En el Océano Pacífico hay 100 millones de toneladas de basura, que forman el Gran Parche de Basura del Pacífico, una mancha de basura de 700 mil kilómetros cuadrados. Para que se den una idea, todo el territorio de España apenas llega a los 500 mil kiló-metros cuadrados. Si la humanidad se extinguiera de pronto, y pasados unos cuantos siglos llegara a la Tierra una expedición de arqueólogos extraterrestres en busca de nuestros restos, proba-blemente bautizarían al período de tiempo que nos tocó vivir en función del material tecnológico encontrado en mayor abundancia en las excavaciones. Si hace 5 mil años, en nuestra prehistoria, vivimos lo que se llamó la edad del bronce, para esos extraterres-tres estudiosos de nuestra post-historia, los humanos se habrían extinguido durante la edad del plástico. Y por desgracia, es el

océano quien se encarga de recordarnos de forma dramática el abuso en la fabricación de materiales de plástico (que escaparon al reciclado) con el que hemos castigado a nuestro planeta durante los últimos 70 años. Cuesta trabajo hacerse una idea de su volumen, pero en el Océano Pacífico, en algún lugar entre San Francisco y Hawaii, existe una enorme isla de basura de un tamaño superior al de Francia, España y Portugal.

Heath Ledger era un famoso actor australiano, nacido el 4 de abril de 1979 y fallecido el 22 de enero de

2008. Tenía 28 años cuando falleció. “Heath Ledger” tiene 11 letras, si sumamos los números de la fecha

de nacimiento de Ledger tenemos: 4+4+1+9+7+9= 34. Si sumamos los números de la fecha del estreno

de su última película (The Dark Knight): 16/07/2008= 24. Nunca se casó. Sus padres se divorciaron cuando él era pequeño, su madre era profesora y su padre era un piloto de coches y deportista al que le apasionaba

el cine. A Ledger le apasionaron de joven las armas de fuego y murió de una sobredosis de drogas. Interpretó

en su última película a un curioso villano, con tras-tornos psíquicos, que llevaba el rostro maquillado de

blanco, los ojos pintados de negro y una sonrisa dibuja-da en su cara. Ledger vestía con colores llamativos, y

el bueno de su película vestía de negro.

Brandon Lee era un actor americano, nacido el 1 de febre-ro de 1965 y fallecido el 31 de marzo de 1993, también a los 28 años. “Brandon B. Lee” tiene también 11 letras. Si sumamos los números de la fecha de nacimiento de Lee nos da lo siguiente: 2+1+1+9+6+5= 24, y si sumamos los números de la fecha del estreno de su última película (El Cuervo): 15/05/1994= 34. Tampoco se casó. Sus padres se divorciaron. Su madre era profesora, su padre era un actor de cine y deportista al que le apasionaban los coches. A Lee le apasionaron de joven las drogas y murió de un disparo de arma de fuego. Interpretó en su última película a un curioso personaje, con trastornos psíquicos, que llevaba el rostro maquillado de blanco, los ojos pinta-dos de negro y una sonrisa dibujada en su cara. Lee hacía de bueno y vestía de negro, y el malo de su película vestía de colores llamativos

Hace muchísimos años que los periódicos existen; ya desde hace 1000 años las noticias para la corte imperial de la dinastía china Tang se difundían en hojas escritas a mano, aunque la llegada del periódico como lo conocemos hoy en día procede de Noruega, por el año 1326. Hacia el siglo XV, con la invención de la imprenta de tipos móviles permitió la impresión de un número grande de hojas a un costo reducido. En Roma, en el año 1493 se difundió la noticia del viaje de Cristóbal Colón a lo que después se conoció

como El Nuevo Mundo. El primer periódico semanal se publicó en Alemania, en Wolfenbütel, por Adolph von Söhne en 1609. Esto se difundió rápidamente por toda Europa. Los que fungieron como principal fuente de información en aquellos tiempos fueron los mer-caderes, pues se movían grandes distancias en sus viajes por las ciudades, y los líderes en cuanto a número de publicaciones fueron los holandeses quienes hacia el año 1625 publicaban más de cien periódicos.

La película ganadora de un Oscar en 1972, “Marjoe”, denuncia la charlatanería fraudulenta evan-gélica estadounidense que tuvo su “niño prodigio” en la persona de Marjoe Gortner, cuyo nombre es una fusión de los nombres José y María en inglés. Su historia, al igual que su nombre, es grotes-ca y en el filme se cuenta cómo a la edad de 4 años el niño es literalmente arrojado a los púlpitos con un traje llamativo. La inteligencia del niño fue brutalmente utilizada y destruida para instruirlo en decir que tenía el mandato divino de predicar. Si protestaba o lloraba, su madre lo metía debajo del chorro de agua o le aplastaba la cara cuidando de no dejarle marcas. A los seis años ya oficia-ba ceremonias matrimoniales, su fama atrajo los reflectores y según estima el señor Gotner, las “donaciones” sumaron 3 millones de dólares que no se destinaron para su educación ni su futuro. Hacia los primeros años de la década de la Contracultura en California, en los años 1960, teniendo 17 años se rebeló contra sus cínicos padres y se “marginó” en una comuna “hippie”. Diez años después, el adulto Gortner llevó a cabo la mejor venganza posible por su infancia robada y vacía y decidió hacer un favor al público para compensar el fraude. No se pierda la segunda parte de esta historia en nuestro próximo número.

MARJOE GORTNER,

PARTE 1

Hubo un hombre, oficial del ejército británico, el Mayor Summerford, quien mientras combatía en los campos de Flanders en febrero de 1918, fue alcan-zado por un rayo, y debido a la fuerza del mismo, salió despedido de su caballo, esto lo dejó paraliza-do de la cintura para abajo. Summerford se retiró y se mudó a Vancouver. Un día, en 1924, o sea, seis años después de este primer percance y mientras pescaba en la ribera de un río, un rayo cayó en el árbol sobre el que estaba sentado, lo que paralizó ahora todo el lado derecho de su cuerpo. Dos años después, el Mayor ya estaba lo suficientemente re-cuperado de su parálisis como para tomar un paseo por un parque local. Mientras tomaba este tranquilo paseo por el parque un día de verano en 1930, fue alcanzado por un rayo, lo cual acabó por dejar pa-ralizado su cuerpo; esta vez, permanentemente. El oficial del ejército murió dos años después, y cual-quiera diría que en esto acabaría su suplicio eléctri-co, pero no; cuatro años después, durante una tor-menta, un rayo cayó en un cementerio y destruyó una lápida. ¿Quién yacía en esa lápida? El Mayor Summerford.

Creso de Lidia fue uno de los primeros conocidos por amasar una enorme fortuna. Reinó entre los años 560 y 546 a. C. y eso le bastó. En su palacio prácticamente amontonó todo el oro de las minas de su imperio. Todas estas riquezas las exhibía en una exposición permanente, la cual sus invitados tardaban en recorrer 3 días. Ésta incluía todo tipo de objetos de oro y piedras preciosas (faltaba más). Creso, al parecer, no tenía en qué gastar su dinero; tuvo varias mujeres, pero nada más, en ese tiempo no existían los yates y demás tonterías para aplacar el complejo de inferioridad que tanto se da entre muchos.

Creso, que fue el último rey de Lidia, tenía fama de oler el oro. Hacia 546 a. C. llegó Ciro, otro persa y acabó con su reinado. Ciro le perdonó la vida y Creso terminó como asesor político y de finanzas (algo así) del nuevo rey. Creso murió pobre, pero muy feliz, aunque de vez en cuando se ponía nostálgico al ver cómo otro disfrutaba guardando el tesoro que una vez él guar-dó con gran placer.

En la España medieval se obligaba a musulmanes y judíos a convertirse al cristianismo so pena de tormento y muerte; mucha gente no se convertía con sinceridad (y lo mismo fue en México durante la Conquista), y de hecho la Inquisición nació en parte por el pavor de la iglesia de que asistieran falsos fieles a la misa. Surgió la costumbre de ofrecer en ceremonias y eventos formales e informales una bandeja con charcutería: productos de cerdo curado y cortado en lonchas de distinta forma y de sabor riquísimo. Esta costumbre nació con un oscuro propósito: vigilar y descubrir a los herejes; la repugnancia que mostraran hacia la carne de cerdo los delataría y llevaría a juicio a la Inquisición bajo la acusación de “no ser cristianos conversos sinceros” o algo así.

The Truman Show. En 1998, el actor Jim Carrey estela-rizó esta cinta en donde precisamente dio vida a “Truman”, un hombre que sin saberlo, vive dentro de un set de televi-sión y toda su vida ha sido monitoreado con cámaras, ya que él es la principal atracción de un programa de televisión. La película deja entrever que lo más popular en la TV son precisamente los reality shows, algo que en su momento tachamos de despiadado y poco probable. Una década des-pués, nos damos cuenta que el mensaje no estaba nada ale-jado de la realidad, pues no existe canal de televisión que no trasmita un programa de este estilo y sobre todo, gente que no deje de seguirlos.

Terminator. Una de las cosas que todos recordamos de este hombre-robot es que a través de sus ojos se podía leer información sobre esa persona que debía matar en el tiem-po pasado. A este fenómeno se le conoce como realidad aumentada.Esto ya no sólo es producto de las pantallas de cine, sino que con la llegada de ciertos dispositivos móviles inteligen-tes, hoy en día, existen diversas aplicaciones que realizan una acción similar y que nos dan todos los datos de aquellas cosas a las que con el aparato estemos apuntando.

2001: Odisea del espacio. Obra del séptimo arte creada y dirigida por el maestro Stanley Kubrick, la cual llegó a las salas cinematográficas en 1968. La historia nos cuen-ta la vida de un conjunto de astronautas que siguen la es-tela de un monolito que parece haber sido creado por los extraterrestres. En “2001:Odisea del espacio” se tocan temas como la evolución humana, tecnología, inteligencia artificial, entre otros, con cierto realismo poco propio para su época. Si recuerdas, aparece un androide llamado HAL 9000, el cual tiene la capacidad de comunicarse con la gen-te, algo muy similar a al robot de la CIA que utilizó para ase-sinar a Anwar al Awlaki, quien fuera miembro de Al Qaeda.