Om-12-02-Porque Tener Un Maestro Espiritual Completo[1]

OM-12-02

¿PORQUE ES NECESARIO TENER UN MAESTRO?

Conferencias del Maestro

OMRAAM MIKHAËL AÏVANHOV

¿QUE ES UN MAESTRO

ESPIRITUAL?

Centre OMRAAM

Institut Solve et Coagula Reus

www.omraam.es Primer Centro

De difusión de la obra Del Maestro OMRAAM En lengua Española

EL GUIA ESPIRITUAL Si buscáis un guía espiritual, sabed por lo menos lo

que debéis esperar de él. Un Maestro espiritual hará todo lo que pueda para haceros comprender el camino que tenéis interés en seguir, pero sois vosotros quienes debéis empeñaros en caminar por esta senda. Un Maestro no puede hacer que améis la vida espiritual, esto no depende de él, sino de vosotros. Evidentemente, en cierta manera puede influenciaros, como puede influenciaros un amigo a quien le gusta la música o la poesía. Porque los humanos y todas las criaturas, los animales, las flores, o incluso las piedras y los objetos a menudo nos comunican, sin nosotros saberlo, los elementos que poseen.

Es pues posible que algo del amor de vuestro Maestro por el esplendor del mundo divino se comunique a vosotros. Pero si no estáis preparados para aceptar su influencia, nada puede forzaros a ello. Así pues, siempre dependerá de vosotros que vuestro Maestro consiga que améis la vida espiritual.

OMRAAM MIKHAËL AÏVANHOV El gran Místico Catalán Ex jesuita Vidente Ferrer que creó en la India su escuela

de ayuda a los pobres, donde dedico la mayor parte de su vida, decía a este respeto; Para entender la espiritualidad, debemos nacer con una cierta sensibilidad en amar las cosas Divinas. De no traerla de nacimiento, o heredada de los padres o de otras vidas, será un poco difícil desarrollarla ahora. Pero si en esta vida nos esforzamos en entenderla, cuando volveremos a venir, la llevaremos dentro de nosotros, como los Ángeles. Entonces, no te pierdas la oportunidad que te ofrece esta vida. Sería una pena muy grande desaprovecharla. Puede que no se vuelva a repetir.

Antoni Cochs - Centre Omraam Reus

¿QUÉ ES UN MAESTRO ESPIRITUAL? ¿Sabéis cuál fue el día más feliz de mi vida? Os lo diré; fue

el día que encontré a mi Maestro. De esto ya han pasado algunos años. Y hoy, cuando pienso en ese día, sigo pensando lo mismo, inclusive muchas veces me pregunto cómo pudo ser que este día se demorase tanto tiempo. Tantos años perdidos deambulando por este mundo, sin un Maestro. Me pregunto ¿cómo pudo sucederme? ¿Por qué tardé tanto tiempo, tantos años en encontrar a mi Maestro? Y todos podríamos preguntarnos también ¿Por qué se tarda tanto tiempo en encontrar al guía espiritual? Todo sucedió un día entrando en una librería esotérica donde solía adquirir libros de temas espirituales.

Antes había transitado ya por varias escuelas. La que más me había marcado fue la de los Rosacruces, la escuela de Max Heindel de San Diego, California. Y eso fue después de conocer a los metafísicos, y los teósofos. Del Budismo recuerdo que cuando leí la historia de Siddhartha Gautama (el Buda), en particular cuando falleció, las lágrimas cayeron de mis ojos leyendo sus palabras dirigidas a su ayudante Ananda. Siempre fui un apasionado de los evangelios en particular del evangelista Lucas. De no ser por Lucas ¿cómo podríamos hoy conocer la Natividad de Jesús y todos los grandes misterios iniciáticos que encierran sus palabras? Y Lucas escribió decenas de años después del calvario de Jesús. Digo bien calvario y no fallecimiento, otro gran misterio. Y así también podría hablar con mucho respeto, admiración y amor de esos grandes seres que han venido a la Tierra para ayudarnos a descubrir los temas del ocultismo religioso que tanto nos interesan y queremos conocer, creo yo, pensando que sus conocimientos nos harán más ricos, poderosos o libres. Podría citar al gran Cabalista Enrique Llop “KABALEB”, Yogui Ramacharaka, Yves D’Alveydre, Paracelso, Los libros de

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Hermes, Edouard Schure, San Germain, Yogananda, Steiner, Annie Bessant, Dione Fortune, Fabre d’Olivet, Bulwer Lytton, Paul Brunton, Los Puranas, las maravillas del Guita ect..Sólo por citar unos cuantos nombres pues son muchos y en todos he aprendido cosas buenas. Pero por encima de toda esta búsqueda, siempre había en mí la imagen del Padre Celestial, el único con quien realmente hablaba y me respondía, obviamente a mi manera de entenderlo. En particular en mis tres largos años de vida en las cárceles tanto de México como después de España. Quizás tres años y medio, no sean muchos, pero los suficientes como para aprender todo lo que sucede en estas escuelas de sufrimiento, abandono, tristeza y como no también, si llegas a sobrevivir, no físicamente, pues en estos sitios justamente te vuelves muy fuerte físicamente; me refiero a sobrevivir moral e intelectualmente, manteniéndote como espectador de todo lo que allí se vive con el fin de no contaminarte. En todos los lugares de sufrimiento o abandono, cárceles, hospitales, guerras, desastres naturales, pues en todos me he encontrado en cierta manera, se aprenden infinidad de cosas. Mejor dicho fuera de estos sitios, infinidad de cosas de la vida serán siempre imposibles de conocer. Cuando se vive en la abundancia, felicidad y riqueza, es imposible conocer ciertas facetas de la vida sin las cuales andarás siempre desnudo de la realidad. Como sucede al estar privado de todo y desear saber lo que sucede fuera de los muros, sólo entonces desarrollas, como los ciegos, otros sentidos que todos tenemos pero que no hemos sabido desarrollar, como son “la percepción a distancia”. Ver lo que no se ve con los ojos normales. No hablaré del desdoblamiento, pues este es un tema que no deseo abordar ahora. En situaciones parecidas, te enamoras de las Estrellas, y cuando les hablas, te responden. Detrás de ellas está el Padre Celestial, nuestro Padre Celestial, el Sol, o el Maestro que ya te estaba observando. Recuerdo que cuando me dirigía a las estrellas, les decía; ¡Dónde estas que te miro, te veo y no te encuentro! Así

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pues cuanto más duras eran mis palabras, también más duras eran sus respuestas. Y todo esto más mis años de estudiante, de empresario, de hombre de mundo, todo me sirvió para prepararme para un acontecimiento que sería clave en mi vida. De no haber sido por toda esta gran vida en donde hubo de todo, lo conocí todo, el poder, la riqueza, la aventura, la fama, la destrucción, los excesos de todo, el peligro por aventurarme a ir siempre más allá de mis limites. Todo me sirvió para estar mejor preparado para recibir a quien sería mi Maestro Omraam Mikhaël Aïvanhov.

Algunas veces me pregunto también qué hubiera sucedido, si hubiese entrado en mi vida antes. Como a los 25/35 años por ejemplo y no a los 50 como sucedió. Muchas veces creo con sinceridad, que hubiese huido de él. Hubiese sido como estos cretinos que hay por ahí que cuando les hablas de un Maestro Espiritual, se ponen a reír. Dicen: ¿y esto qué es? O los que presumen de estar en este mundo de la Espiritualidad y dicen; “Un Maestro ¿para qué?” Y otros más que te dicen que sí, que ellos ya tienen a su Maestro! Pero yo les digo; Tú dices que tienes un Maestro Tal o cual! Bien me parece bien, no te lo discuto. Pero estas seguro también de que si le preguntara a tu Maestro Tal o cual, me diría que te considera realmente su discípulo? Cuantos hay que dicen que su Maestro es Jesús por ejemplo y nunca se han leído los evangelios! Si bastara solamente con decir: “Yo tengo un Maestro”... O ir al templo un día por semana. O recitar 25 “Padre nuestro” al día. O llevar una gran cruz colgada en el cuello. O recitar la biblia de memoria y no entender lo que dice.

No, un Maestro es algo que no puedes explicar. Un Maestro tú no lo escoges, ni sabes buscarlo, pues no sabes dónde está, ni lo que es. El mundo invisible te observa, te vigila, te pone a prueba, y cuando cree que estas preparado te pone al Maestro ante ti. Si realmente estás preparado, te darás cuenta y sentirás algo que no se puede explicar pero si tú inteligencia ya está desarrollada,

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sabrás que es Él, el Maestro que, sin saberlo tú, estabas buscando. Pero no te confíes, pues si antes fue el mundo invisible que te puso a prueba, después será tu propio Maestro quizás con pruebas tanto o más difíciles que las primeras, que pondrá delante de ti. Pero por lo menos ahora sabrás que TU MAESTRO está contigo. El ya no te dejará, caminarás por precipicios, y en medio de fieras, hablo de forma simbólica y al mismo tiempo real, pero te llevará de la mano. Como cuando eras pequeño, y dabas la mano a tu Padre o a tu Madre y caminabais juntos, ¿acaso caminabas con inseguridad? No, tu Padre te daba la mano, con él hubieras ido al fin del mundo. Ese día, el día que sientas que tu Maestro te lleva de su mano, no solamente caminarás tranquilo dentro de la oscuridad, sino que te sentirás feliz, cada día será el día más feliz de tu vida, pues el nuevo día te recordará el día que conociste a tu Maestro. El día que tengas un Maestro lo sabrás por una cosa, este día sabrás lo que es LA PAZ. Así de sencillo. O entenderás la importancia de las palabras de tu Maestro cuando él también dijo un día hablando de su experiencia personal; ¡El día más feliz de mi vida fue el día que conocí a mi Maestro Petar Deunov!. Por eso yo entiendo lo feliz que él pudo ser este día y así me siento capaz de compartir con él esta misma felicidad. Pero en mi fue haberle conocido a él.

¿Y por qué es necesario tener un Maestro? Acaso no lo tenías cuando estudiabas? Y luego, en las escuelas superiores, no los tienes también? Y si luego deseas especializarte en una carrera no querrás escoger una escuela y allí te encontrarás a otros maestros? Y cuando iras al ejercito? No tendrás allí unos superiores a quien obedecer y aprender de ellos. Y si un día deseas practicar un deporte, esquí, vela, natación, tenis, y simplemente aprender a jugar al ajedrez o al póker etc. ¿no recuerdas que siempre hubo alguien que te enseñó en las primeras etapas? Yo que he sido además navegante, y he ganado regatas

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de competición, cuando un día decidí ir con mi velero hasta Acapulco, México, me fui a buscar primero una tripulación que me acompañara, y no porque fueran mejores navegantes que yo. Fui a buscarlos pues sabía que iba a navegar por ciertos mares desconocidos y como ellos ya habían transitado por allí, donde yo tenía que navegar, pensé que ciertamente conocían mejor que yo los peligros, las corrientes, los vientos, los arrecifes, pues no es lo mismo navegar por el Mediterráneo, que por el Atlántico, el Caribe sin faros ni señalizaciones o el Atlántico. Diréis que ahora hay los GPS, sí, pero si un día te quedas sin baterías?...

Por supuesto que también lo puedes INTENTAR hacer todo solo. Pero en estos casos, cuanto tiempo perdido, cuanto sufrimiento y cuántas vidas perdidas. Y esto en temas de este mundo TERRICOLA, o temas mundanos. Pero si un día te decides a hacer alguna “inmersión” en un terreno TOTALMENTE oculto como es el mundo del Espíritu, un mundo de otra dimensión del que lo desconoces TODO, absolutamente todo, como si entraras en una cámara oscura y tuvieras que caminar sabiendo que está llena de precipicios y peligros, y quisieras convencerme con palabras coherentes, palabras inteligentes y sabias, que puedes aventurarte a ir solo…. Sinceramente te contestaría, ¡estás loco! No se trata de ser valiente o audaz, eres audaz cuando te enfrentas a un peligro que ves con tus ojos o te puedes imaginar, pero querer ir a ciegas y desnudo a enfrentarte a un León hambriento, esto es simplemente una locura. Por supuesto me dirijo solamente a los que un día se interesen por la vida del espíritu. A los que ya saben que aquí en este mundo están de paso, como cuando entras en una escuela. Si no piensas así, si no crees en Dios o en el más allá, si no crees en la reencarnación, entonces no sigas leyendo. Mi experiencia y todo lo que sigue, no te servirá de nada. Buscar o pensar tener un Maestro, para ti no es tema prioritario. Pero no te preocupes,

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como tú, piensan el 99% de los humanos. O sea que no debes preocuparte. En estos temas, no funciona la ley de la lógica humana o de la mayoría pensante. Tener un Maestro, no es todavía para ti, una necesidad, no ha llegado para ti todavía esta hora.

Aquel día pues, que para mi parecía un día cualquiera, entre en la librería como otras veces, vi unos libros de colores, tome uno de ellos, su titulo “NUEVA LUZ SOBRE LOS EVANGELIOS”. El tema me gustó, pues siempre me han gustado los evangelios. En la contraportada una imagen, una cara llena de Amor, dulzura, tranquilidad, seguridad, paz, armonía, su Nombre OMRAAM MIKHAËL AÏVANHOV. Creo que antes de leer el libro, ya supe que era mi Maestro. Mi Maestro había venido a buscarme, le di la mano y no la he soltado.

Me gustaría, tú que me lees, que un día te sucediera lo mismo. He conocido a muchos hermanos, amigos que me han contado encuentros o situaciones parecidas, pues tampoco es necesario que todo se reproduzca igual. Si tú eres uno de ellos o estás en camino de serlo, a ti te dedico esta introducción y este trabajo en el que hemos recopilado unas extraordinarias conferencias del Maestro que tratan de este tema. ¿QUE ES UN MAESTRO?

¿Por qué es tan necesario tener un Maestro, cuando nos adentramos en este mundo de la Espiritualidad? ¿Por qué sin un Maestro, un guía, es realmente imposible avanzar en este mundo?

¿Por qué es tan peligroso hacerlo sin un Maestro? O simplemente ¿Por qué es perder el tiempo hacerlo sin un Maestro? Es evidente que también cada quien tiene su propio criterio, su forma de pensar y su libre albedrío. Mis palabras sólo han deseado darte un testimonio de mi experiencia en este tema. Sé que no necesariamente debe ser la tuya. Cuando sales a

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navegar, cada uno prepara su barco a su manera, y en función del rumbo que ha escogido. Luego ya sabemos que no todos llegan a su destino. La vida me ha enseñado que cuando se pierde la partida, no es que seas malo o menos bueno que el otro, no, el que pierde es el que ha tenido el fallo. Cuando uno tiene un fallo, es el otro el que gana. Quizás eras mejor, pero tu tuviste un fallo y el otro no lo tuvo, así de fácil es tener éxito o fracaso. Tener un fallo. O simplemente olvidaste algo. Pensar que tú solo podías, podría ser un fallo irreparable. Y no serás el primero a quien le sucede esto.

En las escuelas de la vida, sucede igual, si no pasas, debes repetir el curso. El desconocimiento de la ley, no te exime de sus obligaciones aquí en la tierra y también del otro lado, que un día, te guste o no deberás conocer y no lo olvides tampoco, te lo recordarán. Sí, te recordarán lo que hoy leíste que está confirmado en la Tabla Esmeraldina del Gran Hermes Trisgemistos. “Lo que es abajo es a lo que es arriba, como lo que es arriba es a lo que es abajo, para hacer de los dos la unidad de una misma cosa”.

Este documento OM-12-02 ¿PORQUE TENER UN MAESTRO?, es el complemento final a los temas ya publicados:

OM-03-00 Homenaje a Petar Deunov OM-03-01-El Maestro Petar Deunov OM-12-01-Palabras sobre Maestros (documento especial) Que mi Maestro te bendiga y te traiga la PAZ, así se lo pido. Antonio Cochs

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LISTADO CONFERENCIAS INTRODUCCION por AC

07-08-2946-QUE ES UN MAESTRO ESPIRITUAL 02-04-1956-EL LUGAR QUE SE DEBE DAR A DIOS, AL MAESTRO Y A LOS PADRES. 17-08-1956-SABER ENTRAR EN LA CABEZA DEL MAESTRO 15-08-1957-UN MAESTRO NO PUEDE HACERLO TODO 17-08-1957-NECESIDAD DE UN GUIA ESPIRITUAL 13-08-1961-IDENTIFICARSE CON EL MAESTRO 08-08-1963-NO ESPERAR DE UN MAESTRO MAS QUE LA LUZ 07-08-1967-LA PRESENTACA MAGIA DE UN MAESTRO 05-07-1074-EL NACIMIENTO DE LOS MAESTROS- 18-08-1974-NO JUGUEIS A SER APRENDICES DE BRUJO 18-09-1979-TENER UN MAESTRO SI, PERO VOSOTROS DEBEIS HACER EL TRABAJO. 28-08-1980-EL DISCIPULO ANTE EL MAESTRO 17-07-1981-EL DISCIPULO FRENTE AL MAESTRO 15-08-1982-UN MAESTRO UN PADRE 15-04-1984-COMO COMPORTARSE CON SU MAESTRO 30-08-1984-LA DIMENSION DE UN MAESTRO

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SI HABEIS RECIBIDO ESTE TEMA OS AGRADECEREMOS NOSOTROS Y TODOS LOS QUE OS LEERAN QUE DEJEIS VUESTRO MENSAJE PERSONAL E IMPRESIONES EN LIBRO DE VISITAS DE NUESTRAS WEB. OS RECORDAMOS UNA VEZ MAS QUE CENTRE OMRAAM SOMO TODOS. EL MAESTRO QUE NOS OBSERVA, VOSOTROS QUE NOS ANIMAIS A TRABAJAR CADA DIA MAS PARA TODO EL MUNDO HISPANO Y NOSOTROS QUE LO HACEMOS PARA TODOS VOSOTROS DE UNA FORMA BIEN DESINTERESADA PERO CON MUCHO AMOR.

ANTONIO COCHS

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Conferencia del Maestro OMRAAM MIKHAËL AÏVANHOV

Paris 7 de Agosto 1946

RECONOCER A UN VERDADERO MAESTRO ES COMO ENCONTRAR

UNA MADRE

Para un discípulo, encontrar a su Maestro es encontrar a una madre que acepta llevarlo nueve meses en su seno para hacerle nacer al mundo espiritual. Y una vez que ha nacido, es decir, que se ha despertado, sus ojos descubren la belleza de la creación, sus oídos oyen la palabra divina, su boca saborea alimentos celestiales, sus pies le llevan a los diferentes lugares del espacio para hacer el bien, y sus manos aprenden a crear en el mundo sutil del alma.

Muy poca gente sabe lo que es realmente un Maestro. Algunos han leído libros que cuentan unas historias inverosímiles: un Maestro es perfecto, omnisciente, todopoderoso... No tiene necesidad de comer, de beber, ni de dormir ... Está al abrigo de todas las tentaciones, y, sobre todo, se pasa el tiempo haciendo milagros. Como en el libro de Spalding: «La Vida de los Maestros». Cuánta gente se ha entusiasmado con este libro sin sospechar que contiene todo tipo de anécdotas inverosímiles. (En otra conferencia el Maestro afirma que Spalding nunca estuvo en la India. Que todo lo que cuenta en su libro es falso). Realmente los grandes Maestros tienen poderes excepcionales, pero no los utilizan para hacer prodigios ante los curiosos. Aparecer y desaparecer, caminar sobre las aguas, volar por el espacio, materializar alimentos, atravesar las llamas de un fuego, hacer aparecer casas... aunque sea capaz de todo eso, un verdadero Maestro no lo hará, porque el hecho de contemplar semejantes espectáculos no puede ayudar a los humanos a transformarse...

Un maestro, es preciso que lo sepáis, está hecho como todos los demás hombres: tiene los mismos órganos que le hacen sentir las mismas necesidades y los mismos deseos. Y si le cortáis un pedazo de carne, veréis que su sangre mana, ¡y de color rojo, como la de todo el mundo! La diferencia está en que la conciencia de un Maestro es mucho más vasta que la de la mayoría de los

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humanos: tiene un ideal, unos puntos de vista superiores, y, sobre todo, ha llegado a un perfecto dominio de sí mismo. Evidentemente, para eso hace falta mucho tiempo y un trabajo gigantesco; por eso nadie puede llegar a ser Maestro en una sola encarnación.

Si encontráis a un Maestro, sabed que todas las cualidades y virtudes que manifiesta no las ha adquirido únicamente en esta vida. No, ha debido trabajar durante siglos, y hasta milenios, y como las cualidades que uno adquiere con su propio trabajo no desaparecen cuando debe abandonar la tierra, al regresar trae consigo de nuevo estas cualidades. Así, de encarnación en encarnación, va acumulando nuevos elementos espirituales, hasta el día en que llega a ser un verdadero conductor de la luz y de las virtudes divinas.

Desgraciadamente, hay también seres que se han preparado durante siglos para llegar a ser conductores del mal: son los maestros de la magia negra. El ser humano es libre para escoger el bien o el mal. Claro que, cuando ha escogido el mal, aunque la Inteligencia cósmica se lo consienta durante un cierto tiempo, en la medida en que haya desafiado con su comportamiento el orden universal, acaba siempre siendo aniquilado. Pero al comienzo puede elegir. Mientras esté vivo, es libre para determinarse en un sentido o en otro.

En algunos casos, muy raros, encontramos a seres que, a pesar de esta libertad que les ha sido dada, están definitivamente determinados. Los grandes Iniciados, por ejemplo, están determinados para la luz y para el amor. Algunos, desde luego, han podido caer, pero la mayoría han seguido siendo espíritus de la luz. Y además, cuanto más tiempo pasa, menos posibilidades tienen de cambiar de dirección, porque gracias a su trabajo espiritual han logrado transformar, divinizar la materia de su cuerpo, que se ha vuelto como un metal inoxidable, como oro puro. Pero, hasta que un ser no ha llegado a este grado de evolución, siempre es posible que cambie de dirección, y en la historia se han dado casos de magos blancos que se han convertido en magos negros.

Os preguntáis cómo llega uno a convertirse en mago negro... En realidad, es muy fácil, hasta para vosotros: basta con que deis vía libre a vuestra naturaleza inferior. Si transgredís sin cesar las leyes de la bondad, de la justicia y del amor, tratando de triunfar a expensas de los demás, de despojarles, de destruirles, no podéis hacer otra cosa que convertiros en magos negros. Esto es simple y claro. Muchos se imaginan que para llegar a ser mago negro hay que tener un maestro diabólico que enseñe el arte del encantamiento

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s y de los conjuros maléficos. Eso puede suceder, pero para que uno se ponga al servicio del mal no es en absoluto necesario que tenga un maestro; sin instructor, sin receta, sin nada, puede uno llegar a ser mago negro si se deja guiar demasiado por su naturaleza inferior. Y lo mismo ocurre con un hombre que no piense más que en ayudar e iluminar a los demás: aunque no tenga Maestro para instruirle, se está convirtiendo en mago blanco.

En realidad todo ser humano tiene un Maestro, si no es un Maestro visible es un Maestro invisible. Los criminales tienen, en el mundo invisible, un maestro que sin cesar les aconseja que dañen a los demás. Y aunque digan: « ¿Nosotros, un maestro? ¡Nunca!» Pues bien, estos ciegos deben saber que tienen un maestro cuyos perniciosos consejos siguen día y noche.

Evidentemente, cuando os hablo de maestros, me refiero siempre a los verdaderos grandes Maestros espirituales, a los magos blancos. Ya sé que se da este título de Maestro a muchos artesanos para demostrar que destacan en su profesión, y también a los notarios, a los magistrados, a los artistas, etc... Es una manera de ver las cosas y yo no les niego este título. Pero debéis saber que un verdadero Maestro, en el sentido espiritual del término, es un ser que, en primer lugar, conoce las verdades esenciales, no las que los humanos han escrito, creado o contado, sino lo que es esencial según la Inteligencia cósmica. En segundo lugar, debe haber tenido la voluntad de dominarse, dirigirse y controlarse totalmente a sí mismo, y haberlo conseguido. Finalmente, esta ciencia y este dominio que ha adquirido sólo deben servirle para manifestar todas las cualidades y las virtudes del amor desinteresado.

Reconoceréis a un verdadero Maestro por su altruismo. Cada Maestro viene a la tierra para manifestar una cualidad, de forma predominante: hay, pues, Maestros de sabiduría, Maestros de amor, o de fuerza, o de pureza... Pero todos los verdaderos grandes Maestros tienen obligatoriamente una cualidad en común: el altruismo.

¡Existen tantos impostores y charlatanes dispuestos a aprovecharse de la ingenuidad de los humanos! No han leído más que algunos libros de ciencias ocultas, a menudo escritos por ignorantes, y he aquí que se presentan por todas partes como grandes Maestros. No llevan sobre sí ningún signo de que el Cielo les haya reconocido; ellos mismos se han declarado Maestros y creen que con esto es suficiente. En cuanto a los demás, en vez de estudiar un poco a semejante ser, para ver cómo se comporta, le siguen con los ojos cerrados. Les

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van a engañar, a despojar, a esclavizar, pero ni siquiera se darán cuenta. ¡Pues bien, magnífico!, ¡ahí tenéis, al menos, a un ser inteligente! Los tontos son los demás. ¿Por qué no se preguntan de dónde viene, cómo ha vivido, quién era su Maestro, quién le ha enviado?.. ¡Ah no, no! es inútil plantearse la cuestión; puesto que promete iniciarles en tres días - a cambio, claro está, de unos cuantos miles de dólares - le creen. Tienen prisa, ¿comprendéis?, la Iniciación no debe durar más de tres días. El mundo está lleno de gente así, de tramposos, de estafadores que se aprovechan de la credulidad y de la estupidez de los demás. ¡Pero ellos, al menos, son inteligentes!

No niego que estas personas puedan tener ciertos poderes - cualquiera que se ejercite puede obtenerlos - pero la cuestión es saber cómo los emplean y con qué fin. Sobre esto el Cielo se pronuncia. El Cielo no se preocupa de los medios que poseéis, sino del uso que hacéis de los mismos. Lo que para él cuenta no es vuestra ciencia, vuestra clarividencia o vuestros poderes, sino vuestro altruismo. Podéis poseer ciencia, clarividencia y poderes; mientras no seáis altruistas, aunque los humanos os reconozcan como Maestros, el Cielo no os reconoce como tales.

La desgracia para los humanos es su falta de discernimiento: si encuentran a un verdadero Maestro altruista, desconfiarán, mientras que al primer advenedizo que les engañe con falsas apariencias, presentándose como un Maestro, le seguirán. En realidad, un verdadero Maestro nunca os dirá que lo es, nunca; dejará que vosotros lo sintáis y lo comprendáis; no tiene prisa en ser reconocido. Por el contrario, un falso Maestro no tiene más que una idea: la de imponerse a los demás.

Acabo de recibir una carta de un hombre que se creyó capaz de ser un guía espiritual: me escribe para contarme sus dificultades y sus angustias. Evidentemente, debía esperárselo. ¿Por qué tenía que engañar a la gente pretendiendo guiarla, cuando él mismo no estaba preparado? ¿De quién había recibido la orden de asumir esta tarea? Pero así son los humanos; se creen capaces de guiar a los demás antes de haber adquirido las virtudes necesarias: la sabiduría, el amor, la pureza, la fuerza, el altruismo. No, cuando no se ha recibido la orden de un ser superior para asumir esta ardua tarea de guiar a los humanos, es muy peligroso desempeñar este papel.

Yo, bien quisiera ayudar a este hombre, porque veo que es muy desgraciado y ni siquiera sabe por qué. Se imaginó que bastaba con leer

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algunos libros de ciencias ocultas, y evocó las formidables energías del mundo invisible para utilizarlas sin haber aprendido jamás a entrar, previamente, en armonía con ellas. Pues bien, estas fuerzas se vengan, diciendo: « ¿Por qué intentas esclavizamos para satisfacer tus caprichos? Eres débil, ignorante, no queremos sometemos, mereces una buena lección.» ¡Cuántos pretendidos ocultistas no tienen ningún verdadero conocimiento de las leyes del mundo espiritual! Os lo digo: han leído algunos libros y, sin prepararse, quieren asombrar a algunos discípulos haciendo prodigios ante ellos. No, no es así como hay que hacerlo.

Para asumir la tarea de guía espiritual, es necesario haber recibido un diploma, ya que en el mundo espiritual también se reciben diplomaos. Los diplomas que existen en el plano físico tienen su correspondencia en el plano espiritual, a cuya imagen el plano físico ha sido creado. Los espíritus luminosos que nos han enviado a la tierra nos observan, nos miden, y si ven que hemos hecho esfuerzos, que hemos logrado dominamos y corregir algunos de nuestros defectos, nos dan el diploma. Y, ¿dónde está ese diploma? En todo caso, no se trata de un papel que puede ser anulado o destruido. Es como un sello que se imprime sobre nuestro rostro y sobre todo nuestro cuerpo, para mostrar que hemos conseguido victorias sobre nosotros mismos. Los humanos quizá no lo vean, pero todos los espíritus de la naturaleza, todos los espíritus luminosos lo ven desde lejos, y, en consecuencia, nos obedecen, nos ayudan.

Sí, para tener derecho a ejecutar ciertas tareas en el plano espiritual, es preciso obtener, también, la aprobación de ciertos seres; y no creáis qué es fácil. Muchos encuentran largos y difíciles los estudios que hay que hacer para obtener el título de maestro o de profesor. Pero eso no es nada, nada, al lado de las condiciones que debe reunir aquel que quiera enseñar a los discípulos las verdades de la Ciencia iniciática.

Siempre me asombra comprobar la ignorancia y la ingenuidad de la gente ante esta cuestión: todos o casi todos se creen preparados para llevar el título de Maestro, y cuando se encuentran ante un verdadero Maestro, se imaginan que ha caído del Cielo así, ya perfecto, sin haber hecho el más mínimo esfuerzo.

No, no encontraréis ninguna criatura que haya venido perfecta a la tierra. Cada uno tiene su debilidad, la muestre o la esconda, e incluso varias. Hasta los grandes. Iniciados tienen al menos una debilidad: el miedo, el orgullo, la

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avaricia o la sensualidad. Pero la superioridad de un Iniciado estriba en que, ante todo, es consciente de su debilidad, y en que, además, emplea todos los medios para triunfar sobre ella.

Cualesquiera que sea la elevación de su espíritu, en la medida en que un ser viene a encarnarse a la tierra, sus padres le transmiten en herencia una materia más o menos defectuosa que él debe transformar, lo que consigue hacer gracias a sus otras cualidades y virtudes. Y cuando lo ha logrado, se ha vuelto aún más grande porque ha conseguido transformar una materia bruta en materia elaborada de la que puede servirse para su trabajo. En los Iniciados se descubre, pues, verdaderamente, el poder del espíritu, ya que llegan a dominado todo, mientras que la mayoría de los humanos arrastran durante toda su vida unos defectos que no pueden vencer.

Desde luego, hay que saber que un Iniciado viene a la tierra trayendo consigo aquellas cualidades sobre las que trabajó en las precedentes encarnaciones; gracias a ellas se aparta instintivamente del mal camino y se dirige, por el contrario, hacia las actividades constructivas y luminosas. Aunque no se acuerde de nada, es empujado, sin saberlo, a caminar en la misma dirección que en el pasado. Por mi parte, no tuve, durante mucho tiempo, recuerdo alguno de mis anteriores encarnaciones, pero vine a esta vida con unas huellas que me empujaban en una dirección determinada.

Bien sé que a muchos de vosotros os extrañará y os chocará el oír que ni siquiera un gran Maestro viene a esta tierra perfecto. Y que los cristianos me perdonen si digo que ni el mismo Jesús nació perfecto: también él tuvo que instruirse y hacer un gran trabajo de purificación antes de recibir el Espíritu Santo a la edad de treinta años. Desgraciadamente, los Evangelios no dicen lo que hizo durante el período comprendido entre los doce y los treinta años. Todo ser que viene al mundo recibe obligatoriamente, para formar su cuerpo, unas partículas deterioradas, debilitadas, que debe purificar, ordenar y armonizar. Hay que comprender lo que es esta materia que ha permanecido a través de los siglos pasando de generación en generación. ¿Cómo podría llegar intacta y pura? Incluso un Iniciado que nazca de unos padres excepcionales debe realizar un trabajo sobre su cuerpo físico hasta que éste llegue a ser un instrumento perfecto de su espíritu. Quizá este Iniciado esté predestinado a traer una nueva religión, pero también él tendrá que liberar a su espíritu del dominio de la materia y transformar esta materia, espiritualizarla, sublimarla, y

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el Cielo medirá su grandeza en función del tiempo que haya tardado en lograrlo.

Ni siquiera Jesús pudo manifestar de inmediato el poder de su espíritu. Primero tuvo que estudiar, que ejercitarse, y al fin, a sus treinta años, hizo maravillas. La existencia de todos los Maestros espirituales ha empezado con un largo período en el que lo ignoraban todo acerca de su misión. Aún cuando durante su juventud recibían algunas revelaciones del mundo divino, no tenían ninguna conciencia de su grandeza. Ya sé que muchos se negarán a creer una cosa como ésta: para ellos, un Iniciado llega a la tierra siendo omnisciente y todopoderoso. ¡No! Y hasta algunos tenían debilidades físicas y psíquicas que nunca pudieron superar. Sería demasiado largo entrar en detalles, pero si lo hiciéramos, nos encontraríamos con cosas extremadamente interesantes.

Y yo, ¿creéis que desde niño he sido como ahora? No, yo también he tenido que hacer, durante años y años, un trabajo sobre mi propia materia; y nada hay más difícil. El alma y el espíritu son de esencia divina; se conocen y se manifiestan como tales en el mundo que es el suyo propio, pero es necesario que se conozcan y que se manifiesten también a través de la materia, a través del cuerpo físico. Este es el mayor misterio de la existencia que está simbolizado por la imagen de la serpiente que se muerde la cola. La cabeza de la serpiente, es decir, el espíritu, el Yo superior, debe manifestarse a través de la cola, de la materia, del yo inferior. El espíritu que está arriba, que es omnisciente y todopoderoso, debe poder mirarse en la materia como en un espejo. Esta es la meta de la Iniciación: llegara transformar la materia para que ésta pueda devolver al espíritu su propia imagen.

Siempre volvemos, pues, a este trabajo>que hay que realizar sobre la materia: ésta es nuestra verdadera misión en esta tierra. Por eso no hay que imaginarse que la vida es fácil para los grandes maestros. Al contrario, son ellos los que encuentran los mayores obstáculos. Puesto que poseen los medios para hacer este trabajo y la voluntad de hacerla, a ellos se les confía la más pesada tarea, dentro y fuera de sí mismos, y gracias e estas dificultades se hacen aún más grandes. Sí, gracias a estas dificultades.

La grandeza de un Iniciado, de un Maestro, es que viene a la tierra expuesto a las mismas pruebas que otro cualquiera, pero consigue poco a poco elevarse por encima de ellas. Por eso tiene después el derecho de instruir a los demás, y hasta de zarandearles. Puesto que ha conseguido triunfar de sus

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debilidades, ha adquirido el derecho de guiar a los humanos. Por otra parte, sólo quien cumple esta condición tiene derecho a abrir la boca para instruir a los demás. Si él mismo no se ha desembarazado de los defectos que quiere corregir, es mejor que se calle, si no, la gente sentirá que hay en él algo sospechoso, y las circunstancias le tenderán algunas trampas. ¿Cómo puede un pusilánime dar coraje? Si grita: « ¡Adelante!» con las piernas temblorosas, ¿cómo va a arrastrar a las multitudes? Sabed que únicamente la victoria sobre vuestras debilidades da los verdaderos poderes y estos poderes se manifestarán tarde o temprano a través de vuestros ojos, de vuestros gestos, de vuestro rostro, de vuestra voz. Sí, se manifestarán, aunque queráis esconderlos.

Un Maestro que durante milenios ha trabajado para vencer en él todas las pasiones humanas y para atraer las virtudes del Cielo, emana unos elementos de los que pueden beneficiarse los que le rodean. Y ésta es la utilidad de frecuentar a un Maestro: escuchándole, viviendo cerca de él, sus discípulos reciben algunas partículas de su vida que les permitirán evolucionar mucho más rápidamente. Si no, ¿para qué creéis que puede serviros un Maestro? No se ocupa de daros riquezas, ni posición social, ni mujeres; su preocupación es la de daros elementos de una naturaleza superior que vibran en armonía con el Cielo, y si vosotros podéis recibir estos elementos, si podéis conservarlos y hasta amplificados, con el tiempo, sentiréis que vuestros pensamientos, vuestros sentimientos, e incluso vuestra salud, todo mejora. Cerca de un verdadero Maestro, no podéis encontrar más que bendiciones.

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Primer Centro De difusión de la obra Del Maestro OMRAAM En lengua Española


El 2 de abril 1956

EL LUGAR QUE DEBEMOS DAR A DIOS, AL MAESTRO, Y A NUESTROS PADRES

Lectura del pensamiento del Maestro Petar Deunov:

¿Queréis desarrollaros como es debido? Trabajad sobre vosotros mismos, y aplicad los principios que os doy. Decís que os entretenéis con Dios. Si es verdad, es que ya conocéis uno de sus trazos distintivos y lo aplicáis en vuestra vida; es el siguiente; Dios presta atención a las pequeñas cosas. Nunca menosprecia los pequeños animales, las flores, las piedras. Se comporta de la misma manera con las pequeñas y las grandes criaturas. Jesús dijo; “Mi Padre no juzga a nadie” (Juan, V,22). ¿Por qué? Porque conoce las condiciones en las cuales vive cada ser. Los hay que temen al Señor sólo porque Le consideran como un hombre. ¡Dios es grande en sus manifestaciones! Se muestra indulgente con todos los seres, pero desde el momento que entiende que alguien desea engañarle, entonces es cuando el Señor modifica sus relaciones con él. Es por eso que os digo: “Eliminad la mentira de vuestra vida. No os permitáis ninguna mentira ni con Dios, ni con vosotros mismos, he aquí lo que se exige en cada hombre. Difícilmente podemos corregir los pecados de la mentira. Solamente la vida puede estar en condiciones de organizar la naturaleza interior del hombre. En consecuencia, cuando voy a encontrar a alguien, no me pregunto si dice la verdad o no. Lo que me importa, es que yo le diga la verdad absoluta. Si hago una falta, la corregiré. No digas a la gente que has pecado, pero corrige la falta. Sólo de esta manera los

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hombres pueden amar. ¡Siempre alguien debe amarte! El amor introduce una impulsión en el hombre; de la misma manera que el hombre culpable, que tiene una impulsión hacia el bien, puede ser amado. El sufre, se atormenta y busca una manera de corregir sus faltas. Otro peca pero no reconoce sus faltas; se cree un hombre justo, un virtuoso, como los fariseos lo pensaban de sí mismos. El Maestro ama al alumno que reconoce sus faltas, las corrige y a través de ellas se instruye. ¡Un alumno que se imagina que ha adquirido grandes conocimientos, tropieza con él mismo!”

* * * * *

Una de las cosas más importantes en la vida del discípulo es saber encontrar las relaciones entre su Maestro y él mismo. Como en el ejército, es allí donde encontraréis siempre toda una jerarquía; todos tienen a alguien bajo sus órdenes y al mismo tiempo todos obedecen a otros.

Un discípulo será un verdadero discípulo cuando conocerá y comprenderá las correctas relaciones con su instructor, su Maestro. Yo comprendí que gracias a estas relaciones correctas, se puede evolucionar. Lo que no sabéis, es que siempre suceden cosas de las que ni os dais cuenta. Cuando no se tiene un Maestro, o bien no lo hemos encontrado todavía, o no queremos buscarlo para no ser esclavos, tenemos miedo de perder la libertad. ¡Entonces es que no queremos un Maestro!

Existe una gran diferencia entre el discípulo que tiene un Maestro y el que no lo tiene, en todo su ser. Diréis; ¿cuál es la diferencia? La cuestión es de una profundidad esotérica insondable.

Todos vosotros habréis leído “En el principio era el Verbo” de San Juan. Ya os he hablado de él en varias ocasiones; se trata de

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un tema inagotable. Tiene tal profundidad, que siempre descubrimos en él cosas nuevas. ¿Qué quería decir San Juan? En el principio, antes que Dios hubiera creado las cosas, Dios hizo un gesto, un acto; Hizo salir de Sí mismo una emanación. Esta emanación, es la Primera Gloria, (en búlgaro, slava: gloria, slovo: palabra). La Palabra salida de Dios era la primera Gloria, Dios mismo, su esencia.

¿Habéis visto en algún lugar los juegos olímpicos, en sus exhibiciones, con mucha gente acumulada en un estadio? A primera vista representan un movimiento, un conjunto de gimnasia; primero los vemos amontonados en grupo, en desorden y de cualquier manera. Pero ellos se preparan y desean presentar algo bello, geométrico y organizado… Para esto es necesario que llegue alguien para dirigirlos, después cada uno encontrará su lugar. Entonces veréis algo extraordinario: antes era el desorden, pero después de la preparación y en el momento que se da la señal, todos ocupan su sitio. Primero estaban todos en el caos: el principio aparece, el resto sigue. Todos los otros elementos (químicos, afectivos, intelectuales) unidos con el inicio, se han movido, han encontrado su lugar… Incluso los electrones, las moléculas han encontrado su sitio.

Todos los seres llegaron gracias al primer nacimiento que encontró su lugar. Así apareció el universo. Tal como se forman las cosas lo estáis viendo cada día, pero no prestáis atención, no lo entendéis, pues no habéis ido arriba para ver las cosas divinas… Debéis ir desde los reflejos hasta las causas.

Desde los átomos, el sistema solar, el cosmos, han aparecido los primero torbellinos y los otros estaban allí, pero sin movilizarse. Poco a poco, cada uno fue encontrando su sitio. Todos vibran en armonía. En el centro, el primero, el sol, y todos

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los demás después. Sacad el primero, todo se hunde, todo cae. Poned el primero, y ya hay una creación.

¿Qué es lo primero para un discípulo? Su Maestro. Él es el primero en su alma. Todo lo demás, que flota en el caos y la desarmonía, sus células, etc., va tomando después poco a poco su sitio. Todo se organiza. Y aquí tenéis una creación extraordinaria. Todo se armoniza dentro. El discípulo se convierte en algo formidable. Una magia se genera a sus despensas… El principio estaba allí. Por este motivo los Iniciados pusieron en su corazón, en su alma, al primero: El Maestro del universo; así como Él está allí, todos los átomos, las moléculas están obligados a tomar cada uno el lugar que le corresponde. Poned una cabeza y veréis como todos se hinchan a la vez. Ya veis lo que representa encontrar a su Maestro. Los Maestros también tienen un Maestro; temen incluso no tener uno, ya que saben bien que se hundirían sin un inicio. Allí donde todos los Maestro tiemblan, los discípulos no dan la sensación de tener miedo, pero son los únicos…

Lo primero en o que los Maestro se han fijado es en el principio. Introducen dentro de ellos lo que da inicio a la vida, lo que da el primer movimiento, sin el cual todo se derrumba. Cuando el principio está allí, todo funciona. El primer átomo que dará el empuje a todos los demás, ponedlo en el centro, todos los demás encontraran su lugar: corazón, voluntad, inteligencia, dentro encontraréis a toda una civilización! Es sólo cuestión de tiempo. Algo se formará dentro de vosotros; habrá como una modelación, poco a poco seréis diferentes de cómo erais en el pasado. Os sentiréis y os veréis distintos, algo habrá cambiado en vosotros. Incluso ni os conoceréis muchas veces.

No tengáis miedo de encontrar a vuestro Maestro. Siempre y cuando sea desinteresado y os lleve hacia el amor, la verdadera comprensión, la liberación, la fuente, el punto de partida del

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manantial. Vuestro criterio debe ser el siguiente: ¿Me está llevando cada vez más hacia el amor, la comprensión, la liberación? Si os aleja, no es vuestro Maestro. Cuando encontraréis a vuestro Maestro, constataréis que dentro de vosotros se hace todo un trabajo, todo se encuentra en su sitio, meditar bien en ello. El principio es Cristo, la primera Gloria, el Principio. Los grandes Maestros intentan tenerlo en ellos, en su interior. Entonces la vida fluye sin parar. Entendedme bien: ¿Por qué todos aquellos que aman a su Maestro progresan? Porque creen en Él... ¡Amar y creer! Por encima de vosotros y sin que os deis cuenta, se está haciendo un trabajo sobre vosotros, sólo debido a la presencia de vuestro Maestro, incluso aunque esté lejos; si le amáis, suceden y se hacen cosas dentro de vosotros día y noche.

Si camináis por el mismo camino que yo, veréis el lado

mágico, profundo y útil de las cosas. Si queréis avanzar, formar algo, poned a Dios primero, y después a un Maestro. Si deseáis manifestaros, debe producirse en todos los planos. En el plano físico, es necesaria la Madre. En todos los mundos debéis encontrar a vuestra madre o vuestro padre. Están polarizados, como el imán: padre o madre, son uno sólo. En el plano Divino: Dios. En el plano astral: el Maestro. En el plano físico: madre o padre. O si queréis: Dios arriba, Cristo, y un Maestro sobre la tierra… Esto es la plenitud. Yo he situado los tres. Gracias a esto, el trabajo se hace. Los independientes, ¿a dónde irán? Ellos no han encontrado todavía el principio.

¿Por qué hay la costumbre de hacer una ceremonia, cuando

al inicio de una obra se coloca la primera piedra? Antes de la construcción del universo, Dios puso una piedra: Cristo. Se pone la primera piedra para mostrar cómo Dios creó el mundo, pero el sentido profundo de este acto se ha perdido. El mundo lo ha

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olvidado completamente. La primera piedra determina todo el resto. Los intelectuales no lo pueden entender, pues flotan en el vacío; no han colocado la primera piedra. Todo encaja, todo tiene su lógica, verídico, claro, sencillo.

Puede que yo sea el último de los últimos… Pero también

puede ser que yo pueda hacer mucho para aquellos que me aman y creen en mí. Su amor produce estos efectos. Yo no puedo hacerlo todo; el trabajo se hace dentro de ellos, muy a pesar mío y sin que se den cuenta. Para vosotros mismos: sois padres, madres, instructores, etc. Si los demás tienen confianza en vosotros y os quieren, vosotros mismos veréis los resultados en ellos. Son ellos que se elevan gracias a su amor y a su fe hacia vosotros. Vosotros manteneros en la cabeza y veréis como el trabajo se hace.

La importancia está en vuestras relaciones con la Causa

primera; ella no nos ayudará si hemos perdido sus relaciones. No todo debe salir de nuestra cabeza; somos nosotros los más importantes y mientras nosotros creemos y amemos, ella puede hacerlo todo sin que ni tan siquiera nos demos cuenta. Si no tenemos ni amor, ni respeto, ni fe, no nos aprovecharemos de nada. En la cabeza de ciertas personas hay unas aberraciones que toda una existencia no les bastará para liberarse de ellas.

Me gustaría poder haceros comprender la importancia

invisible que tiene el comienzo, el Principio. Aceptad con amor este principio, y veréis como habrá mucha limpieza, mucha purificación, mucha organización, encontraréis entonces facilidades para cuando deseéis concentraros, rezar, meditar. De otro modo, como las células son rebeldes, si el comienzo no está allí no habrá manera de hacerlas obedecer. Tomad el ejemplo de la escuela, en ella se demuestra la importancia de la presencia de este principio: el instructor. ¿Entendéis que la humildad es de una

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sabiduría extraordinaria? La humildad es aceptar a Dios dentro de nosotros y trabajar. Cuando Él llega, todo lo demás toma su sitio sin protestar. Los eslavos están predestinados a manifestar la gloria de Cristo (Slaviani=slaves=slava=gloria ; solvo=verbo). La lengua eslava tiene en ella una preparación oculta.

Terminaré con una imagen: había una gente que vendían un

polvo y una botella que contenía un pequeño árbol de zinc. Tiraban el polvo sobre el árbol y se formaba un árbol extraordinario.

Todo lo que estaba en el “caos” vino a pegarse. El caos

estaba antes de la creación, el Verbo no estaba allí. La primera materia existía pero el comienzo tenía que venir. Para el nacimiento de un niño, los elementos ya están en la mujer; el padre da un átomo, un inicio y después todo se organiza… El inicio ha venido. Lo mismo sucede en la vida de un discípulo. El discípulo es la madre; el Maestro fertiliza simbólicamente al discípulo y así habrá después resultados, actos y realizaciones.

Que el Señor os bendiga a todos queridos hermanos y

hermanas.

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17 de Agosto 1956

ENTRAR EN LA CABEZA DEL MAESTRO PARA SABER

Muchos de vosotros os preguntáis cómo consigo explicar ciertos

pasajes de los Evangelios que nunca fueron verdaderamente explicados desde hace dos mil años. Cuando, por ejemplo, Jesús dijo: «Mi Padre trabaja, y yo trabajo con EL» ¿Cuál era este trabajo? O bien: «Buscad y hallaréis, pedid y se os dará, llamad y se os abrirá». Buscar y pedir ¿qué? y llamar ¿a dónde? y todas las parábolas: el mayordomo infiel, las cinco vírgenes prudentes y las cinco vírgenes necias, el camello que puede pasar a través del ojo de una aguja mientras que un rico no puede pasar por la puerta del Reino de Dios... Jesús quizá dio muchas explicaciones a sus discípulos, pero no fueron consignadas en los Evangelios. Entonces, ¿cómo saber exactamente lo que quería decir?

Cuando aún era muy joven, me planteé ya la cuestión y me procuré

muchos libros en la que se comentaban las palabras de Jesús, pero no estaba demasiado satisfecho con todas esas explicaciones. Entonces, un día, a fuerza de reflexionar, tuve la revelación de que era preciso entrar en la cabeza de Jesús y empecé a hacer un trabajo con la imaginación. Dios ha dado al hombre esta facultad extraordinaria de representarse aquello que no puede poseer ni ejecutar en el plano físico y de crear así las condiciones de la realización. Desgraciadamente, el hombre sólo se sirve de esta facultad para satisfacer sus instintos más inferiores: su sensualidad, su deseo de posesión, de dominación, de venganza. ¡Es casi increíble todo lo que los humanos pueden imaginar en esos ámbitos! Por eso ahora es necesario educar la imaginación, a fin de que sirva en actividades celestiales.

Así que, para penetrar en la mente de Jesús, me imaginaba que estaba en Palestina, en todos los lugares que mencionan los Evangelios (las ciudades, las montañas, las orillas del Jordán o del lago Genezaret), y que pronunciaba ante mis discípulos todas aquellas frases cuyo sentido quería conocer. Me imaginaba así que entraba en la conciencia de Jesús y que

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veía, sentía y pensaba como él. Evidentemente, no lo conseguí de la noche a la mañana. Trabajé durante mucho, mucho tiempo. A veces tenía éxito, otras no. Y por fin puedo decir ahora que si consigo dilucidar un poco mejor que muchos otros el sentido de las parábolas de los Evangelios, es gracias a este ejercicio que he hecho durante años para entrar en la cabeza de Jesús.

Hablemos ahora de una manera general de este ejercicio. Si también vosotros queréis entrar en la cabeza de vuestro instructor para conocer su pensamiento, podéis hacerlo, pero siempre que vuestros móviles sean puros, desinteresados, y que no pidáis sino cosas celestiales. Porque al entrar así en la cabeza de alguien le aportáis todo lo que hay en vosotros de bueno y de malo. Sólo podéis hacerlo, pues, sin causar perjuicios, con seres tan avanzados que incluso sean capaces de transformar las impurezas que les lleváis.

¡Cuán lejos están los humanos de comprender estas verdades! Nunca se preocuparán por saber si sus pensamientos y sus deseos van a perturbar o ensuciar a los demás. Cuando un hombre decide seguir el camino de la espiritualidad, hay algo hermoso, luminoso y poderoso que se desprende de él. Entonces, naturalmente, las mujeres son sensibles a este atractivo y ahí las tenéis imaginando todo tipo de cosas, sin pensar en las tentaciones que crean para este hombre en el plano invisible. Pero la naturaleza femenina está hecha así, no se le puede hacer sentar la cabeza: en cuanto siente un impulso tiene que seguirlo. Y así es como muchos Iniciados sucumbieron debido a este asalto continuo de las mujeres que quieren ser amadas por ellos. Únicamente los que fueron verdaderamente fuertes pudieron resistir. No digo que no haya que amar al propio Instructor. Sí, hay que amarle, pero de una manera espiritual para ayudarle, para protegerle, a fin de que realice su misión.

Si queréis entrar en la cabeza de un Iniciado, más vale escoger a un Maestro muy grande como Jesús, Hermes Trismegisto o Melquisedec, porque por lo menos, aunque seáis el hombre más imperfecto del mundo, no hay ningún peligro de que les perjudiquéis o de que les obstaculicéis en su trabajo. Este ejercicio que yo hacía con Jesús, también lo hacía con mi Maestro Peter Deunov; pero no lo hacía en cualquier momento ni en cualquier estado. Únicamente con respeto y animado por un sentimiento sagrado osaba entrar en la cabeza de mi Maestro. Por otra parte, sólo

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cuando se experimenta un sentimiento de respeto y de devoción puede ser verdaderamente útil y benéfico para vosotros este ejercicio de entrar en la cabeza de un Iniciado, ya que entonces es cuando vibráis con la misma longitud de onda que él y gracias a este conocimiento podéis explorar el mundo de su pensamiento.

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15 de Agosto 1957

EL MAESTRO NO PUEDE HACERLO TODO

CON SU DISCIPULO

Vosotros contáis siempre conmigo. Esto está muy bien, sólo que ni siquiera el Maestro más grande puede hacer nada si el discípulo no posee, por lo menos en germen, virtudes que el Maestro pueda alimentar y hacer fructificar.

Si los padres quieren tener un hijo que triunfe más tarde en un campo particular, deben pensar en poner en él, desde la concepción, los elementos apropiados, ya que ningún profesor, ningún educador puede desarrollar en un niño cualidades que éste no posea ya, por lo menos en germen. Así que no acuséis a un Maestro de que es incapaz de haceros divinos, si no tenéis interiormente elementos divinos. Pero si los poseéis, él es capaz de hacerlos fructificar mejor que nadie. De igual forma, los alquimistas dicen que sólo se puede fabricar oro si se tiene, por lo menos, una partícula de oro como punto de partida.

Es verdad, pues, que un Maestro puede hacer muchas cosas, pero solamente para aquél que ya posea aspiraciones divinas, que tenga un alto ideal, si no, no puede hacer nada. Por eso un Maestro no trata de obligar a nadie a tomar talo cual dirección; sabe que es inútil. Si alguien es cerrado, obtuso, el Maestro le dejará tranquilo. Y ésta es, todavía, una de las diferencias que existen entre los verdaderos y los falsos Maestros. Un falso Maestro utilizará todos los medios de que dispone para obligaros a tomar la dirección que desea. Mientras que un verdadero Maestro puesto que sabe que no tiene derecho a violentar a las criaturas, os hablará, os dará explicaciones, rezará por vosotros, pero nada más. Si queréis escoger el infierno, os explicará lo que os espera, pero no os lo impedirá. Aquél que quiera destruirse tiene derecho a hacerlo, nadie puede impedírselo, ni siquiera el Señor; la prueba está en que deja que los hombres hagan todas sus locuras y se rompan la crisma. ¿Qué queréis? Respeta su libertad.

Diréis: «Pero Ud. no nos deja libres, todo el rato, en sus conferencias, insiste, nos acosa». ¡Ah! esto sí, es cierto; pero, a pesar de todo, hay un matiz

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que tenéis que admitir: yo os hablo, os explico, pero no os fuerzo, no os violento. Trato de influenciaros, es verdad, pero, ¿qué hace el sol? ¿Acaso no procura, también él, influenciaros? Calienta, brilla; ¿no es esto una influencia? Si no queréis ser influenciados, os corresponde a vosotros esconderos. Y las estrellas, las montañas, los lagos, los ríos, las plantas, los animales, los humanos, todos tienen el poder de influenciaros, pero vosotros tenéis la libertad de alejaros o de permanecer bajo esta influencia. La sola presencia de una chica bonita, ¿acaso no ejerce influencia sobre todos los chicos? Sí, pero no se le puede reprochar, está en el orden de las cosas. ¡Aquellos que no quieran ser influenciados que no vayan a bailar con ella!

Así que yo también os influyo, ¿por qué sería una excepción? Pero no os fuerzo. Si habéis venido para escucharme, es porque aceptáis ser influenciados. No he sido yo quien ha ido a buscaros, habéis venido libremente. Ser libre, consiste en poder escoger el ponerse o no bajo tal influencia. Puesto que aceptáis poneros bajo la influencia de mi voz, de mi mirada, de mis gestos, de mi pensamiento, no podéis reprocharme nada; si no queréis sufrir mi influencia, no vengáis. Yo no puedo, sin embargo, suprimir todo lo que hay en mí con el pretexto de dejaros vuestra libertad. La única cosa que no tengo derecho a hacer, es influiros para el mal, es decir, empujaros a la desesperación, la duda, la rebelión, el odio. Pero iluminaros, serenaros, llevaros hacia Dios, sí, tengo derecho a ello, y estos es siempre lo que he tratado de hacer. Debéis, incluso, desear que continúe haciéndolo el mayor tiempo posible, porque vosotros sois los que os beneficiáis. Ahora bien, si no lo queréis, es asunto vuestro.

¡A cuántas personas les he advertido de lo que les iba a suceder si continuaban por el camino que habían escogido! No he dejado que se extraviasen sin instruirles, pero no me creían, sabían mejor que yo lo que debían hacer. Y claro, ahora, cuando se han metido en todos los embrollos que yo había previsto - ¡y era tan fácil de prever! - soy yo quien debe repararlo todo, y si no lo hago, todavía soy yo el culpable. Vamos, razonemos un poco: no estoy aquí para instruir a la gente, para conducirles por el buen camino, sino para que puedan hacer tranquilamente todas las tonterías, todas las locuras... He ahí mi papel: arreglar y reparar todo lo que otros han demolido. Y, admitiendo que lo haga, ¿creéis que ésta sea verdaderamente una solución? No, será peor. Mientras que los humanos no hayan sufrido, mientras que no hayan comprendido nada, será peor. Hay que dejarles sufrir un poco para que se den cuenta que deben sentar la cabeza y desarrollar su discernimiento. Si allanáis siempre sus dificultades,

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nunca tendrán una visión exacta de su estado y de su situación, nunca apreciarán el valor de las cosas, seguirán siendo, eternamente, inconscientes e ingratos.

Esto es lo que muchos padres no han comprendido. Con el pretexto de que aman a sus hijos, nunca les dejan sufrir y quemarse un poquito para que reciban una lección. Al menor incidente están ahí para arreglarlo todo. Pues bien, no, eso no es amor, y no actúan así ni el Señor ni la naturaleza. Hay que ayudar a los humanos, pero dándoles explicaciones, instruyéndoles, y después, cuando empiezan a tomar conciencia de la situación y a sufrir, es cuando se puede intentar aligerarles sus cargas. Sí, entonces apreciarán la ayuda que se les da y se volverán prudentes, razonables y tomarán buenas resoluciones. Si no obráis así, no sólo no hacéis el bien, sino que alentáis las locuras, los crímenes y todas las transgresiones.

Aquí se os da lo esencial, ¿qué esperáis para trabajar con estos elementos? Son éstas unas grandes verdades que no debéis tomar a la ligera sino aceptarlas profundamente en vuestra vida, porque quizá después no tengáis ya a nadie para que os ayude. Hay que saber que no tenemos derecho a obrar como nos venga en gana, hay que preguntarse siempre: « ¿Lo que deseo hacer es la voluntad del Cielo o sólo la mía propia?» Pero falta el discernimiento; y aun cuando se sabe lo que hay que hacer, se hace todo lo contrario.

Alguien viene a verme y me pregunta: «Maestro, dígame cómo tengo que obrar para salir de mis dificultades y lo haré». Bueno, de acuerdo, se lo digo, promete que lo hará, pero dos minutos después ha olvidado todos mis consejos y continúa exactamente como antes. ¿Por qué? Porque hay en el hombre otras tendencias, otras entidades que también le aconsejan, pero para arrastrarle a su ruina, y él las escucha. ¿Qué debe hacer, entonces, para no dejarse arrastrar? Debe aferrarse a estos consejos y no prestar atención a nadie más. ¡Puesto que quería escuchar a su Maestro, que le escuche! Pues no, hace lo contrario. Y si su Maestro le pregunta: « ¿Por qué no ha hecho lo que había prometido?» entonces llora, es desgraciado, se arrepiente. Es consciente, pero, ¿por qué ha llegado a esta situación? Porque ha abierto las puertas a los espíritus maléficos.

Cuando uno ha hecho todo lo posible para perder el control de sí mismo abandonándose a entidades inferiores que tienen interés en perder a los humanos, no puede acusar a nadie más que a sí mismo y decirse: «¡Ah !, no he trabajado como es debido, no he estudiado bien», y tomar las riendas para restablecer las cosas. Evidentemente, hace falta tiempo. Cuando durante años se ha deformado

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el cerebro con toda clase de pensamientos y de actividades desordenadas, ¿cómo queréis enderezarlo en unos minutos? Es necesario trabajar de nuevo correctamente durante años antes de obtener buenos resultados.

Los humanos no conocen las leyes: se han pasado la vida haciendo tonterías, y cuando deciden tomar otra orientación, se imaginan que alguien puede reparar en cinco minutos todo el daño que aquellas tonterías han producido en ellos. Pueden imaginarse lo que quieran, pero, desgraciadamente, esto es imposible. Lo mismo que han necesitado mucho tiempo para destruirse, necesitan también mucho tiempo para restablecerse. ¡Sin embargo, los hombres son, verdaderamente, de una ingenuidad asombrosa! Creen que es posible corregir de un solo golpe lo que ellos han deformado durante años. Y si un Maestro no es capaz de transformar en un día a un depravado o a un criminal en un santo, ¡ah! ¡Entonces es que no es un Maestro! ¡Ved qué razonamiento!

Hace ya años que os vengo dando numerosos métodos de purificación y de protección basados en la luz y en los colores, para que lleguéis a formar una barrera infranqueable para los espíritus del mal. Con sus vibraciones intensas, la luz aleja y disgrega estos espíritus. Por eso, debéis, verdaderamente, trabajar con la luz, y con la meditación y la oración hacer entrar esta luz en vosotros. En realidad, cuando digo la luz, se trata de entidades benéficas, y una vez que estas entidades se han instalado en vosotros, impiden que las otras penetren.

Eso no quiere decir que cuando tengáis un aura poderosa, una fortaleza de luz, no seréis nunca molestados o asediados. Desgraciadamente, mientras estemos en la tierra, no estaremos jamás verdaderamente al abrigo de los asaltos y de las batallas. Pero, a pesar de todo, si uno está bien protegido con la luz, la cosa es diferente. Hasta los Maestros se ven obligados a protegerse. Sí, hasta los más fuertes y los más poderosos deben, sin cesar, pensar en poner entre ellos y los espíritus del mal que vienen a acosarles barreras de luz, círculos de llamas. ¡Y he ahí que unos hombres débiles e ignorantes se imaginan que no tienen necesidad de protección alguna! Llega el momento de comprender la importancia, la gravedad de todo lo que os explico, si no, estaréis a merced de todas las corrientes nocivas.

Algunos dirán: «Pero, para protegerse, se pueden utilizar los talismanes». El vulgo cree mucho en el poder de los talismanes; yo también creo en ellos, sólo que mi creencia es completamente diferente. Yo creo en el poder de un talismán si trabajáis psíquica y físicamente en armonía con lo que representa, con los

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poderes y virtudes que contiene, porque entonces lo reforzáis, lo alimentáis. Si este talismán está impregnado de pureza, para que continúe siendo eficaz, debéis vivir una vida pura; si está impregnado de fuerza, debéis ejercitaros para que la fuerza sea alimentada, etc. Pero si contáis con él sin hacer nada que esté de acuerdo con sus propiedades, al cabo de algún tiempo ya no actúa, e incluso muere. Un talismán sólo es verdaderamente poderoso si le sustentáis con vuestra propia vida.

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Bonfin 17 de Agosto 1957

LA NECESIDAD DE UN GUIA ESPIRITUAL

Queréis aprender a tocar el violín: os compráis un instrumento y cuadernos

de ejercicios, y empezáis a tocar. Durante algunos días tocáis una hora o dos, pero poco tiempo después perdéis vuestro ardor y lo abandonáis. Una semana más tarde volvéis de nuevo a tomar el violín, después, lo abandonáis, de nuevo... Y así pasa el tiempo, con alternancias de actividad y de pereza, caprichosamente. Por el contrario, si tenéis un profesor, deseáis su aprobación, su estima, y trabajáis asiduamente a fin de estar preparados para el día de la lección. El profesor corrige vuestros errores, os da ánimos, y así es como, bajo su dirección, un día os convertís en virtuosos. Nunca se ha oído decir que un gran músico haya llegado a la cumbre de su arte sin un profesor.

Lo mismo sucede en el campo espiritual Si no tenéis un Maestro, os será

muy difícil perseverar. Pensáis que sería positivo para vosotros meditar, hacer esfuerzos para mejorar, pero muy pronto os dejáis llevar por vuestros viejos hábitos... Unos meses más tarde, os acordáis de vuestras buenas intenciones y de nuevo hacéis algunos esfuerzos ... hasta el día en que volvéis a caer definitivamente en la inercia. Mientras que con un Maestro os sentís continuamente estimulados; él tira de vosotros sin cesar, con sus palabras, con su ejemplo. Y luego incide también en vuestros sentimientos, y porque le amáis, porque le admiráis, os sentís empujados a trabajar para transformaras.

Desde luego, eso no impedirá que caigáis nuevamente en vuestros errores, pero en cada ocasión volveréis a tomar buenas resoluciones, y, un día, la fuerza producida por estas resoluciones será la que predomine. Lo más grave no es volver a caer en los errores, sino abandonar la esperanza de triunfar de los mismos y no hacer más esfuerzos para corregirse. Hay que conocer el poder de una decisión. Desde el día en que, porque su Maestro le ha mostrado los peligros del camino que está siguiendo, un hombre decide sinceramente cambiar, esta decisión se inscribe dentro de él y le sitúa en un nuevo punto de partida. Aunque

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aún no lo vea, lo que se ha inscrito, un día dará resultados. Esta es la utilidad de un Maestro.

Pero lo que sobre todo quisiera haceros comprender es que, dada la naturaleza del mundo espiritual, vale más no penetrar en él que hacerla sin guía, como algunos han hecho para su desgracia. Han comprado libros en los que se exponen técnicas de concentración, de meditación o de respiración, y helos ahí que se lanzan a unos ejercicios que acaban por trastornarles física y psíquicamente. A esos, ¡más les hubiera valido ser menos perseverantes!

Siempre me asombro al constatar que personas a las que nunca se les ocurriría hacer la ascensión de una montaña sin guía, se lanzan sin más, completamente solos, a la exploración del mundo psíquico con peligros mucho mayores de extraviarse, de caer en simas o de ser sepultados por avalanchas. Ahí, es extraordinario, ¡se las arreglarán solos! Sí, y por eso hay tantos trastornados entre los pretendidos espiritualistas. Se lanzaron sin más, y se perdieron.

Ninguno de estos percances se produciría si los espiritualistas hubiesen comprendido desde el principio una cosa esencial: que hay que prepararse a trabajar practicando ciertas cualidades y virtudes: el amor, la dulzura, la pureza, la sumisión al mundo divino... porque en este campo la voluntad no basta.

El error de muchos espiritualistas es el de no saber dar a su actividad una base sólida. Se lanzan irreflexivamente, sin ninguna preparación, pensando que basta con desearlo para que el mundo invisible se les revele, para que los ángeles vengan a servirles y todos los poderes caigan en sus manos. No, desgraciadamente no es así. El verdadero espiritualista se pasa veinte o treinta años preparándose bajo la dirección de un Maestro, y después, en muy poco tiempo, obtiene todo lo que desea. La preparación es larga en el campo espiritual. Pero los hombres no se preparan, continúan manteniendo en su fuero interno cualquier pensamiento, cualquier suciedad o injusticia. De vez en cuando, naturalmente, meditan un poco, y, aparentemente, eso les basta. A ellos, quizá sí, pero, en realidad, eso no basta. Porque se precisan unas condiciones previas, incluso para meditar.

Actualmente, la meditación está de moda, y cada vez hay más gente que dice realizarla. Pero esta meditación no aporta nada, ya que no se puede meditar directamente, sin preparación, ¿Cómo queréis hacer meditar a alguien que nunca ha tenido un alto ideal, que nunca ha renunciado a sus caprichos, desenfrenos,

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placeres, deseos, ni al vino, ni al tabaco? ¡Dice que medita! Pero, ¿en qué? En el dinero, en el poder, en cómo seducir a un hombre o a una mujer. ¿Cómo podría meditar en temas celestiales si no tiene ningún alto ideal que le aparte de la vida ordinaria, animal, para conducirle hasta el Cielo? Es imposible que alguien medite antes de haber vencido ciertas debilidades y comprendido ciertas verdades, y no solamente no puede, sino que hasta es peligroso para él intentado.

Porque la parte más notable del trabajo interior es que ningún ejercicio del pensamiento se queda sin resultados. Siempre hay resultados. Sin embargo, estos resultados son, a veces, deplorables. ¿Por qué? Porque el hombre ha removido los elementos de su mundo interior sin purificados ni organizados. Ha agitado todo lo brumoso y crepuscular; se ha quedado en las ciénagas del plano astral y no ha sabido elevarse más alto para encontrar la luz del plano mental.

La cuestión es, pues, encontrar a un Maestro que os dé los mejores métodos de trabajo para avanzar en la vida espiritual... Los mejores, es decir, los menos peligrosos, los más eficaces; quizá largos, pero los más duraderos. La desgracia está en que los hombres tienen prisa, no tienen tiempo, ni paciencia, ni confianza para comprometerse en una vía luminosa, más lenta, evidentemente, pero más segura. Tienen prisa, quieren convertirse de golpe en médiums, en magos, en clarividentes, lo mismo que uno se hace pedicuro, y en cuanto obtienen algún resultado, lo pregonan. Así es como inducen a error a mucha gente, porque la masa, que no tiene criterio, se lo traga todo.

Lo esencial no es ser inteligente, rico, poderosa; lo esencial es estar bien guiado, porque así estáis seguros de triunfar. Mientras que si no estáis bien guiados, aunque poseáis toda clase de cualidades: poder, inteligencia, bondad, etc., siempre corréis el riesgo de romperos la crisma en cualquier parte.

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13 de Agosto 1961

IDENTIFICARSE CON EL MAESTRO

Cuando dos seres se aman, entre ellos se producen intercambios y sus

auras se nivelan. Por eso, cuando frecuentáis a un gran Maestro, cuando le amáis, cuando comulgáis con él, se producen también intercambios y vuestra aura se purifica, se refuerza, se amplifica. Esta es la ventaja de amar a seres muy elevados, muy evolucionados. Incluso cuando amáis a grandes Maestros que no están en la tierra, como Jesús, Buda, Krishna, Zoroastro... tiene 1ugar, entre ellos y vosotros, una especie de ósmosis, y os beneficiáis de su luz. Pero si tenéis la dicha de frecuentar un Maestro vivo, de estar muy cerca de su aura, de impregnaros de ella, todavía es mejor, naturalmente.

Cuando los discípulos se concentran en su Maestro reciben sus

emanaciones de pureza y de luz, pero, ¿qué dan ellos? Creedme, para el Maestro no se trata de un negocio muy interesante, porque a cambio de lo que él da, no recibe, a menudo, sino suciedades. Pero, como ha aceptado sacrificarse, y ha aprendido a transformar las impurezas que recibe, lo soporta, no se queja, y llega, así, a ayudar a sus discípulos.

El discípulo que hace esfuerzos para identificarse con su Maestro crea entre su Maestro y él un verdadero lazo mágico, y gracias a este lazo, empieza poco a poco a parecérsele. Quizá no se le parezca físicamente, aunque ello sea posible, (con mucha voluntad, mucha fe y mucho tiempo, es posible -, pero interiormente recibe la sabiduría y la luz de su Maestro. Desde muy joven yo ya había comprendido cuán benéfico sería para mí el identificarme con mi Maestro. Nadie me lo había aconsejado, ni siquiera él, era como si hubiese traído conmigo estos conocimientos de un lejano pasado. Yo quería entrar en su espíritu y me imaginaba que pensaba como él, que sentía como él, que obraba como él. Hice esto sin decir nada a nadie, ni siquiera a él, y unos años después, curiosamente, no tan sólo empecé a pensar como él, sino también a parecerme a él físicamente. Esta práctica me ha aportado mucho. Sentía que, si como la mayoría de la gente, me contentaba con seguir siendo lo que era, no iría muy lejos; así que quise

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reemplazar mis imperfecciones con las cualidades y las virtudes de los grandes Maestros, y esto fue lo que me permitió avanzar.

Pero, ¡id a hablar a los humanos de que reemplacen su limitada mentalidad! La conservan, la protegen, se aferran a ella, y por eso se ven en sus rostros las huellas de los desórdenes y de los tormentos en los cuales están viviendo. Su vida no está hecha sino de pequeñas mezquindades, de divisiones, de discusiones, de vejaciones inspiradas por su naturaleza inferior a la que no quieren sacrificar. Cuántas veces, durante las ceremonias del fuego, os he dicho: «Aprended a descifrar lo que sucede ante vosotros. Estas ramas con las que hacemos fuego son negras, retorcidas, y observad lo que producen: ¡qué esplendor de fuego! Entonces, ¿por qué os obstináis en conservar todas vuestras ramas muertas dentro de vosotros, en vez de sacrificarlas para que se transformen en calor y en luz? No, la palabra sacrificio hace estremecer a los humanos, siempre tienen miedo de perder algo. Pues bien, no tendrán ni calor ni luz.

Por culpa de este miedo a sacrificar su naturaleza inferior los humanos pasan de largo junto a verdades esenciales que habrían podido salvarles. Y cuando se les habla de entrar en el espíritu de su instructor, de su Maestro, lo entienden como una voluntad de limitarles, de quitarles su libertad y sus poderes. En absoluto, al contrario: identificarse con un Maestro que les supera no puede sino ayudarles a acrecentar su libertad y sus poderes. Pero, naturalmente, sólo si se trata de un Maestro que les supere, si no, es inútil

La práctica de la identificación está basada en el conocimiento de una ley física, la ley de resonancia. Si llegáis a vibrar al unísono con tal o cual criatura, no sólo conoceréis sus pensamientos y sus sentimientos, sino que sus cualidades se os comunicarán a vosotros. Si no, por mucho que la estudiéis, la juzguéis, y decretéis que es así o asá, no la conoceréis verdaderamente, porque la conoceréis desde el interior. Únicamente la conoceréis cuando vibréis al unísono con ella. Es, pues, el hecho de encontrarse en la misma longitud de onda lo que acerca entre sí a dos seres para que puedan conocerse. Y eso es el amor: el verdadero amor es el verdadero conocimiento porque el verdadero amor no es otra cosa que una fusión.

Para llegar a ser como su Maestro, el discípulo debe, pues, llegar a introducir dentro de sí las mismas vibraciones. Sí, se trata de una cuestión de vibraciones. Y hasta puede llegar a ser más grande que su Maestro, ello depende

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de su amor. Siempre es el que siente más amor el que llega a ser más grande. El saber, la fuerza, evidentemente cuentan, pero no es con el saber y con la fuerza con lo que se llega más lejos. ¡Mientras que con el amor uno va hasta el infinito! El amor os hace correr, ya no os paráis... Sí, el amor es eso: poner los pies en polvorosa. El amor que os deja estancados no es el verdadero amor.

Había una vez en un lejano país un joven que tenía una fuerza excepcional, y que había decidido poner esta fuerza al servicio del hombre más poderoso de la· tierra. Fue, pues, a ponerse al servicio del rey de un país vecino que le tomó en su escolta personal. Ahora bien, un día en que el rey y su séquito atravesaban un bosque, fueron advertidos de que allí se encontraban cerca de un lugar frecuentado por el Diablo, y el rey dio la orden de dar media vuelta. ¡Oh, oh! se dijo el muchacho, ¡pero entonces no es este rey el más poderoso, puesto que teme a alguien que se llama Diablo! » ... Le abandonó y partió en busca del Diablo para ponerse a su servicio.

Una tarde vio una banda siniestra de caballeros negros. « ¿Qué buscas? le preguntó el jefe. Busco al Diablo. - Soy yo, ¿qué quieres? - Estaba al servicio del rey más poderoso de la tierra, pero vi un día que te temía. Tú eres, por lo tanto, más poderoso que él y, de ahora en adelante, te quiero servir a ti. - Bueno, de acuerdo, ven con nosotros.» Y siguió al Diablo... Un día observó que la banda evitaba un lugar en donde había unas cruces y preguntó sobre el significado de estas cruces que debían evitar. La historia no dice qué explicaciones dio exactamente el Diablo respecto a Jesús, pero el joven comprendió que debía ser aún más poderoso que el Diablo puesto que le daba miedo, y decidió ir a servirle. Le buscó durante mucho, mucho tiempo, sin poder encontrarle. Se instaló entonces al borde de un río para transportar a la gente de una orilla a la otra, y era tan grande y tan fuerte que transportaba a los viajeros sobre sus hombros apoyándose en un largo bastón.

Una noche, mientras estaba en una pequeña cabaña, estalló una terrible tormenta, con muchos rayos y truenos... ¡un verdadero diluvio! Como no dormía, oyó de repente a un niño que lloraba. Extrañado, salió, y en la oscuridad descubrió finalmente a un niño pequeñito. «Pero, pequeño, ¿qué haces aquí con este tiempo? - Quería atravesar el río, pero no puedo, ¡soy demasiado pequeño! - No llores más, yo voy a transportarte». Le tomó sobre sus hombros y entró en el río... Pero las aguas habían subido tanto y la corriente era tan violenta que avanzaba con mucha dificultad, y, sobre todo, sentía que el niño que tenía sobre sus hombros se hacía cada vez más pesado... » Pero, niño, ¿por qué eres tan

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pesado? le preguntó. ¡Pesas tanto como la tierra! -Oh, respondió el niño, soy más pesado que la tierra, yo soy Jesús a quien tú querías servir. A partir de hoy, te llamarás Christophoros, el que lleva a Cristo.» Esta es la leyenda de san Cristóbal.

Si, como Christophoros, el discípulo abandona a un Maestro débil y temeroso por un Maestro poderoso y sin miedo, ¿quién puede reprochárselo? Si quiere servir al Maestro más grande, ¿de qué es culpable? Y el Maestro más grande, el más poderoso, es el sol. A su lado los demás son débiles, enfermizos, vacilantes. El único que resiste todas las tempestades, es el sol. El es, pues, el más fuerte, a quien hay que servir y junto al que hay que instruirse. Sí, pero los humanos que no han recibido la Ciencia iniciática, no llegan aún a vislumbrar las cosas de esta forma. Y cuando se les habla de vibrar al unísono con el alma y el espíritu de un Maestro, no pueden comprenderlo. Entonces, con mayor razón cuando se trata del sol.

La verdadera magia para el discípulo consiste, pues, en identificarse con un Maestro para alcanzar lo que hay en el alma, en el corazón, en la inteligencia, en la voluntad de un Maestro, y para que todos estos tesoros se derramen sobre él. Porque un Maestro no es egoísta y avaro, quiere dar profusamente. E incluso, si ve que uno de sus discípulos le supera, está orgulloso. Dice: «Es mi hijo. Es más inteligente que yo, es más fuerte que yo, tanto mejor, yo soy su padre.» Y está orgulloso. Un padre que se enfurece si su hijo le supera no es un verdadero padre. Y si un Maestro se enfurece cuando su discípulo ha conseguido superarle, si está celoso, si empieza a vejarle, a atormentarle, se debe a que no ha llegado a poseer aún en un grado superior lo que constituye la cualidad más grande de un Maestro: el altruismo. Y, ciertamente, existen Maestros que todavía no se han liberado de la envidia.

No se le puede reprochar a un discípulo que quiera superar a su Maestro. Si Dios le ha dado cualidades, ¿quién puede impediros desarrollarlas? El punto de llegada, el ideal a alcanzar, no es ni vuestro padre, ni vuestra madre, ni vuestro Maestro, sino Dios mismo. Un Maestro es un medio, una etapa, una puerta, un educador, un padre, durante un cierto tiempo, pero en ninguna parte está escrito que debáis deteneros y echar raíces aliado de vuestro Maestro. Únicamente está dicho que a través de vuestro Maestro debéis ir hacia Dios. ¿Dónde encontraréis una idea más sensata, más verídica? No es asunto mío si vosotros os fabricáis vuestras propias ideas; yo, por mi parte, os doy siempre las ideas más verídicas, las más luminosas, las más divinas.

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Un Maestro es como un padre o una madre que os educa, pero no debemos permanecer eternamente junto a nuestro padre o a nuestra madre: hay que ir hacia Dios. Si vuestro Maestro ha llegado hasta Dios, vosotros estaréis con él junto a Dios, y ello todavía será mejor. Pero, si no, uno no puede seguir eternamente junto a su Maestro. Por otra parte, un Maestro no permanece siempre en el mismo sitio, sigue evolucionando continuamente; así que caminaréis a su lado y ¡hasta tendréis que correr! El va hacia Dios, no se queda con vosotros, y hay que correr con él para ir junto a Dios. ¿Por qué? Porque el punto de llegada de todas las criaturas es Dios... ¿y el punto de salida? También es Dios.

Diréis: « ¿Y mi padre? ¿Y mi madre?» Han sido como unos empresarios, han fabricado vuestro cuerpo, vuestra casa: una cabaña o un templo, eso depende. « ¡Pero yo quiero que estén conmigo!» Pues bien, ¡procurad llevároslos con vosotros en vuestra carrera!

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8 de Agosto 1963

NO ESPERAR DE UN MAESTRO MÁS QUE LA LUZ

Es muy difícil hacer el bien. Toda mi vida me he planteado esta cuestión:

« ¿Cuál es la mejor manera de ayudar a los humanos?» y he visto que si un día se les da comida, al día siguiente aún tienen hambre, porque el estómago es un agujero que nunca se llena y que reclama todos los días... Si se les da vestidos, al cabo de algún tiempo están usados y es preciso reemplazados. Si se les da una casa, también, un día u otro hay que reparada. Si se les da dinero, pronto se habrá gastado... Y luego, cuando se ha tratado un poco a los seres humanos, se sabe que éstos nunca están satisfechos. Si les dais una casa, se preguntan por qué no les dais un palacio, y si les dais unos millones, se ponen furiosos porque no son unos miles de millones. Es, pues, imposible ayudar a los humanos de esta manera: o bien esta ayuda nunca es definitiva, o bien la gente está descontenta porque espera siempre más. Entonces, ¿cómo ayudadles?

Tomemos el caso de un hombre que tuviese que transportar una carga.

Esta carga es muy pesada y apenas puede levantarla. Ahora bien, ahí estáis vosotros, que sois fuertes: tomáis la carga sobre vuestras espaldas, ¡y ya está! Sí, pero al día siguiente este hombre tendrá aún más cargas que transportar, y como vosotros no podréis estar continuamente con él, ¿cómo va a hacerlo? Suponed ahora que tenéis un secreto para transportar las cargas sin que éstas os aplasten, y hasta para transportarlas con alegría: le confiáis este secreto y, a partir de entonces, toda su vida podrá continuar arreglándoselas solo. Entonces, para hacer el bien a los hombres, ¿no es preferible darles un medio para desenvolverse sin que tengan siempre necesidad de la ayuda de otro? Desde luego, esto es mejor, mucho mejor. Y este medio es la luz de la Ciencia iniciática, porque en cualquier circunstancia esta ciencia da una solución.

He ahí porqué toda mi vida he trabajado sin parar para encontrar esta luz, porque sé que cuando os la dé, podréis afrontar todas las dificultades que tengáis sin necesidad de mí, ni de mi presencia. Sin la luz, no sólo el bien que uno haga

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no será duradero, sino que ni siquiera la gente lo agradecerá. Lo que hay que darles es un elemento espiritual que se grabe en ellos.

Muchos ignoran eso. Cuando quieren hacer el bien, en vez de pensar que pueden dar este elemento espiritual que no se borrará jamás, dan algo material. No saben aún dar lo esencial; dan menudencias: joyas, coches, creyendo hacer feliz al otro. No, hay que aprender a dar un elemento esencial.

Si creéis que no tengo idea de vuestras dificultades, os equivocáis. Las conozco, pues yo también he pasado por ellas, las he vivido, y me basta con mirar a alguien para conocer todas las pruebas que ha atravesado, porque están inscritas en su cara. Diréis: « ¡Pero Ud. no tiene ninguna compasión! ¿Por qué no nos ayuda ?»¡Ah! sobre esto también es necesario que os dé explicaciones.

Aunque tuviese todos los poderes, el Cielo no me permitiría que os librase de vuestras dificultades. Sois vosotros los que debéis hacer los esfuerzos, aprender, ejercitaros, porque eso os servirá para toda la eternidad. Si esperáis que alguien lo haga todo en vuestro lugar, que os libere de vuestros sufrimientos, de vuestras enfermedades, de vuestras miserias, ello es posible: existen en la tierra seres capaces de hacerlo. Pero un ser sabio e inteligente no lo hará jamás, porque sabe que esto no es una forma de ayudaros, sino al contrario. Os dará más bien métodos, conocimientos, pero esperará a que seáis vosotros quienes los apliquéis porque así seréis vosotros los que creceréis, los que os reforzaréis, y en eso consiste la verdadera evolución.

Desgraciadamente, los humanos, que se han habituado a contar sólo con los elementos materiales, exteriores a ellos (máquinas, aparatos, medicamentos), nunca piensan en utilizar las posibilidades con las que el Creador les ha dotado. Y cuando encuentran a un Maestro, adoptan exactamente la misma actitud: en vez de aprender a desarrollar, gracias a él, las facultades espirituales, cuentan con que el Maestro lo haga todo en su lugar: es el Maestro quien debe instruirles, purificarles, curarles, encontrar las soluciones a todos sus problemas, hacerlos felices y ricos. Sí, esta actitud de esperarlo todo del exterior está tan extendida que hasta los espiritualistas la han adoptado. En un Maestro buscan a un buen hombre que venga a sacarles de apuros, a salvarles, y, sobre todo, que se cargue con sus problemas. ¡Sí, un borrico! Analizaos y veréis si no es eso cierto.

Muchos de los que vienen a la Enseñanza lo esperan todo de mí: que les dé la ciencia, la inteligencia y todas las virtudes... que les haga ricos, que les cure, y que les case; si no lo hago, se decepcionan y se enfadan conmigo. Sí, y hasta hay

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personas que no conozco que me escriben para pedirme que les encuentre una mujer o un marido, ¿cómo hacerles comprender que yo no me ocupo de eso? Es éste un terreno muy delicado y el que se interna en el mismo debe tomar sus responsabilidades. No es el papel de un Maestro casar a la gente o hacerla divorciar. Desde luego, en ciertos casos, cuando unos hermanos o hermanas jóvenes, que conozco, vienen a pedirme consejo, se lo doy... pero no siempre; es demasiado delicado.

¡Veis qué mentalidad más extravagante tienen los humanos! Lo esperan todo de mí: hasta las bodas. Y cuando van a tener hijos, piensan que soy yo. Quien debe invitar a los ángeles y a los arcángeles para que vengan a encarnarse junto a ellos. Pues no, ésta no es mi tarea. De mí, deben esperar solamente recibir sacudidas para que aprendan a espabilarse. Aunque tuviese el poder de satisfacer todos sus deseos, no lo haría, porque de esta manera no les ayudaría. Aunque tuviese el poder de curarles de todas las enfermedades, no sólo no les curaría, ¡sino que les añadiría otras!... ¿Estáis indignados? Sí, pero al mismo tiempo les daría los medios para vencerlas. Porque si les curo de sus enfermedades, continuarán haciendo excesos y locuras, cayendo de nuevo enfermos, y cuando yo ya no esté aquí, seguirán enfermos por toda la eternidad. ¿Veis?, ésta no es la solución. Por lo tanto, os lo digo, la solución consiste en añadiros todavía algunas cargas, enseñándoos a ser más fuertes y más resistentes.

El discípulo no debe desear que la vida sea fácil para él, ni siquiera para sus más allegados. La mayoría de los padres y de las madres desean para sus hijos lo fácil, la opulencia, el éxito; evidentemente, es el amor que les impulsa a ello, pero se trata de un amor un poco tonto que no piensa en la verdadera evolución de estos hijos. Desde luego, no digo que los padres tengan que desear sufrimientos para sus hijos. No, además, ni siquiera deben preocuparse de esta cuestión. Su deseo debe ser únicamente el de que sus hijos lleguen a ser unos bienhechores de la humanidad, y es al Cielo a quien toca decidir por qué experiencias les hará pasar para conducirles hasta esta meta. Quizá les envíe enfermedades, enemigos, oprobios, pero poco importa, irán lejos, muy lejos, tan lejos que no quedará ninguna huella de estas dificultades, ni siquiera un recuerdo. Los padres aman a sus hijos, pero, ¿qué será de esos hijos si les evitan todas las dificultades? Van a embrutecerse, eso es todo.

Sabedlo, pues, yo no me ocupo de vuestras enfermedades, de vuestros problemas, de vuestros divorcios. Si la vida os hace pasar por ahí, es que, probablemente, hay una razón kármica para ello. Yo me ocupo solamente de

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haceros libres, grandes y fuertes, cualesquiera que sean las pruebas por las que debáis pasar. No estoy aquí para curaros, para consolaros, para resolver vuestros problemas (además, no tengo tiempo para ello; necesitaría toda una eternidad para ocuparme de vuestros problemas, ¡y qué problemas!), pero estoy obligado a estimularos, a mostraros el más alto ideal, puesto que es deseando realizar el más alto ideal como podréis resolverlos. Mientras que si os evito todas las pruebas seguiréis siendo siempre débiles, enclenques, vulnerables, y entonces, ¿qué haréis si un día ya no estoy aquí?

Ayer mostraban en la televisión que, cada vez más, la gente va a ver a los videntes, a los médiums, a los magos, para resolver sus problemas de dinero, de salud, de amor, o para hacerse exorcizar, para hacerse desembrujar. Esto es extraordinario, ellos no hacen nada para vencer las dificultades, para ver más claro, para reforzarse; son otros los que deben hacer el trabajo en su lugar. Pero aún admitiendo que alguien llegue a desembrujarles, son tan débiles que otro les embrujará de nuevo. Sólo piensan en ir a encontrar a alguien para que les cure, les consuele, les dé confianza. Por eso permanecen ignorantes, enclenques, vulnerables.

Pues bien, aquí no es así. Aquí no se os consuela, no se os alivia, no se os cura, pero se os dan medios, armas, métodos, para que os volváis inteligentes, poderosos, invencibles. Y esto es mucho mejor. Pero, como buscáis la felicidad, encontráis que aquí no hay nada ni nadie que pueda ayudaras. Pues bien, ¡ahí es donde os equivocáis! Si alguien puede realmente ayudaros, y no para dos o tres días sino para toda la eternidad, ése soy yo. Sólo que vosotros no pedís más que una cosa: abrir la boca y tragar el remedio; os da igual que no sea más que un paliativo. ¿Cuándo comprenderéis que debéis aprender a arreglároslas vosotros mismos?

Aquí se os dan todos los medios, ¡procurad, por lo menos, serviros de ellos! Aunque el más grande de los Maestros haga un prodigio para curaras y protegeros, ¿cuánto tiempo va a durar? Eso depende de vosotros: si sabéis serviros de la luz y de las claves que os doy, entonces sí, es algo definitivo, porque sois vosotros mismos, vuestra alma, vuestro espíritu, los que entráis en acción.

Conozco a la naturaleza humana: os gustaría oírme decir: «Contad conmigo, yo os salvaré de todos los peligros, os curaré de todas las enfermedades, os haré felices... » Pues no, mis queridos hermanos y hermanas,

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no os lo diré, porque no es verdad. Y si alguien os lo dice, es que tiene interés en engañaros. Yo os digo: contad con las grandes verdades que yo os doy, aceptadlas dentro de vosotros, reforzadlas, vivificadlas, alimentadlas, y veréis los resultados.

Hoy quizá haya destruido algunas de vuestras ilusiones, pero lo he hecho en aras de la verdad, para vuestro bien.

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7 de Agosto 1968

LA PRESENCIA MÁGICA DE UN MAESTRO

Cuando yo era discípulo del Maestro Peter Deunov, era muy pobre, no

tenía nada, sólo una cama, un violín y algunos libros, y me pasaba semanas enteras en las montañas, leyendo y meditando. De vez en cuando, iba a trabajar un poco para ganar algún dinero, ¡y si hubieseis visto los zapatos y los trajes que llevaba! Pero era feliz porque me sentía rico... fabulosamente rico; tenía la impresión de que mi cabeza y mi corazón contenían todos los tesoros del universo. ¡Tener un Maestro! ¿Os dais cuenta? Sentía que gracias a él yo realizaría mis anhelos más preciados.

Sí, si os cuento la felicidad que sentía en la época que encontré al Maestro, no me creeréis. Y este estado todavía me dura hoy. Diréis: «Pero usted no necesita Maestro, usted ahora es un Maestro.» Aunque sea un Maestro, aunque llegase a ser el más grande de todos, tendría siempre el mismo respeto, la misma estima, el mismo amor para todos los Maestros. Sí, así es.

Aquí, en Occidente, la gente no se da cuenta de lo que un Maestro puede representar para la orientación de su destino, de todo lo que su presencia puede producir en su existencia, de todo lo que puede mejorar, orientar, rectificar, armonizar. Tener un Maestro no les dice nada porque saben que con él ya no podrán hacer locuras tranquilamente: un Maestro les mostrará el peligro del camino por el que se adentran, y entonces, evidentemente, se sentirán un poco frenados, lo cual no les interesa. Por otra parte no hay que ilusionarse demasiado. Aunque encuentren a un Maestro y le acepten, prefieren toda clase de bagatelas y futilidades. El Maestro no es en su vida más que un pequeño adorno, un decorado. Y, sobre todo, le consideran como un criado que debe obedecerles: ellos son los verdaderos amos, y su Maestro, el pobre, está ahí para satisfacer sus caprichos. Si el Maestro se atreve a decir algo que no le gusta al discípulo, ¡veréis las reacciones!

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Únicamente los Orientales saben apreciar el valor de un Maestro. Necesitan un Maestro que les estimule, que les inspire, que les relacione con el Cielo, y cuando lo han" encontrado, no dudan de él, no se le oponen: para ellos, él es el camino que les permitirá alcanzar las cumbres.

A menudo, el Maestro apenas les ha hablado, y apenas se ha ocupado de ellos, pero saben que existe y son felices, progresan, están unidos a él. Aunque sean desgraciados, pobres, aunque estén enfermos o moribundos, se sienten consolados, reconfortados sólo con el pensamiento de la existencia de su Maestro; gracias a este pensamiento, llegan a vencer todas las pruebas. Sólo con la idea de que su Maestro existe, ya evolucionan, avanzan, se instruyen, se hacen fuertes. Porque la imagen que de él tienen en su cabeza, en su corazón, es todopoderosa. Es este Maestro interior el que les abre las puertas, a menudo sin que el otro, el Maestro físico, esté siquiera al corriente.

Cuántas veces los hermanos y hermanas me han dicho: «Estaba enfermo, atravesaba momentos difíciles, pruebas terribles. Le llamé, vino, me habló, y luego todo lo que me dijo se realizó.» Y yo estaba asombrado, no estaba al corriente: ¿cómo es posible que no me haya dado cuenta de nada?

Se debe a que el discípulo lleva dentro de sí a su Maestro, en su cabeza, en su alma, y es este Maestro el que es fuerte, poderoso, quien puede ayudarle, consolarle, curarle. Yo, ¿qué puedo hacer? Y cuando alguien viene a contarme lo que le ha sucedido, me asombro. Digo para mis adentros: «Este Maestro que llevan dentro de sí es formidable, hace milagros que yo no puedo hacer.» Veis, pues, que lo que cuenta no es tanto el Maestro en sí, sino lo que vosotros creéis, pensáis o imagináis de él, la imagen que de él os hacéis. Suponed que tenéis ante vosotros a un Maestro todopoderoso, omnisciente, si no creéis en él, si lo juzgáis pequeño, ignorante, débil, nunca podrá ayudaros. ¿Por qué? Porque lo único que cuenta es vuestra manera de considerarle, vuestra fe en él, nada más.

Si decís: «Quisiera encontrar al Maestro más grande para que me instruya», os responderé que habéis planteado mal la cuestión, porque podéis encontrarle, pero si no habéis trabajado ya sobre el otro elemento, es decir, en cómo comprender a un Maestro, cómo amarle apreciar lo que os enseñe, aunque encontréis al Maestro más grande de la tierra, discutiréis con él y seguiréis siendo tan ignorantes como antes.

La calidad de vuestros pensamientos y de vuestros sentimientos es la que os hace progresar, el Maestro sólo es un medio. Todos aquellos que se imaginan

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que su evolución espiritual habría sido facilitada si hubiesen tenido un gran Maestro, u otro todavía más grande, se equivocan: la única cosa segura es que habrían tenido mayores pruebas. ¡No os imaginéis que junto a Jesús un gato pueda convertirse en san Juan!

No, sigue siendo un gato, y un cerdo se volverá, quizá, doblemente cerdo.

Evidentemente, es bueno tener un Maestro sabio y lleno de amor, pero no olvidéis nunca que sois vosotros mismos lo más importante, porque cuando uno lleva dentro algo bueno, celestial, divino, acaba siempre atrayendo los elementos correspondientes. Por tanto, aunque yo no sea capaz, según vosotros, de ayudaros como queréis, eso poco importa. Si sois sinceros y si estáis convencidos de que otros a través mío pueden ayudaros, nunca os decepcionaréis; lo esencial, sois vosotros mismos. Empezad, pues, por mejorar vuestros sentimientos y vuestros pensamientos, sabiendo que, tarde o temprano, por la ley de afinidad, atraeréis los elementos que les corresponden.

Reflexionad ahora en lo que puede representar un Maestro en vuestra vida interior - no en la vida externa, no, sino en la interna -, qué transformador poderoso puede llegar a ser en la mente de un discípulo que cree en él. Cuando estuve en la India, oí esta anécdota; sin duda se trata de una leyenda, pero es muy significativa. Un Maestro tenía entre sus discípulos a un muchacho que le amaba tanto que no cesaba de repetir su nombre como si fuese una fórmula mágica; hasta tal punto que un día, llevado por su fe, por su amor, se puso a caminar sobre las aguas. Fueron a contar el prodigio al Maestro, el cual, asombrado, llamó al discípulo y le dijo: «Me han contado cosas extraordinarias acerca de ti. Parece ser que caminas sobre las aguas, ¿cómo lo haces? - Oh, Maestro, respondió el discípulo, solamente pronuncio tu nombre con amor.» El Maestro se dijo que lo mismo podía hacer él; se fue a la orilla del río, puso el pie en el agua pronunciando su nombre, ¡y se ahogó!... Ved, pues, que el Maestro se ahogó y el discípulo caminaba sobre las aguas. No era, por tanto, el nombre lo más importante, sino el fervor con que el discípulo lo pronunciaba. Si el Maestro hubiese tenido, a su vez, un Maestro más elevado que él, y si hubiese sentido por ese Maestro la misma fe y el mismo amor, habría podido caminar sobre el agua, como su discípulo.

Así pues, cualquiera que sea el grado de elevación al que lleguéis, nunca debéis deteneros, debéis amar y servir siempre a un ser más grande que vosotros, a fin de que podáis, gracias a él, realizar prodigios y hacer el bien. Si no, os

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ahogaréis, y otros harán maravillas. Este Maestro no conocía gran cosa acerca de las verdaderas leyes espirituales. Yo, continúo admirando y amando con todo mi corazón a todos los Maestros de la humanidad; y aunque les superase, continuaré admirándoles, porque sé que es mi admiración la que me lo da todo, y no los Maestros. Quizás ni siquiera saben que existo, ni me dan nada, pero mi amor y mi respeto por ellos son los que me lo dan todo, y yo caminaré sobre las aguas gracias a este respeto y a este amor.

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No 2195 del 5 de julio de 1974

EL NACIMIENTO DE LOS MAESTROS

No está todo iluminado desde el nacimiento, para aquellos que

nacen “Maestros”, Incluso Jesús no lo sabía todo cuando nació. Solamente después de sus viajes, hacia los treinta años, es cuando empezó a recibir los poderes, el saber, la clarividencia y todo lo demás. Los discípulos escribieron sobre él, por amor, y para prestar servicio a otros. Entonces unos inventaron cosas y también evitaron decir otras. Y así en el transcurso de los años la gente trasmite lo que en su día se escribió.

Así pues, los hijos reciben los mismos defectos que sus padres. El

cuerpo es un regalo pero en él, tienen que llegar a arreglarlo todo y a encontrarse en su cuerpo, cambiándolo todo para que funcione su vida, para dar cabida a su espíritu, para la quintaesencia que ellos aportan, que es su status de “Maestro”.

En la tierra no se encuentran muchas familias apropiadas para

traer al mundo a grandes Maestros. De ser así se podría preparar este nacimiento con tiempo y facilitar su tarea.

Las gentes solo piensan en poblar la tierra de desquiciados, y

nunca piensan en preparar un cuerpo, en las mejores condiciones para crear.

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La gente no sabe que hay debe elegir a la mujer, para que sea o no, de abajo, o sea de las regiones astrales.

Cuando los jóvenes ven toda clase de estupideces, se entusiasman

y huyen de las responsabilidades. Esto prueba en gran manera, si amarán lo que es feo, para mi eso es un demostración. No se han parado a pensar, hay que darse prisa en pensar y en meditar en todo esto.

Así pues los grandes Maestros, se manifiestan a edades que varían, después extienden sus ideas, sus opiniones que todas son diferentes en uno u en otros, consiguen encontrar que hay un centro universal, casi inaccesible y solo piensan entonces en fusionarse con él.

Solamente tienen un amor en su mente, quieren consagrar todos

sus esfuerzos a un gran Maestro, pensando enteramente por completo en Él, y como Dios está en todas partes, ellos también están en todas partes, y en todas partes participan con Él.

Las gentes ni siquiera han empezado a comprender las cosas, y

jamás piensan en participar con Dios. Cuando vosotros dais vuestra energía, ya estáis participando. Hay

una ley de afinidad. Si nos llegan desgracias es por que somos demasiado tontos o por que estamos sin amor.

Los decretos de los Grandes Maestros son diferentes. Han

desarrollado la pureza son santos. Algunos se convierten en Maestros de sabiduría o de la fuerza, o

de la belleza. Otros lo son del amor. No tienen las otras cualidades; pero

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las cualidades también se fusionan, por que presentan las mismas potencialidades bajo formas diferentes. Al igual que la electricidad se manifiesta en formas diferentes, la virtud también cobra forma bajo estados diferentes.

Cuando trabajáis con la pureza, ella misma os hace comprender a las otras cualidades. Cuando tenéis una de ellas, poseéis todas las demás.

Del mismo modo, que cuando tenéis un vicio, este atrae a otras

debilidades por que todas ellas están unidas. Se necesita que las cosas sean muy groseras para que la gente se de

cuenta que allí hay sufrimiento. Los sabios no se detienen mucho en el sufrimiento, tratan de que nadie se aperciba que existe.

Sobre el tema de los Maestros, hay muchas cosas que revelaros.

Yo os he dejado que os forméis, que os ayudéis a vosotros mismos, pero continuamente cometéis errores. Os creéis que los Maestros saben lo que conocen los sabios. No, su conocimiento les indica que el saber de los sabios no son cosas necesarias, se es siempre desgraciado y débil sabiendo las cosas de los sabios y sin embargo la gente les ha seguido, queriendo estar siempre en primer lugar. Esta bien, hacen falta sabios, pero cuando se trata de elegir Maestros, elegid la Ciencia Iniciática y no la ciencia oficial. Algunos Maestros se han deslizado entre los científicos y en la ciencia para desagregarla, o para lograr que su ciencia se fusionara con la otra.

Pasa lo mismo con la Iglesia. Este mismo saber existe en otra

parte. Los humanos están tratando de hacer esta fusión: Yo me dije hace

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tiempo: “La tierra es una fortaleza inexpugnable, y en la Iglesia, las fuerzas negativas ya se han introducido y se han colado muy bien adentro.” Con la ciencia oficial ocurre lo contrario.

Ahora, los magos blancos se reencarnarán en familias de sabios y

ya hay algunos de ellos que han llegado a cosas extraordinarias. Un día se reunirán y en el porvenir aparecerán cosas insospechables.

Hasta aquí ahora, unas palabras sobre los Maestros. La mayor cualidad de un Maestro, no es conseguirnos que podamos abrazar a las mujeres y jugar en el casino, sino hacer que nos encontremos a mucha gente que tienen ideas en su cabeza, sin ser Maestros.

Ser Maestro significa, dominarse y poderse controlar. Aunque podéis no estar situados en un lugar elevado, sois un Maestro; se dice que un Maestro lo puede todo, sin embargo la palabra “Maestro” no significa eso. El Maestro de ceremonias, (que lleva la vara) es un maestro abogado, y es alguien que conoce un dominio, y que incluso es un maestro en ese dominio.

¿Por qué se piensan toda clase de cosas sobre los Iniciado y los Maestros? Si uno llega a dominarse, tiene que tener un poco de saber y una voluntad, y puesto que esta voluntad nos dirige, por ella se tienen cualidades morales de bondad. Un Maestro ha trabajado para obtener lo que posee. Trabaja con las leyes con las verdades y lo ve y lo comprende todo.

Los cristianos no supieron nunca para que poder trabaja, pero todo se debe al Cristo. Por Él se puede todo, si le consagráis vuestra vida.

El Cristo trabaja en el mundo entero y a través suyo podéis tener todo el poder también. Él os comunica su saber y vosotros ignoráis

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como sucede esto. Algunos ordenaban a los espíritus en nombre del Cristo, pero los espíritus les decían: si, conozco al Cristo, pero a ti no te conozco.

No hay que buscar un Maestro que este fuera de nuestro trabajo. Él

trabaja para una idea desinteresadamente, esa es la prueba de que es un Maestro verdadero. Hay que adoptar este análisis mío por que es absoluto.

Un Maestro verdadero solo os pedirá que renunciéis a calumniar o

a dar dinero a los pobres. En el Cielo no hay nada gratuito. El aire, el agua, etc..., son gratis, pero hay que dar algo a cambio.

Al igual que cuando el marido toma y la mujer lo entrega todo; lo

cual es injusto, incluso en la Fraternidad. La gente piensa que hay que recibir sin dar nada a cambio,

después sois castigados por no haber dado nada en compensación. Cuando se recibe, hay que dar algo primeramente.

Un Maestro, uno de verdad, empieza muy poco a poco siendo

pequeñito, tiene que cambiar, tiene que embellecer, armonizar, y paulatinamente con su trabajo, obtiene un grado más. Crece y obtiene un espíritu divino. Los Maestros evolucionan también como el sol.

¿Los Maestros pueden también traer hijos al mundo? Si, lo pueden hacer y también pueden estar muy cansados. Algunos no se ocupan de procrear. Tienen los mismos órganos que los demás, pero en ellos todo es diferente. Todo lo que está mohoso se sustituye por órganos que vienen del Cielo. Esto es un Maestro.

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No hay nociones justas. Los humanos les reverencian por lo que ellos creen, pero verán y comprobarán que otras gentes tienen más valores que lo que ellos admiran.

Las gentes estudiarán menos; pero trabajarán para cambiar su

carácter. Ahora permanecen los mismos y se echan en falta muchas cosas. En el porvenir no se podrá hablar de este modo.

Ahora las gentes, tienen un lado del cerebro bien desarrollado pero sin ser estables. Cada vez más lo que no se aprecia volverá a estar en primer lugar. Se ha dicho que la piedra rechazada por los edificadores, se convertirá en la piedra angular.

* * * * *

Centre OMRAAM



De difusión de la obra Del Maestro OMRAAM

En lengua Española

Esta conferencia fue primero estenografiada en condiciones difíciles y de la misma después se saco esta dactilografiada de la cual hemos hecho lo posible para darle una interpretación lo más fiel posible en su traducción al castellano así como intentar en mantener en lo posible la estructura del texto Francés. Hay conferencias que realmente son muy difíciles de darle la misma resonancia manifestada por el Maestro. Una vez más debemos recordar que el Maestro nunca escribió una conferencia. Fueron los hermanos y hermanas en particular la hermana Stella Bellemin que realizaba esta tarea. Centre Omraam Reus

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18 de Agosto 1974

¡NO JUGUÉIS A SER APRENDICES DE BRUJO!

Jesús decía: «No echéis perlas a los puercos.» Estas perlas, son las grandes

verdades iniciáticas: no todos los humanos están preparados para aceptarlas, y si se las presentáis, no sólo no las apreciarán, sino que vendrán a destrozaras. Es arriesgado, pues, revelar las verdades espirituales a aquellos que no están preparados para recibirlas. Todos los Iniciados y los grandes Maestros se han visto obligados a reflexionar sobre las consecuencias de las revelaciones que querían hacer a los humanos, ya que si bien una verdad puede dar la iluminación a algunos, también puede provocar peligrosas fermentaciones en la mayoría.

La quintaesencia de las Iniciaciones antiguas estaba contenida en estas

cuatro palabras: saber, querer, osar, callarse. ¿Y por qué callarse? Pues bien, precisamente, porque los descubrimientos hechos gracias a las tres actividades precedentes: saber, querer y osar, son de una naturaleza tal, de un poder tal, que es muy peligroso revelados a los que no están preparados para recibirlos o a los que tienen malas intenciones. Sí, callarse muestra la importancia inconmensurable de este saber, de este querer y de esta audacia. Una de las mayores tragedias de la humanidad es esta tendencia que tiene la gente a utilizar las mejores cosas para las peores empresas. Siempre se las arreglan para que todo lo que podría servir para su salvación no sirva más que para su ruina. Mirad cuántos investigadores han lamentado haber revelado los descubrimientos que habían hecho, ¡porque fueron inmediatamente utilizados con un fin destructivo! En el futuro, esto será diferente, y se dirá: «Saber, querer, osar y... ¡hablar! Como los hombres estarán más evolucionados, se les podrán hacer las más grandes revelaciones porque producirán en ellos unos efectos magníficos. Pero mientras tanto, hay que callar y seguir el consejo de Jesús de no echar perlas a los puercos.

Diréis: «Pero, ¡no se puede dejar a la gente; ir a tientas en la oscuridad!» Claro, pero hay que saber que todos los secretos de la Ciencia iniciática pueden convertirse en armas muy peligrosas en las manos de hombres egoístas, interesados, crueles, que sólo se servirán de ellos pan su interés y a costa de los

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demás. Porque mirar cómo suceden las cosas: al editarse actua1mente muchas obras que revelan el poder del pensamiento (cómo influir en los hombres, desplazar los objetos, etc.) se están formando, según parece, equipos que se ejercitan en este terreno para poder, por ejemplo, influir en los atletas durante los juegos olímpicos, y hacer así que unos ganen y otros pierdan. Pues bien, esto no es otra cosa que magia negra. No tenemos derecho a servirnos del poder del pensamiento para una finalidad como esa.

En cuanto aparecen nuevos descubrimientos, siempre hay todo tipo de gente, sin moral ni conciencia, que quiere aprovecharse de ellos para imponerse a los demás y aplastarles. Siempre es esta naturaleza prehistórica la que se manifiesta en el hombre para incitarle a utilizar los medios que caen en sus manos para asegurar su superioridad. El hombre no está, en principio, inspirado para hacer el bien, sino el mal. Por eso no me hago ilusiones: la curiosidad y el interés que muestran actualmente los humanos por las ciencias ocultas no significa ningún progreso en el camino de la espiritualidad. Al contrario, incluso para muchos se trata de una caída en la magia negra.

Recibí, hace algún tiempo, la visita de un muchacho de unos treinta años que quería que yo le liberase de un hechizo. Una mujer, según parece, mucho mayor que él, le había hechizado; ninguna de las personas a las que había ido a ver había logrado hacer nada por él, y le habían aconsejado dirigirse a mí... Empecé por hacerle algunas preguntas sobre sus actividades, sobre sus estudios, y me respondió que era alquimista, que lo conocía todo, que ya no tenía nada que aprender y que hasta había encontrado la piedra filosofa1. Me enseñó, en efecto, un pequeño polvo negro que tenía dentro de un tarro negro. Puesto que la piedra filosofal es roja, le pregunté: « ¿qué es eso? - ¡Oh!, me respondió, puede volverse un poco roja.» Yo estaba atónito ante tanta inconsciencia y le dije: «Escuche, si verdaderamente hubiese encontrado la piedra filosofal no estaría en el estado en que está, buscando a alguien que le libere de su hechizo. En realidad, usted no tiene ningún verdadero saber, se ha sumergido en unos libros que no comprende, ha querido jugar con el fuego, y ahí tiene ahora el resultado».

¡Cuántas personas he encontrado en París que sólo se interesaba por las ciencias ocultas! Estaban orgullosos de pasar por astrólogos, alquimistas, cabalistas, sin darse cuenta de que su existencia y todo su ser eran un caos espantoso. Por eso, tengo que dar un consejo a todo el mundo: ¡que dejen en paz las ciencias ocultas! En la vida cotidiana es donde hay que mostrar el saber, y éste sólo se manifiesta en la actitud, en el comportamiento. La verdadera ciencia

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consiste en dominarse, en liberarse de ciertas debilidades para dejar de ser eternamente presa de las disensiones interiores.

Si hubieseis visto a este muchacho, sus ojos, su mirada, su rostro... ¡me dio lástima! Pero no podía hacer nada por él. Cuando un ser no ha decidido esforzarse por sí mismo, no le sirve de nada que otro, aunque sea el Maestro más grande, trate de liberarlo. Es lo que le dije. Y también le expliqué: «Ud. dice que está hechizado para justificar el estado en que se encuentra No, es Ud. mismo quien se ha puesto en esta situación lamentable porque ama el universo caótico en el que se ha sumergido. Ahora sólo Ud. puede conseguir salir del apuro; la única cosa que yo puedo hacer es darle una filosofía que le ayudará: la encontrará en mis libros; léalos, reflexione, y cuando lo vea más claro, vuelva a verme. Porque ahora no serviría de nada que continuásemos hablando.»

Algunos encontrarán cruel mi actitud. No. Es él quien debe decidirse, ante todo, a poner orden en sí mismo. Un Maestro no está aquí para consagrar su tiempo y sus fuerzas a personas que, habiendo decidido que eran unos grandes Iniciados, llevan una vida desordenada y no quieren hacer ningún trabajo interior de armonización, de purificación. Estas personas son las primeras víctimas de su orientación y de las entidades maléficas que han atraído de esta manera. Hay millones así en el mundo, y entonces, ¿qué va a suceder si vienen todos aquí porque han oído decir que hay alguien que les va a liberar sin que ellos tengan que hacer el más mínimo esfuerzo? ¡Bonfin no debe ser un hospital psiquiátrico! Mi trabajo no es el de ocuparme de los enfermos mentales. Hay otros que pueden hacerlo y, de hecho, lo hacen.

Ahora, a propósito de este muchacho, quisiera insistir, sobre todo, en los peligros que presenta para la mayoría de la gente una práctica prematura de las ciencias ocultas. Más tarde, pienso que podremos crear aquí secciones especializadas y cada cual escogerá la disciplina por la que se sienta más atraído: la alquimia, la magia, la astrología, o bien la clarividencia, la medianidad, el magnetismo, etc. Pero aún no ha llegado el momento. Porque antes de sumergirse en estos conocimientos, hay que empezar por aprender a alimentarse, a respirar, a amar, a pensar, a obrar, y después vendrá la ciencia, una ciencia inmensa, infinita. Lo más importante es saber vivir correctamente para reforzarse. Hasta el saber es peligroso si no se han desarrollado ciertas cualidades que permitan hacer de él un buen uso.

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Alguien quisiera, por ejemplo, conocer sus vidas anteriores. Desde luego, eso podría ayudarle a comprender ciertos acontecimientos de su vida actual; pero si fuese verdaderamente útil acordarse de las encarnaciones pasadas, la Inteligencia de la naturaleza no habría dejado un velo en la memoria de los humanos. Si no fuese necesario no habría dejado este velo, y todo el mundo se acordaría. ¿Queréis saber lo que ocurriría si, en el estado actual de cosas, los humanos se acordasen de sus vidas anteriores? Como no han trabajado las cualidades de misericordia, de indulgencia, de generosidad, cuando alguien descubriese que fulano o zutano le hizo daño, le robó, o incluso le asesinó, ¡veríais cómo se enredarían las cosas! De nuevo habría interminables luchas. Mientras que si no se acuerda de nada, si no sabe que el que fue su peor enemigo en otra encarnación es ahora un miembro de su familia - lo cual ocurre a menudo - todo va bien, y esta ignorancia permite que liquiden más fácilmente sus asuntos.

Con frecuencia, el saber es peligroso. El único saber verdaderamente útil para vosotros es aquel que os descubre las leyes de la vida sin presentaras al mismo tiempo otras tentaciones que amenacen vuestra evolución. Muchos quisieran ser clarividentes, pero la clarividencia es la más terrible de las facultades si la habéis desarrollado prematuramente, porque no veis más que las realidades horribles, aterradoras del mundo astral, y sufrís, e incluso pedís al Señor que os libere de este don. Mientras no estéis lo suficientemente desarrollados como para ser capaces de e1evaros muy alto, hasta la contemplación del mundo divino, seréis unas pobres víctimas. Porque es terrible echar una mirada sobre todo lo que se trama en el corazón y en la cabeza de los humanos. No basta con «ver», hay que ser capaz de resistir lo que se ve. Hay que reforzarse, purificarse; sólo con esta condición podréis desarrollar la clarividencia sin correr riesgos, y entonces tendréis poder, incluso sobre los malos espíritus.

Sé que muchos se preguntan por qué no insisto más en la práctica de las ciencias ocultas y querrían que lo hiciese. No se dan cuenta que desean cosas que no son demasiado útiles o que pueden incluso ser nocivas para ellos. Que tengan confianza en mí y que me dejen hacer; tengo un programa y todo se desarrollará de acuerdo con este programa. Los humanos son como niños, siempre les atrae aquello que va a herirles o enfermarles. Bajo la influencia de un libro, uno decide lanzarse a talo cual experiencia, sin saber que las ciencias ocultas son un terreno peligroso, muy peligroso. Para estar al abrigo de los peligros, hay que estar

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guiado por entidades muy elevadas, y estas entidades no aceptan guiaros más que cuando ven que habéis hecho un trabajo interior de purificación, y que sois desinteresados. No se ocupan del primer idiota o codicioso que quiera utilizar las fuerzas del mundo invisible para satisfacer sus caprichos.

La mayoría de personas que he encontrado ¡y Dios sabe cuántas he encontrado! - muestran por su actitud, sus palabras, sus segundas intenciones, que no desean otra cosa que el poder. Nadie pide la bondad, el amor, la pureza, porque eso no supone ninguna ventaja material. Y, sin embargo, son estas virtudes las que salvan de todos los peligros y aportan todas las bendiciones; pero no lo ven, y si se les explica, no quieren admitido. Pero, en todo caso, os lo advierto: no esperéis de mí que insista en otra cosa más que en estas virtudes. Aun cuando no son consideradas corno ventajosas, poco importa, trabajaremos todavía durante años en estas virtudes inútiles y faltas de interés, dejando inexploradas todas estas bellas cosas que nos presenta la ciencia oculta... y un día veremos quién tenía razón.

¡Cuántos médium s he encontrado en un estado deplorable porque no tenían ningún medio de defenderse contra los espíritus del mundo invisible! Ser sensible está bien, pero si uno no ha ejercitado la voluntad, si no ha aprendido a ser resistente, está perdido. Para predecir, quieren, según dicen, abandonarse a los espíritus, pero, espíritus, ¿sabéis?, los hay de todas clases. Algunos, viendo a los humanos sin defensa, se aprovechan para servirse de ellos, para engañarles, para tomar sus energías. Y unos años después, estas pobres gentes están completamente descentradas; de una u otra forma, terminan hundiéndose: o bien se ponen a beber, o se abandonan al desenfreno, o tienen alucinaciones, o pierden su salud... Antes de lanzarse a ciertas experiencias, hay que saber cuáles son sus riesgos; no basta con que uno se sienta atraído, sin más, por ciertos aspectos de las ciencias ocultas. Todos los verdaderos Maestros os lo dirán. Pero el día en que vean que estáis preparados, ellos mismos serán los que hagan caer el velo, y entonces todo lo que queráis conocer estará ahí, accesible.

Algunos, por ejemplo, han oído hablar de la fuerza Kundalini que los yoguis de la India enseñan a despertar, e inmediatamente, desconociendo todo el trabajo de purificación previo que es necesario hacer, ahí les tenéis decididos a despertar esta fuerza. Pero, ¿qué harán después con Kundalini? Les quemará, ¡eso es todo! Yo he tenido esta experiencia cuando aún era muy joven: tenía diecisiete años, hacía ejercicios de respiración durante jornadas enteras, y ha ahí que, bruscamente, un día, Kundalini se despertó. Fue una sensación terrible,

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como si mi cerebro fuese a arder, y tuve mucho miedo. Hice entonces esfuerzos gigantescos para adormecerla de nuevo - ¡sí, qué esfuerzos! - Y lo conseguí. La fuerza Kundalini puede despertarse en los seres aunque no estén muy avanzados desde el punto de vista espiritual; también puede despertarse accidentalmente, y como es una fuerza terrible, aquél que no esté preparado puede volverse loco o ser arrastrado hasta el Infierno. Lo que me ocurrió cuando era joven hubiera sido para mí la mayor desgracia si no hubiese sido capaz de adormecer de nuevo esta fuerza. ¡Felizmente, el Cielo velaba!

Mis queridos hermanos y hermanas, no os apresuréis, pues, a experimentar las ciencias ocultas. Empezad por pone ros en relación con la pureza, con la luz, y un día todas las realizaciones espirituales serán posibles para vosotros.

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18 de Septiembre 1979

TENER UN MAESTRO SI, PERO SOIS VOSOTROS

QUE DEBEIS HACER EL TRABAJO

La medicina ha acostumbrado muy mal a los humanos. Tanto si tienen dolores de cabeza como crisis de hígado o dolores de estómago, siempre podrán ir a buscar a una farmacia algún remedio para calmar el dolor. ¡Hasta existen píldoras para recobrar la alegría cuando se está triste! Desgraciadamente, en la vida espiritual no existen píldoras. Sois vosotros mismos los que tenéis que desarrollar la clarividencia, los poderes mágicos y las virtudes que pueden hacer de vosotros unos Iniciados. Aunque os sirváis de libros, también ellos os dan ejercicios para hacer. ¡Oh! evidentemente, si os empeñáis, acabaréis por encontrar algún charlatán que os prometa el cielo y la tierra. Pero empezará por coger todo vuestro dinero, y después os dirá: « ¡hasta la vista, hasta la vista!» Y ya no le veréis más. Pero, entonces, procurad no quejaros, vosotros lo habréis querido: cuando uno busca, por todos los medios que le estafen, lo consigue.

Un verdadero Maestro os presenta todos los métodos, pero sois

vosotros los que debéis hacer el trabajo para obtener lo que deseáis. El no lo hará en vuestro lugar; además, eso no serviría de nada. Para que se mantenga una adquisición espiritual, un don psíquico, debe venir del interior, de vuestros esfuerzos, de vuestro trabajo. Así pues, un Maestro puede abriros puertas, pero sois vosotros los que debéis entrar, él no os empujará a la fuerza; y si ve que avanzáis, os abrirá nuevas puertas. Cada vez que el Maestro ve que hacéis progresos, os presenta un grado más avanzado, y vosotros debéis franquear este nuevo grado. Pero, como los niños, que quieren siempre que les lleven en brazos, la mayoría de los hombres no hacen nada para superarse: ¡tienen miedo! Tienen miedo de esta perfección, que sin embargo anhelan y desean, pero que no realizan

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jamás, porque interiormente quedan aún demasiadas cosas que no están claras para ellos.

Dejad, pues, de esperar que alguien, de un solo golpe, poniendo la mano sobre vosotros o pronunciando unas fórmulas mágicas, os dé la iluminación. Nadie, ni siquiera vuestro Maestro que está junto a vosotros, lo hará. No esperéis milagros. Los más grandes milagros se producen ya a vuestro alrededor cada minuto del día. Se piden siempre acontecimientos sensacionales, pero aunque estos acontecimientos se produzcan, los que asisten a los mismos, muy pronto lo han olvidado todo. Hubo, en el pasado, Iniciados que hacían prodigios. Desde luego, durante algún tiempo la gente se quedaba impresionada, pero esto no les impedía continuar divirtiéndose y cometiendo crímenes.

Y mirad: Jesús hacía milagros ante una multitud maravillada... Y después de haberle acogido triunfalmente en Jerusalén gritando: « ¡Hosanna Hijo de David! », poco tiempo después esta misma multitud gritaba: « ¡Crucifícale!» A menudo, pues, hacer milagros no sirve más que para divertir al público. Los milagros, para mí, son el sol que sale, una flor que se abre, un niño que sonríe, un insecto que se abre camino en la hierba. Los milagros son las estrellas, es el hombre mismo, la forma en que está construido... Y el mayor milagro, es la transformación del corazón humano. ¿Por qué? Porque ésta es la cosa· mas difícil.

Para transformarse, cada uno debe hacer esfuerzos, ya que la transformación no puede venir mecánicamente del exterior. Los hindúes dicen: «Cuando el discípulo está preparado, el Maestro aparece.» Esta frase es muy profunda, enseña que siempre es el discípulo el que debe hacer esfuerzos para atraer la ayuda. Una vez que los esfuerzos hayan sido hechos, la ayuda vendrá, esto es seguro. Existe una ley universal de amor y de ayuda mutua, pero sólo se puede desencadenar si vosotros mismos os esforzáis.

No contéis con los milagros que, según creéis, vuestro Maestro debe hace por vosotros, y vais a avanzar rápidamente, porque entonces vuestro Maestro puede ayudaras mucho más. Eso parece misterioso, pero de hecho, cuando estáis ahí mirando siempre a alguien, esperándolo todo de él, le paralizáis. El no puede hacer nada por vosotros, y permanecéis estériles. Por tanto, trabajad, preparaos: cuando estéis prestos, recibiréis ayuda.

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Sucede exactamente como en el trabajo alquímico: cuando la materia, larga y pacientemente elaborada por el alquimista está preparada, el espíritu universal desciende para vivificarla, y a continuación, con una ínfima cantidad de esta materia, el alquimista puede transformar todos los metales en oro.

Los cristianos están ahí, orgullosos de Jesús: «Nuestro Señor Jesús... ¡nadie es más grande que él!» Sí, pero Jesús es Jesús... y ellos, ¿quienes son? Unos débiles y perezosos que no hacen nada para llegar a ser como Jesús... No basta con alegrarse de que Jesús haya sido una divinidad. La grandeza de Jesús no autoriza a los cristianos a seguir siendo unos pobres diablos; también ellos deben procurar imitarle.

Y lo que aquí digo no sólo es verdad para los cristianos; todos, musulmanes, budistas, judíos, están orgullosos porque tienen detrás suyo a Mahoma, Buda, Moisés, y todos los libros sagrados. El hecho de que ellos mismos sean débiles, obscuros, negativos no tiene ninguna importancia, pertenecen a una religión formidable y se pavonean de ello. Mirad tan sólo cómo celebran los cristianos el nacimiento de Jesús; ¡qué extraordinario acontecimiento! ¡Hay que festejado! y, ¿cómo? Yéndose de juerga, emborrachándose... Jesús ciertamente es feliz y está orgulloso de que se celebre su nacimiento con una conducta que es exactamente la opuesta a su Enseñanza.

Llega la época en que el hombre debe dejar de contar con la grandeza de su religión y de sus fundadores, y preocuparse de lo que es él mismo. Desde luego, es normal que se apoye en los Iniciados, en los libros sagrados, y hasta deseable; pero hacer alarde de su religión y seguir siendo uno mismo el ser más mediocre, no, eso no puede ser.

Bien veo que muchos de vosotros dicen: « ¡Ah! nuestro Maestro es formidable, hace esto y aquello», pero que no harán nada para mejorarse. Pero no me gusta demasiado que se llenen la boca con mi nombre sin hacer esfuerzos para imitar mi forma de actuar o para tratar de ver las cosas como yo. Para los hermanos y hermanas, lo que yo hago es asunto mío, pero ellos continúan tranquilamente haciendo lo que les da la gana. Ponen mi foto en todas partes, se pelearían si hiciese falta por sostener que tienen el mejor Maestro, el más grande, el más extraordinario, pero en cuanto a imitarle en su actitud, en su filosofía, no. Un Maestro está hecho para ser glorificado,

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esto es todo, pero no para ser imitado. ¡Dios mío, qué mentalidad! Y no podéis decir que lo que os cuento sea falso. Vosotros también, pues, cesad de glorificarme y decidíos a tomar algo de mis ideas y a aplicarlo; será mucho mejor.

Ha llegado ahora el tiempo de dejar de comportarse como niños. ¿De qué os sirve tener un Maestro si continuáis viviendo de cualquier manera ?El Maestro es irreprochable - debe serlo - y eso os basta. Por otra parte, bien sé que si yo me permitiese la menor transgresión os indignaríais y me abandonaríais diciendo que os he decepcionado, porque ya no correspondo a la imagen que vosotros tenéis de un Iniciado, de un Maestro. Es preciso que yo sea irreprochable, mientras que vosotros, ¡podéis permitíroslo todo! Ponéis a los Iniciados en un mundo aparte; esto es muy honroso para ellos, les halaga mucho, pero sería preferible que os decidieseis a entrar en el mismo mundo que ellos, ya que, de esta manera, os veríais obligados a mejorar vuestra forma de vivir. Pensáis que los Iniciados son muy puros, muy nobles, y que deben serlo, pero lo que vosotros hagáis, ¿qué importancia puede tener? Pues bien, precisamente, puede tener mucha.

De ahora en adelante, debéis aprender a exigiros a vosotros mismos lo que exigís a los Iniciados. ¿Deseáis que sean honestos, que no os extravíen, que os ayuden? Pues bien, exigíos las mismas cosas a vosotros mismos respecto de los demás.

Si tomáis en serio todas la verdad es que os he presentado desde hace años, si cada día os fijáis en cada una de estas verdades como si fuese un ser que os viene del Cielo, se descubrirá ante vosotros un mundo nuevo. No olvidéis que las entidades de arriba observan cómo consideráis las verdades que os trae un Maestro. Un Maestro es como un enviado, como un embajador que representa a todo un país - el Cielo - y al tener consideración para con él, demostráis que la tenéis también para con el país que lo ha enviado. El Cielo me inspira para que os diga aquello que es necesario para vuestra evolución; y si no tomáis mis palabras en serio, ¿cómo podréis convencerle de vuestro amor y de vuestro respeto para con él? No podréis, y, al ver vuestra negligencia, el Cielo os retirará su ayuda.

Para atraer la benevolencia del Cielo hay que empezar por el principio: hay que tomar en serio a sus enviados. No sabéis cuántos espíritus se han comprometido a ayudaros a través mío. Sí, millares de

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entidades han venido para haceros evolucionar, y si consideráis todo eso con ligereza, tanto peor para vosotros; yo continúo haciendo mi trabajo, aunque no lo comprendáis. Lo haré a pesar vuestro, y seré yo quien me beneficie. Yo querría que vosotros también pudieseis beneficiaros, pero, sabedlo, eso sólo será posible si empezáis a comprender cuántas entidades y fuerzas están comprometidas en este trabajo de la gran Fraternidad Blanca Universal, y si os decidís a cambiar vuestra vida para participar seriamente en este trabajo.

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28 de Agosto 1980

EL DISCIPULO ANTE EL MAESTRO

La polarización es un método psicológico que hay que saber utilizar.

Cuando dos personas están polarizadas de idéntica manera no se producen buenos resultados. Imaginaos a una pareja, por ejemplo: el marido, encolerizado, grita y gesticula. Si la mujer hace otro tanto, acabarán matándose. Es preciso, al contrario, que ella tenga la inteligencia de polarizarse negativamente, que acepte sin rechistar, que sonría: «Sí, querido, muy bien querido... » Y entonces él se calmará, y hasta comprenderá que ha ido demasiado lejos, excusándose.

Esta ley de polarización concierne a varios ámbitos. Si un discípulo va

junto a su Maestro y en vez de escucharle comienza a disentir, a enfrentarse con él, no puede hacer ningún progreso. Porque el Maestro no insiste cuando ve esto. ¿Cómo queréis verter agua en una botella que ya está llena? El líquido se va a derramar por los suelos y se perderá. Un discípulo inteligente sabe polarizarse: cuando está junto a su Maestro se vuelve receptivo, escucha, recibe las verdades que éste le da y se va enriquecido.

Claro que un discípulo no debe ir junto a su Maestro con el único fin de apoderarse de su saber. También él debe llevarle algo a su Maestro. Diréis: «Pero, ¿qué le puede dar un discípulo a su Maestro?» Vais a ver.

En todas partes, en todos los países, existe la costumbre de llevar un regalo a las personas a las que se visita. Se trata de una antigua tradición basada en una ley, según la cual uno no debe presentarse nunca en casa de los demás con las manos vacías. Siempre hay que salir al encuentro de los demás con el deseo de aportarles algo, e incluso os he dicho, muy a menudo, cuán importante es que no saludéis a nadie por la mañana con un recipiente vacío, ya que le procuráis el vacío para toda la jornada. No penséis que se trata de una superstición de la que los hombres muy evolucionados del siglo veinte deben desembarazarse. No es una superstición, en una ley del mundo espiritual que ha sido verificada con frecuencia.

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Así pues, cuando vais a visitar a alguien, cuidad de no presentaras nunca ante él con un recipiente vacío, y procurad, más bien, cargaros con el pensamiento de todo lo mejor que existe: flores, frutos, oro, luz, bendiciones. Hay que acostumbrarse siempre a dar, y a dar lo mejor que existe para los seres. Evidentemente, no es ésta una filosofía muy extendida entre los hombres; la mayoría saben, sobre todo, tomar; por todas partes a donde van no piensan más que en tomar, y las cosas y los seres sólo les interesan en la medida en que puedan servirse de ellos. Hasta cuando vienen a una escuela iniciática, junto a un Maestro, su deseo es tomar. Y al cabo de algún tiempo, como no hay muchas cosas que tomar - excepto verdades que no les interesan demasiado - se aburren y se van.

Y ahora os daré un método. Pensad que existe en vosotros una tierra magnífica para cultivar, que sois como un jardín en el que cultiváis toda clase de flores y de frutos, y que, al venir aquí, traéis los productos de vuestro jardín para los demás. No podéis todavía imaginaros las sensaciones que vais a experimentar. Debido a este deseo de hacer algo para los demás, las puertas se abrirán ante vosotros, todo os parecerá nuevo y sin cesar haréis nuevos descubrimientos. Cuando queréis dar, aportar algo a los demás, la vida brota en vosotros.

Por eso, cuando el discípulo viene junto a su Maestro, debe tener el deseo de llevarle los regalos de su alma y de su espíritu. N o basta que venga con la intención de recibir la Enseñanza de su Maestro, su sabiduría, su luz; él también, interiormente, debe aportar algo a cambio, si no, no verá nada, no comprenderá nada, y se volverá tan débil y mediocre como había llegado. En Oriente, cuando un discípulo va junto a su Maestro, no se presenta jamás con las manos vacías, le lleva por lo menos un fruto o una flor. Ciertamente que el Maestro no tiene necesidad de ello, pero se trata de una tradición que enseña al discípulo a no esperarlo todo de su Maestro. Lo que el discípulo debe llevar a su Maestro, no es tanto un fruto o una flor, sino un estado de conciencia elevado, porque sólo así podrá beneficiarse de las riquezas de su Enseñanza.

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17 de Julio 1981

EL DISCIPULO FRENTE AL MAESTRO

Muchos vienen aquí conservando un estado de espíritu personal y hasta

anárquico. Y he ahí que yo tengo un lenguaje al que es preciso que os amoldéis. Tengo un diapasón que me da el «la», y si queréis que gocemos juntos de un rato de música, debéis tomar el tono de mi diapasón, y no el del vuestro, ya que todos estáis afinados de forma diferente, y si debo tomar el tono de uno, y luego el de otro, no acabaríamos nunca. Si debo ahora darme a los gustos, a los anhelos, a los proyectos, a los programas, a los deseos, a los caprichos de cada uno, tendrán que pasar siglos para que la armonía se instale. Cuando haya conseguido armonizarme con uno, que posee su longitud de onda personal, ya no estaré en armonía con los demás. Y si vibro solamente en armonía con uno, y después solamente con otro, ¿tendréis acaso la paciencia de esperar hasta el final? Demasiadas longitudes de onda diferentes; es como si cien emisoras de radio se pusieran a hablar a la vez: ¡qué cacofonía!

Entonces, yo veo una solución muy simple: tornar toda la misma longitud de onda, y todo se arreglará. Vosotros mismos comprobaréis los resultados: al salir de aquí sentiréis que todo vibra de otra forma dentro de vosotros, que ya no tenéis inquietudes ni preocupaciones. Porque habréis decidido sintonizaros todos con una sola longitud de onda: la mía. ¿Quiere decir eso que quiero acapararos, hipnotizaros, esc1avizearos? No. Cuando estéis en vuestra casa, vibrad con todas las longitudes de onda que queráis, sois libres; cantad, gritad, aullad tanto corno queráis, nadie puede impedíroslo. Pero, puesto que habéis escogido venir aquí, sintonizad conmigo en aras de la armonía colectiva; ésta es la mejor actitud, la más eficaz... la más económica. Mientras estéis aquí, debéis hablar la lengua de este país.

Si decidís poneros en armonía conmigo, vosotros sois los que os beneficiáis. No os digo esto para hechizaros, para dominaros, sino porque éste es vuestro interés: si todos sintonizáis con mis vibraciones, con mis pensamientos, aprovecharéis mucho mejor vuestra estancia aquí. Porque, corno sabéis, mi única

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preocupación es seros útil, no tengo otra. Cuando vengo aquí, me ocupo continuamente de vosotros. Aunque no diga nada, en mi fuero interno os hablo, os explico todo aquello que necesitáis. Siempre deseo veros felices, en paz, porque para mí la felicidad consiste en ver a todos los humanos felices. Estoy triste cuando no consigo contentaros, eso lo sabéis, pero cuando os veo felices, resplandecientes, vuelvo satisfecho a casa y doy gracias al Creador.

Si no tenéis miedo de poneros interiormente en armonía conmigo, os beneficiaréis, porque, como ya os he dicho, mi único deseo es el de seros útil. Entonces, cuando estamos juntos, aunque no digamos nada, si estáis conectados, armonizados conmigo, tendréis muchas más posibilidades de captar mis pensamientos, de recibir algunas de las partículas que envío al espacio... y de este modo saldréis ganando. Aquellos que han verificado este hecho, están convencidos desde hace años, no hace falta siquiera hablar de ello, saben que esta actitud, esta armonía produce resultados benéficos para ellos.

Cuando estéis en la misma longitud de onda que yo, cuando tengáis los mismos pensamientos, los mismos sentimientos, las mismas preocupaciones que yo, se producirán quizá descubrimientos en vosotros, captaréis nuevas vibraciones, y como no soy más que un conductor - no quiero ser otra cosa que un conductor para que el mundo divino pueda ayudaras a través mío - vuestras preocupaciones, vuestras penas, vuestros problemas, vuestros tormentos desaparecerán. Eso es lo que deseo con todo mi corazón.

En una orquesta o en una coral, todos deben respetar la partitura, así como el ritmo y los matices indicados por el director. Ningún cantante, ningún músico tiene derecho a hacer lo que le plazca, si no, se produciría una cacofonía insoportable. Pues bien, una orquesta, una coral, son símbolos de la armonía que debe reinar entre los seres, una armonía que, desgraciadamente, no se ve por ninguna parte. Todos han aprendido únicamente a hacer lo que les viene en gana, nadie piensa en sintonizarse, en armonizarse con los demás. Y este estado de desarmonía es tan corriente, está tan extendido por el mundo, que hasta cuando entra la gente en una Escuela iniciática, continúa cultivando esta actitud anárquica. Todos quieren hacer lo que les da la gana, y el instructor, el pobre, está ahí, solo, contemplando el desorden.

Hay que comprender, de ahora en adelante, que un instructor es como un director de orquesta: está ahí para que reine la armonía, por eso todos deben armonizarse con él. El representa el diapasón, y cuando todos se hayan acordado,

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serán como arpas acariciadas por el viento que tocan una música maravillosa. Hace falta un diapasón, y éste es el papel de un instructor, los discípulos deben comprenderlo: la razón de ser de un instructor consiste en introducir y mantener la armonía. Mientras cada cual permanezca en su rincón haciendo lo que le viene en gana, nadie progresará.

Pero comprendedme bien: si el discípulo debe armonizarse con su Maestro es porque el Maestro es capaz, a su vez, de armonizarse con la vida universal, con la vida divina. Sí, si no, ¿cuáles son, según vosotros, las preocupaciones de un Maestro?.. Todos los días, varias veces al día, trata de ponerse en armonía con el Cielo, de vibrar al unísono con él, y así puede, después, comunicar esta armonía a sus discípulos.

Yo soy, pues, para vosotros, como un diapasón, y si queréis vibrar en armonía con el mundo celestial, procurad sintonizaros con la filosofía que os traigo, de lo contrario, aunque permanezcáis toda la vida en una Escuela iniciática, no avanzaréis. Habéis venido aquí por vuestra propia voluntad, no os he cogido por el cuello para haceros venir, pero si no tenéis ningún deseo de armonizaros conmigo, vuestra estancia aquí será inútil, aprovecharéis mejor vuestro tiempo yendo a divertiros a otra parte... Sí, ved que ni tan siquiera tenéis claro por qué razón venís a la Fraternidad. Aprended a vibrar en la misma longitud de onda que yo, y veréis cómo todo se transforma en vuestra vida, porque yo estoy armonizado con otros seres más elevados que yo. Si me armonizo continuamente con ellos, es para no cometer errores, para no hacer nada que sea perjudicial para vosotros, porque sé que soy responsable.

Siento que algunos hermanos y hermanas vienen aquí con un sentimiento de temor, de desconfianza. Ni siquiera se dan cuenta, pero en el fondo de sí mismos, tienen miedo de perder su libertad y su independencia, temen debilitarse. Se dicen que, después de todo, nunca se sabe, un Maestro puede hipnotizarles, embrujarles, y después servirse de ellos como quiera. No, en realidad no sabéis hasta qué punto tiene conciencia de su responsabilidad un Maestro. Sabe que deberá responder de todos sus actos ante el Cielo. Así que, el Cielo es quien cuenta para él, no vosotros... Os diré, incluso, que vosotros sois para mí como una obra en la que trabajo, no más. Excusadme por decíroslo, pero es la verdad. Me ocupo de vosotros, os instruyo, os guío, porque el Cielo me ha dado esa tarea, pero cuando hago mi trabajo no pienso en vosotros sino en las entidades del mundo divino a quienes debo satisfacer.

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Alegraos, pues, ya que si fuese al revés, si sólo fueseis vosotros quienes contaseis para mí, y no las entidades celestiales, ya habría cometido muchos errores con vosotros. Pero como en mi cabeza siempre he tenido presente el pensamiento de que existen entidades superiores a las que un día tendré que rendir cuentas, vosotros os beneficiáis. Si me hubiera olvidado de esos seres para no pensar más que en vosotros, habría cometido, sin quererlo, graves errores, porque fatalmente, si uno rompe la relación con ellos, no puede hacer sino el mal. No hay que contar sólo con la inteligencia humana, con la bondad humana: si ambas no están inspiradas por la inteligencia y la bondad divinas, no pueden hacer otra cosa que conduciros al precipicio.

Por tanto, si os digo que vosotros no contáis demasiado para mí, en vez de molestaras, ¡alegraos! Lo importante para vosotros no es saber si contáis o no, sino sentir que os enriquecéis, que os hacéis más fuertes, más sabios, mejores y que sois más felices. Si así es, ¡no os ocupéis del resto! Sabed solamente que, en la medida en que sois parte de mi trabajo, en la medida en que tengo la responsabilidad de instruiros en la verdadera ciencia, de llevaros por el verdadero camino, dándoos lo que yo mismo he recibido, vosotros contáis mucho para mí.

Deseo que de ahora en adelante, vengáis a mí con más confianza. Yo no quiero ni dominaros ni perjudicaras, lo cual no se debe, lo repito, a que tengáis para mí una gran importancia, sino a que sé que tengo que rendir cuentas a unos seres a quienes es imposible engañar. Cuando estáis en una actitud de receptividad y de confianza, puedo inscribir grandes verdades en vuestra alma. Ello ocurre sin que os deis cuenta, pero un día, cuando menos lo esperéis, cuando caminéis por la calle, o estéis en vuestra casa, de un solo golpe aparecerán esas verdades en vuestra conciencia y quedaréis deslumbrados.

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15 de Agosto 1982

UN MAESTRO UN PADRE

¿Os habéis preguntado ya por qué el mundo invisible manda a los

niños con los adultos y no con otros niños? Es para que encuentren en sus padres unos ejemplos, porque sin modelo no se puede crecer, ni instruirse, ni desarrollarse. Pero los padres... ¡qué ejemplos más extravagantes son a veces! No siempre están ellos mismos «modelados» como Dios manda. Y como los niños tienen el instinto de imitar a sus padres, al no estar los padres a punto, tampoco lo están los niños. Los mismos adultos tienen necesidad de un modelo que les sobrepase, sólo que no quieren reconocerlo, se encuentran impecables, perfectos, y con esta satisfacción de sí mismos van hacia la catástrofe.

Y yo, ¿creéis acaso que no tengo necesidad de ejemplos para

conseguir convertirme en lo que anhelo? Sí, desde luego, y como no encuentro ejemplos suficientemente perfectos aquí, en la tierra, los busco en otra parte, en el mundo divino, y por eso progreso todos los días. Pequeños progresos, naturalmente, pero con un poco cada día, en unos miles de años habré recorrido un camino inmenso. Sí, ¡tengo la suficiente paciencia como para trabajar aún miles de años!

El Cielo envía, pues, a los niños junto a los adultos para que tengan un modelo, pero también para que, recíprocamente, los adultos tengan ante sí el ejemplo de lo que deben volver a ser. Un adulto es demasiado grueso, demasiado pesado, demasiado bruto, pero a un pequeño que sonríe, que se ríe... se le abren inmediatamente las puertas. ¡No creáis que con estas explicaciones todos vayan a decidirse desde hoy a ser como niños! No, continuarán como antes, cargándose de pesos, de preocupaciones y de complicaciones, porque no han comprendido nada.

Y yo, ¿por qué sigo manifestándome como un niño? Muchos de los que me ven por primera vez se quedan estupefactos, escandalizados. Dicen:

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«Pero, ¿quién es ese buen hombre? Nos han dicho que íbamos a ver a un Maestro, y vemos a un niño que ríe, que bromea, que agita la cabeza, los brazos, las piernas... » No han comprendido que quiero mantener en mí la niñez. « ¡Pero a veces usted se pone serio, profundo, grave, como un anciano! - Claro, es para variar un poco.» No, la verdad, es que quiero que mi corazón permanezca eternamente como un niño, siempre dispuesto a amar, a entusiasmarse, pero que mi intelecto sea como un anciano de varios miles de años, lleno de sabiduría y de experiencia. Así que, ya veis, el niño y el anciano están ambos presentes en mí, pero cada uno en el lugar que le corresponde, mientras que se ve demasiado a menudo gente que tiene un intelecto pueril, tontarrón, y un corazón viejo y hastiado.

¿Cuál es la situación del niño pequeño? Sus padres se ocupan de él, le dan de comer, le lavan, le visten; no tiene preocupaciones ni trabajos que hacer. Mientras que a los adultos les ocurre lo contrario, todas las cargas, todas las complicaciones, todos los deberes pesan sobre ellos: hay que ganar dinero para abastecer las necesidades de la familia, para darle de comer, para alojarla, para protegerla, y así sucesivamente. Hablo en general; ya sé que algunos niños son maltratados, abandonados, echados a la calle por sus padres, y que algunos adultos, ricos y privilegiados, se pasan la vida tranquila y felizmente. Pero no voy a detenerme en esos casos excepcionales.

Entonces, si buscamos la causa de esta diferencia de situación entre el niño y el adulto, veremos que el niño goza de esta protección porque no puede contar consigo mismo. Como no tiene aún las facultades necesarias para bastarse y conducirse por sí mismo en la vida, permanece bajo la protección de los padres. Más tarde, cuando se siente fuerte, capaz, quiere tomar res- posibilidades, quiere trabajar, imponerse, demostrar sus aptitudes; y entonces comienzan las preocupaciones, simplemente porque debe contar consigo mismo, con sus facultades, su fuerza, su manera de ver. Ser adulto o niño no es, pues, tanto una cuestión de edad como de actitud.

A mí, lo que me interesa, es saber cómo debemos comportamos en la vida espiritual. Considerad el caso de los discípulos e incluso de los Iniciados. Ellos no quieren ser los dueños de su propia vida, disponer de ella y organizada a su antojo; no quieren cortar el lazo que les une al Creador, quieren seguir siendo niños, es decir, obedecer a sus padres

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celestiales, seguidos y realizado todo de acuerdo con sus consejos. Y, puesto que ésta es su actitud, el Cielo se ocupa de ellos, les alimenta, vela por ellos, les protege. He ahí una nueva interpretación de las palabras de Jesús: «Si no os volvéis como niños, no entraréis en el Reino de Dios.» Al hacerse adultos, los humanos se sienten fuertes, libres, ya no sienten necesidad del Padre Celestial ni de la Madre Divina, cortan el lazo que les une a ellos. Pero, a partir de este momento, todas las desgracias se les vienen encima, porque el Cielo ya no se ocupa de ellos: ¡son adultos! Si continuasen siendo niños, es decir, si en vez de alardear continuamente de su independencia respecto al Cielo, sintiesen el deseo de dejarse guiar por él, de seguir sus consejos, de confiar en él y de caminar dando la mano a sus padres divinos, éstos continuarían ocupándose de ellos y estarían protegidos.

No se trata de no alcanzar la fase adulta, sino de conservar, al mismo tiempo que nos convertimos en adultos, una actitud de niño para con el Cielo, de mostrarse obedientes, sumisos, llenos de amor. Y el Cielo, al ver a este ser, no le abandona, le envía su ayuda, su luz. El Cielo sólo vendrá a ayudaras si sois niños. « ¡Sí, pero yo ya soy un anciano de noventa y nueve años!» N o importa, las entidades sublimes no se fijan en vuestras arrugas, vuestra barba o vuestros cabellos blancos, no miran el calendario oficial: ven que sois un niño adorable, que vuestra actitud es la de un hijo de Dios, de una hija de Dios, y os hacen entrar en el Paraíso.

Me encuentro con muchos chicos y chicas que tienen una confianza tan grande en su razonamiento, en su saber, en sus puntos de vista, que no aceptan consejos de nadie. Aunque se trate de un Maestro, no le escuchan. Y yo, sólo con ver esta mentalidad, ya sé que les esperan grandes problemas y que no están preparados para afrontarlos y resolverlos correctamente. Porque tienen, sencillamente, una mentalidad de adultos: en vez de ser como los niños que, conscientes de su ignorancia y de su debilidad se fían de sus padres, buscan sus consejos y los siguen atentamente, cuentan de manera absoluta con sus opiniones. Pues bien, esos chicos y chicas ya se han vuelto demasiado viejos: van al encuentro de grandes desilusiones y de grandes sufrimientos.

Diréis: «Pero ¿hasta cuándo debemos conservar esta actitud de niños?» Hasta que os hayáis vuelto tan puros y luminosos que el Espíritu Santo puede venir a instalarse en vosotros. Cuando el Espíritu Santo se

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instala en el hombre es cuando éste puede considerarse verdaderamente adulto. Dios no ha hecho las cosas de forma que el hombre continúe siendo un niño durante toda la eternidad. Esos dos períodos, la infancia y la edad adulta, han sido previstos por la inteligencia cósmica: debemos ser niños durante un cierto tiempo, hasta la madurez. Simplemente, esta madurez no está en donde la sitúan los hombres: se creen mayores porque tienen veintiún o dieciocho años, pero aún no tienen la mayoría de edad de la que os hablo. Incluso a los noventa y nueve años muchos no son aún verdaderamente maduros: no tienen ninguna madurez espiritual.

Cuando un ser ha recibido el Espíritu Santo se vuelve verdaderamente adulto, y entonces camina con la luz, ve claro. Únicamente este adulto es reconocido como tal por el Cielo. Los demás todavía no son más que niños recalcitrantes. Sí, todos aquellos que no han adquirido aún esta madurez espiritual son considerados, arriba, como bebés. Por tanto, eso está claro. El hombre no está condenado a seguir siendo eternamente un niño, pero, mientras que no haya recibido la luz, el Espíritu de Dios que aporta todas las riquezas, debe conservar una actitud de niño, es decir, debe continuar siendo siempre obediente, humilde, atento para con el Cielo. Por otra parte, cuando veáis a gente metida en grandes dificultades, es muy sencillo, ésta es la prueba de que todavía no son más que niños desobedientes, porque los verdaderos adultos ya no sufren: siempre están en la luz. Pero, todos aquellos que no han querido conservar esta actitud de niños hasta su madurez y que se han vuelto prematuramente adultos, esos, evidentemente, sufren.

Entonces, ¿qué hacer, ahora? Pues bien, es muy sencillo: mientras que no seáis adultos, debéis pedir ser iluminados y guiados por vuestros padres celestiales. Cuando éstos vean que sois cada vez más fuertes, resplandecientes, luminosos y llenos de amor, decidirán daros vuestra mayoría de edad: y el Espíritu de la luz no cesará de iluminaras y de inspiraras. Pero, mientras no hayáis sido reconocidos como adultos por el Cielo, debéis actuar como niños humildes y obedientes para poder entrar en el Reino de Dios.

Sólo que, comprendedme bien: cuando digo que hay que ser humilde y obediente, quiero decir para con el Señor... no para con los hombres. Porque, a menudo, se ha comprendido que había que obedecer y someterse a cualquiera. ¡Y cuánta gente obedece a los tiranos, a los ricos, a los

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poderosos, a los verdugos! No, se trata de ser fieles, adictos, sumisos y obedientes tan sólo a los principios divinos.

La vida espiritual comporta períodos de transformación que marcan el paso de una etapa a otra, al igual que en la vida fisiológica y psicológica vemos, por ejemplo, que se produce la pubertad o la menopausia. Estas transiciones no se manifiestan de una manera tan aparente en el plano espiritual, pero son muy significativas porque producen grandes cambios en el mundo interior. Así pues, al igual que en la vida física se produce la transición de la infancia a la adolescencia, y después a la edad adulta, también está prevista esta transición en la evolución espiritual. Debemos continuar siendo niños mientras no hayamos alcanzado una madurez de adultos. Pero después, una vez seamos adultos, ya no es el momento de seguir comportándonos como niños.

«Si no os volvéis como niños, no entraréis en el Reino de Dios», estas palabras de Jesús son fáciles de comprender. El día en que dejáis de confiar en el Padre Celestial, en la Madre Divina, en que dejáis de amarles, de abandonaros en sus manos, comenzáis a sentir las cargas de la vida, la miseria, la fealdad; estáis hastiados, ya no tenéis esa alegría del niño gozoso, despreocupado, que juega y canta; os volvéis arrugados, apergaminados, porque tenéis demasiado peso sobre vuestras espaldas. Pero si a pesar de los deberes y de las cargas el adulto que sois quiere continuar siendo un niño celestial porque sabe que arriba tiene unos padres que le quieren, entonces se abre, se vuelve sonriente, hermoso, luminoso.

¿Está claro ahora? Entonces, de ahora en adelante no tenemos otra cosa que hacer que convertimos en hijos del Cielo, porque sintiendo el amor de nuestro Padre y de nuestra Madre, su presencia, su ayuda, estaremos continuamente amparados, protegidos, animados, iluminados. Mientras que todos aquellos que se creen ya lo bastante fuertes para poder permitirse cortar el lazo con el Cielo, se sienten desgraciados, abandonados en el frío y en la soledad. Cuando veáis a un hombre agobiado, aplastado por las preocupaciones, podéis decir: «Este se ha vuelto adulto antes de tiempo y debía, aún seguir siendo un niño».

Comprended que os interesa venir con más frecuencia junto a un Maestro para adquirir esta nueva manera de ver las cosas. De la misma manera que necesitáis de un padre, también tenéis necesidad de un

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Maestro, porque un Maestro es una forma distinta de padre. Diréis: «Pero no vale la pena, ¡ya tengo un padre! Sí, desde luego, pero, ¿acaso puede él enseñaros todo lo que os enseña un Maestro?

Hay tres seres a los que el discípulo tiene necesidad de amar y de respetar para avanzar en el camino de la evolución: al Padre Celestial, a fin de colmar su necesidad de amor divino, al sol, para aprender el sentido de la universalidad, y, finalmente, a un Maestro para iluminar su inteligencia. Esto era lo que se enseñaba en todas las Iniciaciones del pasado.

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Conferencia del Maestro

OMRAAM MIKHAËL AÏVANHOV Sèvres Día de Pascua de 1984

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COMO COMPORTARSE CON SU MAESTRO

Pregunta: Como debe comportarse un discípulo con su Maestro?

Para explicar la creación del mundo, los hindúes explican que un

inmenso pájaro llamado Kalahamsa, el pájaro cósmico, puso un huevo y este huevo era el universo. ¿Por qué un huevo? Porque el huevo es un símbolo fundamental. Esta leyenda se encuentra bajo distintas formas en todas las religiones. La fiesta Cristiana de Pascua en la que se intercambian huevos, es una prueba de ello (Tradición en los países Slavos. Centro y Sur de Europa se

celebra con un huevo grande de chocolate y en Italia la Paloma con el huevo). La cascara del huevo representa el plano físico, el blanco representa el plano espiritual, el alma, y el amarillo, donde se encuentra el germen, representa el espíritu y este espíritu se alimenta del blanco, el alma al que debe después romper la cascara para poder salir. Y es así, como el discípulo debe desarrollarse. Pero para ello es necesario que una gallina lo incube... es decir calentarlo. Y eso es lo que sucede con un Maestro, quién a través de su amor, su paciencia, sus sacrificios, despierta el calor en el interior del huevo. – Todos aquellos que se imaginan poder salir de su cáscara sin ayuda externa, sin Maestro, se equivocan, es necesario un Maestro que venga a romper un trozo de cáscara para que el discípulo pueda finalmente salir.

He aquí queridos hermanos y hermanas, un huevo, huevos, esto es la lengua fracesa porque no decir huevos? Un huevo, unos huevos. ¡Entonces! (Esto es un juego de palabras en la lengua francesa que no es posible traducir- Un oeuf des oeux)- Si esta es la leyenda que poseen los hindúes y que es muy significativa; un huevo. Todo salió de un huevo. Por otra parte, todos los biólogos, todos los naturistas han observado que en la naturaleza casi todas las criaturas, se reproducen a través de huevos. Evidentemente, de distintas dimensiones, distintos colores, distintas medidas, pero siempre.... hay huevos. Por lo tanto los huevos tienen una importancia inimaginable. Incluso en el pasado,

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había filósofos, no creo que ahora, los haya, pues, están ya cansados de plantearse incesantemente la pregunta de ¿quién existió primero, el huevo o la gallina? Algunos decían: era el huevo porque el huevo ha creado a la gallina, si pero sin la gallina el huevo no existe, por lo tanto era necesario una gallina primero. Sí, pero ¿Cómo hizo, cómo nació? ¡A través de un huevo! Ya veis pues que con este juego de palabras, no llegaríamos nunca a solucionar este problema. Y si me pedís a mí de resolverlo, os diré que yo tampoco conozco la solución. Pero, a mi me parece, que los dos existieron al mismo tiempo. Si no hubo primero una cosa, fueron las dos a la vez.

Ahora, incluso en Pascua, ya veis porque, no sé si en Francia existe esta costumbre, pero en Bulgaria, en los países eslavos, cuando en esta fecha de Pascua se intercambian y se dan huevos, hay realmente una competición. Hay que golpear, un golpe seco uno sobre otro, el que se rompe es el vencedor. Uno aguanta el huevo y el otro da el golpe. ¿De dónde viene esta actitud? pues bien es simbólico, claro está, para hacer salir el pollito, no hay pollito, pues en este caso, el huevo está cocido, pero es simbólico, y sigue todavía esta costumbre, es algo extraño. Se distribuyen así, se dan huevos y los golpean, Si. Se hacen trampas también, aquí también, que queréis, hay huevos artificiales que son sólidos, irrompibles y entonces se consigue romper los huevos de los demás.

Y con ello, observad, es algo interesante el huevo incubado por la gallina, la madre gallina, hay muchas madres gallinas, sabéis, ¡Cuántas madres gallinas hay! Si no lo rompen con el pico, el pollito morirá dentro y ellas son conscientes de los días necesarios para hacerlo, tres semanas exactamente, es algo curioso. ¿Y cómo las gallinas saben los días que han transcurrido? Yo creo que tienen un papel y se lo apuntan…Un papel, un calendario en algún lugar, lo consultan. Y como podéis ver qué instinto deben tener para saber exactamente cuándo hay que golpear la cascara para hacer salir al pollo. Pero dejemos esto a los biólogos a todos los que cuidan de las gallinas de los pollitos y hablemos un poco de esta comparación que se da aquí, el que un Maestro hace lo mismo y ya veis que no se piensa en ello. Existe sin embargo un paralelismo una correspondencia. Claro está, no sucede del mismo modo que en los gallineros...

Pero ¿qué es un verdadero Maestro? Pero uno verdadero. Porque existen muchos maestros, o que se llaman o se hacen llamar, Maestros; sí dicen que son unos letrados unos eruditas.

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Saben muchas cosas quizás, pero no son desinteresados, quieren ganar dinero, o ser celebres: cuidan su prestigio, su gloria, ser recibidos etc.- ya lo hemos hablado en conferencias precedentes, en antiguas conferencias, y os he dado un criterio para no equivocaros nunca a este respecto. Ya que en América, sabéis que yo he estado en América, cuando estaba en América, lo comprendí todo. Constaté que los humanos no tenían este criterio, seguían a todo aquel que se decía Maestro y que abría, no es cierto, una tienda, y pedía mucho dinero, y como la gente no está instruida, dan su dinero y sufren no se sabe exactamente que, digamos que para convertirse en grandes iniciados, incluso dicen en tres días, ah¡ sí, sí en tres días, eso dicen… . Qué diferencia con nuestra escuela, aquí, años y años, se sufre, se es desgraciado, se embrolla todo y aun no se consigue ser un iniciado, mientras que allí en tres días, todo listo. Si queréis, podéis ir, a comprobarlo vosotros mismos. Ha ocurrido con ya con algunas de nuestras hermanas americanas y son ellas las que me lo han revelado. ¿Y por qué la gente es tan ignorante? ¿Es que nadie les ha instruido para que tengan el suficiente discernimiento?; no se plantean la pregunta de ¿dónde viene este buen hombre?, donde terminó su iniciación y quien le ha enviado?. Pues bien es el mismo quien se ha escogido, él mismo, pero esto no debe ser así. Hay que ser enviado por alguien que os haya verificado, que os haya puesto a prueba y que sea un clarividente, que sepa lo que hay en vuestro vientre e incluso vuestro futuro, lo que vais a hacer en el futuro. Si no es así, ya veis los maestros pululan por ahí, Maestros que ellos mismos se han llamado Maestro, y es por dinero. Ya veis por lo tanto el motivo por que haya tan pocos Maestros verdaderos, hay muy pocos. Trabajar gratuitamente, soportar todos los inconvenientes, problemas, sufrimientos, criticas, malentendidos, hay que ser verdaderamente muy evolucionado muy experimentado, sino cualquiera puede desmoralizarse, puede abandonarlo todo, huir. Es muy difícil ser un Iniciado, un Maestro, sobre todo actualmente.

Cuando acabo de leer que en muchos países, incluso en Francia, en Alemania, y en América, hay tantas violaciones a niños, niñas, de cuatro años, cinco años, seis años, Y a menudo, son los propios padres los que violan a sus hijas. Hay millares y millares de casos ahora y todo el mundo está horrorizado, recorren incluso a la justicia, pero la justicia no sabe como juzgarlos, algunas veces actúa con clemencia, otras con severidad ya que los casos son siempre tan distintos. Pero es inaudito, millares y

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millares, centenares de millares de niños son actualmente violados. Esto prueba que realmente se está en el Kali-Yuga, Kali--yugue, todo es desvergüenza, todo es esta por los suelos, toda esta.... no hay ya nada sagrado, nada, no hay moralidad, y a que se debe, al materialismo, es la filosofía materialista que ha traído estos acontecimientos, porque es ella la que ha matado, ha suprimido, ha borrado el lado moral de la reencarnación, del karma….

Y como se ha construido su futuro para las encarnaciones, todo se ha suprimido. Y cuando se han suprimido estas grandes verdades, que queréis, es normal, es natural le dan a la naturaleza inferior una salida con la posibilidad de manifestarse con todas sus fuerzas. Y he aquí que solamente la personalidad es la que se manifiesta caso en todas partes.

Los humanos encontraran un día, comprenderán un día, son muy lentos, muy duros de comprender que hace falta una Enseñanza como la nuestra para remediar estas circunstancias, estas condiciones, de lo contrario será peor, queridos hermanos y hermanas. Llegará un día que no podréis salir de casa. ¡Habrá tantos estragos , tantas amenazas, tantas violaciones tantas …. Nunca estaréis seguros en ninguna parte, habrá incluso guerras civiles. Entonces sin esto… hay que comprender que nuestra enseñanza es algo que puede salvar el mundo. Pero si queréis verdaderamente, verdaderamente trabajar, para propagar esta luz. Ya que es para el bien del mundo entero, no solo para vosotros , para vuestro bien, para vuestro futuro es formidables, se hace algo extraordinario , celestial, porque la situación actúan es terrible , como nunca. Pero hay muchos hermanos, hermanas, que no se dan cuenta porque? Porque ignoran. No leen no piensan, están bien en su pequeño rincón y creen que en el mundo entero hay tranquilidad, paz, alegría, felicidad, ¡Si supieran lo que ocurre tan solo cada cuatro minutos, cada cinco minutos en la tierra. Si, violencias, asesinatos, incluso he visto a centenares de niños de diez años, en Irán, pues bien movilizados como soldados para después mandarlos, para ser muertos, millares de niños de diez años. Pobres, como pueden… como pueden... Hay un verdadero derrumbamiento de la situación, es inaudito, todo es diabólico, todo es horrible, es por esta razón que yo os pido de aumentar, de ampliar el deseo de propagar esta luz. Porque ya veis, yo no puedo. Yo solo no puedo. Vosotros sois más numerosos que yo, yo hago lo que puedo. Pero de aquí a algún tiempo quizás llegara el momento en que

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podré hablar, quizás, en la televisión, sin embargo vosotros podéis si queréis hacer mucho más conmigo.

¿Qué es un Maestro? La gente no se da cuenta, por otra parte no piensan nunca lo que es un Maestro, lo que puede representar para ellos un Maestro. Está ahí, sí está ahí,… pero por donde ha pasado, cuantas encarnaciones ha necesitado, cuanto dominio, cuanta comprensión, cuanto ha estudiado, cuanto ha ayudado a otros, cuanto amor…. La gente no se da cuenta. Y cuando ahora me dicen en sus cartas: ¡Oh Maestro, espero, creo que me volveré como Vd. dentro de algunos años. “Oh, yo lo deseo, deseo que haya millares de Maestros en la tierra, pero esto demuestra que no se dan cuenta de lo que es un Maestro, de lo que representa realmente “es fácil…” hacer imaginaciones. Hacen falta varias reencarnaciones, muchas encarnaciones, no se dan cuenta. Sí, pero no se hace con solo desearlo, desearlo, todo el mundo lo desea, pero poder realizarlo, es lo más difícil: desearlo, pedirlo, esto todo el mundo puede hacerlo, es fácil, instantáneo, todo el mundo puede, pero manifestarlo en el plano físico, ser correcto, ser justo ser, generoso, ser clemente, ser misericordioso, perdonar a sus enemigos, incluso ellos, incluso los peores, esto es lo más difícil. Hay muchos hermanos y hermanas que dicen: Yo quiero volverme como Vd. “está bien desearlo, que lo intenten, si es fácil, si, si, si, fuera posible. Yo no quiero decir que sea el único, no, no, no, Jamás he dicho esto de mí. Que fuera el único, que no haya otro más que yo, como yo, no, no, no. Eso yo no lo he dicho nunca.

Tan solo hay que tener esto sí ¡Una idea clara de lo que es un Maestro sí hay muchos que quieren vivir, que quieren … que creen vivir…. existir, sin Maestro, se dicen: ¿Por qué hay que encontrar un Maestro yo mismo soy el Maestro, ¿un Maestro?. Pero si fueran seres evolucionados, podrían analizarse y preguntarse el motivo por el que no quieren un Maestro. Pues bien es porque un Maestro es terrible, os obliga, os impide hacer idioteces, estupideces, ¡No es verdad? Y la gente quiere ser libre para actuar a su antojo, este es el motivo por el que no se quiere tener un Maestro y los que si quieren es porque se dan cuenta que solos no pueden llegar, tienen necesidad de un instructor que haya constatado muchas cosas, que haya experimentado muchas cosas y que conozca el camino, esto lo facilita todo. Pero los otros que quieren seguir con sus pasiones, no quieren

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los Maestros, no piden poder tener un Maestro, ¡Ellos mismos son los Maestros! Sus maestros y muy a menudo se estrellan, por no decir siempre.

Incluso, incluso, la mayoría no sabe cómo deben comportarse con un Maestro, no saben nada sobre la forma de comportarse. Como pensar sobre él, como considerarlo, sobre todo como actuar, para acelerar este adelanto, esta evolución, no saben. Si no se lo revelo, ellos solos no lo encontraran, se comportan, de una forma…incomprensible….

Yo no me he quejado nunca, nunca lo he dicho, pero hay algunos que

actúan de una forma, no lo diré de palabra, pero …. Y es por ello que no progresan. Hay que saber cómo comportarse. Cómo comportarse con un sinvergüenza, como comportarse con un truhán, con un jefe, un director, un presidente, un rey, pero como comportarse con un Maestro no lo saben. Con los otros saben cómo hacerlo, como llevarles regalos como inclinarse, como saludarles, como llamarles por sus títulos, ya me comprendéis, Señor Presidente, Señor Tal ….esto si saben hacerlo, pero con un Maestro…. ¿Y a que es debido?. A que nunca han reflexionado sobre este punto? Según vuestro comportamiento ganáis al Maestro o lo rechazáis porque él también razona, reflexiona y dice: “Este necesita siglos por lo que no tengo obligación de ocuparme de él” Se ocupa de otros que son más inteligentes, más razonables, más activos, mas dinámicos, y a los otros los deja de lado para que sea la vida quien se encargue de darle lecciones.

Por lo tanto, incluso un Maestro escoge, reflexiona, acepta o no

acepta. Ya veis. Es pues según el comportamiento de cada uno, como los Maestros se abren o se cierran, tienen este derecho, y de allí provienen muchas cosas, si, buenas y malas. He aquí el porqué de esta página, ya que si esta página no me hubiese sido presentada hoy, yo no habría hablado de este tema. Ya veis desde cuarenta y seis años no había nunca hablado de este tema. Cómo comportarse, como pensar, como considerar, como amar, como imaginarse. Pues bien cuando yo era joven ¿Cómo encontré yo las formas, los métodos, los medios, de cómo debía comportarme con el Maestro Petar Deunov? El maestro Petar Deunov ¿Quién me lo había revelado? Nadie, porque yo veía, había muchos más como yo a sus alrededor y veía como se comportaban, pero yo tenía una forma única. Fue después cuando lo supe, que vi qué nadie había encontrado esta forma, la mía. Y así, me convertí en lo que soy - no mucha cosa - fue gracias a esta

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forma, a esta manera, a este comportamiento. Si pues hay muchos que no saben cómo comportarse e incluso consiguen más bien provocar, despertar, estimular, desencadenar, poner en marcha el lado negativo de los demás, sin darse cuenta, sin saber muchas veces que hablando del lado negativo, la gente que no es muy fiel, no es muy cauta o prudente, de guardar nada para ellos mismo, van a decirlo a la persona, a contarlo, incluso ampliaran, añadirán, lo aumentaran y después ya tenéis historias y hasta tragedias. ¡Ah! El comportamiento es algo muy importante. Y os puedo

Asegurar que si algunos son muy desgraciados, no tienen éxito, no triunfan, es porque no tienen…. No se comportan bien, se cierran todas las puertas. ¿Y porque son tan ignorantes, tan ciegos de no ver que todo depende de nuestro comportamiento?

Yo he encontrado muchos medios para…. Suponed ahora que hay

alguien que me detesta, con razón o sin razón, bien y para neutralizarlo, si, le mando a alguien cerca de él, para que le digan “Oh he oído al Maestro hablar de ti, y ha dicho cosas formidables, magnificas, extraordinarias sobre ti “Y el otro abre los ojos, no lo cree, no lo puede creer”, “Si, si yo estaba allí y lo he oído, te aprecia, te estima” . En este mismo momento, ya está neutralizado, habéis conseguido neutralizarlo, cambiarlo y vendrá a verme con amor. Y como es que no se conocen estos métodos. Diréis que esto es ¡decir mentiras!. Y porque la Inteligencia cósmica ha creado las mentiras, hay una razón sin embargo. No nos gustan las mentiras, si pero os puedo decir; “Decid mentiras y seréis creídos, decid verdades y seréis cocidos”. (Aquí un juego de palabras del francés) y es verdad, esto es verdad, crudo, cocido, funciona. Por los tanto queridos hermanos y hermanas, ¿Por qué no intentáis neutralizar el mal, cambiarlo, utilizarlo ¿Siempre calumniando, blasfemando, hablando, criticando siempre. Cuando si actuáis así, es algo que revierte sobre vosotros. Ya que la persona no podrá perdonarlo, no podrá digerirlo, cada uno tiene su personalidad, sin embargo, cada uno tiene una pequeña ambición, partidos tomados, esto quiere decir…. Y ¿Por qué siempre hay que crear, desencadenar, provocar la hostilidad?. Porque se es orgulloso, se está contento, se es fuerte, se es poderoso, si, pero después se empieza a llorar, se es desgraciado, se encuentra uno por los suelos, ya no se es fuerte, la fuerza consiste en otras

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cosas, cuando hacéis el bien, es cuando tenéis fuerzas formidables, si el bien os da fuerzas y confianza en vosotros mismos.

Y un Maestro, uno verdadero, uno verdadero es el que ha pasado ya

por muchas pruebas, como en la India, en Egipto, os he dado conferencias varías de cómo el discípulo se comprometía a entrar en las pirámides para ser iniciado, y como pasaba a través de terribles pruebas, si, terribles. (ver OM-39 Las Iniciaciones en Egipto) Después de haberlas vencido, se convertía en un Maestro. Se le glorificaba, y si era un extranjero, volvía a su país, abría escuelas, si como Orfeo, por ejemplo, y Pitágoras también, entonces, evidentemente, no es fácil, se comprende, pero vale la pena pasar por todas las pruebas, porque la vida no perdona a nadie, si la vida, trae incluso, a todo el mundo, grandes pruebas. La gente grita, quiere una vida suave, si pero así no os convertiréis en nada interesante. Es con las dificultades, con los inconvenientes, con los tormentos que el espíritu se despierta y se hace fuerte.

Observad, tomad por ejemplo, la pólvora. La pólvora, rellenad un

cañón, un fusil, al igual que se hacía antiguamente con la pólvora. La apretáis, la atormentáis, le impedís ser libre, pues bien, gracias a esto hace grandes explosiones. Dejadla en libertad, encendedla, y dirá: “Uff” eso es todo, si solo un poco de humo y nada mas.. Si, existe la misma ley. Yo no quiero ir muy lejos, muy lejos, porque la gente practica todos los días muchas cosas, pero no han comprendió nada ¿Tengo que hablaros a este respeto en el terreno sexual también? ¿A que es debido a que los hombres prefieren a que haya algo que le apriete su aparato para funcionar, ya que si no, no funciona demasiado? ¿Por qué? Nadie ha reflexionado sobre este punto, porque la naturaleza ha creado estas cosas, para instruir para enseñar, pero no, los humanos no han aprendido nada, no entienden nada. ¿Por qué es así, pues por que tiene que estar apretado, y porque la mujer lo aprieta? Pues para ¡Para que explote! Pero se pide a la vida corriente y no existe esto, nada que le apriete, entonces, será solo “Uff” así es la vida.

Queridos hermanos y hermanas estáis estupefactos, ¿No es verdad?

Y como es que alguien que no practica lo sabe todo y vosotros que lo practicáis todo no sabéis esto, no pensáis en ello tampoco. Si mis queridos hermanos y hermanas, el comportamiento, todo está ahí, dejadlo todo a un

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lado ahora, dejadlo todo, incluso los negocios, las ganancias, esto, lo otro…. cómo comportarse, si y todo se arreglara, si cómo comportarse con el sol, con las estrellas, con el universo, con los árboles, con la tierra, con los humanos después, si e incluso con los espíritus de la naturaleza. ¿Les habláis acaso cuando vais a la roca?, a los gnomos, a las ondinas , a las sílfides y a las salamandras que están, que están ahí ¿Pues bien no, no pensáis en ello, pensáis en las penas, en vuestras tristezas, en vuestros asuntos, pero cuando están ahí es porque os pueden ayudar y si no os ayudan es porque vosotros lo ignoráis, hay que hablarles, tenéis que hablarles y entonces os escucharan y os ayudaran . Y esto tampoco sabéis como debéis de hacerlo, que comportamiento hay que tener con toda la naturaleza, se actúa, pero con una actuación horrible, porque se creen que son alguien importante, porque se creen que porque han leído libros, porque tienen dinero, porque están bien situados en el mundo…. Pobre humanidad ….y un día son asesinados. Pero he aquí como comportase, incluso con un gran Maestro, si porque gracias a él, muchas cosas pueden ser despertadas pueden nacer, como el pollito, porque, el Maestro sabe romper la cascara. ¿Cuantas cascaras he roto hasta ahora? No tenéis ni idea. ¿Por qué creéis que esta ahí el bastón? (El Maestro muestra su bastón que siempre

lleva en sus manos) Es para romper las cascaras, si. Gritan un poco, pero después cantan así, como los pollitos, es adorable un pollito. (El Maestro bromea).

¿Os acordáis que hace tiempo os revelé lo que era un Maestro, un

Maestro es el que os pone en el mundo, un verdadero Maestro, acepta el llevaros en su vientre durante nueve meses, hablando simbólicamente, para haceros nacer una segunda vez, esto es el 2do nacimiento, pero los hombres no lo saben. Y si me preguntáis: ¿Hay Maestros en el mundo invisible? ¿Podemos prescindir de los Maestro físico? Si., si, si, Y si os digo que incluso hay Maestros para los criminales, no lo creeréis. Sí, hay Maestros ya sea en el plano físico o en el plano invisible que les aconsejan que les inspiran, el modo de hacer los crímenes. Pero los humanos, no son conscientes de ello, no lo ven, pero tienen Maestro, de estos sin saberlo, los obedecen sin saberlo instintivamente, si. Y si no los escucháis en el plano físico, pero amáis tanto la luz, tanto la pureza, tanto el Señor, entonces hay Maestros que vendrán a buscaros para instruiros. Sobre el mundo invisible, allí constatareis todo esto. Hay muchos Maestros, incluso en Jámbhala, hay un lugar, allí, en la india, Jámbhala, donde hay muchos

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Iniciados. Y yo estoy unido a ellos, ya cuando tenía quince años, dieciséis años pero entonces de forma muy fuerte.

Y ahora vais a ver lo que es esta unión, lo que es el vínculo que os

une al Maestro. Esta conferencias os explicara que vinculo se forma con muchas cosas, solo que no se sabe cómo romperlas si son negativas, si. Es por lo que no seguiré a pesar de que este tema es muy rico, muy amplio, sobre los Maestros.

Centre OMRAAM Institut Solve et Coagula

Reus


De difusión de la obra Del Maestro OMRAAM En lengua Española


30 de Agosto 1984

LA DIMENSIÓN DE UN MAESTRO

No debéis venir a la Fraternidad por mí, sino por la Enseñanza, porque la

Enseñanza es rica, vasta, infinita. Si venís por mí, porque un día os sonreí, cuando suceda que, por casualidad, no lo haga, ya no vendréis. Y eso no es serio. Un Maestro está ocupado, sobrecargado incluso, y no siempre tiene tiempo de miraras y de sonreíros. Los discípulos no deben esperar eso de él, porque entonces, acabarán por perder a su Maestro y a la Enseñanza. ¿Qué puede hacer un Maestro por un discípulo que sólo se encariña con su persona y en absoluto con sus ideas? Cuando siente que su discípulo no piensa en otra cosa que en acapararle, en absorberle, sabiendo cuán peligroso es esto para él, hace todo lo posible por alejarse, por escapar. Mientras que si ve que el discípulo viene por la Enseñanza, le ampara, le ayuda, y así ese discípulo inteligente se gana a los dos: a la Enseñanza y a su Maestro. Ved cuán claro es; si queréis acercaros a mí, aferraos a la Enseñanza.

Cuántas cartas he recibido en mi vida de ciertas mujeres - que poseían, por

lo demás, grandes cualidades, no lo niego - a las que se les había metido en la cabeza una idea extravagante querían, a cualquier precio, casarse conmigo. Por mucho que les decía que ya estaba casado, que la Fraternidad Blanca Universal es mi mujer, mi novia, ¡no había forma! Se lo explicaba amablemente (aunque algunas veces se me agotaba la paciencia), pero no llegaban a comprender que no podía. Y, os lo digo francamente, cuando veo que algunos hermanos y hermanas se encariñan solamente con mi persona, tengo miedo, porque conozco todas las complicaciones que me esperan por este lado, y hago todo lo posible para a1ejarme. ¿Cómo hacerles comprender que piden algo imposible y peligroso?

Cuando se sabe leer el libro de la naturaleza viviente, se comprende que si el orden y la armonía reinan en el universo es, simplemente, porque el.so1 está ahí, en el centro, y permanece en él. Por eso, un Iniciado, un Maestro, que es responsable de la evolución de tantos hombres, debe mantener, de vez en cuando, una pequeña conversación con el sol: «Escucha, querido sol, ¡hay tantas

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personas que me quieren y que desean atraerme! ¿Qué me aconsejas tú? ¿Qué debo hacer ?» El sol le responderá: «Mírame y haz como yo. Los planetas también me quieren mucho, dan vueltas a mí alrededor, pero yo permanezco en el centro, no me desplazo para ir hacia uno u otro. Y, sin embargo, me dicen: ¡Oh, querido sol, si pudiera acurrucarme junto a ti, si pudiera abrazarte!... Ven conmigo... » Pero yo reflexiono y pienso: También yo les quiero, e incluso diré más; el amor de todos estos planetas reunidos no se puede comparar con la inmensidad de mi amor, porque en mi amor no hay interés alguno, sino únicamente luz, calor y vida. Pero por su bien debo mantenerme en mi puesto, y no correr tras ellos, si no, se produciría un cataclismo universal. Es necesario que permanezca en el centro para mantener la armonía, la vida y la felicidad por todas partes en el universo. Así que, Tú también, haz como yo, nada te impide amar a todos los seres humanos, darles luz, inspirarles, levantarles y llevarles hacia las regiones celestiales, pero no debes abandonar el centro. - Sí, ¡pero me lo piden! ¡Vaya! responderá el sol, si ahora te pones a contentar los deseos y los caprichos de cualquiera, ¡todo se desplomará! ... »

Una Escuela iniciática es como un sistema solar: en ella se encuentran numerosos planetas, y hasta cometas, que desgraciadamente se acercan y después se alejan... Y el Maestro, que está en el centro como el sol, debe permanecer en el centro: da su fuerza, su calor, su luz, sus bendiciones, sus ideas, pero no se desplaza, permanece en el centro. Algunos, que ignoraban que su decisión podía provocar una verdadera catástrofe, aceptaron a una de sus discípulas por esposa, y los demás discípulos, viendo que su Maestro se casaba, le abandonaron. Los Maestros que actúan así no son verdaderos soles: simbólicamente, son más bien lunas... ya que, en su sentido simbólico, la luna es más influenciab1e, más inestable, más sentimental, y está más atraída por la tierra. Ha habido ya varias lunas en nuestro sistema solar; los continentes son lunas que cayeron sobre la tierra... Quizás no me creáis, pero ello está escrito en los archivos de la Ciencia iniciática.

Los Iniciados que tienen el lado lunar muy marcado, es decir, una emotividad y un sentimentalismo muy desarrollados, son atraídos por los humanos, cambian de lugar, abandonando el centro. Sin embargo, los verdaderos soles razonan, reflexionan, y permanecen inmutables. Ello no quiere decir que sean fríos, helados, egoístas, no; dan su amor, su luz y sus fuerzas, pero mantienen su lugar en el centro. E incluso ante las muchachas más encantadoras,

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y ante las princesas, permanecen inmóviles; dicen: «Os enviaré mis rayos, os daré mi afecto, pero dejadme continuar donde estoy. »

Aferraos únicamente a la Enseñanza que os traigo, y estaréis continuamente conmigo. Cuando veo un alma que trabaja para la luz, me siento atraído hacia ella como las mariposas por la luz de una lámpara. Pero sólo si trabaja para la luz. De lo contrario, no hay nada que hacer, ni las promesas, ni las amenazas me harán ceder. Me gustan la luz, la belleza, la pureza: si trabajáis con esas cualidades yo estará continuamente con vosotros, mi pensamiento estará con vosotros para ampararos, para ayudaros, para protegeros. Pero si veo que queréis acapararme sólo para vosotros, sin dejar nada a los demás, ante este egoísmo y esta incomprensión, tengo miedo y hago todo lo posible para escapar de vosotros. No debéis venir aquí para acapararme, sino para instruiros y para trabajar.

Mientras me busquéis solamente en el plano físico, sabed que nunca podré satisfaceros porque no tengo tiempo material de ocuparme físicamente de todos vosotros. Cuando os veo, puedo daros una avellana, un cacahuete, un caramelo, una sonrisa, eso es todo... Pero si subís más arriba, en el ámbito del pensamiento, del espíritu, allí sí puedo ocuparme de todos vosotros, al mismo tiempo y continuamente.

Todos los días, en todos los instantes del día y de la noche, recibís algo. Porque un Iniciado que ha aprendido a trabajar con el pensamiento, sabe crear corrientes de fuerza en el plano sutil. Por eso puede encontrarse por todas partes en el universo y penetrar en los planetas con su quintaesencia, así como en los océanos, en las estrellas... Diréis: « ¡Qué orgullo, qué vanidad!» Pensad lo que queráis, yo os digo la verdad.

Si me buscáis en el plano físico, no os serviré de gran cosa, pero si lo hacéis en otras regiones, sentiréis que continuamente me ocupo de vosotros. ¿Cómo? Esto es asunto mío; sin embargo, lo único que me interesa es esto, precisamente: ocuparme de vosotros y de otros muchos que aún no conocéis. Si no sentís que recibís algo, es que estáis cerrados, que no habéis sabido elevaros hasta las regiones luminosas para comprender que no busco otra cosa que alimentaros con los elementos más sustanciosos. Os lo digo con toda humildad y sencillez: en otras regiones, me ocupo de vosotros sin cesar. Y también otros seres, las entidades luminosas, se ocupan de vosotros... Porque un Maestro, un verdadero Maestro que es consciente del valor del trabajo divino, está siempre

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relacionado con el Cielo. Y aún cuando debe ausentarse para atender otros trabajos, permanece siempre en comunicación con su Fraternidad. Por eso, en esos momentos de ausencia, hay otras entidades del mundo invisible que se manifiestan para representarle, para mantener y sostener la colectividad.

El discípulo jamás pierde cosa alguna si tiene confianza en su Maestro y le ama. Siempre se sentirá amparado, ayudado, iluminado, vivificado, si no por el propio Maestro, al menos por aquellos que están, sin cesar, en relación con él, y que siempre están presentes. Muchos lo han verificado: cuando yo estaba ocupado en otra parte, cuando ni siquiera estaba al corriente de sus dificultades, recibían ayuda. Creían que les venía de mí, pero no, no era yo quien les ayudaba, eran amigos del mundo invisible que se habían manifestado en mi lugar. No son ni orgullosos ni vanidosos y no les molesta presentarse ante vosotros con mi rostro. Pero yo, soy el último en enterarme.

Recibí, hace algún tiempo, una carta de un físico, investigador del CNRS, que me decía: «Maestro, ¡qué claridad, qué luz hay en sus libros! He conocido muchos movimientos espiritualistas, he leído muchos libros esotéricos, pero en ninguna parte he encontrado los problemas esenciales expuestos con tanta claridad. Quisiera verle, pero solamente a usted, porque no me gusta la colectividad. ¿Puede usted recibirme? Pues bien, ¿qué creéis que debo responderle? ¡Más vale que no venga porque no está preparado! No quiero aquí gente que se interese exclusivamente por nuestras ideas con el fin de servirse luego de ellas únicamente para su interés egoísta. Yo necesito seres que amen la colectividad y que deseen participar en un trabajo colectivo para el advenimiento del Reino de Dios en la tierra. Por eso, cuando algunos me dicen francamente que no les gusta la colectividad y que sólo quieren verme a mí, me pregunto cómo van a utilizar lo que les diga, y no me apetece recibirles. Me honra mucho que quieran hacer el esfuerzo de venir a verme, pero yo no tengo necesidad de semejantes egoístas. ¡Que se vayan a otra parte, pero que no vengan aquí!

E incluso iré más lejos. Supongamos que decido no dar más conferencias, no revelaros nada más; pues bien, eso no sería una razón válida para dejar de venir a la Fraternidad. Porque no se viene a una Enseñanza espiritual para adquirir únicamente conocimientos como se hace en las escuelas y universidades, en donde, una vez que se han terminado los estudios, los alumnos dejan a los profesores. Aquí venís, desde luego, para instruiros, pero esta instrucción os debe servir para hacer un trabajo. Y este trabajo consiste en formar, todos juntos, una pila de una potencia extraordinaria; sí, centenares de

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almas y de espíritus reunidos que produzcan unas ondas mágicas de una extraordinaria potencia, a fin de iluminar y ayudar a los humanos que están sumidos en las tinieblas y en los sufrimientos... Hasta el día en que podamos, por fin, traer el Reino de Dios a la tierra. Vuestra finalidad nunca debe ser ni yo ni la ciencia, sino el trabajo espiritual para el bien de la humanidad. Y éste es un trabajo que puede durar toda la eternidad.

Centre OMRAAM


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Om-12-02-Porque Tener Un Maestro Espiritual Completo[1]

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