Opinion Es

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Memorias de un juez nos permite fortalecer nuestra vocación y ser inspiración de una justicia pronta y predecible. Se ha dicho siempre que una verdadera justicia es realizada por un ser humano con condiciones especiales. En ese sentido, García Rada exige que un magistrado debe ser honrado, tener formación profesional, seguridad en la orientación de los procesos y dedicación absoluta, concluyendo que la honradez es la primera y más importante condición que debe tener un juez: faltando ella, falta todo. Más que jueces sabios, necesitamos jueces honestos, decía. Para ser un buen magistrado es necesario tener el sentimiento de justicia y dolor por la injusticia, que no sea indiferente al conflicto humano, que nunca se abrume a la carga procesal y no permita convertirse en un ser insensible e impasible con la justicia; que entienda que un expediente judicial, compuesto por una serie de papeles, contiene vidas humanas que tienen sed de justicia. Como no identificarse con Memorias de un juez si cada relato nos marca un derrotero, una línea de conducta; además, nos enseña y nos recuerda que “la circunstancia de que el magistrado tenga en sus manos la suerte de una familia, el porvenir económico de un hogar, la vida, la libertad y dignidad de la persona humana, la estabilidad de un matrimonio, hace que reúna en sus manos tal suma de atribuciones que ningún otro funcionario lo iguala”.

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Memorias de un juez nos permite fortalecer nuestra vocación y ser inspiración de

una justicia pronta y predecible. Se ha dicho siempre que una verdadera justicia es

realizada por un ser humano con condiciones especiales. En ese sentido, García

Rada exige que un magistrado debe ser honrado, tener formación profesional,

seguridad en la orientación de los procesos y dedicación absoluta, concluyendo

que la honradez es la primera y más importante condición que debe tener un juez:

faltando ella, falta todo. Más que jueces sabios, necesitamos jueces honestos,

decía.

Para ser un buen magistrado es necesario tener el sentimiento de justicia y dolor

por la injusticia, que no sea indiferente al conflicto humano, que nunca se abrume

a la carga procesal y no permita convertirse en un ser insensible e impasible con

la justicia; que entienda que un expediente judicial, compuesto por una serie de

papeles, contiene vidas humanas que tienen sed de justicia.

Como no identificarse con Memorias de un juez si cada relato nos marca un

derrotero, una línea de conducta; además, nos enseña y nos recuerda que “la

circunstancia de que el magistrado tenga en sus manos la suerte de una familia, el

porvenir económico de un hogar, la vida, la libertad y dignidad de la persona

humana, la estabilidad de un matrimonio, hace que reúna en sus manos tal suma

de atribuciones que ningún otro funcionario lo iguala”.

Por ello, afirmaba el honorable magistrado, que ser al mismo tiempo juez y

hombre es un dilema dramático porque para administrar justicia con imparcialidad,

el juez debe despojarse de sus debilidades, prejuicios y deseos.

Estas breves anotaciones solo intentan recuperar y poner en vigencia la memoria

de un magistrado que nos permite a los jueces fortalecer nuestra vocación, así

como motivar a los jóvenes que pretenden seguir la magistratura a asumirla con

honestidad.

El doctor Domingo García Rada, en su libro Memorias de un Juez, señala: "El

magistrado tiene en sus manos la suerte de un patrimonio, el honor de una familia

o la vida de un individuo, es decir tal suma de poderes, facultades de tanta

importancia para el ser humano, que ni el mismo jefe de Estado las posee. Podrán

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los políticos manejar los grandes intereses del país, los legisladores las leyes que

enrumben a la nación, pero queda a los jueces procurar la felicidad del pueblo.

Los jueces honestos y sabios aseguran las paz social y los individuos podrán estar

tranquilos sabiendo que en caso de conflicto con particulares o de abuso del poder

público, tienen quien defienda y ampara sus derechos... De muchas cosas puede

prescindir el Estado moderno; de lo que no puede privarse es de la judicatura.

Existen países que no tienen ejército, pero no los hay sin jueces; si lo suprimimos

volvemos a la ley de la selva, regresamos a la justicia por mano propia,

retrocedemos miles de años de civilización".