Oriol Alonso. Destrucción de la lógica capitalista

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160 161 Herbert Marcuse, en los años 50, postuló la auténtica fortaleza de la lógica capitalista, apuntando a su capacidad para configurar la experien- cia del sujeto de tal forma que le impide forjar alternativas al mismo. El verdadero triunfo del capitalismo no es otro que el de haber producido una cosmovisión de la realidad exclusiva e inconmensurable, llegando a modelar y deformar la percepción del ciudadano, impidiéndole pensar más allá de los límites que impone. Para materializar dicho cometido, el capitalismo se nutre de toda una serie de aparatos ideológicos de estado, empleando la terminología althusseriana (como puede ser la ciencia, tecnología, filosofía o instituciones diversas) y, con ello, teje una superestructura que se inocula de tal forma en el sujeto eliminándole la posibilidad de ver más allá de los parámetros introducidos. Esta dinámica puede observarse sin ambages en nuestro actual con- texto socio-político. En estos momentos de crisis (no sólo económica) Destrucción de la lógica capitalista La crisis del capitalismo intenta solucionarse con más capitalismo, pero cada día emergen más alternativas al orden existente. ORIOL ALONSO CANO parece establecerse un discurso en el que ubicar cualesquier salida, fuera de los parámetros capitalistas, es calificado de utopía, en el mejor de los casos. La crisis del capitalismo parece quererse solucionar con más capitalismo, aún más si cabe. Ahora bien, en el imaginario social empiezan a emerger toda una serie de discursividades y movimientos cuyo objetivo no es otro que intentar producir alternativas al orden existente. Una de ellas, que debe destacarse enfáticamente, es la elabo- rada por Gianni Vattimo y Santiago Zabala en su fantástico Comunismo Hermenéutico. De Heidegger a Marx. La obra, que se ha convertido en un éxito (más allá de las ventas y críticas, por los ingentes debates y repercusiones políticas que ha suscitado en Estados Unidos, por ejem- plo), intenta problematizar la naturaleza hegemónica del capitalismo, así como ofrecer una alternativa, designada por nuestros autores como comunismo hermenéutico. La propuesta que plantean tanto Vattimo como Zabala, se inicia des- granando el componente conservador de la actual manera de abordar la cientificidad, uno de los aparatos ideológicos de Estado más efec- tivos. La ciencia, tal y como apuntó Heidegger, se halla instaurada en el horizonte de la metafísica de la presencia, donde, entre el ingente número de consecuencias que se pueden derivar de ella, cabe destacar la necesidad de vincular la verdad con la adecuación entre la realidad y el intelecto (siguiendo la célebre definición de Isaac Israelí de verdad como adaequatio intellectus et rei) y, por ende, vehicular el discurso del ser con la ontología de la presencia. Ahora bien, esta cuestión tiene implicaciones políticas puesto que: “dentro de nuestra ‘organización científica global’, ‘mundo neutral’ o, lo que es lo mismo, democracia emplazada, toda proposición, interpretación o ética que no se halle em- plazada dentro del ámbito de la verdad (o de su contrario, la falsedad) es errónea, una alteración y ruptura del orden establecido que tiene que ser en consecuencia silenciada(pag. 37). Por ese motivo, la hermenéutica que defienden nuestros autores tendrá la finalidad, en primer término, de deconstruir este horizonte de la verdad como fundamento, como presencia, en definitiva, como un acto de violencia impositiva, para, en segundo lugar, encaminar el LIBROS GIANNI VATTIMO, SANTIAGO ZABALA, COMUNISMO HERMENÉUTICO. DE HEIDEGGER A MARX. HERDER, 2012.

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Artículo en relación al libro: Gianni Vattimo, Santiago Zabala, Comunismo hermenéutico. de Heidegger aMarx. Herder, 2012.

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    Herbert Marcuse, en los aos 50, postul la autntica fortaleza de la lgica capitalista, apuntando a su capacidad para configurar la experien-cia del sujeto de tal forma que le impide forjar alternativas al mismo. El verdadero triunfo del capitalismo no es otro que el de haber producido una cosmovisin de la realidad exclusiva e inconmensurable, llegando a modelar y deformar la percepcin del ciudadano, impidindole pensar ms all de los lmites que impone. Para materializar dicho cometido, el capitalismo se nutre de toda una serie de aparatos ideolgicos de estado, empleando la terminologa althusseriana (como puede ser la ciencia, tecnologa, filosofa o instituciones diversas) y, con ello, teje una superestructura que se inocula de tal forma en el sujeto eliminndole la posibilidad de ver ms all de los parmetros introducidos.

    Esta dinmica puede observarse sin ambages en nuestro actual con-texto socio-poltico. En estos momentos de crisis (no slo econmica)

    Destruccin de la lgica capitalistaLa crisis del capitalismo intenta solucionarse con ms capitalismo, pero cada da emergen ms alternativas al orden existente.oriol alonso cano

    parece establecerse un discurso en el que ubicar cualesquier salida, fuera de los parmetros capitalistas, es calificado de utopa, en el mejor de los casos. La crisis del capitalismo parece quererse solucionar con ms capitalismo, an ms si cabe. Ahora bien, en el imaginario social empiezan a emerger toda una serie de discursividades y movimientos cuyo objetivo no es otro que intentar producir alternativas al orden existente. Una de ellas, que debe destacarse enfticamente, es la elabo-rada por Gianni Vattimo y Santiago Zabala en su fantstico Comunismo Hermenutico. De Heidegger a Marx. La obra, que se ha convertido en un xito (ms all de las ventas y crticas, por los ingentes debates y repercusiones polticas que ha suscitado en Estados Unidos, por ejem-plo), intenta problematizar la naturaleza hegemnica del capitalismo, as como ofrecer una alternativa, designada por nuestros autores como comunismo hermenutico.

    La propuesta que plantean tanto Vattimo como Zabala, se inicia des-granando el componente conservador de la actual manera de abordar la cientificidad, uno de los aparatos ideolgicos de Estado ms efec-tivos. La ciencia, tal y como apunt Heidegger, se halla instaurada en el horizonte de la metafsica de la presencia, donde, entre el ingente nmero de consecuencias que se pueden derivar de ella, cabe destacar la necesidad de vincular la verdad con la adecuacin entre la realidad y el intelecto (siguiendo la clebre definicin de Isaac Israel de verdad como adaequatio intellectus et rei) y, por ende, vehicular el discurso del ser con la ontologa de la presencia. Ahora bien, esta cuestin tiene implicaciones polticas puesto que: dentro de nuestra organizacin cientfica global, mundo neutral o, lo que es lo mismo, democracia emplazada, toda proposicin, interpretacin o tica que no se halle em-plazada dentro del mbito de la verdad (o de su contrario, la falsedad) es errnea, una alteracin y ruptura del orden establecido que tiene que ser en consecuencia silenciada (pag. 37).

    Por ese motivo, la hermenutica que defienden nuestros autores tendr la finalidad, en primer trmino, de deconstruir este horizonte de la verdad como fundamento, como presencia, en definitiva, como un acto de violencia impositiva, para, en segundo lugar, encaminar el

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    Gianni Vattimo, santiaGo ZaBala, Comunismo hermenutiCo. de heidegger a marx. Herder, 2012.

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    discurso hacia la experiencia interpretativa que desoculta las diferentes perspectivas del ser. Con ello, asimismo, podremos dirigirnos a una autntica visin democrtica de la realidad, donde se eliminan las imposiciones extrnsecas. Por ello: el final de la verdad es el comienzo de la democracia (pag. 38).

    Una de las maneras que tenemos para virar esta perspectiva de la verdad, en tanto que fundamento de violencia poltica, ms all de apuntar al carcter hermenutico de toda realidad, lo constituye el hecho de cambiar el dilogo por la conversacin. En un contexto en el que, desde las diferentes dimensiones de lo poltico, se defiende la necesidad de establecer un dilogo fructfero, para poder avanzar y alcanzar ciertos proyectos comunes, Vattimo y Zabala apuestan por la necesidad de instaurar la conversacin, por encima del dilogo. El ejemplo paradigmtico de la naturaleza dialgica de lo poltico lo ha-llamos en los dilogos platnicos, puesto que los dilogos de Platn, al igual que la ciencia, constituyen el preludio de la sumisin a la verdad o, lo que es lo mismo, a la violencia, ya que platn, al ayudar a sus interlocutores en su trnsito (de la caverna oscura a la luz divina del Bien), sigue sirviendo a la existencia de una sociedad de dominacin preservada por esos mismos dilogos (pag. 39).

    La lgica del dilogo no deja de ser otra que un acto de violencia que oculta y silencia y preserva la verdad. Por el contrario, la conversacin se encarga de romper el orden que establece el dilogo puesto que en el intercambio conversacional no existe ningn tipo de presuposicin de la verdad.

    La conversacin, al igual que la hermenutica, eliminan las impo-siciones de la metafsica de la presencia, la violencia del realismo. Todo ello nos lleva a combatir un contexto de democracia emplazada y armada, que teje un discurso que elimina cualesquier horizonte que se escape de la pura crudeza de la facticidad existente. En trminos de Benjamin, se articula un discurso de los vencedores que pretende legitimar la naturaleza de lo existente. Sin embargo, todo lo que se es-cabulle de las garras de ese realismo de la democracia emplazada, tal y como la definen nuestros autores, pasa a ser marginado y recluido en

    los mrgenes de la sociedad. De ah que, pueda afirmarse sin ambages, que las prximas guerras que puedan acontecer, ya no confrontarn estados, sino el poder de la democracia emplazada contra estos sec-tores excluidos de la sociedad: los dbiles. Expresado en los trminos de nuestros autores, nosotros no creemos que las prximas guerras vayan a librarse fundamentalmente contra otros Estados, sino contra aquellas partes inservibles que, en gran medida, son los ciudadanos dbiles, pobres y oprimidos (Pag. 75).

    Los dbiles no son individuos que posean una historia diferente a la del devenir de la sociedad excluyente a la que, en un primer mo-mento pertenecan, sino que existen en los mrgenes, es decir, ellos representan el desecho del capitalismo y estn presentes no slo en el Tercer Mundo, sino tambin en las ciudades miseria de las metrpolis occidentales (pag. 75).

    Esta irrupcin de los desechados, de los dbiles de la historia, y la lucha de los Estados liberales para mantenerlos en silencio y bajo el estigma de la derrota, se erigen en pruebas evidentes que el final de la historia, propugnado por Fukuyama, constituye una fuente de conflicto y lucha. No se trata del contexto idlico de dominio ideolgico del li-beralismo capitalista, sino que ese propio capitalismo liberal es el que lleva a cabo la fractura que ataca sus propios fundamentos. Dicho en otras palabras, es la propia lgica del sistema la que genera los meca-nismos de su propia autodestruccin. No obstante, como mecanismo de defensa, el sistema produce un discurso ideolgico, y una dinmica falseadora y deformadora del autntico devenir de lo real, con el fin de perpetuar su propia existencia. Y el principal discurso ideolgico que teje el sistema liberal no es otro que el de la falta de urgencia. Este fenmeno se traduce en una falta de alternativas antes de las elec-ciones y en una falta de posiciones creada por el sistema omnmodo del liberalismo (pag. 79). Este es el autntico discurso legitimador de la dinmica conservadora del liberalismo capitalista: la eliminacin del horizonte de expectativa, de la capacidad de generar alternativas o, dicho en trminos de Ricoeur, de la necesidad de producir utopa. Prueba de este fenmeno puede observarse en la explosin de la su-

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    pernova econmica, que se gest en el 2008. En cualesquier momento histrico, un acontecimiento de tal calado se erigira en una oportunidad para cuestionar los fundamentos del sistema imperante, no obstante, en nuestro caso, no slo no se puso en entredicho la lgica capitalista, sino que, por el contrario, se enfatiz ms. Expresado en otras palabras, la crisis econmica de 2008 no slo puso de manifiesto hasta qu punto los estados dependen de los mercados financieros, sino, adems, el inters de aquellos por mantener esta clase de sistema, es decir, su inters en una falta sistmica de urgencia. Aunque la crisis de 2008 pareca ser una urgencia en el interior de las democracias emplazadas, en realidad sirvi de oportunidad para preservar el sistema financiero a costa de los contribuyentes (pag. 83).

    As pues, debe tejerse un discurso que evite el avistamiento de los ci-mientos que permitan destruir el sistema. Ahora bien, no slo se articula una ideologa determinada, sino que tambin los estados neoliberales toman medidas preventivas en contra de los dbiles de la sociedad para, de esta forma, detener las posibles sublevaciones contra el orden establecido. De esta manera, aunque las posibilidades reales de que los desechados sociales se erijan en una amenaza efectiva para el neolibe-ralismo, dada su condicin precaria y la diferencia de fuerzas existente, siguen constituyendo urgencias para las democracias emplazadas, toda vez que incluyen elementos que no son plenamente reconocibles o controlables (pag. 91). Por consiguiente, aquello que produce temor al poder neoliberal no es la fuerza de los dbiles, sino su imprevisibilidad y especificidad. Su fuerza radica en su heterogeneidad y diferencia.

    Ahora bien, existen alternativas para el orden existente. Es decir, ante este discurso derrotista de la falta de urgencia, existen diferen-tes muestras que apuntan a la existencia de otras formas de gestionar la realidad que se escapan de la lgica neoliberal. Nuestros autores apuntan a esa alternativa como comunismo hermenutico (tambin denominado dbil, espectral). La naturaleza de esta alternativa, no obstante, debe gozar de un estatuto espectral, en el sentido de que su funcin es alterar y perturbar la rutina de la violencia del capitalis-mo. De lo que se trata no es de otra cosa que ejercer la funcin de un

    espectro que se niega a seguir el desarrollo racional del capitalismo neoliberal. Asimismo, este comunismo debilitado no implica revolu-ciones cruentas (de inmediato) puesto que resulta imposible derrotar al capitalismo armado y a que la obtencin violenta del poder sera socialmente contraproducente (pag. 178).

    Es posible que gobiernos comunistas puedan acceder al poder por vas democrticas, tal y como lo muestran diversos casos sudamericanos. En particular, el comunismo dbil no ha muerto. Ha comenzado a crecer en Sudamrica con Chvez, Morales y otros polticos democr-ticamente elegidos que estn creando una urgencia internacional para las democracias emplazadas (pag. 178).

    Estos gobiernos se erigen en una alternativa poltica radical al neoliberalismo capitalista, as como se encargan de gestionar el fun-cionamiento de lo social a la sazn de programas comunistas que no slo benefician a los dbiles, sino que adems atraen la atencin de los movimientos sociales europeos (pag. 179).

    Este hecho es de esta forma puesto que los gobiernos sudamericanos logran defender los intereses econmicos de sus ciudadanos porque se han ido alejando no solo de imposiciones neoliberales, sino de la pre-sencia militar auxiliar, esto es, del capitalismo armado (pag. 187).

    De esta manera, tanto Vattimo como Zabala nos otorgan las herramien-tas para problematizar la hegemona, en todos los contextos y sentidos, de la lgica del sistema capitalista. Enlazando su discurso con el de Marcuse, el objetivo estriba en generar espacios de apertura, puntos de fuga, que nos permitan abstraernos del imperialismo capitalista y tomar elementos subversivos allende la dinmica del capitalismo.

    oriol alonso cano es docente de FilosoFa y epistemoloGa de la uniVersitat oBerta de catalunya e inVestiGador de FilosoFa de la uniVersitat de Barcelona.

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