Organos linfoides

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Inmunología Órganos linfoides Síntesis realizada por: Q.C. Miguel Ángel Ortiz Gil www.quimicaclinicauv.blogspot.com Julio 2009

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Inmunología

Órganos linfoides

Síntesis realizada por:

Q.C. Miguel Ángel Ortiz Gil

www.quimicaclinicauv.blogspot.com

Julio 2009

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Órganos linfoides

Las células que participan en las respuestas inmunitarias se encuentran

organizadas formando tejidos y órganos, para llevar a cabo sus funciones con la

máxima eficacia. El conjunto de estas estructuras se denomina sistema linfoide. El

sistema linfoide está formado por linfocitos, células accesorias (macrófagos y

células presentadoras de antígeno) y, en algunos tejidos, células epiteliales. Los

principales órganos y tejidos linfoides se clasifican en primarios (centrales) y

secundarios (periféricos) (Fig. No. 1).

Figura No. 1. Principales órganos y tejidos linfoides.

Órganos linfoides primarios

Los órganos linfoides primarios son donde las células del sistema inmune se

diferencian a partir de células madre, proliferan y maduran hacia células con

capacidad efectora. En estos órganos linfoides adquieren sus receptores

antigénicos específicos, y también aprenden a discriminar entre autoantígenos,

que serán tolerados y antígenos extraños que serán atacados (Fig. No. 2).

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Los órganos linfoides primarios son los lugares en los que se produce

mayoritariamente la linfopoyesis. En ellos, los linfocitos se diferencian a partir de

las células madre linfoides, proliferan y dan lugar, finalmente, a células maduras

funcionales. En los mamíferos, las células T maduran en el timo, mientras que las

células B maduran en el hígado del feto y en la médula ósea.

Figura No. 2. Órganos linfoides primarios.

Las células T se desarrollan en el timo

El timo de los mamíferos es un órgano bilobulado, situado en la cavidad torácica,

por encima del corazón y los grandes vasos sanguíneos. Cada uno de sus dos

lóbulos principales está compuesto a su vez de lobulillos, separados entre sí por

trabéculas de tejido conjuntivo. En cada uno de estos lobulillos, las células

linfoides (timocitos) se encuentran repartidos entre una zona cortical externa y una

médula interna. En la zona cortical se agrupan densamente la mayoría de los

timocitos relativamente inmaduros en fase de proliferación; las células que se

encuentran en la médula son más maduras, lo que implica que existe un gradiente

de diferenciación desde la corteza hacia la médula. Los timocitos medulares

maduros expresan CD44, mientras que los timocitos corticales no. En el seno de

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los lobulillos existe una red de células epiteliales, que es necesaria para que se

produzca el proceso de diferenciación en el que las células pretímicas

procedentes de la médula ósea se transforman en linfocitos T maduros (Fig. No.

3).

Figura No. 3. Desarrollo de linfocitos T.

Los lobulillos del timo contienen tres tipos de células epiteliales

En los lobulillos del timo se pueden distinguir al menos tres tipos diferentes de

células epiteliales, de acuerdo con su distribución, estructura, función y fenotipo.

Son las células epiteliales nodriza de la corteza externa, las células epiteliales

corticales, que forman la red epitelial, y las células epiteliales medulares, que se

suelen disponer en forma de agregados. En los lobulillos del timo también se

encuentran células dendríticas interdigitantes (CDI) y macrófagos (ambos

procedentes de la médula ósea) especialmente en la zona limítrofe entre la

corteza y la médula.

La circulación de las células hacia y desde el timo se produce a través de las

vénulas de endotelio alto (VEA) regionales. Las células epiteliales, las CDI y los

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macrófagos expresan moléculas CPH, que son esenciales para el desarrollo y

selección de las células T. En la médula del timo se suelen encontrar corpúsculos

de Hassall. No se conoce su función, pero parece que contienen células epiteliales

degeneradas, ricas en citoqueratinas de elevado peso molecular.

Los linfocitos T más inmaduros llegan a la corteza del timo a través de los vasos

sanguíneos. Los precursores de los Linfocitos T llegan por vía arterial llegan a la

corteza y a través de los capilares pasan a la médula, de la médula salen por los

capilares venosos. Los linfocitos se diferencian en el trayecto de la corteza a la

médula. La diferenciación consiste en la presentación por parte de las células

epiteliales de sus proteínas HLA sucediendo la llamada selección positiva.

Después las células dendríticas y los macrófagos enseñan a los timocitos los

antígenos HLA con péptidos propios en su hendidura (selección negativa).Con

esta selección se eliminan el 95 % de los posibles linfocitos T. La selección

positiva (elimina linfocitos T con receptores poco apropiados) se realiza en la

corteza y en la selección negativa (médula) se eliminan los linfocitos que

reconocen elementos propios del organismo.

Linfopoyesis T comienza con la llegada de los precursores de los linfocitos T, que

durante el proceso de maduración intratímica, reciben el nombre de timocitos.

Durante esta fase mueren muchos timocitos, aproximadamente el 95 por 100 de

ellos, debido a que se eliminan aquellos que reconocen los antígenos propios del

organismo. El resto de las células abandonan el timo, vía sanguínea, como

linfocitos T maduros.

Estos linfocitos colonizan los órganos linfoideos secundarios, situándose en la

zona paracortical de los ganglios linfáticos y vainas paracorticales linfocíticas del

bazo. Se han identificado algunos factores de transcripción que son

imprescindibles para la diferenciación de los linfocitos a lo largo de la linfopoyesis.

Entre estos destacan PU.1 e IKAROS que controlan el desarrollo de células T y B

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mientras que GATA-3 solo afecta el compromiso de las células T y E2A, EBF y

Pax controlan el compromiso B.

En el timo se han identificado células precursoras que poseen capacidad de

generar células T, NK, B y células dendríticas del timo, y a lo largo de su

diferenciación los precursores más evolucionados van perdiendo paulatinamente

la capacidad de generar células B, NK y células dendríticas en este orden.

Durante el proceso de maduración intratímico, los timocitos adquieren una serie de

moléculas nuevas en su superficie. Estas moléculas van apareciendo

secuencialmente en los diferentes estadíos de maduración intratímica así como,

en general, en todos los procesos de maduración y diferenciación

hematopoyéticos.

Posteriormente estas células, ya en el timo, maduran distinguiéndose varios

estados diferenciativos con la presencia de diferentes marcadores de superficie.

Así en los timocitos inmaduros aparecen los marcadores CD7 y CD2, añadiéndose

en un estadío posterior de maduración ( timocito común), el marcador CD1. Ya en

el timo va a ocurrir una especialización funcional, distinguiéndose dos

subpoblaciones de timocitos maduros: Una es aquella que expresa en su

superficie el marcador CD4 y que será el precursor inmediato de los linfocitos T

colaboradores y los linfocitos T reguladores que aparecen en sangre periférica.

La otra expresa en la superficie el marcador CD8 y dará origen a los linfocitos T

citotóxicos/supresores circulantes. En ambas subpoblaciones se pierde la

expresión de la molécula CD1. Los timocitos más inmaduros no expresan CD3,

CD4 ni CD8, por lo que son conocidos como células triples negativas. A medida

que van madurando, en estas células se produce la reorganización del TCR, la

expresión del complejo CD3 y de las moléculas CD4 y CD8 conjuntamente

(células dobles positivas), para después perder una u otra quedando bien como

CD4-CD8+ o como CD4+CD8- (Fig. No. 4).

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Figura No. 4. Linfopoyesis T.

El timo de los mamíferos experimenta una involución a lo largo del tiempo. En los

seres humanos, la atrofia comienza en el momento de la pubertad, y prosigue a lo

largo de toda la vida del individuo. La involución timica se inicia en la zona cortical,

que puede llegar a desaparecer totalmente, aunque sigan persistiendo restos

medulares. La atrofia cortical está relacionada con la sensibilidad de los timocitos

corticales a los esteroides. Sin embargo, es posible que durante la vida adulta se

sigan produciendo linfocitos T en el timo, aunque en pequeñas cantidades.

Lugares de desarrollo de las células B de los mamíferos

Los linfocitos B se desarrollan directamente en los islotes de células

hematopoyéticas que se encuentran en el hígado del feto y en la médula ósea del

feto y del adulto. La médula ósea de los seres humanos adultos, además de

constituir el lugar en el que se desarrollan las células B, contiene células T

maduras y abundantes células plasmáticas. Por tanto, la médula ósea de los seres

humanos también es un importante órgano linfoide secundario.

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Durante el proceso de maduración de los linfocitos B, a partir de la célula

progenitora (CFU-B), se distinguen varios estadíos de diferenciación, que incluyen

las células pre-pre-B, las células pre-B, células B inmaduras y linfocitos B maduros.

En cada uno de estos estadíos de maduración las células expresan distintas

moléculas en la superficie, utilizadas como marcadores para conocer el estado de

diferenciación. Ya en las células pre-B se detecta la presencia de cadena pesada

mu intracitoplasmática, adquiriéndose en la siguiente fase madurativa la capacidad

de sintetizar las cadenas ligeras y pesadas de las inmunoglobulinas IgM e IgD,

detectables en la superficie celular. En consecuencia, la mayoría de los linfocitos B

expresan estos dos tipos de inmunoglobulinas en su superficie. Posteriormente

estos linfocitos, mediante un proceso de reordenamiento génico, se especializarán

en la producción de una sola clase de las inmunoglobulinas IgG, IgA, IgM, IgD e IgE

(Fig. No. 5).

Figura No. 5. Desarrollo de Linfocitos B.

Órganos linfoides secundarios

Los órganos linfoides secundarios son el bazo, los ganglios linfáticos y los tejidos

asociados a mucosas (TLAM), entre los que se encuentran las amígdalas y las

placas de Peyer del íleon. Los órganos linfoides secundarios proporcionan a los

linfocitos un entorno en el que éstos pueden interaccionar entre sí, con las células

accesorias y con los antígenos. Una vez concluido el desarrollo de los linfocitos

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en los órganos linfoides primarios, dichas células migran hacia los tejidos

periféricos secundarios (Fig. No. 6).

Figura No. 6. Órganos linfoides secundarios.

El bazo responde ante los antígenos transportados por la sangre, mientras que los

ganglios linfáticos protegen al organismo frente a los antígenos que transporta el

sistema linfático, procedentes de la piel o de superficies internas. En ambos casos,

las respuestas frente a los antígenos consisten en la secreción de anticuerpos

hacia la circulación y en respuestas locales mediadas por células.

El sistema de mucosas ejerce una protección frente a los antígenos que penetran

directamente en el organismo a través de los epitelios mucosos y en él se produce

el primer encuentro (iniciación) entre el antígeno que penetra por las superficies

mucosas y las células inmunes. Así, se suelen encontrar tejidos linfoides

asociados a las superficies que recubren el tracto intestinal (tejido linfoide

asociado al intestino, o TLAI), el tracto respiratorio (tejido linfoide asociado a los

bronquios, o TLAB) o el tracto genitourinario. En estos casos, el principal

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mecanismo efector es la secreción directa de IgA (IgAs) sobre la superficie del

epitelio mucoso en cuestión.

El bazo

El bazo se encuentra situado en el cuadrante superior izquierdo del abdomen,

detrás del estómago y próximo al diafragma, mide 13x8cm y pesa 180 y 250 g en

el adulto. Está rodeado exteriormente por una cápsula formada por fibras de

colágeno, que penetran en el parénquima del órgano en forma de trabéculas

cortas. Estas últimas, junto con una red reticular, constituyen el soporte en el que

se asientan las diversas células que contiene el órgano. El bazo contiene dos tipos

principales de tejidos, la pulpa roja y la pulpa blanca (Fig. No.7).

Figura No. 7. Estructura del bazo.

La pulpa blanca está formada por tejido linfoide, la mayor parte del cual está

dispuesto alrededor de una arteriola central, y que se denomina capa linfoide

periarteriolar. La CLP contiene zonas de células T y zonas de células B; las

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células T se encuentran situadas alrededor de la arteriola central; las células T se

encuentran situadas alrededor de la arteriola central; las células B se pueden

encontrar organizadas en forma de folículos primarios «no estimulados»

(agregados de células B vírgenes) o folículos secundarios «estimulados» (en los

que aparece un centro germinal con células de memoria).

Los centros germinales contienen también células dendríticas foliculares y

macrófagos fagocíticos. En la región marginal (la zona que recubre al manto de los

folículos secundarios) se encuentran macrófagos especializados y una

subpoblación especial de células B, que responden a antígenos independientes

del timo de tipo II (polisacáridos). Los macrófagos y las células dendríticas

foliculares presentan los antígenos a las células B del bazo. Las células B y otros

linfocitos entran y salen libremente de la CLP a través de los capilares

procedentes de las arteriolas centrales que irrigan la región marginal. Algunos

linfocitos, especialmente los plasmoblastos en fase de maduración, pueden

atravesar la región marginal y alcanzar la pulpa roja a través de ciertos puentes.

La pulpa roja, es un tejido está formado por sinusoides y cordones celulares, que

contienen macrófagos residentes, eritrocitos, plaquetas, granulocitos, linfocitos y

numerosas células plasmáticas. Además de las funciones inmunitarias que

desempeña, el bazo constituye también un reservorio de plaquetas, eritrocitos y

granulocitos. El bazo es el lugar en que son destruidos las plaquetas y los

eritrocitos envejecidos, en un proceso que se lleva a cabo en la pulpa roja y se

denomina «hemocatéresis» (Fig. No. 8).

Figura No. 8. Pulpa roja.

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Todo esto es posible gracias a la organización vascular del bazo. Las arterias

centrales se encuentran rodeadas por la CLP y dan lugar a capilares arteriales que

vierten su contenido en los cordones de la pulpa roja. De esta manera, las células

circulantes llegan a estos cordones y quedan atrapadas en ellos. Los macrófagos

reconocen y fagocitan a las plaquetas y eritrocitos envejecidos; las células

sanguíneas que no son ingeridas y destruidas pueden retornar a la circulación

sanguínea atravesando los orificios que determina los endotelios discontinuos en

las paredes de las sinusoides venosos, mientras que el plasma fluye libremente a

través de dichas paredes (Fig. No. 9).

Figura No.9. Estructura de la pulpa blanca del bazo. La pulpa blanca se separa por la

vaina periarteriolar linfoide (PALS) rodeada de células B. Dentro de cada folículo primario

existe un grupo de células foliculares dendríticas (FDC). El (BC) se cree que representan

las zonas por las que linfocitos entran y salen de la pulpa blanca.

Ganglios linfáticos y sistema linfático

Los ganglios linfáticos forman parte de una red que filtra los antígenos contenidos

en el líquido intersticial de los tejidos y en la linfa durante el transporte de estos

líquidos desde la periferia hasta el conducto torácico y los restantes conductos

colectores principales. Los ganglios linfáticos se suelen encontrar situados en los

puntos de ramificación de los vasos linfáticos.

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Existen determinadas zonas que drenan regiones superficiales y profundas del

organismo, como el cuello, las axilas, las ingles, el mediastino y la cavidad

abdominal, en las que se observa una acumulación estratégica de ganglios

linfáticos. Los ganglios linfáticos que protegen a la piel son superficiales, y se

denominan ganglios subcutáneos. Los ganglios linfáticos profundos, que protegen

a las mucosas respiratoria, digestiva y genitourinaria, se denominan ganglios

viscerales o profundos.

Los ganglios linfáticos humanos presentan un diámetro de 2-10 mm, son

redondeados o con forma de riñón y presentan una depresión, denominada hilio,

en la zona de entrada y salida de los vasos sanguíneos. La linfa llega hasta el

ganglio linfático a través de varios vasos linfáticos aferentes, y sale del mismo a

través de un único vaso linfático eferente, situado en el hilio. Los ganglios linfáticos

típicos están rodeados por una cápsula de colágeno. Los diversos componentes

celulares se encuentran dispuestos sobre un armazón de trabéculas radiales y

fibras de reticulina. Un ganglio linfático contiene una región de células B (córtex),

una región de células T (paracórtex) y una médula central, en la que aparecen

cordones celulares que contienen células T, células B, células plasmáticas y

macrófagos (Fig. No. 10).

Figura No. 10. Estructura de un ganglio linfático.

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La región paracortical contiene gran cantidad de CPA (células interdigitantes), que

expresan activamente antígenos de superficie CPH de clase II. Estas CPA

proceden de la piel (células de Langerhans) o de las mucosas (células

dendríticas), transportando hasta el ganglio los antígenos procedentes de la

superficie interna o externa del organismo. La mayor parte del tejido linfoide se

encuentra en las regiones corticales y paracortical. La médula también contiene

algo de tejido linfoide, que forma cordones separados por senos linfáticos

(medulares) que desembocan en el seno terminal, a partir del cual surge el vaso

linfático eferente. Los senos linfáticos se encuentran recubiertos de células

fagociticas, especialmente en la región medular.

Cuando la linfa fluye desde los vasos aferentes hasta los eferentes, estas células

fagociticas capturan las partículas antigénicas contenidas en las misma y las

transportan hasta el tejido linfoide del ganglio linfático. El córtex contiene

agregados de células B, formando folículos primarios o secundarios, mientras que

las células T se encuentran situadas principalmente en el paracórtex. Por tanto,

cuando una zona de la piel o de una mucosa se ve expuesta a un antígeno

dependiente de células T, las células T del paracórtex de los ganglios linfáticos

que drenan dicha zona proliferan activamente.

Los folículos secundarios de los ganglios linfáticos estimulados por antígenos

poseen centros germinales. Son parecidos a los centros germinales de las

regiones de células B de las CLP esplénicas y del TLAM. Las células del centro

germinal pueden ser grandes o pequeñas, y se denominan centroblastos y

centrocitos, respectivamente. Las células B en fase de proliferación de los centros

germinales presentan una forma nuclear bien definida.

Los centros germinales están rodeados por un manto de linfocitos. Las células B

de esta capa contienen grandes cantidades de IgM e IgD de superficie. En la

mayor parte de los folículos secundarios, este manto o corona se encuentra

engrosada en dirección a la cápsula del ganglio. Los folículos secundarios

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contienen, CPA dendríticas foliculares, algunos macrófagos y escasos linfocitos T

CD4 que interaccionan con las células dendríticas del centro germinal. Parece que

todas estas células, junto con los macrófagos especializados de los senos

marginales, desempeñan un papel en las respuestas de las células B y,

especialmente, en el desarrollo de las células B de memoria, que probablemente

es la función principal de los centros germinales.

Tejido linfoide asociado a mucosas (TLAM)

Los agregados de tejido linfoide no encapsulado son especialmente abundantes

en la lámina propia y en la submucosa de los tractos gastrointestinal (Fig. No. 11),

respiratorio y genitourinario. Las células linfoides se pueden encontrar como

agregados difusos o estructuradas en forma de ganglios aislados o agrupados,

que contienen centros germinales (folículos secundarios).

Las amígdalas de los seres humanos contienen una cantidad considerable de

tejido linfoide, que en muchas ocasiones presentan folículos secundarios con

zonas T interpuestas con vénulas de endotelios altos. Hay tres tipos

fundamentales de amígdalas: las palatinas, las faríngeas (adenoides) y las

linguales, que constituyen el anillo de Waldeyer. En los bronquios y en el tracto

genitourinario también se encuentran acumulaciones parecidas de tejido linfoide.

Los epitelios respiratorios, genitourinarios y digestivos contienen células

dendríticas, que tienen la misión de ingerir, transportar y procesar los antígenos

hasta los ganglios linfáticos de drenaje.

En la lámina propia de la pared intestinal se encuentran acumulaciones de tejido

linfoide, que suelen alcanzar la submucosa. Estas acumulaciones pueden adoptar

forma de nódulos solitarios o nodulos agregados, como en el apéndice. Las placas

de Peyer se localizan en el íleon distal. El epitelio intestinal (epitelio asociado a los

folículos, EAF) que recubre las placas de Peyer es un epitelio especializado, que

permite el transporte de los antígenos hacia el tejido linfoide. Esta misión es

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llevada a cabo por ciertas células epiteliales, denominadas células «M» debido a

la presencia de numerosas microvellosidades en su superficie luminal y que se

localizan entre los enterocitos. Estas células contienen profundas invaginaciones

de la membrana plasmática basolateral, que forman invaginaciones en las que se

alojan linfocitos B y T, células dendríticas y macrófagos. Los antígenos y los

microorganismos entran por estas invaginaciones hacía el tejido linfoide mucoso

organizado subyacente al epitelio.

Figura No. 11. Mucosa del tracto gastrointestinal.

Las respuestas inmunitarias humorales a nivel de la mucosa son principalmente

del isotipo IgA. Las IgA de secreción son unos anticuerpos capaces de atravesar

las membranas mucosas, impidiendo de esa forma la penetración de los

microorganismos infecciosos.

Linfocitos de mucosas

Estos linfocitos están situados en el tejido conjuntivo que forma la lámina propia y

en el seno del tejido epitelial. Los linfocitos de la lámina propia (LLP) son

principalmente células T activadas, pero también se observa la presencia de

numerosas células B activadas y células plasmáticas. Estas células plasmáticas

secretan principalmente IgA, que atraviesa las células epiteliales y es liberada a la

luz del conducto en cuestión.

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Los linfocitos intraepiteliales (LIE) son principalmente células T, que presentan

características fenotípicas diferentes de las de los LLP. La mayoría de las células

T LLP y LIE pertenecen a la subpoblación CD45RO de células de memoria. Se

sabe que los LIE liberan citocinas, entre las que se encuentran el IFNy e IL-5. Se

ha sugerido que los LIE pueden estar encargados de la detección de células

propias mutantes o infectadas por virus.

CIRCULACIÓN DE LOS LINFOCITOS

Una vez que alcanzan los tejidos secundarios, los linfocitos no se limitan a

permanecer allí; muchos de ellos se desplazan de un órgano linfoide a otro a

través de la sangre y de la linfa.

Aunque algunos linfocitos abandonan la circulación sanguínea a través de vénulas

no especializadas, en la mayoría de los mamíferos este proceso ocurre a través

de una zona especializada de las vénulas poscapilares, denominada vénula de

endotelio alto o VEA. Estas vénulas se encuentran principalmente en el paracórtex

de los ganglios linfáticos, existiendo también algunas en el córtex, pero no en la

médula. Algunos linfocitos, fundamentalmente células T, penetran en los ganglios

linfáticos a través de los vasos linfáticos aferentes, no a través de las VEA; ésta es

la vía principal de llegada del antígeno a los ganglios linfáticos. Además de en los

ganglios linfáticos, este tipo de vena se localiza en el TLAM y en el timo.

Las VEA controlan la circulación de los linfocítos

Las VEA están recubiertas de células endoteliales cúbicas. Estas células se

encuentran activadas y expresan diversas moléculas de adherencia, que no

aparecen en las células endoteliales planas y en reposo propias de las vénulas

normales. Uno de los mecanismos de activación de las células endoteliales es la

producción a nivel local de citocinas, como el IFNy, la IL-1 y el TNF.

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Las células endoteliales se pueden activar y dar lugar a VEA en los lugares en los

que existe un proceso inflamatorio crónico, como por ejemplo en la piel o en la

membrana sinovial, en las que normalmente no existe este tipo de vénulas. A su

vez, esto puede provocar la acumulación de subpoblaciones específicas de

linfocitos T en la zona en que se han formado las VEA. Las moléculas que

expresan las células endoteliales activadas pertenecen a la superfamilia de las

inmunoglobulinas, como en el caso de ICAM-1 (CD54), ICAM-2 (CD102) o VCAM-

1 (CD106), o a la familia de las selectinas, como por ejemplo la selectina E

(ELAM-1: CD62E) y la selectina P (CD62P).

Se cree que entre los linfocitos y las células endoteliales se establecen varias

interacciones receptor-ligando diferentes, que sirven para dirigir los linfocitos hacia

los órganos diana. Estas interacciones se producen mediante unas «adresinas»

expresadas por las células endoteliales, como MadCAM-1 presente en los

endotelios en el tejido intestinal o VCAM-1 de otras células endoteliales.

Las células linfoides de los ganglios linfáticos retornan a la circulación a través de

los vasos linfáticos eferentes, cuyo contenido se vierte finalmente en la vena

subclavia izquierda a través del conducto torácico. Este proceso permite que un

gran número de linfocitos específicos de un antígeno determinado entre en

contacto con el mismo en el microentorno de los órganos linfoides periféricos. Los

linfocitos circulan continuamente de uno a otro ganglio, pero cuando un antígeno

penetra en los ganglios linfáticos de un animal sensibilizado previamente frente a

dicho antígeno, la circulación queda interrumpida transitoriamente,

aproximadamente durante 24 horas.

Una de las diferencias entre el sistema TLAM y los órganos linfoides sistémicos es

que las células linfoides asociadas a mucosas circulan principalmente a través del

sistema linfoide de mucosas. Así, las células linfoides estimuladas de las placas

de Peyer atraviesan los ganglios linfáticos regionales y son vertidas al torrente

circulatorio, pero retornan rápidamente a la lámina propia del intestino. Esta

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recirculación específica es posible debido a que las células linfoides reconocen

moléculas de adherencia de tipo «adresinas» expresadas específicamente por las

células endoteliales de las vénulas poscapilares de la mucosa, y que no se

encuentran presentes en las VEA de los ganglios linfáticos. Por ello, la

estimulación antigénica en una zona de la mucosa induce una respuesta de

anticuerpos que afecta, predominantemente al TLAM.

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