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EL MUNDO / AÑO XVI, NÚMERO 437 CRÓNICA DOMINGO 8 DE AGOSTO DE 2010 6 DAVID JIMÉNEZ Kota Bahru (Malasia) os súbditos del Estado malayo de Kelantan creían haberlo visto to- do, tras asistir a meses de peleas pú- blicas entre sus sultanes, disputas en los juzgados por los coches de lujo de la familia o a la huida de una prince- sa tras denunciar su violación. Pero entonces llegó el príncipe Tengku Muhammad Fakhry, entró en el hos- pital donde su padre se recuperaba de problemas cardiacos y se lo llevó, semiinconsciente, con la intención de trasladarlo a Singapur. «No po- díamos creer que hubieran llegado a tanto», dice el carpintero Husam, que regenta un taller cerca del palacio real, sobre la guerra abierta entre los hermanos por la sucesión al trono. Finalmente, policías armados con ri- fles automáticos lograron detener el vehículo antes de que llegara al aero- puerto y evitar así el presunto secues- tro del sultán Ismail Petra Yahya Pe- tra a manos de su hijo. Se trata sólo de un día más en la vida de la que po- dría ser considerada la peor Monar- quía del mundo. Malasia ha tenido siempre una de las realezas más peculiares, gra- cias a un sistema de sucesión por el que nueve familiares reales de dife- rentes Estados, incluido el de Ke- lantan, se turnan para ocupar el trono durante cinco años. El actual rey, el poco carismático Mizan Zai- nal Abidin, tendrá que ceder su puesto dentro de dos años, para que un Consejo de Regentes deter- mine el próximo elegido entre los restantes ocho monarcas del país. En situaciones como ésta, donde el sultán se encuentra gravemente en- fermo, una sucesión a tiempo pue- de suponer la oportunidad de rei- nar en todo el país. El sistema de rotación fue ideado para evitar disputas, pero en su lu- gar ha creado una de las familias reales más caóticas del mundo, so- metida al escándalo casi diario por parte de príncipes acusados de co- meter delitos que van del robo al asesinato o el rapto. El descontrol ha llegado a tal punto, que bandas de príncipes han llegado a enfrentarse en las pistas de baile de algunas de las discotecas más conocidas de Kuala Lumpur, la capital del país. La guerra abierta por el sultana- to de Kelantan, Tierra de Truenos, comenzó el pasado mes de septiem- bre, cuando el príncipe regente, Tengku Muhammad Faris Petra, expulsó a su hermano Fakhry del Consejo de Sucesión encargado de elegir al próximo sultán. El favorito se deshacía así de un rival díscolo y ambicioso, que meses atrás había sido acusado de secuestrar, tortu- rar y violar a su esposa, una joven modelo indonesia con la que empe- zó a relacionarse cuando ella aún era menor de edad. «Me mantenía cautiva las 24 horas del día» ha de- nunciado Manohara Odelia Pinot, que escapó aprovechando un viaje oficial de la familia real a Singapur, solicitando auxilio en la embajada de su país. El escándalo de la joven princesa venía precedido de la muerte de un príncipe por sobredosis, el encarce- lamiento de otro después de matar a su madre, el fallecimiento de la esposa de un sultán a manos de practicantes de magia negra, el ase- sinato impune de varios súbditos o la pérdida de fortunas millonarias en casinos de las Vegas. Reducidos a un papel supuestamente ceremo- nial desde la independencia del pa- ís en 1957, los monarcas de Malasia han logrado mantener privilegios, fortuna e influencia. Las primeras voces se preguntan, todavía en voz baja, si no ha llegado la hora de que pierdan las tres. POR ENCIMA DE LA LEY El sonido de 77 salvas se encargó de despedir el pasado mes de enero al hombre que muchos consideran cul- pable o, al menos, pionero del desen- freno monárquico en Malasia. El sul- tán del Estado de Johor, Iskandar Is- mail, fue enterrado en el Mausoleo Real a los 77 años, entre las alaban- zas de una prensa local que destacó su «papel histórico», «carisma popu- lar» y «cercanía con el pueblo». Los obituarios descuidaron mencionar su manía de agredir a los conductores que osaban adelantarle en la autopis- ta, el incidente en el que ató con co- rreas de perro a dos policías o el día que mató a tiros a un hombre que se había acercado a su helicóptero, obli- gando a su padre a intervenir para evitarle la cárcel. «Un sultán no debe responder a las alegaciones. Eso sería rebajar su posición en la sociedad», fue duran- te años la respuesta del secretario LA PEOR FAMILIA REAL DEL MUNDO ASESINATOS, supuestas violaciones, reyertas entre bandas de príncipes... En Malasia, nueve familias reales rotan a la hora de ocupar el trono. Y las sucesiones en los sultanatos se disputan a tiros ESCÁNDALO / JAQUE AL TRONO DE MALASIA L «ACABARÁN MATÁNDOSE ENTRE ELLOS. SON MALA HIERBA», DICEN EN EL SULTANATO DE KELANTAN

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EL MUNDO / AÑO XVI, NÚMERO 437 CRÓNICA DOMINGO 8 DE AGOSTO DE 20106

DAVID JIMÉNEZKota Bahru (Malasia)

os súbditos del Estadomalayo de Kelantancreían haberlo visto to-

do, tras asistir a meses de peleas pú-blicas entre sus sultanes, disputas enlos juzgados por los coches de lujo dela familia o a la huida de una prince-sa tras denunciar su violación. Peroentonces llegó el príncipe TengkuMuhammad Fakhry, entró en el hos-

pital donde su padre se recuperabade problemas cardiacos y se lo llevó,semiinconsciente, con la intenciónde trasladarlo a Singapur. «No po-díamos creer que hubieran llegado atanto», dice el carpintero Husam, queregenta un taller cerca del palacioreal, sobre la guerra abierta entre loshermanos por la sucesión al trono.Finalmente, policías armados con ri-fles automáticos lograron detener elvehículo antes de que llegara al aero-puerto y evitar así el presunto secues-

tro del sultán Ismail Petra Yahya Pe-tra a manos de su hijo. Se trata sólode un día más en la vida de la que po-dría ser considerada la peor Monar-quía del mundo.

Malasia ha tenido siempre unade las realezas más peculiares, gra-cias a un sistema de sucesión por elque nueve familiares reales de dife-rentes Estados, incluido el de Ke-lantan, se turnan para ocupar eltrono durante cinco años. El actualrey, el poco carismático Mizan Zai-nal Abidin, tendrá que ceder supuesto dentro de dos años, paraque un Consejo de Regentes deter-mine el próximo elegido entre losrestantes ocho monarcas del país.En situaciones como ésta, donde elsultán se encuentra gravemente en-fermo, una sucesión a tiempo pue-de suponer la oportunidad de rei-nar en todo el país.

El sistema de rotación fue ideadopara evitar disputas, pero en su lu-gar ha creado una de las familiasreales más caóticas del mundo, so-metida al escándalo casi diario porparte de príncipes acusados de co-meter delitos que van del robo alasesinato o el rapto. El descontrol hallegado a tal punto, que bandas depríncipes han llegado a enfrentarseen las pistas de baile de algunas delas discotecas más conocidas deKuala Lumpur, la capital del país.

La guerra abierta por el sultana-to de Kelantan, Tierra de Truenos,comenzó el pasado mes de septiem-bre, cuando el príncipe regente,

Tengku Muhammad Faris Petra,expulsó a su hermano Fakhry delConsejo de Sucesión encargado deelegir al próximo sultán. El favoritose deshacía así de un rival díscolo yambicioso, que meses atrás habíasido acusado de secuestrar, tortu-rar y violar a su esposa, una jovenmodelo indonesia con la que empe-zó a relacionarse cuando ella aúnera menor de edad. «Me manteníacautiva las 24 horas del día» ha de-nunciado Manohara Odelia Pinot,que escapó aprovechando un viajeoficial de la familia real a Singapur,solicitando auxilio en la embajadade su país.

El escándalo de la joven princesavenía precedido de la muerte de unpríncipe por sobredosis, el encarce-lamiento de otro después de matara su madre, el fallecimiento de laesposa de un sultán a manos depracticantes de magia negra, el ase-sinato impune de varios súbditos o

la pérdida de fortunas millonariasen casinos de las Vegas. Reducidosa un papel supuestamente ceremo-nial desde la independencia del pa-ís en 1957, los monarcas de Malasiahan logrado mantener privilegios,

fortuna e influencia. Las primerasvoces se preguntan, todavía en vozbaja, si no ha llegado la hora de quepierdan las tres.

POR ENCIMA DE LA LEYEl sonido de 77 salvas se encargó dedespedir el pasado mes de enero alhombre que muchos consideran cul-pable o, al menos, pionero del desen-freno monárquico en Malasia. El sul-tán del Estado de Johor, Iskandar Is-mail, fue enterrado en el MausoleoReal a los 77 años, entre las alaban-zas de una prensa local que destacósu «papel histórico», «carisma popu-lar» y «cercanía con el pueblo». Losobituarios descuidaron mencionar sumanía de agredir a los conductoresque osaban adelantarle en la autopis-ta, el incidente en el que ató con co-rreas de perro a dos policías o el díaque mató a tiros a un hombre que sehabía acercado a su helicóptero, obli-

gando a su padre a intervenir paraevitarle la cárcel.

«Un sultán no debe responder alas alegaciones. Eso sería rebajar suposición en la sociedad», fue duran-te años la respuesta del secretario

LA PEORFAMILIA REALDEL MUNDOASESINATOS, supuestas violaciones,reyertas entre bandas de príncipes... EnMalasia, nueve familias reales rotan a lahora de ocupar el trono. Y las sucesionesen los sultanatos se disputan a tiros

ESCÁNDALO / JAQUE AL TRONO DE MALASIA

L«ACABARÁN MATÁNDOSE ENTREELLOS. SON MALA HIERBA», DICENEN EL SULTANATO DE KELANTAN

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a menudo han desarrollado impor-tantes negocios en los sectores de laenergía, las telecomunicaciones o laconstrucción. Los políticos naciona-les los quieren de su lado, sobre to-do cuando se acercan elecciones.

Los monarcas de Malasia no hanrespondido a los recientes escánda-los con promesas de redención, si-no pidiendo la vuelta de la inmuni-dad judicial que el Gobierno les reti-ró en 1993 y la creación de leyes

que impidan las críticas a su com-portamiento. Así, las nueve familiasreales, que se han peleado por casitodo en los últimos años, han suma-do fuerzas en el único objetivo quehoy parece ponerles de acuerdo: elregreso a los tiempos en los que notenían que responder ante nadie.

Los sultanes cuentan con impor-tantes apoyos políticos en su inten-ción de que el país adopte un siste-ma similar al de Tailandia, dondecualquier comentario negativo so-bre la familia real se paga hasta con15 años de cárcel. Sectores del prin-cipal partido político del país, la Or-ganización Nacional de MalayosUnidos (UMNO), que ha gobernadodesde la independencia, han apoya-do el restablecimiento de las acusa-ciones de sedición contra quienesdeslicen comentarios negativos so-bre la familia real, pidiendo a la po-licía que actúe para frenar la revela-ción de sus escándalos. «Hay queacabar con la ridiculización de losmonarcas de Malasia y recuperar elrespeto perdido», asegura el prínci-pe Tengku Zainol Rashid, del esta-do de Kedah, portavoz de la campa-ña que denuncia la desprotecciónen la que viven decenas de prínci-pes repartidos por todo el país.

La petición implica un regreso alos años posteriores a la indepen-dencia del Reino Unido, cuando lossultanes vieron compensada su pér-dida de poder político, refrendadaposteriormente en la Constitución,con el mantenimiento de su posi-ción por encima de la ley. Sin posi-bilidad de ver sus escándalos refle-jados en la prensa o llevados ante eljuzgado, seguros de que no teníanque explicar sus actos, generacio-nes de príncipes crecieron en la Ma-lasia poscolonial con la sensaciónde poder entregarse sin reparos a ladilapidación de sus fortunas y losexcesos, a la espera de que les llega-ra el turno de reinar.

FUERA DE CONTROLLos problemas aumentaron segúncreció la prole real, y decenas de prín-cipes y princesas se iban incorporan-do a las nueve familias reales, multi-plicando el número de clanes y ban-dos. El excéntrico modelo de suce-sión por turnos, lejos de dar la estabi-lidad prevista, creó nuevas friccionesy guerras internas en los sultanatos.«Para entender la situación hay queimaginarse una Monarquía con es-cándalos varios, como la británica enel pasado, y multiplicarlos por nueve.La realeza de este país se encuentrafuera de control», asegura un políticode la oposición que prefiere guardarel anonimato para evitar represalias.

El actual gobernante supremo ydecimotercer rey de Malasia fue co-

ronado en abril de 2007, en una ce-remonia de corte medieval que con-trastó con la imagen moderna queel país ha logrado labrarse en los úl-timos años, levantando los que ensu día fueron los rascacielos más al-tos del mundo (Torres Petronas),desarrollando una de las economíasmás prósperas del sureste asiático yorganizando eventos internaciona-les, incluida una de las carreras delcalendario de Fórmula 1. Al compásde la orquesta de los sultanes, vesti-do con traje ceremonial estampadoen oro, el monarca besó la daga realque simboliza el poder monárquico,mientras cientos de súbditos vito-reaban «¡Larga vida al rey!». El nue-vo rey, Mizan Zainal Abidin, volvióal día siguiente a sus actividadespreferidas, caballos y golf, y desdeentonces ha tenido un reinado gris.

INTENTO DE SECUESTROLa escasa autoridad que el monarcaejerce sobre los sultanatos hace invia-ble que Zainal Abidin pueda ponerorden entre ellos en los dos años dereinado que le quedan. Es probableque las guerras internas se intensifi-quen, si cabe, en lugares como Kelan-tan, donde la disputa entre dos de loscuatro hijos del sultán ha degeneradoen el presunto intento de secuestrode su padre e incluso en un enfrenta-miento a tiros. La policía cree que lamuerte a balazos de un guardia delpalacio real, el pasado mayo, fue par-te de una conspiración para acabarcon la vida del príncipe regente, FarisIsmail Petra. Su hermano menor y va-rios guardaespaldas fueron deteni-dos días después y puestos en liber-tad tras un breve interrogatorio.

Los intentos de los dos hermanosde manipular la voluntad de su pa-dre y situarse al frente del sultana-to, a la espera de que a Kelantan lellegue el turno de reinar en Malasia,se han intensificado con el deterio-ro de la salud del patriarca. Postra-do en una silla de ruedas, con elgesto ido, aterrizaba esta semanaen la capital estatal de Kota Bharu,tras varios días de hospitalizaciónen Singapur. Fuentes de la familiaaseguran que ha perdido la lucidezy que difícilmente podría mediar enla guerra por ocupar su lugar.

Al día siguiente del regreso delsultán, los fieles reunidos en la mez-quita de Kampung Laut rezaron porsu salud y el regreso de los tiemposen los que sus príncipes se limita-ban a disfrutar de sus fortunas y re-presentar los intereses de la región.Los cerca de 500.000 habitantes dela ciudad desean, hoy más que nun-ca, larga vida al rey. «Los hijos sonmala hierba. Terminarán por ma-tarse entre ellos», dice MohamedMustafa, de 91 años, consciente deque un final trágico podría acabarcon el sultanato y sentar un peligro-so precedente para la Monarquía enMalasia. «Quizá sea lo mejor paratodos», dice suspirando.

El palacio real de Kota Bharu,donde los sultanes de Kelantan hanvivido desde mediados del sigloXIX, resiste como uno de los últi-mos símbolos históricos de una ciu-dad en la que los edificios emblemá-ticos han pasado a ser un hipermer-cado Tesco o el flamante primergran centro comercial. Tras los mu-ros de palacio, aislado de sus súbdi-tos, el sultán vive sus últimos díasrodeado de policías y protegido delas conspiraciones que en el últimoaño han hecho bueno el nombre desu reino, la Tierra de los Truenos.

UN REY GRIS. Mizan ZainalAbidin, coronado en abril de 2007,es incapaz de controlar losdesmanes de los príncipesaspirantes a los sultanatos. Aquí levemos en el salón del trono.

del sultán de Johor, que gustaba depatrullar las calles en un Rolls Roycearmado con un fusil, parando en per-sona a los infractores de tráfico paraobligarles a hacer flexiones hastacaer rendidos. Ninguno de los escán-dalos del príncipe impidió que subie-ra al trono en 1984, cuando le llegóel turno de convertirse en rey.

El Gobierno civil del entonces pri-mer ministro Mahathir inició unaofensiva para destripar de privile-gios a un monarca que, según variostestigos, tenía otra muerte en su his-torial: el asesinato a golpes y con supalo de golf de un caddy que no pu-do contener la risa tras uno de susgolpes fallidos. Las cosas apenashan cambiado desde entonces: el hi-jo del fallecido sultán de Johor,Tengku Ibrahim Ismail, ascendido altrono al finalizar el funeral de su pa-dre en enero, ha necesitado un per-dón especial después de matar a unhombre en una reyerta de discoteca.

El final de la inmunidad judicialpara la realeza, convertida en ley ha-ce 17 años, no ha impedido que de-cenas de príncipes y princesas siganviolando las normas, con la garantíade que la policía no se atreverá aarrestarlos o serán exculpados gra-cias a sus contactos en la judicaturay el Gobierno. Los sultanes han lo-grado mantener parte de su influen-cia política gracias al dinero amasa-do y el control que ejercen sobre unimportante número de votos en susEstados, donde siguen siendo pro-pietarios de los palacios históricos y

La familia real del sultanato de Kelantan es una vieja conocida de laspáginas más amarillas de la prensa de su país. Su penúltimo escánda-lo tiene que ver con el príncipe Fakhry, aspirante en pugna con su her-

mano, el príncipe regente Tengku Muhammad Faris Petra, y la modelo in-donesia Manohara Odelia Pinot. Su romance empezó mal (ella tenía sólo 15años cuando se conocieron), siguió peor (al año de su matrimonio, ella leacusó de maltrato y él le impidió volver a su país, secuestrándola) y terminódramáticamente: durante un viaje a Singapur, ella logró escapar del hoteldonde se alojaban con la ayuda de la embajada estadounidense (Manoharatiene la doble nacionalidad). El caso de divorcio sigue en los tribunales.

PRINCESA A LA FUGA

Manohara Odelia Pinot acusó al príncipe de Kelantan, su esposo, de violación.

El sultán de Kelantan, en silla de ruedas, con su hijo. / TOPENG PERAK

NUEVE SULTANES Y UN REY CADA CINCO AÑOS

● Malasia es una Monarquía constitucional en la que el rey es el jefe deEstado y el primer ministro el jefe del Gobierno. Pero, al revés que en elresto de las familias reales, el trono no es hereditario y no pasaautomáticamente al primogénito. En su lugar, los nueve sultanatos de losnueve Estados de Malasia que conservan realeza rotan para designar al reypor un periodo de cinco años improrrogables. ● La alternancia no es fija niordenada. Un Consejo de Regentes, presidido por el rey en ese momento yformado por el resto de sultanes, elige al siguiente monarca mediante unavotación secreta. Las reglas, estipuladas en la Constitución, indican que elelegido debe haber sido seleccionado por al menos cinco de los regentes,que no puede ser menor de edad y debe tener sus capacidades mentalesintactas. El elegido puede declinar el puesto, pero ninguno lo ha hechodesde que el Consejo de Regentes se reunió por primera vez en 1948. ●Más allá de las apariencias, el sistema se basa en una rotación relativamenteordenada y negociada, para tratar de que todos los sultanatos tengan enalgún momento un rey, indistintamente de sus cualidades. La elección en1984 del díscolo sultán de Johor, Iskandar Ismail, a pesar de haberasesinado a un hombre y haber protagonizado numerosos escándalos, dejóen evidencia un sistema de elección que siempre ha estado bajo sospecha.