Otro Territorio - Ensayos Sobre El Mundo Contemporaneo

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Renato Ortiz Otro territorio Ensayos sobre el mundo contemporáneo CONVENIO ANDRÉS BELLO SANTAFÉ DE BOGOTÁ

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Renato Ortiz

Otro territorioEnsayos sobre elmundo contemporáneo •

CONVENIO ANDRÉS BELLOSANTAFÉ DE BOGOTÁ

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o Renato Ortize Convenio AndrésBello, 1998

Prim::ra edición: UniversidadNacional de Quilines, 1996Segunda edición: noviembre de 1998,Convenio Andrés BeDoSecretarfa Ejecutiva del Convenio AndrésBello (Secab)Aveftida 13 (Paralela de la Autopista)No. 85-60_ """" 53465Teléfonos:(571) 6181584. 6181701, 6181632, 6181654TeIefax: (571) 6100139E-mail: [email protected]édeBogot'á.,D.C. ~ Colombia

Diseño de cubierta: CamiloMolinaFdición, armada eJecuónica, impresiÓDYe:ncuadcrnacióo: 1M Editores, &palUdo aéreo 48J1Santllfé de:Bop. Colombia.

Impresoen Co&ombi-.PriJrted in ColombiaISBN: 958-"9089-49-6

cultura Libre

ceíe, RenawOlro tmitorio I RCDldD Ortir, tnlducído porCarlos E.Col.1és Sáocbe:z ­

Santafé de BogoCá: Convenio Andr6s Bello, 199822Op.ISBN:958-9089-49-6

1. CULTURA POPULAR 2. MODERNIDAD 3. MEDIOS DEillMUNICAClóN DE MASAS. 4.GLOBAIlZACIÓN 5. SOCIOLOGfAURBANA 6. SOCIEDADDE MASAS

CDD30223

­Fuerz¡, motriz., S01WnI

RuidJJ que roba el instanteProfundn. dLnso, fugaz

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CONTENIDO

PREFACIO

INTRODUCCIÓN

EL VIAJE, LO POPULAR y EL OTRO

ESPACIO Y TERRITORIAUDAD

MODERNIDAD-IIUNDO E IDENTIDAD

CULTURA, COMUNICACIÓN Y MASA

DIGRESIóN: CULTURA, CIUDADANíA Y POÚflCA

SOBRE LA IIUNDlALlZACIÓN y LA CUESTIÓN NACIONAL

DWERmDADCULTURALYCOSIIO~SMO

CIENCI~ SOCIALES, GL08ALIZACIÓN y PARADIGMAS

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PREFACIO·

¿Porqué interesarse porla globalización de las sociedades yla mundialización de la cultura? ¿Qué hace que este lrbro,un momento de un proyecto más amplio, haya sidoposible?Me hago estas pregontas y, en el fondo, sé que no las res­ponderé a satísfaccíón, puescuando un autor recoge suspa­sos sólo puede confiaren la parcialidad de su memoria Peroquizá valga la pena el esfuerzo; quién sabe si servirá paraquefuturos lectores puedantener una condencia másclarade los cambios que están ocurriendo en el mundo de lasideas.Así aprovecho la oputtunIdad que me dio Jesús Martín-Bar­bero para tratar, en este prefacio, cuestiones que, en ciertaforma, anteceden e inspiran mi trabajo.

En 1988 publiqué A Moderna 'Iradi9i0 Brasileira, un libresobre la problemática cultural del Brasil en el contexto deunasociedad moderna e industrial. Pretendía comprender,a partir de los medios de comunicación y las industrias cul­turales, un conjunto de cambios ocurridos desde la décadadel cuarenta hasta los años ochenta. El último capítulo lotitulé: "De 10nacional-popuIar a lo ínternacíonal-popular",una alusión a Cramecí, autor a quien aprecio; perotambiénera unacrítica velada¡ puessentía queel concepto de nado­nal-popular ya no lograba dar cuenta de la sociedad brasíle­tia. Esta insatisfacción, la ínadecuacíén de los conceptosyla necesidad de comprender ciertos rasgos de la sociedadcontemporánea, me condujeron a elaborar un proyectode estudio sistemático sobre la problemática de la mundia­lización de la cultura. Irónicamente, mi preocupación porBrasil radicalizó mi desenraizamiento, comosiyo buscase,por fuera de las inquietudes nacionales, explicaciones más

• Traducción: Carlos Eduardo Cortés Sánchez.

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OTRO TERRITORIO

convincentes de la realidad que me envolvía. Este viaje"afue­ra" me fue convenciendo, poco a poco, de que se trataba deun desplazamiento"dentro" de la modernidad-mundo, yaún no terminó, aunque haya dado algunos frutos: "Cultu­ra e Modernídade", "Mundializacáo e Cultura", "Um outro'Ierritórío". Quedan pendientes mis estudios sobre eljapón,algo que pertenece a mi "literatura-por-hacer", para usaruna expresión de Sartre.

Sé que la insatisfarción Yla curiosidad son elementos diná­micos, estímulos para el pensamiento; pero, como dentíficosocial, desconfío de las interpretaciones demasiado perso­nales. Al mirar atrás, además de mi trayecto individual,identifico algunas conñguracícnes que sitúan mi visión enun marco histórico y un debate intelectual más amplios. Unprimer aspecto se refiere a la cuestión nadonal, discutida enBrasil y Latinoamérica, por tradición, desde hace más de unsiglo. Sin embargo, para el caso brasileño, es necesario re­cordar que, a fines de los años setenta y comienzos de losochenta, la cuestión nacional pasa por un profundo procesode revisión conceptual. Son varios los trabajos que irántomándola como objeto de reflexión crítica'. Hay razonesobjetivas para que eso haya ocurrido: la decadencia delpopulismo como forma de conciencia y de acd6n política; elautoritarismo de la dictadura militar, que monopoliza unaversión claramente coercitiva de lo nadona!; el surgimientode nuevos actores políticos (sindicatos, movimientos socia­les, Partido de los 'Ilabajadores). En este contexto se hacíanecesario el cuestionamiento de los parámetros que habíanorientado el pensamiento progresista de los a1\oscincuentay sesenta. No hay que suponer que este movimiento de re-

1 C. Navarro Toledo, ¡SEB: FIfbriaJ de ItIeoIogWs, San Pablo, Ática, 197'7;M.S. Carvalho Franro, "O Tempo das IIustWs'" 'en ldrologia e Mobilizll­9'iO Populsu, Ríode Ieneíro, paz e Tena, 1978;ltUi Chauf, úmfrmnismoe &sisthlciJl, San Pablo, Brasílíense, 1986; R. Qrtiz, Cultura Brasileira eldentidiule Nacional, San Pablo, Brasiliense, 1985;R. Olíven, Viollnda eCultura 110 Brasil, Petl'ópolis, Vozes, 1982.

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PREFACIO

visión de las categorías pasadas era convergente en sus in­t~eses ~ ambiciones. Las respuestas formuladas por losdiversos intérpretes no eran necesariamente congruentes en­tre sí: oscilaban entre quienes hadan propuestas para crearuna "auténtica" nación brasileña, y aquellos que descarta­~ lan~~ de "autenticidad" como resquícío de un aná­lisis ese.ncialista de las reIadones sociales. Pero, subrayo, alcontrarío de un pasado en el que la idea de proyectonado­na) era predominante, el clima de crítica prevalecía, Porsu­puesto que la temática de la globalización estaba ausente dela discusión, pero una mirada retrospectiva permite decirque la critica a la cuestión nacional (su "deconstrucdón" di­rían hoy algunos) propició, en cierta forma, la posibilidad deque algunos mtelectuales brasileños escapasen más tarde~e la ca~go~ nación como elemento nodal d~ la explica~ción SOClOlógl~Un pasometodológico que se alejaba de lasprenusas anteriores sobre el "atraso" brasileño la moderni­zación incompleta, o la teoria de la dependencia.

Otro punto se refiere al proceso de modernización de lasociedad brasileña en el período posterior a 1964.Alcontra­no de lo que ocurrió en Chile y Argentina, la dictadura mi­litar en el Brasil desarrolló, aliado de su rostro autoritarioun aspecto modernizadot: Lo que los economistas denomi~nan "segunda revoíucíon industrial", cuyo origen se encon­traba ~n la política industrial de los años cincuenta y seconsolidó con el golpe mililaJ: Asíse cristaliza un "capitalis­mo tardío". En términos cualitativos este es un cambio sus­tantivo que inddirá en los fundamentos objetivos sobre losque reposaba el debate intelectual. Hasta entonces, la díscu­sión sobre la modernidad tenía algo de utópico, pues siem­pre se tra~b.a de construir; en un tiempo lejano, un "Brasilmoderno diferente de su pasado agrario y esclavocrata Enlos años veinte, con los modernistas; en los treinta y cuaren­ta, con el vínculo entre intelligentzia y Estado Nuevo yen lasdécadas,del cincuenta y el sesenta, con los desarroÍlistas, la~odem.ldad se presentaba como si fuera algo todavía ine­XIStente, como un proyecto por realizar en un futuro in-

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cierto. Los años ochenta ponen las cosas en bases radical­mente distintas. Se podía cuestionar la naturaleza autoritariade la modernización brasileña, y esto era blanco permanen­te de enfrentamientos, aunque su materialidad se imponíacomo algo innegable. Una concreción que se expresaba a tra­vés de la reorganización del parque industria], la url>aniza..dón metropolitana, el surgimiento de un mercado nacionalintegrado, y la consolidación de una sociedad de consumo.Esta modernidad, desigual y asimétrica en términos reglo­nales, con su dinamismo envolvente y muchas veces per­verso, minaba el idealismo con que "lomoderno'"habíasidopensado con preferencia por las generaciones anteriores.Esto tendrá implicaciunes directas en el mundo de la cultu­ra, pues es el momento en que los medios de comunica­ción se transforman en industrias culturales, en agenciasproductoras de bienes coIturaIes articuladas a! mercado con­sumidor en forma directa.Ahora tenía pocosentido restrin­gir el estudio de la cultura brasileña a elementos como lacultura popular o la relación orgánica entre intelectuales yEstado, aspectos hasta entonces predominantes en nuestravida intelectual. Laindustria cultural, al operar en escalaampliada, desplazaba la discusión en otra dirección: merca­do, consumo, tecnología, patrones industriales de narra­tivas dramáticas, etc. Una dimensión que ya no situabala comprensión analítica en el interior del territorio brasile­ño, pues tales hechos de modernidad erancomunes a unconjunto de lugares, independientemente de sus caracterís­ticas y especificidades nacionales.

Es necesario recordar que, cuando inicié mis estudios so­bre lamundíehzadén de la cultura, el debate sobre el temaera a6n incipiente. Había, porsupuesto, escritos dispersos,en particular los trabajos de Wallerstein y Braudelen elcarn­pode la historia, o de autores como Theodore Levitt, entrelos administradores de empresas. Algunos sociólogos comoRoland Robertson, sobre todo a partir de mediados de losaños ochenta, se bablan interesado también en la problemá­tica de la globajjzacíón. No obstante, le trataba de escritos

PREFACIO

pun~la mayorla de las veces emprendidos por gruposrestringidos de autores localizados en Estados Unido•.Quien tenga la paciencia de consultar las revistas interna.cinnaIes de administración de eropresas percibirá que en~ periodo, la idea del~ global, propuesta po;Le­vílt fue ~atida, Ytambién refutada, por diversos autores.La propoa idea de la globa/í""ción era todavla imprecisa Ymuchas veces se corriundia con la de internaeionalizacEo realidad, en aquel momento el eje de Iadisctuión era otro:guaba en torno de la polémica entre modernidad y posma­dernidad. El texto de Habermas, 'La modernidad comoproyecto inacabado', una respuesta directaa las propuestasde Lyotard, marca una inflexlón que radicali"" losargumen.ros y exacerba los punros de vista. Confieso que vela conderta sospecha esa polarización indebida. Esa manera di.cotómica de pensar las relaciones sociales me pareáa pococon""":"nte, en especial cuando adquiria una coloraciónideololl'""da fui' otro lado, las reacciones Iatinoamerica.nas a los ~mas~os también eran contrapro­ducentes. Decir América Latinano podrfaser posmoderna,puesto~ todavla no es moderna", presuponía, por unlado, la idea de buscar la modenlidad (lo cual era oontradi­cho "?" el ejemplobrasiletio); Ypor otro, la ilusíón de que.tendríamos una historia autónoma, separada de las imposi.eones externas. La afirmación contraria, 'América Latina~ ha sido posmoderna', es decir, plura! y sincrética,tenía un sabora retóricaque en nada ayudaba aentender loque estaba pasando. Pero _que losdebates ínldecb.alesnunca son inocuos, aunque sean ooniusos, y ruando.. loscontrasta con el ooolexto Iúshirico eme1'fleIlle, síenlpre sigonifican algo. Enwnces lomé el enfrentamiento modernidadposmodemidadnocomounareferenda........• .1 ' --..SlfIOCODlO

e smtomadeunconjuntodecambiosqueestabanocurrien-do en las sociedades conternporáneas. Paracomprenderlosdirigí la mirada a la problemática de la globaIización. ve:qlle~ incorporar, en esa pecspectiva más aba.n::ante, lasCUCStiones que se estaban discutiendo.

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OTRO TERRITORIO

Elaboré mi proyecto de investigación en dos etapas: laprimera, histórica, me condujo a estudiar a Francia en el si­glo XIX; la segunda se concentró en la 'sociedad global'. Nofue por azar que retomé al pasado; quería captar algunosaspectos que encajaban mal en el debate actual La historiasurgíaasí como herramienta para entender el presente, unadimensi6n muchas veces ausente en la discusi6n contempo­ránea. Sin embargo, no me interesaba enfocar Francia comoun país espedfico; mi estrategia fue seleccionar elementosque pudieran revelar rasgos estructurales de la modernidad.Me impose la tarea de realizar una especie de arqueologiade temas y de cuestiones que emergieron en el siglo XIX peroganaron perfil durante el xx. Tiendas de departamentos,surgimiento de un sistema ferroviario, folletín, fotografía,malla urbana, invenci6n de la hora nacional, lujo y consu­mo, eran para mí señales precursoras de la modernidad­mundo. El pasado me ponía, todavía, ante el problema de latradición, una temática recurrente en la literatura sociol6gi­ca. En ella, tradición y modernidad surgen como pares an­tagónicos, unidades antitéticas; por ejemplo, la teoría de lamodernización. Los artistas también comparten esa mismaperspectiva: la vanguardia estética siempre valoró la ideadel rompimiento, ya fuera en relaci6n con los modelos vi­gentes en el siglo XIX o, más tarde, en su relación con la pos­modernidad. De esta manera se privilegi6la dimensión dela ruptura, el análisis en procura de revelar el movimientode cambio en detrimento del anacronismo del pasado. Esposible que, en este caso, haya sido impregnado inconscien­temente por mis raíces brasileñas; al fin Yal cabo, en Lati­noamérica, tradición y modernidad nunca se presentaroncomo términos excluyentes. Cultos afro-braslleños o afro­cubanos, religiosidad popular, creencias indígenas, mestiza­je, altanería oligárquica, siempre encontraron nichos paraexpresarse en el contexto de la modemizadón de la socie­dad. Pero en mi trabajo anterior yo había dado un pasodirigido a considerar la tradición no sólo como "cosas delpasado"; A Moderna Tradigio Brasileira me abrió los ojos para

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PREFACIO

pe~lamodernidad también comotradición. Lo "meder­n~ no era sólo lo nuevo, su fuerza únicamente se expresabaal mcorpor~ a la cotidianidad de los hábitos y lascostum­bres.~~ conduado a considerar la ruptura en el flujo delas conlinwdades. Retornar en el tiempo, revisitar el sigloXIX,.significaba, ,poes,buscar elementos que vendrían a cons­tituirse en tradición y a conferir sustancia y materialidad alas relaciones sociales.

Lasegundafase del proyecto se enfocó en algunos aspec­tos de la "sociedad globaf'; ahora el presente se volvía micen~o de atención. Mi dificultad más grande fue elaborarun tipo de argumentación que escapase a la centralidad dela categoría nación; una tradición intelectual que aún predo­mina en los estu~os de las sociedades contemporáneas. Noobstante, para e~tarmalentendidos, es necesario distinguirentre una operación analítica -artificio necesario para el de­sarrollo del raciocinio-, y los elementos de realidad. Siem­pre busqué dejar claro en mis escritos que el Estado-nadónno ~esaparececon la consolidación del proceso de globali­zaa6n. In?USO estoy convencido de que en diversos secto­res (por ejemplo, en todo lo referente al monopolio de lafue~) su pa~l es ~ndamentaL Tampoco creo que la dis­cusión sobre la Identidad nacional esté agotada. Sin embar­go, esos datos de realidad no deben ofuscar la formulacióndel probl-:ma. La globalízacíón es una tendencia, un procesoque se articula en función de las fuerzas históricas existentesen. un con~to.más amplio. Pensarla significa construir elobjeto sociológico a partir de nuevas exigencias lógicas.Conceptos como nación, imperialisrno cultural aculturaciónidentidad nacional, son, en este caso, poco re~tablesdesdeel punto de vista analítico. No se trata de decir que no ten­gan validez alguna, pues sería un equívoco. La cuestión esque pasan a tener una validez restringida; explican determi­nados fen6~e.nos.vinculados a circuitos pardales. La lógicade la mundializaaón requiere, para ser develada, construirconceptos cuya amplitud y valor explicativo sean de otranaturaleza. Por ello, el debate sobre la globalización es al

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OTRO TEAAITOR10

mismo tiempo una reñexíén sobre la contemporaneklad yuna discusión sobre las ciencias OOÓalee. Labúsqueda de unnuevo marco de referencia teórica implica la revisión .d~nuestra propia lJadióón lnteledual. "Um ouiro 1erritóriose inscribe en ese propósilo. Loo ensayos aqPÍ reunidos sedJrigen• lacomprensióndel presente y.1a recuperadén denuestro lnstnunental conceptual. Un horizonte que le abrenuevas posibilidades al pensamiento, siblándonos-a los m..telectuaJel¡ IalinoaJneri<:anos- en la perspectiva de una tra­

dición por construir.

Renato Ortizsao Przulo, 19 deabril de1998

INTRODUCCIÓN-

Pensar la globalízadén de las sociedades es afirmar la exis­tencía de procesos que comprenden • los grupos, las clasessociales, las naciones y los individuos. Evidentemente, exis-­te una historia de este movimiento totalizante: tiene sus raf­ees en la expansión del capitalismo en los siglos XV-XVlD, enel advenimiento de las sociedades industriales, en la moder­nidad del siglo XIX. El momento actual es el resultado de unconjunto de cambios ocurridos anteriormente -de un "pro­ceso dvílízatorío", diría Norbert Elias-. Nada es más ilusorioque postular la idea de un mundo "post" moderno, indus­trial, tecnológico, como si existiera un foso, una ruptura ra­dical, un •antes' y un •después' que ordenan la hístoria delos hombres.

Sin embargo, incluso cuando tenemos en mente la conti­nuidad de este movimiento, es necesario también compren­der su especificiclad. En el fin_a! del siglo xx se cristalizan unconjunto de fenómenos económicos, políticos, culturales, quetrascienden las naciones y los pueblos. Son esos fenóme­nos los que nos permiten hablar de la gjobalízacíén de lassociedades y la mundialización de la cultura Vivimos unperiodo en el cual emergen nuevos elementos, a! tiempo quehay un. potencialización de trazos existentes. En este senti­do, la sociedad contemporánea adquiere una nueva confi­guractón. Formación social que, por cierto, posee sus raleeshistóricas, pero que hoy se consolida como otra meseta'. In­sisto en la idea de meseta; nos ayuda a pensar la conti­nuidad y la ruptura Una meseta presupone otros nivelesanteriores; el pasado es el suelo en el cual se sustenta. Y,. al

• Traducdón: Ada SoIari.1 Ccmo porción de piso horizontal en que termina un tramo de escale­

ra, y no en el sentido geográfico. (N. de T.)

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OTRO TERRITORIO

transformarse, alcanza otro "escalón" y adquiere un nuevosignificado, otra dinámica.

Lacuestión que se plantea, entonces, es la de cómo OOIDpren­der ese cuadro, cómo caracterizarlo. Una manera ':ü11S1Stlriaen pensar los fen6n:'enos qu~ nos~~odenvado~~erelaciones internaoonales o íntercívílízatorias. Subrayo m­ter", crucial para la comprensi6n de lo que ocurre. Así,~an­do hablamos de relaciones internacionales, el pensarmentopresupone la existencia de naciones autónomas que interac­túan entre si. La dinámica global derivaria del movimientode las partes, Ycada una de ellas, en su integridad, actuariaen el contexto mundial. Las mismas premisas subyacen enlos conceptos de colonialismo e imperialismo. En cada unode ellos destacamos un centro (el imperio o la naci6n) comoelemento propulsor del movimiento de expansión. El mun­do es visto, entonces, como el cruce de las diversas in­tenciones transimperiales o transnacionales que, de formadiferenciada, inctden en las colonias o los países periféricos.

Una aplicación común de este tipo de razonamiento es laanalogía entre el momento actual y a1gunas épocas de labis­toria pasada. Por ejemplo, la comparación del ascenso y lacaída de un país -los Estados Unidos- con el imperio roma­no. En amboscasos encontramos la expansión de una civili­zación, norteamericana o romana, de una lengua, el ingléso el latín en un conjunto de territorios alejados del núcleoirradiador; Las relaciones de contacto entre esta ....periferia"y el ....centro" se llevan a cabo, por lo tanto, de acuerdo conlas normas de dominación elaboradas por los países o losimperios colonizadores. Existe, entonces,'una clara diferen­cia entre "centro" y "periferia" "adentro" y "afuera"; loslímites de la dominadón se encuentran nítidamente delinea­dos. Del mismo modo, seria posible pensar la expansión dela cultura en términos semejantes -como lo hicieron lbyn­bee o Spengler-. El mundo estaría formado por un conjuntode civilizaciones que "ínter" actúan entre sí. En este caso, lacivilización occidental, una entre tantas otras, tiene un pa­pel destacado al imponer sus patrones de dominación junto

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INTRODUCCIÓN

a otros núcleos civilizatorios. La argumentaci6n preserva,por lo tanto, la independenda de las culturas: cada una deellas gira en tomo de su propio eje, difundiendo sus rasgosfuera de su territorio original

Sin embargo, al imaginar las cosas de otra manera, la pro­blemátlca de la globalizaci6n se muestra en toda su radicali­dad. Cuando hablamos de "socíedad global" nos referimosa una totalidad que penetra, atraviesa, las diversas fcr­macíones sociales existentes en el planeta. Se afirma así laespecificidad de una "megasocíedad", esto es, un conjuntoarticulado de relaciones sociales planetarias. Una sociedadglobal, entérminos duddwmjanos, es sui gmeris, posee unalógica propia. Su intellgibilidad no resulta de la interacciónentre las partes que la constituyen; al contrario, ahora hayque invertir nuestra perspectiva y preguntar. ¿cómo esatotalidad envolvente reordena sus elementos? En este caso,las relaciones sociales dejan de ser vistas como "ínter" (na­cionales, civilizatorias o culturales) para constituirse como"intra", esto es, estructurales al movimiento de globali­zación. Loslímites"adentro/afuera", "centro/periferia", se ter­nan así insuficientes para la comprensi6n de esta nuevaconfiguración social. Hay una cierta dilución de las fronte­ras que hace que las especificidades nacionales y culturales,sean, por cierto de manera diferenciada, atravesadas por lamodernidad-mundo. En este sentido, todos formamos par­te de este proceso, base material y espiritual de nuestra vidacotidiana.

Por eso, el esfuerzo analítico se debe orientar hacia lacomprensi6n de objetos que conrioten esta realidad mun­dializada. Guerra del Golfo, FM1, publicidad global, automundial, MacDonald's, televisores Mitsubishi, son expresio­nes heurísticas de su movimiento. Lo mismo se puede decirde los aeropuertos, los supermercados, los shopping-eenlers. Setrata de lugares, de sitios, que revelan la desterritorializa­ción del espacio, condición necesaria para la constitución deun mundo-mundo. No tiene sentido pensarlos como el fru­to de relaciones internacionales, puesto que ya no se víncu-

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OTRO TERRITORIO

lan con este o aquel país, con el Primer o el Tercer Mundo.Esos lugares denotan el orden interno de la misma sociedadglobal.a!exponer su faz mundíalízada, Hablar. por lo tanto,de una cultura mundialízada significa situarnos en la médu­la de este proceso abarcador.

Esto lleva a considerar queIaculturamundializadano se en­cuentra ya fuera de nuestras sociedades nacionales¡ al con­trario, forma parte de nuestra vida cotidiana, de nuestroshábitos. Sería un equívoco atribuir a este movimiento un ca­rácter de exterioridad (por ejemplo, la americanizaci6n delmundo),como si se tratara de algoextraño a nosotros mismos.La mundtalízacíén de...Iacultura no es una falsa conciencia,una ideologia impuesta de forma exógena; se correspondecon un proceso real, transformador del sentido de las so­ciedades contemporáneas. Los objetos que nos circundan-utensilios, máquinas, arquitectura- son manifestaciones deesta mundíalidadr Ellos encierran su "verdad", al expresarlaen su cotidianidad, en su rutina.

Existen, sin embargo,algunas dificultades para pensar estarealidad emergente, dificultades que derivan de la tradiciónde las ciencias sociales. Buena parte de los conceptos queutilizamos están comprometidos con cierta visión de la so­ciedad2

• No podemos olvidar que las ciencias sociales se ins­titucionalizaron apenas a!fina!del siglo XIX, momento en elque el principio de nacionalidad se afirmaba con toda sufuerza. Durkheim, 'Ibnníes, Weber, Veblen tenían, eviden­temente, una preocupación universal cuando construyeronsus objetos de estudio. Pero ellos nos remiten, sobre todo, ala constitución de una disciplina que adquiere contornosdentro de territorios espedficos. Por eso hablamos de so­ciología francesa, alemana o norteamericana Cada una espensada como vinculada de forma intrinseca a sus lazosna­cionales.La sociedad moderna, sobre la cual versa el discur-

2 Véase al respecto Ianni, O., TeoriIIs • gl."iZR{J'O, Río de Janeiro,Civiliza<'Io _ 1995.

INTRODUCCiÓN

so sociológico,es la nación industrial Paradefintr la lógica desu funcionamiento, todo el esfuerzo del pensamiento confi..na la modernidad en los limites del Estado-nación. 'Clasessociales", "Estado", "territorio", "cultura", "identidad.... son.. ,por cerro, categorías abstractas, pero se aplican sobre todoa las realidades nacionales.

En el contexto de América Latina, la relación entre cono­cimiento y nación es aún más acentuada. El debate sobre laidentidad nacional, que se extiende a lo largo de todo el sigloxx, marca de forma indeleble al pensamiento latinoameri­cano.La nación smge como una dimensión a ser conquistada(por los políticos, los artistas y los intelectuales), un proyectoque en el futuro asegurará la realización de una moderni­dad incompleta, inconclusa. Reflexión y conciencia nacionalson elementos constitutivos de nuestra tradición; elemen­to~ que se mezclan como conceptos y como aspiración po­lítica. El problema es que la modernidad-mundo rompe las~nteras del Estado-nación. Para comprenderla, es necesa­na una reactualización del pensamiento. El mundo, comoo~~: exigenuevos c:onceptos de nuestra imaginación so­ciolégica, En este sentido, la globalización no es simplemen­te un tema entre otros: desafía la reflexión en su existenciacategorial. Pensarla es abrirse a una revisión del propio dís­curso de las ciencias sociales.

Otra dificultad tiene que ver son la mirada analítica ques~ echa sobre este objetoglobalizado. ¿Desde qué punto deVISta deberíamos considerarlo? ¿Desde el punto de vista delas clases sociales, de las naciones? Son, por cierto, posicio­nes legítimas. Sin embargo, para aprehender enteramentelas consecuencias derivadas de las transformaciones del ini­cio el siglo XX1, se hace necesario un desplazamiento de lamirada científica..La comprensión de un mundo desterrito­rializado requiere un punto de vista desterrítoríalízado.Para entenderlo en su totalidad, la perspectiva analfticadebe liberarse de las restricciones locales y nacionales Sólod~ esta forma puede ser comprendido el flujo de la moder­rodad-mundo. Por eso, ya no es suficiente escribir comobra-

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OTRO TERRITORIO

sileños, franceses, americanos o alemanes. No se trata deque estas situaciones hayan perdido vigencia; aún conser­van su validez. Pero el cambioconceptualal cualme refieroimplica,al menos durante el ~om"en~ ~e la refl~~, quetales exigencias sean "suspendidas (ulilizo un artificio de lafenomenología). En lugar de pensar el mundo"desde Amé­rica Latina" (como dicennuestros colegas Ialinoamericanos),propongo una reorientaci6n de la mirada Pensemos <;l mun­do en su flujo, y, luego, hagamos las pregontas pertinentesa nuestra realidad. Tengo certeza de que se verán Ilumina­das desde otro ángulo.

Junto a las dlfu:ultades existentes, el tema de la globaliza­ción exige además sortear algonas trampas, principalmentecuando hablamos de cultura. Deben ser evitados dos obstá­culos: uno de naturalezametodológica, otro de cuño ideo­lógico. Comienzo mi digresión con el primero.

En la literatura existente sobre medios de comunicación,tecnologíay administración de empresas, es común encon­lraJ; bajo formas diversas, la problemática de la homogenei­zaci6nde lacultura, Porejemplo, la utilización de un mismosistema téCIÚCo, en escala planetaria, llevarla a la nivela­ción de todos. Este pronósticopuede articularse, no obstan­te, con una jerarquía dislinta de valores. La visión oPtimistave en el progreso de las telecomunicaciones la posibilidadde comunión entre los hombres. Los individuos, dispersosen la "aldeaglobal", se reconoceríanunos con otros, rom­piendo su aislamiento y las restricciones de ~os idiomas lo­cales. El punto de vista contrario revelaotra dimensión. Unacultura homogénea e1iminaria definitivamente las diferen­cias entrelos pueblos.~_este caso,gtobalizadón es sinónimode estandarización de la conducta. Se trata de una perspec­tiva comón entrealgunos analistas de mercado, para quie­nes la globalización de la econmnla imptica la emergenciade una sociedad en la cual los hombres se comportan demanera idéntica. Viviriamos as! en un mundo "plano", y elmercado, compacto y estandarizado, r.eveJaóíU.u superfi­cie. Una seriede objetos,jeans,televisoreS, tarjetas de crédi-

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INTRODUCCiÓN

to, fast-food, vendidos y consumidos mundialmente, expre­san la cara unidimensional de las sociedades contemporá­neas.

Esta visión convive con otra, su negad6n. En este caso,ya no se trata de unidimensionalidad, sino de multiplicidad.De ahíla insistencia en el resurgimientode lasreivindicado­nes locales, específicas,movimiento que demostraría el an­tagonismo a todo principio unificador.Multiculturalismo,conflictos en el Este, fundamentalismo, son las señales de lapresencia de un mundo despedazado, fragmentado, Los es­critos de los "post" modernos son expresivos de esta ten­dencia. 'Iambién encontramos el mismo diagnóstico entrealgonos estudiosos de la tecnología, para quienes, lejos dehomogeneizar las costumbres, la Iécnicaes un elemento dediversificaci6n de las relaciones social,,ª-Ejemplo: la pro1ife­ración de la televisión por cable, las radios FM, las redes in­terpersonales de computadoras, etc. Se insiste, por lo tanto,en subrayar los aspectos particulares, como en los escritossobre marketing -la personalización de la atención de losclientes (cusIotniud produd), la diversificación de los gostos, ladescentraliz¡lci~de la gestión. El mundo estarla compuestopor una miríada de mosaicos, pur partes heter6clitas. Se ba­bría pasado as! de una era "fordísta", en la cual habla predo­minado una cultura de masas, a otra más "flexible", capazde afirmar la indivjduaJW¡¡d de las personas Ylos grupossociales.

Creoque es necesarioromper con esta visión dicotómica,por la que aparentamos estarfrente a dos movimientos dis­lintos y antípodas, uno que tiende bacia la totalidad, otrohacia lo particulaJ: Debemos entender que la modernidad­mundo se realiza a través de la diversidad. En tanto mo­dernidad, privilegia la individualización de las relacionessociales, la autonomía, la afirmación de aspectos especfIicos(por eso, la sociología clásica inicia sus estudios con el temadel desarraigo del hombre -Durkheim con la anomia, webercon la racionalización de las esferas culturales, Simmelconel dilaceramiento del individuo-). Sin embargo, esos elemen-

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OTRO TERRITORIO

tos, en apariencia desconexos, están envueltos por un tejidomás amplio. La modernidad está constituida por un conjun­to en el cual el todo se expresa en la individualidad de laspartes. Diversidad y semejanza caminan juntas, expresandola malriz modernidad-mundo en una escala ampliada.

Plantear la cueslión desde esta óptiCa nos permite evitarel falso problema de la homogeneización de la coltura. Noobstante, debido a la especificidad del campo cultural, pien­so que es importante señalar algunas diferencias. Cuandonos referimos a la economía y la técnica, nos encontramosante procesos que reproducen sus mecanismos, de modoigual, en todos los rincones del planeta. Hay sólo un tipo deeconomía mundial, el capitalismo, y un único sistema téc­nico (fax,computadoras, energía nuclear, satélites, etc.). Sinembargo, es diffcil sustentar el mismo argumento respectode los universos culturales. Porese motivo, prefiero utilizarel término"gtóbalización" al referirme a la economía y latecnología; son dimensiones que nos reenvían a una ciertaunicidad de la vida social: Y reservo entonces el término"mundialízacién" para eldominio específico de la cultura'.En este sentido, la mundíalizadón Se realiza en dos niveles.Primero, es la expresión del proceso de globa\ización de lassociedades, que se arraigan en un tipo determinado de orga­nización social Lamodernidad es su base material Segundo,es-una weltanschauung, una "concepción del mundo", un"universo simbólico", que necesariamente debe convivir conotras formas de comprensión (política o teligiosa). Vivimosen un espado transgl6sico, en el cual diferentes lenguas yculturas conviven (a menudo de manera conflictiva) e inte­ractúan entre sí. Una cultura mundiahzada configura, por lotanto, un "patrón" civilizatorio. En tanto mundialidad, en­globa los lugares y \as sociedades que componen el planetaTierra. Sin embargo, como su materializad.6n presupone lapresencia de un tipo específico de organización social, su

3 Véase Qrtiz, R, MumlWizapw ecu1turrJ, San Pablo, Brasiliense, 1994.

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INTRODUCCiÓN

manifestación es desigual. Una coltura mundia1izada atra­viesa las realidades de los diversos países de manera dile­rencíada. Existe, por lo tanto, un diferencial de modernidadque confiere mayor o menor peso a su concretízedón,

La otra trampa es, fundamentalmente, de carácter ideo­lógico. Normalmente, la literatura que se ocupa de la globa­lización tiende a comprenderla de manera oblicua, parcial'Iodo sucede como si la expansión del mercado y la tecnolo­gía obedeciera a una lógica inexorable, lo que nos lleva aconformarnos roo elcuadro actual de los problemas que nosafectan. Los hombres de marketing intentan Convencernosde que la globalizaci6n de sus productos se corresponde conuna "humenízacíén" de las relaciones sociales; en definiti­va, los hombres tendrían a su disposición el mundo de lafant~ con el que tanto habían soñado. Los tecnólogostambién nos sugieren una calificación de las sociedadescomo"atrasadas" o H adelantadas", medidas en función dela base técnica a partir de la cual operan. El mismo tipo derazonamiento se encuentra entre los representantes de lastransnadonales. La globalización tornaría obsoleto el Esta­do-nación, lo que significa afirmar que las grandes corpora­Clones sepresentan como modelo de realización económicay política, en el nivel mundial. Globalización s:toma' sínd­nimo de modernidad. Todo lo que no encaja dentro de esteprincipio se vuelve sospechoso y revela un cierto sabor depasado, de arcaico, de algo que condice con los tiempos re­motos de la humanidad. Nos encontramos, por lo tanto,ant~una ideolo~que valoriza el statu quo, pero que ocultalos intereses particulares de los grupos que la profesan.

¿Cómo reaccionar ante estas fuerzas? Una forma consisteen retroceder, identificando la globa1ización con una visiónde ~o puramente ideológico. Más aún, es incluso posibleconsíderar el neohberalismo como"causa" de ese estado decosas. No es esa mi intención. Otra forma es considerarlacomo expresión de la mundialidad. Con esto sugiero que laestructura de la modernidad-mundo engloba factores deorden polítíco, al articular los diferentes niveles de la reali-

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dad social Desde esta perspectiva, los grupos trasnaclona­les deben ser vistos como actores políticos cuyo campo deactuación es el planeta. Sus ideas nos parecen impositivasporque traducen la prevalencia de una ideología vinculadacon las fuerzas dominantes del proceso en marcha. Restasaber si esas ideas deben, o no, permanecer como si fueranla única alternativa de convivencia entre los hombres. Píen­so que no, pero, en este caso, es necesario que otras pro­puestas sean presentadas y debatidas. Poreso, la política yano puede ser pensada sobre unabase exclusivamente nacio­nal o local. Tenemos que imaginar el mundo como un"espacio público" (como sugiere Habermas), una "sociedadcivtl" en la cual se enfrentan proyectos y versiones diferen­tes, antagónicas o complementarias.

La problemática planteada tiene, por lo tanto, implicacio­nes de orden teórico Ymetodológico; conduce a unareevalua­ción del cuadro conceptual de las ciencias sociales. En estesentido, podemos decir que "globalizaci6n", "mundializa­cíén", 11sociedad civil mundial", "polftica interna mundial",11cultura intemadonal-popular", "desterdtorializ,ación", sonconceptos que nos ayudan a comprender la dinámica de lassociedades actua1es -basta consultar cualquier diccionariode ciencias sociales para constatar su emergencia redente-,Porejemplo, cuando digo "política externa" supongo que elorden mundial resulta de la interacción de naciones particu­lares. Entre tanto, al hablar de "política interna mundial",desplazo mi razonamiento hacia otro plano. Las nacionesforman parte ahora de la dimensión intrfnseca de la totali­dad mundo. Cuando me refiero a un imaginario colectivoíntemecíonal-popelee me dlstancio de las especificidades ylas identidades nacionales paracaptarlaSen otro nivel Puedoconsiderarlo como el resultado de un movimiento de deste­rritorialización, y aprehenderlo como un universo de sím­bolos compartidos mundialmente por sujetos situados enlos lugares más lejanos del planeta (pIlbHcidad global, fil­mes, programas de televisión, moda, etc.). Un conjunto deobjetos-signos, jeans, imágenes de estrellas de cine, Mac-

INTRODUCCiÓN

Donal~'s, productos de supermercado, dejan de ser vistoscomo ImpoSlOones exógenas para ser entendidos como ele­mentos de una memoria colectiva mundial. Es posible quemuchas de esas categoría, que somos obligados a construírse ~uestren insuficientes en el futuro. Esto forma parte d~lahistoriade la razón científica. Pero sin ellas, el pensamíen­to ~e dificultades para avanzar; Es curioso, pero este finde SIglO que, para el sentido común de las personas y demuchos estudiosos, se muestra como exclusivamente nega­tivo, se presenta para mí lleno de desafíos. Lejos de pensarque estarna:' ante una "crisis.paradigmática", una parálisisdel pensamiento, veo un horizonte que puede ser explora­do de otra manera, más creativa,.capaz de impulsamos másallá de ~uestrosconocimientos petrificados. Optimismo delp~nsanuent~,que no se confunda, sin embargo, con opti­rrusmo político, puesto que el mundo en el que vivimos estáatravesando por contradicciones y conflictos, por nuevasformas de poder y dominación. Entenderlos es ejercitarnuestra responsabilidad intelectual

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EL VIAJE, LO POPULAR Y EL OTRO·

Kub1ai Kan había advertido que lasciudades de Mar­co Polose perecían, como si elpasode una a la otrano implicara 1U\ viaje sino 1U\ cambio de elementos.Ahora.decada ciudad queMaroo ledescribia.1a men­te del Gran Kan partía por cuenta propia.. y des­montada la ciudad parte por parte, la reconstndade otro modo, sustituyendo ingredientes, despla­zándolos, invirtiéndoIos.Marcoentre tanto CCl\tinul1bare6rlendo suviaje,peroel emperador ya no lo escuchaba, lo inlt'lTUmpía:-De ahora en adelante seré yo quien describa lasciudades Ytú verificarás si existen Ysi soncomo yolas he pensado.

ltaIo údvino, Úls ciudlldes ímJisibles

El lema del viaje sorprende la fantasía de los hombres desdehace mucho. El viaje, como metáfora de enriquecimiento in­dividual o retirada del mundo. El movimiento contrasta conla persistencia de los hábitos cotidianos, con su fijeza. Porcierto, el sentido del término se transformó a lo largo deltiempo'. En la antigüedad, losviajeros estaban regidos porel imperativo del destino. Lashistorias narradas en Lo Odi­sea o en la epopeya de Gilgamesh derivan de la voluntaddivina; sus héroes vagan por mundos desconocidos pero noposeen el libre arbitrio de la elección: vagan por mares, de­siertos, montañas para, en el fondo, realizar los designios delosdioses. El camino es vivido como una prueba, la aventu­ra como un sufrimiento. UIi>es "debe" partir,padecer trente alospeligros -esta es una exigencia fatídica, lamanera de poner

• Traducrión: Ada SoIari.1 Véase Lee, E. J., The Mind of the TTIlVe/er, Nueva York. Basic Boob,

'991.

[ t J

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OTRO TERRITORIO

en marcha la historia mítica-. En el mundo moderno, prob­ablemente a partir de la época de los románticos, el viaje selíbera de la carga de sufrimiento que 10había acompañado,y se torna excitadón y placer. También deja de ser una im­posición ajena; el hombre moderno tiene autonomía y unaindividualidad distinta de los humores divinos, y el movi­miento es fruto de su volición personal.

Pero, zqué es en realidad el viaje? Yodiría de modo pre­liminar: un desplazamiento en el espacio. Siempre es pasajepor algún lugar, su duración se prolonga entre la hora de lapartida Yel momento del regreso. Elviajero es alguien quese encuentra suspendido entre esas dos referencias que ba­lizan su recorrido. En este sentido, el viaje está próximo a losritos de pasaje. Implica la separación del individuo de su me­dio familiar; después, una estadia prolongada on lhe road Ypor último, la reintegración a la propia casa, la tierra de ori­gen. Quiero subrayar el aspecto de la"separación": contienela idea de que una persona sale de un mundo anterior parapenetrar en otro totalmente nuevo. Los rituales de inicia­ción religiosa son un buen ejemplo de esto. El neófito, tra­bajado por los mecanismo rituales, deja su estado profanopara ingresaJ; de forma paulatina, en el universo sagrado. Elejemplo del candomblé es sugestivo'. Cualquier hija-de-san­to, para ser admitida en su nueva morada, debe ser cui­dadosamente preparada. Primero, se distancia de su vidaanterior, lo cual se consigue a través de un conjunto de pro­cedimientos (rapadura de la cabeza, aislamiento de la inician­te durante un cierto periodo, sacrificio de animales, elecciónde un nuevo nombre.etc.). Elprocesoes, enverdad, un"viaje"durante el que ella experimenta "otra" realidad. Acompaña­da por la madre-de-santo, va a~ poco a poco los.secretos de un cosmos inaccesible a las personas comunes.Sóloentonces, después de !IDa preparación prolongada, Pve-

2 Véase Bastide, R.,Leamdombléde Bahia, Paris,Mouton, 1958.

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EL VIAJE, LO POPULAR Y EL OTRO

de retornar. Pero su destino ya no será el mism r lasde su inida '00 la o. :marcas

. a acompañarán por el resto de su vida.El p~Je presupone la idea de frontera, de limite Cada

compartimiento es un mundo aparte. Por eso mismr \T¡Gennep lo asoció con el territorio. Él dice: o, an

"~~~een general ~I territorio ocupado por una tribu se­~da está definido sólo por accidentes naturales sushabl~tes.y vecinos saben muy bien dentro de qué Úmt.tes temtoriales prevalecen sus derecho .m sYprerrogativas. El~ natural puede ser, por ejemplo, una roca o un árbol

un no O un lago sagradoque está prohibid ~ ,de . o atravesar bajo~a _ sanciones sobrenaturales. Con frecuencia, el límitees señalado por un objeto-poste, pórtico, piedra- e fuecolocado en eselugar conritos de consagración,A:-és de:sCO~ocación. o fijación ceremonial de losmarros o lO:lími..t ' . espacio determinado del suelo es apropiado por de­::=do &r,upo, de manera que si un extranjero penetra

~CIO reservado, comete un sacrilegio, del mimomodo que s: un profano penetra en un bosque sagrado o enun templo" .

De aquf resulta el interés por la imagen de las puertas; alabrirse o cerrarsef· ,. ' avorecen o inhiben el movimtentnd Ipasaje. De esta forma, una sociedad se asem . econ . eja a una casa

.un conjunto de habitaciones y corredores. Cada célulaenoerra !IDa expresión propia Y!IDa individualidadla comunicación entre eDas se realiza median modal,lde ceremonias furmalidade . te un complejonícacíó y . s que pemute el flujo de comu-

n entre umversos estancosfu . ..

m~as,~~es, sep~~aC16n-estas ideas subyacen a la. a del VIaJe-. El viajero es ante todo un extrani 'Intruso un "m;¡1'Oin",l" jerc, un

, --."..~ , como afirma Simmel'. Él se aleja desu mundo propio .r- e ingresa en territorio ajeno; su condición

¡ ~~:t, c:; ritos deyassagem, Petrópolis, Vozes, 1978, p. 34.San PabIO,·Ática,.e;~geíro .en De Moraes Filho, E. (comp), Simmel,

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OTRO TERRITORIO

liminar se expresa en las costumbres de diversos pueblos.Van Gennep consideraque "Ia llegada de un gran númerode extranjeros tiene como contraofensiva actos de refuerzode la cohesión social local; los habitantes huyen de las aldeasy se refugian en lugaresbiendefendidoscomo colinas obus­ques; o bien, cierran las puertas,se arman, dan el toque dereunión; o bien el jefeva solo o con susguerreros alencuen­trode los extranjeros, en su carácter de representante deltasociedad y de persona más tnmuruzada que la gente comúncontra el contacto con los extranjeros"'.Por otro~o, laa~ximadón se lleva acabo de acuerdo con procedimientos estric­tos: los extranjeros no pueden entrar inmedia~ente. en latribu ya que deben demostrar, de.sd~ lejos,~us mtenao~es.Para ello es necesaria una fase preliminar de cuarentena, enla que permanecen aislados de la aldea. De fucma grad~ lasreladones se estrechan y, después de un periodo de reclu­sión", ellos pueden transitar normalmente en el drcu10 de lavida indlgena. 'RxIas estas precauciones son de carácter.profi­láctico simbólico- Elviajeroes un forastero YnevaCOIlSJllO un~ de amenaza. Por lo tanto, es necesario~n~ex: unaposible contaminaciónde laaldea, y los rilosmág=-religiososllenen una función de antídoto que preserva e' orden loca1contra las incertidumbresde lo desconocido- .

Si bien dije que todo viaje es un desplazamiento enelespacio,no se trata de cualquier espacio.Poseeuna~­r1dad: su discontinuidad. Cada sitio, cada.cultora constitnye

, un territorio particular. El viajero es un mtermediario quepone en comunicación lugares que se encuentran separadospor la distancia Y los hábitos cul~,lu~ que nadainterliga,a no ser el movimientodel V18Je realiza~o por.~motivadón ajena a su propia lógica. Frente a la díscontínuí­dad de los lugares, el viajero se comportacomo alguien

. unidades heterogéneas suitinerario interlígaque aproxuna WUUdU ' • •

puntos desconexos. Ocurre, así, una uitida separación entre

5 VanGennep,A.,op·cd.,p.42.

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EL VIAJE. LO POPULAR Y EL OTRO

el que se mueve y los lugares visitados. Elviajero se nutrede este contraste: él es la fuente de la experiencia y del saberque le penniien interpretar su posición originaria a la luz dela diversidadcon lacual entraen contacto.

El tema del viaje se abre, así, para la discusión del otro.Desplazarse significa tomar conodntiento de aquellos quedifieren de "nosotros". Por eso mismo, el descubrimiento deAmérica tiene un significadovital parael entendimientodelhombre europeo; el mundo salvaje es el contrapuntode lacivilización occidental. Para muchos,como Colón,el mundosalvaje será una visión del paraíso; para otros, la imposibili­dad de <.re los valorescivilizatorios arraiguen en tierras tanextrañas. Peromásalláde lamaneracomo este otroes apre­hendido, sea como fuente de :inspiracióno como materia dedominación,él preexiste como diferencia. Así, los relatos deviaje constituyen un importante material para la reflexión:estimulana los filósofosen la comprensióndel hombreuni­versal, traen informaciones sobre las "variedades de laes­pecie humana", revelan al "nosotros" europeo un mundodistante e íncomprendído", Y lo mismo puede ser dicho res­pecto de la vocadón antropológica, también se funda en elreconocimiento de la alteridad. El antropólogo es un "extra­ño" que se mueve paracomprenderla lógicade una comu- 'nidad totalmente distinta de la suya8

• Como etnógrafo éldebe "hacer nativo",esto es, acercarsede la mejor maneraposible a la lectura distante. Su viaje es una formade acli-

6 V_ TOODrov, T., LA """'Iuéle de l"Amirique, París, Seuil. 1992;Ruar­que de Holanda, s., ViSliv do PImÚSO. Rio de Janeiro, José OIympio,1959.

7 VéaseDuchet,. M,AntropologílJ ehistaritzen el Siglo drt.s Luas,Mbico,s;gto XXI. 1....

B Aun Lévi-5trauss, quedecía "odiar losviajes"'. sevio obligado a rdatarsu saga antropológica en TrisUs tropiques, Paris, Ubrairie PIoo,. 1955­También Roger Bastide vio sul6gicacartesiana desafiada porel mun­do del candomblé. Véase &tuJos/lfrobrasileiro. San Pablo, Petspa..1i-­va, 19'73.

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OTRO TERRITORIO

matación a un medio inhóspito. li'abaja como un descifra­dor,integrandolo"desconocido" asuJenguaje familiar.

Pero ¿cuál es la relación entre el viaje y la probleuulticade la culturapopular? Retomo el temadelespacio. Basta mirarla literatura sobre las manifestaciones de la cultura popularpara discernir algunos trazos comunes a ambas situaciones.En particular, quiero señalar el tema del"aislamiento". Porejemplo, cuando los folcloristas estudian las baladas, losproverbios, las creencias mágico-religioSas, las fiestas, atri­buyen una cualidad especifica a este material: proviene deuna regiónlejana, en general de las pequeñas comunidadescanipesinas, y expresa la autenticidad de una antigua me­moria tradicional Me interesa menos discutir las ambigüe­dades de esta autenticidad idealizada que subraya el hechode que el folclorista supone la existencia de universos estan­cos, de limites en cuyo interior evolucionan de forma nece­saria las manifestaciones populares. Porque se encuentranN aisladas" de la dinámica social, estas manifestaciones repte­sentan un tipo de focmación cultural reveladora del pasado.Su autenticidad está asegurada por la distancia que las sepa­ra de las imposiciones de la vida actual De este modo, elfolclorista razona como un geólogo. En la superficie de lasociedad existen fenómenos diversos, la cultura letrada, lapolítica, las ínstítucíones, debajo, una realidad encubierta porlas edades históricas. Su tarea es atravesar los límites geoló­gicos de esos estratos para, al fin, revelar la profundidadde los tesoros populares.

Esta misma concepción persiste en los textos de los histo­riadores. Más allá de sus inclinaciones teóricas particulares,cuando analizan las culturas populares en el Antiguo Régi­men los historiadores nos reenvían de forma inmediata alproblema de las fronteras. Es el caso de Muchembled cuan­do nos habla de las aldeas campesinas de la Edad Mediaeuropea: NMás allá de la comunidad rural; y del espacio queella controla-akíeas, cultivos y praderas;ciHnlrios y bosques-,comienza una zona de peligro en la queno funciona más laayuda mutua. En un radio de 10 a 20 km, accesíble a una

EL VIAJe. L.O POPULAR y EL OTRO

marcha de medio dia, o poco más, el espacio es menos. peIi;groso puesto que e;aste la posibilidad de establecer relaci<>­nes familiares y amigables; esas solidaridades constituyen ellimite.~o, losmárgenes del mundo conocido.~mvadidos por la proIiíeración de lo sobrenatural, lo bandidoay losanimales salvajes. Márgenes que pueden ser abarcadoScon los,ojos.~nes quelas personas recorren inquietas,con la íncertídumbre de si serán bien acogidas en otras al­deas. Más lejos comienza el verdadero dominio de lo deseo­nocído'", . -

Cada aldea, o núcleo de población, constituye así un uní­~ersoseguro. Suaíslamíento encierra lasexperiencias del con­Junto de sus habitantes.El argumento es recurrente en variosanálisis sobre la sociedad campesina. Cuando GeorgesPos­t~r de~ ~l campesino a través de la idea de Nimágeries debienes limitados", razona COmo si el mundo rural corttiIvie­seen sus marcos su propia expücecíón'". El hombre-del'ca.m_po, responsable por un tipo de cultura tradicional, vivirlaentonces ensimismado. Su vida se desarrolla en el seno deun subsistema (económico, político, cultural) autónomo.

El énfasis en la segmentación prevalece también en losestudios de comunidad, en particular losque se encuentranen la óptica de la antigua "escuela de Chicago". La Investí­gació~ clásica de Robert Redfield sobre la cultura Jo/k en'rucatan (México) es un buen ejemplo de eso". Redfield cum­para cuatro unidades espaciales diferentes: la tribu indíge­na, la aldea campesina, la villa Yla ciudad Dentro de cadauna de esas regiones, Redfield busca entender las cuestíe­nes. relativas al cambio social: individualización, seculari­zación, declinación de la solidaridad dentro del vecindario,

9 ~uchembled, R, Culture popuIsire et culture des e1ites, Paris, Flamma,non, 1978,p. 61.

10 Poster, G., "Peasant Sodety and the Image ofUmited Gocds", en Pot­ter, J. (comp.), Peasant Society, Boston,litl:le8rown and Ce., 1967.

11 RedfieId. R., The folk Cultureof yuaWm, Chkago, The Univenity ofChicago Press,1941,p. 338.

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OTRO TERRITORIO

transformación de la familia extensa, etc. Su conclusión esclara: el avance de la divisióndel trabajo, de laeconomía demercado, de la heterogeneidad cultural, se da en fundónde la distancia existente entre esas órdenes geoculturaIes. Elaislamiento de la tribu en reladón con la aldea campesina,de la villa con la dudad, determina la conservación o la di­námica de la tradidón.ldeaImente, la cultura popular ñore­ce dentro de determinados límites.Cuanto más lejos de loscentros uIDanOS y de los Cánones de la dviIizadón, mayoresserán su integridad y complejidad.

No debemos imaginar que el aislamiento, postulado enaIgunos análisis históricos Y antropológicos, es en verdadtan radical (además, ningún autor piensa de esa forma). Eltránsito entre las culturas existió siempre, seria insensato ha­blar de incomunicabilidad Sin embargo, vale la pena rete­ner que la discusión sobre la cultura popular refuerza unadimensión que señalé antes, la de la separación. En rigOJ; nisiquiera necesitamos considerar la existencia de grandesdistancias físicas entre las culturas para que la separación semanifieste. En lasciudades de Europa medíeval.Ia segre­gación cultural estaba representada por las minorlas étnicas-judíos, moros, eslavos, etc_u, cada una de ellas con su re­ng;6n, sus derechos, sus costumbres. La segregadón tenialugarincluso en las diversas corporaciones. Las guildas agru­paban oficios dilerentes (artesanos, zapateros, tejedores),cadaunocon sussantos patronos, sustradicionesy rituales,una organización propia del trabajo y el ocio. La dudad semuestra así comoun conjunto segmentado en el cual cadauna de las partes tiene su propia vida. Las manifestacionesde la cultura popular se amtraponen, entonces, entre eDasy en relación con una cultura de élite. también confinada aun horizonte preciso: el de la clase dominante.

12 V__P.C"""",,,,,,,,,,,,,..¡__SanPoblo,Compan­hia Das Letras, 1989.

EL VIAJE, LO POPULAR Y EL OTRO

Enverdad, muchos análisis recientes se basan en estamisa Los trabajo~3de Hoggart sobre la clase obrera ilusl::bien este aspecto . Al establecer una clara distinción entreun "nosotros" obrero y un "ellos" burgués, Hoggart posIulauna distancia cultural que define, en el interior de cadaunade esas"configuraciones, espacios cualitativamente díferen,tes. El mundo" de los trabajadores es radicalmente otroantagónico del universo de lospatrones respecto de la mo­raltdad, las maneras de ser, sentir y vivir. "Mundo" que searrroga en un territorio espedfico, los barrfos obreros y quepuede, de esta forma, liberarse de las in8uencias ..6genLa cultura ~ra se expresa, y se reproduce, en la medí:en que sus puertas" son capaces de delimitar una región.

Ahora puedo retomar mi razonamiento. La cultura popu­lar unplíca heterogeneidad, discontinuidad espacial, y poreso puede ser integrada por el movirruento del viaje. éSta espreasamente la propuesta de los románticos. Cuando loshermanos Grimmrecolectan loscuentos y las poesías popu_lares, suponen que talesmanifestacíones estánpreservadas,aPartadas_de la cultura de la élite. Este es el fundamento dela oposcon entre naturpoesie y kunstpoesie14• Lacultura~ular no puede existir, en su espontaneidad e ingenui~SI escon~apor el arteculto. Su veracidades fruto deesta separaCIón. De aquí derivael interés de los románticos'por los viajes pin~rescos. Las fascinación por ~l exotismo,por la fábula de Oriente, se aplica también a las costumbres~p~~; es el exotismo el que los impulsa a moverse portierras lejanas". Loshermanos Grirnm y George Sand buscanen lasaldeas campesinas, perdidas de la civilización, el ali­mento para sus reflexiones; y escritores latinoamericanoscomoJoséde Alencar, se vuelven hacialos aborígenesy prí-

13 Hoggart.. R, The UsesojLiúmKy,Nueva York,. Oxford UniversityPresa19'70. '

14 Véase Kamenetsky, C., "The GermanFolldore Revivalinfue EighteenCentwy. Herder's Theory of Naturpoesie"', enJounud afPopul¡u Cut,.ture, No. 4, 1973.

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OTRO TERRITORIO

vilegian el 'buen salvaje" como objeto de sus aspiJ:acioneslS

Esta atraeei6n por los lugares remotos es un constante.~.1aliteratura folclórica. En Italia, I'Itre se interesa por SI~uno de los rincones más apartados d~1 pafs; en"Fran~Sebillot valoriza regiones como Bretaña, donde la tradi­dón eda intorada"; en Brasil. SiIvio Romero hacedel n=, una región distante de la capital, una de~matrices para su interpnetadón de la sociedad \mlSileiIa .En verdad la imaginación de los inteJectuales presupone lacultura PDÍ>uJar como un elemento de alteridad.~ es "!espej<> en el que se refleja un ser totalmente otro. Pueblono significa osi una categoríahistórica concreta, atravesadapor los conflictos Ylas contradicciones sociales, sino que setrata de unideal, una dimenSión olvidada pero que se man­tiene incólume al mundo de las letras Yde la razón. Viajarpor la cultura popull1r seria una forma de "encantamientodel mundo", y no propiamente un conocimiento dentfficodela~ .

Creo que esta búsqueda de alteridad es el trazo de umónentre cultura popoJar ynación17. Herder fue. tal vez el pnmerpensador que lo explidló de manera consiStente. Al COllS1­

derar las culturaspopulares como modales, encerradas en símismas estrechó su vínculo con las nacionalidades. Cadadvilización seria un organismo vivo, íntegro, cuya idiosin­crasla expresa la sustancia de un pueblo. El romanticismoretoma esta manera de entender las cosas. Loscuentos, le-

15 Véase Grtmm, The German Legends of the Brothers Grimm, ~~elfia,InsIitute for theStudy ofHuman Issues,.1981; Be1mOnt, N., L~é­une Céltiqueet Oeorge Sand: les débuts des tedtetthes folklonquesensrence", en Rommtisme,No. 9, Vol 13, 1W5; J. de AIencar,OGua·

rani,San Pablo, Ática.16 Véase Cochiara,. G., "Ihe Teaching of Pitre"', enJenanal o/Folklore Ins­

titute Nos. 1/2, Vol Xl,.197S; SebiIlot, P.;LejtJlkJm'etlelo. BrefBgne, París,Payot, 1950; Romero, S., Estudos scbre 11poesitJ populM 1W BrtlSu, Petró­

poIis,voees, 1977.17 Sobre la. relación entre cultura popular Y nad6n,. véase Orue, R., JW..

manticos efoldoristils, San Pablo, Olho d'Agua, 1992.l.

EL VIAJE, LO POPULAR Y EL OTRO

yendas, cantos y poesías enderran los tesoros de la nacIor1á­üdad. El pueblo tiene su alma anidada en lo recóndito de lamemoria popular. Cuando los Grimm se dedican al estudiode la poesíano actúan apenas como filólogos. La propuestaseapoya en Interesesque se desdoblan en el plano polItico:rescatar la lengua alemana de la injerencia de un idioma ex­tranjero, el fr_Hablar,yescribir en alemán, es una ma­nera de afirmar una identidad en contraposición a unadetermlnada domlnadón lingüIstica.

El estudio de la cultura popuJar surge entonces como res­cate del pasado, contrapuesto al presente, en el cual las cia­ses dominantes habrían olvidado sus propias raíces; pasadocuya validez se ejerce sólo cuando seabre para el futuro. Nodebemos olvidar que las naciones comienzan a formarse enel siglo XIX. Durante el período romántico, la Alemania mo­derna es una abstracd6n, o mejor, una aspiración; ella noexisle todavía. Y es este "todavía", hiato entre las condido­nes hislóricas y el porvenir, lo que permite que los intelec­tuales observen el pasado con los ojos puestos en el futuro.La valorizadón de lo popular se lleva a cabo en la medidaen que la.nacíón es una utopía, un proyecto. Estono es, sinembargo, una característica inminente del romanticismoalemán. Se trata de una dimensíón inherente a la relaciónentre lo popular y la constitución de la nación, que se mani­fiesta en diversos países y contextos. El casode América La­tinaes ejemplar Duranteel sigloXIXY parte del xx, tal relaciónanima a los intelectuales, los políticos y los movimientos cul­turales (cine, jíteranna, pintura, etc). De los muralistas mexica­nos a los modernistas brasileños encontramos la presenciade un ideal constante: la nación. Pero es necesario aclararque esta entidad, siempre es algo incompleto. Éste es su se­creto. R>rser ulopla, desfasada en el tiempo, su construcd6ngalvaniza la inIOglnadón de lodos. Frente a los sinsaboresdel presente, los impasses, las dificultades (pobreza, subde­sarrollo, atraso tecnológico), la nación cristaliza un sueñoaún no materializado. Cada país busca, entonces, los ele­mentos de esta autenticidad ansiada en la raíces de sus ex-

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presiones populares. La cultura popularactúa como sustan­cia simbólica que articula una alteridad posible; encierra, enla mente de los hombres, las poIencialidades de un mundou diferente".

Midigresión acerca del viaje y la culturapopulartiene unobjetivo: explicitar algunosprincipiosqueencterranestoecon­ceptos. Pero zeüos poseen la misma validez .en el contextode las sociedades contemporáneas? ¿Elproceso de gIobaliza­ción no nos obliga a repensar nuestra relación con el otro?

Un primer aspecto salta a la vista: la quiebra de las fro~­

teras. La revolución tecnológica, que envuelve las orgam­zaciones empresariales, los medios de comunicación, loslugares de trabajo, los rontactos individuales Ycolectivos, de­muestra ese cambio. La movilidad .intraplanetaría se tomóuna realidad, que transforma las prácticas y las relacionessociales. Se trata de un debate que, en general, tendemos arealizar en términos casi exclusivamente tecnológicos. Lossatélites, fax, computadoras, multimedia, fibras ópticas, info­vías surgen como determinantes causales de la amplia~6n

de los límites geográficos, de la posibilidad de comunica­ción plena en el seno de una'aldea global". No tengo dudasacerca de la importancia de la técnica en las sociedades con­temporáneas; constituye la base material de una culturamundíalízada. Sin embargo, debemos recordar que la dílu­cíón de los límites o, lo que es lo mismo, la desterritorializa­ción de lascu1turas surgeron la modernidad. La peculiaridaddel momento actual es que su expansión, contrariamenteal sigloXIX, ya no se confina a a1gonos países (Estados Unidos,Francia, Alemania e Inglaterra), sino que se torna planetarta.

Esto significa una radicalización del desarraigo de las ro­sas y los hombres. Basta mirar el ambiente que nos rodea:está poblado por objetos caracterislioos de una civilizaciónque se desterritorializó. Luz eléetríca, omnibús, aviones, te­levisores, computadoras, supermercados, cines, shoppings,calles, avenidas, aeropuertos, expresan la materialización dela.técnica como determinante ecológico. Estamos penetra­dos por la modernidad-mundo, ella nos acompaña en "to-

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dos" los lugares. Estacondición del hombre rontemporáneosobresale~do hojeamos los viejos álbumes compuestospor los foklonstas; SIempre contenían un capítulo sobee lascostumbres de los pueblos. Al recorrer sus páginas, el lectorobtenía una visión de la diversidad humana: cada pueblocon sus hábitos alimentarios, sus vestimentas. Hoy nos en­contramos con una singularidad de costumbres. }eans, za..patos, zapatillas, camperas, sacos, jast-food, bebidas, comidaindustrial, denotan la inmanencia de un patrón civilizatoriomundializado. Los diversos grupos sociales comparten in­cluso~~ colectivo común, rompuesto por signoscomerciales, unagenes de cine y televisión, afiches de artis-­tas, cantantes de música pop, etcétera.

~n este co~text~,la noción de viaje se encuentra compro­metida La.distanoa dejó de ser un obstáculo físico para eldesplazanuento; es apenas una variable administrada racío­nalme~te por~ ins~~onessociales. El control se ejerceen el ~vel político, militar, ñnancíero o ecológico, y es capazde ~lar de manera equilibrada, esto es, de acuerdo conl?s mter~~en juego, el movimiento migratorio, armamen­tista, turístico o urbanístico. Existen, pues, una cartografía yuna estrategia de los desplazamientos, que permiten inter­pretarlos en términos de su fundonalidad. El riesgo, uno delos trazos constitutivos del viaje, es de esta forma mtnínuee-.do. El riesgo puede incluso tener lugar, pero como resultadode un error o de una falta en los cálculos realizados. Despla­zarse en el espacio deja de ser una u aventura". Lodescono­cído, en el pasado sinónimo de distante, se torna habitual, yno apenas desde el punto de vista de aquellos que organi­zan el traslado (agencias turísticas), sino también de quieneslo ~entan. La modernidad-mundo posee su propiomobiliario, sus artefactos rodean a los individuos en cual­quier parte del planeta. A pesar de que en el lenguaje comúnaún existen resquicios de expresiones como "víejar al exte­~or", es evidente que ya no poseen el mismo significado. Enngor, cuando nos movemos en el espacio de lamodernidad­mundo, permanecemos en su interior. La sensación de extra-

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ñamiento es de esta forma sustituida por la de familiaridad.Hoteles, desayunos continentales, vitrinas repletas de mer­cadenas, taxis, son puntos de referenda; Indican el caminoy le dan al turista la oportunidad de sentirse "en casa" aunfuera de su paJs natal Escierto que a1gunas veces él podráperderse en la maraña de su trayecto. Las diflcuItades decomunicación sonconcretas; por ejemplo, la incomprensiónde la iengua. Sin embargo, al contrario del viajero, el turistadispone del auxilio de un conjunto de expertencias codifica­das -diccionarios, mapas de las ciudades, horarios de tren yavión, laIjeta de crédito- que le permiten pasear sin mayo­res diflcuItades.

Un viajese prepara de antemano. Se requiereunconoci­miento previo del itinerario -tiempo de estadla en cada lugar,reservasde hotel, presupoesto,visita a los sitios 'históricos","intetesanteS", etc.-. En verdad, la exdtaoon.cuendo existe,pocotiene que ver con el ideal romántico. ERa proviene mu­cho más del contraste con el mundo del trabajo que delproyecto en si mismo. Los viajes (sobre todo los de natura­leza turística) son el equivalente de los feriados, un mo-­mento de ocio, y en principio se asemeJan a otro tipo deactividades (ir al cine, descansar, ver televisión). fue lo tanto,el turista debe contar con informaciones seguras sobre suemprendimiento (¿habrá sol?, lcostará mucho la estadía?,¿las playas son limpias?). Antes de moverse ya sabe lo queocurrirá, pues el destino de sus vacaciones, de su fruiciónpersonal, está en juego. Elviajedejaentonces de serun ritode pasaje. El "otro lado" es parte dellll1aglnario de aquelloque se trasladan, Thrre Eiffel, Páo de A(uéBr, Puente de laThrre de Londres, Empire State, restos del Muro de Berlín,castillos del Loíre, islas del Caribe, soo'lmágenes consumi­das mundialmente. En ellas no hay nadáextraño. Las ve­mos constantemente en las páginas de las revistas, en losfilmes de cine y televisión. fue eso _pueden ser expIo­tadas eñceemente por la induslria'pub1icilaria; excitan alcliente en el momento en que cruza las puertas de cualquieragencia de turismo.

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Pero es posible afirmar que los cambios recientes incidentambién en la idea de.fijl!Za;La.moderrúdad-mundo no sig_nifica apenas desterritorlalización. Este es un primer pasoque debe~.pero, para existir como tal, sus objetos sedeben reterri.tor:iaIizat. Una culturamundíalízada sólo tienesentido si está arraigada en nuestros hábitos más prosaicos.Necesita localizarse, en este o en aquel lugar; realizarse, deesta o de aquella forma. Comprar, conducir un auto cami­nar; divertirse, son prácticas que se insertan en el seno deuna realidad mundíalízada, Somos ciudadanos mundialesporque el mundo penetró en nuestra vida cotídíana, Estoaltera nuestra comprensión de la proximidad Yla distancia.En este aspecto los medios de comunicación tienen un pa­pel preponderante. Aproximan lo que se encuentra "afuera"esto es.. alejado.. pero en el interior de la mcdernidad-mun­do, ~quienes los usufructúan. Filmes,videosr notidas, infor­macrones, cruzan el espacio para realizarse de formas~mu1tánea en lugaresdiferentes.Las personas ya no nece­sitan moverse para tener acceso aun conjunto de cosas. Poreso, algunas agencias de turismo vislumbran el futuro deform"a promísoría, ~nzana invertir en lo que denomí­nan VlilJe estacionano . Con el auxilio de la realidad virtual,el hombre visitarla los mundos distantes en el confort de sumorada. En épocas pasadas,el viajeroeraun intermediario,un eslabón entre culturas aisladas. Él se movía, los lugarespermanedan fijos,girando en sus órbitas. Era esta disconti­nuidad espacial la queconferíainterés y sabora sus relatos.El viajerotraía informacionesparalos que permanecíanin­móviles en sus "paeses", Hoy su condición es otra: atravesa­do por la modernidad-mundo "viaja" sin salir del lugar;

Las transformadones espadales tienen una inddencia di­recta sobre ta.s culturas populares. Durante todo el siglo XIX,la preocupaetón central de los folcloristas europeos (Inglate­~~, F~ancia YAlemania)fur justamentecomprenderla rela­cion, mteractiva y conflictiva.. entre ellas y la modernidad.Ellos percibían que las "reliquiasdel alma popular" esta­ban amenazadas por el progreso. Frente al avance inexora-

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ble del industrialismo, sólo les quedaba la posibilidad deretirarlas de la historia Ypreservarlas en libros, fotografías,textos. Como las culturas popolares se aproximaban cadavez más a un tipo de civilización industriaL era necesarioaislarlas de la vida social. Los límites, frágiles en el planode la sociedad, son recuperados en un.nivel simbólico. Losmuseos populares cumplen esta función; al separar las ~a­nifestaciones populares de la historia, reconstruyen artifi­cialmente la distancia entre ellas y el mundo moderno.

A partir de la entrada en el siglo xx, el ritmo ~el.cambio

se acelera El desarrollo de los medios de romumcacrón (ru­tas, revistas, diarios, radio, televisión) debilita aún más laslronteras entre las culturas populares y la realidad circun­dante. Por cierto, la cadencia de este movimiento no es lamisma en todoS los lugares. Mientras que en la década delcuarenta la industria cultural en los Estados Unidos florecíaa escala nacional, en otros países, incluso los europeos, eraincipiente. Por ese motivo Robert Redñelpu~oencontrar e~Yucatán el terreno ideal para la comprobación de sus teSIS(en esa época México no había realizado buena parte de suintegración nacional). Los rincones aislados surgían comoejemplo de vitalidad cultural. Y una situación análoga sedaba en toda América Latina. Thmbién en el Brasil fue posi­ble una valorización de las culturas tradicionales, que per­manecían no intactas sino activas, motivadas, dentro de unrelativo dinamismo cultural (fiestas, jolgorios, creencias má­gicas-religiosas, etc.). Los estudios de com~aciónrealiza­dos entonces demuestran bien este hecho . Comprueban,en el interior de poblados distantes, la existencia de una cul­tura: campesina, pesquera, etc. Cada lugar, aun en contacto

18 Estudios como los de Donald Pierson, representante de la escuelade Chicago en San Pablo, contaban siempre con un caJ:'l~tulo~bre"aislamiento y contacto", Véase Cna: dtis Alm4S:a BrazllUln VIIlRgF,Washington, Institute of Sodal Anthropology, Smithsonian Institu­tion.l9S1. ,.

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con el mundo exterior, lograba articular su autonomía alpreservarla de diversas influencias.

La consolidación de las industrias culturales reformularadicalmente este cuadro. Losmedios de comunicación apro­ximan, y mezclan. lo que se encontraba separado. Es sinto-­mático que buena parte de la discusión acerca de "culturade masas/cultura popular"'se haya trabado en torno de lacuestión de la homogeneización, No me interesa criticaraquí la idea de unicidad cultural, considero que es equívoca.Sin embargo, el propio debate, al ser establecido en esos tér­minos, demuestra que la noción de espado está en cuesuén.En el fondo, subyacente a la idea de una cultura homogéneao masificada, reposa una dinámica que rompe con las parti­cularidades de los mundos vueltos sobre sí mismos. Al inte­grar en su seno las diferentes manifestaciones populares, lasociedad contemporánea las retira de sus rafees tradiciona­les, Por eso, en diversos países el estudio de los medios decomunicación se encuentra íntimamente ligado a la proble­mática de la nación. llrnto enlos Estados Unida; como en Amé­rica Latina, la radio, el cine, la televisión son vistos comoelementos propulsores de la identidad nacional".

Poco a poco, las mabices popolares ceden paso a una rea­lidad más abarcadora. Por cierto, muchas serán recicladaspor la Oamada "cultura de masas", y en cada país esto ocu­rrirá de manera diferente. Sin embargo, el mecanismo deintegración es análogo. La especificidad de esas culturas esredefinida por las fuerzas envolventes de la sociedad urba­no-industrial. No es casual que lacomprensión de laculturapopular se vea modificada. Hasta entonces el término seaplicaba a las producciones y el modo de vida de las clasespopulares. Diversidad afirmada en el contexto de realida­des regionales. Había, sin embargo, un presupuesto en estetipo de perspectiva: la existencia de un mundo plural, regu-

19 véese.pce ejemplo, Whi1e,o. yPendeton, J., PopuJm- e.....,..­of""""" Lif<, Ca6/omia PubJUhe, Iec, 1977.

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lado por las 'puertas" Y"corredores" de cada 'casa' parahablar con laspalabras de Van Gennep. El advenimiento deformas de expresión como el folletln, la radionovela, la tele­novela, los filmes, las histotietas, la redefinirán. ~cu1turapopular contemporánea es en buena medida fabricada poresferas especializadas que escapan del d~minio~e ~ 10-­calidades. Poreso posee un radio mayor de .irúhlenaa..SIem­pre podremos decir que a partir de la difusión .exlStiránvarias lecturas y USOS sociales de losbienes mdustrializad?".Esto es verdad. Pero lo que importa destacar es que lasm­dustrias culturales desplazan la centralldad que las~~popolares detentaban en lassociedades pasadas. La parteno es más una unidad autónoma; se articula, o, mejor, esatravesada por el todo.

Este movimiento se toma más complejo. partir de la glo­balización de las sociedades. En este caso,~a país es unfragmento de un todo más amplio. Los medios de~um­cación, que en un primer momento actúan como íntegra­dores de las culturas nacionales, traspasan las fronteras. Lamodernidad-mundo trae con ella otro tipo de civilización.La desterritorialización de los signos, imágenes y objetosechan las raíces de una cultura internacional-popular.MacDonald's, dibujos animados de la T~Animation, tele­novelas brasileñas, personajes de Walt Disney, westerns, allado de todo un paisaje de mercancías y cosas, son trazosconstitutivos de una memoria compartida en escala pla­netaria. Con esto la noción de cultura popular se amplía.Pasa a comprender un conjunto de pr~cticasde~aigadas,cuya presencia es simultánea en los diferentes rincones dela sociedad global.

Los románticos podían viajar por la cultura popular en lamedida en que ésta representaba algo extravagante, extraño• sus modos de hombres civilizados. El viaje y lo popular¡iartidpan as! de lasmismas cualidades -exterioridad, extra­fteza,. alteridad-o En este sentido expresan una dimensiónde.1II'alíIIeación'. Uso el concepto en su significado erigí­nark:t, Yno como se ha difundido en el discurso político. En,.

El VIAJE, lO POPULAR V El OTRO

su raíz se encuentra la idea de separación (aún hoy en ellenguaje juridico se diceque un bien está 'alienado~).Poreso mismo, Adorno .consídera el arte como una forma dealienadón por excelencia. El arte introduce un contrasteuna ruptura, en relación con el orden de lascosas. Al sepa:rarse de la~d, abre las puerlas para un mundo ente­ramente otro. Esta es también la dimensión valorizadapor Simmel cuando aproxima la aventura a la sensibilidadestétíca", La aventura es esencialmente un acontecimientoextraterritorial, un desplazamiento en el espacio. Se realizaen un terreno distante de la vida ordinaria, y se configuraen la experiencia de otro lipo de temporalidad. Arte y aven­tura comparten la misma tendencia, ser radicalmente"ex­tr~os". a las evidencias del día a día. ¿Pero será posible estaalienación cuando el otro se disuelve en la proximidad?

. Creo que la cultura popular, en el inicio del siglo XXI, nodisfruta~~ ~el aura que la envolvía. Marcada por el signode la familiaridad, sufre una crisisde desencantamiento. Th1v.~z por eso mismo los intelectuales no alimenten, en rela­~on con ella, lasmismas esperanzas que tenían los román­ticos, los folcloristas o, en América Latina los movimientospolítico-culturales de los años cincuenta;sesenta. Aún máscreo que la ~ción entre lo nacional y lo popular. En elmundo globalizado en el que vivimos, atravesado por unacultura internacional-popular; el proyecto de construcciónnacional toma otros rumbos. Ya no es posible pensarlo delmodo en que lo hacíamos algunos años atrás. El eslabón: en­tr~ lo na~o~.y lopo~ tan caro a Gramsci, se desdibujó.~Ila"na.Clón incompleta", ni lo popular, "auténtico" o "ra­dical , tienen fuerzas para constituirse en signos de alteri­dad. No son más las metáforas privilegiadas para imaginarel fu:turo. Con esto no quiero decir que cualquier tipo deelterídad sea hoy imposible. Al fin de cuentas, la moder-

20 ~~I G" "L'aventure", en PhiJosophie de la Modemité, París, Payot,.

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alízable para el planeta como unnidad-mundo no es gener d íguales) con

1 bsisten zonas contrastantes (y es!todo. En é su "6 Por otro lado la quiebra de lasla lógica de la .globa\izao n. si el Wo de nuevos te­fronteras no Slgnifica su fin, perolastransformaciones recien­rritorios límites. Mientras tanto, lo

.Y n ciertas ideas, cierta primada en expresartes destituyera ocido lo utópico. La cuesti6n es saber

=~jar'"~n un mundo en eleual el espacio

secomprimió·

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Existe en las ciencias sociales una fuerte tradidón en pensarel espado en relación inmediata con el medio físico. La evo­luci6n de la geografia -por ejemplo, la escuela de Ratzel,entre otras- es pródiga en ejemplos de esa naturaleza. Sinembargo, incluso cuando nos apartamos del determinismogeográfico, de gran influencia entre los pensadores brasile­ños del final del siglo XIX!, la idea de territorio, identificadocon los límites de su materialidad, está presente. Tomo alazar una definición de Pierre George, cuando intenta com­prender las fronteras entre la lleografia y la sociologfa: "Laaplicación del método geográfico a los datos sociales tienecomo objetivo la definici6n de hecho y categorla de hechosobservables en un medio espacial determinado, y la bús­queda de posibilidades, más o menos completas, de la uni­versalización de esos hechos o categorías de hechos. Elproceso de pensamiento es, por lo tanto, analítico; conducea un inventario. Este inventario se fija en el espacio a travésde la representaci6n cartográfica, que permite figurar cadahecho, en su escala y lugar exacto, así como hacer ciertasgeneralizaciones. Esta fase de la toma de conciencia se sitúaen el plano de la murfologfa social"'.

Estamos, por cierto, alejados del reduccionismo de las es­cuelas pasadas; sin embargo, el vínculo entre fenómeno so­cial y medio espacial permanece. El ge6grafo debe hacer uninventario de los hechos y luego localizarlos en un mapaCada cosa en su escala, en su debido lugar. Este trabajo car­tográfico preliminar es el fundamento de las generaliza-

~ Traducción: Ada Solari.1 Wase RabertMoraes,AC.,IJeo/cg"'gm¡¡mfims,SanPoblo,_'_2 George,P., "Sodologie géographique",en Gurvitch,G., Trrlitétle~

íogie, París, PUF, 1967 (la. edición 1958), p. 255.

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dones posibles. comparar mapas diversos, aproximar datosrecogidos en regiones y zonasdiferentes. Poreso, Pierre Geor­ge tiene el cuidado de definir 10 que denomina "unidadgeográfica elemental", En el caso del hombre de campo, lacolectividad rural seria el elemento aglutinador de la pro­ducción con los miembros de un determinado grupo socialEn cambio, los estudios sobre la industria partirían de otrabase concreta. Cito al autor: "En geografía industrial, el pri­mer hecho de observación es el establecimiento, que es ellugar de producción y el lugar de trabajo, definido, en suindividualidad, su calificación, su importancia cualitativay su íocaíízecíón'", Dentro de esta línea de razonamiento,cada lugar, establecimiento o comunidad rural, posee unaindividualidad, una cualidad que le es propia. Ésta se expre­sa en su localización, dato crucial para el geógrafo, sin el cualsu esfuerzo cartográfico seria en vano.

Thmbién la sociología y la antropología privilegian la re­lación entrecultura y medio físico.Durkheim había, incluso,idealizado la creación de una nueva disciplina, la "morfo­logía sedal", sintesis de la geografía y la demografía, paracomprender las articulaciones entre las sociedades y su sus­trato materíeí', Disciplina que se ocuparía de la distnbuciónde los individuos en el suelo, de la densidad poblacional delas aldeas y las ciudades, de las vías de comunicación, de lasfronteras, etc. Fue dentro de esta óptica que Marcel Maussescribió su ensayo sobre las variaciones estacionales de lassociedades esquimales", Su análisis de morfología social esuna aplicación de los principios durkheimianos, al demos­trar cómo la civjlizaci6n esquimal se encuentra indeleble­mente marcada-por su territorialidad.

3 Ibid., p. 266.4 Durkheim, E., "Notes sur la morphoíogíe socíeíe". en ]ounwl Sociolo­

gique, París, PUF, 1969.5 Mauss, M., "Bssaí sur les variations sai!;onnieresdes socíétés esldmos:

étUde de morphologie socíale", en Sociologied tmthropo1ogie, Paris, PUF,1968.

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En verdad, toda laantropología clásica retoma esa premisa,Cuando el antropólogo estudia una sociedad prímí'ti

'ó ' kíal va, supr~pao n uu es delimitar el área que abarca. Loses-tudios etnográfioos (como los de Malinowski en las islas 10­~and o los de Evans-Pritchard sobre los azande) contienensiempre un mapa: su función, localizar esos habitantes ex­traños, distantes. de nosotros, en sus lugares N exactos". Lac~rt0t.?'affa es el instrumento utilizado en su primera apro­ximación. Geógtafos y antropólogos comparten. por lo tanto,la Id~a de que las cufturese arraigan en un medio físico de­termmado. Tomo a Max Sorre como ejemplo. En sus Funda­mentos de lageografía hU11Ulna6, describe el planetacomo unconjunto de sociedades particularesdispuestas en unmismosustrato, la Tierra A la unidad ecolóoica se contr ladi "dad er- aponev~ de los pueblos. Cada uno con sus costumbres, sus

vestimentas, ~uscreencias, sus maneras de trabajar el suelo,su modo de vida El mapamundi de Sorre es un caleid .en el eu~ se reflejan las idiosincrasias de las civiliza=~Cada reglón del globo e~lá habitada. material y espiritual­mente, por un~cuJ~a.Este es el dominio de su fijeza.

~emanera lIDplíota o explícita, los análisis en las cienciasSOCIales poseen una ?erta comprensión de qué es el espado.(en .el caso de la SOCIología y la ciencia política, el territorionacional es preponderante). ¿Es posible mantenerla en el cua­dro actu~ ~e las sociedades contemporáneas? Difícilmente.Eladvenimiento de la automatización, la transmisión de da­tos, la telecomunicación, tornan obsoletas ideas como "uni­dad geográfica elemental'", Los SOCiólogos del trabajo nos

6 Sorre, M., Les fondéments de f¡¡ géogmphie humaine tomo ID París Ar-mand Colín, 1952. " ,

7 El texto citado de Pie~Ceorge fue publicado originalmente en 1958&:presenta, a mi entender, una manera de pensar el espacio en deter­minado momento de la historia de los hombres. Sin embargo partírde las transformaciones recientes, el propio autor reconoce fu.~.dad de refonnular nuestras concepciones.'.Véase ChronUJue géographi_que du XXhne síéde, París, Armand Colin, 1994.

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muestran que el campo y la fábrica tienen sus paisaje~~es­figurados8. En diversos paises el campesino fue s~tituidopor el empresario rural, que ya no camina más al ntmo de

l a1d la villa sino que se conecta, informáticamente, cona ea o , brimienel mercado nacional e internacional, con los descu . .­tos tecnocientíficos, con el mundo que tendíamos a pem~ll'como una expresión del"afuera". 'Iambién en la industria,el establecimiento perdió su centralidad. La deslocalizaciónde la producción es hoy unarealidad. Las lineas de montaje,que fijaban a los obreros en lugares espeóficos, son, poco a

,sustituidas porla flexibilidad de las tecnologías. Ya no::'ecesario que la planta industrial se sitúe~ este ?aquellugar el producto es el resultado de intenoones diversas,C(xmÍinadas por la automatización. Elimpactode las tecno­logías afecta incluso a las ciudades. Al informat:izarSe los ser-

. . los hogares la trama urbana adquiere un nuevoVlOOSy, . rialisignificado; es atravesarla-por. mensajes ~~ d-:sternto ­zan a las personas, las viviendas y los edificios. .

No pretendo extenderme acerca de los cambios que ca­racterizan este inicio del.siglnJoo. Prefiero apoyarme en laliteratura existente y tomarla como principio orientador ~emi razonamiento. De este modo puedo abordar la temáticaque me interesa directamente.

En la discusión sobre la desterritorialización es comúnencontrarafirmaciones del tif':"el espacio se vedó", "el mun­do ya no posee fronteras" . Algunos ~utores, frente ~ losdescubrimientos tecnológicos, en particular de la realidadvirtual, llegan a imaginar que el horizonte entre la fantasla

8 Cf. Kaplinsky, R., Autonuztion: tire Technology and Society, Londres,

9 ~:M. (comp.).Hish T<d<..,/ogy, s".,,<md Socidy.BeverlyHills, Sage Pub6cations, 1985. _ .

10 VIase.. por ejemplo, Virilio, P., O fSptl9J cn1iro,Río de Janerro, Editora34 1993, o autores como Ohmae, K., Mundo semfrrJtttftms, San Pablo,Makron Boob, 1994.

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y la realidad está roto". La noción de espacio estaría, pues,en su ocasoi Las distancias se acortaron a tal punto que yano tendría sentido afirmar su existencia. No sólo las fronte­ras entre las naciones fueron traspasadas, sino que inclusoel mundo de la fabulación se confunde con el real. Creo quees fructífero entender este pronóstico articulando con otros"fines", pregonados por investigadores, críticos sociales,empresarios de transnacionales e ideólogos. Hay ciertas in­sistencia y convergencia en los términos del debate. Se ha­bla del "fin" del arte, del Estado-nación, del trabajo, de lahistoria, de la modernidad. Estaríamos viviendo una espe­de de quiebra terminal.

Unaforma dereaocionarante todo eso es tmnar elargumen­to al píe de la letra. Éste me pareceun camino equivocado, noslleva a una ponderación sin fin, intentando, a cualquier ros­to, demostrar la continuidad entre pasado y futuro. Estapo­sídón tieneademás otra desventaja: es defensiva, posee unsabor conservador. Al aferramos a la permanencia del Esta­do-nación, inevitablemente, terminamos ocultando los meca­nismo de la globaJizadón; al obstinarnos en la "centralidad"del trabajo, olvidamos a menudo que las técnicas producti­vas ya afectaron su esencia; al deificar las conquistas de lamodernidad, olvidamos que muchas de ellas poco tienenque ver con las premisas filosóficas que la habían orientado(libertad e igualdad). Las posiciones se polarizan, así,entre"permanencia" y "fin", "antes" y "después", modernidad yposmodemidad, alejándonos de lo que debería, en rigor, sercomprendido. Otra manera de enfocar las cosas es tomar el"fin" no como algo en sí, sino como un síntoma de cambiosmás amplios. Cambios que rearticulan el mundo del trabajo,la esfera del arte y las relaciones entre los hombres. En estecaso,ya no nos ayuda tanto decir: el espacio"se vació"; impor­ta más entender su nueva configuración, cómo es "ocupado".

11 Cf. Parente, A (comp), lmo.gem máquina: a era das temologias t1irlwlis,Río de [aneiro, Editora 34, 1993.

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Retomo a Durkheim y Mauss para aclarar mi punto devista. En el ensayo"Algunas formas de clasificación prímití­vas"u, argumentan que el espacio no es una c~tegoríaabs­tracta. Al contrario de los filósofos, que atribuyen a los

hombres una propensión natural para clasificar las cosas,Durkheim y Mauss vinculanlas cate¡;orIas de pens¡uruenlocon el fondo social que las constituye. Las f~nclOnes

,cognitivas están, por lo tanto,~das porlas ~turé3fque las envu~ven,1\sí se puede deor que laconcepoón chí­na del tiempo y el espacio ordena la orientación ~e los edi­ficios la fundación de las dudades, la construccíén de lascasas: las tumbas y los cementerios. El mismo ?rincipio esválido para lastribus primitivas. Entre los zuru, norte, sur,este y oeste no son apenas puntos cardinales. ~ada unode esos compartimientos geográficos posee cualidades~deles modales, El viento, el aire, la fuerza y la destrucciónson atributos del norte; mientras que el verano, el fuego, laagricultura y la medicina pertenecen al sur. La categoría,es­pecío es, de ~ta forma, "ocu~da" de las maneras ~ásdife­rfiiies;"todo depende del conjunto de fu~rzas sociales a lascuales se refiera, La propuesta de Durkhenn y Mauss tieneunaconsecuencia importante: inaugura una teoría del ro­noctmienlo (por cierto, no en el modelo de Marrnheim), queabre camino para una posible sociología de las funcionescognitivas. Espacio y tiempo son categorías que preceden alasideologías y las concepciones de mundo, y varían con lassociedades a las cuales corresponden.

Este tipo de comprensión es hoy de ~tina.en los estu­dios antropológicos ~ror ejemplo las diSCUSIOnes sobrederecha e izquierda) e históricos. Hablamos, de modohabitual, de la concepción del tiempo y el espacio en laEdad Media europea, en el periodo helénico o en una tribu

12 Dwkheim, R, Y Mauss, M., "Des qcelquee primitives de deseíñce­tiDn"', en Durkbeim, E.,Journal Sociologiqw, dtado.

13 VéueNeebam, R. (comp.), Rightand Left: f.ssays on DualSimbolicCfas.sijimtion. Chicago, Chicago University Press,19'79.

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guarantl • Cada "pueblo" tendriaasí"su" forma "pIinütiva",estoes, anterior al contenido que ordena, de clasificación. De estemodo, decir H espacio vado" seria un contrasentido, a no serque se realice un esfuerzo de comprensién de esta ausencia.Dicho de otro modo: si es verdad que los cambios recientesde la sociedad consoüdan un patrón civilizado particulaJ; elde la modernidad-mundo, resta preguntarnos S<Ji>rI' ~I tipode espacialidad que le es peculiar. Si es sabido que la deste­rritorializaci6n es uno de sus trazos esenciales, la cuestiónpuede entonces ser formulada: lcómo se caracteriza, en elmundo contemporáneo, una tenitorialidad desarraigada?¿Cómo comprenderla cuando se amplía más allá de las fron­teras físicas, abarcando a los individuos, las naciones y lasculturas?

¿Qué es,un espacio global? ¿Tiene sentido hablar en esostérmínoaz'Iomo de la literatura disponible una respuestaposible: laCiudad gjobal", SasldaSassen, al comparar Nue­va York,Londres y Tokio,tiene un objetivo claro: demostrarque en el contexto de la gIobalización del capila\. esos trescentros .urbanos desempeñan un papel fundamental. Enellos se concentran las oficinas de las grandes empresas in­dustríales, comerciales y financieras; en ellos se encuentranlos productores de servicios (publicidad, agencias de segu­ro, masa-medía, etc.), en gran medida responsables de la ter­cerízadén y la especialización de las actividades. Frente a laglobalización del mercado, la fragmenlación de la produc­ción, la desloéalización del trabajo y la flexibilidad de las tec­nologías, las instituciones económicas transnacionales serearticulan, determinando lugares de comando de sus acti­vidades planetarias. La ciudad global es, por lo tanto, unnúcleo articulador del capitalismo mundial En rigor, ningu­na de esas ciudades puede ser entendida dentro de sus pro-

14 Véase vemant.j. P., MytM d penséechez /esgrecs, París, Maspero, 19'71;LeGolf,J.,A~ do_ ""'"""', Lísboe, ......1", 198a

.15 seesen, S., The Globtd City: New York,. London, Tokyo, Nueva Jersey,Princeton University Press, 1991.

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pias fronteras. Internamente, ellas se dilatan y abarcan elárea metropolitana de sus respectivospaíses; externamente,constituyen una red, un conjunto dinámico, compuesto depolos interactivos. Algunasactividades "faltan" en Londres,y se "complementan" en Tokio; otras, en cambio, son másraras, o florecientes, en Nueva York.

La perspectiva de Sassen es sugesdvaiofrece, incluso, al­gunos elementos nuevos para la comprensión de la evolucióndel capitalismo. 'Al leer a Braudel o a Wallerstein, tenemospresente siempre la idea de que toda economía-mundo seorganiza a partir de un centro"; La historia del capitalismoes, en este sentido, un sucesivo desplazamiento de núcleosurbanos -Amsterdam, Londres, Nueva York-o A partir decada uno de ellos se organiza, en momentos diferentes, el ­capital en escaIa internacional Sassen, al tomar Nueva York­Londres-Tokio como un universo interactivo, demuestraque esta centralidad ya no es posible. Del conjunto de lainteracción entre estas ciudades resulta un poder de organi­zación que escapa a la territorialidad de una única zona ur­bana o de un país. La propuesta tiene, además, el mérito derecordarnos que la globalización se sustenta sobre unabasesólida, el capitalismo; su dimensión económica es inoculta­ble. Thmbién evita una cierta ilusión posmodema, como si elmundo estuviese compuesto por un conjunto de átomos so­ciales inconexos.

Sin embargo, la respuesta ofreoda tiene algunos incon­venientes. En primer lugar, es restrictiva Una ciudad sólo esglobal cuando se encuentra articulada, de forma dinámica,al sistema capitalista mundial/Es posible imaginar una seriede centros urbanos que, de alguna manera, cumplen estacondición. San Pablo, Osaka, México, Seúl y Buenos Airesconcentran, en el nivel regional, las funciones que definen

16 Braudel, F.• CiTJilimci6n materi4J, eronomúz y capitlllismD. Madrid, Alian­za, 1984; Wallerstein, L, The Modem World System, Nueva York, Aca­demic Press, 1976.

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l~ globalidad. Sin embargo, aun cuando se aumente estalista, tendri~os. una clara discontinuidad territorial. Sóloalgunos espacios merecen el adJ'etivo global y otros. , ,m~o-

res, menos Importantes, están excluidos de esa defini 'óEl segundo aspecto deriva del propio enfoque de la auc:orn.S~ concepción de ciudad prolonga una tradición sociol~~gica, de~ a We~ que la considera como un lugar deproducción, mtercambío y comercialización. Por cierto, éstee~ un elemento importante (en la historia del capitalismo lascl.udades d~ cabida a los mercados internacionales y re­gton~es). Sm embargo, la globalidad termina siendo en­ten.~da en términos casi exclusivamente económicos. ¿Essuficiente?

Piens~ que no. Espado y tiempo son categorías socialespertenecientes a un determinado tipo de civilización Quetal~s ~ategoriasmantengan una relación estrecha con ~ma­terialidad del mundo capitalista es algo incuelllionable' sinembargo, no podemos identificarlas con esa dimensión'. Th1vez fu~ más correcto decir que el sustrato económicot~cnológtcodel "capitalismo flexible" es la condición necesI­na para la consolidación del proceso de globalización Entr~to, la espacíalídad de las cosas, los objetos, el medio am~~le~te y -cpor qué.~o?- elima~o colectivo traspasa sus~ltes. En .este senti~o, el movuniento de desterritorializa_

C1()n Se aplica a las ciudades, como las define Sassen, a laProducción automovilística, como quieren los economistasp~ro también a la creación de lugares particulares (sho';~mgs, aeropu~s, grandes avenidas, etc.), a las identída,mes pl~n:~arlas {movimienm ecológico o étnico), a una

emona mlernaoonal-popular" (constituida por las imá­~n~s-gestos transmitidas mundialmente por las mass­d edía)'.Espacio ~e se articula, se mezcla y, muchas veces,

eterII\1l1a.espaaos de otra naturaleza~ digresión anterior no obedece a'un simple predosis­:0 rntelectual. La .discusión que enfrentamos está a menu­

o~da por aerta tentación reduccionista. Por eso hesugerido una distinción entre los conceptos de "globalíza-

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oon" y"'mundializadón". La cuestión se repone nuevamen­. te. En verdad, es difícilhablar de espacio"global", de la mis­ma manera en que lo entendemos en los nivelesecon~y tecnológico. Al contrario que en esos niveles, la moderní­dad-mundo no es unívoca, en ella se insertan otras espa­cialidades. L3'mundialización de la cultura (en la que estánfuduidos los aspectos materiales, simbólicos e ideológi,;",,)participa de un universo transglósico, que está constituidoy atravesado por fuerzas diversas. El problema es entendercómo se articula esta maraña de fuerzas que solemos llamarnacionales, regionales o locales. Para desenredar este ?vi1lo,es necesario, quizá, retomar algunas cuestiones antenores.

Cuando nos referimos a lo "local", imaginamos un espa­cio restringido, bien delimitado, dentro del cualse desen­vuelve la vida de un grupo o un conjunto de personas. El"lugar" posee un contorno preciso, al punto de tornarse unlimite territorial para los hábitos cotidianos; así, se confundecon lo que nos circunda, está "realmente presente" en nues­tras vídas. Nos reconforta con su proximidad, nos acoge conSu familiaridad 'Ial vez por eso, por el contraste en relacióncon lo distante, con lo que se encuentra apartado, lo aseda­mos casi naturalmente con la idea de"auténtíeo". El debatesobre las identidades está permanentemente atravesadopor esos términos. En el fondo, lo que est,' en cuestió.n es ~búsqueda de las raíces,el punto de inflextón entre la Identi­dad idealizada Yel suelo en que ésta se introduce.

La idea de raíz es sugestiva; revela una relación socialpegada al terreno en el cual florece. El desarraigo es visto,por lo tanto, como una pérdida, un peligro, una~Desarraigo del campesino, que deja el campo para trabajaren la ciudad; de los grupos indígenas, que se alejan de susantepasados; de los valores regionales, ~ntadoscons­tantemente por valores que los trascienden.la proximidaddel lugar es también valorizada cuando se contrapol}e lavida cotidiana a los lazos sociales más abarcadores. Estospertenecerían al dominio de lo distante, como si estuviesendespegados de la vivencia inmediata. Es frecuente, en la ti-

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teratura de las ciencias sociales, encontrar este tipo de enfo­que; por ejemplo, al trazar la historia de las regiones, de lo"miau", en contrapunto ron una historia universal, "macro". .. 'en pnnClpw pensada como apartada de la vivencia de laspersonas. Local y cotidiana surgen, así, como términos in.tercambíables equivalentes. Lo "locar participa aun de otracualidad: la diversidad. En verdad, se opone a lo "nacional"y lo "global", sólo como abstracción. VISlo de cerca, cualita­tivamente, constituye una unidad cohesionada. Sería, pues,más correcto hablar de "lugares", en plural. Cada lugar esuna entidad particulaJ; una discontinuidad espadal, fui' eso,un autor como Gramsci dirá que el folklore está formadopor pedazos heienláiló¡ de cultura", cada uno de e\Iospro­veniente de lugares específicos, muchas veces incomu­nicados entre sí. Local y localismo se cierran dentro de suspropios horizontes. De ahí deriva la heterogeneidad de suaspecto.

Al cambiar de nivel, el enfoque es otro. Lo "nacional" pre­supone un espacio amplio. Aunque su territorio estátambiénfísicamente determinado, sus límites son fijos, su extensiónes más dilatada. A él se suma además una historicidad, di­mensión a veces olvidada cuando nos referimos a lo "local"(poreso, la tendencia a identificarlo con la tradición, la con­servación de las costumbres). La nad6n transita el caminode la turbulencia histórica, se modela de acuerdo con losintereses de sus instituciones, sus luchas, su visión del pasa­do, su polltica de construcción del presente. Proceso largo,que presuponeía ocupación de un área geográfica y la in­venci6nde.JJJJa.amdencia colectiva compartida por sus ciu­dadanos, 'Enrelación con 10"local", lo "nacional" se imponepor su unicidad. Existe "una" cultura nacíonaj, aun cuandosabemos que ella se realiza de manera- diferenciada en losdiversos contextos (conflicto que se expresa en lascontradíc-

17 Véase Gremscí, A, literahmz e11iJ¡z tlIlCiorwl, Ríode janeíro,~Brasíletea, 1968.

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cíones entre los regionalismos). Se trata de una dimensióndictada por los imperativos del Estado, el mercado, los in­tereses geopolíticos, la unificación lingüística. Lo "nació­nal" engloba, por lo tanto, a los "lugares", contrastado con SU

diversidad. El "Ser Nacional", basta consultar la extensa bi­bliografia sobre el tema. se presenta siempre COI\\O singulari­dad. Sin embargo, al cambiar de referente, la perspectivaanterior adquiere otro relieve. En relación con lo!' global", yano es tanto su unicidad lo que cuenta, sino su distinción. Enel concierto de las naciones, cada una de ellas está marcadapor sus especificidades, por sus diferencias. Lo "nacional"asume de esta forma cualidades de lo "local". Diversidad y.autenticidad se tornan características suyas. La identidad delos pueblos se presenta así, como diferencia contrapuesta alo que es "exterior". Es modal, la expresión de la historia decada país.

Por lo tanto, al hablar de "local", "nacional" y"global",establecemos un ordenamiento entre niveles espaciales di­ferenciados, 10 que nos lleva necesariamente a pensar lasrelaciones entre ellos. En este punto, las respuestas comien­zan a divergir, y el mismo concepto de globalización puedeser entendido de diversas maneras. Una primera posibili­dad es imaginar cada uno de esos pianos como unidadesag.tQnomas. En este caso, es posible hacer afirmaciones deltipo: lo"local" se relaciona con lo "nacional"; lo "nacional"reacciona, resiste o se somete a lo "global"; lo "local" pres­cinde de 10 "nacional" y se articula directamente con lo"global". Los argumentos, no obstante diversos, se apoyanen algunas premisas. Cada entidad espacial constituyeun elemento específico, cuya lógíca expresa una identidad.Tendríamos así, la existencia de espacialidades distintas queconfrontan entre sí. Todo se resume a entender las .interre­la~one_$ entre ellas. Esta manera de pensar, análoga a la deaquellos que hablan sobre las relaciones internacionales,acepta la idea de que la globalízacíén es algo importante,pero ajena al núcleo de cada uno de esos espacios. De ahíla insistencia en considerarla, no como movimiento de una

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~ocieda~global, sino como resultado de un conjunto de~nter~cClones.Con eso, evidentemente, se preservan lasidentidades de las partes, pero el encadenamiento del pen_s~ento nos encierra en el interior de un dualismo. "Na­aonaVIocal""globaVnadon"!", "global/local", se presentanc?mo unidades antitéticas. Estas se realizarían en el espa,C.IO. de sus fronteras, ya que poseen la capacidad de: a) de­finir su propia centralidad, b) contraponerse a 10 que les esexterno, Es esto lo que permite, por ejemplo, decir: lo "global"s~ ~laciona con 10"local" o lo "nacional", como una impo­SICIón externa (ya sea como resultado de la difusión culturalo del imperialismo). El argumento presupone la existenciade límites claros que separan cada uno de esos territorios.

Otra manera de enfrentar la CUestión consiste en razonaren términos de inclusión, y no apenas de interacción. Vería­~os así, q~e 10')lobal" incluye lo "nacional", que, a su vez,incluye lo local . En este caso, hay un conjunto más amplioque engloba otros dos subconjuntos. Esta formulación delproblema evita el dualismo anterior, pues ya no es necesariop~tular cada espacialidad como una identidad específica.El rn~onveniente,sin embargo, es que la solución propuestanos induce a aceptar algunas consecuencias lógicas de estalínea argumentativa: a) lo "nacional" y lo "local" están ente­ramente (obligatoriamente) incluidos en lo "global"; b) ellos,~ecen autónomos en tanto Subconjuntos. ¿Es esto ver­dad. zl.as fronteras entre las espacialidades son en verdadtan nítidas, al punto de poder ser cartografiad"; de esa for:·ma? ¿El~ de desterritorialización no pone,justamente,en cuestión esta condición? Porotro lado, admitir lo"global"romo megaoonjunto, lno nos llevaría necesariamente a pen­sar el mundo de manera sistémica, como 10hace Luhman al~eferirse a conjuntos complejos que envuelven otros con­Juntos más simples?18.

18 Véase Luhman, N., "The World Societyas a SocialSysteur" en lnter--JounudofGen.ndSyotems, Vol., '98>. '

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Una alternativa a esas respuestas es considerar la globa­lización de las sociedades y la mundíalízecíon de la culturacomo un proceso civilizatorio. El artificio teórico permiteevitar la propuesta sistémica y el dualismo. Proceso que seinstala en el nivel mundial, pero no es necesariamente tota­lizador, al punto de incluir, como un megaconjunto, todoslos puntos del planeta. Esto significa.admitir la existencia delimites estructurales -económicos, políticos y culturales- ala expansión de la modernidad-mundo. Proceso que se arti­cula dentro de una sociedad global, 10 que torna diffcillaaceptación del postulado de independencia y autonomíaimplícito en el pensamiento dual En este caso, hay que re­definir las mediaciones existentes entre los niveles que he­mos tratado.

Mi propuesta es considerar el espado como un conjuntode planos atravesados por procesos sociales diferenciados.Debo, entonces, dejar de lado los pares de opuestos-ex­terne/interno, cercano/distante- o la idea de inclusión paraoperar con la noción de líneas de fuerza. Si se acepta, demodo preliminar, que lo "local" se sitúa dentro de los países(al fin de cuentas, el Estado-nación es una realidad geopolí­tica), podemos imaginar, idealmente, la existencia de tres di­mensiones. Una primera, en la cual se manifiestan lasimplicaciones de las historias particulares de cada localidad.Realidades que no se articulan necesariamente con otrashistorias, aun cuando están inmersas en el mismo territorionacional. Éste es el caso de diversos países que no comple­taron el camino de la construcción nacional, en los cualesmuchas de sus regiones viven una .realidad "propia", estoes, 1).0 enteramente determinada por las exigencias del Esta­do-modernidad-nación. Hay,por lo tanto, una desconexión(al menos teórica) entre las partes que lo componen. Condi­ción semejante (si bien por motivos diversos) a las de al­gunos países, en los cuales permanece la presencia viva de"nacionalidades" distintas (por ejemplo, los catalanes en Es­paña). El segundo nivel se refiere a las historias nacionales,que atraviesan los planos locales y los redefinen a su mane-

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ra. Laconexión es ahora posible a través de la medíecíó deun eslabón trascendental, lo que nos permitehablar~_~e~te de un esra.cio común dentro de fronteras bien de­hmlta~"U~ última dimensión, más reciente, es la de lamundializacón. Proceso que atraviesa los planos nacionalesy locales, cruzando historias diferenciadas. La civilizaciónde la,modernidad-mUndo se caracteriza, pues, por ser, si­multáneamente, una tendencia de conjunción y de dis _ción de espacios. Esto nos permite percibirla como m yunad

d direcci are apor. os. ones, una volcada hacia lo singular, otra haciala diversidad. Esta sensación de bifurcación de sentidos noslleva~ a men~do, a imaginarlos como vectores antagónicos(se ~Ice comunmen!e, en la discusión acerca de la globali­zacton, que los localismos son su antítesis). Se trata de unac~mprensiónequivocada de lo que está ocurriendo. Sincró­rucamente, conjunción y disyunción son partes de un mis­mo fenómeno.

Estoy sugiriendo, por lo tanto, que la mundia1ización dela cultura y, en consecuencia, del espado, debe ser deñnídacomo transversalidad. Puedo así matizar algunas ideas"cul­tura-.mundo, cultura nacional, cultura local" como siconsti~yesen un? jerarquía de unidades que interactúane~tre 51. Las .nocones de transversalidad y de atravesa­miento permiten pensarlas de otra forma De esta manerasostengo que no existe una oposición inmanente entre lo­ca~n~cionaVmundial. Esto lo percibimos al hablar de locotidiano. Ya vimos cómo, esta cualidad parece asociarseusualm~nteapenas a los hábitos arraigados en el espado delas loc~ades. Se trata, sin embargo, de una ilusión, 'Ianto10naaon~ co~o 19 mundial sólo existen en la medida enque S?ll vivencias, Este fue, al fin de cuentas, el resultado ded~s SiglOS. de ~Qnizaciónde los modos de vida que deno­~~moslde~tidadesnacionales. Antes del siglo xvrn, la na­ao~ no era aun una referencia obligada para el conjunto dehabitantes de cada país. Fue necesario un esfuerzo histórico,el desarrollo de un mercado interno, la creación de símbolos,escuelas, para que la conciencia colectiva, en el comienzo

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restringida a una ideología de Estado, se transformase encultura Los hombres, en sus provincias,tuvieron que apren­der, interiorizar la necesidad de pensarse como miembrosde un, y sólo un, país.

Lo mismo ocurre cuando hablamos de mundializaci6n dela cultura. Nada significarla si existiese apenas como ideolo­gía,esto es,como concepción del mundo articulada exclusiva­mente a los intereses políticos y económicos. Para tornarsecultura (en la cual están inscritos esos intereses), debe ma­terializarse como cotidianidad: Una familiaridad que se ex­presa en los hoteles, redes metropolitanas, supermercados,ferrovías, Internet, etc. En esos "lugares", sus usuarios po­seen un conocimiento especifico, adecuado, que les permitetransitar con desenvoltura en la maraña de sus entrecruza­mientes. Lo cotidiano no es el atributo del "Ser"'local, idea­lizado muchas veces como sin6nimo de auténtico: es elpresupuesto de la existencia de cualquier cultura. Lamoder­nidad-mundo sólo se realiza cuando se "localiza", Yconfieresentido al comportamiento y la conducta de los indivi­duos. En este sentido, la oposición entre mundial/nació­naJ;1ocal,un dato del sentido común, es un falso problema.

Una primera implicación de la idea de transversalidadestá en la constituci6n de "terrítoríalídades" desvinculadasdel medio físico. Si se toma el vector de la mundializaciónen su articulación interna, es posible discernir un conjuntode reajustes espaciales que ya no se circunscriben a los lími­tes de la nación o las localidades. El modo de vida de variosgrupos sociales es hoy-en buena medida, desterritoriali­zado. Los estudios y los cálculos de los publicistas, de loshombres de marketing, muestran esto muy bien. Algunoscomportamientos, en relación con el consumo y la manera deorganizadón de lavida, son análogos en 'lbkío, París,NuevaYork, San Pablo y Londres". Son esas semejanzas las queposibilitan que los administradores de las trasnacionales

,. V....MatteIart,A..L·~~,........La~l989.

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pie;nsen y agilicen una estrategia de persuasión y de ven­tas en escala planetaria: A los mismos modos de compor­tamiento, diversión, desplazamiento, se corresponde unmarketing global. Fragmentos de estratos espaciales deconsumo, distnbuidos de manera desigual fPr el planeta,son de esta forma aproximados. El cine, los rnass-medíé, lapublicidad, la televisión, confirman esa tendencia. Por esomismo, tal vez, la insistencia en hablar de "espacio" publící­tario, mediático y, más recientemente, ciber-espacio. En lo­dos los casos está claro: los mensajes, los símbolos, en fin, lacultura, circulan libremente en redes desconectadas de esteo aquel lugar.

El concepto de desterrítonalízacíán posee, por lo tanto,una fuerza explicativa; permite dar cuenta de aspectos pocovisualizados en las ciencias sociales, Nombrar configura­ciones del tipo "estratos desterritorializados", "referenciascuturales desterritorializadas", "imaginario colectivo inter­nacional-popular", nos permite una comprensi6n mejor delmundo contemporáneo. Nos obliga, sobre todo, a enfocar elespacio independientemente de las restricciones impuestaspor el medio MCg. Sin embargo, es necesario entender quetoda desterritorialización es acompañada por una re-territo­rializaci6n. Pero no se trata de tendencias complementariaso congruentes; estamos frente a un flujo único. La desterri­torialización tiene la virtud de apartar el espacio del mediofísico que 10 aprisionaba, la reterritorializaci6n 10 actualizacomo dimensión social. Ella lo "localiza". Nos encontramos,pues, lejos de}a idea de "fin" del territorio. Lo que ocurreen verdad es la constitución de una territorialidad dilatada,compuesta por franjas independientes, pero que se juntan,se superponen, en la medida en que participan de la mismanaturaleza. VIajar, desplazarse por esos estratos, es perma­necer en el interior de un tipo de espacialidad común a pue­blos diversos.Esta perspectiva cambia radicalmente nuestraconcepción de espaoo, tradicionabnente vinculada al terri­torio físico, ya sea la naci6n como los límites geográficos delas culturas.

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La transversalidad tiene además otras consecuencias: re­define nuestra concepción del sustrato morfológico en el cualse asientan las culturas. 'fradicionalmente, como hace la an­tropología, el lugar está constituido..por el e~pacio den~del cual viven los grupos indígenas. Mundo que se ence­rra dentro de las fronteras de un terrítorío, y en el cual seencuentran la geografía Yla cosmología, las costumbresy lasrelaciones de parentesco, el trabajo, los tabúes, las técnicas,etc. Cada lugar se define así por la especificidad de su cultu­ra'1JJ. Admitir que el espacio en el cual circulan las personasestá-~travesado por fuerzas diversas significa rever estaPerspectiva. En este caso, Jocal, nacional y_ mundial debenser vistos en su atravesamiento. El lugar seria entonces elentrecruzamiento de diferentes líneas de fuerzas en el con­texto de una situación determinada. Retomo de los fenome­nólogos la noción de "situación", sin por ello incurrir en elequívoco de la etnometodologia, para la cual las reladon~s

sociales derivan sólo de la interacción de los individuos. SI­tuación definida objetivamente por las fuerzas sociales por­tadoras de legitimidades desiguales, en el seno de la cual loshombres actúan. Local, nacional y mundial se entrelazan,por lo tanto, de formas diversas, determinando el cuadrosocial de las espacialidades en conjunto. Situaciónque va­riará según los contextos y,sobre todo, en función de la pre­valencia, o no, de determinados requisitos tecnológicos yeconómicos -la modernidad-mundo no se reduce a,la mo-

W Marc Augé hace una buena srnresís de lo que es la concepción tradi­cional del "lugar antropológico"_Sin embargo, para comprender laespecificidad del mundo contemporáneo, él echa mano del conceptode "no lugar" --espacio no histórico, no relacional y no identitarlo,definido por ciertas actividades: comercio, tránsito, tiempo libre,transporte-. Para la perspectiva adoptada aquf, no existen "'no luga­res". Lo que Augé consídera así pertenece, en verdad, a los lugaresinsoitos en el movimiento de la modemidad-nnmdo. Véase Augé,M., Non liex: une introductionaune anthropo1ngie delasunnodernité, Pa­rís, SeWI,1992.

ESPACIO Y TERArioAIAllDAO

dernización, sino que acompaña elmovimiento de "moder..n~aciónh de las sociedades. Con esto quiero decirque lo na­cional y ló local están penetrados por la mundiaIización.Pensarlos como unidades autónomas seña inconsistente. Sinembargo, como la base material de la modernidad-mundoes desigual, y la expansión de la cultura debe obligatoria­mente tener en cuenta la diversidad de los pueblos, suconjunción sólo ocurre de modo diferencial. El lugar es elespacio de esa diferendalidad.

Una manera de entender la realidad de los lugares es re­currir al concepto de diglosia Los lingüistas lo usan cuandoanalizan una situación en la cual existen idiomas distintos-árabe literario o coloquial, dialectos africanos o ingléalfran­cés, chino o inglés, etc-, En ese contexto ocurre una espe­cializadón de los usos. Algunas lenguas son empleadas endeterminadas circunstancias (por ejemplo, en la burocraciao en las ceremonias públicas), otras se circunscriben al do­minio de la familia, la religión o el trabajo. Ése es también elcaso del Inglés al tornarse lengua mundíal". El inglés pene­tra en la informática, el tránsito aéreo, los coloquios científi­cos, el intercambio entre las transnacionales, y se transformaen idioma oficial de las relaciones internacionales. Sin em­bargo, su presencia no significa necesariamente la desapari­ción de otras formas de hablar. Las situaciones concretasdeterminarán las esferas y el destino de su influencia. Enalgunos casos, el inglés será preponderante -tecnología yeducación superior-; en otros, estará ausente, en los debatesy la literatura nacional, en los mass-media, ele. Ante la expan­sión del inglés, que altera el cuadro anterior (en el cual existíansólo dos lenguas en contacto), algunos lingüistas entiendenque pasamos de una fase de diglosia a otra, de transglo-

21 CI. Píshmen.]. YCcopee, R L. (comps.), TheS,..."JofEnglj,¡,. Bowley.Newbury House, 1977; Creenbaum, S. (comp.), TIte English LanguageT""'Y. 0xfunI.Fe<gamoo Prees, 1965; Truchot,c.,L'""",", _le""""'"contémporain. Paris, Le Robert, 1990.

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sia. Un mismo idioma atraviesa, de forma diferenciada, elespacio lingüístico. Yo diría, retomando mi objeto, que ellu­gar puede ser definido como un es~~o transglósico, en elcual se entrecruzan diferentes espacialidades. Para compren­derlo, deberíamos detenemos en las situaciones concretas

de ese entreIazamiento.Sin embargo, no hay que ser ingenuos. Los~ tam­

bién nos enseñan que los fenómenos de diglosia están mar­cados por jerarquías y señales de distinción. Existe sie~~un lengua ,.alta" contrapuesta a otra "baja", cuyo presngíosocial es inferior, Es el caso del francés en algunos paísesafricanos, que penetra en la escritura, la ~~tica, la ~no­mía los masa-media y disfruta de una posición dominanterespecto de los dialectos, que no participan de esa esfera delpoder y se restringen a los usos propiamente tribales. Se u:a•ta de un cuadro análogo al del inglés, en su forma mundia­lizada2Z, que se transforma en una fmma "alta", alco~arpalabras, gustos musicales y penetrar en.los_ma:>s-media, la

bliddad el show-business. El mercadolinguistico, paraha-~ , . d· biblar con Bourdíeu no es apenas un espaoc e mtercam o,. e se estructura a """rti.. de determinadas relacionessmo qu "....~ discu

de podei3. Creo que sería inconsecuente, en nuestra ,-sión caer en el relativismo cultural. Las líneas de fuerza que, .atraviesan los lugares no son equivalentes; poseen peso yleg¡fumdad~s distintas. la mundializaci6n de la cultura traecon ella vectores poderosos de dominación, que se articulanen el nivel planetario. Por 10tanto, la situación de loslu~simplica acomodaciones y conflictos. En ella estallan los mte­reses que recortan a las sociedades.

22 Véase L'anglslis: langue elrangUe ou limgue SI!CV1Ille, Groupes d'Étudessur le Plurilinguisme guropeen, Acles du Premier CoUoque, Estras­burgo, Université des Sdences Humaine9 de Strasbourg, mayo de

23~ P.,"A economía~ troces 1ingiDlü:aS"'. en Ortiz, R. (comp.),PinTeBourdieu, San Pablo, Auca, 1983.

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ESPACIO Y TERRITORIALIDAD

La idea de transversalidad nos permite, además, repen­sar algunas cuestiones. Me refiero al tema de la centralidady el arraigo. Las culturas físicamente arraigadas en un terri­torio tienen una noci6n exacta de sus contornos. Se estruc­turan a partir de un núcleo que se irradia hasta los confinesde sus fronteras. Es cierto que esta centralidad no implica,necesariamente, como en el caso de las sociedades indíge­nas, un espacio homogéneo. Las llamadas grandes civiliza­dones se extienden por un territorio amplio, pero en susintersticios se insertan culturas diversas (basta mirar la civi­lización islámica). No obstante, su centralidad se encuentraclaramente definida. La modernidad es quizá la primeraciviliz;aci6nque hace de la desterritorializaci6n su principio.Es des-centrada (le que no significa decir fragmentada, comopretenden algunos autores. La fragmentación implica au­senda de un orden colectivo, el descentramiento señala otrotipo de orden social), y J1riviIegia la deslocalización de lasrelaciones sociales.

Retomo a Max Sorre como contrapunto de mi argumen­tación. Para comprender la variedad geográfica de las cultu­ras humanas, toma del griego la noción de oekoumene. Así,entiende que cualquier agrupamiento humano, para existir;debe arraigarse en un territorio determinado. Existen, evi­dentemente, límites (sobre todo climáticos) -y montañas,desiertos, selvas, etc.- para la conservación de las caracterís­ticas fisiológicas y anatómicas de la raza humana. Sin em­bargo, su razonamiento es claro: HA cada grupo, inserto enun hábitat bien determinado, le corresponde un tipo espe­cializado, algo así como una -raza geográfica. Esta especiali­zación, morfológica o física, es relativa. Variade acuerdo conla diferencia del medio geogréfíco'v'. De ahí la importanciadel concepto de hábitat, constituye el sustrato material delas culturas. Cuando Sorre retoma, de los griegos, la idea de"ecumene", pretende justamente dar cuenta del elemento

24 Sorre, M., op. cit., r i, p. 109.

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OTRO TERRITORIO

de fijación del hombre a la tierra. Pues el término designa lacasa el espacio habitado, lo que es conocido, familiar. Eneste 'sentido, todo "hecho humano es un dato espacial, te­rritorial". La tierra habitada es la jicasa" de las culturas, elcentro de su fijeza.

Ahora bien, la característica de la moderrúdad es la mo­vilidad -de la fuerza de trabajo, de los individuos, de lasinformaciones, de las mercancías-. Esto nos exige repensarla metáfora de la "raíz", frecuente en el debate sobre lasidentidades culturales. Toda raíz requiere un suelo para fi­jarse; es lo contrario de la fluidez; El arraigo es fruto de laexistencia de una cultura cuyo territorio se encuentra carto­grafiado. En el mundo contemporáneo, este po~tu1ado yano es satisfactorio. Los individuos poseen. por cierto, refe.~rendas, pero no propiamente raíces que los fije~ !.ú'ica..::mente al "milieu". Referencias que limitan su movmuento.Sin embargo, también sabemos que esta navegación en loscircuitos (utilizo una metáfora de la informática) no se dI-:­eunscríbe a una desterritorialización pura. La movilidad esun dato, o mejor, una exigencia de un detel'Ill1nad9_tipo decivilización. En este sentido, las sociedades contemporáneasviven una territorialidad desarraigada. Yasea entre las fran- 'jas de espacios, despegadas de los territori~ nacionales, oen los "lugares" atravesados por fuerzas diversas. ~ desa­rraigo es una condición de nuestra época, la expresión deotro territorio.

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MODERNIDAD-MUNDO E IDENTIDAD-

El tema de la identidad es rico y controvertido. Si en la ac­tualidad, partir del proceso de globalización, resurge confuerza en las discusiones políticas y académicas, se hace ne­cesario, sin embargo, dimensionarlocorrectamente. Porcierto,las transformaciones recientes replantean los movimientosidentitarios en una nueva meseta. Pero antes de reflexionaracerca de su configuración, hay que reconsiderar el modoen que el propio concepto fue trabajado en las ciencias so­ciales. Tengo la impresión de que a menudo implica una lec­tura deificadora de la sociedad, lo que nos conduce a unacomprensión equívoca de las relaciones sociales. En este sen­tido, me parece que un análisis categorial de sus implicacionessería un ejercicio intelectual saludable. Quizá consigamosasí evitar las dificultades en su encadenamiento lógico.

- ¿Qué se entiende en realidad por identidad cultural? Reto­mo algunas ideas de la antropología. Clásicamente, cuando~os antropólogos buscan entender las sociedades primitivas,intentan dar cuenta de su totalidad. La interpretación sefundamenta en el trabajo etnográfico, una "descripción den­sa" de la organización social, las reglas de parentesco, losmecanismos de intercambio, los rituales religiosos y la vidamaterial. La comprensión deriva, pues, del cruce de una se­rie de informaciones, reveladas por el esfuerzo descriptivoy clasificatorio. Si pretendo conocer cómo actúan los indivi­duos en el seno de una determinada cultura, estoy obligadoa manipular un espectro variado de conocimientos. Así, parahablar de la cultura H samo", debo comprender el antagonis­mo entre los universos masculino y femenino, las regias detransmisión de los nombres de los antepasados, las creen­cias y las historias míticas, que explican el lugar de los hom­bres en la sociedad, ellertguaje de los objetos sagrados, losconceptos de hombre, mujer, selva, animales salvajes, etc.

~ Traducción: Ada Solari.

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OTRO TERRITORIO

Sólo entonces podré indagar respecto de los contornos deuna "identidad samo"t.

Pero, zqué constituye esta identidad? En buena medida,laescuela culturalista norteamericana intentó daruna respues­ta a este interrogante. Sus estudios buscaban articular elindividuo con un horizonte más amplio. Desde esta perspec­tiva, Iacultura es responsable del contenido de lapersonalidad,y la identidad personal se caracteriza como una coosecuenciade una "estructura", de un universo, que engloba de modoigual a los miembros de una comunidad Cada cultura repre­senta así un "patrón", un todo coherente cuyo resultado serealiza en la acción de los hombres. Una autora como RuthBenedict puede hablar; entonces, del "carácter" de un Pve­blo -por ejemplo, los zuñi, indígenas del suroeste ameri­cano-2. Este pueblo seria definido por su actitud apolínea,prescrita por el todo social, cuya tendencia los lleva a elimi­nar los excesos de la vida personal, política y religiosa, enfavor de un comportamiento prudente y cauteloso. La mo­deración se toma sinónimo de la identidad zuñi. Lo mismoafirmará Margaret Mead al estudiar'a los indígenas del ar­chipiélago dé Samoa. Ellos se comportan de acuerdo con el"carácter estructural" de la personalidad samoana, esto es,un conjunto de normas aprendidas a través de la cultura.Socializados desde la infancia dentro de un determinado con­texto,los samoenos interiorizarian, pocoa poco, los elemen­tos constitutivos del núcleo central de su sociedad",

El concepto de carácter se aplica en niveles distintos. Pri­mero, se manifiesta en el individuo, pero como éste es proe-

1 Véase Héritier, P., "L'identité sama.., en Léví-Strauss, C. y Benoíst, J.M. (comps.), L'identité, París, PUF, 1977.

2 Benedíct, R., Padr6es decuUura, Usboa, Livros de Brasil, s.d.3 Mead, M.,·"The Role 01 Individual in Samoan Culture", en Kroeber,

A. L. YWaterman, T.T. (oomps.), Sourte Book in Anthropology, NuevaYork,. Harcourt Brace and Company, 1931. Sobre la noción del carác­ter en antropologla, véase un manual como el de Fe1ixKeesing, Cul­trmJl Anfhropology, Nueva York,. Rinehart and Company, 1958.

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MODERNIDAD_MUNDO E IDENTIDAD

dueto de las fuerzas socializadoras, es posible extenderlo alconjunto de la misma organización social. De alguna mane­ra, la escuela culturalista termina psicologizando el dominiode lo social: lo que es individual se toma identidad colectiva.El carácter étnico de un grupo pasa entonces a ser concebidocomo lacul~a compartida por sus miembros. Sin embargo,este razonanuento, simple a primera vista, presupone algu­nos pasos que merecen ser explicados. Entre éstos, quiero~e~tacar tres aspectos: las nociones de integración, territo­nalidad y centralidad.

~a los antropólogos, la cultura es, en primer lugar, unt~do~tegrado,una totalidad en la que se encuentran orgá­mcamente articuladas diferentes dimensiones de la vidasocial. La investigación etnográfica -que se extiende del do­minio material al parentesco, del intercambio a los rituales­ofrece al observador los elementos para la reconstitución deeste conjunto más amplio. En el caso de la escuela culturista,debe ser subrayado otro aspecto. Laculturaestá marcada, ade­más, por su función integradora, que forma a los individuossegún las exigencias de la sociedad. Personalidad y culturapueden,_entonces, ser comprendidas en su articulación vis­ceral. Sin embargo, esta capacidad deinclusión se limita aun territorio físico: las sociedades primitivas poseen frente­r~s#biendelimitadas. Para usar una expresión de Mate AUgé,~:que se .en~entran confinadas en el "lugar antropol6­gico . Esto significa que, en el interior de su territorialidad,toda cultura es una, indivisa; se distingue de todas las otrasy se define por una "centralidad" particulaJ: Por eso, la lite­ra~a an~pológicatend.rácomo preocupación el tema desu tnsularídad. Ralph Linlon afirma que toda cultura poseeun n~deo: "la masa de valores, asociaciones y reaccionesemocíonales, en gran medida inconscientes, que dan a lacultura su vitalidad y proveen a los individuos los motivospara adherir a los patrones culturales y prectícerlos". Por

4 Línton, R, Ohomem, San Pablo, Martins, 1973, p. 360.

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OTRO TERRITORIO

cierto este centro está sujeto a cambíos, pero Línton enfati­za que son cambios lentos y graduales. ....Debido a que sonlentos y de carácter más o menos evolutivo, ~sosc~biosenel núcleo cultural raramente acarrean conflictos senos. Ele­mentos antiguos son abandonados y elementos nuevos sondesarrollados, en una relación íntima Y constante con laconfiguración preexistente. Si los elementos en desarrolloentran en conflicto serio con las partes firmemente esta~le­cidas de esta configuración, su desarrollo será detemdohasta que las modificaciones de esa configuración permitanretomarlo. Esta parte de la cultura puede, por lo tanto,m~­tener un elevado grado de íntegradón. a través de cualquierproceso de modificación culturar", Dicho de otro modo, elnúcleo posee el control sobre los cambios que~ le impone~,tanto provenientes del interior como del.ex.ter.lOr de su te.m­torio. De esta manera, se conserva su identidad práctica­

mente inalterada.Cuando los antropólogos norteamericanos, por diversas

razones -muchas de ellas de carácter ídeológíco-', comien­zan a interesarse por las naciones y los nacionalismos, lo quehacen es, sencillamente

ltrasponer un esquema teórico, p~es­

to a prueba anteriormente, para la comprensión d~ otro ~pode sociedad. La identidad adquiere una nueva dimensión,consustancial al ....carácter nacional". En su trabajo sobre lacultura americana, Margaret Mead es clara: • en cualquiercultura, en Samoa, en Alemania, en la TIerra del Hielo, enBalí, en los Estados Unidos de América, encontramos con­sistencias y regularidades en la manera en~ue los bebés cre­cen y asumen las actitudes y com~entos de los másviejos -a eso debemos llamar formación del carácter-o Pode-

5 ~,p.36~ .6 Los estudios sobre el carácter nacional florecen en los Estados Umd09

durante la Segunda Guerra Mundial Subsidiados por las agendasgubernamentales, inauguran una u antropología a distancia" (eufe­mismo de la época), cuya intención es sin duda conocer el comporta­miento del u enemigo"_

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MODERNIDAD-MUNDO E IDENTIDAD

mos, en consecuencia, decir que los samoanos poseen unaestructura de carácter samoano, así como los americanosuna estructura de carácter amerícano'".

El argumento se fundamenta en una analogía entre lassociedades primitivas y las sodedades nacionales, lo cual es,por lo menos, una imprudencia teórica. Varios estudios fue­ron realizados en esta dirección. Al leerlos hoy, no es difícilpercibirlos como inaceptables, más cerca del sentido comúnque del pensamiento propiamente científico. Cito algunosejemplos. Los rusos son descritos como un pueblo H calu­roso y humano, tremendamente dependiente de las filia­ciones sociales seguras, inestable, irracional, fuerte peroindisciplinado, y que necesita, por eso, ser sometido a algúntipo de autorídad'f los americanos como románticos, fran­cos y benévolos -Clyde KIuckhohn creía que ninguna otrasociedad contaba con tantos patrones de rísa-" Y Ruth Be­nedict, en su libro Elcrisantemo y laespada, argumenta que laética japonesa, fundada en sentimientos que rechazan elfracaso y la vergüenza, es incompatíble con el desempeño,un atributo esencial de la índole emerícana'"

No me interesa extenderme en lascríticas a los resultadosde los análisis sobre el carácter nacional. En definitiva, nodifieren sustancialmente de otros enfoques predominantesen diversos países --en Brasil son varios los autores quedescriben al brasileño como "indolente", "perezoso", "inep­to para el trabajo", o, con una visión más optimista, como

7 Mead, M., Ami Keep yuur Powder Dry: an AnlhropologiaJ1 Lcecs al Ame­rica, Nueva York, WtlliamMorrow and Company, 1942,p. 21.

8 Véase Kluckhohn, c., "Recenta Studies ot the National Character ofGreat Russían", en Culture and BehiwWur, Nueva York, The FreePress ofGlencoe, 1962, p. 214-

9 KIuckhohn, C; "Un antropólogo y los Estados Unidos", en Antropolo-gía, México, Fondo de Cultura Económica,1949. .

10 Benedíct, R, TheCJuysantemum andtlleSwrm/, Boston, HoughtonMif­flin Company, 1989.

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OTRO TERRITORIO

"malicioso", "sensual", "dionisíaco..n . Me parece más pro­ductivo focalizar el razonamiento en este tipo de postura.Evidentemente, los antropólogos saben que existe~ tiposdiferenciados de formaciones sociales, sociedades tribales,ciudades-Estado, imperios. Sin embargo, al trasla~l~mé­todos utilizados para estudiar las sociedades prímítrvas,terminan postulando que el grado de cohesión de las socie­dades nacionales es, por lo menos, semejante a la coheren­cia de las culturas anteriores. Integración que se extiendeahora por un territorio más abarcador, marcado por los lími­tes de la nacionalidad. De este modo es posible hablar de unnúcleo de las culturas nacionales, que expresaría su ídentí­dad12• Como cada cultura es una, singular, se considera, porextensión, que cada sociedad nacional es un todo integrado,irreductible a otras culturas, cuyabase material es el Estado­nación. El mundo se constituye, de ese modo, en una pléya­de de culturas nacionales, cada una con su idiosincrasia, consu carácter. Por otro lado, además, esta identidad, no obstan­te ser pasible de cambios, se caracteriza sobre tOO? por lapermanencia. Como dice un antropólogo cul~al: ~~ de­hemos pensar que el carácter nacional y las predísposícíonescompartidas son inmutables; pero el cambio es usualmentegradual, y no súbito O catastrófico"13

• Afirmación que nosaproxima a Ralph Unton y su argumento acerca de la esta..bilidad del centro de las culturas.

Integración, territorialidad, centralidad. En rigor, el pen­samiento antropológico retoma puntos desarrollados hace

11 Véase Leite, D.M., OctlrridernacionaJ bmsi/eiro, San Pablo, Lívrería Pío­

neíra, 1969.12 Véase Mead, M., "Ihe Study of National Character", en Lerner, D., r

Lasswel1, H. D. (comps.), TM Poücy Sciences, Stanford, stanford Uro­versity Presa, 1951~ "National Character", en xrceber, A. L. (comp.),'Anthropology Today, Chicago, Chicago Untversity Presa, 1953.

13 Gorer, G., "National Character: Theory and Practice", en Mead, M. YWtraux, R. (oomps.), TheStudyojCultureaf Disúmce, Chicago, Chica­go University Prese, 1953.

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tiempo por la filosofía de Heder. Contrario a la idea de pro­greso, crítico del iluminismo, Heder rechaza la noción deevo~~ción histó~caI4, y valoriza así lo específico con contra­poSIGÓn a lo universal. Para él, es imposible ordenar las cí­viliz~ciones .en~ secuencia histórica: cada pueblo es unatotalidad SUl genens, una modalidad con esencia propia. 'Lavisi~n herde~ se fundamenta, por lo tanto, en una per&­pectíva relativista, cultivada también por los antropólogosculturales. En este sentido, la cultura y en particular la na­ción, sería una civilización centrada en sí misma. De alú elinterés de Heder y los románticos por la cultura popular.Ella expresaría el "verdadero" carácter nacional.

La discusión sobre la identidad se encuentra, por lo tan­to, atravesada por una cierta obsesión ontológica. Yasea ensu versión antropológica, como en la filosófica, es concebidacomo un H ser~, algo que verdaderamente N es", posee uncontorno preciso, y puede ser observada, delineada, deter­rrur:ada de esta o aquella manera Por eso, la identidad ne­cesita un.centro a partir del cual se irradie su territorio, estoes, su validez. No es, por lo tanto, casual que buena parte deeste debate, sobre todo en referencia a América Latina, com­parta los mismos presupuestos anteriores. Los filósofos~rtis~s y políticos, cuando se debaten con el dilema de l~Identidad, buscan apasionadamente su "autentícdad"". Sepuede así hablar de una H esencia" del pensamiento latinoa­m~rtcano,algo específico, peculiar al Yode una América tanlatina. contrastan con la parte anglosajona. El mismo razona­mle~to se desdobla en el plano nacional. Cito como refe­rencta al autor Alvaro Vieira Pinto:

"~a conciencia del país subdesarrollado es, por naturaleza,alienada. Siendo atrasada la estructura material que la sus­tenta, es sumisa por fuerza de los vínculos que la sujetan alas economías fuertes, de las que depende y que la explo-

]14 Véase Heder.]. G., UneautTephilosophiede l'histoire, París Aubier 1964.5 véa Ze L El . '. "se a,., pensamiento latinoomenanw, México, Pormaca, 1965.

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tan; siendo sumisa, es alienada, en el sentido de que no estáen sí misma el origen de lasdecisiones referidas a su cursohistórico. El fenómeno de la alienación, que es más generalque el caso aquí considerado, toma rasgos particulares! sedesdobla en varios aspectos específicos cuando 10exarruna­IDOS desde la perspectiva de la dependencia particular quesubyuga el país pobre a los más poderosos, que lo condu­cen. Se dice de un ser que es alienado cuando no está enposesión de su esencia; entre lo que es, como hecho, y.loque es, como esencia, media un intervalo que define.la alíe­nación. De este modo, lo que el ser es como esenoa está,

para él distanciado, no se realizó aún su existencia real,, 16sino que es un fin a alcanzar" .

El camino de la superación se realizarla, pues, en el proce­so de la desalienadón. Sin embargo,1a propuesta enunciadapresupune una ontologia del Ser nacional Lau~ón delconcepto de alienación es, en este sentido, sugestiva . Frutode una lectura de la FenomerroIogja del espiritu, permite plantearla cuestión nacional en términos esencia1istas. De la mismaforma que Hegel habla de una dialéctica del amo y el escla­vo, que el Ser del esclavo se encuentra alienado en el Ser delamo, encontramos un desdoblamiento análogo en el planonacional La identidad de una nación pasa entonces a serconsiderada como u auténtica" o "ínauténtíce". Todo depen..de de la realización de su esencia. Cabe subrayar que estaaproximación con el pensamiento hegeliano no se circuns­cribe a la problemática nacional. 1lunbién fue retomada purFranz Fanon en sus escritos. Su hbro Piel negra, máscaras blan­casposee un subcapítulo dedicado especialmente a Hegel18,en el que Fanon trabaja la idea de reconocimiento e intentamostrar cómo el negro para constituirse como persona, debe

16 Pinto, A V., Consciéncia e realidluktfflCiorud, Rfo de Janeiro, ISHB, 1960,p.386.

17 Cf. KojiNe, A., lntrodudion ala kcture de Hegel, Parfs, 1966;Hyppolite,J.,e;m".d_de~~del'..,mt,París, t ....

18 Penen, F., Peau naire. masques blancs, París, Seuil, 1952.

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obligatoriamente tomar al blanco como referencia. La esen­cianegra se encuentra alienada en el~ del amo blanco. Suidentidad es, en este caso, forzosamente "inauténtiea". Sóloel movimiento de superecíén podría promoverla a un esta­do de desalienación; en este momento, esencia y realidad seencontrarían.

Puede parecer extraña esta apropiación de Hegelpor partede pensadores tan disímiles y distantes en el espacio, sobretodo cuando es aplicada a niveles diferenciados de proble­mas. No obstante, creo que el punto de unión puede serdeterminado con facilidad Ambas cuestiones, la nacional yla negra, están marcadas por el dilema de la identidad. Lacategoría de alienación permite revelar algunos de sus as­pecios. Se trata de un artificio de lectura. Ahora bien, el pen_sarruentc que se realiza se ve enredado en una trampa quelo conduce a una visión ontol6gica de la realidad. Laidenti­dad se transforma en algo concreto, tangible, en consecuen­cia pasible de una descripdón precisa, política o científica.

¿Cómo considerar la problemática que estamos tratandosin caer en una visión esenc:ialista de lo social? Retomo unasugerencia de Léví-Strauss. Él dice: "la identidad es una es­pecie de lugar virtual, el cual nos resulta indispensable parareferirnos y explicamos cierto número de cosas, pero queno posee, en verdad, una existencia real"19. La idea de vír­tu~dad nos permite escapar del impasse anteríor. Desplazala mirada analítica de la configuración del Ser,de su carácter,para fijarla en los aspectos relacionales del problema queenfrentamos. Puedo, entonces, formular una definición preíí­minar acerca de cómo trabajar la identidad: una construc­dón simbólica que se hace eft relación con lUl referente",Los referentes pueden, evidentemente, variar la naturaleza,

19 Léví-Strauss, C; L'ikntité, op. cit., p. 332.20 Retomo aquí una idea anterior desarrollada en el contexto de la

Construcción de la identidad brasileña. Véase Cultura brasileira eidentidtu1e ruu:ionsd, San Pablo, Brasílíense, 1985.

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son múltiples -una cultura, la nación, una etnia, el color o elgénero. Sinembargo, en cualquier caso, la identidad es frutode una construcción simbólica que los tiene como marcosreferenciales. En rigor, ni tiene mucho sentido la búsquedade la existencia de "una" identidad; sería más correcto pen­sarla a partir de su interacción con otras identidades, ~ns­truidas según otros puntos de vista. Desde esta perspectiva,la oposición entre "autenticidad" e "inautenticidad" se tomauna conceptualización inadecuada En la medida en que esconvincente, esto es, socialmente plausible, una identi­dad es válida, lo que no significa que sea "verdadera" o"falsa". Por otro lado, al.decir que es una construcción sim­bólica, estoy afirmando que es un producto de la historia delos hombres. Esto me permite indagar acerca de los artíficesde esta construccíon, los diferentes grupos sociales que la sos­tienen, los intereses que oculta, las relaciones sociales queprescribe. Esposible operar con un cuadro en el cual coexis­ten un conjunto de identidades en competencia y conflicto.Toda lucha por la definición de lo que sería su autenticidades, en verdad, una forma de esbozar los rasgos de un deter­minado tipo de legitimidad.

En su estudio sobre la nación, Marcel Mauss presenta lasiguiente proposición: "entendemospor nación a una socie­dad material y moralmente integrada a un poder central es­table y permanente, con fronteras determinadas, y a unarelativa unidad moral, mental y cultural de los habitantes,que adhieren conscientemente al Estado y a sus leyes?".Pero su definición es dada al lector después de una serie deobservaciones preliminares. Explica que-la palabra "nación"es de uso relativamente reciente en el lenguaje jurídico yfilosófico -Mauss escribe en 1920-. Subraya, también, los di­versos tipos de organizaciones que en la historia de los hom­bres la preceden: el pasaje de las sociedades tribales, que

21 Mauss, M., "La natíon", en Otrores, 1. 3, Parls,Minuit, 1%9, p. 584.

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constituían pequeñas unidades familiares, hacia las so­ciedades más integradas, como la ChinaYel antiguo Egip­to; el surgimiento de la ciudad-Estado, así como de lasgrandes civiliZaciones, cuya extensión territorial cubrla unavasta área geográfica. Estadigresión no es gratuita. Mauso esconsciente de que se encuentra ante un modo reciente devida social. Observemos su definición. tiene ciertas implica­ciones. La noción de ciudadanía, no como principio filosófi­co, sino romo realidad política, se realiza sólo después deciertas transfonnadones (Revolución Francesa, crisisde 1848,extensión del derecho de voto a las mujeres, y, en paísescomo los Estados Unidos, a los negros, etc.). La integraciónmaterial, esto es, la emergencia de un mercado nacional, es~bién fruto de ";'ta~, que Polanyi describe como lagran transformación" . Durante el Antiguo Régimen, el

capitalismo se restringía al intercambio externo, y no in­cluía en su lógica los mercados internos de los Estados. Encuanto a la "unidad moral, mental y cultural", sabemosque se trata de un movimiento lento. Difícilmente podríaser confirmada en el caso de que Mauss escribiera, porejemplo, en 1820. En ese momento, Francia vivía los pri­meros impulsos de su revolución industrial, más de unacuarta parte de su¡>OOladón no hablaba el francés, la integra­ción territorial, promovlda por el adveninúenlo de la prensa"masiva" y el sistema ferroviario, aón no habla tenido lugar;faltaban escuelas que enseñaran a los niños el sentimientode nadonaIidad, y buena parte del campesinado se encon­traba excluido de la sociedad nacional ...;es a mediados delsiglo cuando el hombre de ""J"PO se vuelve francé...."'.

Ensuma, la nación &ancesa aún no existía, se encontrabaen formación. Hobsbawm tiene razón cuando insiste en que

22 Véase PoIanyi, K., A gnmde b4lisfVimdpÍO, Río de ,....... r.__••l~ ,~

23 Véase Weber, a, Pt!umt's inJo Fmrchman, StanfoM, Stanfonl Univu­sity Press, 19'76.

ss

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OTRO TERRITORIO

el surgimiento de la nación es una novedad histórica24

••Estolleva a que la misma tendencia se reproduzca, en sus línea­mientas generales, en otros lugares. AsÍ; a la centr~6ndel Estado y la administración, requisitos ya conoados porotras sociedades, se añaden otros elementos. Para que la na­ción se constituya como "principio espiritual", "concienciamoral", se pone en marcha toda~dime~ncul~.Launificación língüístíca, así como la mvenci6n de símbolos,son aspectos fundamentales en la elabora~ón de las nacio­nalidades. Lasfiestas cívicas, los desfilespatrios, la bandera, elhimno y los héroes nacionales, objetos de cultc:t en~e~e­

las primarias, son elcímíentode esta nueva solid~ad.Estees el contexto en el cual se forja la identidad nacional, laimagen en la cual se autorreconocen los miembros de unamisma "comunidad". Pero hay que entender bien. Se tratade una "comunidad de destino", como nos recuerda OttoBauer, yno de un carácter". Pero como el destino es siem-r;resusceptiblede interpretación por las diversas fuerzas SOCIa­les y políticas que se enfrentan, la dirección hacia ~ cual sedirige la nación es siempre objeto de c?ntrov~s~ (Bauerdefiende un futuro socialista para los paIseS capitalistas).

El debate sobre la identidad se encuentra, pues, perma­nentemente penetrado por Intereses conflictiV?s. Esilu~o .imaginar la memoria nacional como el espacio ontoló~ode una identidad unívoca. En verdad, es una construccióncultural e ideológica, una selección, un ordenamiento de d~­

terminados recuerdos. Renan piensa que los sucesos másdolorosos de la historia de un pueblo deberían ser olvida­dos, ya que, de lo contrario, su crudeza alim~~la frag­mentación al minar los lazos que unen los individuos al

24 Hobsbawm, E., "A recae como novidade: da revelucéc ao liberalis­mo", enNQ{'ÓeS e nacionalismos desde 1780,Río de janeíro, paz e T~a,1991. Sobre la constitución de Gran 8retafu1, véase Colley,L., Britons:ForgingtheNation.l7a7-1837, NewHaven,y~University~ 1992:

AS Véase Bauer, O., La CU€Sfión de las~ Yla socitzldemocnri,México, Siglo XXI, 1979.

S4

MODERNIDAD-MUNDO E IDENTIDAD

todo nacional26• lbda memoria es una lectura del pesado.

Por eso, en su elaboración, los intelectuales desempeñan unpapel preponderante (argumento válido también para losmovimientos étnicos y de género; la primera cosa que hacenlos intelectuales negros y lasfeministas, al afirmar sus iden­tidades, es reescribir el pasado, esto es, constituir una me­moria específica, expresión de sus luchas y sus intereses).Los intelectuales actúan como mediadores simbólicos al es­tablecer un nexo entre el pasado y el presente. Existe así, lalegitimadón de esta o aquella visión, de este o aquel destino.La memoria nacional es un terreno de disputas, en el que sebaten las diversas concepciones que habitan la sociedad.

Pero la nación es más que una novedad histórica. Cons­tituye un tipo enteramente nuevo de organización social.Ernest Gellner tiene el mérito de haberlo comprendido entoda su radicalidad27

• Parte de la distinción entre sociedadesagrarias y sociedades industriales. Las primeras se caracteri­zan por estar marcadas por una rigida segmentación: sonsociedades estamentales. La éhte, constituida por militares,administradores y clérigos, se encuentra separada porun abis­mo de los otros estratos sociales -comeroantes, artesanos ycampesinos-. La función del Estado es, fundamentalmente,la manufactura de la pazYla recaudación de impuestos. Enel plano cultural se da, de forma homóloga, la misma situa­ción. La élite vive en un círculo cultural prácticamenteaislado del resto de la población (por eso, la escritura estárestringida a determinados medios de la clasedirigente). Porotro lado, los grupos subalternos, arraigados en el espadolocal, debido a su heterogeneidad étnica, religiosa y lingüís­tica, se encierran en la espedñcídad de sus costumbres, cadauno con su dinámica propia. La sociedad industrial rompecon esas fronteras. A causa de la complejidad de la divisióndel trabajo, los individuos deben circular constantemente,

26 Renan, B., Que'st-cequ'une nation?, París, Press Pocket, 1992.27 Cellner, E., Naciones ynocionalismo, México, Alianza, 1991.

ss

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lo que deja poco margen para la existencia de mundos seg­mentados. Se trata de una sociedad en la cual la movilidades un factor determinante. Por eso, la cultura no puede re­producir más los patrones conocidos hasta entonces. Debe,obligatoriamente, tener un grado mayor de integración, ca­paz de comprender al conjunto de los miembros de estasociedad. La nación cumple este papel; representa estatotalidad que trasciende a los individuos, los grupos y lasc1ases sociales.

Nación e industrialismo son por10tanto fenómenos con­vergentes. A efecto de nuestra discusión, lo formu1aria de lasiguiente manera: la nación se realiza históricamente a tra­vés de la modernidad. De este modo puedo vincular la pro­blemática nacional con una cuesti6n más abarcadora: la dela diluci6n de las fronteras, un tema intrínseco de la moder­nidad. Para comprenderlo, creo que es interesante la nociónde "desencaje" propuesta por Giddens"'. En verdad, el ad­venimiento de la modernidad hace que las relaciones socia­les no se aferren más al contexto local de interaoción. Todosucede como si en las sociedades pasadas espacio y üempoestuvieran contenidos por el entorno físico. La modernidadrompe esta oonlinnidad, desplazando las relaciones socialesa un territorio más amplio. El espacio, debido almovimientode circulación de personas, mercancías, referentes simbóli­005

1ideas, se encuentra dilatado. El proceso de construcd.6n

nacional ilustra bien esta dinámica.La idea de nación implica que los individuos dejen de

considerar sus regiones como base territorial de sus aedo­Res. Presupone el desdoblamiento del horizonte geográfico,al retirar a las personas de sus localidades para recuperarlascomo ciudadanos. La nación las "desencaja" de sus particu­laridades, de su provincianismo, y las integra como parte deuna misma sociedad. Los hombres, que vivían la experien-

28 V&!Ie Giddens,. A.,As am8elj'1I2ncias da~ San Pablo,Unesp,1991.

se

MODERNIDAD-MUNDO E IDENTIDAD

cia de sus "lugares", inmersos en la dimensión delliempo yel espacio regionales, son así referidos a otra totalidad. Unejemplosugeslivodeesta transformación eselsurgimiento deun sistema moderno de comunicación. Antes de su emer­gencia, los paises estaban compuestos por elementos des-­conectados entre sí; una región no "hablaba" con otra, ydifícilmente lo hada con su propia capital. La red de comu­nicaciones (vías férreas, carreteras, transporte urbano, telé­grafo, diarios), que en algunos paises es fruto del siglo XIX,arliculará, por primera vez, este entramado de punlos, ligán­dolos entre sí. La parte se encuentra así integrada al todo. Elespado local se desterrltorializa, y adquiere otro significado.

Sin embargo, este movimiento no se realiza sin tensiones.Todo lo contrarío. No debemos olvidar que la modernidadse fundamenta en el principio de la individualidad~ essu rasgo distintivo en relación con otras culturas-29. Sodoló­gícamente, esto significa la ruptura de los vínculos estamen­tales, que deja al individuo "libre", "suelto", para circularsegún su voluntad, su conciencia (o, mejor, de acuerdo ronlas posibilidades inscritas en su posición y condición deciase). Idealmente, élescogería su propio destino. Ahora bien,una instancia que le es superior busca imputarle una volun­tad colectiva. En este sentido, el individuo debe expresarse ,como ciudadano de una naci6n. Su volición es refutada poralgo que lo trasciende. Esta contradicdón está en la raíz deldebate entre holismo e individualismo, tan caro a las socie­dades modernas, debate que podríamos condensar a travésde algunas ideas de 'Ilinnies"'. Yodiría, de manera aforística:la nación es una "sociedad" que se \magma como siendouna "comunidad". Sabemos que para 'llinnies la "comuni­dad" es un tipo especifico de formadón social. En eñe, lasrelaciones sociales están ..encajadas" en un espacio deter­minado, y los individuos comparten, en gran medida, el mis-

29 Véase Oumont, L., Essais L'individualism, París, Seuil, 19&3.30 T6nnies, F., Commurulitée société, París, PUF, 1rn7.

S7

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mo mundo. Las relaciones de parentesco, vecindario, amis­tad, en fin, la vida personal, se encuentran articuladas a do­minios más amplios, político, económico y religioso. 'Iodoscomparten la misma conciencia colectiva.

El advenimiento de la "sociedad" rompe con esos lazosde solidaridad y afectividad. La nación pretende recuperar­los como un bien de "todos". De alú la insistencia en hablarde "comunidad nacional". Ésta es, no obstante, una inten­cíen frustrada. Algo Irrealizable frente a la transformaciónradical de la sociedad. Denota una realidad que perdió sus­tancialidad y que sólo puede existir como un ideal. Estedesacuerdo permite un conjunto de lecturas posibles de su•esencia" (para hablar como los filósofos). La modernidad,al mismo tiempo que se encama en la nación, trae con ellalos gérmenes de su propia negación. La identidad nacionalse encuentra, de esta forma, en desacuerdo con el propiomovimiento que "la engendra. Es el resultado de un doblemovimiento, la desterntoríeííeecíén de los hombres y su re­territorialización en el ámbito de otra dimensión. Su exis­tencia es, por lo tanto, "precaria", y debe ser reelaboradaconstantemente por las fuerzas sociales. Lejos de ser algoacabado, definitivo, la identidad nacional exige un esfuerzopermanente de reconstrucción.

Durante el largo siglo J(])(, y el corto siglo xx, la naciónconoce su pujanza". El Estado-nación la encarna en todossus atributos, En los países que solemos llamar centrales, sefortalece al punto de inaugurar una nueva era, la del impe­rialismo. Algunos de ellos -Estados Unidos, Franáa, Japón,Alemania, Inglaterra- imponen su posición prevaleáente enel contexto mundial La producción de mercancía, los ban­cos y el capital financiero se concentran en monopolios cuyasbases son inequívocamente nacionales. El poderío militaracompaña la misma tendencia. El mundo se encuentra re-

31 Véase Hobsbawm, E., Em dos extremos: o.bmJeséculo xx, San Pablo,Companhia das Letras, 1995.

sa

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partido de acuerdo con el interés de las grandes potencias".Evidentemente, es otra la situación en el "Tercer Mundo".Allí, la herenáa tradicional, las trabas políticas y económicas,así como la estructura de poder del sistema intemacional,impiden que se reproduzca el mismo ritmo de desarrollo.Sin embargo, la subalternidad de los países que lo compo­nen, no implica la negación de los principios nacionales. Alcontrario, ellos se refuerzan en su lucha contra el subdesa­rrollo y en el enfrentamiento con los imperialismos. En Áfri­ca, la descolonizadón se hace en nombre de la autonomía delos pueblos, y la nación traduce el deseo de independenciay libertad. 1lunbién en América Latina la cuestión nacionales una preocupación constante. Es el centro de las poüticasy los proyectos desarrollistas, en el combate contra el atrasotecnológico.

El destino de las nariones es diverso. Complementario o an­tagónico, dominante o dominado. Pero cada nación se con­figura a partir de un núcleo de irradiación. La naáón delineun espacio geográfico en cuyo interior se realizan las aspira­cienes poñticas y los proyectos personales. En este sentido,el Estado-nación no es sólo una entidad político-admi­nistrativa, es una instancia de producción de sentido. Laidentidad galvaniza las inquietudes que se expresan en suterritorialidad. Por cíerto, su afirmación no ocurre sin pro­blemas. Finalmente, la sociedad moderna está dividida porel antagonismo de clases. Porotro lado,para constituirse comotal, la nación debe pacificar los intereses de grupos diversi­ficados -las nacionalidades, los pueblos indígenas, laspoblaciones de origen negro en los p,.rses con pasado escla­vista-o Incluso la lengua, uno de sus elementos unificadores,tiene que conquistar su legitimidad, esto es, demarcar suautoridad ante el pluralismo liogüístico y los dialectos loca­les. Entre tanto, durante un período relativamente largo, el

32 Véase Lenín, V. l., El imperialismo, fase superior delcapitllúsmo, Mé;lóL'Io,Roca,I974.

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Estado-nación obtiene una solución del conjunto de esasdificultades. Frente a otras orientaciones alternativas,la identidad nacional se afirma cumo hegemónica. Yodiría,utilizando una expresión de Weber, que el referente naciónposee el monopolio de la definición de sentido. Es el princi­pio dominaote de la orientación de las pnlcticas sociales. Lasotras identidades posibles, o mejot; los referentes utilizadosen su construcción, están sometidos a él

Sin embargo, esta situación prevalece mientras las con­tradicciones existentes permanecen en las fronteras del Es­tado-nación. Esnecesario retomar, en este punto, el tema dela modernidad. Vunos que, históricamente, la modernidadse realiza a través de la nación. Pero hay que subrayar, sudinámica es distinta. La desterritorialización proporcio­nada por la nación es parcial, favorece la movilidad delas cosas sólo en el horizonte de su geografía. La moderni­dad requiere un desarraigo más profundo. En el momentoen que se radicaliza, acelerando las fuerzas de deseen­tramiento e individuación, los límites anteriores se tomanexiguos. La "unidad moral, mental y cultural" sufre unaimplosión. Si entendemos la globa1ización, no como un pro­ceso exterior, ajeno a la vida nacional, sino como la expan­sión de la modernidad-mundo, tenemos nuevos elementosde reflexión. Las contradicciones, inauguradas por la socie­dad industrial y que atravesaban los espacios nacionales,cobran ahora otra dimensión. Rebosa el plano mundial. Eneste contexto, la identidad nacional pierde su posición pri­vilegiada de fuente productora de sentido. Emergen otrosreferentes, que cuestionan su legitimidad. En el mundode la "posmodemldad" -de la modernidad radicalizada-,su multiplicidad subvierte la jerarquía reconocida hasta en-tonces. ,

Este fenómeno no se restringe a los países periféricos,donde la realización histórica de la nación siempre fue in­completa. Por cierto, hay una correlación inversamente pro­porcional entre el avance de esta modernidad-mundo y lavitalidad de las naciones. En países como la India, donde

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cohabitan grupos etnolingiilsticos diversificados, el inglés,lengua mundial, llega a competir con el idioma nacional.'Iambíén en países como Perú y Bolivia, con fuerte presenciade pohJación de origen indígeoa, y en los cuales la integra­cíon de hecho nunca ocurrió, la conciencia nacional es másdébil. Nos encontramos, no obstante, frente a una tendenciaque transforma la base de las formaciones sociales. La na­ción es alcanzada en su centralidad, en su médula Un ejem­plo: el caso del multiculturalismo norteamericano. Podemosinterpretarlo de varias formas. La afirmación dellocaüsmoen contraposición al universalismo o, desde una posiciónmás positiva, el reconocimiento de las minorías en el planode la política de las dííerencíes".

Esto ilustra bien el descentramiento al cual me estoy re­firiendo. Oto un pasaje de Schlesínger; de su lihro TheDisuni­ting America -d Iitulo en sl mismo ya es sugestivo-: "(Segúnel multiculturalismo], América, al contrario de una nacióntransformadora, con una identidad propia, es vista preser­vadora de las identidades extranjeras. En lugar de una na­ción compuesta. por individuos que hacen sus elecciones sintrabas, América se ve, cada vez más, comouna composiciónde grupos, más o menos irradicables en su carácter étnico. Eldogma multíétnicc abandona el propósito de la historia,sustituyendo la asimilación~r la fragmentación, la inte­gración por el seperetísmo" . Y luego añade: "¿resistirá elcentro?".

Nos encontramos en el polo opuesto al de la proposiciónde Mauss. El todo se encuentra hecho trizas; el centro, ame­nazado por la desunión. No es el juicio de valor, implícito enel diagnóstico de Schlesinger -la bñsqueda de la organici­dad perdida de la naci6n-, 10que me parece más interesan­te, sino el retrato de un pueblo que, en el pasado reciente,

33 Véase, por ejemplo, Tay1or, C., MJd1iculturalism and tlle PolitU:s of Re­cognition, Princeton, Princeton University Press,1992.

34 Schlesínger [r., A. M., TIte Disuniting Amerial, Nueva York. W. w.Norton and Company, 1992, pp. 16-17.

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poseía una alta estima de sí mismo. No revela sólo la cara deun único país. Se trata de una condición delmundo contem­poráneo. Esto no significa que la sociedad se descompone,los países continúan funcionando en todos sus niveles. Thm­poco que el Estado-nación se diluye en el enfrentamiento deesos vectores identilarios.1\!ro cambió el contexto. En el senode la sociedad moderna, industrial o pos-industrial, surgeun espectro de referentes que se atraviesan, se chocan, seacomodan, organizando la vida de los hombres.

Pensar la gIobaIizadón en términos de modemidad-mun­do nos permite, además, evitar algunos tropiezos. Asícomono tiene sentido hablar de "cultura global", también seríainsensato buscar una "identidad global". Debemos enten­der que la modernidad-mundo, al impulsar el movimientode desterritorializaci6n hacia afuera de las fronteras. nacio­nales, acelera las condiciones de movilidad y"desencaje". Elproceso de mundíalízacíén de la cultura engendra, por lotanto, nuevos referentes indentitarios. Un ejemplo: la ju­ventud. En las sociedades contemporáneas, la conducta deun estrato particular de jóvenes sólo puede ser entendida alsituarla en el horizonte de la mundiaJización. T-shirts, zapa­tillas, jeans, ídolos de rock, surf, son referencias desterrito­ríalízadas que forman parte de un léxico, de una memoriajuvenil internacional-popular. Adorada ritualmente en losgrandes recitales de música pop (efervescencia del potlachjuvenil), en los programas de la MfV, en las revistas de his­torietas esta memoria fusiona un segmento de edad (y declases), aproximando personas a pesar de su nacionalidad yetnias. La complicidad, la "unidad morar de esos jóvenes,está tejida en el cfrculo de las estructuras mundiales. Paraconstruir sus identidades, ellos eligen símbolosYsignos, de­cantados por el proceso de gíobaüsacíon, De esta forma, seidentifican entre sí, y se diferencian del universo adulto.

Otro ejemplo: el consumo. No debemos considerarlo ape­nas como un dominio de mercancías, un lugar de intercam­bio. Thmbién es un tipo de ética, un modo de conducta. Losque participan de él están envueltos por valores y perspec-

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tivas afines. Ocurre que la sociedad global va a promoverlosen escala mundial. Estrellas de cine, ídolos de televisión(hoy proyectados mundialmente por la 1V por cable y lossatélites), marcas de productos, son más que objetos. Se tra­ta de referencias de vida Los viajes de turismo, las visitas' aDisney World,las vacaciones en el Caribe, la concurrencia alos shopping-eenters, los paseos por las calles comerciales,forman parte de un mismo imaginario colectivo. Grupos dedases medías mnndializadas pueden, así aproximarse, ro­municarse entre sí. Comparten los mismos gustos, las -iñis­mas inclinaciones, circulan en un espacio de expectativascomunes. En este sentido, el mercado, las transnadonales ylosmase-medía son instancias de legitimación cultural, espa­cios de definición de normas y de orientación de la conducta.Su autoridad modela las disposiciones estéticas y las .mane­ras de ser. Así como la escuela y el Estado se constituyeonen actores privilegiados en la construed6n de la identidadnacional, también las agencias que actt1an en el nivel mun­dial favorecen la elaboración de identidades desterritoria­!izadas. Como los intelectuales, son mediadores simbólicos.

Integración. territorialidad, centralidad. Difícilmente esaspremisas puedan ser reproducidas del modo en que fueronpostuladas anteriormente. A partir de la g1obalización, lapropia noción de espacio se transforma. El núcleo de cadacultura, esto es, el referente para la construcción de la iden­tidad, pierde centralidad. De ahí proviene la sensación decrisis que atraviesa el debate contemporáneo. Las fronteras dela nación no pueden contener más los movimientos iden­titarios que existen en su seno. Losdiscursos eculógico Yét­nico son un testimonio de esto. tJn ejemplo, las prácticasmusicales que expresan la conciencia negra. ÁfriCa-Bahía­Carfbeforman un universo, que se sustenta en la condiciónde subaltemidad de los negros en las sociedades actuales yen elludismo de las generaciones descendientes de escla­vos. Se construye así un circuito, un conjunto de símbolos,que unifica grupos y conciencias separados por las distan­cias Ylas nacionalidades.

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A primera vista, ciertas identidades son fortalecidas conel debilitamiento de los límites nacionales. En los paísesdonde compiten una variedad de lenguas, el idioma "bajo",esto es, subalterno, se vivifica ante la relativización de la len­gua nacional. Del mismo modo, ciertas identidades "loca­les", sofocadas por la ~ecesidad de la cohesión nacional,cobran nuevo aliento. Este es, a menudo, el caso de las cul­turas populares en América Latina. Mal asumidas, cuandono rechazadas, por los proyectos nacionales, marginaliza­das, encuentran en el movimiento de la globalización uncontrapunto para afirmarse. Pero, no hay que olvidarlo,tampooo poseen el monopolio de la delinición de sentido.Retomo el ejemplo de los Estados Unidos, visto ahora desdela perspectiva de los movimientos negros. Comel West con­sidera que, durante un largo período de la historia ameri­cana, los negros lograron equiparse con una "armaduracultural" que les permitió rechazar el mundo de los blancos.A! vivir al margen de la vida social Ypolítica, fueron capacesde erigir defensas, estructuras culturales propias, arraigadasen sus comunidades: instituciones religiosas, redes familia­res, asociaciones colectivas. Sin embargo, la sociedad ameri­cana se transformó al punto de poner en riesgo esos nichosculturales. ¿Qué sucedió? Larespuesta deWestes sugestiva:

"La reciente fragmentación, en función del mercado, de lasociedad civil negra -familias, escuelas, iglesias,mezquitas­deja, cada vez más, a un número mayor de negros vulnera­bles frente a una vida dominada por un débil sentido deid~tidady una débil protección de principios y lazos queamparen su existencia [...] ¿Pero por qué ocurre esta frag­mentación de la sociedad civil negra? Las1nstituciones demercado de las empresas contribuyeron mucho en ese senti­do l...] Esas instituciones contribuyeron para la creación deun modo de vida seductcn una cultura de consumo que seaprovechade toda ycualqWeroportunidadperaganardinero[..•] Bsas imágenes seductoras contribuyen al predominio delmodo de vida inspirado por el mercado, en detrimento de..

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todos los otros; así, sacan de circulación los valores transmi­tidos por las generaciones pasadas"3S.

El consumo, percibido por el autor como algo exclusi­vamente americano, pero que en el fondo es una de las carasde la mundíalíeacón de la cultura, surge como un referente .contrastante en relación con la solidaridad étnica La identi­dad negra, como la nación, se encuentra así "amenazada",esto es, contrapuesta a otras tendencias, que la atraviesan yla redefinen.

Creo que podríamos comprender nuestra problemáticausando dos conceptos propuestos por Michel de Certau.Este autor denomina 11estrategia" al cálculo de las relacionesde fuerza que se toma posible a partir de un sujeto (empre­sario, propietario, institución científica, etc.), que se encuen­tra aislado en un espado. Esto significa que toda estrategiase vincula con una base territorial a partir de la cual se reali­za una gestión, que pesa y evalúa el movimiento de los otros-edversarío, competidores o clientes-. Existe, así, una dis­tanda entre el sujeto (institución) que aplica la estrategia yel objetivo a ser alcanzado. A! concepto de estrategia, De Cer­tau contrapone el de "táctica", la cual sería "un cálculo queno puede contar con un lugar propio, ni con una fronteraque distinga al otro como una tola1idad visible. La tácticaposee como lugar el lugar del otro. Allí se insinúa, fragmen­tariamente, sin poder aprehenderlo por entero, sin podersituarse a la distancia,,36.

El problema que le interesa directamente a De Certau noes la cuestión de la identidad, sino el de la cultura popular;el modo en que el usuario de un producto actúa en fol'J!Y!diferente del empresario, que lo coloca en el mercado, Elvendedor actúa según un cálculoestratégico, en función deun determinado objetivo; el consumidor reacciona ante un

35 West, e, Questio de 1JI9l' San Pablo, Companhia dasLetras, 1994. pp.32-33.

36 De Certau, M., L'imJention tWquotidien., París, 1M.8, 1980,p. 21...

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hecho consumado, su acción no puede ser abarcadora, eslocalizada. El juego de las identidades tiene algosemejante.Cada una de ellas debe "negocíarr Iretcmo una idea de Nés­tor Garcia Candíní)" su existencia en el contexto de un te­rreno ya delimitado. Porejemplo: las culturas populares enAmérica Latina están atravesadas por las realidades nacio­nales y mundial. Su afirmación se encuentra tensionadapor diversas líneas de fuerza. "Negociar", esto es, delimitarsimbólicamente un territorio, es tomar en consideraciónla multiplicidad de los actores en competencia. Entre tanto,las identidades operan a partir de posidonamientosdistin­tos. Algunas de ellas tienen una influencia mayor, porque sevinculan con instituciones cuyas "estrategias" las impelensobre el territorio"de los otros". Éste es el caso de las iden­tidades nacionales, o desterritorializadas: atraviesan ladiversidad de los "lugares". Otras, sin embargo, deben con­formarse con la "táctica", es decir, deben actuar sometidas ala presión constante de sus "oponentes". Se trata, por lo tan­to, de un juego desigual

La modernidad-mundo pone a disposición de las colec­tividades un conjunto de referentes -algunos antiguos, laetnicidad,lo local, lo regional; otros recientes, resultantes dela mundialización de la cultura-. Cada grupo social, en laelaboración de sus identidades colectivas, se apropiará deellos de manera diferenciada. Esto no significa que vivimosen un Estado "democrático", en elcualla elección es un dere­cho de todos. Traducir el panorama sociológico en términospolíticos es engañoso. La sociedad global,lejos de incentivarla igualdad de ias identidades, está surcada por una jerar­quía, clara e impiadosa. No se trata de quelas diferencias sefundan en sustratos ontológicos, "radológícos" o de carácter-el negro es "inferior" al blanco; la mujer. 'subalterna" alhombre; la nación, un "anacronísmo" ultrapasado por la

37 Garda Cendíní, N., ..¿Negociad6n de la identidad en lasclases popu~lares?", en Consumidores y ciwltuIanos, México,. GrijaIbo, 1995.

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MODERNIDAD-MUNDO E IDENTIDAD

globalización-. Este tipo de argumentación es inadecua­da:. reafirma los ~eco~ceptos y la incapacidad de pensarcríticamente. Las Identidades son diferentes, y desigualesporque 5Us~ces, las instancias que las construyen,~frutan de distintas .posiciones de poder y legitimidad.Concretamente, las Identidades se expresan en un campodel~~ y conflictos en elque prevalecen las líneas de fuer­za disenadas por la lógica de la máquina de la sociedad.

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CULTURA, COMUNICACiÓN Y IIASA·

En la conclusión de su libro Cultura y sociedad, Raymond Wi­lIiams hace la siguiente observación: 'Masa fue una palabrausada para sustituir multitud. Dehecho, no hay masas; exis­ten apenas maneras de ver a las personas como mesas". Suprcposjcíén deriva, evidentemente, de un análisis anterior,en el cual considera el modo en que el término está penetra­do por mandatos ideológicos. Nacido en el campo políticoconservador, se aplica sobre todo, en el siglo XIX, a las agio­meradones urbanas, al designar las clases peligrosas, cuyaexclusión de la sociedad industrial es manifiesta. En verdad,Williams expresa una reticencia compartida por varios inte­lectuales respecto de la idea de 'cultura de masas' -nociónhfbrida, imprecisa, forjada :redentemente en el dominio delas ciencias socíaíes-iCeeo que tiene razón en sus críticas.Analíticamente, es difícil concebir una sociedad en términosde masa. Entre tanto, aun cuando se parta de esta certeza,queda la pregunta: ipor quéun conceplo lnconsisIente gozade una vida y una credibilidad tan largas? ¿Por razones ex­clusivamente ideológicas? ¿Debido a un equívoco teóricodeaquellos que 10usan? Pienso que no. Los conceptos nuncason puros, están marcados por la historicidad que se sumaa su existencia categorial Por eso es importante la reflexiónacerca de su génesis y su implicaciónes. Permite aclarar unconjunto de significados implíd.tos en su interior, y nos ayu­da a entender ciertas cuestiones aún presentes en el debatecontemporáneo.

El término cultura de masa es nuevo, surge en los Esta­dos Unidos, probablemente entre el final de la década del

.. Traducción: Ada SoIari1 WiIIiams, R, Cullureandsociety, Nueva YOI'k,. Columbia Universi.ty Press,

1983, p. 297.2 Sobre este aspecto, véase Cohn, G" Sociología da cormmiaipio= tevrill e

ideologio, San Pablo, Livraria Pioneira, 19'73.

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treinta y la terminación de la Segunda Gu~~a Mundial;Digo probablemente, pues laliteraturaespecializada prestópoca atención al hecho. No obstante, sabemos que como.laspalabrassonvitales ycapciosas, nombranobjetos, pero tambiénrevelan el estado de ánimo de aquellos que las emplean. SIconsultamos un manual de sociología de la época, Ogbumy Nimkoff (1940), veremos que la noción no es a~ utiliza­da'. Hay, por cierto, una sección referida a la multitud yelpúblico, asunto debatido entre los americanos, desde la.es­cuela de Chieago. 'Iambién la ignora Adorno en sus e~tossobre música popular, fruto de las investigaciones en eqwpocon Lazarsfeld (1933-1941)'. Ahora bien, en Dialéctica deliluminismo, publicado en 1944, el panorama es otro. En ladécada del cuarenta, las denominaciones "comunicación demasa", "medios masivos" y "cultura de masa" se tomaronde uso corriente.Este es el momento en el que se desarrollanlas investigaciones sobre comunicación, que inten~ c.om­prender el impacto de los mensajes junto a las audienaas yel público'.

El hecho de que esos estudios florecieran en los EstadosUnidos es sintomático. Mientras que los países más indus­trializados de Europa se encontraban movilizados por laguerra, en los Estados Unidos el debate intelectual teníacomo referencia otra realidad: los filmes de Hollywood, elstm-system, la radio, con desdoblamiento político (elecciónde Roosevelt), pero también cuIturaIes (soap<>pe7Il, programas

3 Ogbum, W. F. yN_M F.•S<ridogy,__TheRNenOde Press,

Cambridge, 1940.4 En este períodoAdornoescribe"On Popular Music'" Yalgunasrese­

ñas "American Jazz Music"', "'Jau Hot and Hybrid"', publicadas enStudws inPhiIosophy and Social Scienas, No. t, 1941; "'The Radio Simp­bony", en LazarsfeId, P. y Stanton, F.;RiuIiD~, Nueva York,DueD Sloan and Peerce,l~ "O ret:ichismo:na m6sica e a regressáoda awH<ao", pubHcado ong;naImenteen_Zeil.mriftfutSaUsl­jrJrsdumg, año 7, 1938.

5 VéaseDeMoragasSpA, TIf!Ilrirs M 14 cormmiaIcióts, Batte1ona, GustavoGiIi, 1981.

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CULTURA, COMUNICACiÓN y MASA

de auditorio), la poblicidad, etc. Pujanza que llevará a mu­chos autores, americanos y extranjeros, a identificar equivo­cadamente "cultura de masa" y amerkanísmc'; La verdad esque los Estados Unidos conocen, antes que otros paises,la"re­voluci6n" tecnol6gica-conumicacional, así como sus implica­dones en el dominio cultural. La sociedad americanaexpresaun momento de radicalización de lamodernidad, aún incon­sistentedentro de los estándares europeos o latinoamericanos.

Pero,antes de entender; la especificidad de esla sociedadde "masas", es necesario retomar al pasado, poes elconceptotiene un antecesor ilustre: la multitud. A partir de larevolu­ción industrial, y de las transformaciones políticas ocurridasdurante el siglo XIX, las ciudades europeas sufren un creci­miento sin precedentes. Tanto en las capitales (Londres oParís), como en las cíudades-fábncas, circula un número cadavez mayor de personas. Mendigos, trabajadores, marginales,prostitutas, inmigrantes y obreros, componen esta "multi­tud". El pensamiento burgués los percibe como una amena­za, un foco permanente de disturbio. Como acertadamenteobserva Louis Chevalier, esas clases peligrosas son vistascomo integradas por "bárbaros", "salvajes", grupos entera­mente al margendelacivílizaci6n'. El alcohnlismo,la crimina­lidad, las enfermedades epidémicas, en suma, el desorden,serían sus atributos esenciales. Esta visión, etnocéntrica y

6 En la introducri6n de un compendio universitario, Bernard Rosem­berg, un crftico despiadado de la "'masificadón'", tienenecesidad derefutar el argumento -"América isresponsible formasscelture"- pre­senteen el debate.VéaseRosemberg. B.YWhite, O.M. {comps.),MIlssCulture: tire PopulaT Arls in.Ammaz, Nueva York, TheFree Press, 1955.A\Ul así, ese tipo de concepción prevalece entrealgunos autores. J.TunstaD escribe, en los años setenta. que losmass-media revelarian el..ea.táde:t" ontológicodel Seramericano. Véase TheMediIl trreAmeriam.Nueva York. 0Jlumbiá Univenity Presa, 1m.

7 Chevalieo-, L,a.-~ "chula......,....,.,p_~,1984. Un trabajo esped6co sobre el tema en CIlesti6n es el de SusannaBarrows, Miroirs dijornuznts: réfIexions sur 111 frnde enFnmt:I!' i 111 fin du.X1Xe sikIe, Paris, Aubier, 1990.

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prejuíciosa, se desdobla en el plano político, pues el sigloXIX europeo asiste, también, a las luchas de clase, las reivin­dicaciones de las asociaciones de trabajadores} los con­flictos poíüícos. Multitud se aplica, por lo tanto, a la claseproletaria emergente, a sus exigencias de participación po­lítica y ciudadana. Considerada como un agrupamientoirracional, atávico, guiado por la exacerbaci6n de los sen­timientos, encarnaría la negación de los principios de­mocrétícos y la hbertad humana. Por eso, Gustave Le Boncaracteriza la "era de las multitudes" como el momento del•ascenso de las clases popoIares a la vida poIiticaH

' . E! peligrose toma entonces inminente. Las reivindicaciones obreras-reducción de la jornada de trabajo, distnbución igualitariade 1", productos, sufragio universal- pasan a ser vistas comouna usurpación, la señal manifiesta de la decadencia civili­

zatoria.Pero esta concepción no se circunscribe al campo de la

politica. En gran parte, atraviesa todo el debate cultural. Dosejemplos: la condena de la novela-folletín por parte de loscriticos literarios y la polémica acerca del estatuto artísticode la fotografía. Cito a Sainte-Beuve cuando, en 1839, frentea las transformaciones del mercado editorial} hace un balan­ce de la literatura francesa:

"Este campo libre, que hasta hoy era la honra de Francia,zqué se hizo de él? Sin duda, su condidón de ser común yabiertoa todos, en cada época, lo hizopresadel acoso de losespíritus. Diferentes formas del mal gusto, de modas hete­róclitas, de escuelasvocingleras pasaron por alli. En una pa­labra, estecampo estuvo siempreinfestadoporbandos; peronunca llegó aserinvadido, explotado, reclamado como justapropiedad, por un bando tan numeroso, tan disparatado ycasi organizado, como vemos hoy. Es necesario resignarsea los nuevos hábitos, a la invasiónde la democracia literaria,como al advenimiento de todas lasotrasdemocracias. Cada

8 Le Bon, G., Psirologia das multidOes, DeIraux, 199J.

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vez menos. escribir e imprimir será un rasgode distinción.Con nuestros modos electorales, industriales, todo el mun.do tendrá, una vez en la vida. su página, su discurso, SIl&

prospectos, su celebración, será autoJ:. De alú a hacer un fo­lIetln, sólo hay un poso".

E! tono es semejante entre los pintores Y críticos de arte;eííos le niegan a la fotografía cualquier cualidad estética.~el asedio de esta nueva técnica, algunos gritan: 'Con la civi­lización penetra, en todos los lugares, esta lepra en las artes,esta decadencia infalible que se llama el Abaratamiento.Propia o impropiamente dicho, no hay más límites, más vi­sas} más obstáculos a la entrada en la carrera de las artes; porlo tanto, no hay más fronteras contra la invasi6n de la me­diocridad, contra el trueque de influencia perjudicial entreel comprador y el comprado, corrupdón general y pro­fonda del gusto público'''.

Los términos del rechazo son idéntiros: la invasión delmal gusto por Iamediocridad de las masas.1'ero es necesarioque quede claro. No se trata apenas de una ecuación pollti­co-ideológicall. Durante el siglo XIX se dan, simulténeamen­te, la emergencia y la consolidación de esferas culturalesdistintas y antagónicas. Una, de "bienes restringidos' (recu­rro a Bourdieu); otra, de "bienes ampliados"'. Cada una tienesu lógica propia El universo artístico es autónomo, poseereglas especificas, formas, y modalidades de consagraciónde sus pares. La esfera de bienes ampliados está regida porotros criterios. En ella, las preocupaciones estéticas debenadaptarse a las imposiciones técnicas, industriales y comer-

9 Saínte-Beuve, Ch.-A de, "De la Iittérature industrielle", en~ desDeux MonJes, septiembre de 1839, pp. 679-681.

10 Péríer, P., "Expositions universeDes:photographes~.enRoui­lIé,A, LA photographie enFmnce: textt!tlel rorwerses ·unetmtIrologW, 1816­1871, Paris, Macula, pp. 21~217_

11 Sobre el foBetfn Yla fotograffa, véase Qrtiz, R.,"Cultura e mercado",en Culfurrzemorlemidtuk: a l'trJ1J9f no século XIX, San Pablo. BrasiHense,1991.

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ciales. 'llmto el foIietln, como la fotografía, al contrario de laliteratura y la pintura. se articula Inlimamente con el merca­do. Elsiglo XIX 'inventa' al artista Jibre Yautónomo, al mis­mo tiempo que las fuerzas industriales redefinen la relaciónde las técnicas con la cultura (surgimiento de una industriaeditorial, de la gran prensa, de la producción mecánica deimágenes -fotografía y, posteriormente, cine-).

Elconflicto deriva, por lo tanto, de un movimiento inter­no de la sociedad. Ante el avance de la cultura de mercado,el campo de la culturaeruditase encuentratensionado. Lascóticas son reactivas, intentan defender un territorio con­quístado, está en cuestión el monopolio de la definición dequé es el"verdadero" arte.En este senüdo.Ia contradicciónarte versus mercadoseencuentraya contenida en laproble­mática de la multitud. Cuando, más tarde, esta discusión seactualizaen los EstadosUnidos, lo que ocurre en verdad, esla reedlcton, por cierto dentro de nuevos parámetros, dealgo anterioJ: Es suficiente tomar como referencia el debatepresidido por LazarsfeId, en 1959, organizado por el 'Iami­ment-Institute y la revista Daedalusu. La polémica sobre cul­tura de masa y arte es la divisoria de aguas; galvaniza lasenergías intelectuales de los participantes.

Entre tanto, aun cuando es posible seña1ar aIgonas con­tínuídades, se supone que el surgimiento de unanueva de­nominación trae consigo otros elementos. ¿En qué difiere lamultitudde lamasa? Retomo aGustave Le Bon,perono meinteresaahorasu postura ideológica, sino focalizar su com-

'ón analilica.prenst ~_..-

'Para el sentido común, la palabra multitud ......_ un con-juntode individuos independientemente de lasdrcunstan-

12 mdebate fue pubH<ado po<)acobI, N. Cultuno Jo< Millions7, Boetcn,Beacon Press, 1964.Enél participaron.. entre otros intelectuales, Han­nah Arendt, Leo LowenthaJ, James Beldwin" Arthur Schlesinger jr.,Daniel BeII. Bemard BereIson. Un comentario s1gnificativo sobreesteencuentro es el deFriedmann, G.,"Culture pourlesmillionsr, en CesmeroeilJeux instruments, París,Denoej, 19'79.

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cías que los reúnen. Desde el punto de vista psicológico, lapalabra multitud tiene un sentido totalmente diferente. En-.......cir<:unsIanciasYsólo en ésas, unagrupamlentode individuos adquierecaracteres nuevos, bien diferentes delos caracteres de cada uno de los individuos que lo compo­nen. La personalidad consciente se desvanece y los ele­mentos y las ideas de todas lasunidades se orientan en unadirecciónúnica. Se forma un almacolectiva, sin duda tran­sitoria,pero que muestra caracteres bien definidos"13.

Subrayo algunos puntos de esta definición. Primero, elagrupamiento. Una multitud es una aglomeración de per­sonas en un determinado lugar: Esto lleva a Ortega y Gasseta iniciar La rebelión de las masas con una metáfora espada1:"Las ciudades están llenas de gentes. Las casas, llenas deinquilinos. Los hoteles, llenos de huéspedes. Los trenes, lle­nos de viajeros. Los cafés, llenos de consumidores. Las pla­yas, llenas de bañistas. Lo que antes no solia ~,roblemaempieza a serlo casi de continuo: encontrar sítío .

La multitud posee,por lo tanto, una característica: la vi­sibilidad. Expresa una concentración, un volumen localiza­do en un determinado espacio físico -durante el siglo XIX, elimaginario conservador ve la calle como el lugar, por exce­lencia, de la 'irracionalidad', esto es, del movimiento contes­tatario de las masas--. Segundo, la multitud está compoestade elementos heterogéneos, ningún vinculo sociaJ más pro­fundo une a sus integrantes. De ahí su carácterde transi­toriedad. Una vez termina la excitación de laspersonas, elagrupamiento se deshace. La multitud posee un 'alma ro­lectiva" porque sus miembros actúan en conjunto, pero esincapazde generaruna "concíencía colectiva"'. Los que par­ticipan de ella son desconocidos unos para los otros, nadalos aproxima, tradición, valores, 1azos familiares, ideología o

13 LeBon, G., op. cit.,pp.23-24.14 Ortega Y Gasset, J.. LA rebelión de1ss mIISIlS, Madrid, Revista de Ocd­

dente, 1956, p. 50.

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creencia. Tercero, la multitud presupone la dilución de lasindividualidades. Propiciaun comportamiento irracional yemocionaL A ella se aplicarfan enteramente las leyes de imi­ladón de Gabriel 'Iarde. Entre el gesto inicial del "conductorde multitudes" y su repetidón, casi automática, por los par­ticipantes de una aglomeración, no existe ninguna media­cíén de la contienda. Las particularidades de cada uno seencuentran anuladas por la coerción del todo.

De forma distorsionada, este tipo de pensamiento preva­Ieee en la explicación de una gama de fenómenos, en parti­cular los de naturaleza política. Sin embargo, a fines delsiglo, algunos intelectuales ya habían percfbído ciertas insu­ficiencias. Un conjunto de hechos escapan a su alcance. Unautor como 'Dude llega incluso a rever, quizá sería más co­rrecto decir ampliar; algunas de sus ideas. Él afirma:

"Es necesario dejar de confundir la multitud con el público[...J. En lassociedades animales inferiores, la asociación con­siste sobre todo en la agregación material A medida quesubimos en los escalones del árbol de la vida, la relaciónsocialse toma más espiritual. Ahora bien, la multitud, eneste sentido, tiene algo de animal. lNo es ella un haz decontagios psíquicos, esencialmente producido por el con­tacto físico? Pero no todas las comunicaciones, de espfritu aespíritu,. de alma a alma, tienen necesidad de una aproxi­mación de los cuerpos. En nuestrascivilizaciones, ron lasco­rrientes de opiniones, esta condición se cumple cada vezmenos. No es en las aglomeraciones, ni en la plaza pública,donde nacen y se desarrollan esas especiesde ríos sociales[...J. Es extraño, pero los hombres que se autosugestionan,o, mejor; que transmiten unos a los otros las sugestionesque están por encima, esos hombres no se tocan, no se veny no se escuchan. Están sentados, cada uno en su casa, le­yendo el diario, y dispersos en un vasto territorio..15•

15 Tarde, G., "La foule er le pubtic"", en L'opinion ella joule, París, PUF,1969, p. 32 (edición original de 1898).

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El pasaje es sugestivo. Para actuar en aintonfa, y colecti­vamente, ya no es necesario que los hombres se agrupen enun sitio determinado. Losmedios de comunicación, en estecaso el diario, redimensionan la reladón de proximidad-dis­tanda. Porotro lado, la idea de opinión pública requiere una"cohesión mental" (expresión de la época) entre los indivi­duos, esto es, una mediación intelectual entre la fuenteem.i­sora del mensaje y el receptor, diseminado por un "vastoterritorio". La individualidad, negada en tanto parte de lamultitud, encuentra así un medio para expresarse. Entretanto, larde continúa aún preso de sus concepciones ante­riores. El público es pensado en términos de sugestión,contagio, de la misma forma en que se caracterizaba la reía­dón entre "conductores" y"conducidos" en la multitud--elpúblico seria "una especte de multitud menos ciega". 'lardeconsidera al público como el resultado de una evolud6n na­tural, el grado espiritual más avanzado de un mismo fenó­meno. En el fondo, su ambición era construir una teoríageneral que comprendiese todos esos hechos.

En verdad, poco a poco, la problemática del público ro­mienza a ser diferenciada del tema de la multitud. En el co­mienzo esos campos se confunden, pero sus caminos estándefinitivamente trazados. En los Estados Unidos, los estu­dios de opinión pública se desplazan hacia una nueva di­mensión: la comunicación. Cooley, uno de los pioneros dela sociología americana, manifiesta,la desde el inicio del si­glo, un gran interés por la cuestión 6. Considera que las so­dedades estarían conociendo una "nueva época", en la cuallos medios de comunicación redefinirían el propio sistemasocial Espacio y tiempo comenzaban a ser superados porelavance técnico, y la difusión de productos en gran escalahaciacreer que el acceso a la cultura se generalizaría, enbre­ve, para "todos los hombres". Másallá de su visión excesiva-

16 Véase CooleyI C. H., SociIl1 OrgunirAJitm, Glencoe, TheFree PIes&, 1956(la. edición, 19(2).

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mente optimista-marcada porderto democratismonortea­mericano-, es importante comprender que nos encontra­mos ante nuevos argumentos. Pero en el momento en queCooley escribe, 1902, esa tendencia es aún limitada. La "re­volución comunjcecíonal" se restringe a las técnicas y losmateriales escritos, principalmente la prensa.

En las décadas del veinte Ye! treinta e! movimiento seacelera. A partir de la radio -que en los Estados Unidos setoma definitivamente"masiva" y comercialen 1928--, el cineindustrial (estructuración de Hollywood, surgimiento delcine habtado en 1930), las historietas Yla publicidad, la pro­blemática adquiere otra dimensión. No se trata apenas decomprenderla naturaleza de lasopiniones, el modo en quelos lectores son influidos por los diarios. Losmedios de ro­municaci6npasana actuar de forma antes desconocida. Poreso, diversos aulores se vuelcan hacia e! análisis de la diná­mica de los medios y los comportamientos de "masa'. Éstosdenotan otro tipo de sociabilidad, en la cual los individuosson separados de sus comunidades de origen e insertosen un universo más amplio. Podríamos decir: la comuni­cación profundiza las condiciones de desIocalización de laspersonas.

Este es el contexto en el cual es acuñado el término "cul­tura de masa", que traduce, si bien de manera insatis­factoria, esos cambios. Sería dificil comprenderlos en elhorizonte demarcado por los fenómenos de la multitud.Varios de los presupuestos anteriores se vuelven claramenteinsuficientes. Thrde ya habla presentido que, para que semanifestasen ciertos fenómenos,no era necesario queexistie­ra una ag10meración flsicade personas. La otra condición,la transitoriedad de los agrupamientos, está defuútivamen­te superada.La "cultura de masa" no es un espacio desarti­culado, inorgánico. Al contrario,los sociólogos la percibencomo un vetúculo privilegiadode sodaJiz.ación. Representael pasajedesde una sociedad,en la cual lasrelacionessocia­les estaban contenidas en los grupos primarios (familia,asociaciones religiosas, vecindario), hacia otro tipo de orgo-

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nización, en la cual las relaciones secundarlas (e!anonimatode las grandes ciudades) se toman preponderantes. Laeste­ra de la comunicación emerge así, como un espacio de dís­puta cultural y política. En ella son engendrados valores,ideologías y creencias.

El último aspecto, la dilución de la individualidad, cons­tituye un aspecto polémico. Los criticos piensan que el in­dividuo se desvanece en su interior -Adorno considera lacultura de masa como expresión de la "seudoindividualiza­dén" de los hombres-, Sin embargo, la corriente sociológicamayoritaria toma otra direcrlón. Herbert Blumer sintetizacierta comprensión, común y dominante en la literaturanorteamericana. Éldice:

"Los objetos de interés de las masas atraen la atención delaspersonas hada fuera de sus culturas locales, así como delas esferas de la vidacubiertas pornormas, reglamentos yexpectativas. En este sentido, la masa puede serperci­bida como constituida porindividuos aislados y alienados[...]. Esto significa que el individuo en la masa, en lugar deestardesprovisto de atención, es, en verdad, agudamenteautoconsciente. Él no actúa en respuesta a sugestiones o alos estímulos excitantes de aquellos conquienes se relaciona;actúa en respuestaalobjeto que retiene su atención, y sobrela base de impulsos que él mismo estimula,,17.

Es decir, cada uno actúa en función de su propia selec­ción de los objetos.

No se trata de una interpretación ingenua. Poseeimpli­caciones teóricas y metodológicas. Desde el ponto de vistametodológico, presupone una concepción de la sociedad,en la cual el individuo es la unidad de acción. Él escoge,libremente, entre los objetos y las intenciones socialmentedisporubles. La "cultura de masa' surge así como la expre-

17 Blumer, H., "E1ementuyCoI1edive Grouping"', en Park. R. (comp.),AnOidlineofPrinciplesofSociology, Nueva York,. Bames &:Noble, 1939,p.242.

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si6n espontánea de las voluntades individuales. Es contraeste tipo de comprensión que se rebelaron Adorno r. Herk­heimer al elaborar el concepto de industria cultural '. Pero,dejando de lado este aspecto, no porque carezcade impor­tancia, sino para retomar el hilo de mi argumentación, que­da claro cuánto nos distanciamos de la problemálira de lamultitud. El individuo, inconsciente, hipnotizado por la efer­vescencia colectiva, encuentra ahora un espacio de afir­mación. En este sentido, "'masa" no es simplemente otronombre para 'multitud'. La sustitución de palabras impliraun cambio de señales. La negatividad anterior se trasmutaen positividad. Puede 5eI; incluso, utilizada ideológicamentecomo sinónimo de democracia.

Lo que caracteriza la 'cultura de masa' es su homogenei­dad, que es un elemento pre1iminar de su existencia concep­tual. Loshombres que consumen, en principio, forman partede un universo cohesionado, son "todos parecidos", Inclusola versión liberal (esto es, valorizadora del mercado) se veobligada a enfrentar la contradicción entre ser "masa" o serindividuo. La solución hallada -admitamos, de compro­miso- consistió en afirmar la conciliación de tendenciastan conflictivas. Laspersonas, individualmente, escogen losobjetos dispuestos en el mercado, pero colectivamente for­man parte de un conjunto homogéneo de consumidores.Ésta es, por ejemplo, la concepción de Blumer cuando defi­ne "sociedad de masa": "un agregado de individuos queestán separados, apartados unos de los otros, [que] sonanónimos y homogéneos respecto del comportamiento demasa,,19. En este sentido, "masa" se aproxima a "multitud". Enambas prevalecen las mismas disponibilidades. Anonimatoy homogeneidad son sus atributos esenciales. Peroquedauna duda: i.se trata de un resquicio heredado del siglo XIX1

18 Véase Adorno, T. W., "A ind:Ostrla culb.ll'al"', en Cohn, G. (comp.),Adamo,San Pablo, Ática, 1986-

19 Blumer, H., "E1ementaryCoDective Grouping"', op. cit., p. 242-

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¿Una deuda permanente en reJarión con una idea pretérita?Lascosaspueden servistas de este modo -...1 texto de Blumerse orienta, en parte, en esa dirección. Perocreo que es po­sible entenderlas de otra manera.

Parto de una observación inicial que, quizá por estar so­breentendida en la discusión, se encuentra a menudo en se­gundo plano. Los primeros intentos de comprensión de lacultura y la sociedad de 'masa', comparten todos algo encomún. Enfatizan la especificidad del momento histórico.Autorescon perspectivas e inclinaciones teóricas antagóni­cas convergen en el mismo tipo de apreciación. Cito, entreotros, a Ortega y Gasset:

"La aglomeración, el lleno, no era antes frecuente. ¿Por quélo es ahora? [...] Losindividuos queintegran estasmuchedum­bres preexistían, pero no como muchedumbre. Repartidospor el mundo en pequeños grupos, o solitarios, llevabanuna vida, por lo visto divergente, disociada, distante. Cadacual-individuo o pequeño grupo-ocupabaun sitio. tal vezel suyo, en el campo, en la aldea, en la villa, en el barrio dela gran dudad. Ahora, de pronto, aparecen bajo la especiede aglomeración, y nuestros ojosven donde quiera muche­dumbres":ll.

Hubo entonces, un período en el cual las "masas" no exis­tían, los'bombres conocían "su" lugar, estaban confinados aterritorios bien delimitados. La historia estaría, por lo tanto,marcada por un 'antes" y un •después". Thmbién los sedo­logos pen:iben, Yexp1ican, ese hecho. El texto de Edward Shills"La sociedad de masas y su cultura" es bastante represen­tativo de esta forma de pensar Sus primeros párrafos dicen:

"Después de la Primera Guerra Mundial, surgió un nuevoorden social, sobre todo en los Estados Unidos. pero tam­bién en Gran Bretaña, Francia, el norte de Italia, los paiseseuropeos del sur y el nortey Japón [...). Esta nueva sociedades una sociedad de masa, precisamente, en la medida en

20 Ortega YCesset, J., op. cit., pp. 51-52.

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que la masa de la población fue incorporada a la sociedad.El centro de la sociedad -las instituciones y los valores cen­trales que guían y legitiman esas instituciones- extendiósus fronteras. La mayoría de la población se encuentra máspróxima del centro, que 10 que estaba en las sociedades pre­modernas o en las fases anteriores de la sociedad moderna.Enlas sociedades anteriores, una partesustancial de la pobla­ción, con frecuencia la mayoría, nacía y permanecía, siem-

cl íd ,"pre,ex U1 a .

Inclusión/exclusión. Espacio ampliado/espacio restringi­do. La sociedad de "masas" es vista como una ruptura de lasfronteras. Una primera lectura de ese cambio radical es denaturaleza ideológica. A mi entender, predomina en los es­critos y en la polarización del debate contemporáneo. Orte­ga y Gasset tiene, evidentemente, una visión conservadora,ve con desagrado la declinación del antiguo equilibrio espa­cial. La 'rebelión de las masas' significa, por cierto, que éstasya no se contentan con la posición que ocupaban hasta en­tonces; "indebidamente", invaden los circulos dominantes.

La interpretación de Shills traduce una concepción en lacua1la antinomia inclusión/exclusión se reviste de une claraconnotación política. La integración de las "masas" se co­rresponde con el fin de su marginalización. Las fronteras, alexpandirse, toman el mundo "más" democrático. Pero in­cluso otros pensadores, como Hannah Arendt, pueden serrecordados. Su comprensión, similar a la de los frankfurtia­nos, refuerza mi argumentación. Ella dice: iIexiste una dife­rencia entre las primeras etapas de la sociedad Yla sociedadde masa, con relación a la situación del individuo. Mientrasque la sociedad propiamente dicha se restringía a determi­nadas clases de la población, las posibilidades de que el in­dividuo subsistiese a sus presiones eran bien grandes"zz. Los

21 Shills, E.I~ Societyami itsCu1~,en Culturefor Millions?, ap.ciJ., p. 1.

22 Arendt, H., "A crise da cultura'", en Eremo,...-loeofuh4ro, San Pablo,Perspectiva, 19'72,. p.151.

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individuos podrían escapar hacia "más allá de la sociedad",es decir, hacia los subgrupos, como los trabajadores, los ju­díos, los homosexuales, etc. La autora añade: "buena partede la desesperación de los individuos sometidos a las condi­ciones de la sociedad de masas se debe al hecho de que hoy,las vías de escape están cerradas, ya que la sociedad incor­poró a todos los estratos de la población"". La integracióncausaría así, el sofocam1ento de la índívídualídad".

Entre tanto, las citas anteriores pueden leerse tomandoen consideración, no tanto el aspecto ideológico, sino la di­mensión propiamente sociológica. En este caso, dos ele­mentos merecen ser explicados: la ruptura de las fronterasy la idea de integración. Ambos califican el'antes" y el"des­pués". En verdad, hace mucho que los sociólogos describenel advenimiento de la sociedad moderna como el resultadode un conjunto de cambios -industrialización, mbanización,migración del campo a la ciudad, formación de un mercadointerno, etc-, Perdben las sociedades pasadas, llamadas"tradicionales", como segmentadas, menos móviles, en cuyointerior cada subgrupo viviría su vida. La misma estructurade la organización social favorecería esta separación de"mundos", jerarquizándolos según los patrones vigentes.La ruptura de este orden plantea un problema: zcémo inte­grar las diferentes partes móviles de este conjunto, en el cualla circulación es una exigencia de la modernidad y el indivi­duo ya no se encuentra vinculado por lazos tradicionales?Este es el dilema de Durkheim cuando busca, en la divisióndel trabajo, o en la educación, los elementos capaces de sol­dar la sociedad "desarticulada".

Loscdticosylosdefensoresdelasociedadde"masa"enfren­tan la misma cuestión. Fundamentalmente, dicen: la cultura

23 !bid., p. 252-24 m tema delasintegracionesnoscoloca, enesaepunto,enelpolo opuesto

al de la multitud. Lasciases peHgrosas eran as( consideradas porqtIese enronbaban al margen, sepandas del ronjuntn de la oociedad. Supotencia1 de pe6groe;dad derivaba de _ exd"-.

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cumple un papel esencial. Es el cimiento social a través delcual se realiza esta función integradora. Pero, paraello, debeser necesariamente de "masa", esto es, poseer el mayor fa­

dio de influencia posíbíe y ser interiorizada por la mayoríade la población. Las sociedades modernas tuvieron, porlo tanto, que generar sectores especializados de producción-las industrias culturales-. Separadas de las institucionesprimarias de socialización, serian las únicas instancias con ca­pacidad de producir objetos, valores, intenciones, para serabsorbidos en escala ampliada. Esbueno recordarlo: ningu­na sociedad anterior conoció un tipo de institución seme­jante, en la coalla cultura es "fabricada" en esa proporción,en espacios separados, distintos, de la vida de aquellos quela utilizan. Tal vez la única comparación posible sea conlas religiones universales. Éstas también constituían, en las"iglesias", una esfera racionalizada parala gestión de lo sa­grado (pienso en Weber). Sin embargo, a pesar de sus in­tenciones universalistas era, objetivamente, imposible quecomprendiesen un gran sector de la población. Su universa­lidad estaba contenida por la segmentación de las socieda­desagrarias.

La "cultura de masa" no conoce estos impedimentos, sufuerza de incorporación supera los obstáculos existentes.Disfruta, además, de nuevas condiciones: tecnología y mer­cado. Sus productos son elaborados mecánicamente, e in­mediatamente distribuidos "para todos". Pero el hecho deque sean fabricados en serie, o industrialmente, es una con­secuencia, y no la causa, de la "masificación". Por cierto, eseaspecto refuerza la dimensión "homogeneizadcra", pro­puesta anteriormente. La serialización de los productos cul­turales implica un grado elevado de estandarización. Setrata de un axioma interno de la lógica del mercado y delproceso de difusión ampliada. Es necesario entenderlo: noes el factor industrial el que califica como siendo'"de masa".Esa es una exigencia anterior. Desde la perspectiva esboza­da, la homogeneidad deriva de un imperativo estructural.Es consecuencia de las transformaciones ocurridas. Las so-

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ciedades pasadas eran estamentales, díterendadas, y se orga­nizaban a través de vasos no comunicantes. Las sodedadesmodernas se encuentran permanentemente en comunica­ción; en ellas, los medios tienen el poder de conectar laspar­tes dispersas en el todo.

Pero sabemos que la modernidad no es apenas industria,también es nación. Lo que los sociólogos describen, en tér­minos generales, como el industrialismo, sólo se actualizacuando encuentra una entidad histórica adecuada para surealización. Ahora bien, ¿qué es la nación si no un conjuntoconstituido por partes relativamente homogéneas? --alme­nos éste es el rasgo valorizado por la mayoria de los pensa­dores-. Incluso Gellner, que tiene el mérito de vincular laemergencia histórica de la industrialización con la forma­ción de la sociedad nacional, no escapa de esta visión15

, Paraél, la idea de nación presupone la de homogeneidad cultu­ral. No porque esto sea el resultado de una ideologfa nado­nalista; GeUner sabe que es el nacionalismo quien crea lasnaciones, y no a la inversa Se trata de una expresión de lasociedad industrial, que refleja "una necesidad objetiva dehomogeneización". lbr lo tanto, masa y nación son caras deuna misma moneda. La homogeneidad, postulada para laintegración del orden índustríal.es respuesta en el planonacional: propicia la mediación entre los individuos y eltodo social

Por eso la discusión acerca de la "cultura de masa" se en­cuentra comprometida por latemática nacional. Elejemplo delos Estados Unidos es, otra vez, paradigmático. Los publl­cistas norteamericanos perciben, durante los afias veinte ytreinta, que la complejidad del modo de vida urbano creaun vacío en la orientación de las personas. Seg6n ellos, losconsumidores, atomizados en el mercado, necesitaban unvínculo que los asocie unos con los otros. En principio, losmase-media serian este factor unificador. La publicidad sur-

25 VéaseGeIlner,E.,op.cil.

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ge así, como respuesta a la demanda mercadológica y al im­perativo de integración nacional. Como se decía en la época:"el consumo implica la homogeneización nacional". En estecaso, el individuo, inserto en el mercado, seria simultánea­mente consumidor y ciudadano. Entre tanto, para que estoocurriera, los individuos tenían que adecuarse al patrón so­cial emergente. La producción en masa requería una educa­ción de las "masas". Los publicistas creían que ellos eran los"educadores" modernos, los que guiarían a las personas, deforma material, ayudándolas a escoger los productos en elmercado, y espiritual, al consagrar valores y orientar la con­ducta. Es interesante el análisis de Stuart Ewen acerca deeste período", Él muestra cómo los hombres de negocioselaboran una ideología, en la cual los productos de masaencarnan los "verdaderos" valores, políticos y estéticos, dela vida americana La educación de los individuos se llevaríaa cabo a través del mercado. Consumo y "cultura de masa"tendrían, como la escuela, un papel pedagógico en el proce­so de construcción nacional.

También en América Latina, medios de comunicación,"cultura de masa" y nación se encuentran íntimamente liga­dos", y yo diría que de manera más intrincada que en losEstados Unidos o en Europa las razones sonfácilesde enten­der. En América Latina, la heterogeneidad de la poblaciónes evidentemente mayor -grupos indígenas, comunidadesnegras, inmigración europea: portugueses, españoles, italia­nos, alemanes, etc.- y las clases dominantes nunca tuvieronun proyecto realmente "republicano" para la integración desegmentos de todas las clases sociales. f\:Jr otro lado, sus pai­ses nunca conoderon, excepto como frustración, la modemi-

26 Ewen, S., Glptains of Consciousness: Advertising and tire Roots ofConsu­merCulture, Nueva York,MLCraw-Hill, 19'76, p. 42.

Z7 Véase Martín B., J., Delos mdir a l#s mediaciones, Barcelona, GustavoGili, 1987. Para la Argentina, Ford, A. el al., Medios de comunicación 1Jcultura popuiDr, Buenos Aires, Legase, 1985;para V~ezuela,Pasquelí,A.,Comunicación y cultura de mIlSIlS, Caracas, Monte Avila,1976.

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dad del siglo XIX. La educación formal, que en diversos lu­gares tuvo un papel clave en la constitución de la nedonell­dad, siempre fue precaria y algunas veces inexistente. Eneste contexto de dispersión cultural y geográfica, los mediosde comunicación actúan como factores preponderantes; fu­sionan la diversidad existente en el seno de la unidad nacío­nal. Los filmes, la música, el radioteatro, la radionovela y,posteriormente, la telenovela, son elementos dinámicos enla elaboración de una cultura nacional-popular. Por eso, lapolémica sobre el imperia1ismo cultural gira en lomo de laesfera de la producción. y de la distribución, de una "culturade masa" (cine nacional versus Hollywood, telenovela ver­sus series extranjeras, música popular versus rock-and-roll).Ese es el punto neurálgico, el núcleo donde se erige la inte­gridad del Ser nacional.

Integración-masa-nación. Los temas se superponen. Pero¿es convincente, en realidad, captarlos en tanto homogenei­dad? Por cierto, no. En verdad, los científicos sociales y lospolíticos, al deificar la idea de integración, idealizaron laexistencia de una nación homogénea, en la cual la diversi­dad estaría, orgánica y, si es posible, armónicamente, articu­lada al todo. En rigor, incluso en los países "centrales", estacohesión se encuentra fraccíonadapor los intereses disparesde los grupos y lasclases sociales. Para no mencionar el restodel mundo, donde el proyecto nacional no se realizó concre­tamente en sus ambiciones uruversalístas'", No sólo en Améri­ca Latina, sino también en África yen Asia. en diversos paises,el Estado-nadón es, en el fondo, una entidad político-admi­nistrativa, que carece de una base propiamente cultural-Re­nan diría de un "espíritu colectivo"-. La presencia de gruposétnicos diferenciados, que hoy nos sorprende, sólo demuestrauna realidad antigua, pero que habíamos imaginado comorelegada en el tiempo. Por otro lado, el marcado COntraste

28 Sobre la dificultad de realizadón de los proyectos nacionales en !ospaíses del "Tercer Mundo", véase Ianní, O., A sociedade gWbJd, op. rito

fJ7

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con las formaciones sociales anteriores quizás haya lleva­do a los sociólogos a sobredimensionar la capacidad inte­gradora de las sociedades industriales. Por cierto, tienenrazón en contraponer las sociedades agrarias a las industria­les. No obstante, al considerar el universo de las sociedadesindustriales, no de forma comparativa, sino en sí mismo,identificamos varios puntos que fraccionan la supuesta ho­mogeneidad.

Entre tanto, se puede incluso cuestionar la premisa de lahomogeneidad cultural desde un punto de vista más con­ceptual, puesto que no es necesario asociarlo al concepto deintegración. Ésta se puede realizar como conjunto diferen­dado, en el que las diferencias representan idiosincrasias,también ajustadas a las jerarquías socialmente legitimadas.El todo, en este caso, es un resultado de los conflictos inter­nos de su propio orden. Pierre Bourdieu, en su libro La dis­tinción, nos ofrece un buen ejemplo de ese tipo de anaíísís".Este autor no trabaja en ningún momento con la noción de"cultura de masa". Los objetos vehiculizados socialmente,tanto provenientes de la esfera erudita (música clásica, pin­tura.Hteratura), como de la"esfera de bienes ampliados" --elmercado- (filmes, historietas, programas de televisión), es­tán siempre en interacción con losgrupos y las clases socia­les. Cada uno de ellos los consume, los utiliza, en función desus posiciones en el seno de la secíedad. La distribución y elconsumo de bienes se realiza así de forma diferenciada, to­mando en consideración el "capital cultural" de los indivi­duos y su condición de clase. Lejos de ser visto como unespejo uníforrne, el universo cultural se ilumina en tantodistinciones sociales, en contacto y en conflicto. Es como si.estuviese constituido por círculos, en cuyo interior cada unodeterminaría un circuitoespecifiro. En este sentido, RayrnondWJlliams tiene razón: de hecho, las "masas" no existen. Lasociedad es una totalidad articulada de partes diversas, en

29 Bourdieu. P., ÚI distincticm, París, Minuit, 1980...

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disputa, O acomodadas a su estructura jerárquica Poreso lamanutención del orden requiere un gasto permanente deenergía, porque garantiza la reproducción, diferenciada ydesigual, de las legitimidades existentes.

Multitud y masa. 'Ial vez no deberíamos tomarlos comonociones o conceptos, sino como emblemas.Ia cristalizaciónde un conjunto de preocupaciones que nacen con lamoder­nidad. En un primer momento, las transformaciones ocurri­das durante el siglo XIX se condensan, de alguna manera, enlos fenómenos de la multitud, que denotan otro tipo de or­ganización social y de sociabilidad. La masa viene después¡es el fruto de un pensamiento dirigido al siglo xx. Con laradicalización de la revolución industrial (industria qulmi­ca, petróleo, automóvil, avión) y el crecimiento de los me­dios de comunicación (cine industrial, radío, televisión), lassocie~des.generan una forma de articulación que ultrapasalas dimensiones hasta entonces conocidas. Actualmente, seabre otro horizonte. "Aldea global", "sociedad informática","tercera ola", "posmodernídad", son metáforas que buscancomprender su especificidad. Los avances tecnológicos, loscambios económicos y el proceso de globalización, redimen­sionan el plano de la discusión. ¿Cómo entenderlo?

Una primera línea de razonamiento retoma el tema de lahomogeneización y 10extiende a escala planetaria. Theodo­re Levitt, uno de los principales teóricos del marketing glo­bal, es un representante de este pensamiento. Su texto "Lag10balización de los mercados" describe la contemporanei­dad del siguiente modo:

"Una fuerza poderosa impulsa actualmente al mundo hadaun futuro punto convergente, y esa fuerza es la tecnología,que prolelarizó lascomunícadones, los transp<n1eS Ylos via­jes, alvolverlos baratos Yaccesibles, en los lugares más aisla­dos del mundo y a las multitudes empobrecidas. De formasúbita, ningún lugat; nadie, se encuentra aislado de las fasci­nantes atracciones de la modernidad. Casi todas las persa­nas en todos los lugares quieren todas las cosas que oyeron,vieron y probaron, a través de los nuevos vetúculos tecno-..

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lógicos que impelen sus voluntades y deseos.Yesto nos con­duce.cada vez más,hacia un puntocomún globaL alhOnt'W'­neizar de esa forma los mercados en todos los lugares" .

Existe, por lo tanto, una tendencia uniformadora de losproductos y de los comportamientos. El mundo sería único,y en él predominaría la alta tecnología y la producción ma­siva, El hecho de encontrar en "todos los lugares" los mismosobjetos,traduce unaestructurahomogénea del mercado y delas preferencias individua1es. Los consumidores, al partici­par de un mercado globalizado de ofertas, se comportan asíde manera idéntica. Sus gustos y dispom'bilidades estéticasexpresan la unicidad de un "mundo sin fronteras".

La argumentación presentada se transformó en una es­pecie de sentido común, que imagina al mundo como unorganismo vivo -para usar una expresión de Herder-, unaespecie de metanaci6n, en cuyo interior estamos todos inte­grados. Perola visión de un planeta homogéneo, a menudocultivada sobre la base de un excesivo optimismo técnico-laaldea global de McLuhan es una reproducción del idealde "comunidad" en el ámbito mundial-, es en el fondo tanequívoca como la unicidad postulada en el plano nacionalPresupone que las sociedades de "masas" se desarrollaron,primero en el interior de algunos países, para luego traspa­sar sus fronteras. La estandarización de los productos, alcomienzo restringida a los mercados nacionales, al planeti­zarse revelaría la uniformidad de las acciones, su homoge­neidad

No deja de ser una ironía el hecho de que muchos de loscriticos de la "globalízecíén" de la cultura (por eso, prefierohablar de mundíaüzedén) terminen compartiendo algunosde los presupuestos de la concepción que intentan refutar.Es verdad que las diferencias ideol6gicas de las corrientesde pensamiento son claras. No obstante, algunas ideas de-

30 Levitt, T., "A globalizal;io de mercados", en A inuJginsJ9io do17JllthtinK­,S,znPablo, Atlas, 1991, p. 40.

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fendidas -a menudo heredadas del concepto de imperiaJJs­mo- acaban por afirmar un terreno común. En nombre dela afirmación de los principios nacionales, el potencial ho­mogeneizador de una eventual 'cultura global' es considera­do como algo amenazador, por lo tanto, concreto. Porcierto,ese potencial no posee las cualidades apreciadas por los ideó­logos del mercado, pero su negatividad forma parte del rei­no de la realidad. Viviríamos, así, una etapa de dilución delas diferencias, de uniformidad del planeta.

Un punto de vista distinto, en verdad antagónico del an­teríor; tematiza la diferenciación y la segmentación de la so­ciedad. Mejor estructurado, y articulando una visión másconsistente de la historia Yde las transformaciones econó­micas y tecnológicas, es ciertamente más sólido que lavisiónhomogeneizadora. Talvez por eso se encuentra tan difundi­do entre diversos autores, de los divulgadores científicos alos posmodemos. Menciono, en primer lugar, a Alvin Tof­fler: 'Durante la Segunda Ola, la comunicación de masa setomó cada vez más poderosa. Hoy está ocurriendo un cam­bio espantoso. Con la emergencia de la 'Iercera Ola, lejos deexpandirse, la comunicación de masa se ve, súbitamente,forzada a compartir su poder. En varios frentes, comienza aser superada por lo que llamo mass-media desmasíscedos?'.El autor se refiere a los productos ofrecidos por la televisiónpor cable, el video casete, los video-games, los servicios deinformación, etc, Eso significa que durante la "Segunda Ola',los individuos habian recibido una educación de "masa"uniformadora, niveladora Mientras que la 'Tercera Ola' secaracteriza por una pluralidad de ofertas, dirigidas a seg­mentos de consumo. El individuo pasaría así, de una con­ciencia de "masa.... a una elección desmasificada de lo querealmente 'le' interesa. Él ganaría libertad.

En verdad., esta concepción no se limita a un único autor;Está presente en toda la literatura empresarial referida a la

31 Toñler, A., TheThirdWave, Nueva York,.Bantam Boob, 19t11,p. 158,.,

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globalización". Los teóricos y ejecutivos de las grandes fir­mas trasnacionales consideran el mercado mundial como unconjunto de segmentos, en cuyo interior diseminan susproductos. El problema de la gestión moderna consistiria encombinar el descentramiento de la economía mundial y laoferta de productos adecuados al gusto de cada uno. El mer­cado de "masa" cedería entonces su lugar a los segmentosdiversificados, y los productos de 'masa' a los objetos 'per­sonalizados". No pretendo examinar las impJicaciones ideo­lógicas de la perspectiva esbozada; en el fondo, reedita unaideología seudodemocrática contenida en las primerasexplicaciones acerca de la sociedad de "masa". Me interesamás focaJiz.ar su aspecto específicamente sociológico.

La problemática de la 'fragmentación' está íntimamenteasociada al tema de la tecnología y la información. Paramuchos autores, el hecho de que un conjunto de técnicasrecientes estén basadas en la informática lleva, necesaria­mente, a una modtñcacíón radical del tejido social De estemodo, existiría una ruptura entre las "nuevas" y las "viejas"tecnologías'". Estas últimas -cíne, televisión, prensa­son vistas como de "masa". En ellas, algunos individuos uti­lizando pocos canales de comunicación, vehicu1izarianpara una gran audiencia los mismos mensajes. Un conteni­do estandarizado alcanzarla al público como un todo.

Las 'nuevas' tecnologías serían de otra naturaleza. Ellasfavorecerían la descentralización de la producción, la di­versificación de mensajes, la interacción entre el emisor y elreceptor. Este último aspecto representa una especie de re­vancha del individuo frente a la ccmunícecíón unidimen­sional, unilateral. Los medios interactivos contienen, en el

32 Véase, Ohmae, K, Mundo semfronleirru, San Pablo, Makron Books,1991; Porter, M., "The Strategic Role oi Intemational Marketing", enflaruard 8usiJvss Review, Vol 3., No. 2, printavera de 1986.

33 Véase, por ejemplo, gogers, E. M.y Balle,F. (comps.), TheMediaRevo­lution inAnreric4 tmd in Western E.~Norwood, Nueva Jersey,Ab1exPublishing Corporatioo, 1987.

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limite, las promesas de realización del ser humano. Existeentonces, una correlación inmediata entre el tipo de reeno­logia empleado y la forma de organización de la cultura. Alpaso de los mase-media para los medios electrónicos se ro­rresponde una superación del monolitismo (de las ideas, delas producción y de los contenidos) por la diversidad. Comodice uno de esos especialistas:

"La segundarevoluciónindustrial [la Tercera Ola de Toffler]modifica el énfasis de lasmercancías y los mensajes produ­cidos en masa. Máquinas, producción masiva, mecánica,eran la clave de la primera revoluctón industriaI para la re­düccíén de los costos. La clave de la segunda revoluciónindustrial es la química y la electrónica, lo cual enfatiza ladiversificación. La estandarización de la línea de montajefue relajada por el control de la producción computaríeada,lo que permite en una sociedad afluente la eficiencia en ladiversidad",34.

Nos encontramos nuevamente en una encrucijada. Hayotro 'antes" y otro 'después". En esecontexto, lavieja 'culturade masa" está condenada a la declinación. La estandariza­ción de los productos sería cosa del pasado.

Anoto una última corriente teórica en la cual se desdoblala problemática de la segmentación. Me refiero a los autorespertenecientes a la tradición del pensamiento crítico -seamarxista o no-, Thmbién ellos intentan comprender las trans­formaciones ocumdes". Pueden ser destacadas varias dí-

34 De Sola Pool, L, "Prcm Mass-Media Revolution to Electronk Revolu­tion"", en Tedmologies withoutBouruimies: onTelaxmmutnialtion on Glo­&al Age,Cambridge, Harvard University Prees,1990.

35 véase Lash, S. y Vny, J., The End of (J,goniud 0q>ibWmn, MadUon,Wisconsin, Univer5ity of Wisconsin Press, 1987; Harvey, D., TIre Con­dition of PostmDdemity, Cambridge, BlackweIl, 1990. Para un trabajoespecifico sobre elárea de comunicación, véase Robins, K YWebster,F.•"CybemeticC.pUatism,Jnfonnation, TechnoIogy, Bveryday Li/e",en Mosco, V. yWasko,J. (comps.), The PolitiadEccmomyoflnformation,Madison, The Universl.ty of Wisconsin Press, 1988.

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mensiones: crecimiento de los servicios, restructuraci6n delespacio urbano, consolidaci6n de un sistema financiero glo­bal, desregulaci6n del mercado mundial, advenimiento denuevas tecnologías, reformulación de las plantas industria­les, deslocalizaci6n del trabajo, peso de las trasnacionalesen las economías nacionales, relativa declinaci6n del papeldel Estado-nación, etc. No es mi intenci6n profundizar encada uno de esos aspectos. Apenas quiero recordar que, ensu conjunto, señalan un cambio estructural de la sociedad.Por eso, contrastan con una fase en la que habían prevaleci­do: el peso numérico y político de la clase obrera, las ciuda­des modernas (con sus centros bien definidos), un sistemafinanciero nacional e internacional, el mercado reguladopor el Estado, las "viejas" tecnologías, la fábrica como uni­dad de producción, la importancia del Estado-naci6n, etc. Ensuma: estamos viviendo la transici6n de un capitalismo detipo "fordísta" a otro más flexible.

La elección del término "'fordista" para calificar un periodohistórico no es fortuita. Significa: control centralizado, pro­ducción en masa, uniformizaci6n y homogeneizaci6n delos productos. En contrapartida, flexibilidad quiere decir:descentralización del trabajo, la administración y el espado,producción segmentada, diversidad de los productos. Evi­dentemente, y ése es el punto que nos interesa díreetamen­te, ninguno de esos calificativos se limita al nivel económico;cada uno de ellos expresa una forma cultural suigeneris, unmodo de vida. Fordismo implica modernismo, 'cultura demasa", homogenización del mercado; por su parte, el capi­talismo flexible se abre a otras dimensiones-posmodemidad,diversificaci6n cultural, segmentación-. La historia puedeser, entonces, dividida en dos etapas, y cada una de ellas seadapta a una configuración culIural especifica. Exisle, por lotanto, una homología entre el 'modo de producci6n" y su"'super-estructura" ideol6gica. Una cultura integrada ver..ticalmente, producida en línea de montaje, distribuida en'masa" para los diferentes estratos y clases sociales, repre­senta el primer momento. De forma consecuente, del adve-

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nimiento de un capitalismo flexible deriva el fin de toda ycualquier "cultura de masa,,36. Su ocaso es simultáneo y com­plementario con el ocaso del modernismo, superado por lascondiciones de la posmodemidad.

No quierotrasmitir al lector la impresión de que los diag­n6slicos mencionados son similares. Seria incorrecto. El pen­samiento crítico no sólo difiere, sino que contrapone, a unavisión atomizada de la sociedad, un espacio en el cual losindividuos se mueven en función de sus voluntades y con­ciencias personales. Para el pensamiento crítico, el mundono está compuesto por partes inconexas o por consumido­res "sueltos" en el mercado. Plexíbílídad significa otra formade organización social. Entre tanto, respecto de la proble­mática que enfrentamos, hay una convergencia de puntosde vista. La quiebra de la "cultura de masa" se deriva de loscambios en marcha Perovolviendo a Raymond WJ.Il:iams, mepregunto ¿cómo podria desaparecer algo que nunca existi6?

En verdad, la supuesta superaci60 de la 'cultura de masa"sobreentiende una serie de argumentos, a menudo pocoex­plicados en el debate. Hay, en primer lugar, una cierta ten­tación determinista por parte de varios autores. Aclaro miposición. Seria insensato subestimar las consecuencias de lastransformaciones tecnológicas y económicas sobre el uni­verso cultural Esimposible entenderlo sin tomarlas en con­sideración. Afirmarlo contrario nos conducirla a una visióncultorista de los fenómenos sociales. En el estudio de las so­cíedades contemporáneas, debe haber un lugar destacadopara una economía política de los medios de comunicacióny de las instituciones que los utilizan37

• A fin de cuentas, al­gunas de ellas, como las trasnacionales, tienen un papel pre-

36 Véase Denning. M., "Ihe End of Mass Culture", en Naremore, J. yBrantlíeger,P. (romps.)_tyandM= CulMe,1lIoomington, in­diana University Press, 1991.

37 Muchos autores trabajan con seriedad desde esta pe:tspectiva. Cito,entre ellos, a MatteJart, A, lA Communialticm monde, Paris, La Décou­verte, 1991.

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ponderante en la elaboración de las ideologías de la socie­dad global. Entre tanto, no podemos olvidar. que existenmediaciones entre el nivel tecnol6gico-econónnco y el mun­do de la cultura. El pasaje de las 'viejas" a las "nuevas" tec­nologías, del "fordísmo" al capitalismo"desorganizado", noconduce al mismo tipo de configuración de la esfera cultu­ral. El argumento enunciado de esta forma~ postula unarelación reduodorusta, condicionándola inmediatamente a labase material de la sociedad.

Esto nos lleva a una seriede malos entendidos. Un filmede autor (Wun Wenders, Buñuel, Resnais, víscontí) utiliza,como medio de expresión, la "vieja" tecnología, el cine. Perono por eso su influencia es masiva~ verdad, su difusiónno es una cuestión meramente técnica. Se trata de una es­trategia de los autores, que buscan vincular sus realizacio­nes, en parte al mercado cinematográfico y en parte, a unaesfera de bienes restringidos -el arte-. Los programas de laMTV son vehiculizados por una "nueva" tecnología, la tele­visión por cable. Pero su audiencia es planetaria. Esto no sig:nifica que "todos" se interesen por esos pr~gramas; pero SI

que circulan en un estrato juvenil que trasciende las fronte­ras nacionales. Su importancia reside en el hecho de quegeneran un espacio de legitimidad de una cultura interna­cional-popular. Junto con las revistas de rock, la música, envinilo o en, los programas de la MIV no sólo alimentan~mercado de dimensiones mundiales, sino que determi­nan los gustos y los juicios estéticos de ~ .conj~~to de"jóvenes". También las televisiones comurntarias utilizan latecnología de la MTV, pero su alcance es Ilmitado y se restrin­ge al horizonte de la vida local.

En verdad, el tamaño del públlco, el cuntenido de los men­sajes y las formas de producción.no son varia~les.direc­tamente dependientes de los medios de comurncaa6n. Suutilización debe tomar en consideración un cálculo muchomás complejo: la naturaleza de las audiencias, la ~versión

financiera, las expectativas de lucro, las estrategias de losproductores culturales. Sería equivoco imaginar un mundo..

CULTURA, COMUNICACiÓN Y MASA

"más", o "menos", plural en función de características pre­dominantemente técnicas. 'Iengo la impresión de que lalitera­tura especi.a1izada,al contraponer las "viejas" a las "nuevas"tecnologías. exagera en la adjetivación, tanto de sus cuali­dades como de sus desventajas. Esta literatura las presentacomo si, de hecho, estuviésemos ante universos antitéticos.Cernraíízacíotvdescentealízaoón, homogeneidad/diversidad,rigidez/flexibilidad, se vislumbran como polos enteramenteexcluyentes. Es esa certeza dualista la que permite a ciertosautores pasar del plano tecnológico a la dimensión cultural.Aplicados fuera de contexto, los términos inducen al error.Surgen así afirmaciones del tipo: la televisión por cable esmás "democrática" que la televisión hertziana; las técnicasdescentralizadas son menos "coercitivas" que las centraliza­doras. Se mezclan niveles distintos de interpretación, y senos da, a menudo, la ilusión de que los problemas concretospueden ser resueltos como realidades técnicas.

Asimismo, la ecuación: fordismo = línea de montaje ==estandarización = "cultura de masa", es pococonvincente.Presupone que las industrias culturales habían, al menos enel pasado, operado como las grandes fábricas textiles o auto­movilfsticas. Oto, al acaso, uno de los manualesrecientes, es­critos para las escuelas de comuoícacíon. Dicen los autores:

"De hecho, a mediados de siglo.el arte de masa fue produ­cido por un sistema fordísta, integrado verticalmente, y susproductos estandarizados, designados para alcanzar el ma­yor número posible de clasesY fracciones de clases. De ca­pital intensivo, articuladoa una compleja división del trabajo,eraen general racionalizado por losproductores comosi fue­se mucho más tmadiversi6n que propiamente arte. Supropianaturaleza desvalorizaba la 'originalidad' y la 'fndívídualí­dad', y la supervisión de la producd6n era reaJizada porejecutivos y comisiones de dtrección,,38.

38 Naremore,}. y Brantlinger,P., "Introdudion: SixArtisticCultures"', enModernity end Mw Culture, op. cit., p. 13.

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(Es sintomático el hecho de que las frases son conjugadasen pasado).

Los talleres e industrias culturales participan, de ese modo,de la misma naturaleza productiva. La suposición es, no obs­tante, infundada. En rigo~ la industria cultural nunca operóde manera "Iordísta". Incluso Adorno reconocía el carácterartesanal de la confección de la música popolar. Pero pode­mos encontrar otros ejemplos, en los cuales la dimensiónindustrial es más acentuada. Pienso en la telenovela, uno delos productos más seriaJizados del mercado de imágenes. Sufabricación difícilmente puede ser descrita en términos decentralización, rigidez o línea de montaje. Al contrario, siunsociólogo del trabajo se dedicase a comprenderla, percibiríade inmediato, que se trata de un modelo, en la mejor de lashipótesis, "flexible". Entre la idea original delescritor, los ca­pítulos que siguen, las filmaciones, realizadas por varios di­rectores, que trabajan de forma separada pero en sincronía,la actuación de los artistas Yla edición electrónica, no existeninguna jerarquía centraüzadora". Lo mismo puede decirsede los filmes de Hollywood. Su producción no obedece, deninguna manera, a la rigidez de una organización automo­vilística tradicional. Los minuciosos estudios a nuestradisposición refutan ese tipo de apredaoón", En primer lu­gar, a lo largo de todo el siglo xx, hay una alternancia de"modos de producción" (formas de fabricar un filme) que sediferencian unos de otros -por ejemplo, es centralizado enlos años veinte, se toma flexible a partir de 1930 y, nueva­mente, se transforma en la década del cincuenta-o En segun­do lugar, a partir de las innovaciones tecnológicas (sonidoy color) y de la sofisticación del lenguaje cinematográfico,

39 Véase Ortiz, R YRamos,J. M O., MA fabrica¡;áo indusbial e culturalda telenovela", en Ortiz, R el al, Telenovel,,: hisfórill e produ(iío, SanPablo, Brasiliense, 1989.

40 Véase Steíger, J. el al., TIre CÚlssícal Hollywood Cinema: Film, Sty1e andMolle o/ Production ro 1960, Nueva York. Columbia Uníversíty Press1985. '

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aumenta la complejidad de la división del trabajo. ReducirHo~~ooda una línea de montaje es utilizar una figura re­tortea, madecuada para describir el funcionamiento de la in­dustria cinematográfica.

En verdad, hay un malentendido a lo largo de toda esta~sión, una ~onfusi6nentre estandarización y masifica.cíón. Los términos son utilizados como equivalentes. Esprobable que la polarización entre arte y cultura de "masanhaya contribuido a esto. Una parte considerable del debatecultural tiende a contraponer, de un lado, la creatividad laoriginalidad, el aura del objeto único, y, del otro, la homo­geneidad, la repetición, la multiplicación de artefactos. Sinembargo, si dejamos de lado el contrapunto con la esferaartística, las cosas cambian de figura. La estandarización esuna exigencia del mercado, pero nada la articula, necesa­riamente, a una estrategia propiamente de "masa". CarterasCuccí, perfumes Díor; ropa Benetton, son productos tan es­tandarizados como las series norteamericanas, las telenove­las brasileñas o los filmes de Hollywood. Incluso la llamada"alta costura", al transformarse en ptit aporter, no escapa aeste destino. Al invadir los negocios sofisticados, los mode­los considerados "únicos", "obras de arte" de modistos ta­lentosos, no poseen más el valor que insisten en alardear. Lagriffe no es nada más que una marca, el patrón de una deter­minada vestimenta en el mercado. Estandarización significa~ ~rmatoad~o a la multiplicación industrial Los pu­blicístas Y los ejecutivos del marketing global conocen estoperfectamente. Ellos no pretenden vender sus productosa todas las personas del planeta; les interesa conquistar seg­mentos mundíalízados de consumo. Todo es una cuestión degrado, una variable dependencia del público-objetivo.En este sentido, el mercado nunca fue de "masa",ni siquieraen los tiempos pretéritos de las "viejas" tecnologías o del"fordismo". Es verdad que actualmente es más diversifi­cado, pero no debemos reducirlo a una dimensión cuantita­tiva. La presencia de un mayor número de productos llPelimina sus características anteriores.

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Dicho de otro modo, la segmentación no es fruto de la"Iercera Ola" o de la "posmederrudad". Varios ejemplos de­muestran esto. La radionovela, en América Latina, es unainvención que conjuga influencias diversas: una forma ~o-­lletinesca de contar una historia, la emergencia de la radio,el interés de las firmas patrocinadoras (CoIgate-Palmoli­ve, Gessy-Lever). Desde el inicio, se~ a una au~ciaespecífica: las amas de casa. De ~, el interés de las ~_de jabón'" en producirlas y djfundirlas en escala contínen­tal El melodrama radiofó~es una estrategia d~ exglota­ción, comercial y dramatúrgíca, del gusto feme~o . Lasrevistas de historieta también requieren una especializacióndel público. Sus héroes -Batman, Superman, Fantomas, Man­dreke, Pato Donald, Mickey, Tio Patilludo- se dirigen a losadolescentes y los niños. Elmecanismo se repite en la músi­ca popular. El rock-and-roll surge en los años cincuenta,como

resultado de las transformaciones de la industria culturalnorteamericana y como una expresión musical vinculadaestrechamente a un mercado emergente: los NjÓvenesN42.

"Rebelde", N frenético", el rack connota las maneras de serde un determinado grupo de edad.Homog~nversus fragmentación. No creo que el de­

bate deba ser conducido en esa dirección. Quizá tengamosque focalizar algo que subyace en las .dos~idone~: elm~cado. En él, diferencia y estandartzaoón convrven S1o­

crónicamente. En rigor, lo nuevo de este siglo XXI es que elmercado se mundíalízé. Al atravesar los países, se consolidócomo una instancia fundamental de producción de sentido.En este aspecto, Adorno y Horkheimer tenían razón. En ladiscusión sobre la "cultura de masas", lo que importaba noeran las masas sino el mercado. Por eso, el emblema de lostiempos actuales es el consumo, que ya no se restringe a un

41 Lo mismo sucede con la sazp-oper& véase ABen, R, Spetiling of Salp­Opem Carolina del Norte, Univemty al North Carolina Presa, 1985.

4:2 Véase Peterson, R,~y 19557ExpIaining the Advent of Rock Mu·sic",en Popular Music,vol. 9/1,octubrede 1990.

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CULTURA, COMUNICACIÓN Y MASA

espacio de intercambio. Esta función, cumplida durante unmomento de lamod~d, implicaba una apropiación uti­litaria de los objetos. Estos servían algo, eran adquiridos deacuerdo con sus características objetivas. El consumo se fun­da hoy en la 'inutilidad". Los objetivos son portadores deun valor 'saaó' (diría Durlcheim), Ysimbolizan comporta"mientos y distinciones sociales. En su ámbito, los individuosconstruyeo sus identidades, comparten expectativas de vida,modos de ser. El mercado es, por lo tanto, una instancia desocialización. Aliado de la familia, la religión y las naciones,modela la personalidad de los hombres. Su influencia esplanetaria, y se desdobla en la marcha de la modernidad­mundo.

Los primeros escritos sobre las sociedades de "masa" su­brayaban esa dimensión socializadora, que, sin embargo,quedó en un segundo plano. Debemos recuperarla y situar­la en el nivel mundial. El consumo se revela así como unaínstítucíéa formadora de valores y orientadora de la con­ducta; genera una ética específica, al desplazar los princi­pios de la esfera del gran arte y de las culturas populares.Buena parte del debate acerca del "fin" del arte puede leersedesde esta perspectiva. En rigor, sería insensato decir que elarte desaparece en el contexto de la posmodernjdad, apenasocurre la declinación de su legitimidad. La esfera erudita yano posee la autoridad que disfrutaba anteriormente. Nuevasfuerzas sociales le hacen competencia El espacio del merca­do y del consumo se tornan así lugares en los cuales se en­gendran, y comparten, patrones de cultura. En ellos, enescala mundializada, se materializan las fuerzas socialmen­te hegemónicas.

Multitud, masa, ronsunw. El primer término de esa secuen­da cayó en desuso, quizá llegó el momento de abdicar delsegundo. La importancia de los medios de comunicación 1\0

deriva.del hecho de ser de "masa". Debemos perdbirlosoomointrínsecos de la modernidad que se tornó mundo; conectanlas partes dispersas en la sociedad global, y las articulan enun mismo proceso. Lo mismo puede ser dicho respecto de

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OTRO TERRITORIO

la cultura. No me parece conveniente pensarla en tanto ~ma­sificaei6n". Fstandarización Y diversificación no ~n ~ver­

sos excluyentes. En este sentido, cultura y com~caCl6n de"masa" son nociones de poco provecho analítico. ~do­narlas no significa, sin embargo, entend~que.su vali~ez~agotó debido al debilitamiento de la SOCIedad mdustrial. NIque fueron superadas por la flexibilidad de las tecno1oglas yla segmentación del mercado. Vunos que ese tipo de expli­cación es insuficiente. Yodiría, simplemente, parafrasean~oa Lévi-Strauss, que "masa" ya no es una buena categonapara pensar.

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DIGRESiÓN: CULTURA, CIUDADANIA y POLITICA"

Inicio mi reflexión con una pregunta: zqué entender por po­lítica? Sin la pretensión de dar una respuesta definitiva, creoque es posible comprenderla como un tipo de actividad quese desarrolla en el ámbito de un dominio específico. El obje­tivo de la cienda política (sea alcanzado o no) es, justamente,el de revelar la lógica de este espacio, haciendo inteligibleslas acciones de los individuos que actúan en él, así como lasInstituciones y los intereses que las sostienen. Se supone, porlo tanto, la existencia de un horno politicus, que se comportade acuerdo con metas estrictamente racionales, claramentedeterminadas 00 que no significa que no pueda equivo­carse). En este caso, la esfera de la política constituye unaespecie de subsistema de la sociedad, con reglas y funciona­miento propios. Se puede decir que el "hacer política" searraiga en determinados lugares: sindicatos, partidos, esta­dos, movimientos sociales. Allíse encuentran, pragmática­mente, los contornos físicos de la actuación de los agentes.

En las sociedades contemporáneas, la política constituyeuna esfera especializada Su autonomía puede ser descritacorno el resultado de un largo proceso de racionalización,para hablar en términos weberianos. En su interior se reali­zan y confrontan las ideologlas y los programas partidarios,las intensiones y los proyectos de los miembros de una co­munidad. Por eso, los que "hacen política" hablan de estra­tegia: un cálculo, una tentativa de maximizar las acciones,en la realización de un objetivo dado. Poco importa, ennuestra discusión, que los objetivos propuestos o los mé­todos empleados sean más o menos adecuados. Subrayoapenas, que la estrategia se vincula con una cierta capacidadde la mente de desprenderse de la realidad inmediata, plan­teando los problemas a mediano y largo plazo. El cálculo

• Traducción: Ada Solari.

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OTRO TERRITORIO

requiere, entonces, la existencia de un grupo de personascapaces de llevarlo a cabo. La política, como la religión, ne­cesita especialistas: se realiza a través de una "minoríaactuante", No utilizo el término en el sentido negativo, noestoy sugiriendo una posible crlllca a las prácticas antide­mocráñcas. Sólo lo empleo para designar la presencia de es­tratos dedicados a un determinado tipo de actividad.

Evidentemente,hay una gama de especializaciones. Porejemplo, las diferencias existentes entre la 'dirección' y la"base" de un sindicato o, tambiénentre el liderazgo de unmovimiento social, cuya duración se agota cuando las rei­vindicaciones obtienen respuesta, y los 'intelectuales orgání­ros" de un partido.No obstante, a pesar de las diferencias, esosagentes participan en un mismo universo que, de maneraprosaica, llamamos el 'mundo de la política". Los polfticosposeen, por lo tanto, una identidad. Las concepciones quesostienen son, por cierto, dispares y antagónicas, y varlandesde e! cinismo abierto hasta los ideales democráticos. Pero,presumimos, su conducta está gobernadapor esas concep­ciones.Lacoherenciaentrela acd6n idealizaday los valoresestágarantizada por ciertaética; los objetivos propuestos estáninfluidos por las ideologias y las idiosincrasias pecsonales.

Sin embargo, la polftica posee una pecoliaridad: se reali­za en el seno del Estado-nación. Fundamentalmente, ese esel terreno en el cual florece. Elecciones, disputas partidarias,conflictos sindicales, desequilibrio económico, distribuciónde larenta,son problemas planteadosen su horizonte."Ha­cer política" significa, prioritariamente, ocuparse de temasplanteados en su interior. Inclusolasincursionesque sobre­pasan sus fronteras confirman su centralidad. Es el caso delas relacionesinternacionales. Cadapaís, en función de SU!;

intereses y de su capacidad de persuasión económica y mí­litar, actúa (al menos en teorla) de forma independiente delos otros. ¿Qué sucede a partir de la g1obalización?

En los paises delllaroado "Thrcer Mundo', hasta mediadode siglo, la construcción nacional eraconsiderada una uto­pía.Cadapaís idealizaba sus metas en el contextode su rus-

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DIGRESiÓN: CULTURA, CIUDADANIA Y.POLlTICA

toria particular, de su identidad. El proyecto nacional galva­:uzaba la tuerza y la imaginación de los hombres. DigoP'?Yecto en elsenñdo sartreano, poesla búsquedadelSer

nactonal se.confundía con la lucha por la autenticidad. Lanación se SItuaba, por lo tanto, en e! futuro, era algo inaca­bado; su configucación idealizada contrastaba con el pre­sente, con el subdesarrolloy las i~~;"';onescolo-'-"--.imperialistas. -.,.- .~-o

~ que hoy las cosas son diferentes. El Estado-nactónperdió e! monopolio de conferir sentidoa las acciones colecti­vas. Debe ~pelircon otras instancias Yenfrentar las con­tradicoones mternas del propio proceso de g1óbalización.Con ~to no quiero decirque su actuación sea innecesaria oprescmdible. Es concreta. El Estado-nactón es por cierto unode los actores importantes de este "nuevo~enmundiarPero hablar de proyecto, como se hacia antes es mezclarI~tantos. ;videntemente, lodo pals debe (o m~or, deberla) te­~er ~ programa nacional", a travésdel cual racionaliza suínsercíén en el concierto de lasnaciones.Hay quecompren­der esto. Una propuesta programática no es un 'proyecto',una filosofía suficientementecomprensivacomo para abar.caroe!cor~ y la mente de los hombres. Porbuena queseasu ~lención,no posee fuerza utópica. Es fruto de la ponde­racony de las oportunidades. La utopía nosabre unaventanahacía el futuro, es una proyección imaginaria: su sustanciaes de otra naturaleza. '

Pero es posible radícalizar aún mas la argumentación. Lastransformaciones de! ooncepto de espacio tienen imp/icacio­nes en la propia esfera de la poIftica, pues e! Estado-nactóndeja de sersu unidad elemental Si,de hecho.estamos viven­do un~de constitución de una sociedad gl()bal, esto es,de un con¡unto de relaciones socialesquese estructuran en e!nivel planetario, cabe la pregunta: <cuáles e!1ugar de la po1f­tica? ¿Lacentralidad de! poder se concentra aún en e!interiorde las naciones o se desplaza bada fuera de ellas?

. Quiero,dejar en claro mi pensamiento. No me interesadiscutirel fin' del Estado-nación; como ya afirmé anterior-

lOS

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OTRO TERRITORIO

mente, no me parece que sea la manera más correcta de en­caminar el debate. La cuestión mayor tiene que ver con sucentralidad. Pienso que el movimiento de desterritorializa­ci6n no se circunscribe apenas a las dimensiones económi­cas y culturales. También penetra en la política, que, en estesentido, ya no se puede encuadrar en sus antiguas fronte­ras. En cierta forma, existen indicios que nos permitenhablar de una "sociedad civil mundial". El movimiento eco­lógico es un ejemplo de esto. Su referente, la Tierra, es sufi­cientemente abarcador como para comprender al planetacomo un todo. Yodiría que es una expresión heurística delmovimiento de globalización. Pero es necesario tener en cla­ro que su amplitud, así como las promesas que encierra, soninsatisfactorias. De forma preferencial, la política continúasiendo una práctica demarcada por las imposiciones nacio­nales. Partidos, sindicatos, gobiernos, movimientos sociales,sólo poseen validez en su interior. La globalización plantea,por lo tanto, un desafío. ¿Cómo imaginar la política dentrode parámetros universales y mundializados? La premisafundante del pensamiento político era que lo universal serealizaría en el ámbito de cada país. Democracia, justicia,igualdad, libertad, eran valores que serían vividos en un te­rritorio específico. Los ideales de la Revolución Francesa im­plicaban universalidad y nación. Ese fue el fermento de lasluchas anticoloniales. Esta conjunción se escindió. Por lotanto, los principios de la ciudadanía, para expresarse, de­ben ampliar su alcance. La modernidad-mundo exige que lapolítica sea pensada como universalismo y mundialidad.Confinarla a su lugar tradicional es pasar por alto la centra­lidad del poder.

Ya observé que la política constituye una esfera especia­lizada de la vida social Puedo añadir abora: zes la política eldominio exclusivo, o preferencial, de la conducta política?¿No existen otras instancias que pueden, con frecuencia, en­trar en conflicto con ella? Más aún, puede ser planteada otradificultad en relación con los valores: ldemocracia, igualdady ciudadanla son ideales restringidos a las ideologlas políti-

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DIGRESiÓN: CULTURA, CIUDADANfA y POLlTlCA

cas o se encuentran generalizados en la sociedad? Dicho deotro modo: llos movimientos políticos tienen la primacía deformularlos o deben confrontarse con otras perspectivas, amenudo perversas, de esos mismos principios? En verdad,cuando pasamos de la esfera especializada a la sociedadcomo un todo, los dilemas se vuelven más agudos. En rigor,las prácticas sociales no están orientadas sólo por la concien­cia poütica; están atravesadas por las influencias más diver­sas. Por cierto, algunas personas poseen un conocimientopolítico mayor que otras; pero en grupos diferenciados ymayoritarios de la sociedad, este esclarecimiento se manifiestade manera difusa y a veces ni siquiera existe. Lo que sugieroes que la política abarca un espectro restringido de las rela­dones sociales. Varias dimensiones escapan a su autoridad.

Esto nos conduce a otro orden de cuestiones. Es necesa­rio indagar cuáles son las instituciones que, másalJá de lapolítica, socializan a los individuos, definiendo normas deconducta y comportamiento. Sabemos que la religión y lafamilia cumplen ese papel desde hace tiempo. Se trata deinstancias tradicionales cuya influencia es diferenciada. Lafamilia educa a un grupo restringido; la religión a un grupomás amplio, aunque no alcance a todos los miembros de lasociedad -la contemporaneidad está marcada por la plura­lidad religiosa (excepto en los países donde la separaciónentre la religión y el Estado no se concretó plenamente}-.Existen, sin embargo, dos instituciones cuya importancia escapital en el contexto de las sociedades modernas: laescuelay los mass-media. La escuela tiene, de hecho, una inflexiónnacional. En principio es vista como el lugar de educaciónde "todos", de las clases y los grupos sociales más diversos.Por eso, en países como Francia, Inglaterra, Alemania y losEstados Unidos, ya desde el siglo XIX, la educación cumplióun papel fundamental en el proceso de construcción de lanacionalidad. Enseñó al campesino, al obrero y al industrial,modo y nociones comunes -ciudadanía, culto a la patria, hé­roes nacionales, etc-. Por su parte, los mass-media son másrecientes. Si bien es posible encontrar rastros de su desa-

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rrcllo en el siglo pasado, hasta mediados del siglo xx, conexcepción de los Estados Unidos, no se conocían aún las so­ciedades de "mesa". Los mass-media también contribuye­ron a la formación de las identidades nacionales, al divulgarYreforzar una cultura popular similar entre los individuos,principalmente en América Latina, donde, todavía hoy, lapresencia de la escuela es débil. Los mase-medía electróni­cos, al favorecer la oralidad, penetraron más fácilmentejunto a las camadas analfabetas o semjalfabetízadas de suspaíses, lo cual sígruñca que son, probablemente, una de lasfuerzas dinamizadoras de esas sociedades.

¿Cómo pensar la interacción y la competencia entre esasinstancias? ¿Son equivalentes? Es evidente que no. Existenclaros indicios de la amplitud de los mass-media. A diferen­da de la escuela, cuya actuación se limita a un período cortoy determinado de la vida de las personas, los mass-media secaracterizan por su duración. En relación con la política,también son innumerables los ejemplos de su influencia.Aquello que Uamamos •opinión pública", difícilmente po­dría ser el resultado de la actuación de los partidos, que, alfinal de cuentas, tienen una audiencia estrecha fuera de sucampo especifico. Sólo una ilusión democrática podría lle­varnos a pensar que "todos" se interesan igualmente por lapolítica, como si los hombres, a pesar de sus condiciones declase, de su capital cultural, pudiesen expresar sus inquietu­des en términos de una opinión, clara y bien definida, sobretemas tan diversos (Bourdieu tiene razón cuando afirmaque la 'opinión pública" no existe). En cambio, los mediosde comunicación cuentan con otros mecanismos. Alcanzana la masa de la población y a segmentos diferenciados delmercado. Sus comentaristas son intérpretes que articulan elmundo de la política con el granpúblico. 'Iraducen y, en estesentido, alteran, modelan, las propias informaciones con lascuales trabajan.

Pero hay más. La importancia de los mass-media radicaen que no se limitan a las fronteras establecidas de la políti­ca; se dedican a un conjunto de actividades que envuelven

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DIGRESIÓN: CULTURA, CIUDADAN(A y poLinCA

dimensiones diferentes de la vida humana -información,entretenimiento, ficción, etc.-. Y lo hacen de manera conti­nua, permanente. Su rutina -a través de los diarios, la teIe­visión, la radio, la publicidad- garantiza la conformación delas personalidades. De ahí deriva su superioridad respectode los partidos y los movimientos sociales. Las cuestionesrelativas al poder son difundidas de forma abarcadora y di­luidas como cotidianidad. De esta manera, su capacidad depenetración se amplía, y deja de estar limitada a un uni­verso particular, habitado sólo por aquellos que, de algúnmodo, profesan un conocimiento-esotérico.

No pretendo afirmar que los medios de comunicaciónson la fuente de todo poder. Ni tampoco que la industriacultural posee un potencial ilirnitado de manipulación delos individuos. Sé que los grupos sociales leen, asimilan yutilizan lo que es vehiculizado por esos medios. Por otrolado, la sociedad es el cruce de un conjunto de institucionescompetitivas entre sí. Pero no caigamos en una ilusión. Laexistencia de la familia, la escuela y la religión, tampoco im­plica la unidimensionalidad de la conducta. Pero esto no sig­nifica que su papel sea despreciable. Los rnass-media, en lamedida en que se acoplan al propio desarrollo de la mo­dernidad-mundo, son sin duda un espacio de definición denormas y de legilimidad. Su autoridad modela las djsponíbt­lidades estéticas, las expectativas de vida, las maneras de ser;

Dejemos de lado, por un momento, las instancias de so­cia1ización, para focaIizar otros aspectos del problema. Yahabía planteado el interrogante acerca de los valores: en quémedidano se definiríanymodificarian,en el senade la propiaestructuración de la sociedad. Esto es, fuera de la esfera pro­piamente política. Un ejemplo: la idea de trabajo. Existe, enla actualidad, una discusión importante acerca de su Meen.tralídad", Los sociólogos, al analizar la disminución numé­rica de la clase obrera, la deslocelísacíén de las unidades deproducción, la robotización, la especialización de los em­pleados, la tercerización de los servidos, intentan compren­der cómo la infraestructura industrial se articula con la

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emergencia de un capitalismo flexible. Esta literatura es im­portante y sugestiva.

No obstante, creo que es posible plantear el debate enotros términos, diría incluso civilizatorios. Desde esta pers­pectiva, salta a la vista un elemento. HistóricaIDente,.antesde la Revolución Industrial, el trabajo nunca fue considera­do por el conjunto de la sociedad como un valor en sí.~ laantigüedad clásica, entre los egipcios, los mesopotámícos,los griegos y los romanos, siempre fue superado por el.artemilitar. El trabajo era una actividad de los siervos. Esta SItua­ción se repite en el Antiguo Régimen. Para la aristocracia ~elas cortes europeas, la ociosidad era el ideal por excelencia;orientaba la ética cortesana, al impulsar el lujo y las formasde civilidad. No podemos olvidar, además, que en muchassociedades americanas, el esclavismo permaneció hasta elfinal del siglo XIX. Por lo tanto, es sólo a partir de la Revolu­ción Industrial que el trabajo se toma un ideal cívilizatorio.Tal vez fue Hegel uno de los primeros pensadores que loconsideró como categoría filosófica fundamental de todo unsistema de ideas. Vemos, de este modo, la traducción, en elplano intelectual, de algo que es sedal. De hecho, la socie­dad que nace en el siglo XIX se organiza en tomo del trabajo_particUlarmente, el indus~-. Por e~~ ideolo~y lasutopías de esta época -liberalismo~s~o,com~o­10tienen como referencia. El trebejo es Igualmente VItaltan­to para el burgués como para el obrero; es u~ elementonodal, que fusiona las diversas partes de la sociedad en untodo relativamente cohesionado.

Sin embargo, en algunos países, ya desde fines del sigloXIX, en consonancia con la segunda revolución industrial,este tipo de ética sufre un desgaste. En principio, sólo enuna clase social: la burguesía. Cuando Pau1 Lafargoe recla­ma el 'derecho a la pereza', se refiere expllcitamente a estoscambios. Segfin su interpretadón, los burgueses fueron losresponsables de la valoración excesiva del trabajo, ya queesto era de su interés. Entre tanto, esa creencia, a la cual ha­bía sido fieles en el pasado, no era más respetada por los

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DIGRESiÓN: CULTURA, ClUDADANfA y POLlTICA

burgueses, quienes había pasado a favorecer el lujo, el ocio,los viajes, las visitas a los balnearios y el gusto fácil por \osobjetos. Thmbién Veblen, cuyo punto de vista política es dia­metralmente opuesto al de Lafargue, acusó, en el cambio desiglo, a los industriales americanos de ociosos. Ellos se ha­brían convertido a la "vida conspicua" de la ostentación, yabandonado los principios morales, los fundamentos ascé­ticos de la racionalidad empresarial. Estos cambios seríanpoco significativos si se limitasen al universo burgués. Entretanto, revelan una dimensión sustancial de la sociedad en,particular, la emergencia de la misma idea de consumo, quees distinta de la de lujo. En principio, la idea de consumo seaplica exclusivamente a las clases acomodadas, y por estarazón, el no trabajo es un tema poco relevante para otrasclases sociales -proletariado, campesinado y clases medias-.Pero, poco a poco, lapresencia del "tiempo libre" se extiendeal conjunto de la sociedad. El ocio se transforma, incluso, enuna reivindicación de las clases subalternas (disminución dela jornada de trabajo).

Estos cambios son profundos y envuelven tanto a la esferaeconómica, como a la cultural El advenimiento de una socie­dad de consumo desplaza la preponderancia de la ética deltrabajo. Si ésta era, anteriormente, percibida como un incen­tivo para la realización personal, ahora las cosas se modifican.El trabajo es visto como algo martirizante, un desperdiciodelas energías individuales. Poco a poco, se va tornando hege­mónica una ética hedonista, egocéntrica. No se trata de unacuestión numérica; del volumen de trabajadores de las fá­bricas flexibleso de la producción multiplicada por el factorde las nuevas tecnologías. Tampoco de la contrapartida per­versa de este movimiento --el desempleo-e Evidentemente,no tiene sentido decir que el trabajo N acabó" --esto no es ver­dad ni siquiera para las civilizaciones de la antigüedad-o Lonuevo, y que abarca a la totalidad de la vida social, es quelos puntos de referencia son otros. El hombre contemporá­~eo desplazó su expectativa de realización hacia un espacioimaginario. Lugar onírico, cuya materialidad se concreta en

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actividades como viajar. salir de vacaciones. ir al cine, pa­sear,. etc. En este cuadro. el mundo del trabajo. vivido antesen su dimensión colectiva, perdió su poder de convocatoria.Poco importa, para nuestro debate. que no todos tengan'derecho a la pereza" (eso, por cierto no es verdadero), oque las personas apenas crean que su realización se comple­te en este contexto. Esta es una 'i1usión sedal", verosímil ycolectiva. Estamos. pues. en presencia de una creencia so­cialmente válida, arraigada en los individuos.

Los cambios que señalé son de naturaleza cultural, pene­tran en todos, más allá de las clases sociales y las inclinacio­nes personales. Se puede discutir su alcance y su extensión.Pero una cosa es cierta: los valores, las expectativas, las legiti­midades. son dimensiones internas de la vida social; revelanla existencia de un orden. injusto y desigual, pero con capa­cidad real de articulación de los hombres. Lo que ocurre esque ya no se limita a esta o aquella sociedad. El proceso degloba1ización irá extendiendo ese orden al conjunto de lospueblos del planeta-lo qoe refuerza su autoridad-. Entre tan­to. en ese universo imaginario, en el cual se entrecruzan re­ferencias culturales desterrítorialízadas, la democracia. laciudadanía y la igualdad están marcadas por la instrumen­talidad prevaleciente en la estructura y en la óptica delmercado. Cito, al azar; un autor, cuya comprensión de la pos­modernidad me interesa (desde el punto de vista ideol6gico):

"Como fenómeno cultural, e!posmodemo es siempre diffcilde ser entendido, debido a la discontinuidad Yla variedadde estilo. El eclecticismo es el estilo natural de la diversidadcultural, y existe una razón parae!incremento de!pluIatismoen nuestra era: el posindustrialismo, que sucede al mundomoderno fundado en la industria, es unificado instantá­neamente por las tecnologías actuales. El cambio es ca­leidoscópico y simultáneo -de la producción en masa a lasegmentada, de una cultura de masa integrada a la frag­mentaciónde los gustos, de la fabricación repetitivae ídén-

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DIGRESIÓN; CULTURA, CIUOADANIA y POLlTlCA

tica de l~ objetos al cambio rápido de vanos objetos,. depocos estilos a varios géneros'".

El ,:"undo en que vivimos es, por 10 tanto, plural En él,los objetos. las ideas y los gustos se encuentran "democráti­~ente~dispersos. O. como añade el autor: "'Enla sociedadinfo~ticano hay por qué no esperarel crecimiento de estepl~. Comparemos lasituación con la, ideológicamenteneutra, industria automovilística. Allí encontramos la mis­ma proliferación de opciones: en América, durante la eramoderna, se reduclan al Ford y el Chevrolet, blanco o negro.AJ:'ora. se puede escoger entre 750 modelos de autos y ca­rruones, y, anualmente, entre innumerables colores". Plura­lidad significa. pues, diversidad de objetos. Esta no es unaconcepción particular de un autor. Se encuentra diseminadaentre los empresarios de las trasnacionales y. yo añadirla,entre las ?aseS m~dias mundialízadas. Sin embargo. estacomprensión poco mgenua de las cosas tiene consecuendas.Democracia se toma sinónimo de acceso a un gran númerode productos; libertad, de posibilidad de elección entre múl­tiples rubros. La metáforadel supermercado adquiere así unaconnotación política, 'Ser Iíbre" se desvincula de cualquierIdeal de justicia, igualdad y derechos sociales. El ciudadanomundial, que no está satisfecho con los límites del Estado­nación, es aquel que participa de este universo. Su ciudada­nía es fruto de su inserción social. de su modo de vida.

Ciudadanía y ronsumo. ¿Nos encontramos ante universosexduy~tes?¿Es posible una interacdón entre ellos? A pn­~era VISta, no. La ética ciudadana se choca con las exigen­eras de una postura hedonista. Esto nos obliga, entonces, ae~tr~er de ~sa reflexión una conclusión profundamente pe_srrrusta: la Impenetrabilidad del consumo por los idealesdemocráticos. El impase podría sortearse si el consumo esc~nsiderado como una ideología, como expresión "distor­sionada'" de una situación .determinada; pero sabemos que

1 Jenks, Ch., Whatis Post-MDdemism?

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OTRO TERRITORIO

se trata de una práctica social, de un imperativo categóricode la vida social.

Creo, sin embargo, que es posible plantear la cuestión deotra manera. Sin la intención de eludir las contradiccionesya mencionadas, se pueden matizar algunos aspectos. Deje­mos, por un momento, la discusión sobre los valores y laética, para detenernos en el consumo como un hecho ~tu­ral Eso nos permite comprenderlo desde otra perspectiva.Hay que subrayar que, al contrario de la idea de "masa", elconsumo no es algo homogéneo, pues se estructura en fun­ción de las divisiones y las fragmentaciones existentes en lasociedad. Los individuos, así como las colectividades, leconfieren sentido, otorgándole a menudo un significadoque se encuentra "fuera" de su "verdad". Ocurre, pues, unadisyunción entre la lógica de los objetos (para hablar comoBaudrillard) y su uso (esle es el aspecto que intentaba com­prender Micbel de Certau cuando se refería a la "táctica").Como dimensión de la cultura, el consumo es trabajado porlos diferenles grupos y clases sociales. En él se entrecruzanidentidades e intenciones diversificadas. Esto es, en su inte­rior se manifiestan públicos, universos, heterogéneos y djs­

tintos. El problema consiste en calificarlos. Queda, entonces,la pregunta: zen qué medida pueden conformar un "espa­cio p6blico", un lugar en el que prevalezca un entendimien­to contrario a los valores hedonistas y a la instrumentalidaddel intercambio?

Una respuesta excesivamente optimista consiste en iden­tificar consumo y ciudadanía. Ésta se encuentra a menudoen la literatura mercadológica que, a cualquier precio, buscajustificar ideológicamente su existencia. Desde esta óptica,el principio de ciudadanía pierde sustancia, es un mero atri­buto del mercado. Pero, tomando en consideración la poro­sidad de las relaciones sociales, es plausible otro tipo desolución. Afirmar: la ciudadanía también se ejerce en el mer­cado. Un ejemplo: el movimiento de los consumidores.Ellos exigen el cumplimiento de determinados derechosdictados en relación con un patrón de atención y una expec-

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DIGRESIÓN: CULTURA. CIUDADANIA y pOLlnCA

tativa consolidada. La defensa del consumidor se contrapo­ne, así, a la eventual arbitrariedad de las empresas. Otroejemplo: las clases trabajadoras y los miserables excluidos, oparciabnenle excluidos, del consumo. Es posible considerarque ellos tengan el derecbo de adquirir ciertos productosbásicos. Esa postura, en el plano del derecho, desplaza unpresupuesto anterior, según el cual el consumo está regidoapenas en función de la dísponíbíjídad económica de cadauno. Por esta vía, tiene lugar una reivindicación política,cuya configuradón se inserta directamente en el contextodel mercado. Más aún: algunas minorías, al apropiarse de~~y~~~~d~~~~~~~mdeterminadas circunstancias, articularlos a sus demandasparticularizadas. Resemantizados, expresan una voluntadcolectiva ajena a la lógica dominante.

Sin embargo, debe quedar claro. Decir que la ciudadaníatambién se ejerce en el mercado es diferente a afirmar queel mercado es el lugar de su realización. Debemos pensarla ciudadanía como un conjunto de valores que se actuali­zan en espacios diferenciados -en la política, en la vidacotidiana, en los medios de comunicación, en la vida públi­ca, en fin, en el consumo-. El ejercicio de la ciudadanía nose confunde con el territorio en el que se realiza. Peroseríaingenuo damos por satisfechos con una respuesta fácil.La so-.lución hallada aparenta resolver, por cierto, algunas dificul­tades anteriores, pero reafirma otras. La ciudadanía, comopráctica social, requiere que los individuos posean concep­ciones, al menos aproximadas, de la libertad Yla democracia.Más aún: los valores compartidos deben penetrar su culturay sus vidas. Dicho en la jerga sociológica: se espera que unconcepto de una esfera especifica de la sociedad pueda sergeneralizado. ¿En qué medida esto es verdadero? Pues lapropia sociedad remodela los valores y los redefine, ade­cuándolos a las necesidades y los intereses de las fuerzassociales en conflicto.. Ahora puedo retomar el hílo de mi argumentación ini­

cial. En las sociedades contemporáneas, la esfera de la poIí-

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tica es, sin duda, un espacio preferencial para determinadostipos de acciones. Esto no significaafirmar que la sociedadse constituye a partir de sus intendones-aunque esa sea, talvez, la ambición de todo discurso poñtíco-. Al contrario, esmás sensato afirmar que la sociedad es la expresión de untodo más amplio. Sucede que las relaciones de poder se des­doblao en forma diferenciada junto a las instancias sociales.El universo de la política las considera dentro de su visiónespedfiea; entre tanto, otras instituciones las tratan comoparte de un contexto múltiple y diversificado. En éstas, lapolítica está presente como poder, pero di1uida en el seno dela cultora. En este caso, es difícil restringirlas a las fronterasde la M ciencia política".

Los partidos, los movimientos sociales, las ONGs, los sin­dicatos, el Estado, no poseen el monopolio de la defuúciónde lo que debería ser la conducta política. En la mejor de lashipótesis, son participantes de un juego de fuerzas. No obs­tante, curiosamente, tanto los que "hacen polñíca", como losque se dedican a comprenderla, parecen apartar tales incon­venientes. Un conjunto de situaciones problemáticas sondejadas, así de lado, como si por principio, fueran secun­dariasen el orden de la explicación formulada. Th1 vez poresto las interpretaciones propiamente políticas de la socie­dad son a menudo insatisfactorias. Al focalizar un determi­nado tipo de acción, olvidan que el homo politicus es unaabstracción construida por aquellos que se dedican a en­tenderlo. En verdad, Jos individuos están penetrados porintenciones diversificadas; ellos son el resultado de tenden­cias que los atraviesan y los constituyen. El análisis de lasrelaciones de poder penosamente puede ser limitado a ununiverso específico. No basta con establecer los mecanismosde interacción entre dos esferas --cultura y política- como si,de hecho, existiese una separación de esos campos. Se tratade un artifido reconfortante para el desarrollo autónomo dealgunas disciplinas académicas, pero favorece, por cierto,una malacomprensión de la realidad.

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SOBRE LA IIUNDIALIZACIÓNy LA CUESTIÓN NACIONAL

~ la noción de Estado--nadón ha perdido su Cá­pacidad de definición del sentido de la vida social:por un lado, el proceso de gIobaJizartón "libera'" lasidentidades locales del peso de la cultura nacional(por ejemplo, lasculturas populares que nunca fue­ron plenamente integradas a la formad6n nadonalposeen ahora un espacio nuevo, aunque confIíeti..vo, .para manifestarse); por otro lado, surge en elhonzonte cultural mundializad.o la posibilidad deestructurar identidades trasnadonales: es el casodel consumo.lCuál es el destino del Estado-nactónen el mundo globalizado? OI.ficilmentese puede es­ca~ a la pregunta. Pero la respuesta no es sencilIa.Quizá una forma de abordarla sena cambiar su for­muIadón: zcuates son los límites del proceso degI_6n1

1. "Sólo el capitalismo consiguió generar una cultura verda­deramente nacional de todo el pueblo pasando por sobre losestrechos límites de la demarcación aldeana Lo consiguió,arrancando a la población de su filiación local, cambiándolade lugar en elproceso moderno de formación de las clases Yde las profesiones. Lo llevó a cabo a través de la democracia~ue es su p~u~, y también a través de la escueh prima~na, del servJOO militarobligatorio Ydel sufragio igualitario".Estaata de Otto Bauer tiene el mérito de subrayar dos aspec­tos que me parecen centrales en la constitudón de las socie­dades nacionales. Primero, su novedad histórica. Aunquesea posible describir el pasado de Europa occidental, o por

1 O. Bauer, ÚJ cuestióndelasnacionJ¡lidades YlassociIlldemocnu::itJ ~..In XXIM~-- 1........ ,,,,"6"'" ,

1l:lUU.J, 7'7, p. 103.

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10menos de una parte de ella, en términos de la exis~nciade un Estado centralíeadoc que detentaba el monopolio dela fuerza en un territorio físico delimitado, difícilmente po­dríamos considerarlo un Estado-nación. Evidentemente,como nos muestra Norbert Ellas, la integración de monopo­lios como Francia e Inglaterra, presuponía un grado de pre­dominio de la autoridad de la corte en relación con lospoderes regionales'; de hecho, el Estado iluminista disponíade medios coercitivos y administrativos para imponer la vo­luntad real. Sin embargo, carecía de un conjunto de factorespara que pudiésemos definirlo como nacional. La integra­ción postulada es verdadera desde el punto de vista buro­crático y militar, pero encubre la diversidad cultura! y lafragmentación existente en otros niveles. Recordemos uno,el mercado nacional, fruto de la Revolución Industrial y des­conocido en el Antiguo Régimen. Hasta entonces, el capita­lismo mercantilhabiacircu.nscritO los intercambios al mercadoexterno. Por eso Marx considera que es solamente con laemergenda de la sociedad industrial que se llega a! fin delos resquicios medievales, es decir, de las fuerzas centrípetasque impedian la formación de una sociedad integrada y ar­ticulada a un centro, el Estado-nación. Integración que desdeentonces se extiende a las dimensiones políticas, económi­cas y culturales y no sólo a la violencia ffsíca o a los dictáme­nes de la burocracia real.

Los pensadores del siglo XIX tienen conciencia de esoselementos nuevos. Renan parte del principio de que la na­ción es u algo nuevo en la hístoría" de los hombres", Esoes loque los lleva a construir su razonamiento en~oshisU:ricos. Su argumentación se inicia con las orgaruzacrones tri­bales las ciudades-Estado, los imperios, para culminar con, .la llegada de la sociedad nacional Hay en esta gradacióncierta tentación evolucionista, pero incluso entre aquellos

2 VerN. E1ias: El proresocivilizoJor (Vol. 2), zahar, Río de janeíro, 1993.3 E. Renan, Qu'ea-cequ·une TUltion?, Presses Pocket, París, 1992.

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que tratan de escapar a su imposición, se llega a considerara la nación como una forma acabada y "superior" de la or­ganización social'. Mirando el pasado, ella surge como sinó­nimo de civilización moderna, como un hecho inexorabledel devenir histórico. Los pensadores del siglo XIX legaronal siglo XX una confianza excesiva en este aspecto, como sila rueda del tiempo se hubiese inmovilizado fijando parasiempre nuestras vidas. Si insisto en ello es para recordarque las discusiones actuales sobre la "declinación" del Esta­do-nación tienen implicaciones que sobrepasan el terrenopolítico. Lo que está en juego es la nación en cuanto forma­ción social particular, como estructura capaz de soldar a losindividuos y sus destinos en el contexto de un territorio es­pecífico.

2. La segunda parte de la cita de Bauer se refiere al "cepí­talísmo moderno". Él quiebra las fronteras tradicionales,arranca a los campesinos del peso de su vida aldeana. Elsurgimiento del Estado-nación se articula, por lo tanto, a laRevolución Industrial. Creo que fue Gellner, entre los au­tores contemporáneos,' quien más insistió -a mi modo dever correctamente- en este aspecto'. El mundo nacional esfruto del industrialismo, de un tipo de formación social que .proporciona la movilidad, una de sus principales caracterís­ticas. En este sentido, la sociedad industrial, que es nacional,se diferencia radicalmente de las sociedades agrarias delpasado en las que los límites entre las culturas, entre losintercambios y las fidelidades políticas se encontrabanconfinados a regiones particulares. El mundo del AntiguoRégimen estaba constituido por unidades autónomas, di­ferentes entre sí. Existía un universo campesino cuya espe­cificidad se Iraduda en el campo de la cultura, de la política,

4 Ver, por ejemplo, Merceí Mauss, "La Nation" en Oeuvres (tomo ID),Minuit, Paris, 1969.

5 Ver E. GeUner, Naciones Ynm:iona1ismo, Alianza, México, 1988.

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de la religión y de la economía. La Revolución Industrial,conjuntamente con las revoluciones políticas, rompe estecuadro; eliminando los estamentos, promueve la circula­ción de los ciudadanos, las mercaderías, las ideas. La naciónse realiza, por lo tanto, a través de la modernidad. Es un tipode organización cuya base material corresponde al indus­trialismo.

La ecuación nación = modernidad cobra relevancia, tan­to en los países centrales como en los periféricos. En los pri­meros, la memoria nacional, construida durante todo elsiglo XIX, tendrá su máxima expresión en el imperialismo. Esel momento en que Francia, Alemania, Gran Bretaña, Esta­dos Unidos y Japón redefinen sus posiciones en el contextomundial de dominación. Como modernidad es sinónimo decivilización, el discurso ideológico es claro: frente a los otrospaíses, ellos tendrían una misión civilizadora. Pero la ecua­ción anterior también tiene validez en la periferia, claro quevista bajo otra luz. Ya no se trata de afirmar lo que es (lapujanza del capitalismo existente, fruto de la primera y yaen algunos países, a fines del siglo, de la segunda revoluciónindustrial) sino lo que podría ser: En el Tercer Mundo la na­ción es una utopía, una búsqueda situada en el futuro. Losmovimientos nacionalistas de África a América Latina com­parten esa perspectiva. Ibr eso nuestros modernistas decían:para ser modernos es necesario ser nacionales. Mientrastanto, en ausencia de esa modernidad, la nación sólo podríaccnñgurarse como un proyecto, algodislocado en el tiempo.

Pienso que la reIaci6n entre nación y modernidad se rom­pió. Históricamente, podemos afirmar que la nación se rea­lizó a través de la modernidad y viceversa. Sin embargoaquella, desde sus comienzos, contenía en su interior unmovimiento propio, una tendencia que difícilmente se con­finaria a los limites de la realidad nacional. Dicho de otraforma, la modernidad, como el avance de la historia, sevuelve mundial; es hoy modernidad-mundo. 000 Bauertiene razón cuando dice que el capitalismo moderno, es de­cir, el que sigue a la primera Revolución Industrial, crea el

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espacio nacional. Pero en el proceso de su evolución, esemismo capitalismo, al globalizarse, encuentra otras basesterritoriales para desarrollarse. En este caso, parafraseandoa los modernistas latinoamericanos, podrlamosdecir: es po­sible ser modernos sin, necesariamente, ser nacionales.

3. El debate sobre la cuestión nacional se puede encarardesde diferentes ángulos. Hay uno, sin embargo, que mere­ce ser considerado pues permite entender el pasado recien­te a la luz de las contradicciones actuales. Me refiero a lacategoría de espacio. Ella se transforma radicalmente en elcontexto de mundialización de la cultura. Digo espacio enel sentido amplio del término, incorporando desde la vida ro­tidiana hasta los procesos de construcción de identidades.No puedo, en esta síntesis del problema, extenderme sobreesos cambios pero pienso que ellos poseen un valor heurís­tico para el discurso actual. Lejos de vivir un momento de>~ciamiento"del espacio, como cree Giddens, o su supera­cron por las nuevas tecnologías, como piensa Paul Virílío,seria más correcto decir que está pasando por una fase deredefinidón radical". Dentro de esta perspectiva. el espadonacíonal es una -entre varias- de sus dimensiones más am­plias.

. ¿Qué entender por Estado-nación? Una primera defini­ción usual entre los cientistas políticos, sería considerarlocomo una unidad territorial polítíco-administratíva en el in­terior de la cual "todos" los individuos serían ciudadanos.Poco importa por el momento la extensión de esos derechos.~ólo estoy intentando un acercamiento preliminar a la cues­tión. Por eso decimos en las discusiones sobre movimientos~esque en América Latina la "nación aún no se comple­:0 .~ frase está directamente asociada a otro enunciado:la CIUdadanía aún no se realizó". En contrapartida, lene-

6 A. Cíddens, As Conseqllétu:W da ModernidaJe, Ed. unesp, San Pablo,1991; P. Virilio,O~ critico, Ed. 34, Río de jereíro, 1993.

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mos la tendencia a pensar que la nación existe "completa­mente" en los países que vivieron la "revolución burguesa".En ellos, el principio de ciudadanía se habríarealizado, si noen su plenitud, por lo menos con un alcance mayor. Pero.esposible pensar la nación en términos especfficamente socio­lógicos: una unidad territorial político-administrativa ~uecorresponde a un tipo de organización social determina­da cuyas partes se encuentran integradas a un todo. ¿Quésena esa totalidad?, écuál la fuerza de su cohesión? La res­puesta, obligatoriamente, debe integrar otra dimensión: lacultura. Radicalizando mi argumentación, diría que no haynación sin cultura nacional. Con esto quiero afirmar que losplanos económicos (el mercado) y político son necesariosaunque insuficientes para la constitución de la entidad na­ción moderna. Por eso Renan habla de u alma colectiva",Durkheim de "conciencia coíecüva'", otros de "espíritu" na­cional Los términos son significativos. Nos remiten al domi­nio de los universos simbólicos. Basta mirar la historia de lasnaciones para percibir la existencia de un mismo orden deproblemas. A pesar de que cada una de ellas se realiza en elcontexto de sus historias especificas, todas responden a unamisma exigencia estructural. La unificación nacional pasapor la unificación lingüística (necesidad de afirmar la auto­ridad de una lengua frente a otros idiomas locales), escolar(implantación de las escuelas primarias Yluego secundarias),comunicativa (construcción de ferrocarriles, carreteras, enel siglo XIX difusión de peri6dioos Ydurante el siglo xx lle­gada de la radio y la televisión), simbólica ("invención' de labandera, héroes nacionales, ritos legos de celebración del

Estado).Ahorabien, ese proceso de integración corresponde a una

profunda transformación de la idea de espado. Los mundoslocales, elde los campesinos o de los artesanos, se modifican

7 Ver, por ejemplo, "L'éducation, sa nature et son role'" en Éducation elSociologie, PUF, Paris, 1~.

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SOBRE LA MUNDIALIZACIÓN y LA CUESTIÓN NACIONAL

radicalmente. Cada uno de ellos vivia dentro de los limitesbien establecidos por sus profesiones, creencias y expectatí­vas de vida. Esosmundos, materialy simbólicamente, poseíanuna integridad. una especificidad, encerraban a los hombres,arraigados a sus lugares de origen, en un "universo de bie­nes limitados" (para utilizar una imagen de G. Poster). Lanación requiere, por lo tanto, eldesarraigo de los individuosde sus localidades y su reinserción en el contexto de unaterritorialidad más amplia. De ahí la importancia de la cul­tura. Ella es el elemento que propicia la creación de unvinculo entre los hombres, el cimiento soda1 y lo que orgá­nicamente arlicuJa la "solidaridad" (en el sentido durkhei­miano) entre los diversos grupos sociales dispuestos en suterritorio. La modernidad, que en su inido es nacional, pro­picia por lo tanto la drcu1adón de los individuos entre espa­cios que antes se encontraban segmentados, separados.Sabemos, sio embargo, que la conjunción nación/moderni­dad es coyunturaLHoy vivimos su disyunción. Lo que sig­nifica que la modernidad-mundo radicaliza el movimientode desterrilorialización, rompiendo la unidad nacional. Ellasecreta un tipo de espacialidad distinta, sui generis, esca­pando al control de las imposiciones nacionales. Según estaperspectiva, la crisis de las culturas nacionales no pasaría deseruna amenazaexterna. Pensar de esta forma seriaatribuira la globalización una~d total, como si las nacio­nes estuviesen fuera de su órbita. Laglobalizaci6n de las so­ciedades y la mundíalizacién de la cultura es un proceso queatraviesa a las sociedades nacionales" y,por lo tanto, corres­ponde a la formación de otro tipo de siogularidad soda1 (po­dríamos, si quisiéramos, llamarla"sociedad global"). Lacrisis de la sociedad nacional no deja de ser, por lo tanto,sino una "falla" en el proceso de su construcción (por ejem­plo, las ganancias de las oligarquías lalinoamericanas o el

8 Sobre este aspecto, consultar R Ortiz, Um Outro Tenit6rio: en!Qi06 tKJbreo mundo rontempon'lnro, Brasiliense,San Pablo, 1996.

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desvirtuamiento de ciertas élites norteamericanas, que bus­carían en el mercado mundial el sentido de sus acciones).Ella es intrínseca al modo como la modernidad-mundo sedesarrolla.

4. Gellner dice que es el nadonalismo el que crea a la nacióny no a la inversa. Se puede trasladar su afirmactón a otroplano: la identidad nadonal antecede a la consolidación dela nación. Desde esta perspectiva, la identidad deja de serentendida en términos sustanciales, como si fuese la expre­sión de un "Ser" ontológico, algo que sucede a un sustratoque le es anterior. Considerar la identidad de esta manera espensarla como una construcción simbólica en relación conun referente especifico, en este caso, el Estado-nación. Eneste sentido, la construcción nacional pasa por la anteriori­dad del "proyecto nacional". Cuando, a comienzos del sigloXIX, se enfatiza la centralidad de una nación denominadaFrancia, el primer obstáculo que se encuentra es el de cómoampliar la validez de ese Estado-nación al conjunto delterritorio francés. Por10tanto, se hace necesario integrar en suseno a las clases peligrosas, los campesinos dispersos en lasprovincias distantes, es dectc subsanar la división del país se­parado en H dos Francia.s", una H civilizada", otra "bárbara",división que llevada al extremo imposibilitaría la viabilidaddel Estado-nación", Los ideales nacionales, la búsqueda dela identidad, antecede, de este modo, la propia realizaciónhistórica de la naci60 (también el romanticismo anuncia, mu­cho tiempo antes, la cristaIización del Estado alemán). En elproceso de construcción nacional, las identidades de cadapaís necesitan superar las identidades culturales dispersasen su interior. Yodiría que en los diferentes lugares del pla­neta, de forma diferenciada, es claroeste proceso que se de­sarrolla a lo largo de los siglos XIX Yxx. Eso significa que la

9 Ver R Chartier, "Les deux Prances", en úhiers d'Histoire, tomo 23,1918.

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i~entidadnacional se construye en detrimento de las iden­tidades locales. Ella se nutre de su neutralizacíón o de su~estrucción. La constitución de la nación es siempre conñíc­tiva. Alafirmarse la unidad del todo, se ruega la particuIarida<fde las formaciones especificas -un ejemplo, el antagonismolatente entre e! idioma n~donaly losdialectos regionale&-lO;o la recuperación, es deco; la apropiación, anulándola, de lacultura popular por la cultural nacional. Sin embargo, in­dependientemente de cómo esos conflictos se actualizans~ resuelven, creo que es posible afirmar que el Estado-mi­cíón, ~w:~tepor lo menos dos siglos, poseyó el monopoliode definioón del sentido de la vida social. Aclaro mi argu­mento: a pesar de la diversidad existente en el interior delterritorio nacional,(que varia en la historia de cada país), elEstado-~ actúa como referente simbólico hegemónico.Poseela primada en el ordenamiento de la vida de los indivi­duos y de los grupos sociales. Esta primacía se define comoautoridad, como un valor superior y legítimo en relaci6n con~s autoridades cuya validez pertenece al ámbito local (re­giones geográficas, grupos étnicos, etc.). La integradón 03­

donal pres~pon~,~or lo tanto, un equilibrio jerárquico delas ~erzas ídenñtanas. Las especificidades, definidas Comoparciales, se le subsumen.

La mundializacíén de la cultura rompe este equilibriotabilizado durante años en un cierto umbral. Tenemos ::­tortees o~o panor~~ El referente Estado-nadón pierde elmonopolio de definición del sentido de la vida social Estoocurre de dos maneras: primero, el proceso de globa1ización"libera" las identidades locales del peso de la cultura nado­nal; tenemos, por ejemplo, el caso de las culturas popularesque a l~ largo de la formación nacional nunca fueron plena­~~ntemtegradas en su interior, ahora, vueltas a sus especí.fiCldades, poseen un espacio nuevo para manifestarse (perono nos hagamos ilusiones: él es también conflictivo). Segun-

10 Ver P. Bourdieu, Ceque parler veutdire, Fayard, París, 1982.

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do, surge en el horizonte cultural mundializado la posibili­dad de estructurar identidades trasnacionales. Es el caso delconsumo. Crea una memoria colectiva internacional-popu­lar compartida mundiahnente por grupos diferentes. En losdos casos, a pesar de los sentidos diferenciados, tenemos undebilitamiento de la identidad nacional. Simultáneamenteestá atravesada por el proceso de globalización y presionada .por las particularidades existentes en el seno de .la~eda~nacional El monopolio anterior da paso a una situación di­versificada. Subrayo el "diversificada" y no necesariamenteplural, pues cada una de esas identidades se encuentranvinculadas a los grupos que las construyen -trasnacionales,Eslado-nación, grupos étnicos o populares. Cabe, por lo tanto,investigar sus posiciones jerárquicas. Alfinal,cadaunade ellasse encuentra amparada en fuerzas e intereses desiguales.

5. La ruptura de la relación nación/modernidad tiene impli­caciones políticas de importancia mayor, sobre todo en lospaíses Damados periféricos. 1l"adiciona1mente, el debate sobrela cuestión nacional en América Latina estuvo íntimamen­te asociado al tema de la modernidad. Independientementede las fuerzas políticas en movimiento, sean conservadoraso progresistas, la idea de un "proyecto nacional" siempreestimuló una perspectiva modernizadora -p. e]., las pro­puestas de la CEPAL en la década del cincuenta. Labúsquedade la modernidad se volvió asi una utopla colectiva. Cadapaís, a su manera, iría proyectándola hacia el futuro como sisu historia encontrase apoyo sólo en su energía interna. Poreso la idea de "proyecto" siempre tuvo entre nosotros algode sartreano -ver los escritos isebianos (ISEB)". Labúsquedadel "ser" nacional se confunde así con la afirmación de su

11 Por ejemplo, A Vieira Pinto, para quien el proceso de desalienacióncuenta básicamente con las fuerzas Y conciencia interna nadonal,para liberarse de la opresión del ser extranjero. Conscíincill eReIIlidJulentJcicnuú, ISEB, Rio de Janeiro, 1960.

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autenticidad, su desa1lenación. Las transformaciones recien­tes arman las cosas de otra manera. El Estado-naci6n perdi6el monopolio para conferir el sentido de las acciones colec­tivas; eso no significa, sin embargo, que su actuación no seanecesaria o sea prescindible: Ella es concreta y posee un pa­pel importante en el contexto del "nuevo orden mundial".Pero hablar de proyecto, como se haciaantes, es encubrir lasdificultades que nos rodean. Evidentemente, todo país debe(o mejor, deberla) tener un "programa nacional", forma através de la cual piensa su inserci6n en el conjunto de lasnaciones. Sin embargo, una propuesta programática no esun "proyecto", una filosofía lo suficientemente amplia comopara abarcar el corazón y la mente de los hombres. Por muybuena que sea su intención, no posee fuerza utópica. Es elfruto del cálculo y de las oportunidades. La utopla se nutrede otro tipo de sustancia.

La disyunción nación/modernidad posee además conse­cuencias de carácter ideológico. A lo 1argo del siglo XIX y elbreve siglo xx, para citar a Hobsbawm'P, la idea de "mo­demo" se encuentra plenamente articulada a la noción deEstado-nación. De ahí la pretendida superioridad de laformación nacional en relación con las otras sociedadespasadas. El pensamiento construye asi una escala jerárqui­ca, atribuyendo al calificativo "moderno" una posición des­tacada, por ejemplo, el debate en el mundo de las artes.Entre otros significados, el modernismo surge como unapropuesta de superación de la tradición, en principio, in­congruente con los tiempos actuales. Sin embargo, esta opo­sición tradici6n-modernidad no se manifiesta sólo en elinterior del universo artfslioo. Esmás genérica Yse inserta enel seno de los "proyectos nacionales". Para existir en cuantomodernidad, la nación debe sobrepasar los que se conside­ran como antiguos anacronismos. La modernidad, un valor

12 Ver E. Hobsbawm, ETIl dos erfTema;; o breve séculoxx, Paz e Terra, Ríode Ianeíro, 1995.

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nacional, se contrapone a los resquidos del pasado. Piensoque esta carga ideológica permanece hasta hoy. Pero, a pe­sar de ello, se da un dislocamiento de las posiciones. El valor"moderno" comienza a vincularse a las fuerzas trasnaciona­les, sobrepasando el nivel nacional. "Global" se-toma en­tonces sinónimo de modernidad. Basta mirar el discursode las grandes empresas trasnacionales o de organismoscomo el FMI o la ONU13

• En este caso, las reglas anteriores seaplican también a las naciones. Son vistas como elementospretéritos, como sobrevivencias de un orden arcaico. Todosucede como si la evoludón de las sociedades humanas seencontrase ahora en otro umbral, más completo y abarca­dOL Irónicamente subyace a ese juicio la premisa anterior. Apesar de los pregonados cambios radicales, la modernidadpermanece incólume. Lo "moderno" sigue "valiendo más"que lo "tradicional"; apenas se cambian los signos. La naciónes transferida hacia el plano de lo tradicional, y lo globalpasa a ocupar su lugar de distinción. La idea misma de mo­dernidad deja de ser problemalizada.

6. En la discusión sobre la globatizadón hay, cada vez más,una tendencia a pensarla como expresión de universalidad.Lo global surge así como equivalente de lo universal. Unprimer sentido de esta aproximación evoca la noción de lí­mite. Lo universal, al desprenderse de su relación territorial,expandiría sus fronteras hacia "'todo el género humano". Eneste sentido contrasta con 10 local, inmovilizado en el inte­rior de su geografía restringida. De ah! larelación, casi natural,con la idea de cosmopolitismo. Nuevamente encontramosla metáfora del espacio. Ser cosmopolita es compartir, simul­táneamente, varios cosmos, salir del lugar de origen, tras­cenderlo. En este caso, el proceso de desterritorializaciónfavorecería este movimiento. El problema se resume así en

13 Por ejemplo, R. Reich: The work of Natíons, Vintage Books, NuevaYork, 1992.

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una CUestiónde alcance.' Lo global, gracias a su dimensiónplanetaria, involucraría a lo nacional y lo local, trascenderíél-~los provmcíanísmos y Su universalidad sería índíscutíble. '

No es difídl encontrar este tipo de razonamiento en la lite­ratura contemporánea. 'Ianto sociólogos como economistase intelectuales de las grandes empresas trasnacionales pare­cen compartirlo. Sus razones son evidentemente diferentespero la fórmula global = universal se volvió frecuente. Cito:entre otros, a Robert RobertsdÍt y su discusión sobre uni­versalismo y perucuíarísmo", El término globaJismoemer­ge como un atributo intrínseco al universalismo quedadopara el particularismq una expresión menee localizada Otrosautores, sobre todo los economistas, insisten en que el capt­talismo global rompe las barrer:" existentes en la sociedadplanetaria contemporánea,. contribuyendo así a la uníversa­lizacíón de los espíritus. La asimilación del concepto hechopor los operadores de las trasnacionales tiene una sofisti­cadón teórica inferior a la de carácter puramente ideológl­COl~. Con todo, no deja de ser sugestiva. Ellos creen que losobjetos que venden, por ser globales, en principio, respon­derían al deseo universal de "todos los hombres". En ciertaforma, creen en lo que Barthes denomina el mito de la"granfamilia de los hombres-" -en todos los lugares, las personasbuscan las mismas cosas; El corolario de esto trae, eviden­temente, resultados promisorios para el mercado mundial,pues se puede justificar la existencia de las mercaderíasapelandn a su universalidad; restringirlas sería un cercena­mIento de la "libertad humana". El argumento trae inclusodividendos en la lucha por la competencia mercadológica.Cuando los ejecutivos de las lrasnacionales afirman quesus productos son "universales" quieren decir que son su-

14R~, Globrllímtion: Social Throry tmilGlobal Culhue, Sage Publi­catíons, Londres, 1992.

15 Consultar, por ejemplo T. Levitt,AIm¡¡~deMarketing, Atlas, SanPablo, 1991.

16 R Barthes; Mith%gies, Seuil, País, 1957.

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perlores a otros productos, "nacionales" o "locales", restrin­gidos a una circulación limitada. El alcance del mercadomundial expresarla la validez de la verdad universalista.

La identificación globaVuniversales problemática. Lleva­da a su extremo, induce a una serie de contrasentidos. Porejemplo: un filme global, como las producciones hoUywoo­denses (que ya no son necesariamente norteamericanas),por su circulación planetaria, sería en principio una ex­presión de universalidad. En contrapartida, el cine de autor(Wm Wenders, Kusturica, etc.) deberla conformarse con serla evocación de un espíritu provinciano. El razonamientopropuesto permite una inversión de las expectativas. El arte,que tradicionalmente había sido entendido como parte delo universal, tiene ahora su dimensión desvalorizada. Comoun "bien" de circulación restringida, se vuelve una expre­sión localizada, aprisionada en sus fronteras parroquiales.La idea de cosmopolitismo se disloca hada el plano de losobjetos. Cuanto más estén presentes en el mundo del con­sumo, tendríamos, sin duda, la confirmación de su univer­salismo. Ser cosmopolita seria dislocarse en el interior delespacio de la modernidad-mundo. Hay también una <lis­~en~p~~~v~~las~edadesocOO~tales, la noción de universal, desde los filósofos iluministas,se asocia a libertad, justicia e igualdad. El nacimiento delas sociedades nacionales, lejos de negar esos principios, lesda forma La nadón es el espacio en el interior del cual de­berían realizarse (lo que no sucede necesaríamente). Sinteti­zando, diría que ella es el lugar de la ciudadanía, añrmadoncontenida en el enunciado: "sólo el capitalismo modernoconsiguió generar una cultura verdaderamente nacional de'todo el pueblo". No estoy discutiendo si esto se realizó o no.Sabemos que existen antagonismos profundos en el seno dela sociedad moderna Por eso importa subrayar que la ideade universalidad trae consigo un conjunto de valores con­densados en la idea de ciudadano. Decir "lo universal serealiza en la nación" significa, por 10 menos, imaginar estaposibilidad histórica.

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Me parece que la mayor dificultad de aproximación a loglobaVuniversal es la de pensarlo como la unión armónicade dimensione~equivalentes. De ahí.la tentación de la me­táfora. espacial. Todo Sereduce a una cuestión territorial Laexpansión de los límites, verificada en losdos casos, vuelveconvincente la~6n de categorías, a mi modo de VeJ;de naturalezas diferentes. Voy a precisar mi idea. Lo univer­sal es una noción fiIos6fica, lo gJobal una categoria scciol6gica.En el pnmer sentido, universal se refiere a la trascendenciaa una relación abstracta que no necesariamente encuentrauna realización inmediata en el plano del universo concreto.Es eso lo '1\1d~ permite a los filósofos iluministas hablardel "gén~ro huma:n.o;; a pesar de la diversidad culturalexistente, 8eñapoSible proponer la idea de una "naturalezahumana" (lo que en sí es discutible, pero ese no es nuestrodebate en este momento). Subrayo, en este caso, que la uni­versalidad se afirma a través de las diferencias. Para el fi­lósofo iluminista, el indigena americano es ....tan... universalcomo el hombre inglés. El pensamiento, para aproximarlos,debe por lo tanto, retirarlos de sus hístorícídades, del terre­no de la vida real. Por elcontrario, al hablar de capitalismoglobal.ñlmes globales, globalización, nos referimos a cosasy procesosque se desarrollan en el plano de la historia con­~~ta de los hombres. En este caso, globaVuniversal se iden­tifica conjo que existe mayoritariamente (esto no siempre esverdadero) entre los que habitan el planeta TIerra. Se susti­tuye así una dimensión cualitativa por otra cuantitativa.En la relación universaVglobaVmercadeo este último serialaunidad material de realización de los principios anteriores.Debemos cuestionar la naturalización contenida en estee~un~do invirtie.ndo Sus términos: es posible ser provin­CIanoSIendo también global; o mejor: el cosmopolitismo noes.~ atributo necesario de la globalidad. En verdad, estamosesístiendc a una disputa simbólica e ideológica en tomo alo que debería ser la definición legítima de "universal". Lasfuerzas trasnadonales tienen, evidentemente, interés en dar­le un sentido que les permita mantener sus privilegios.

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OTRO TERRITORiO

7. ¿Cuál es el destino del Estado-nación en el mundo globa­lizado? Difícilmente se puede escapar a la pregunta. La res­puesta no es simple. Presupone incluso un elevado gradode especulación. Quizá una forma de abordarla seria cam­biar su formulación: ¿cuáles son los límites del proceso deglobalización? No hay duda de que la modernidad-mundo,aunque planetaria, está lejos de ser uniforme y totalizante.La pobreza, el subdesarrollo, la división de los paises en ricosy pobres, los intereses económicos dominantes, son factoresimportantes que pesancontrasu expansióo. Podrlamos agre­gar, también, la misma dinámica destructora, intrínseca almovimiento de la modernidad: crecimiento desordenadode las ciudades, cataclismos ecológicos, etc. En este sentido,Jean Chesnaux tiene razón cuando afirma que la moderni­dad-mundo no es generalizabje". Estosupone constatar laexistencia de un primer nivel para su validez. La moderni­dad-mundo es diferenciada y desigual. Hay, sin embargo,otras limitaciones que involucran directamente al Estado­nación. El movimiento de globalización de las sociedades haavanzado sobre todo en relación con los niveles económicoy cultural. Se trata, evidentemente, de dominios distintos(por eso prefiero hablar de mundíalizacién de la cultura y node su globalizacióo'''). Sin embargo, dejando momentánea­mente de lado esas especificidades, se puede decir que enesos dos campos hay un desarrollo real de esa tendencia. Laeconomía mundial, los objetos globalizados, la aparición deun sistema técnico de comunicación planetaria y la cons­tttucíón de una memoria colectiva internacional-popular;atestíguan su consolidación. Pero el ritmo de ese movimien­toys asimétrico. El Estado-nación sigue siendo la unidad

celemental de la política. Gobierno, sindicato, partido, mo­vimientos sociales son su expresión. Si reflexionamos sobreel pasado, veremos que todavía una de las características del

17 J. Chesnaux, LaMnderniti-Morule, La Découverte, Paris, 1989.18 Ver R. Ortiz: Mundillliza9JO eCultura, Bresílíense, San Pablo, 1994.

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SOBRE LA MUNDIALIZACIÓN y LA CUESTiÓN NACIONAL

~stado,y posteriormente del Estado-nación, es elmo~líe del aparato burocrático y de la violencia. En cierta forma,en su constitución, lo que está en juego es la formación deun núcleo centralizador cuya validez se extienda a un domi­nio territorial determinado. Apesar de las transformacionesrecientes, se puede decir que este monopolio todavía se en­cuentra en manos del Estado-nación. Esto no significa quec~dauno pueda usarlo de forma arbitraria, es decir, sin con­sIderar.los intereses ~stentes--otras naciones, empresastrasnacíonales, bancos ínternacíonales, etc. Pero -subrayo-­conserva, por lo menos en ese aspecto, su centralidad. Es~so, creo, lo que posibilita 'fU' hablemos aún hoy de geopo­lítica. Cada umdad territorial, en la medida de sus fuerzas. . ,consigue o no Imponerse en el escenario globalizado. En elseno de la globalizacióo hay, por lo tanto, fuerzas centrípe­tas. Ellas apuntan en direcciones diferentes. La cuestión.seresume en saber si serán superadas por otras que favorez­can una integración más global o si quedarán como instan­cias de "negociación" (con intereses propios) en el contextode un movimiento que las contiene y sobrepasa.

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DIVERSIDAD CULTURAL Y COSMOPOLITISMO·

El debate sobre la diversidad cultural tienebnplíca­donespolíticas. Si queremosescapar a la retóricadeldiscurso ingenuo, que se conforma con afirmarlaexistencia de las diferencias olvidando que se arti­culan según diversos intereses, hay que exigir quese lesden losmediosefectivos para que se expreseny se realicen como tal. Es un ideal político que nopuede 'evidentemente circunscribirse al horizontede tal o cual país, de tal o cualmovimiento étnico,de tal o cual M diferencia"'. Incluye una sociedaddvílque va más allá del drculo del Bstedo-neoén, y quetiene el mundo como escenario para su desarrollo.

1. El debate sobre la diversidad cultural se plantea hoy endía bajo el signo de una aparente contradicción. Se afirmansimultáneamente conceptos que muchasveces parecen exclu­yentes: integración/diferencia, globalización/localización.Algunos analistas de mercado no vacilan en preconizar laexistencia de un planeta homogéneo, unidimensional, re­cién unificado por los vínculos de la sociedad de consumo'.Los individuos tendrían en todas partes las mismas necesi­dades básicas: alimentarse, vestirse, desplazarse por la ciu­dad, ir al cine o de compras, etc. Corresponderia al mercadoy a los bienes materiales modelados satisfacer estas necesí-

~ Artículo presentado en versión resumida en el encuentro NLadimen­sión cultural y educativa de la integración regional: situarión y pers­pectívesen el Mercosur".orgemaedopor elCentrode Formación parala Integración Regional, Montevideo, diciembre de 1997.(Traduodén: AmeIiaHernández).

1 Theodore Levítt, teórico del mercadeo global; ver "Ihe gIobalizationuf markets" en Hsrvard Business Review. 5-611983.

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dades. Existeuna visión antagónicaentre quienes sobreva­loranlos movimientos étnicos (ya sea paraafirmarlos comoelementos de construcciónde las identidades locales,ya seapara rechazarlos como una amenaza a cualquierpropuesta deunificación). La declinación del Estado-nación habría ina~­gurado una era de fragmentación social, sal~~le o peli­grosa, según los pronósticosmáso menos .op~tas. Asíseha generalizado la metáfora de la -balcanízacíón .El mun­do contemporáneo estaría constituido por espacies meo­nexos, por fragmentos diversos (algunos dicen "fractados")independientes unos de otros. En elcontexto de la formaciónde bloques económicos, la Comunidad Europea y el Mer­cosur, por ejemplo, se reproduce la misma polarida~ ana­lítica. Al principio se hace énfasis en el primer término; laintegración. Se privilegia asi la dimensión referida a la ex­pansión de las fronteras (moneda única europea, mercadocomún, libre circulación de laspersonas, intercambio entrepaíses, etc.). Sin embargo,una vez considerado~te aSJ>e.Ctointegrador se vuelve inmediatamentea la prenusa~tertor:la diferencia cultural (especificidad de las regiones, nquezade las culturas locales, variedad de los pueblos y del patri­monio nacional). De modo que el debate oscila entre "to­talidad" y "parte", entre "integración" y "diferencia", entre"homogeneización" y "pluralidad". Escomo si nos hallára­mos ante un mundo esquizofréniCO: por una parte, pos­moderno, infinitamente multifacéticO; y por otra, uniforme,

siempre idéntico.Esta bipolarización ilusoria se agrava cuando es refutada

en el plano ideológico. Totalidad Y parte de¡an de ser mo­mentos del análisis intelectualparaconvertirseen pares an­tagónicos de posiciones políticas. Poruna parte tendríamosel "todo", asimilado de maneraapresurada al totalitarismo,y porotralas n diferencias" ,ingeIluamen~ celebradas.comoexpresión genuina del espíritu democrático. Modernidad oposmodernidad, Habermas o Lyotard, derecha o izquierda,razón o irracionalismo: escoger una de esas trincheras se

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vuelve un imperativode sobrevivencia epistemológica2. Escomo si viviéramosuna Guerra Fría en el plano de los con..ceptos."íomer partido", ésta seria laúnica manera de superarla contradicción aparente entre integración y diferencia..ción, cada cual retrayéndoseen el seguro universo de a1gu~

no de esos compartimientos herméticos. Pero, épodrían lassociedades ser comprendidas en esta forma? Este pensa­miento dicotómico, que recuerda las clasificaciones pri..mitivas estudiadas por Durkheim y Meuss, zes realmenteconvincente?

2. Dosdisciplinas nos ayudan a considerar la poblemáücade la diversidad cultural. La primera es la antropologia. Sur­ge al final del siglo XIX, recalcando la radicalidad ajena. Alexaminar las sociedades primitivas, revela tipos de organí­zaciones sociales fundamentalmente distintas alas socie­dades industrializadas (relacionesde parentesco,creenciasmágicas, explicaciones mitológicas, etc.), Para algunos auto­res esta distancia es tal que hasta se hace imposible com­prenderlas (es el caso de Levy Bruhl, cuando define lamentalidad primitiva como algo ininteligible para el pensa­miento científico). Ciertamente, parael conjuntode ladisci­plina, esta orientación fue luego desechada (no tendríasentido que un áreadel conocimiento se constituyeraa par~

tir de la negación de lo que se propone estudiar). De cual­quier manera, en ambos casos, lo que está planteado es elentendimiento entre grupos distantes en el espado y en eltiempo, o sea, un conjunto de formaciones sociales que ha­brían florecido a la sombra de la historia de los mundos "ci­vilizados" (europeo, chino, islámico). En principio, cada unade ellas constituirla un lugar aparte, tendría una identidady una centralidad propias. Toda cultura deberla por lo tanto

2 Fran~is Lyotard, O pó6-modenw, José Olympío, Río de janeteo, 1986;y J. Habermas, "Amodenúdade como projeto inacabado'" en ArteemRevista No. 5.

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arraigarse en un territorio específico, con un centro y confronteras bien delimitadas, alejando el casos, el desorden, loajeno, lo peligroso. Por ello, los pueblos primitivos ~fec­donaron una serie de mecanismos purificadores y exorcistaspararelacionarse conel extranjero. Éstesiemprese concebi­rá,y así noslo muestraVan Gennep,como un.elem~n~po­tencialde perturbación del orden, socialo nutológico . Lasfronteras, simbólicas y geográficas, deben ser respetadaspara que la integridad cultural pueda mantenerse. La antro­pología nos enseña, por tanto, que los pueblos dispersosporel planeta constituirian una serie diversificada de culturas,cada una con sus características inl:Ifnsecas e irreductibles.No es casua1 que el debate sobre el relativismo cultural se déen el pensamiento antropológico desde sus inicios.~ a laexistencia de corrientes más universales (el estructuralismoes una de ellas), predominó en la antropología clásica unacomprensión de la unicidad de cada cultura.Los estudios sevuelven haciael entendimientode una totahdad que expre­sarla de forma inequívoca el 'carácter' de un pueblo (parahablar como los cu1turalistas norteamericanos)'.El énfasissobre la diferencia se pone de manifiesto incluso cuandolos antropólogos comienzan a interesarse por las socie­dades modernas, desplazando el método de observaciónparticipante haciaunnuevo contexlD. A1anaJizarobjetnsoomoel folklore y la cultura popular, los antropólogos~ encuenta aspectos que, en principio, escaparlan a la lógica dela"modernizaci6n", de la"civiHz.aoonoccidentaf', de la"mo­dernidad", de la "culturaburguesa". Los c~ativos noimportan mucho, los utilizo para deslindar el horizonte traba-

3 Van Oennep, OsRitos dePOSIlgetrl, Vozes, Petrépohs,19'78. . _4 PorejemploRuthBenedict,. Ptulróes deCu1trmI, limos~Bms~, Lisboa.

Visión que la autoraretoma en su estudiosobre la sociedad Japonesa;ve>"TheC~"" theSvxmi. Houghton MilIIin Company, 1989.

5 Un texto representativode este tipo de estrategia es e~de Robert Red­field,. TheFolkCuJtun!ojYuadan, TheUniversity ofChicago Presa, Chi­cago, 1941.

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jadopor la miradaantropológica. El mundo estada enton­ces constituido por una miríada de pueblos, cada cual consu modalidad y su territorio espedfico.

La segunda disciplina es la historia. Ella nos habla de lamultiplicidad de pueblos y civilizaciones que se conpene­trany se suceden con el paso del tiempo (egipcios, sume­ríos, griegos, romanos, chinos, árabes...). Un cuadro que vatransformándose continuamente desde la Antigüedad has­ta la Edad Media. La desaparición de muchas civilizacionesafianzó en algunos historiadores la creencia de que las so­ciedades modernas serian análogas a los organismos vivos.5peng1er y Toynbee vulgarizaron la concepción segón la cualcada civilizaciónexperimentaria necesariamente una etapade ascenso y otrade descenso, unaetapa en vida y otrademuerte'. Postuladas por la metáfora organicista, sus fuerzasvitales se extinguirlan con el tiempo. En todo caso, al hablarde civilizaciones, lo que me interesa recalcar es que tambiénse pueden retomar las ideas de centro y de limite. Con suscostumbres, dioses, idioma y conquista, lascivllizadones searraigarian en un lugar determinado. Yano se trataría de latribu, unidad demasiado pequeña, sinode la ciudad-Esta­do, el reinoo el imperio. Extensiones que pueden variar delmundo chino al mundo europeo o japonés. Por ello, entrelos historiadores florece toda una corriente dedicada al es­tudio del contacto entre civilizaciones, pero cada civiliza­ción buscaodo proyectarse con su lógica más alláde su marco(conquistas romanas e islámicas). En este sentido, diversi­dad cultural significa diversidad de civilización.

Pero la historia nos revelaademás un movimiento de in­tegración que díñcílmente podríamosaprehendersi nos li­mitáramos a una perspectiva antropológica. Sabemos que, apartir del siglo XVI, el capitalismo emergente en una parte

6 O. SpengIer, ¡" """"""'" de CJaidmIE, Fspasa CaIpe, Madrid. 1958; alrespecto, Toynbeepublicóvarios velamenes en la serie Estudio de laHistoria. Alianza EditoriaL Madrid.

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de Europa occidental tiende a ser más abarcador, sus ambi­ciones se desbordan más allá de los mares. La época de losdescubrimientos y de las grandes navegaciones da inicio aotro ritmo de integración entre los pueblos. Este capitalismoUegahasta América y Asiabajo la forma de colonialismo. Esla raíz de un fenómeno actualmente en el tapete: la globali­zación. Pero existe una duda: lcuál es la amplitud de estemovimiento integrador? ¿Envuelve a "todos los pueblosdel planeta", como pretende una visión que lo identificacon un world-system? Z'Iendría esta misma dimensiónsistémica? Aquí se dividen los puntos de vista. Para una ro­Triente de pensadores, como Immanuel Wallerstein, el ca­pitalismo ya era capitalismo desde el siglo XVI

7• Estaba ya

definido en sus rasgos estructurales y lo que había era unmovimienlo de expansión.Lahistoriaseria eotoncesun ajustetemporal a las exigencias sistémicas. Otros autores buscanrecalcar la importancia de la Revolución Industrial. Segúnellos, el término capitalismo seria más apropiado para desig­nar un tipo de sociedad nacida eo esa época. El punto deruptura no fue el siglo XVI sino la Revolución Industrial. Nopretendo extenderme en este ~e.oote, lo retomo ~lo e~ lamedida en que remite a la temática que estamos discutien­do. Creo que los intelectuales del siglo XIX (de Saint-Simona Marx) tenían razón cuando afirmaban la especificidad delmodelo industrial. De hecho, viendo la historia desde estepunto de vista (como lo hacen, por ejemplo, [ack Goody yEric Wo¡f, laRevolud60lndustrialdivide las aguas. Elmundocolonial, peseal poder y a la avidez de las metrópolis, no eraúnico: convivía a dispusto con otr~s "'econo~~mu~do.n(China y e! norte de Africa). En realidad'.eldonurnobn~­co no pasaba de las regiones costeras, ro siqtuera en India,

7 LWaI1erstrin, TheModem World System (2VoJs.),Academic Press, NuevaYork, 1976-1979.

8 [ack Goody, TIte l'Ast in the West, Cambridge University Press, Cam­bridge, 1996; Bríc Wolf, Europe tmd the Peopk withoutHistory, Uníver­sity of California Presa, Berkeley, 1982.

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pues le era dificil implantarse dentro del connnente", 1iun­bién América Latina podía ser vista como un espacio dondela presencia española y portuguesa, aun siendo hegemónj­ca, no conseguía integrar a la población negra e indígenadentro de UIi mismo molde civilizatorio.

Con esto quiero decir que, a pesar de los movimientosintegradores, el mundo anterior a la Revolución Industrialtodavía encerraba mucha diversidad. Diversidad en un do­ble sentido. Primero, de civilización. El poderio de los imperioseuropeos (Inglaterra, Francia, España, Portugal) era cierta­mente efectivo si se le considera desde el punto de vista delcontinente americano. Estados Unidos, la América españolay la portuguesá son extensiones de los proyectos metropo­litanos. Sin embargo, desplazando nuestra mirada hada larealidad delmundo asiático o islámico, es necesario puntua­lizar las limitaciones impuestas a la expansión occidental.Un ejemplo: Japón. Desde el siglo XVI hasta mediados de!XIX este conjunto de islas, unificadas bajo el dominio 'Ioku­gawa, permaneció fuera de la órbita comercial europea (lospocos contactos se hadan a través de una modesta presen­da holandesa, en el extremo oeste del país, en Nagasaki).Claro, existían influendas de origen extranjero (por ejem­plo, la introducci60 de las armas de fuego se dio con la llegadade los portugoeses), pero la "civilización japonesa', muy vol­cada aún hada el imperio celestial de China, se desarrolló alamparo de los intereses europeos". Lomismo puede decir­se con respecto al mundo íslémíco". Hasta el momento de

9 Cario Cipolla argumenta que el predominio europeo en Asiase limitaa la costa marítima. La conquista y el control de vastos territorios den­tro del continente se realizó más tarde, como subproducto de laRevolución Industrial; ver úmhiJes e Vebzs naPrimeim Fase tl4 ExptmsioEuropéia: 1400-1700, Gradiva, Lisboa, 1989.

10 Consultar TheCambridge History of lapan, VoIs. 3 y 4, Cambridge Uni·versíty Prees, Cambridge, 1991J.-1991.

11 Consultar A Miquel, L'lsfmnel 54cWilisation, Colin, París, 1986; Ber­nard Lewis, o Oriente Meio, Zahar, Río de janeíro, 1996.

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lasinvasiones napoleónicas,poseía una dinámicacomple­tamente independlente de las potencias occidentales. Peroladiversidad anterior a la Revoludón Industrial era parte tam­bién de las sociedades del Antiguo Régimen. Sólo desde unpunto de vista genéricose puede calificar a los Estados eu­ropeos como racionales y técnicos. Es cierto que la rado­nalidad del capital mercantil predominaba junto a losemprendimientos de los ricos comerciantes, perose tratabade un sector restringido. A pesar del desarrollo dentlfico,cuyasraíces se remotan al Renacimiento, a las premisas dela Ilustración, a la gestión burocrática del aparato del Esta­do, durante los siglos xvn y xvm prevalecieron las fuerzasde la tradición (aristocracia, religiosidad popular, creenciasmágicas, economla agrícola, estamento sociales, elc.)". Enrealidad, las sociedadeseuropeas constitulan un verdaderoarchipiélago de "mundos regionales", poco integrados unoscon otros. Dicho de otramanera, aunquees posibleencon­trar en \os siglos anteriores algunos rasgosde un fenómenoque hoy llamamos g1obaIizad6n, el surgimiento y la conso­lidadónde esteproceso, ami modode ver, sólo fueron cons­tituyéndose cualitativamente con el advenimiento de lamodernidad.

3. Revolución Industrial y modernidad van juntas. lrajeronconsigo un proceso de integración hasta entonoes descono­cido: la constitución de la nación. Distinta a la noción deEstado (muy antigua en la historia de los hombres), la na­dón es fruto del siglo XIX. Presupone que en el ámbito de unterritorio determinado ocurra un movimiento de integracióneconómica (surgimiento de un mercado nacional), social(educadón de "lodos" los dudadanos), politica (adveni­mientodel idealdemocrático como elementoordenador de

12 Buena parte de esta tradición se prolonga durante todo el sigloXIX;ver Amo Mayer,A FOf9I da fnuli9ío, Companhíadas Utras, San Pablo,1987.

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las reladones entre partidos y entre dases sociales), Ycultu­ral ~unificaci6n lingüística y simbólica de sus habitantes). Lanecíén segregapor tanto una Conciencia y una cultura na.cio~, o sea un conjunto de símbolos, conductas, expec­tativas, compartidas poraquellos queviven en su territorio.Proceso que se consolida en el siglo XIX Yse extiende duran­te el siglo XX por todos los países. En cada uno de ellos, se­gún sus historias particulares, surge una cultura nacionalNo nos imaginemos la construcción de las nacionescomoalgo natural, como una necesidad teieológica. según lo pen­saban varios autores del siglo XIX (se creía que en lacadenaevolutiva de las sociedades, la nación seria el tipo más per_fecto de formadón soda\). Esta construcción resulta conflic­tiva, implica intereses contradictorios, disputas y dominios.Buena parte de la memoria nacional es una invenci6nsim­bólica, las tradiciones son ideológicamente vehiculiza.das,como si siempre hubieran existido. Resulta no obstante quecada país se ve como una urúdad especifica. Según declaHerder; la naciónes "unorganismo vívc", modal,que difie­re de la vida existente en otroslugares. La diversidad tieneportantoun nuevo significado. Elmundo seria la sumatoriade los encuentros y las desventuras de culturas nacionalesdiversificadas.

4. La modernidad avanzacon las revoluciones industriales,ya no solamente con la inicial sino también con la segunda(a fines del siglo XIX) Yla tercera (a mediados del siglo XX),produciendo un movimiento integrador quetraspasa lasdi­versidades étnicas, dvilizadoras y nacionales. Al expresarsecomo modernidad-mundo, las atraviesa ubicándolas en elmarco de una "sociedad global" -para hablar como OctavioJanní". Lasrelaciones sociales ya no se limitan a los indivi­duos queviven en el contexto de talo cualcultura, sinoque

13 Octavio Ianní, A SociedmJe Global, Civllizay\o Brasileira,Ríode}aneiro,1993.

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se presentan cada vez más como "desterritorializadas", o sea,como realidades mundializadas. Contrariamente al argu­mento antropológico que fijaba la cultura en un lugargeográficamente definido, o a las premisas nacionales quearraigaban a las personas en el suelo fijo de un territorio,ahora tenemos un "desencaje" de las relaciones sociales anivel planetario'•. Queda en entredicho la idea según la cualtoda cultura poseia un centro: la tribu, la civilización, la na­ción, delimitando un entorno bien preciso. La moderni­dad-mundo atraviesa las diversas formaciones legadas porla Historia, desde los pueblos primitivos hasta los países in­dustrializados.

Concebir la modernidad-mundo como un movimientointegrador no es considerarla como algo homogéneo. Lossociólogos muestran que la modernidad siempre es diferen­ciadora. Vmcu1ada al modo de producción industrial, sefunda en un proceso de individualización y de autonomíacreciente. Racionalización del conocimiento, como quería We­ber -emancipación del pensamiento científico con respectoala religión y a las creencias mágicas; subdivisión del campode la cienciaYconstitución de disciplinas distintas (física, S<>­

cíologfa, antropología, psicología). La especialización delconocimiento se vuelve una exigencia de las sociedades mo­dernas. Es una diferenciación que llega hasta los valores tra­dicionales, liberando a los individuos de las redes de lacohesión comunitaria La sociología nace privilegiando esostemas. Durkheim busca en la división del trabajo la claveexplicativa de esta diferenciación social. El pasode la solida.ridad mecánica a una solidaridad orgánica reflejarla preciosamente este aspecto. Esun movimiento que puede inclusoadquirir un cariz"patológico" con la fragmentación social yla anomia de los individuos. 'IOnnies retoma la misma pro-

14 Acerca de la relación entre el proceso de muedíaíízecíón de laculturay la constitución de los lugares, ver R. Ortiz,. "Es~ e temtcríaíída­des'" en Um Outro TerriJório, Olho d' Agua, San Pablo, 1996.

,..

DIVERSIDAD CULTURAL Y COSMOPOLITISMO

blemática mediante dos pares conceptuales, "sociedad" y"comunidad". La ciudad se convierte así en el lugar privile­giado de las relaciones anónimas e impersonales, en con­traposición a las agrupaciones rurales, la aldea, donde loscontactos1='¡1= favorecerian los rasgos de cohesión. Porello, Simmel considera la ciudad como ellocus donde "lasdiferencias explotan", o sea, donde se afirma la irreductibi­lidad del individuo. La modernidad-mundo trae consigo unelemento diferenciador, su naturaleza. Esto significa que lamundialización es simultáneamente una y diversa. Una,como matriz civilizadora cuyo alcancees planetario. En estesentido, me parece impropio hablar de "modernidad japo­nesa", "modernidad europea", "modernidad latinoame­ncana", como si se tratara de estructuras completamentedistintas. Una matriz no es un modelo económico en el quelas variaciones se dan en función de los intereses en juego ode las oportunidades de mercado. Capitalismo,d_rialización, formación nacional, racionalización del saber Yde las conductas, industrialización, avances tecnológicos, sonelementos compartidos por todas esas "modernidades". Lossociólogos pueden entonces considerarlas como parte de untronco común, revelando así sus nexos constitutivos. Noobstante, la modernidad es simultáneamente diversa. Pri­mero, atraviesa de manera diferenciada cada país o forma­ción social especffica. Su realización se da según las historiasde los lugares. Las naciones son diversas porque cada unade ellas actualiza de manera diferenciada los elementos deuna misma matriz. La modernidad varia, por tanto, segúnlas situaciones históricas (tiene una especificidad en AméricaLatina, otra en Japón o en Estados Unidos). Segundo, con­tiene en sí un movimiento de diferenciación que envuelve alos grupos, las clases sociales, los géneros y los individuos.

5. Si mi razonamiento es correcto, puede decirse que el tér­mino diversidad se aplica de forma indiferenciada a fenóme­nos de naturalezas diversas. Primero, a tipos de formaciones

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sociales radicalmente distintas (tribus indígenas, etnias, pa­sadas civilizaciones y naciones). Recalco este aspecto untanto ausente del debate contemporáneo. Aun tomando encuenta el eje hegemónico de la expansión de la moderni­dad-mundo, hay que reconocer la existencia de un legadode la historia. Civilizaciones, etnias, tribus indígenas no sonun anacronismo, algo "fuera" del tiempo. A no ser que crea­mos en la sapiencia convencional de la ideología de progre­so, popularizada por el pensamiento evoludonista del sigloXIX. Mundo islámico, sociedades indígenas, grupos étnicos(en África o en Europa central) no son testimonios de "atra­so" o señales de barbarie. Se trata de formaciones soci.a1esplenamente insertadas en la actualidad (o sea, inmersas enlas relaciones de fuerza que las determinan). Al considerar­las como vestigios, se desconoce que la Historia es tambiénel momento presente de entrelazamiento de tiempos nocontemporáneos. Segundo, la diversidad se aplica encuanto diferenciación intrínseca de la propia modernidad­mundo-individuo, movimientos femenino, homosexual, ne­gro, cnsís de identidad, etc. Estos movimientos se hanacelerado hasta tal punto que muchos los perciben comosíntoma de una nueva fase histórica, de una posmoderni­dad. Es como si cualitativamente esas diferencias fueranequivalentes, mientras que cualquier antropólogo conoce laespecificidad de los pueblos indígenas. En realidad, la nociónmisma de "pueblo" resulta inadecuada para describirlos. Locolectivo sólo tiene sentido cuando lo contraponemos a lassociedades industriales. La idea de miríada me parece másapropiada para aprehender su realidad. No hay eíndíge­nas", a no ser en singular, y siempre deben ser calificados:son kamaura, sumí, cíntalarga, etc. (basta ver la diversidadde lenguas indígenas para constatar la multiplicidad de loque el pensamiento postula como homogéneo). Cada uni­dad tiene una centralidad y un territorio que se articulan y secontraponen a los intentos de integración. En esto radica laimportancia de la cuestión de la tierra (o sea, de las fronte­ras). Perderla seria desarraigarse, desencejarse.Io que suce-

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dió con los campesinos en Europa y en América Latina du­rante el proceso de industrialización, y con varios gruposindígenas. So penade desaparecer, los llamados pueblos pri_mitivos tienen que defenderse contra la expansión de lasfronteras, ya sean nacionales o mundiales. Diversidad signi.fica aquí afirmación de una modalidad social radicalmentedistinta. El caso de las sociedades islámicas (y no hay queolvidar que éstas son heterogéneas) es de otra naturaleza. Seafirma que esta civilización encuentra buena parte de susentido en los principios religiosos del Corán, pero sería in­correcto imaginarlas como totalmente apartadas de la mo-­dernidad. Las trasformaciones ocurridas durante los siglosXJX Yxx, aun apuntando hadaun fracaso de la "moderniza­cíón", indica la existencia de sociedades que asimilaron al­gunos aspectos de la Revolución Industrial (y no sólo elprogreso tecnológico, como se suele decir). El dilema delmundo islámico es Cómoequilibrar, o sea, cómo contener loselementos de la modernidad en el marco de un Estado yuna sociedad civil donde el código religioso todavía preten­de ser la última fuente de legitimidad". lbtalmente distinta esla cuestión feminista. Emerge como una reivindicación dentrode la matriz de la modernidad Se lucha por la igoaldad deoportunidades y de trato entre géneros. Identificar losmovimientos indígenas con el de las mujeres y clasificarloscomo minoría es simplemente confundir las cosas. Oaro quese afirma un principio de "buena intención", pero esto nonos ayuda en nada para comprender o resolver el problemaLa construcción de la identidad en los movimientos de gé­nero es el resultado de las ideas y de la organización internade las sociedades modernas. Laoposición entre masculino y

15 La interpretación del fundamenlalismo propuesta por Olivier Royessugestiva. Para el autor, no se trata de una "fuga" de la modernidad,.sino de una respuesta a la modernización incompleta y desigual delos países árabes, y de una critica a las instancias religiosas tradiciona­les (los umelas)¡ ver GenaJfogfa del Islmnismo. Ediciones BelletaITa, Bar.celona, 1996.

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femenino no es algo insuperable. Hombres y mujeres, pesea sus sensibilidades diferenciadas, viven en un mismo uni­verso.Hago hincapié en el término utilizado: insuperable.En el caso de las sociedades indígenas, toda ....superación",sea en el sentido hegeliano o no, implicaría su desaparidón.La separación es la razón de ser de esas culturas. Por ello, loque estoy sugiriendo es que es necesario hacer, en el debatesobre diversidad, una distinción cualitativa entre las dife­rencias. Postularlas romo equivalentes (romo lo hace el dis­curso posmoderno) es un error.

6. La diversidad cultural no puede verse sólo como una ....di­ferencia", o sea, algo que se define en relación con otra cosa,nos remite a algunaotra rosa. 1ixIa "diferencia" es prodocidasodalmente, es portadora de sentido simbólico y de sentidohistórico. Un análisis que sólo considere el sentido simbó­lico, tipo hermenéutica, corre el peligro de aislarse en unrelativismo poco consecuente. Es como si la cultura fuerarealmente un texto y cada quien le diera su propio significa­do. La lectura se derivarla entonces de una intención arbi­traria: el posicionamiento del Jector. No habría una relaciónnecesaria entre los textos, su existencia se vincularía única­mente al interés de la miradaque lo decodificaría En su irre­ductibilidad, las culturas no serian comparables unas conotras, serian indiferentes unas a otras. Afirmar el sentidohistórico de la diversidad cultural es sumergirla en la mate­rialidad de los intereses y de los confictos sociales (capitalis­mo, socialismo, colonialismo, g1obalizadón). La diversidadse manifiesta por ende en situaciones concretas. Claro quese puede hacer una lectora textual de las culturas primitivas(en parte, este es el objetivo de la antropología), pero consi­derándolas dentro de un horizonte más amplio. Una cosa esque leamos las sociedades primitivas como un texto (lo quesignifica que Los argonautas del Pacífico de Malinowsky esuna entre varias interpretaciones posibles de un mismodato empírico), mientras que otra es entender el destino de

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los habitantes de las islas 'Ircbnand. En este caso, es ímposí­ble a~rehen~er el ~bio que los afectasin sumergirlas enel flujo del tiempo, sm que las consideremos en el marcod.euna "situación colonial"". El texto "pueblos trobriandeses"con su mitología, SU potlach, sus creencias, será redefinido:transformado por la presencia del comercio, del cri.sfianis..mo, de las autoridades coloniales. De igual modo, diria quehoy el contexto cambió. La giobaJización es el elemento si~

tuacional prevalente. Reordena nuestro marco de entendí;miento. El relativismo es una visión que presupone que lasculturas se abstraigan de sos condiciones reales de existencia,creando así la ilusión de que cada una de ellas quedaría to­talmente autoconcentrada, o mejor dicho, sería un texto. Enrealidad, este estatuto, postulado por el razonamiento trie­todológico, es negado por la historia. En el mundo de loshombres, las sociedades son relacionales pero no relativas.Sus fronteras se entrelazan y, más deuna vez, amanezan elterritorio vecino. La discusión acerca de la diversidad no sereduce por tanto a un argumento lógico-fiJosófico, necesitaser contextualízada pues el sentido histórico de las ....diferen­cias" redefine su propio sentido simbólico.

Decir que la "diferencia" es producida socialmente nospermite distinguirla de la idea de pluralismo. A mi modo dever, traducir el panorama histórico-sociológico en términospolíticos es engañoso, porque estaríamos presuponiendo quecada una de esas múltiples unidades tiene la misma validezsocial. En esta perspectiva, la cuestión del poder se borraNo habría jerarquía ni dominio. En realidad estaríamosaceptando de manera implícita la tesis según la cual el con­texto histórico o bien no interfiere con las diversidades obien en última instancia sería pluralista, democrático, lo cual

16 Recuerdo que el concepto de "situación colonial" fue introducido por,?e.orges Balandíer, precisamente con la intención de escapar al rela­tiVISIllO del culturalismo norteamericano; ver Socio/cgie acfuel/e de I'A­frUlue1WÍre, PUF, París, 1m.

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es un contrasentido (o mejor dicho, sólo tiene sentido cuan­do consideramos ideológicamente el mundo). Se ha desa­rrollado en tiempos recientes toda una literatura que giraen tomo al pasode lo "hOl1\ogéneo" a lo "heterogéneo". Laproducen los economistas, los sociólo~os, I?Sa~stra­dores de empresas y los divulgadores dentíñcos (PIenso enlos escritos de A1vin lbIDer)17. La historia es aprehendida entérminos dicotómicos, como si nos halláramos en el umbralde una nueva era, de una "tercera ola". Para este tipo deóptica, el pasado habría sido uniforme, unívoco, privile­giando los "grandes relatos", y encontra~a~l presentese caracteriza por la diseminación de las diferencias, por los"pequeños relatos", por la multiplicidad de identidades.Aplicada al mercado, esta visión optímísta~ lo ~omo­géneo al fordismo, a la producción en.se?e y m~lva, yasimila lo heterogéneo, lo diverso, al capitalismo flexible deeste fin de siglo. El mundo actoal seria múltiple y pluralDiferenciación y pluralismo se convierten así en términosintercambiables y,lo que es más grave, ambos se funden enel concepto de democracia. En esta operación mental.hayalgo de ideológico. Se trata, primero, de una falsedad histó­rica. No cabe duda de que las sociedades modernas son másdiferenciadas que las formaciones sociales anteriores, ciu­dad-Estado, civilizaciones, tribus indígenas. El proceso dediferenciación, vinculado a la división del trabajo, es intrín­seco a la modernidad. Pero no hay que olvidar que, desde elpunto de vista civilizatorio, la divers~dad existente antesdel siglo xv era ciertamente más amplia que la que hoy ro­nocemos.lnnumerables culturas, lenguas, economías-mun­do economías regionales, costumbres, desaparecieron en elmovimiento de expansión del colonialismo, del imperialis­mo y de la sociedad industrial. A veces me da la impresiónde que el discurso sobre las diferencias lidia dificilmente conesos hechos. Ante lo inexorable de la modernidad-mundo,

17 Alvin Toñler, The Third Wawe, Bantam Books,Nueva York, 1980.

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hay que imaginar el pasado como si representara eldominiode la indiferenciación y de la uniformidad. 'Ial vez podrfadecirse del mundo contemporáneo lo que Maxime Rodin­son J,',?ndera en las sociedades islámicas de algunos siglosatrás 8. Las especificidades religiosas, en el caso de la convi­venda del islamismo con el judaísmo o el cristianismo en unmismo territorio, lejos de ser parte de un cuadro de tole­rancia (como dicen algunos historiadores), eran parte de un"pluralismo jerarquízado". O sea, la diversidad se ordenabasegún lasrelaciones de fuerza dictadas por el código islámi­co. Las idiosincrasias del mercado o de las identidades noexisten en tanto "textos" autónomos, sino que participandeun "pluralismo jerarquizado", administrado por las instan­cias dominantes en el contexto de la modernidad-mundo.

Cmno corolario del argumente anterirn; puede decirse quelas H diferencias" también esconden relaciones de poda Porejemplo el racismo, que afirma la especificidad de las razaspara seguidamente ordenarlas según una escala de autori­dad y poder. Por ello, es importante comprender cuándo eldiscurso sobre la diversidad oculta cuestiones como la desi­gualdad. Sobre todo cuando nos movemos en un universodonde la asimetría entre países, clases sociales Yetnias no sepuede argumentar. La imagen según la cual el mundo sería"multicultural" y estaría constituido por un conjunto de"voces" (imagen muy corriente en los organismos internacio­nales tipo Unesco) no es satisfactoria. El lema de la "unidaden la diversidad" (hoy en día común entre quienes se refie­ren a la Comunidad Europea) puede ser un lenitivo cuandose enfrentan problemas para los cuales todavía no hay res­puestas, pero su validez sociológica es sumamente dudosa.Durante todo el siglo XX esta frase estuvo a la orden deldía en las élites latinoamericanas. Lo mestizo, lo sincrético(ahora, con el posmodemísmo,volvemos a una apologíadel

18 Maxime Rodinson "La notion de minorité el l'IsIam" en L'ls/am: poli­tíoue et croyance, Fayard, París, 1993.

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mestizaje), se convierte en sfmbolo de la superación de losantagonismo sociales. Porello, un autor como Gi1bertoPrey­re puede aprehender la historia brasileña en términos de"democracia racial". El país seria elproducto del cruce ar­mónico, de la acu1turación de europeos, negros e índíos".La diversidad étnica se expresaría al unísono en la unidadnacional. El inconveniente es que esas "teorías", que no sonnecesariamente brasileñas pues se han difundido por todaAmérica Latina, omiten precisamente el contexto en el quese da la interacción cultural. Fundadas en una perspectivaculturalista, retiran toda H diferencian de la historia, deifi­cando a los individuos en una visión idílica de la sociedad(o sea, conveniente para las élites domínantesj", La desi­gualdad puede ser entonces absorbida en tanto diferencia,y se anula ante la contnbución especifica de cada una de laspartes.

Dentro de la perspectiva que estoy planteando, el mundodifícilmente podría ser visto como un caleidoscopio -metá­fora utiliza con frecuencia por varios autores-, un instru­mento en el cual los fragmentos coloreados se combinan demanera arbitraria en función del desplazamiento del ojo delobservador. Perolas interacciones entre diversidades no sonarbitrarias. Se organizan según las relaciones de fuerza quese ponen de manifiesto en situaciones históricas. Existeordeny jerarquía. Si las diferencias son producidas socialmenteello significa que, al descuidar sus sentidos simbólicos, que·

19 GiIbertoFreyre,~do BmOl, J"" OIympW,RfodeIereíro,1941.20 Es interesante notar que la antropologfa culturalista norteamericana

tiene un papel importante en el proceso de construcción de las tmé­genes nacionales. Esto no ocurrt6 sólo en América Latina. donde losestudios de Herskovitz, Robert Redfield, Margaret Mead YRuth 1Je..nedict ejercieron graninfluencia. 1..0 mismo ocurrt6 en Japón- El cul­turalísmo presentaba un conjunto de conceptos apropiados para laelaboración de la "diferencia nacional". Al respecto, consultar HarumiBefu, "A critique of the group model of Japanese Society" en SociIIlAnaIysis Vol. 5, No. 6, 1980.

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darán signadas por los intereses y conflictos definidosfuera del ámbito de su círculo interno. Dicho de otra mane­ra, la diversidad cultural es diferente y desigual porque lasinstancias Ylas instituciones que las construyen tienen dís­tintas posiciones de podery de legitimidad (países fuertes opaises débiles, trasnacíonales o gobiernos nacionales, civili­zación n occidental" o mundo islámico, Estado nacional ogrupos indígenas).

7. Enel contexto de la modernidad-mundo hay una institu­ción social que adquiere un peso desproporcionado. Merefiero al mercado. Se trata de una instancia no sólo econó­mica, como suelen imaginar loseconomistas, sino tambiénproductora de sentido. Lejos de ser homogéneo, según pen­saban los teóricos de la comunicación masiva, el mercadocrea diferencias y desigualdades". Basta ver el universo delconsumo y de los estilosde vida. A través de los objetos con­sumidos, los individuos expresan y reafirman sus posicio­nes de prestigio o de subordinación. El consumo requieredispombilidad financiera y capacidad de discernir (hayrunaeducación para el consumo). Las marcas de los productosno son meras etiquetas, agregan a los bienes culturales unsobrevalor simbólico consustanciado en la griffe que lo sin­gulariza en relación con otras mercancías. Yo diría, en lostérminos sociológicos de Bourdieu, que el mercado es fuen­te de distinción social y refuerza la separación entre gruposy clases socíalesf. Se redimensíona así lo que se entiendepor valor cultural-sobre todo al tratarse de las industriasculturales. Al tener el mercado una amplitud globalízada,desplaza a las otras instancias de legitimidad que conocía-

21 Para una discusión acercadel concepto de masa y su inadecuación alentendimiento de la problemática de la mundíalízacíón de la cultura,ver. R. Ortiz, "Cultura, comunícacao e massa" en Um Outro Território,op. cit.

22 Pierre Bourdien, Úl distinctron, Minuit, París, 1979.

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mos, por ejemplo el gran arte o las tradiciones populares.Establece por tanto una jeran¡uización entre las diversas pro­ducciones culturales, garantizando un lugar destacado paraaquellas que se ajustan a su lógica. Por ello, cualquier discu­sión acerca de la diversidad que deje de lado este aspectomercadológioo resulta inocua. No es que la cultura se hayaconvertido en una mercanda (no creo que este concepto seaplique a los universos simbólicos, excepto como metáfora).Sin embargo, en el conjunto de relaciones de fuerza mun­dializada, debido a los intereses el) juego, el mercado cultu­ral adquirió una dimensión de la que no disfrutaba hastaentonces. Para aquellos que discuten acerca de la integra­ción, sobre todo en el marro de una política de formación debloques [Iratado de Ubre Comercio de América del Norte[Tkan], Mercosur, Comunidad Europea), es crucial que eldebate vaya más allá de los intereses económicos inmedia­tos. De no ser así.. el marco de reflexión quedará atrofiado..circunscrito a los temas legitimados por el statu quo.

8. En un mundo globalízado, la diversidad cultural debe serconsiderada desde un punto de vista cosmopolita. Sólo unavisión universalista puede valorar realmente lo que llama­mos"diferencia". Querramos o no, ello exige que se relativi­ce la manera como se solía considerar la cultura nacionalLos ideales de la Dustración europea preconizaban que 10universal se realizaría a través de la nación. Libertad, igual­dad Ydemocracia fueron principios que orientaron el surgi­miento de las naciones (lo digo a sabiendas de que nunca serealizaron completamente). La propia lucha anticolonia­lista se fundamentaba en esas premisas. Para existir comopueblos lfbres, los países colonizados tuvieron que rompercon la metrópoli y constituirse en naciones independientes.Mientras tanto, la relación entre la nación y 10 universal serompió. La modernidad-mundo replantea el problema so­bre otras bases. Ante el surgimiento de una sociedad globa­lizada.. la nación pierde su preeminencia para ordenar las

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relaciones sociales. Su territorio es atravesado por fuerzasque la trascienden. Las formaciones nacionales se eonstítu­yen ahora en diversidades (y no en punto final de la~na. comoquerían 106 pensadores del siglo XIX), k> que significaque las culturas nacionales adquieren un peso relativo. Pa­san a ser consideradas en el ámbito de las otras diversidadesexistentes.

Sé que la historia del universalismo encierra numerosospercances. De la razón Instrumental, como decía Adorno, aletnocentrísmo arrogante. No siento predilección ni nostal...gia alguna por ese presente/pasado de la "razón occidental"(asociar la idea de razón a la de accidentalidad es un tour deforce eurocéntríccc al igual que en los departamentos de filo­sofía se sustenta el mito de la raza griega como punto deorigen de todo pensamiento racional, dejándose de lado lariqueza de otras culturas: china, árabe, india"). Lo universalno existe en abstracto.. especie de a priori. kantiano roya pre~

sencia sería inmanente a la mente humana. Las sociedadestuvieron que sufrir profundas transformaciones para quepudiera expresarse la universalidad el pensamiento. Unade ellas fue el advenimiento de la escritura. Talcomo lo re­calca [ack Goody, la escritura hizo posible para las culturasun grado de abstracción y de trascendencia que les permitióescapar a las imposiciones locales (de los dioses,los poderesy las creencíasj". Por ello.. Weber considera como uni­versales las religiones que se fundamentan en textos es­critos: budismo.. confucianismo, islamismo, bramanismo,cristianismo. Al igual que las "diferencias" lo que calificamoscomo universal siempre se sitúa históricamente. En estesentido, el debate sobre el universalismo tampoco se reducea una posición teórica.. a un juego de argumentos contra­puestos a otros (al relativismo, por ejemplo). Las instituciones

23 Ver Samir Amin, L'Eurocentrisme, Anthropos, París, 1988.24 Iack Goody, A lógiaJ da escrita e a organiza9i0 da sociediuIe, EdicOes70,

Lisboa, 1986. Consultar también Walter J. Ong, Ondidad Yescritum:tecnolngias de Is palsbra,. Fondo de Cultura Eoonómica, México, 1987.

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sociales, ya sean las religiones, los Estados, o las trasnacio­nales, llevan en sí elementos de universalidad (religiosa, po­lítica o mercadológica). No obstante, aun admitiendo quelo universal sea un constructo histórico (muchos filósofospiensan de otra manera), no puedo dejar de comprenderque ésta es la única vía posible para dar cuerpo a los idealesde libertad y democracia. Sólo una perspectiva cosmopo­lita puede afirmar, por ejemplo, el derecho de los pueblosindígenas a poseer sus tierras. Al reconocerlos como dife­rentes y no iguales [lo cual es distinto a desigual), debido alos ideales anteriores les atribuyo una prerrogativa de dere­cho. Así, no estoy refiriéndome al universal colonizador denuestros antepasados. Sólo una perspectiva cosmopolita mepermite criticar la pretensión del mercado de constituirsecomo única universalidad posible. En nada avanzamos con­siderando la categoria "totalidad" como un anatema (una se­ñal de totalitarismo). Históricamente las tidiferencias" sólopueden existir cuando son reducidas por fuerzas integrado­ras que las engloban y las rebasan. Independientemente deque lo consideremos como perversión o realización del "pro­yecto de modernidad", el mercado trasciende, por su di­mensión planetaria, las fronteras y los pueblos. De ahí suvocación para constituirse en un "gran relato", o sea, undiscurso donde la universalidad sólo es conveniente paralos grandes grupos económicos y financieros. Porello, el de­bate sobre la diversidad cultural tiene implicaciones políti­cas. Si queremos escapar a la retórica del discurso ingenuo,que se conforma con afirmar la existencia de las diferenciasolvidando que se articulan según diversos intereses, hay queexigir que se les den los medios efectivos para que se ex­presen y se realicen como tal. Es un ideal político que nopuede evidentemente circunscribirse al horizonte de tal ocual país, de talo cual movimiento étnico, de tal o cual"diferencia". Incluye una sociedad civil que va más allá delcírculo del Estado-nación, y que tiene el mundo como esce­nario para su desarrollo.

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CIENCIAS SOCIALES, GLOBALIZACIÓNy PARADIGMAS·

Pensar las ciencias sociales requiere una atendón redobla­da en relación con el pasado y el futuro, una preocupaciónconstante con la tradición y los cambios. Digo redobladapuesto que las transformaciones recientes nos fuerzan aconsiderar de forma radical y sistemática los problemas quenos envuelven. No es porque estamos en el final del sigloque eso se hace necesario. A no ser que creamos en las pro­fedas milenarístas, lo que seria desastroso para un científicosocial, los periodos históricos sólo tienen un valor relativo.En realidad, las ciencias sociales tienen una historia ya con­solidada, a pesar de que mucho de lo que se haga en laactualidad nos parezca insuficíente. De ahí la aparición deestudios, de diagnósticosque seproponen su restructuracíón,como es el caso del informe patrocinado por la ComisiónCulbenkían'. A pesar de ser incompleto -no es fácil haceruna evaluación en escala tan amplia y abarcar institucionesacadémicas de diversos perses-, el informe es atrayente alcultivar una actitud abierta en relación con los impases con­temporáneos. Sin embargo, considero que, en este movi­miento de repensar, se deben evitar dos actitudes: una, másconservadora, tomar los"clásicos" como fundadores de unsaber acabado, lo cual nos conduciría necesariamente a unacristalización del pensamiento. Recuerdo que cuando Webercontrapuso la ciencia (independientemente del peso atri­buido al término) al arte, tras enumerar algunos puntos comu­nes entre ellos, señalaba un aspecto singular del universocientífico: la experimentación racional Esto significa que el

• Traducci6n: Carlos Eduardo Cortés Sánchez.1 O:mtisiónGuIbenkian (presidida por lmmanuel WaI1erstein), PtlT/l Abrir

asCiendtls SocúDs. San Pablo, Cortez, 1996-

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trabajo científico, en confrontación constante con la rea1i;dad, se encuentra íntimamente ligado a la idea de p~greso(lo cual no ocurre propiamente con el mundo artístico). Porlo tanto, hay una acumulación de conocimiento que condu­ce por obligación a un cierto "envejecímíento" de.10 que fueproducido. Las ciencias sociales, con todas las dificultadesque las rodean, y son muchas, no deben ser pensadas comouna suma cero de experiencias. Por el contrario, "conoce­mos más", de hecho, sobre muchos aspectos de las diversasformaciones sociales (basta ver el conocimiento acumuladopor los antropólogos sobre las sociedades primitivas). Conrespecto a la historia antigua, Finley dirá que no sólo evolu­cionaron elvolumen de datos y las técnicas, "de manera ine­vitable todo historiador sufre por ignorar lo que ocurrirádespués de él 'Ibdo historiador, incluso el más mediocre,tiene, por tanto, una experiencia histórica más grande ~ela de sus predecesores, por más destacados que h~yan Sido.Eso es una perogrullada, pero una perogrullada importan­te,,3. Por supuesto, no se trata de descalificar a los "clásicos"(Weber, Marx, Durkheim, Malinowsky, Mercel Mauss, etc.).No me cabe duda de que en muchos sentidos ellos siguensiendo actuales (no es posible discutir el capitalismo sin re­ferirnos a los escritos de Marx). Sería insensato volver a laquerella entre"antiguos" y "modernos", ~omo.sies~dispu­ta entre eruditos del siglo XVII aún tuviera Vlgenaa entrenosotros'. Pero de nada serviría sacralizar un tipo de litera­tura como si ontológicamente contuviese el comienzo y elfinal de todo argumento sociológico.

La actitud contraria sería imaginar que "todo cambió",que los tiempos actuales, flexibles, exigirían una ciencia so-

2 Max Weber, 'Le métier el la vocation de savant". en le Sauant el laPolitiqueo Parfs,Ed. 1MB, 1963. ..' ,. .

3 M. L Pmley, "El 'progreso' en la historiografía , en HlStóriIl Antigu. SanPablo, Martins Pontea, 1994. p. 5. . .

4 Sobre la discordia entre antiguos y modernos ver Robert Nisbet, Hts­tory of theIdeaof Progress, Nueva York, Basic Books, 1980.

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CIENCIAS SOCIALES, GLOBAUZACIÓN y PARADIGMAS

cial radicalmente distinta e incompatible con lo que se veníapracticando hasta ahora. Una percepción que predomina enlas discusiones sobre la "crisis de paradigmas". En este caso,la idea de "revolución epistemológica" se vuelve prevale­ciente. Nuevos paradigmas, asociados a temas como la pos­modernidad o la globalización, vendrían naturalmente aocupar el terreno infértil del pensamiento tradicional. El ín­conveniente en este tipo de interpretación es que la idea derevoluciones sucesivas es pococonvincente, como si ron cadaestancamiento teórico o con cada descubrimiento tecnológi­co despuntase una transformadón equivalente en el planoanalítico. Razón tiene Bourdieu ruando dice que el campodel pensamiento dentffico apenas pasa por una revoluciónsustantiva, que él denomina "inaugural'", Esd~ cuandoel pensar se constituye propiamente como científico y sehace autónomo de las influencias externas al orden explica­tivo del campo. Para el caso de las ciencias sociales, ello ha­bría ocurrido durante el siglo XIX (volveré sobre este punto)ruando se institucionalizaron como disciplinas legítimas. Apartir de entonces, los cambios dejan de ser -manteníendola imagen anterior- revolucionarios; en realidad se trata desecuencias que se inscriben dentro de los cánones previa­mente establecidos. Por eso el término revolución es impro­pio, pues lo que se pretende aprehender se integra muchasveces al movimiento de la "revolución inau~al",acto fun­dador del propio campo del conocimiento. Cualquier ba-

5 P. Bourdieu, "O Campo Oentffico", en Renato Ortiz, Pierre Bourdieu.San Pablo,Ática, 1983.

6 En la literatura contemporánea se usa el término "revolución" en for­ma excesiva e imprecisa. Se habla de revolución tecnológica, comuni­cativa, paradigmática, como si en verdad estuviéramos viviendo unanueva era. Lasmetáforas alcanzantal grado de exageración que elgu­nos autores acuden a imágenes nústicas para describir la nuevacondición de la humanidad. McLuhan y B.R. Powers hablan, porejemplo, de la "era de Acuario". Ver TIre G100al Village, Oxlord, OxfordUniversity Press,1989.

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lance que llegue a hacerse sobre las cie~~ .sociales d~betener en cuenta la existencia de una tradídón mtelectual m­corporada a las diversas instituciones académicas. El pasadoes presente y se manifiesta en el arsenal de conceptos ~onlos que operamos, los tipos de investigación que realiza­mos, la bibliografía escogida, las técnicas empleadas, et~.

Sin embargo, los cambios ocurridos son profundos. Feti­chizar el saber tradicional equivaldría a confinarnos a unapostura conformista y a dejar de percibir aspectos que ;>d­gen un tratamiento nuevo y diferenaad~. La graaa está enentender la tradición como punto de partida, suelo en el queenraizamos nuestra identidad, pero sin volvernos prisio­neros de su rigidez. Comprenderla es, pues, superarla: ~arcontinuidad a la constitución de un saber que no es estático

ni definitivo.Hacer ciencias sociales, hoy como ayer; implica confrontar

una serie de problemas recurrentes, cuestiones que r~~pa­

recen sin cesar, como si no pudieran resolverse definitiva­mente. No creo que eso se deba a una debilidad intrínsecade las ciencias sociales, un argumento obligatorio cuandolas comparamos con las "ciencias exactas". Esta obsesión de'contraponer el saber de las "humanidades" al de las llama­das dencias "duras" me parece un despropósito, una preo­cupación insólita y dislocada en el tiempo ~~~izás tuvorazón de ser durante el siglo XIX, cuando el positívísmo com­tiano buscaba ser reconocido a cualquier precio). No se tratatanto de definir qué se entiende por objetividad en las ~e~­ciasde las sociedades (por supuesto, ella tiene su especiñci­dad), sino de reconocer que la recurrencia de ciertos dilemases un aspecto definitivo de la disciplina. Lejos de ser unafalla, un equívoco para que el formalismo metodológico co­rrija, ellos persisten, atraviesan el tiempo porque son partede su "esencia", de su "estructura". El primero de ellos serefiere al sentido común. Sabemos que la constitución delobjeto sociológico requiere una ruptura con el sentido co­mún; al fin Yal cabo esta es una de las primeras reglas del

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CIENCIAS SOCIALES. GLOBALlZACIÓN y PARADIGMAS

método al que se refería Durkheím". Una tarea dificil puesson varias las dimensiones que envuelven al investigadoren la construcción de su objeto: ideología, moral, subjetiyj.;.dad. (Por ejemplo, cuando se estudia un tema como la vio­lencia es difícil controlar el discurso analítico y mantenerloexento de un juicio moral que (l priori ya contiene una con­dena del acto violento que se busca comprender). Las cien­cias sociales operan "muy cerca" de la realidad, su lenguaconceptual es la misma que comparten los demás ciudada­nos. La escritura del texto, producto final de nuestra refle­xión, se hace con las mismas palabras y nociones usadas porla persona común. Para tener un control verdadero sobre loque se está diciendo se necesita establecer una distancia, unextrañamiento en relación con el dato inmediato y la formacomo lo articulamos en su versión interpretativa. La artesa:"nía intelectual exige al investigador una capacidad detn­ventiva para producir artificios que lo retiren del mundoreal. Es en este juego de cercano/distante que ejercemos loque Wright MilIs llamaba imaginación sociológica', No hayun universo garantizado de la gran Ciencia, como pensabanmuchos autores (y no sólo los positivistas) del siglo pasado.Un espacio que existiría en sí y por sí, independiente de lospracticantes que lo hubieran construido. Por eso la idea de"ruptura epistemológica" acuñada por los historiadores dela ciencia (pienso en Bachelard) se aplica mal al dominio delas ciencias sociales (y no por causa de una interpretacióninfeliz del marxismo hecha por Althusser). Ella presuponela existencia de una barrera definitiva, de un foso que separael sentido común del radocinio científico. Esto es válidopara disciplinas como la física y la química. En las ciencias

7 Un texto que trata este aspecto de manera inteligente es elde P. Bour­díeu, J. e. Passeron, J.e. Chamboredon, u Métier de SocioIogue. Pa­rWLa Haya, Mounton, 1973. (La edición española es de Siglo XXI, bajoel título moficW de 6OCi6logo) N. del T.

8 Wright MilIs, La imaginación sociol6gica, México, Fondo de CulturaEconómica, 19'7'1.

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sociales los límites son tenues..deben ser permanentementereconquistados para que existan. Con cada investigación,con cada reflexión, este paso inicial debe ser reconstruido,retomado (no es raro encontrar un gran autor que ensu pró­ximo texto se pierde porque "bajó la guardia" de su vigilanciaepistemológica). En consecuencia, todo cambio que llegue­mos a discutir debe ser pensado dentro de estos parámetros.El advenimiento de una sociedad posmodema, pos-indus­tria1, flexible, no cambia esas cosas en nada.

El segundo aspecto se refiere a la historicidad del objetosociológico. En las ciencias sociales no es sólo el observadorquien interfiere en el proceso de observación, el propio ob­jeto siempre se sitúa en un contexto histórico determinado.Esto tiene varias implicaciones. La primera es que el gradode universalización de la explicación en las ciencias socialeses necesariamente restringido. La critica de Passeron al idea­lismo científico de corte popperiano es, a mi manera de ver,decisiva, Cito al autor: "en la medida en que la investigaciónsociológica logra producir inteligíbilídades, procede porsenderos teóricos que siempre se reinician porque nuncason separables por completo de la literalidad de los enuncia­dos que le confieren sentido a sus construcciones unilatera­les. Por tanto, está condenada a un uso móvil y alternativode los conceptos dictados por su proyecto de elaborar perfi­les comparados de relaciones y sistemas de relaciones,,9.

En otras palabras, es imposible partir de una teoría gene­ral deductiva, es decir; de una serie abstracta y coherentecapaz de "deducir" la realidad, pues la "literalidad de losenunciados" amarra el análisis al contexto de enunciación.Un ejemplo: la idea de "ley", tan en boga en el siglo pasado.Una "ley" deberla ser una explicación que aislase elementosatemporales que en principio podrían ser estructuralmentearticulados. Cada uno de estos elementos constituiría, en­tonces, un nodo de una cadena explicativa. La idea de "ley

9 }eanClaudePasseron..o Radocínio SocioWgiro. PetrópoIis, vcees,1995, p.40.

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sociológica" presupone, por tanto, que los hechos socia1essean tr~tórioos,lo que ciertamente no es verdad. DeaIú la dificultad de establecer explicaciones genéricas quemvolucren de manera simultánea formaciones socia1esra<fi..calmente distintas corno las sociedades primitivas y las so­cíedades modernas. Este tipo de interpretación, recurrenteen el pensamiento evolucionista (basta recordar las "leyesde los tres estados" en Comte o los escritos de Th.ylor sobrela mente primitiva), olvida que la explicación sociológica estámarcada de historicidad.

No es por azar que autores tan diversos como lean Clau­de Passeron y Oclávio laoni usan imágenes tan próximaspara caracterizar la práctica sociológica. Ellos hablan de lasociología como estenotipia o taquigrafía de la realidad". Laco~par~~n.es sugestiva. Taquigrafía y estenotipia son len­guaJes smtencos, formas abreviadas de enunciación. Ellasapenas n:uene~ algunos rasgos de la riqueza de la lengua,de sus articulaoones y recodos. Las notaciones taquigráficaso estenotfpicas contienen, así, un grado de abstracción quede hecho no está incluido en la amplitud de la lengua. Porser más simples y reducidas ellas ganan en universalización.Sin embargo, dicho movimiento de universalización nuncaes completo; los rasgos de esas escrituras están amarrados ala "literalidad de los enunciados", a los residuos del contex­to. El. pensamiento sociológico es siempre una traducción,algo mtermedio entre el ideal de universalización (que esnecesario) y el enraizamiento de los fenómenos sociales. Porello la noción de paradigma, en el sentido en que la defineKuhn, no es apropiada para caracterizar la naturaleza de lasci~ socíales". Un paradigmaes un referente teórico cuyavalidez se fundamenta sólo en fórmulas abstractas; "entra

10 Ver OctávioIanni. u ASociologianuma época de globaIismo", en Leila C.Ferreira (arg.). A Sociologi¡l no Horizonte de Sécu1c XXI. San Pablo, Boi­tempo, 1997.

11 Tomas Kuhn. La estructura delas revo1ucioru!s científicas. México, Fondode Cultura Económica, 1978.

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en crisis" cuando ya no logra explicar un conjunto de con­tradicciones que nacen en el seno de su orden explicativo.El impulso del cambio provieoe de una necesidad propiadel sistema teórico: al ser insatisfactorio, requiere ser revisa­do. Un paradigma es algo ahistórico, premisa que, con cer­teza, no se aplica a la comprensión de -las sociedades. Enrigor, deberíamos decir: las ciencias sociales no Son paradig­máticas; operan de acuerdo con otra modalidad

12•

La historicidad del objeto sociológico también nos permiteentender los desarrollos regionales y nacionales de las dis­ciplinas. La historia de las ciencias sociales es diferente enlos diversos lugares en que se enraíza. Para evitar un posiblemalentendido, aclaro mi argumentación. No se trata de vol­ver al viejo debate eotre sociología importada y sociologíaautóctona vigente durante los años cincuenta y sesenta en, . oAmérica Latina. Para diversos autores -Ouerreiro Ramoses, en Brasil, un representante de esta corriente de pensa­mícnto-, la sociología debería ser un saber nacional; es decir,un conjunto de métodos y técnicas de investigación adecua­dos a las realidades de cada país. Así se exaltabala existenciade una "teoría nativa" que seria, en principio, superior y ra­dicalmente opuesta a las explicaciones exógenas (para mu­chos una prolongación cultural del colonialismo). Dentro deesta perspectiva habría una ruptura entre"ciencia importa­da", es decir; europea y norteamericana, y"ciencia auténtica"cuya validez estaría confirmada únicamente por su voca-

12 En los debates sobre las ciencias sociales es coman encontrar la si­guiente afirmación: M el marxismo dejó de ser un paradigma a partirde la crisis del bloque soviético"'. Se trata de una aseveración comple-­tamente fuera de lugar, en términos kuhruancs. Si el marxismo fueseun paradigma, lo que efectivamente no es, las transform~ones delbloque soviético, que son de naturaleza histórica, no interferirlan paranada con su vaHdez epistemológica.

13 Cuerreíro Ramos. IntrodllfÍiO entia! d Socio/ogUJ Brasi/eira (reúne ensa­yos escritos durante la década del cincuenta). Río de [anelro, Ed. Uní­ve:rsidade Federal do Rio de [aneím, 1995.

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ción nacionalista. Una forma de pensar que se encontrabamuy marcada por una visión ideológica, pues la sociologfaera entendida como un saber cuyo objetivo central serlala"salvación nacíonaj": un conocimiento al servicio de la reso­lución de los problemas socioeconómicos de cada pals. Estavisión militante carece de sentido por completo. Ya en losaños cincuenta y sesenta muchos autores latinoamericanos(un poco a contracorriente del ardor nacionalista de la épo­ca) la criticaron con raeón''. Losprocedimientos metodoló­gicos son parte de una subcultura científica que trasciendela realidad de los lugares. No existen dos ciencias, ....central"versus"periférica", "occidental" versus"oriental", "burgue­sa" versus "proletaria", como si cada uno de tales comparti­mentos encerrase verdades equivalentes y partícúlares". Elpatrón del trabajo intelectual no está determinado por lasespecificidades naciooales, politicas o de civilización, sinoporvalores y normas acordadas por la comunidad científica.

Sin embargo, la realización de los "ideales científicos" tam­bién se hace en función de los contextos. Los dilemas relati­vos a la historicidad del objeto sociológico no se reducen acuestiones de orden explicativo, como lo considera Passe­ron, también inciden sobre la propia materialización de lasdisciplinas. En primer lugar, en el ámbito de la operaciona­Jización de los conceptos. Una categoría como "burguesía"tiene muy poco de "universal". Seadecúa a una determina­da situación de la historia europea (y no a todos los paíseseuropeos, por ejemplo el Imperio Ruso) pero se encaja condificultad, o mejor, tiene menos poder explicativo cuando se

14 En el Brasil, este papel le correspondió principalmente a FlorestanPemandes. Ver"O padrac cientffico dos sociólogos brasileiros", en ASociologitz 110BrtlBil. Petrópolis, Vozes,1977.

15 Elmismo debate existenteen Latinoamérica se reproduce en el Japón,donde las ciencias sociales, muy marcadas por el nadonaIismo, con­traponen el pensamiento "oriental" aldeterminismo rarionalista "oc­cidenta!'". Ver Peter Dale. TIre Mith of Japtmese Unu,ueness. Londres,Roudedge, 1986.

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aplica a realidades especificas: la comprensión de las oligar­quías latinoamericanas o del sistema estratificado de la so­ciedad japonesa en la era Meiji. Su validez es, por tanto,relativa. En segundo lugar; en relarión con temas fundamen­tales de determinadas discipünas. Por ejemplo: la sociologia.Cuando surge en Europa y Estados Unidos, a fines del sigloXIX, las cuestiones que enfrenta se refieren a las transforma­ciones ocurridas tras la Revolución Industrial Su interés seconcentra en temas como la metrópolis, la fragmentacióndel trabajo, las relaciones anónimas en la gran ciudad encontraposición al cara a cara de la aldea y las comunidadesrurales, la racionalización de la gerencia comercial, etc. EnAmérica Latina, las problemáticas privilegiadas son otras:mestizaje, colonialismo, tradirión rural, impases de la indus­trialización. Un ejemplo llamativo se refiere a la cultura po­pulan En países como Francia e Inglaterra, Su estudio seráprácticamente ignorado por todas las discipünas académi­cas". Relegada por la antropologia, que privilegia la com­prensión de las sociedades primitivas; ignorada por lahistoria, que se vuelca sobre el estudio de los grandes hechospolíticos, marginada por la sociología, que tiende a conside­rarla como un anacronismo del ancien régime, la temática dela cultura popolar sólo encuentraabrigoentre losfolcloristas".Su destino será completamente diferente en un país comoBrasil Debido a su presencia inorultable (tradiciones rurales,sincretismo religioso, diversidad étnica, etc.) se vuelve unasunto de reflexión obligada. Por eso, autores como Silvio

16 Sobre el estudio de la cultura popular en Europa del siglo XIX Y surelación ron la sociología Yla antropoIogia, ver Renato Ortiz. Romin­tiros e foldorisltls. San Pablo,OIho d'Agua, 1992-

17 Hoy es común hallarhistoriadores que habWt de lacultura de los "des­favorecidos",para enfatizaruna orientación de lahistoria"desde ebajo".Pero se olvida que ese tipo de interpretactón es muy reciente. Tan sóloa partir de mediados de los sesenta los historiadores franceses pasana interesarse por la temática de la cultura popular. Ver R. Muchem­bledo CulturePopulaire el Culture des Élites. Paris, Flamrnarion, 1978.

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Romero, Euclides da Cunha y Nina Rodrigues,considera_dos como precursores del pensamiento sociológico brasile­ño, se interesan por la literatura popular, los movimientosmesiánicos y los cultos afrobrasileños. Esos son los ternaspilares del 'pensamiento brasileño' y no las contradiccionesentre clase obrera y burguesía, o industrialización y mundorural. El saber sociológico será, en consecuencia, diver­sificado en función de los lugares de producción del cono­cimiento. A la tradición académica, más dirigida hacia los"métodos", se suma una tradición más regíonalízada, queprivilegia temáticas y autores. Junto a una exigencia propía­mente metodológica (construir el objeto sociológico, elimi­nar las prenociones, etc.) que es universal, es decir, especifica~ ~m:npo de las ciencias sociales, la historia de los lugaresmedirá sobre la producción intelectual Ella imprime un dí­namlsmo, algunas veces indebido por lo muy ideologizado,que se agrega a la historicidad inicial del propio objeto so­ciológico.

•••

En la actualidad se discute mucho sobre el "fin de lasfronteras"; de los territorios nacionales, cuando hablamosde globalización; de la separación entre arte y cultura popu­lar,postulado básico del pensamiento estético en el siglo XIX.Las posiciones posmodernas han enfatizado con insistenciaen los procesos de sincretismo, de mezcla, y con ello sugie­ren una confusión entre los límites establecidos. ¿Habríauna homologación entre este movimiento y el "fin de lasfronteras" enlas ciencias sociales? (pienso en el debate sobrela interdisciplinaríedad y la transdisciplinariedad). Este pa­ralelo es legítimo, y si lo es, zen qué medida?

Primero es necesario entender quésignifica "frontera" paralas ciencias sociales. Un aspecto se refiere a la cuestión de laautonomización del saber. En este punto hay un paralelocon el mundo de las artes. El hecho de que un escritor comoFlaubert sea retomado con frecuencia por autores tan dispa-

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res como Sartre y Bourdieu, es síntométíco", En realidad,"Plaubert" es una metáfora del proceso de autonomizaci6nde la literatura. Cuando él preconizaba la validez del princi­pio del"arte por el arte", su intuición era definir de la ma­nera más precisa posible la esfera del universo artístico. AlrechazarcualquierlllrO típo de ímposícíén.polítíca o mediáti­ca, él pretendía fundamentar las estructuras intrínsecas delcampo artístico (para usar un concepto de Bourdieu) en tér­minos exclusivamente estéticos. O para decirlo a la manerade Sartre, Flaubert inaugura la era en que el escritor escribepara ser leído <es decir, juzgado y apreciado) tan sólo por suspares, los otros artistas, De ah! la distancia que toma en re­lación con los textos politicos de sus antecesores (Voltaire,por ejemplo), y el desprecio que tiene por la literatura fol\e­tioesca poesta a! servicio de los grandes diarios (una formade adecuar la escritura a! éxito público). "Lart pour yart"condensa una reivindicación de autonomía. Lo mismo queocurre con las tiendas sociales. Al principio, ellas se confun­den con las diversas actividades reflexivas existentes: reli­gión, periodismo, poIitica, fi\osofía. Los intelectoa1esdel sigloXIX mezclan moralismo y juicio personal en un eclecticismoque se distancia de cualquier control más sistemático. Poreso Durkheim escribe en la conclusión de Las reglas del méto­do sociológico: "Este conjunto de reg1as... todo este aparato deprecauciones, puede parecer muy trabajoso para una cien­cia que, hasta ahora, requeria de quienes se consagraban aella apenas una cultura genera! y filosófica; Yes verdad queponer en práctica tal método no podría tener por resultadovulgarizar la curiosidad de las cosas sociológicas. Cuando sepide a las personas, como condición de iniciación previa,que se deshagan de los conceptos que suelen aplicar a unorden de cosas, para repensadas con nuevos esfuerzos, nose puede esperar una clientela numerosa. Pero ese no es el

18 J.P. Sartre, L7diotde la ftmri1le. París, GalIiJnard.lm. P. Bounlieu.As&gnrs da Arte. San Pablo, Companhia das Letras, 1996.

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obj~tivo que abrigamos. Por el contrario, creemos que a laSOCIología le lleg6la hora de renunciar a los sucesos munda­nos, por así decir; Y de asumir el carácter esotérico que leconviene a toda ciencia"19. Esoterismo. El término traduceun~inclinaci~Jlaubertíana en el sentido en que las cienciassociales deberían separarse de las imposiciones ajenas al in­terés propiamente "científico". Durkheim actúa así comoun ~tecto;él modela el espacio y crea fronteras que ha­gan viable el desarrollo de un pensamiento exento de lasdemandas políticas, religiosas y mnndanas'" Las fronterasson, por tanto, una condición para la existencia de un saberautónomo. Sin ellas su identidad se desvanecerla.

Otro significado de "frontera" se refiere a la espedaííza,cíón. Pcim';o, disciplinar: historia, sociología, antropologla,cenca política Ahora lo que está en juicio no son las dife­rendas epistemológicas, como las que separan las cienciassociales de la ffsica o del sentido común. En~ el radoct,nio lógico usado en historia y sociología difícilmente podríatratarse de manera diferenciada. Las dos disciplinas com­parten el mismo suelo epistemológico, tiene la misma natu­raleza", El argumento también se aplica a la comparaciónentre sociología y antropología. Haciendo a un lado elob­jeto clásico de la antropología, las sociedades primitivas-hoy una subespedalídad del área-, es poco lo que distin­gue a un sociólogo de un antropólogo. Los temas de interésson Comunes y las técnicas de- investigación, intercam­biables. Sin embargo, las disdplinas producen dominiosa medida que crean su propia tradición. El interés de la histo­riografía por la investigación de archivo orienta a los histo­riadores en determinada dirección. Las discusiones de los

19 Emile Durkheim. As Regms do Métodv SocioMgiro, San Pablo, MartinFontes, 1995,pp. 15()..151.

20 Ver Renato Ortíz, "Durkheim: arquiteto e herói fundador" RevistaBmsi1eira deCiencias Sociais, 4 (tI), octubre de 1989. '

21 VeraesteIespectoJ.C.Passeron. "HistóriaeSociologia:identidadesocia1e identidade lógica de urna disciplina"', en O &ciocínio &xiológiro, op. ciJ.

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clásicos antropológicos -Frazer, Thylor, Malinowsky, Rad­cliffe Brown, Lévi-Strauss- privilegian un determinado tipode lectura diferente de la cultivada por los sociólogos -Par­sons, Merton, escuela de Chicago, etc. Cuando los politólo­gos definen como área de interés los sindicatos, el gobierno,los partidos, los movimientos sociales, esta selección no tie­ne nada de coincidencia1. Proviene de una concepción queconsidera la ciencia política como un universo restringidocuyo objetivo exclusivo sería la comprensión de la conduc­ta política, Así se postula, lo cual es discutible, la existenciade un hommo politicus cuya actuación en la sociedad estaríamoldeada por fronteras seguras, distante de las implicacio­nes de orden cultural, estético o religioso. Las identidadesdisciplinares se sobreponen aun a otros tipos de subespe­cíalízaciones, subdisciplioares (sociología urbana, antropo­logía indígena, poííticas públicas, historia del arte, etc.¡ y deáreas (comunicaci6o, orientalismo, japonologia). Cadauna deellas dirigida a aspectos especíñcos de la realidad social, yase trate de un tema: "10urbano", o una región: "el Oriente".

¿Cómo entender este movimiento de multiplicación defronteras? Un argumento se puede adelantar al retomar lalección inaugural de Max Weber sobre el oficio del científico.La especialización se vincula a la idea de progreso. La acu­mulación de conocimiento se hace a través de un proceso dedivisión del trabajo, como forma de realizar un análisis másdetallado de un determinado fenómeno social. Es en talsentido que Durkheim afirma también que la sociología nopuede ser un saber genérico, sino qúe debe especializarse22

Por eso son importantes las investigaciones emptncas, quepor 10 general se agrupan en torno de las subdisciplinas ylas subáreas. EDas eofocan aspectos específicosque, miradosenelcootex!o de detenninados uoiversos, permiten detaDar Yen­riquecerel análisis. En este sentido,yo diria que la especializa­d6n tiene un valor positivo.

22 E.Ourkheim. A CiincUz Sodsl e ti AQio. San Pablo, Dífel, 1975.

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No obstante, el desarrollo de las ciencias sociales duranteel siglo xx, con la formación de las universidades, departa­mentos, centros e institutos de investigación, caminó en sen­tido inverso. La especialización disciplinar,subdisciplinar ytemática alcanz6 un grado tal que la 'frontera' ciencia aocialse halla comprometida. Es decir, esta delimitación inicial. ,necesana para el desarrollo de un saber autónomo produceen su interior limites que imposibilitan su propia realización.~n movimiento de fragmentación que ya no se dirige a me­Jorar el conocimiento sino al interés de grupos profesionalesque se disputan fondos para investigación y posiciones deautoridad en el campo intelectual23

• Un ejemplo: el orienta­lismo. Se trata evidentemente de un universo en·cuyo interiorse acumulan tesis e informadones de la mayor importanciaQuien desee estudiar el mundo musulmán debe tener en~enta, necesariamente, lo que trabajaron los especialistas.~m embargo, por estar confinadas a límites seguros, un con­Jun~ de preguntas, muchas veces incómodas, pues involu­cran intereses personales e ideologías políticas, dejan de serfo~u1a.das.Por eso un autor como Edward Said dirá que elonen~o se transformó en un "discurso del poder"; estoes,.una ideología que legitima un conjunto de prácticas re­~onadascon elmundo árabe, sin tener. no obstante, lacapa­cídad de dudar de su propio fundamento-'. Algo semejanteocurre en reladón con las disciplinas. La falta de diálogo en­~ ellas no proviene de un impase epistemológico sino quesimplemente expresa el endurecimiento de las fronteras~scip~s.En rigor, la construcción del objeto en las cíen­ces sociales no se vincula a esta o aquella disciplina; no haynada que necesariamente fije de antemano nuestro interése~ tal o cual universo disciplinar. Sin embargo, la tradí­cíón de cada disciplina tiende a predeterminar las pregun­tas,los asuntos, las técnicas de investigación y la jerga usada

23 P. 8ourdieu. Homo Academicus. París Minuit, 1984.24 E. Said. O Orientalismo. San Pablo, Companhia das Letras.

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por los investigadores. Ella nos encierra en una tram~~yafondón es, básicamente, reproducir las certezas adqwndas.Las fronteras alimentan así el conservadurismo intelectual.y no sólo se pierde comunicación (lasdisciplinas dejan de"conversar" unas con otras) sino, sobre todo, en creatividad,poes las cuestiones que podrían plantearse desde un pontode vista transdisciplinar se consideran imgrocedentes desdela perspectiva interna de cada disciplina .

Las discusiones sobre inter y transdisciplinariedad reve­lan, precisamente, este aspecto insatisfactorio del desarrollode las ciencias sociales. Son varios los intentos de evitar losproblemas resultantes de esta fragmentación del trabajo:constitución de núcleos de investigación en torno de temasespeóficos que reúnen investigadores de horizontes diver­sos; programas de formación profesional y de investigacióncientífica que atraviesen las disciplinas; incentivo a la forma­ción pluridisciplinar de los alumnos de posgrado. El infor­me de la Comisión Gulbenkian hace, incluso, una propuestaosada: la obligatoriedad de la doble afiliación departamen­tal para los profesores2h

• Todas esas sugerencias, muchas deellas ya en práctica, tienen sin embargo una dimensión íns­tituci.onal Pero creo que el tema de las fronteras es una opor­tunidad para que reflexionemos un poco más allá de esasconstataciones, en particular sobre el tipo de texto produci­do en las ciencias sociales.

Tomo el ejemplo del ensayo, pensado tradicionalmentecomo sinónimo de.un trabajo incompleto, inmaduro. De ahíla connotación peyorativa que el término "ensayístico" ad­quirió entre nosotros. "Ensayístíco" quiere decir "poco de­sarrollado", "ecléctico", "opinante en exceso". El ensayo secontrapone así a una reflexión más "dura", propiamente ana­lítica, y al trabajo empírico, ambos marcados por referencias

25 Un texto sugestivo que hace una critica pertinente de los impases deun área de estudio, para el caso, la japonologia, es el de tan Reader,"Dowe need morejepenesestudíes orlessr",]apan Forum, 17(1),1995.

26 Para abrirlIS Ciéndas SociDis, op.cit.,p. 146.

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explícitas Y bien delineadas. Revela un texto en el cual elcontrol de lo que se está diciendo se ha relajado. Por eso lorelacionamos con la dimensión más subjetiva de quien es­cribe, lo cual ha llevado a algunos autores a imaginar la es­critura ensayística como una especie de atributo de la venaliteraria del investigador, algo que se contrapone a la "frial­dad" de la razón científica. Podriamos entender esta disputasobre el ensayo, su condena o celebración, como una yuxta­posición de juicios personales, una especie de juego sin finentre posturas incompatibles: "liviandad" versus "precisión",en el caso de refutarlo; N cientificismo" versus "libertad",cuando asumimos su defensa. Sin embargo me interesa su­brayar la razón de este antagonismo. Desde mi punto devista, ella no es fortuita; proviene de una cuestión prelími­nar: la delimitación de las fronteras. En el fondo se discuteen qué medida cierto tipo de.exposícíén se ajustaría o no alas exigencias de un campo del saber. Hay razones históricaspara que esto ocurra. Mucho antes del surgimiento de lasciencias sociales el ensayismo era una práctica común entrelos escritores y los comentaristas de los fenómenos sociales.Incluso se puede decir que se trataba de una técnica exposi­tiva dominante. Basta ver a los intelectuales del siglo XIXparapercibircómo "escribían de otra manera?", Basta familiarizar­nos con una publicación como "Revue de Deux Mondes", enlacual el pensamiento de los articulistas se organizaba al gustode la idiosincrasia de cada uno. Empero no se trata de un estilo

ZJ En mi estudio sobre Francia en el siglo XIX(Culturae Modemidade. SanPablo, Brasiliense, 1992),tuve la oportunidad de leer una serie de autoreshoyprácticamentedesconocidos, que en su tiempo dominaban la escenaintelectual. Cito al azar el monumental trabajo de Georges d'Avenel,Les Mnmismt:s delaVieMndenre. Escrito entre 1862y 1':W, aborda temascomo laalimentación, el transporte,las tiendas de departamentos, la ciu­dad. Diffcilinente su manera de escribir y su composición encajarianen las exigencias propuestas por Durkheim. Como leemos el pasadoa través de los cánones institucionalizados por nuestras disciplinas, aveces tendemos a olvidar que la esa:itura sociológica tuvo que conquis­tar su lugar frente al ensayismo dominante hasta entonces.

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personal, algo peculiar de este o aquel autor, sino de unaforma expresiva que marca el estilo de una época. Hasta en­tonces, puesto que no existían otros parámetros para evaluarlo que se decía, el ensayo podía considerarse como un estiloconvincente. Pero las cosas cambian con la aparición de lasciencias sociales como campo autónomo de saber. Durkheimse levanta contra el eclecticismo de su tiempo, esta manera"mundana" de hablar sobre los acontecimientos sociales,precisamente porque escapaba a una normalización del len­guaje (sé que en las ciencias sociales, dicha normalización essiempre relativa). El antídoto propuesto es la manipulaciónde un lenguaje con más capacidad de controlar elraciocinio.Este eclecticismo del pensamiento, que comienza a ser con­testado en Francia con el surgimiento de la sociología, per­dura en los países periféricos durante buena parte del sigloxx. Ortega y Gasset (no olvidemos que España es un paíssubdesarrollado en el contexto europeo), Gilberto Freyre,Oliveira Viana, son en este caso figuras ejemplares. Lostextos que producen, independientemente del valor quelleguen a tener, son orientados más por la inclinació~ p~so­nal que por la austeridad del pensamiento: ínvestigacíónde archivo, control de las fuentes históricas, abstención dejuicios personales, realización de investigaciones em~íricas,

etc. Ellos escriben en sintonía con un tipo de lenguaje queprescinde de cualquier normatividad disciplinar. Ell~ es po­sible porque la autonomización de las ciencias sociales enlos países periféricos es descompasada de los países cen­trales (Francia, Alemania, Estados Unidos, jnglaterraj". En

28 En el caso brasileño, este proceso de autonomización ocurre en losaños cuarenta y cíncuenta. Ver MA. Anuda, "A soci~logia no ~rasi.l:Florestan Femandes e a escola paulista", en S. Micelli (org.) HlStórUJdiJs Ciéncias Socitlis noBrasil, Val TI, San Pablo, Sumaré, 1995. Sobre elensayismo como lenguaje especíñcc del pensamiento brasileño verElide Rugai Bastos, "'0 ensafsmo dos anos 20 e a fol'llUll;io nacional"',Boldim de InterciimbW, 5 (25), Río de jareíro, 1986.

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Latinoamérica es tan sólo en los años cincuenta que la uni­versidad moderna comienza a consolidarse. La creación decursos de posgrado y de institutos de investigación es aúnmás tardía (data de los años sesenta, setenta y, en algunospaíses, ochenta). La crítica al ensayismo revela, por tanto, lanecesidad de dibujar el horizonte de una disciplina Iodavfadesconocida. Como su contorno es aún vago, se requiereafirmarla con más énfasis y nitidez.

¿Pero, que decir hoy, cuando las ciencias sociales ya tie­nen una historia consolidada? Todavía son válidas esas con­sideraciones. Al tomar la idea de "frontera" en el sentido deespecialización, creo que sea posible imaginar las cosas deotra manera Si uno de los problemas que enfrentamos es lafragmentación del trabajo, la segmentación disciplinar, elensayo podría verse como una artimaña para romper estaausencia de comunicación. Precisamente al no estar "ence­rrado", es decir, fijo a la tradidón de cada disciplina o áreatemática, el ensayo tendría mejores posibilidades de escaparal conservadurismo vigente. No propongo considerarlo comosustituto de la reflexión analítica o de la investigación empí­rica. Eso sería insensato. Ni alimento una visión idilica oquimérica de la escritura ensayística (posmodernos en an­tropología). Tampoco creo que hoy sea posible escribir alestilo de Ortega y Gasset. El eclecticismo de los autores pa­sados fue posible dentro de una situación histórica en la queel pensamiento social se estructuraba de acuerdo con otrosparámetros. Pienso en el ensayo como forma deliberada deproducir un cortocircuito en las barreras impuestas por lasespecializaciones. Deliberada en el sentido de una tarea con­trolada cuyos objetivos son explícitos. Lo cual significa quedebe tener en cuenta el conocimiento acumulado en el inte­rior de dichas especialidades. Negarlo seria desconocer lavalidez de las informaciones, de las ....verdades" depositadasen cada una de ellas ."Viajar" entre las disciplinas y las áreasimplica transitar por las fronteras a partir de los saberes yaconstituidos. Dentro de esta perspectiva, la escritura ensa-

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yística, por trascender las espectalidades, puede funcionarcomo estímulo al trabajo intelectual. Al escapar a la rutinadisciplinar se abre la posibilidad de imaginar nuevas hipó­tesis, proponer cuestiones desde un punto de vista "móvil"y no necesariamente enraizado en los lugares instituciona­les. Preguntas y dudas que, en retomo, podrán tener unimpacto positivo para el avance de las investigaciones reali­zadas en cada una de las especializaciones existentes.

Ahora puedo retomar la pregunta con la que inicié midigresión. Así como los límites nacionales no desaparecencon la globalización; ni la distinción entre arte y culturapopular, con la posmodemídad, así tampoco desaparecenlas divisiones discip1inares. Lo que importa no es tanto su"fin", su decadencia. El trascenderías significa darle al traba­jo intelectual una dimensión en la cual las ciencias socialespuedan realizarse de la mejor manera posible. Contrapesonecesario a los mecanismos de institucionalización y rutiru­zación del saber, de la segmentación del pensamiento y dela reproducción de las luchas de poder en el interior delcampo intelectual.

•••

Si. la historicidad del objeto sociológico nos permitió en­tender la continuidad de un conjunto de problemas en lasciencias sociales, es necesario agregar que también nos abrela posibilidad de pensar en el cambio. Th1 vez uno de losargumentos más fuertes contra el inmovilismo intelectualsea recordar que, por ser histórico, el objeto de las cienciassociales se modifica, a veces de manera sustancial. Comodice Octávio Ianni: HSi las ciencias sociales nacen y se desa­rrollan como formas de autoconciencia científica de la reali­dad social, es posible imaginar que pueden ser seriamentedesafiadas cuando dicha realidad ya no es la misma. El con­trapunto de pensamiento y pensado, o de lógico e histórico,puede alterarse un poco, o mucho, cuando uno de los tér-

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minos se modifica, y más aún cuando se transfigura"". Piensoque tales transformaciones pueden sintetizanle hoy en tomode la temática de la globalizaciún. Por muy impreciso queresulte el concepto, tiene un lado muy positivo: explici1a elámbito del cambio en el mundo contemporáneo. Relacionesde trabajo, economía, corrientes migratorias, produccionesculturales, diversos aspectos de la realidad, son penetradospor un conjunte de fuerzas que reorganizan el marco de lasrelaciones sociales. No se trata sólo de constatare! surgi.miento de nuevos objetos o temas de estudio. Las impfica..ciones abarcan mucho más. Hablar de "sociedad global",de world-.ystem, de "modernidad-mundo" (la varü!dad detérminos significaque no hay todavla acuerdos en cómo ca­lificar esas transformaciones), implica afírmar Ia exiStenciade reladones sociales que ahora hacen parte de una "mega­sociedad", un hecho reciente en la historia de las socieda­des. Hasta entonces, la totalidad trabajada por sociólogos..antropólogos e historiadores, estaba delimitada por fronte­ras esped6cas: la nadún, la tribu, las civilizaciones.En ningúnmomento el análisis presoponla la presenda de una realidaden cuyo interior emergírían relaciones sociales mundia­lizadas; es deciJ; cuya organicidad ya no se definirta en rela­ción con los limites anteriores. El proceso de globalizaciónaltera sensiblemente el objeto de las ciencias sociales. En lamedida que atraviesa, en forma desigual e indiferenciada,.las diversas formaciones sociales del planeta, las clases y losgrupos sociales, es necesario preguntarse por su lógica, porsus nexos estructurales. Una lógica que no proviene de lainteracción de las partes que lo constituyen sino, al contrariolas penetraráy las redefinirá. La unidad de referencia parael análisis SOCIológICO adquiere, así. una dimensión mundía­lizada.

29 Octávio IanniA sociediule Global. Ríode Ienetro,~Brasileira.1992, p. 171.

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La cuestión es cómo calificar esos cambios y en qué formainciden sobre el pensamiento que busca comprender~os.¿Serán los síntomas de un nuevo paradigma? Suele decirseque el "paradigma" de la mode:rndad se agotó, y que esta­mos ante la presencia de otros paradigmas", de la posno­dernidad o la gíobalízacíon. No obstante, me pregunto 51

esta forma de plantear el problema es convincente. en~aspalabras, si es rentable en términos analíticos. Moderrudad,posmodernidad, globalizadón zseran realmente paradigmas?Es evidente que el término ya no se está usando en el IIUS.mosentido de Kuhn. El uso que se le da es ahora"másal~Vo;diría que metafórico. Pero si entendemos por para~aun marco teórico a partir del cual pensaríamos la sociedad,me parece raro confundirlo con lo que~ q~ere pe"nsar. ~imodernidad, posmodernidad o globalizaClón son condi­dones" (para seguir un poco la propuesta de Lyotard"'), esdecir, articulaciones concretas de la realidad, no veo cómoasimilarlas a la referencia teórica que pretende aclararlas. Alfin Yal cabo, una condición es algo de lo que no se puedeescapar, una situación histórica, un contexto en que todosestaríamos inmersos. ¿Por qué identificar el contexto co~ elinstrumento reflexivo que lo aprehende? Por eso prefierodecir: modernidad y globalización no son paradigm~.For­mulo mejor mi afirmación. Si tomo un autor como Simmely su interés por la moda, puedo.enunciar este dat~ en dosformas: a) para Simmel, el paradigma de la modernidad ex­plica el fenómeno de la moda; b) Simmel se interesa por lamoda en la medida que ésta expresa un fenómeno más am­plio: la modernidad. En el primer caso, se asocia la moder­nidad con la idea de paradigma¡ en el segundo, la fraseadquiere otro significado. La moda es sólo un objeto que lepermitirla a Simmel entender un proceso socia1 que le ante­cede. Dicho de otra manera, el autor procura revelar, a tra­vés de objetos heurísticos -la ciudad, la moda, el dínero-ctos

30 J.F. Lyotard, LlCondititm Posmoderne. Parls,Minuit,1m.

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mecanismos de la modernidad. En realidad, dedr que "lamodernidad es un paradigma" nos obligarla a armar la ex­plicación en otra forma Lo mismo puedo decir en relacióncon la globalización. Para nú, en vez de estar ante un para.digma (lo que sitúa el debate sobre "lo nuevo" y '10 viejo"en otro plaoo), 10que importa es reconocer la espeóIiddad.de un proceso social. Entonces puedo buscar los objetosheurísticos -el consumo, las prácticas juveníles.Ias ciudadesglobales, las finanzas- que lo expjjcíten", El hecho de quetales objetos sean mundiales, pero no necesariamente pIa­netaríos, es decir, que tengan una dimensión global pero noabarquen todo el planeta (no todos comen en MacDonald's¡no todos los jóvenes usan jeans; por muy amplio que sea, eluso de la televisión no alcanza una considerable porción dela pobladón humana), resulta secundario. Lo que importaes que contengan articulaciones que expresen aspectos cen­trales del proceso como un todo; desvendarlas escompren­der la condición en que nos situamos.

Ahora puedo retomar mi argumentación. La globali­zaci6n es una situación histórica en la cual las relacionessociales son redefinidas. Para aprehenderlas es necesario re­pensar determinados aspectos de las ciencias sociales. Enrigor, no se trata de un cambio paradigmático (sea o noe1sentido propuesto por Kuhn) sino de nuestra provisión deconceptos que, debido a la propia hístorícídad del objeto,fueron acuñados para dar inteligibilidad a otro concepto. Enel caso de la sociología, la ciencia política y la historia, la re­ferencia al Estado-nación ha sido preponderante. Concep­tos como identidad nedonal, partidos, historia nacional ymodernización, son aplicables en la medida que se postulala nación como unidad integradora de los procesos sociales.Cito el informe de la Comisión Gu1benkian: "Iradícíonel­mente.Jas ciencias sociales se centraron mucho en la noción

31 Ese fue el procedimiento que usé en MunditdiZ/lfiiD e Cullum. San Pablo,Brasiliense,1994.

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de Estado, en el sentido en que era en los Estados donde seiba a buscar los encuadres -supuestamente obvios- dondeocurrían los procesos analizados por las ciencias sociales.Esto fue verdad en especial para quien estudió esenciahnen­te el mundo occidental, es decir, la historia Yel trio formadopor las ciencias sociales nomotélicas (la economía, la cienciapolilica y la sociología). Cierto es que ni la antropología nilos estudios orientales tomaban el Estado como referenciacentral, pero ello se debi6 al hecho de que en esos casos laszonas estudiadas no fuesen consideradas como espaciosafectados por las estructuras sociales modernas, localizadas,por definición, dentro de los Estados modernos. Después de1945, con la irrupción de los estudios por áreas y el conse­cuente ensanchamiento del dominio empírico de la historiaYde las tres ciencias soci.a1es nomotéticas al mundo no occi­dental, dichas regiones no occidentales también pasaron aser objeto de análisis estedocéntrícoe. El concepto de "desa­rrollo" --noción clave en el periodo posterior a 1945-comen­z6 por referirse, antes que todo, al desarrollo de cada Estadoaislado, tomadocomo entidad singular"". Ciertamente, estepunto de partida tenía su validez en el pasado reciente;pero, para el análisis de las sociedades contemporáneasqueda seriamente comprometido. De ahí la necesidad deelaborar un marco conceptual que pueda dar inteligibilidada los procesos que nos rodean. Sin éste, la razón se encuen­tra desprovista ante la realidad. Buenaparte de esta revisiónconceptual ya está en marcha. "Desterrítoríaíízacíént.vglo­balizadón", "'mundializaci6n", "cultura internacional-po­polar", "desencaje", "politicaintemamundial",soncategoriasque buscan articular una nueva comprensión de los fenó­menos sociales. Es verdad que no existe todavía un consen­so disciplinar en cuanto a su uso. Las transformaciones soncomplejas y la tradición académica ejerce muchas veces unpapel inhibidor respecto de su aprehensl6n. Pueden ser in-

32 PIUD tlbriras~ Soci4is. 01'. cit., pp. 116-117.

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cluso in.completas,. pero tienen el mérito de revftahar el¡>ensamiento y de unpulsar la razón cienlffu:a mú all4 desus inhibioones.

Lacon~ de nuevos conceptos nos pennite aun darun paso hacia adelante: construir globalmente algunos denuestros objetos de estudio. Un ejemplo: la juventud. Comofenómeno social puede ser pensada en el interior de las so­cre~ades nacionales -la juventud en Estados Unidos elReln.o Unido o Méxíco-, Una forma más abarcante ~rfaconsíderaría desde un punto de vista comparativo. ll-aspa_sanamos, entonces, los lfmites anteriores, pero permanecé­~osen un plano tradicional de comprensión enlas c:ienciassociales. :ues el análisis comparativo requiere la autonomíade las unidade.s que se van a cotejar, en este caso,las naciO­nes, y en segwda aproximar las convergencias y demarcarlas ~iscrep~s entre ellas. Una propuesta radkalSerfaconsiderar la Juventud como un fenómeno undJal11AdEs eviden~.que deberíamos definir lo que e~tamos etI"::~diendo~,f'ventud"; no se trata de naturalizarun conceptoSOCIOI6gICO , pero subrayo, lo importante es que cuando elpensanu~to se sit6a en esta perspectiva puede presuponerla existencia de estratos juvenlles desterrltorializados para continuación, de manera abstracta, reunidos en tanto ob­Jeto sociológico. Yano serian los paises, las sociedades nado­nal~s, el foco central de la definición territorial, sino unconJ~tode elementos -maneras de pensar, de vestir, de ro­mumcarse, de comportarse- que nos servirfan de paráme­tro. La "juventud" sería, en consecuencia, el cruce de esasmaneras de ser,formas de expresarse cuya dimensión seen­cue~tra mundializada. Este es uno entre varios ejemplosposibles; podríamos imaginar otros, moda, deporte, publici­dad, comunicación, etc. Los temas son arbitrarios, pero in-

33 La critica de 80urdieu a esta tendenda de naturalizadón de los con­cep.tos~ pertinente. Ver"'La jeunesse n'est qu'un moe" I'l.·-tions de~ Parls, Minui~ 1980. ,~-

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sisto, es necesario que la miradadesterritorializada sea elpunto de partida en la construcción del objeto. "Démar­che"M que nos hace pasar del concepto a la investigaciónempfri.ca, abriendo nuevos rumbosal investigador.

Me había referido a las tradiciones regionaJizadas de lasciencias sociales, que se diferenciaban en función de los lu­gares de producción del conocimiento. Ahora pregunt~:

¿de algunamanera, la globalización incide en este moví­miento? Creo que si. No se trata de decir que se agotó eltiempo de las tradiciones. Estoy seguro de que la historicI­dad localízadade los objetos sociológicos alimenta el interésde las diversas disciplinas existentes. Sin embargo, algunastendencias recientes pueden señalarse. Primero, en referen­cia a la"universalización" de los conceptos (lascomillas sondeliberadas). Vimos cómo las ciencias sociales, por estar ím­pregoadas de contexto, tenian dificultad para universalizar­se. Pero, ¿qué decir cuando la situación hist6rica en cuestióntiene una dimensión glohal? El radio de validez de los con­ceptos ciertamente se amplía. La modernidad-mundo esuna condición de la sociedad global, y al convertirse en ob­jeto de reflexión requiere un aparato conceptual que, enprincipio, dé cuenta de su amplitud Pero seria incorrectopensar que los aná\isiS sociológicos podrían ser hoy 'másuniversales" que en el pasado. El estatuto de la explicaciónsociológica, talcomo 10 discutePasseron, permanece idénti­COi no hay por qué imaginar que los cambioshistóricos re­percutirían de inmediatoen la naturaleza de 10 que estáenconsideración. Sin embargo, como nos deparamos con unobjeto que nos perrnea a todos, la cobertura de la interpre­taciónadquiere otraenvergadura. Alampliarse, el contextode la sociedad global define una situación en la que la expli­caciónya no se encuentra 11amarrada" de la mismamaneraa 105 contextosregionalizados. Asísurge un nuevo "lugar",una nueva referencia para el conocimiento: el mundo. De

'" Pase. En ñancés en e! original. (N. de! T.)

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qué manera seráatravesado por las influenciasde las tradi~

clones localízades es una pregunta abierta, pero se tratadeun territorio virtual que reorganiza la formaen que lascíen­cías socia1es se desarrollaron hasta hoy.

Otras implicaciones se derivande este hecho. Privilegiarun pontode vista desterritoria1izado significa lmnarel mundocomo referencia. La mirada que lo aprehende ya no puedequedar fija en determinados espaciosregionales. Se necesitaun esfuerzo que desarraigue el punto de vista del investiga­don Sus lazos, sobre todo su identidad nacional. deben "",,de alguna manera, enjuiciados. Sé que eso es un artificioanalítico; el autor siempreestará tensionado poruna varie­dad de vínculos, pero el explicitarlos nos permite situar laconstrucción del objeto dentro de otros parámetros. En estesentidoes necesario que lasciencias socialesreconozcanquemucho de lo que fue escrito estaha marcado por la geograflade sus articu1aciones. Por ejemplo, en Latinoamérica la ur­gencia de la cuestión nacional tuvo implicaciones directasen el tipo de'epistemología' elaborada por el aná\isiS socio­lógico. El caso de la teoría de la dependencia es ejemplaJ:Incluso podemos situar el eurocentrismo en otro plano.Pocodiscutidoporlos autoreseuropeos y norteamericanos,puesno tieneninterésen explicitar lasbarreras de su propiopensamiento, marca las ciencias sociales desde su origen.No me refiero sólo aleurocentrismo comoideologla,delmodoque 10 considera Samir Amin, un culturalismo cuyas raícesparticularistas son travestidas en el universalismo de la "ci­vilización occídenter'". Sé que esta es una dimensión im­portante de su existencia mítica, aspecto que legitima unavisión equívoca de la historia todavía predominante en elmedio académico. Subrayo la existencia de un eurccentrís­mo conceptua1 que impregoalos análisis y orienta la refle­xión en una direccióncompletamente contraproducente.Un ejemplo: la pregonta zpor qué el capitalismo nace en oco-

35 Samir Amin. F1 Euroc:entrismo: critial deuna idrologW. Méxiro, SigloXXl,1989.

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dente? no es una indagación ingenua. Por un lado, pretendecomprender el surgimiento de un determinado fenómenosocial, el capitalismo, Eso es válido y sugestivo. La respuestapodrá ser o no convincente, por eso los estudios de Max We­ber sobre las sociedades orientales fueron discutidos, y enmuchos puntos refutados, por diversos autores", Sin em­bargo, independiente de la respuesta presentada, se olvidaque la indagación, en su formulación inicial, está viciada. Laidea de "occidente" se postula romo un contrapunto a la de"oriente". ¿Esta oposición binaria entre sociedades y cultu­ras tiene alguna base histórica? ¿Posee validez heurístíca? Esevidente que no. En tanto formaciones sociales diferen­ciadas, difícilmente podrfamos identificar civilización china,mundo musulmán y sociedad india. No obstante, cuandoreflexionamos dentro de un marco dicotómico, ese "tour deforce"37 analítico se realiza sin mucha ceremonia. MaximeRodinson tiene razón cuando dice que nohay oriente, cuan­do miramos la historia de los pueblos no europeos, nos de­paramos con tina diversidad inmensa de sociedades ycívílízacíones'", Nada las unifica bajo un rasgo común. Sinembargo, si el "oriente" es una ficción, deberíamos quitar detal afirmación su corolario: el"occidente" tampoco existe. La"civilización occidental" oelebrada por el culto al progreso ovista con desconfianza por sus críticos, es una quimera ana­lítica. Quimera que aún así tiene Consecuencias en el planodel pensamiento. Cuando preguntamos, "¿por qué el Japóntuvo éxito econ6micor"', suponemos explicilamente que este"éxito" no deberla haber ocurrido. Al fin Y al cabo, por ser"occidental" el capitalismo tendría poco sentido reencon-

36 m trabajo de Maxime Rodinsonesclásico: IslamyCilpibdismo. México,Siglo XXI, 19'73.

37 Acd6n dificil que se Iogra gracias a una habilidad extraordinaria. Entrercés en el original (N. del T.)

38 Maxime Rodinson. UzFasciruztiondel1slam. París, La Découverte, 1989.39 Ver Michio Morishima Ozpitalisme d Conftrimisme· París, FIamma­

rion,1982..

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trarlo en tierras extrañas, No obstante, como la reaJid.adflie,.ga este juicio de valor, es necesario explicar la ront:radia;iónentre la expectativa creada y lo que efectivamente pasó. Rlrlo tanto, la explicación debe reposar en las cualidades intrfII­secas, "excepcionales" de una sociedad particular, IajapO­nesa (una perspectiva que refuerza las inrerpretacionesdecuño nacionalista, tan en boga en la literatura "nDtOllJbl­ron")(O. ¿No seria más interesante abandonar la premisa al\­

tenor y decir simplemente que tanto el capitalismooomo lamodernidad no son "occidentales"? Se trata de procesos quesurgen coyunturalmente enundeterminado lugar deE~pa (pero no en toda ella), aunque desde el comienzo no tíe­nen su lógica determinada sólo por fronteras terrltorIales.Lo cual significa admitir que elementos nuevos de moder­nidad (por ejemplo: el toyotismo) poeden desarroIlérse encontextos diferenciados. ¿Por quévincular el aIlMisis'süeio..lógico a una contraposidón entre'oriente y occideñte, 'romosi las nociones geográficas todavía fueran válidas. para lacomprensión de las relacíones'sodales? Sóló cierto confOr­mismo intelectual, reforzado por la creencia eurocéntrica,justifica tal tipo de actitud.

Un último aspecto puede aún señalarse. La historia de lasciencias sociales no se hace sólo de debates metodo1ógicos ode luchas en el interior del campo intelectual, como las veBourdíeu. Ella destila con sutiIeza una jerarquía que demar­ea!"- posición internacional de aquellos que la produoen. El"lugar" Europa o Estados Unidos tiene un estatuto diferen­ciado en relación con otros "lugares" como Brasil, México,Japón o la India. 'Iodo ocurre como si las reflexiones realiza­das desde contextos regionaies tuvieran menos valor te6rico.Digo desde, pues en el panorama internacional un estudiosobre el Japón o América Latina, emprendido desde Europa

40 La literatura Mnihonjinron" congrega el conjunto de escritos que ex­plican el Japón a partir de un punto de vista centrado en el naciona­lismo japonés.

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o Estados Unidos, obtiene un reconocimiento diferente de10que se dicesobre el mismo terna, pero considerado a par­tir de un punto de vista N autóctono". En tal caso,no dud?que e! mito del eurocenlrismo desempeña su papel con éxi­to. A los "lugares" Europa y Estados Unidos se les atribuyeun valor de universalidad que ciertamente no tienen. Encontraposición, a otras regiones de! globo se les otorga elcalificativo de "local"; en principio, las explicaciones elabo­radas en esos-contextos estarían restringidas a sus fronteras,de forma tal que su validez "universal" queda comprometi­da. Sonvarias las razones para que esta incómoda distorsiónocurra; digo incómoda. pues con dificultad se tematiza enlas discusiones académicas, a no ser como denuncia delrco­Ionialismo cultural". Muy a pesar de que e! eurocenlrismotenga en ello una función legitimadora, se pueden señalarotros motivos. Las ciencias sociales nacen en Europa y Esta­dos Unidos, a fines de! siglo XIX, y generan una tradiciónque se prolonga hasta hoy. No hay que olvidar que el argu­mento rrecersos de ínvestígadén", más abundante en lospaíses centrales, también tiene un papel determinante. Noservirla de nada imaginar el desarrollo de las ciencias socia­les como un universo completamente reflexivo y sin com­promisos, ajeno a su materíaíízecíén en departamentosuniversitarios e institutos de investigación.

No obstante, hay una dimensión que me gustaría recal­car, pues se relaciona directamente con la problemática dela g1oballzadón. Yababia mendonado que los temas funda­mentales de las ciencias sociales en Latinoamérica son dife­rentes de los trabajados por los pensadores europeos. Ahoraagrego otro elemento. En América Latina, particu1annenteen disciplinas como la sociología Yla denda política, la dis­cusión se centró históricaIIlente en torno de la modernidadinconclusa: "ideas fuera de lugar"; "ausencia de una Revo­lución Burguesa"; "formación incompleta del Estado-na­ción"; "inconsistencia en la formación de los partidospolíticos"; "democratización restringida"; "imposibilidad deconsb"uir una cultura ciudadana", etc. Yo diría que una idea

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fundamental permea todos esos temas: la "falta", la "ausen­cía". Pueden enumerarse varias maneras como ellos fueronabordados, pero hay una constante que atraviesa e! siglo,una tecla que siempre nos remite al mismo punto: la identi­dad nadonaj". Es verdad que esta identidad será trabajadaen forma diversificada a lo 1argo de la historia, Yde acuerdocon las inclinaciones teóricas e ideológicas de los autores,pero la preocupación acerca de la pregunta: ¿Quiénes so­mos?, permanece. La temática de la identidad movilíza asfalos artistas (los modernistas de la década del veinte), los po­líticos, los líteratos y los intelectuales. Pero, zqué significaesta ausencta? 1bda identidad implíca la existenda de un re­ferente. El de las sociedades latinoamericanas es la moderni­dad. Por eso,para responder la pregunta"équjénes somos?"teníamos que pasar,necesariamente, por una cuestión pre­liminar: "lo que no somos". La '"faltaN es, precisamente; ladistanda que mide el desfase entre aquello que anhelába­mos ser y 10que en realidad somos. Dentro de esta perspec­tiva, la construcción del objeto sociológico implicaba unanecesidad histórica. Al contrario de los pensadores europeos,para quienes la modernidad se presentaba como un datoobjetivo, los intelectuales latinoamericanos producían estu­dios que osd1aban entre la comprensión de la realídad y e!compromiso con el futuro. Sus análisis se encontraban apri­sionados entre el presente y el porvenir. En este sentido,diría que los dentíficos sociales norteamericanos y europeosdisfrutaban de una"ventaja" frente a sus pares. Elcontexto te­matizado era, al mismo tiempo, objeto de estudio y referenda"universal" para las teorías Y metodologías desarrolladas.Esta "ventaja" situacional desaparece ante la modernidad­mundo. En la medida que todos estamos envueltos en un

41 Sobre la problemática de la identidad nacional en el Brasil, consultar:Renato Ortíz. Cultura Brasi1eim e ldentúIade Nacional. San Pablo Brasi­líense, 1985; Carlos Guilherme Mota. ldaJlogia dIJ CulturaBrasileim. SanPaulo, Ática, lrn7.

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mismo contexto, el pensarlo deja de ser una condición ex­elusiva de "este" o"aquel" lugar. Es posible ir aún más lejosen este tipo de raciocinio. Frente a la globalización, los in­vestigadores europeos y norteamericanos se encuentran encondición semejante a la de los intelectualeslatinoameri­canos ante la modernidad y la construcción de la nación.Ahora ellos están obligados a escribir sobre un tema, peropresionados por las exigencias del presente Yla incertidum­bredel futuro. Poreso, mucho de lo producido sobre laglobalizaci6n viene marcado por el punto de vista europeo-lanecesidad de construcción de la Comunidad Europea- onorteamericano -como equilibrar laposición de unpaisquepierde poder en el seno del orden mundial-e Perspectivasregionalizadas que tienen, sinduda, su validez,así como eldebate sobre lacuestiónnacionalera relevante para los lati­noamericanos, perocuyoalcance no dejade serrestringido.

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