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FEDERICO SANCHEZ DE LORIA ERRAZURIZ MARQUÉS DE VILLA ROCHA os Cjcircíci cíe la j-4uer 19 54

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FEDERICO S A N C H E Z DE LORIA ERRAZURIZ M A R Q U É S D E V I L L A R O C H A

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Impren ta "San Francisco" — Padn Las Casas

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LOS GARCIA DE LA HUERTA

Linaje originario de las montañas de Santander, con ra-mificaciones en toda esa comarca del Cantábrico, y qu*í tiene sus casas solariegas en el valle de Carriedo y también en el vecino de Toranzo. En el pueblo, o mejor dicho, barria-da de San Martín de Villafufre, antiguamente denominada de Valsallo, a corta distancia de Villacarriedo cabecera judicial del partido, alzábase aún en 1920 la vieja y señorial casona llamada de "Los Pozos", cuna de este linaje, en ruinoso esta-do por cierto, pero luciendo sus aleros y artesonados de sin-gular hermosura, y ostentando en su fachada una pompo-sa piedra armera, entre cuyos cuarteles además del corres-pondiente a García de la Huerta, campeaban las alianzas de Vega, de Diego y de Madrazo. En la fecha indicada fué visi-tada y reproducida fotográficamente, como puede verse, jun-to con la reseña pertinente, en "Arqueología Nobiliaria" obru escrita e ilustrada por Don Fernando Márquez de la Plata y Echenique, Conde de Casa de Tagle de Trassierra. Las ar-mas propias del apellido que se analiza son: En campo de oro el árbol verde sobre cuyo tronco pasa un lobo negro len-guado de rojo, y alrededor, una orla azul cargada con cuatro torrecillas de plata, tales como aparecen esculpidas en la pie-dra, y como constan de la ejecutoria litigada en 1817, en la Real Chancillería de Valladolid, por don Ildefonso García de la Huerta, vástago de este solar y vecino de Salamanca, cu-yo extracto va en apéndice. Igual descripción hace de ellas el cronista Morales en su manuscrito intitulado "Casas Sola-res y Armas" que se custodia en la sección correspondiente de la Biblioteca Nacional de Madrid (Z-12,folio 258).

Conservábanse hasta hace treinta y cinco años, apro-ximadamente, en el Archivo Municipal de Villacarriedo, los padrones de hidalguía que cubrían del año 1588 al de 1794 inclusive, cuidadosamente reunidos por el erudito investiga-

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dor y genealogista, Prebístero Don Mateo de Escagedo y Salmón, Rector de la Colegiata de Santillana, autor de "So-lares Montañeses". En 1930, sólo se encontraron dos del año 1794, compulsados nuevamente por dicho historiador, y es de temer que en la actualidad ni siquiera estos existan, des-truidos como aquellos más antiguos por la incuria e incul-tura de gente que no ha sabido atesorar debidamente las t ra-diciones y el acervo de las generaciones for jadoras de su nacionalidad. (1)

La línea de Chile se desprende del tronco formado por MANUEL GARCIA DE LA HUERTA y su muier Doña FRANCISCA SAENZ DE BUSTILLO, vecinos nobles del va-lle de Carriedo, en la segunda mitad del siglo XVI, cuyos nombres surgen del árbol genealógico ejecutado con docu-mentos a la vista, a mediados del siglo XVIII, para el Licen-ciado Don Miguel García de la' Huerta y Rosales, Abogado de las Reales Audiencias de Lima y de Santiago de Chile, cuyo original obra en poder de sus descendientes los señores D. Pedro y D. Mario García de la Huerta y Matte, vecinos de esta capital.

Hijos de los anteriores y como ellos natural del mismo valle íuélo DOMINGO GARCIA DE LA HUERTA Y SAENZ DE BUSTILLO, que contraio matrimonio allí con DOÑA MA-NUELA VELEZ DE LA PORTILLA, cuyos legítimos padres Simón Vélez y Doña Juliana de la Portilla eran hidalgos de idéntica oriundez.

Fruto del anterior enlace: JUAN, el mayor, de quién se hablará más adelante, y Domingo García de la Huerta y Vé-lez de la Portilla, nacido este último en 1688, marido que fué de Doña María del Campo. Figura inscrito este caballero, a la edad de 64 años, en 1752, en un padrón o catastro de Ensena-da (folio 241-43) que se conserva en la Municipalidad de San-tander, en cuyo documento aparecen 19 propietarios de ape-llido García de la Huerta, con la constancia de ser todos ellos hijosdalgo.

DON JUAN GARCIA DE LA HUERTA Y VELEZ DE LA PORTILLA vino al mundo en San Martín de Vil lafufre

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y en ¡su iglesia parroquial de San Juan fué bautizado el día 28' de Septiembre de "1685 (2). Siendo aún mozo, pasó a Chile, cuando recién se iniciaba el siglo dieciocho, alcanzando el gra-do -de Capitán de Milicias de Infantería de Santiago y el cargo de Comisario de la Caballería. Faltándole un mes para que cumpliera los veintiún años recibía en la Catedral metropoli-tana, el 15 de Agosto de 1706, de manos del Pad^e Maestro Fray Manuel de Olivera, de la Orden de Santo Domingo, las bendiciones nupciales para unirse con Doña Agustina de Itu-rriaga y Olivera, sobrina carnal del oficiante, dotada en la cantidad de 2.718 pesos, por escritura otorgada a 2 de Sep-tiembre del mismo año ante el escribano Domingo de Oteiza. El novio aportaba más modestamente la cantidad de 500 pe-sos, amén de su capa y espada y otros efectos personales. Era dicha señora f ru to de la unión contraída por el Capitán Fran-cisco de I turriaga y Martínez de Medina, de vieja prosapia vascongada, cuya ascendencia va en nota, (*) con doña María de Olivera y Maturana, santiaguina, hi ja esta última del Al-férez Manuel de Olivera, portugués oriundo de la Villa de Ca-milla, (*) y de Doña Beatriz de Maturana y Muñoz, la que, siendo viuda, otorga ante el escribano Jerónimo de Ugas (vol. 331) a 13 de Julio de 1667, poder para testar en el que se declara legítima hi ja del Capitán Juan Bautista de Maturana v Negrón de Luna y de Doña Mariana Muñoz de Bobadilla. Provenía en línea recta Doña Beatriz, del hidalgo alavés Juan Bautista de Maturana, natural de Vitoria, muerto por los in-dios en 1551 y de su mujer Doña Constanza Negrón de Luna. Del referido enlace nacieron:

a) El Presbítero Don Juan García de la Huerta e Itu-rriaga, bautizado en el Sagrario el 15 de Septiembre de 1707, Cura y Vicario de la doctrina de Tango, t i tular de una rica ca-pellanía amayorazgada de 3.200 pesos, fundada el 26 de Sep-

(# ) Renuncia de Fray Manuel de Olivera y Maturana a 18-XII-1670-vol. 297-Escrib. de Santiago. que otorga poder para testar ante Fernando de Palacios, año 1646, (vol. 952) en el que nombra a sus padres Pedro Gonzá-

lez de Olivera y Doña María González de Faria.

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tiembre de 1696, ante el escribano Manuel Cabezón, por el Li-cenciado D. Bartolomé Muñoz Negrón, su tío, con antelación de varón a hembra y ele clérigo a fraile. Falleció el presbítero Don Manuel García ele la Huerta bajo disposición testamen-taria ante el escribano Gómez ele Silva (vol. 724, año 1749-1750.

b) Don "Marcos García de la Huerta e Iturriaga, marido de Doña Josefa de Gamboa y Gajardo, h i ja legítima de Don Andrés de Gamboa y Zúñigg-Arista y ele Doña Nicolasa Ga-jardo y Oyarzún-Lartaun, cuyas ascendencias van en nota (*)• Los hijos nacidos de esta unión fueron los que siguen:

1) Don José; 2) Don Ignacio; 3) Doña Cayetana; 4) Fray Juan de la Orden de Ermitaños, eiuién renuncia a sus legítimas ante el escribano Ignacio de Henestrosa (col. 577, años 1766-69). Desnués de fallecido don Marcos García de la Huerta, sacaron sus herederos a remate, el día 9 de Septiem-bre de 1796, ante el Maestre de Campo don Pedro José de Ugarte, alcalde ordinario de Santiago, la finca que entre otros bienes le perteneciera, sita a las puertas mismas de la ca-pital. a los pies del cerro ele San Cristóbal, (vol. 944 del escri-bano Agustín Díaz).

c) Doña Ana García ele la Huerta e Iturriaga, monja profesa ele velo negro, en el Convento de Santa Clara ele la Victoria, la que renuncia a sus legítimas ante el escribano Juan Bautista de Borda (vol. 848, años 1734-36).

d) Doña Agustina García ele la Huerta e I turriaga, ca-

(*} Este era hijo del Capitán Francisco de Iturriaga, de la Casa So-lar de su apellido, en el Duranguesado, Vizcaya, dueño de la ha-

cienda de Teño por él comprada en 1.000 patacones el día 18 de Fe-brero de 1681, y de Doña Agustina Martínez de Medina y Navarro, dotada por sus padres Nicolás Martínez de Medina y Doña Magda-lena Navarro de León con 600 cuadras de t ierra en Teño. Procedía esta última señora del matr imonio de Juan Navarro Vásquez con Doña Mariana de León. Era nieta materna de Marcos Hernández Marín y de Doña Luciana de León. Fueron, los bisabuelos Bartolomé Sánchez Navarro y Doña María Fernández; Alonso Vásquez y Do-ña María Sánchez.

(Amesti Casal, Casas Troncales de Colchagua),

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sada con Don Félix Pérez,, la que testa en Curicó, con descen-dencia, (vol. 12 de notarios).

Enferma en cama de la dolencia que había de ocasio-narle la muerte, otorgó doña Agustina de I turriaga ante el escribano Juan de Morales Melgarejo (vol. 586, años 1717-1*8) poder para testar a su marido, en virtud del cual dictaba Don Juan García de la Huerta ante José Alvarez ele Henes-trosa, en 20 de Abril de 1718, las postreras voluntades de su difunta esposa, en cuyas exequias gastóse, según consta, la apreciable suma de 350 pesos, y el sepelio tuvo lugar en la Iglesia ele Santo Domingo.

(;¡=) He aquí la ascendencia de Doña Ana Josefa ele Gamboa y Gajardo, ya dichos sus padres:

(*) Abuelos: Martin de Gamboa y Doña Ana de Zúñiga-Arista; An-drés Gajardo y Doña Josefa de Ovarzún-Lar taún

Bisabuelos: Andrés López de Gamboa y Doña Petronila de las Cuevas y Morales; Francisco de Zúñiga-Arista y Doña Inés Jo í ré de .Loaisa; Gregorio Gaiardo y Doña María González Rainedo: J u a n de Oyarzún-Lartaún y Doña Teresa del Pozo Silva y Lemos.

Terceros abuelos: Mart ín Ruiz de Gamboa y Doña Catalina Ver-dugo de Silva; Luis de Morales Cuevas y Doña Sebastiana de Vi-jlanueva Soberal, Francisco de Zúñiga-Arista y Doña Francisca de Junco; Diego Jof ré de Loaisa y Doña Ana Varas Ponce da León; Alonso Gajardo y Doña Paula Fernández de Soto: Juan González Rai-nedo y Doña Juana de Medina; Juan de Oyarzú n-Lastaún y Doña 3-regoria Frías Cabrera; Alonso del Pozo Silva y Doña Teresa Alva-rez de Toledo Lemos.

Cuartos abuelos: Andrés de G a m b n j y Doña Juana López de Au-lestia; Lorenzo Núñez de Silva Fonseca y Doña Catalina Verdugo de Sarria; Diego de Morales Córdoba y Doña Beatriz de las Cuevas Baleazar: Francisco de Zúñiga-Arista y Doña Cándida Jo f ré de Loai-sa; José de Junco y Doña María de Agurto y Escobar; Francisco Va-ras Pacheco y Doña Isabel Ponce de León; Juan Gajardo; Juan de Oyarzón-Lartaún y Doña Inés de Bazán, la heroína de Castro; J u a n Rodríguez del Pozo y Doña Greg'oria Núñez de Silva; Fernando Al-varez de Toledo y Doña Jerónima de 'Lemos; Quintos abuelos: An-drés López de Gamboa y Doña Catalina de Barona; Santiago de Uriona y Aulestia y Doña Mariana de Escobar Villarroel; Alonso de Córdoba y Doña Mariana Sánchez de Morales; Luis de las Cue-vas y Doña Mariana de Baleazar,

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Habiendo enviudado, paso Don Juan García de la Huer-ta y Vélez ele la Portilla a contraer segundas nupcias con otra señora santiaguina llamada Doña Ana Lorenza de la Iglesia y Frías a la que sus padres, por carta otorgada a 6 de Septiembre de 1718 ante el escribano Juan de Morales Melgarejo, dotaron en la cantidad de 2.534 pesos. Fueron és-tos el Alférez Lúeas ele la Iglesia, natural de Orense, Galicia, dueño de la hacienda de Quilapún, en la jurisdicción de San-tiago, y doña Juana de Frías su mujer , natural de esta úl-tima ciudad. Llamabánse los abuelos paternos Juan de la Iglesia y clona Antonia Bravo, ambos de Orense, y los ma-ternos Francisco Antonio de Frías, también oriundo de Ga-licia, y doña Ursula de Maturana y Saavedra, santiaguina. De este segundo enlace del fundador de la familia en Chile proceden:

a) Don Pedro García de la Huerta e Iglesia, el primo-génito, de quien se hablará más adelante.

b) Fray José García de la Huerta e Iglesia, de la Or-den de la Merced.

c) Fray Domingo García de la Huerta e Iglesia. el) Don Carlos García de la Huerta e Iglesia. e) Doña Dominga García de la Huerlta e Iglesia, solte-

ra, fallecida bajo disposición testamentaria ante el escribano José Briceño (vol. 923, años 1791-92).

f ) Doña Margarita Garda ele la Huérta e Iglesia, que testa ante el escribano José Alvarez ele Henestrosa (vol, 561. año 1749), sin sucesión de Don Bernardo Pedroso.

g) Doña Teresa García de la Huerte e Iglesia.

h) Doña Rosa García ele la Huerta e Iglesia. i) Doña Nicolasa García ele la Huerta e Iglesia, clota-

tacla en 1742 ante el escribano Santibánñez (vol. 683 ( en 1.005 pesos y 7 reales y medio, para su matrimonio con Don Domingo ele Luna y Cárdenas y Jofré. hijo legítimo de Don Pedro ele Luna y Cárdenas y ele Doña Antonia Jofré, natural dicho señor de la ciudad ele la Rioja del Tucumán, en don-

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de sus padres llamados Don Pedro de Luna y Cárdenas y Doña Antonia Moreno del Alamo pertenecían a las familias mas ilustres y linajudas establecidas en esa gobernación des-de los primeros tiempos de la conquista. (3) Tuvo en su ma-trimonio Doña Nicolasa García ele la Huerta numerosos hijos, a saber: 1) Doña Juana ; 2) Doña María; 3) Fray Francisco, sacerdote de la Orden de Ermitaños; 4) Don Pedro Nolasco; 5) Doña Petronila; 6 y 7) Don José y Don Ramón, Jesuítas ambos; 8) Don Domingo; 9) Don Antonio; 10) Don Fermín; 11) Don Félix Fermín; 12) Doña Isabel; 13) Doña Juliana; 14) Doña Teresa, monja de velo negro en el monasterio de la Limpia Concepción; 15) Don Agustín de Luna y Cárdenas y García de la Huerta.

Ni el transcurso de los años ni la enorme distancia hi-cieron olvidar al caballero montañés el solar de su mayores, y tuvo buen cuidado de hacerse empadronar en el correspon-diente registro de su lugar de origen, junto con su prole ame-ricana. En el único padrón de 1794 que se conservaba, como se ha dicho, hasta el año 1930. en el archivo de la Municipalidad de Villacarrieclo, y evidentemente copiada a la letra de algu-na de fecha muy anterior, podía leerse la inscripción siguien-te :

"DON JUAN GARCIA DE LA HUERTA Y SU.-LEXITI-MA MUJER Y SUS LEXITIMOS HIJOS, DON CARLOS, DO-ÑA NICOLASA Y DOÑA TERESA. AUSENTES EN LAS INDIAS, HIJOSDALGO". (4L

Pese al grado de Capitán de Milicias y al cargo de Co-misario ele la Caballería, correspondientes a su hidalga cuna, dedicóse Don Juan. García de la Huerta, muy provechosa-mente, a las actividades del comercio, labrando en él una res-petable fortuna. Era dueño en la capital del reino de un flo-reciente negocio en el que se expendían ricas sedas y tercio-pelos, paños de Castilla y puntas de Flandes, a la par que to-da clase de aperos para las cabalgaduras y mil otros artícu-los de lujo y de necesidad.

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Tenía ya cumplido los cincuenta y cinco años, cuando so-brevínole la enfermedad que había de poner término a su días. En gravísimo estado hizo llamar a su casa al escribano José Alvarez de Henestrosa, el día 3 ele Enero de 1741, y ante dicho ministro de fe a duras penas alcanzó a otorgar un poder para testar a su esposa Doña Ana Lorenza de la Iglesia, no tenien-do, según hay constancia ele ello, ni fuerza para estampar su f irma al pie del documento en el que manifestaba, entre otras cosas, su voluntad ele ser enterrado en la Iglesia ele la Mer-ced. (5) Cumpliendo con este cometido, su viuda extendió ante el mismo notario sus disposiciones testamentarias,, con fecha 21 de Febrero siguiente. Acatando los deseos del difunto, fun-dóse con el quinto remanente de sus bienes, una capellanía, a perpetuidad, sobre el Convento ele la Merced, para el eterno descanso del alma clel fundador del vínculo y la ele su esposa, capellanía cuyo primer patrono debía ser el propio hijo de am-bos, Fray José García de la Huerta, mercedario, ya nombrado.

El 21 de Enero había pasado por casa del recién falleci-do caballero, el Maestre de Campo clon Francisco ele Tagle y Bracho, Alcalde Ordinario ele Santiago, en cuya presencia y la de otros testigos procedióse al minucioso a la par que in-terminable inventario ele los bienes y especies dejados por el extinto, entre los cuales no faltaron, por cierto, ni la calesa con sus muías, ni la rica vajilla de plata, ni los esclavos ne-gros ele Guinea, ele ambos sexos, para el servicio de la casa. Más de treinta, años sobrevivió doña Ana Lorenza a su ma-rido, y sólo con fecha 28 de Junio de 1772 dictaba a su vez sus últimas voluntades al escribano Santiago ele Santibáñez (vol. 715). En ellas fundaba dos capellanías, con capital ele 1.000 pesos, una ele las cuales para la celebración ele la f iesta de San Pedro Nolasco, santo al que era muy devota, cuyo nombre dió a su primogénito, patronímico que desde enton-ces ha venido repitiéndose traelicionalmente en esta familia, hasta nuestros días.

DON PEDRO GARCIA DE LA HUERTA E IGLESIA, primogénito de la r ama según clona ele su familia en Chile, es el que perpetúa el apellido en su integridad, sin perjuicio

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ele que sus demás hermanos puedan tener y tengan hasta la fecha, representación por varonía, que lleve ya sea el patro-nímico sólo de García, ya sea el solariego de Huerta, indis-tuitivamente.

Prosiguiendo el rumbo señalado por el autor de sus días, no. fué ajena su vida a las actividades comerciales, y como su esposa aportara, al parecer, una dote substancial, fue en realidad Don Pedro García de la Huerta e iglesia caballero de holgada posición económica. El día 11 de Junio de 1747, re-cibía en la Catedral de Santiago las bendiciones nupciales que le fueron impartidas por el Doctor Don Pedro ele Vila, Provisor y Vicario General, para unirse con Doña María Ig-uaria de Rosales y Euiz de Aguirre, natural ele ía capital ctel Jtieino, señora que aportaba en dote la casa ele su morada, tasada en más ele 10.000 pesos, dos esclavas negras, madre e hija, llamadas Gertrudis y Nicolasa, para su servicio, ricos vestidos, diamantes, perlas, alhajas ele oro y vajilla de pla-ta labrada. El novio traía por su parte, a más de cierta canti-dad módica de dinero, un calesín con sus respectivas muías, un negro esclavo y alguna cantidad de plata labrada. (6) Era la novia hija legítima del Licenciado peruano Don Juan de Rosales, Abogado de la Real Audiencia ele Lima y después de la de Santiago, y de Doña Catalina Ruiz de Aguirre su mujer , natural de esta última ciudad. Fueron los abuelos pa-ternos Juan ele Rosales, natural de la villa de la Higuera, cerca de Sevilla, y la limeña Doña María ele Sotomayor, y los maternos Pedro Luis ele Aguirre, natural ele Pasajes en la provincia ele Guipuzcoa y Doña Cipriana ele Abaitúa, santia-guina. Llamarónse los bisabuelos Domingo de Rosales y Montoya y Doña Catalina Martínez, naturales de la Higuera; Pedro Ruiz Rezabal y Doña Simona ele Aguirre, ambos del puerto ele Pasa jes ; Luis Sotomayor de la Cruz y Doña Jose-f a ele la Rosa, oriundosele Galicia: Lorenzo de Abaitúa y Abatao. natural ele Duranguesaelo, Vizcaya,' Sargento Mayor de los Reales Ejércitos en 1685 y cliez años más tarde Alcal-de de Santiago, y Doña María de Fuentes y Morlanes, na-tural ele la villa de Ateca, en Aragón, fallecida bajo disposi-

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ción testamentaria ante el escribano ele Santiago Domingo ele Oteiza, a 15 ele Agosto ele 1705.

Entre los bienes que poseyó Don Pedro García de la Huerta, f iguran las ricas haciendas ele Chacabuco y la ele Santa Rita de Pirque en la jurisdicción de Rancagua esta última, famosa por los célebres vinos que siguen ostentando el nombre de la santa abogada de causas imposibles. Este predio, gravado, en más de 6.000 pesos que correspondían a varios censos y capellanías, comprado al Tesorero clon Ig-nacio ele los Olivos por escritura ele l 9 ele Septiembre de 17-59, ante el escribano Bernardo de Bustinza, pasó cinco años más tarde, a poder de Doña Josefa Gana y Torres quien dió por él la respetable suma el/ 30.000 pesos, transferencia realizada ante el escribano Gómez ele Silva (vol. 746).

Capitán, como su padre, de las Milicias ele Infanter ía de Santiago, fué comisionado, en 1768, para llevar a cabo la ex-pulsión ele la Compañía de Jesús, ordenada por Carlos III, tarea cuanto más ingrata que a dicha Orden pertenecía su propio cuñado el padre Francisco de Rosales, condenado a morir en el destierro, en Italia.

Con fecha 14 de Noviembre ele 1780, fundaba un patro-nato ele legos con capital ele 1.000 pesos, sobre el solar y ca-sa de su morada situadas a dos cuadras más abajo de la plazuela ele Santo Domingo, que lindaba por el frente, al sur, calle Real por medio, con la casa que después de los días de Doña Feliciana Lanz y Girón ele Montenegro pasaron a ser propiedad ele su yerno Don Juan Darroch, por el fondo, es decir, al norte, con las del caballero irlandés Don Juan Cra-nisbro; por el costado oriente con el solar y casas del Sar-gento Mayor de Milicias Don Pedro Fernández de Palazue-los, y por el poniente, así mismo calle Real por medio, con la propiedad de Don Antonio de la Lastra. El dicho capital debía redituar anualmente 50 pesos a sus patronos, que se-rían por orden: En primer término ,el Licenciado Don Mi-guel García de la Huerta y Rosales al que sucedería su her-mano primogénito Don Pedro. En caso ele fallecimiento de

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este último, eran llamados, sucesivamente, Don Narciso Montenegro, y Rubio y Don Pedro Montenegro y Tribillos. Por fin, y en el caso de venir a fa l tar todos los anteriormen-te nombrados, se fundaría a perpetuidad una capellanía, a favor de la Recoleta Franciscana que aún está al otro, laclo del río Mapocho, donde se venera la imagen de Nuestra Se-ñora de las Cabezas. Faltándole al fundador del vínculo la suma de 200 pesos para completar los 1.000 que a este efec-to dedicaba, manifestó su voluntad Don Pedro García de la Huerta, de que el referido censo no empezara a redituar hasta cinco o seis años después de su fundación.

Gravemente enfermo, otorgó Don Pedro García de la Huerta ante Justo Vares del Trigo escribano de Santiago, el 5 de Octubre de 1781 (vol. 886) poder para testar a su es-posa Doña María Ignacia de Rosales, en virtud del cual dic-tó dicha señora, a poco de enviudar, el 30 de Enero de 1782, ante Miguel Gómez de Silva (vol. 899), las últimas dispo-siciones de su difunto marido, declarando que éste, después de haber recibido todos los sacramentos y auxilios espiritua-les de la religión, había sido sepultado, según fuera su deseo, en la vecina iglesia de Santo Domingo, con doble de campa-nas, y asistencia del cura y del sacristán que llevaba la Cruz alta, y lucido acompañamiento ele otros religiosos y mona-guillos revestidos* ele sobrepellices. En este documento se nombran también los legítimos hijos y herederos habidos du-rante el matrimonio que fueron;

a.) Don Pedro Anselmo García de la Huerta y Rosales de quien se hablará más adelante

b) El Licenciado Don Miguel García de la Huerta y Rosales, al que se dedicará, a continuación, un párrafo.

c) Doña Taclea Genoveva García ele la Huerta y Rosa-les, monja carmelita,que también será objeto ele una reseña.

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ci) Doña Francisca de Paula García cíe la Huerta y Rosales. Esta señora fué dotada, por una carta exten-dida ante el escribano Justo Vares del Trigo, el año 1780 (vol. 885) en la cantidad de 10.448 pesos, por sus padres, más 2.000 dados en arras por su esposo el caballero vizcaíno Don Adrián ele Basabilbaso, Oficial Real Interventor de las Reales Cajas ele Santiago, Contador Ministro de la Real Ha-cienda, natural de la anteiglesia de Mallabia, en la merinclad de Durango, ele donde tanmbién fueran originarios sus hidal-gos padres Don Domingo de Basabilbaso y Doña María ele Urízar y Amézaga, descendientes de los nobles solares de sus apellidos. (7) Doña Francisca de Paula vióse favorecida er el testamento de su madre, con una capellanía de 500 pesos de cuyos réditos se había ele costear anualmente, en el con-vento de Santo Domingo, una novena al Sagrado Corazón ele Jesús.

Después que hubo entregado Don Pedro García de la Huerta su alma a Dios, en Santiago, usando del poder para testar que le otorgara su marido, ante Justo Vares del Tri-go, a 5 ele Octubre de 1781, (vol. 886), hacíalo su viuda ante el escribano Tacleo Gómez de Silva, el clía 30 de Enero de 1782 (vol. 899).

Cinco años después, comparecían ante el notario Tacleo ele los Alamos, con fecha 27 de Mayo de 1786, Doña María Ignacia de Rosales, Don Pedro, el Licenciado Don Miguel y Doña Francisca de Paula García de la Huerta y Rosales, sus hijos, y el marido de esta última, Basabilbaso, y celebraban un compromiso por el cual, según sus propios términos, "de-seando guardar la buena paz y armonía que entre personas tan inmediatas y de ilustres nacimientos debe observarse", nombraban a los doctores Don Martín ele Ortúzar y Don Juan Antonio ele Zañartu para proceder a las particiones ele los bienes del difunto marido, padre y suegro de los que en ese acto comparecían y estampaban sus f i rmas en señal de acuerdo. (8).

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De poco o nacía valió esta tentativa conciliatoria contra el genio pendenciero del Licenciado D. Miguel García de la Huerta, quien al poco tiempo, iniciaba en contra de su propia madre una acción judicial a f in de obligarla al pago de varios años de los réditos correspondientes al capital de 1.000 pesos constituido, como está dicho anteriormente en patronato de legos a favor suyo, por el difunto padre, sobre la casa de su morada. Este Don Miguel García de la Huerta vino al mun-do en la capital de Chile, en el mes de Mayo de 1757, recibien-do las agua bautismales sólo dos años después, en la catedral metropolitana, el día 21 de Julio de 1759. actuando de madri-na su hermana mayor Doña Francisca de Paula. Siendo muy mozo fuése a Lima, en donde tenía distinguida parentela, por parte de su madre. Allí prosiguió- sus estudios hasta recibir el título de Abogado de aquella Real Audiencia el 7 de Mar-zo ele 1782, año en que tuvo, que regresar a Chile, con moti-vo del fallecimiento del autor de sus días. Recibióse nueva-mente de abogado, siendo incorporado con anuencia de los se-ñores Acevedo, Gorbea, Medina y Urriola, Oidores de la Real Audiencia, el día 20 ele Septiembre de 1784. Aunque dueño, de la hacienda de Quilapún, en la jurisdicción ele Santiago, que le venía de su bisabuelo Don Lucas ele la Iglesia, pese a su condición social y al ejercicio ele la abogacía, desarrollóse la existencia de este caballero en un clima de pobrezas y desa-ciertos que pueden atribuirse, sin lugar a dudas, al carácter atrabiliario de que hizo gala, en el transcurso de los años. Los términos airados con que esmalta sus escritos denotan a las claras el genio atrevido e impetuoso del personaje. (9) Lle-vado de su natural violencia al extremo de mantener en per-petua zozobra a los graves Oidores de la Real Audiencia, vióse aplicar reiteradas multas v sanciones que llegaron hasta la prohibición del ejercicio ele la abogacía. Corría el año 1789, cuando, habiendo rehusado su asesoramiento al juez subdele-gado de Santiago, en una causa criminal, fué condenado por la Audiencia Gobernadora, al pago ele una multa de 25 pesos y la suspensión total de su profesión, por espacio, ele dos años. Pe nada le valió aducir motivos de salud e invocar su reco-

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nocida pobreza, pues fué compelido finalmente, el 30 de Julio de 1789, a la entrega, por falta de dinero, de una espada con guarnición de plata, que era de su uso personal, en manos del Regidor Perpetuo Don Juan José de Santa Cruz y Silva que también era Receptor de Penas ele Cámara, para que di-cha prenda fuese sacada a subasta y con su importe se satis-faciera la penalidad impuesta. Los oidores que fallaron en es-te proceso, estimaron que los términos empleados por Don Mi-guel García de la Huerta era?? "impropios de su nacimiento".

No escarmentó el belicoso letrado y vióse envuelto, nue-vamente, en otro conflicto al parecer ele mayores proporcio-nes. Habiendo vuelto a proferir denuestos y amenazas contra los componentes ele la Real Audiencia, fué condenado por ellos al pago de una multa no ya ele 25 sino ele 200 pesos y a la sus-pensión ele su oficio por el tiempo de seis años. Fu ése a Espa-ña en 1805, a reclamar de este fallo: Cuando regresó a Chile, ya todo había cambiado con la revolución emancipadora ele 1810. (10) Las últimas noticias que se tienen de este pinto-resco aunque poco simpático personaje, son las patéticas sú-plicas que en su testamento otorgado ante el escribano Ta-cleo Gómez de Silva, en 15 de Septiembre de 1792, (vol. 904) le dirige su desconsolada madre Doña María Ignacia de Ro-sales : Dice "que le perdona de todo corazón los muchos dis-gustos y los crecidos gastos que le ha ocasionado con motivo del pleito que .le sigue; ie pide que se deje de hostilizar a sus hermanos después que ella fallezca, y, finalmente, amenaza ;on desheredarlo totalmente, a favor de sus otros h i]os, si no acata sus últimos deseos".

Doña Tadea Genoveva García ele la Huerta y Rosales, profesó en el convento del Carmen Bajo de San Rafael, fun-dación del célebre Corregidor de Santiago, Coro.nel Don Luis Manuel de Zañartu y de su muje r Doña María del Carmen de Errázuriz y lVIaclariaga, bajo el nombre de Sor Taclea de San Joaquín. En 1771. ante el escribano Santibáñez, hizo renun-cia de sus bienes, cuando estaba pronta a pronunciar sus vo-tos solemnes. Famosa por sus dotes artísticas y poéticas, "ta-ñía el arpa y cantaba como los propios, ánglees", al decir de

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sus contemporáneos. Fué autora, entre otras cosas, cíe un romance que a continuación se reproduce, compuesto con mo-tivo de las terribles inundaciones del río Mapocho en las que por poco perecen ahogadas todas las religiosas enclaustradas de su convento, librándose Doña Tadea de la muerte, merced al arrojo de Don Pedro García de la Huerta quien a riesgo de su vida, lanzóse al agua con su cabalgadura, logrando poner a salvo a su aterrorizada hermana. En la detalladísima rela-ción de las angustias y tribulaciones que tuvieron que sopor-ta r las reverendas madres, quéjase, ingratamente, Sor Ta-dea, de que los salvadores, hombres del pueblo en su mayoría, aprovechándose del pánico "las tomaban mal", vale decir que posaban sus plebeyas y mal intencionadas manos en partes que nunca hubiesen soñado aquellas seráficas palomas, aun-que en tales casos bien podría argüirse de que la necesidad tiene cara de hereje. Vióse favorecida Sor Taclea ele San Joa-quín en el testamento de Doña María Ignacia de Rosales su madre, la que instituyó, sacado del quinto remanente de sus bienes, un patronato de legos de 1.500 pesos, exento de la ju-risdicción eclesiástica, a beneficio espiritual del alma de la fundadora y la de su marido, pero cuyos réditos había de per-cibir mientras viviese la dicha religiosa su hija, haciéndose la fundación del vínculo efectiva, a perpetuidad, después de los días ele la referida carmelita. Fué Sor Tadea en distintas ocasiones Priora o Abadesa de su convento, cargo que desem-peñaba en 1816.

RELACION DE LA INUNDACION QUE HISO EL RIO -MAPOCHO DE LA CIUDAD DE SANTIAGO DE CHILE EN EL MONASTERIO DE CARMELITAS TITULAR DE SAN RAFAEL EL DIA 16 DE JULIO DE 1783.

' ESCRITA EN VERSO OCTASILAVO POR UNA RELI-GIOSA DEL MISMO MONASTERIO QUE LA REMITIO A SU CONFESOR QUE SE HALLABA AUSENTE DE CUYAS MANOS LA HUVO UN DEPENDIENTE DE LA AUTORA QUIEN LA. DA A LA ESTAMPA.

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R О M А N С Е

Qué confuso laberinto! qué Babilonia de afectos! qué océano de congojas! combaten mi corazón, queriendo sea mi pecho nueva palestra de penas, de martirios teatro nuevo? al relacionar el caso más lastimo,so, y más tierno, que el asunto menciona en sus anales el tiempo; más clevienclo obedecer, me es indispensable hacerlo. Y así dad Cielos valor, dadme voces Santo Cielo, para narrar un asunto, en que desfallece el eco. en que entre los nulos suspiros, agonizando el aliento, respira sólo pezares, anima sólo tormento. Pero sí expresando penas, se minora el sentimiento por la agena compasión, que en parte lo hace más lento: os impartiré noticia con legal razonamiento; de lo que Dios permitió sucediese en mi convento día dies y seis de Junio, de ochenta, y tres, que violento-el Ayre rompiendo Montes con altivo movimiento, con armados Uracanes,

mostraba, que en un momento desquiciaba ele sus eges el Globo, y más desatento, presentó al Cielo batalla, y viniendo a rompimiento, en mutua lid disputaban, con recíproco ardimiento, por fin quedaron tr iunfantes, las Nubes y huyendo el viento, quedaron con altibés, satifasciendo su intento. Parecía que Nectuno dejando su antiguo puesto, se difundía en las Nubes, sin mirar en su respeto, y liquidando los Mares, jusgó, que del Firmamento llover Océanos hiso para nuestro sentimiento, pues de este modo se hacía, más caudaloso y violento, el Gran MAPOCHO, que corre a la f rente del Convento, el cual compitiendo ya, con rápido movimiento, con Ebros y Manzanares, y al Nilo aún llevando, resto, su sonido hera aterrante al más impávido aliento. Qué temor no causaría, en quienes sabían de cierto,, que se hallavan indefensas, sercadas del Elemento? La mañana así pasamos,

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sin saber el detrimento, que ya causaban las Aguas en la Muralla, y Cimiento, porque nada nos decían, atendiendo al sentimiento, que era regular tener en riesgo tan manifiesto. A la una, y media del día, con más que casual intento, subieron dos a la Torre, y al correr la vista, es cierto, que cubrió su corazones • mortal desfallecimiento, viendo que el Río arrancaba, los Tajamares de asiento y con ímpetu varía sin defensa en el Convento, se encontró para el adbitrio, sin margen el pensamiento, y tocando las campanas pudo tomar nuestra orilla sin el menor detrimento, a Plegaria con intento, de que nos'favoreciesen, no se veía movimiento, de que hacerlo procurasen, pues estaban muy de asiento en el Puente, y la Rivera con pávido desaliento, más de cinco mil personas , que con clamor, y lamento, causaban más coníución, que alivio a nuestro tormento. Más haciendo la Plegaria, al llegar un Cavallero (*) no pudo contener brioso,

o compasivo su pecho, y sin poderlo estorvar, los que improbavan su intento, se botó fogoso a la Agua con riesgo tan manifiesto, que todos los sircunstantes lo vosiferaban muerto: mas dándole paso franco el amor, o el .buen deseo , y con grande vigilancia hizo picasen de presto unos quartos, que a la diestra hacían calle al Convento, en que represaba el Agua: pero cayendo con esto, tomó rápida corriente con menor peligro nuestro. El Toque de las Campanas sirvió, para que al momento diez, que enfermas en las cama y algunas con crecimientos de Calenturas, se hallaban, tuvieran conocimiento del inminente peligro, en que se veía el Convento, el susto solo Ies fué, activo medicamento, para recuperar fuerzas, y corroborar aliento, y tomando sus vestidos, enderesaron sus pasos con trémulo movimiento al Coro, donde esperavan fuese su fallecimiento. Allí sólo se escuchaba, en murmullo descompuesto

(*) D. Pedro García de la Huerta y Rosales.

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suspiros, llantos, clamores, con profundo rendimiento, a que se verificase en todo el alto decreto. Sólo ciábamos las quejas al Divino Sacramento., de permitir se atraviese aquel Túrbido Elemento, a inundar su Templo Santo, sin atención, y respeto a la Inmunidad Sagrada, debida a su acatamiento: difundíamos el alma con el agua, a nuestro Dueño deseando ser por su amor Olocoustos de su fuego, antes que fuesen las vicias de la Inundación trofeo. Mas aquel Dios de piedades, a favorecer propenso, que puso a Isac en el Monte, por probar su rendimiento, y sin descargar el golpe, Je fué el sacrificio acepto, ordenó que sobornados tres hombres con el Dinero, y también ele compasivos, no reparasen el riesgo, y arrojándose a las Aguas, surcando Mares de Yelo, aportasen al Compaz; pero allí se vieron presto casi aogados por las Aguas, que recogidas en centro

mas de dos varas en alto estorbavañ entrar dentro, y así su propio, peligro industrió su entendimiento, para entrarse por el Torno, y practicando el intento, de allí los botó el impulso, que batía con estremo: por fin rompieron el Torno, y con ímpetu violento los ayudó a entrar el Agua, y aliándose en salvamento, discurrieron por los Claustros ciando voces y diciendo, que nuestro Ilustre Prelado (") nos imponía precepto, y nos mandaba salir sin escusa ni pretesto. Salimos todas del Coro, al oir el intimamiento. mas sin corazón salimos, porque se quedó en su centro. Avistamos nuestros Claustros, que hechos lagunas de cieno no clavan margen alguno, para t ransi tar sin riesgo. Enderesamos los pasos acia la guerta, creyendo, ciue su mucha elevación favoreciese el intento; pero también encontramos, inundado aquél terreno, pues no sesaban las Aguas,

(*) El Iltmo. Sr„ Doctor D. Manuel de Alday y Axpé, que dig-namente ocupa la Silla Episcopal de esta Santa Iglesia, como su XIX Prelado.

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de desquadernar el Cielo. Viendo en este estado el caso, y que entreteniendo el tiempo, se acercaba más la Noche, y el peligro iba en aumento: advitraron taladrar la Muralla con intento, de que uyendo por allí, tomásemos mejor puesto. Executose al instante el discreto pensamiento, pero con Ja precisión, fué el Taladro tan pequeño, que al salir, más que Azeituna, se nos aprensaba el Cuerpo. No sacamos con nosotras, mas que a nuestro dulce Dueño, que pendiente de la Cruz nos daba a sufrir Exemplo. A penas salimos fuera, quando ya nuestro Convento lo robavan sin reparo, y con tal atrevimiento, que no podrá reponerse lo perdido en mucho tiempo, pero es lo menos sensible, comparándolo al tormento, que toleramos al ver el gentío tan atento, quanclo en brazos de los peones nos transportaban sin tiento; y a unas las tomaban mal, y a otras echavan al suelo, У algunas bien embarradas, heran de la Risa objeto. De este modo nos pasaron, con tumultuoso ardimiento,

a una quinta que contigua se hallava mas del Convento. Allí estuvimos un rato, pero era con igual riesgo, porque las altivas Olas estremecían el suelo. En este breve intervalo atravesó nuestro pecho nueva zaeta de dolor, que rompiendo el sufrimiento, hizo liquidar el Alma en una raudal tan violento, que pudo quisá igualar al encrespado Elemento, por ver que yá la Custodia con ligero movimiento la llevara un Sacerdote sin otro acompañamiento, que pocas luces que hallaron con milagroso portento, ardiendo sobre las Aüiias, que (respetando el intento, con que fueron encendidas, quanclo en nuestro encerramien-to elamavamos a la Madre de piedad por valimiento) se estavan en el Blandón, sin ceder al movimiento, con que vatían las Olas: y siguiendo el Barbolento de la Venerable Ymagen, a quién el fiel Elemento llevaba sobre su faz con pasmoso rendimiento, al entrar el Sacerdote le salieron al encuentro.

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para servir en el Culto del Divino Sacramento. El que acometió la empresa llevado de ardiente zelo, porque ha echado todo el resto se ha exedido el así mismo, de sacar a la Deidad fué un hijo ele San Francisco Religioso Recoleto: (*) que con la Agua a la cintura, y por las rejas rompiendo, sacó Custodia, y Viril, y las llebó a su Convento, Propia acción de tales Padres que en todo acontecimiento ele piedad, y devoción no miran su detrimento, y que quedará gravada para perpétua Memoria, y tierno agradecimiento. Y bolviendo a la estación donde estavamos quando esto se determinó dexarla, y buscar seguro puesto, clamando al Señor, nos diese gran paciencia, y sufrimiento para seguir un Certamen ele tanto padecimiento . Mas el Padre ele piedades, que siempre acredita el serlo, determinaba Clemente, minoraba el desconsuelo, y prevenir el alivio, a proporción del tormento. Se vió esto verificado, pues estando en el aprieto,

ele no aliar cituación f i ja , de parte del Padre Prior llegó luego un mensagero de la Observancia, diciendo que teníamos muy pronto su Magnífico Convento, y con grande cortecía, igual a su entendimiento, fué en Persona por Nosotras, llevando para el intento, el Carruaje necesario, que pudo aprontar más presto. Seguimos nuestra derrota con mas esforzado aliento, al ver que Dios nos franqueaba a quel Moysés verdadero, que sin temor a las ondas, las dominaba el primero, habriendo segunda senda, como el otro en el Bermejo. Mas no faltaron, desgracias los t rabajos de los Justos: mas Quiero decir con esto, que se continuó el Crisol, y pruebas ele Nuestro Dueño; pues como el llover seguía, hera indispensable efecto, que los carros se calasen ele Aguas de Cielo, y de Suelo, y penetrasen agudas a las de fur ia objeto, se t ransformaran en hielo. A mas de esto se quebravan los carros por el gran peso, siendo preciso acuñarlos

{*) El R. P, Fray Manue] de la Puente,

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en medio del Elemento. Otras que en cabalgaduras venían, traían de lleno tocia la inclemencia, y otras mas penoso aclimento de la Lobreguee, privando de tino aún al más Inspecto; y si algunos compasivos clavan luz en tal aprieto; se espantavan los cavallos, y ponían en mas riesgo. En f in entre esta Borrasca, llegamos al íelis Puerto de la Casa de Belén: llamase así este Convento, de Hijos de Santo Domingo, donde guardan lo perfecto y puro de su Insti tuto con prontitud y desvelo; y como fuimos entrando a este retrato del Cielo, conocimos la habitavan Angeles en Terreo Cuerpo; que con grande prontitud al imperio de un solo Eco y avezes a una mirada servían al pensamiento. Nos dieron tal ospedaje, que el mas caval desempeño será amitirlo la pluma, y remitirlo al silencio; pues si esplanarlo pensara, haciendo narración de esto, en mayor golfo se viera naufrago mi entendimiento, que en el que se halló mi vicia, quando lo estava mi cuerpo;

mas omitir no podré y todo lo diré en esto, que el Prelado de esta Casa, es el más caval sugeto, que han producido las Yndias, y en este acontecimiento y ha echo Fray Sebastian Dias, lo que el solo hubiera echo. Nos pusieron en un Claustro separado largo trecho, de los que ellos habitavan: y aunque no era nada estrecho tenía solo trece celdas, Empesamos a buscar modo de secar de presto la ropa, porque pegada las mas traían al Cuerpo, excepto algunas, que quiso Dios, favorecer en esto, pues ni aún en las alpargatas recibieron detrimento; de que echo el repartimiento en Oficinas precisas, quedaron solo de resto Nueve, para veinte y ocho, que heramos en surtimiento entre Monjas, y criadas: siendo menester por esto acompañarse ele quatro, y cinco en cada aposento, pero a otras les fué preciso, el andar por algún tiempo, con sapatos ele los Padres, hasta que fueron haciendo. Se estableció la Observancia con puntualidad y arreglo, tocándose campanilla

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a Oración, Coro, y Silencio, Refectorio, y demás Actos, y todos a su ora y tiempo. La Clausura la guardamos, haciendo el adagio cierto de ser en quatro paredes Víctimas del sufrimiento. Allí nos decían Misa, en Oratorio buen puesto, y en días de Comunión, consagraba el Prior para esto; mas nos quedaba el dolor, de no tenerlo allí expuesto, para hallar con su precencia mayor consuelo, y aliento. Mas así lo disponía el Artífice má/; diestro, para pulir a las Almas, quitando el sencible afecto, y como había privado de lo acomodado al Cuerpo, acrisolar el espíritu, de aquello menos perfecto ; y para hacerlo mejor, y lograr mas vien su intento, quiso darnos nueva mano, con enfermarnos de nuevo, y muy pocas se eceptuaron, de no estarlo en este tiempo, y vino a coronar la obra, una criada muriendo. Aquí pasamos tres meses, gastándose mucho tiempo, en componer unos Claustros en forma de Monasterio. Cuya composicinó echa, nos pasó el Prelado luego,

dóneles nos aliamos aora: con comodidad y aseo. En tres Claustros vien labrados con muy delicioso huerto, Oficinas necesarias, y sobre todo el recreo1

del Coro con su Capilla, „iue aunque esto es algo pequeño, encierra la Magestad, que contiene todo el Cielo. Aqu-í estamos asistidas de los Padres, cuyo Zelo atiende a lo espiritual, y temporal, con desvelo, sin dispensar su cuvdado lo ínfimo ni lo Supremo, porque el Lince c!e su Prior se ase Argos en nuestro obsequio pues su grande caridad, y su magnanimo genio, lo asen executar aora, lo que ejecutó primero, y jusgo que sin mudansa siempre seguirá lo mesmo; pues hombres de su estatura lo acaban tocio perfecto. Esplanar el grande estrago, que hiso el río en mi Convento fuera detenerme mucho, .mas no siendo ese mi intento, diré solo lo inundó tocio, y parte botó al suelo. Lo restante se está aora con firmesa componiendo, para mudarnos allá, y edificarlo de nuevo,

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retirando el edificio, quanto se pueda hasta adentro y murallarlo de cal y ladrillo, porque esto, clizen vasta a preservarnos, y ponernos a cuvierto.

El Señor lo determine, si es su Voluntad hacerlo, y de nó, se cumpla en todo su beneplácito eterno.

F I N

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Prosiguiendo la filiación de esta familia, se dirá que fué perpetuada por el va nombrado primogénito, DON PEDRO GARCIA DE LA HUERTA Y ROSALES, natural asimismo de Santiago de Chile. De genio y comportamiento muy distin-tos por cierto al de su turbulento hermano Don Miguel, las buenas prendas que adornaban a este caballero motivaron que fuese comisionado, en 1779, para la repartición de limosnas en ciertos barrios de la capital particularmente afectados por la terrible epidemia que causara entonces tantas víctimas. (11) Al año siguiente, es decir, en 1780, con motivo cíe la guerra contra la nación inglesa, fué enviado a la plaza ele Valdivia con el grado de Alférez ele una de las cuatro compañías ele una fuerza ele 300 hombres. En esa guarnición permaneció dos años hasta que habiendo fallecido su padre pidió y obtuvo li-cencia para regresar a la capital del reino, acogiéndose a re-tiro. Desde el 18 ele Abril de 1782 tuvo a su cargo, durante cin-co años ,el importante rubro de minería del ingrediente de azo-gue, sin que le fuese pagado durante todo ese tiempo, el por-centaje que le correspondía. Más adelante obtuvo el nombra-miento de Guarda General ele Almacenes a cuyo cargo estaba confiada la custodia del cobre y clel azogue, con el sueldo anual ele ochocientos pesos. Finalmente, consiguió clel Gobernador Don Ambrosio de Benavides el nombramiento ele Ministro In-terventor de las Reales Cajas de Santiago, ñor notoria fa l ta de vista clel t i tular que no era otro que su propio cuñado Don Adrián ele Basabilbaso, jubilado por el motivo indicado, el 31 ele Diciembre ele 1786. (12^

Sintiendo acercarse la muerte, y estando en cama, otorgó sus últimas disposiciones testamentarias ante el escribano Ig-nacio de Torres, con fecha 5 de Enero ele 1807, señalando su voluntad de ser sepultado en la Iglesia ele Santo Domingo y nombrando a su viuda y a los legítimos herederos habidos ele ella.

Vivió casado con Doña Juana ele Dios Díaz de Saravia y Moranclé con la que había contraído matrimonio en 1787, h i ja legítima de Don Francisco Díaz ele Saravia, natural de Villar-cayo en las montañas de Burgos, y de Doña Josefa ele la Mo-

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Doña Juana de Dios de Saravia y Morandé de García de la Huerta

Propiedad ele D. Carlos Sánchez de Loria y García de la Huerta

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i-anclé y Caxigal del Solar, casados en Concepción en 1757, her-mana esta de la Marquesa de Casa Real. Prosiguiendo la as-cendencia de esta señora, se dirá que fueron sus abuelos Juan Díaz de Saravia, bautizado en Quecedo el 20 de Noviembre de 1661, casado en el vecino pueblo de Villarcayo en 1689, con Doña Josefa de la Torre, y allí empadronado como caballero hi-jodalgo en 1704. Fueron sus abuelos maternos el Capitán ele Fragata ele la Armada francesa Juan Francisco Briancl de la Moriganclais, bautizado en Saint Malo, Bretaña, el 12 ele Di-ciembre de 1682, pasado a Chile en donde fué Capitán ele Ca-ballos en 1717, allí casado el 25 ele Mayo de 1716, con Doña Juana Caxigal del Solar y Gómez de Silva, por cuyas venas co-rría, en línea recta, como es notorio, la sangre ele los reyes de Portugal y de Castilla. Los bisabuelos per parte paterna lla-máronse Juan Díaz ele Saravia, natural de Quecedo, empadro-nado allí como hijodalgo, en 1681, casado en ese mismo pueblo con Doña Juana ele Huidobro y Alonso de Huidobro, hi ja legí-tima de los señores ele la noble casa de su apellido, de donde proceden, per línea de hembra, los García y Huidobro, Mar-queses ele Casa Real. La filiación de los Díaz ele Saravia ha si-do tomada ele la ejecutoria litigada en la Real Chancillería de Vallaclolid el 31 de Julio de 1760, por Don José Alonso ele Sa-ravia y su mujer Doña María Díaz de Saravia, documento que pertenece a Don Elíseo Valenzuela, en Santiago de Chile. En cuanto a los demás ascendientes maternos de Doña Juana ele Dios Díaz de Saravia y Moranclé, no se mencionan por perte-necer a linajes demasiado conocidos y que han sido analiza-dos por los más prestigiosos gsnealogistas chilenos.

Los hijos habidos por Don Pedro Anselmo García de la Huerta y Rosales en su matrimonio fueron los siguientes:

a) Don Pedro Vicente García de la Huerta y Saravia, que sigue.

b) Don Juan Manuel García de la Huerta y Saravia. c)' Don José Rafael García ele la Huerta y Saravia, el que

viudo sin hijos de su pariente Doña Mercedes ele An-clía-Varela y Moranclé, los tuvo ele su segunda esposa Doña Rosa Ramírez ele Salclaña Rosales y Larraín que

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fueron: Doña Carolina. Doña Isabel y Doña María del Carmen, casadas con Don Enrique Moller, Don Amál-elo Droste y Don Guillermo Deputrón, respectivamen-te.

d) y e) Doña María del Carmen y Doña Mariana García ele la Huerta y Saravia, solteras,

f ) Doña Taelea Gertrudis García de la Huerta y Saravia, que contrajo matrimonio, sucesivamente, con su primo Don Manuel Ignacio ele Valdés y Saravia, y con Don Diego Mitchelb

DON PEDRO VICENTE GARCIA DE LA HUERTA Y SARAVIA ,que prosigue la línea, fué poseedor de una cuantio-a for tuna que supo acrecentar por el acertado manejo de los negocios. Toda su vida, puede decirse, f iguró en el Congreso Nacional, en calidad ele Diputado y de Senador de la República, ocupando por primera vez un sillón parlamentario, en 1826, bajo la presidencia del General Blanco Encalada. Estuvo en el parlamento, ininterrumpidamente, por espacio de cuarenta años iniciando su primer decenio ele congresal ele 1831 a 1841, bajo al gobierno ele Prieto y de Portales. Fué reelecto para el decenio ele 1841 al 51, gobernando el Genera) Bulnes y por tercera vez, de 1851 al 61, bajo la presidencia ele Don Manuel Montt. La muerte lo sorprendió cuando ocupaba su sillón sena-torial, durante el decenio ele 1861 a 1871, siendo, el primer mandatario su propio cuñado el Excmo Señor Don José Joa-e[iiín Pérez Mascayano y Larraín.

Vivió casado con Doña Perpétua Pérez Mascayano, nieta legítima por varonía, del Teniente Coronel Don José Pérez de la Quintana y García de Manruesa, natural de Colinclres, en las montañas de Santander, que en su matrimonio con la dis-tinguida criolla Doña María del Rosario de Salas y Ramírez de Salas descendiente como su marido de hidalgos solares mon-tañeses, fundó la familia ele su apellido. Prior del Real Tribu-nal del Consulado y autor ele una interesantísima y bien docu-mentada historia del reino de Chile ,fué amparado este caba-llerso por la Real Audiencia, en su calidad de notorio, hijodal-go, previa presentación ante dicho tribunal de una volumi-

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Don Pedro García de la Huerta y Saravia

miniatura en marfil, propiedad de D. Carlos Sánchez de Loria, y García ds la Huerta

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nosa y detallada información de nobleza en la que acreditaba entre otras cosas, haber sido su tatarabuelo legitimo por línea de varón, Don Pedro Pérez de la Quintana, natural asimismo de Colindres, Caballero de la Orden de Calatrava y General de la Flota de Don Felipe III. En cuanto a la familia materna de Doña Perpétua fué formada por la unión del caballero ala-vés Don José Santos de Mascayano y Salazar, hijo de otro Don José y de Doña Angela de Salazar, su mujer , descendientes de los nobles solares ele sus apellidos en el valle de Aramayona. Avecindado en Chile desempeñó Don José Santos de Masca-yano los importantes cargos de Juez Real Subdelegado de Aconcagua y de Corregidor y Justicia Mayor del partido ele Itata. En su mujer Doña María Teresa de Larraín y Salas, h i ja legítima del Corregidor Don Martín José de Larraín y Vicuña y ele Doña María Antonia de Salas y Ramírez ele Sa-las hubo entre otros hijos a Doña María de la Luz de Masca-yano .y Larraín, Madre de Doña Perpetua, ya nombrada, la cual tuvo a su vez por sus legítimos hi jos:

a) Don Pedro García de la Huerta y Pérez Mascayano, marido ele Doña María de las Mercedes Santiago -Concha y Toro, descendiente directa por línea pater-na de los Marqueses ele Casa Concha y de Rocafuerte. y por la materna ele los Condes ele la Conquista.

b) y c) Doña María de las Mercedes y Doña María del Rosario García de la Huerta y Pérez Mascayano, ca-sadas y con descendencia ele sus primos Don Zenón y Don Liborio Freire y Caldera, hijos legítimos del Ge-neral Don Ramón. Freire y Serrano, Presidente ele la República, y de Doña Manuela Caldera y Mascayano, hija esta última del Mayorazgo Don Francisco de Pau-la Caldera y Fontecilla Palacios y de Doña Micaela de Mascayano y Larraín.

d) y e) Doña Luisa y Doña María del Tránsito García de la Huerta y Pérez Mascayano, bautizada en el Sa-grario esta última el 12 de Agosto de 1848, esposas ele Don Evaristo y de Don Mariano Sánchez ele Loria y Fontecilla, destacados políticos y diplomáticos, des-

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cenclientes directos por línea paterna ele los Marque-ses de Villa-Rocha y por la materna de la marquesa-ele Villapalma de Encalada, ambos con descendencia.

f ) Doña Perpétua García de la Huerta y Pérez Mascaya-no, mujer legítima de Don Gustavo Guzmán caballero nicaragüense,

g) Doña Natalia García de la Huerta y Pérez Mascayano, sin hijos ele su marido Don Daniel de Urrejola y Un-zueta.

h) Don Manuel García de la Huerta y Pérez Mascaya-no, distinguido servidor público y Ministro ele Estado, con sucesión de Doña Ceferina Izquierdo y Urmeneta, su esposa, nieta legítima de Don Santos Izquierdo y Romero, Caballero ele la Orden de Montesa.

i) Don Federico García de la Huerta y Pérez Mascaya-no, que tuvo sucesión ele su matrimonio con Doña Eneclina ele Ossa y Ossa, descendiente del noble solar de sus apellidos, de la Villa ele Elorrio, en Vizcaya.

(1 ) Datos proporcionados al autor ñor el eminente ge-nealogista e historiador Don Mateo de Escagedo y

(2 ) Copia legalizada obra en el expediente para ingresar a la Orden de Malta del autor.

(3 ) Escribano de Santiago, Juan Bautista ele Borda, vol. 654, años 1742-43.

(4 ) Copia legalizada, obra en el expediente para ingresar a la Orden de Malta del autor.

(5 ) Escribano ele Santiago, vol. 548, pieza 1®. (6 ) Escribano ele Santiago, Taeleo Gómez ele Silva, vol.

899, años 1781-82. (7 ) Escribano de Santiago, José Briceño, vol. 918, años

1787-88. (8 ) Escribano ele Santiago, Tadeo ele los Alamos, vol.

909, años, 1785-86. (9 ) Real Audiencia, vol. 1.659, pieza 32. (10) Real Audiencia, vol 984, pieza 3^, años 1785-92.

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Doña Perpetua Pérez de la Quintana y Mascaya.no de García de la Huerta

miniatura ejecutada por Monvoisin, propiedad de D. Cardos Sánchez de Loria y García de la Huerta

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(11) Diccionario Biográfico de D. José Toribio Medina. (12) Real Audiencia,"vol. 2211, pieza З̂ 1.

Las ejecutorias de hidalguía de los García de la Huerta, que están en la Chancillería de Vallaclolid, se deben al erudito investigador y publicista Don Juan M'ujica de la Fuente.

DON VICENTE ANTONIO GARCIA DE LA HUERTA Y MUÑOZ, DRAMATURGO Y POETA

Nació en Zafra, provincia de Badajoz, el 9 de Marzo de 1734, hermano menor de Don Tiburcio García de la Huerta y Muñoz, bautizado allí el 15 de Abril de 1732, el que, avecin-dado en la Villa de los Molinos, litigó su hidalguía en la Real Chancillería de Vallaclolid, en 1763 (leg. 964, Nl-> 17). E ran hi-jos ambos hermanos ele Don Juan Francisco García ele la Huerta y de doña María Muñoz su mujer. Este Don Juan Francisco siendo vecino de Arancla de Duero también había litigado su hidalguía en la misma Chancillería, el año 1747 (leg 939, № 18) y ele su ejecutoria se desprende que f ué bautizado en la iglesia paroquial ele San Juan, en el pueblo de San Martín de Villafufre, el 16 de Octubre de 1707. Ana-lizando la ascendencia, aparecen los abuelos paternos: Juan García de la Huerta, bautizado en el mismo lugar y parroquia el 19 ele Abril ele 1673, empadronado en su calidad ele hijodal-go en 1704, en 1722 y en 1740. casado allí mismo el 28 ele Julio ele 1695 con Doña María Gómez ele Villafufre, bauti-zada el 10 de Febrero de 1671. hi ja legítima de Gabriel Gó-mez ele Vil lafufre y de Doña María Rodríguez, siendo el di-cho Gabriel hijo no legítimo ele Juan Gómez de Vil lafufre y ele Ana Díaz. Los bisabuelos paternos llamarónse Juan Gar-cía de la Huerta, bautizado en la parroquia y villa ya cita-dos. el 17 ele Noviembre de 1650, empadronado entre los hijos dalgo en 1694 ,en 1704 y en 1722, Doña Ana González con la que casó en la misma localidad el 16 de Enero de 1671, h i ja legítima dicha señora, de Domingo Gutiérrez y de Doña Jua-na González. Los tercero? abuelos fuerónlo Domingo García

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de Ja riuerta, empadronado en su calidad de hijodalgo, allí mismo, en 1674 y en 1692, y su muje r Doña María de la He-rrán. Por fin nómbrase al cuarto abuelo por varonía: Domin-go García. Como se vé, la familia a la. que pertenecía el poeta y literato Don Vicente Antonio García de la Huerta, podía, a fal ta de riquezas, hacer alarde por lo menos, de una vieja y auténtica nobleza ele sangre, y es la misma, a todas luces, que la de Chile, a la que indudablemente está ligada, por la-zos muy cercanos aunque indeterminados hasta ahora de pa-rentesco.

Se presume que en su niñez pasó Don Vicente Antonio García ele la Huer ta a Zamora, y prosiguió más tarde sus estudios en Salamanca, radicándose posteriormente en Ma-drid, en donde obtuvo el cargo ele archivero en casa del Du-que de Alba, cuya influencia debió el ser nombrado Oficial Primero de la. Biblioteca Real. Más adelante, en reconoci-miento ele su cultura sobresaliente, tuvo a su cargo la redac-ción ele los epitafios e inscripciones de los monumentos que se erigieron en Madrid para fes te jar la entrada d¡e Carlos III. Los arcos tr iunfales que representaban a los distintos países y dominios integrantes del 'inmenso imperio español, lucieron en sus portadas letrillas alusivas y alabanciosas ta-les como las que correspondieron, entre otras, al Perú y a Chile, respectivamente, y que decían así :

"Si milagro del valor fué un tiempo Chile y Arauco hoy de Carlos en obsequio serán del amor milagro",

"Más al Perú lo enriquecen Carlos tus leyes divinas que el tesoro de sus minas".

Su espíritu inquieto no se amoldaba a la ocupación ru-t inaria ele bibliotecario; fuése a Par ís acompañando al Duque ele Huésear, primogénito del ele Alba, aunque hay fundados motivos para suponer que más bien huyó de la capital de Es-paña para evitar las ingratas derivaciones de una aventura amorosa. Vivió un año en París (1766). Al año siguiente re-gresaba a Madrid, y al poco -tiempo daba a la imprenta algu-

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Юоп Vicente Antonio García de la Huerta y Muñoz

Poeta y Dramaturgo

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ñas composiciones poéticas no del tocio halagadoras para el Conde ele Arancla. No era la pr imera vez que Don Vicente An-tonio García de la Huerta, atrevíase al topoderoso ministro ele Carlos III. Siguiósele proceso por desacato y fué condena-do a cumplir pena ele presidio en el Peñón. Haciendo valer sus influencias, pudo obtener la conmutación ele su pena por la de elestierro en Granada, a donde tuvo que dirigirse. Sin em-bargo, habiendo publicado una nueva carta en contra dé Aran-cla, fué procesado nuevamente, y toda intercesión fué inútil esta vez para librarlo de ser enviado al Peñón, saliendo ele allí para Orán de donde regresó a España sólo en 1777.

A part i r de entonces dedicóse casi exclusivamente a la polémica con literatos nacionales y extranjeros. Era Don Vi-cente Antonio García ele la Huerta un espíritu apasionado, violento y mordaz, características aumentadas por el destie-rro de su patria donde a su regreso se encontró solo y casi olvidado, desplazado por autores tales como Moratín, I r iar te y Jovellanos. Las principales obras ele García ele la Huer ta son: "Biblioteca Militar Española" (1760). "Obras Poéti-cas (1779). "La Fé t r iunfante del Amor" (1784). "La Ra-ejuél". "Impugnación a las Memorias Críticas ele Cosme Da-mián" 1785. "Segunda Impresión para los Lectores ele la Ten-tativa ele las Reflexiones ele Tomé Cecial", y Otros Folle-tos semejantes (1786), y la colección de obras dramáticas publicadas bajo el título de "Theatro Español" (1785). Su tragedia "Raquél o la Judía de Toledo" logró un éxito es-truendoso pues fué considerada como una victoria del teatro español sobre el afrancesamiento de aquellos que encabeza-ba su viejo enemigo el Conde ele Aranda. Hicierónse dos mil copias ele ella, y no hubo compañía ele comedias que no la tu-viese en su repertorio. Mesonero Romano dice al refer i rse a ella: "Es la tragedia, más altamente española, en su esencia y conjunto, que ostenta nuestro teatro moderno; su expre-sión, la más noble y espontánea, y su versificación, la más rica y armoniosa que jamás se oyó en nuestra escena. Toda-vía hoy, después de tantos y tan apreciables autores como han enriquecido ésta, es imposible desentenderse del encanto que

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produce su lectura; todavía una vez leída es imposible olvi-darla ni confundirla con otra alguna".

Y Menéndez Pelavo; "Es la única tragedia del siglo XVIII que tiene vida, nervio y alta inspiración. Hasta el ro-mance endecasílabo adoptado por García de la Huerta, con-tribuyó a poner el sello nacional a la pieza, siendo por decir-lo así, una ampliación clásica del metro popular favorito de nuestro teatro, dilatado en cuanto al número de sílabas, pero conservando el halago de la asonancia, tan favorable a la re-citación dramática".

E! Marqués de Valmar, en el "Bosquejo Histórico Crí-tico de la Poesía Castellana del Siglo XVIII" escribe: "La Raquél es de esas obras que sobreviven así a la censura de una crítica estrecha, como a los dicterios del encono. En esa tragedia cuyas imperfecciones se han complacido tantos en descubrir y en ponderar, se encierra copioso caudal de la ín-dole tradicional del pueblo castellano, y este es su tesoro de alta valia que acaso no encontró en igual grado ninguno de los insignes adversarios del controversista tenáz y agresivo".

La muerte sorprendió a Don Vicente Antonio García de la Huer ta en Madrid, el 12 de Marzo de 1787, nueve años des-pués que hubo conquistado el más grande de sus tr iunfos. Sus polémicas mordaces le valieron' enemigos tan despiada-dos y rencorosos que aún después de muerto persiguiéron-lo con odiosos epitafios,

Ejecutoria de Nobleza litigada en la Real Chancíllería de Valladolid por Don Juan Antonio, Don Pedro, Don José Antonio Manuel y Don Santos García de la Huerta y Pacheco de la Mora, vecinos de Luena y Entrambasmestas, valle de Toranzo, en 1740. Sala de Hijosdalgo, Legajo 1111, № 4.

I) D. Juan García de la Huerta, vecino noble del barr io de San Miguel, en San Andrés de Luena, valle de Toranzo, y Doña Magdalena Saiz de Ruecla, su mujer .

II) D. Juan García de la Huerta, bautizado el 7 de Mar-zo de 1596 en San Andrés de Luena y empadronado allí со-

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mo hijodalgo en 1644 con sus dos hijos y sus dos hijas, y Do-ña Catalina Sainz de Ontaneda su mujer . Fueron sus hijos varones: D. Simón, y Don. Juan, que sigue, empadronados en 1651.

III) Don Juan García de la Huerta, bautizado en San Andrés de Luena el 20 de Abril de 1618, empadronado en 1561, casado allí mismo el día 10 de noviembre de 1646 con Doña Catalina Saiz ele Corbera.

IV) Licenciado Don Santos García de la Huerta, bauti-zado en San. Andrés de Luena el 8 de Noviembre de 1648, em-padronado allí en 1674, casado con Doña Catalina de Vallejo.

V) Don Santos García ele la Huerta, bautizado en San Andrés de Luena el l 9 de Febrero ele 1672, empadronado allí entre los hijosdalgo en 1704, casado con Doña Angela de la Mora Pacheco, hi ja legítima de Don Pedro de Pacheco Ceba-llos y de Doña Jacinta de la Mora, empadronada ya, viuda de Don Santos García de la Huerta, como noble, en 1729, con sus cinco hijos.

VI) a) Don Juan Antonio García de la Huerta, liti-gante, bautizado el 12 de Octubre de 1704, empadronado en 1729 y en 1737.

b) Don Pedro, bautizado el 5 de Enero de 1710, litigan-te, empadronado los mismos años, casado con Doña Bernar-da Gómez, padres que l'ueron ele Don Fernando y Doña Ana García de la Huerta y Gómez, empadronados como hijosdal-go en 1737.

c) Don José Antonio Manuel, litigante, bautizado en San Andrés ele Luena el 3 6 ele Mayo de 1715, casado con Da-ña Juana de Rueda, pachtes ele D. Pedro, D. Juan y Doña Ma-ría García de la Huerta y Rueda, empadronados en 1737.

d) Doña María, empadronada como noble en 1729.

Ejecutoria ganada por Don Ildefonso García de la Huer-ta, en la Real Chancillería ele Vallacloliel, en 1817. Leg. 1039, N ° 18.

I) D. Domingo García, vecino ele San Martín de Villa-fu f re , valle de Carnéelo, casado con Doña María Gómez-

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II) D. Domingo García., casado en San Juan de Villa-íu f r e el 17 de Noviembre de 1650, con Doña María Ruíz.

III) D. Juan García de la Huerta, vecino de San Mar-tín de Villafufre, casado en la Iglesia de San Juan el 15 de Septiembre de 1695, con Doña, María Gómez de Villafufre.

IV) Licenciado D. Diego Joaquín García de la Huerta bautizado en San Juan de Vil lafufre el 17 de Mayo de 1705, casado con Doña Bernarda Sáez de Herrera .

V) D. Mateo García de la Huerta, casado con Doña Ma-nuela López Muñoz.

VI) a) D. Benito García de la Huerta, Canónigo Racio-nero en la Colegiatade Cascante en 1814.

b) D. Ildefonso García de la Huerta y López, litigante, marido ele Doña Angela García Galbán en la que fué padre de D. Julián y D. Alejandro García de la Huerta y García Galbán. El litigante dice aue desciende de la casa solar lla-mada de los "Pozos" en el lugar de San Martín de Villafufre, valle de Carriedo, en cuya portada están las armas de los García de la Huerta, que son: "Un escudo en campo azul con tres cuarteles los dos contienen dos manos y diez estrellas y el otro un árbol frondoso a cuyo tronco está atado un fuer-te alano".

Ejecutoria de Nobleza litigada en la Real Chancillería de Valladolid por Don Manuel García de la Huerta, vecino de Alceda, Le. 950, № 38, año 1755.

I) Don Juan García de la Huerta y Doña Catalina Saiz de Corbera.

II) Don Pedro García de la Huerta. III) Don Jacinto García de la Huerta y Doña María de

Ceballos . IV Don Jacinto García de la Huerta y Doña Margarita

Ordoñez de la Concha. V) Don Manuel García ele la Huerta y.Ordoñez ele la

Concha, litigante.