Orlando Lafuente - Juventud y Colonialidad

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1 Juventud y Colonialidad. Orlando Lafuente Ramírez. Todo orden social necesita, tanto en los aspectos más generales como en los más concretos, incluir un conjunto específico de grupos sociales (con sus respectivos individuos) para garantizarse una efectiva reproducción de ese orden, y por lo tanto, del mantenimiento y la continuidad histórica del mismo. Sin embargo, de la misma manera que necesita realizar esa inclusión, también todo orden social debe excluir algunos conjuntos de grupos para tener éxito en este proceso de reproducción; estos grupos excluidos, por medio de alguna serie de procedimientos o mecanismos, deben ser marginados por las instituciones, discursos y prácticas sociales, de manera que lleguen a ser representados como el elemento que amenaza con la estabilidad y la continuidad del orden social. En otras palabras, deben ser catalogados como el elemento anómico, caótico, que debe ser controlado de cualquier manera, si es que no se quiera correr el riesgo de condenar al resto del conjunto social (instituciones, familias, individuos) a un estado perpetuo de anomia, confusión, y porque no, nihilismo. Esta constante histórica en el desarrollo cultural de los sistemas sociales es un factor central en la construcción de las sociedades occidentales modernas, en el sentido específico de que en estas sociedades se reelabora la dinámica y los parámetros en que se realiza esta inclusión-exclusión. Los criterios para llevar a cabo esta reelaboración son aquellos los que le dan el sentido característico a este proceso para dichas sociedades occidentales: son criterios de una índole autorreferencial, con una pretensión a la universalidad de los conceptos y una tendencia a la distinción binaria en los mismos. Si bien en sociedades y épocas pasadas, los distintos grupos humanos elaboraban y mantenían sus propios criterios de distinción social, es con el advenimiento de las sociedades occidentales modernas que los criterios de distinción tienen la ambición de ser categorías universales, aplicables a cualquier individuo o colectivo. La eliminación (siempre ideológica) de los criterios de localidad para estas categorías es lo que les permite que abran una nueva página en la historia: El hecho de que los europeos occidentales imaginaran ser la culminación de una trayectoria civilizatoria desde un estado de naturaleza, les llevó también a pensarse como

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Breve reflexión sobre el estado de estos temas en América Latina.

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    Juventud y Colonialidad.

    Orlando Lafuente Ramrez.

    Todo orden social necesita, tanto en los aspectos ms generales como en los ms concretos,

    incluir un conjunto especfico de grupos sociales (con sus respectivos individuos) para

    garantizarse una efectiva reproduccin de ese orden, y por lo tanto, del mantenimiento y la

    continuidad histrica del mismo. Sin embargo, de la misma manera que necesita realizar

    esa inclusin, tambin todo orden social debe excluir algunos conjuntos de grupos para

    tener xito en este proceso de reproduccin; estos grupos excluidos, por medio de alguna

    serie de procedimientos o mecanismos, deben ser marginados por las instituciones,

    discursos y prcticas sociales, de manera que lleguen a ser representados como el elemento

    que amenaza con la estabilidad y la continuidad del orden social. En otras palabras, deben

    ser catalogados como el elemento anmico, catico, que debe ser controlado de cualquier

    manera, si es que no se quiera correr el riesgo de condenar al resto del conjunto social

    (instituciones, familias, individuos) a un estado perpetuo de anomia, confusin, y porque

    no, nihilismo.

    Esta constante histrica en el desarrollo cultural de los sistemas sociales es un factor central

    en la construccin de las sociedades occidentales modernas, en el sentido especfico de que

    en estas sociedades se reelabora la dinmica y los parmetros en que se realiza esta

    inclusin-exclusin. Los criterios para llevar a cabo esta reelaboracin son aquellos los que

    le dan el sentido caracterstico a este proceso para dichas sociedades occidentales: son

    criterios de una ndole autorreferencial, con una pretensin a la universalidad de los

    conceptos y una tendencia a la distincin binaria en los mismos. Si bien en sociedades y

    pocas pasadas, los distintos grupos humanos elaboraban y mantenan sus propios criterios

    de distincin social, es con el advenimiento de las sociedades occidentales modernas que

    los criterios de distincin tienen la ambicin de ser categoras universales, aplicables a

    cualquier individuo o colectivo. La eliminacin (siempre ideolgica) de los criterios de

    localidad para estas categoras es lo que les permite que abran una nueva pgina en la

    historia: El hecho de que los europeos occidentales imaginaran ser la culminacin de una

    trayectoria civilizatoria desde un estado de naturaleza, les llev tambin a pensarse como

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    los modernos de la humanidad y de su historia, esto es, como lo nuevo y al mismo tiempo lo

    ms avanzado de la especie (Quijano, 2000, pg. 212). Sin embargo, esta descripcin

    general no estara completa si no se mencionan la peculiar manera en que la modernidad

    occidental logr establecer la imagen de s misma.

    Aquella imagen no emergi de un vaco histrico-cultural, sino que fue el resultado de un

    convulso conflicto con todos aquellos grupos sociales que no fueran semejantes a la

    experiencia vital de Europa Occidental. Y en este conflicto hubo ms perdedores que

    ganadores. Mediante la sistemtica conquista, eliminacin y dominacin de otros pueblos,

    en todos los aspectos de la vida social que se puedan mencionar, los pases y clases sociales

    dominantes de la Modernidad Occidental pudieron establecer los criterios de inclusin-

    exclusin para formar las imgenes de orden y anomia con los cuales iban a ser

    categorizados todos los grupos e individuos en adelante, elaborando nuestras categoras

    para esta jerarquizacin, adems de reintegrar y resemantizar categoras ya existentes:

    La incorporacin de tan diversas y heterogneas historias culturales a un nico

    mundo dominado por Europa, signific para ese mundo una configuracin

    cultural, intelectual, en suma intersubjetiva, equivalente a la articulacin de

    todas las formas de control del trabajo en torno del capital, para establecer el

    capitalismo mundial. En efecto, todas las experiencias, historias, recursos y

    productos culturales, terminaron tambin articulados en un slo orden cultural

    global en torno de la hegemona europea u occidental. En otros trminos, como

    parte del nuevo patrn de poder mundial, Europa tambin concentr bajo su

    hegemona el control de todas las formas de control de la subjetividad, de la

    cultura, y en especial del conocimiento, de la produccin del conocimiento

    (Quijano, 2000, pg. 209).

    La continuidad histrica de este proceso es un tema y una experiencia de vigente actualidad

    en nuestros das, ya que prcticamente todas las relaciones sociales que nos tocan

    experimentar tienen el sello de este patrn de poder y clasificacin social, la cual podemos

    denominar Colonialidad.

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    El punto clave en la estructuracin de ese patrn de poder es la clasificacin binaria en

    donde un lado es asociado con la superioridad y el otro lado es asociado con la inferioridad.

    Estas asociaciones parten de imaginarios elaborados desde los grupos sociales que detentan

    material e ideolgicamente el control de este proceso, estos imaginarios tiene como

    referentes, en el lado de la superioridad, a la Modernidad Europea, y en el lado de la

    inferioridad, a toda la diversidad de culturas que no pertenezcan a aquel linaje. Es as como

    las relaciones de etnicidad, de gnero, de religiosidad, entre muchas otras, se organizan y se

    experimentan.

    El tema de la juventud de ninguna manera est excluido de esta dinmica social instaurada

    por la Modernidad/Colonialidad. Al igual que muchas otras instancias de la vida social, las

    relacionadas al tema de las generaciones de grupos sociales carga con el peso de la lucha y

    la desigualdad entre sus principales actores, y al igual que muchos de los vencidos de la

    historia, el polo menos favorecido en las luchas generacionales sufre una serie de pautas

    impuestas que marcan el curso de sus acontecimientos. La colonialidad ofrece el marco en

    donde esas pautas de dominacin pueden ser elaboradas para con la poblacin juvenil, sin

    embargo, la manera en que esto se elabora no es algo simple y unilateral. Cul es

    entonces, la relacin entre el tema de la juventud y el mantenimiento de las relaciones de

    colonialidad en nuestras sociedades contemporneas?

    El pensamiento decolonial latinoamericano puede arrojar ciertas luces para desentraar las

    relaciones que hay entre juventud y colonialidad. En este caso los conceptos de

    interseccionalidad y lnea abismal resultan provechosos para el anlisis de estas dos

    instancias de la realidad social. Adems de esto, resulta importante adelantar lo que parece

    ser una tesis central para el tema en cuestin: las relaciones entre los grupos adultos y los

    grupos jvenes son relaciones de colonialidad, y por ende, hay una dominacin colonial de

    los primeros a los segundos. El desarrollo de esta tesis, y de las reflexiones que le sigan,

    utilizarn como referencia el material expuesto por el socilogo chileno Claudio Duarte en

    el Foro sobre la Criminalizacin de la Protesta Social elaborado en la Universidad de

    Costa Rica. Si bien la discusin planteada por Duarte tiene como punto de vista una

    situacin social distinta a la de Costa Rica, esta ofrece puntos de encuentro y anlisis a

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    tomar en cuenta. Veamos primero cuales son los argumentos y anlisis sobre la situacin de

    la juventud en Chile.

    En su conferencia, Duarte nos informa que actualmente hay un conflicto y una

    contradiccin entre el movimiento estudiantil chileno y la sociedad adulto cntrica chilena.

    Por un lado, desde esta sociedad adulto cntrica, se ha elaborado un imaginario en el cual se

    estigmatiza a la protesta social, al mismo tiempo que ha realizado un proceso de

    privatizacin y elitizacin de la educacin. Este proceso tiene su comienzo en el ao 1981

    con la creacin de la Ley General de Universidades, la cual concibe a la educacin como un

    bien de consumo. Esto ha producido que actualmente un estudiante de licenciatura de

    sociologa, por poner un ejemplo, para completar su carrera necesite alrededor de quince

    mil a dieciocho mil dlares; adems ha generado a los denominados profesores taxi, los

    cuales no tienen plaza alguna y subsisten por medio de la subcontratacin y de pasar de

    universidad en universidad.

    Por otro lado, durante los ltimos 23 aos el movimiento estudiantil chileno han sido el

    nico en poner en discusin el modelo del estado chileno, ejemplo de estos son las

    demandas de sus protestas en el perodo que va del 2010 al 2011: Universidad gratis,

    democracia interna dentro de las Universidades, adems de un modelo de Universidad

    pblica.

    En este panorama contradictorio los discursos y prcticas oficiales de la sociedad chilena

    emplean una estrategia de estigmatizacin el cual emplea dos tipos de imgenes sobre la

    juventud. La primera de esas imgenes est asociada a las ideas de criminalizacin,

    terrorizacin y satanizacin, no slo del movimiento estudiantil en s, sino tambin de los

    jvenes miembros de ese movimiento. Se criminaliza cualquier movilizacin de los

    estudiantes, catalogando sus acciones como un peligro y una amenaza; la terrorizacin

    consiste en asociar a este tipo de movimientos a la produccin de terror, desorden y

    violencia, es decir en la produccin de terrorismo, catalogndolos como intiles y

    subversivos; y en cuanto a la satanizacin, esta es llevada a cabo hacia los sectores crticos

    de la religiosidad institucional.

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    Todo este conjunto de imgenes deshumanizadoras y negativas, con referentes a jvenes

    que pierden lecciones, que realizan actos de vandalismo y manchan las paredes de las

    ciudades con basura como el grafiti, conforman la estigmatizacin de la juventud que surge

    hoy da en la sociedad chilena. Es el proceso elaborado por un mundo que se construye a

    sus espaldas. De esta manera se les margina, y la manera en que se les incluye tampoco

    ofrece beneficios, ya que est asociada a la idea de que ser joven es algo bello, a pesar de

    que solo se pueda tener acceso a esa belleza si se tiene dinero para consumir. La imagen

    negativa de una juventud rebelde y extraviada es contrastada por una imagen positiva de

    una juventud apoltica y enajenada.

    Otro tema clave en este panorama para Duarte es la apata. Hay una imagen de que los

    jvenes son apticos en el tema de la poltica debido a que participan en las elecciones de la

    poltica institucional, pero a la vez (y esto se diferencia mucho de esa imagen producida por

    la dinmica oficial de estigmatizacin) hay una actitud de antipata hacia el modelo de

    desarrollo social y poltico de Chile, lo cual los lleva a construir otras formas de hacer

    poltica, como elaborara asambleas o reunirse en colectivos; es aqu donde radica la

    diferencia, ya que el discurso oficial asume que al no optar por lo que se establece como el

    nico canal legtimo de participacin poltica, los jvenes se olvidan de ella. El problema

    con todo esto es que se sigue manteniendo una concepcin de que los jvenes son el futuro,

    ms no el presente.

    Ahora, teniendo todo esto en cuenta, cmo se construyen estos mecanismos? Por medio de

    la utilizacin de imgenes y lenguaje estigmatizador, por privilegiar a los adultos la voz en

    cuanto a la discusin de temas de importancia y relevantes para la poblacin juvenil, y

    manteniendo un estereotipo binario en cuanto al origen de clase de los jvenes: las

    imgenes de maldad se reservan para los sectores pobre, mientras que las imgenes de

    pureza se reservan para los sectores ricos. La relacin entre imgenes y lenguajes est

    caracterizada por la elaboracin de etiquetas con las cuales asociar a los sujetos y eliminar

    as sus cualidades, as, un joven ya no es un joven, sino un panqui o un flaite. Lo ms

    preocupante de esto es que la descalificacin no es solo de parte de la poblacin adulta,

    sino que tambin es elaborada por los mismos jvenes hacia otros jvenes, especialmente

    por parte de jvenes provenientes de los sectores medio-altos de la sociedad.

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    Cmo podemos interpretar esta situacin desde un pensamiento decolonial? Se ha

    mencionado anteriormente que los conceptos de interseccionalidad y lnea abismal

    acuados por el pensamiento decolonial sirven de gua para el establecimiento de los

    problemas entre la juventud y el patrn de poder colonial. Es preciso entonces comenzar

    con delimitar el concepto de lnea abismal para lo que respecta este tema. Ramn

    Grosfoguel, elaborando sobre las ideas de Boaventura de Sousa Santos y Franz Fanon,

    explica que esta lnea abismal es una frontera en donde se diferencia lo humano, el ser, de

    lo inhumano, del no-ser. Esta distincin est planteada en trminos coloniales, ya que eso

    humano, ese ser, se refiere a las poblaciones occidentales, y ese no-ser est referido a los

    sujetos no-occidentales, lo que permite la exclusin y marginalizacin de estos ltimos y la

    creacin de privilegios para los primeros:

    En el orden de cosas imperial occidentalocntrica, no es lo mismo ser un Otro

    humano en la zona del ser que un no-humano Otro en la zona del no-ser.

    Para Fanon y para De Sousa Santos la zona del ser es el mundo imperial que

    incluye no solamente a las lites imperiales, sino tambin a sus sujetos oprimi-

    dos occidentales, mientras que la zona del no-ser es el mundo colonial con sus

    sujetos oprimidos no-occidentales (Grosfoguel, 2011, pg. 101).

    Traducido en trminos de la relacin juventud-colonialidad, podramos dibujar esa lnea

    abismal de la siguiente manera: la zona del ser sera la zona de los adultos, los cuales

    detentan la supremaca de la autoridad y la legitimidad de los discursos, el conocimiento, y

    las prcticas sociales, adems de aquellos jvenes integrados por las ideas del consumo y lo

    polticamente correcto, mientras la zona del no-ser le correspondera a los jvenes

    subalternos, aquellos que han sido etiquetados por la zona del ser como criminales,

    satnicos y terroristas. Estos jvenes marginados incluiran a todos aquellos que

    mantuvieran una posicin tico-poltica distinta a la de la institucionalidad y el discurso

    oficial, como a las sub y contraculturas asociadas a las distintas formas de subalternidad

    posibles en los grupos de jvenes (por ejemplo, las punk y metal), como tambin a aquellos

    jvenes que mantengan una sexualidad diferente a la de la zona del ser adultocntrica y

    conservadora.

    Zona del ser: Adultos y jvenes integrados.

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    (Fig.1) Lnea abismal entre el ser adulto/joven integrado y el no-ser joven subalterno.

    Hay que dejar claro que est delimitacin de la lnea abismal quedara incompleta sin

    establecer cules son los factores que permiten que se construya y mantenga esa lnea

    abismal entre adultos y jvenes. Es aqu donde el concepto de interseccionalidad permite

    profundizar el anlisis. Este concepto est relacionado con el de heterarqua, y ambos

    establecen la existencia y conexin inseparable entre s de mtliples variables que afectan

    los procesos sociales. Esto quiere decir que cada parte de la relacin entre categoras se

    mantiene por la otra, y ninguna se agota en una en especfica: La idea es que no se trata de

    una lgica autnoma ni de una sola lgica, sino de procesos mltiples, heterogneos,

    imbricados y complejos dentro de una sola realidad histrica (Grosfoguel, 2006, pg. 33) .

    En esta mltiple conexin hay que entender que en el mismo momento en que se interseca

    cada momento del proceso social, se est dando un movimiento del mismo, generando una

    compleja red de relaciones, as, todo elemento que sirve como un eje se mueve

    constituyendo y siendo constituido por todas las formas que las relaciones de poder toman,

    con respecto al control, sobre un particular dominio de la existencia humana (Lugones,

    2008, pg. 79). Esta es la esencia del anlisis por medio de la interseccionalidad: en un

    mismo momento socio-histrico, mltiples instancias construyen un determinado proceso,

    mezclndose y determinndose recprocamente sin que haya una primaca de una o unas

    sobre las dems. En el caso de la relacin juventud-colonialidad, se pueden identificar estas

    instancias como las ms claves, las cuales todas tienen como punto de interseccin el

    imaginario de la juventud: la clase, la ideologa, la generacin y la autoridad. De acuerdo a

    esta delimitacin conceptual, y en base a los criterios decoloniales de la heterarqua y la

    interseccionalidad, podramos elaborar un esquema de cmo estas variables se intersecan en

    el tema de la juventud:

    Zona del no-ser: jvenes subalternos.

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    (Fig 2). Modelo de interseccionalidad para las relaciones entre juventud y colonialidad.

    Es as como, a pesar ser identificadas estas como las variables principales en la relacin

    entre juventud y colonialidad, y a pesar de que todas se intersecan en un mismo punto,

    ninguna puede reclamar una especie de determinacin en ltima instancia, y sin embargo

    todas son de vital importancia, adems de presentarse simultneamente en le procesos

    social. Ahora, qu aspectos aporta cada una de estas variables? tomando en cuenta las

    ideas expresadas por Duarte, podramos establecer los elementos de la interseccionalidad de

    la siguiente manera:

    - En relacin a la clase, los prejuicios estn elaborados en cuanto al origen social de los

    grupos, adems tales prejuicios estn elaborados por los sectores dominantes y desde ah

    son difundidos al resto del conjunto de la sociedad. Pero no slo la clase es la fuente de la

    generacin de los prejuicios, sino tambin la fundadora de las desigualdades polticas y

    educacionales, manifestadas por la elitizacin de la Universidad y el monopolio de la

    poltica institucional electoral.

    - En cuanto al aspecto relacionado a las generaciones, hay una lucha por establecer un

    cambio generacional apto para el mantenimiento del orden social establecido, que permita

    Clase

    Ideologa Generacin

    Autoridad

    Juventud

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    reproducir el patrn de poder adulto cntrico y colonial, adems, las viejas generaciones

    quieren orientar ese cambio en base a un modelo autoritario, en donde el papel de los

    jvenes es secundario, relegados al rol de meros reproductores de las tradiciones culturales

    y polticas, este aspecto nos presenta el grave problema de comunicacin y sesgos

    cognitivos entre generaciones que el modelo de socializacin colonial establece.

    - En lo que la autoridad respecta, las clases altas y sus generaciones necesitan el control y el

    ejercicio de la autoridad para llevar con xito el proceso de control social y reproduccin

    del statu quo. Adems, los prejuicios elaborados sobre las juventudes subalternas y la

    imagen de una juventud integrada facilita el uso de la autoridad por parte de la poblacin

    adulta. La autoridad tambin est concebida como una exclusividad de la clase alta y la

    poblacin adulta, la cual se configura (e imagina) como la nica capaz de dirigir el curso de

    las instituciones y las relaciones sociales.

    - A la ideologa pertenecen todos esos prejuicios e imaginarios, los cuales se cristalizan en

    determinadas identidades y representaciones sociales, los cuales abarcan la dimensin de

    las juventudes subalternas (negativa) y las juventudes integradas (positivas). Estas

    imgenes alboradas desde el poder presentan profundas distorsiones y sesgos,

    categorizados desde la clase social, es aqu donde pesa el factor del origen social de la

    persona para la elaboracin del prejuicio: se les reservan a las clases altas todos los

    atributos positivos y funcionales, mientras que a los condenados de la tierra se les asigna

    los atributos anomicos ms terrorficos y abominables.

    La manera en que estas dimensiones juegan en el mbito de la juventud en la realidad social

    nos ensea cmo es que estas relaciones tienen un carcter basado en la

    Colonialidad/Modernidad. Se puede decir que generan relaciones de colonialidad en los tres

    niveles establecidos por el pensamiento decolonial: es una colonialidad del ser, ya que los

    cuerpos, las identidades y la vida cotidiana de los y las jvenes resulta dominada por estos

    patrones de autoridad y estigmatizacin; es una colonialidad del saber, ya que el

    conocimiento y las opiniones de los jvenes resultan invlidos para una sociedad que los

    relega a las sombras, adems de excluirlos de las discusiones y la participacin poltica, o

    relegarlos a roles secundarios y decorativos; y es una colonialidad del poder ya que las

    instituciones sociales con base en el adulto centrismo estn basadas en criterios de

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    exclusin y dominacin autoritaria, y esto las incluye a todas, desde los partidos polticos

    hasta la familia.

    De manera muy general, estas son las relaciones ms importantes entre el tema de la

    juventud y la colonialidad/modernidad. As como este patrn de poder subyuga y vuelve

    invisible sexualidades, etnicidades, y sujetos diferentes a la privilegiada cultura occidental,

    disminuye el papel de los jvenes en algunos momentos, o los demoniza, dependiendo del

    contexto. As como ha creado etiquetas con las cuales clasifica a los pueblos del mundo, ya

    sean de raza o de gnero, tambin ha creado etiquetas para la poblacin juvenil, las cuales

    van desde las funcionales (responsables, centrados, de buena familia/costumbres)

    hasta las inefables (revoltosos, chancletudos, satnicos). En este panorama, la

    juventud no es visualizada como una opcin real apara el presente, no est planteada en

    trminos de actualidad, sino como salvaguardia para el orden existente. La juventud en

    estos trminos, existe tan slo como excusa.

    Quizs el elemento ms problemtico es la vigencia tan poderosa de esas relaciones, por

    medio del uso de esas etiquetas y el mantenimiento de prejuicios y representaciones

    sociales asociadas a los mismos. Como Duarte apuntaba, no es algo que es slo propio de

    los adultos, los mismos jvenes las utilizan para descalificar a sus otros o para reivindicarse

    en el orden que los administra. La permanencia de este tipo de prcticas en la vida cotidiana

    tanto en adultos como jvenes resulta en una importante ventaja para ese patrn de poder, y

    para las clases y sujetos que les beneficia, ya que como Grosfoguel apunta, el xito del

    sistema mundo moderno/colonial consiste en hacer que sujetos socialmente ubicados en el

    lado oprimido de la diferencia colonial, piensen sistemticamente como los que se

    encuentran en las posiciones dominantes (Grosfoguel, 2006, pg. 22). El concebir a

    jvenes diferentes como chusmas de cualquier tipo, tan slo logra que sigamos sufriendo

    las condiciones de dominacin que la Colonialidad/Modernidad nos ha legado. De esta

    manera, nuestros lazos sociales estn construidos en base a la ignorancia y el

    desconocimiento del otro. Vivimos en un mundo en donde la conformidad y la alienacin

    ofrecida por este sistema colonial/moderno no permiten que fundemos otro tipo de

    relaciones, y gran parte de los grupos sociales se siente contento con ello. Queda por

    elaborar la respuesta (si es que la hay) a la interrogante de Duarte de cmo cambiar todo

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    esto. La salida a esto no es algo fcil ya que no consiste en una cuestin de voluntarismo

    individual y abstracto, sino en algo de ndole colectiva, pero considerando aspectos tanto

    objetivos como subjetivos, y aun ms importante, la desmantelacin de ese patrn de poder

    tan complejo, ya que ningn proyecto radical puede tener xito hoy sino desmantela estas

    jerarquas coloniales/raciales (Grosfoguel, 2011, pg. 42). Quizs con concebir de otra

    manera la juventud, y tomrsela en serio como una fuerza del presente, sea uno de los

    primeros pasos hacia un mundo totalmente otro.

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    Bibliografa

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    postcoloniales: transmodernidad, pensamiento fronterizo y colonialidad global.

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    Grosfoguel, Ramn. (2011). La descolonizacin del conocimiento: Dilogo crtico entre la

    visin descolonial de Frantz Fanon y la sociologa descolonial de Boaventura de

    Sousa Santos. En Alvise Vianello, & Bet Ma (Coords.), Formas-Otras. Saber,

    nombrar, narrar, hacer. (pgs. 97-108). Barcelona: CIDOB Ediciones.

    Lugones, Mara. (2008). Colonialidad y gnero. Tabula Rasa, 73-101.

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    Edgardo Lander (Ed.), La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias

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