al pblico vuelta la luz- la silueta de DRCULA vaca, como si el monstruo hubiera salido.

REINA-. Morgana, querida Bruja, sabia y fiel... Haz de una vez tu trabajo. Usa tu voz, tu labia. Yo te lo agradecer. Aunque por el momento no aparece ningn prncipe.

MORGANA-. Seora, sus palabras son canciones; sois una oradora, una escritora, una poetisa.

CONSEJERO-. sta es ms pelota que yo!

REINA-. Lo s, lo s. Pero no escribo.

MORGANA-. Por qu, mi reina?

REINA-. Porque tengo faltas de orticultura.

MORGANA-. Eso tiene solucin.

REINA-. La que no va a tener solucin eres t, maga petarda, como no encuentre a mi prncipe.

MORGANA-. (Nerviosa) Paciencia, Seora... Estarn perdidos por el palacio, un lugar tan grande. Enseguida demostrar que no uno, ni dos, sino tres prncipes estn aqu.

El Consejero pasa otra hoja, donde aparece el dibujo del HOMBRE LOBO. Se repetir el juego anterior.

Morgana se sita de nuevo en el centro del escenario, y con exagerados gestos, dirigindose al libro y al pblico, dice por tercera vez:

MORGANA-. A ti, prncipe desconocido, galn de mis sueos, te conjuro para que por tus venas de tinta roja corra sangre azul y tome vida tu cuerpo de papel. Si eres soltero, ven, y si no, vete a hacer puetas.

Se produce una oscuridad momentnea, al que rayos (luces) y truenos (sonido) le ponen ambiente de magia y misterio.

La oscuridad es aprovechada por el actor que interpreta al Consejero para pasar la hoja del libro y ofrecer al pblico vuelta la luz- la silueta del HOMBRE LOBO vaca, como si el monstruo hubiera salido.

REINA-. Morgana?

MORGANA-. Ha venido, lo he visto, apuesto que es un prncipe apuesto y sonriente. Se ha ido por all.

REINA-. No me vaciles, que te veo!. Vamos a comprobarlo, brujita de tres al cuarto. Como no los encontremos, preprate para hacer un cursillo de la Cruz Roja, pero de vctima necesitada de primeros auxilios!

Reina, Consejero y Bruja se marchan por un lado del escenario.

ESCENA 8

Frankenstein

El Conde Drcula

EL Hombre Lobo

Hace su aparicin FRANKENSTEIN. Es igual al que los espectadores han visto en la silueta de la lmina. Tipo gigantesco, desaliado, con los pantalones por los tobillos, calcetines de diferente color, zapatos grandes y con una chaqueta algo pequea. Ya en el escenario, empieza a deambular con paso incierto, torpe y lento. La voz, cavernosa.

FRANKENSTEIN.- Qu hago yo aqu? Ser esto el concurso de guapos al que envi una tarjeta de participacin? Uy... parece un palacio. A lo mejor es el ayuntamiento. Pues, o me hacen concejal, o los asusto a todos. (Descubre el trono). Hombre, un silln. Esto est mejor. (Se sienta). Dar una cabezadota.

Se queda dormido de inmediato. Sale DRCULA a escena por otro lado del escenario. Viste como el popular y conocido personaje del cine. Pelo engominado, nariz afilada, entradas. Capa negra, y de forro rojo. Su tez es blanca. Tiene ojeras, y sus colmillos son lo propios de un vampiro. Agitar la capa como si volara.

DRCULA.- (Mira a todas partes con cara de extraeza). Este castillo no es el mo de los Crpatos. Cmo habr llegado hasta aqu? El caso es que noto un olorcillo agradable, como a ese lquido rojo y oscurito que tanto me chifla. Habr sido el destino el que me trajo aqu? Creo que en este lugar me voy a dar un atracn. Pero... de dnde viene ese grato olorcillo? Parece que del suelo. (Se pone a gatas y va husmeando como un perrillo hacia el trono). Cada vez lo noto ms prximo. Debo estar muy cerca. (Llega junto a los pies de FRANKENSTEIN, el cual duerme plcidamente. DRCULA le huele los zapatos). S, aqu est el dulce olor, el delicioso nctar que he de beber. Qu ocasin!

Levanta la pierna de FRANKENSTEIN y, con aparatosa mmica, le muerde un tobillo. FRANKENSTEIN pega un brinco y un alarido.

FRANKENSTEIN.- Aaaaah...! (DRCULA se asusta ms que l, y se incorpora de un salto). Mam, pupa nene! (Se levanta lentamente) Malo, eres muy malo, por qu me has mordido?

DRCULA-. Por tu irresistible olor, por la fragancia de tus pinreles, moreno.

FRANKENSTEIN: Te voy a dar un mamporro por haberme hecho dao.

FRANKENSTEIN va hacia DRCULA, pero ste, ms gil, gira a su alrededor, y le pasa su capa como un torero a un toro bravo. Otra vez arremete el grandulln, pero el vampiro se le escurre bajo sus piernas. Entra en ese momento el HOMBRE LOBO. Tipo casi cursi, viste traje y se toca con sombrero su crecida melena. Su cara y sus manos estn cubiertas de pelo. Luce largas y afiladas uas.

HOMBRE LOBO: Pero, qu ocurre aqu? (Extiende los brazos con las uas amenazantes). Uuuu..., uuuh! (DRCULA y FRANKENSTEIN se detiene y se le quedan mirando con asombro. Les da la risa). Es que no os doy miedo?

DRCULA: Con esa pinta?

FRANKENSTEIN: (Con mmica) Mira cooomo tieeeemblo...

HOMBRE LOBO: Es que yo soy el HOMBRE LOBO.

DRCULA: T no asustas ni a Caperucita. Y a ver si te afeitas. Mucha elegancia, pero vas hecho un cochino con esos pelos.

HOMBRE LOBO: Ya os he dicho que soy el HOMBRE LOBO, y un hombre lobo debe tener pelos en la cara.

DRCULA: Mi ta Enriqueta tiene pelos en la cara y no es ninguna mujer loba.

HOMBRE LOBO: Pues yo no soy la ta Enriqueta. Soy el HOMBRE LOBO, LUPO para los amigos.

FRANKENSTEIN: Y yo FRANKENSTEIN, pero me puedes llamar FRANKi.

HOMBRE LOBO: Frankenstein, jo, qu nombrecito. Con lo fcil que hubiera sido llamarte Pepe, Yosua, Celedonio, Kevin Cosner,...

FRANKENSTEIN: Me llamo Frankenstein en honor al doctor que me recompuso.DRCULA: Perdn, pero yo soy el excelentsimo seor DRCULA, conde Drcula, pero podis llamar Drcula.HOMBRE LOBO.- Qu original. Encantado. (Los tres monstruos se estrechan las manos de forma embarullada y repetitiva). Bueno, y ahora que nos hemos presentado, me gustara descubrir cmo hemos llegado hasta aqu. Yo estaba guardando unas ovejas porque, aun as de elegante, trabajo como pastor- cuando me sent transportado por una fuerza extraa y, antes de que pudiera darme cuenta, apareca en ese palacio.

DRCULA.- Eso mismo me pregunto yo. Estaba en mi trabajo de encargado del banco de sangre de la Seguridad Social, cuando not una fuerza similar que me transportaba.FRANKENSTEIN-. Igual me pas a m, salvo que yo cuidaba en ese momento de los nios en la guardera en que trabajo.

HOMBRE LOBO-. No creis que siempre he sido pastor. Antes, asustaba a la gente, pero tuve que dejarlo cuando se pusieron de moda el pelo largo y las barbas. Las personas se habituaron a esto, y empec a no causar miedo. Me preguntaban que si anunciaba algn champ, o a qu grupo musical perteneca.

DRCULA-. Pues yo me dedicaba a chupar la sangre a los dems, y era el terror de la zona. Pero algunos empresarios, polticos y banqueros me hacan tal competencia que tuve que dejarlo.

FRANKENSTEIN.- Tambin yo asustaba a la gente, hasta que apareci hacienda y se qued con la exclusiva de meter miedo. Y para las pelculas, aparecieron Stallone y Suarsenague. Ya no asusto ni a los peques de la guardera, que me comparan con un oso panda.

DRCULA.- Tal vez en este palacio, quiz real, quiz imaginario, tengamos la suerte de volver a nuestras antiguas profesiones.

HOMBRE LOBO.- Y podremos asustar a sus moradores.

FRANKENSTEIN.- (Con ilusin infantil) Eso, eso, vamos a meter mido. Seguro que hay una reina tonta y asustadiza.

Se oye un ruido de voces lejanas.

DRCULA.- Chist...! Alguien se acerca. Escondmonos a ver si son nuestras primeras... vctimas.

ESCENA 9

Reina Batata

Consejero

Bruja Morgana

Frankenstein

El Conde Drcula

EL Hombre Lobo

Hace aparicin la Reina Batata, seguida del Consejero y de Morgana. La Reina est muy enfadada.

MORGANA-. No s, no s lo que ha pasado! Mis conjuros nunca han fallado.

REINA-. Ja!

MORGANA-. Adems... yo he odo rumores y pasos por palacio. Puede que los prncipes estn escondidos tras las cortinas...

REINA-. Ja! Ja!

MORGANA-. Voy a ver tras estas cortinas de la sala...

Se dirige hacia donde estn los monstruos. Estos hacen gestos de preocupacin.

REINA-. Ja! Ja! Quieta, bruja de tercera divisin! No busques prncipes, sino monstruos...

MORGANA-. Monstruos, seora?

REINA-. Los monstruos que te voy a echar para que te hagan sufrir durante toda tu vida profesional, bruja mequetrefe!

MORGANA-. No lo entiendo, tienen que estar en algn prncipe.

CONSEJERO-. Ya os dije que era imposible traer a nadie desde un cuento. Ojal hubiera acertado esa impresentable, y podis casaros, majestad.

REINA-. Gracias, pelota, que eres un pelota. Estoy triste, y sola!

CONSEJERO-. (Con voz solemne) Sola se queda la reina!

MORGANA-. Le aseguro, por mi madre Celestina, que han salido tres apuestos prncipes.

CONSEJERO-. Apuesto que no!

MORGANA-. Apuesto que s son apuestos...!

CONSEJERO-. Apuesto que no has puesto prncipes apuestos...!REINA-. Basta ya de apostar! Por poner, yo he puesto un huevo! Os doy mi palabra, a ambos, de que si aparecen los personajes, los que sean, me casar con uno de ellos, aunque est ms bueno que el pan de pueblo. Salid de aqu, buscad por todas partes, con ganas, tiento y buenas artes. Si en una hora no hay prncipe que valga, os convertir en retratos...

CONSEJERO-. ... Pues no estara mal...

MORGANA-. Qu honor...!

REINA-. El retrato de los primeros mrtires de Fachenda!

Los dos se miran, asustados, y salen corriendo.

La reina ocupa el trono y se queda dormida con un bote de refresco pajita incluida- en la mano. Empieza a roncar, flojito.

Inmediatamente salen los tras personajes de su escondite, de las cortinas. Caminan sigilosamente.

HOMBRE LOBO.- (Se acerca a la reina) NO os preocupis, duerme como un leo.

FRANKENSTEIN.- Como una reina de copas, despus de la bebida.

DRCULA.- Qu veo? Esta es mi ocasin para chuparle ese lquido rojo, oscuro y viscoso, de cuyo nombre no puedo acordarme.

Con grandes aspavientos, se acerca a la Reina, se agacha hasta que tiene su cabeza cerca de la de ella, y levanta la capa de modo que ambos quedan ocultos a los espectadores. Se le oye absorber. Sonriente, asoma la cabeza por encima de la capa. Con cara de satisfaccin, habla.

DRCULA.- Qu rico, y qu dulce! Aunque esta sangre (eructa tenuemente) es un poco gaseosa.

FRANKENSTEIN.- Te he odo, te he odo, has sido t!

HOMBRE LOBO.- Mucha cara tienes t, que te has bebido todo el refresco. Y con la sed que me han dado las patatas fritas del desayuno. Pues yo, sin beber no me quedo. Voy a buscar un vaso y un recipiente de agua.

Sale del escenario.

FRANKENSTEIN.- Yo tambin quiero beber, pero no s dnde.

Aparece el Hombre Lobo empujando el Trono de Pensar. Leva adems un vaso. Al final se detiene y mira el trono. Observa el interior del inodoro y tira de la cadena. Suena el ruido del agua. Introduce el vaso y lo saca lleno de agua.

HOMBRE LOBO.- Qu rica! Me recuerda el agua de los bosques.

FRANKENSTEIN.- Puedo beber un poquito de tu vasito?

HOMBRE LOBO.- Venga, compaero, para eso estn los amigos.

FRANKENSTEIN.- (Bebe un poco) Qu rica! Aunque sabe un poco a leja. Y huele a pis... pis... pistacho.

HOMBRE LOBO.- Bueno, bueno. Si queremos asustar a los moradores de palacio, (seala a la Reina, que est totalmente dormida) por qu no empezamos con la dama durmiente?DRCULA.- Buena idea.

FRANKENSTEIN.- Prmen.

DRCULA.- De eso nada, monada. Su cocacola corre por mis venas y, por tanto, el honor me corresponde a m. Ah,... y lo de monada era un decir!

FRANKENSTEIN.- Me ests llamando feo, t que eres ms plido que la luna llena de crteres?

HOMBRE LOBO.- Para que no discutis, lo echaremos a cara y cruz con una moneda. Elige, Drcula.

FRANKENSTEIN.- Y yo, qu!

HOMBRE LOBO.- Pues entonces, cara yo, cruz Drcula, y t, canto.

FRANKENSTEIN.- Aqu hay trampa.

DRCULA.- Y por qu no la asustamos los tres a la vez?

HOMBRE LOBO.- Me parece razonable.

Los tres personajes se colocan delante de la Reina y adoptan terribles y cmicas posturas.

Se oyen pasos. Los monstruos, grotescamente, vuelven a su escondite. Uno se esconde tras las cortinas, otros de pone tras uno de los cuadros, y el otros se coloca como una lmpara de pie.

Aparecen las dos hermanas de la reina.

ESCENA 10

Priscila

Rebeca

Aparecen las dos hermanas de la reina.

PRISCILA.- Adnde vamos, Rebeca?

REBECA.- Querida Priscila, hemos de hablar con nuestra hermana, la reina Batata.

PRISCILA.- Para qu, Rebequita ma?

REBECA.- Para darle un ultimtum.

PRISCILA.- Uy, qu violenta, un ultimtum!... Y qu es un ultimtum?

REBECA.- Ella debe decidirse en el asunto de nuestros casamientos. Pero antes, ella, la reina soltera, debe encontrar marido. Y qu pocas veces la vemos con hombres pretendientes, aunque sean feos,...

PRISCILA.- Eso, aunque sean unos monstruos...

Priscila ha visto a la reina Batata dormida en el trono, roncando.

PRISCILA.- (En voz baja) Rebeca, Rebeca!

REBECA.- Qu quieres, Priscila?

PRISCILA.- Nuestra real hermana duerme a boca abierta.

REBECA.- (Con asco) Mrala, cmo trabaja por su reino... Durmiendo mientras los problemas de Fachenda aparecen por doquier...

PRISCILA.- Por doquier, por aqu y por all, por todas partes.

REBECA.- Priscila, por doquier significa por todas partes!

PRISCILA.- Ea! Los problemas parecen por todas partes y aparecen por doquier...

REBECA.- Djalo!

PRISCILA.- Qu dejo?

REBECA.- Deja de decir bobadas, por...

PRISCILA.- ... por doquier? (mirndola con ojos de corderito).

REBECA.- Noooo, por tu ta! Mira la reina... Oye, se me ocurre una idea. Es nuestra oportunidad. Vamos a la cocina, y le preparamos un venenillo, ahora que duerme. As podr... podremos hacernos con el trono.

PRISCILA.- Pero Rebeca, piensas eliminar a tu hermana?

REBECA.- No, slo dormirla para siempre.

PRISCILA.- Ah, entonces s. No quiero violencias en casa. Me dan mucha grima. Vamos a la cocina, hermana inteligente. Preparemos la pcima secreta para convertir a Batata I en una Blancanieves... Rebeca... y quines sern los siete enanitos?

REBECA.- Enanitos, enanitos,... te voy a dar yo enanitos por doquier! Vmonos, Priscila! Pensndolo mejor, preparar la pcima que deja como atontada al menos durante dos aos.

PRISCILA.- No me imagino cmo puede quedarse una persona atontada durante dos aos...

REBECA.- Pues t al menos llecas 19 aitos de pavo intenso.

PRISCILA.- No, Rebeca, yo no he visto ningn pavo todava.

REBECA.- Pues si lo llevas encima.

PRISCILA.- Uy, Rebeca. Pues no pesa nada... No se har pip el pavo, no? Si no el pelo se estropear...

REBECA.- Priscila... Cllate!

ESCENA 11

Reina Batata

Frankenstein

El Conde Drcula

EL Hombre Lobo

Sale cada monstruo de su grotesco e inocente escondite.

HOMBRE LOBO.- Por fin se han ido! En qu quedamos antes?

FRANKENSTEIN.- En que bamos a asustarla los tres a la vez.

DRCULA.- S, eso era. Vayamos, cada uno demostrando sus mejores registros de terror terrorfico.

Los tres personajes se colocan delante de la Reina y adoptan terribles y cmicas posturas.

LOS TRES MONSTRUOS.- Uuuu... Uuuu...! (La reina, por toda respuesta, emite un potente ronquido).

En vista de que no despierta, Drcula opta por hacerle cosquillas en la nariz con la punta de su capa. La reina se frota la nariz, se suena los mocos con la capa del conde Drcula y comienza a despertarse.

DRCULA.- La muy cochina. Se ha sonado los mocos en mi capa. Ya ni las reinas respetan a los monstruos. Estoy hace hervir la sangre a cualquiera.

HOMBRE LOBO.- Intentmoslo otra vez, pero con fuerza terrorfica.

LOS TRES MONSTRUOS.- Uuuu... Uuuu...!

REINA.- (Se levanta malhumorada). Pero... quin osa despertar a la reina?

Los tres asustadores, asustados, retroceden unos pasos.

HOMBRE LOBO.- Yo oso.

REINA.- De eso no hay duda... con los pelos que tienes.

FRANKENSTEIN.- Yo tambin oso.

REINA.- T, ms que oso, elefante. Pues os vais a enterar de lo que vale un peine.

FRANKENSTEIN.- Cunto vale un peine?

REINA.- Qu cunto vale, que cunto vale? (Coge un palo y lo levanta fe forma amenazadora. Los tres personajes retroceden a los lados, llenos de espanto). Y ya me estis diciendo cmo habis conseguido entrar en palacio y burlar al terrible caniche y a los cientos y cientos de soldados que vigilan la entrada.

HOMBRE LOBO-. Qu soldados y qu perro dice...

DRCULA.- (Con cierta elegancia) Disculpe, majestad, ignorbamos que vuestra gentil persona fuera la reina. De haberlo sabido, jams hubiramos intentado atacarla.

HOMBRE LOBO.- Nunca, nunca.

FRANKENSTEIN.- En la vida, palabrita del Nio Jess.

REINA.- Menos rollo y explicaros. Cmo habis podido entrar?

FRANKENSTEIN.- Veris, seora... seora o seorita?

REINA.- Seorita.

FRANKENSTEIN.- Veris, seorita...

REINA.- (Corrige molesta). Nada de seorita: Majestad!

FRANKENSTEIN.- Por qu me llamis majestad, si yo no soy rey?

REINA.- Majestad... soy yo.

FRANKENSTEIN.- Podrais haberlo dicho antes. Veris, seorita majestad: nosotros estbamos en nuestras ocupaciones cuando una fuerza extraa no... nos... (mirando a sus colegas) nos qu?...

DRCUILA.- Nos arrastr y aparecimos aqu, en vuestro palacio.

HOMBRE LOBO.- Algo misterioso, sin duda; algo... casi mgico.

REINA.- (Algo ms contenta) Claro, luego vosotros sois prncipes, prncipes de cuento! (Aparte) Pues, jolines, s que he ido a elegir a los ms guapos del repertorio.

DRCULA.- Prncipes, no. Yo slo llegu a conde. Soy el conde Drcula, seora, aunque en ocasiones me confunden con Blancanieves cuando se levanta por la maana sin maquillar.

HOMBRE LOBO.- (Se quita el sombrero y saluda graciosamente con l) Yo soy el Hombre Lobo, aunque a veces me confunden con el Gato con Botas.

FRANKENSTEIN.- Y yo, Frankenstein, aunque suelen confundirme con Suarzenaguer, antes de retirarse del cine.

REINA.- Horror! A m la guardia!

DRCULA.- Tampoco es necesario que se ponga as, seora.REINA.- Me pongo como me da la gana. As que personajes de cuento... (Empieza a comprender. Grita.) Consejero! Consejerooo...!

VOZ EN OFF DEL CONSEJERO-. Voy, voy!REINA.- Consejero...!CONSEJERO.- (Entre a la carrera.) Ya estoy aqu. (Se acerca a la Reina. No ve a los tres personajes, que estn a su espalda.) Qu ocurre, os ha picado ya el mosquito de las 5 y cuarto?La reina, con un gesto, le indica la presencia de los tres personajes. El Consejero, al descubrirlos, se queda paralizado. Los tres personajes se miran entre s y sonren con complicidad.

FRANKENSTEIN.- sta es nuestra gran oportunidad. Con ste va a ser fcil.LOS TRES MONSTRUOS.- (A coro y con gestos aterradores.) Uuu..., Uuu..., Uuu..., Uuu...!El consejero lanza un grito terrible, salta a los brazos de la Reina y se agarra a su cuello.

REINA.- Qu haces, desvergonzado? Baja inmediatamente. Pero, qu confianzas son stas?CONSEJERO.- (Sealando con el dedo a los tres personajes.) No, no, son horribles, protjame, Reina ma.Como puede, la Reina logra quitrselo de encima. l se esconde tres ella, agarrado a su falda y utilizndola como escudo humano.

REINA.- Cuando pienso en que te conced la Gran Cruz al Valor... Tuve que estar loca para hacerlo.CONSEJERO.- Fue por mritos de guerra, ya que haba logrado acabar con la cucaracha de la cocina que se coma sus reales ajos. Pero estos monstruos... con los sueos terribles que tuve de nio...!REINA.- Vamos, sal de detrs de m!, que hay algo queme tienes que explicar.CONSEJERO.- Ni hablar, mientras no se vayan estos tres tipejos.REINA.- Trtalos con mayor respeto, que son prncipes.CONSEJERO.- Si stos son prncipes, yo soy una princesa Barbie.REINA.- Sal de ah de una vez!FRANKENSTEIN avanza hacia la REINA. El CONSEJERO, asustado, se protege an ms, pero el monstruo lo agarra por una oreja y lo lleva al medio de la escena.

FRANKENSTEIN.- Su majestad ha dicho que salgas y tienes que obedecer, nio malo y feo.CONSEJERO.- Feo yo? Te has mirado t al espejo?REINA.- Est bien! (Al CONSEJERO.) Te presento a los seores Frankenstein, Hombre Lobo y al Conde Drcula. CONSEJERO.- (Asustadito.) Mu, mu, mucho susto... quiero decir,... mucho gusto.Les tiende su mano, pero DRCULA le sonre y el CONSEJERO, al ver su atractiva dentadura, da marcha atrs.

REINA.- Estos seores se encontraban en sus respectivos lugares de residencia, cuando una fuerza extraa los trajo a nuestro palacio. Sabes eso qu significa?CONSEJERO.- Los prncipes? No puede ser.REINA.- Eso es lo que yo digo, tarugo esfrico.CONSEJERO.- Tal vez fueran prncipes y una bruja los convirti en monstruos. Morgana, seguro que ha sido ella!REINA.- Morgana? Si esa no sabe ni hacer un puchero!DRCULA.- Un momento, seor!, a nosotros no nos ha convertido en monstruos nadie. Somos monstruos, profesionales del terror, y tenga cuidado con lo que dice, que llamo a nuestro sindicato.HOMBRE LOBO.- Bien dicho, conde, bien dicho.CONSEJERO.- No entiendo nada de todo este lo.REINA.- Pues yo s. Claro, ... es que yo soy la Reina (un tanto engreda.)CONSEJERO.- Pues explicaos.FRANKENSTEIN.- S, s, explicaos, que yo tampoco entiendo nada.REINA.- (Mirando al CONSEJERO con cara de detective.) Puedes decirme qu libro cogiste?CONSEJERO.- El nico que queda en palacio, el d los cuentos que vos me dijisteis.REINA.- Cgelo de nuevo y dime cmo se titula.CONSEJERO.- (Toma el libro y lee el ttulo.) Mis queridos monstruos. Editorial LOS NIOS MIEDOSOS. Claro, ahora lo entiendo: confundisteis este libro de terror con el d los cuetos, que seguro os lo comisteis en tortilla.REINA.- (Hace gestos afirmativos y de vergenza.) Ya recuerdo, cre que era un libro de trabajos manuales.CONSEJERO.- Y ahora qu vamos a hacer con estos tres... profesionales del terror?FRANKENSTEIN.- Conmigo no haces nada, que te arreo un mamporro.DRCULA.- Y yo te muerdo la nuez de la garganta.HOMBRE LOBO-. Yo... te convierto en estampita de Winnie the PoohCONSEJERO.- Majestad, yo nada quiero saber de este asunto, no es mi problema.REINA.- Muy rico t. Claro, el problema es mo. T con el rollo de que me debo casar, me obligaste a dar mi palabra de reina de que me casara con uno de los tres personajes que trajera del libro. Y ahora, qu? Porque no son unos guaperas, si te has fijado bien.CONSEJERO.- Por una vez no creo que se vaya a enterar nadie de que habis faltado a vuestra palabra.REINA.- La palabra de una reina es sagrada. Dije que me casara y lo har. Pero, con cul?, si son igual de feos.De repente, los monstruos se paralizan, contrariados, y empiezan a mirarse unos a otros.

LOS TRES MONSTRUOS.- (A coro. Con sonrisas coquetas y provocadoras.) Conmigo, reina, conmigo.REINA.- Qu horror! (Mirando al CONSEJERO.) T no eres el Consejero de Palacio?, pues aconsjame.CONSEJERO.- (Aparte, le susurra al odo.) Y si los envenenamos?REINA.- Hala, qu bestia!FRANKENSTEIN.- Qu barbaridad le has dicho a mi novia? A que te atizo.REINA.- Alto!, yo an no soy novia de nadie. Primero tengo que elegir. Tendr que valorar vuestras cualidades. Porque supongo que algo interesante sabris hacer.LOS TRES MONSTRUOS.- (Se miran. Cuchichean. A coro.) S, sii...REINA.- Pues demostradlo, lee! Id a ese cambiador, y demostrad uno a uno qu sabis hacer. Me quedar con el mejor, y... con el ms interesante.ESCENA 12

Reina Batata

Consejero

Frankenstein

El Conde Drcula

EL Hombre LoboLos tres monstruos se dirigen al cambiador. Ahora van como competidores, no tan amigos. La REINA ocupa ahora su gran trono y el CONSEJERO se sita a su lado.

Sale FRANKENSTEIN al centro del escenario. Comienza a sonar una msica, una meloda y un ritmo conocidos por el pblico. FRANKENSTEIN comienza a bailar, pesadamente y sin gracia. Sale tambin el Conde DRCULA, bailando moviendo caderas y hombros- desde el cambiador y se coloca junto a FRANKENSTEIN. Los dos bailan la misma meloda. Por ltimo se acerca el HOMBRE LOBO, con pasos ms modernos, a lo hip-hop. El CONSEJERO, que ha ido animndose y ha movido los brazos y sus piernas al ritmo de la cancin, se anima y sale de pronto al centro del escenario, sumndose al grupo. La REINA no sale de su asombro. Bruscamente, se levanta, coge la estaca y golpea con ella sobre el gong. La msica se interrumpe bruscamente.

DRCULA.- Qu pasa, Reina ma?REINA.- Es todo lo que sabis hacer?HOMBRE LOBO.- Tambin sabemos sevillanas.FRANKENSTEIN.- Y Antes muerta que sencilla, de Mara Isabel.FRANKENSTEIN comienza a bailar Antes muerta que sencilla, imitando con gestos el abanico. La REINA se deja caer con desesperacin en su real trono.

REINA.- Parece una reunin de petardos.FRANKENSTEIN.- Yo os puedo defender de vuestros enemigos en una batalla. Soy ms fuerte que Rambo.REINA.- Aqu nadie nos ataca. DRCULA.- Yo puedo escribiros los versos ms tristes esta noche, a la luz de las estrellas y con un zumito de sangra.REINA.- Escribir versos? Para qu? No quiero pensar en nada. Y no me gusta los zumitos de sangra.HOMBRE LOBO.- Yo podra cantar a la luz de la luna.REINA.- Vaya, algo es algo. A ver, cmo cantaras? (El HOMBRE LOBO canta Escndalo de Rafael, y emite aullidos lastimeros.) Mejor, djalo.HOMBRE LOBO.- Es que sin luna no es lo mismo.FRANKENSTEIN.- Si lo prefers, podemos asustaros. Esa es nuestra especialidad.DRCULA-. Un susto de vez en cuando...HOMBRE LOBO.- ... es bueno para quitar el hipo. Somos buenos. Lo vamos a demostrar. Asustaremos a esos (sealando al pblico.)Bajan del escenario, y empiezan a asustar a los espectadores, de forma cmica. Ni imponen nada. Tras el presumible y comprobado fracaso la REINA tuerce el gesto con desesperacin. Los monstruos suben, un poco abucharados.

REINA.- Pero qu desgraciada soy. Para qu dara mi palabra? (Al CONSEJERO.) La culpa es tuya!CONSEJERO.- No os preocupis. Tengo la solucin.REINA.- Y un jamn. Me extraa.CONSEJERO.- Os casis con los tres y, luego, montamos un circo y los mostramos por las ferias. Con lo que ganemos, podemos mejorar la economa del reino de Facenda.DRCULA.- A este tipo nadie le ha dado un buen susto?FRANKENSTEIN.- De eso me ocupo yo.Lo persigue por el escenario, hasta que e refugia detrs de la REINA.

CONSEJERO.- Majestad, no dejis que se acerque.FRANKENSTEIN-. La prxima tu boquita suelte otra idea de esas, ni que la fuerza te acompae.REINA.- A ste una idea? Si se le ocurriera, lo que habra que darle sera un premio. Y otro a m, por haberme comprometido a casarme con un de vosotros.HOMBRE LOBO-. Es que no os gustamos?REINA.- No es que tenga nada en vuestra contra, pero es que no sois mi tipo.DRCULA.- Seora, como dijo Disney, la belleza est en el interior.REINA.- Lo s, pero comprended que, para feo, ya tengo suficiente con mi Consejero.CONSEJERO-. Mi Reina, no se pase!REINA.- Adems, una reina tiene que dar al pas un rey atractivo. Vosotros asustaras al personal.HOMBRE LOBO.- Qu va!, pero si somos slo una leyenda. Nosotros no asustamos a nadie.REINA.- Pues a m me habis dado antes un susto de muerte.LOS TRES MONSTRUOS.- (Ilusionados.) S, de verdad?REINA.- Palabra de Reina.FRANKENSTEIN.- Pero qu reina ms maja.HOMBRE LOBO.- La verdad, que vista con el garrote pareca otra cosa.DRCULA.- La primera persona que nos ha tomado en serio.CONSEJERO.- Y yo qu, es que no soy majo?FRANKENSTEIN.- (Se le acerca.) T te callas.CONSEJERO.- (Arrugado.) Pues vale, no te pongas as.DRCULA.- Si su problema es que dio su palabra de casarse con uno de nosotros, no se preocupe: nosotros la relevamos de su compromiso.FRANKENSTEIN.- Si solteros hemos estado hasta ahora, qu ms nos da seguir as una temporada.HOMBRE LOCO.- Cualquier da encontramos una muchacha atractiva a la que volvamos loca.DRCULA.- (Seala hacia un punto impreciso del patio de butacas.) All he visto yo una guapsima.REINA.- Os lo agradezco, pero no podis relevarme de mi palabra porque me la he dado a m misma. As que me casar con uno de vosotros. Y como no s por quin decidirme, decididlo vosotros. He dicho. (Mira a los lados). Msica, msica oficial!CONSEJERO.- Dios salve a la Reina!REINA.- Y eso a qu viene ahora?CONSEJERO.- No s, por decir algo.FRANKENSTEIN.- Que te calles.CONSEJERO.- Bueno, vale.DRCULA.- Majestad, lo que habis propuesto requiere que nos pongamos de acuerdo los tres. Si no os importa, preferiramos hacerlo en privado. Podemos salir un momentito?REINA.- Salid, salid, si eso queris.FRANKENSTEIN.- Menos mal, porque me estaba haciendo pip...Los tres personajes se marchan por un lado del escenario. El CONSEJERO parece que respira tras su marcha, y se crece.

CONSEJERO.- Majestad, mire que empearse en casarse con uno de esos tres. Si me lo hubierais dicho, yo mismo los habra expulsado del Palacio con viento fresco.REINA.- Y un pimiento. Cllate de una vez. No me dejas pensar.CONSEJERO.- Pensar vos? Queris sentaros en el trono de pensar?REINA.- No, quiero aclararme. Y como t eres incapaz de aconsejarme, por muy consejero que seas, preguntar a esa multitud que se agolpa ante palacio. (Se dirige a los espectadores.) Respetable pueblo, queris decirme con quin debo casarme: con Drcula, con Frankenstein o con el Hombre Lobo?Se supone que el pblico infantil se meter de lleno e la dinmica de sealar su preferencia.

ESCENA 13Reina Batata

Consejero

Frankenstein

El Conde Drcula

EL Hombre LoboDe repente, salen los tres monstruos.

DRCULA.- Majestad...REINA.- Ah!, ya habis decidido.FRANKENSTEIN.- (Contento.) S.REINA.- Espero que no os lo hayis jugado a las cartas.DRCULA.- No, majestad, lo hemos decidido por lgica y buen acuerdo. Veris. Yo soy un personaje salido de la pluma de un escritor irlands llamado Abraham Stoker, y si mi creador hubiera credo conveniente que yo me casara con una reina, lo habra incluido en su novela. No es justo que yo acte en contra de la voluntad de mi creador. Por tanto, he renunciado a ser vuestro marido.REINA.- Me has dejado sorprendida.DRCULA-. No os sorprendera, si leyerais ms, seor.FRANKENSTEIN.- De igual modo, yo fui creado por la escritora britnica Mary Shelley. Mi creadora dispuso que e doctor Frankenstein me diera vida reuniendo piezas de diversos cuerpos, pero no que me casara con una reina. As que he renunciado.REINA.- Esa misma razn ha de tener el Hombre Lobo, verdad?HOMBRE LOBO.- Os equivocis, majestad, yo no s de dnde he salido ni cul es mi destino, ya que el Hombre Lobo de la leyenda no es lobo siempre, sino que se transforma. Yo, sin embargo, siempre soy lobo, lo que significa que ignoro por quin y con qu intencin fui creado.

DRCULA.- Y que con l ser con quien habris de casaros, si segus empeada en hacerlo.

REINA.- Qu remedio!, me casar con l, aunque sea el hazmerrer del reino. Por lo menos sabe bailar el hip-hop. Por cierto, dnde los aprendiste?

HOMBRE LOBO.- Lo ignoro, majestad. Tal vez cuando viv en las malas calles, bailando con los colegas. De todas formas, tambin s hacer otras cosas sin que nadie me las enseara: disparar el arco, montar a caballo, tocar el arpa, comer pollo con las manos... Todo eso y sin haber tenido maestros.

REINA.- Me alegro de que tengas tantas habilidades, as podrs distraerme un poco. Por cierto... nada de boda cara, ni de invitar a las monarquas de otros pases. Nos casaremos en la intimidad... No quiero que vean a un monstruo peludo como t con una hermosa reina como esta (sealndose ella misma y moviendo las caderas).

HOMBRE LOBO.- Lo comprendo, os avergonzis de mi fealdad.

REINA.- En realidad no es por eso. Es porque no tenemos ni un euro. Debido a las fiestas y a la mala gestin del Consejero, ahora estamos sin blanca.

DRCULA.- Y cuando ser la boda?

REINA.- Cuanto antes.

CONSEJERO.- Majestad, si queris puedo casaros yo. Sabis que mi cargo de Consejero real me permite celebrar casamientos.

REINA.- Est bien... (A Drcula y Frankenstein) Vosotros seris los testigos. Vamos, entonces no perdamos tiempo.

CONSEJERO.- Mi reina...

REINA.- Qu, mi consejero?

CONSEJERO.- Sus hermanas.

REINA.- (Asustada) Dnde?

CONSEJRO.- No... que digo que sus hermanas deberan asistir a la boda real.

REINA.- Pues mira, tienes razn... As se morirn de envidia, y sabrn quin es la que se casa primero y manda en el reino de Fachenda... Consejero, haz venir tambin a la gente de palacio, y a toda la guardia.

CONSEJERO.- A toda la guardia? Al guardia, querr decir.

REINA.- Calla, calla, que pueden enterarse los enemigos.

El Consejero sale por un lado del escenario, para llamar a las hermanas y a la gente de palacio.

ESCENA 14Reina Batata

Consejero

Frankenstein

El Conde Drcula

EL Hombre Lobo

Priscila

Rebeca

Sirvienta Adelaida

Soldado

Obdulia, camarera y sirvienta de las hermanas de la reina

Entra de nuevo el Consejero, acompaado esta vez de las hermanas de la reina -Rebeca y Priscila- y su sirvienta Obdulia, del soldado Griseldo y de la sirvienta de palacio Adelaida. La camarera de las hermanas, Obdulia, lleva una bandeja con tres copas de plata. En una de ellas Rebeca ha echado la pcima atontadora.

CONSEJERO.- Majestad, sus hermanas y todo su squito.

REINA.- Pasad, seis bienvenidas, hermanas mas.

REBECA.- Hemos sabido de la grata noticia del casamiento con un apuesto prncipe, y hemos querido celebrarlo con un poco de vino (le seala la bandeja que lleva Obdulia).

REINA.- Qu amables, hermanas! Cmo se nota cunto me queris!

PRISCILA.- Y... quin es el afortunado, hermana?

REINA.- Ese de ah (sealando al grupo de los monstruos).

PRISCILA.- Cul? El de la careta?

REINA.- El que tiene mucho pelo... Y no es una careta, es su cara.

El grupo de sirvientes y el soldado murmura asombrado.

REBECA.- (Contrariada) Pero si es ms feo que el Consejero!

PRISCILA.- Ay, Dios mo, necesito un traguito!

Priscila coge una de las copas de plata, posiblemente la que lleva la pcima dentro.

REBECA.- Priscila, qu haces! Te has bebido la...

REINA.- (Mirando con sospecha) La qu?

REBECA.- (Acalorada)... la copa de la reina, que debe ser primera en coger (por educacin, por supuesto).

PRISCILA.- (Pega un grito pavo, muy pero que muy pavo) Aaaaay, horror!

REINA.- Tan malo est? Qu vino has echado, Rebeca?

REBECA.- (Nerviosa) El, el, el mejor que tenamos.

PRISCILA.- (Se acerca a Rebeca y le suelta al odo). Entonces, me volver tonta?

REBECA.- No hija, no notars nada. (Dirigindose a la reina). Hermana, quiero felicitaros por la eleccin. Parece que el novio no tiene ni un pelo de tonto.

PRISCILA.- Pues yo dira que tiene tanto pelo.

CONSEJERO.- Seores, acomodaos para la ceremonia.

REBECA.- Tan pronto?

PRISCILA.- Y yo con estos pelos?

CONSEJERO.- Poneos ah, seora, el novio junto a vos y un testigo a cada lado. (El Conde Drcula y Frankenstein se colocan a ambos lados). Bien, como no me s la frmula, ni existe libros donde pueda leerla, improvisare como lo he visto en las telenovelas hace aos.

PRISCILA.- (Empiezan los efectos del pavo) Uy, como Pasin de Gavilanes!

REINA.- Improvisa, pero abrevia.

CONSEJERO.- Nos hemos reunido aqu para unir en matrimonio a este hombre... digo lobo... digo hombre lobo y a esta loba, (la mirada de la reina es terrorfica) qu digo? hombre loba, es decir, mujer, dama, reina, diosa, flor de la monarqua.

REINA.- Corta el rollo y espabila, majadero.

CONSEJERO.- Ya me habis cortado y he perdido el hilo. Tendr que volver a empezar.

TODOS LOS ASISTENTE.- No, no, por favor!

REINA.- Sigue, so bobo, que se impacienta la plebe.

CONSEJERO.- En virtud de los poderes que me han otorgado, os declaro marido y mujer. Dios salve a la reina!

TODOS.- Viva!!!

CONSEJERO.- Y al nuevo rey tambin!

TODOS.- Viva!!!

PRISCILA.- De quin es el perro que est al lado de la reina, hermana Rebeca? Qu majo es. (Llamando al Hombre Lobo como si fuera un animalito).Guagua, guagua, bonito...

DRCULA.- Vivan los novios!

FRANKENSTEIN.- Vivan!

REINA.- Ya estamos casados?

CONSEJERO.- S majestad.

La reina coge un amo de flores, de un florero que estaba ah en la sala, y lo tira hacia atrs. Cae en manos del soldado. Justo despus, se le acercan las dos sirvientas, enamoradas de Griseldo, mirndose con cierto odio.

REINA.- Muy bien (dirigindose al Hombre Lobo), a partir de este momento t hars lo que yo te ordene: nada de salir con los amigotes, ni de ver el ftbol en los reinos vecinos. Si no me obedeces, se te va a caer el pelo.

HOMBRE LOBO.- (Dando un alarido de lobo). Dios mo... La que me ha cado... (Otro alarido, pero de asombro). Ahora recuerdo!

REINA.- Qu pasa?

HOMBRE LOBO.- Disculpad, seora, mis alaridos. De repente, todo ese pasado que ignoraba lo he recobrado en un instante. Ahora s quin soy. Yo era uno de los prncipes felices de vuestros cuentos de nia, hasta que un brujo, cabreado porque mi equipo de ftbol le gan al suyo, me ech su maldicin y trat de convertirme en mitad hombre y mitad lobo. El brujo me dijo que estara con esta presencia de lobo hasta que una reina se casara conmigo y me ordenara que se me cayera el pelo. Ha sido el azar, o el destino, el conoceros. Me habis librado del encantamiento.

Comienza a arrancarse de la cabeza, de la cara y de las manos. Bajo la pelambre, surge un apuesto joven, elegante y distinguido.

Los restantes personajes han quedado patidifusos, en especial la reina, que de un marido horrible se ha encontrado con la bicoca de un prncipe encantador.

REINA.- Un prncipe! No ,me lo puedo creer. Y lo he hecho yo solita.

PRNCIPE.- Y puesto que nos han casado, yo estoy dispuesto a seguir siendo vuestro esposo, si vos estis conforme...

REINA.- (Con cara de enamorada). S, s, cmo no.

PRNCIPE.- Y a ayudaros en la tarea de gobernar vuestro reino. Pero pondr una condicin.

REINA.- Ya empezamos?

PRNCIPE.- Ser la nica: que regulemos el uso de la televisin. Nada de tele a todas horas. Que el pueblo lea y piense.

REINA.- Pero esposo mo. Eso ser carsimo, tendremos que comprar tronos de pensar para todos.

PRNCIPE.- De eso nada, que aprendan a pensar fuera del cuarto de bao. (Dirigindose a los monstruos amigos). En cuanto a vosotros, amigos, no s si habr algn modo de lograr que regresis al libro de donde os sac la reina.

REINA.- Yo no, la bruja, la magnfica y querida bruja Morgana.

DRCULA.- No importa. En este mundo tendremos alguna posibilidad de asustar a alguien. Nos dedicaremos a lo nuestro, a sembrar el terror por doquier.

PRISCILA.- Otra vez ha salido por doquier, hermana Rebeca.

CONSEJERO.- Yo tambin quiero poner una...

REINA.- Condicin?

CONSEJERO.- No... un ruego. Ya que tendris un consejero en vuestro esposo, deseo que aceptis mi dimisin.

PRNCIPE.- Por m no ser necesario. Podis continuar con vuestra tarea, aunque con algo ms de gracia y menos peloteo.

CONSEJERO.- La razn de mi dimisin es otra. Creo que he descubierto mi verdadera vocacin.

REINA.- Vas a montar un chiringuito en la playa?

CONSEJERO.- Quiero montar un circo.

REINA.- No seas payaso.

CONSEJERO.- De eso se trata. Creo que tengo cualidades de payaso.

REINA.- Con esa cara?

CONSEJERO.- S, y si me ayudan en la tarea Frankenstein y el Conde Drcula, en sus tiempos libres, se lo agradecera. Formaremos una nueva compaa: CIRCO PALIZA, PARA MORIRSE DE RISA.

DRCULA.- Me gusta la idea. Por un lado, asusto, por otro, hago rer. Ser divertido.

PRISCILA.- Qu bonito final, Rebeca! Empieza a bailar, atontada.

REBECA.- Siempre ser una segundona.

ADELAIDA.- Griseldo, vienes conmigo?

OBDULIA.- Griseldo, te aclaras?

GRISELDO.- (Mirando a una y a otra). A m la guardia! Socorro! A m la guardia!

ESCENA FINAL

Todos los personajes

RETRATO 1.- Basta ya!

Los restantes personajes, humanos y monstruos, se quedan estupefactos.

RETRATO 2.- Estoy harto!

RETRATO 1.- S, los retratos estamos hasta el gorro de esta historia.

ESTATUA 1.- Y las estatuas? Qu decs de las estatuas?

ESTATUA 2.- No aguanto ms! Por la maana, la sirvienta cantarina y petarda con el plumero.

RETRATO 1.- Ay s, y que lo digas, Afrodita! Te rozan el lienzo con las plumas a la altura de la nariz y...

RETRATO 2.- Te entran ganas de estornudar.

ESTATUA 1.- Y vosotros los retratos sois planos.

RETRATO 1.- Eh, Atenea, no te pases, chica tridimensional!

ESTATUA 1.- Pero las estatuas, te rodean con el plumero y te hacen cosquillas en la espalda, y en el sobaco. Incluso te pisan los juanetes de los pies.

RETRATO 2.- Qu vulgaridad! Y mira que son estatuas griegas!

ESTATUA 2.- Y durante todo el da? Qu vida ms liosa hay en Palacio.

ESTATUA 1.- Eso! Vaya trama! La reina, gruendo y roncando y haciendo aspavientos...

RETRATO 1.- El Consejero, peloteando a todas horas.

ESTATUA 2.- Y las hermanas? Has visto, Atenea? Una, deseando ser Reina, y otra, ms boba que un pingino.

RETRATO 2.- Eso mismo. Rebeca, la mala, sin gracia ninguna, y con esa mirada malvola...

RETRATO 1.- O con la gracia en el culo, como las avispas...

RETRATO 2.- Y la otra, la del pavo, ay, hija, cmo se llama...

RTRATO 1.- Priscila, se llama Priscila.

RETRATO 2.- S, eso. La hermana pava, sin capacidad para pensar si tiene gracia.

ESTATUA 1.- Y la otra criada, la Obdulia?

ESTATUA 2.- Cmo se pinta. Una pcora! Intentando quitarle el novio a Adelaida.

RETRATO 1.- Pues vaya novio ms soso. Ms que un soldado, parece un mueco de trapo. Ese no es capaz de defender ni a s mismo.

RETRATO 2.- En resumen...

TODOS (LOS CUATRO).- Estamos hasta aqu...

No pueden levantar las manos... Hacen un esfuerzo y consiguen llegar a tocar el pelo.

TODOS.- ... hasta aqu de tanta telenovela barata.

ESTATUA 2.- POr mucha reina Batata.

RETRATO 1.-

Estamos hasta el gorro

de lo que aqu sucede,

RETRATO 2.-

Con tanto personaje

con cara de pelele.

ESTATUA 1.-

Estamos ms que hartas

de esta comedia humana!

ESTATUA 2.-

que pone del revs

cualquier cuento de hadas.

RETRATO 1.-

Los monstruos, no dan miedo,

ms bien risas y lstima.

RETRATO 2.-

El futuro del reino,

viendo a las dos hermanas,

ESTATUA 1.-

se lo ha llevado el viento

como nuestras palabras.

ESTATUA 2.-

Estamos aburridas!

Y tan slo queremos

RETRATO 1.-

deciros claramente

a vos, reina Batata

RETRATO 2.-

que, aunque algo peludo

ya tiene un pretendiente.

ESTATUA 1.-

Csese con el chico

un prncipe o un fantoche.

ESTATUA 2.-

Nosotras nos marchamos,

pues ya se hace noche.

(Al pblico)

MUCHAS GRACIAS, QUERIDO PBLICO, Y CUIDADO CON LA REINA, QUE MUERDE.

FIN

PAGE 2