Oddone - La Historiografia en Revista Historica Universidad 2a Epoca 01 1959

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    JU,\: \ A: \TO: \IO ODDO?-;E

    LA HISTORIOGRAFIA URUGUAYA EN EL SIGLO XIX.

    APUNTES

    PARA

    SU ESTUDIO.*

    Se

    ha dicho

    con razn

    que

    la historiografa en Amrica Latina ha

    particijJado de modo muy activo en la consolidacin histrica ele las na-

    cionalidades

    del

    Continente

    a lo largo del jJasado siglo. Nianifestacin de

    militancia

    intelectual

    ms que

    sereno ejerczcio cientifico la reflexin his-

    trica sobre el jJasado las creaciones historiogrficas constituyen

    f or

    lo

    comn la

    expresin

    de un

    comjHomiso ante

    la realidad, ya bajo

    su inme

    diata

    faz jJoltica o

    bien

    c mo

    empresa

    constructiua de

    una

    conciwcia

    wz-

    cional

    en vas de

    sustentacin.

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    JUAN A.NTONIO DDONE

    d_ecirse

    que

    sus

    manifestaciones

    genricas concejJtuales recorren un tran

    sztado sendero desde la crnica fctica hasta las formas adultas de la cons

    truccin

    historiogrfica.

    Esperemos entonces

    que una historia de

    nuestra

    historiografa encare

    el relevamiento de sus balbuceos narrativo s de sus atisbos heroicos asi

    con: o la crnica

    onomstica

    y la crnica patritica; que persiga todas las

    vanantes

    de la escuela filosofante

    que introducida

    jJor iVIagariilos Ceruan

    tes confluye ms tarde

    en

    la reflexin sociolgica la fundamentacin cau

    sal que postula el positivismo cientificisia del 80; que conforme el derrote

    ro de

    corriente erudita

    a travs de su

    evolucin metodolgica

    y

    el

    fe

    cundo zntercambio que posibilit en el quehacer histrico rio;blatense. De

    todo

    ello para emjJezar deber hacer buen caudal

    una historia

    de

    nuestra

    historia siguiendo de cerca nuestros conflictos partidarios e ideolaicos el

    desarrollo de las corrientes literarias

    la

    af;etencia de la

    cultura a 1 ~ b i e n t e

    la conformacin ele nuestro medio social. Es dable esperar una

    historia

    de

    la historiografa que no

    naufrague

    en el

    exhaustivo

    catlogo

    e1udito

    o

    en

    la

    venerable

    galera_ crono lgica . Cabe aguar dar para

    un

    trabajo de esa

    natu ralez a el estuclzo de la necesaria

    conexin entre pensamiento

    )' crea

    non teniendo en cuenta la adajJtacin y

    transformacin

    que experimen-

    ~ a r o n

    las corrientes de ideas importadas y el vigor que cobraron en su

    zmpregnacin con

    nuestro pasado histrico;

    haciendo

    caudal

    en fin

    de la

    gravitacin militante del

    romanticismo y

    la dilatada

    influencia afirmativa

    del

    positivismo

    evolucionista.

    Semejante tarea que desde luego no cabe en la intencin de estas no

    tas

    an queda

    f or cumjJliT. Los apuntes

    que

    siguen slo pretenden aven

    turar

    un

    somero

    planteo de algunas de sus direcciones posibles.

    ANTECEDENTES

    Y

    ESTIMULANTES

    Cuando en octubre de 1812, tras la victoriosa insurreccin de la cam

    paa oriental,

    la

    suerte de las armas revolucionarias provoca el segundo si

    tio de Montevideo, la poblacin ele la Plaza -fresco en la memoria el re

    cuerdo de los ltimos meses de

    1811,

    y an presente el pnico de aquel

    bombardeo ingls ele 1807- vivi das de crecida angustia. Con

    la

    forma

    lizacin del asedio,

    hambre

    y epidemias fueron durante casi dos aos ru

    tinario flagelo de Montevideo. La relacin de Acua de Figueroa, testigo

    ocular de aquellos sucesos cotidianos, si constituye

    una

    temprana

    expresin

    de

    la

    poesa nacional,

    perdura

    tambin como contribucin liminar ele la

    crnica

    narrativa

    en nuestra literatura histrica.

    Francisco

    Acua

    de Figueroa

    (1791-1862),

    1

    narr, como

    se

    sabe, las

    incidencias memorables y menores de aquel episodio en el Diario Histrico

    1.

    FR:\1\Cisco .-\cu; :;A

    DE

    FIGUEROA,

    Diario Histrico del Sitio de

    Afontevideo

    en los

    mios 1812-13-14, en Biblioteca Americana v. II, Obras Completas de Feo. Acua de

    Figueroa :\Iontevideo, 1890.

    LA HISTORIOGRAFA URUGUAYA EN EL

    SIGLO

    XIX

    del

    Sitio

    de M o n t e v i d e o ~

    Si

    bien

    carece de plan,

    la obra

    no est escrita

    acaso; ~ - e _ f l e j a la observacin prolija de quien sigue a diario las inciden

    c ~ a s d ~ l

    s1t10,

    llevando cuentas de los movimientos militares

    (aunque

    las

    ~ I f r a s m c u r r a r ~ a veces

    en

    exageracin), los muertos en la accin y las ba

    ps por las ep1demias

    que

    diezmaron a los montevideanos; las salidas de

    los defensores y el bloqueo fluvial; consignando, de paso, las negociaciones

    de los bandos en lucha, ya las noticias de Buenos Aires o bien los sucesos

    polticos del campo sitiador.

    La intencin de hacer historia -que no fue ajena al

    autor- se

    revela

    en el carcter narrativo de

    la

    obra y en el propsito deliberado de escribir

    la crnica de los sucesos.

    En 1846,

    el

    propio

    Acua de Fioueroa valoraba

    su Diario con estas palabras: "

    produccin

    acreedora ; la indulgencia

    p ~ l i c a P?r _ser la nica crnica escrita de aquella poca memorable y por

    la unparClahdad y verdad de sus relatos".:; Sucesivas veces anotado con

    datos complementarios, de aclaracin, rectificacin o adicin de testimo

    nios, aparece evidente

    la intencin

    de

    aadir

    cierto rigor

    documental

    al

    trabajo. Las notas ilustran y jerarquizan el relato rimado, agregando apre

    ciaciones personales, citas de fuentes, datos de la

    Gazeta

    proclamas mili

    tares, y an las enmiendas crticas que atemperan los juicios del cronista

    ocular.

    Tipifica pues, Acua de Figueroa, una expresin temprana de la cr

    nica

    en

    nuestros anales histricos.

    Si

    -como lo adverta Bauz- su tempe

    ramento

    y su educacin le

    situaban

    ms cerca de los cuadros de

    la

    socie

    dad colonial qcte de la estructura ele a joven Repblica,

    4

    el apego a la

    comarca donde naci, el respeto a sus tradiciones y a su historia, permitie

    ron una transaccin con las nuevas formas institucionales que el pas asi

    milaba, cediendo sus convicciones monrquicas e hispnicas mediante un

    acatamiento apacible. El artfice del epigrama no desdijo entonces su for

    macin literaria: clsico recalcitrante, su pluma amable,

    burlona

    y a ratos

    punzante, lo identifica con la clsica

    literatura

    virreina . Bauz le concede

    una

    significacin

    ejemplar

    en la funcin

    integradora que

    cumple

    la

    litera

    tura como concurrente espiritual de la nacionalidad. En su opinin, es

    Acua

    de Figueroa quien

    incorpora

    definitivamente el tono heroico de las

    luchs emancipadoras a la conciencia colectiva ele lo nacional, mediante su

    2. Su propio autor en la portada del Diario explica la naturaleza de la obra: "Escrito

    en versos de varios metros en la

    poca

    misma,

    en

    el

    teatro y

    presencia

    ele

    los

    sucesos. posteriormente

    corregido

    y

    aumentado con notas

    curiosas y documentos

    relativos a los mismos sucesos.

    Copiado y

    corregido

    en

    el

    ao

    1841

    por el

    autor."

    Cfr.: FRAI\Cisco Acu; :;A E

    FIGUEROA,

    Diario Histrico del Sitio de

    Montevideo

    cit.

    3.

    4.

    La crnica

    rimada

    referida a temas histricos, tiene va alg-unos

    antecedentes

    en

    el Ro de

    la

    Plata. Amn de Barco Centenera, pueden considerarse

    precedentes

    inmediatos

    entre

    otros- los

    Romances

    ele Pantalen

    Rivarola,

    cantando las

    hazaas

    de los defensores de Buenos Aires durante las invasiones inglesas, y el poema ende

    caslabo ele Juan \ 'entura de

    Portegueda, Buenos-Ayres Reconquistada

    Mxi-

    co, 1808.

    Cfr.: FRAI\CISCO Acu:\;A E

    FicUERO.-\_.

    Diario Histrico del Sitio de Montevideo

    cit.,

    Prlogo y Advertencia

    en

    Obras Completas v. I, t. I, Montevideo, 1890,

    pp.

    7 y S.

    FRAI\CISCO BAuzA,

    Estudios Literarios

    en

    Bibliot eca Artigas Coleccin de Clsicos

    Uruguayos

    v.

    9,

    Montevideo,

    1953, pp. 5-11.

    5

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    JUAi\"

    ANTONIO DDONE

    perpetuacin en las letras uruguayas. Artigas y sus compaeros, Lava

    lleja y

    los suyos son

    la

    fuerza inicial, la causa generadora

    de

    nuestra exis

    tencia -escribe Bauz-; y .Figueroa es la fuerza moral propagadora de

    las escelencias

    de

    ese hecho. Aquellos en las armas

    y

    ste en las letras,

    complementan el acto entreg

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    JUAN

    ANTONIO

    0DDONE

    Dentro

    de la crnica de ndole memorialista, n se insertan mltiples

    manifestaciones cuyo anlisis escapa a los lmites de estos apuntes.

    La

    crnica

    narrativa

    registra con Dmaso

    Antonio Larraaga (1771-1848)

    10

    un temprano

    intento

    ele compendiar en un cnadro cronolgico el pasado

    histrico de la Banda Oriental.

    Dotado de una slida formacin humanstica,

    promotor

    de variadas

    manifestaciones culturales del ocaso colonial y los aos revolucionarios, no

    fue ajeno a

    la

    poltica de su tiempo. Distanciado de Artigas, acept

    transar

    con la dominacin portuguesa

    ele 1817. En

    aquellos das, y por encargo del

    general Lecor, Larraaga compone una narracin ele los hechos ms salien

    tes

    ele la historia

    del

    Ro ele la Plata

    desde

    el tratado ele

    Torclesillas hasta

    el ao

    1818.

    Los

    Ajnmtes

    Histricos sobre el deswrimiento y poblacin de

    la

    Ban

    da Oriental del Ro de la Plata y las ciudades de lv1ontevideo 1\I aldonado

    Colonia etc.

    -ampliados y completados, particularmente para su

    ltimo

    9.

    Dentro

    de

    la crnica narrativa

    construida

    sobre recuerdos y

    tradicin,

    pueden

    ci

    tarse, entre

    algunas

    de las ms

    conocidas: CARLOS

    A:-;AYA,

    Revolucin

    de la

    Banda

    Oriental del Vruguay situada en la margen hquierda del Ro de la Plata Am-

    rica del Sud Por A jnmtacin.s Historicas Polticas Escritas en el Departa

    mento

    de

    Montevideo

    en el A1io de 1851 en Revista Histrica Montevideo,

    195-1,

    nn. 58-60, pp. 296 y ss.;

    RA: >I:\ DE

    CAcERES, Memorias de don Resumen hist

    rico en Revista Histrica Montevideo, 1910, t. 3, ai'io 2, n. 8,

    pp.

    395-410; JuA:-;

    SPIKER:\IA:-1:\,

    La

    jJrimera

    quincena

    de los

    Treinta

    y

    Tres

    Montevideo,

    1891;

    Lms

    E

    LA ToRRE, i\Iemorias de los sucesos de 182; en

    Revista

    Histrica

    t. IV,

    n.

    1 ,

    p. 340; FRA:-ICisco .-\GUSTN

    \VRIGHT,

    .tljJUntes histricos de

    la

    Defensa de la Rejn-

    blica Montevideo, 1845, t I (segn Dardo Estrada, Wright dej indito un se

    gundo tomo que no se ha publicado); U:-; ORIENTAL [.-\:'\TONIO

    PEREIRA),

    Aclaracio

    nes histricas ?\Iontevideo, 1884;

    ,-\:'\TO:'\IO

    PEREIRA, Recuerdos de

    mi tiempo

    Mon

    tevideo, 1891; A:-;TONIO

    DL\Z_. Memorias [inditas, que

    abarcan

    desde

    el Descubrimien

    to hasta la

    paz ele

    1828]

    en

    Archivo

    General de

    la

    Nacin Montevideo;

    AnDN

    ARZ

    TEGUY, La

    Revolucin

    Oriental de 1870 Buenos Aires, 1889; etc., etc.

    Otros gneros de crnica:

    Como ejemplo de crnica tradicionalista puede

    citarse

    a FLORENCIO

    EscARD,

    autor de Reselia Histrica estadstica y descriptiva con tradiciones orales de las

    Repblicas

    Argentina

    y Oriental del Uruguay desde el descubri miento del Ro de

    la Plata hasta el mio

    1876, Montevideo, 1876. (v. adems FLORE:'\CIO EscARD,

    Un

    reflejo de

    Montevideo

    Montevideo, 1873).

    Carlos Calvo,

    (1822-1906), nacido en

    ~ f o n t e v i d e o ,

    a quien

    Carbia

    identifica

    como

    cronista de sucesos y ele

    pocas,

    ha trabajado con profusa documentacin, es

    tructurando conjuntos documentales con criterio cronolgico; v. Anales Histricos

    de la Revolucin de la Amrica Latina Pars, 1864-67; Coleccin Hzstrica de los

    Tratados de

    la

    Amrica Latina

    Pars,

    1864.

    Dentro

    de la crnica eclesistica figura

    Lorenzo

    A. Pons, designado por Ma

    riano

    Soler en

    1892 historigrafo de la Dicesis Eclesistica. El

    Prbro. Pons

    es

    autor

    de

    los anales religioso-eclesisticos

    de

    la

    Repblica, y,

    entre otros escritos

    menores,

    de la Biografa

    del

    ]limo. Rvmo. Se1ior D

    .jacinto

    Vera )' Durn_. 1\fon

    tevic eo, 19 04.

    10. INSTITUTO HISTRICO Y GEOGRAFICO. Escritos de don Dmaso Antonio Larraaua

    ?\fontevideo , 1922. . '

    D ~ I A S O

    A ; . ; T o : ~ I o LARRAAGA -

    R A Y ~ U N D O

    GuERRA, Apuntes histricos sobre l

    descubrimiento

    y

    poblacin de la Banda Oriental del Ro de la Plata

    v

    las ciuda

    des de

    Montevideo

    1\Ja/donado Colonia etc.

    f or

    en

    Revista

    Histrica

    l\Ion

    tevic eo, 1913,

    t.

    VI, p. 611; Montevideo, 1914,

    t.

    VII, pp.

    81 y

    ss.

    y

    532

    y

    ss.

    LA HISTORIOGRAFA URUGUAYA EN EL

    SIGLO

    XIX

    perodo,

    por

    el

    Capitn

    Jos Raimundo Guerra

    (1784-1867)-

    describen su

    cesos militares, fundaciones

    ele

    pueblos, y dan noticias polticas

    de

    la re

    volucin; con objetivo criterio

    se

    hacen apreciaciones sobre las ideas fede

    rales de Artigas de quien surge un afable retrato. Dada su ecunime

    apreciacin de los hechos posteriores a

    la

    insurreccin de

    18ll,

    constituye

    uno de los primeros testimonios -como lo seala Pivel

    Devoto-

    que

    eles

    mienten la "leyenda negra" artiguista.

    Con

    Juan

    Manuel

    de

    la

    Sota (

    t 1858) u se amplan

    las posibilida

    des

    ele

    la crnica narrativa enriquecida con el aporte documental. Si bien

    carece

    ele

    un

    depurado

    mtodo crtico,

    dado

    que

    se maneja

    con el simple

    procedimiento

    de

    acopiar elatos y documentacin, seala

    una marcada

    su

    peracin

    en

    el gnero, en cuanto incorpora nuevos elementos

    para

    la cons

    truccin histrica del pasado.

    Argentino ele

    origen,

    se

    estableci

    en

    nues

    tro pas hacia

    1830,

    donde despliega mltiples actividades, vinculado

    por

    su carrera pblica a la ensei'anza y la administracin. Su obra, por lo ge

    neral, est al servicio de la organizacin nacional, en

    un

    perodo en

    que

    las disensiones internas, la guerra contra la Confederacin argentina y la

    penetrante

    diplomacia brasilea amenazaban

    la

    estabilidad institucional

    del Estado Oriental. Esa intencin pragmtica est en el nimo del

    autor

    cuando publica, en 1841, la

    Historia del territorio oriental del Uruguay;

    dice

    en

    la introdu ccin: " mis deseos y mis esperamos sern

    bien

    satisfe

    chos si el esfuerzo de mis trabajos correspondiese a

    la

    necesidad con

    que

    el pas reclama ventilar sus deudas con los limtrofes, e hiciese ver el modo

    como

    gradualmente

    se

    preparaba

    su Nacin libre e independiente".

    12

    Se

    propone exponer con imparcialidad los hechos histricos de la B a n d ~

    Oriental entre

    su descubrimiento y el

    ao 1817, aunque

    su criterio

    ele

    ob

    jetividad se resiente marcadamente

    en

    la apreciacin de los aos finales

    del trabajo. Sus fuentes -dentro de las que no establece jerarquizacin

    crtica-

    comprenden

    la

    Historia

    del Padre Lozano, las

    Dcadas

    de He

    rrera,. el

    Ensayo

    del den Funes, los viajes de Navarrete, la coleccin de

    De Angelis, las

    Cartas

    Anuas y documentacin de archivos de Montevideo.

    Sin trascender

    la mera

    noticia, abunda

    en

    referencias geogrficas, etnogr

    ficas, datos sobre fauna y flora, hechos polticos, movimientos econmicos

    y administrativos, tratados y batallas. Ese mismo ao de

    1841

    escribe

    una

    ligera resea

    titulada Noticias Histricas;

    narracin onomstica con aspec

    to de cronicn medieval, en la que subraya los hechos del descubri

    miento,

    la

    conquista y

    la

    poblacin

    ele

    estas regiones hasta

    la

    gober

    nacin

    de Vrtiz.

    ll JUAN

    MANUEL

    DE LA SoTA, Historia del territorio oriental del Uruguay Montevideo,

    1'841; Noticias Histricas [1841),

    en

    Revista Histrica Montevideo, 1913, t. IV, pp.

    145-60; Cuadros Histricos [1848-49], [inditos]; Catecismo Geogrfico-Poltico e

    Histrico de

    la Repblica

    Oriental del Uruguay

    l\fontevicleo, 1'850;

    Errores que

    contiene la

    Memoria

    sobre la decadencia de

    las

    Afisiones ]emticas que ha pu

    blicado en

    la

    ciudad de Paran el Dr. D. iUartn de Moussv etc. Montevideo, 1857.

    12. JUAN MANUEL

    E

    LA SoTA, Historia del Territorio Orientl del Uruguay etc. cit.

    Introduccin.

    9

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    JUAJ.'\

    A.NTONIO DDOl\'E

    Su aporte qmza ms perdurable -aunque discutibles su

    criterio

    y

    muchas conclusiones- fio-ura en los Cuadros Histricos, que

    abarcan

    des

    de 1492 a 1828, divididgs en dos p::utes separadas

    por

    la R e v ~ l u c i n de

    1\Iayo. 1s Escrita la obra

    entre

    1848

    y

    18,19,

    en

    ella alternan el

    ngor

    docu

    mental con la referencia ele la tradicin o el recuerdo personal, sobre

    un

    trasfondo subjetivo

    donde acta un partidismo

    porte:iio al

    que

    suelen ajus

    tarse muchas de sus observaciones, sus juicios de valor y su

    balance

    hist

    rico

    de

    la

    poca revolucionaria.

    De

    todos modos corresponde a ele

    la

    Sota

    -como

    lo se'iala

    Pivel

    el mrito

    de

    haber

    incorporado a nuestra historiografa la primera crni

    ca de la revolucin

    oriental .

    Fruto de sus inquietudes pedaggicas, es tambin autor de

    :m

    texto

    didctico, concebido con su habitual criterio cronolgico.

    Publicado en

    1850 como el Catecismo Geogrfico-Politico e

    Histrico

    de la Rejnblica

    Oriental del Uruguay,

    presenta omisiones y deficiencias de informacin, ex

    plicables para su poca,

    an cuando

    ya se conocan trabajos como la Carta

    de Jos l\la. Reyes (1846) .

    En la crnica con aportaciones eruditas puede incluirse el n o m b r ~ _del

    espa'iol

    Deodoro

    de Pascual (1822-1874),

    14

    extra'ia figura

    p u b ~ l C l s t a

    y trotamundos que emprendi variadas empresas y aventuras

    hteranas.

    en

    Brasil y el

    Ro

    de la Plata, as como indagaciones

    d _ a t s t i c ~ s

    en

    arcluos

    americanos. Sus

    Apuntes

    para la historia de la

    Rejnblzca

    ?nental

    d_el [;_r u-

    guay,

    publicados

    en

    Pars

    en

    186-1, sealan su

    mca contnbuc:on

    memorable.

    15

    Los propsitos iniciales del autor

    no llegaron

    a

    cu:nphrse

    nunca.

    Anuncia

    al comienzo del

    trabajo cuatro

    tomos

    refendos

    al

    perodo comprendido entre 1810 v 1859; slo aparecieron dos vol

    menes que abarcan

    hasta

    1839. Se 1;roclama a s mismo cr?r:ista,

    16

    Y la

    estructura

    de la obra lo confirma: el tono

    narratlvo

    y superficial, la expo

    sicin cronolgica (cada captulo corresponde a un afio), las minuc osas

    descripciones en .que se deleita y

    una

    tendencia, muy verb?sa,

    hana.

    el

    retrato biogrfico, matizado con la cita documental y la pmtura psico

    lgica, constituyen algunos rasgos de la

    f i s o n ~ m a e:ct_erna

    de

    e s t ~ s A_puntes,

    encabezados por la divisa ciceroniana: etemm mllu plus est j1dez, quam

    facundiae.

    Pese a

    la

    compulsa laboriosa

    ele

    docv.:nentos

    . s o b r ~

    todo. del

    archivo de Itamarat), sus convicciones monrqmcas e luspan.Istas _dicta

    ron muchas de sus apreciaciones sobre nuestro pasado revolucwna:w.

    Carente, como

    de

    la

    Sota,

    de

    slida formacin histrica,

    da

    sm

    em

    bargo,

    por

    momentos,

    en medio

    de la

    animada imaginacin

    de su

    r e l a t ~ ,

    la sensacin de

    un

    cuidadoso manejo de fuentes, con una apare:nte segun-

    13. JUAN :\IANUEL

    DE "LA

    SoTA, Cuadros H i s t ~ i c o s etc., cit. . . .

    1-1.

    DEODORO

    DE

    PASCUAL, AjJ lntes jJara la Hzstorza ele la RejJllblzca Orzcntal del Uru-

    guay

    desde

    el

    alio 1810

    hasta

    el

    ele

    1852, etc., Pars , 1864. .

    15. En la edicin ele 1864 anunci

    cuatro

    temo;;. Slo se conocen los dos pnmeros que

    abarcan desde 1810 hasta 1839.

    16.

    DEODORO DE PASCUAL, Aj11mtes jJara la Historia ele la

    Rejnblica

    Oriental el Um-

    guay, cit., t.

    II,

    p. 177.

    1

    LA

    HISTORIOGRAFA URUGUAYA N EL

    SIGLO

    XIX

    dad que le otorga cierto aire de empaque y erudicin; ello, sin

    disimular

    sus tesis a priori: es, en nuestra historiografa poltica, el abanderado de

    la causa

    imperial

    de Brasil.

    En

    su anlisis de la revolucin y las luchas

    civiles, as como en su visin de otros problemas de l realidad -esclavitud,

    monarqua y repblica,

    anexionismo-

    se revela como el defensor conse

    cuente de su

    majestad

    imperial, lo que, para la poca

    en que

    investiga y

    escribe, no

    implica contradecir

    su hispanismo.

    Su visin

    de

    Artigas,

    sumada

    a

    la

    discutida calidad general

    del

    traba

    jo, vinieron a sellar

    su

    desprestigio en la poca de revisin de las tesis por

    te'ias. Bauz, l\Ielin

    Lafinur,

    Acevedo y Estrada le reservan

    un juicio

    la

    pidario.

    No

    podra omitirse

    --entre

    las manifestaciones de la crnica erudita

    el nombre de Antonio Daz (1831-1911), 17 gracias a

    l

    relevante contri

    bucin

    que seala su

    Historia

    jJoltica y

    militar

    de las

    Rejnblicas del

    Plata

    desde el aio de 1828 hasta el de 1866. En la reflexin de Antonio Daz

    prevalecen, al menos como propsitos, algunos principios tericos sobre los

    fines de la historia y los medios que utiliza. Es su intencin, afirma, man

    tenerse

    ajeno

    a las luchas polticas. Siguiendo el modelo clsico que

    par:1.

    la poca encarnaba,

    una

    vez ms, Cicern -grato tambin a de la Sota-,

    desea

    no formular

    juicios sobre los hombres sino limitarse a trazar el cua

    dro de los acontecimientos. El

    historiador ante

    todo -dice Daz- no es

    juez".

    1

    8

    N

    o

    debe

    crear,

    trastornar ni producir

    acontecimientos

    ni

    opinio

    nes apasionadas su verdadero elemento es la vida

    ele

    los pueblos".

    19

    Fuera

    de

    estas prevenciones liminares, la Historia del coronel Daz ins

    cribe, bajo el

    lineamiento

    formal

    ele una

    crnica descriptiva,

    un cuadro

    irregular, por momentos desvado,

    de

    los sucesos nacionales comprendidos

    entre

    la

    guerra

    del Brasil y

    la Triple

    Alianza. El relato aparece revestido

    con un profuso aporte documental que se diversifica en declaratorias, tra

    tados, alianzas militares, testimonios familiares y manuscritos de poca,

    aducidos,

    por

    lo comn, con dudosa fidelidad. Pese a su notable extensin

    -sus doce volmenes constituyen

    un alarde

    para su

    poca-

    esta

    singular

    enciclopedia analstica se resiente ya

    por una

    presentacin desordenada, y

    a veces incoherente, de los hechos,

    tanto

    como

    por

    el cuestionable criterio

    con que utili za las fuentes (procedentes, en su mayor parte, del archivo

    paterno) a

    lo

    que se agrega frecuentes contradicciones o inexactitudes en

    muchos

    ie

    los juicios sobre acontecimientos y personajes notorios.

    Si

    bien

    careci

    de

    una

    visin objetiva y comprensiva del

    perodo

    en

    carado, y si tampoco su mtodo y su orientacin acertaron a resolver cues

    tiones elementales ele criterio historiogrfico, la crnica

    ele

    Daz, conju

    gando

    diversas circunstancias, alcanz a gozar ele cierto crdito, que Carbia,

    por ejemplo, todava le concede en 19 10: prestigio de relumbrn ganado

    17. ANTONIO D.\Z, Historia jJoltica y militar de las Re JZblicas del Plata desde el ao

    ele

    1828

    hasta

    el de 1866. Montevideo, 1877-7S.

    18. Ibicl.,

    t. I,

    p. 37.

    19. A:\TONIO DiAZ, bid., PP 37-39.

    11

  • 7/25/2019 Oddone - La Historiografia en Revista Historica Universidad 2a Epoca 01 1959

    6/18

    JUAN ANTONIO DDONE

    . 1 D al amparo de la

    fama

    de

    probidad

    - lo termina de sealar Prve : p O ~ ~ ; a las iVIemorias de su padre, el ge-

    y p o n d e r a c i ~ n at.ribuda en su

    neral

    Antomo

    Draz.

    ' 'O estro proceso historiogrfico

    Isidoro De-l\Iara

    (18b-1906)

    - les .en nlu 'rleio en sus oosibilidades

    1 En

    l

    cu

    mma e ge .

    el cromsta por exce encra. b. t como en la expresin conJU-

    . 1 vastedad

    de

    su o ra

    tan

    o . . f

    creauvas, asr

    en

    a .

    f.

    t Su

    fecunda brbhogra

    l a ,

    cradora

    de

    las

    distintas modalidades que recuen .1860

    y

    1909

    va desde

    la

    o .

    e

    uenden

    entre _,

    cuyos ttulos mas rmportantes x H b 7\Totables a partir de 1860)

    b

    o

    .

    '

    freo ( o m res "' '

    crnica como

    eJercrclO

    10

    o

    1

    a . de la vida

    nacional (Com-

    hasta la percepcin

    global y, a la vez,

    mmucwsa

    os ocas Anales

    de

    penda, 1864-1902), pasando _p_or la gesta deb ~ t ~ : s de ysa or local Monte-

    la Defensa, 1883-1887) y la

    hhgrana

    ~ o _ s l t u m or

    una

    valoracin ejem

    video Antiguo, 1887-189?); todo

    e ~ ~

    u v ~ ~ 1 a a f i r ~ a t i v a de los orgenes na

    plarizante

    del

    p a s a d . ~ ~ n e n _ t a l .

    ~ s J ~ ~ i c a

    literaria

    e

    historiogrfica

    lue

    cionales que se v o l ~ w m q m e t ~ t . c p e r ~ e - ~ I a r ~ su expresin ms relevante.

    go de la Paz del

    al,

    ~ n c o ~ t r o . en, . . de los Hombres Notables, empren

    Como

    relator de

    la

    penpecra ? w ~ r a f ~ ~ a d

    la patria

    vieja.

    La

    tradicin

    de

    la tarea

    de rescatar

    del

    olvrdo r g u r ~ ~ de los elementos primarios

    es el teln de fondo de sus ? ~ r a s , e :epotr o ~ r ca un diario de la poca al

    de

    la

    nacionalidad.

    "El e s p r r ~ t u

    r ~ a c ~ n ~ a : eque en

    nuestras guerras

    ira

    comentar calurosamente

    la

    vrda e .

    _rug

    - necesita ser vivificado

    en

    la

    tricidas

    ha recibido

    g o l p ~ s

    tan

    debthta{1tes,1

    para que no

    desfallezcan

    en

    conciencia de las generacwnes que se e evai

    r 21

    la postracin del desa rento. . . , rnr cr al los perfiles de los

    d

    1110

    fue su rntencwn ,

    Complementan o, co . to

    donde

    se

    presentara

    un pa-

    hombres notables

    con

    una obra

    de_ ~ o n J u n

    lucionario

    hasta

    1830,

    fueron

    norama

    completo ~ e l p a s a d ~ cooma l O r 9 c v ~ s t o m ~ s del Compendio de la

    apareciendo, a p a r u ; b f ~ 1 ~ ~ -

    Y

    ~ s ~

    U;tauay,

    minuciosa relacin de los

    Historia l a R_epu

    z c ~ ~ e ~ ~ :

    crnica desbrozando personajes y ges

    orgenes

    rnsutucwnales on

    e t' nl.tlai1te

    del

    pasado.

    La

    com-

    d

    de

    un

    panorama

    es u

    ..

    tas

    en la

    acomo

    aoon

    . d 1 . . 1 l'bro de Funes o

    la

    Colecczon

    pulsa de archivos, el testimomo e ;raJeroi e r ~ c l i c i n oral o en el recuerdo

    de De Angelis, los hechos

    p e r p e t ~ a

    os . a novilizados al servicio de

    la

    P

    ersonal,

    fueron

    sus e l e m e n ~ o . s

    el tdra laaJOn,arcr o n

    Con el concurso

    de la

    .

    l't '

    a y esprntua e

    '

    consohdacwn

    po

    1 re

    1

    C Jendz o dar remate a los Ana es

    alelamente a omj ' d

    prensa

    se

    permrtw, par

    . . ,

    de

    los das picos

    del

    Sitio

    Gran

    e,

    de la Defensa de 1\iontevzdbeo, evocalcwnedaccin de El Constitucional.

    d

    t de com ate era a r ,

    cuan o su pues o . 'nica alcanza con

    De-Mana

    un

    En su modalidad c o ~ t u : n b n s t a a

    c : ~ a

    de la ciudad-puerto: el sabor

    lenguaje que recrea el drano tono e vr .

    '

    Rasgos biocrrficos

    .

    bl rr fa

    en

    IsiDORO DE

    ''

    ARIA, . "'

    "0 Cfr.: JUA:" E. PIVEL DEVOTO, Bz z , o , ~ a O

    t l del

    Uruguay. Montevideo, 1939,

    ' .

    de hombzes notables de la

    Republzca

    rzen a

    .

    t. l, PP 8-10. . . 11 de abril de 1860, cit. en SETH BRINO l'ERF.O

    \,

    Cfr.:

    La

    Rejnblzca,

    .Montevideo,.

    Miscelnea,

    Paysandu, 1891, PP

    :J-6.

    21.

    2

    LA HISTORIOGRAFA

    URUGUAYA

    EN

    EL SIGLO XIX

    de

    sus calles,

    la pintura de

    sus personajes

    populares

    y el

    cuadro ameno

    de aquella sociedad colonial que le vio nacer.

    En

    cuanto a pensamiento historiogrfico, su obra

    toda

    -pese a las

    distintas expresiones que abarc y a las corrientes de palpitante y su

    cesiva boga que marginaron su

    dilatado

    perodo de creacin- no trascien

    de los alcances

    de la

    crnica, ni supera sus limitaciones conceptuales. Ob

    servador penetrante de la realidad, atento testigo de las querellas polticas

    y de las fluctuaciones sociales, sublim en la prensa, como periodista mili

    tante

    y

    hombre de partido,

    su

    frustrada

    vocacin de historiador. Las cir

    cunstancias de su vida y las peripecias de la poca de organizacin en

    que

    actu, consumieron

    en

    la accin

    diaria

    de la hoja

    editorial

    o el suelto

    intencionado,

    sus mejores energas intelectuales. Su formacin, en fin, tam

    bin concurri para privarle de

    una conceptuacin

    histrica que es en

    vano

    procurar en

    su bibliografa.

    Pero

    si careci de

    mtodo y

    si

    la

    propia

    modalidad

    narrativa

    resulta historiogrficamente anacrnica, cuando en

    tonces se agitaban verdaderas pasiones en torno a los criterios, los fines, las

    posibilidades y la concepcin de la ciencia histrica; si fue

    indiferente

    o

    impermeable a los avances de la erudicin, a las pragmticas de la corrien

    te flosofante, a las revoluciones ideolgicas de J\Ichelet o a las innovacio

    nes

    naturalistas de Taine,

    cabe

    no obstante

    sealar

    la identificacin

    de su

    obra

    con un pasado que an careca de conciencia de s mismo y no se

    decida

    a integrarse al

    espritu

    colectivo

    de

    la nacin. Fue

    un cronista

    del

    Montevideo colonial, de la patria vieja y de la joven repblica, aplicado

    con

    laborioso

    amor

    a

    perpetuar

    el

    recuerdo

    de sus gestas, sus

    hombres

    y

    sus hechos maysculos y menudos. Del balance de su obra

    queda

    algo ms

    que

    el apego impasible al relato analstico y la versin

    edificante

    del pa

    sado;

    tuvo otras

    proyecciones

    rigurosamente

    historiogrficas

    en

    cuan

    to alumbr posibilidades monogrficas para la pesquisa erudita, o facilit

    una labor

    de revisin de los prdromos revolucionarios a la

    que

    se aplic

    con fructfero resultado cientfico la investigacin histrica rioplatense.

    Su replanteo simptico de la figura de Artigas, y su discrepancia con algu

    nas tesis tenidas

    por

    verdades tradicionales, son antecedentes tempranos

    de

    una reparacin

    esclarecedora, realizada sobre bases crticas

    y

    objetivas.

    Dos LNEAS

    VERTEBRALES

    DEL

    PROCESO

    HISTORIOGRFICO

    Ms all de la crnica, con respecto a las orientaciones que

    prevalecieron en nuestra historiografa del siglo XIX, podra enca

    rarse su desarrollo histrico

    -con

    alguna

    salvedad-

    en

    torno

    a dos

    grandes vertientes: la tendencia filosofante, propicia al ensayo inter

    pretativo y a la fundamentacin causal; y la corriente erudita,

    que

    ten

    di a

    la

    construccin historiogrfica

    integrada

    con el aporte

    documen

    tal y la depuracin crtica. Las vinculaciones y contactos

    entre

    dichas

    corrientes, que desmentiran

    un

    estricto deslinde, se

    ejemplifican en

    Mi

    tre

    y

    Lpez, Lamas y Bauz, cuyos trabajos obedecen a solicitaciones tan

    to

    eruditas como filosficas. Mitre es quiz un arquetipo de historiador

    que

    se maneja sobre bases

    documentales

    objetiYas, lo

    que no quiere

    3

  • 7/25/2019 Oddone - La Historiografia en Revista Historica Universidad 2a Epoca 01 1959

    7/18

    JUAI

    ANTONIO DDONE

    decir que

    se

    mantenga ajeno a los

    requerimientos

    de

    la interrogacin

    filosfica. Lo dice expresamente

    en

    el comienzo de

    la biografa

    de Be

    grano donde habla de filosofa y enseanzas, aunque antepondr sieinpre

    a esas disquisiciones un slido conocimiento de los hechos, surgido de las

    pruebas documentales. Lpez, a su vez

    -s i

    bien alguna vez reproch a

    1\Iitre ser esclavo de los

    documentos-, no

    desde

    la contribucin erudita

    aunque

    busc

    su

    expresin metodolgica en el crdito a

    la tradicin oral

    y en el

    enjuiciamiento moral de la

    poca y

    del

    personaje. Bauz,

    entre

    nosotros, acusa

    la

    confluencia ele esas dos actitudes

    ntimamen

    te entrelazadas, nutridas recprocamente. Su visin estimulante del pa

    sado, su apego a

    la

    interpretacin causalista y su

    admisin

    de una

    fuerza providencial en el desarroll'J histrico

    -fiel,

    por lo dems, a

    sus convicciones rel igiosas- no excluye, sino que cobra categora cien

    tfica con una

    argumentacin que

    recoje

    una nunuciosa

    pesqmsa

    erudita

    puesta al

    servicio del

    mtodo

    crtico,

    Las diferencias, que en su hora se agitaron en polmicas memorables,

    no radican en los fines sino en los medios, Todo ese movimiento de con

    solidacin nacional que define una forma historiogrfica, apunt invaria

    blemente

    a una

    imagen afirmativa

    del pasado, rica en lecciones

    que

    se entendieron provechosas, prdiga en retratos biogrficos arquet

    picos, troqueles conmemorativos con que se quera anu1ar

    una

    con

    ciencia colectiva. As

    en los juicios

    de

    los hombres,

    en

    las causas

    de

    los

    fe

    nmenos o

    en

    el

    sentido de

    la

    vida

    histrica se prodig

    una

    filosofa

    de

    la

    historia

    a que toda

    la

    historiografa, por encima ele mtodos, pag

    tributo,

    Hubo quienes

    cuestionaron la

    licitud ele esas conclusiones si no

    eran

    antecedidas por

    un

    riguroso conocimiento del pasado sobre bases eruditas;

    y quienes llevados por una filosofa a priori hicieron

    del

    ensayo el punto

    de partida, obsesionados por el ideal que sealaban las construcciones de

    Macaulay, de

    Guizot

    y de Carlyle, Todos

    hicieron

    filosofa

    de la historia;

    la

    diferencia es que algunos terminaron en conclusiones filosficas mien

    tras que otros empezaron a elaborar historia con conclusiones filosficas

    que slo fueron robusteciendo sus tesis,

    a)

    las expresiones

    de

    la historiografa filosofante

    Si

    la nocin

    providencialista de Bossuet fue el mediato

    modelo de la

    historia con tendencias filosficas

    del

    siglo XIX, sus cultores consecuentes

    (Guizot,

    Thiers,

    :Mignet, Buckle,

    Taine)

    erigieron otros altares

    donde

    la

    dialctica hegeliana, el espritu popular o el progreso indefinido vinieron

    a traducir, en trminos de su siglo, los principios del Discours

    La

    imagen

    viquiana

    ele

    los retornos peridicos o la interpretacin naturalista del hom

    bre y su

    pasado

    fueron, sin eluda, incentivos poderosos en el desarrollo de

    la escuela historiogrfica animada por premisas filosficas y preocupacio

    nes sociolgicas, vida por desentraar

    del

    curso

    de la

    vida

    histrica

    sus

    variaciones constantes, as como las influencias

    de

    hombres, acontecimien

    tos e ideas

    que

    han plasmado

    un

    comportamiento social. Tras los cuadros

    de

    la

    civilizacin de Voltaire, l\Iontesquieu o Robertson, Guizot encara la

    4

    ..

    LA

    HISTORIOGRAFA uRUGUA {A

    El EL

    SIGLO

    XIX

    historia

    como lucha de .

    cambios

    en

    el Estado y l p ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ c : ; o p u e s ~ o l s y, cm:w reflexin sobre los

    el . . . en su re acwn siempre actualizada con

    l i s r ~ ~ e ~ ~ ; t e . l ~ : t a ~ n ~ d a h d a d _ p ~ a g m t i c a asociada cliYersamente al libera-

    ruca y a romanticismo en

    literatura,

    penetr en el p . '

    to sudam,encano, y tuvo sonora repercusin historiogrfica, eusanuen-

    Las

    mtemperadas lucha

    el. ,

    invitaron a la refl .. , s q u ~ suce reron a

    la

    mclependencia

    poltica

    exwn

    construct1va " a la bsq'tecla de

    1

    baclor 1 d . .l e ' as causas pertur-

    r en e _pasa o, asr. c?r w propiciaron los

    planteas

    sociolo'icos, las

    o ~ e c r ~ s ~ a t ~ _ r s t a s

    y los

    JlllClOS

    moralizantes,

    En

    el

    sur

    del

    C o ~ l t i n e r t e

    e s d ~ eE

    1 acr reo al Plata, Bilbao, Lastarria v Amunteoui en Chile

    Al

    er

    I e 1everra

    Sar111 e

    1

    t

    A '

    b ' -

    R

    : - 1 1 o, en

    hrgentma;

    Lamas, Varela v Carlos

    1\Ia

    anurez

    en

    el Uruouav

    se p.

    . ; ' "

    ,

    ,

    1

    . t> roponen

    una fundamentacin

    de

    la realidad

    nacwna a partir del anlisis social encarado sobre bases histricas,

    Dentro de nustro

    proce

    o

    b t .

    de l, , f . . s .Is onogra reo, puede decirse que su CU1Tl

    . o ogrca ue sensible a las mutac iones conceptuale s Y

    met

    . . V , - '

    Ilustraron

    el

    pensamiento

    del XIX C - d, l

    ..

    , . o ~ t o ogrcas que

    con Alea ct

    I

    . - _ , - ' ent Cervante s ,

    >US

    seouidores reflej'o' n t

    mtento

    de 'r "

    1

    . o

    '

    u empra110

    cipios de u n a a ~ ~ ~ : ~ e r : : ~ ~ ~ ~ i : s l / ~ ~ ~ ~ Y

    ~ : ~ ~ ~ ~ ~ ; ~ l c e s u historia

    los

    1

    prin-

    pa

    al

    embate

    . ' ' ' n

    una

    segunc a eta-

    : . . ,

    p o : r ~ r v r s t a

    recurn, marcaclamenLe con Francisco BeTa al

    enJmcranuent? cntrco de hombres y sucesos convirti,rlo'e en rt

    .

    .,

    c a u s ~ l - d e

    la

    v ~ d a histrica con propensin monitoria. I r ~ i l ~ r a d a :xp I c a c r ~ n

    c ~ n t i O > _supeno_res .de enseanza, (en la Universidad, en el

    A t e 1 e ~

    n ~ l e s u o s

    c ~ e d a d U m v e _ r s ~ t a n a )

    la

    concepcin filosfica

    de la hi

    l .

    o

    ,,.

    la

    So

    ngor detennuusta

    ele

    las ciencias naturales pueso erlstona s._\bLIOdcon el

    T . B l . ' L onces e e

    mo

    a

    por

    Ftme

    yL age w a partir ele la Yerbas a filosof a de Buc kle v 1\Iac l -

    mt

    y

    aurenL

    En_

    la

    docencia fueron sus ortavoc es . ' '

    ~ R I Q U E

    KvnLY Y

    ARTEAGA,

    El espritu

    de

    rebelin, Madrid, 1896.

    3

  • 7/25/2019 Oddone - La Historiografia en Revista Historica Universidad 2a Epoca 01 1959

    12/18

    JUAN ANTONIO DDONE

    histrico sobre la base de

    la

    indagacin filolgica.

    El

    destino de muchos

    de estos publicistas, como De Angelis, ligado a la suerte del liberalismo

    y a sus adversas vicisitudes, los

    empuj

    al exilio.

    A Pedro

    De

    Angelis, bifronte figura de la historia

    argentina en

    la

    que perdura como erudito historigrafo y como obsecuente publicista,

    se

    asocian las influencias iniciales del saber sistemtico aplicado a los

    estudios histricos. Un movimiento heurstico que fue posibilitando, a

    travs del conocimiento cabal de las fuentes, el desarrollo de

    un

    modo

    his

    toriogrfico que, por sus mtodos y sus fines, vena a apartarse de

    las especulaciones

    que

    haba favorecido

    la

    corriente filosofante. A lo

    largo de todo el siglo, historia e historiadores sealaron una actitud

    inquisitiva del pasado que, a

    partir

    de

    la

    pesquisa

    documental,

    la

    indagacin filolgica o la compulsa bibliogrfica, fueron conformando

    una

    lnea que con gradaciones de calidad, altibajos y aportaciones exter

    nas, constituye un

    dominio

    del saber histrico.

    La caracterizacin de su itinerario historiogrfico en el Uruguay

    se

    vincula a

    la labor

    histrica argentina, desde

    la

    poca de Pedro

    De

    An

    gelis hasta la hora finisecular que marca los maduros trabajos de Mitre,

    de Bauz o de Fregeiro, ya

    que en

    ambas orillas del

    Ro

    de

    la

    Plata el

    romanticismo -como se

    dijo-

    impuls la bsqueda de los restos del pa

    sado,

    en

    la

    comn inquietud por

    sustentar

    los

    orgenes nacionales. As,

    la historioo-rafa romntica, definida en milttancia esttica y poltica, pro-

    o . . . '

    pendi a

    la

    bsqueda de documentos

    que

    una postenor etapa permltlna

    someter a

    la

    crtica y

    la

    sntesis conceptual.

    La

    manifestacin ms ostensible de esta orientacin

    en

    el continente

    americano fue

    la labor

    heurstica: archivos y bibliotecas, documentos p

    blicos y privado s comienz an a movilizarse al servicio de los ideales . de

    emancipacin. La acumulacin de textos, mensajes, discursos,

    m e m o r ~ ~ s

    epistolarios, rebasa el puro saber erudito para apuntar a una e x ~ t ~ c ~ ~ n

    del

    patlzos

    nacional.

    El

    ejemplo de Michelet y Carlyle apura la

    debmcwn

    de

    la historia

    en

    tnicas de exio-encia nacional. Esa actitud comn a toda

    Latinoamrica se expres a t r ~ v s de un movimiento de b s q w ~ d a s sis-

    temticas

    cumplido en

    la segunda

    mitad

    del XIX,

    cuando proliferaron

    las colecciones documentales promovidas por calificados estudiosos: en

    Chile con Jos Toribio Medina;

    en

    Mxico con

    Manuel

    Orozco y

    Berra (1853); en Per con Riva-Agero y Odriozola (1858 y 1863); las

    series documentales sobre Bolvar, de Blanco y

    Azpura

    (1875-1877);

    la publicacip. de la coleccin de tratados de C:alvo. o la c o e _ c c i r ~ n de docu

    mentos de Garca Icazbalceta, son algunos eJemplos sigmficativos.

    Entre

    las contribuciones que registra el

    Ro

    de la Plata figura la coleccin de

    obras y documentos de Pedro De Angelis (1836-37), slido corpus de s e i ~

    tomos euyo eco

    m o n t e v ~ d e a n o

    recogieron

    Jos

    pro.scriptos r g e n t i n ~ s

    en

    _la

    biblioteca de El Comercw

    del Plata

    con once volurnenes de memonas, dia

    rios e informes

    de

    viajeros, opsculos y folletos publicados

    bajo

    la direccin

    de Florencia Varela y Valentn Alsin;,

    entre

    1845 y 1851. ts

    48. Cfr.: DARDO

    ESTRADA,

    Historia y Bibliografa de la

    imprenta

    en Montevideo 1810-

    1865 Montevideo, 1912, pp. 117 y

    ss.

    4

    LA

    HISTORIOGRAFA

    L RUGUAYA E:\"

    EL

    SIGLO

    XIX

    En

    el

    plano

    de las expresiones individuales,

    la labor

    heurstica

    lu

    perpetuado el

    nombre

    de Andrs Lama s (1817-1891),

    49

    que con

    su va-

    riado aporte historiogrfico, seala

    una

    vocacin ceida por una activa

    militancia intelectual y poltica. l\Ientor de nuestra emancipacin lite

    raria en el 38, perdura por su aporte ensaystico, monogrfico y docu

    mental

    como un smil caracterstico de la erudicin en el Uruguay. Ms

    all del tradicional esquema poltico de los hechos, su visin del pasado

    se

    enriqueci con aportes de

    la

    geografa y

    la

    economa,

    la

    estadstica

    y

    la filologa, la

    literatura

    y la reflexin sociolgica. Su

    obra

    puede clesglo

    sarse

    en

    dos aspectos: metodolgico y monogrfico.

    La fundacin del

    Instituto

    Histrico y Geogrfico

    en

    1843, empresa

    a la que estuvo estrechamente vinculado Lamas, recoge sus ideas juveni

    les de 1838 al

    abogar en

    El

    Iniciador por

    independencia cientfica y li

    teraria de la N acin.

    Poco despus de

    publicar en

    forma de

    libro

    sus

    puntes histricos

    sobre las agresiones del dictador

    argentino

    ] uan lvianuel de

    R_osas

    (1848), mientras cooperaba con la empresa heurstica de los emigra

    dos unitarios

    en

    El

    Comacio del Plata.

    Lamas encara la idea de pu

    blicar las fuentes necesarias para la ulterior elaboracin historiogrfica.

    En 1849 inicia

    la Coleccin de

    documentos

    jJara la historia y geografa

    de los

    pueblos

    del Plata.

    En 1872, junto a Juan Ma. Gutirrez im

    pulsa

    la fundacin

    de la

    Revista del Ro de

    la

    Plata

    (1872-1877);

    asimismo

    por

    esos aos

    emprende la

    edicin

    ele

    la

    Biblioteca del

    Ro

    de la Plata donde

    aparecen

    bajo

    su cuidado las crnicas de Lozano

    (1874) y Guevara (1882). En 1873, concreta su ambicioso

    plan

    de inves

    tigacin

    en

    repositorios europeos con las

    Instrucciones jJara la

    adquisicin

    en

    los archivos

    europeos

    de

    documentos inditos que pueden

    ilustrar la

    historia colonial del Ro de la Plata. Su aporte en el aspecto heurstico

    seala una sostenida pasin de trabajo, sustentada desde sus realizaciones

    del 40 hasta los ltimos das de su vida, en cuyo lapso

    se

    mantuvo estre

    chamente vinculado a los problemas de

    la

    realidad del pas

    que

    lo vio

    nacer.

    Pensamiento

    y

    accin, erudicin

    y

    militancia,

    se

    conjugaron

    en

    su

    espritu si no siempre con equilibrio, al menos con la definida vocacin

    del historiador

    preocupado

    y alerta. Como los historiadores

    ele la

    escuela

    romntica -Michelet,

    Thierry, Carlyle-

    Lamas ejemplifica la disquisicin

    sobre el pasado como pretexto para una actitud poltica; as surgen sus

    puntes histricos sobre las agresiones del dictador

    argentino uan

    j\ Ia-

    nuel de Rosas

    respuesta

    que

    la

    realidad inmediata propone

    a

    un

    espritu

    necesitado de explicarse,

    en

    trminos histricos,

    la

    situacin presente. El

    ensayo aparece,

    en

    sus virtudes y sus flaquezas, como un analtico cuadro

    poltico

    que

    va desde

    la guerra contra

    el Brasil hasta

    la renuncia de

    Oribe

    de 1838,

    donde

    enjuicia la faccin y la

    dictadura ele

    Rosas en un bosquejo

    cargado de pasin partidaria.

    Pero su

    actitud

    posterior, a partir del resurgimiento de los estudios

    49. Cfr.: GUILLER:\ 0

    FURL0:-1G

    CARDIFF, Bibliografa de Andrs Lamas Buenos Aires, 944.

    5

    3

  • 7/25/2019 Oddone - La Historiografia en Revista Historica Universidad 2a Epoca 01 1959

    13/18

    JuAN ANTONio OnnoNE

    histricos luego de la cada de Rosas, revela un propsito de indagar

    en

    el pasado para extraer de l los elementos constructivos de "la indepen

    dencia inteligente de la nacin , como deca en 1838,

    es

    decir, fundamen

    tar el armazn espiritual de la conciencia nacional. Su concepcin his

    trica

    se

    ajust a esa consigna, ya

    en la

    bsqueda

    documental

    o en

    la

    circunscripcin monogrfica.

    Bien

    se

    sabe

    que

    el acopio de fuentes fue la

    palabra

    de

    orden

    al filo

    del

    medio

    siglo. A imagen de los

    ca.zadores de

    documentos

    de

    la

    Mo

    narqua de Julio, los heursticos rioplatenses

    se

    dieron a la tarea mproba

    de rescatar y ordenar la

    maraa

    papelstica de donde surgiran las fuentes

    para la sntesis historiogrfica.

    Como

    en

    la Francia ele Guizot, o la Alemania ele los 1\ionwnentae ese

    ideal fue entonces imperativo, sin escapar a las extremas exageraciones de

    la o b ~ e s i n clatstica. Trelles, Alsina, Quesada, :\litre, Lamas y Gu tirrez

    traduJeron esas inquietudes la

    Revista del Rlo de

    la

    Plata

    fue quiz su

    rgano ms expresivo. Si bien Lamas fue un tpico erudito, su labor ad

    mite el cotejo con la

    obra

    ele su colega y amigo Bartolom :Mitre. En toda

    su obra, ya

    en

    las puntualizaciones metodolgicas que prologan la crni

    ca de Guevara o Lozano, o

    bien

    en el anlisis ele la ley agraria de Riva

    davia as como en la conclicionaliclad histrica

    que

    surge

    en

    el

    Gnesis

    de la Revolucin alienta

    una vocacin

    que

    responde a la idea orgnica

    de

    la

    historia, concebida como desarrollo vivo de la idea ele nacin. An

    en

    su tono menor, ms recuerda Lamas al

    Belgrano

    de

    Mitre

    que

    a las

    precisiones de Quesada

    sobre

    La

    jJoltica imjJerialista del Brasil.

    Si es

    cierto que, por el contrario de 1\Iitre, nunca trascendi la dimensin del

    planteo

    monogrfico y

    l

    exgesis documental, sus conocimientos de ame

    ricanista, su competencia en filologa, en lenguas clsicas, en geografa y

    etnografa,

    junto

    a su versacin

    en

    temas de estadstica y demografa,

    fi-

    nanzas y administracin, revelan no slo una slida cultura sino tambin

    una

    vigilante

    atencin

    a la realidad, en

    cuanto

    su condicin de estudioso

    no invalid sino fortific su actitud como hombre ele su tiempo. Ms fue

    lo

    que plane

    que lo

    que pudo

    realizar; pero dadas sus orientaciones, sus

    directivas y los planes que dej bosquejados puede decirse que con Lamas

    se supera dentro

    de

    la

    heurstica nacional

    la etapa

    datstica

    que

    gener

    -por oposicin a la filosofa ele la historia- una deformacin antihist

    rica de

    la

    que se resintieron muchas de las ramificaciones consecuentes

    de esa lnea del pensamiento histrico.

    Las aportaciones que marcaron el trnsito historiogrfico del roman

    ticismo

    al

    positivismo, y su propia pugna -como

    se sabe-

    modificaron

    y

    actualizaron las perspectivas conceptuales y metodolgicas de la ciencia

    histrica

    europea en la

    segunda mitad del siglo

    XIX.

    La sistematizacin

    de nuevos gneros, la ingerencia cada vez ms atrevida de la ciencia natu

    ral que apunta a la

    nominacin

    causalista de los desarrollos sociales; el

    renovado impulso

    que con el positivismo cobra la filosofa de

    la

    historia;

    as como la desconcertante ampliacin ele los horizontes documentales,

    6

    LA

    HISTORIOGRAFA

    URUGUAYA

    EN

    EL

    SIGLO

    XIX

    fueron todas circunstancias

    que requirieron

    el extremo rigor de la crtica

    aplicado a lo s elementos de primera mano.

    En Buenos Aires,

    la

    corriente

    erudita

    de Domnguez, ya

    jerarquizada

    por Mitre en cuanto al mtodo, emite su profesin de fe cientfica, como

    escuela histrica,

    en

    ocasin de la polmica de

    1881 entre

    l\fitre y Lpez.

    Es justamente a partir de entonces, en el lapso que cubren las dos

    ltimas dcadas

    del

    siglo,

    donde se sitan

    algunas expresiones singulares,

    caractersticas

    ele

    aquella

    tendencia que, a

    partir

    de

    la

    compulsa docu

    mental

    y la erudicin,

    postula

    una rigurosa exgesis de fuentes,

    por

    el m

    todo de depuracin hermenutica. El ochenta y el noventa recogen una bi

    bliografa histrica que compendia, a los fines sistemticos de este pano

    rama, los frutos de la corriente erudita en el Uruguay del XIX.

    Tras los festejos de inauguracin del monumento ele la Florida

    (1879),

    la

    polmica desatada desde Buenos

    i r e ~

    por Juan Carlos G

    mez, al negar significacin independentista a la efemrides de 1825,

    promovi

    una

    conmocin que trascendi del

    plano

    inicial.

    Y

    al cabo de

    la

    consideracin ele

    Jos

    antecedentes histricos del acontecimiento, vino a im

    pulsar

    una disquisicin sobre los orgenes de

    la propia nacionalidad

    orien

    tal, ventilada en la tribuna del Ateneo en sus

    A na les

    en polmicas deriva

    das ele la

    prensa

    al folleto,

    en

    los peridicos de ambas orillas del Plata.

    Todo

    este proceso espiritual que cubre los aos 1879 a 1885, arroja un

    saldo edificante para

    la

    conciencia histrica. Este perodo sin

    duda

    mere

    cera,

    por

    su resonancia intelectual,

    por

    su repercusin historiogrfica y

    por

    su contenido afirmatiYo

    ele la

    conciencia nacional,

    una

    consideracin

    muy atenta,

    que

    desborda por fuerza estos apuntes. Pedro Eustamante,

    Juan Carlos Gmez, Berra, Lucio V. Lpez, Fregeiro, l\Iitre, Carlos ?\fa

    ra y Jos Pedro Ramrez, Alejandro Magarii'os Cervantes, Carlos Ma. de

    Pena, Bauz, :Melin Lafinur, Angel Floro Costa fueron sus protagonistas

    con ostensible o indirecta actuacin. El clima que crea

    la

    creciente discu

    sin propicia eco y respuestas, algunas de cuyas yoces han recogido los

    Anales del Ateneo.

    En

    una segunda instancia, centrado el debate en torno a Artigas, Car

    los

    Maria

    Ramrez (1848-1898) 50

    impugna

    a Berra con su

    juicio

    Crtico.

    Periodista, hombre pblico, universitario, Ramrez estaba vinculado a

    Berra

    por amistad y comunes aspiraciones. Sin embargo,

    no

    pudiendo

    sustraerse al movimiento ele reafirmacin de la nacionalidad que se ven

    tilaba

    con urgencia polmica,

    plantea

    algunas discrepancias con el libro

    del educador

    que

    entonces (1881) apareca

    en

    su tercera edicin.

    El

    Juicio

    Crtico

    revela la necesidad de objetivar en la historia la figura del caudi

    llo y ele la revolucin oriental. Su vinculacin con Fregeiro, sin duda in

    cidi en la gestacin ele este opsculo. Ramrez avanza una crtica de las

    50.

    CARLOS

    Ma.

    RA:\ REZ, La guerra civil y los jJartidos en la Repblica Oriental del

    Uruguay

    Montevideo, Sil;

    juicio crtico del Bosquejo Histrico de

    la R e j n ~ l i c a

    Oriental del Uruguay

    j or

    el Dr. D. Francisco Berra Buenos Aires, IS82; Artzgas

    Debate entre El Sud Amrica de Buenos Aires y La Razn de Afontevideo Monte

    video, 1884.

    7

  • 7/25/2019 Oddone - La Historiografia en Revista Historica Universidad 2a Epoca 01 1959

    14/18

    JU

    Al\

    ANTOl\10 DDONE

    fuentes que ha utilizado Berra, cuestionando su testimonio. Analiza las

    r e l a c i o n ~ s

    de Artigas con Buenos Aires y

    aunque

    coincide con Berra en

    que

    Art1gas

    no plante la

    independencia total de

    la Banda

    Oriental,

    sti-

    ma excesivo el enjuiciamiento denigrante

    que

    recoge el

    Bosquejo.

    "Es me

    nester

    en

    efecto -deca

    Ramrez-

    ser muy ciego

    para

    no

    ver

    que Artigas

    en .un momento_ dado fue el

    representante

    de un prmcipio que la revo

    lucin de Mayo levaba en sus entraas y que re;poncli a la ms profun

    da

    necesidad de

    la

    sociabilidad

    argentina". 51

    La respuesta de Berra, publicada meses despus, no acall los argu

    mentos de Carlos lVIa. Ramrez sino que le movi, como confiesa en 1884,

    a i ~ d a g a r con mayor profundidad los hechos de la vida del prcer. El

    Artzgas

    (1884) recopila toda su intervencin e indirectamente la de su

    amigo

    Fregeiro-

    en el debate promovido desde Buenos Aires por

    El Sud

    Amrica con violentos artculos, cuvo annimo autor

    se

    ha dado en iden

    tificar con el Dr. Lucio Vicente Lpez. 52 Los artculos de Ramrez, apa

    recidos

    en La Razn

    de Montevideo, constituven un verdadero alegato,

    fundado en

    minuciosas comprobaciones docuinentales con miras a "la

    revisacin severa de todas las versiones tendientes a deslustrar

    nuestra

    historia".

    53

    Si bien slo fue accidental, y polmica -como en este caso-, su in

    cursin en el dominio histrico, Ramrez se mostr siempre sensible a los

    postulados de

    la

    escuela filosfica. Sus anlisis de los ora-enes v evolucin

    de las instituciones le llevaron a

    una

    interrogacin de

    la historia que

    pro

    pici en su espritu las interpretaciones de corte causal. Guizot, por

    sus aficiones literarias, se le llam en su juventud. En 1872 sostiene en

    el

    Club

    Universitario - que el progreso es ley del

    movimiento

    de la hu

    manidad.

    54

    Su

    Curso de Derecho Constitucional

    ejemplifica

    -entre

    otras-

    esas influencias

    55

    y su admiracin

    por

    Lpez, aunque discrepe

    con su tesis antiartiguista, as como las propias declaraciones de tono dis

    cursivo y filosfico que

    lucen

    en

    la

    introduccin al

    Artigas anotan

    las

    direcciones predominantes de su criterio en materia histrica.

    En aquel clima polmico que haban suscitado las divergentes inter

    pretaciones histricas de 1884, el Ateneo, muy oportunamente, llama a

    concurso sobre el tema de candente actualidad: la revolucin oriental, 56

    concurso que premia el trabajo de Justo i\Iaeso

    La insurreccin emanci-

    padora de la Provincia Oriental en 1811.

    51. CARLOS

    Ma.

    RAMREZ, Artigas etc. cit.

    52.

    Carta de Clemente

    L.

    Fregeiro a Setembrino Pereda

    Buenos Aires,

    25

    de

    julio

    de 1916,

    en

    Cuestiones H i ~ t r i c a s Revista del Instituto Histrico y Gogrfico del

    Uruguay Montevideo, 1926,

    t V,

    n.

    1,

    p. 283.

    53. CARLOS Ma. R A ~ I R E Z Artigas etc. cit. Introduccin p. IX.

    5- . CARLos

    Ma. RA:\IREZ, La decadencia de los jJUeblos en El Club Universitario

    t.

    II,

    ::\fontevicleo, 1872.

    55. CARLOS

    Ma. RAMREZ,

    Conferencias de Derecho Constitucional_. en La Bandera Ra-

    dical Montevideo, 1871.

    Su.

    Cfr.:

    Anales del

    Ateneo alio I, t. I, n.

    2,

    Montevicl.eo, 5

    de

    octubre

    de

    1881,

    pp.

    196-7.

    8

    LA HISTORIOGRAFA URUGUAYA

    EN

    EL SIGLO XIX

    La monografa de ?.Jaeso (1830-1886), 57 no obstante su premiosa

    elaboracin, sirvi

    ele

    base a un posterior estudio documental y crtico con

    fines alegatorios. La documentacin es exhibida con intencin reivindica

    toria, acudiendo a testimonios hasta entonces desconocidos.

    Es, con sus limitaciones, una sntesis comprensiva que se propone

    aportar las probanzas documentales para demostrar la espontaneidad

    ele

    la revolucin ele 1811. Encarado bajo

    la

    forma ele

    un

    alegato, se remi

    te al testimonio de los actores del proceso "como

    la

    nica e ineludi

    ble ley". Al asignar

    al

    movimiento emancipador una sealada proyeccin

    nacional, avanza

    una interpretacin

    moralizante de

    ese

    pasado

    donde

    aso-

    man

    "las virtudes o los crmenes de los hombres notables y de las gene

    raciones pasadas presentndolas de relieve ante la admiracin de los con

    temporneos".

    58

    Aun en su significacin menor, Maeso representa una

    valiosa contribucin al acervo monogrfico, as en la compuba ele testi

    monios poco conocidos como en la erudicin general que revela su tra

    bajo,

    un

    exponente ms del revisionismo histrico que asoma con pujan

    za en la dcada del ochenta,

    impulsado

    por

    los debates acerca de la na

    cionalidad, pero sustentado adems por una bonificacin de mtodo e ins

    trumental erudito.

    La

    consideracin ele la figura de Clemente Fregeiro (1853-1923),

    5

    implica reconocer, para los estudios histricos,

    una

    notoria ampliacin de

    57. JusTo MAESO,

    La insurreccin emancijJadora

    de la

    Provincia Ori ental en 1811 Sus

    antecedentes

    y

    su espontaneidad

    en

    Anales del

    Ateneo afio IV, t. IX, n. 50, Mon

    tevideo, 15 de octubre de 1885,

    p .310; El general Artigas

    )

    su poca

    apuntes

    do-

    cumentados jJara la historia oriental Montevideo, ISS5; Los primeros patriotas

    orientales

    de

    1811.

    Expontaneidad de

    la insurreccin oriental contra la Espaiia en

    la

    guerra

    de

    la indej;wdencia americana l\Iontevideo, 1888.

    58. La insurreccin emancipadora de la Provincia Oriental en 1811. Sus antecedentes

    su esj;ontaneidad

    en

    Anales del

    Ateneo

    afio IV, t. IX, n. 50, Montevideo, 15 de

    octubre

    ele

    1885.

    5Y.

    CLDIE: \TE L

    FREGEIRO, Compendio de

    la

    Historia Argentina desde

    el

    descubri-

    miento del

    Nuevo

    Mundo hasta el ;resente

    Buenos Aires, 1876, 3a. ed., 18Sl;

    Los

    colores de

    la

    bandera argentina

    Buenos Aires, 1878;

    Juan Daz de Sals

    y

    el des

    cubrimiento

    del

    Ro de

    la Plata

    Buenos Aires, IS79;

    Don Be rnardo Monteagudo .

    Buenos Aires, 1880;

    San Martn Guido

    y

    la exj;edicin libertadora del Per

    Bue

    nos Aires, 1884;

    Vida de argentinos ilustres

    Buenos Aires, 1885;

    Artigas El Exodo

    del Pueblo Oriental 1811

    en

    Anales del Ateneo Montevideo, 18S5; Artigas Estu-

    dio Histrico Documentos justificativos Montevideo, 1886; Lecciones de Historia

    Argentina

    Buenos Aires, 1886;

    Don Vicente Fidel Lj;ez

    y

    un

    texto de historia

    ar-

    gentina Buenos Aires, 18SY; Un informe y un decreto. Fundacin de pueblos en

    la

    Banda Oriental Buenos Aires, 1891; Noticias sobre la vida de don Hiplito Vieytes

    Buenos Aires, 1893; La Historia documental crtica Buenos Aires, 1893; Sntesis

    histrica del desarrollo histrico de la Rejnblica Argentina en El Censo Nacional

    Buenos Aires, 1895;

    Antecedentes de las invasiones inglesas en

    el

    Ro de la Plata

    en Revi sta de Derecho Histoia

    )

    Letras

    Buenos Aires, 1897; La

    Defensa de Mon-

    tevideo

    ) el

    Gral. Urquiza en Revista

    ele

    la

    Univenidad de

    Buenos Aires

    Buenos

    Aires, 1917;

    La vida de un revolucionario en

    La

    Nacin

    Buenos Aires, febrero ele

    1918;

    La Data/la de Ituzaing

    Buenos Aires, 1919;

    Estudios Histricos sobre

    la

    Re-

    voluci n de 1favo

    en

    Biblioteca de Historia Argentina y Americana tt. VI-VII,

    Buenos Aires, [I 930] s. d.

    9

  • 7/25/2019 Oddone - La Historiografia en Revista Historica Universidad 2a Epoca 01 1959

    15/18

    JUAN ANTONIO DDONE

    panorama. Uruguayo

    de nacimiento, argentino por adopcin, su biblio

    grafa ha abarcado temas comunes a

    la

    historia rioplatense en compendios

    didcticos, compulsas documentales, puntualizaciones metodolgicas y

    minuciosas monografas.

    Su ubicacin en

    la

    tendencia erudita v sus estrechas vinculaciones,

    con Mitre y Domnguez obviarn su filiacin historiogrfica. Interesa, s,

    destacar en Fregeiro

    cuanto

    importa su concepcin metodolgica,

    donde

    parece definirse un cierto reajuste

    ele

    la tendencia a que pertenece, me

    diante

    la

    posesin de

    una

    visin conceptual rlel proceso histrico.

    Comienza a producir hacia 1880. A tal altura del siglo,

    la

    situacin

    de los estudios histricos apuntaba a objetivos

    muy

    definidos:

    la labor

    preparatoria y el mejoramiento de los instrumentos ele trabajo que se

    desarrolla desde los primeros decenios del siglo con

    apertura

    de archivos,

    recopilaciones como las ele Migne, Pertz y \:Vaitz, aparicin ele calificadas

    publicaciones histricas, creacin y mejoramiento

    ele

    instituciones

    ele es-

    pecializacin como la Escuela

    ele

    Altos Estucli.os, de Duruy (1868), la Es-

    cuela de Atenas (1846), la Escuela Francesa ele Roma (1874),

    sealan

    el auge de la investigacin histrica de base documental y crtica. En el

    Ro de la Plata la parcializacin de los temas y

    la

    confront

  • 7/25/2019 Oddone - La Historiografia en Revista Historica Universidad 2a Epoca 01 1959

    16/18

    JUAN ANT0:'-110 DDONE

    Todo

    parece indicar,

    as en

    la ampliacin del

    dominio erudito como

    en la precisin del instrumental crtico, que con Fregeiro se accede a

    una

    etapa definitoria en

    nuestra historiografa. Su visin

    conceptual de

    l

    vida

    histrica, que aplic a la comprensin de los procesos orgnicos a

    la

    minuciosa pesquisa monogrfica, caracteriz -dentro de la orientacin

    que

    haba definido

    Mitre- una

    objetivacin

    cientfica

    del pasado

    riopla

    tense sobre bases documentales crticas.

    FRANCISCO

    BAUZA:

    UN CONCEPCIN HISTORIOGRAFICA

    DE LA

    l\ACIONALIDAD ORIENTAL.

    '

    =

    No slo

    por

    azar cronolgico

    la

    obra

    ele Bauz

    se

    ubica

    al

    final

    de

    estos apuntes, sino ms bien su carcter de frontera historiogrfica pare

    ce imponerla

    entre dos vertientes de nuestro quehacer histrico: la de su

    coetneo Fregeiro y la que

    definir Pablo

    Blanco Acevedo a partir

    dd

    novecientos.

    Sin duda pertenece a Francisco Bauz

    (18-19-1899)

    65

    la primera vi

    sin

    integral

    y orgnica

    de

    nuestros orgenes nacionales, desde sus funda

    mentos coloniales hasta su eclosin revolucionaria, inscripta en un cuadro

    edificante de la

    conciencia

    nacional.

    Por su revisin crtica

    ele

    las

    inter

    pretaciones historiogrficas argentinas brasileas, por su reivindicacin

    de Artigas como gestor ele la organizacin republicana, por su anlisis de

    las fuerzas econmicas sociales

    que juegan

    en

    el proceso de descomposi

    cin colonial,

    por

    su explicacin

    ele

    las circunstancias geogrficas y las

    caractersticas etnogrficas que

    posibilitaron la

    secesin

    independiente, la

    Historia

    de

    la Dominacin

    Espaiola

    en

    el Uruguay

    es ya

    -como

    se ha di

    cho- una obra clsica que deja cabalmente establecida, sobre bases docu

    mentales crticas,

    la

    existencia histrica

    ele la nacin oriental.

    Tema do

    minante en su bibliografa, el estudio de los elementos histricos, litera

    rios

    jurdicos de la nacionalidad,

    66

    es encarado en forma

    sistemtica

    en

    los tres tomos

    de

    la Historia

    de

    la Dominacin. La

    estructura

    ele la obra,

    las apreciaciones metodolgicas de su Reseila preliminar su anlisis cr

    tico

    de

    fuentes, el slido

    conocimiento

    bibliogr:fico, as como

    la calidad

    de su estilo,

    sealan

    la

    aparicin

    de una

    definida

    concepcin historiogrfica.

    A partir de Bauz, an sin desdear los aportes previos, se abre para el

    trabajo histrico, la

    posibilidad ele

    acceder a

    una conceptuacin

    cientfi

    ca, en el plano

    ele

    la investigacin

    y

    la interpretacin.

    Historiador

    legislador,

    periodista

    y

    hombre

    de

    partido, Bauz

    en

    cara la creacin historiogrfica como vehculo vivificante de

    la

    concien

    cia nacional, urgido por

    una

    exigencia espiritual que le mueve a ahondar

    65.

    FRA.;crsco BAuzA, Influencia

    ele

    los orientales en la evolucin

    ele

    1810, [1870],

    en

    Revista

    Histrica,

    Montevideo, II, t. IV, n. 12, p.

    7- 9 y

    ss.;

    Historia de la Domina-

    cin Esj;ariola en el Uruguay, ~ I o n t e v i d e o

    1880-82 (la. edicin); 1895 (2a. ecli cin i;

    1929 (3a.

    edicin); Estudios Literarios,

    Montevideo, 1884;

    Estudios constitucionales,

    l\Iontcvicleo, 1887;

    Ensayo sobre la formacin de

    una

    clase media

    l\Iontevirleo, 1876.

    G6. FRANCisco BAuzA, Estudios L iterarios, cit.; Estudios Comtituc ionales, cit : Ensayo

    solne la formacin ele una clase media.

    3

    LA HISTORIOGRAFA

    URUGUAYA

    EN

    EL

    SIGLO

    XIX

    en

    el

    pasado para

    explicarse por

    va

    retrospectiva

    la

    existencia

    indepen

    drente de su pas,

    en

    el

    momento culminante

    de la controversia sobre

    la

    autenticidad

    histrica de

    la

    Repblica. El preconcepto de la existencia

    nacional

    -como se sabe- dinarmz

    variadamente la

    historiografa ameri

    cana. La hiptesis del trabajo de 1\Iitre, al 'perseguir los oroenes del sen-

    . . .

    b

    tunrento nacwnal como conciencia de la cornumdad , G7 es el supuesto

    que dinamiza en Bauz la

    bsqueda

    atenta de los elementos fsicos,

    oeo

    grficos, polticos y sociales que dan cuerpo al ser nacional uruguayo. ~ J o r

    eso

    es

    la suya la primera

    historia de

    los orientales.

    Su

    interpretacin ele la Revolucin de Mayo y

    la

    revisin de la fiou

    ra histrica de Arugas que emprende en dos de sus trabajos de 1 8 7 ~

    prehguran

    ya su detmitlva

    viswn

    del proceso

    revolucionano

    rioplatense,

    como lo ha sealado Pivel Devoto. Segn Bauz, el movimiento de 181\J

    surge como

    un brote comunero

    amparado

    en

    planes

    monrquicos, contra

    los cuales Artigas simboliza la

    idea

    republicana iederal. Cree que 1810 es

    una

    proyeccin del movimiento juntista de Montevideo ele 18v8 y

    que

    el

    princrpio

    de la

    soberana ele

    los

    pueblos

    y

    la

    difusin popular

    del

    iLteario

    republrcano deben remitirse al espritu artiguista. Entonces, anticipndo

    se a los

    grandes

    debates sobre

    Arugas, Bauz

    dehni

    en

    estos

    esCI-uos

    ju

    veniles y en sus artculos

    de Los

    Debates las bases ele

    una

    juiciosa apolo

    ga, que ms tarde emprendera a la luz de la crtica documental.

    En la

    Historia

    de la

    Dominacin

    Espar ola en el Uruguay)

    ratifica

    estas tesis

    con

    nuevos argumentos.

    Como

    Mitre, cree

    en

    la preexistencia

    de la nacin en la

    colonia,

    dada la vida independiente que en

    una comar

    ca

    muy delimitada por

    las fronteras

    naturales

    haban establecido los cha

    rras.

    La

    colonia -afirma- entendi ser, y era, en electo, la continua

    cin de la antigua

    nacionalidad

    brbara e

    independiente

    que le haba

    dado

    origen . Desde tiempos

    muy

    antiguos sus rentas

    propws

    derivadas

    de su produccin agrcola

    ganadera

    su estratgica situaCin

    portuaria,

    demostraron

    que el pas en cierto

    modo se bastaba

    a s mismo.

    Por

    ello,

    la revolucin no surge corno un ex-abrupto histrico, sino como una na

    tural consecuencia

    de

    un

    tradicional sentimiento independentista para

    el

    que

    el pueblo estaba preparado por un

    instinto

    fraternal democrti

    co que alentaba en

    una

    sociedad

    donde

    se confundan las clases doude

    la conciencia

    igualitaria

    desemboc forzosamente

    en

    la forma de

    gobierno

    republicano.

    Una

    explicacin causal, a veces forzada por un rigor silogs

    tico,

    encubre toda su

    diagnosis

    ele la vida

    colonial.

    .Su

    anlisis

    ele la

    do

    minacin hispnica

    se resuelve

    en

    un balance favorable

    de la

    gestin del

    conquistador,

    aunque

    tras

    su juicio de valor

    yace

    una

    hipte5is

    de

    corte

    67.

    Jost Lms R o ~ I E R O Mitre un historiador frente al destino nacional, en Argentina

    Imgenes jJerspectivas,

    Buenos Aires, 1956, p. 140.

    68.

    FRA?\CISCO BAUZA,

    La

    influencia de

    la

    Rejnblica Oriental

    del

    Uruguay en

    Amrica

    del Sur;

    cfr.:

    Memoria jJresentada al Club Universitario,

    l\fontevic eo, 9

    de

    abril

    de

    1870,

    en Archivo del Ateneo de Montevideo. Club Universitario,

    1868-71, paquete

    1;

    adems

    JUAN

    E.

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    Z viarcha,

    ~ I o n t e v i c l e o

    27

    ele octubre

    ele 1950.

    33

  • 7/25/2019 Oddone - La Historiografia en Revista Historica Universidad 2a Epoca 01 1959

    17/18

    JUAN ANTONIO DDONE

    providencialista en cuanto a la misin espiritual de Espaa en

    Indias

    que

    -acorde con su

    fe catlica-

    recuerda a l\Iagarios Cervantes.

    60

    Su explicacin del proceso histrico colonial configura un enorme

    gozne causal sobre el

    que

    se asienta, sin roces

    ni

    fricciones, el

    quicio

    de

    la

    nacionalidad independiente. La aparente endeblez de semejante esquema

    interpretativo

    de la vida histrica

    se

    ve contrastada con las probanzas de

    su

    aparato

    erudito, y el aguzado sentido crtico con que analiza, depura,

    coteja y rectifica las piezas

    ele

    su vasto material, desde la crnica

    rudimen

    taria del primitivo viajero hasta las conclusiones

    ele

    la historiografa ar

    gentina

    y brasilea. Su conocimiento

    ele

    la bibliografa y los conjuntos do

    cumentales, que ordena metdicamente en la

    Reseia

    Preliminar se re

    suelve en una disquisicin moralizante del pasado, tal como lo entendan

    entonces -por encima ele diferencias

    ele

    escuelas- Mitre y Lpez.

    70

    Convencido

    ele que

    en la historia confluyen pasado y presente, como

    conciencia, seala

    la

    urgencia ele ese autoconocimiento objetivo,

    hilo

    con

    ductor

    de la accin. . . . cada poca tiene sus exijencias y la nuestra,

    que

    es

    ele

    mayoridad, solicita el aclaramiento

    ele

    las cosas. El pueblo urugua

    yo -sostiene Bauz- ya no es

    un pueblo

    infante

    . . .

    Necesita pues, saber

    lo

    que han hecho

    sus mayores para decidir lo

    que

    debe hacer l mismo .

    Y enseguida la conclusin pragmtica

    que

    nutre el sentimiento patriti

    co:

    . . .

    Necesita munirse del valor poltico

    que

    lleva los hijos ser jue

    ces en los actos

    de

    sus padres sacando

    ele

    ellos con toda imparcialidad, las

    enseanzas

    que

    sirven para

    condenar

    al mal y

    nutrirse

    en las que hacen

    del

    bien

    un

    culto

    y

    una

    norma

    ele

    conducta.

    No

    ele

    otro

    modo

    se

    forma

    el patriotismo .

    71

    La

    obra ele Bauz viene a sellar, en trminos definitivos para nuestra

    historiografa,

    la

    polmica

    que

    desat

    la

    discusin sobre los orgenes na

    cionales, momento en

    que

    no slo por la vigencia espiritual del tema, sino

    tambin por la

    concurrencia de opiniones y orientaciones, se vivi

    una

    hora fecunda para los estudios histricos, impulsados a partir ele entonces

    por un vigoroso movimiento renovador

    que

    culmin a comienzos

    del

    no

    vecientos con la creacin ele la Revista

    Histrica ele

    la

    Universidad.

    Des

    de luego,

    no puede

    significar

    la

    detencin

    ele

    estas notas en Bauz que su

    aporte clausure la fisonoma historiogrfica del siglo; parece, en cambio,

    un mojn

    adecuado para

    medir en

    perspectiva la

    altura

    alcanzada

    en

    esta

    disciplina durante el siglo XIX. Ello tampoco implica el desconocimien

    to de otras figuras

    ele

    cierta r e l e v a n c ~ a , entre los coetneos

    ele

    Bauz,

    y

    del movimiento de renovacin didctica que propician al filo del nove-

    69.

    La

    dominacin espaola

    -concluye

    Bauz-

    fu

    beneficiosa al Uruguay, en cuan

    to nos

    di todos los elementos que necesitaba el pas

    para

    ascender

    de

    las oscuri

    dades del

    barbarismo

    a las esferas ele la civilizacin cristiana , FRA:\Cisco BAuzA,

    Historia de la Dominacin Espaola en el Uruguay, Montevideo, 1929, t.

    Il,

    p. 496.

    70.

    La

    historia de

    los pueblos

    -afirma

    Bauz-

    cuanto ms complicada

    y

    rdua

    tanto

    ms rica en experiencias para

    sus

    hijos; y la nuestra, que

    no

    brilla por las fa

    cilidades venturosas, es adecuada a cncarrilarnos sriamente, si sriamente entramos

    en

    la empresa de estudiarla , FRANCisco BAUZA, Estudios Constitucionales, etc.,

    cit., p.

    l l .

    71. Ibid., p. ll.

    4

    LA

    HISTORIOGRAFA

    URUGUAYA

    EN EL

    SIGLO

    XIX

    cientos Arajo, el Hermano Damasceno, Bollo, hasta la nueva promocin

    de historiadores de este siglo

    que definirn

    Pereda y Salgado, Acevedo y

    Pablo Blanco.

    Su consideracin, empero, est fuera

    ele

    los lmites asignados a este

    esquema.

    B B L I O G R A F I A *

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    sta

    nmin slo mencion lgunos de los portes tenidos en cuent p r l el bo-

    racin del presente artculo, no constituyendo, por lo tanto,

    una

    bibliografa comple

    ta sobre

    el

    tema. Las fuentes se

    han intercalado en

    las

    notas al pie

    de pgina,

    donJ.e

    cada autor

    remite

    a sus obras

    .ms

    importantes.

    35

  • 7/25/2019 Oddone - La Historiografia en Revista Historica Universidad 2a Epoca 01 1959

    18/18

    JUAN

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