P JULIO MEINVIELLE -El Judio en El Misterio de La Historia

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    P.JULIO MEINVIELLE

    El judo en el misterio de la historia

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    P.JULIO MEINVIELLE

    El judo en el misterio de la historia

    Judos y gentiles, no tenis otro nombre en el que

    podis lograr la Salud, ms que en el nombre de Jess.

    (San Pedro, Hechos de los Apstoles, IV, 19).

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    Slo en la fe y en el amor de Cristo se puede lograr vuestrareconciliacin. Jess.

    En la medida en que os apartis de Cristo, aumentaris la carga devuestras culpas y aumentaris tambin vuestra mutua enemistad.

    Cristo es la Grandeza y unin de judos y gentiles porque Emmanuelnos fue dado como Paz a los hombres de buena voluntad.

    Y Cristo, Piedra de Tropiezo, levantado en alto, por encima del tiempo y del espacio, conlos brazos extendidos, dividir en dos a este pueblo; los unos en la persona de los

    Apstoles, sern los grandes instrumentos de la Misericordia de Dios en la Fundacin yPropagacin de la Iglesia; los otros, en la persona de los escribas y fariseos, sern

    instrumentos de la Justicia Divina en el Reino de Satans, en su obra de perdicin de laIglesia y de las almas.

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    NDICE

    Prlogo A La Primera Edicin

    Prlogo A La Tercera EdicinPrlogo A La Sexta Edicin

    CAPTULO PRIMERO: EL JUDO SEGN LA TEOLOGACATLICA

    Ismael E Isaac Esa Y Jacob Grandeza Del Pueblo Judo Miserias Del Pueblo Judo Carnalizacin Del Pueblo Judo El Judasmo El Gran Pecado De Los Judos El Judo, Verdadero Can Conclusiones Teolgicas

    Primera Conclusin

    Segunda Conclusin

    Tercera Conclusin

    Cuarta Conclusin

    Quinta Conclusin

    Homenaje De Gratitud De Los Judos A LaIglesia

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    Sexta Conclusin

    Sptima Conclusin

    CAPTULO SEGUNDO: ELJUDOYLOS PUEBLOS CRISTIANOS

    El Talmud La Obra De Pranaitis Las Enseanzas Del Talmud Referentes A Cristo Y A Los

    Cristianos

    Cuatro Acusaciones Contra Los Judos Los Judos Destruyen El Cristianismo Conspiran Contra El Estado Se Apoderan De Los Bienes De Los Cristianos Exterminan A Los Cristianos Juicios De Los Papas Sobre Los Judos El Ghetto Restricciones Civiles Disciplina De La Iglesia Sabidura De La Iglesia

    CAPTULO TERCERO: EL JUDO Y LOS PUEBLOSDESCRISTIANIZADOS

    La Descristianizacin Del Mundo

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    Renacimiento Y Reforma Los Judos Se Introducen En La Cristiandad Los Judos Y La Francmasonera Los Judos Y La Revolucin Francesa Los Judos Emancipados Y Su Plan De Conquista Del Mundo

    Cristiano

    Los Judos Y El Capitalismo Los Judos Y La Corrupcin Demoliberal Los Judos Y El Comunismo El Imperio Universal Judaico Mixtura De Judos Y De Cristianos Filadelfia, Unin De Hermanos

    CAPTULO CUARTO: LOS JUDOS Y EL MISTERIO DE LAHISTORIAYDE LA ESCATOLOGA

    Las Dos Historias En Una nica Historia De Los Movimientos Que Mueven La Historia Profana Los Judos En El Misterio De La Historia El Misterio De La Tensin De Judos Y Gentiles En Relacin

    Con La Historia

    Los Judos En El Misterio De La EscatologaEPLOGO

    APNDICE: CARTA ENCCLICA DEL PAPA BENEDICTO XIV

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    PRLOGO A LA PRIMERA EDICIN

    No es posible disimular que el tema del presente libro es sumamente

    difcil y sumamente apasionante.

    Difcil, porque el pueblo judo llena toda la historia de Dios y de los

    hombres. Qu perodo de la historia se puede escribir sin mencionar a este

    pueblo? Sin mencionar a este pueblo glorificndolo o condenndolo, pero es

    forzoso hacer mencin de l. Dos son los misterios de la historia, ha dicho un

    escritor judo (Ed. Fleg, JESUS RACCONT PAR LE JUIF ERRANT, p. 177):

    Jess es un misterio como Israel es un misterio! Y cuando ponis juntos estos

    dos misterios, queris que os diga lo que pasa? Hay un tercer misterio msmisterioso, l solo, que los otros dos!

    Apasionante, porque quin puede ocuparse del judo sin un sentimiento

    de admiracin o de desprecio, o de ambos a la vez? Pueblo que un da nos

    trajo a Cristo, pueblo que le rechaz, pueblo que se infiltra en medio de otros

    pueblos, no para convivir con ellos, sino para devorar insensiblemente su

    substancia; pueblo siempre dominado, pero pueblo lleno siempre de un deseo

    insolente de dominacin.

    Ms apasionante an ahora, porque la dominacin de este pueblo, aqu y

    en todas partes, va cada da siendo ms efectiva. Porque los judos dominan a

    nuestros gobiernos como los acreedores a sus deudores. Y esta dominacin se

    hace sentir en la poltica internacional de los pueblos, en la poltica interna de

    los partidos, en la orientacin econmica de los pases; esta dominacin se

    hace sentir en los ministerios de Instruccin Pblica, en los planes deenseanza, en la formacin de los maestros, en la mentalidad de los

    universitarios; el dominio judo se ejerce sobre la banca y sobre los consorcios

    financieros, y todo el complicado mecanismo del oro, de las divisas, de los

    pagos, se desenvuelve irremediablemente bajo este poderoso dominio; los

    judos dominan las agencias de informacin mundial, los rotativos, las revistas,

    los folletos, de suerte que la masa de gente va forjando su mentalidad de

    acuerdo a moldes judaicos; los judos dominan en el amplio sector de lasdiversiones, y as ellos imponen las modas, controlan los lupanares,

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    monopolizan el cine y las estaciones de radio, de modo que las costumbres de

    los cristianos se van modelando de acuerdo a sus imposiciones.

    Dnde no domina el judo? Aqu, en nuestro pas, qu punto vital hay

    de nuestra zona donde el judo no se est beneficiando con lo mejor de nuestra

    riqueza al mismo tiempo que est envenenando nuestro pueblo con lo ms

    nefasto de las ideas y diversiones? Buenos Aires, esta gran Babilonia, nos

    ofrece un ejemplo tpico. Cada da es mayor su progreso, cada da es mayor

    tambin en ella el poder judaico. Los judos controlan aqu nuestro dinero,

    nuestro trigo, nuestro maz, nuestro lino, nuestras carnes, nuestro pan,

    nuestra le che, nuestras incipientes industrias, todo cuanto puede re portar

    utilidad, y al mismo tiempo son ellos quienes siembran y fomentan las ideas

    disolventes contra nuestra Religin, contra nuestra Patria y contra nuestros

    Hogares; son ellos quienes fomentan el odio entre patrones y obreros

    cristianos, entre burgueses y proletarios; son ellos los ms apasionados

    agentes del socialismo y comunismo; son ellos los ms poderosos capitalistas

    de cuanto dncing y cabaret infecta la ciudad.

    Dirase que todo el dinero que nos arrebatan los judos de la fertilidad de

    nuestro suelo y del trabajo de nuestros brazos ser luego invertido enenvenenar nuestras inteligencias Y lo que aqu observamos se observa en

    todo lugar y tiempo. Siempre el judo, llevado por el frenes de la dominacin

    mundial, arrebata las riquezas de los pueblos y siembra la desolacin. Dos mil

    aos lleva en esta tarea la tenacidad de su raza, y ahora est a punto de lograr

    una efectiva dominacin universal.

    Y pensar que este pueblo proscrito, que sin asimilarse vive mezclado en

    medio de todos los pueblos, a travs de las vicisitudes ms diversas, siempre y

    en todas partes intacto, incorruptible, inconfundible, conspirando contra todos,

    es el linaje ms grande de la tierra!

    El linaje ms grande, porque este linaje tiene una historia indestructible

    de 6.000 aos. El linaje ms grande porque de l tom carnes el Cristo, Hijo

    de Dios vivo.

    Y bien, este pueblo que aqu y en todas partes, ahora y en los veinte

    siglos de civilizacin cristiana, llena todo a pesar de ser una infinitsima

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    minora, qu origen tiene?, cmo y por qu se perpeta?, qu suerte le

    cabe en la historia?, qu actitud hay que tomar frente a l? He aqu lo que

    espero explicar en los captulos siguientes.

    Explicar, digo, porque estas pginas pretenden ser una explicacin del

    judo, y en este caso, la nica posible, una explicacin teolgica. La Teologa es

    la ciencia de los misterios de Dios. Los misterios de Dios son los juicios

    inescrutables del Altsimo que nos son conocidos cuando l se digna

    manifestrnoslos. Sin su manifestacin jams podramos ni vislumbrarlos.

    Ahora bien, el judo, como ensea la Teologa catlica, es objeto de una

    especialsima vocacin de Dios. Slo a la luz teolgica puede explicarse el

    judo. Ni la psicologa, ni las ciencias biolgicas, ni aun las puras cienciashistricas pueden explicar este problema del judo, problema universal eterno,

    que llena la historia por sus tres dimensiones; problema que por su misma

    condicin requiere una explicacin universal y eterna, que valga hoy, ayer y

    siempre. Explicacin que, como Dios, debe ser eterna; es decir, teolgica.

    Ser menester advertir que estas lecciones, que tocan al vivo un

    problema candente, no estn de suyo destinadas a justificar la accin semita ni

    la antisemita? Ambos trminos tienden a empequeecer un problema ms

    hondo y universal. En el problema judaico no es Sem contra Jafet quien lucha,

    sino Lucifer contra Jehov, el viejo Adn contra el nuevo Adn, la Serpiente

    contra la Virgen, Can contra Abel, Ismael contra Isaac, Esa contra Jacob, el

    Dragn contra Cristo. La Teologa Catlica, al mismo tiempo que derramar la

    luz sobre "el misterio ambulante" que es todo judo, indicar las condiciones de

    convivencia entre judos y cristianos, de pueblos hermanos que han de vivir

    separados hasta que la misericordia de Dios: disponga su reconciliacin.

    BUENOS AIRES,1936

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    P.JULIO MEINVIEILLE

    El judo en el misterio de la historia

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    PRLOGO A LA TERCERA EDICIN

    La primera edicin de me ensayo tiene ya ms de veinte aos. Pero su

    posicin no ha cambiado en lo ms mnimo. Ni podr cambiar. Al examinar la

    razn del problema judo -que es un problema tan fundamental como la

    historia misma- hemos tratado sobre todo de determinar su raz. Y ella no est

    en la economa, ni en la poltica, ni en la sociologa, ni en la antropologa, sino

    nicamente en la teologa. El pueblo judo es un pueblo sagrado, elegido por

    Dios de entre todos los pueblos para cumplir la misin salvfica de la

    humanidad, cual es la de traernos en su carne al Redentor, Y este pueblo se ha

    hecho, en parte, infiel a su vocaci6n, y por ello cumple en la humanidad la

    misin sagrada y diablica de corromper y dominar a todos los pueblos.

    Este libro quiere ser una meditacin -una simple meditacin- sobre este

    punto preciso, para destacarlo en toda su fuerza y hacerlo penetrar en la

    mente distrada del hombre moderno,

    El estudio de este punto nos ha conducido a introducir en esta tercera

    edicin un cuarto captulo, que se intitula "El judo en el misterio de la

    historia", y en el cual se considera el papel excepcional que le toca

    desempear al judo en la historia y en la escatologa. Esta consideracin es

    tambin de tipo teolgico, basada sobre la exgesis de los captulos noveno,

    dcimo y undcimo de la Carta de San Pablo a los romanos.

    Al aadir este nuevo captulo tuvimos mucho cuidado de no quitar nada

    de lo anterior. Sin embargo, el punto de vista general con que apareca

    enfocado el problema a travs de todo el libro era como transportado a otro

    nivel, que lo haca menos polmico. Por lo mismo, preferimos cambiar el ttulo

    con que aparecieron la primera y segunda ediciones, y denominar a esta

    tercera con el ttulo del nuevo captulo. Y as, en efecto, nuestro libro "El judo"se llamar, de ahora en adelante, "El judo en el misterio de la historia".

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    Como han persistido hasta aqu las disensiones entre judos y cristianos

    sobre la perversidad del T almud, verdadero y nico libro sagrado del judo,

    hemos utilizado para esta edicin el libro famoso del I. B. Pranaitis "Cristo e i

    cristiani nel Talmud", donde su autor reproduce fotogrficamente el texto

    hebreo de los lugares en que el Talmud se refiere a Cristo y los cristianos. Attulo de muestra, r para que el lector tenga una idea exacta del valor del libro

    de Pranaitis, reproducimos en esta edicin copia fotogrfica de algunas pginas

    de dicho libro.

    Las variantes que hemos introducido .en diversos pasajes de la presente

    edicin no afectan en lo ms mnimo el contenido, sino que tratan de

    reforzarlo.

    EL AUTOR.

    Buenos Aires, en la fiesta de los Santos Apstoles Redro y Pablo de

    1959.

    El Judo en el Misterio de la Historia, Pbro. Julio Meinvielle (Telogo),Ediciones Theora, Buenos Aires, 1975.

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    P.JULIO MEINVIELLE

    El judo en el misterio de la historia

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    PRLOGO A LA SEXTA EDICIN

    I. He aqu un libro profundamente serio. Y si la afirmacin resulta obvia

    dada la eximia capacidad del autor, no lo es en cambio por la naturaleza deltema tratado.

    Tanto se ha dicho y escrito sobre la persecucin a los judos; tanto

    se han sensibilizado los pensamientos con el fantasma del totalitarismo; tanto

    se ha condicionado a la opinin pblica con la acechanza - supuestamente

    constante - del antisemitismo; y tanto se ha fantaseado en torno del presunto

    resurgimiento del Tercer Reich, que es imposible encarar crticamente el

    problema judaico sin ser acusados con repetidos apriorismos.

    El de nazi es el primero e insoslayable, y al parecer slo preocupa

    el nazismo en lo que tiene de antihebraico. Jams se recuerda a la hora de las

    admoniciones, su odio a Cristo y al Catolicismo1;como jams invocan - los que

    tanto gustan de ostentar repudio al Nacionalsocialismo -, su manifiesto rechazo

    por la Cruz y por la Iglesia, rechazo cuya paradojal similitud con ciertas

    prescripciones rabnicas, no ha dejado de llamar la atencin de algunos

    observadores. Pero adems, quien objete, cuestione o enjuicie al judasmo,

    ser un panfletario y si es posible, un demente. Nadie osar nunca

    concederle los rangos de la cordura y del saber cientfico.

    As las cosas - e incluimos expresamente a la Argentina y a esta

    obra en la situacin descripta - valga nuestra observacin inicial: He aqu,

    efectivamente, un libro serio. Escrito con el rigor metodolgico de las ciencias,

    con la lucidez del servicio a la Verdad y con la necesaria caridad por aquello de

    San Agustn: matar al error, amar al que yerra. Cada tesis tiene una acabada

    fundamentacin y un slido respaldo. No encontrar el lector ni sesgo de

    heterodoxia, ni vanos apasionamientos, ni planteos antojadizos o fantsticos.

    1 Justamente ha sido el Padre Meinvielle -tantas veces acusado de nazi con arbitrariedad y malicia- uno de los pocosque enjuici debidamenteal Nacionalsocialismo. Vanse, entre otras, sus obras: Entre la Iglesia y el Reich, Ed. Adsum, Bs. As.,1937yHacia la Cristiandad, Ed. Adsum, Bs. As., 1940.

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    No se encontrarn tampoco, actitudes rencorosas o agresivas, de las que

    obnubilan el entendimiento y tuercen la conducta.

    Meinvielle saba muy bien lo que deca. Su sabidura teolgica era

    el fruto de un esfuerzo y de un don de la inteligencia. Con ella tornabainteligible todo el curso de los tiempos. Su rigurosa informacin poltica y social

    lo provea de los elementos necesarios para mostrar la realidad con todas sus

    desgarradoras miserias, pero tambin, con sus recnditas esperanzas.

    Pudo correr entonces, implacablemente, el velo de las nuevas y

    viejas fbulas doctas (2. Ped. 1, 16); y como los mejores apologistas,

    escribi con Fe, que an perseguida y acechada, la historia culminar con el

    triunfo de la Fe; pero precisamente en el misterio de la Historia de la historia

    teolgicamente entendida, que es la nica manera de entenderla - hall la

    razn y la clave del judo.

    II. El libro consta de cuatro partes fundamentales. En la primera

    El judo segn la teologa catlica, Meinvielle comienza por centrar el anlisis

    en su punto exacto; esto es, en y desde el mbito teolgico. Se equivocan los

    que ven en el judasmo una cuestin poltica, econmica, racial o cultural.

    Sindolo sin duda, no se reduce a ello, ni deben confundirse los accidentes con

    la esencia. El judasmo es, ante todo, una cuestin teolgica. Slo la teologa

    puede develarnos el drama y el enigma del linaje ms grande y ms miserable

    de la tierra. El que fue elegido y el que prevaric; el de la fidelidad de Abraham

    y la traicin de Judas; el de Ismael e Isaac, el de Esa y Jacob; el linaje que

    engendr a Mara y el que mat al Redentor.

    Desde entonces, desde el crimen inefable del Calvario, no quedan

    ms que dos caminos opuestos: el cristiano y el judo. Pero tambin, desde

    entonces, los judos son enemigos teolgicos, con una enemistad universal,

    inevitable y terrible de la que los cristianos han de precaverse y defenderse.

    Es ms, estn obligados a ello hasta que la misericordia de Dios disponga el

    tiempo de la reconciliacin. Reconciliacin que nicamente tendr lugar -

    conviene recordarlo en esta poca de eclecticismos inauditos - cuando los

    judos reconozcan, acaten y amen fervorosamente a Nuestro Seor Jesucristo.

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    Coadyuvar a este reconocimiento, a este acatamiento penitencial y

    a este amor arrepentido, debe ser seguramente la razn principal por la que la

    Iglesia viene fomentando los vnculos con los judos. Mas si este propsito no

    significa para los cristianos una misin inabdicable, tales vnculos, no slo les

    sern inconducentes, sino riesgosos para la integridad espiritual, como enalgunos casos viene sucediendo.

    En la segunda parte: El judo y los pueblos cristianos, se

    formulan cuatro acusaciones tremendamente graves y ciertas: 1. cmo los

    judos, llevados por un odio satnico, buscan la destruccin del Cristianismo;

    2. cmo conspiran contra los estados cristianos que les dan albergue; 3. cmo

    se apropian de los bienes de los cristianos; y 4. cmo los exterminan,arrebatndoles las vidas, cuando pueden.

    Intil aclarar a quien no se disponga a una lectura receptiva y

    serena, que estas formulaciones no son inventos, ni estn motivadas por el

    odio; ni constituyen una incitacin al antisemitismo, al que el autor condena

    expresa y categricamente con la autoridad de la Iglesia.

    Meinvielle no hace ms que citar, por un lado, al Talmud y a

    representativos autores judos, aclarando los ardides de que han intentado

    valerse para evitar su genuina lectura y difusin; tal el caso del Snodo

    Israelita reunido en Polonia en 1631 o la conspiracin contra la obra del Padre

    Pranaitis, finalmente asesinado.2 Pero, por otro lado, el Padre Meinvielle, funda

    sus acusaciones en la misma palabra del Evangelio y de la Iglesia; en aquellos

    documentos inequvocos en los que el Magisterio seal la perfidia y lapeligrosidad juda, la necesidad imperiosa de procurar su conversin, al par

    que preservarse de sus influencias negativas.

    La tercera parte: El judo y los pueblos descristianizados, podra

    servir de respuesta a un interrogante bsico, formulado a veces con

    sospechosa candidez: qu han hecho los judos?; cules son en el tiempo

    2 Nos referimos obviamente a Monseor I. B. Pranaitis ya su libro Christianus in Talmude Judaeorum, sive Rabbinicaedoctrinae de christianis secreta, publicada originalmente en 1892, por laAcademia de Ciencias de San Petersburgo. Elpadre Meinvielleutiliz la edicin fotocopiada y traducida al italiano de Mariode Bagni (Ed. Tumminelli y Cia., Miln, Roma, 1939) Pranaitis fueasesinado durante la Revolucin Bolchevique.

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    sus obras y sus frutos? La verdadera respuesta nos lleva al misterio de la

    iniquidad. Porque indagando el acontecer humano, detrs de la iniquidad,

    asoma siempre el judo.

    No nos estamos refiriendo a casos personales; no es este o aquelisraelita que pueda sealrsenos - meritorio, abnegado o pecador como

    cualquier ser contingente - el destinatario de semejantes afirmaciones. Es el

    espritu judaico, la cosmovisin y el programa judo que viene desarrollndose

    implacablemente.

    Desde las primeras persecuciones a los cristianos - frecuntense

    los Hechos de los Apstoles, las Actas de los Mrtires, las confesiones de los

    apologistas - hasta los actuales embistes del Sionismo, es una constante

    comprobada que judaico es el sentido de la Revolucin Mundial Anticristiana,

    como judaicos son sus planes, principios y protagonistas.

    Judo fue el espritu triunfante del Renacimiento y la Reforma, juda

    la inspiracin que alienta a la Masonera; creaciones judas el Capitalismo y el

    Comunismo, y maquinacin juda la crisis que asuela hoy a la Iglesia por las

    fuerzas combinadas del Progresismo y todas las corrientes desacralizantes.3

    No vendr ahora la sensiblera periodstica a recordarnos tal o cul

    invento o ste u otro benefactor de origen hebreo. No es a eso a lo que

    apuntaba nuestra pregunta, ni es tampoco - como vimos - la contestacin

    esencial que objetivamente nos da la historia.

    La verdad es que se ha absolutizado lo fctico, pero los mismosque han optado por este rumbo le vuelven las espaldas a determinados

    hechos, cuando ellos no sintonizan con sus propios artificios ideolgicos.

    La cuarta parte: Los judos en el misterio de la historia y de la

    escatologa, nos rene nuevamente - en feliz culminacin y sntesis - con los

    primeros principios teolgicos. La historia no se entiende sin Dios, porque l es

    3 Meinvielle se ocup especialmente de este tema. Remitimos a su slido trabajoDe la Cbala al Progresismo, EditoraCalchaqu, Salta, 1970.

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    el Seor, el Autor y el Eje de los siglos. El sentido del transcurrir no est dado

    - como quieren los historicismos - por la supuesta distancia entre un origen

    simiesco y un porvenir de progreso continuo, sino por el tiempo que se

    necesita para que los pueblos abracen la fe cristiana. Slo en la convergencia

    en Cristo encuentran los hombres y las naciones su significado histrico. Y estovale de un modo particularsimo para los judos.

    Se convertirn sin duda al final del camino; pero ese camino lo

    recorrern - lo vienen recorriendo - sembrando los grmenes de la subversi6n

    y la ruina, corrompindolo todo. Irn errantes por los senderos del mundo -

    humillados y humillando - hasta que adoren a Aqul a quien no quisieron

    conceder ni un instante de reposo.

    Es su castigo y su culpa. Y es el acicate para que los cristianos

    ejercitemos el bien y libremos el buen combate. Porque acertadamente dice el

    Padre Meinvielle que hay que sacudir con energa viril esta dominacin

    mortfera afirmando y consolidando la vida cristiana en los pueblos y

    reprimiendo directamente las acechanzas judaicas con la tctica franca y

    resuelta de la espada. Esto es, protegiendo y afianzando el Orden Natural conlos recursos legtimos y responsables de la Justicia.

    III. Entre nosotros la reedicin de este libro no poda ser ms

    oportuna. En el momento de escribir las presentes lneas, la Argentina ya ha

    sido vapuleada ante diversos foros internacionales por supuestas actividades

    antisemitas. En nombre de los derechos del hombre, se violan impunemente

    los deberes para con la Verdad, para con la soberana de las naciones y hastapara con Dios.

    No es la primera vez que esto ocurre, pero hoy la paradoja resulta

    intolerable. Y decimos paradoja porque en rigor, es nuestro pas el invadido,

    copado y elegido por el Poder Judo buscando sus propios beneficios y

    conveniencias estratgicas. Para afirmar esto no necesitamos acudir a ningn

    esotrico plan patagnico ni a discutidos protocolos. Son los mismos judos

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    quienes lo han sostenido con ms o menos sutileza.4 Son los mismos judos los

    que evidencian a diario - medios de comunicacin, industrias, bancos, nego-

    cios, profesionales, oficios, empresas, logias, consorcios y un largusimo

    etctera - la imbricada red de ocupacin que han tendido sobre la Nacin.

    Tampoco necesitamos apoyarnos en la autoridad de pensadoresreaccionarios; lanse ciertos escritos de Sarmiento y hasta de La Nacin de

    Mitre5 y se comprender la vigencia de sus severas prevenciones y reparos por

    la presencia juda en nuestra tierra.

    La Patria ha sabido librar una dura guerra contra el Marxismo. Las

    Fuerzas Armadas destruyeron sus formaciones en heroicos enfrentamientos,

    pero deben vencerse an, tanto las fuentes nutricias de los males como sustxicos frutos. Y es aqu cuando se impone conocer al Judasmo, pues dos

    errores deben ser cuidadosamente evitados en toda la apreciacin que se haga

    del Marxismo.

    Consiste el primero en explicarlo como un fenmeno social, poltico

    y econmico; y el segundo, en creer que dicho fenmeno se halla en abierta

    oposicin con el Capitalismo. Nada ms ajeno a la verdad. Reducir el Marxismoa una expresin cultural, por real que esta afirmacin resulte, es limitarse a

    sealar sus consecuencias, pero negarse a buscar la causa. Y la causa del

    Marxismo no es otra cosa que la apostasa orgullosa de la creatura frente al

    Creador, la impa claudicacin del alma ante la materia, la desercin de la

    4 Los planes para la dominacin juda de la Repblica Argentina pueden seguirse desde la obra de Len Pinsker:Autoemancipacin(1892) hasta cualquier nmero suelto de La Luz, Mundo IsraelitaoNueva Sin, sinolvidar El Estado Judo de T.Herzl (1895), losproyectos de Hirsch con la Jewish Colonization Association(1891), la Historia y destino de los judos de JosephKastein (1945),las Pginas Escogidas deSigfredo Krebs e Isaac Arcavi (1949), la Historia del Sionismo de Wolf Nijelsohn (1945),Sers siempre Davidde Arieh Len Kubovy (1953), Abraham Len y el pueblo judo latinoamericano de Carlos Etkin (1954) y unlargusimo etctera, que abreviaremos aqu con la sola aclaracin de que estas obras han sido editadas cuando no difundidaslibremente en todo el pas.

    5 Escribi Sarmiento: Hayque perseguir a la raza semtica, que con Cahen, Rostchild, Baring y todos lossindicatosjudos de Londres y de Pars, nos dejan sin banca. Y los judos Joachim y Jacob que pretenden dejarnos sin patria,declarando a la nuestra, articulo de ropa vieja negociable y materia de industria. Fuera la raza semtica! 0 no tenemos tantoderecho para hacer salir del pas a estos gitanos bohemios que han hecho del mundo su patria...? (siguen otros conceptossimilares). Vase: Somos extranjeros, artculo de Sarmiento publicado en El Censoren 1886 y recopilado junto con otros bajoel ttulo Condicin del extranjero en Amrica. Lib. La Facultad. Biblioteca Argentina. Director Ricardo Rojas. Bs. As., 1928, pp. 260-261.

    En cuanto a La Nacin refirindose al proyecto de venta de 1.300 leguas cuadradas al barn Mauricio de Hirsch,despus de calificar de vergonzoso, desventajoso e irregular esa venta de tierras fiscales, aclara: Todos los informes son

    desfavorables a la nueva poblacin que ha de venir a incorporarse a nuestra vida. En todas partes donde los judos se hanreunido en nmero considerable han provocado cruzadas en su contra. Se afirma sobre hechos innegables que en generalson sucios, indolentes, ineptos para las labores agrcolas (Cit. por Terrera, G. A.: La Sinarqua. Bs. As., 1976, pp. 53-54;sinmencin de editorial).

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    Eternidad, la huida errante de la Cruz buscando los treinta dineros. El

    Marxismo es la locura deicida que despus de entonar el criminal Requiem

    aeternam Deo culmina con el homo homini Deus. Muerto Dios, el hombre es

    el nico dios para el hombre. Por eso el Marxismo - que tambin se entiende

    teolgicamente o no se entiende - no poda sino ser una creacin judaica.Porque el judo encarna como misin insoslayable la prfida voluntad de

    subvertir. Es el crimen de Can, la libertad de Barrabs, y la traicin de Judas;

    es el ciego non serviam de Luzbel.

    Esas mentes de post-guerra, tan amantes de las estadsticas, los

    sondeos, y tan prontas a simplificarlo todo, nos adeuda una explicacin,

    porque desde Marx hasta Timerman, la larga, interminable lista derevolucionarios comunistas est constituida substancialmente por judos. No se

    pretender balbucear una razn causal en esta poca de las razones

    mensurables.

    Queda aceptar, pues, y con valor de confesin, la tesis que tantos

    judos defienden: el judasmo es el padre del marxismo y del comunismo.6

    Con respecto al segundo error enunciado, su rectificacin exige la

    misma perspectiva teolgica. El Capitalismo, el Poder del Dinero, el srdido

    afn de poseer el oro, no es sino el otro rasgo innegable de la naturaleza

    judaica.

    Desde la noche desrtica de la Fe, que los movi a adorar a un

    becerro de oro (xodo 32, 4) hasta la conspiracin del Sanedrn, la imagen

    ms cabal del judo sigue siendo el Iscariote: por dinero, hasta se es capaz de

    crucificar al Amor.

    Desde entonces, la subversin y el dinero han marchado en ntima

    unin. Estircol de Satn, llama Papini al dinero, y se entiende que las heces

    del diablo slo pueden conformar a sus hijos, los judos, segn olvidada

    enseanza de Cristo (Juan, 8, 44).

    6 La frase esta tomada del rgano sionista Le droit de vivre. Paris, 12-5-1933.

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    La historia verdadera derrumba silenciosamente todas las ficciones,

    y el mito del Comunismo en las antpodas de los poseedores y los poderosos,

    cede desplazado ante el hecho innegable de que todas las revoluciones

    marxistas han sido y son financiadas por la plutocracia juda. La Argentina no

    fue en esto una excepcin, y el famoso caso Graiver slo se explica dentro deeste contexto universal y teolgico. Es el milenario ayuntamiento judo -

    subversin y dinero - que una vez ms se ha cumplido triunfante.

    Y restara por enmendar un tercer error, tal vez el ms contagioso.

    La necia suposicin de que la Democracia liberal es la anttesis del Comunismo,

    y de que ste se combate con ms democracia. Nos hablan tan claro en esto

    los ejemplos concretos que pueden obviarse los conceptos tericos.

    Basta volver los ojos hacia Europa, donde el Comunismo se ha

    enseoreado en ella precisamente cuando dej de ser una Pasin - como noto

    Gmez Tello - para convertirse en un mercado sufragista: Basta volver los ojos

    hacia Amrica o hacia nosotros mismos.

    Entindase de una vez por todas que la democracia es la Celestina

    ramplona del Comunismo Internacional. Ella es la va natural, inevitable,

    obligada que conduce al terror bolchevique; ella es el puente lgico que

    necesita el Marxismo para cruzar e instalarse. As, lo han afirmado con total

    naturalidad Marx y Engels, Lenin y Trotzky, Mao y Stalin, Castro y Allende y

    cuanta internacional, congreso o partido comunista se haya reunido hasta hoy.

    El primer paso de la Revolucin Obrera es la conquista de la Democracia,

    dice el Manifiesto. La Repblica Democrtica es el acceso ms prximo a laDictadura del proletariado, explica Lenin en El Estado y la Revolucin. Y as

    se ha cumplido con una precisin que muchos han olvidado.

    O no fueron acaso los grandes demcratas occidentales los que

    entregaron en Yalta y Potsdam la mitad del mundo a la barbarie roja?, o no

    fue la democracia la que permiti y contemplo alegremente en Rusia, Polonia,

    Hungra, Eslovaquia, Vietnam o Amrica el triunfo sangriento de la hoz y el

    martillo?, o no fue el demcrata Lanusse quien convoc al Poder al Gran

    Responsable de la subversin, cuyos cuadros de criminales escupieron a

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    nuestros soldados, mientras - por obra y gracia del fallo inapelable del pueblo

    soberano - se entregaba el bastn presidencial al hombre alfombra del

    verdadero vencedor? Creemos necesario recordar ante la posibilidad de que se

    reiteren los mismos errores, lo que hizo el Marxismo en los aos del gobierno

    ms votado, ms aplaudido, ms democrtico de cuantos se jact conocer elpas.

    Nadie puede negar esta asercin terrible: la guerrilla marxista

    clav sus garras en nuestra Patria bajo el patrocinio de la ms pura demo-

    cracia liberal. Y a la hora del festn de los corruptos, la Democracia los

    convoc a todos y la Sinagoga no falt a la tenebrosa cita.

    Detrs de la iniquidad est el judo. Y estar tambin, cuando as lo

    disponga Dios, detrs de la Gloria y de la Gracia.

    Pero en tanto, nos asiste el deber de combatir, de no dejarnos

    engaar, de conocer y saber, de velar v vigilar, de resistir con coraje y

    sabidura.

    A todo esto y mucho ms, nos insta, nos ayuda y nos orienta este

    formidable libro del Padre Julio Meinvielle que ningn argentino debe dejar de

    leer; mxime si se considera con orgullo, catlico militante al servicio de Cristo

    Rey.

    ANTONIO CAPONNETTO

    Buenos Aires, 25 de marzo de 1982,

    Anunciacin de Nuestra Seora.

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    CAPTULO I

    EL JUDO SEGN LA TEOLOGA CATLICA

    El judo no es como los dems pueblos, que hoy nacen y maana

    fenecen; que crean una civilizacin admirable restringida a un punto del

    tiempo y del espacio. Recordemos los grandes imperios de los egipcios, de los

    asirios, de los persas, de los griegos y romanos. Su gloria fue gloria de un da.

    El pueblo judo, porcin minscula enclavada en la encrucijada del

    Oriente y del Occidente, est hecho de pequeez para llevar el misterio de Dios

    a travs de los siglos. Y para llevar este misterio grabado en su carne.

    No debe crear una civilizacin porque esto es humano, y a l est

    reservado lo divino. Es el pueblo teolgico, que Dios crea para s. Moiss nos

    refiere en el Gnesis cmo el Seor Dios, 2.000 aos A. C., llama al Patriarca

    Abrahn, que viva en Ur de Caldea, en la Mesopotmia, y le dice:

    l. Sal de tu tierra, y de tu parentela; y de la casa de tu padre, y ven a la

    tierra que te mostrar.

    2.Y hacerte he en gran gente, y te bendecir, y engrandecer tu nombre,

    y sers bendito.

    3.

    Bendecir a los que te bendigan y maldecir a los que te maldigan, yen ti sern benditos todos los linajes de la tierra. (Cap. 12).

    El pueblo judo, hijo de Abrahn, tiene entonces su origen en Dios,

    porque l lo selecciona del resto de la humanidad y porque a l le promete su

    bendicin en forma tal que en l sern benditos todos los linajes de la tierra.

    Israel, entonces, es grande, y grande con grandeza teolgica.

    Pero esta grandeza de Israel estriba puramente en su descendencia

    carnal de Abrahn, en que este pueblo est formado en los lomos del

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    Patriarca, o en cambio estriba en la fe que tiene Abrahn en la Promesa de

    Dios?

    Esto es sumamente importante; porque si las bendiciones de Dios son

    para la descendencia carnal de Abrahn, para la pura descendencia carnal,entonces por el hecho de ser hijo de Abrahn, el pueblo judo ser elegido y

    bendito entre todos los linajes de la tierra.

    Si en cambio las bendiciones estn reservadas a la fe en la Divina

    Promesa, la pura descendencia carnal no vale; es necesaria la descendencia de

    Abrahn por la fe en la Promesa, o sea una descendencia espiritual fundada en

    la fe.

    ISMAEL E ISAAC

    En qu estriba, entonces, la grandeza de Israel, segn los divinos

    designios? Para mostrarlo Dios le da a Abrahn dos hijos. Uno, de su esclava

    Agar, que nace en forma corriente y natural, y recibe el nombre de Ismael. El

    otro que contra toda esperanza le pare su mujer Sara en la vejez, de acuerdo

    a la Promesa de Dios, y que es llamado Isaac.

    Con Isaac y con su descendencia despus de l confirma Dios el pacto

    celebrado con Abrahn. A Ismael le otorga el Seor tambin una bendicin

    puramente material, prometindole hacerle caudillo de un gran pueblo. De este

    Ismael descienden los actuales rabes, que tan reciamente se han opuesto a la

    entrada de los judos en Palestina. Como Ismael, el hijo de la esclava, se

    burlase y persiguiese a Isaac, Abrahn, a instancia de Sara, su mujer, y deacuerdo a la orden de Dios, tuvo que echarlo de su casa. (Ver Gnesis, cap.

    21,-9-21).

    Qu significado tienen estos dos hijos de Abrahn, Ismael e Isaac? San

    Pablo, el gran Apstol de los Misterios de Dios, nos explica que en Ismael e

    Isaac estn prefigurados dos pueblos. (San Pablo ad. Gal. 4, 22-31).

    Ismael, que nace primero de Abrahn, como fruto natural de su esclava

    Agar, figura la Sinagoga de los judos, que se glora de venir de la carne de

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    Abrahn. Isaac, en cambio, que nace milagrosamente de acuerdo a la promesa

    divina, de Sara la estril, representa y figura a la Iglesia, que ha surgido, como

    Isaac, por la fe en la Promesa de Cristo.

    No es, por tanto, la descendencia carnal de Abrahn lo que salva, sino suunin espiritual por la fe en Cristo.

    El pueblo judo, formado en Abrahn, no es precisamente por su unin

    carnal con Abrahn, sino asemejndosele en la fe, creyendo en Cristo, como

    puede lograr su salud.

    Todos los que se unen con Cristo forman la descendencia bienaventurada

    de Abrahn y de los Patriarcas, y son el objeto de las Divinas Promesas. La

    Iglesia es Sara hecha fecunda por la virtud de Dios. El espritu vivifica, y la

    carne, en cambio, nada vale, deca ms tarde Jesucristo. (S. Juan 6, 64).

    Podra suceder que este pueblo, o parte de este pueblo, unido por lazos

    carnales con Abrahn, creyese que esta pura unin genealgica es la que

    justifica y salva?

    S podra suceder, y sucedi... Y para prefigurarlo, comenta el Apstol

    San Pablo, dispuso Dios que Abrahn tuviese dos hijos, uno de la esclava y

    otro de la libre. Mas el de la esclava naci segn la carne; al contrario, el de la

    libre naci en virtud de la Promesa. Todo lo cual fue dicho por alegora para

    significar que el hecho de una pura unin carnal con Abrahn est

    representado en Ismael, el hijo de la esclava, y la imitacin de Abrahn por la

    fe en Jesucristo figurada en Isaac, el hijo de la Promesa.

    De aqu que haya que distinguir entre los verdaderos israelitas porque

    imitaron su fe en Dios creyendo en Jesucristo, y stos estn figurados en

    Isaac, y los israelitas que descienden de Abrahn por la carne sin imitar su fe,

    y stos estn figurados en Ismael.

    Ismael persegua a Isaac. Y San Pablo, comentando, aade: Mas as

    como entonces el que haba nacido segn la carne persegua al nacido segn el

    espritu, as sucede tambin ahora. (Gl.4.29).

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    Y aqu est expresada la necesidad teolgica de que Ismael persiga a

    Isaac, la Sinagoga persiga a la Iglesia, los judos que estn unidos con

    Abrahn por slo una unin carnal persigan a los cristianos, verdaderos

    israelitas, unidos por la fe en Cristo.

    ESA Y JACOB

    El mismo misterio nos lo revelan los dos hijos que el Seor concedi al

    Patriarca Isaac: Esa y Jacob.

    Nos refiere el Gnesis en el captulo 95:

    21. Hizo Isaac plegarias al Seor por su mujer, porque era estril, y elSeor le oy, dando a Rebeca virtud de concebir.

    22. Pero chocaban entre s, en el seno materno, los gemelos que concibi;

    lo que le hizo decir: Si esto me haba de acontecer, qu provecho he sacado

    yo de concebir? y fue a consultar al Seor.

    23. El cual respondi diciendo: Dos naciones estn en tu vientre y dos

    pueblos saldrn divididos en tu seno, y el uno sojuzgar al otro pueblo y el

    mayor ha de servir al menor.

    24. Llegado ya el tiempo del parto, he aqu que se hallaron dos gemelos

    en su vientre(1).

    25. E1 que sali primero era rubio y todo velludo, a manera de pellico, y

    fue llamado Esa. Saliendo inmediatamente el otro, tena asido con la mano eltaln del pie del hermano, y por eso se le llam Jacob.

    San Pablo en su carta a los romanos, donde revela el misterio del pueblo

    judo, hace ver cmo Esa, el mayor segn la carne, es el pueblo judo, unido

    con Abrahn por puros lazos de sangre, y Jacob, el hermano menor, es la

    Iglesia (formada de judos y gentiles), que porque est unida por la fe en

    Cristo, es preferida a Esa. Y as se cumplen las palabras escritas: He amadoms a Jacob y he aborrecido a Esa. Y as la Iglesia vence a la Sinagoga,

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    aunque la Sinagoga, como Esa, mantiene vivo su odio y dice en su corazn:

    Yo matar a mi hermano Jacob. (Gn. 27, 41)

    GRANDEZA DEL PUEBLO JUDO

    He recordado estas figuras de los antiguos Patriarcas no como evocacin

    literaria, sino porque en el origen mismo del pueblo judo, en Abrahn y en

    Isaac, est figurada la grandeza y miseria de este pueblo y su oposicin con la

    Iglesia.

    El pueblo judo es el linaje teolgico, escogido, consagrado, santificado

    para significar y traernos en su carne a Ese otro que haba de venir, al

    Esperado de las naciones.

    He aqu lo tremendo de ese pueblo: su carne est santificada y

    estigmatizada para traemos a Aqul que es la Verdad y la Vida; que es la

    Salud de los hombres.

    Pero, por qu esta carne es santa? Porque es del linaje de Abrahn, o

    porque ha de traemos a Cristo?

    En otros trminos: Es Cristo quien santifica al linaje judo, o es el linaje

    judo el que santifica al Cristo?

    He aqu, entonces, que Cristo, como haba, predicho Isaas (ad. Rom. 9,

    33), ha sido puesto como piedra de tropiezo y de escndalo para este pueblo.

    Porque si este pueblo, con la humildad de Abrahn, cree en el Cristo quesantifica su linaje, est llamado a ser raz y tronco de una frondosa Oliva que

    es la Iglesia de Jesucristo; si en cambio parte de este pueblo rechaza al Cristo

    fundado en la soberbia de su linaje, est llamado a ser la raz y el tronco de

    una Vid silvestre que no produce sino frutos amargos de pecado.

    Si lo primero, este pueblo ser Isaac, Jacob, Abel; si lo segundo, este

    pueblo est llamado a desempear el papel de Ismael, Esa, Can.

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    Pero este linaje escogido siempre tendr superioridad sobre los otros

    linajes de la tierra. Si acepta al Cristo ser lo principal, lo mejor de la Iglesia.

    Ser la raz y el tronco de esa Oliva que produce frutos para la vida eterna,

    como ensea el Apstol. Si rechaza al Cristo ser tambin lo principal, es a

    saber lo peor en el reino de la iniquidad.

    El Apstol San Pablo, que con orgullo se senta israelita, subraya esta

    superioridad del judo en lo bueno y en lo malo cuando, escribiendo a los

    Romanos, dice (2, 9-10):

    As que tribulacin y angustia aguardan al alma de todo hombre que obra

    mal, del judo primero y despus del griego.

    Mas la gloria y el honor y la paz sern de todo aqul que obra bien, del

    judo primero y despus del griego.

    Grande es, pues, la superioridad de los judos, ensea el mismo Apstol,

    (Rom, 3, 2) porque a ellos les fueron confiados los orculos de Dios.

    El judo es, entonces, primero en el orden de la bondad, en el misterio dela gracia. Judo, entonces, el tronco del rbol que es la Iglesia. Judos o

    Israelitas, los Patriarcas; Judos los Profetas; Judo, Bautista el Precursor;

    Judo, San Jos; Juda, la Madre de Dios; Judo, Nuestro Adorab1e Salvador,

    en quien son benditas todas las naciones. Judos los Apstoles y Evangelistas;

    Judo el Protomrtir Esteban.

    Qu pueblo, este pueblo teolgico, hecho tronco del rbol de la Iglesia!

    Delante de esta Oliva, qu valen los pueblos gentiles que no son ms

    que pobre acebuche?

    Qu el podero de Roma y la ciencia de los griegos? Estulticia y

    necedad, los llama el Apstol, porque absolutamente de nada sirven para la

    salud.

  • 8/14/2019 P JULIO MEINVIELLE -El Judio en El Misterio de La Historia

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    Los gentiles, con los griegos a la cabeza, si quieren entrar en la va de

    salud tienen que entrar de limosna, aprovechando que algunos judos sern

    rechazados para que ellos puedan ser injertados, y as dice el Apstol que la

    cada de parte del pueblo judo:

    Qu pueblo, este pueblo teolgico, hecho tronco del rbol de la Iglesia!

    Delante de esta Oliva, qu valen los pueblos gentiles que no son ms

    que pobre acebuche?

    Qu el podero de Roma y la ciencia de los griegos? Estulticia y

    necedad, los llama el Apstol, porque absolutamente de nada sirven para la

    salud.

    Los gentiles, con los griegos a la cabeza, si quieren entrar en la va de

    salud tienen que entrar de limosna, aprovechando que algunos judos sern

    rechazados para que ellos puedan ser injertados, y as dice el Apstol que la

    cada de parte del pueblo judo:

    Ha venido a ser una ocasin de salud para los gentiles.

    17. Si algunas ramas han sido cortadas, y si t, pueblo gentil, que no eres

    ms que un acebuche, has sido injertado en lugar de ellas y echo participante

    de la savia que sube de la raz del olivo.

    18. No tienes de qu gloriarte contra las ramas. Y si te gloras, sbete que

    no sustentas t a la raz, sino la raz a ti. (Rom. 11).

    MISERIAS DEL PUEBLO JUDO

    Pero cuanto mayor sea la grandeza de Israel, que ha sido predestinado

    en el Cristo, tanto mayor ha de ser su fidelidad a Cristo. Miserable este

    pueblo si llega a rechazar a Aqul que es su salud! Entonces seguir siendo el

    primero, pero el primero en la iniquidad. Y todo cuanto ms inicuo y perverso

    produzca el mundo saldr tambin de ste pueblo.

  • 8/14/2019 P JULIO MEINVIELLE -El Judio en El Misterio de La Historia

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    Judo fue Judas el traidor,. Judos, Ans y Caifs. Judo el pueblo que se

    gozaba con la sangre del Salvador y que exclamaba: Caiga su sangre sobre

    nosotros y sobre nuestros hijos. Judos, los que apedrearon a San Esteban.

    Judos, los que dieron muerte al Apstol Santiago de Jerusaln. Judos, todos

    los que acechaban contra la predicacin de los Apstoles. El crimen msgrande de todos los tiempos, la muerte del Hombre Dios, ha sido perpetrado

    por ste pueblo, que mereci por eso el nombre de "prfido".

    En qu est la raz del pecado y de todos los errores judaicos?

    En que parte de este pueblo crey que las Promesas hechas a los judos

    a causa de Cristo que deba nacer de ellos fueron hechas a su carne, a su

    genealoga.

    En otras palabras: En lugar de advertir que si el pueblo judo era pueblo

    de predileccin lo era por el Cristo, ellos, en su obcecacin, creyeron que el

    Cristo recibi gloria de su descendencia genealgica.

    As no era de Cristo de quien vena la gloria, sino de la carne de Abrahn.

    Por esto los fariseos, encarnacin genuina de este espritu de iniquidad, decan

    con orgullo para no aceptar a Jesucristo: Nosotros tenemos por Padre a

    Abrahn.

    Su pecado consisti entonces, en carnalizar las divinas Promesas. De

    esta suerte, dieron valor de substancia a lo que no era ms que figura.

    Esperaron la salud de lo que no era sino un signo.

    Y del Mesas, que era el esperado para traer al mundo la gracia y la

    verdad, hicieron ellos un dominador poltico, terrestre, que deba asegurar y

    perpetuar la grandeza de Israel sobre todas las naciones sujetadas como

    esclavas al imperio judaico.

    CARNALIZACIN DEL PUEBLO JUDO

    Es a1eccionador indicar las etapas del proceso de carna1izaein obrado

    en e1 pueblo judo.

  • 8/14/2019 P JULIO MEINVIELLE -El Judio en El Misterio de La Historia

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    Siempre fue el israelita de condiciones naturales perversas, dominado

    por una gran soberbia y una gran avaricia.

    Moiss advierte expresamente a los israelitas (Deut. 9,6):

    Sabe, pues, que no por tus justicias te ha dado el Seor Dios tuyo esta

    excelente tierra en posesin, pues eres un pueblo de cerviz muy dura.

    Y advierte ms adelante (Deut. 9, 13-14):

    13. Y me dijo de nuevo el Seor: Veo que este pueblo es de dura cerviz.

    14. Djame que lo desmenuce y que borre su nombre de debajo del cielo

    y te ponga sobre una gente que sea mayor y ms fuerte que sta.

    Pero de modo particular este pueblo prevaric y se carnaliz en la poca

    de los Reyes, entregndose a mil deshonestidades e idolatras, de suerte que

    en castigo fue primero desmembrado y llevado luego en cautivo a Babilonia

    por el rey Nabucodonosor, seiscientos aos A.C.

    Setenta aos dur este cautiverio, al cabo de los cuales, vueltos losjudos a Palestina, se reconstituyeron en nacin sobre las bases nuevas y ms

    firmes que les dio Esdras, a quien los judos consideran un legislador casi tan

    grande como Moiss. De esta reorganizacin que dio Esdras al pueblo judo,

    arranca en realidad el judasmo tal como era en tiempo de Jesucristo y como

    se perpeta hasta nosotros.

    Para caracterizar a los judos, hemos de decir que el judo es un puebloatado a un Libro, el Libro por excelencia, la Ley, la Thora. En realidad forman

    la Thora los 5 libros del Pentateuco que escribi Moiss. Pero los judos slo

    aceptan la Thora con las interpretaciones que los Rabinos han ido trasmitiendo

    de boca en boca como palabra de Dios superior a la del mismo Moiss,

    interpretaciones que han quedado consignadas y en cierto modo petrificadas

    en un voluminoso libro, llamado el Talmud, que es el cdigo civil y religioso de

    los judos.

  • 8/14/2019 P JULIO MEINVIELLE -El Judio en El Misterio de La Historia

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    EL JUDASMO

    Los judos son, entonces, un pueblo forjado por la mentalidad de los

    Rabinos, en especial de los Rabinos fariseos.

    El Fariseo nos muestra al vivo el carnalismo judaico. Carnal, digo, no

    precisamente porque los judos tengan una propensin especial a los pecados

    de la impureza, sino en la acepcin que Jesucristo daba a esta palabra cuando

    anatematizaba la tendencia de atribuir una interpretacin literal, inferior y

    terrestre a lo que en la mente de Dios tiene un sentido espiritual superior y

    celeste.

    Los Fariseos, en lugar de seguir las huellas de los Profetas que, como

    Isaas y Ezequiel, haban predicado la adoracin de Dios en espritu, la

    compuncin del corazn, la reforma de las costumbres, la caridad para con

    todos los hombres, se afanaron por inculcar en el pueblo la observancia literal

    de ritos mezquinos y un sentimiento de orgullo por el hecho de la

    descendencia carnal del Patriarca Abrahn.

    Nosotros somos hijos de nuestro Padre Abrahn, exclamaban con

    orgullo, como si la carne justificase. (San Juan, 8, 31 y sig.).

    Los Fariseos, casustas miserables, haban redactado numerosas

    prescripciones sobre la purificacin, la ablucin, la locin e inmersin de las

    manos, de los cuerpos, de las copas, de los manteles, a fin de asegurar la

    pureza del pueblo. Obligaban al bao a todo fiel que haba tocado a un no-

    judo en el paseo, en el mercado, y consideraban grave pecado la violacin deestas reglas rituales.

    El que comiere pan sin lavarse las manos -dice el Talmud-, obra tan mal

    como el que se echa con la meretriz.

    Nada demuestra mejor el carnalismo judaico que aquellos terribles ay!

    que en los ltimos das de su vida mortal pronuncia Cristo, denunciando la

    hipocresa de religin, la hipocresa de pureza y la hipocresa de piedad del

    pueblo farisaico. (Mt. 23).

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    Denuncia la hipocresa de religin cuando dice:

    13. Ay de vosotros, escribas y fariseos hipcritas! que cerris el reino de

    los cielos a los hombres, porque no vosotros entris ni dejis entrar a otros.

    14. Ay de vosotros, escribas y fariseos hipcritas! que rodeis la mar y la

    tirra para hacer un proslito, y despus de haberle hecho le hacis dos veces

    ms digno del infierno que vosotros.

    16. ...ay de vosrotros, guas ciegos!...

    23. Ay de vosotros, escribas y fariseos hipcritas! que pagis diezmos de

    la yerba buena y del eneldo y del comino y habis dejado las cosas que sonms importantes de la Ley, la justicia y la misericordia y la fe.

    24. Guas ciegos que colis el mosquito y os tragis el camello.

    Denuncia la hipocresa de pureza cuando les increpa, diciendo:

    25.Ay de vosotros, escribas y fariseo. hipcritas! que limpiis lo de fuera

    del vaso y del plato, y por dentro estis. llenos de inmundicia y de rapia.

    27. Ay de vosotros, escribas y fariseos hipcritas! que sois semejantes a

    los sepulcros blanqueado, que parecen de fuera hermosos a los hombres y

    dentro estn llenos de huesos de muertos y de toda suciedad.

    Denuncia por fin la simulacin de culto y piedad para con los

    antepasados cuando les dice:29. Ay de vosotros, escribas y fariseos hipcritas! que edificis los

    sepulcros de los Profetas y adornis los monumentos de los justos.

    30. Y decs: Si hubiramos vivido en los das de nuestros padres, no

    hubiramos sido sus compaeros en la sangre de los profetas.

    32.

    Llenad vosotros la medida de vuestros padres.

    33. Serpientes; raza de vboras, cmo huiris del juicio de la gehenna?

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    34. Por esto he aqu que yo envo a vosotros profetas, y sabios y

    doctores, y de ellos mataris y crucificaris, y de ellos azotaris en vuestras

    sinagogas y los perseguiris de ciudad en ciudad.

    35.

    Para que venga sobre vosotros toda la sangre inocente desde lasangre de Abel el justo hasta la sangre de Zacaras, hijo de Barachas, al cual

    matasteis entre el templo y el altar.

    Nadie en el curso de la historia ha pronunciado anatemas ms terribles

    que el Hijo de Dios contra este prfido carnalismo judaico que iba a colmar

    toda medida con la muerte del Justo por excelencia.

    EL GRAN PECADO DE LOS JUDOS

    El 14 de Nisn del ao 33, el pueblo judo, agrupado en Jerusaln delante

    del Pretorio del gobernador Pilatos, azuzado por sus sacerdotes, pide a voz en

    grito la muerte del Prometido.

    Crucifcale, dicen, crucifcale.

    Qu mal ha hecho?

    Nosotros -responden los judos- tenemos una Ley, y segn esta Ley debe

    morir. (Juan, 19, 7).Y antes haban dicho los Rabinos en un concilio secreto

    contra Jess: Qu hacemos...? Si lo dejamos as, creern todos en l; y

    vendrn los Romanos y arruinarn nuestra ciudad y nacin. Y Caifs aada:

    Conviene que muera un hombre por el pueblo y no que toda la nacin perezca.

    (Juan, 11, 48-50).

    Los judos, entonces, en nombre de su Ley, de su Thora, y para servir a

    los intereses carnales de su Nacin, de su Raza, piden la Sangre de Aquel que

    les fue prometido corno Bendicin.

    Ellos concitan a los gentiles contra Jess; ellos, con los gentiles como

    ejecutores de sus planes, crucifican a Aquel que ser levantado en alto comoSigno de contradiccin. (Lc. 2, 34).

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    Y Cristo, Piedra de Tropiezo, levantado en alto, por encima del tiempo y

    del espacio, con los brazos extendidos, dividir en dos a este pueblo; los unos

    en la persona de los Apstoles, sern los grandes instrumentos de la

    Misericordia de Dios en la Fundacin y Propagacin de la Iglesia; los otros, en

    la persona de los escribas y fariseos, sern instrumentos de la Justicia Divinaen el Reino de Satans, en su obra de perdicin de la Iglesia y de las almas.

    EL JUDO,VERDADERO CAN

    Dios no exterminar al judasmo carnalizado. Cuando los judos deicidas

    se vuelvan al Seor y, como verdadero Can, le digan:

    13. Mi iniquidad es muy grande para merecer el perdn.

    14. He aqu que me echas hoy de la haz de la tierra, y me esconder de

    tu presencia, y ser vagabundo y fugitivo en la tierra; por lo que todo el que

    me hallare me matar. (Gn., 4).

    El Seor les dir, como a Can:

    15. No ser as; antes bien, todo el que matare a Can, siete veces ser

    castigado, y puso el Seor a Can seal para que no le matase todo el que lo

    hallase.

    Y desde entonces este pueblo marcado con el Sello de Dios debe andar

    errante por el mundo, haciendo qu? Llevando en su carne el testimonio de

    Cristo en el misterio de la iniquidad.

    Porque la carne juda, quirase o no, proclama a Cristo el Bendito de

    todos los siglos. Lo proclama la carne porque Cristo es de esa genealoga. Lo

    proclama la carne juda porque esa Ley del judo, rabnicamente interpretada,

    ha crucificado a Cristo, Trmino y Cumplimiento de la Ley. Y Cristo no puede

    ser recordado sin que recordemos al judo, y el judo no puede ser recordado

    sin que recordemos a Cristo.

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    Lo proclama la carne juda en el misterio de iniquidad porque el judo,

    sellado en la iniquidad despus que perpetr su crimen, queda para el resto de

    la historia como el agente de iniquidad. El judo, que fue misterio de bondad,

    queda convertido en misterio de iniquidad. Ya no es Isaac, sino Ismael. No

    Jacob, sino Esa. No Abel, sino Can.

    Otros le han arrebatado los derechos de primogenitura. A otros les

    fueron acordadas las Bendiciones de la Promesa. Y esos otros somos todos

    aquellos - judos y gentiles, judos primero y despus gentiles - que formamos

    la Iglesia de Jesucristo,

    La Iglesia de Jesucristo es el verdadero Isaac, el verdadero Jacob y el

    verdadero Abel. Cristo ha sido el santificador de judos y gentiles para formar

    una creacin nueva, la Iglesia de Jesucristo, que adora al Padre en Espritu y

    en Verdad. (Juan, 4, 23). Frente a la Iglesia, que es Isaac, Jacob, Abel, qu

    har la Sinagoga?, qu har el judo?

    Har el papel de Ismael, de Esa y de Can.

    Qu haca Ismael con Isaac? Se burlaba de l y le persegua. (Gn.

    21, 9). Qu haca Esa con Jacob?

    Nos dice el Gnesis, 27:

    41. Esa, pues, aborreci siempre a Jacob por la bendicin con que su

    padre le haba bendecido; y deca en su corazn: Vendrn los das de luto de

    mi padre y matar a mi hermano Jacob.

    He aqu el papel que le toca entonces desempear a la Sinagoga, al judo

    que queda judo y no quiere reconocer a Cristo. Se dedicar a perseguir a la

    Iglesia, como observa el Apstol.

    Y tendr que hacerlo porque sa es su misin, su papel teolgico.

    El judo ser, entonces, el agente de la iniquidad. As como en el reino dela bondad le cupo y le cabe (porque la historia es un presente a los ojos de

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    Dios) la primaca, as tambin en el reino de la maldad le ha de caber el primer

    lugar. Y todo lo malo que se perpetre en los veinte siglos de historia cristiana

    debe ser primera y principalmente judaico. Los otros pueblos, los gentiles, si

    quieren obrar la iniquidad tendrn que venir a la zaga de los judos. Los

    gentiles, si quieren carna1izar, tendrn que judaizar; as con gran exactitudteolgica los Santos Padres llaman judaizantes los gentiles que diseminan la

    hereja.

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    CONCLUSIONES TEOLGICAS

    Yo no s si habr logrado exponer con fuerza la oposicin teolgica, es

    decir, dispuesta por Dios, que ha de existir a travs de la historia cristiana

    entre la Sinagoga y la Iglesia, entre cristianos y judos, entre Isaac e Ismael,entre Jacob y Esa. En los dos captulos siguientes estudiar histricamente

    estas relaciones entre judos y cristianos. Lo indispensable aqu es dejar

    consignadas las conclusiones teolgicas a cuya luz debe interpretarse la

    historia.

    PRIMERA CONCLUSIN

    El pueblo judo, cuyo destino fue traernos a Cristo, tropez en Cristo.

    Parte del pueblo crey en Cristo y se edific sobre l para formar la raz y el

    tronco de la Oliva que es la Iglesia. Otra parte del pueblo cay y reneg de l

    invocando el orgullo carnal de la raza y de la nacin judaica. Esta parte de

    Israel fue rechazada y lleva sobre s la sangre de Cristo como maldicin. Esta

    parte forma el Judasmo propiamente dicho, que es herencia y continuacin de

    los Rabinos que rechazaron a Cristo.

    Despus de Cristo no hay, para los descendientes de Abrahn, sino dos

    caminos: o ser cristianos adhirindose a Cristo, o ser judos. El que a

    sabiendas no se convierte sinceramente al cristianismo, es judo con todas las

    perversidades satnicas de la raza estigmatizada.

    SEGUNDA CONCLUSIN

    El Judasmo es un enemigo declarado y activo de todos los pueblos en

    general, y de modo especial de los pueblos cristianos. Desempea el papel de

    Ismael, que persegua a Isaac; de Esa, que buscaba matar a Jacob; de Can,

    que dio muerte a Abel. San Pablo, en su 1 Carta a los Tesalonicenses, dice

    que los judos son enemigos de todos los pueblos (2, 15). Observemos que

    esto es tremendo e importantsimo. Son enemigos teolgicos. Es decir, no es

    una enemistad local, o de sangre, o de intereses. Es una enemistad dispuestapor Dios. Los judos, si son judos, es decir, si no se han convertido

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    sinceramente al cristianismo, aunque no quieran buscarn con mentiras hacer

    dao, perder y corromper a los cristianos, apoderarse de sus bienes y

    sujetarlos como a viles esclavos. Desempean en ello una funcin teolgica

    como la desempea el diablo, de quien son hijos, en expresin de Jesucristo,

    quien deca de los fariseos: Vosotros sois hijos del diablo y queris cumplir losdeseos de vuestro padre. El fue homicida desde el principio, y no permaneci

    en la verdad porque no hay verdad en !; cuando habla mentira, de suyo

    habla, porque es mentiroso y padre de la mentira. (Juan, 8, 44).

    TERCERA CONCLUSIN

    Si los judos son enemigos teolgicos, esta enemistad debe ser universal,

    inevitable y terrible. Universal, porque debe extenderse a todos los pueblos, ya

    previniendo al Cristianismo, ya acompandole, y as vemos que donde va el

    cristianismo van los judos. No hay modo de evitarlo, porque es teolgico. El

    Cristianismo y el Judasmo han de encontrarse en todas partes sin reconciliarse

    y sin confundirse. Representan en la historia la lucha de Lucifer contra Dios, de

    las tinieblas contra la Luz, de la carne contra el Espritu. Representan en el

    tiempo el cumplimiento espiritual y el cumplimiento carnal de la Escritura. LaLetra tiene que estar en todas partes para ser sirvienta del Espritu, y por esto

    Santo Toms de Aquino ensea que el judo es sirviente de la Iglesia.

    Enemistad terrible, porque es teolgica. En el judo hay un misterio de

    iniquidad, como ensean San Jernimo y San Justino hacindose eco de

    Jesucristo y de la predicacin Apostlica. No os fiis del judo porque ejerce la

    enemistad simulando que os beneficia. Jesucristo los anatematiza llamndolesinfinidad de veces hipcritas y mentirosos. El judo hace dao sin mostrar la

    mano. Los judos obran detrs de los bastidores, insina el gran judo Disraeli.

    Y en ello no hacen sino perpetuar lo que un da hicieron con el Cristo: ellos

    tramaron contra l la conjuracin secreta, pero sus planes los ejecutaron los

    gentiles. As la accin judaica sobre el mundo se realiza en la sombra de los

    concilios secretos, y los personajes que parecen regir los pueblos no son ms

    que tteres manejados por estos hijos de la iniquidad.

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    CUARTA CONCLUSIN

    Despus que Cristo fue levantado en alto sobre el monte Calvario, el

    mundo ha quedado entregado a dos fuerzas verdaderamente opuestas: la

    juda y la cristiana.

    En el mundo actual, en todas las manifestaciones de la vida no puede

    haber ms que dos modos verdaderamente fundamentales, dos polos de

    atraccin: el cristiano y el judo. Slo dos religiones: la cristiana y la juda.

    Slo dos internacionalismos: el cristiano y el judo. Todo lo que no sea de

    Cristo y para Cristo se hace en favor del judasmo. De aqu que la

    descristianizacin del mundo corra paralelamente con su judaizacin.

    Por qu no puede haber ms que estos dos modos? Porque stos son

    los nicos queridos por Dios. Son los nicos teolgicos. Dios ha repartido el

    mundo entre Isaac e Ismael, entre Jacob y Esa, entre Can y Abel, entre el

    Cristo y el Anticristo. Todas las fuerzas humanas tienen que plegarse en uno u

    otro frente.

    De aqu que a los pueblos gentiles, a nosotros, a quienes se nos ha

    propuesto la vocacin a la fe cristiana, no nos queda ms que dos caminos: o

    cristianizarnos o judaizarnos. O formar en la Oliva de la Iglesia o en la Vid

    estril del Judasmo; o ser hijos de Sara la libre, o de Agar la esclava.

    Los pueblos gentiles, si quieren ser libres y grandes, no tienen otra

    solucin que adherirse humildemente a la Iglesia; no tienen otra grandeza en

    la libertad que la grandeza incomparable de las naciones cristianasde la EdadMedia, que forj los santos y los hroes, que levant las catedrales, que educ

    al pueblo en la contemplacin de los santos, que le dio el sentido de la belleza

    en el canto gregoriano y en los frescos del Anglico y del Giotto, que sublim

    su inteligencia con la Suma Teolgica del doctor Anglico. Si los pueblos

    gentiles, repudiando esta grandeza como obscurantista y sombra, quieren ser

    grandes con la grandeza carnal de Babilonia, podrn serlo, s, pero como

    sirvientes del judasmo. Porque los judos tienen la superioridad en el dominio

    de lo carnal.

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    Y he aqu que la historia nos dice (Werner Sombart hace la

    comprobacin) que la decantada grandeza del capitalismo ingls y

    norteamericano no es ms que una creacin judaica. Grandeza carnal

    incomparable, pero que es cl trabajo de millones de cristianos en beneficio de

    un puado de judos.

    QUINTA CONCLUSIN

    La nica defensa y proteccin de los pueblos gentiles para no caer en la

    esclavitud judaica es la vida cristiana. Porque Cristo, nicamente, es la Salud

    del hombre. De aqu que la Edad Media no ha sufrido la dominacin de los

    judos. Los judos han asechado, pero sin lograr jams la dominacin.

    HOMENAJE DE GRATITUD DE LOS JUDOS A LA IGLESIA

    La Iglesia, reconociendo la perversidad teolgica que hay en ellos, saba

    sujetarlos con leyes sabias y con vigilancia alerta para que no inficionasen a los

    cristianos. Sin embargo, la Iglesia jams ha odiado al judo. Al contrario, ha

    orado y ha hecho orar por ellos; los ha defendido de las vejaciones y

    persecuciones injustas, de tal suerte que cuando el Sanhedrn judo se reuni

    pblicamente, por vez primera despus de siglos, en Francia en 1807,

    convocado por Napolen, rindi homenaje pblico a la venevolencia de los

    Pontfices en documentos que se conservan. (Collection des Actes de

    l'Assemble des Israelites de France et du royaume d'Italie, par Diogne

    Tama).

    Los Diputados Israelitas del Imperio de Francia y del Reino de Italia en elSnodo hebraico decretado el 30 de mayo ltimo, penetrados de gratitud por

    los beneficios sucesivos que el clero cristiano ha hecho en los siglos pasados a

    los Israelitas de diversos Estados de Europa;

    Llenos de reconocimiento por la acogida que diversos Pontfices han

    hecho en diferentes tiempos a los Israelitas de diversos pases, cuando la

    barbarie, los prejuicios y la ignorancia reunidos perseguan y expulsaban a losjudios del seno de las sociedades; declaran:

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    Que la expresin de estos sentimientos ser consignada en el proceso

    verbal de este da para que quede para siempre como un testimonio autntico

    de la gratitud de los Israelitas de esta Asamblea por los beneficios que las

    generaciones que les han precedido han recibido de los Eclesisticos de los

    diversos pases de Europa.

    SEXTA CONCLUSIN

    Los cristianos, que no pueden odiar a los judos, que no pueden

    perseguirlos ni impedirles vivir, ni perturbarlos en el cumplimiento de sus leyes

    y costumbres, han de precaverse, no obstante, contra la peligrosidad judaica.

    Precaverse como quien se precave de los leprosos. Tampoco se puede

    odiar ni perseguir ni perturbar a los leprosos, pero hay que tomar precauciones

    contra ellos para que no inficionen el organismo social. Dura cosa es, no hay

    duda; pero es irremediable. As los cristianos no han de trabar relaciones

    comerciales, ni sociales, ni polticas con esa casta perversa que hipcritamente

    ha de buscar nuestra ruina. Los judos deben vivir separados de los cristianos

    porque as se lo ordenan a ellos sus Leyes, como veremos ms adelante, y

    adems porque son "infecciosos" para los dems pueblos.

    Si los dems pueblos rechazan estas precauciones, tienen que atenerse a

    las consecuencias, o sea a ser lacayos y parias de esta raza, a la que le

    corresponde la superioridad en el reino de lo carnal.

    SPTIMA CONCLUSIN

    En la vida errante y despreciable del judo, que se prolonga, al menos,

    durante dieciocho siglos, hay que descubrir el misterio cristiano. As lo

    demuestra magnficamente el abb Joseph Lhmann, judo convertido, en su

    libro L'Entre des Israelites dans la socit franaise. (pg. 3).

    El judo haba llenado de oprobio al Justo. Le haba puesto un manto de

    burla sobre sus espaldas, una corona de espinas sobre su cabeza, una caa en

    su mano, golpes, escupidas, insultos, injurias, vergenzas de toda clase le

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    haba prodigado, y nada le perdon de cuanto es oprobioso. Y al final le vendi

    por el precio vil de treinta monedas.

    Estos oprobios se han encontrado despus, como castigo y pena de

    talin, en la vida del pueblo judo. Ya lo haba anunciado Moiss: Seris burla yrisa de todos los pueblos adonde os conducir el Seor. (Deut. 28, 37).

    a) Venta en remate como animales de los judos despus de la mina de

    Jerusaln. Se haba vendido al Justo por treinta dineros, y en la feria de

    Terebinto, en la llanura de Mambr, se lleg a dar treinta judos por un dinero.

    b) Prohibicin, durante siglos, de venir a llorar sobre las ruinas de

    Jerusaln.

    c) Exclusin de los judos de los rangos de la sociedad, en pago de que el

    judo haba excluido a Cristo como leproso de todo trato de hombres.

    d) La cachetada que en Tolosa, Bziers y otras partes estaba obligado a

    recibir un diputado de la comunidad juda, pblicamente, el viernes santo.

    e) La rueda o estrella amarilla que deba llevar en su pecho o en su

    sombrero para ser reconocido como judo.

    f) Los barrios o juderas donde deban vivir amontonados.

    g) La obligacin en ciertas ciudades de pagar hasta el aire que

    respiraban, como en Augsburgo, donde pagaban un florn por hora, y en

    Bremen un ducado por da.

    h) Prohibicin de aparecer en pblico desde el Domingo de Ramos hasta

    el da de Pascua.

    i) Los insultos al judo errante.

    j) La desconfianza o creencia de una malicia perpetua del judo, aun en

    las causas entre ellos. En Puy, las diferencias que surgan entre dos judos eran

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    sometidas a monaguillos, a fin de que la extrema inocencia de los jueces

    pusiese en descubierto la extrema malicia de los litigantes.

    k) En Alemania y en Suiza se colgaba al judo al lado de un perro, en

    burla, porque ste era smbolo de fidelidad.

    l) Permiso dado a todo oficial pblico para usar eptetos infamantes

    contra los judos.

    m) Expulsin, todas las tardes, de ciertas ciudades, al toque de trompeta

    de los judos.

    n) Prohibicin de baarse en las playas donde se baaran los cristianos.

    o) Interdiccin de pasearse en paseos pblicos. En ciudades de Alemania

    se colocaba esta inscripcin: Prohibicin a los judos y a los perros de entrar

    aqu.

    p) Fl peaje, que era un derecho que se cobraba por la entrada de todo

    judo a la ciudad.

    Hasta cundo ha de prolongarse esta enemistad tremenda entro judos

    y cristianos? Hasta que la misericordia de Dios disponga el tiempo de la

    reconciliacin.

    San Pablo nos ensea que da vendr en que Israel reconozca a Aqul a

    quien ha negado (Rom. 11).

    25. Mas no quiero, hermanos, que ignoris este misterio, que la ceguedad

    ha venido en parte a Israel hasta que haya entrado la plenitud de las gentes.

    26. y que as todo Israel se salve.

    Cuando llegue esa hora, que est en las manos de Dios, Esa se

    reconciliar con Jacob, esto es: los judos se convertirn en cristianos, y

    entonces se cumplir la palabra del Profeta Ezequiel, dicha 500 aos antes de

    Cristo:

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    CAPTULO II

    EL JUDO Y LOS PUEBLOS CRISTIANOS

    En el captulo anterior hemos expuesto la grandeza y miseria de este

    pueblo judo, nico linaje sagrado de la tierra. Y porque Linaje sagrado, nico

    que ha de perpetuarse a travs de la historia como un testimonio carnal de

    Aqul en quien son benditos todos los linajes de la tierra. La carne juda, el

    linaje judo, es el misterio de Grandeza y de miseria. Porque ese linaje nos

    trajo al Redentor. Pero el Redentor, puesto como Piedra de Tropiezo al mundo,

    tambin fue tropiezo para este linaje que llev su sangre. Por esto los de este

    linaje que creyeron en Cristo fueron hechos tronco y raz de la Oliva frondosa

    que es la Iglesia. Los de ese linaje que rechazaron a .Cristo fueron hechos

    tronco y raz de la Vid que no produce ms que uvas silvestres. (Is. 5, 4).

    De los judos viene la Salud. Pero la Salud aun para los judos. La Salud

    no son los judos ni es su Padre Abrahn. La Salud es Cristo. Ay de este

    pueblo forjado y santificado para traer la Salud, para producir a Cristo, si cree

    que su carne es la Salud! Entonces en nombre de su "Carne" crucificar a

    Aqul que constitua su grandeza. y entonces este pueblo, hecho Grande por

    Aqul que sale de su linaje, se trocar en Miserable por el rechazo voluntario

    que har de Cristo.

    Es importante compenetrarnos de este Misterio de Grandeza y de Perfidia

    del judo. El judo que no se adhiere a Cristo es un "ser de iniquidad", es un"ser de perfidia", y no puede estar haciendo otra cosa en el curso de la historia

    que perseguir a Cristo. Aunque no lo quiera, es su destino. Porque la razn de

    ser de esta raza es el Cristo. O con l o contra l. De aqu la perfidia del judo

    carnal. Y carnal es todo judo que no se adhiere a Cristo. Luego digamos

    sencillamente: la perfidia del judo.

    Pero advirtamos nosotros, los gentiles que hemos abrazado la fe deCristo, que esta perfidia judaica tiene un carcter sagrado, teolgico. Est en

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    ella el sello de Dios. Luego, no hemos de combatir contra "esta perfidia

    judaica", contra "este pueblo deicida", como se puede combatir contra otras

    fuerzas humanas. Recordemos que este pueblo, nuevo Can, lleva sobre s una

    seal para que nadie se atreva a exterminarlo.

    No es, por tanto, a base de persecuciones y de "pogroms" como se

    soluciona el problema judo, y por esto los Sumos Pontfices en todo tiempo

    han protestado contra todo odio contra los judos, y en la tremenda

    persecucin de Hitler, el Romano Pontfice y los Obispos alemanes han hecho

    or su voz de protesta.

    Pero aunque los cristianos debamos amar al judo de acuerdo al precepto

    de Cristo de amar a nuestros mismos enemigos, no se sigue que no hayamos

    de reconocer la peligrosidad que hay en ellos y que no hayamos de

    precavernos contra ella. Tambin debemos amar a los leprosos, y esto no

    impide que se los asle para evitar la contaminacin; debemos amar a los

    delincuentes, y esto no obsta a que se los encarcele para que no daen a la

    sociedad.

    Es muy importante subrayar, en el ambiente moderno en que vivimos,

    que se ha dejado atontar por las ideas sentimentales del Liberalismo, que el

    judo, verdadero Ismael frente a Isaac, Esa frente a Jacob, Can frente a Abel,

    no puede estar regido por el derecho excepcin de los cristianos. Debe estar

    regido por un derecho de excepcin que tome las debidas y adecuadas

    precauciones contra la peligrosidad teolgica de esta raza.

    Ni exterminarlos de en medio de los pueblos cristianos como pretende el

    antisemitismo, ni darles derecho de igualdad, que en realidad es de

    superioridad, como pretende el liberalismo o filo semitismo.

    El antisemitismo est condenado por la Iglesia en decreto del Santo

    Oficio del 25 de marzo de 1928, que dice: La Iglesia Catlica ha acostumbrado

    siempre a rezar por el pueblo judo, que fue el depositario de las Promesas

    divinas hasta Jesucristo, a pesar de la ceguera de este pueblo. Ms an, lo ha

    hecho a causa de esta ceguera. Regla de esta misma caridad, la Silla

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    Los judos en todas estas persecuciones no hacen sino cumplir su

    destino. San Pablo, el terrible Fariseo convertido a Cristo sobre el camino de

    Damasco, que conoca por experiencia propia el odio satnico de los judos

    contra Cristo, enuncia la ley de las persecuciones contra la Iglesia

    28. Nosotros, hermanos, dice a los cristianos de Galacia, somos hijos de

    la promesa, segn Isaac. (Gl. 4)

    29. Mas como entonces aqul que haba nacido segn la carne persegua

    al que era segn el espritu, as tambin ahora.

    Y este "as tambin ahora" debe perpetuarse en toda la historia cristiana

    porque es una ley teolgica ms fuerte que todos los planes y recursos de los

    hombres.

    EL TALMUD

    Lo que importa saber es que el judo realiza esta su ley en virtud de su

    judasmo, como quien cumple con una misin.

    Porque esta ley contenida en el Talmud, que rige al judo, le manda, en

    efecto, despreciar y odiar a todos los pueblos, en especial a los cristianos, y no

    parar hasta dominarlos y sujetarlos como esclavos. Veamos qu nos ensea

    sobre el Talmud Paulus L. B. Drach, el clebre rabino del siglo pasado

    convertido al cristianismo, en su famosa y rara obra De l'harmonie entre

    l'Eglise et la Synagogue, Paul Melier, Libraire-diteurs, Paris, 1844. Dice Drach

    que el Talmud designa el gran cuerpo de doctrina de los judos, en el quetrabajan sucesivamente, en pocas diferentes, los ms acreditados ministros

    de Israel. Es el cdigo completo, civil y religioso, de la sinagoga. Su objeto es

    explicar la ley de Moiss conforme al espritu de la tradicin verbal, y encierra

    las discusiones de los diversos doctores. Si el lector juicioso del Talmud puede

    afligirse a veces de las extraas aberraciones en que puede caer el espritu

    humano, si ms de una vez las torpezas del cinismo rabnico obligan a cubrirse

    el rostro, si el fiel ha de conmoverse por las atroces e insensatas calumniasque el odio impo de los fariseos difunde sobre todos los objetos de su

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    veneracin religiosa, en cambio el telogo cristiano puede recoger all datos y

    tradiciones preciosas para la explicacin de ms de un texto oscuro del Nuevo

    Testamento y para convencer a nuestros adversarios de la antigedad del

    Dogma Cat1ico. El Talmud contiene las tradiciones rea les, que estn

    confiadas a un cuerpo de setenta doctos, el sanhedrn, que era mirado comolegtimo sucesor de Moiss. All se mezcla lo religioso con lo profano, sobre

    todo despus que los judos fueron llevados cautivos a Babilonia (586 a. C.).

    La autoridad de los rabinos desplaza entonces a Moiss y los profetas. Las

    prescripciones para el acrecentamiento temporal del pueblo judo adquieren

    ms importancia que los preceptos del mejoramiento religioso. Con estas

    enseanzas rabnicas, que agravan los peores instintos del pueblo judo, se ha

    llegado a crear una mentalidad antisocial y criminal que hace de este pueblo

    un inadaptado entre todos los pueblos que le dan hospedaje.

    El Talmud adquiri singular virulencia despus de la aparicin del

    cristianismo. All se estamparon las ms insolentes y sacrlegas infamias contra

    Cristo y los cristianos. Esto determin que los libros del Talmud fueran

    entregados a las llamas por orden de los Romanos Pontfices o de los prncipes

    cristianos. Fue entonces cuando un Snodo judo, reunido en Polonia en 1631,

    orden suprimir cuanto se refiere a Cristo o a los cristianos, en los siguientes

    trminos: "Por tales razones, os ordenamos que de ahora en adelante, cuando

    publicareis una nueva edicin de estos libros, dejis en blanco los pasajes

    donde se habla de Jess de Nazareth, haciendo un circulo como ste O; y todo

    rabino, como cualquier otro maestro, tenga el cuidado de ensear tales

    pasajes a sus fieles slo verbalmente. De este modo los hombres de ciencia

    cristianos no tendrn nada que reprochamos al respecto, y podremos evitar

    que nos sobrevengan las ms grandes calamidades y nos ser posible vivir en

    paz".

    LA OBRA DE PRANAITIS

    En 1892, de la tipografa de la Academia de Ciencias de San Petersburgo

    sala la mejor y ms cuidadosa antologa de mximas talmdicas referentes aCristo y los cristianos. Su autor era Mons. I. B. Pranaitis, titular de la ctedra

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    de hebreo de la Universidad Imperial y tena por ttulo: "Christianus in

    Talmude Judaeorum, sive Rabbinicae doctrinae de christianis secreta". (El

    cristiano en el Talmud de los judos, o los secretos de la enseanza rabnica

    acerca de los cristianos). El libro llevaba, el texto hebreo de las prescripciones

    rabnicas con su traduccin en latn. Pero los ejemplares des aparecieron casicompletamente. Slo algunos pocos se salva ron. Con uno de stos public una

    edicin fotocopiada Mario de Bagni, con la correspondiente traduccin italiana.

    De esa edicin aparecida en los Editores Tunminelli y Ca., Miln, Roma, 1939,

    hemos podido hacer uso para este nuestro libro.

    LAS ENSEANZAS DEL TALMUD REFERENTES A CRISTO Y A LOS CRISTIANOS

    Antes de reproducir textualmente los pasajes ms insultantes y

    criminales del Talmud referentes a Cristo y a los cristianos vamos a dar de ello

    una idea de conjunto. En una primera parte expondremos la doctrina del

    Talmud sobre Cristo y los cristianos, y en una segunda los preceptos del

    Talmud sobre los cristianos.

    La primera parte encierra dos captulos, sobre Cristo y otro sobre los

    cristianos.

    SOBRE CRISTO. Se le llama con desprecio: "este hombre", "un qudam",

    "hijo del carpintero", el "colgado". Se ensea que es hijo espreo, de una

    mujer menstruada. Que tena en s el alma de Esa, que era tonto,

    prestidigitador, seductor, idlatra, que fue crucificado, sepultado en el infierno,

    y que hasta ahora es un dolo para sus secuaces. Como seductor e idlatra, no

    pudo ensear otra cosa que el error y la hereja, y sta irracional e imposible

    de cumplir.

    SOBRE LOS CRISTIANOS. Son llamados Notsrim, Nazarenos, y se les aplica

    todos los nombres con los cuales se designa a los no judos. Abada zara, es

    decir, cultivadores de la idolatra; acum, adoradores de las estrellas y de los

    planetas; Obd Elilim, siervos de los dolos; Mnim, herejes; Edom, idumeos;

    Goim, gentiles; Nokhrim, extranjeros, forasteros; Amm Aarez, pueblos de la

    tierra, ignorantes; Apicorosim, epicreos; Cutim, samaritanos.

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    Se dice de los cristianos lo ms abominable que se pueda imaginar. Que

    son idlatras, hombres psimos, peores que los turcos, homicidas, libertinos,

    animales impuros, indignos de llamarse hombres, bestias con forma humana,

    contaminantes a manera del estircol, bueyes y asnos, puercos, perros, peores

    que los perros; que se propagan a modo de las bestias, que son de origendiablico; que sus almas proceden del diablo y que han de volver al diablo en

    el infierno despus de la muerte; que el cadver de un cristiano muerto no se

    distingue de los restos de una bestia extinta.

    Del culto de los cristianos se dice que es idoltrico, que sus sacerdotes

    son sacerdotes de Baal, que sus templos son casas de fatuidad e idolatra, y

    que todos los aparatos que hay en ellos, clices, libros, sirven a la idolatra;que sus preces privadas y pblicas son pecados que ofenden a Dios y que sus

    fiestas son das de calamidades.

    La segunda parte de los preceptos del Talmud sobre los cristianos

    enci