Otero-Adiós Al Campesinado Cap.2

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 L  A CUESTIÓN agraria” en México fue en los años setenta el foco de un pro- longado debate que cobró nuevamente actualidad en los ochenta. Se po- dría argumentar que los posicionamientos fre nte al levantamiento zapatis- ta han venido de nuevo a relucir las posturas originales del debate agrario en México entre campesinistas (que han tendido a simpatizar con el EZLN)  y descampes inistas (que han tomad o postu ras más bien críticas). En este ca- pítulo delinearé los perfiles de esta controversia en relación con la forma en que cada bando trató de describir la estructura social agraria y derivar conclusiones políticas a partir de dichos análisis estructurales. A continua- ción propondré otros problemas e hipótesis que plantean un nuevo marco analítico para entender la cuestión agraria. En los capítulos siguientes se aportan las pruebas empíricas que apoyan mis hipótesis. Se impugnan aquí los supuestos del reduccionismo clasista en las dos posturas principales frente al debate y se sustenta que las culturas regionales, la intervención del Estado y los tipos de liderazgo son también determinantes fundamentales de la formación política clasista. Diferenciación estructural y formación política clasista en el agro mexicano: perfiles del debate Dos de los temas centrales que se han debatido son: 1. el carácter de la estructura agraria en México, defin ido a partir de las relaciones de producción; y 2. la naturaleza de los actores sociales y sus estrategias políticas. En otras palabras, ¿cuál es el carácter de la formación política de los pro- ductores agrícolas directos (campesinos, semiproletarios y proletarios)? El problema central que parece haber orientado esta controversia po- dría expr esarse de la siguiente manera: ¿siguen los campesinos una trayec- 27 Más allá del debate mexicano: hacia una teoría político-cultural de la formación clasista Capítulo 2

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Otero-Adiós Al Campesinado Cap.2

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  • LA CUESTIN agraria en Mxico fue en los aos setenta el foco de un pro-longado debate que cobr nuevamente actualidad en los ochenta. Se po-dra argumentar que los posicionamientos frente al levantamiento zapatis-ta han venido de nuevo a relucir las posturas originales del debate agrarioen Mxico entre campesinistas (que han tendido a simpatizar con el EZLN)y descampesinistas (que han tomado posturas ms bien crticas). En este ca-ptulo delinear los perfiles de esta controversia en relacin con la formaen que cada bando trat de describir la estructura social agraria y derivarconclusiones polticas a partir de dichos anlisis estructurales. A continua-cin propondr otros problemas e hiptesis que plantean un nuevo marcoanaltico para entender la cuestin agraria. En los captulos siguientes seaportan las pruebas empricas que apoyan mis hiptesis. Se impugnan aqulos supuestos del reduccionismo clasista en las dos posturas principalesfrente al debate y se sustenta que las culturas regionales, la intervencin delEstado y los tipos de liderazgo son tambin determinantes fundamentalesde la formacin poltica clasista.

    Diferenciacin estructural y formacin poltica clasista en el agro

    mexicano: perfiles del debate

    Dos de los temas centrales que se han debatido son:

    1. el carcter de la estructura agraria en Mxico, definido a partir delas relaciones de produccin; y

    2. la naturaleza de los actores sociales y sus estrategias polticas.

    En otras palabras, cul es el carcter de la formacin poltica de los pro-ductores agrcolas directos (campesinos, semiproletarios y proletarios)?

    El problema central que parece haber orientado esta controversia po-dra expresarse de la siguiente manera: siguen los campesinos una trayec-

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  • toria poltico-clasista fija hacia una existencia proletaria-asalariada, o pue-den seguir siendo agricultores campesinos mientras prosigue el desarrollodel capitalismo? Este planteamiento se refiere claramente a la dimensinestructural o econmica de la dinmica de las clases agrarias, es decir a lasituacin de los agentes de clase en el proceso de produccin y circulacin.Algo que ha caracterizado a este debate es que, independientemente de lapostura que se adopte, ya sea campesinista o descampesinista (o proletaris-ta), la mayora de los autores ha postulado que existe una correspondencianecesaria entre la posicin que se ocupa en las relaciones de produccin yla formacin poltica de las clases. En el fondo, la problemtica tanto decampesinistas como de proletaristas ha sido la misma. Tal parece que seplanteaba la siguiente pregunta: dime cul es la posicin de clase de losproductores directos (definida por las relaciones de produccin) y te dircmo se supone que se han de comportar polticamente. Este fenmenoterico puede catalogarse bajo el rubro de reduccionismo clasista segnlo define Ernesto Laclau (1977) (Laclau y Mouffe, 1982, 1985). Desde estepunto de vista, dada una cierta posicin de los agentes de clase en las rela-ciones de produccin, se supone que tienen un conjunto de intereses mate-riales claramente identificables por los cientficos sociales marxistas, y porlos cuales lgicamente lucharn dichos agentes.

    Tanto en la postura proletarista como en la campesinista se ha recono-cido que, a travs del proceso de reforma agraria, se cre o se expandi uncampesinado despus de la Revolucin de 1910. Los proletaristas, sin em-bargo, ven un proceso muy avanzado de disolucin de la produccin cam-pesina, que resulta en descampesinizacin, proletarizacin y pauperiza-cin. Los campesinistas, en cambio, hacen hincapi en que los campesinosse las han arreglado para resistir la penetracin capitalista y seguir produ-ciendo con base en el trabajo familiar. Si bien los autores de esta tendenciareconocen que la penetracin capitalista puede daar profundamente laproduccin campesina, creen que el campesinado en general no necesaria-mente enfrenta un proceso de extincin.

    Esta diferencia ha originado una falta de acuerdo en cuanto a cmo de-finir y operacionalizar a las clases agrarias de Mxico en general y al cam-pesinado en particular. En todo caso, cada perspectiva ha hecho hincapiya sea en el acceso al salario, o en el acceso a la tierra como el principal de-terminante del carcter de las luchas proletarias o campesinas, respectiva-mente.

    Paso ahora a considerar cmo concibe histricamente el proceso de di-ferenciacin social cada postura del debate mexicano, y qu consecuenciaspolticas se han derivado de ello, para luego volver a la teora y sealar los

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  • problemas de tales concepciones en este mbito. Concluyo el captulo pro-poniendo una manera distinta de plantear los problemas de la investiga-cin para mejor describir e interpretar la dinmica histrica de las clasesagrarias en Mxico.

    Variantes del campesinismo

    Las vas que eligen los campesinos para evitar su disolucin como clase, indicadas en esta polmica, dependern de cul de las dos variantes delcampesinismo sea a la que nos refiramos. Por un lado estn los argumentosreformistas y por el otro los radicales. Los reformistas postulan uncambio en las formas de intervencin gubernamental (a travs de la polti-ca agraria), encaminadas a apoyar la produccin campesina, ms que a lasempresas agrcolas capitalistas (Warman, 1976, 1980, 1983; Esteva, 1975,1978, 1980, 1983). La mayora de los autores de esta corriente tienen in-fluencia conceptual de la teora de la dependencia en una versin clara-mente nacionalista. De tal suerte, propugnan la autosuficiencia alimentariabasados en estrategias y polticas estatales centradas en los campesinos, ta-les como asistencia tcnica y subsidios para los insumos agrcolas. Argu-mentan que la mayor parte de las empresas agrcolas se dedican a la pro-duccin para la exportacin (ganado o frutas y verduras), en tanto que loscampesinos producen para el mercado interno. En contra del enfoque dellibre comercio, que se basa en las ventajas comparativas, los campesinis-tas reformistas proponen lograr la autosuficiencia alimentaria con base en la consolidacin de la produccin campesina. La expresin ms clara de este enfoque fue el Sistema Alimentario Mexicano o SAM, estrategia dedesarrollo rural adoptada en el gobierno de Jos Lpez Portillo (1976-1982) (Fox, 1993; Nueva Antropologa, 1981; SAM, 1980). El aspecto reformis-ta de este enfoque est en que pretende modificar meramente el sectoragrario, a imagen del campesinado, pero continuar con el desarrollo delcapitalismo industrial (sobre una base ms nacionalista, tal vez).

    En contraste con lo anterior, el enfoque radical del campesinismo(Bartra, A., 1979a, 1979b) sostiene que las luchas campesinas por la tierrason inherentemente anticapitalistas y que, si se ha de tomar la tierra, debeser el resultado de la lucha combativa del movimiento campesino y no envirtud de una concesin graciosa del Estado burgus. El campesinismo ra-dical argumenta que el campesinado es un sujeto revolucionario de primerorden, al grado de que sus luchas son, por definicin y en esencia, antica-pitalistas. Este carcter anticapitalista se supone tambin implcito en lamisma lgica de reproduccin de la comunidad campesina, la cual difiere

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  • de la lgica capitalista. Las prescripciones polticas de esta perspectiva se-ran dobles: luchar por la consolidacin de la comunidad campesina y, encuanto al movimiento campesino, luchar por toda la tierra cultivable. Com-binadas, se supone que las repercusiones de estas polticas seran funda-mentalmente anticapitalistas, al grado de que lgica y prcticamente nopodran integrarse en un proceso general de desarrollo capitalista.

    He cuestionado el supuesto del anticapitalismo inherente a las luchas cam-pesinas con base en el siguiente argumento: tericamente podemos concebiruna situacin en que la burguesa agrcola sea completamente expropiada y,en consecuencia, eliminada como fraccin de la clase capitalista, reemplazn-dola con campesinos comerciales. La burguesa industrial bien podra esta-blecer un pacto de produccin con ese campesinado para el suministro dematerias primas industriales y bienes salariales. Pero el propio capitalismo se-guira intacto, al menos en el sector industrial (Otero, 1981, 1983).

    As pues, lo que me lleva a llamar radical el enfoque de ArmandoBartra es que l aboga tambin por la alianza entre los campesinos y la cla-se trabajadora, en una versin maosta del leninismo. En cambio, los cam-pesinistas reformistas no problematizan el capitalismo industrial, sino quesimplemente quieren reformarlo de manera que el campesinado puedaocupar un mejor lugar dentro de l.

    Variantes del proletarismo

    Tambin pueden distinguirse diversas variantes dentro del enfoque pro-letarista, pero slo me ocupar de tres que han funcionado dentro delmbito marxista. La primera afirma que los campesinos ya no existen comoclase poltica, aunque todava haya algunos agentes campesinos en el mbitode las relaciones de produccin. Por lo tanto, slo podemos hablar de fuer-zas burguesas y fuerzas proletarias en la sociedad mexicana consideradacomo un todo (De la Pea, S., 1980). Los agentes de los movimientos socia-les nuevos y viejos que potencialmente expanden el sujeto revolucionario(como las mujeres y las minoras tnicas) quedan excluidos de entrada decualquier consideracin tocante al conflicto poltico, ya que todo se inter-preta simplista y mecnicamente en funcin de las clases polares delmodo de produccin capitalista. Y como este anlisis se lleva a cabo enniveles tan elevados de abstraccin, se pasan por alto muchos matices ymodalidades de las sociedades concretas. La izquierda slo necesitaraunificar y consolidar las llamadas fuerzas proletarias para formar unmovimiento revolucionario. Y como probablemente no habra diferen-cias internas de intereses de clase o de grupo, los discursos polticos e

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  • ideolgicos podran dirigirse monolticamente hacia el socialismo. Pordesgracia para este enfoque, esta perspectiva montona y unitaria estmuy lejos de la realidad. Por el contrario, la izquierda realmente existen-te presenta muchas divisiones y grietas que trascienden con mucho lasposiciones estructurales de clase.

    La segunda variante del proletarismo es semejante a la primera, peropresenta algunas diferencias en cuanto a la concepcin de la estructuraagraria. El proceso de descampesinizacin se ha visto considerablementeacelerado debido a una crisis doble: la crisis mundial de 1974, y la crisis dela produccin campesina que comenz en Mxico en 1965 y que continamuy agudizada a principios del tercer milenio. Esta doble crisis hizo que laproduccin campesina fuera incapaz de resistir los crecientes precios delmercado de los bienes no agrcolas, pues llev a los campesinos, en un pro-ceso paradjico, tanto a aumentar su produccin para satisfacer sus necesi-dades de subsistencia como a buscar empleos remunerados en el mercadode trabajo capitalista. Este proceso contradictorio consiste en lo siguiente:una tendencia predominante hacia la descampesinizacin, es decir hacia ladiferenciacin social interna o a la estratificacin del campesinado; y unatendencia subordinada que lleva a los campesinos a aumentar su produc-cin familiar, a pesar de los decrecientes precios agrcolas. Este proceso hasido descrito en el concepto de acumulacin primitiva permanente deRoger Bartra (1974a, 1975a).

    Si bien Roger Bartra reconoce que hay un proceso de recampesini-zacin (1975b, 1975c, 1975d), por as decirlo, propone que sta es tanslo una tendencia subordinada y que los campesinos como tales no tienenuna funcin revolucionaria histrica en el capitalismo mexicano de nuestrosdas. Antes bien, la permanencia y el comportamiento poltico del campe-sinado consolidan al poder desptico-burgus en tanto que las estructurasde mediacin en que estn inmersos sostienen al Estado mexicano moder-no (Bartra, R., 1978). Tales estructuras de mediacin se refieren a las or-ganizaciones corporativistas de los campesinos, que los han mantenido enuna posicin de cooptacin respecto del Estado mexicano (Mackinlay yOtero, 2004). La nica manera como los campesinos en proceso de diso-lucin pueden volverse revolucionarios, diran los descampesinistas, esasumiendo su lado de proletarios agrcolas, y por tanto enarbolando las lu-chas socialistas en el campo. Es decir que, a partir de su doble personali-dad de clase (por un lado, productores mercantiles pequeo burgueses y,por el otro, vendedores de fuerza de trabajo), si han de ser revolucionariostienen que elegir el lado proletario y luchar en consecuencia. La conclusinpoltica, entonces, es que las luchas y conflictos sociales se reducen cada

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  • vez ms a dos contendientes principales: la burguesa contra el proleta-riado.3

    Una tercera variante del proletarismo es la que representa la obra tem-prana de Luisa Par. Esta autora ha hecho su mejor esfuerzo para distin-guir entre diversos modelos de explotacin en la agricultura mexicana encuanto a produccin, y notoriamente con respecto a lo que ella llama elproletariado agrcola (Par, 1977). Primeramente, establece las clases yfracciones que constituyen la estructura agraria:

    1. la burguesa agrcola; 2. la pequea burguesa agrcola, integrada por los campesinos ricos, 3. los campesinos medios y pobres; 4. el semiproletariado, desgarrado entre la produccin campesina y el

    trabajo asalariado, que subsidia a la primera con el segundo; y 5. el proletariado agrcola que ella divide en el proletariado en un sen-

    tido restringido, es decir todos los trabajadores asalariados de laagricultura que no poseen tierras, y el proletariado en sentido am-plio, que se refiere a los ejidatarios que venden la mayor parte desu cosecha a las empresas capitalistas, mediante un contrato previa-mente establecido.

    Este proletariado amplio est conformado por campesinos aparentesque producen cosechas comerciales como algodn, tabaco, cebada, caade azcar, caf, trigo, etctera. y cuyo proceso de trabajo est controladoen buena medida por el capital (estatal o privado). ste es el caso queMarx llamaba subordinacin formal del trabajo al capital (1975), cuandose refera al tipo de explotacin que sufren los artesanos que conforman eltrabajo industrial domstico en la transicin al capitalismo de Europa oc-cidental. Sin embargo, en la agricultura mexicana este modo de explotacinconsiste en ejidatarios cuyo proceso laboral est controlado por el Estado opor empresas agroindustriales. Cuando estos ejidatarios dependen de lacontratacin temporal de trabajadores asalariados, ms que del trabajo fa-miliar, se vuelven parte de la pequea burguesa, oprimida entre el capitaly el trabajo asalariado. Slo los productores que se hallan en la primera si-tuacin cuando la produccin se basa primordialmente en el trabajo fami-

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    3Debo aclarar de entrada que estoy de acuerdo con muchas de las caracterizaciones de R. Bar-tra sobre la estructura agraria mexicana, pero no con sus conclusiones polticas. En sus trabajos delos aos setenta (v.gr. 1974a, 1978), su reduccionismo clasista de origen leninista era evidente. Du-rante los aos ochenta su trabajo fue altamente influenciado por intelectuales eurocomunistas, tras-cendiendo as el leninismo en su anlisis poltico (1981, 1986) y su interpretacin de la propia estructura agraria (Bartra, R. y Otero, 1988).

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  • liar son a los que Par incluira en el proletariado amplio. Yo llamo cam-pesinos empresariales a quienes dependen de la contratacin de mano deobra para llevar a cabo su produccin. Es decir, no llegan a constituir unaburguesa agrcola debido a que tienen dotaciones de tierra y capacidadesfinancieras ms limitadas (vase el captulo 6).

    La diferencia con la descripcin que hace Marx de la subordinacin for-mal del trabajo al capital es que, como lo seala Par, en Mxico este modode explotacin no parece ser meramente de transicin hacia otros modos mstpicamente capitalistas. Ms bien, parece ser que la existencia de un campe-sinado que en realidad es un proletariado en sentido amplio es precisamen-te la forma en que se ha dado el desarrollo capitalista en gran parte de laagricultura mexicana. Existen muchos impedimentos legales y culturalespara que este modo de explotacin pueda trascenderse. Tambin existenmuchas ventajas econmicas y polticas para el capital dentro de este modo: el capital no corre los riesgos que supone la fase agrcola de la pro-duccin, en tanto que aprovecha todos los beneficios, al mismo tiempo quelos productores sienten que tienen su propia tierra y, en la mayor parte de loscasos, se sienten a gusto con ello.

    Las distinciones que hace Par son adecuadas en cuanto a clasificar las diferentes situaciones de clase econmica de los productores directos en lasrelaciones de produccin. El problema reside, sin embargo, en que la auto-ra cae despus en la trampa del reduccionismo clasista: supone que cadamodo de explotacin tiene su correspondiente conjunto de intereses mate-riales y que, al menos como tendencia, tales intereses determinaran el pro-grama de las luchas polticas. La primera parte de su interpretacin no es reduccionista: ella establece correctamente el vnculo entre los interesesmateriales y el modo de explotacin. Slo la segunda parte es reduccionis-ta, donde Par supone que tales intereses determinarn el programa de lu-chas polticas.

    Catherine LeGrand (1986) tambin ha cuestionado las perspectivas unili-neales dentro del marxismo, que plantean la inevitable transformacin de loscampesinos en trabajadores asalariados. Primero, en el nivel estructural, ellaplantea que la formacin de las clases es altamente fluida y depende en partede los ciclos econmicos, de tal manera que tambin se pueden dar proce-sos de recampesinizacin. Segundo, por lo que se refiere a las protestas y re-vueltas rurales, LeGrand argumenta que las perspectivas que se han enfocadodemasiado en la organizacin productiva para derivar el comportamiento po-ltico han establecido una distincin demasiado aguda entre obreros agrcolasy campesinos (v.gr. Stinchcombe, 1961; Paige, 1975). Si bien ella considera queeste ltimo enfoque representa un avance respecto a los unilineales, plantea la

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  • necesidad de admitir que los trabajadores pueden luchar determinadamenteno slo por salarios sino tambin por reconquistar su condicin campesina.Tercero, sostiene que las formas legales tienen importancia ideolgica, por locual hay que considerarlas seriamente.

    El reduccionismo clasista y las hiptesis de la homogeneidad

    El reduccionismo clasista ha sido un problema constante en el debate sobreMxico, al grado de que se han derivado repercusiones polticas de las po-siciones de clase econmica, independientemente de qu criterio la pre-sencia de salarios o el acceso a la tierra se considerara como el ms deter-minante para definir la estructura agraria. Otro problema de carcter mssustancial es que los autores que adoptan cualquiera de las dos posturas hantendido a generalizar sus hiptesis a toda la estructura agraria mexicana.As pues, en la mayor parte de los casos no se ha considerado adecuada-mente mucha de su evidente heterogeneidad.

    El reduccionismo clasista es insostenible tanto terica como emprica-mente. Lo que enfrentamos en Mxico, ms bien, es una mezcla heterogneade determinantes en diferentes regiones, la cual explica las diferencias en eltipo de luchas y movimientos que emprenden los productores directos.

    Procedo ahora a presentar algunos esquemas tpico-ideales de los mo-delos causales as como las hiptesis de las posturas campesinista y proleta-rista. Hay que insistir en que lo que a continuacin se muestra son tiposideales de las dos posturas del debate sobre Mxico, en los cuales se exage-ran los nexos causales contenidos en sus argumentos. Es decir, ninguna delas teoras de los autores que se presentan se ajustar completamente a esaformulacin tpico-ideal.

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    Modelos del reduccionismo clasista

    Relacin privilegiada por los proletaristas

    Relacin privilegiada por los campesinistas

    Acceso alsalario Formacin poltica

    clasista Resultante

    Acceso ala tierra

    GRFICA 1

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  • En este modelo causal tpico-ideal, los proletaristas privilegian la rela-cin entre la mercantilizacin de la fuerza de trabajo o el acceso a salariosy la formacin poltica clasista, en tanto que los campesinistas dan prima-ca a aquella entre el acceso a la tierra y la formacin poltica. En el siguien-te esquema se representan las hiptesis que cada enfoque formula sobre elcarcter de la formacin poltica clasista, dada la relacin que cada uno pri-vilegia. Tal carcter se especifica dentro de los cuadros de cada grfica. Serotulan grosso modo ya sea como campesino o proletario, en funcin del ob-jeto de la lucha que hipotticamente se desarrolla, dada la combinacin es-pecfica de variables y relaciones.

    La diferencia entre ambas predicciones reside en aquellos casos en quelos trabajadores asalariados no han sido totalmente separados de sus me-dios de produccin, por un lado y, por el otro, donde los trabajadores sintierra no venden su fuerza de trabajo, es decir, estn desempleados. En elprimero, los campesinistas automticamente consideran campesinos a estosproductores, por lo que se espera que emprendan luchas de naturalezacampesina, es decir por la tierra. Los proletaristas, sin embargo, diran quesi el ingreso salarial es ms del 50 por ciento del ingreso domstico total(De la Pea, 1982), entonces se trata de una familia proletaria, por lo quese espera que emprenda luchas de esta naturaleza, es decir por salarios msaltos, seguridad laboral, sindicalizacin, etctera (en ltima instancia por el

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    Objetos de lucha en la prediccin de los modelos del reduccionismo clasista

    PROLETARISTASAcceso al salario

    Proletario(salarial)

    Proletario(salarial)

    Proletario(salarial)

    Campesino(tierra)

    Acceso a la tierra+

    +

    +

    CAMPESINISTASAcceso al salario

    Proletario(salarial)

    Campesino(tierra)

    Campesino(tierra)

    Campesino(tierra)

    Acceso a la tierra+

    GRFICA 2

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  • socialismo). Esta diferencia en interpretaciones es de la mayor importancia,pues atae a la categora de productores que podramos llamar semipro-letarios por cuanto se debaten entre la produccin campesina y el trabajoasalariado. Representan hoy en da la proporcin ms alta de los producto-res agrcolas directos en Mxico, como se muestra en el captulo 4.

    La segunda discrepancia se da respecto de los agentes sociales sin tierra y desempleados. Han sido totalmente separados de sus medios deproduccin y no han podido vender su fuerza de trabajo. Para los proleta-ristas, esta categora representa la fraccin desempleada del proletariadoagrcola, un ejrcito de reserva de la fuerza laboral que comparte los inte-reses del proletariado. Para los campesinistas, no obstante, en la medida enque estos productores mantienen vnculos con la comunidad campesina ocon su grupo de parentesco dentro de la misma, se dice que mantienen ac-ceso a la tierra y, por ende, se supone que luchan por demandas de tipocampesino. Si realmente existe acceso directo a la tierra, ello equivale a de-volver esta categora a la primera casilla donde existe acuerdo entre los doslados del debate: la de los campesinos sin acceso al salario. La nica raznpor la que estos agentes aparecieran en la casilla de los sin tierra seraque su acceso a la tierra no es formal jurdicamente.

    Como gran parte de los semiproletarios hallan acceso a la tierra pormedios informales, apelando a los sistemas de relaciones de parentesco ocomunitarias, estoy de acuerdo con los campesinistas en este punto. Pero nobasta con determinar que existen mltiples formas de acceso a la tierra para poder luego predecir luchas de carcter campesino. Debemos tambinestar en la posicin de determinar el peso especfico de tales relaciones so-ciales, las cuales revisten una gran importancia para la reproduccin mate-rial de los productores agrcolas directos. Dichas relaciones son fundamen-tales para mantener una cultura de tipo campesino.

    Para abundar en este asunto deben tenerse en cuenta las diferencias re-gionales, pues existe gran diversidad en Mxico. Por consiguiente, la repro-duccin se lleva a cabo de diversas maneras, dependiendo del grado de co-mercializacin de las relaciones sociales y la penetracin capitalista. Loscampesinistas al parecer se han sentido obligados por los proletaristas adiscutir en el terreno de stos: en trminos de clase, pero limitando esteconcepto a las relaciones econmicas estrechamente definidas.

    De esta manera, la diferencia entre campesinistas y proletaristas radicaen la manera como cada perspectiva concibe las posiciones econmicas declase. En tanto los primeros enfatizan una cualidad mgica en tener accesoa la tierra, en funcin de que perpetuara la lucha por la tierra, los ltimosse fijan en los salarios como una cualidad igualmente mgica. Una vez que

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  • se hallan presentes los salarios (en por lo menos el 50 por ciento del ingre-so domstico total) los intereses y las luchas deberan volverse proletarios.Si esto no ocurre, prosigue el razonamiento de los proletaristas, es porquela conciencia social est atrasada: existe un problema de falsa concien-cia y por lo tanto las organizaciones revolucionarias son responsables derevelar la verdad a los proletarios desencaminados, para que finalmenteluchen por sus intereses autnticos y revolucionarios. Este razonamientonos lleva claramente a la perspectiva vanguardista de la revolucin confor-me a la cual el partido debe rescatar a las masas y conducirlas a la tierraprometida.

    Los polibios de Michael Kearney

    Antes de pasar a la teora alternativa sobre la cuestin agraria que aqu sepropone, vale la pena examinar la crtica que del debate mexicano ha ofre-cido Michael Kearney en su libro Reconceptualizing the Peasantry (1996). Setrata de un libro sumamente ambicioso, pues su cometido es nada menosque hacer la crtica de la antropologa del campesinado. Puesto que la relevancia del debate mexicano en esta literatura es considerable, Kearneyle presta mucha atencin y de hecho constituye el centro de su discusin.

    La resea que Kearney ofrece de la antropologa del campesinado se-ala que su problema central es el reduccionismo econmico en su anlisisde clases, y argumenta que la posicin de clase rara vez ha sido la base parala construccin de identidades. Parte del problema resulta de la propia reali-dad, o de los actores sociales del campo que Kearney designa como poli-bios (en ingls polybians). Kearney inventa este trmino mediante la extra-polacin del trmino anfibio, el cual representa un ser que puede vivirtanto en el agua como en la tierra. Por analoga, un polibio sera un ser quevive en una pluralidad de situaciones, ya sean actividades de trabajo asa-lariado, produccin artesanal, agricultura, comercio, etctera. Kearneyluego se pregunta, cmo pueden los polibios constituirse y movilizarsepolticamente, con toda esa diversidad de actividades e intereses econmi-cos? Desde su punto de vista, la identidad con mayor promesa de unifica-cin es la etnicidad, la cual enfoca temas sobre derechos humanos, con locual se pueden crear ciudadanos globales, y la ecopoltica, que tambin estransnacional.

    La principal limitacin del argumento de Kearney es que el enfoque desu reflexin son las reas rurales con pueblos indgenas. Por lo tanto, unose pregunta, cmo podran otras poblaciones campesinas, que pueden serigualmente polibias, constituirse en trminos polticos e identitarios si no

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  • tienen una identidad tnica indgena a la cual recurrir? Como veremos apartir del estudio realizado por de Janvry et al. (vase el captulo 4 de estevolumen), menos del 15 por ciento de la poblacin de Mxico es indgena.

    De manera similar, uno se puede preguntar: cmo se constituyen po-lticamente los campesinos de otras regiones indgenas como Chiapas, loscuales no tienen tan altas tasas de migracin internacional como los de Oaxaca (estado en el que se enfoca el estudio de Kearney)? Es inevitablequedar con la impresin de que Kearney, como tantos otros antroplogosantes que l, tiende a generalizar ciertas observaciones a partir de sus comunidades donde hace trabajo de campo para Mxico rural como un todo (en su caso particular, a partir de las zonas indgenas con alta migra-cin, como las de Oaxaca). Cynthia Hewitt de Alcntara ya haba advertidoa los antroplogos contra este tipo de sesgo cuando dijo:

    Tanto los acadmicos extranjeros como los colegas mexicanos han idoa las reas rurales en busca de situaciones que cuadren con sus imge-nes preconcebidas de sitios adecuados para el trabajo de campo, y hanhecho su mejor esfuerzo para ver la realidad local en trminos valida-dos por un conjunto de supuestos adoptados previamente (1984: 178).

    Kearney no se quiere aferrar a supuestos preconcebidos; ms bien, tra-ta de destronarlos. Pero al hacerlo, crea nuevos supuestos que la realidadms amplia del Mxico rural puede no avalar. Si suponemos que la pobla-cin rural de Mxico representa aproximadamente al 30 por ciento de lapoblacin, y que los indgenas son el 12.5-15 por ciento, entonces el an-lisis de Kearney estara dejando fuera por lo menos a la mitad de la po-blacin rural. El problema quedara todava planteado de la siguiente for-ma: Cmo se constituyen polticamente los campesinos mestizos, que nopueden asentar su identidad en una de las etnias autctonas?

    Problemas de investigacin e hiptesis alternativas

    Lo que me inspir en un principio a formular un marco terico alternativopara el estudio de la formacin poltica de las clases fue mi insatisfaccingeneral con las versiones economicistas y el reduccionismo clasista en elmarxismo. Tal insatisfaccin fue ms generalizada en otros mbitos acad-micos durante los debates de los aos setenta y ochenta, resultando en va-rias reacciones tericas, algunas de las cuales rechazaron el marxismo o hi-cieron contribuciones paralelas. Entre las primeras, surgi la perspectiva delos llamados nuevos movimientos sociales (NMS), misma que emergi prin-

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  • cipalmente en Europa. Esta perspectiva representaba una fuerte crtica a lapoltica de izquierda basada en las clases y los partidos polticos, y se pro-nunciaba en favor de una poltica identitaria enraizada en la sociedad civil, en vez de enfocarse en el aparato estatal o la sociedad poltica. Algu-nas expresiones latinoamericanas de esta perspectiva se enfocan en la au-tonoma, los significados y la identidad (Escobar y lvarez, 1992; lvarezDagnino y Escobar, 1998).

    En los Estados Unidos, el debate se dio ms entre socilogos inspiradospor las teoras estructural-funcionalistas que consideraban a los movimientossociales como actores sociales irracionales y los que adoptaban un enfoquebasado en el conflicto social, con influencias principalmente weberianas ymarxistas, para quienes la movilizacin era racional. Entre los ltimos, la teo-ra de la movilizacin de recursos (TMR) puso su principal nfasis en el anli-sis de las organizaciones de los movimientos sociales como actores institucio-nales. A diferencia de la perspectiva de los NMS que se enfocaba en la sociedadcivil, la TMR sigui enfocndose en el examen de la accin de los grupos socia-les en el sistema poltico para lograr sus fines. Dado su nfasis en la organiza-cin, se podra decir que la TMR tiene ciertas influencias del anlisis leninista(Tarrow, 1998: 15).

    Otro desarrollo terico que surgi en los Estados Unidos, y que fue unbuen complemento de la TMR, fue el enfoque de la estructura de las opor-tunidades polticas (EOP). El nfasis principal de esta perspectiva reside enpreguntarse si las instituciones polticas reprimen o facilitan que los movi-mientos sociales cuestionen ciertos problemas estructurales con xito (Jen-kins, 1995). Pare este enfoque, entonces, la pregunta de investigacin es si las instituciones polticas son firmes, inamovibles y coherentes, o bien sipueden abrirse (intencionalmente o no) para ofrecer oportunidades a losmovimientos sociales (Buechler, 2000; Kriesi et al., 1995; Tarrow, 1998;Touraine, 1988. Para un contraste con la discusin en Amrica Latina, va-se Hellman, 1995).

    Como se puede apreciar por la crtica precedente de las posiciones te-ricas en el debate mexicano, la perspectiva de los NMS ha sido una impor-tante fuente para mi anlisis. Y sin embargo, qued insatisfecho con su exa-gerado nfasis en la poltica identitaria y el hecho de que prcticamentedescart el anlisis de cualquier conexin con lo que aqu llamo procesosestructurales de clase, los cuales incluyen no slo las relaciones de produc-cin, sino tambin las relaciones sociales de reproduccin. As pues, las teo-ras de los NMS, en particular las de Laclau y Mouffe (1985), me dotaron deinstrumentos tericos para rechazar el economicismo y el reduccionismoclasista. Adems, fue crucial la crtica de la perspectiva de los nuevos movi-

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  • mientos sociales para enfocarme en la sociedad civil como el lugar de la for-macin poltica de las clases. Tambin me gui esta perspectiva hacia el es-tudio de las culturas regionales como fuente para la formacin de identidadesy, sobre todo, para la articulacin de las demandas de los movimientos.

    Una vez que haba llegado a mi formulacin terica alternativa, me dicuenta de que sta tena paralelos tanto con la teora de la movilizacin derecursos como con la de la estructura de las oportunidades polticas. Comose ver en esta seccin, mi perspectiva enfatiza la formacin de organiza-ciones de clase como elemento crtico en la formacin poltica, tal como lateora de la movilizacin de recursos enfatiza la organizacin de los movi-mientos como variable central. Asimismo, de manera similar a la perspec-tiva de la estructura de las oportunidades polticas (EOP), considero el carc-ter de la intervencin estatal como una parte crtica del proceso. Mientrasque la perspectiva de la EOP enfatiza las estructuras de oportunidades pol-ticas para la accin de grupos o movimientos, sin embargo, mi anlisis seenfoca en averiguar si las polticas estatales son favorables o adversas paralos productores, por un lado, y si tales polticas son el resultado de la ini-ciativa del propio Estado o de la presin, iniciativa y movilizacin de losproductores directos. El contraste principal entre la teora de la EOP y la queaqu propongo, entonces, consiste en que esa teora enfatiza sobre todo unaperspectiva desde arriba: en qu medida existen oportunidades polticasdesde las estructuras estatales existentes? Mi teora, en cambio, tambin sepregunta si los propios movimientos se las agencian para abrir tales opor-tunidades desde abajo y en forzar ciertas polticas estatales en su favor.

    No basta entonces con resolver los problemas de definicin de la estruc-tura agraria al nivel de las relaciones de produccin para determinar la di-reccin o el carcter de la formacin poltica de las clases. Ni basta tampococon encontrar alguna identidad atractiva como la etnicidad para determinaren qu se basarn las movilizaciones. Es necesario estudiar tambin, cuidado-samente, el efecto de al menos otros tres determinantes mediadores para explicar adecuadamente este proceso: las culturas regionales, la intervencindel Estado y los tipos de liderazgo.

    As pues, la pregunta central de investigacin que propongo para tra-tar este asunto es la siguiente: Dada la relacin entre la situacin econmi-ca de los productores agrcolas directos (campesinos, proletarios y semipro-letarios) y su formacin poltica clasista, cules son las determinacionesmediadoras en este proceso? Una vez identificadas, de qu manera estasdeterminaciones dan forma a los efectos polticos? Estas preguntas implicanque con el reduccionismo clasista y un enfoque economicista con los que sederiva el comportamiento poltico a partir de las posiciones de los agentes

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  • sociales en la produccin no puede explicarse adecuadamente el procesode su formacin poltica clasista (Laclau, 1977; Laclau y Mouffe, 1985). Mipropuesta alternativa es que tambin es necesario examinar las culturas re-gionales, la intervencin estatal, y los tipos de liderazgo.

    La formacin poltica de las clases, entonces, se refiere al proceso porel cual los grupos, clases, y comunidades definen sus demandas (o sus ob-jetos de lucha), construyen organizaciones para defender y promover susintereses, y establecen alianzas con otras organizaciones. Estos tres aspectosde la formacin poltica clasista habrn de estudiarse con mayor deteni-miento ms adelante en este captulo. En la siguiente grfica se represen-tan las relaciones causales entre los diversos conceptos de mi formulacinalternativa del problema.

    En tanto que el problema principal del debate sobre Mxico se centraen el aspecto estructural de la relacin entre la posicin de clase y la forma-cin poltica, yo le doy ms importancia al proceso mismo. Adems, no su-pongo que ese proceso lleve inevitablemente a la proletarizacin del cam-

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    Modelo causal alternativo

    Procesos estructurales Mediaciones Resultados

    Posiciones declase/relacionesde produccin:

    acceso a la tierray/o acceso al

    salario

    Relaciones dereproduccin:

    parentesco, etni-cidad, comu-

    nidad

    Intervencindel Estado

    Tipo de liderazgo

    Formacinpoltica clasista

    Cultura regional

    GRFICA 3

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  • pesinado como lo hacen las teoras de la modernizacin y la leninista. Aun-que el proceso sea en efecto de descampesinizacin, la lucha de los produc-tores directos puede resistir con xito a la proletarizacin con uno de dosresultados:

    1. que se afiancen a su posicin de autoempleo campesino o que tratende recuperarla, o bien

    2. que puedan pasar a una nueva forma de lucha agraria centrada enla autogestin y el control democrtico de unidades cooperativas ocolectivas de produccin.

    Ninguna de estas alternativas, sin embargo, es intrnsecamente conserva-dora o revolucionaria, de oposicin o de cooptacin. Hasta aqu slo hemosdiscutido el aspecto de las demandas concretas del movimiento, si se centranen la obtencin de tierra para la produccin parcelaria o cooperativa.

    Antonio Gramsci tambin enfatiz la necesidad de hacer un estudiocomprensivo del anlisis de situaciones y de las relaciones de fuerza para el avance de las clases subalternas. Desde su punto de vista, se requie-re distinguir entre tres momentos o niveles en el anlisis: Primero hay quehacer: Una relacin de las fuerzas sociales, las cuales estn ntimamente li-gadas a la estructura, objetiva, independiente de la voluntad humana, y lacual se puede medir con los sistemas de las ciencias fsicas o exactas(Gramsci, 1971: 180, cursivas del autor, G.O.). Cabe notar que, sobre estepunto, Gramsci meramente parafrasea las ideas de Karl Marx en El capital.En segundo lugar: Un momento subsiguiente es el de la relacin de las fuer-zas polticas; en otras palabras, una evaluacin del grado de homogeneidad,de autoconciencia, y de organizacin logradas por las varias clases sociales(Gramsci, 1971: 181). Si bien estas ideas provienen del anlisis poltico deMarx (1971) en El dieciocho brumario de Luis Bonaparte, Gramsci elabor a par-tir de ellas su teora cultural de la hegemona. El tercer momento es aqulde la relacin de las fuerzas militares, las cuales de tiempo en tiempo llegana ser directamente decisivas (Gramsci, 1971: 183).

    La peculiaridad de la teora revolucionaria de Gramsci para el occiden-te es que l fue ms all de la creencia clsica de que la revolucin tena quepasar por un ataque frontal, militar, y final sobre el Estado. En vez de esto,la nueva estrategia revolucionaria para Gramsci deba basarse en una guerrade posiciones en las diversas trincheras de la poltica y la cultura paraconstruir un proyecto hegemnico alternativo al de la burguesa. Pero unbuen anlisis de situaciones tiene que incluir los tres momentos deli-neados arriba.

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  • Para determinar el carcter general de la lucha, entonces, mucho de-pender tambin de las organizaciones de clase y de las alianzas que se for-men con otros grupos. Las organizaciones de clase se refieren al problemade la representacin de los intereses de grupo, de clase o comunitarios, se-gn sea el caso de cul es su base social concreta. Pueden formarse ya seapor la propia iniciativa de sus agentes de clase para luchar por sus propiosintereses materiales, o bien la clase dominante o alguna de sus fracciones,o el Estado las puede formar o apropirselas. Tal apropiacin de las organi-zaciones de los grupos y las clases subalternas es precisamente el contenidopoltico de los procesos de hegemona en la sociedad civil (Gramsci, 1971; La-clau y Mouffe, 1985), incluso si sta se da por intermediacin de los aparatosdel Estado, como ha ocurrido en Mxico con las organizaciones corporativis-tas afiliadas al PRI (Mackinlay y Otero, 2004).

    Este aspecto de la formacin poltica de las clases tiene que ver con elhecho de que las clases nunca se forman de una vez y para siempre. Tal for-macin es un proceso continuo que supone organizacin y desorganizacin,a veces apropiado por las mismas clases subordinadas y otras formado bajola hegemona de la clase dominante (Poulantzas, 1975). En ocasiones, el ob-jeto de lucha de los movimientos est constituido precisamente por las orga-nizaciones de clase; el Estado o la clase dominante trata de destruir o con-trolar las organizaciones de los grupos o clases subordinados, en tanto estosltimos tratan de construir o recuperar el control sobre sus organizaciones.

    El proceso de formacin poltica de las clases, adems, est limitado ensu aspecto organizativo por las capacidades estructurales para la lucha(Wright, 1978). stas consisten en el mbito material en que las clases su-balternas producen sus medios de subsistencia, incluyendo las relacionessociales en la produccin (Burawoy, 1979). Tal mbito puede ser conducen-te a la unificacin y la formacin de organizaciones para la lucha o puedealentar la fragmentacin de los productores directos inhibiendo su organi-zacin. Ha llegado a ser lugar comn, por ejemplo, considerar que los tra-bajadores industriales tienen capacidades estructurales que facilitan su for-macin poltica clasista. ste fue un supuesto de Karl Marx en El dieciochobrumario de Luis Bonaparte, donde contrastaba la cooperacin entre los obre-ros en el proceso de produccin capitalista, con la dispersin del campesi-nado parcelario en Francia, lo cual dificultaba su unificacin como clase. Elambiente fabril permitira a los obreros unirse y definir conjuntamente susintereses de clase, lo que a su vez facilitara la formacin de organizacionespara la lucha en pos de tales intereses (Wright, 1978).

    Por otro lado, tambin se acostumbra decir que los campesinos consti-tuyen una clase con incapacidad estructural para la lucha, refirindose a su

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  • aislamiento en el proceso laboral. Al respecto, la referencia ms popular esMarx (1971), quien afirma que mientras que los campesinos compartenuna posicin semejante en el proceso laboral como poseedores individua-les de la tierra lo que los constituye en clase en s son incapaces de for-mar organizaciones polticas (clase para s) que trasciendan el nivel localdebido a su gran dispersin en ese proceso. De ah que necesiten a un Bo-naparte que los represente.

    Los campesinos de diferentes partes del mundo o de diferentes regio-nes de un pas, sin embargo, pueden tener capacidades estructurales distin-tas dependiendo de las diferentes historias y culturas de los pueblos o re-giones en que se desarroll cada grupo. En algunas de ellas, las relacionessociales de reproduccin pueden tejer apretadas redes comunitarias y, porende, una cultura de solidaridad equivalente a una capacidad estructural.Se convierte este asunto, entonces, en una pregunta emprica: si los campe-sinos tienen en su mbito una capacidad o incapacidad para la formacinpoltica clasista. Dichas capacidades, pues, no se tratan de algo intrnseca-mente determinado por las posiciones estructurales de las clases; otras de-terminaciones sociales y culturales afectan las capacidades estructurales de clase. En Mxico, las tradiciones tnicas y comunitarias de los tiem-pos prehispnicos, as como los ejidos contemporneos en ciertos casos,pueden constituir, ms que incapacidades, capacidades estructurales de cla-se. En la medida en que tales instituciones y tradiciones culturales puedanunir a los campesinos, facilitarn la formacin de sus organizaciones clasis-tas para la lucha.

    Con esta definicin del problema de investigacin, enseguida presentouna discusin terica ms a fondo de los conceptos que entraa mi enfo-que. Primeramente se definir cada aspecto de la relacin representada enla grfica 3, entre los procesos estructurales de clases y la formacin poltica de las clases. A continuacin se harn consideraciones sobre losconceptos de las variables que participan en esa relacin: cultura regional,intervencin del Estado y tipos de liderazgo.

    Los procesos estructurales de clase

    Con el desarrollo del capitalismo surge una creciente mercantilizacin dela fuerza de trabajo y una separacin de los productores directos de sus me-dios de produccin. Como este proceso se estudiar ampliamente en el ca-ptulo 3, por el momento dar por sentado qu supone la mercantilizacinal nivel estructural en este anlisis. No obstante, conviene hacer algunasaclaraciones:

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  • Primera, no quiero decir que cada estrato de los productores agrcolasdirectos constituya necesariamente una clase. Mi inters principal resideno tanto en las fronteras estructurales de las clases como en su formacinpoltica y en cmo este proceso confronta determinaciones que trasciendenel problema de la posicin de clase definida en el mbito de las relacionesde produccin.

    Segunda, utilizo el trmino productores agrcolas directos para refe-rirme simultneamente a campesinos, trabajadores agrcolas y semiprole-tarios. Es un concepto amplio que abarca todos los agentes de la produc-cin, independientemente de su posicin especfica en las relaciones deproduccin. Cuando hay que especificar precisamente los procesos es-tructurales de clase, sostengo que las relaciones sociales de reproduccintambin deben ser estudiadas de manera sistemtica. Slo as podremosexplicar los intereses econmicos y los procesos culturales al margen delas posiciones de clase estrechamente definidas por su posicin en las re-laciones de produccin.

    Tercera, la diferencia entre la posicin de clase y la reproduccin sepuede ver de la siguiente manera: la posicin de clase se refiere sobre todoa las relaciones entre explotadores y explotados, como entre los poseedores delcapital y los asalariados, cuando existe una relacin de explotacin. De otraforma, como en la produccin campesina, por ejemplo, la posicin de cla-se se refiere a las formas especficas en que los productores directos se alle-gan sus medios de subsistencia. Por otra parte, las relaciones sociales de re-produccin se refieren mayormente a las relaciones entre los explotados. En elcaso de los campesinos, las relaciones de produccin y reproduccin coinci-den en buena medida, y su explotacin en el contexto capitalista est gene-ralmente mediada por el mercado. Para los campesinos, sin embargo, laproduccin se da sobre todo en el mbito familiar en tanto que las relacio-nes sociales de reproduccin son ms abarcadoras e incluyen las relacionesde parentesco y comunitarias. En el caso de los trabajadores asalariados, lasrelaciones de reproduccin se refieren a aquellas a las que se dedican fueradel trabajo, al reproducir su propia capacidad laboral y la de sus familiares:sus relaciones en el hogar, la vecindad o la comunidad, etctera. Para los se-miproletarios o trabajadores del campo, las relaciones de reproduccin sonesenciales: entraan todo un sistema de relaciones, sobre todo fuera delmercado, con base en las cuales se allegan importantes complementos a susubsistencia y supervivencia. En tanto que los campesinos solventan su repro-duccin mediante el acceso a la tierra y los trabajadores a travs del acceso alsalario, en relacin directa con la produccin, los semiproletarios deben ate-nerse fundamentalmente a las relaciones sociales de reproduccin.

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  • Sobre la base de obras anteriores acerca de la produccin mercantilsimple (PMS), que usan la economa poltica para especificar sus caracters-ticas, Gavin Smith (1989) intenta una teorizacin similarmente general so-bre las relaciones no-mercantilizadas de la PMS para movilizar la fuerza detrabajo. l propone que las relaciones no-mercantilizadas son por lo menostan importantes como las mercantilizadas para la especificacin del carc-ter de la PMS. Por lo tanto y de manera similar, yo sostengo que un anlisisde los procesos estructurales de clase debe dar cuenta de las relacionessociales de reproduccin de forma sistemtica.

    La especificidad estructural de los semiproletarios es que se debatenentre el acceso a la tierra y el acceso a los salarios, pero ninguna de estasfuentes de ingreso basta para la reproduccin completa de su fuerza de tra-bajo. El peso relativo de cada forma y base de reproduccin tiene induda-ble repercusin en el tipo de cultura y de luchas polticas que emprendenlos semiproletarios, porque cada una supone procesos laborales y de pro-duccin diferentes que entraan relaciones sociales diversas. El peso relati-vo de cada forma de produccin y reproduccin se relaciona claramentecon el tiempo invertido en cada esfera, y con la seguridad relativa que pro-porciona cada tipo de sistema de produccin: trabajo asalariado y produc-cin campesina. Por lo tanto, asignar simplemente a familias con ms del50 por ciento de sus ingresos a categoras de clase proletaria, por ejem-plo, se vuelve engaosamente arbitrario. Este mtodo slo aplica el aspec-to cuantitativo a un problema cualitativo extremadamente complejo, yenturbia procesos culturales importantes que intervienen en los efectospolticos.

    La formacin poltica de las clases (FPC)

    Del anterior razonamiento podemos concluir que el proceso de forma-cin poltica de los productores directos no puede deducirse tan slo dela posicin de clase. La formacin poltica clasista es un proceso sobrede-terminado y multidireccional cuyo carcter est definido por al menostres aspectos:

    1. los diversos contenidos de las demandas y objetos de las luchas; 2. el carcter de las organizaciones de clase creadas para defender y pro-

    mover los intereses de clase; y 3. el hecho de que las organizaciones sean o no sean independientes del

    Estado y la clase dominante, y autnomas o no de otras organizacio-nes o partidos polticos, lo cual condiciona las alianzas.

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  • Atendamos en primer trmino las demandas y objetos de las luchas.A pesar de la heterogeneidad de las posiciones econmicas de clase queexisten en el campo mexicano, la mayor parte de los conflictos rurales sehan centrado en la tierra. Sin embargo, esta demanda puede adquirir con-tenidos sociales o de clase muy diferentes, dependiendo de cmo se articu-le con otras demandas, por ejemplo, la demanda de otros medios de pro-duccin o la apropiacin del proceso productivo. Las demandas de tipocampesino, limitadas a la tierra para la produccin familiar autnoma, de-bern distinguirse de las luchas de carcter poscapitalista. Estas ltimaspresuponen tambin luchas por la tierra, pero se ven acompaadas de lademanda por el control sobre el resto de los medios de produccin y el con-trol democrtico del proceso productivo en general por parte de los pro-ductores directos (Otero, 1990).

    En lo que respecta al carcter de la organizacin de clase, este libro seenfoca en tres tipos de resultado poltico: hegemnico-burgus, de oposi-cin, y popular-democrtico. Las organizaciones de clase de tipo hege-mnico-burgus son aquellas promovidas por una fuerza poltica al mar-gen de la clase cuyos intereses representa formalmente. En Mxico, estafuerza poltica se ejemplifica mejor en las organizaciones de masas forma-das desde arriba por el Partido Revolucionario Institucional o PRI, que hasido durante el siglo XX, por as decirlo, el arma poltica del propio apa-rato del Estado (Mackinlay y Otero, 2004).

    Las organizaciones de clase opositoras son las que representan el inte-rs de sus agremiados, independientemente de quines sean stos (campe-sinos, proletarios u otros), y son formadas con independencia del aparatoestatal y la clase dominante segn se manifiesta en las demandas concretasde su lucha o movimiento social, y con autonoma de otras organizacioneso partidos polticos. Las organizaciones opositoras generalmente son unaforma reactiva de resultado poltico, en respuesta a las intervenciones esta-tales adversas. Aunque su carcter opositor supone una prdida de hege-mona y control para el Estado y la clase dominante, dichas organizacionesson incapaces de imponerle al Estado sus propias demandas.

    Finalmente, las organizaciones de clase de tipo popular-democrticoson una variante exitosa de las opositoras cuando stas pueden influir enciertas polticas estatales a su favor, manteniendo (o recuperando) su inde-pendencia respecto del Estado y la clase dominante y su autonoma respec-to a otras organizaciones o partidos. La proliferacin de organizacionespopular-democrticas dentro del Estado capitalista indicara que un pro-yecto hegemnico alternativo al burgus est en vas de emerger y conso-lidarse.

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  • Una vez formadas las organizaciones de clase, el problema pasa a ser sipueden retener su independencia y autonoma respecto del Estado y la clasedominante. En este punto, se vuelve importante el factor del liderazgo, comose mencion en el captulo 1. ste es el caso, sobre todo, en un pas como Mxico, donde han abundado los caudillos (hroes militares carismticos) yexiste una cultura poltica muy orientada al culto a la personalidad con po-ca, aunque creciente, participacin directa de las masas en la poltica. Los l-deres democrticos, con estrechos vnculos y responsables con sus bases, sonlos que tienen las mejores posibilidades de influir en la retencin de la inde-pendencia y autonoma poltica de la organizacin clasista.

    As pues, en cuanto a resultados polticos, los objetos de la lucha sonms importantes que la ubicacin de clase para determinar el carcter delas luchas y las organizaciones resultantes, ya sea que los productores direc-tos planteen reivindicaciones campesinas, proletarias, campesino-empresa-riales, poscapitalistas o de tipo tnico-cultural. Aqu he de considerar tam-bin, sin embargo, el carcter de las organizaciones para la lucha y lasalianzas que han establecido desde los aos treinta. La explicacin quepropongo, ms que un argumento economicista basado en posiciones declase estrechamente definidas, pone de relieve las culturas regionales, lasformas de intervencin del Estado y los tipos de liderazgo de los movimien-tos agrarios. En tanto que las culturas regionales determinan las demandasde la lucha, la intervencin estatal conforma en gran medida el carcter delas organizaciones de clase, mientras que los tipos de liderazgo influyen enel grado en que las organizaciones resultantes mantienen su independen-cia y autonoma respecto del Estado y la clase dominante.

    Cultura, intervencin estatal y liderazgo

    Veamos ahora las determinaciones que intervienen en el proceso de la for-macin poltica de las clases. El Estado y la cultura tienen repercusionessimultneas de varios tipos pero, a fin de hacer ms sencilla la exposi-cin, me ocupar de cada una a la vez. Los tipos de liderazgo, podraplantearse, dependen en gran medida de las propias culturas regionales.Pero como hay una diversidad de tipos de liderazgo dentro de una eco-noma poltica regional dada, debera estudiarse el efecto de cada uno enparticular. Debo aclarar que es sta la variable que ha sido menos estudia-da entre todas, y que repar en ella una vez concluida la investigacin y nodurante la fase de planeacin. El efecto de los tipos de liderazgo es, por lotanto, el aspecto menos elaborado en trminos tericos, aunque se discuteen cada estudio de caso en forma concreta.

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  • Procesos estructurales de las clases y cultura

    En antropologa y sociologa, el concepto de cultura es un asunto contro-vertido (Keesing, 1976; Silverman, 1979). Entre los muchos autores que lohan definido, estn quienes, como Clifford Geertz (1973), ven la culturacomo un reino de ideas y normas, valores y significados; y otros, como Ju-lian Steward (1967), que definen el concepto ms ampliamente como elestilo de vida total, incluidos los aspectos de organizacin social. Existenotras importantes diferencias entre estas definiciones como, por cierto, otrasdefiniciones, pero para nuestros propsitos adoptaremos la definicin msrestringida de Geertz. Esta definicin me permitir separarla analticamen-te de la organizacin social o lo que he llamado procesos estructurales declase. Geertz define cultura y estructura social de la siguiente manera:

    En el nivel [cultural] existe el marco de creencias, smbolos expresivosy valores en trminos de los cuales los individuos definen su mundo, ex-presan sus sentimientos y hacen sus juicios; en el nivel [social] est elproceso en marcha del comportamiento interactivo, a cuya forma per-sistente llamamos estructura social. La cultura es el marco de significa-dos en funcin del cual los hombres interpretan su experiencia y orien-tan sus actos; la estructura social es la forma que adopta la accin, elverdadero sistema de relaciones sociales (Geertz, 1957, citado por Kee-sing, 1976: 143).

    Ahora que se ha elegido una definicin de cultura en el nivel ms abs-tracto, elaborar conceptos ms concretos en relacin con la manera como lacultura condiciona los objetos de la lucha en contextos histricos particulares.En la grfica 3 (p. 41) plante la relacin causal entre los procesos estruc-turales de clase y la cultura, aunque sin intencin de teorizar al respecto.(sta es la razn de que se dibuje una lnea discontinua entre ambos con-ceptos: porque estn relacionados pero de manera indeterminada.) Sobreesta relacin slo pueden hacerse suposiciones muy cuidadosas, mante-niendo en la definicin una independencia relativa de la cultura respectode la estructura social o la esfera de la interaccin social.

    Margaret S. Archer (1996) ha identificado tres formas bsicas de fusino amalgamamiento (conflation) en el anlisis cultural, que impiden separaranalticamente la accin independiente, ya sea de la cultura, de la interac-cin social o la estructura, o bien de ambas esferas. La primera de estas for-mas de amalgamamiento, que Archer llama fusin hacia abajo, se originen la antropologa pero luego se llev hasta la sociologa. Se le podra lla-

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  • mar determinismo culturalista y consiste en pensar que la cultura imponelas fronteras dentro de las cuales se da la accin humana. La segunda, fu-sin hacia arriba, que se podra llamar tambin estructuralismo, se originen versiones simplificadas del marxismo. Archer la llama fusin hacia arri-ba puesto que en ella se invierte el orden de la determinacin. En este casoel sistema cultural sera una reflexin o epifenmeno de la interaccin so-ciocultural. Los escritos del propio Marx, sin embargo, permiten un anlisisms matizado que da la posibilidad de que el sistema cultural pueda incidirdialcticamente en la interaccin sociocultural. Es decir, no todo lo determi-na la base o la estructura econmica. El tercer enfoque amalgamador de m-bitos lo representa la teora de la estructuracin de Anthony Giddens (1976,1984). Archer lo llama fusin central dada su tendencia a negar la accinindependiente del sistema cultural y de la interaccin sociocultural por me-dio de su amalgamiento o fusin. Si se amalgaman la cultura y la interaccinsociocultural, entonces renunciamos a la posibilidad de examinar los efectosrecprocos entre los dos mbitos a travs del tiempo. Por tanto, mientras queel fusionismo hacia arriba o hacia abajo equivalen a conceptuar ya sea la cul-tura o la interaccin como epifenmeno de la otra, el fusionismo central lesniega su autonoma o independencia al afirmar su constitucin mutua. Si sedesea un enfoque terico adecuado, que capte la influencia recproca entrelas dos entidades de la vida social, entonces tenemos que asignar cierta au-tonoma o independencia relativa a cada una.

    Con estas aclaraciones acerca de las definiciones de cultura y procesosestructurales de las clases, voy a referirme ahora a ciertos supuestos quepropongo respecto de la relacin entre el desarrollo capitalista y las cultu-ras campesinas. El primer supuesto es que, en general, la cultura campesi-na decae con el desarrollo de las relaciones sociales capitalistas. Esta deca-dencia, sin embargo, posee una temporalidad diferente de la del desarrollocapitalista. No es raro, pues, encontrar trabajadores asalariados de segundao tercera generacin que conserven una cultura campesina y enarbolen lu-chas polticas para recuperar su condicin campesina. Tal persistencia de lacultura campesina, sin embargo, no ocurre en el vaco. Generalmente re-quiere del contacto continuo de los agentes sociales con el medio campe-sino, si no en sus posiciones de clase inmediatas, al menos en sus relacio-nes sociales de reproduccin. Entre estas ltimas no slo se consideran lasrelaciones domsticas y de parentesco, sino tambin las comunitarias ylas tnicas.

    El segundo supuesto contiene varias aclaraciones acerca del conceptode cultura campesina. En primer lugar, reconozco la existencia de ms deun tipo de cultura campesina, dependiendo de si tiene rasgos comunita-

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  • rios, tnicos, de pequeos campesinos parcelarios (orientados hacia la sub-sistencia) o de campesinos-empresariales (orientados hacia el mercado).Los campesinos-empresariales los defino como productores autnomos,dentro de la produccin mercantil simple, autoempleados que usan lamano de obra familiar y que contratan cantidades limitadas de fuerza detrabajo asalariada. El concepto tiene cierta equivalencia con el de kulaksusado por Lenin (1967), exceptuando las connotaciones satnicas que esteltimo trmino lleg a adquirir en los aos iniciales de la Revolucin rusa.Los rasgos tnicos y comunitarios generalmente se traslapan en las regio-nes centro-sur y sureste de Mxico, mientras que la cultura campesino-em-presarial, bien que de manera dbil, se desarroll en el norte, sobre todoen la ltima parte del siglo XIX. De ah que la cultura campesina no puedaconcebirse como una realidad nica u homognea.

    El tercer supuesto es que la especificidad de cada tipo de cultura campe-sina tiene sus races en las condiciones materiales de produccin y reproduc-cin en que se desarrolla, no obstante lo cual conserva respecto de ellas unaautonoma relativa, como se indic arriba. Ann Swidler (1986) ha proporcio-nado un argumento persuasivo en favor de la influencia de la cultura sobrela accin. Dice que la accin no est gobernada ni por los intereses ni por losvalores. Las dos perspectivas que sostienen estas proposiciones (fusionismohacia abajo y hacia arriba en trminos de Margaret S. Archer) fallan por suexcesivo nfasis en el acto unitario, dice Swidler. En vez de pensar que las ac-ciones se deciden una por una, Swidler propone la siguiente perspectiva: Laaccin est necesariamente integrada dentro de ensamblajes ms amplios,llamados aqu estrategias de accin. La cultura tiene un papel causal in-dependiente puesto que conforma las capacidades desde las cuales se cons-truyen tales estrategias (1986: 276-277). Las estrategias de accin, diceSwidler, incorporan y dependen de los hbitos, los estados de nimo, las sen-sibilidades, y las visiones del mundo. Yo agregara que todo esto se sostieneprincipalmente por las relaciones sociales de reproduccin especficas en lascuales estn inmersos los agentes sociales.

    Desde la perspectiva del reduccionismo clasista, parecera que una vezque la produccin campesina ha entrado en un proceso de disolucin inmi-nente, los intereses de los productores directos se identificarn con aqullosdel proletariado. Incluso autores como Luisa Par tienden a propugnar laidea de que los semiproletarios estn ms cerca de los intereses del prole-tariado agrcola y que, por lo tanto, sus luchas deberan centrarse en este tipo de demandas. Cuando no ocurre as, ellos explican esta falla en virtudde un supuesto problema de falsa conciencia de los productores directos(Lara, 1979; Tern, 1976).

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  • Existen muchas luchas agrarias en Mxico que se han documentadocomo luchas especficamente campesinas en el siglo XX, y en la mayora deestos casos los agentes de la lucha han sido proletarios o semiproletariospor lo que hace a su posicin de clase. As pues, si se tiene una comuni-dad o un pueblo en que predomine una economa de tipo campesino, auncuando la mayora de los productores pierdan sus tierras y se vuelvan se-miproletarios durante aos enteros (a menudo por ms de una genera-cin), debido a sus relaciones sociales campesinas y a su cultura seguirnaorando su condicin campesina perdida, tanto conductual como psico-lgicamente. De esta forma, pese a los cambios de posicin de clase, pue-den mantenerse durante mucho tiempo los valores ms importantes de lacultura campesina. Y esto ocurre no slo porque los valores (en gene-ral) sean duraderos, sino porque multitud de aspectos de la reproduccinsocial siguen constituyendo una base material para que subsistan dichosvalores y cultura campesinos.

    Por lo tanto, dados los supuestos arriba planteados, las formas cultura-les variarn entre los productores directos del campo de acuerdo con el gra-do de desarrollo capitalista. Es decir que, mientras ms desarrollado est elcapitalismo, se crearn ms posiciones de clase con acceso al salario. Y es-te proceso generalmente entraar la decadencia de la cultura campesina,aunque no de manera lineal. La interrogante entonces sera: en los contex-tos en los que decae la cultura campesina, qu es lo que la reemplaza en-tre los productores agrcolas directos? Mi propuesta es que la cultura cam-pesina en decadencia no se reemplaza necesariamente por lo que podra-mos llamar una cultura capitalista, esto es burguesa o proletaria; msbien, en la mayora de los casos seguir prevaleciendo una cultura no ca-pitalista entre las clases subalternas del campo.

    Alistair Davidson (1984) ha ofrecido un argumento convincente de quedurante los aos veinte, pero principalmente durante los treinta, AntonioGramsci modific su interpretacin desarrollista del campesinado. Asimis-mo, vio que la cultura popular contena elementos de la cultura hegemni-ca, pero tambin de una cultura no capitalista sobre la cual los marxistaspodran basarse para incorporar al campesinado en un nuevo proyecto he-gemnico de las clases subalternas aliadas. Su nueva estrategia supona losiguiente:

    1. el campesinado seguira siendo una fuerza poltica significativa en elfuturo previsible;

    2. sus valores y creencias tendran por tanto que incorporarse a cual-quier teora marxista de la transicin al socialismo; y

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  • 3. el desarrollismo y la modernizacin se tendran que reexaminar como parte de una estrategia marxista (Davidson, 1984, 139).

    Si bien Gramsci ha sido considerado como el Lenin de las formaciones capi-talistas avanzadas, estas observaciones generales son especialmente relevan-tes para sociedades del Tercer Mundo, a la vez que claramente representanuna revisin de la teora leninista.

    Ahora bien, la cultura no capitalista puede ser al menos de dos tipos: deorientacin no-mercantil, como las culturas campesino-parcelarias, tnicas o comunitarias; o de orientacin mercantil, como la de los produc-tores mercantil-simples, o lo que he llamado campesinos-empresariales. Tam-bin puede decirse de los productores directos poscapitalistas, con sistemasautogestionarios y de produccin cooperativa y democrtica, que compartenuna cultura no capitalista aunque orientada al mercado. Cuando digo que lacultura campesina decae, entonces, me refiero al tipo de cultura no capita-lista de orientacin no-mercantil; es decir, a la de los campesinos parce-larios orientados hacia la produccin de subsistencia.

    La emergencia de una cultura de orientacin mercantil, aunque no ca-pitalista, sigue presentando elementos de resistencia al capitalismo con loscuales los productores directos se oponen a la proletarizacin. Las dos al-ternativas principales a la proletarizacin produccin campesino-empre-sarial y poscapitalista preservan el valor de retener la autonoma frente alEstado y la burguesa agrcola en la produccin. La principal diferencia en-tre estas alternativas es que los campesinos-empresariales tambin valoranla produccin organizada a partir de la familia individual, en tanto que losproductores poscapitalistas valoran la produccin cooperativa, autogestio-naria o las formas colectivas y democrticas de organizacin. Mi argumen-to es que este ltimo valor cultural puede surgir en un punto en que la coo-peracin dentro del proceso laboral capitalista ha llegado a formar parte dela experiencia cotidiana de los productores directos durante largos periodosy a travs de varias generaciones. Se dara aqu una contradiccin dentrodel capitalismo. A la vez que este modo de produccin aumenta su eficien-cia mediante la organizacin cooperativa del proceso productivo, preparatambin las condiciones culturales para su trascendencia en formas posca-pitalistas de produccin.

    Me referir brevemente a la teorizacin que James Scott propone res-pecto a la hegemona y la cultura campesina (1977), en la que cae en elerror opuesto del leninismo: mistifica el papel de la cultura en lo que con-cierne al campesinado. Si bien su anlisis especfico de los elementos cultu-rales de los campesinados del Tercer Mundo suele ser muy penetrante

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  • (Scott, 1976, 1990), este autor postula que la cultura campesina, entre las subculturas de las clases subordinadas es la nica que puede llevar a loscampesinos a las rebeliones o revoluciones ms radicales. Scott contrasta las bases materiales de proletarios y campesinos para lograr su independenciacultural y concluye que la dependencia de los proletarios respecto de los sa-larios y, en general de los capitalistas, los vuelve ms vulnerables a la cultu-ra hegemnica. En contraste, la relativa autonoma econmica de los cam-pesinos facilitara la creacin de una fuerte subcultura de clase al margende los dictados de las instituciones dominantes (1977: 277). Scott procedea equiparar los valores campesinos con el radicalismo campesino: lejos dequedar en desventaja, los valores obsoletos de los campesinos y su orienta-cin local bien pueden ser la fuente de su accin radical (1977: 281).

    El problema con Scott es que no analiza la secuela de las rebeliones nisi los campesinos realmente se las arreglan para trascender el capitalismoa fin de cuentas o si son asimilados despus de conseguir ciertas concesio-nes. Cuando llega a hablar de secuelas de las rebeliones, en un par de ora-ciones, se ve forzado a reconocer que la mayor parte de las rebeliones y revo-luciones campesinas han acabado por fracasar, pero atribuye este resultadono a la cultura sino a un problema de tctica y estrategia. En resumen, paraScott la condicin para la rebelin y la revolucin es una cultura aislada quepueda estar bajo resguardo de la hegemona aun cuando, paradjicamente,dicha rebelin termine en la derrota. Desde esta perspectiva, pues, mientrasms se desarrolla el capitalismo y se implantan los procesos de comercializa-cin, las revoluciones se vuelven menos viables, en la medida en que los cam-pesinos quedan ms a merced de la hegemona burguesa. Por el contrario, lasrevueltas inspiradas por una cultura campesina independiente probablemen-te llevaran a la derrota a quienes las emprendan.

    Creo que los casos mexicanos que se analizarn aqu hablan claramenteen contra de la teora cultural de Scott: el aislamiento no es requisito para quesurjan y se desarrollen las culturas no capitalistas. Como he argumentadoms arriba, las culturas de orientacin mercantil, aunque no capitalistas,pueden tambin ser viables para resistir eficazmente al capitalismo e inclu-so trascenderlo, al menos dentro del mbito inmediato de las relaciones deproduccin, aunque no en las relaciones sociales ms amplias.

    Desde mi perspectiva trato de ofrecer una sntesis de dos enfoques: losque consideran crucial definir a las clases econmicamente, y aquellos queprivilegian la cultura en sus explicaciones. En lo que se refiere al campesi-nado, Hamsa Alavi fue uno de los primeros estudiosos contemporneos quesugirieron la mediacin cultural en su contribucin terica al primer nme-ro de The Journal of Peasant Studies (1973). Ms tarde James Scott se convir-

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  • ti en el exponente principal de la cultura como dimensin clave en los estudios agrarios (1976, 1985, 1990).

    Para el caso de Mxico, Claudio Lmnitz-Adler dio una respuesta ma-terialista a los anlisis posestructuralistas de la cultura y la identidad, conraces en la existencia emprica y espacial de las clases y los grupos tnicosen el mbito regional. Uno de los conceptos sustantivos que propone es elde cultura regional, el cual define como la cultura internamente diferen-ciada y segmentada que producen las interacciones humanas dentro de unaeconoma poltica regional (1992: 22). Este concepto de cultura, a diferen-cia del concepto ms general de cultura de clases, est limitado por el es-pacio. La cultura de clases es un concepto no-espacial que rara vez corres-ponde a un conjunto especfico de prcticas culturales que se observen enel campo. Las clases se hallan en una compleja relacin espacial con otrasclases que corresponde a las variaciones en la cultura de la clase. Con baseen su estudio monogrfico de Morelos, estado que limita con el oeste dePuebla, Lmnitz-Adler generaliza sobre qu tipos de cultura son residuales,emergentes o dominantes en esa regin: desde la perspectiva de la econo-ma poltica regional, los ncleos culturales campesinos son residuales, losncleos de la clase obrera son emergentes y los ncleos pequeo burguesesson dominantes (1992: 39).

    En el Mxico rural, ms generalmente, pese a la heterogeneidad de po-siciones econmicas de clase que existe entre los agricultores, la mayor par-te de los conflictos rurales se ha dado en torno a la tierra como objeto delucha, aunque frecuentemente planteados como asuntos tnicos (Schryer,1980, 1990). Sin embargo, esta demanda puede adquirir muy diversos conte-nidos de clase o sociales dependiendo de cmo se articule con otras deman-das, lo cual est determinado en buena medida por las culturas regionales. Lasdemandas de tipo campesino, por ejemplo, limitadas a la tierra para la pro-duccin familiar autnoma, deben distinguirse de las luchas aparejadas a lademanda del control del resto de los medios de produccin y el control de-mocrtico de los procesos de produccin en general por parte de los pro-ductores directos. Estas ltimas demandas entraan la expansin del mbi-to de la lucha democrtica a la esfera de la produccin, por lo que hace ala toma de decisiones y la distribucin del excedente econmico.

    Carcter de las intervenciones del Estado

    En el Mxico posrevolucionario, el aparato estatal ha desempeado unafuncin principal en la orientacin del desarrollo capitalista en el campo.Ha combinado su poder coercitivo y represivo con medios para obtener

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  • consenso. Las polticas agrarias del Estado mexicano se han orientado ha-cia dos metas fundamentales: fomentar el desarrollo capitalista de la agri-cultura como medio de apoyar el proceso de industrializacin, y apaciguarel descontento poltico en el campo al tiempo que se obtiene consenso y le-gitimidad para los regmenes posrevolucionarios. La importancia que se haotorgado a estas metas aparentemente contradictorias entre s ha dependi-do de varios factores, el principal de los cuales ha sido la correlacin de lasfuerzas de clase en las diferentes regiones de Mxico. Es decir que, depen-diendo de los grupos y clases contendientes y de sus fuerzas relativas, elaparato estatal ha ideado diferentes tipos de intervencin introduciendo amenudo variaciones regionales a la norma nacional de la poltica estatal.

    Como habr de demostrar, las intervenciones del Estado a veces surtenel efecto de fortalecer a la burguesa agrcola a pesar de que esto ocurra aexpensas de los productores directos y con prdida de legitimidad; en otrascoyunturas, sin embargo, el Estado se ve forzado a responder a las deman-das de los productores agrcolas directos, aunque puedan afectarse negati-vamente los intereses de algunos representantes de la burguesa agrcola.De esta forma, no debera verse al Estado como una entidad monoltica quesiempre produce los mismos efectos a travs de sus intervenciones.

    Tal ambigedad de las intervenciones estatales est determinada por lanaturaleza variada de sus metas. Como ya se dijo, el aparato estatal debeocuparse de fomentar el desarrollo capitalista o la acumulacin de capital,pero tambin de mantener el consenso y la legitimidad de los regmenesposrevolucionarios. De esta forma, no siempre es posible apaciguar las in-quietudes polticas en el campo mediante la represin, aun cuando desdeel punto de vista econmico esto fomentara el desarrollo capitalista. Elaparato estatal, adems, se ve a veces forzado a responder favorablementea las luchas y demandas agrarias de las clases subordinadas, y a poner enprctica polticas agrarias que las favorecen, como la redistribucin de latierra. Las ms de las veces, tales polticas favorables se explican por la fuer-za de la movilizacin de masas y no por las actitudes populistas de los reg-menes estatales. En otras palabras, los determinantes de la poltica estatalno son slo los agentes que controlan el aparato estatal, sino tambin quie-nes intervienen en las movilizaciones populares.

    En contraste con mi punto de vista, algunos autores indebidamenteconfieren al Estado un alto grado de autonoma respecto a la planeacin desus polticas. Steven Sanderson (1981), por ejemplo, postula generalmenteque la de redistribucin de tierras durante el rgimen de Luis Echeverra(1970-1976) se dio por iniciativa estatal. Sin embargo, el principio de esteperiodo se caracteriz precisamente por el surgimiento de movilizaciones

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  • campesinas en varias regiones de Mxico (Bartra, A., 1979b). Pero, paraSanderson, las intervenciones favorables del Estado deben verse como po-lticas populistas de concesin, como si toda la determinacin residiera enel propio Estado y el movimiento campesino no pudiera tener la iniciativa.

    Desde el punto de vista de sus resultados, considero que las interven-ciones estatales pueden ser dainas o favorables para la reproduccin delos productores directos. Son dainas cuando se orientan hacia el fomentodel desarrollo capitalista a expensas de los productores directos. En este caso,las organizaciones de clase resultantes de tales procesos asumirn un carcterde oposicin, como ya se ha indicado anteriormente. Por el contrario, laspolticas favorables sern aquellas ejercidas para apoyar o ampliar la basede subsistencia de los productores directos. Pueden adoptar la forma de redistribucin de la tierra, pero tambin la de ampliacin de las oportuni-dades de empleo asalariado. Las ltimas son claramente compatibles conel desarrollo capitalista a la vez que favorecen a los productores directos.As, las polticas favorables no siempre se ponen en prctica a expensas dela burguesa agrcola (otro ejemplo es la distribucin de tierras federalesa los productores directos). Las intervenciones estatales favorables, por lotanto, deben analizarse considerando dos tipos por separado:

    1. polticas estatales que favorecen a los productores directos a expen-sas de que stos pierdan el control de sus organizaciones de clase, lascuales se las apropiara el Estado, o seran cooptadas y pasaran aconsolidar la hegemona burguesa; y

    2. polticas estatales que se le imponen al Estado desde abajo, a travsde la iniciativa, la fuerza y movilizacin de los productores directosque seran capaces de mantener su independencia y autonoma en elcontrol de sus organizaciones de clase, lo cual les confiere un carc-ter popular-democrtico.

    Tipo de liderazgo y modos de participacin de las bases

    Existen cuando menos tres tipos de dirigente en los movimientos agrarios:Primero, el carismtico-autoritario, cuyo inters fundamental es mante-ner el control personal del movimiento. En este caso, los modos de partici-pacin se enfocan en incluir a las masas para manifestar el apoyo polticoen relaciones tpicamente clientelares. Ms all de esto, las masas no inter-vienen mucho en la poltica cotidiana de la organizacin.

    Segundo, el (rara vez la) dirigente corrupto-oportunista es el que,aunque preocupado por defender los intereses que representa, puede po-

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  • ner en peligro los intereses de largo plazo de la organizacin, particular-mente aqullos concernientes a su independencia y autonoma estratgicas.Para Gramsci, la corrupcin de los lderes es uno de los factores clave en ladesmoralizacin y desorganizacin de las masas. En este tipo de liderazgotampoco se involucra mucho a las masas, excepto para manifestaciones deapoyo poltico a algn patrn ms all de la organizacin, o a algn parti-do poltico del cual se esperaran ciertas concesiones.

    Tercero, el dirigente democrtico-participativo, entre cuyos princi-pios est la preocupacin por elevar la formacin poltica e ideolgica delas masas, tambin supone la formacin de nuevos cuadros que puedan sus-tituirlo en el liderazgo cuando llegue el momento oportuno (debido a queha cumplido con su periodo o a causas imprevistas). ste es el representan-te ideal, cuyos intereses (tanto a corto como a largo plazo) coinciden total-mente con los de las bases. Huelga decir que los primeros dos tipos son losque ms frecuentemente encontramos en la historia real. Esta clasificacinde tipos de liderazgo tiene un cierto paralelo con la formulacin clsica deMax Weber (1978: 941-1157). Una diferencia es que yo constru los tiposde manera ms inductiva, a partir de la experiencia histrica mexicana.

    El resultado de las organizaciones popular-democrticas presuponecierto nivel de formacin poltica clasista previa a la movilizacin. En estecaso nuestra variable dependiente en realidad se estara convirtiendo enuna variable independiente. De ser causada o determinada, pasa a sercausante o determinante de la poltica estatal. Es esto lo que yo llamo elmomento subjetivo de la formacin poltica de clase: una clase poltica-mente formada se vuelve capaz de imponerle sus intereses al Estado a par-tir de su organizacin y movilizacin. Este momento subjetivo es cuando seda un efecto recproco del efecto sobre la causa. Ahora bien, las clases cons-tituidas como agentes sociales popular-democrticos no son inmunes a laexpropiacin de sus organizaciones ni a la hegemona burguesa. Parte delas futuras luchas de estas clases consiste precisamente en mantener su inde-pendencia organizativa y establecer alianzas con otros grupos y clases subor-dinados de una tendencia popular-democrtica anloga. Son estas tareas lasque requieren de un liderazgo democrtico-participativo y la vigilanciaconstante de las masas sobre su conduccin. El reto por mantener la inde-pendencia y la autonoma son pues constantes, de tal manera que las clasesformadas polticamente siempre confrontarn el desafo de cmo arrancarciertas concesiones sin por ello caer en la cooptacin estatal.

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