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Los Organizadores del Desarrollo Un enfoque transdisciplinario para la comprensión del desarrollo infantil temprano El desarrollo de toda persona, a lo largo de su vida, muy particularmente en la primerísima infancia - que denominamos protoinfancia- implica un complejo proceso de organización progresiva y de creciente diferenciación y especialización tanto de las funciones biológicas como de las psicosociales de relación con el medio. Tenemos que comprender el desarrollo como el camino de transformaciones internas que permiten a cada sujeto la adquisición de capacidades y competencias para asumir actitudes cada vez más autónomas. Es decir que parte de un estadio de extrema dependencia para ir construyendo instrumentos que le posibiliten conductas con mayor autonomía. En la etapa inicial la sensorialidad, la sensibilidad y la motricidad se ven predominantemente dispersas, disgregadas, fragmentadas. Progresivamente se van organizando en el sentido de un sentimiento de unidad, continuidad y cohesión de sí mismo, que permite la elaboración de la conciencia de sí, la construcción del Yo y la identidad. La ciencia ha demostrado cuáles son las necesidades esenciales para el crecimiento y la maduración de un niño, cuáles son sus períodos críticos, sensibles, y qué condiciones materiales, afectivas, culturales y sociales son imprescindibles para que todas las potencialidades se expresen, se concreten en la realidad cotidiana desde los primeros años de la vida. También la experiencia y la ciencia fueron develando cuáles pueden ser las consecuencias, las secuelas a corto y a largo plazo de la carencia, si las múltiples necesidades no son suficientemente satisfechas durante las etapas críticas. El proceso de constitución de cada sujeto humano es entonces producto de una compleja transformación evolutiva. Lo biológico, entre ello lo neurológico, constituye la base material para las relaciones adaptativas con el mundo externo. Aun dependiente en gran parte de lo genético y de lo congénito, lo biológico está a su vez entramado en la urdimbre social que realmente genera a la persona. Persona que desde el nacimiento es comprendida como un ser completo, constructor activo de sus relaciones en cada uno de sus estadios y no sólo un proyecto futuro a devenir, a construir o a destruir. También sabemos que las sociedades, y dentro de ellas las capas dominantes, van “modelando” sus “sujetos funcionales” a través de pautas de crianza, de programas de educación, de medios de información, de la formación académica de los profesionales, del auspicio a algunos desarrollos científicos y no otros, de la difusión de creencias, de mitos, de ciertos valores sociales, que constituyen, en su conjunto, de manera compleja y heterogénea, lo que denominamos “las Representaciones Sociales de un Orden Simbólico. En cada práctica de crianza y/o de educación subyacen respuestas implícitas, más o menos conscientes, a estas dos cuestiones: 1 - ¿Qué hombre, y por lo tanto qué niño queremos ayudar a ser y a crecer? ¿Un sujeto autónomo, libre, con confianza en sí mismo y en su entorno, seguro de sus propias 1

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  • Los Organizadores del Desarrollo

    Un enfoque transdisciplinario para la comprensin del desarrollo infantil temprano

    El desarrollo de toda persona, a lo largo de su vida, muy particularmente en la primersima infancia - que denominamos protoinfancia- implica un complejo proceso de organizacin progresiva y de creciente diferenciacin y especializacin tanto de las funciones biolgicas como de las psicosociales de relacin con el medio. Tenemos que comprender el desarrollo como el camino de transformaciones internas que permiten a cada sujeto la adquisicin de capacidades y competencias para asumir actitudes cada vez ms autnomas. Es decir que parte de un estadio de extrema dependencia para ir construyendo instrumentos que le posibiliten conductas con mayor autonoma. En la etapa inicial la sensorialidad, la sensibilidad y la motricidad se ven predominantemente dispersas, disgregadas, fragmentadas. Progresivamente se van organizando en el sentido de un sentimiento de unidad, continuidad y cohesin de s mismo, que permite la elaboracin de la conciencia de s, la construccin del Yo y la identidad. La ciencia ha demostrado cules son las necesidades esenciales para el crecimiento y la maduracin de un nio, cules son sus perodos crticos, sensibles, y qu condiciones materiales, afectivas, culturales y sociales son imprescindibles para que todas las potencialidades se expresen, se concreten en la realidad cotidiana desde los primeros aos de la vida. Tambin la experiencia y la ciencia fueron develando cules pueden ser las consecuencias, las secuelas a corto y a largo plazo de la carencia, si las mltiples necesidades no son suficientemente satisfechas durante las etapas crticas. El proceso de constitucin de cada sujeto humano es entonces producto de una compleja transformacin evolutiva. Lo biolgico, entre ello lo neurolgico, constituye la base material para las relaciones adaptativas con el mundo externo. Aun dependiente en gran parte de lo gentico y de lo congnito, lo biolgico est a su vez entramado en la urdimbre social que realmente genera a la persona. Persona que desde el nacimiento es comprendida como un ser completo, constructor activo de sus relaciones en cada uno de sus estadios y no slo un proyecto futuro a devenir, a construir o a destruir. Tambin sabemos que las sociedades, y dentro de ellas las capas dominantes, van modelando sus sujetos funcionales a travs de pautas de crianza, de programas de educacin, de medios de informacin, de la formacin acadmica de los profesionales, del auspicio a algunos desarrollos cientficos y no otros, de la difusin de creencias, de mitos, de ciertos valores sociales, que constituyen, en su conjunto, de manera compleja y heterognea, lo que denominamos las Representaciones Sociales de un Orden Simblico. En cada prctica de crianza y/o de educacin subyacen respuestas implcitas, ms o menos conscientes, a estas dos cuestiones: 1 - Qu hombre, y por lo tanto qu nio queremos ayudar a ser y a crecer? Un sujeto autnomo, libre, con confianza en s mismo y en su entorno, seguro de sus propias

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  • competencias para pensar y elaborar estrategias para la resolucin de problemas y conflictos, un ser abierto y sensible, comunicado y solidario? O un ser sometido, obediente, dependiente de la autoridad y del reconocimiento permanente del otro, temeroso al castigo y anhelante del premio, un ser competitivo, exitista, desconfiado de s y de los otros, rivalizando para ser el primero? 2 Entonces, ya conscientes de nuestra eleccin nos planteamos cul es el rol y cul es la prctica del adulto, de la sociedad, de la familia, de los docentes que permiten salvaguardar el respeto por la persona desde la niez ms temprana, con su derecho a ser reconocida en su singularidad, como quien es, tal como es, ms all de la diferencia o de los deseos o las expectativas del entorno?

    Nuestra concepcin de sujeto - que se apoya evidentemente en una eleccin tanto tica como filosfica sostiene, siguiendo a Enrique Pichon Rivire, que: El hombre es un ser de necesidades que slo se satisfacen socialmente en relaciones que lo determinan. Nada hay en l que no sea resultante de la interaccin entre individuos, grupos y clases. Por eso reconoce al beb como un ser activo, abierto al mundo y al entorno social del cual depende. El nio desde el nacimiento es un sujeto de accin y no slo de reaccin, capaz de iniciativas, pleno de emociones, de sensaciones, de afectos, de movimientos, de miedos y ansiedades, de pensamientos lgicos, con una lgica a su nivel, competente para establecer vnculos, que vive intensamente en su cuerpo, con su cuerpo, porque el beb es todo cuerpo. Es un ser que se desarrolla como sujeto a partir de otros, con otros y en oposicin a otros, mientras va otorgando sentido y significacin a lo que vive en intercambios recprocos permanentes con su entorno. Pequeo, fuertemente dependiente, pero an as, es una persona entera siempre, ms all de la normalidad o de la patologa, ms all de lo que tenga o de lo que le falte o en lo que falle. Inevitablemente se encuentra en interaccin con un medio que lo anida, y que le va a facilitar u obstaculizar el ejercicio pleno de sus potencialidades, y la serie de transformaciones sucesivas que constituyen su proceso singular, original, de crecimiento y de desarrollo como individuo, como sujeto histrico y cultural, modelando las matrices de aprendizaje1, en el pasaje progresivo del predominio de la dependencia al predominio de la autonoma.

    Frecuentemente comprobamos que algunas propuestas de crianza y educacin temprana, en particular en las situaciones de alto riesgo psicosocial que vive actualmente el conjunto de la poblacin, facilitan, por desconocimiento o por desborde emocional, la reiteracin de prcticas no respetuosas de las caractersticas madurativas y psicolgicas de cada nio. Estas prcticas fomentan una dependencia excesiva o una seudoautonoma precoz, o una masificacin e indiscriminacin de los vnculos, a veces la hostilidad, la humillacin que significa el elemental no reconocimiento del nio que es aqu y ahora, cuando se ve abrumado por el que debera ser, presente en el imaginario de los adultos. Los Organizadores del Desarrollo2El complejo proceso de crecimiento, maduracin y desarrollo se produce por la interrelacin dialctica de factores o ejes estructurantes que, operando como Organizadores, facilitan, ordenan u obstaculizan las interacciones del sujeto - en este caso el recin nacido y el nio

    1 Concepto desarrollado ampliamente por Ana Quiroga en su libro Matrices de Aprendizaje, Buenos Aires, Ediciones Cinco, 1988 2 Chokler, M. (1988) Los Organizadores del Desarrollo Psicomotor, del mecanicismo a la Psicomotricidad Operativa. Buenos Aires, Ediciones Cinco

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  • pequeo - con su medio. Medio esencialmente humano, social, que por lo tanto socializa el ambiente material y cultural. De la calidad con la que se entretejen y operan estos factores organizadores, a partir de las caractersticas presentes de la estructuracin biolgica originaria, va a depender el curso del desarrollo. Organizador: el Orden Simblico El conjunto de valores, creencias, saberes sociales y culturales del entorno, adquiridos en la interaccin cotidiana, se expresan y operan eficazmente en los sujetos -y determinan su conducta- desde representaciones mentales de un orden simblico. Este Orden Simblico permite la inclusin y el reconocimiento de cada sujeto en la familia, en la sociedad y en la cultura. Las estructuras de filiacin, de pertenencia grupal, de raigambre, la significacin social del gnero, del apellido y la eleccin de los nombres; los mitos, las leyendas, los relatos que hacen a la historia familiar y comunitaria, el lugar de cada individuo en esa trama; la ley, la norma, el posicionamiento como objeto o como sujeto, los mandatos explcitos e implcitos, la significacin de los lugares, los espacios y las cosas, forman tantas representaciones sociales que se interiorizan progresivamente desde el inicio de la vida con una fuerte carga en la subjetividad. Tambin las creencias y saberes acerca de crianza y educacin infantil, que se imponen como preceptos, emergen de una enorme cantidad de opiniones, conocimientos, mitos, supersticiones y valores histricos que forman parte de cada cultura, grupo y clase social. Habitualmente no se tiene demasiada conciencia del origen de estos preceptos, se consideran naturales y no como construcciones histrico-sociales, transmitidos desde de la propia crianza e implcitos en los productos e instituciones culturales y sociales,. El mundo que le llega al nio, cuando ste llega al mundo, es eminentemente social, est socializado y es, por lo tanto, socializante. As como asignar un nombre a un recin nacido significa depositar en l valores, mandatos y expectativas sobre atributos personales y el destino del nio, los cuidados, el espacio y los objetos que se le ofrecen estn cargados de representaciones sociales y hasta su ambiente natural -el aire que respira, el agua no siempre potable y el sol que se ha vuelto peligroso- estn determinados socialmente. Organizador: el Vnculo de apego El nio est preparado genticamente y es amplimente competente desde el nacimiento para establecer relaciones afectivas con el entorno. Los lazos primordiales con los adultos que lo cuidan, constituyen el vnculo de apego (J. Bowlby,1976). La funcin esencial del vnculo de apego es proteger, contener, sostener y tranquilizar al nio en su contacto con el mundo, que, por ser nuevo y renovado permanentemente, le despierta curiosidad, inters pero tambin inquietud, alarma y ansiedad. Aunque el nio tiene una tendencia gentica a promover la proximidad o el contacto con una persona y apegarse a ella, tambin se realiza un aprendizaje de esta funcin. Es evidente que sta se va desarrollando hacia aquellas personas con las que el beb tiene mayor interaccin o que le brindan las respuestas especficas ms clidas y adecuadas. Los avatares de dicha interaccin con las personas significativas, la calidad predominante de gratificacin o de frustracin que le aporten: sensacin de sostn, de seguridad, de apaciguamiento, filtrando los estmulos invasores, o por el contrario, las vivencias de temor o de ansiedad, estn en la base de la construccin de las matrices afectivas, relacionales y sociales, que permiten al sujeto sentirse mejor acompaado, confiando en su entorno y seguro de s mismo o precariamente sostenido y hasta, a veces, perversamente sometido. La construccin del vnculo de apego, con sus cualidades de mayor o menor estabilidad y

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  • solidez, se realiza en el contacto cuerpo a cuerpo, desde las primersmas sensaciones e impresiones que le llegan del adulto o de los otros, a travs del olfato, del tacto, de la textura, de la tibieza, o la suavidad de los gestos, los mecimientos, la mirada, los arrullos, la sonrisa y del sonido de la voz. Las sensaciones corporales, los movimientos del mismo nio en relacin con el otro, le van dejando huellas ligadas al placer por la satisfaccin de las necesidades biolgicas y afectivas o huellas de tensin, de rigidez, dolor, de ansiedad, de carencia. La presencia indispensable del otro unifica la sensualidad dispersa y el espejo expresivo que el rostro y el cuerpo todo del adulto devuelve al nio va otorgando sentido y significacin a la sensorialidad y a la motricidad desordenada. stas, aun as abiertas al mundo, estn al servicio de construir y mantener en lo posible un sentimiento ntimo de integracin, de reunificacin, aunque fuere precario, frente a la sbita invasin de fuertes estmulos externos y tambin internos. As vemos un beb de pocos das crispar su cuello y sus hombros cuando se lo levanta de las axilas, intentando no desparramarse, no dislocarse ante la falta de apoyatura. Lo vemos aferrarse a su entorno, sin el cual toda vivencia de unicidad, de cohesin resulta frgil. La falta de sostn fsico y emocional, de contencin, ataca su frgil estado de integracin, de unificacin, provocando sensaciones caticas de desborde y de disgregacin de s con una activacin excesiva de las ansiedades primitivas que han sido descritas, entre otros, por D.W. Winnicott (1958). Toda experiencia vivida como invasora, nociva, desagradable el hambre intensa, por ejemplo- o toda vivencia inesperada, dolorosa o brusca, como la hiperestimulacin sensorial y/o laberntica de los giros, los desequilibrios, las sacudidas, la inestabilidad de apoyos suficientes, los cambios rpidos de posicin, en los que pierde los referentes espaciales, propioceptivos y visuales, sin alcanzar a prepararse para su secuencia ni pudiendo captar su sentido, puede angustiar y desorganizar al beb, marcando el sufrimiento en el cuerpo. Este sufrimiento provoca una desestabilizacin neuropsicolgica del sistema general de adaptacin y puede actualizarse ms adelante en trastornos del sueo, de la alimentacin, de la conexin con el ambiente y/o en somatizaciones. De esta manera se va consolidando una estructura a veces extremadamente vulnerable que pone en riesgo el desarrollo del nio. Al principio de la vida el beb necesita mucha proximidad con los adultos significativos, mucha calma y comprensin. A partir de la sensacin de seguridad, de contencin y de confianza que ellos le proveen va a poder abrirse y volcarse de ms en ms hacia del mundo circundante o va a encerrarse intentando defenderse de l.. Es indudable entonces que para garantizar el crecimiento y desarrollo de un nio hay que cuidar fundamentalmente a los adultos que se ocupan de ese nio, porque finalmente nadie puede dar lo que no tiene. No se puede brindar sostn, respeto, continencia, afecto, si uno no se siente querido, sostenido, contenido, reconocido y respetado. El vnculo de apego tiene entonces tres funciones: En primer trmino, que el nio encuentre en los adultos de su entorno aquellos que le ayuden a satisfacer mltiples necesidades que l no puede todava satisfacer por s mismo. En segundo lugar, no menos importante, que los adultos significativos le brinden seguridad afectiva y en tercer lugar en consecuencia- que le ayuden a neutralizar las emociones desbordantes, ansiedades, temores, el exceso de tensin y de inquietud, provocados por el contacto con lo desconocido. Progresivamente, en virtud de la maduracin neuropsicolgica y de la calidad de la interaccin con su medio, el sujeto va a ir transformando sus conductas de apego a travs de dos procesos importantes: En primer lugar: las experiencias de acompaamiento y consuelo vividas con las figuras primarias, sean la madre o las personas significativas, le permiten al nio la interiorizacin paulatina de las caractersticas de aqullos en cuanto a sus cualidades para responder a las

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  • necesidades especficas y ejercer las funciones de apego. Huellas e improntas intensas y heterogneas, multisensoriales, en una memoria al principio ms o menos difusa e inestable. Simultneamente, los procesos madurativos neuropsicolgicos y vinculares -en la medida en que las huellas se estabilizan e intimizan y se hacen evocables - permiten la distanciacin progresiva de la/las figuras de apego. En ese espacio de la relacin aparece en escena el objeto transicional. D.W. Winnicott (1972) ha desarrollado el concepto de fenmeno transicional para referirse a un espacio de creacin ilusoria entre la madre y el nio. Un objeto familiar que el adulto ha puesto en espacio prximo, clido, investido con las caractersticas del apego, es utilizado por el nio como defensa contra la ansiedad de ausencia y separacin. Objeto insustituible de acompaamiento y consuelo, en cada momento nico y singular (una punta de la sbana, una ropa con el olor del cuerpo maternante, un mueco de peluche, un pauelo) que el adulto aprende a reconocer y respetar porque simboliza para el nio su primera posesin. Cuanto ms marcado por los signos sensoriales que lo tranquilizan, olor, temperatura, textura, ms cercano e ntimo lo sentir el nio. Nadie ms que l puede abandonarlo o cambiarlo. Presencia de una ausencia, esa posesin le facilita, como referente estable, la experiencia de continuidad de su propia existencia, al mismo tiempo que le permite soportar mayor tiempo la separacin que no se transforma en vaco. En segundo lugar: En el proceso de separacin, las huellas mnmicas intimizadas y operantes y el objeto transicional ratifican la presencia, aun efmera, del sostn y consuelo. Ello permite la exploracin y el investimiento afectivo de un espacio social ampliado con la subsecuente distribucin de las funciones del apego en otros adultos con los que se familiariza, luego en algunos de sus pares, cargando de significacin a los espacios y a las cosas. Este proceso personal, ntimo, elaborado a su ritmo, slo construido a su manera, le permite abrirse para transitar nuevas instancias de socializacin con un sentimiento de seguridad y de continuidad de s mismo y del otro, a pesar de los cambios de espacios, de las personas, de las transformaciones propias y del entorno. Las separaciones forzadas, inesperadas, difcilmente tolerables y metabolizables por el sujeto, crean la sensacin de cada el un vaco inconmensurable que provoca el aferramiento compulsivo, el pegoteo o la sobreadaptacin anestesiada de las emociones, el desapego. Las dificultades a nivel de la motricidad y de la actividad en nios, en particular la hiperkinesia, el dficit atencional, la abulia, la falta de iniciativa, el abandono de s y la agresividad son muchas veces gestados o facilitados desde modelos de crianza, de atencin y de educacin donde el permanente hacer y tener aparece como un valor sustitutivo del ser. La persistencia de esta modalidad va delineando personalidades del tipo performante, exitoso, en las cuales la actividad compulsiva, que brinda finalmente escasa satisfaccin, es seguida de una sensacin de vaco que se intenta colmar desde la hiperactividad frentica, la agresin, el aislamiento o las adicciones.(J.M. Hoffmann, 1994) Organizador: la Comunicacin La comunicacin con los dems se inicia con el contacto ftico y la conexin que promueven un dilogo corporal de miradas, gestos, mmica, voces, movimientos, distancias, vividos con mayor o menor placer o displacer con las figuras primordiales de apego. Las percepciones-emociones integradas, internalizadas son inmediatamente significadas, semiotizadas, cargadas de sentido: se convierten en seales y signos de bienestar o de malestar por las impresiones tnico-musculares, corporales y emocionales que producen. La intensidad de la emocin va a anclar la percepcin en la memoria, que la convierte en protorrepresentacin y luego en representacin mental Al mismo tiempo los actos y reacciones tnico- emocionales del beb, movimientos, crispaciones, estiramientos, muecas,

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  • al ser captadas por el entorno atento, se transforman en expresiones emocionales. Dan as origen a un intercambio de gestos y mmicas, indicios que operan como seales, con las que se van construyendo cdigos afectivos de comunicacin corporal, no verbal con las personas del entorno cotidiano. Estos cdigos constituyen las races indispensables para el desarrollo del lenguaje verbal. As el beb que, por ejemplo, registra una sensacin indefinible y catica en todo su cuerpo que los adultos identificamos como hambre, se crispa, retuerce, patalea, gime y recin luego llora. Un adulto, atento a estas manifestaciones, puede darle el sentido de: tiene hambre y, en ese caso, tambin se mueve, realiza una serie de actos, le habla, lo toma en brazos, se prepara para darle de comer. Estos cambios del adulto van a ser percibidos por el nio, junto con la sensacin inmediata de satisfaccin del hambre y de alivio de las tensiones provocadas por el dolor o la crispacin muscular. La repeticin de esta escena va dejando huellas que permitirn al beb ir anticipando el sentido de los cambios de postura, palabras, ruidos ambientes y esperar un instante cada vez ms prolongado con la confianza del placer de la pronta satisfaccin de la necesidad y la corroboracin de sentirse comprendido. La voracidad con la que el beb acepta el alimento, el cuerpo ms distendido, el rostro sonriente, confirman al adulto que ha interpretado correctamente las seales del beb. Este reaseguramiento en sus competencias para el rol, acrecienta el placer compartido con el nio en una reciprocidad de seales mutuas, cargadas de emociones y de afectos. El goce intensamente compartido estimula el deseo de renovacin del contacto, de reiteracin de la experiencia, abriendo a la comunicacin y al placer de comunicar. Esto permite la transformacin progresiva de la seal corporal de lo vivido en gesto voluntario. Rpidamente el nio va a aprender a moverse, patalear, llorar de tal manera buscando reencontrar un efecto de sus conductas, en este caso que le den de comer; luego mostrar con el dedo mientras balbucea pa-pa-pa, ms adelante esa produccin se perfeccionar y llegar a ser: nene papa y ms tarde : quiero comer. Pero no hay posibilidad de construir un cdigo y por lo tanto simbolizar con gestos y palabras, es decir construir y adquirir el lenguaje si este acto no va acompaado de suficiente placer reiterado en el contacto y en la comunicacin, que es inicialmente slo no verbal. As, para convertirse en un locutor de su lengua es decir, para dominar progresivamente los aspectos pragmticos, sintcticos y semnticos, el nio no va a entrar de golpe en el cdigo lingstico sino que, a travs de su cuerpo y su conducta relacional, va a descubrir el placer del dilogo con el otro y el placer de darle sentido. (B. Golse, 1995) Organizador: la Exploracin El nio utiliza su motricidad no slo para moverse, para desplazarse o para tomar los objetos, sino, fundamentalmente para ser y para aprender a pensar. El contacto, la exploracin y la experimentacin del entorno humano y de los objetos, le permiten en cada momento, a su nivel, vivenciar, conocer y apropiarse progresivamente del entorno, es decir, organizar voluntariamente su motricidad para acceder a l. El motor de este proceso espiralado, que va desde la vivencia al conocimiento, es la necesidad de adaptacin activa al medio, inherente a todo ser vivo. La fuerza de ese motor el impulso cognoscente, la pulsin epistmica o, en lenguaje comn, la curiosidad, que lo lleva al descubrimiento, con la intencin no slo de conocer sino sobre todo de comprender el mundo. La primera necesidad es justamente la de adaptacin al medio. Todo organismo que no se adapta, sufre, se enferma o sucumbe. La adaptacin implica dos procesos que se retroalimentan permanentemente: la acomodacin y la asimilacin. Hasta un organismo

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  • unicelular, como, por ejemplo, una ameba, cuando detecta una substancia nutricia a cierta prximidad, va a acomodar su estructura elemental, alargando un seudopodio para atrapar dicha substancia, e incorporarla, transformarla fsica y qumicamente para asimilarla, metabolizarla, es decir, convertirla en parte de su propio cuerpo y reacomodarlo con esta nueva integracin. Pero si detecta una substancia nociva, invagina su cuerpo, alejndolo de la misma. Es decir que una ameba posee las capacidades de acomodacin y de asimilacin que, como sabemos, estn en la base de los procesos de aprendizaje. Todos los nios, aun el ms pequeo o el ms daado, son mucho ms competentes que una ameba, por lo tanto, desde el nacimiento, experimentan la necesidad de adaptacin a su medio y ejercen, a su nivel, las funciones de acomodacin y de asimilacin. Todos poseen, como parte de su estructura gentica y vital, este impulso para conocer y pensar -mientras los adultos no se lo aniquilemos por abandono o sobreexigencia-. La motivacin, la causa de la exploracin, es, entonces, interna, intrasubjetiva. Pero los objetos de satisfaccin de la necesidad y de experimentacin estn, inicialmente, en el medio externo. El nio en buena salud y seguridad afectiva, est abierto al mundo, tiene necesidad, motivacin e impulso para conocer. Cmo se abre para este nio el mundo preparado por los adultos? Es un ambiente adaptado a l? A su nivel? A sus capacidades, a sus competencias, a sus tiempos y a sus intereses? En la aventura -ventura del encuentro o desventura del desencuentro- en el ajuste o desajuste con el entorno, a partir del despliegue de sus propias inciativas y actitudes, al mismo tiempo que aprende, el nio va experimentando, en un proceso sincrnico, su propio estilo, sus maneras, sus competencias, sus ritmos, sus tiempos, para relacionarse con los objetos y las personas, desarrollando sus aptitudes cognitivas y construyendo as sus matrices de aprendizaje. En este camino de aprender a aprender va sabiendo quin es l, cul es su propio lugar y cul el lugar del otro en el proceso de descubrir, conocer, reconocer, comprender y crear. Organizador: la Seguridad Postural La sensacin de equilibrio tnico-postural, de desequilibrio o de equilibrio precario es absolutamente ntima. Est fuertemente ligada a las emociones, a los afectos, a la seguridad en s mismo y a la continuidad del yo. Su base est en el tono muscular y su funcionamiento tiene una enorme incidencia en la estructuracin del psiquismo. La autoconstruccin de las funciones de equilibrio, de las posturas y de los desplazamientos, la apropiacin y dominio progresivos del propio cuerpo permiten que el nio, en cada momento de la vida, a su nivel, pueda organizar sus movimientos manteniendo un ntimo sentimiento de seguridad postural. Este sentimiento, esencial para la armona del gesto y la eficacia de sus acciones, aporta sustancia bsica a la constitucin de la imagen del cuerpo, integrando la organizacin y representacin del espacio. Evidentemente tiene repercusiones importantes en la personalidad en su conjunto. Esta concepcin se apoya cientfica, neurofisiolgica y psicolgicamente en la continuidad gentica del desarrollo motor descubierta por la Dra. Emmi Pikler. El desarrollo postural sigue las leyes de la fsica de los slidos: Un cuerpo se encuentra en equilibrio tanto ms estable cuanto mayor es la base de sustentacin y ms cerca de ella se encuentra su centro de gravedad. El nio construye, a partir del proceso de maduracin neuropsicolgica y de las experiencias que realiza, sistemas de equilibracin, de estabilidad y dinmica postural cada vez ms sofisticados, que le permiten, de manera particularmente notable durante los dos primeros aos de vida, pasando de la horizontalidad a la verticalidad, sostener posturas con una disminucin progresiva de la base de sustentacin y una elevacin tambin progresiva del centro de gravedad.

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  • Los protoinfantes acostados boca arriba desde el nacimiento y durante los primeros meses, se mantienen en esa posicin, durmiendo o no, pueden girar libremente la cabeza ciento ochenta grados, sin obstculos provocados por el peso de la misma. As mueven las piernas y los brazos con toda la amplitud que les permiten sus articulaciones. Luego, por su propia maduracin e iniciativa, ellos mismos logran girar de costado. De tal manera, girando hacia un lado y otro, con gran movilidad preparan sus condiciones tnicas y espaciales precursoras de los primeros desplazamientos, Ms tarde aprenden a girar ponindose boca abajo, pasando de estar apoyado sobre la espalda a apoyarse sobre el costado y luego sobre el vientre. Slo ms adelante aprenden a pasar de la postura ventral a la dorsal. Durante estos meses todos los bebs sanos juegan cada vez ms tiempo con mayor seguridad y soltura pasando por las tres posturas: boca arriba, de costado y boca abajo. Comienzan a desplazarse pivoteando, primero involuntariamente y luego de manera intencional, despus con giros repetidos, rolan, y luego aprenden a reptar, propulsndose hacia atrs o hacia delante; ms adelante se van a desplazar en cuadrupedia y trepar. Progresivamente, a travs de distintas modalidades, pasan por posturas intermedias: a la posicin semisentada acodada, a semisentada apoyada en una mano para luego llegar a la posicin sentada. La postura de las piernas flexionadas hacia atrs, permite una verticalidad del tronco estable sobre una amplia base de sustentacin con el centro de gravedad muy bajo, lo cual garantiza la disponibilidad de la cintura escapular, la parte alta del tronco, posibles rotaciones o cambios de frente, sin peligro de prdida de equilibrio. Pronto se arrodillan sostenindose, luego sin sostn, se desplazan de rodillas, se ponen de pie sostenindose; se mantienen de pie sin sostn, aprendiendo ms tarde a ponerse de pie con soltura desde el suelo, sin sostenerse. As llegan a realizar los primeros pasos por su propia iniciativa para adquirir ms adelante una marcha segura. El orden de aparicin de las posturas y desplazamientos es el mismo en todos los nios hasta el momento de reptar, luego depende de variaciones individuales. En ocasiones puede suceder que el reptado dure muy poco tiempo, o, excepcionalmente, que un nio no lo ejercite nunca. Todas estas posturas, adquiridas segn las leyes del equilibrio antes mencionadas, son intermediarias entre la horizontalidad y la verticalidad, asegurando la soltura, armona, riqueza de los matices, la plasticidad y funcionalidad de cada una de ellas y durante los desplazamientos que las requieren. A partir de las primeras posibilidades de movimiento del recin nacido, las nuevas posturas y desplazamientos aparecen regularmente unos despus de otros, se estructuran en una unidad orgnica y funcional, integrndose a los precedentes y evolucionando progresivamente en secuencias encadenadas, siempre y cuando las conductas del adulto y las condiciones del medio no interfieran en esta evolucin, sino que la favorezcan. La edad de adquisicin de cada una de las etapas, el tiempo de experimentacin de cada movimiento y el momento de su abandono o integracin en pos de un prximo estado, vara normalmente dentro de lmites muy amplios entre un nio y otro. Las posturas intermedias aseguran los pasajes armnicos de una a otra, mientras el nio percibe todas las partes activas de su cuerpo y experimenta su propia capacidad para hacerlas funcionar, en el momento ms adecuado, con una permanente autorregulacin tnico-postural y teleocintica, ligada a la intencionalidad. Esta percepcin y autorregulacin son esenciales para la construccin del esquema corporal, la conciencia de s y para la eficacia de sus actos. En conjunto, no hay correlacin entre la calidad del movimiento y la precocidad de adquisicin de una postura, ni entre esta precocidad y la maduracin cognitiva. Esta ltima est mucho ms ligada al desarrollo de la atencin y de la coordinacin visual con la manipulacin que a la maduracin tnica del eje corporal.

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  • Libre de realizarlos a su propio ritmo, los aprendizajes motores estn en funcin de la maduracin neurolgica y de su capacidad de integracin psquica. El nio seguro afectivamente va abordando los cambios, afrontando pequeos riesgos con prudencia, con cuidado y sin colocarse realmente en peligro. El gesto autnomo y la soltura del movimiento son indicadores importantes de su maduracin tanto neurolgica como psquica. Las diferencias individuales del desarrollo de los nios estn sin duda ligadas a las condiciones propias del sujeto y a la interrelacin dialctica entre todos los Organizadores. En una mutua determinacin entre los factores, biolgicos, psicolgicos, sociales, con el ritmo madurativo de cada sujeto, con el tiempo que cada uno se toma para el descubrimiento, la ejercitacin y la utilizacin instrumental de mltiples aprendizajes se teje la trama de la personalidad. Estas diferencias constituyen justamente la originalidad, la singularidad del proceso personal y por ello son particularmente estructurantes. Desde esta perspectiva el hecho de que en todo momento el beb pueda mantenerse activo, libre, con iniciativa, permite concebir que l puede resolver con pertinencia las tareas que a su nivel se plantea, experimentando sus competencias en la continuidad de su experiencia. Esto le ayuda a construir activa y slidamente su imagen del cuerpo, base fundamental de la elaboracin de la imagen de s y del sentimiento de unidad y consistencia de su Yo. El acto realizado no agota sus efectos en la obra producida sino que ejerce an una influencia recproca en el autor. (Wallon, 1942) Los procesos de maduracin, desarrollo y aprendizaje se construyen y se concretan por interaccin entre las complejas potencialidades neurobiolgicas y psicolgicas actuales y las condiciones del ambiente. No estn en lo interno o en lo externo sino justamente en la interrelacin entre ambos. Como bien sostiene H. Wallon: la maduracin precede al aprendizaje. Esta concepcin se articula perfectamente con las nociones de zona de desarrollo prximo de L. Vygotsky, de competencia de J. Bruner y de medio de H. Wallon. Nada puede aprenderse si el equipamiento neurobiolgico, emocional, cognitivo y social no est maduro. Lo que se adquiere con una infraestructura inmadura son conductas fragmentadas, deformadas, inseguras, precarias, disociadas, con efectos ms o menos inquietantes y no siempre considerados ni evaluados en el conjunto de la personalidad. Efectos que estn directamente en relacin al nivel de inmadurez y a la tenacidad del forzamiento para desencadenar una conducta supuestamente esperable, an cuando la exigencia aparezca con una gran seduccin afectiva. H. Wallon tambin explica que estimular una funcin aislada, desinsertada del comportamiento global en el que adaptativamente debera verse integrado en un estadio dado, en lugar de facilitar el desarrollo lo bloquea, confunde e interfiere en su construccin y autorregulacin: Siempre constat que una demasiada gran virtuosidad parcial es de mal pronstico para el desarrollo ulterior del nio, ya que es el indicio de una funcin que que gira indefinidamente sobre s misma a falta de un sistema ms complejo de actividad que venga a utilizarla con otros fines e integrarla. Un ejemplo evidente es la torpeza en la marcha de un nio que aun no tiene suficiente maduracin biolgica, emocional, afectiva y/o cognitiva, para ello, pero al cual se lo ha estimulado para que camine, debiendo mantener precariamente un equilibrio dinmico que no domina, con las consecuentes dificultades para regular la conducta, las cadas, los golpes y los riesgos ante los que se enfrenta, sin medios para controlarlos, lo cual le provoca inseguridad en s mismo, falta de confianza en los propios recursos, una imagen de s como ineficiente y torpe, agravada por la exigencia de responder a un entorno que le demanda desempeos ms all de sus posibilidades.

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  • En definitiva toda estimulacin tenaz de una funcin para la que el sujeto todava no est maduro implica una sobreexigencia que determina la necesaria utilizacin de otros sistemas ya maduros, pero no pertinentes, para la accin que se quiere provocar, y por lo tanto la distorsiona. El placer de la madre por el placer de la accin del nio le devuelve el sentido y el valor de la experiencia [...] Si el adulto mira al nio total y no slo a una parte del nio, o al nivel de desarrollo de una aptitud particular, ste podr actuar, en el camino del conocimiento, sin experimentar el sentimiento de angustia de fragmentacin a partir de la cual se sentira una sumatoria de funciones variadas antes que un todo nico. (L. Fatori, G. Benincasa, 1996) Postulados de base Sin duda la concepcin filosfica y tica respecto del hombre, de la sociedad y en particular del nio como sujeto, orienta todo marco terico, investigacion cientfica, y toda praxis. Desde aqu planteamos los valores que presiden nuestra accin: respeto, autonoma y seguridad Respeto esencial por la persona, en este caso el nio, por su maduracin neuropsicolgica, por su singularidad y por su derecho inalienable a ser protagonista de su propio desarrollo, como ser activo, actor y no solamente actuado por otro. Autonoma en desarrollo, como sujeto competente a su nivel, con iniciativas, deseos, aptitudes y proyectos. Seguridad afectiva, seguridad postural, confianza en s mismo y en su entorno humano y material. Existe una oposicin antagnica entre la concepcin de desarrollo y de autonoma que aqu se sostienen basadas en la seguridad afectiva, en la dinmica del vnculo de apego y su evolucin progresiva, en el respeto por la maduracin, la propia iniciativa y la motricidad libre y otras concepciones que, con el pretexto de exquisitas y tempranas competencias justifican la hiperestimulacin, la manipulacin del nio como objeto entrenable y/o reparable. La invasin y la sobrexigencia enmascaran, en realidad, a nuestro criterio, formas sutiles de coaccin y/o de abandono del nio, a partir de negarlo como sujeto o ubicndolo en una relacin de dependencia absoluta, sin permitirle que exprese su potencial autonoma, quin es y cmo es, con tranquilidad y seguridad. Reflexin particularmente importante cuando nos encontramos frente a nios en situacin de riesgo de dficit de desarrollo psicosocial o con serias perturbaciones biolgicas que afectan el mismo. Inspirados en estos principios, para la elaboracin de estrategias que aseguren las mejores condiciones para el desarrollo de los nios, tenemos en cuenta que, como dice Agns Szanto, el tiempo de los bebs es infinito, el instante de malestar o de sufrimiento es infinito, como as tambin el de bienestar y el de alegra. Son las vivencias que dejan huellas, que abren o cierran al mundo. Esto implica para los adultos, la familia, los profesionales y la sociedad una gran responsabilidad y un extraordinario desafo porque es en los ms pequeos detalles de la vida cotidiana que se concretan o naufragan las ms bellas teoras.

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    Los Organizadores del Desarrollo Organizador: el Orden Simblico Postulados de base