ORÍGENES DEL CONCEPTO DE ORDEN PÚBLICO EN ESPAÑA: SU NACIMIENTO EN UN MARCO JURISDICCIONAL....

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    ISSN: 2255-0968 http://www.ehu.es/ojs/index.php/Ariadna

    ORGENES DEL CONCEPTO DE ORDEN PBLICO EN ESPAA:

    SU NACIMIENTO EN UN MARCO JURISDICCIONAL1

    FRANOIS GODICHEAUUniversidad Bordeaux-Montaigne, Institut Universitaire de [email protected]

    Resumen: La asociacin de las dos palabras orden y pblico, pertenecientes alvocabulario de la ciencia de la polica y referida directamente a los lugares depblica concurrencia de las ciudades, conoci a finales del siglo XVIII unaimportante evolucin. Esta dependi a su vez de la del vocablo polica y del empujede una concepcin moderna de lo pblico que afirmaba la existencia de un espaciode carcter extensivo e igualitario. Esta afirmacin se haca contra el contexto de lacultura jurisdiccional que organizaba las relaciones entre los sujetos, lascomunidades y el poder poltico. La promocin de una concepcin nueva del poderpoltico, de las leyes y de cmo deben aplicarse, que dara al orden pblico sucarcter de clasula de habilitacin de la fuerza del ejecutivo, encontr tambin en lanocin de anarqua un punto de apoyo interesante: la anarqua feudal pas asimbolizar todos los defectos imputados al orden jurisdiccional. Sin embargo, lasluchas polticas y movilizaciones sociales que marcaron la Revolucin francesa

    impulsaron otro significado para este trmino, el de un peligro de caos ya no en elterreno normativo sino en el social, a modo de insulto dirigido a los jacobinos y atodos los defensores de la plebe, sentido ste que se iba a consolidar en Espaadurante el medio siglo siguiente.

    Palabras clave: Orden pblico; anarqua; polica; Estado; revolucin; culturajurisdiccional

    bstract: The combination of the two words public and order in the vocabulary of science of

    police, referred to public places in town, was affected by important changes at the end of 18th

    century. These changes came from the proper evolution of the word police and the progress of amodern conception of the public which was an assertion of the existence of an extensive and

    egalitarian public space. This assertion was made against the background of a juridictional culture

    which organized the relations between subjects, communities and political power. The promotion of

    1 Este artculo es parte del resultado de una investigacin desarrollada en el marco de un proyectosobre metforas y vnculo social, que une el grupo de historia de los conceptos de Bilbao y elgrupo de investigacin de la Universidad de Burdeos, al cual pertenezco, proyecto que cuentacon financiacin por parte del Gobierno de Euskadi y de la Region Aquitaine. Esta investigacin

    ha podido ser llevada a cabo gracias a los fondos del Institut Universitaire de France. Quiero darlas gracias a los profesores Daro Barriera y Manel Risques por su lectura y sugerencias.

    mailto:[email protected]:[email protected]:[email protected]
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    a new concept of political power, and of the law and its enforcementthat would give to the notion

    of public order its dimension as enabling the executive power would grow in strength with the

    notion of anarchy: feudal anarchy rapidly simbolized all the faults attributed to the juridictional

    order. Nevertheless, the political struggles and social mobilisations in the wake of the FrenchRevolution would add a new meaning to this word: the hazard of chaos, understood not in its

    normative but rather in its social dimension, which was used to insult Jacobins and any advocates of

    the plebs. This meaning would be stabilized during the first part of XIX century.

    Keywords Public order;anarchy, police;State;revolution;juridictional culture

    El orden pblico puede ser tema de estudio por parte de los historiadores, y

    objeto de anlisis por parte de juristas y cientficos sociales; pero en cuanto que

    nocin, parece haber escapado de momento a una historizacin sistemtica. No se

    trata en este artculo de hacer la genealoga del concepto de orden pblico ya que,

    aparte de lo desaconsejable que resultara semejante enfoque por su carcter

    teleolgico, a imagen de muchas genealogas del Estado que adoptan la perspectiva

    de lo-que-acab-por-suceder, sera ms que complicado llegar a una definicin

    estable por las caractersticas particulares de esta nocin2. Por una parte, el orden

    pblico comparte con el Estado esa tendencia a la naturalizacin, a convertirse tanto

    en un deber-sercomo en una cosa. En una de las escasas reflexiones tericas existentes

    sobre el concepto de orden pblico en el marco francs, partiendo del carcter

    permanentemente cambiante de su contenido en funcin de la capacidad arbitraria

    del poder ejecutivo, desde el ministro del Interior hasta el simple polica, para

    apreciar situaciones de orden y desorden, se ha propuesto que sea designada como

    nocin funcional, que no conceptual3

    Sin basar nuestra investigacin sobre una lectura al pie de la letra de la

    funcin, y teniendo en cuenta tanto el carcter no diacrnico de ese trabajo de teora

    del derecho como las prevenciones contra toda actitud teleolgica, quizs podamos

    .

    2 GARRIGA, Carlos: Orden jurdico y poder poltico en el Antiguo Rgimen, Istor. Revista de historiainternacional, 16 (marzo2004), pp. 13-44.

    3 PELIEU, Isabelle: Essai de rflexion sur la notion dordre public, en MAZERES, Jean Arnaud(dir.): DEA de droit public fondamental, Toulouse, Universit Toulouse I, 2000.

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    sacar de ah dos ideas que nos servirn como orientaciones. Primero, optamos por

    descartar toda homologa del orden pblico de un pas a otro: los significados y los

    lugares ocupados por el orden pblico en la historia reciente de Espaa no tienen por

    qu ser parecidos al caso francs, o ingls, o italiano. Esta posicin de principio

    puede verse reforzada por la consideracin de la presencia de la expresin en

    mltiples situaciones de mxima tensin o conflicto en los dos ltimos siglos de la

    vida poltica espaola. Segundo, recordando que la pluralidad de contenidos en un

    concepto es lo ms comn, debemos considerar las diferentes interpretaciones

    posibles, las cuales nos remiten a configuraciones semnticas basadas en

    oposiciones, proximidades, solapamientos y traducciones de elementos discursivos.

    En esta primera aproximacin a la gnesis del concepto de orden pblico, nos

    limitaremos a la primera etapa, a partir de la Ilustracin y hasta las Cortes de Cdiz,

    y abordaremos el estudio a partir de la tensin con el concepto de anarqua, cuya

    resignificacin durante el mismo perodo ofrece un punto de apoyo para afirmar que

    orden pblico es un concepto central de la concepcin moderna del Estado,. De

    hecho, los dos trminos comparten, en la historiografa de la Espaa contempornea,

    la misma naturalizacin4

    4 Aunque en el centro de un anlisis diacrnico de las relaciones entre constitucin y militarismocomo es el libro de Manuel BALLBE(Orden pblico y militarismo en la Espaa constitucional (1812-1983),Madrid, Alianza, 1983), el orden pblico aparece como una expresin sin historia. Posteriomente,

    los dos recientes volmenes escritos por Eduardo GONZALEZ CALLEJA(La razn de la fuerza. Ordenpblico, subversin y violencia poltica en la Espaa de la Restauracin (1875-1917), Madrid, CSIC, 1998, y ElMauser y el sufragio. Orden pblico, subversin y violencia poltica en la crisis de la Restauracin (1917-1931) ,Madrid, CSIC, 1999) arrancan en un momento en que las bases de la comprensin espaola de laexpresin han sido ya sentadas, aunque es cierto que las prcticas desarrolladas durante laRestauracin no dejan de modificar sustancialmente el panorama. Sin embargo, el autor nodedica especial esfuerzo a rastrear la evolucin de los significados del vocablo. En cuanto a laanarqua, las muy abundantes bibliografas, tanto de signo libertario como de orientacionescontrarias, han acumulado ms de un siglo de naturalizacin cuando en realidad, incluso aprincipios de la dcada de 1890, el significado de la palabra anarquista no estaba nada claro apesar de veinte aos de reivindicacin del calificativo por parte de grupos y organizaciones. Vertambin GODICHEAU, Franois: El anarquista: la construccin social del enemigo de la sociedad,en PEREZ LEDESMA, Manuel (coord.), Palabras de modernidad en la pennsula ibrica, Madrid, AlianzaEditorial, 2012, pp. 191-217.

    . Se podran traer a colacin otros elementos discursivos, en

    particular los vnculos sociales y la guerra civil, pero las dimensiones de estetrabajo nos obligan a no incorporarlo sistemticamente aunque s los encontraremos

    por el camino.

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    Hasta las Cortes de Cdiz, el contexto del empleo, muy poco frecuente, de la

    expresin orden pblico, es el de un orden jurisdiccional, aunque la sensibilidad y

    la reflexin sobre lo que se lleg a llamar ciencia de la polica contemplase una

    organizacin ms sistemtica del asunto para la res pblica. El nacimiento del orden

    pblico como categora poltica y jurdica es contemporneo a una intensificacin

    del uso del vocablo anarqua, cuyo uso se dispara desde el comienzo de la

    Revolucin francesa.

    El orden pblico en el vocabulario poltico ilustrado de la polica

    En la dcada de 1780, se multiplica la asociacin de las palabras orden ypblico, pero con un uso bastante flexible, poco definido y en competicin con

    tranquilidad pblica y sosiego pblico, dos trminos que dominan en la

    Pragmtica Sancin de 17 de abril de 1774, identificada por Antonio Ferrer del Ro en

    1856 como la primera ley de orden pblico segn el lenguaje de ahora5

    El rastreo de los empleos de la expresin en documentos impresos da como

    resultado una antecedencia del uso en la monarqua francesa respecto a la espaola.

    La hiptesis es entonces la de una transferencia de este trmino, perteneciente al

    vocabulario poltico de los borbones, de un pas al otro. En efecto, en el Trait de Police

    de Nicolas Delamare, fechado en 1705, se encuentra varias veces el orden pblico,

    en particular en el Libro I, Ttulo IV, Captulo VI, titulado Etablissement de

    nouveaux Officiers auprs des Magistrats des Provinces. Distribution de ces

    Officiers dans les quartiers des Villes, pour y maintenir lordre public. Importance de

    cet employ. Qualitez de ceux qui le devoient remplir. Luego, se encuentra en varios

    otros escritos de la primera mitad del siglo XVIII que tratan de polica urbana

    .

    6

    5 BALLBE, Manuel: Orden pblico y militarismo, p. 26. La pragmtica en Novsima Recopilacin, Libro XII,tt. XI, Ley V. Pragmtica por la cual se prescribe el orden con que se ha de proceder contra losque cometen bullicios o conmociones populares, de 17 de abril de 1774, Archivo General Militarde Madrid, Documentacin sobre orden publico (fondo 3.2), Legajo 5846, exp. 1.

    .

    Como ya se sabe, los tratados franceses sobre la materia, igual que los alemanes,

    6 En particular en los numerosos volmenes del Recueil des documents sur la Police form par Dupr,Commissaire au Chtelet de Paris. Vase HERVE, Jean-Claude: L'ordre Paris au XVIIe sicle: lesenseignements du Recueil des rglements de police du commissaire Dupr, Revue d'histoiremoderne et contemporaineXXXIV (abril-junio 1987), pp. 185-214.

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    fueron recibidos en Espaa a travs de varias traducciones posteriores al motn de

    Esquilache, concretamente entre 1768 y 1805, e inspiraron notables reflexiones

    autctonas: en 1767 y hasta 1781, Domingo de la Torre y Mollinedo publica la

    traduccin del tratado de Jacob Friedrich, Barn de Bielfeld publicado por vez

    primera en 1760 en lengua francesa, y en 1781 hace lo propio Valentn de Foronda,

    autor ms tarde de las famosas Cartas sobre la polica (1801).En 1784, Puig de Gelabert

    traduce a von Justi, originalmente editado en 1758. Finalmente, Toms Valeriola

    publicaba entre 1798 y 1805 su tratado de polica a base de traducciones de prrafos

    de los dos primeros tomos del tratado de Delamare completadas con bandos,

    decretos y normas diversas correspondientes en general al reino y a la ciudad de

    Valencia7

    La nocin de polica, tal como fue desarrollada por Delamare a principios del

    XVIII, parta de realidades exclusivamente urbanas y abarcaba un conjunto de

    significados muy amplio, el de toda la regulacin de la vida en la ciudad. Segn un

    estudio muy interesante sobre los objetos de la polica en los numerosos volmenes

    reunidos en la poca por Delamare y por Dupr, de los once campos cubiertos por la

    polica la religion, la discipline des murs, la sant, les vivres, la sret et la

    tranquillit publiques, la voirie, le sciences et les art libraux, le commerce, les

    manufactures et les arts mcaniques, les serviteurs domestiques, les manouvriers et

    les pauvres la mayor parte de los reglamentoscasi el 60 por cientotocaban el

    tema de la regulacin econmica, a continuacin la regulacin material de la ciudad

    (modernizacin de las calles, salubridad), la vigilancia religiosa y moral y, solo al

    final, la seguridad y tranquilidad pblica. En la definicin de esta ltima

    encontramos tanto la seguridad fsica contra accidentes en la calle debidos a

    animales (cerdos, caballos, etc), juegos violentos, uso de armas de fuego, obras enedificios, as como la proteccin contra ladrones y asesinos. Pero encontramos

    tambin el tema de la tranquilidad nocturna (gritos y ruidos, cierre de comercios y

    tabernas, cierre de las puertas de las casas, alumbrado pblico, vigilancia de las

    .

    7 Vase JORDANA DE POZAS, Luis: Presentacin en VALERIOLA, Toms: Tratado de polica o Ideageneral de polica, Madrid, Instituto de Estudios Administrativos, 1977, pp. VI-XIX. Ver tambin,del mismo autor: Los cultivadores espaoles de la Ciencia de la Polica, en Homenaje a Jordana dePozas, tomo I, Estudios de Administracin Local y General, Madrid, Instituto de Estudios deAdministracin Local, 1961, pp. 3-13.

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    entradas de la ciudad, rondas), la reglamentacin de las armas, la vigilancia contra

    vendedores clandestinos, vagabundos y prostitucin, la polica de extranjeros, la

    prohibicin de rumores y discursos sediciosos, escritos escandalosos, gacetas,

    impresos y libros varios considerados como peligrosos, la prohibicin de asambleas

    ilcitas de artesanos y el mantenimiento del orden en tiempos de guerra o de

    emocin popular8

    Segn Delamare, el nombre de polica corresponde al orden pblico de cada

    ciudad, aunque no aparece rastro de la aplicacin de la idea de orden pblico a otro

    mbito ms amplio. No se confunde entonces con la seguridad y tranquilidad

    pblica sino que existe en un plano ms terico. Precisamente en este plano,

    Delamare explica en su prefacio, al referirse al sentido original de la palabra polica,

    que para los griegos la ejecucin de las leyes que componen el derecho pblico y la

    conservacin de la sociedad civil eran dos cosas inseparables. Por otra parte, este

    orden apoyado en el derecho pero de carcter ejecutivo, instituido como un antdoto

    a la guerra civil, es presentado por Delamare, en plena conformidad con la poca,

    como asunto de origen divino en su esencia y humano en su realizacin: la polica es

    un ramo del derecho pblico hecho necesario porque los hombres no cumplen los

    mandamientos divinos. De hecho, en plena conformidad con la lgica de la sociedaddel Antiguo Rgimen

    .

    9

    8 JORDANA DE POZAS, Luis, p. 207. Nota bene: la lucha contra la mendicidad, la polica de lospobres, en palabras del mismo Delamare, representaba un cometido distinto al de tranquilidady seguridad pblica.

    , el ttulo primero del segundo libro del Trait de la police era: la

    religin es el primer y principal objeto de la polica, y en el captulo primero el autor

    detalla esa aseveracin comentando los cambios que significara la observacin de los

    deberes prescritos por la religin en las once subdivisiones del campo de la polica.

    Luego, ms concretamente, observamos que la polica trataba en efecto de los

    mandamientos divinos que tenan implicaciones pblicas y se ordenaba su cometido

    en relacin con las exigencias de la religin: la observacin del descanso dominical, la

    9 Como recuerda Carlos GARRIGA

    rdenes que disc

    cter tradicionalconstituida n. Orden jurdico y poder poltico, p. 14.

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    reglamentacin de procesiones, peregrinaciones, cofradas, leyes suntuarias, juegos y

    teatros, prostitucin, blasfemia e incluso medicina y profilaxia.

    En la segunda mitad del siglo, la ciencia de la polica se desarrolla como una

    reflexin general y con pretensiones sistemticas para ordenar el mundo econmico

    y poltico, yendo ms all del espacio propiamente urbano, como ilustra el ttulo

    original en francs del libro del barn de Bielfeld: Institutions Politiques, ouvrage o lon

    traite de la socit civile, des loix, de la police, des finances, du commerce, des forces dun tat . La

    polica se incluye entonces en el despliegue de un vocabulario que encarna una

    concepcin voluntarista del derecho, que encontr en las revoluciones parte de su

    realizacin. En Espaa, lo que ms interesa aparentemente son las dimensiones de la

    polica que tienen que ver con el comercio. El libro de Bielfeld, ms abarcativo que el

    de Delamare, es el primero en conocer una traduccin, el segundo, de Von Justi,

    mezcla de manera indisociable ciencia de la polica y economa poltica, y en cuanto a

    la seleccin operada por Valeriola en Delamare, desecha precisamente lo que en el

    tratado del francs tena que ver con los motines y las conspiraciones 10. El papel de la

    nocin de polica en las reflexiones ilustradas y especialmente en la economa

    poltica en Espaa ya ha sido explicado por Pablo Snchez Len, que apunta un

    cambio importante despus del motn de Esquilache, una diferenciacin de los

    campos semnticos del orden y de la civilizacin, efectiva inmediatamente en los

    crculos del poder monrquico, por la visibilidad adquirida de repente, tan

    inesperada como monstruosa, por una nueva modalidad de sujeto poltico colectivo

    durante el motn 11

    La orientacin de los significados de la polica hacia el orden, y la

    reincorporacin de los vecinos en sus barrios toman forma en la Real Cdula de

    .

    10 La obra de VONJUSTIse divide en tres libros que tratan De la cultura de las tierras (agricultura,ciudades, poblaciones y sanidad), De las reglas que se deben observar para hacer florecer laAgricultura (mercaderas, manufacturas, oficios y profesiones, Comercio y Crdito y Ordeneconmico) y De las Costumbres de los Sbditos y del orden y disciplina que debe establecerseentre ellos. Ver JORDANA DE POZAS, Luis: Los cultivadores espaoles de la Ciencia de la Polica.

    11 SANCHEZ LEON, Pablo: Ordenar la civilizacin: semntica del concepto de Polica en los orgenesde la Ilustracin Espaola, Poltica y Sociedad, 42/3 (2005), pp. 139-156; cita en p. 152. Las fechasde publicacin tardas de las traducciones referidas en los prrafos anteriores no contradicen elanlisis aunque lo matizaran, pero se puede aducir, como hace el autor en el caso de las Cartassobre la policade Foronda, el hecho de que ste y otros traductores o introductores de autoresextranjeros estaban bastante alejados de los crculos decisorios de la monarqua.

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    creacin de los alcaldes de barrio de Madrid en 1768, que se circunscribe a los

    sentidos marcados por el tratado de Delamare. Es ah donde encontramos una de las

    primeras menciones de orden pblico (artculo VII.1) en una frase que precisa las

    competencias de la nueva figura policial de la ciudad y corte: la matrcula de los

    vecinos, entrantes y salientes, la polica, el alumbrado, la limpieza de las calles y de

    las fuentes [], la quietud y el orden pblico 12. Aparece aqu como sinnimo de

    pblica tranquilidad y buen orden de los habitantes en las Reglas que deben

    observar los alcaldes de barrio de Madrid13; es decir, es bastante prximo a los

    tratados franceses de la primera mitad del XVIII, hasta en el hecho de que no era el

    equivalente de la seguridad pblica sino que constitua un campo ms amplio y

    englobador14

    En cambio, en las ordenanzas militares de 1768, el captulo que detalla las

    atribuciones de los capitanes generales solo menciona la quietud de las provincias,

    y el de los comandantes de plazas los posibles desrdenes que pueden venir de

    acto pblico o del hecho de juntarse mucho pueblo. Falta mucho hasta llegar a la

    lexicalizacin del siglo siguiente

    .

    15

    12 Novsima Recopilacin, Libro III, Tt. XXI, Ley IX : Divisin de Madrid en ocho quarteles yestablecimiento de los Alcaldes de barrio. Sobre esta figura institucional, ver B RIGITTE, Marin:Lalcalde de barrio Madrid. De la cration de la charge lamorce dune professionnalisation(1768-1901), en BERLIERE, Jean-Marc; DENYS, Catherine; KALIFA, Dominique y MILLIOT, Vincent(dirs.): Mtiers de police. tre policier en Europe, XVIIIe-XXe sicle, Rennes, Presses Universitaires deRennes, 2008, pp. 165-176.

    . Tampoco en la Pragmtica Sancin de abril de

    1774 sobre bullicios y conmociones populares aparece la expresin: se trata de

    contener los espritus inquietos, enemigos del sosiego pblico, y defender a losdignos vasallos de sus malignos perjuicios (prembulo), de la defensa de la

    tranquilidad pblica y de pacificacin del bullicio (art. 3). Sin embargo, las

    actitudes represaliadas hubieran podido entrar bajo el rtulo de lo que ms tarde se

    13 Novsima Recopilacin, Libro III, Tt. XXI, Ley X, art. XXIV.14 La hiptesis de una influencia directa del pensamiento poltico-administrativo galo es reforzada

    por la ausencia de la expresin orden pblico en textos anteriores que trataban de policaurbana. En la Real Orden de 3 de mayo de 1609, de creacin de los Alcaldes de Madrid, se hablams bien de delitos, escndalos y ruidos, Novisima Recopilacin, Libro III, Tt. XXI, Ley I, art. XX.En el Tratado breve sobre las ordenanzas de la villa de Madrid y polica de ella , del maestro Ivn de Torija,publicado en 1664, tampoco aparece nada que tenga que ver con la concepcin dieciochescafrancesa del orden pblico, ya que se trata sobre todo de la reglamentacin de aguas,edificaciones, calles, propiedad de inmuebles, herencias, pozos, puertas, etc.

    15 Ordenanzas de Su Majestad para el rgimen, disciplina, subordinacin, y servicio de susejrcitos, Tomo III, Trat. VI, Tt. II.

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    comprendi como orden pblico: pasquines y papeles sediciosos en puestos

    pblicos; bullicio o resistencia popular de muchos a los magistrados en sitios

    pblicos; tabernas, casas de juego y dems oficinas pblicas 16

    Dos aos ms tarde, en 1776, se publica una Real Cdula a Consulta del

    Consejo, que fija la jurisdiccin Econmica de los Dependientes del Hospital en el

    Juez Conservador; y la Criminal en la Justicia Ordinaria para restablecer el orden

    pblico. Aqu vuelve a aparecer la expresin y su presencia en el ttulo constituye

    sin duda ya un testimonio de mayor difusin pero, de la misma manera que en el caso

    de los alcaldes de barrio no se distingua entre un campo o una funcin judicial y otra

    que sera policial, la Real Cdula consiste en una decisin en cuanto a jurisdicciones,

    propia entonces de un sistema jurisdiccional en el cual no se considera un orden de

    lo pblico unitario y homogneo, por lo menos a efectos prcticos

    .

    17

    .

    La consolidacin del orden de lo pblico

    En cambio, progresaba en un plano terico la idea de una bipolarizacin entre

    un orden de lo pblico y uno de lo privado, sin llegar sin embargo a triunfar, por lo

    menos en Espaa 18

    16 En la Francia de principios de la Revolucin tampoco parece haberse lexicalizado tanto la

    expresin orden pblico, al menos para esos casos, ya que la ley marcial del 21 de octubre de1789 gira tambin alrededor de la nocin de tranquilidad pblica: La Loi martiale continuera tre proclame lorsque la tranquillit publique sera habituellement menace par des meutespopulaires ou des attroupements sditieux qui se succderaient lun lautre (art. 14).

    . En 1782, Manuel de Lardizbal y Uribe, jurista ilustrado,

    miembro del Consejo de Castilla y contemporneo de Floridablanca, Campomanesy Jovellanos y Alcalde del Crimen de la Chancillera de Granada, al reflexionar en

    su Discurso sobre las penas sobre la medicin de los delitos, segua los principios de

    Beccaria traducido al castellano desde 1774, fundndola en el dao hecho a la

    sociedad o la turbacin directa o indirecta de la pblica tranquilidad, en vez de

    en la intencin o en la dignidad de la persona ofendida. Igualmente, para definir un

    orden de importancia, retomaba de la Thorie des lois criminelles de Brissot la oposicin

    17 BRIGITTE, Marin: L Alcalde de barrio Madrid.18 Es importante aqu la advertencia de Carlos GARRIGA: se imagina y postula que el poder poltico

    se halla de suyo concentrado en una instancia nica, presuponiendo, en consecuencia, quetambin en el mundo precontemporneo se daba una separacin tajante entre el Estado y lasociedad civil, como sedes para la realizacin del inters pblico y de los intereses privados,respectivamente sometidos a regmenes jurdicos diferenciados, componentes del derecho pblico ydel derecho privado. Orden jurdico y poder poltico, p. 14.

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    116Ariadna histrica. Lenguajes, conceptos, metforas2 (2013), pp. 107-130

    ISSN: 2255-0968 http://www.ehu.es/ojs/index.php/Ariadna

    entre el dao a los particulares y el dao hecho al orden pblico o dao hecho a

    la sociedad. En efecto, el que sera despus uno de los grandes protagonistas de la

    Revolucin de 1789 recuperaba la distincin entre intereses particulares e intereses

    pblicos ya presente en el Trait de la police de 1705 y le daba una formulacin

    relativamente nueva, separando los crmenes contra el orden pblico de los que

    iban contra el inters de los particulares. Notemos que inmediatamente la

    categora de los primeros devena crmenes pblicos, seal de la fragilidad de la

    expresin que nos interesa, esto en un momento en que los vocablos estado y

    sociedad civil no tenan significados muy distintos 19. Esto permita abarcar hasta

    acciones que perturbaban el ejercicio de la religin catlica, por ser sta el vnculo

    ms fuerte y el ms firme apoyo de la sociedad20

    Podemos suponer que en esa configuracin de ideas empezaba a despuntar

    cierta inquietud acerca de la permanencia y la trascendencia del orden. Segn

    Brissot, la polica se haba vuelto una necesidad en la historia de los hombres por

    haber pasado de una sociedad en la que imperaba la autoridad del pater familias

    apoyada en la droite raison, es decir la justa interpretacin de los mandamientos

    divinos, a una sociedad urbana. La consecuencia de ese cambio, es decir el

    cuestionamiento creciente del vnculo entre el orden divino y el de la sociedad de los

    hombres haca de la defensa del orden social y poltico un tema cada vez ms

    . En Francia como en Espaa, la

    expresin orden pblico se encuentra en el principio de la oposicin ideal entre

    inters pblico e inters privado, que se traduce ms tarde, despus de la afirmacin

    estatal de la Revolucin francesa, en la separacin entre Estado y sociedad civil. El

    orden pblico es entonces, primero, el orden de lo pblico, adems de relacionarse

    con el cometido de polica y, en la monarqua espaola posterior al motn de

    Esquilache, con el control de los bullicios populares.

    19 BRISSOT DE WARVILLE, Jacques Pierre: Thorie des lois criminelles, t. 1, 1781, pp. 101-103: Onnadoptera point les nombreuses divisions de crimes introduites par les jurisconsultes. Si le crimenest quun attentat lordre, lintrt social, les diffrentes branches de cet intrt produirontautant de ramifications dans les crimes. Or, dans toute socit, il ny a que deux intrts, lintrtgnral et lintrt des particuliers. Il ne peut donc y avoir que deux espces de crimes, 1. lescrimes contre lordre public ; 2. ceux contre lintrt des particuliers. El prrafo siguiente tienecomo ttulo Crimes publics, y distingue entre crmenes morales, civiles y polticos y religiosos.

    20 LARDIZABAL Y URIBE, Manuel de: Discurso sobre las penas contrahido a las leyes criminales de Espaa parafacilitar su reforma, Madrid, Joachin Ibarra, 1782, pp. 93-96 y p. 102.

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    relevante21

    Esa polarizacin entre pblico y privado tambin fue considerablemente

    reforzada durante esos aos por una obra muy exitosa en Europa, la del ilustrado

    napolitano Gaetano Filangieri, La scienza della legislazione, publicado en lengua original

    entre 1784 y 1788, y traducida inmediatamente en Espaa

    . Quizs se trate, ms que de inquietud acerca de la permanencia del

    orden, de lo inquietante que poda resultar el cambio de naturaleza del poder

    poltico, de una instancia que exista y se legitimaba para mantener el orden

    constituido (y querido por Dios).

    22.En esta obra, Filangieri

    distingua diez clases de delitos. Los tres primeros por orden de importancia eran: 1)

    los delitos contra la divinidad; 2) contra el soberano y 3) contra el orden pblico 23.

    La separacin y la progresin descendente entre esas tres categoras de crmenes y la

    gravedad de las penas que les corresponda mantena la relacin que exista entre el

    orden divino y el terrenal y social. Como sucede con el autor antes mencionado y sus

    fuentes, la mayor distincin se efectuaba entre delitos privados y pblicos y se

    fundaba en la naturaleza de los pactos violados por el delito: si todo delito supona la

    violacin de un pacto de que es garante la sociedad entera, se distinguan

    obligaciones en cuyo cumplimiento es mximo el inters de la sociedad 24

    21 DYONET, Nicole: L'Ordre public est-il l'objet de la police dans le Trait de Delamare?, enRIDEAU, Gal y SERNA, Pierre (dir.): Ordonner et partager la ville (XVIIe-XIXe sicle), Rennes, Pressesuniversitaires de Rennes, 2011, pp. 47-74. Tendramos que tratar aqu el vocabulario poltico deMontesquieu y de Rousseau, pero nos alejara demasiado del tema de este artculo.

    . Es

    22 La traduccin al castellano se hizo casi inmediatamente, entre 1787 y 1789. La francesa debutantes (1786) pero termin despus, en 1791. Hubo dos ediciones posteriores en castellano, en 1813y 1821, y tambin se tradujeron otras obras del mismo autor e incluso comentarios importantescomo el de Benjamin Constant. Esa difusin de la obra se prolong incluso hasta 1839,coincidiendo en general con pocas de relativa libertad. Vase ASTIGARRAGA, Jess: Espaa y laScienza della Legislazione de Gaetano Filangieri, en VERDO, Genevive, MORELLI, Federica yRICHARD, Elodie (eds.): Entre Npoles y Amrica. Ilustracin y cultura jurdica en el mundo hispnico (SiglosXVIII y XIX), Medelln, La Carreta Editores, 2012, pp. 26-47 ; tambin SCANDELLARI, Simonetta:La difusin del pensamiento criminal de Gaetano Filangieri en Espaa, Nuevo Mundo MundosNuevos, , Coloquios, [edicin en lnea : http://nuevomundo.revues.org/3484?lang=en. Puesto enlnea el 28 enero 2007, consultado el 6 septiembre 2012].

    23 Los siguientes eran: 4) contra la f pblica; 5) contra el derecho de gentes; 6) contra el orden delas familias; 7) contra la vida y la persona de los particulares; 8) contra la dignidad del ciudadano,o sea de los insultos y ultrages; 9) contra el honor del ciudadano; 10) contra la propiedad delciudadano.

    24 FILANGIERI, Gaetano:Ciencia de la legislacin, obra escrita en italiano por el caballero Cayetano Filangieri,nuevamente traducida por Don Juan Ribera, tomo IV, Madrid, Imprenta de D. Fermn Villalpando,1822, p. 142. Filangieri segua as a Beccaria que haca del dao hecho a la sociedad la verdaderamedida de los delitos.

    http://nuevomundo.revues.org/3484?lang=enhttp://nuevomundo.revues.org/3484?lang=enhttp://nuevomundo.revues.org/3484?lang=en
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    precisamente este principio el que sigue Filangieri para distinguir entre las clases de

    delitos: coloco en la de los pblicos todos aquellos que segn la prctica casi general

    de Europa puede perseguir en juicio a instancia suya la parte pblica, o sea el

    magistrado que representa el fisco 25. Defina entonces una categora de delitos

    amplsima que elevaba a un fuerte grado de sistematicidad un principio nacido con la

    Inquisicin y que habilitaba la parte pblica a proceder, juzgar e incluso condenar,

    ejecutando la ley y por cuenta de la ley, como si la ley se defendiera sola a travs del

    fisco y en funcin de su arbitrio26

    La distincin entre la segunda y la tercera clase de delitos, interesante en su

    argumentacin, aparece en la definicin del orden pblico: Entre la serie de las

    obligaciones que contrae todo ciudadano con la sociedad entera, adems de aquellas

    de que ya hemos hablado, hay otras que no tienen directamente por objeto ni al

    soberano ni la Constitucin del gobierno, pero que interesan de un modo indirecto a

    todo el cuerpo social considerado colectivamente: y son las que dependen de las leyes

    destinadas a conservar el orden pblico

    .

    27. Posteriormente, la enumeracin de los

    campos que componen este orden pblico correspondiendo a los ttulos de los

    delitos de esa tercera clase detallados a continuacin, gira alrededor de un adjetivo

    pblico, salvo uno: Colocaremos pues en esta clase todos aquellos delitos que

    turban el orden pblico y la pblica economa. Tales son todos los delitos contra la

    justicia pblica, contra la tranquilidad y seguridad pblica, contra la salud pblica, contra el

    comercio pblico, contra el erario pblico, contra la continencia pblica, contra la polica

    pblica, y contra el orden poltico 28

    25 FILANGIERI, Gaetano: Scienza della legislazione, tomo IV, p. 143.

    . Esta multiplicacin del adjetivo pblico,

    tautolgica por carencia de definiciones, es una afirmacin bastante enftica de que

    existe un mbito de lo pblico, como una instancia nica vinculada a la constitucin

    poltica el orden poltico; es un ejemplo del poder performativo de la teora

    poltica. Esta fuerza le viene de la novedad del esfuerzo definitorio, de la poca

    26 Vase THERY, Julien: Fama: lopinion publique comme preuve judiciaire. Aperu sur larvolution mdivale de linquisitoire (XIIe-XIVe sicles), en LEMESLE, Bruno (dir.): La preuve enjustice de lAntiquit nos jours, Rennes : Presses universitaires de Rennes, 2003, p. 119-147

    27 FILANGIERI, Gaetano: Scienza della legislazione, tomo IV, p. 145.28 FILANGIERI, Gaetano: Scienza della legislazione, tomo IV, pp. 145-146.

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    costumbre de emplear la expresin orden pblico en ese momento y del carcter de

    la obra, que se quera fundadora de una ciencia jurdica moderna29

    Falta sin embargo mucho para que lleguemos a una lexicalizacin del

    trmino: an en la nueva promulgacin de la Pragmtica de 1774 por la Junta

    Suprema Central Gubernativa del Reyno en febrero de 1809, el orden pblico solo

    aparece en el decimonoveno de los 20 artculos adicionales. En aquel momento

    todava se emplea poco y no se diferencia de la idea de categora de las cosas que son

    pblicas ni se separa del paralelismo con el inters de la sociedad. Hasta en una

    prosa tan influida por Filangieri como la de Foronda cuando trata de derecho penal

    est casi ausente. Solo aparece una vez en la carta fechada en Vergara el 7 de

    septiembre de 1789 y titulada, en el volumen, Sobre las leyes criminales, en un

    comentario sobre la accin del Prncipe [que]debe hacer bien a los que son tiles al

    pblico mientras debe tambin castigar los crmenes que turban el orden

    pblico

    .

    30

    . Un mes ms tarde, en Francia, el Projet de loi concernant les attroupements, de

    octubre de 1789, que apunta al mismo tipo de acontecimientos que la Pragmtica

    Sancin de 1774, ignora la expresin. Aunque quiera reprimir todo movimiento que

    haga renacer la confusin y la anarqua solo habla de tranquilidad pblica y

    seguridad pblica.

    La anarqua del Antiguo Rgimen y el orden nuevo

    Fuera del mbito concreto de la calle, donde se aplicaba la polica y se haca

    observar un orden eterno y jerrquico, que asignaba a cada uno su lugar en la

    29 Mereceran ser estudiadas detalladamente las diferencias entre Filangieri y el Plan de CdigoCriminal de 1787, en particular en lo que toca al mbito de lo que es poltico o institucional. Enefecto, segn Nicols GARCIA RIVAS(La rebelin militar en derecho penal, Universidad de Castilla LaMancha, 1990, p. 54), en esta obra aparece, eso s, el orden pblico como bien jurdico digno deproteccin, pero su imagen es ajena a toda nota poltica. En efecto, si, por un lado, Filangieriincluye entre los delitos contra el orden pblico los llamados delitos contra el orden poltico,esto es los ataques a las leyes fundamentales que regulan la reparticin del poder, los lmites decada autoridad, el Plan, en cambio, alude a atentados contra magistrados, ocultacin de hurtos,etc., es decir al funcionamiento de la Administracin. No obstante, presentar una distincin tanclara entre el mbito de la administracin y el de la poltica me parece arriesgado para la poca.

    30 FORONDA, Valentn de: Cartas sobre los asuntos ms exquisitos de la economa-poltica y sobre las leyescriminales escritas por Don Valentn de Foronda, Madrid, Imprenta de Manuel Gonzlez, 1794, II, p.195.

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    comunidad en conformidad con la tradicin y los mandamientos divinos, apareca

    una nueva manera de asociar el sustantivo orden con el adjetivo pblico. Esa

    asociacin, que designar la capacidad ejecutiva de un poder poltico para imponer el

    monopolio de sus leyes y reglamentos a un cuerpo social concebido como la

    agregacin de los ciudadanos, contrastaba sin duda mucho con la manera tradicional

    de entender el orden, un orden no necesitado de adjetivacin. Sin duda, la novedad

    del orden pblico fue una entre las muchas que facilitaron la afirmacin de la

    modernidad poltica, y tenemos que pensarla de manera relacional con otras piezas

    de un vocabulario poltico nuevo. Una de esas piezas es la palabra anarqua.

    El progreso de una concepcin que tenda a oponer un polo estatal

    monopolizador del poder poltico a otro polo, el de un cuerpo social regido

    nicamente por unas leyes producidas por el soberano, concepcin contraria a la

    idea jurisdiccional del poder caracterstica del Antiguo Rgimen pas, en la Francia

    prerrevolucionaria y revolucionaria, por la importancia dada a la voz anarqua, que

    se fue resignificando a partir de mediados del siglo XVIII. En el diccionario de la

    Academia francesa de 1694, anarqua era simplemente la ausencia de cabeza poltica,

    es decir que no funcionaba la oposicin absoluta con el orden, lo cual se comprende

    bastante bien si pensamos en el fundamento religioso de la idea de ordo31. El orden

    dispuesto por Dios era objeto de lectura y declaracin por parte del poder poltico,

    cuyo papel consista solamente en mantenerlo, lo cual pasaba por la iuris dictio, el

    hecho de decir el derecho y de mantener a cada uno en su derecho, en el lugar que

    ocupaba dentro de un orden ya constituido e inmutable32

    El sentido de la voz anarqua, conocida en Espaa desde el siglo XVII,

    cambi a raz de los debates ilustrados franceses sobre las caractersticas de los

    diferentes regmenes polticos y en particular las del ms tarde llamado AntiguoRgimen, caracterizado ste por los revolucionarios como feudal. La primera

    encarnacin de la anarqua a la hora de definir un rgimen poltico fue precisamente

    con el fin de denostar el pasado reciente: se acuo una expresin cuyo xito se

    .

    31 El diccionario de lAcadmiedice Estat drgl, sans chef et sans aucune sorte de gouvernement,y sigue un ejemplo que asocia la voz a la democracia: La dmocratie pure dgnre facilement enanarchie.

    32 Sobre la evolucin de las concepciones del poder poltico entre el Antiguo Rgimen y la pocacontempornea, ver GARRIGA, Carlos: Orden jurdico y poder poltico.

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    mantuvo durante todo el siglo XIX, la de anarqua feudal. Veamos por qu. En la

    Enciclopedia, Diderot habla de un desorden en el Estado que consiste en que nadie

    tiene suficiente autoridad para mandar y hacer respetar las leyes, y que por

    consiguiente el pueblo puede comportarse como quiere, sin subordinacin y sin

    polica. Aunque no la segunda, la primera parte de la definicin podra

    perfectamente aplicarse al poder del soberano caracterstico del Antiguo rgimen,

    incluso a los reinos ms absolutistas. Como escribe Carlos Garriga: [l]a

    historiografa de los ltimos aos, especialmente dedicada a la Francia de Luis XIV,

    que funge como paradigma del absolutismo, est poniendo de manifiesto la

    dramtica lucha entablada en la prctica para asentar las decisiones regias33. En la

    definicin de la Enciclopedia metdica de Panckouke, en 1784, volvemos a encontrar

    la misma naturaleza del desorden: [a]narqua, es propiamente dicho, la situacin de

    un Estado donde el desorden llega a tal punto que nadie teniendo suficiente

    autoridad para mandar y hacer respetar las leyes, ya no hay gobierno, ni polica, ni

    subordinacin: el pueblo se conduce a su antojo, sin ningn tipo de regla. Se dice

    tambin que la anarqua reina en un Estado cuando los diferentes cuerpos que

    componen la nacin invaden respectivamente los derechos y las prerrogativas de

    unos y otros, y que la potencia ejecutiva deja que se violen todas las leyes en

    completa impunidad 34

    Ms concretamente, Ption critica el sistema judicial del reino de Francia,

    caracterizado por su incoherencia, a la que opone la mano del legislador, que busca

    unir a los hombres, suavizar su suerte, proteger su persona y sus bienes; subordinar

    el inters general al inters particular. Esa proteccin, subordinacin e incluso

    . Adems de una ataque ms preciso contra la lgica

    jurisdiccional del Antiguo Rgimen, esta definicin constituye, como la anterior, un

    acto de militancia a favor de una concepcin moderna del poder poltico, con un

    gobierno que aplica unas leyes necesariamente generales, derogatorias y pblicas

    (aplicables a todos y conocidas por todos), merced a una concepcin vertical y

    transparente de la subordinacin que permite contemplar una polica eficaz,

    civilizatoria y productora de bienestar y riqueza comercial.

    33 GARRIGA, Carlos: Orden jurdico y poder poltico, p. 19.34 Citado por DELEPLACE, Marc: Lanarchie de Mably Proudhon (1750-1850). Histoire dune appropriation

    polmique, Lyon, ENS ditions, 2000, p. 16.

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    suavizacin es el cometido de la polica y dibuja el campo del orden pblico gracias a

    la capacidad ejecutiva que sigue la mano del legislador, todo lo cual permite escapar

    de la anarqua producida por el incoherente sistema jurisdiccional35

    La idea de anarqua feudal ya era un lugar comn antes de 1789, pero con los

    debates constitucionales se hace ms concreta, aunque difiere segn los autores.

    Difiere primero en cuanto al lugar que ocupa en los esquemas de la evolucin de las

    sociedades polticas: el esquema cclico en el que la anarqua es el alfa y el omega de

    la evolucin de esas sociedades, y el esquema lineal en el que es identificada como

    momento de crisis

    .

    36. Segn Barnave, el orden monrquico no respeta la justicia del

    orden natural: el olvido y la ignorancia de las leyes de la naturaleza son factores de

    anarqua, es decir, de crisis profunda pero pasajera. Otros como Sieys asocian la

    anarqua con el caos original, la naturaleza sin organizar, a la que se impone el orden

    social difcilmente constituido por los hombres. Se asiste a una omnipresencia de las

    metforas en la traduccin de la idea de anarqua: la de la tempestad en Sieys o la de

    la enfermedad que corrompe el cuerpo social sano, o finalmente la de la mecnica

    social, basada en el equilibrio (de los poderes), en la que la anarqua equivale a

    introducir el desequilibrio. Otra diferencia consiste en que mientras unos autores

    sitan la anarqua en los tiempos remotos de la Alta Edad Media, otros la hacenllegar hasta el reinado de Luis XVI. Pero en todos la explicacin del por qu y del

    cmo de la anarqua sirve para promocionar las concepciones nuevas de la ley y del

    poder poltico: es un polo negativo que parece casi necesario para la afirmacin

    discursiva de la modernidad poltica37

    35 DELEPLACE, Marc: Lanarchie de Mably Proudhon (1750-1850), p. 22.

    .

    36 DELEPLACE, Marc: Lanarchie de Mably Proudhon (1750-1850), pp. 16 ss.37 Lo ilustra otra vez esta explicacin de Mably sobre la anarqua feudal en sus Observations sur

    lhistoire de France: [les Franais]firent des lois avant que de connatre lesprit qui doit les dicteret la fin quelle doivent se proposer; et ces lois, souvent injustes ou toujours insuffisantes,nacquirent presque aucun crdit. Les Franais continurent se laisser conduire au gr de leurspassions et des vnements; et confondant la licence avec la libert, le pouvoir des lois avec latyrannie, ne formrent quune socit sans rgles et sans principes. Ils se familarisrent danslanarchie avec les dsordres auxquels ils navaient pas lart de remdier; lintrt du plus fortsembla toujours dcider de lintrt public, et jusquau rgne de Philippe de Valois, les droits dela souverainet appartinrent tour tour ou la fois tous ceux qui purent ou voulurent senemparer. []Plus ladministration de la justice tait insense et cruelle, plus elle devait nuire aumaintien et ltablissement de la police et de lordre. Moins les Franais taient disposs

    terminer leurs querelles par les formes judiciaires, plus lesprit de violence devait saccrditerdans lanarchie: aussi ne voit-on jamais la fois autant de guerres particulires, et tant de

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    La aclimatacin de la idea de anarqua feudal es realizada muy temprano en

    Espaa, ya que se encuentra tres veces en el prlogo del Discurso sobre las penas de

    Lardizbal, que la define como un estado de dominacin de la fuerza y de usurpacin

    permanente de los derechos de la Corona por los nobles, lo que haca que [l]os

    Soberanos despojados casi enteramente de sus prerogativas y derechos legtimos, no

    tenan toda la autoridad y poder necesario, para oponerse a las usurpaciones de los

    poderosos, para mantener el orden pblico y para sostener el curso regular de la

    justicia38

    Luego, a partir de 1792, se desarrolla un uso de anarqua que, sin provocar la

    desaparicin de la anarqua feudal la cual se encuentra incluso bajo la pluma del

    mismo Proudhon, produce una asociacin metafrica del terror con la anarqua,

    hasta dar lugar a una nueva forma, la del anarquista, el jacobino o el enrag.

    Progresivamente, diferentes referencias posibles del gobierno revolucionario se

    deslizan y entran empujadas por sus adversarios, que usan el trmino para

    descalificar poltica y moralmente en el campo de la anarqua: es el caso de la

    Comuna, del Comit de Salud Pblica, de las leyes y de la Constitucin de 1793 y sus

    promotores. A pesar de la contraofensiva semntica de los jacobinos, que intentan

    resignificar el trmino para su beneficio, el uso de la palabra por el sector ms

    moderado de los revolucionarios, desde el registro de la calumnia indeterminada al

    de la descalificacin precisa, inaugura una larga tradicin que, como veremos, pasar

    directamente a Espaa. El perodo jacobino se marca definitivamente con el sello de

    la anarqua.

    .

    Ya desde Thermidor, el ataque se concentra contra el movimiento popular,

    contra el derecho a la insurreccin en caso de opresin, con la idea de terminar la

    revolucin y deslegitimar la violencia y el terror. Los blancos favoritos delinsulto anarquista son Robespierre y sus amigos, Marat, y ms tarde Babeuf y su

    conspiracin, que vienen a representar exactamente el peligro de la anarqua: la

    exigencia de igualdad de condiciones y no solo de derechos, una democracia

    controlada por el pueblo bajo. La palabra anarquista nace entonces primero como

    tribunaux pour les prvenir, en uvres, t. 2, 1789 p. 15, citado por DELEPLACE, Marc: Lanarchie deMably Proudhon (1750-1850), p. 37.

    38 DELEPLACE, Marc: Lanarchie de Mably Proudhon (1750-1850), p. 7.

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    ORIGENES DEL CONCEPTO DE ORDEN PBLICO EN ESPAA

    124Ariadna histrica. Lenguajes, conceptos, metforas2 (2013), pp. 107-130

    ISSN: 2255-0968 http://www.ehu.es/ojs/index.php/Ariadna

    insulto, como instrumento de descalificacin moral absoluta, de expulsin del

    debate poltico, y adquiere rpidamente, con la conspiracin de los iguales, su

    carcter de expresin del miedo social de la clase de los propietarios, de los que

    tienen algo que perder frente a los que no tienen nada que perder39. Sin embargo,

    ya desde 1797, se ha banalizado la anarqua, lo que explica el uso muy abarcativo y

    laxo que domina durante casi todo el siglo siguiente. El juramento cvico instituido el

    21 de enero de ese ao en la conmemoracin de la ejecucin de Luis XVI lo recoge:

    [j]e jure haine la royaut, haine lanarchie, je jure attachement et fidlit la

    Rpublique et la constitution de lan III40

    La importacin en Espaa sigue la evolucin de esos nuevos significados y

    mantiene tambin la polisemia y los usos ms tericos, aunque lo que Jovellanos

    llama el monstruo de la anarqua lo es por haberse encarnado, por haber bajado del

    trascendental mundo de las ideas, apareciendo la invasin napolenica en muchos

    textos como el principal factor de la anarqua. Hay que sealar tambin una

    particularidad importante del trmino, que encontramos sistemticamente en sus

    usos denotativos: segn Deleplace, su eficacia, ya en los ltimos aos de la

    Revolucin francesa, no descansa tanto en la condena del adversario como en su

    capacidad para cohesionar el propio grupo de los que emplean la palabra

    .

    41

    39 Escribe Marc DELEPLACE a este respecto: Linjure, loin de prcder dautres emplois delanarchie dans le discours politique, simpose au contraire comme un prolongement de lacapacit montre par celle-ci signifier les enjeux du dbat institutionnel. Sa valeur nestcependant pas entirement lie ce premier niveau du discours, et le dsignant suit sa propre

    dynamique. Linvention nologique nen est pas moins prpare ce premier niveau par unedouble volution qui conduit dune part prsenter lanarchie comme une force agissante, et nonplus comme simple tat de fait, constat ou dplor; et dautre part lapparition dacteurs delanarchie, dont les exactions sont dnonces bien avant que la dnomination danarchistes neleur soit applique. Lanarchie de Mably Proudhon (1750-1850), p. 83 Sobre el miedo social de lospropietarios en Francia, p. 149.

    . Estanecesidad de un polo negativo para definirse, o para definir su ideal y formular unos

    conceptos que configuran una visin del mundo social y poltico, puede remitir a la

    40 El diputado Grenier justifica luego esta redaccin del juramento: Je ne crois pas que ladiscussion doive avoir prcisment pour base la dfinition grammaticale du mot anarchie. Cettematire est du nombre de celles sur lesquelles le sentiment, form par lexprience, devance lapense, et rend les dfinitions superflues []; quand la chose est connue, quand elle lest sous unmot qui est reu, quoi bon remonter la racine du mot dans la langue primitive o il a tpuis? Je crois que ce serait brouiller toutes les ides. En DELEPLACE, Marc: Lanarchie de Mably Proudhon (1750-1850), p. 122.

    41 DELEPLACE, Marc: Lanarchie de Mably Proudhon (1750-1850), p. 141.

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    eficacia de la construccin de la figura del enemigo en situaciones de guerra, un

    fenmeno ampliamente estudiado42. Esta dinmica, hasta ahora ilustrada por medio

    de casos de guerras internacionales y ms an de guerras civiles, nos interesa para la

    configuracin del orden pblico43

    Es posible y deseable hacer un estudio pormenorizado de la evolucin de los

    significados de anarqua en Espaa, a la manera del de Delaplace para Francia, pero

    lo que nos interesa aqu es el hecho de que el uso metafrico nos permite seguir, por

    ejemplo, en diversos textos de Jovellanos, el sistema de oposicin articulado a la idea

    de anarqua que ya hemos vislumbrado. En el ltimo edicto de la Suprema Junta Central,

    del 29 de enero de 1810, segn el ilustrado el no cortarle la cabeza al monstruo de la

    anarqua podra disolver el Estado. Logramos ms precisin en otro texto un poco

    anterior: en su crtica al desequilibrio del poder entre la asamblea y el rey, Jovellanos

    escribe en su Exposicin hecha en la Comisin de Cortes (diciembre de 1809) que si la

    balanza se inclinara hacia la primera, entonces la anarqua levantara su horrible

    cabeza, y sus continuas agitaciones, despus de llenar el Estado de turbacin y

    llanto, acabaran disolviendo todos los vnculos, arruinando todas las bases de la

    constitucin, sin cuya firme estabilidad el edificio social sera arruinado.

    .

    El orden pblico en el marco del constitucionalismo jurisdiccional

    Hace tiempo ya que la naturaleza de los cambios acaecidos con la revolucin

    gaditana en el ordenamiento jurdico y poltico espaol ha empezado a ser analizada

    con la atencin puesta en las continuidades formales entre el Antiguo Rgimen y un

    primer constitucionalismo calificado de jurisdiccionalista 44

    42 Vanse los trabajos reunidos en CARON, Jean-Claude (dir.): (dir.): Lidentification de lennemi,Cahiers Sicles31 (2012).

    . En Cdiz se

    43 Sobre la guerra civil y el caso espaol, vase GODICHEAU, Franois: La guerra civil, figura deldesorden pblico. El concepto de guerra civil y la definicin del orden poltico, en CANAL, Jordiy GONZALEZ CALLEJA, Eduardo (dirs.): Guerras civiles. Una clave para entender la Europa de los siglosXIX y XX, Madrid, Casa de Velzquez, 2013, pp. 75-88.

    44 La bibliografa que refleja el trabajo del equipo HICOES Historia Cultura e Institucional delConstitucionalismo en Espaa (y Amrica) es muy extensa, pero el libro que mejor sintetizaesta mirada hacia la obra de Cdiz es el dirigido por LORENTE, Marta y GARRIGA, Carlos: Cadiz,1812. La Constitucin jurisdiccional, Madrid, Centro de Estudios Polticos y Constitucionales, 2007.Para apreciar las diferencias con el proceso francs, se puede leer tambin el libro de B USAAL,Jean Baptiste: Le spectre du jacobinisme: lexprience constitutionnelle franaise et le spectre du jacobinismeespagnol, Madrid, Casa de Velzquez, 2012.

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    constitucionalizaron los antiguos instrumentos culturales e institucionales de la

    Monarqua Catlica anterior a la invasin napolenica. El anlisis de la manera en

    que se efectu el experimento gaditano ha mostrado que all no cuaja la idea de ley

    parlamentaria como fuente exclusiva de derecho, ni la figura del juez o empleado

    pblico sometido a la ley, ni tampoco se asume la idea de la suficiencia constituyente

    de la Nacin representada45. Esto tiene una importancia decisiva en la manera de

    entender en Espaa y de convertirse en categora jurdica la idea de orden pblico,

    con un resultado muy diferente al del vecino del norte. El tema de las influencias

    recibidas de otros pases ha de ser tenido en cuenta con muchas precauciones, y el

    xito de determinados autores, como el del napolitano Filangieri, no es el nico

    factor a tomar en consideracin en el desarrollo de las categoras polticas. La

    recepcin de los acontecimientos polticos de la Revolucin francesa fue tambin

    decisiva. Cuando en Francia se instala el imperio de Bonaparte y se publica el Cdigo

    Civil (1804), en Espaa se dispone la publicacin de la Novsima Recopilacin

    (1805)46

    La Constitucin de 1791 es sin duda un elemento determinante en la

    aclimatacin en Espaa del orden publico, pero no es el nico. Como recuerda

    Pedro Cruz Villaln, otros inventos franceses, como la ley marcial, o lametaforizacin del estado de sitio se intercalan entre esa Constitucin y la de

    Cdiz

    .

    47

    45 LORENTE, Marta y GARRIGA, Carlos: Prlogo , en LORENTE, Marta y GARRIGA, Carlos: Cadiz,1812. La Constitucin jurisdiccional, p. 19.

    . El constitucionalismo francs llega con el utillaje propio de lucha contra los

    motines populares. Sin embargo, esa transferencia dista mucho de dar lugar al

    nacimiento en Espaa de un orden pblico constitucional: la constitucionalizacin

    46 Segn Marta LORENTE: Las crticas de Filangieri y de tantos otros contra el gobiernoarbitrario, que sin duda inclua a esos jueces y magistrados que facian justicia manteniendo a cadauno en su estado, pesaron muy poco en la reforma institucional de la Monarqua Catlica,incapacitndola para cualquier otra cosa que no fuera encargar a sus juristas, y no precisamente alos mejores, la redaccin de una otra Novsima Recopilacin, tan solo un ao despus que unfamoso texto abrogara les lois romaines, les ordonnances, les coutumes gnrales ou locales, les statuts, lesrglements en todas las materias tratadas por un nuevo Cdigo que haca tabla rasa del pasado.En La suerte normativa de La ciencia de la legislacin. Filangieri y la codificacin en Espaa enVERDO, Genevive, MORELLI, Federica, RICHARD, Elodie (eds.): Entre Npoles y Amrica. Ilustracin ycultura jurdica en el mundo hispnico (Siglos XVIII y XIX) , Medelln, La Carreta Editores, 2012, pp.135-151.

    47 CRUZ VILLALON, Pedro: El Estado de sitio y la constitucin, Madrid, Centro de EstudiosConstitucionales, 1980.

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    del orden pblico hubiera necesitado de una comprensin de la constitucin ajena a

    la cultura jurisdiccional. Por eso, resulta complicada la contraposicin del Antiguo

    Rgimen al perodo constitucional como la de dos eras basadas una en la prevencin,

    la otra en la represin 48. Es ms, segn otros autores, el orden pblico sera

    precisamente una correa de transmisin con el Antiguo Rgimen, con el sistema

    global de poderes de la Monarqua absoluta49

    Jos Carlos de Bartolom explica que, en la Constitucin de 1812, el orden

    pblico deviene una categora jurdica constitucional porque la expresin adquiere el

    valor de una clusula que permite la recuperacin de los poderes absolutos por

    parte del monarca

    .

    50

    48 Pedro Cruz Villaln cambia de mtodo a la hora de estudiar los dos perodos: para el Antiguorgimen, lo hace a partir de una rpido examen de las prcticas y para el siglo XIX, a partir de lasleyes. Se justifica (citando a Tocqueville), argumentando lo ridculo que sera partir de las leyespara estudiar el Antiguo rgimen y fundndose para la edad contempornea en el supuesto deque la garanta de la libertad personal en un rgimen constitucional implica la desaparicin de

    las medidas de prevencin propias del perodo anterior, por lo cual, lo ridculo sera nocomenzar por las leyes (CRUZ VILLALON, Pedro: El Estado de sitio y la constitucin, pp. 57-58).Quizs no sea tan cierto, no solo por lo que sabemos hoy de la manera de entender las leyesdurante la primera mitad del siglo XIX, sino tambin si pensamos en la suerte de la poblacinconsiderada como vaga, en la muy amplia aplicacin del fuero militar y tambin en prcticas,que se verifican hasta principios del siglo XX, como la consistente en intervenir rapidsimamenteante las huelgas de panaderos colocando a los reclutas aptos del ejrcito en las panaderas yevitar as problemas de abastecimiento que podran derivar en motines. Lo mismo se podra decirde la presencia de la beneficiencia entre las atribuciones del ministerio de Gobernacin hasta enel siglo XX.

    . El artculo 170, tercero del captulo I del ttulo IV sobre la

    inviolabilidad del rey y su autoridad, reza que la potestad de hacer ejecutar las leyes

    reside exclusivamente en el Rey, y su autoridad se extiende a todo cuanto conduce a

    la conservacin del orden pblico en lo interior y a la seguridad del Estado en lo

    exterior; esto para no debilitar el poder del monarca y entonces, en palabras de

    Rafael de Vlez, no exponer el Estado a una perpetua turbacin, a una continua

    anarqua (esta ltima palabra tambin presente en el epgrafe 23 del Discurso

    Preliminar de presentacin del proyecto de constitucin, sobre el poder del Monarca).

    Reconocemos aqu el repudio, por parte del pensamiento ilustrado, de un sistema en

    el cual la potestad ejecutiva del soberano se encontraba con las mltiples trabas

    ofrecidas por la cultura y las prcticas jurisdiccionales. La anarqua a la que se

    49 MARTIN-RETORTILLO BAQUER, Lorenzo: Bajo el signo de la Constitucin, en Estudios de Derechopblico, Madrid, Instituto de Estudios de la Administracin Local, 1983, pp. 421-422.

    50 DE BARTOLOME CENZANO, Jos Carlos: El orden pblico como lmite al ejercicio de los derechos y libertades,Madrid, Centro de Estudios Polticos y Constitucionales, 2002, p. 153 ss.

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    128Ariadna histrica. Lenguajes, conceptos, metforas2 (2013), pp. 107-130

    ISSN: 2255-0968 http://www.ehu.es/ojs/index.php/Ariadna

    haca referencia y que se intentaba conjurar mediante esa formulacin no era una

    fantasa del futuro sino ms bien una interpretacin del pasado reciente. Adems, ya

    sabemos que de absolutos los poderes del monarca tenan bien poco durante el

    Antiguo Rgimen y que a lo sumo, la palabra corresponde a una voluntad

    monrquica de reforzar su capacidad ejecutiva, es decir, a una tendencia51

    La autora de este artculo ha sido atribuida a Jovellanos (quien califica esa

    potestad simplemente de gubernativa), sin dejar de ver ah la influencia de la

    Constitucin francesa de 1791 (art. 1 del ttulo IV)

    .

    52. El poder que la clusula de

    orden pblico confera al monarca era sin duda muy extenso y delimitado por las

    leyes. Todava hoy, en el orden pblico contemporneo, todo lo que no prev la

    legislacin lo pueden determinar reglas de simple polica, es decir, normas que

    resultan de decisiones tomadas por el ejecutivo en funcin de las situaciones y de su

    arbitrio, desde el minitro hasta el simple funcionario53. Esos lmites de principio

    seran clarsimos si la cultura jurisdiccional que se mantuvo muy viva hasta bien

    entrado el siglo XIX no considerara tradicionalmente la ley como un componente del

    derecho entre otros, sin atender su carcter idealmente derogatorio, mezclndola en

    la prctica con bandos y otras normas gubernativas. La defensa efectiva de la ley

    contra interpretaciones errneas de magistrados por una alta instancia a modo detribunal de casacin, o su carcter simplemente pblico mediante un sistema de

    publicacin centralizado y estatal, tardaron muchsimo en hacerse realidad en

    Espaa54

    51 Como recuerda Carlos GARRIGA, [l]a historiografa de los ltimos aos, especialmente dedicadaa la Francia de Luis XIV, que funge como paradigma del absolutismo, est poniendo demanifiesto la dramtica lucha entablada en la prctica para asentar las decisiones regias.

    Orden jurdico y poder poltico, p. 19.,

    .

    52 DE BARTOLOME CENZANO, Jos Carlos: El orden pblico como lmite ,p. 154.53 Es cierto que el texto francs de 1791 afirma la inconstitucionalidad de toda legislacin de

    carcter preventivo y el carcter nicamente reactivo de la punicin. En el ttulo 1, prrafo 3,leemos: Le Pouvoir lgislatif ne pourra faire aucunes lois qui portent atteinte et mettent obstacle lexercice des droits consigns dans le prsent titre, et garantis par la Constitution; maiscomme la libert ne consiste qu pouvoir faire tout ce qui ne nuit pas aux droits dautrui, ni lasret publique, la loi peut tablir des peines contre les actes qui, attaquant ou la sret publiqueou les droits dautrui, seraient nuisibles la socit (citado por CRUZ VILLALON, Pedro: El Estadode sitio y la constitucin, p. 88). Sin embargo, la conclusin vale nicamente si las leyes votadas en elparlamento no estn perdidas en un mar de disposiciones de todo tipo que van desde el siglo XIVhasta el XIX.

    54

    Ver, entre otros muchos trabajos, LORENTE Marta: Justicia desconstitucionalizada. Espaa 1834-1868, en LORENTE Marta, Marta (coord.): De justicia de jueces a justicia de leyes. Hacia la Espaa de 1870,

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    ISSN: 2255-0968 http://www.ehu.es/ojs/index.php/Ariadna

    El carcter inacabado de la ereccin del orden pblico a la dignidad de

    categora jurdica de mbito constitucional y nacional aparece incluso en la misma

    Pepa, donde encontramos, en el artculo 321, el uso tradicional de orden pblico

    como categora de polica urbana: el ayuntamiento estar encargado de Auxiliar al

    alcalde en todo lo que pertenezca a la seguridad de las personas y bienes de los

    vecinos, y a la conservacin del orden pblico. En realidad, estamos en un momento

    en que se despliega todava una polisemia del vocablo que se fue reduciendo o

    normalizando lentamente a lo largo del siglo, conforme se organiz, con mil y una

    dificultades, un aparato administrativo. El 23 de julio de 1813, un decreto sobre los

    Jefes Polticos defina sus misiones de la tranquilidad pblica, del buen orden, de

    la seguridad de las personas y bienes de sus habitantes, de la ejecucin de las leyes y

    rdenes del Gobierno resumindolas con una frmula que ensanchaba el

    permetro del orden pblico y en general de todo lo que pertenece al orden

    pblico y prosperidad de la provincia, manteniendo adems el vnculo fuerte de

    polica con comercio55

    .

    Conclusin

    La asociacin de las dos palabras orden y pblico, pertenecientes al

    vocabulario de la ciencia de la polica y referida directamente a los lugares de

    pblica concurrencia de las ciudades, conoci una evolucin que dependi de la del

    vocablo polica mismo y del empuje de una concepcin moderna de lo pblico que

    Madrid, Consejo General del Poder Judicial, 2007, pp. 245 ss. Tambin: La suerte de laRecopilacin de 1680 en la Espaa del siglo XIX, en LORENTE, Marta: La nacin y las Espaas.Representacin y territorio en el constitucionalismo gaditano, Madrid, Universidad Autnoma de Madrid,

    2010, pp. 217-259.55 DE BARTOLOME CENZANO, Jos Carlos: El orden pblico como lmite, p. 155. Ese vnculo, que prolonga

    la comprensin ilustrada de la voz polica, lo encontramos tambin en la doble competencia defomento y gobernacin de los jefes polticos, incluso veinte aos ms tarde. Sin embargo, laresignificacin de polica se acelera durante las primeras dcadas del siglo. En El Censor de 29 dejunio de 1822, en un comentario a un Proyecto de reglamento provisional de polica presentado a las Cortespor la comisin nombrada al efecto, con aplicacin a la ciudad de Madrid, encontramos concepcionesy medidas ya clsicas de polica urbana, incluso un esfuerzo para resignificar el vocablo policacontra la evolucin que ha tenido a raz de la represin absolutista y, solo al final del documento,una nica aparicin de la expresin orden pblico. La tentativa de resignificacin es patenteaqu: Siempre hemos mirado con horror esa institucin peligrosa, que con el fastuoso nombre dealta polica, crea el espionaje con todos sus ridculos apndices, introduce en el seno de lasfamilias las traiciones inquisitoriales y destruye la confianza, la libertad de hablar y los bienesms apetecibles del rgimen social.

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    ORIGENES DEL CONCEPTO DE ORDEN PBLICO EN ESPAA

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    afirmaba la existencia de un espacio de carcter extensivo e igualitario,

    contradictorio con la realidad de la cultura jurisdiccional que organizaba las

    relaciones entre los sujetos, las comunidades y el poder poltico. La promocin de

    una concepcin nueva del poder poltico, de las leyes y de cmo deben aplicarse, y

    que dara al orden pblico su carcter de clusula de habilitacin de la fuerza del

    ejecutivo, encontr tambin en la nocin de anarqua un punto de apoyo interesante,

    cargando la anarqua feudal de todos los defectos prestados al orden jurisdiccional.

    Sin embargo, las luchas polticas y movilizaciones sociales que marcaron la

    Revolucin francesa desarrollaron otro significado de este trmino, el de un peligro

    de caos ya no normativo sino social, empleado como un insulto dirigido a los

    jacobinos y a todos los defensores de la plebe, sentido que se iba a consolidar en

    Espaa durante el medio siglo siguiente.

    Los acontecimientos franceses y en particular las medidas de lucha contra los

    motines y bullicios populares iban a pesar tambin mucho en la configuracin

    espaola del concepto del orden pblico. La defensa extraordinaria del Estado y la

    aplicacin del principio de necesidad para defender una seguridad personal

    interpretada como posibilidad de disfrutar tranquilamente de su propiedad iban a

    dar un sentido muy poltico al orden pblico que, en el marco de unjurisdiccionalismo prolongado hasta mediados de siglo, no poda nacer como

    categora realmente administrativa56

    .

    Recibido: 24 de abril de 2013Aceptado: 19 de junio de 2013

    56 Vase CRUZ VILLALON, Pedro: El Estado de sitio y la constitucin, p. 184. El autor hace referencia aMontesquieu, el cual insiste en que si la libertad individual debe ceder en ante el bien del Estado,no es as con la propiedad individual. El bien particular puede ser sacrificado al bien pblicosalvo que se trate de la propiedad, porque el bien pblico consiste en que cada uno de losindividuos conserve la propiedad.