Oración para pedir un milagro

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Oración para pedir un milagro Confesión de fe Señor Jesús yo creo firmemente que tu eres el Hijo de Dios. Tu eres el Cristo, el Mesías que vino a deshacer toda obra del diablo, toda obra de maldad. Diste tu vida en la cruz por mis pecados y resucitaste de entre los muertos. Padre te confieso todos mis pecados, confieso haber andado por malos caminos, haciendo lo que me gusta, confieso no haberte obedecido y pido perdón y me vuelvo a ti en arrepentimiento. Saca, destruye, arranca de mi todo, todo lo que impida que TÚ controles mi vida. Quiero ser gobernado, guiado, dominado solo por Ti Padre Santo Altísimo. Lávame, limpia mi conciencia con tu sangre. Creo que tu sangre me limpia ahora de toda maldad, de todo pecado. Te pido que te quedes conmigo, en mi corazón y seas dueño y Señor de mi vida. Te confieso como mi único y verdadero Dios. Apártame para servirte, amarte, obedecerte. Dedico y consagro a TI mi vida. Gracias por redimirme, por limpiarme, por justificarme y santificarme, muchas gracias. TE AMO PADRE SANTO. Amén. Tomar toda la armadura de Dios (Efesios 6:10-18) Me fortalezco con el gran poder del Señor Jesucristo. Me pongo toda la armadura de Dios y hago frente a todas las artimañas del diablo, y cuando llegue el día malo, permaneceré firme resistiendo hasta que acabe la batalla. Me ciño con el cinturón de la verdad, y me protejo con la coraza de justicia, y calzo mis pies con el ánimo de proclamar el Evangelio de la Paz. Ahora tomo el escudo de la fe con que voy a apagar todos los dardos de fuego del maligno. Tomo el casco de salvación y la espada del espíritu que es la palabra de Dios. Como guerrero oro todos los días y me mantengo alerta y perseverante en oración de los unos por los otros. Salmos 143:11 (Nueva Versión Internacional) Por tu nombre, Señor, dame vida; por tu justicia, sácame de este aprieto.

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Oración para pedir un milagro

Confesión de fe

Señor Jesús yo creo firmemente que tu eres el Hijo de Dios. Tu eres el Cristo, el Mesías que vino a deshacer toda obra del diablo, toda obra de maldad. Diste tu vida en la cruz por mis pecados y resucitaste de entre los muertos. Padre te confieso todos mis pecados, confieso haber andado por malos caminos, haciendo lo que me gusta, confieso no haberte obedecido y pido perdón y me vuelvo a ti en arrepentimiento.

Saca, destruye, arranca de mi todo, todo lo que impida que TÚ controles mi vida. Quiero ser gobernado, guiado, dominado solo por Ti Padre Santo Altísimo. Lávame, limpia mi conciencia con tu sangre. Creo que tu sangre me limpia ahora de toda maldad, de todo pecado. Te pido que te quedes conmigo, en mi corazón y seas dueño y Señor de mi vida. Te confieso como mi único y verdadero Dios. Apártame para servirte, amarte, obedecerte. Dedico y consagro a TI mi vida. Gracias por redimirme, por limpiarme, por justificarme y santificarme, muchas gracias. TE AMO PADRE SANTO. Amén.

Tomar toda la armadura de Dios (Efesios 6:10-18)

Me fortalezco con el gran poder del Señor Jesucristo. Me pongo toda la armadura de Dios y hago frente a todas las artimañas del diablo, y cuando llegue el día malo, permaneceré firme resistiendo hasta que acabe la batalla. Me ciño con el cinturón de la verdad, y me protejo con la coraza de justicia, y calzo mis pies con el ánimo de proclamar el Evangelio de la Paz. Ahora tomo el escudo de la fe con que voy a apagar todos los dardos de fuego del maligno. Tomo el casco de salvación y la espada del espíritu que es la palabra de Dios. Como guerrero oro todos los días y me mantengo alerta y perseverante en oración de los unos por los otros.

Salmos 143:11 (Nueva Versión Internacional)

“Por tu nombre, Señor, dame vida; por tu justicia, sácame de este aprieto”.

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Salmos 138:7 (Nueva Versión Internacional)

“Aunque pase yo por grandes angustias, tú me darás vida; contra el furor de mis enemigos extenderás la mano: ¡tu mano derecha me pondrá a salvo!”

Salmos 138:3 (Nueva Versión Internacional)

“Cuando te llamé, me respondiste; me infundiste ánimo y renovaste mis fuerzas”.

Salmos 120:1 (Nueva Versión Internacional)

“En mi angustia invoqué al Señor, y él me respondió”.

Salmos 118:5-6 (Nueva Versión Internacional)

“Desde mi angustia clamé al Señor, y él respondió dándome libertad. El Señor está conmigo, y no tengo miedo; ¿qué me puede hacer un simple mortal?”

Oración de un afligido que, a punto de desfallecer, da rienda suelta a su lamento ante el Señor

Salmos 102:1-2 (Nueva Versión Internacional)

“Escucha, Señor, mi oración; llegue a ti mi clamor. No escondas de mí tu rostro cuando me encuentro angustiado. Inclina a mí tu oído; respóndeme pronto cuando te llame”.

Salmos 86:6-9 (Nueva Versión Internacional)

“Presta oído, Señor, a mi oración; atiende a la voz de mi clamor. En el día de mi angustia te invoco, porque tú me respondes. No hay, Señor, entre los dioses

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otro como tú, ni hay obras semejantes a las tuyas. Todas las naciones que has creado vendrán, Señor, y ante ti se postrarán y glorificarán tu nombre”.

Salmos 50:14-15 (Nueva Versión Internacional)

“¡Ofrece a Dios tu gratitud, cumple tus promesas al Altísimo! Invócame en el día de la angustia; yo te libraré y tú me honrarás”.

Salmos 37:39-41 (Nueva Versión Internacional)

“La salvación de los justos viene del Señor; él es su fortaleza en tiempos de angustia. El Señor los ayuda y los libra; los libra de los malvados y los salva, porque en él ponen su confianza”.

Salmos 34:6-9 (Nueva Versión Internacional)

“Este pobre clamó, y el Señor le oyó y lo libró de todas sus angustias. El ángel del Señor acampa en torno a los que le temen; a su lado está para librarlos. Prueben y vean que el Señor es bueno; dichosos los que en él se refugian. Teman al Señor, ustedes sus santos, pues nada les falta a los que le temen”.

Salmos 32:7 (Nueva Versión Internacional)

“Tú eres mi refugio; tú me protegerás del peligro y me rodearás con cánticos de liberación”.

Salmos 31:7-8 (Nueva Versión Internacional)

“Me alegro y me regocijo en tu amor, porque tú has visto mi aflicción y conoces las angustias de mi alma. No me entregaste al enemigo, sino que me pusiste en lugar espacioso”.

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Salmos 27:2-4 (Nueva Versión Internacional)

“Cuando los malvados avanzan contra mí para devorar mis carnes, cuando mis enemigos y adversarios me atacan, son ellos los que tropiezan y caen. Aun cuando un ejército me asedie, no temerá mi corazón; aun cuando una guerra estalle contra mí, yo mantendré la confianza. Una sola cosa le pido al Señor, y es lo único que persigo: habitar en la casa del Señor todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del Señor y recrearme en su templo”.

Salmos 25:15 (Nueva Versión Internacional)

“Mis ojos están puestos siempre en el Señor, pues sólo él puede sacarme de la trampa”.

Salmos 25:18 (Nueva Versión Internacional)

“Fíjate en mi aflicción y en mis penurias, y borra todos mis pecados”.

Salmos 23:5 (Nueva Versión Internacional)

“Dispones ante mí un banquete en presencia de mis enemigos. Has ungido con perfume mi cabeza; has llenado mi copa a rebosar”.

Salmos 18:6 (Nueva Versión Internacional)

“En mi angustia invoqué al Señor; clamé a mi Dios, y él me escuchó desde su templo; ¡mi clamor llegó a sus oídos!”

Salmos 9:9-10 (Nueva Versión Internacional)

“El Señor es refugio de los oprimidos; es su baluarte en momentos de angustia. En ti confían los que conocen tu nombre, porque tú, Señor, jamás abandonas a los que te buscan”.

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Salmos 4:1

“Responde a mi clamor, Dios mío y defensor mío. Dame alivio cuando esté angustiado, apiádate de mí y escucha mi oración”.

Salmos 4:3 (Nueva Versión Internacional)

“Sepan que el Señor honra al que le es fiel; el Señor me escucha cuando lo llamo”.

Salmos 92:10-11 (Nueva Versión Internacional)

“Me has dado las fuerzas de un toro; me has ungido con el mejor perfume. Me has hecho ver la caída de mis adversarios y oír la derrota de mis malvados enemigos”.

Oración

Padre Santo Altísimo: tú sabes todas mis necesidades, TÚ lo sabes todo. Te encomiendo ahora mi caso, mi necesidad y te ruego por un milagro, porque NADA HAY IMPOSIBLE PARA TI. Te encomiendo que obres ahora en la situación que me agobia:.............................................................(nombre la situación, hable con Dios de toda su situación y exprésele EXACTAMENTE, lo que usted desea, pero de todos modos sujétese a la voluntad y al tiempo de EL para obrar el milagro que usted necesita).

Sujeto y someto a Ti, todo este caso, sea hecha tu voluntad. Encomiendo a Ti Señor Jesús mi caso y, confío plenamente en TI, AGUARDO TU MANIFESTACION PODEROSA, la aguardo con todo mi corazón. Manifiéstate en mi vida y en la vida de los que me rodean. Muchas gracias. Bendigo Tu Santo nombre y te doy gracias porque ya has hecho el milagro que tanto necesito. Amen y amen.

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EL GRAN obstáculo a las Oraciones.

Antes de comenzar con cualquier tipo de oración en Guerra Espiritual, es SUMAMENTE IMPORTANTE, que TODOS en la familia hagan un compromiso de no hablar quejas, insultos, críticas, griterías, reclamos, derrota, amargura, sino que CAMBIE el lenguaje familiar de maldición a BENDICION. Los pleitos, las griterías, las contiendas, los desacuerdos y la intolerancia deben desaparecer PARA SIEMPRE del hogar de lo contrario todo será un gran fracaso. De ahora en adelante cambiara el lenguaje a lenguaje de BENDICION y se declarara la victoria de Dios en el lenguaje cotidiano. Si el ambiente de pleito y contienda, y amargura continúan en el hogar, DE NADA SERVIRAN LAS ORACIONES.

Tener un lenguaje negativo, pesimista o de maldición DESACTIVA las oraciones de poder. Los cristianos que oran a Dios por una situación y declaran victoria y luego más tarde expresan negativismo, amargura, pesimismo, derrota, maldición, en su lenguaje cotidiano, NUNCA, verán contestadas sus oraciones, por esto es que hay muchos cristianos que por años oran por una situación que nunca se resuelve. El lenguaje que utilizamos para orar debe estar en CONCORDANCIA con nuestro lenguaje cotidiano.