Oración de Pascua de San Juan de Avila

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“En la línea de estos meses, os proponemos unos textos del Doctor San Juan de Ávila sobre el cielo y Jesucristo buen pastor, muy apropiados para este tiempo litúrgico

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ORACIÓN ANTEEL SANTÍSIMO SACRAMENTO

TIEMPO DE PASCUA

QUERIDOS HERMANOS EN CRISTO EUCARISTÍA:

Feliz Pascua de Resurrección.

Os ofrecemos un nuevo material para el tiempo litúrgico de Pascua. En la línea de estosmeses, os proponemos unos textos del Doctor San Juan de Ávila sobre el cielo y Jesucristobuen pastor, muy apropiados para este tiempo litúrgico. Como en otros envíos, los textosestán adaptados y se cita el sermón concreto por si queréis leerlo completo ya que esuna selección.

Hemos querido añadir, en esta ocasión, textos de la Sagrada Escritura y de los SantosPadres, junto algunas reflexiones sobre el tiempo pascual.

Os pueden servir para la exposición del Santísimo tan propicia y fructífera en el tiempopascual, como para momentos de oración personal y comunitaria.

A finales de este mes recibiréis la última entrega de este curso pastoral que serán textosde San Juan de Ávila sobre la Virgen María y la Eucaristía para poder usar en el mes deMayo y en la Solemnidad del Corpus Christi.

Que el Señor Resucitado nos llene de gozo espiritual para que podamos iluminar y animarnuestra realidad con la buena nueva de este tiempo: Cristo ha resucitado y nosotrossomos sus testigos.

Un abrazo en el Señor y siempre a vuestra disposición.

Mariano Cabeza Peralta

Promotor Diocesano para el Culto Eucarístico

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PASCUA¿QUÉ ES EL CIELO?

SERMONES DE TIEMPO.«NOS DIO ESPERANZA VIVA DE LA HEREDAD INCORRUPTIBLE» 18,6

Hermanos, nuestro Rey sube al cielo, nuestroRedentor hoy se sienta a la diestra de Dios.¿Qué es el cielo? ¿Qué hay allá?

¿Qué queréis vosotros, qué desea vuestro corazón?¿Os gusta la música? La oiréis allá y muy bienarmonizada. ¿Os gusta comer y beber? Allí tendréissabor sin manjares. ¿Queréis olores? Allí tendréissuavísimo olor sin haber olores de aquí. ¿Deseáisbuena compañía, cosas grandes? Allí tenéis un cielotan ancho y de todo de luz. Los ángeles, arcángeles,querubines y serafines os harán compañía. ¿Quédeseáis? Abrid la boca que yo os la llenaré, yo osllenaré vuestro deseo.

¿Por qué no me servís? ¡Qué ceguedad la nuestra,qué sueño tan profundo tenemos¡Andáis la lengua sacada, tras el mundo, lamiendola tierra aun no comiéndola. Dos males: el uno, quela tierra no es manjar para comer, y el otro, que ellamer no harta.Dadme permiso para deciros quienes sois.Semejantes sois a los gatillos, que juegan con la sombra de las colas, pensando que soncosas. Piensan que la sombra de la sarga es sarga. Así sois vosotros, pensáis que lasriquezas son riquezas, y que los deleites son deleites y que los honores son honores.Sombras son de las verdaderas. No te pueden enriquecer la sombra de las riquezas deacá. Busca las verdaderas. ¿Por qué laméis la tierra? Dos veces estáis engañados: la unapor andar buscando contentamientos en la tierra y la otra por no hallar en la tierra loque deseáis.

Lo que aquí no es posible se halla en el cielo. Lo que hemos de comer en el cielo es lomismo que come Dios. No comerás tu un manjar y Dios otro, de lo mismo que El comecomerás, de lo que El bebe beberás, de lo que El descansa descansarás, de los mismosregocijos y pasatiempos de Dios te regocijarás, de lo mismo que goza gozarás.

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¿Qué es lo que come y bebe Dios?Mirarse, conocerse y amarse. Estos son sus placeres, estos son sus pasatiempos.:conocerse todo Dios, y amarse y gozarse del bien que tiene.Pues si el comer de Dios es conocerse Dios y amarse, y nosotros lo hemos de conocer yamar, sea tu nombre bendito, que a tanto llegó tu bondad que quieres que nuestragloria consista principalmente en ver a Dios desnudo, en ver aquella cara llena de gracias,en ver aquella hermosura infinita.

SERMONES DE TIEMPO.«VINO EL SEÑOR A BUSCAR LA OVEJA PERDIDA» 19,21

Tiene un padre tres o cuatro hijos, el uno de ellos chiquitoque no sabe hablar y aunque los hijos grandes digan algunarazón bien dicha y sabiamente, no por eso los padres sealegran, pero cuando el niño que no habla le oyen decir «taita»,allí es el regocijo del padre y de la madre y de toda la casa.¿Por qué? ¿No decían los otros hijos razones más bien dichas?Si, pero se alegran, porque ven que el niño que no hablabadijo «taita».Así cuando Dios ve que el pecador, que estaba mudo, hablaconfesando, llorando sus pecados, se alegra El y todo el cielo.La causa de tanto regocijo es porque se ven con claridad losméritos de Jesucristo aplicados a la conversión de un pecador.Los azotes, corona y llagas de Jesucristo y su sangre ytormentos. Hay gran regocijo porque viene a la memoria la medicina que fue bastantepara curar tanto mal y más fuerte cada vez que se aplicó al paciente.

Viniste Señor a buscar la oveja perdida y te la pusiste sobre los hombros.Mira Señor que la oveja es un poco bulliciosa y te dará con los pies en la boca. ¿Dejaréispor eso la oveja? No, aún no la dejaré.Oh, hombros benditos de Jesucristo que lleváis a la oveja perdida.¿Qué quiere decir con ello?:Lava Jesucristo los pies a sus discípulos y se los besa y les dice: Si yo, siendo vuestroSeñor y Maestro, lavo vuestros pies, lavaos los pies los unos a los otros.¿Me visteis venir con la oveja a los hombros? Pues quiero decir que vosotros os llevéisunos a otros las cargas y trabajos y malas condiciones. Y no como algunos que hay queparece que tienen hombros de mas. Si le dicen de hacer paces, responden: ¿Quién memete a mí en pleitos ajenos?

Por eso te lleva en los hombros, porque nos ganó a todos, llevando nuestros pecadosen su cruz y sobre sus hombros. Y como el nos llevó sobre sus hombros, así nosotrosllevamos a nuestros hermanos sobre los nuestros y no con hombros de cera.

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TEXTOS PARA REFLEXIONAREN EL TIEMPO PASCUAL

PALABRA DE DIOS

· EVANGELIO: JUAN 20,1-9El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aúnestaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Echó a correr y fue donde estaba SimónPedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: «Se han llevado delsepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.» Salieron Pedro y el otro discípulocamino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro;se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; perono entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendasen el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con lasvendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, elque había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no habíanentendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos

· SALMO 117«Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo.»Dad gracias al Señor porque es bueno, / porque es eterna su misericordia. / Diga la casade Israel: / eterna es su misericordia.La diestra del Señor es poderosa, / la diestra del Señor es excelsa. / No he de morir,viviré / para contar las hazañas del Señor.La piedra que desecharon los arquitectos / es ahora la piedra angular. / Es el Señorquien lo ha hecho, / ha sido un milagro patente.

· I CORINTIOS 11,23-26«Cada vez que coméis y bebéis, proclamáis la muerte del Señor»Hermanos: Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os hetransmitido: Que el Señor Jesús, en la noche en que iban a entregarlo, tomó pan y,pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: «Esto es mi cuerpo, que se entregapor vosotros. Haced esto en memoria mía.» Lo mismo hizo con él cáliz, después decenar, diciendo: «Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; haced esto cadavez que lo bebáis, en memoria mía.» Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéisdel cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva.

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¿Qué es para mí la Pascua?

1. ES UN TIEMPO PROPICIOPARA VER

· si el misterio de la «vida y muerte»de Jesucristo son «caminos» que yohe tomado,

· si el misterio de la «resurrección» delSeñor, creído por mí, proyecta mimirada hacia el más allá de estaexistencia terrena, o sigo aferrado ami historia contingente, frágil,

· si mi «esperanza cristiana» seasienta en tierra firme de «confianzaen Dios», y resiste cualquier tipo detormenta y tentaciones, o más bientambalea sobre arena, sin echar raícesprofundas,

· si mi lectura o visión espiritual de los«acontecimientos» que afectan a mivida la hago desde el triunfo final delSeñor resucitado, o sólo desde eltriste camino del calvario,

· Si para mí la «unión con Cristo»,muerto y resucitado, es auténtica«fuente de alegría» que me confortay compromete vitalmente, o sólo unaritual y fría de ser cristiano,

· Si he aprendido a hacer de mi vidauna «ofrenda», como la de Cristo, ome dejo abrazar por demasiadasataduras que me llevan a vivir cargadode egoísmo.

2. ES UN TIEMPO PROPICIOPARA JUZGAR

· por qué mi conocimiento y adhesióna Cristo es superficial, y no acepto su«camino»,

· por qué, a pesar de creer en el másallá con Cristo resucitado, sigo másapegado a los bienes e interesesterrenos que a los celestiales,

· por qué soy y me muestro en la vidareal ( pasional, afectiva, económica,social..) tan titubeante en la fe, tanpoco arraigado en la esperanzateologal, tan materialista,

· por qué no sobrellevo con másserenidad, paz, aceptación,conformidad, mis problemas de todotipo, y vivo excesivamente nervioso,amargado y recalcitrante,

· por qué tengo tantos momentos detristeza, de abatimiento, de crisis, sien mi horizonte final está el misteriode Cristo resucitado,

· por qué me cuesta y me resisto tanfuertemente a hacer de mi vida unaofrenda al Señor y a mis hermanos,con generosidad, afecto,disponibilidad, participación.

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3. ES UN TIEMPO PROPICIOPARA ACTUAR Y COMPROMETERSE

· en el seguimiento fiel de Jesucristo,asumiendo el espíritu de lasbienaventuranzas en accionesconcretas que se me presentan cadadía,

· en el desapego de interesesconcretos más o menos materialesque me esclavizan,

· en la vivencia de la fe, esperanza yamor divinos que me lleven ahacerme más humano y sensible paracon Dios y con los hermanos en elquehacer diario,

· en una forma de vida intensa, pero,al mismo tiempo, más relejada,menos vulnerable ante lasdificultades, ingratitudes,desavenencias, poniéndome enmanos del Señor,

· en la elevación del tono alegre, jovial,positivo, que debería ser propio deuna hija/o de Dios, haciéndomecreador de paz, armonía, solidaridad,

· en la cercanía a los demás, desde unespíritu abierto, acogedor ycomprensivo ....

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CINCO MEDITACIONESPARA PASCUA

En tiempo de Pascua la liturgia eclesial nos invita a dedicar unas horas o semanas aprofundizar en la resurrección de Cristo Jesús, meditando su misterio y tratando devincular intensamente con él nuestra vida espiritual.En el tiempo de Adviento-Navidad celebrábamos la venida del Hijo de Dios a nuestromundo de pecado, para redimirnos. En semanas posteriores acompañábamos a Jesúsen el camino de la Evangelización. En la Cuaresma y Semana Santa contemplábamos alSiervo de Dios, a Jesús Mesías, avanzando por la calle de la Amargura en dirección alCalvario y a la muerte, ofreciéndose por nosotros. Y, tras la muerte, estamos cantandoa gloria en la Pascua de Resurrección.Detengámonos, pues, ahora a reflexionar, con sincero afecto y gratitud, dejándonosllevar de la mano por san Pablo, sobre el misterio y el sentido de nuestra vida en CristoResucitado, ya que todos los frutos de la redención se nos aplican a los creyentes cuandonos dejamos invadir y modelar por el espíritu de Cristo Resucitado.Lo haremos dedicando unos minutos, durante cinco días sucesivos, al encuentroespiritual con el Señor que triunfa del pecado y de la muerte y siembra vida nueva yesperanza.

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I. ALEGRÉMONOS, CRISTO HA RESUCITADO,PRIMICIAS DE LOS QUE DUERMEN (ICOR 15,20)

«Hermanos: os doy a conocer el Evangelio que os he predicado y que habéis acogido por la fe...: Cristomurió por nuestros pecados..., fue sepultado.., y resucitó al tercer día...; y una vez resucitado, seapareció primero a Pedro, luego a los doce, después a quinientos hermanos.., y después de todos,como a un aborto, se me apareció también a mi (Pablo)... que no soy digno de llamarme apóstol, puesperseguí a la Iglesia de Dios; pero por la gracia de Dios soy lo que soy...» (15, 1-9).

1. En esas palabras de san Pablo nos aparece unacadena los misterios que fue engarzando paranosotros el amor divino. Bendito sea. Son untesoro que nosotros, por la fe, recibimos yguardamos en la intimidad del corazón. Y decimosintencionadamente que son misterios que vanengarzados, puesforman el sutil tejidoque hace posiblenuestro vivir en Cristo.En efecto,- Sin el misterio de laencarnación no hayDios-Hombre ni rostrodivino en carne pasible.- Sin la humanidadasumida no hay enCristo posibilidad demuerte, de inmolación,de entrega por nuestrasmiserias, para hacernosde nuevo amigos deDios.- Y sin muerte no cabeResurrección o vida nueva.- A su vez, sin Resurrección de Cristo no existevida nueva para nosotros.¡Cuánto nos va, hermanos, en esa verdad sublimede la muerte y resurrección de Jesús! Sin ella, sederrumbaría todo el edificio de nuestraesperanza.¡Si Cristo no resucitó, clamemos con el apóstol,para nadie hay resurrección y vida eterna! ¡La fepierde sentido!2. Te preguntarás : ¿tan dolorosamentequedaríamos afectados todos si hacen quiebranuestra fe y nuestra esperanza en la resurrección

de Cristo? Sí, hermano. Nuestra fe en Cristoresucitado es un saber tan profundo, unaexperiencia tan íntima y decisiva que, si se eclipsael triunfo del Señor sobre la muerte, todo quedaen tinieblas.Reflexiona, medita y verás que tener fe, gozar

de la fe, sumergirse enel misterio de luz quees la resurrección deCristo (y, luego,nuestra) es entrar enun sublime castillo yreino de amor y defelicidad eterna. Entrar,digo, que no se da pornuestros méritos yestudio sino por donde Dios, como unregalo que se nos hacepor la confianza queponemos en la palabrade Cristo a cuyapersona nosadherimos.

En el misterio de la fe nos encontramos Cristo ynosotros. Él, triunfante y resucitado, por propiosméritos; nosotros, agraciados por la generosidadde habernos devuelto al Padre.3. Valora muy bien, hermano, lo que hemos dicho,pues nuestra persuasión y seguridad íntima,confiada, en la resurrección no es fruto dedemostración científica alguna, ni de evidenciasfísicas dadas, como el contemplar la tumbaabierta donde Jesús yacía. La persuasión yseguridad de la fe son puro don divino a loscreyentes sencillos, humildes, hambrientos deverdad y de luz...

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- A Jesús le vieron muchos crucificado y muerto,pero nadie le sorprendió o vio resucitando. Estoes un misterio, una verdad que se coloca más alláde la pura razón humana.- De Jesús resucitado tenemos la experienciamaravillosa de su re-encuentro, tal como lavivieron la Magdalena, Pedro, los Discípulos deEmaús...; experiencia que revistió los mismossíntomas de vida,de palabra, demensaje, de paz yamor... que habíantenido todos losencuentros conJesús antes de sumuerte. Pero esa esuna experienciavivida en la fe, en elamor ... No lapodemos rebajar acampos delaboratorio. Ladestruiríamos.C o n t é n t a t e ,hermano, y gózateen la observaciónde en esos re-encuentros deJesús con losdiscípulos él volvióa ofrecer y apedirles la mismafe, confianza,f i d e l i d a d ,seguridad y vida eterna que les había predicadodurante los años de evangelización... ¡Creer, creer,no ver!4. De ahí se sigue que quien no reciba el don dela fe , y, en consecuencia, no se arriesgue conmagnanimidad de espíritu a ir mucho más alláde los aconteceres históricos que hablan de lacrucifixión y muerte de Cristo, no puede entendernuestra vivencia interior, aunque lleguen aadmirarla en algunos casos. En nuestra vivenciaespecialísima de fe, mirando a Cristo resucitado,nosotros encontramos nuestro verdadero caminode luz y nos hemos abrazamos a él para compartirtiempo y eternidad, todo en unidad de vida y desentido.

¡Qué belleza tan grande en el seno del misteriode Dios que nos ama, convoca y espera!.Bien dijo san Pablo cuando escribió a los fielesde Corinto: «¡Si nuestra esperanza en Cristo nova más allá de esta vida, somos los másmiserables de todos los hombres»! (15,19) Enefecto, nuestra adhesión a Cristo resucitado esun canto agradecido al Amor, vencedor de la

muerte, quepromete y da vida;un canto al Poderde Dios, queinmortalizó alCristo hechohombre y nosofrece vivir con ély en él; y un cantoa la esperanza, quese abre caminoentre las nieblasdel tiempo ehistoria paraafincarse en eltrono de laeternidad, ye t e r n i d a dventurosa.5. Esta es nuestra feinquebrantable:Cristo, el que viviócon nosotros y paranosotros, haresucitado de entrelos muertos; y él es

la primicia, el primero, la cabeza, el más excelso,el animador y vivificador de todos los que un díamoriremos para resucitar con él.Esta locura de fe es una maravilla de la misma feEste misterio envuelto entre nieblas es luz quese irradia por todas partes para dar plenosentido a nuestra existencia personal ycomunitaria.Bendigamos, pues, a quien en la gracia y la luz dela fe nos mostró la grandeza de la Verdad: Cristoresucitó y es nuestra resurrección y vida. Ypidámosle que, siquiera como a abortos, al modode san Pablo, se nos aparezca y nos haga

fructificar en la gracia que nos otorga.

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II. RESUCITAREMOS CON ÉL

Hermano, dos verdadesde nuestra fe tienenmayor relieve en eltexto de esta primeracarta de san Pablo a losfieles de Corinto, y anosotros mismos. Laprimera dice que conCristo se abriómisteriosamente lapuerta de lainmortalidad o vidaeterna para los hijos deDios. Y la segundaafirma que para entrarpor esa puerta hay quepertenecer a Cristo, esdecir, vivir en unión conél. Detengámonos aglosar piadosamenteambas verdades.1. Del amor de Dios y elhombre.* La tradición bíblica y cristiana enaltece aquellaamorosa vinculación que, sobre todo en elproyecto de Dios, existió desde el principio entreel Creador y el hombre, su obra predilecta.Creador y criatura eran dos personasinfinitamente desiguales pero que se miraban enel espejo de la conciencia, del pensamiento, dela libertad, de la palabra.... Y las dos eran muybuenas.El hombre miraba a Dios como a su Creador yPadre, y el Padre miraba al hombre como a supequeño hijo. Por parte del hombre, vivir en esaactitud de amorosa y reconocida dependencia yvinculación era vivir religiosamente desde la raízmás profunda de sí mismo.

«Cristo ha resucitado..., como primicia de cuantos duermen el sueño de la muerte.En efecto, lo mismo que aconteció que por el pecado de un hombre, Adán, vino la muerte a los hombres,así también por un hombre, Cristo, ha venido la resurrección de los muertos. Y lo mismo que por suunión con Adán los hombres mueren, así también por su unión con Cristo, todos retornarán a la vida.Pero cada uno en su puesto o momento: primero, Cristo...; después, los que pertenecen a Cristo...» (/1Co/15/20-25)

* Esa amorosavinculación real yafectiva se enfriópsicológicamente,y serompió moralmente, enla medida en que elhombre quiso, dealguna forma soberbia,excederse en suspapeles, y manchó suconciencia de amigoagradecido conturbulencias deingratitud e infidelidad.Estas reaccioneshumanas, innobles,fueron un riesgo quehubo de correrse en lacreación cuando seotorgó a los seresinteligentes el don de lalibertad. Dios, que hizoal ser humano libre en

sus decisiones, no podía luego arrepentirse ydestruir su obra, ni maniatarla. La acompañaría,incluso con el corazón herido.* Cuando la criatura, el hombre, se rebeló contrael Creador, nada cambió en el orden físico de lascosas creadas. Todas siguieron su curso normal,dando gloria a su Autor y sorprendiendo alhombre con el sobresalto frecuente de suscomplicadas leyes evolutivas.En cambio, hubo cambios importantes en elorden psicológico-moral humano, pues la crecidade las propensión al mal y al desorden, poregoísmos e intereses de todo tipo, nublaron lasrelaciones de amistad entre Cielo y Tierra, y huboque hablar de enemistad y pecado.

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¡Qué actitudes tan distintas! Dios, que nunca dejóde serlo y no necesitaba del hombre, amaba deverdad a éste, y le esperaba con paciencia. Y elHombre, que era sólo hombre y necesitaba deDios, no le quería sinceramente, pues quererlosuponía aplicar la regla o medida moral en eldominio de sus caprichos....* De ese modo, la historia de las relaciones entreDios y el hombre se cargó de desamor:- Por parte de Dios, sefue dando una cadenade insinuaciones einspiraciones delEspíritu a la concienciade los hombres, detodos los hombres, encualquier parte delmundo; y al calor deesas inspiraciones(desde la luz, lanaturaleza, los mares,los cielos, el sol, la luna,la fertilidad, lascatástrofes, lascosechas, los hijos, laconciencia, lasreflexiones morales,políticas y religiosas deprofetas) fue surgiendoel pulular de religionesque, en unos casos, calmaran a las divinidades, yen otros mantuvieran encendida la llama delúnico Dios verdadero.- Pero por parte del hombre, aunque éste sedeclarara «religioso», a su modo, ningúnprototipo de santo, profeta, predicador, rey omaestro tuvo la virtud de pasar por el mundohaciendo el bien y de restableciendo la amistadentre Dios y el hombre de forma universal yconvincente. Cuantos se propusieron regenerara la humanidad, sucumbieron en su empeño yfueron víctimas de la maldad humana dominante.Y esto aconteció lo mismo en la India que enEgipto, Israel o España ... La suerte de los profetasy de los redentores fue morir marginados, aunquedejaran sembradas vigorosas semillas que nuncaresultarían estériles.2. Cristo, puerta y manantial de vida.

* En esa cadena formidable de hombres tocadospor el Espíritu de Dios, ocupó un lugarprivilegiado, según nuestra fe , el pueblo de Israel,pueblo elegido entre otros -que también fueronamados de Dios- menos dotados de mediadoresreligiosos.Mas, como ninguno de esos mediadoressobrepasara la condición de hombre entre loshombres, y, en consecuencia, no pudiera hablar

en nombre de DiosPadre, quiso el mismoDios, en la plenitud delos tiempos, enviar a suHijo, vestido dehumanidad, encarnadoen el seno de María,para que él sí hablara ellenguaje de Dios Padrey nos convocara a unaamistad nueva .....Ese Hijo fue Jesús deNazaret en quien elPadre se complació ycuyas accionesposeyeron valorinfinito, como gestosupremo del Amor quedio todo lo que teníapara volver a abrazar alhijo que se había

alejado del hogar paterno.* Este Hijo de Dios, Jesús, fue rompiendo todoslos moldes y linderos antiguos, y a cada paso desu vida, pasión, muerte y resurrección, fuehaciendo las cosas nuevas, restableciendodefinitivamente el encuentro amoroso de Dios ydel hombre, si éste, redimido, quería acogerse asu mensaje y vida.¿Cómo expresar esa NOVEDAD religiosa,espiritual, de amistad entre Dios y el hombre,teniendo por el medio la pasión y muerte oblativade Cristo? Diciendo que por Cristo, ofrecido pornosotros, muerto por nosotros, resucitado pornosotros, todos tenemos abierta la puerta delpalacio del Amor y de la Vida eterna que el Padrenos preparó desde la eternidad. Y en ese sentidoafirmamos que Cristo, Hijo de Dios e Hijo delhombre, muerto y resucitado, es quien va delante

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y nos lleva a todos consigo en la vía de laeternidad ... Cristo resucitado es manantial denueva vida, puerta del palacio real, refundadorde un cielo nuevo en el que entramos de su mano.

3. Seamos de Cristo, para resucitar con él.* Surge entonces la pregunta: ¿cómo se cumpleen nosotros el acceso al nuevo cielo y a laparticipación feliz de la nueva vida en el reino delAmor?- Si queremos, al final de nuestros días,encontrarnos con Cristo, puerta de la gloria o vidaeterna, llevando en nuestros vestidos las señalesde la redención por el Cordero, es obligado quehagamos primero con él el camino de este mundoen jornadas de fidelidad y de amistad.- No podemos pensar en gozar de los frutos de laamistad, si cultivamos el desamor. - No puede la

mente humana asociar la apertura de la puertadel reino, que para nosotros se abre por graciosogesto y por premio espléndido a la honestidad ya la esperanza, si nuestra elección y suerte esvagar por montes y valles que son campos dedeshonestidad.* No nos engañemos. Resucitar con Cristo no essólo incorporarse a la vida eterna, al final de laexistencia histórica. Aquello es sólo una secuenciaúltima y venturosa en la cual se prolonga laincorporación ya dada desde ahora a la vida enCristo.Resucita con el Señor quien primero es sepultadocon el Señor en el amor redentor, en la fe yesperanza. Y es sepultado con Cristo quien conél se entrega a la muerte. Y se entrega a la muertequien sabe vivir su vida caminando en pos deCristo.

III. VIVIR CON CRISTO PARA RESUCITAR

«Si fuisteis resucitados con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la derechade Dios; pensad en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Estáis muertos, y vuestra vida estáescondida con Cristo en Dios. Cuando se manifieste Cristo, vuestra vida, entonces también osmanifestaréis gloriosos con Él» (/Col/03/01-04)

Hermano, cuatro series de pensamientosprofundos forman ese párrafo de la carta de sanPablo a los colosenses y a nosotros,encareciéndonos el modo de vida espiritual quedebemos llevar en Cristo resucitado.En la primera se establece la necesidad desentirse resucitado con Cristo mediante el donde la fe sincera. En la segunda se indica ladirección que debe tomar nuestro movimientointerior hacia arriba : con búsqueda voluntariay afectuosa de un noble vivir que el pensamientoiluminado dirija. En la tercera se describe esedinamismo de fe como vida íntima con Cristoen Dios. Y en la cuarta se contempla la plenitudgloriosa de esa vida desde la manifestación finalde Cristo, el Señor.Vamos a recorrer los cuatro momentos demeditación con piadoso afecto.

1. Si fuisteis resucitados con Cristo...De poco nos servirían reflexiones, experienciashumanas o lamentos si a estas alturas litúrgicasno nos hubiéramos empapado en la realidad dela redención, gracia, amor... La figura utilizada porsan Pablo para encarecernos esa redención noses ya conocida por las catequesis de sacramentos:el bautismo es «inmersión» con los pecados y«purificación» por la gracia; es a modo de«sepultura» del hombre viejo, cargado demiserias, para «reverdecer» en novedad deamistad divina...Quien se incorpora a Cristo acogiéndose a superdón sincero y asumiendo su mensaje salvífico,participa en el misterio de su entrega, muerte yresurrección; y, sepultado místicamente con él,bien puede decirse que sale con él de la tumba(lugar de muerte, pecado) a la luminosidad deldía (espacio de vida, amor, fe).

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¿He grabado yo profundamente en mi vida, enmi conciencia de redimido y de hijo de Dios Padre,cuál es mi vocación cristiana? Mi vocación es serfiel, ser santo. Y la fidelidad y santidad consistenen transformarse, día a día, siguiendo los pasosde Jesús, sintiéndome muerto con él para ser conél resucitado.¡Hondos sentimientos! Hondos y gratificantes.Que su expresión sea vernos cada uno vestidosde júbilo, de alegría y gozo, pues vivir resucitadoscon Cristo es pasar, liberados, de una vida triste ypecaminosa a otra más radiante en la que serespira el aire limpio de la amistad y filiación.¡ Señor Jesús, concédeme la gracia de vivir ysentirme resucitado contigo!

2. Buscad y pensad las cosas de arriba...Quien se siente «resucitado» entra en camposde vida nueva, jovial, festiva, alegre, gratuita,recibida como don o regalo de Dios, no comomero deber, mérito o imposición.Y lo único coherente con esa actitud nueva ygraciosa es que sus facultades propias, aquellascon que se ve noblemente dotado -en inteligenciay voluntad, en imaginación y creatividad- ,respondan al horizonte bello, lleno de sentido,alto, humanizador y divinizador, que se le abreen perspectiva infinita. ¡Dios mío, qué grande eresal hacerme ser pensante y amigo tuyo!Si, hermano, la fuerza vigorosa de tu voluntadredimida y resucitada habrá de manifestarse enla búsqueda de las cosas de arriba. Pero ¿cuálesson esas cosas? Son las acciones, actitudes,persuasiones y programas de vida que respondenal ideal de ser hombre e hijo de Dios prefiriendo

la adoración al desprecio, el honor a la indignidad,la pureza de corazón a la torpeza de las pasiones,la justicia a la impunidad, la confesión de fe a laesclavitud de los intereses mezquinos del hombreviejo .....Un hijo de Dios, resucitado con Cristo, ha de serfiel a Dios antes que a los hombres, sujeto deesperanzas que llevan a la eternidad más bien quevíctima de la corrupción terrena. En términosbíblicos y paulinos diríamos que ha de buscar lascosas de arriba, es decir, ha de tratar de adquiriry mantener los mismos sentimientos de Cristo:misericordia, bondad, humildad, longanimidad ...Y la luminosidad de esa inteligencia redimida yresucitada se manifestará en la pulcritud delpensamiento. Éste no deberá estar demasiadocondicionado por afanes bastardos que intentenjustificar modos de proceder indignos. Quiensabe gobernarse en la claridad de la luz acabaconvirtiendo en naturaleza lo que antes habíasido propósito de vida, y, en cambio, quienclaudica en sus pensamientos rectores de la vida,dejándose dominar por apetencias bastardas,acaba connaturalizándose con ellas endetrimento del pensar puro y limpio.Hermano, piensa como hijo de Dios y obrarásconforme a los pensamientos de Cristo. Mira a loalto y vete más allá de las apariencias engañosas.Si vivimos según pensamos, triunfaremos; si nolo hacemos, acabaremos pensando según vivimosen nuestra indignidad...

3. Vida escondida con Cristo en Dios.¡Qué bella imagen la que san Pablo nos ofrece!¡Vivir en lo escondido, en la intimidad, en el

misterio, porque allí está Dios!Dios está en todas partes, y pordoquier se derraman los frutos dela resurrección. Pero la muerte denuestro hombre viejo, pecador, yla resurrección del mismo ennovedad de vida, no se entiendencomo bullicio externo, vana gloria,exhibición de dones, cambio deimagen, cantos deautocomplacencia... , sino muchomás profundamente, comoapropiación vital y comprometida

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de los sentimientos de Cristo. Sentimientos queanidan, se curten y se expresan- en la conciencia responsable,- en la bienaventuranza de hacer felices a losdemás,- en el reconocimiento amoroso de Dios, señor ypadre,- en los encuentros de oración que nos ponen enmanos del Señor,- en la entrañas de misericordia .......La grandeza del alma noble y cristiana, su bellezay dignidad, es, sobre todo, interior.

4. Su resplandor, en la manifestación finalLa vida escondida con Cristo, cargada decontemplación divina, de compromiso enfidelidad y de solicitud humana, no gusta de

galerías ostentosas. Se deleita, sobre todo, enhacer la voluntad de Dios, al modo de Jesús deNazaret; en servir a los hermanos con urgenciade caridad; en irradiar el gozo de la fe y la fuerzade la esperanza, mientras sus manos prolonganlas manos creadoras de Dios....Esa vida escondida, porque es maravillosa en suspliegues de amistad oblativa, no tiene su aureolaen nuestro quehacer diario que, si es bueno, seviste de humildad. Su esplendor tendrá lugar enla gloria, cuando Cristo mismo se manifieste nosólo en sí mismo, como cabeza y redención, sinoen sus miembros, es decir, en nosotros, losbeneficiados por su largueza sin límites.Sintamos hambre de Dios y nos engolfaremos enel misterio de Cristo redentor que nos reviste desu gracia, de su sangre, de su salvación...

IV. ¿CÓMO RESUCITAREMOS CON CRISTO?

«¿Cómo resucitarán los muertos? ¿Con qué cuerpo volverán a la vida?¡Insensato! Lo que tu siembras no germina si antes no muere.Y lo que siembras no es la planta entera que ha de nacer, sino un simple grano de trigo ( por ejemplo)o de alguna otra semilla. Y Dios proporciona a cada semilla el cuerpo que le parece conveniente...»(/1Co/15/35-39)

En este insinuante párrafo tomado de lacarta de san Pablo a los Corintios, escritocon sutil agudeza, volvemos a encontrarvarios puntos de reflexión íntima, demeditación, de acción de gracias a Dios yde invitación a la confianza de que tan llenadebe estar nuestra fe.Tres de ellos podríamos enunciarlos enforma interrogativa y con suma humildad :¿puedo yo «entender» racionalmentecómo será nuestra resurrección? , ¿no mebastaría con ilustrar mediante figuras,imágenes y lenguaje metafórico?, ¿noforma parte del «misterio» el modo mismode nuestra resurrección?Detengámonos un momento en cadaapartado, sin albergar demasiadaspretensiones, pues la realidad nosdesborda, dejándonos iluminar por elSeñor.

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1. Señor,¿volveré a la vida con este frágil cuerpo?No quisiera ser incluido en el número de losinsensatos a que alude san Pablo en su carta, masdesearía abrir ante ti, Dios mío, mi mente y micorazón. Sé muy bien, porque creo, que Cristoha resucitado y que nosotros resucitaremos conél. ¡Sublime verdad de fe que respondeperfectamente a nuestra vocación de eternidady la satisface. Por la resurrección viviremos unaeternidad de criaturas e hijos de Dios que cantansu gloria y son felices en su regazo.Pero todos los discursos sobre el tema, incluidoel de Pablo, aunque sean hermosos, me resultanmuy difíciles de digerir racionalmente. Sólodespués de creer en el misterio, misterio deverdad y de amor, la dificultad se endulza con labelleza.- Mis lecturas me han hecho conocer, Señor, queen todos los pueblos y culturas el ser humano(por obra y gracia de la conciencia pensante quele diste, de la conciencia que interroga a las cosasy que quiere conocer el modo de ser de lasmismas), se disparó el anhelo, la exigencia depervivir personalmente más allá de los 60, 80,100 años de su paso por la tierra. Tú fuiste quienle dio un alma inquieta, buscadora de verdades,descubridora de horizontes, y por ella lediferenciaste de otros seres inferiores. El hambrey sed de vida eterna se lo infundiste Tú. Graciaspor tu bondad creadora. ¿Te complacerá, pues,

que dediquemos la inteligencia a pergeñarnuestro eterno futuro...?- Pero también he visto, Señor, que esos mismospueblos y culturas han chocado siempre de formaimpetuosa con el «misterio» del más allá. Y enese violento choque, unas veces por ansiaexcesiva y búsqueda de luz racional, y otras vecespor depresión ante su ausencia, han sufrido elflagelo de tentaciones de abandono, es decir, dealejamiento de ti.Fue muy dura su tentación desmedida cuandoésta les incitó a que quemaran sus naves, susenergías mentales, buscando alguna experienciay descripción razonable del «misterioso del másallá para esta vida corporal nuestra», como si deuna investigación de laboratorio se tratara; y envez de quemar las naves se quemaron ellosmismos en el empeño. Algunos, haciendohipótesis, dijeron que al final de sus días, lamente, las energías espirituales, su espírituhumano... quedaría inmerso en el conjunto delas energías del universo, y otros pensaronquedarán como flotando en el aire revoloteandopor el entorno familiar en que vivieron ...Y fue también muy dura la tentación de contrariara la naturaleza humana pensante y libre, cuando,decepcionados por el anterior esfuerzo mental,prefirieron contentarse con las aparienciassensibles y cortaron las alas al pensamientoaudaz. El hombre, se dijeron, comete grave errorobsesionándose con el más allá. El más allá o noexiste o no se nos alcanza, y vale más estimar

que somos barro, no másque barro bien organizadoque, a pesar de superfección vital, al cabo delos días volverá a fundirsecon el polvo de dondesalimos.¡Qué tragedia, Señor!Cerrado el horizonte de luz,pues faltabas Tú, con tu luz,calmaron su ánimo con lareducción a la ceniza ominerales de que secompone nuestro cuerpo...Les faltó tu fe, el don queTú haces a los hijos...

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2. Se siembra un cuerpo mortaly brota otro inmortal.Gracias te doy, Señor, porque en nuestra culturabíblica y cristiana no nos identificamos conninguna de esas hipótesis que reducen o anulannuestra personalidad viviente. Es verdad quenosotros, como los demás hombres, nos sentimoscarne, huesos, polvo y hierro.., y que esadimensión física de nuestro ser volverá a la madretierra o al agua de un río, o se dispersará con elaire en las montañas. Pero es verdad también queotra dimensión de nuestra persona (aquella quepoblaba de sentimientos, libertad, horizontes,arte, gracia y solidaridad... los espacios de nuestrocuerpo físico) no se dispersará con los vientos, niserá arrastrada por las aguas, ni se dejaráabsorber por la tierra. Esa unidad de concienciapensante, responsable, libre, simbolizadora ycreadora, pervivirá ante ti, Dios mío, en sucondición de persona.Mas cuando lo digo, Señor, soy muy conscientede que nosotros, cristianos, aunque iluminadospor la fe, tampoco sabemos cómo acontecerá esarealidad sublime, vital . Tú no nos la has revelado;Cristo no nos lo explicó; y nuestra inteligencia esincapaz de abarcarlo.Tú sólo nos dijiste que todos y cada uno de loshombres continuaremos siendo personas ante ti,Dios personal que nos creaste, nos redimiste ynos esperas. Y no sabemos más, ni entendemosmás.Leyendo a san Pablo nos damos cuenta de quesolamente en imágenes vivas, en metáforas, cabehablar racionalmente del misterio de más allá,sugiriendo simplemente que las maravillas de la

vida nos preparan para vislumbrar los prodigiosde que es capaz el poder y amor divino.Nosotros, seres corpóreos, conscientes, libres,somos (en un momento) algo parecido a la semillapreñada de vida que arroja el sembrador en elsurco. ¿No hemos visto cómo la semilla de trigo,naranja, roble o azahar...., aparentemente inerte,en el misterioso decurso de su expansión vitalexplosiona en tallo, flor, aroma, espiga..? Puesalgo parecido (en plano muchísimo más elevado)acontecerá a nuestro cuerpo sensible, afectivo,pensante. Muerto y corrompido, como la semilla,se transfigurará nuevamente ser personal, en unser nuevo, espiritual, celestial, como dejando lasescamas, la piel el torso corpóreo mortal, yemergiendo en figura de ser inmortal...

3. Dios da forma y gracia a cada semillaMe quedo, señor, con las metáforas vivas. Mivida en el más allá será la mía, perotransformada: desde la figura repelente deoruga en multicolor mariposa; desde el esquejeespinoso en deliciosa flor; desde el granocorrupto en dorada espiga; desde el merocuerpo sensible y dolorido en espíritu que ama,adora, canta y ríe de felicidad....Señor, ¿cómo será definitivamente la forma querevestiremos cada uno ante ti, desde nuestrasingularidad personal creada, amada, redimida,sepultada con Cristo y resucitada con él para lagloria?Déjame, Señor, ser flor, violeta, rosa, jazmín... queinunde el cielo de suave aroma. Eso me basta. Túme lo darás, sin que mi debilidad acierte acomprender cómo es tu amor todopoderoso...

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V. VIVAMOS, RESUCITADOS, COMO HOMBRES DEL CIELO

«El primer hombre {Adán} procede de la tierra y es terrestre; el segundo, Cristo, procede del cielo. Elterrestre es prototipo de los terrestres; el celestial, de los celestiales. Y así como llevamos la imagendel terrestre, llevaremos también la imagen del celestial..» (/1Co/15/47-49).

Concluimos en esta quinta meditación unaprimera serie de reflexiones espirituales sobre lavida en Cristo resucitado que habrán deprolongarse en otras fechas. Cristo, fuente deinspiración y vida, esmanantial inagotable.Lo que en cinco díashemos considerado conamor , siguiendoprincipalmente el textodel capítulo 15 de laprimera carta de sanPablo a los Corintios,casi no llega a rozar elbrocal del pozo delmisterio.Hoy nos recrearemosnuevamente divisandoen lejanía al Dios Amorque se hace visible en laencarnación del Hijo,escucharemos sumensaje y saboreemos,como la Cananea,siquiera las migajas quecaen de la Mesa en quereparte el alimento desu Pan y su Palabra.En los versículos 47 a 49del citado capítuloPablo nos señala cómoha de ser nuestro modode vivir en Cristoresucitado, y lo hacepor medio de una comparación y contraposiciónentre dos tipos de hombre: el de hombre terreno,representado por Adán, y el de hombre celestial,encarnado por Cristo. La opción por uno u otromodo de ser y vivir marcará la diferencia entrequienes siguen caminos de muerte y quienesoptan por sendas de vida eterna.

1. El hombre de la tierra y el hombre del cieloHermano mío, esas palabras que utiliza Pablo(hombre de la tierra, hombre del cielo) contienen,en la gracia de un lenguaje metafórico, un cúmulo

de referenciasinteresantísimas. Todasellas aluden al estilo deconducta que podemosadoptar (y adoptamos)los mortales,responsable oirresponsablemente,según que obramos- viviendo en gracia o enpecado,- en fidelidad oinfidelidad,- inmersos en afanescaducos o enaspiraciones de valoreterno,- siendo esclavos deintereses mezquinos oservidores de noblesideales,- dándonos porsatisfechos sólo con elgozo del presente queacaba en el polvo y lamuerte, o hambreando,además, el más allá enDios ....Para apreciarlo bien,mirémonos hacia

dentro. ¿Quién no descubre en sí mismo, en estesujeto corpóreo-espiritual que somos cada uno,que su vida y acciones se dan casi siempre entensión, atraídas por doble peso de amor?- Por un lado, tiran de nosotros con fuerza lasinclinaciones al bienestar y al placer sensible,material, egoísta, y piden su satisfacción sin poner

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límites en sus demandas, cosaésta obligada en toda actitudnoble y discernidora.- Por otra, nuestro espíritureclama elevar el vuelo yllevarnos con él hacia las alturas,de forma que en nuestras obrassiempre miremos -como eláguila- al sol, a la luz, a la virtud,a la generosidad, al amor puro, aDios.Cuando nos dejamos ganar por elpeso de amor carnal o interesadohacia las realidades salpicadas dedesamor, infidelidad,insolidaridad, injusticia,manipulación de los demás, somos hijos delhombre terreno cuya sangre llenará más o menosnuestras venas y nuestra mente según la medidaen que seamos sus víctimas.Cuando actuamos con los pies en el suelo, deforma encarnada y realista, pero con elevaciónde miras porque sabemos conducirnos comohombres nobles e hijos de Dios, pertenecemos ala nobleza de seres libres, honestos, agradecidosy virtuosos. En vez de hacer o hacernos víctimasdel desamor, caminamos en la luz de Cristoresucitado, que murió por nosotros y nos convocaa la eternidad dichosa con él. Entonces somoshijos del hombre celestial.

2. ¿Qué prototipo de vida elegimos?Entre dos amores, dos fuerzas en tensión, dosinclinaciones que se contraponen -total oparcialmente- es preciso elegir un camino, tomaruna actitud radical. ¿Será necesario matar elcuerpo para que viva el espíritu o apagar alespíritu para que brille el cuerpo? En modoalguno. Bastará con equilibrar, armonizar ambasdimensiones del hombre, de suerte que sudignidad aparezca en el resplandor de la verdadintegrada y total. Lo que no cabe estimar comoloable en la conciencia cristiana es el mariposearentre las flores (del bien y del mal) chupandoalternativamente su néctar, ni tampoco elrenunciar a la búsqueda de superación constante.Recordemos lo que el profeta Isaías decía delSiervo de Dios, cuando viniera a salvarnos y crearun nuevo reino: no quebrará la caña cascada

(débil, pecadora) sino que latratará con amor, para sanarla yrecuperarla. A nosotros nos debeacontecer algo parecido en la vidamoral, espiritual, social...Tomaremos con amor todo lobueno y sano del espíritu, y,además, cuidaremos de que lodeficiente en los afectos inferioresse enderece, corrija, perfeccione.En la elección del prototipohumano-cristiano de buen vivirno dudo que cualquier miradamedio inteligente se inclinarásiempre por la imagen de Jesús deNazaret, que es el mismo Cristo

resucitado; y, con él, por la convocatoria a la vidaeterna en gracia y amor. Si algún ideal humanocabe presentar en la historia de la humanidadcomo perfecto, ése es el de Jesús: anonadado,humillado, siervo, entregado a los demás, fiel enla palabra y en el compromiso, magnánimo en laofrenda de sí mismo y en el perdón a quienes letraicionan o traicionamos, triunfador de lamuerte y exaltado al trono de Dios para siempre.Aunque las constantes caídas en el pecadodesdigan de nosotros, ¿no perciben siemprenuestros ojos un rayo de luz en la manifestaciónde ese Cristo resucitado?

3. Obligados a llevar una imagen, alcancemos laotra.Dice muy bien Pablo. Por lo que somos (hombres,pobres hombres, hombres dignos) siemprellevamos la imagen del hombre terreno. Nopodemos ni queremos prescindir de ella. Emergeen nuestra flaqueza, en nuestras pasiones, odios,injusticia, procacidades... Pero contentarse conella en el proceso de una vida es envilecernos.Nuestro proyecto de vida ha de consistir en irasimilando la imagen nueva, la del hombrecelestial.Esa imagen del hombre celestial la vamosadquiriendo mediante nuestra transformación enel hombre Cristo-Jesús, en el modelo acabado delMaestro, del Servidor, del Amigo de loshermanos, del Resucitado que vuela hacia elPadre, a su Dios y a nuestro Dios.

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¿En qué taller podemos labrar la nueva imagen,borrando, poco a poco, la imagen caduca delhombre viejo?En el taller de la Casa de Nazaret;en el taller de la Escuela de las Bienaventuranzas;en el taller de la Oración en que se aspiran aromasdivinos y humanos;en el taller de la Vida que va incrustando ennosotros -como en una mesa de fraternidad, desacrificio, de solidaridad- marfiles de gratuidad,de agradecimiento, de gozo en la fe, de firmeesperanza y de ardiente caridad.

El Hombre del cielo y los hijos del hombre delcielo son quienes forman y cuidan del reino deDios, que es reino de amor, de justicia y de paz.ORACIÓN. Danos, Señor Jesús resucitado, la graciade vivir como hombres que, afortunados por elregalo de la vida corporal y espiritual, aspiran adominar los impulsos torcidos de la naturalezapara que en ella resplandezca la luz de laresurrección con Cristo, hombre celestial.

DOMINICOS. S.Gregorio. ValladolidTEXTOS SOBRE LA ADORACIÓN EUCARÍSTICA

SAN PEDRO JULIÁN EYMARD

Y SUS CONSEJOS ESPIRITUALES

SOBRE LA ADORACIÓN

«La adoración eucarística tiene como fin la persona divina de nuestro Señor Jesucristopresente en el Santísimo Sacramento. Él está vivo, quiere que le hablemos, Él nos hablará.

Y este coloquio que se establece entre el alma y el Señor es la verdadera meditación eucarística,es -precisamente- la adoración. Dichosa el alma que sabe encontrar a Jesús en la Eucaristía

y en la Eucaristía todas las cosas...».

«Que la confianza, la simplicidad y el amor los lleven a la adoración».

«Comiencen sus adoraciones con un acto de amor y abrirán sus almas deliciosamentea la acción divina. Es por el hecho de que comienzan por ustedes mismos que se detienen

en el camino. Pues, si comienzan por otra virtud y no por el amor van por un falso camino…El amor es la única puerta del corazón». 

«Vean la hora de adoración que han escogido como una hora del paraíso:vayan como si fueran al cielo, al banquete divino, y esta hora será deseada,

saludada con felicidad. Retengan dulcemente el deseo en su corazón.Digan: «Dentro de cuatro horas, dentro de dos horas, dentro de una hora iré a la audiencia

de gracia y de amor de Nuestro Señor. Él me ha invitado, me espera, me desea».«Vayan a Nuestro Señor tal como son, vayan a Él con una meditación natural.

Usen su propia piedad y amor antes de servirse de libros. Busquen la humildad del amor.Que un libro pío los acompañe para encauzarlos en el buen camino cuando el espíritu se vuelve

pesado o cuando los sentidos se embotan, eso está bien; pero, recuerden, nuestro buen Maestroprefiere la pobreza de nuestros corazones a los más sublimes pensamientos y afecciones

que pertenecen a otros».

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«El verdadero secreto del amor es olvidarse de sí mismo, como el Bautista,para exaltar y glorificar al Señor Jesús. El verdadero amor no mira lo que él da

sino aquello que merece el Bienamado».

«No querer llegarse a Nuestro Señor con la propia miseria o con la pobreza humillada es,muy a menudo, el fruto sutil del orgullo o de la impaciencia; y sin embargo,

es esto que el Señor más prefiere, lo que Él ama, lo que Él bendice».

«Como sus adoraciones son bastante imperfectas,únanlas a las adoraciones de la Santísima Virgen».

«Se están con aridez, glorifiquen la gracia de Dios, sin la cual no pueden hacer nada;abran sus almas hacia el cielo como la flor abre su cáliz cuando se alza el sol para recibir

el rocío benefactor. Y si ocurre que están en estado de tentación y de tristeza y todo los llevaa dejar la adoración bajo el pretexto de que ofenden a Dios, que lo deshonran másde lo que lo sirven, no escuchen esas tentaciones. En estos casos se trata de adorar

con la adoración de combate, de fidelidad a Jesús contra ustedes mismos.No, de ninguna manera le disgustan. Ustedes alegran a Su Maestro que los contempla.

Él espera nuestro homenaje de la perseverancia hasta el último minuto del tiempoque debemos consagrarle».

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«OREN EN CUATRO TIEMPOS:ADORACIÓN, ACCIÓN DE GRACIAS, REPARACIÓN, SÚPLICAS».

«El santo Sacrificio de la Misa es la más sublime de las oraciones. Jesucristo se ofrece a su Padre,lo adora, le da gracias, lo honra y le suplica a favor de su Iglesia, de los hombres, sus hermanos yde los pobres pecadores. Esta augusta oración Jesús la continúa por su estado de víctima en laEucaristía. Unámonos entonces a la oración de Nuestro Señor; oremos como Él por los cuatro finesdel sacrificio de la Misa: esta oración reasume toda la religión y encierra los actos de todas lasvirtudes...»:

1. ADORACIÓN:Si comienzan por el amor terminarán por el amor. Ofrezcan su persona a Cristo, sus acciones, suvida. Adoren al Padre por medio del Corazón eucarístico de Jesús. Él es Dios y hombre, su Salvador,su hermano, todo junto. Adoren al Padre Celestial por su Hijo, objeto de todas sus complacencias,y su adoración tendrá el valor de la de Jesús: será la suya.

2. ACCIÓN DE GRACIAS:Es el acto de amor más dulce del alma, el más agradable a Dios; y el perfecto homenaje a su bondadinfinita. La Eucaristía es, ella misma, el perfecto reconocimiento. Eucaristía quiere decir acción degracias: Jesús da gracias al Padre por nosotros. Él es nuestro propio agradecimiento. Den gracias alPadre, al Hijo, al Espíritu Santo...

3. REPARACIÓN:Por todos los pecados cometidos contra su presencia eucarística. Cuánta tristeza es para Jesús la depermanecer ignorado, abandonado, menospreciado en los sagrarios. Son pocos los cristianos quecreen en su presencia real, muchos son los que lo olvidan, y todo porque Él se hizo demasiadopequeño, demasiado humilde, para ofrecernos el testimonio de su amor. Pidan perdón, hagandescender la misericordia de Dios sobre el mundo por todos los crímenes... 

4. INTERCESIÓN:Súplicas: Oren para que venga su Reino, para que todos los hombres crean en su presencia eucarística.Oren por las intenciones del mundo, por sus propias intenciones. Y concluyan su adoración con actosde amor y de adoración. El Señor en su presencia eucarística oculta su gloria, divina y corporal, parano encandilarnos y enceguecernos. Él vela su majestad para que osen ir a Él y hablarle como lo haceun amigo con su amigo; mitiga también el ardor de su Corazón y su amor por ustedes, porque sino nopodrían soportar la fuerza y la ternura. No los deja ver más que su bondad, que filtra y sustrae pormedio de las santas especies, como los rayos del sol a través de una ligera nube.

El amor del Corazón se concentra; se lo encierra para hacerlo más fuerte, como el óptico que trabajasu cristal para reunir en un solo punto todo el calor y toda la luz de los rayos solares. Nuestro Señor,entonces, se comprime en el más pequeño espacio de la hostia, y como se enciende un gran incendioaplicando el fuego brillante de una lente sobre el material inflamable, así la Eucaristía hace brotarsus llamas sobre aquellos que participan en ella y los inflama de un fuego divino... Jesús dijo: «Hevenido a traer fuego sobre la tierra y cómo quisiera que este fuego inflamase el universo». «Y bien,este fuego divino es la Eucaristía», dice san Juan Crisóstomo. Los incendiarios de este fuego eucarísticoson todos aquellos que aman a Jesús, porque el amor verdadero quiere el reino y la gloria de suBienamado.

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LA CONTEMPLACIÓN EUCARÍSTICAEXTRAÍDO DE UNA MEDITACIÓN DEL P. RANIERO CANTALAMESSA,

LA EUCARISTÍA: NUESTRA SANTIFICACIÓN

Pero ¿qué significa, concretamente, hacer contemplación eucarística? En sí misma, la contemplacióneucarística no es otra cosa que la capacidad, o mejor aún, el don de saber establecer un contacto decorazón a corazón con Jesús presente realmente en la Hostia y, a través de Él, elevarse hasta el Padreen el Espíritu Santo.Todo esto, en el mayor silencio posible, tanto exterior como interior. El silencio es el esposo de lacontemplación que la custodia, como José custodiaba a María. Contemplar es establecerseintuitivamente en la realidad divina (que puede ser Dios mismo, un atributo suyo o un misterio de lavida de Cristo) y gozar de su presencia. En la meditación prevalece la búsqueda de la verdad, en lacontemplación, en cambio, el goce la Verdad encontrada (aquí «Verdad» está escrito con letramayúscula, porque la contemplación tiende siempre a la persona, al todo y no a las partes).

Los grandes maestros de espíritu han definido la contemplación como «una mirada libre, penetrantee inmóvil», o bien como «una mirada afectiva sobre Dios». Por eso realizaba una óptima contemplacióneucarística aquel campesino de la parroquia de Ars que pasaba horas y horas inmóvil, en la iglesia,con su mirada fija en el sagrario y cuando el santo cura le preguntó por qué estaba así todo el día,respondió : «Nada, yo lo miro a él y él me mira a mí». Esto nos dice que la contemplación cristiananunca tiene un único sentido, ni tampoco está dirigida a la «Nada» (como sucede en ciertas religionesorientales, particularmente el budismo). Son siempre dos miradas que se encuentran: nuestra miradasobre Dios y la mirada de Dios sobre nosotros. Si a veces se baja nuestra mirada o desaparece, nuncaocurre lo mismo con la mirada de Dios. La contemplación eucarística es reducida, en alguna ocasión,a hacerle compañía a Jesús simplemente, a estar bajo su mirada, dándole la alegría de contemplarnos

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a nosotros que, a pesar de sercriaturas insignificantes ypecadoras, somos sin embargo elfruto de su pasión, aquellos porlos que dio su vida: «Él memira!». 

La contemplación eucarística noes, pues, impedida de por sí porla aridez que a veces se puedeexperimentar, ya sea debido anuestra disipación o sea encambio permitida por Dios paranuestra purificación. Basta darlea ésta un sentido, renunciandotambién a nuestra satisfacciónderivante del fervor, para hacerlefeliz a Él y decir, con palabras deCharles de Foucauld: «Tu felicidad, Jesús, me basta»; es decir, me basta que tú seas feliz. Jesús tienea disposición la eternidad para hacernos felices a nosotros; nosotros no tenemos más que este breveespacio de tiempo para hacerle feliz a Él. ¿Cómo resignarse a perder esta oportunidad que ya nuncamás volverá? A veces nuestra adoración eucarística puede parecer una pérdida de tiempo pura ysimplemente, un mirar sin ver; pero, en cambio, ¡cuánto testimonio encierra! Jesús sabe quepodríamos marcharnos y hacer cientos de cosas mucho más gratificantes, mientras permanecemosallí quemando nuestro tiempo, perdiéndolo «miserablemente».

Contemplando a Jesús en el sacramento del altar, realizamos la profecía pronunciada en el momentode la muerte de Jesús en la cruz : Mirarán al que traspasaron (Jn 19, 37). Es más, dicha contemplaciónes ella misma una profecía, porque anticipa lo que haremos por siempre en la Jerusalén celeste. Es laactividad más escatológica y profética que se pueda realizar en la Iglesia. Al final ya no se inmolará elCordero, ni se comerá su carne. Esto es, cesará la consagración y la comunión; pero nunca se acabarála contemplación del Cordero inmolado por nosotros. Esto, en efecto, es lo que hacen los santos enel cielo (cfr. Ap.5, 1ss.). Cuando estamos ante el sagrario, formamos ya un único coro con la Iglesia delo alto: ellos delante y nosotros, por decirlo así, detrás del altar; ellos en la visión, nosotros en la fe.

En el libro del Éxodo leemos que cuando Moisés bajó del monte Sinaí no sabía que la piel de surostro se había vuelta radiante, por haber hablado con Él (Ex 34,29). Moisés no sabía ni tampoconosotros lo sabremos (porque es bueno que sea así); pero quizás nos suceda también a nosotrosque, volviendo entre los hermanos después de esos momentos, alguien vea que nuestro rostro se hahecho radiante, porque hemos contemplado al Señor. Y éste será el más hermoso don que nosotrospodremos ofrecerles.

PromociónDiocesanadel Culto

Eucarístico

Diócesis de Jaén