Otros títulos de Walter Riso en Zenith El derecho a … · El respeto por nosotros mismos y por...

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/Zenith p El derecho a decir no Cómo ganar autoestima sin perder asertividad

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Diseño de la cubierta: Departamento de Arte y Diseño, Área Editorial Grupo PlanetaIlustración de la cubierta: Alberto Ruggieri - Getty ImagesFotografía del autor: © Elena Blanco

Otros títulos de Walter Riso en Zenith

¿Por qué tememos negarnos a ciertas peticiones? ¿Por qué nos sometemos ante los deseos de los demás? ¿Pensamos, acaso, que nuestra autoestima es menos importante que satisfacer a los otros?

El derecho a decir no analiza el concepto de la asertividad, sus benefi cios, sus límites y las razones por las que, en general, te-nemos miedo a decir no, como la culpa anticipada y el temor a herir a los demás. De la mano de la psicología y con un lenguaje sencillo pero a la vez profundo, el autor nos lleva a comprender por qué en ocasiones, aun teniendo la opción de no hacerlo, doblegamos nuestro espíritu a las exigencias del entorno.

Debemos establecer una ética personal que separe lo negocia-ble de lo no negociable, el punto de no retorno. El respeto por nosotros mismos y por nuestros valores debe anteponerse a cualquier temor o deseo de agradar.

Walter Riso nació en Italia en 1951. Su familia emigró a Argentina cuando era muy joven. Allí creció en un barrio multiétnico en el seno de una comunidad de inmigrantes italianos. Es doctor en Psicología, se especializó en Terapia Cognitiva y obtuvo una maestría en Bioética. Desde hace treinta años trabaja como psicólogo clínico, práctica que alterna con el ejercicio de la cátedra universitaria y la realización de publicaciones científi cas y de divulgación en diversos medios. Sus libros han cumplido el propósito de crear una vacuna contra el sufrimiento humano proponiendo estilos de vida saludables en distintos órdenes de la vida. El éxito de los libros de Walter Riso es arrollador. Actualmente reside en Barcelona.

Para más información: www.walter-riso.com

BIBLIOTECA WALTER RISO

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no14 x 21,5 cm. - RÚSTICA CON SOLAPAS

SELLO ZenithCOLECCIÓN Biblioteca Walter Riso

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01-07-2015 Marga

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PVP 16,00 € 10126838

11 mm.

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El derecho a decir noCómo ganar autoestima sin perder asertividad

nosotros mismos y por nuestros valores debe anteponerse a nosotros mismos y por nuestros valores debe anteponerse a cualquier temor o deseo de agradar.cualquier temor o deseo de agradar.

Diseño de la cubierta: Departamento de Arte y Diseño,

Para más información: www.walter-riso.com

El derecho a decir no

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No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su in-corporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea éste electrónico, mecánico, por foto-copia, por grabación u otros métodos, sin el permiso previo y por es-crito del editor. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (Art. 270 y si-guientes del Código Penal).Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si ne-cesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra. Puede con-tactar con CEDRO a través de la web www.conlicencia.com o por te-léfono en el 91 702 19 70 / 93 272 04 47.

La primera edición de este libro se publicó en 2002 bajo el título Cuestión de dignidad

Primera edición: febrero de 2009Primera edición en esta presentación: septiembre de 2015

© Walter Riso, 2002, 2009c/o Guillermo Schavelzon & Asoc., Agencia [email protected]© Editorial Planeta, S. A., 2015Avda. Diagonal, 662-664, 08034 Barcelona (España)www.zenitheditorial.comwww.planetadelibros.com

ISBN: 978-84-08-14366-6Fotocomposición: gama, sl.Depósito legal: B. 17.539 - 2015Impresión y encuadernación: Book PrintImpreso en España – Printed in Spain

El papel utilizado para la impresión de este libro es cien por cien libre de cloro y está calificado como papel ecológico.

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ÍNDICE

Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15

PRIMERA PARTE: ENTENDIENDO LA ASERTIVIDAD

¿Qué significa ser asertivo? . . . . . . . . . . . . . . . . . 25Ni sumisión ni agresión: asertividad . . . . . . . 25

Un caso de sumisión . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26Un caso de agresividad . . . . . . . . . . . . . . . . 27Un caso de asertividad . . . . . . . . . . . . . . . . 28Un caso de asertividad en el que la meta

es sentar un precedente . . . . . . . . . . . . . 30La asertividad debe calibrarse . . . . . . . . . . . . 33Cuándo no es conveniente ser asertivo:

contraindicaciones, limitaciones y malosentendidos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37

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Cuando la integridad física puede verse afectada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39

Cuando se puede lastimar innecesariamente a una persona . . . . . . 40

Cuando haya un coste social significativo 42El poder de la asertividad: ¿por qué es bueno

ser asertivo? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45La asertividad fortalece el amor propio

y la dignidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45La asertividad permite una mejor defensa

psicológica y nos hace más seguros . . . . . . 53La asertividad facilita la libertad emocional

y el autoconocimiento . . . . . . . . . . . . . . . . . 54La asertividad ayuda a resolver problemas

y mejorar la comunicación . . . . . . . . . . . . . 55Los derechos asertivos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59

Los derechos son valores . . . . . . . . . . . . . . . . . 62¿Cuántos derechos hay? . . . . . . . . . . . . . . . . . 64Los derechos no pueden desligarse de los

deberes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 66El derecho se hace evidente cuando alguien

traspasa el límite de nuestros principios . . 68¿Qué nos impide ser asertivos? . . . . . . . . . . . . . 71

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SEGUNDA PARTE: CUANDO EL DEBER LLAMA: LA CULPA ANTICIPADA Y EL MIEDO A HERIR A LOS DEMÁS

La culpa y el autosacrificio irracional . . . . . . . . 79«Debo evitar herir los sentimientos de

los demás, aunque viole mis propios derechos» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 83

«Debo asumir y mantener mis obligacionesafectivas, aunque pierda mi individualidad, me exploten o me manipulen» . . . . . . . . . . 91Caso 1: «Va a recaer por mi culpa»

(las mujeres que adoptan a sus parejas) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 92

Caso 2: «Su hija no es más importante que usted» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 97

«Si defiendo mis derechos seré egoísta y me volveré incapaz de perdonar» . . . . . . 101Egoísmo frente a asertividad . . . . . . . . . . . 102Perdón frente a asertividad . . . . . . . . . . . . 107

Conclusiones: Tres principios para contrarrestar la interferencia de la culpairracional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 109El principio de la tolerancia limitada . . . . . . . 110El principio de la prudencia y la deliberación

consciente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 113El principio de la responsabilidad

interpersonal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 114

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TERCERA PARTE: LA ANSIEDAD SOCIAL: EL MIEDO A LA EVALUACIÓN NEGATIVAY A COMPORTARSE DE FORMAINAPROPIADA

El «yo» y los «otros» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 119La vergüenza de uno mismo . . . . . . . . . . . . . . 123

Vergüenza pública (externa) frente avergüenza privada (interna) . . . . . . . . . . 124

Esconderse o atacar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 127Asertividad, autoaceptación y

vergüenza . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 128El miedo a dar una mala impresión y la

necesidad de aprobación social . . . . . . . . . 133La trampa de la prevención . . . . . . . . . . . . 134Asertividad frente a imagen social . . . . . . 137

El miedo a sentirse ansioso y a comportarse de manera inapropiada . . . . . . . . . . . . . . . . 143La trampa de la ansiedad . . . . . . . . . . . . . . 145¿Cuán importante es la forma de

transmitir el mensaje? . . . . . . . . . . . . . . . 153El miedo a las figuras de autoridad . . . . . . . . 159

Conclusiones: Tres principios para contrarrestar la interferencia de la ansiedad social . . . . . . . 167El principio de la aceptación incondicional:

«Soy valioso» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 169El principio de comparar las ideas con la

realidad: «Pensar como un científico» . . . . 172

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El principio de la exposición activa: «Retar el miedo» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 175

EPÍLOGO: UNA GUÍA PARA ORGANIZAR Y «PENSAR» LA CONDUCTA ASERTIVA1. ¿La situación que me impulsa a ser asertivo

es real o es producto de mi prevención o imaginación? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 182

2. ¿Qué siento y cómo me siento? . . . . . . . . . 1823. ¿Es vital para mí responder a esta

situación? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1834. ¿Cuál es mi meta? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1855. ¿Qué consecuencias negativas espero? . . 1886. ¿Tengo alternativas de respuesta claras a

las consecuencias probables . . . . . . . . . . . . 1907. La ejecución del comportamiento . . . . . . . 1928. Autoevaluación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 194

Referencias bibliográficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . 195

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¿QUÉ SIGNIFICA SER ASERTIVO?

Ni sumisión ni agresión: asertividad

Decimos que una persona es asertiva cuando escapaz de ejercer y/o defender sus derechos persona-les, como por ejemplo: decir «no», expresar desa-cuerdos, dar una opinión contraria y/o expresarsentimientos negativos sin dejarse manipular, comohace el sumiso, y sin manipular ni violar los dere-chos de los demás, como hace el agresivo.

Entre los extremos nocivos de los que piensan queel fin justifica los medios y la queja plañidera de losque son incapaces de manifestar sus sentimientos ypensamientos, está la opción de la asertividad. Setrata de una forma de moderación enfática, similaral camino del medio que promulgaron Buda y Aris-tóteles, donde se integra constructivamente la tena-cidad de quienes pretenden alcanzar sus metas conla disposición a respetar y autorrespetarse. Veamosalgunos ejemplos.

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UN CASO DE SUMISIÓN

Mauricio es psicólogo clínico y tiene serios proble-mas con la gestión de sus pacientes. Muchos de ellosno acuden a las citas, llegan tarde o simplemente nopagan. Su secretaria colabora también en el caosadministrativo, ya que es bastante desordenada ypoco eficiente. Mauricio teme el rechazo de la gentey, en especial, quedar mal con sus pacientes. Su carte-ra de impagos es enorme, y aun queriendo hacer algoal respecto, no hace nada. No sólo está inmovilizado,sino que, inexplicablemente, se muestra «compren-sivo» con los clientes desconsiderados. En su interiorhay un volcán próximo a estallar, hay violencia acu-mulada. Es probable que, en algún momento de ira,algunos de sus pacientes salgan psicológicamentelastimados. El comportamiento de Mauricio puedeconsiderarse como no asertivo (sumiso).

Las personas no asertivas piensan, sienten y ac-túan de una manera particularmente débil a la horade ejercer o defender sus derechos. Los pensamien-tos típicos que las caracterizan pueden resumirse así:

1. «Los derechos de los demás son más importan-tes que los míos.»

2. «No debo herir los sentimientos de los demásni ofenderlos aunque yo tenga razón y me per-judique actuar así.»

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3. «Si expreso mis opiniones, seré criticado orechazado.»

4. «No sé qué decir ni cómo decirlo. No soy hábilpara expresar mis emociones.»

Como veremos más adelante, los individuos su-misos suelen mostrar miedo y ansiedad, rabia conte-nida, culpa real o anticipada, sentimientos de minus-valía y depresión. La conducta externa es apocada,poco expresiva, con bloqueos frecuentes, repleta decircunloquios, postergaciones y rodeos de todo tipo.Incluso pueden actuar de una manera diametralmen-te opuesta a sus convicciones e intereses con tal de nocontrariar a los otros. Su comportamiento hace que lagente aprovechada no los respete.

Es importante destacar que la mayoría de las per-sonas tiene algo de inasertivo. No es necesario cum-plir cada uno de los criterios técnicos señalados oestar en el extremo del servilismo para que la aserti-vidad esté fallando.

UN CASO DE AGRESIVIDAD

Lina es una médica famosa por su antipatía. No sóloregaña a las angustiadas mamás por sus «ilógicas»preocupaciones frente a la salud de sus hijos, sinoque incluso amonesta a los pequeños que van a su

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consultorio. Sonríe poco, es seca, habla con dureza ysu tono de voz es áspero. Cuando está discutiendocon alguien, abre los ojos de manera amenazante,gesticula, pierde fácilmente el control y no mide suspalabras. Los colegas reconocen que es una buenaprofesional, pero temen sus reacciones agresivas.Ella piensa que los más fuertes deben imponerse alos más débiles, y que la gente torpe merece ser cas-tigada. Su premisa es demoledora: «Yo soy más im-portante que tú: lo que pienses y sientas, no me in-teresa».

Lina es una mujer agresiva, acaba de cumplir cua-renta y dos años, está casada y tiene tres hijos varo-nes. La creencia que rige su comportamiento es quesus derechos son más importantes que los derechos de

otras personas. Su comportamiento infunde temor,mas no respeto.

UN CASO DE ASERTIVIDAD

Marta ha sido víctima de una suegra entrometidadurante más de cuatro años. Su marido es el menorde ocho hermanos, el único hombre y el consentidode su madre. Cuando supo que se iba a casar, lamujer lloró durante semanas enteras y odió profun-damente a su futura nuera. No obstante, con el pasodel tiempo aprendió a soportarla como a un mal

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necesario. Después de la boda, la suegra de Martacomenzó a vigilar de cerca los intereses de su hijo ya dirigir personalmente los quehaceres de la casa,las comidas, el arreglo de la ropa, la decoración, lasvacaciones, en fin, casi todo tenía que ver con ella.

Marta decidió pedir ayuda profesional, y trasunas semanas entendió que si quería mantener sumatrimonio a salvo, debía ser asertiva con su madrepolítica. Pese a los arrebatos de ira, las pataletas ylas quejas de la indignada mujer, Marta fue capaz deexpresar sus sentimientos sin ser agresiva ni sumisa,

sino asertiva.En una de las tantas intromisiones de su suegra,

Marta le expresó lo siguiente, en tono firme pero cor-tés: «Mire, voy a decirle algo que me está molestan-do desde hace tiempo y quizá por miedo o respetohe evitado decirle. Entiendo que sus intenciones sonbuenas y lo que usted quiere en realidad es cuidar yproteger a su hijo. Mi casa es su casa y tiene las puer-tas abiertas; yo la estimo y siempre será bienvenida,pero quiero que tenga presente que algunos de suscomportamientos me incomodan porque me sientoinvadida en mi espacio y mi privacidad. Mi maridoy yo necesitamos más intimidad y tomar nuestraspropias decisiones. Le aseguro que nunca voy a las-timar a su hijo intencionalmente, confíe en mí».

La mujer reaccionó como lo hace cualquier perso-na no acostumbrada a la asertividad: se sintió pro-

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fundamente ofendida y se alejó indignada. Sólo alcabo de unos meses aceptó ser más discreta y nometerse tanto en la relación de su hijo.

Marta actuó asertivamente. Y aunque es posibleque no lo dijera a la perfección, ya que se puso roja ytartamudeó un poco, logró su cometido: poner a lasuegra en el lugar que le correspondía, lejos de suhogar. No fue sumisa porque peleó contra el miedoy dijo lo que pensaba, es decir, defendió su derecho a la

intimidad. No fue agresiva porque no insultó a susuegra, no le faltó al respeto e incluso hizo énfasisen que la quería. Marta fue digna, pese al coste y a lamanipulación familiar.

UN CASO DE ASERTIVIDAD EN EL QUE LA META

ES SENTAR UN PRECEDENTE

Aunque Marta logró modificar la conducta de su opo-

nente, la asertividad no siempre alcanza este objeti-vo. Hay ocasiones en que es imposible producir uncambio en el entorno. En tales casos el comporta-miento asertivo se dirige a la emoción y no al pro-blema, es decir, a regular el estado emocional me-diante la expresión honesta de lo que nos está ha-ciendo sentir mal. En muchas circunstancias, expiar,decir, manifestar, sacar la vieja información y«derramar» lo que nos mortifica puede ser tan sano

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y recomendable como modificar el ambiente ex-terno.

Los datos disponibles en psicología de la saludson contundentes al demostrar que la expresión delsentimiento de insatisfacción o de ira es beneficiosa,tanto para la autoestima como para el organismo.1, 2, 3

La conducta asertiva no necesariamente debe generarun cambio en los demás, aunque a veces lo logra.Hay que tener en cuenta que la expresión de la pro-pia emoción es importante en sí misma.4

Recuerdo el caso de una joven preadolescente,cuya madre tras haberle dado permiso para ir alcine, se retractó y le dijo que no podía ir. La mucha-cha, que tenía una cita «amorosa» de carácter im-postergable, no tardó en pedir explicaciones por elcambio de parecer de su madre. Después de unintercambio prolongado de opiniones y requeri-mientos por ambas partes, la conclusión maternalfue categórica: «¡No, porque no, y punto!». Antesemejante posición y viendo la imposibilidad deasistir a su cita, la joven se retiró indignada a sucuarto. Al cabo de unos minutos, regresó con unacarta que acababa de escribir y la leyó en voz alta.La misiva decía:

«Mira, mamá, yo soy menor de edad y tú tienes el con-

trol, pero eso no significa que todo lo que tú digas esté

bien, porque después de todo, aunque no lo creas, eres

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humana y puedes equivocarte. No acepto un: “¡No,

porque no, y punto!”. Y a pesar de que no vaya al cine,

quiero que sepas que no estoy de acuerdo con la mane-

ra impositiva en que haces las cosas. Quiero dejar

constancia de la injusticia que se está cometiendo en

esta casa conmigo. Y también quiero dejar claro que,

aunque tengas el derecho a cambiar de opinión, yo

tengo el derecho a que se me den explicaciones ra-

zonables y a discrepar. Dialogar es mejor que impo-

ner. Me quedo sin salir, pero no me gusta lo que ha

ocurrido».

Cuando terminó su discurso, le entregó una copiade la carta a su madre, otra al padre y otra al herma-no menor que apenas sabía leer. Después agregó:«Ya me siento mejor», y se retiró a sus «aposentos»con cara de misión cumplida. La mujer, desconcer-tada y sin saber qué hacer, decidió pedir ayuda.Cuando llegó a mi consultorio expresó así su moti-vo de consulta: «Quiero que vea a mi hija, doctor...Se me está escapando de las manos, está cada vezmás grosera y maleducada... No sé que voy a ha-cer...». Ambas fueron mis pacientes.

Repito: Dejar constancia de la divergencia y expresar

un sentimiento de inconformidad, aunque no genere un

cambio inmediato en el ambiente, es un procedimiento

que fortalece la autoestima y evita la acumulación de

basura en la memoria.

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Es mejor decirlo «aquí y ahora», que tratar desacarlo después cuando el problema ya haya echa-do raíces en el disco duro.

La asertividad debe calibrarse

Muchas de las personas que intentan pasar de lasumisión a la asertividad se exceden de revolucio-nes y caen en la agresividad. No obstante, el meca-nismo pendular sumisión/agresión va asentándosehasta encontrar un equilibrio funcional y saluda-ble.5, 6 Mientras esto ocurre, hay que estar atento.

Sofía estaba casada con un hombre que la maltra-taba psicológicamente. Su motivo de consulta eraclaro y específico: «Quiero hacerme respetar... Mesiento muy mal conmigo misma... Cuando él meinsulta o me aparta, me quedo callada como si yomereciera el castigo... No sé defenderme y, además,creo que le tengo miedo... Me he cansado de aga-char la cabeza... Quiero hacer algo al respecto...».Sofía había dado el primer paso.

Cuando le expliqué los principios de la asertivi-dad y lo que perseguía el tratamiento, los ojos le bri-llaron: «¡Eso es lo que necesito!». Le di un folleto y ledije que tendríamos unas citas previas de evalua-ción para profundizar sobre otros aspectos de suvida. A la semana siguiente regresó con una gran

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novedad: «Doctor, esta técnica es maravillosa. Elsábado por la noche llegamos de una fiesta y élempezó a agredirme verbalmente como hace siem-pre. Yo, de inmediato, me acordé de lo que usted mehabía dicho sobre la defensa de mis derechos. En-tonces cogí un portarretratos y se lo tiré directo a lacabeza... Él se asustó tanto que no hizo nada... Lehice un pequeño corte en la frente... Pero se lo mere-cía... ¡Y todo gracias a usted, doctor!». Me sentícomo un boina verde asesorando a un futuro merce-nario. Ella estaba eufórica y no hacía más que dis-frutar de su «gran momento de asertividad».

A Sofía le ocurrió lo que a muchas personas opri-midas: la acumulación tóxica hizo explosión. Elentrenamiento asertivo había servido de detonantey yo de excusa. Después de una larga sesión pedagó-gica, ella volvió a la realidad: «Usted no fue asertiva,fue agresiva. El objetivo de la asertividad no es lasti-mar a otro, sino defenderse y autoafirmarse, sentarprecedentes de inconformidad e intentar modificarun comportamiento que viola nuestro territorio.Pero, a veces, por más asertividad que usemos, esimposible producir un cambio significativo en laotra persona. En estos casos es mejor recurrir a otrasalternativas. Por ejemplo, si alguien pretende abusarsexualmente de usted, la asertividad no le servirá denada. No está diseñada para actuar contra la violen-cia física, aunque puede ayudar. Frente al supuesto

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violador, el kárate o la defensa personal sería sinduda una mejor opción que la expresión honesta desentimientos. Pero usted agredió físicamente a unapersona que sólo la agredía verbalmente, eso hizoque su posición perdiera fuerza y autoridad moral».

Su réplica no tardó en llegar: «¿Y qué propone us-ted? ¿Debería haberme quedado quieta y dejar queme insultara como siempre?». Le respondí que evi-dentemente no: «De ninguna manera. Usted puedeser enfática, expresar su ira de una forma adecuaday decir que no está dispuesta a seguir soportandoese trato. Independientemente de la respuesta de sumarido, usted habrá expresado y dicho lo que sentíacon pundonor».

Sofía estaba decepcionada con su terapeuta: «¡Va-liente gracia! ¿Y de qué me sirve eso? ¿Usted creeque mi solución es quedarme ahí como si nada?».Entonces le respondí: «Usted lo ha dicho. Hay vecesen que la vida nos pone entre la espada y la pared ynos obliga a tomar una decisión crucial. Usted estáen ese punto de la encrucijada. La asertividad lepermite abrir la válvula de presión y ejercer el dere-cho a la oposición, pero si su marido continúa consu conducta y se niega a respetarla, puede hacer usodel derecho a irse, que es mucho más concluyente queel derecho a la réplica. La asertividad le permiteagotar posibilidades, a la vez que la convierte enparticipante activa, y no pasiva, de la situación.

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Puede partirle un palo en la cabeza o encerrarlo enun armario, pero su liberación debe comenzar porlo psicológico. Usted no debe destruir a su marido,sino al miedo que le impide actuar». FinalmenteSofía se separó. La asertividad le permitió abrir elcamino que va desde adentro hacia afuera.

En otro caso, un joven profesor y abogado se sen-tía agredido por sus estudiantes, quienes se reían asus espaldas, no le prestaban atención en clase y lemandaban notas burlándose de su vestimenta, supelo y su estatura. Algunos de ellos le hacían pre-guntas jactanciosas y otros simplemente lo ignora-ban. Tres veces por semana su adrenalina llegaba altecho y su autoestima al subsuelo. Había comenza-do a tener alteraciones del sueño, ansiedad flotante,dolores musculares e irritabilidad manifiesta.

Cuando mi paciente descubrió la herramienta dela asertividad, sintió un gran alivio: «No soy el úni-co, al fin podré defenderme». Dos semanas despuésllegó a la consulta con paso firme y seguro. Parecíamás alto y su barbilla apuntaba al techo, su porteera arrogante, como los abogados que pertenecen abufetes importantes. Entonces dijo con orgullo: «¡Lamayoría ha suspendido el examen!».

No niego que a veces la venganza pueda hacer-nos cosquillas y provocar en nosotros una risitamalévola involuntaria, pero, como ya dije, la aserti-vidad no pretende hacer una apología de la violen-

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cia. El autorrespeto no se logra destruyendo a losque nos molestan, sino desenmascarándolos convalentía. Y, como vimos en el caso de Sofía, si laasertividad no fuera suficiente, siempre está la alter-nativa de la renuncia digna y valiente. En la terceraparte, retomaré el tema del valor.

El joven abogado, a medida que avanzaba en sutratamiento, lograba calibrar y reajustar las fluctua-ciones de la asertividad hasta encontrar su propioestilo personal. Finalmente, no sin esfuerzo, pudosobrevivir al grupo.

La asertividad es una herramienta de la comuni-cación que facilita la expresión de emociones y pen-samientos, pero no es una arma destructiva tal ycomo entienden los agresivos. Está diseñada paradefenderse inteligentemente. Cuando la ponemos alservicio de fines nobles, la asertividad no sólo seconvierte en un instrumento de salvaguarda perso-nal, sino que nos dignifica.

Cuándo no es conveniente ser asertivo:

contraindicaciones, limitaciones y malos

entendidos

Hay ocasiones en que la conducta asertiva puederesultar objetivamente contraindicada y/o socialmente

inconveniente. En cada caso, el balance coste/benefi-

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cio y los intereses personales marcarán la pauta aseguir. Ser asertivo entraña tomar una decisión; elsujeto debe sopesar los pros y los contras, y resolversi se justifica o no una actuación asertiva (véase la«Guía para organizar y “pensar” la conducta aserti-va», propuesta en el epílogo).

Este proceso de valoración es similar a cualquierestrategia de resolución de problemas7, 8 o de afron-tamiento,9, 10, 11 pero también implica una dimensiónética, es decir, una actuación racional guiada por la convicción personal de que estoy haciendo locorrecto.

Un estudiante de trece años prefirió denunciarpor acoso sexual a uno de sus profesores a guardarsilencio, aun a sabiendas de que su puesto en elcolegio corría peligro. Tras una detallada investiga-ción, el rector expidió una resolución por medio dela cual se expulsaba al joven del colegio por carecerde «espíritu conciliador y religioso». La determina-ción no tomó por sorpresa al alumno y a sus padres,quienes estaban preparados para las posibles conse-cuencias: habían asumido los riesgos y estaban lis-tos para enfrentarlos.

Por desgracia, los acontecimientos cotidianos nosiempre permiten un espacio de reflexión donde demanera consciente y premeditada podamos antici-parnos a los hechos y desplegar estrategias rápidasy eficientes de respuesta. De todas maneras, cuando

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una persona incorpora la conducta asertiva a surepertorio y la ensaya suficientemente, la capacidadde defenderse se automatiza y ya no hay que «pen-sar tanto» antes de actuar. Nos volvemos más ágilesy rápidos a la hora de responder.

La habilidad de discriminación, de saber dónde y

cuándo es recomendable ser asertivo, forma parte detodos los protocolos de habilidades sociales.12, 13, 14

Por ejemplo, decirle al presidente de la empresadonde uno trabaja que tiene mal aliento no sola-mente es imprudente, sino estúpido. Nadie tiene unprincipio «moral» que diga: «Ninguno de mis seme-jantes deberá tener mal aliento», por lo tanto esnegociable. Los fanatismos son siempre perjudicia-les aunque estén disfrazados de asertividad.

De manera general, podemos señalar tres tipos decontraindicaciones, de situaciones donde no es reco-mendable ser asertivo.

CUANDO LA INTEGRIDAD FÍSICA

PUEDE VERSE AFECTADA

En medios sociales altamente violentos, donde la vida

ha dejado de ser un valor, es necesario reservar la aser-tividad sólo para momentos relevantes y específicosen los que la integridad física no corra riesgos. A na-die razonable se le ocurriría ser asertivo con alguien

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que le está apuntando con un revólver: «Señor, quie-ro expresar una enérgica protesta por su conductadelictiva que atenta contra mis derechos como ciu-dadano».

Volvemos otra vez al equilibrio y a las considera-ciones sobre lo que es vital para el individuo y loque no vale la pena. Existen casos en que el afectadodecide que el riesgo es justificable por motivos ideo-lógicos, religiosos o de otro tipo y acepta ser aserti-vo, a pesar del precio.

CUANDO SE PUEDE LASTIMAR INNECESARIAMENTE

A UNA PERSONA

Si la asertividad puede lastimar a otra persona demanera innecesaria, la decisión debe revisarse. Laspersonas que derraman sinceridad ácida por loscuatro costados son insoportables: «No me gustantus zapatos», «No me gusta cómo hablas», «Me ate-rran tus chistes», «No comas así», «Tienes caspa»,«Estás gorda», en fin, el rosario de los que padecende quisquillosidad crónica. La insensibilidad por eldolor ajeno no se equipara con la defensa de losderechos. Una paciente se ufanaba de haber sidoasertiva con su empleada doméstica porque le habíadicho que el vestido que ésta se había comprado conesfuerzo y ahorro sostenido era horripilante.

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