Observador Semanal Nro. 456 del 03/04/2014

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La presencia de un Amor que salva PAG. 2 “Como vos quieras”, la expresión de un deseo a través de la música PAG. 7 Cuatro grandes para la historia PAG. 6 PAG. 4-5 Los 9 consejos del Papa Francisco para un matrimonio verdaderamente feliz PALABRAS DE CERTEZA Y ESPERANZA BSERVADOR SEMANAL RESPONSABLE: JOSé GREGOR www.sanrafael.org.py - MAIL: [email protected] - AÑO IX - Nº 456 - JUEVES 3 DE ABRIL DE 2014 E n la Fundación San Rafael tocamos con la mano es- ta bienaventuranza gracias al sí de padre Aldo a Cristo escondido en tantos pobres que sufren el rechazo, el desprecio, el sin sentido de la vida, la humillación, la margina- ción. Pobres que al ser acogidos con amor, viven una experiencia de libera- ción. Padre Aldo nos educa siempre a esta postura de gratuidad, abrazando al que necesita como él fue abrazado y somos abrazados por Dios. Estando con ellos, comiendo con ellos, tratán- dolos como a iguales y amigos, her- manos, le damos a gustar de la inmen- sa ternura de Dios hacia los necesita- dos y los pecadores. Jesús dice: “A mí me lo hicieron”. Él mismo esta presenté en quien su- fre y como el Reino de Dios está desti- nado a todos los hombres, Jesús se ha acercado sobre todo a aquellos que es- taban al margen de la sociedad, dándo- les su preferencia. Al comienzo de su ministerio pro- clama que ha sido “enviado a anunciar a los pobres la buena Noticia”. A to- das las víctimas del rechazo y del des- precio Jesús les dice: “Bienaventura- dos los pobres”. Así es como quienes deseamos se- guir a Jesús estamos llamados a perpe- tuar Su presencia en el mundo. Es tan bello sentarse a la mesa de padre Aldo y encontrarse en cada almuerzo y en cada cena con estas personas necesita- das, no sólo de pan sino de la ternura de un abrazo que les devuelva el gus- to de la vida. ¿Cómo Jesús estaba delante del su- frimiento humano? El beato Juan Pa- blo II nos responde: “En su ministerio Jesús era sensible a todo sufrimiento humano, tanto al del cuerpo como al del alma. Se acer- có al mundo del sufrimiento humano por el hecho de haber asumido este sufrimiento en sí mismo. Cristo da la respuesta al interrogante sobre el sufri- miento y sobre el sentido del mismo, ante todo con su propio sufrimiento. Jesús en su debilidad manifestó su po- der, y en la humillación toda su gran- deza mesiánica”. Es por eso que en la Fundación, gra- cias al amor a la Eucaristía, tenemos la posibilidad de amar como Jesús amó, imitando al Buen Samaritano tal como lo define Juan Pablo II : “Buen Samaritano es todo hom- bre, que se para junto al sufrimiento de otro hombre de cualquier género que este sea. Todo hombre sensible al su- frimiento ajeno, que se conmueve an- te la desgracia del prójimo. Buen Sa- maritano es el que ofrece ayuda en el sufrimiento. Ayuda, dentro de lo po- sible, eficaz. En ella pone todo su co- razón y no ahorra ni siquiera medios materiales. Se puede afirmar que se da a sí mismo, su propio yo, abriendo es- te otro yo al otro”. Nada más semejante a la experien- cia que vivimos y vemos en la persona del padre quien no escatima esfuerzos cuando percibe una necesidad. Una abuelita de la clínica, que an- tes vivía pobremente, no hace más que besarme la mano cada vez que le lle- vo la comunión o voy a visitarla. Ni- ñas que han sufrido mucha violencia sonríen y se sienten contenidas, ya no abandonadas; abuelitos que dormían en las calles, ahora duermen en una cama bella, limpia y perfumada, en- fermos que en sus casas u en otros lu- gares sufrían dolores indecibles, viven en la clínica su enfermedad con paz y sin dolor. Los pobres continuamente nos pro- vocan y nos educan a vivir la realidad. Un ejemplo de ello; una mañana lle- gué hasta Julio a ofrecerle la comunión y él antes de comulgar me dijo: “Mirá, la pared está rayada”. Yo le pregunté: “¿Quién lo hizo?” Y él inmediatamen- te me contestó: “yo”. Me quedé medi- tando todo el día acerca de esta postu- ra de humildad y simplicidad, que le permite acusarse a sí mismo cuando se trata de una verdad. Cuántas veces podemos ser presas de nuestro orgullo que nos impulsa a responder: “se rom- pió” o “se rayó”, sin poder decir: “yo rompí”, “yo rayé”. ¡Bienaventurados los pobres, porque de ellos es el Rei- no de los cielos! Hermana Sonia La pasión por el destino del Otro es la Gloria de Cristo

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La presencia de un Amor que salva

pAg. 2

“Como vos quieras”, la expresión de un deseo a través de la música

pAg. 7

Cuatro grandes para la historia

pAg. 6pAg. 4-5

Los 9 consejos del papa Francisco para un matrimonio verdaderamente feliz

P A L A B R A S D E C E R T E Z A Y E S P E R A N Z A

bservadorsemanalRESpONSABLE: José GreGor

www.sanrafael.org.py - mAiL: [email protected] - AÑo IX - Nº 456 - JUEVES 3 dE ABRiL dE 2014

E n la Fundación San Rafael tocamos con la mano es-ta bienaventuranza gracias al sí de padre Aldo a Cristo

escondido en tantos pobres que sufren el rechazo, el desprecio, el sin sentido de la vida, la humillación, la margina-ción. Pobres que al ser acogidos con amor, viven una experiencia de libera-ción. Padre Aldo nos educa siempre a esta postura de gratuidad, abrazando al que necesita como él fue abrazado y somos abrazados por Dios. Estando con ellos, comiendo con ellos, tratán-dolos como a iguales y amigos, her-manos, le damos a gustar de la inmen-sa ternura de Dios hacia los necesita-dos y los pecadores.

Jesús dice: “A mí me lo hicieron”. Él mismo esta presenté en quien su-fre y como el Reino de Dios está desti-nado a todos los hombres, Jesús se ha

acercado sobre todo a aquellos que es-taban al margen de la sociedad, dándo-les su preferencia.

Al comienzo de su ministerio pro-clama que ha sido “enviado a anunciar a los pobres la buena Noticia”. A to-das las víctimas del rechazo y del des-precio Jesús les dice: “Bienaventura-dos los pobres”.

Así es como quienes deseamos se-guir a Jesús estamos llamados a perpe-tuar Su presencia en el mundo. Es tan bello sentarse a la mesa de padre Aldo y encontrarse en cada almuerzo y en cada cena con estas personas necesita-das, no sólo de pan sino de la ternura de un abrazo que les devuelva el gus-to de la vida.

¿Cómo Jesús estaba delante del su-frimiento humano? El beato Juan Pa-blo II nos responde:

“En su ministerio Jesús era sensible

a todo sufrimiento humano, tanto al del cuerpo como al del alma. Se acer-có al mundo del sufrimiento humano por el hecho de haber asumido este sufrimiento en sí mismo. Cristo da la respuesta al interrogante sobre el sufri-miento y sobre el sentido del mismo, ante todo con su propio sufrimiento. Jesús en su debilidad manifestó su po-der, y en la humillación toda su gran-deza mesiánica”.

Es por eso que en la Fundación, gra-cias al amor a la Eucaristía, tenemos la posibilidad de amar como Jesús amó, imitando al Buen Samaritano tal como lo define Juan Pablo II :

“Buen Samaritano es todo hom-bre, que se para junto al sufrimiento de otro hombre de cualquier género que este sea. Todo hombre sensible al su-frimiento ajeno, que se conmueve an-te la desgracia del prójimo. Buen Sa-

maritano es el que ofrece ayuda en el sufrimiento. Ayuda, dentro de lo po-sible, eficaz. En ella pone todo su co-razón y no ahorra ni siquiera medios materiales. Se puede afirmar que se da a sí mismo, su propio yo, abriendo es-te otro yo al otro”.

Nada más semejante a la experien-cia que vivimos y vemos en la persona del padre quien no escatima esfuerzos cuando percibe una necesidad.

Una abuelita de la clínica, que an-tes vivía pobremente, no hace más que besarme la mano cada vez que le lle-vo la comunión o voy a visitarla. Ni-ñas que han sufrido mucha violencia sonríen y se sienten contenidas, ya no abandonadas; abuelitos que dormían en las calles, ahora duermen en una cama bella, limpia y perfumada, en-fermos que en sus casas u en otros lu-gares sufrían dolores indecibles, viven

en la clínica su enfermedad con paz y sin dolor.

Los pobres continuamente nos pro-vocan y nos educan a vivir la realidad. Un ejemplo de ello; una mañana lle-gué hasta Julio a ofrecerle la comunión y él antes de comulgar me dijo: “Mirá, la pared está rayada”. Yo le pregunté: “¿Quién lo hizo?” Y él inmediatamen-te me contestó: “yo”. Me quedé medi-tando todo el día acerca de esta postu-ra de humildad y simplicidad, que le permite acusarse a sí mismo cuando se trata de una verdad. Cuántas veces podemos ser presas de nuestro orgullo que nos impulsa a responder: “se rom-pió” o “se rayó”, sin poder decir: “yo rompí”, “yo rayé”. ¡Bienaventurados los pobres, porque de ellos es el Rei-no de los cielos!

Hermana Sonia

La pasión por el destino del Otro es la Gloria de Cristo

Jueves 3 de abril de 2014 Jueves 3 de abril de 20142 3observadorsemanalobservadorsemanalT E S T I M O N I O S T E S T I M O N I O S

Nuestro compromiso con nuestros hermanos más pobres es el de la caridadAyúdenos a:

– Construir un nosocomio para 100 enfermos en nuestra Granja Padre Pío, de aproximadamente 10.000 m2.

– Construir una Universidad de Medicina para Indígenas con cátedras de odontología y enfermería para todos aquellos chicos indígenas que terminan el colegio y necesitan recibir una formación humana y profesional. Dado que el indígena debe ser abrazado y tratado dignamente, y el país precisa de mano de obra especializada y bien formada,

estamos haciendo todo lo que está a nuestro alcance para realizar ésta obra.

– Ubicar 60 familias indígenas en el terreno que tenemos en la Granja Padre Pío de Ita, de tal forma que cultiven la tierra, críen el ganado y gocen de un espacio amplio y bello donde vivir con dignidad.

– Pagar el alquiler de las casas para enfermos mentales.

– Víveres para los cientos de pobres que abrazamos.

La vida de un hombre que ha conocido el dolor y la nece-sidad hasta el fondo es sal-

vada por un Amor grande que lo abraza y lo renueva. Es el caso de Salvador, un adulto, que con un estudio de 2do grado trabajó de albañil, jardinero, vendedor am-bulante. En un momento dado se vio sólo, con tres hijos, uno de ellos internado en el Neurosiquiá-trico, otro hace tiempo que no lo ve, y del último conoce ni siquie-ra el nombre. Vivía en el corredor de una casa abandonada, con au-torización de la dueña. Dormía en el suelo, sobre cartones, se ali-mentaba de lo que las personas le ofrecían, como un mendigo po-bre y abandonado.

Cuando enfermó gravemente de cáncer unos vecinos que fre-cuentaban la Capilla del barrio lo trasladaron a un hospital ocupán-dose de todos los gastos. Más tar-de lo trajeron a nuestra clínica, Ca-sa Divina Providencia.

La historia dramática de Salva-

dor, manifiesta la presencia de un amor grande que lo contenía con fuerza en los momentos de sole-dad y tristeza, como escribe el sal-mo: “la piedad es eterna” y como canta la Virgen en su magnificad “ Su misericordia llega de genera-ción en generación”. Un amor que se hace carne en pequeñas pre-sencias gracias a las cuales se ca-mina y se espera.

¿Podrías imaginarte para ti una vida como la de Salvador?

Silencioso y sufriente respira en nuestra clínica un aire de eter-nidad. Comulga cada vez que su cáncer lo permite y con fatiga pronuncia algunas palabras, sin embargo, él es el Señor crucifica-do, que me pide mi tiempo para amarlo y me invita a meditar las maravillas que en él ha hecho.

Esta misma dramaticidad de Salvador pido para mí, porque su vida sostenida por la gracia ha-ce crecer la certeza de que sólo quien sufre entiende, sólo el men-digo agradece, sólo el Amor salva.

Son las palabras que el salmista pronuncia con la confianza de un ni-

ño. Esta confianza es la mis-ma con la que Marta lleva-ba su cáncer. Ella misma nos relata : “Había recorrido mu-chos hospitales y una tarde mi esposo me propuso tras-ladarme a la clínica Casa Divi-na Providencia. Yo no desea-ba en absoluto ir a un hospi-

tal más, porque en los que es-tuve había pasado necesida-des, malos tratos, dolores, pe-ro como mi esposo me insis-tía diciendo que éste me gus-taría porque se reza y es un lugar muy lindo, me animé a dar el paso, pero llorando en la ambulancia todo el ca-mino. A penas llegué a la clí-nica, me acercaron con la si-lla de ruedas al Santísimo Sa-

cramento expuesto las veinti-cuatro horas, y me emocioné tanto que le dije a mi esposo: “Ahora sé que voy a morir en un lugar hermoso”. Desde ese momento empezó a crecer en mí la certeza de que sólo en Dios hay que esperar, que Él conoce mejor que noso-tros lo que nos conviene, que Él guía nuestra vida y yo sólo debo aferrarme y confiar”.

Hace casi 30 años conocí a Fátima. Era una hermosa mujer, por den-tro y por fuera. Al principio fuimos

solo vecinas y al conocernos nos converti-mos en amigas, comadres y casi hermanas. Pasé a ser esa hermana mayor que ella no tuvo, pues su familia estaba compuesta so-lo de hermanos varones.

Dejó su carrera de medicina para formar su hogar. Durante sus primeros años de ca-sada se dedicó de lleno a criar, educar y for-mar a sus 6 hijos. Y a pesar de tener una fa-milia numerosa, también tuvo tiempo pa-ra mimar a los míos. Hoy 4 de sus hijos son profesionales y me consta que hasta hace muy poco tiempo aún los ayudaba en sus estudios.

Pero no solo tuvo tiempo para los suyos, una cantidad de ahijados desfilaban por su casa cuando se iniciaba el año escolar, pi-diendo la bendición a su madrina y el apo-yo económico para la compra de útiles es-colares, uniformes, etc. Nadie salía de su ca-sa con las manos vacías. Las chicas que tra-bajaron en el servicio doméstico en su casa también podían, gracias a su generosidad, salir a estudiar y como resultado varias de ellas hoy son profesionales.

No solo las ayudaba en su formación profesional, sino también como una ma-dre las aconsejaba y cuidaba en todos los aspectos.

En su juventud, en su Parroquia (San Mi-guel Arcángel) fue Catequista de niños es-peciales y el Señor le regaló a Dianita, a

quien cuidó como un tesoro hasta hace muy pocos días.

Perteneció a la Juventud femenina de Schoenstatt en sus inicios en Paraguay.

Luego en nuestra Parroquia, fue Cate-quista de Confirmación donde formó y acompañó a muchos jóvenes quienes mu-chas veces llegaban hasta su casa a confiar-le sus problemas e inquietudes porque en ella encontraban el cariño y la preocupa-ción de una mamá.

El deterioro de su salud no le permitió continuar con este apostolado tan caro a sus afectos y ella me repetía constante-mente que esos jóvenes le daban vida. Fue también Ministra de la Sagrada Comunión por bastante tiempo y también tuvo que abandonar pues su salud deteriorada no le permitió continuar.

Cualidades le sobraban. Cocinaba ma-ravillosamente, yo le decía siempre “mi maestra”, y ante cualquier duda, ahí esta-ba ella para tenderte una mano. Sonriendo siempre llegaba a mi casa con un platito ta-pado con una servilleta y nos hacia probar las cosas ricas que cocinaba.

Formaba parte de nuestra familia. No ha-bía evento familiar en que ella no estuvie-ra invitada, siempre sencilla aparecía para compartir con nosotros. Nos veíamos casi todos los días, compartimos muchas cosas, grandes alegrías y también tristezas. Vimos

crecer juntas a nuestros hijos.Sabía tejer, coser y también bordar. Lo

que se proponía lo realizaba, desde una torta a un problema de matemáticas, no había un “no se hacer”, de noche estudiaba para poder a la mañana siguiente ayudar a estudiar, también hacia resúmenes para fa-cilitar las tareas.

No quiero dejar de mencionar el cuida-

do que también le daba a su anciana ma-dre. La visitaba periódicamente, le llevaba los víveres y le hacia de comer.

Todos los que recurrían a ella para pe-dirle algo jamás recibían un no como res-puesta. Tenía verdadero amor hacia los pe-queños, los desprotegidos. Pasó haciendo el bien, pero también sufrió mucho y ese sufrimiento supo transformarlo en amor al prójimo.

Dios me dio el privilegio de poder darle los últimos platos de comida, que de a po-co ya ni eso pudo recibir.

Hoy no está físicamente, pero su recuer-do permanecerá por siempre con noso-tros, conmigo y con cada uno de los míos a quien ella quería y cuidaba como si fue-ran suyos.

Mi Fe me dice que ya está en el cielo. Que sus angustias y dolores ya los ha olvidado, que el Señor, que quiere un jardín hermo-so, y se llevó esta flor para poder mirarla y cuidarla muy de cerca. Esto nos consue-la pero al mismo tiempo nos desgarrara el corazón.

Su ausencia duele.No es fácil escribir sobre ella pues aun

sentimos mucho dolor. Nos costará mucho curar esta herida que aun sangra, pero nos consuela saber que el Señor la tiene en su Reino. Las Bienaventuranzas las vivió a ca-balidad. Como madre y como cristiana nos dejó un gran ejemplo, dignos de imitar. Fá-tima una pequeña... pero muy grande.

Nani Pineda

¡Que bello vivir con mis hijos, Fortu-nato(78), Pablo un chico indígena (23 años) y dos chicos discapacitados: Aldo (19), Salvador (dice tener 7 años, pero la verdad que tiene 13 años). Una vida normal, una vida de familia en la cual, con la sencillez de los campesinos com-partimos todo. El momento más bello es la cena porque estamos todos juntos, también una linda chica Araceli, Natalia, ambas de una historia muy dramática.

Los chicos se turnan para cocinar y la-var los platos. Fortunato es el protago-nista. Relata su vida, de su servicio mi-litar cuando era del Batallón de Inge-niería, es decir, los que tenían como ar-mas la pala y el pico y con estos instru-mentos construyeron la ruta Mardame Lynch etc. Además, don Fortunato que duerme aún con este calor con cuatro frazadas, finalmente logra dormir bien después de años de insomnio.

La compañía le hace muy bien. Un sá-bado, después de la cena, mientras don Fortunato se había ya acostado y los chi-cos lavaban los platos, me di cuenta que el aire acondicionado del comedor lle-naba el piso de agua. Aproveché final-mente para agarrar el cepillo y el trapo para secar el piso. Hacía mucho tiempo que no lo hacía, acostumbrados como estamos a pensar que es la empleada la que tiene que hacer estas cosas. Y mien-tras lo hacía me vino a la mente el Padre Meliá que, hablándome de P. Francisco, recordaba que hace muchos años cuan-do estaba en Córdoba, era el joven Ber-goglio el responsable de lavar la ropa a mano. Eran tiempos en los cuales los cu-ras difícilmente eran unos burgueses y cómodos. En aquel entonces no se ha-blaba de teología o de “cosas de curas”, sino de la vida y de su belleza. Como me pasa hoy con mis pobres que, sencillos

como son, hablan de lo que pasa en el día.

De verdad agradezco al Señor que me hizo nacer en una familia pobre y ahora me da nuevamente esta gracia de compartir la vida cotidiana con los más necesitados. Para mí es un gran consuelo escuchar lo que cada día nos reclama Papa Francisco. Ojalá leamos cuanto dijo un 18 de octubre, en la fies-ta de San Lucas Evangelista, hablan-do de los sacerdotes ancianos, enfer-mos, muchas veces abandonados. Para mí es una conmoción ver que los hijos que tengo en casa hacen lo imposible para ayudarme, para ofrecerme su com-pañía. Aquella compañía, aquel abrazo, dentro del cual están todos los pobres de la Fundación San Rafael, San Joaquin y Santa Ana.

Padre Aldo

La presencia de un Amor que salva

Fátima, mi amiga...

Cristo vive en la compañía de los pobres

Víveres, alimentos no perecederos.

20 juegos de sabanas de 1 plaza, de preferencia que sean del mismo tono.

20 almohadas, frazadas, edredones.

20 toallas para baño y rostro.

Utensilios parra cocina, manteles, servilletas, plancha, cocina a gas, heladera, conservadora, cafetera.

Mesa larga con sillas para 30 personas

roperos

La Casita de Belen pide 45 huevos de pascua pequeños para repartir entre sus niños.

La casa San José para los hermanos indígenas necesitan para atender sus

necesidades básicas lo siguiente:

Aclaración: El contenido y las opiniones vertidos en el Observador Semanal no reflejan la opinión ni la línea editorial del diario Última Hora ni de la Editorial El País.

Sólo en Dios hay que esperar

Jueves 3 de abril de 2014 Jueves 3 de abril de 20144 5observadorsemanalobservadorsemanal

persona es un don de Dios, y a los dones de Dios se dice ¡gra-cias!, siempre se da gracias. Y con esta actitud interior decir-se gracias mutuamente, por ca-da cosa. No es una palabra gen-til que se usa con los descono-cidos, para ser educados. Es ne-cesario saber decirse gracias, para seguir adelante bien y jun-tos en la vida matrimonial.

6. Aprender a pedir perdón

“En la vida cometemos mu-chos errores, muchas equivoca-ciones. Los cometemos todos. Pero tal vez aquí hay alguien que jamás cometió un error. Le-vante la mano si hay alguien allí, una persona que jamás co-metió un error. Todos comete-

mos errores. ¡Todos! Tal vez no hay un día en el que no come-temos algún error. La Biblia di-ce que el más justo peca siete veces al día. Y así cometemos errores... He aquí entonces la necesidad de usar esta sencilla palabra: “perdón”. En general, cada uno de nosotros es propen-so a acusar al otro y a justificar-se a sí mismo. Esto comenzó

con nuestro padre Adán, cuan-do Dios le preguntó: “Adán ¿tú has comido de aquel fru-to? “. “¿Yo? ¡No! Es ella quien me lo dio”. Acusar al otro para no decir “disculpa “, “perdón”. Es una historia antigua. Es un instinto que está en el origen de muchos desastres. Aprenda-mos a reconocer nuestros erro-res y a pedir perdón. “Perdona si hoy levanté la voz”; “perdo-na si pasé sin saludar”; “perdo-na si llegué tarde”, “si esta se-mana estuve muy silencioso”, “si hablé demasiado sin nunca escuchar”; “perdona si me olvi-dé”; “perdona, estaba enfadado y me la tomé contigo”. Pode-mos decir muchos “perdón” al día. También así crece una fa-milia cristiana. Todos sabemos que no existe la familia perfec-ta, y tampoco el marido perfec-to, o la esposa perfecta. No ha-blemos de la suegra perfecta... Existimos nosotros, pecadores. Jesús, que nos conoce bien, nos enseña un secreto: no acabar jamás una jornada sin pedirse perdón, sin que la paz vuelva a nuestra casa, a nuestra familia.

Es habitual reñir entre espo-sos, porque siempre hay algo, hemos reñido. Tal vez os habéis enfadado, tal vez voló un pla-to, pero por favor recordad es-to: no terminar jamás una jorna-da sin hacer las paces. ¡Jamás, jamás, jamás! Esto es un secre-to, un secreto para conservar el amor y para hacer las paces. No es necesario hacer un bello dis-curso.

A veces un gesto así y... se crea la paz. Jamás acabar... por-que si tú terminas el día sin ha-cer las paces, lo que tienes den-tro, al día siguiente está frío y duro y es más difícil hacer las paces. Recordad bien: ¡no ter-minar jamás el día sin hacer las paces! Si aprendemos a pedir-nos perdón y a perdonarnos mu-tuamente, el matrimonio dura-rá, irá adelante. Cuando vienen a las audiencias o a misa aquí a Santa Marta los esposos ancia-nos que celebran el 50° aniver-sario, les pregunto: “¿Quién so-portó a quién?” ¡Es hermoso es-to! Todos se miran, me miran, y me dicen: “¡Los dos!” Y esto es hermoso. Esto es un hermoso testimonio”.

7. Ver el matrimonio como una fiesta

“[...] el matrimonio es una fiesta, una fiesta cristiana, no una fiesta mundana. El motivo más profundo de la alegría de ese día nos lo indica el Evan-gelio de Juan: ¿recordáis el mi-lagro de las bodas de Caná? A un cierto punto faltó el vino y la fiesta parecía arruinada. Ima-ginad que termina la fiesta be-biendo té. No, no funciona. Sin vino no hay fiesta. Por sugeren-cia de María, en ese momen-to Jesús se revela por prime-ra vez y hace un signo: trans-

forma el agua en vino y, hacien-do así, salva la fiesta de bodas. Lo que sucedió en Caná ha-ce dos mil años, sucede en rea-lidad en cada fiesta de bodas: lo que hará pleno y profunda-mente auténtico vuestro matri-monio será la presencia del Se-ñor que se revela y dona su gra-cia. Es su presencia la que ofre-ce el “vino bueno”, es Él el se-creto de la alegría plena, la que calienta verdaderamente el co-razón. Es la presencia de Jesús en esa fiesta. Que sea una her-mosa fiesta, pero con Jesús. No con el espíritu del mundo, ¡no! Esto se percibe, cuando el Se-ñor está allí”.

8. Las bodas deben ser sobrias

“[...] que vuestro matrimonio sea sobrio y ponga de relieve lo que es verdaderamente impor-tante. Algunos están más preo-cupados por los signos exterio-res, por el banquete, las fotos, los vestidos y las flores... Son cosas importantes en una fies-ta, pero sólo si son capaces de indicar el verdadero motivo de vuestra alegría: la bendición del Señor sobre vuestro amor. Ha-ced lo posible para que, como el vino de Caná, los signos exte-riores de vuestra fiesta revelen la presencia del Señor y os re-cuerden a vosotros y a todos los presentes el origen y el motivo de vuestra alegría”.

9. El matrimonio su-pone un trabajo de

los dos“El matrimonio es también

un trabajo de todos los días, po-dría decir un trabajo artesanal, un trabajo de orfebrería, porque el marido tiene la tarea de hacer más mujer a su esposa y la es-posa tiene la tarea de hacer más hombre a su marido. Crecer también en humanidad, como hombre y como mujer. Y esto se hace entre vosotros. Esto se lla-ma crecer juntos. Esto no vie-ne del aire. El Señor lo bendice, pero viene de vuestras manos, de vuestras actitudes, del mo-do de vivir, del modo de ama-ros. ¡Hacernos crecer! Siempre hacer lo posible para que el otro crezca. Trabajar por ello.

Y así, no lo sé, pienso en ti que un día irás por las calles de tu pueblo y la gente dirá: “Mi-ra aquella hermosa mujer, ¡qué fuerte!...”. “Con el marido que tiene, se comprende”. Y tam-bién a ti: “Mira aquél, cómo es”. “Con la esposa que tiene, se comprende”. Es esto, llegar a esto: hacernos crecer juntos, el uno al otro. Y los hijos ten-drán esta herencia de haber te-nido un papá y una mamá que crecieron juntos, haciéndose -el uno al otro- más hombre y más mujer”.

Preparado por GL

1. La casa se construye juntos

“[...] el amor es una relación, entonces es una realidad que crece, y podemos incluso de-cir, a modo de ejemplo, que se construye como una casa. Y la casa se construye juntos, no so-los. Construir significa aquí fa-vorecer y ayudar el crecimien-to. Queridos novios, vosotros os estáis preparando para crecer juntos, construir esta casa, vivir juntos para siempre. No queréis fundarla en la arena de los sen-timientos que van y vienen, si-no en la roca del amor auténti-co, el amor que viene de Dios. La familia nace de este proyec-to de amor que quiere crecer co-mo se construye una casa, que sea espacio de afecto, de ayu-da, de esperanza, de apoyo. Co-

mo el amor de Dios es estable y para siempre, así también el amor que construye la familia queremos que sea estable y para siempre. Por favor, no debemos dejarnos vencer por la “cultura de lo provisional”. Esta cultura que hoy nos invade a todos, esta cultura de lo provisional. ¡Esto no funciona!”.

2. Cómo perder el mie-do al “para siempre”:

una cuestión de calidad

“[...] ¿cómo se cura este miedo del “para siempre”?

Se cura día a día, encomendán-dose al Señor Jesús en una vi-da que se convierte en un cami-no espiritual cotidiano, cons-truido por pasos, pasos peque-ños, pasos de crecimiento co-mún, construido con el compro-miso de llegar a ser mujeres y hombres maduros en la fe. Por-que, queridos novios, el “para siempre” no es sólo una cues-tión de duración. Un matrimo-nio no se realiza sólo si dura, si-no que es importante su calidad. Estar juntos y saberse amar pa-ra siempre es el desafío de los esposos cristianos. Me viene a la mente el milagro de la multi-plicación de los panes: también para vosotros el Señor puede

multiplicar vuestro amor y do-narlo a vosotros fresco y bue-no cada día. ¡Tiene una reserva infinita de ese amor! Él os do-na el amor que está en la base de vuestra unión y cada día lo renueva, lo refuerza. Y lo hace aún más grande cuando la fami-lia crece con los hijos”.

3. La oración que de-ben rezar los novios

y de los esposos“En este camino es impor-

tante y necesaria la oración, siempre. Él para ella, ella pa-ra él y los dos juntos. Pedid a Jesús que multiplique vuestro amor. En la oración del Padre-nuestro decimos: “Danos hoy nuestro pan de cada día”. Los esposos pueden aprender a re-zar también así: “Señor, danos hoy nuestro amor de cada día”, porque el amor cotidiano de los

esposos es el pan, el verdade-ro pan del alma, el que les sos-tiene para seguir adelante. Y la oración: ¿podemos ensayar pa-ra saber si sabemos recitarla? “Señor, danos hoy nuestro amor de cada día”. [...] Ésta es la ora-ción de los novios y de los es-posos. ¡Enséñanos a amarnos, a querernos! Cuanto más os en-comendéis a Él, tanto más vues-tro amor será “para siempre”, capaz de renovarse, y vencerá toda dificultad”.

4. Aprender a pedir permiso

“”¿Puedo, permiso?”. Es la petición gentil de poder entrar en la vida de otro con respeto y atención. Es necesario aprender a preguntar: ¿puedo hacer esto? ¿Te gusta si hacemos así, si to-mamos esta iniciativa, si edu-camos así a los hijos? ¿Quieres que salgamos esta noche?... En definitiva, pedir permiso signi-fica saber entrar con cortesía en la vida de los demás. Pero escu-chad bien esto: saber entrar con cortesía en la vida de los demás. Y no es fácil, no es fácil. A ve-ces, en cambio, se usan mane-ras un poco pesadas, como cier-tas botas de montaña. El amor auténtico no se impone con du-reza y agresividad. En las Flo-recillas de san Francisco se en-cuentra esta expresión: “Has de

saber, hermano carísimo, que la cortesía es una de las propieda-des de Dios... la cortesía es her-mana de la caridad, que extin-gue el odio y fomenta el amor” (Cap. 37). Sí, la cortesía con-serva el amor. Y hoy en nues-tras familias, en nuestro mun-do, a menudo violento y arro-gante, hay necesidad de mucha más cortesía. Y esto puede co-menzar en casa”.

5. Aprender a decir gracias

“”Gracias”. Parece fácil pro-nunciar esta palabra, pero sa-bemos que no es así. ¡Pero es importante! La enseñamos a los niños, pero después la olvi-damos. La gratitud es un sen-timiento importante: ¿recor-dáis el Evangelio de Lucas? Una anciana, una vez, me de-cía en Buenos Aires: “la grati-tud es una flor que crece en tie-rra noble”. Es necesaria la no-bleza del alma para que crezca esta flor. ¿Recordáis el Evange-lio de Lucas? Jesús cura a diez enfermos de lepra y sólo uno re-gresa a decir gracias a Jesús. Y el Señor dice: y los otros nueve, ¿dónde están? Esto es válido también para nosotros: ¿sabe-mos agradecer? En vuestra rela-ción, y mañana en la vida matri-monial, es importante tener vi-va la conciencia de que la otra

M A G I S T E R I O D E L P A P A F R A N C I S C O

Los invito a hacerse crecer juntos, el uno al otro. Y los hijos tendrán esta herencia de haber tenido un papá y una mamá que crecieron juntos, haciéndose -el uno al otro- más hombre y más mujerEl 14 de febrero de 2014 el Vaticano se convirtió en la capital de los novios: miles de parejas de diferentes países abarrotaron la plaza de san Pedro para un encuentro con el Papa Francisco quien de ese modo quiso saludar y acompañar a todos aquellos que se preparan para el matrimonio. Tres parejas le formularon algunas preguntas al Santo Padre. He tematizado las respuestas y les ofrezco los 9 consejos que el Papa Francisco dio a los novios. Consejos ágiles, realistas y positivos que valen también para quienes ya están casados (la numeración y el titular antes de cada consejo es nuestro):

Los 9 consejos del Papa Francisco para un matrimonio verdaderamente feliz

Jueves 3 de abril de 2014 Jueves 3 de abril de 20146 7observadorsemanalobservadorsemanalC U LT U R AA C T U A L I D A D

Cuatro grandes para la historia

La universidad, el problema de la vida

C on gran expectativa la Igle-sia Católica y el mundo es-peran lo que han denomina-

do “el encuentro de los cuatro Papas”. El próximo 27 de abril, en el domingo de la Divina Misericordia, serán ca-nonizados dos Papas que han dejado huella en la historia universal: Juan XXIII, llamado “Papa Bueno”, quien convocó al Concilio Vaticano II; y Juan Pablo II, el cual, durante un pon-tificado de 27 años, promovió prácti-camente a través de todo el mundo un mensaje de misericordia.

En la ceremonia de canonización estarán presentes dos Papas vivos. Por un lado, Benedicto XVI, el hu-milde sucesor de Juan Pablo II, quien hace poco más de un año sorprendió cuando renunció a su pontificado, re-cibiendo el nombramiento de “Papa emérito”, y Francisco, el actual Obis-po de Roma, quien cada día que pa-sa nos deja más entusiasmados con su mensaje de la “Cultura del Encuen-tro”.

El Papa buenoAngelo Giuseppe Roncalli, mejor co-nocido como Juan XXIII, fue de ori-gen italiano, hijo de campesinos y su-mamente carismático entre sus fieles. Se le recuerda como un constante por-

tavoz de la paz. En su encíclica Pacem in terris nos recordó el importante pa-pel que tienen la justicia, el amor, la li-bertad y la verdad entre todos los pue-blos de la humanidad.

Sin duda, su mayor aportación fue su convocatoria al Concilio Vati-cano II. Su frase: “Quiero abrir las ventanas de la Iglesia para que po-damos ver hacia fuera y para que desde fuera pueda verse el inte-rior”, resumen la trascendencia de ese acontecimiento que reciente-mente cumplió 50 años.

Juan Pablo IIKarol Wojtyla beatificó el 3 de sep-tiembre de 2000, durante las cele-

braciones del Jubileo, a Juan XXIII. Los designios de Dios han decidi-do que el Papa polaco será canoni-zado el mismo día que el Papa del Concilio.

Juan Pablo II, quien murió el 2 de abril de 2005, en la fiesta de la Di-vina Misericordia, dejó un legado a la humanidad que todavía hoy en día podemos sentir.

Papa FranciscoJorge Mario Bergoglio, actualmente Papa Francisco, fue nombrado obis-po y creado cardenal por Wojtyla. Recordando a Juan Pablo II, ha di-cho que “fue el gran misionero de la Iglesia, un hombre que llevaba el

Evangelio a todas partes, sentía este fuego de llevar adelante la Palabra del Señor. Es un San Pablo”

Francisco nos ha recordado re-cientemente el sufrimiento de Juan Pablo II, cómo lo testimonió de for-ma ejemplar y cómo también su magisterio fue vivo, siendo esto re-tribuido por el pueblo de Dios con mucho afecto, reconociendo que Dios estaba con él.

Benedicto XVIEs obligado y justo incluir al Pa-pa Benedicto XVI, el alemán Jo-seph Ratzinger, en esta impor-tante celebración. No sólo hay que recordarlo como el sucesor

de Juan Pablo II y un activo par-ticipante del Concilio Vaticano II, sino como un Papa que tuvo que enfrentarse a la adversidad dentro de la propia Iglesia.

Ratzinger recientemente nos re-galó en una entrevista, realizada por el periodista polaco Wlodzi-mierz Redzioch, su opinión sobre Juan Pablo II. Vale la pena mencio-nar la última frase: “Mi recuerdo de Juan Pablo II está lleno de gratitud. No podía y no debía intentar imi-tarlo, pero intento llevar adelante su herencia y su tarea lo mejor que he podido. Y por eso estoy seguro que todavía hoy su bondad me acompa-ña y su bondad me protege”.

E l arzobispo de Milán fue el último en tomar la palabra, pero «no soy la guinda del pastel». No tiene ningu-

na intención de agotar las preguntas plantea-das por alumnos, profesores y personal admi-nistrativo, sino «más bien señalar los aspectos que más me han llamado la atención, y que me llevan a decir en qué sentido la universi-dad es un paradigma de vida nueva».

el camino comenzó en un encuentro cele-brado ya el pasado mes de noviembre, con la «provocación que implicaba mostrar en qué sentido la vida en la universidad puede ser un paradigma de la vida como tal, dentro de toda la sociedad, a cualquier edad y en cual-quier nivel».

el camino continúa, porque «queda otro paso que dar: en qué sentido la palabra “pa-radigma” encuentra en la universidad un po-tencial expresivo muy significativo, tanto que os convierta en sujetos de una interacción edificadora de la vida social».

el cardenal retomó algunas de las inter-venciones que le precedieron. Como la de Li-dia, estudiante de Arquitectura. Al encontrar-se con una realidad nueva, la universitaria, le surgieron varias preguntas: «¿Quién soy yo?

¿Qué quiero ser? ¿Qué estoy llamada a ha-cer?».

«estos interrogantes son el humus del que nace y se alimenta la universidad», afir-ma scola: «responder significa responder a la unidad de mi persona, de mi yo dentro de la multiplicidad y de la diversidad de tareas a la que la universidad nos conduce». el proble-ma de la unidad del yo es un problema capi-tal para cualquier universidad, subraya scola, porque es el problema de la vida. «si falta la unidad de mi yo, ¿cómo puedo mantenerme en pie?». No hay que tener miedo ante estas preguntas, en la búsqueda no estamos aban-donados a nosotros mismos: «Contamos con una gran ayuda para esto», explica el arzobis-po: «La sorpresa del Dios encarnado. Hay un trasfondo. Y ese trasfondo es el carácter de la sorpresa. Dios nos sorprende todos los días a través de la comunidad cristiana».

La unidad del yo también se persigue a través de una relación. Un tema que los re-latos de las diversas intervenciones previas iluminan como el corazón de la vida buena. en particular el de la profesora eliana Mine-lli, que comenzó su reflexión, no por casua-lidad, con un video que mostraba la bienve-

nida a los de primero en su ateneo. «el factor decisivo de la universidad es la persona, por-que es irrepetible», explica Minelli: «De ahí deriva una atención, una pasión, una necesi-dad de escuchar a los estudiantes, en los pro-fesores y en los alumnos, para el crecimien-to de todos».

La universidad es el lugar de la búsqueda, del estudio y de la enseñanza. «Todos debéis encontrar estos tres factores cada día», añade scola: «De su unión, pues al afrontarlos cada uno se pone delante con toda su persona, na-ce una communitas entre nosotros».

el tercer elemento señalado por el arzobis-po partía de la reflexión de edoardo Buroni, un joven investigador de ciencias humanas que no sólo describió los aspectos de la vida buena en la universidad, sino también las di-ficultades: «La rigidez del sistema y la activi-dad investigadora a menudo parecen estar orientadas tan sólo a conseguir la mayor efi-ciencia cuantitativa posible, a lo inmediato, y mientras tanto el sujeto queda cada vez más excluido».

esta afirmación permitió al cardenal abor-dar el tema de la solidaridad y gratuidad. «No se construye nada sin», explica scola: «sin la

relación apasionada por el otro, que se de-ja mover y conmover. También puede haber gratuidad en los libros, hacia el objeto de es-tudio».

La cultura empieza con el sujetoLuego el arzobispo retomó la intervención del profesor de Ingeniería aeroespacial Lucia-no Galfetti, que había señalado que el pun-to del que volver a empezar en la universi-dad es «compartir dudas y preguntas, que re-presentan una oportunidad extraordinaria de encuentro entre la sociedad laica y la creyen-te». este encuentro-desencuentro cotidiano en la universidad se convierte en la «posibi-lidad para que el hombre pueda ser restitui-do en su plenitud». Precisamente la pregun-ta sobre el sentido de las cosas es el fin y la orientación del estudio.

«La cultura empieza con el sujeto que se plantea, se pregunta por aquello que le in-teresa y fascinante en la vida», dice scola ci-tando a Maritain. si uno está abierto al bien personal y al común, no tiene miedo a la con-frontación. «La verdad no es ante todo el ob-jeto de nuestra investigación, sino que es justo lo contrario: la Verdad viene a nues-

tro encuentro. Por tanto es algo muy dis-tinto cuando me pongo con el corazón abierto de par en par porque lo que me mueve es una Verdad viva y personal den-tro de las circunstancias del estudio y de las relaciones cotidianas».

La última reflexión del cardenal se refie-re a la intervención de ellis sada, directora de las bibliotecas de la Católica, que había testimoniado la centralidad de la persona en un trabajo de colaboración, como en la construcción del Duomo de Milán. scola recuerda a este respecto que «la universi-dad nació como comunidad de estudiantes y profesores». La personalización, la tarea de unificación del yo, que tiene como pun-to de partida la sorpresa del Misterio, ve al hombre inmerso en una comunidad. «Pe-ro debemos hacer experiencia de que es-ta comunidad nos conviene. Hay que po-ner entre paréntesis al yo cuando estudio la química, la física...».

La universidad es un gran recurso, con-cluye scola. Y la pasión de la Iglesia con-siste en que «vosotros viváis aquí una vi-da tan buena que pueda ser paradigmáti-ca para la ciudad entera, y para el mundo».

«¿En qué sentido el tiempo vivido en la universidad es paradigma de una vida buena? ¿Qué significa que estos años permitan vivir una experiencia de vida auténtica?». Estas preguntas del encuentro organizado por la Diócesis de Milán, concretamente por el arzobispo Angelo Scola, son una provocación para el mundo universitario. Seiscientas personas dirigen su atención a los ponentes, moderados por Giovanni Azzone, rector del Politécnico, que da comienzo a las intervenciones.

Angelo Giuseppe Roncalli Karol Wojtyla Jorge Mario Bergoglio Joseph Ratzinger

“Como vos quieras”, la expresión de un deseo a través de la música

A mediados de 2011 formamos una banda de rock y la llamamos “Como Vos Quieras”. Siem-pre tuve la necesidad de expresar lo que sien-

to y por ende siempre escribía cosas muy personales y las convertía en música. Mi mayor deseo era que lo que vivo se quede plasmado y reflejado para todos, cosa que con el tiempo da sus frutos. Después de altibajos varios, en verano de 2012, fui a las vacaciones del CLU aquí en Paraguay, con los amigos argentinos. Ahí em-pezó una gran amistad con un chico de Santa Fe que estudia en Córdoba. Casualmente en esas vacaciones él se encargaba del sonido y yo también. Conversamos mucho sobre todo lo que implique trabajar en eso, ya que la carrera que estoy cursando es Tecnología en So-nido. En una de las noches él me pidió que le cantára-mos una de mis canciones, Murguita de la vida.

¿Que nos pasa hoy?Los pensamientos profundos están inactivosNo quiero ser un robot arrastrado por los mambos Y sin vidaDebería de exprimir, el jugo de las cosasEl jugo de la vida, donde mi ser me pide a gritos todoPide todo, hasta el cielo.La oscuridad y el caiguetismoNo me llena, no me siento yoQuiero alcanzar hasta el solHasta la luna y sentir mi cuerpo vibrarDebería de exprimir, el jugo de las cosasEl jugo de la vida, donde mi ser me pide A gritos todoPide todo, hasta el cieloY sentirme yo.Las siguientes vacaciones del CLU en verano 2014 se celebraron en Córdoba (Argentina). Llegué allí con el deseo de ser yo de nuevo. Y así fue. Me encontré con un montón de sorpresas o mejor dicho regalos. El lugar,

el paisaje, la montaña, los amigos, las peñas, los mo-mentos, las preguntas… ¡Todo! Para mí fue como vol-ver a despertar de una gran anestesia. En la última no-che, durante la fiesta, Juanpi me dice: «Toquemos Mur-guita de la vida. Yo me la aprendí en la guitarra y quie-ro tocarla». Antes de empezar a tocarla, comentó: «Fui-mos a Paraguay y Héctor me mostró este tema, que me gustó mucho. Entonces empecé a tocar la guitarra pa-ra un día poder tocar con él. Por eso, hoy les agradezco que me dejen tocar».

Ahora veo cómo el Señor, con su creatividad y sa-biendo lo que a mí me apasiona, se hacía presente ahí, abrazando toda mi nada y diciéndome: «Acá estoy, mí-rame en los rostros de tus amigos». Fueron días para reconocer esto y preguntarme el porqué de las cosas, comparando todo con mi corazón. Al finalizar las vaca-ciones, unos seis paraguayos nos quedamos en la cui-dad de Córdoba para pasar unos días con los chicos de ahí. Fueron días de muchos testimonios, encuentros e intercambio de experiencias. Lo más lindo era ver có-

mo muchos amigos de Argentina se sabían ya varios de nuestros temas y los coreaban. También nos conta-ban que antes de la Escuela de comunidad ellos cantan Murguita de la vida.

Después de unos días, Juan Carlos y yo zarpamos para Rosario, Santa Fe, Rafaela y Buenos Aires dando mini conciertos de “Como Vos Quieras”. ¿Quién lo hu-biera imaginado que esto pasaría con nuestras cancio-nes? Generalmente a mí me cuesta mucho hacer un juicio sobre lo que vivo, pero hay veces que es dema-siado evidente cómo Él actúa en la realidad. Por eso, al regresar a Paraguay unos días después me senté a es-cribir una nueva canción.Ya sé, yo sé, me voy, espérame,¿Qué es? lo que sirve en el fondoMe pregunto noche tras nocheReconocer que puedo ser Segundo a segundoUn regalo más para otros más

Vivir sentirEso es lo que quieroErrar perdonar amarEs un ciclo dolorosoPero retomar es el principio De la intensidadHay cosas que séHay otras que olvidoNo quiero olvidarQuiero recordarYa sé, yo sé.Me voy, espérameNo me dejes no me dejesSoledad no quiero más.

Héctor Esteche Cabrera

Jueves 3 de abril de 20148 observadorsemanal

Legión de María fue reconocida por el Vaticano

1. Estamos abriendo una nueva casa de la caridad para acoger a nuestros hermanos indígenas. Especí-ficamente 20 jóvenes de la parcialidad de los Chamacoco, Ni-vaclé y Tobas Kon, a quienes estamos brindando becas de es-tudio en el colegio Politécnico Pai Lino de la Fundación pa-ra atender así sus necesidades básicas de techo, alimentación, vestimenta y salud. Rogamos su colaboración:20 juegos de sábanas de 1 plaza de preferencia que sean del mismo tono, 20 almohadas, frazadas, edredones, 20 toallas para baño y rostro, utensilios para cocina, manteles, serville-tas, plancha, cocina a gas, heladera, conservadora, cafetera.

2. Necesitamos voluntarios para la Clínica Divina Providencia. Si eres mayor de 18 años y quieres trabajar dando tu tiempo gratuitamente, sobre todo DANDO AMOR! Te esperamos! Comunicarse con la Lic. Inocencia Miranda al 0972-550-795.

3. Para los Hogares de ancianos estamos necesitan-do: colchones con forro impermeable 50 unidades y sábanas blancas 150u. (para camas de una plaza), camisón de verano para abuelas 20u., pijamas para abuelos de verano 60u., short capri blanco para abuelas 60u., almohadas 50u., toallas gran-des blancas 150u., toallas para rostro pequeño 50u.

4. Los hogares de niños están necesitando: alimentos perecederos como: carne, frutas y verduras. Además necesita-mos juntar 2000.000Gs para la compra de 20 edredones. y la compra de un secarropa para Casita de Belén 3.

5. El Policonsultorio Juan Pablo II, necesita la ayuda de todos aquellos profesionales médicos en el área de Pediatría, Dermatología y Neurología. La Clínica Divina Providencia necesita oncólogo e infectólogo.

6. Apoye nuestro programa de apadrinamiento apor-tando 50.000 Gs por mes.

7. El CAV sigue solicitando víveres no perecederos. Estamos con los almacenes vacíos, tanto el CAV de Asunción como el de Itá. Confiamos en tu ayuda!

9. “Adoración al Santísimo Sacramento” en la capilla de la Clínica. Para anotarse llame al 611-214.

Fundación San Rafael 611-214, 613-513.

F U N D A C I Ò N C E N T R O S A N R A F A E L D E A Y U D A A L A V I D A

E l más joven de los tres hi-jos de Domenico Scrosop-pi, joyero, y Antonia Lazza-

rini. Nació el 4 de agosto de 1804 en Udine (Italia). Su hermano Car-lo fue ordenado cuando Luigi tenía seis años, y su hermano Giovanni varios años después. Cuando él te-nía 11 años o 12 años, la región en que vivía Luigi fue golpeada por sequía, hambre, tifo, y viruela en sucesión rápida; la visión de tal mi-seria, pobreza completa, y el núme-ro de huérfanos tuvo un efecto du-radero en el muchacho.

En sus adolescencia, sentía el llamado al sacerdocio, y entró en el mismo seminario que su herma-no Giovanni. Diácono en 1826; or-denado el 31 de marzo de 1827 en la catedral en Udine; fue asistido en su primera Misa por sus hermanos.

Director de la Pía Unión al Co-razón de Jesucristo. Ayudaba a ma-nejar el centro infantil a su herma-no Carlo como Director Auxiliar del orfanato de Carlo en 1829. el instituto cayó en tiempos más du-ros que lo usual; Luigi, desespera-do, salió a las calles rogando apo-yo, esta lección de fe pronto dio sus frutos para la escuela consiguien-do bastante dinero para comprar un edificio. Como había demasia-dos huérfanos para el espacio dis-ponible, los hermanos decidieron agrandar la casa; Luigi salió a pedir materiales de construcción y traba-jadores. La obra empezó en 1834 con Luigi coordinando, rogando, dirigiendo, y trabajando en la cons-trucción, los trabajos se completa-ron en 1836, la llamaron “Casa pa-ra los Desposeídos”. Ese año la re-gión sufrió una epidemia de cóle-ra, y los orfanatos, de nuevo, esta-ban llenos. Las necesidades de los huérfanos, y el trabajo constante de los hermanos sacerdotes, llamaron

la atención de varias mujeres del área que también estaban trabajan-do por los pobres y abandonados. Entre ellas estaban Felicita Calli-garis, Rosa Molinis, Caterina Bros, Cristina y Amalia Borghese y Or-sola Baldasso. Estas mujeres, ba-jo la dirección espiritual de Carlo y Luigi, fundaron lo que se volve-ría la Congregación de Hermanas de Providencia para la educación académica básica y destrezas en la costura a jóvenes. Luigi los puso bajo la protección de San Cayeta-no. La Congregación recibió apro-bación final el 22 de septiembre de 1871 por el Papa Pío IX.

En 1846 Luigi se unió el Orato-rio de San Felipe Neri, una congre-gación consagrada a la caridad y el aprendizaje; elegido preboste ele-gido de la comunidad el 9 de no-viembre de 1856.

El 4 de octubre de 1854 inauguró la Casa de Rescate para las mucha-chas abandonadas. El 7 de marzo de 1857 abrió la escuela y casa pa-ra las muchachas sordomudas, ins-titución que lastimosamente tan só-lo sobreviviría 15 años. Abrió tam-bién una Casa de Providencia pa-ra las antiguas estudiantes desem-pleadas. Además trabajaba en los hospitales con los más enfermo y pacientes más pobres.

En sus últimos años, Luigi tu-vo que combatir sentimientos an-ti-clericales que surgieron a lo lar-go de de la península italiana du-rante la unificación; muchas casas y grupos, incluso el Oratorio, fue-ron cerrados, y sus recursos vendi-dos. Aunque no pudo salvar el Ora-torio o las propiedades de la parro-quia, logró proteger sus institucio-nes caritativas, y vio a la Congre-gación crecer y extenderse.

Murió el 3 de abril de 1884 en Udine.

L A V i d A d E LO S S A N T O S

El secretario del Consejo Pontificio para los Laicos, monseñor Josef Clemens, dio a conocer el jueves 27 de marzo, el decreto por el cual fueron apro-

bados los estatutos de la Legión de María y reconocida esta realidad eclesial como “Asociación internacional de fieles”. Monseñor Clemens destacó que la Legio Mariae es una señal de cómo el espíritu misionero de los laicos “puede andar junto con una profunda comprensión del llamado a la santidad recibido por el Bautismo”.“Toda la historia de la Legión de María -afirmó- es un maravilloso testimonio de fe en la omnipotencia de Dios, y en la fuerza de la oración a María”.Para el prelado, la Legión de María fue, desde el inicio, “un vivo testimonio de lo que Dios puede obrar a través de corazones humildes”.Fundada el 7 de septiembre de 1921 en Dublín, Irlanda, por iniciativa de un grupo de personas guiadas por el entonces funcionario del Ministerio de Finanzas, Frank Duff, la Legión de María con más de 93 años de histo-ria misionera por el mundo, “llevando a María al mun-do y, por medio de ella, el mundo a Jesús”, según mon-señor Clemens.Actualmente está extendida por todos los países del mundo y cuenta con cerca de cuatro millones de miem-bros activos. Las oraciones de la Legión de María se re-zan en 125 lenguas distintas.La institución, volcada a la formación de millares de gru-pos en todos los continentes, propone a sus miembros la santificación y la participación en la misión evangeli-

zadora de la Iglesia por medio del apostolado social con los más necesitados y los que se encuentran alejados de la Fe.En Paraguay también está presente la Legión de Ma-ría desde hace varias décadas y trabaja en varias parro-

San Luigi Scrosoppi Presbítero y Fundador de la

Congregación de Hermanas de la Divina Providencia