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Ordenación Episcopal del Excmo. y Rvdmo. Mons. Eusebio Hernández Sola, OAR como Obispo de Tarazona MONASTERIO DE SANTA MARÍA DE VERUELA 19 DE MARZO DE 2011 SOLEMNIDAD DE SAN JOSÉ, ESPOSO DE LA VIRGEN MARÍA

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Ordenación Episcopaldel Excmo. y Rvdmo.

Mons. Eusebio Hernández Sola, OARcomo Obispo de Tarazona

Monasterio de santa María de Veruela

19 de Marzo de 2011Solemnidad de San JoSé, eSpoSo de la Virgen maría

ORDENACIÓN EPISCOPAL DEL EXCMO. Y RVDMO.

MONS. EUSEBIO HERNÁNDEZ SOLA, OAR

Obispo Consagrante: Excmo. y Rvdmo. Sr. D. Manuel Monteiro de Castro

Secretario para la Congregación de Obispos

Obispos Co -consagrantes: Excmo. y Rvdmo. Sr. D. Renzo Fratini Nuncio Apostólico de S.S. en España

Excmo. y Rvdmo. Sr. D. Manuel Ureña Pastor Arzobispo de Zaragoza

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EXCMO. Y RVDMO. MONS. EUSEBIO HERNÁNDEZ SOLA, OAR

Nació en Cárcar (Navarra) el 29 de julio de 1944. Sus padres, Ignacio (+ 1973) y Áurea. Es el mayor de cuatro hermanos.

Ingresó en el seminario menor de la Orden de los Padres Agustinos Re-coletos, en Lodosa, el 12 de septiembre de 1955. En 1958 pasó al colegio de Fuenterrabía donde completó los cursos de humanidades y los estudios filo-sóficos. A continuación (1963-1964) ingresó en el noviciado del convento de la orden en Monteagudo (Navarra), donde hizo la primera profesión el 30 de agosto de 1964, pasando posteriormente a Marcilla donde cursó los estudios teológicos (1964-68). Aquí hizo la profesión solemne (1967); fue ordenado diácono (1967) y presbítero el 7 de julio de 1968.

Su primer oficio pastoral fue el de asistente en la Parroquia de Santa Rita de Madrid, comenzando al mismo tiempo sus estudios de Derecho Canóni-co en la Universidad de Comillas en Madrid. Al curso siguiente (1969) fue traslado a la residencia universitaria Augustinus, que la orden tiene en aquella ciudad. Se le confió la misión de director espiritual de sus universitarios, continuó sus estudios de derecho canónico, que concluyó con el doctorado (1971) e inició los de Derecho en la Universidad Complutense de Madrid (1969-1974). Durante el curso 1974-75 hizo prácticas jurídicas en la universi-dad y en los tribunales de Madrid.

El 3 de noviembre de 1975 inició su trabajo en la Congregación para los Ins-titutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica. Desde 1976 fue el director del departamento de la formación y animación de la vida religiosa, siendo el responsable de la elaboración y publicación de los documentos de la Congregación; además dirige una escuela bienal de teología y derecho de la vida consagrada. Desde 1995 es capo ufficio del mismo Dicasterio. Por razones de trabajo los Superiores de la Congregación le han confiado multitud de misiones en numerosos países del mundo. Ha participado en variados con-gresos de vida consagrada, de obispos y de pastoral vocacional. Durante este tiempo ha ejercido de asistente en el servicio pastoral de la Orden en Roma.

El día 29 de enero de 2011 fue publicado su nombramiento como Obispo de Tarazona.

DESCRIPCIÓN DEL ESCUDO EPISCOPAL

El escudo es de forma renacentista, frecuentemente usada en heráldica eclesiástica con una cruz trebolada de oro con cinco gemas rojas, para repre-sentar las cinco llagas de Cristo.

De azur, un monte de tres peñas de oro moviente de la punta, adestrado de una estrella de siete rayos del mismo; un jefe de plata cargado de un libro de su color sumado de un corazón flameado y flechado de gules.

El azul (azur) simboliza primariamente la separación de los valores mun-danos y la ascensión del alma hacia Dios; por lo tanto, el camino de las Virtu-des que nos lleva desde las cosas de esta tierra hacia el cielo.

La plata es el símbolo de la transparencia, por lo tanto de la Verdad y de la Justicia que tienen que acompañar el celo pastoral del Obispo.

El monte, aquí representado en forma heráldica, recuerda el Moncayo, la montaña que está situada en el territorio de la diócesis de Tarazona; y la estrella, símbolo mariano, recuerda el Santuario de Nuestra Señora del Mon-cayo a cuya materna protección Mons. Eusebio confía su nuevo ministerio pastoral.

El corazón con las llamas y la flecha puesto sobre el libro es el símbolo de los Agustinos Recoletos a cuya orden Mons. Eusebio Hernández pertenece.

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APUNTES SOBRE LA DIÓCESIS DE TARAZONA

Aun reconociendo su antigüedad como sede episcopal, no se puede preci-sar el tiempo de su creación.

Algunos historiadores dan como primera noticia histórica de su existencia el año 449, en el que el Obispo León junto con varios diocesanos mueren en la Iglesia de Santa María Magdalena, entonces Catedral, a manos de tropas romanas acaudilladas por el general Basilio. Parece ser que los nativos qui-sieron sacudirse el yugo de la dominación extranjera, aunque infructuosa-mente, porque vinieron a caer en manos de los godos.

A partir del año 465 aparecen los nombres de algunos Obispos de Tyraso en los Concilios de Toledo, en cuyas actas firman poco después de los metro-politanos. Prueba evidente de la antigüedad de esta sede episcopal. Son los Obispos Dídimo, Esteban, Floridio, Elpidio, Anterio, Nepociano.

El territorio de esta Diócesis, en un principio, estuvo fijado por la llamada división de Wamba y sus límites fueron ligeramente retocados a raíz de la Reconquista. Más adelante, en el concilio de Burgos (año 1130), volvieron a sufrir modificaciones y así permanecieron inalterados hasta la reestructura-ción llevada a cabo al comienzo de 1956, en que la Diócesis queda definida como porción de la Provincia de Zaragoza y se desmembran de ella las parro-quias pertenecientes a las Provincias civiles de Navarra, Soria y La Rioja.

Pertenece a la Provincia eclesiástica de Zaragoza, junto a Huesca, Barbas-tro y Teruel y Albarrazín.

Es la zona noroeste de la Provincia de Zaragoza y su extensión alcanza 4.514 km2.

Su población asciende a unos 80.000 habitantes. Su número de Parroquias se eleva a 139 atendidas por unos 80 sacerdotes.

Pastoralmente, la Diócesis está estructurada en cinco Arciprestazgos: Alto Jalón, Bajo Jalón, Calatayud, Huecha y Tarazona.

RECIBIMIENTO DEL SEÑOR OBISPO Y ENTRADA EN LA IGLESIA

Mientras el pueblo espera dentro de la iglesia, el Cabildo y el Colegio de Consultores reciben al Obispo electo en la puerta. El Nuncio de Su Santidad en Es-paña le presenta al Cabildo y al Colegio de Consultores con estas palabras:

Os presento al que desde ahora presidirá vuestras celebra-ciones como Obispo de esta Iglesia de Tarazona: El Excmo. y Rvdmo. Mons. Eusebio Hernández Sola.

El Rector de la iglesia da a besar el Lignum Crucis al Obispo y le ofrece el agua bendita con la que rocía a los presentes.

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RITOS INICIALES

CANTO DE ENTRADA

PUEBLO DE REYES - L. DEiss

2. Te cantamos a ti, Esplendor de la gloria, te alabamos, Es-trella radiante que anuncias el día. Te cantamos, oh Luz que iluminas nuestras sombras, te alabamos, Antorcha de la nueva Jerusalén.

3. Te cantamos, Mesías que anunciaron los profetas, te alaba-mos, oh Hijo de Abrahán e Hijo de David. Te cantamos, Mesías espe-rado por los pobres, te alabamos, oh Cristo, nuestro Rey de humilde corazón.

4. Te cantamos, Mediador entre Dios y los hombres, te ala-bamos, oh Ruta viviente camino del cielo. Te cantamos, Sacerdote de la nueva alianza, te alabamos, tú eres nuestra paz por la sangre de la cruz.

5. Te cantamos, Cordero de la Pascua eterna, te alabamos, oh Víctima que borras nuestros pecados. Te cantamos, oh Templo de la nueva alianza, te alabamos, oh piedra angular y Roca de Israel.

6. Te cantamos, Pastor que nos conduces al reino, te alaba-mos, reúne a tus ovejas en un redil. Te cantamos, oh Cristo, Manantial de la gracia, te alabamos, oh Fuente de agua viva que apaga nuestra sed.

7. Te cantamos, oh Viña plantada por el Padre, te alabamos, oh Viña fecunda, nosotros tus sarmientos. Te cantamos, oh Cristo, maná verdadero, te alabamos, oh Pan de la vida que el Padre nos da.

8. Te cantamos, Imagen del Dios invisible, te alabamos, oh Rey de Justicia y Rey de Paz. Te cantamos, Primicias de aquellos que duermen, te alabamos, a ti, Viviente, principio y fin.

Saludo

—En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. R./ Amén.

—La paz esté con vosotros. R./ Y con tu espíritu.

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ACTO PENITENCIAL

Jesucristo, el justo, intercede por nosotros y nos reconcilia con el Padre. Abramos, pues, nuestro espíritu al arrepentimiento, para acercarnos a la mesa del Señor.

Se hace una breve pausa en silencio.

Después el presidente dice:

Señor, ten misericordia de nosotros.

El pueblo responde:

Porque hemos pecado contra ti.

El presidente prosigue:

Muéstranos, Señor, tu misericordia.

El pueblo responde:

Y danos tu salvación.

El presidente concluye con la siguiente plegaria:

Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

El Pueblo responde:

Amén.

Kyrie De Angelis

Gloria De Angelis

Oración Colecta

Dios todopoderoso que confiaste los primeros misterios de la salvación de los hombres a la fiel custodia de San José; haz que, por su intercesión, la Iglesia los conserve fielmente y los lleve a plenitud en su misión salvadora. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

R/ Amén.

LITURGIA DE LA PALABRA

2 Samuel 7, 4-5a. 12-14a. 16.

El señor Dios le dará el trono de David, su padre.

Salmo 88: L. ELizALDE

Romanos 4, 13.16-18.22

Apoyado en la esperanza, creyó, contra toda esperanza.

Aclamación del Evangelio: Gloria y honor a ti, Señor Jesús.

Mateo 1, 16.18-21.24a.

José hizo lo que le había mandado el ángel del señor.

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ORDENACIÓN

Himno Veni Creator spiritus

Veni, Creator Spíritus, mentes tuorum visita. Imple superna grátia quae tu creasti péctora.

Qui diceris Paráclitus, Altissimi donum Dei, Fons vivus, ignis, cáritas, Et spiritalis únctio.

Tu septiformis múnere, Digitus paternae déxterae, Tu rite promissum Patris, Sermone ditans gúttura.

Accende lumen sénsibus, Infunde amorem córdibus, Infirma nostri córporis Virtute firmans pérpeti.

Hostem repellas lóngius, Pacemque dones prótinus, Ductore sic te praevio, Vitemus omne nóxium.

Per te sciamus da Patrem, Noscamus atque Filium, Teque utriusque Spiritum Credamus omni témpore.

Deo Patri sit glória, Et Filio qui a mórtuis Surrexit, ac Paráclito In saeculorum saécula. Amen.

Presentación del elegido

El elegido es acompañado por sus presbíteros asistentes hasta el Obispo ordenante principal, a quien hacen una reverencia.

Uno de los presbíteros asistentes se dirige al Obispo ordenante prin cipal con estas palabras:

Reverendísimo Padre, la Iglesia de Tarazona pide que orde-nes Obispo al presbítero Eusebio Hernández Sola.

El Obispo ordenante principal pregunta:

¿Tenéis el mandato apostólico?

Y él responde:

Lo tenemos.

El Obispo ordenante principal:

Léase

Y el Canciller secretario del Obispado de Tarazona, una vez que ha mos-trado las Letras al Colegio de Consultores, lee a todo el pueblo el man dato. Una vez ha terminado todos asienten cantando:

Homilía.

Promesa del elegido

Después de la homilía, el P. Eusebio se pone de pie ante el Obispo orde-nante principal, quien lo interroga con estas palabras:

La antigua regla de los Santos Padres establece que quien ha sido elegido para el Orden Episcopal sea, ante el pueblo, previamente examinado sobre su fe y sobre su futuro ministe rio.

Por tanto, querido hermano: ¿Quieres consagrarte, hasta la muerte, al ministerio episcopal que hemos heredado de los Apóstoles, y que por la imposición de nuestras manos te va a ser confiado con la gracia del Espíritu Santo?

El elegido responde:

Sí, quiero.

El Obispo ordenante principal:

¿Quieres anunciar con fidelidad y constancia el Evangelio de Jesucristo?

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El elegido:

Sí, quiero.

El Obispo ordenante principal:

¿Quieres conservar íntegro y puro el depósito de la fe, tal como fue recibido de los Apóstoles y conservado en la Iglesia y en todo lugar?

El elegido:

Sí, quiero.

El Obispo ordenante principal:

¿Quieres edificar la Iglesia, Cuerpo de Cristo, y permane cer en su unidad con el Orden de los Obispos, bajo la autoridad del suce-sor de Pedro?

El elegido:

Sí, quiero.

El Obispo ordenante principal:

¿Quieres obedecer fielmente al sucesor de Pedro?

El elegido:

Sí, quiero.

El Obispo ordenante principal:

Con amor de padre, ayudado de tus presbíteros y diáco nos, ¿quieres cuidar del pueblo santo de Dios y dirigirlo por el camino de la salvación?

El elegido:

Sí, quiero.

El Obispo ordenante principal:

Con los pobres, con los inmigrantes, con todos los necesi-tados ¿quieres ser siempre bondadoso y comprensivo?

El elegido:

Sí, quiero.

El Obispo ordenante principal:

Como buen pastor, ¿quieres buscar las ovejas dispersas y conducirlas al aprisco del Señor?

El elegido:

Sí, quiero.

El Obispo ordenante principal:

¿Quieres rogar continuamente a Dios todopoderoso por el pueblo santo y cumplir de manera irreprochable las funciones del sumo sacerdocio?

El elegido:

Sí, quiero, con la ayuda de Dios.

El Obispo ordenante principal:

Dios, que comenzó en ti la obra buena, él mismo la lleve a término.

Letanía de los Santos

El Obispo ordenante principal, de pie, con las manos juntas y de cara al pueblo, hace la invitación:

Oremos, hermanos, para que, en bien de la Santa Iglesia, el Dios de todo poder y bondad, derrame sobre este elegido la abundan-cia de su gracia.

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El diácono:

Pongámonos de rodillas.

Concluido el canto de las letanías, el Obispo ordenante principal, en pie y con las manos extendidas, dice:

Escucha, Señor, nuestra oración, para que al derramar sobre este siervo tuyo la plenitud de la gracia sacerdotal, des cienda sobre él la fuerza de tu bendición. Por Jesucristo, nues tro Señor.

Todos:

Amén.

El diácono:

Podéis levantaros.

Imposición de manos

El Obispo ordenante principal impone en silencio las manos sobre la ca-beza del elegido. A continuación, acercándose sucesivamente, lo hacen los demás Obispos también en silencio.

Imposición del Libro de los Evangelios

Seguidamente, el Obispo ordenante principal recibe de un diácono el li-bro de los Evangelios y lo impone abierto sobre la cabeza del elegido; dos diáconos, a derecha e izquierda del elegido, sostienen el libro de los Evangelios sobre la cabeza de aquél, hasta que finaliza la Plegaria de Ordenación.

Plegaria de ordenación

Con el elegido de rodillas ante él, el Obispo ordenante principal, y con los demás Obispos ordenantes a su lado, pronuncia, con las manos extendi das, la Plegaria de Ordenación:

Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordia y Dios de todo consuelo, que habitas en el cielo y te fijas en los humildes; que lo conoces todo antes de que exista.

Tú estableciste normas en tu Iglesia con tu palabra bienhechora. Desde el principio tú predestinaste un linaje justo de Abrahán; nombraste príncipes y sacer-dotes y no dejaste sin ministros tu santuario. Desde el principio del mundo te agrada ser glorificado por tus elegidos.

Esta parte de la oración es dicha por todos los Obispos ordenantes, con las manos juntas

INFUNDE AHORA SOBRE ESTE TU ELEGIDO LA FUERZA QUE DE TI PROCEDE: EL ESPÍRITU DE GOBIERNO QUE DISTE A TU AMADO HIJO JESUCRISTO, Y ÉL, A SU VEZ, COMUNICÓ A LOS SANTOS APÓSTOLES, QUIENES ESTABLECIERON LA IGLESIA, COMO SANTUARIO TUYO EN CADA LUGAR, PARA GLORIA Y ALABANZA INCESANTE DE TU NOMBRE.

Prosigue solamente el Obispo ordenante principal:

Padre santo, tú que conoces los corazones, concede a este servidor tuyo, a quien elegiste para el episcopado, que sea un buen pastor de tu santa grey y ejercite ante ti el sumo sacerdocio sirviéndote sin tacha día y noche;

que atraiga tu favor sobre tu pueblo y ofrezca los dones de tu santa Iglesia;

que por la fuerza del Espíritu, que recibe como sumo sacerdote

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y según tu mandato, tenga el poder de perdonar pecados;

que distribuya los ministerios y los oficios según tu voluntad, y desate todo vínculo conforme al poder que diste a los Apóstoles;

que por la mansedumbre y la pureza de corazón te sea grata su vida como sacrificio de suave olor, por medio de tu Hijo Jesucristo, por quien recibes la gloria, el poder y el honor, con el Espíritu, en la santa Iglesia, ahora y por los siglos de los siglos.

El pueblo canta:

Unción con el Santo Crisma

Dios, que te ha hecho partícipe del sumo sacerdocio de Cristo, derrame sobre ti el bálsamo de la unción, y con sus bendiciones te haga abundar en frutos.

Entrega del libro de los Evangelios

Recibe el Evangelio, y proclama la palabra de Dios con deseo de instruir y con toda paciencia.

Entrega del anillo

Recibe este anillo, signo de fidelidad, y permanece fiel a la Iglesia, Esposa santa de Dios.

Imposición de la mitra

Recibe la mitra, brille en ti el resplandor de la santidad, para que, cuando aparezca el Príncipe de los pastores, merezcas recibir la corona de gloria que no se marchita.

Entrega del báculo pastoral

Recibe el báculo, signo del ministerio pastoral, y cuida de todo el rebaño que el Espíritu Santo te ha encargado guardar, como pastor de la Iglesia de Dios.

Entronización en la Cátedra

El Obispo ordenante invita al nuevo Obispo a sentarse en su Cátedra, símbolo del ministerio episcopal, de su magisterio y de su autoridad pasto ral.

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Ósculo de la paz y signo de comunión

Una vez que el ordenado ha tomado posesión de su Cátedra, deja el bá-culo y recibe el ósculo de paz del Obispo consagrante y de los demás Obispos; ter-minado este momento distintos miembros de la Diócesis salu dan al nuevo Obispo. El pueblo canta:

HE AQUÍ LA MORADA DE DIOS - L. DEiss

1. Pueblo convocado por el Verbo de Dios, pueblo reunido en torno a Cristo, pueblo que escucha a su Dios: Iglesia del Señor.

2. Templo construido por pro-fetas y apóstoles, templo en que Cristo es la piedra angular, santa morada de Dios: Iglesia del Se-ñor.

3. Pueblo saciado por el cuerpo del Señor, pueblo que bebe la

sangre de Cristo, pueblo invitado por Dios: Iglesia del Señor.

4. Pueblo que celebra a Cristo, Pascua nueva, pueblo que pasa de la muerte a la vida, pueblo que Dios se adquirió: Iglesia del Se-ñor.

5. Pueblo que canta la gloria de Dios Padre, por Jesucristo, su Hijo, el Señor, es el Espíritu San-to: Iglesia del Señor.

Credo De Angelis

Oración sobre las ofrendas

Concédenos, Señor, que podamos servirte en el altar con un corazón puro como San José, que se entregó por entero a servir a tu Hijo, nacido de la Virgen María. Por Jesucristo nuestro Señor.

R/ Amén.

Liturgia Eucarística

Los fieles llevan al altar el pan y el vino para la Eucaristía

El coro interpreta sacerdos et Pontifex de D. Vicente González Martínez.

Prefacio propio de San José.

Sanctus De Angelis

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PLEGARIA EUCARISTICA III

Terminado el Santo, sólo el Sr. Obispo, con las manos extendidas, dice:

Celebrante

Santo eres en verdad, Padre, y con razón te alaban todas tus criaturas, ya que por Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro, con la fuerza del Espíritu Santo, das vida y santificas todo, y congregas a tu pueblo sin cesar, para que ofrezca en tu honor un sacrificio sin mancha desde donde sale el sol hasta el ocaso.

Todos los concelebrantes, con las manos extendidas hacia las ofrendas, dicen a una, pero en voz baja:

Concelebrantes (en voz baja)

Por eso, Padre, te suplicamos que santifiques por el mismo Espíritu estos dones que hemos separado para ti,

Sólo el Sr. Obispo junta las manos y traza el signo de la cruz sobre el pan y el cáliz conjuntamente, mientras los demás concelebrantes continúan con las manos extendidas.

de manera que sean Cuerpo y ✝ Sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro,

Todos los concelebrantes juntan las manos.

que nos mandó celebrar estos misterios.

En las fórmulas que siguen, el Sr. Obispo pronuncia las palabras del Señor de manera clara y bien perceptible, tal como lo requiere la naturaleza de estas pala-bras. Los demás concelebrantes, en cambio, dicen las palabras de la consagración en

voz baja, extendiendo la mano derecha hacia el pan y el vino, pero sin hacer ninguno de los demás gestos que hace el Sr. Obispo.

Porque él mismo, la noche en que iba a ser entregado,

El Sr. Obispo toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:

tomó pan, y dando gracias te bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:

Sólo el Sr. Obispo se inclina un poco, mientras los demás concelebrantes pueden extender la mano derecha hacia el pan.

Tomad y comed todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por vosotros.

El Sr. Obispo muestra el pan consagrado a los concelebrantes y al pueblo. Luego deposita el pan consagrado sobre la patena y lo adora, haciendo genuflexión, mientras los demás concelebrantes se inclinan profundamente.

Después el Sr. Obispo prosigue en voz alta y los concelebrantes lo acom-pañan en voz baja:

Del mismo modo, acabada la cena,

El Sr. Obispo toma el cáliz y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:

tomó el cáliz, dando gracias lo bendijo, y lo pasó a sus discípulos, diciendo:

Sólo el Sr. Obispo se inclina un poco, mientras los demás concelebrantes pueden extender la mano derecha hacia el cáliz.

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Tomad y bebed todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados. Haced esto en conmemoración mía.

El Sr. Obispo muestra el cáliz a los concelebrantes y al pueblo. Luego de-posita el cáliz sobre el corporal y lo adora, haciendo genuflexión, mien tras los demás concelebrantes se inclinan profundamente.

sr. Obispo

Este es el Sacramento de nuestra fe.

Todos

Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!

Después de la aclamación del pueblo, el Sr. Obispo, en voz alta, y los de-más concelebrantes, en voz baja, continúan diciendo, con las manos extendidas:

Concelebrantes (en voz baja)

Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la pasión salvadora de tu Hijo, de su admirable resurrección y ascensión al cielo, mientras esperamos su venida gloriosa te ofrecemos, en esta acción de gracias, el sacrificio vivo y santo. Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia, y reconoce en ella la Víctima por cuya inmolación quisiste devolvernos tu amistad para que, fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo

y llenos de su Espíritu Santo, formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu.

Concelebrante primero

Que Él nos transforme en ofrenda permanente, para que gocemos de tu heredad junto con tus elegidos: con María, la Virgen Madre de Dios, los apóstoles y los mártires, San José y todos los santos, por cuya intercesión confiamos obtener siempre tu ayuda.

Concelebrante segundo

Te pedimos, Padre, que esta víctima de reconciliación traiga la paz y la salvación al mundo entero. Confirma en la fe y en la caridad a tu Iglesia, peregrina en la tierra; a tu servidor, el Papa Benedicto, a tu siervo Eusebio que ha sido ordenado hoy pastor de la Iglesia de Tarazona, al Orden episcopal, a los presbíteros y diáconos y a todo el pueblo redimido por ti.

Atiende los deseos y súplicas de esta familia que has congregado en tu presencia.

Reúne en torno a ti, Padre misericordioso, a todos tus hijos dispersos por el mundo.

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A nuestros hermanos difuntos y a cuantos murieron en tu amistad recíbelos en tu reino, donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria,

Junta las manos.

por Cristo, Señor nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes.

El Sr. Obispo toma la patena, y el diácono el cáliz, y, sosteniéndolos ele-vados, el Sr. Obispo y todos los concelebrantes a la vez cantan:

Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.

R/ Amén.

Durante la fracción del pan se canta:

Agnus Dei De Angelis

CANTOS PARA LA COMUNIÓN

AVE VERUM - W.A. MOzART

Interpretado por la Coral.

¿QUIéN NOS SEPARARÁ? - M. FRisiNA

2. ¿Quién nos separará de su bon-dad? ¿La persecución?, ¿quizá la espada? Ningún poder nos sepa-rará del amor de Cristo, Señor.

3. ¿Quién nos separará de su ale-gría? ¿Quién podrá apartarnos de su perdón? Nadie en el mundo nos separará de la vida en Cristo, Señor.

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Oración después de la comunión

Señor, protege sin cesar a esta familia tuya, que ha celebrado con gozo la festividad de San José participando en la eucaristía; y conserva en ella los dones que con tanta bondad le concedes. Por Jesucristo nuestro Señor.

R/ Amén.

Tú has venido a la orilla, no has buscado ni a sabios ni a ricos. Tan sólo quieres que yo te siga.

Señor, me has mirado a los ojos, sonriendo has dicho mi nombre. En la arena he dejado mi barca: junto a Ti buscaré otro mar.

Tú sabes bien lo que tengo, en mi

barca no hay oro ni espada, tan sólo redes y mi trabajo.

Tú necesitas mis manos, mi can-sancio que a otros descanse, amor que quiera seguir amando.

Tú, pescador de otros lagos, ansia eterna de hombres que esperan. Amigo bueno que así me llamas.

PESCADOR DE HOMBRES - C. gAbARAíN

CERCA DE TI, SEÑOR - L. MAssON

1. Cerca de ti, Señor, quiero mo-rar, tú grande y tierno amor quie-ro gozar. Llena mi pobre ser, lim-pia mi corazón, hazme tu rostro ver en la aflicción.

2. Mi pobre corazón inquieto está, por esta vida voy buscando paz. Mas sólo tú, Señor, la paz me puedes dar, cerca de ti, Señor, yo quiero estar.

3. Pasos inciertos doy, el sol se va; mas, si contigo estoy, no temo ya. Himnos de gratitud alegre canta-ré, y fiel a ti, Señor, siempre seré.

4. Día feliz veré creyendo en ti, en que yo habitaré cerca de ti. Mi voz alabará tu santo nombre allí, y mi alma gozará cerca de ti.

Bendición del pueblo

El nuevo Obispo junto a dos de los Obispos consagrantes da la bendi ción al pueblo recorriendo la nave de la iglesia, mientras se canta:

MAGNÍfICAT - V. gONzáLEz

Magnificat anima mea Dominum

et exultavit spiritus meus in Deo salutari meo

quia respexit humilitatem ancillae suae

ecce enim ex hoc beatam me dicent omnes generationes

quia fecit mihi magna qui potens est et sanctum nomen eius

et misericordia eius a progenie in progenie timentibus eum

fecit potentiam in brachio suo dispersit superbos mente cordis sui

deposuit potentes de sede et exaltavit humiles

esurientes implevit bonis et divites dimisit inanes

suscepit Israel puerum suum recordatus misericordiae suae.

sicut locutus est ad patres nostros Abraham et semini eius in saecula

Gloria Patri et Filio et Spiritui Sancto

Sicut erat in principio et nunc et semper et in saecula saeculorum.

Amén.

Alocución del nuevo Obispo

Bendición solemne

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CANTO DE DESPEDIDA

ESPOSO DE LA VIRGEN - POPuLAR

Esposo de la Virgen, Custodio del Señor, llévanos a María y por María a Dios. (2)

Al mando de su voz José detuvo en su carrera al sol al Sol de eterna luz con tu palabra detenías Tú pues tu poder cuanto quiere alcanza, serás nuestra esperanza castísimo José.

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