Oración para sanar de la envidia

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Oración para sanar de la Envidia. La envidia es una sensación INTENSA de malestar, incomodidad, amargura frente al bienestar, Prosperidad, progreso o belleza de otras personas. Es un sentimiento que literalmente puede llegar a "matar". La envidia, una vez que ha echado raíces en nuestro corazón puede hacernos los seres más despreciables de este mundo. Pone una venda sobre nuestros ojos que impide que podamos reconocer que somos personas únicas, con un destino y propósitos ÚNICOS de Dios para nuestras vidas. Como siempre estamos mirando a los demás, no podemos descubrir lo que Dios tiene para nosotros, ni desarrollarnos como Dios quisiera. 1 Pedro 2:1 (Reina-Valera 1995) Desechad, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias y toda maledicencia”. La palabra de Dios NOS ORDENA que desechemos (resistamos, excluyamos, echemos fuera), toda envidia y sus compañeros: engaño, hipocresía, maledicencia, malicia, ya que el envidioso tiene todos estos vicios. La envidia NUNCA viene sola, trae a sus compañeros peores que ella consigo. ¿Donde está la raíz de la envidia? La raíz de toda envidia esta en el EGOISMO. Deseos internos muy guardados que no se han satisfecho. Cosa que anhelamos no por necesidad, sino por gusto, para dar placer a nuestro ego. Cuando reconozcamos que lo que deseamos o ambicionamos es solo producto de la carne, ya habremos vencido la primera batalla. Tal vez lo que estemos anhelando muy ardientemente no nos haga falta, entonces tenemos que estar dispuestos a entregarle eso a Jesús y decirle:

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Oración para sanar de la Envidia.

La envidia es una sensación INTENSA de malestar, incomodidad, amargura frente al bienestar, Prosperidad, progreso o belleza de otras personas. Es un sentimiento que literalmente puede llegar a "matar". La envidia, una vez que ha echado raíces en nuestro corazón puede hacernos los seres más despreciables de este mundo. Pone una venda sobre nuestros ojos que impide que podamos reconocer que somos personas únicas, con un destino y propósitos ÚNICOS de Dios para nuestras vidas.

Como siempre estamos mirando a los demás, no podemos descubrir lo que Dios tiene para nosotros, ni desarrollarnos como Dios quisiera.

1 Pedro 2:1 (Reina-Valera 1995)

“Desechad, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias y toda maledicencia”.

La palabra de Dios NOS ORDENA que desechemos (resistamos, excluyamos, echemos fuera), toda envidia y sus compañeros: engaño, hipocresía, maledicencia, malicia, ya que el envidioso tiene todos estos vicios. La envidia NUNCA viene sola, trae a sus compañeros peores que ella consigo.

¿Donde está la raíz de la envidia?

La raíz de toda envidia esta en el EGOISMO. Deseos internos muy guardados que no se han satisfecho. Cosa que anhelamos no por necesidad, sino por gusto, para dar placer a nuestro ego.

Cuando reconozcamos que lo que deseamos o ambicionamos es solo producto de la carne, ya habremos vencido la primera batalla. Tal vez lo que estemos anhelando muy ardientemente no nos haga falta, entonces tenemos que estar dispuestos a entregarle eso a Jesús y decirle:

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Tomar toda la armadura de Dios (Efesios 6:10-18)

Me fortalezco con el gran poder del Señor Jesucristo. Me pongo toda la armadura de Dios y hago frente a todas las artimañas del diablo, y cuando llegue el día malo, permaneceré firme resistiendo hasta que acabe la batalla.

Me ciño con el cinturón de la verdad, y me protejo con la coraza de justicia, y calzo mis pies con el ánimo de proclamar el Evangelio de la Paz. Ahora tomo el escudo de la fe con que voy a apagar todos los dardos de fuego del maligno. Tomo el casco de salvación y la espada del espíritu que es la palabra de Dios. Como guerrero oro todos los días y me mantengo alerta y perseverante en oración de los unos por los otros.

Padre mío, mi Señor: por mucho tiempo he deseado esto que en realidad no es de prioridad para mi vida. Ahora con mi plena voluntad te entrego todo esto a ti porque para mí es una carga y es un tormento. Echo ahora todo esto sobre ti, echo toda mi ansiedad sobre ti y te ruego que me cuides y solo me des lo que realmente necesito. Te lo ruego en el nombre de Jesús.

Otra raíz de la envidia está en la DESCONFIANZA EN DIOS.

Pensamos que Dios no tiene buenas intenciones para con nosotros. Pensamos que Dios favorece a los que NO lo merecen. Pensamos que él tiene una intención oculta con nosotros, que juega con nosotros. Nos comparamos con los demás y nos enerva, nos arde y nos amarga de como ellos son bendecidos y nosotros no.

El pensar que, definitivamente Dios no es justo con nosotros. ¿Por qué a otros da tantos dones y cosas materiales y a nosotros no? Hasta los impíos están más prosperados que nosotros, que tenemos un Padre que es Rey y nosotros seguimos siendo miserables....

Mire bien: Dios tiene muy buenos pensamientos para cada uno de sus hijos; El enseña, ayuda y guía a cada hijo suyo según su sabiduría.

Lo mejor para nosotros El nos lo dará, eso no lo dude; y si aun no se lo ha dado es solo porque NO HA LLEGADO el tiempo, y tal vez no sea eso que usted desea, lo que Dios quiere darle. Y como muchas veces no nos preocupamos por saber los pensamientos de Dios que son muchos más altos que los nuestros, tal

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vez nunca podamos entender que es lo que El tiene para nosotros. Dígale a Dios ahora:

Padre mío, mi Señor: ayúdame a confiar ciegamente en ti, ayúdame a entregarme en tus manos, yo quiero eso que tú quieres para mí. Ya no quiero ver a los demás y compararme con ellos, pues ellos tienen lo propio que les corresponde según tu soberanía y tu sabiduría.

Ayúdame a encontrar lo mío, mi camino, mis virtudes, mis talentos, mi éxito, mis bendiciones, el futuro que tienes para mi, y que pueda desarrollarme con todo mi potencial como siervo tuyo, como hijo tuyo. Ahora con mi plena voluntad te entrego todo esto.

Te ruego aceleres mi destino profético y me ayudes a permanecer en ti, para aceptar y comprender tus pensamientos. Solo quiero amarte con todas las fuerzas de mi alma y mi corazón. Te lo ruego en el nombre de Jesús.

Otras de las raíces fuertes de la envidia es la INGRATITUD.

Tenemos a veces muchas cosas que hemos recibido de Dios que las consideramos como poca cosa, o despreciables o sin valor. Con la envidia, nunca estamos contentos con lo que Dios nos da. Siempre la inconformidad nos tortura. Todo es poco para nosotros. No vivimos con contentamiento, sino con una queja interna de que siempre Dios permite que nos falten las cosas.

Con esta actitud estamos lejos de agradar el corazón de Dios. Parecemos niños malcriados dando pataletas en el aire. Dios no nos mirara hasta que nos hayamos calmado. Hasta que hayamos dejado los berrinches.

El espíritu de ingratitud siempre nos tendrá sumamente descontentos y nunca reconoceremos las buenas y sencillas dadivas de nuestro Padre que en todo momento nos cuida.

La otra raíz de la envidia es la AUSENCIA DE AMOR.

Donde hay AMOR no hay envidia. El amor siempre busca el bienestar de los demás y se olvida de sí mismo. El amor lo sufre todo.

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No hay persona que esté llena de amor y sea envidiosa. Cuando somos muy propensos a ser envidiosos debemos pedir a Dios que sature nuestro corazón de amor, para que mate esa envidia venenosa que quiere brotar en el alma.

1 Corintios 13:4 (Reina-Valera 1995)

“El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no se envanece”.

La ultima y la peor de las raíces de la envidia es la AMARGURA.

NUNCA usted verá una persona feliz que es envidiosa. La persona espiritual genuinamente feliz es una persona que ha alcanzado un nivel espiritual donde las cosas de este mundo le son muy secundarias, conoce a Dios y procura la comunión con El; en este punto ya casi nada de lo terrenal es importante.

Santiago 4:2-3 (Nueva Versión Internacional)

“Desean algo y no lo consiguen. Matan y sienten envidia, y no pueden obtener lo que quieren. Riñen y se hacen la guerra. No tienen, porque no piden. Y cuando piden, no reciben porque piden con malas intenciones, para satisfacer sus propias pasiones”.

Dígale a Dios ahora:

Padre mío: En este momento pido perdón por todo pecado de ingratitud que hay en mi vida, por no ver las cosas buenas que siempre me has dado. Tú me has dado todo, REALMENTE nunca tuve necesidad de nada, me has sostenido en toda situación difícil, y por esto te doy gracias.

En los momentos más difíciles de mi vida me has dado las fuerzas para continuar, y has puesto esperanza y consuelo en mi corazón, y por esto hoy aun estoy aquí. Padre Santo dame ahora un espíritu agradecido por todo lo bueno que me das y aun por las dificultades y problemas que tengo, porque sé que Tu no los hubieras permitido sino era lo mejor para mí. Resisto y renuncio ahora a la

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ingratitud, a la amargura. Los sujeto y echo fuera mi vida ahora, en el nombre de Jesús.

Ahora ven Espíritu Santo y llena el vacío que dejaron estos espíritus inmundos, entra a mi corazón, entra a mi casa interior y se dueño y Señor de mi vida. Recibo tu amor, recibo una unción de cambio, recibo un espíritu agradecido a ti. Lo recibo todo ahora por FE. Gracias te doy en el nombre de Jesús.

No olvide que Jesús vino a romper y a vencer sobre el pecado. Su sangre es más que suficiente para curar la enfermedad del pecado. Si decidimos dar gracias a Dios por la prosperidad de los demás, por la salud de los demás, por los beneficios que reciben los demás, bendecirlos en todo, no hay envidia que no se debilitara.

Al principio PUEDE SER MUY DURO hacer este tipo de oración pero con el tiempo dará frutos de verdadero valor espiritual.

Padre mío: En este momento pido perdón por todo pecado de envidia que hay en mi vida, por compararme siempre con los demás y odiarlos cuando todo les va bien.

Mas sin embargo, en este momento vengo a bendecir a todos los que envidio, a todos los que tienen tu bendición, desde ahora también tienen mi bendición, para que tu Padre Santo de Israel, sigas colmándolos de dadivas, beneficios, favores y misericordias; eso mismo quiero yo con todos ellos. Bendigo a todos mis amigos, conocidos y parientes que prosperan y son reconocidos y amados, los bendigo y declaro que así como ellos han sido bendecidos por TI, también lo seré yo, en TU TIEMPO Y A TU MANERA.

Suelto ahora todo deseo de venganza, de hacerles daño, de desacreditarlos, suelto toda amargura hacia ellos y me declaro LIBRE para encontrar mi propio camino y mis propias bendiciones.

Sujeto, aplasto y echo fuera de mi vida toda ingratitud, toda desconfianza hacia Dios y todo egoísmo, ahora se van de mi vida. ¡Fuera! en el nombre de Jesús. Renuncio a ustedes y los resisto.

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Ahora ven Espíritu Santo y llena el vacío que dejaron estos espíritus inmundos, entra a mi corazón, entra a mi casa interior y se dueño y Señor de mi vida.

ESPIRITU SANTO: Toma todo mi ser interior, toda mi casa interior, ocupa ahora Tu esos lugares donde antes estaban estos inmundos y nunca más los dejes pasar. Nunca más los dejes entrar.

Te invoco ahora ESPIRITU SANTO, que me tomes, que me llenes, que te apoderes totalmente de mi ser y me ayudes. Te pido seas mi consejero, mi compañero y mi consuelo por el resto de mis días. Señor Jesús se dueño y Señor de mi vida, te invito que entres a mi corazón y te confieso como el que resucito de entre los muertos, mi único y seguro Salvador. Gracias por esta liberación porque Tu deshiciste toda envidia en mi vida. Amén.

Nota: todos los procesos de auto-liberación requieren de mucha perseverancia en la oración. Estas oraciones de auto-liberación deben hacerse muchas veces, hasta que comience a dar los frutos.

Un avance seguro y un crecimiento espiritual es cuando notas que "algo" cambio en ti, que ya no tienes "eso" que tenías antes, ese es el indicio más claro que estas pasando al siguiente nivel.

EL GRAN obstáculo en las Oraciones

Antes de comenzar con cualquier tipo de oración en Guerra Espiritual, es SUMAMENTE IMPORTANTE, que TODOS en la familia hagan un compromiso de no hablar quejas, insultos, críticas, griterías, reclamos, derrota, amargura, sino que CAMBIE el lenguaje familiar de maldición a BENDICION.

Los pleitos, las griterías, las contiendas, los desacuerdos y la intolerancia deben desaparecer PARA SIEMPRE del hogar de lo contrario todo será un gran fracaso. De ahora en adelante cambiara el lenguaje a lenguaje de BENDICION y se declarara la victoria de Dios en el lenguaje cotidiano. Si el ambiente de pleito y contienda, y amargura continúan en el hogar, DE NADA SERVIRAN LAS ORACIONES.

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Tener un lenguaje negativo, pesimista o de maldición DESACTIVA las oraciones de poder. Los cristianos que oran a Dios por una situación y declaran victoria y luego más tarde expresan negativismo, amargura, pesimismo, derrota, maldición, en su lenguaje cotidiano, NUNCA, verán contestadas sus oraciones, por esto es que hay muchos cristianos que por años oran por una situación que nunca se resuelve. El lenguaje que utilizamos para orar debe estar en CONCORDANCIA con nuestro lenguaje cotidiano.