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    Pgina 12 Mircoles 1 de noviembre de 2006

    Por Silvina Friera

    ENTREVISTA A LA SOCIOLOGA MARISTELLA SVAMPA

    Se sigue utilizando la imagen sarmientina para descalificar

    Su libro El dilema argentino: Civilizacin o barbarie es un estudio exhaustivo de los momentos

    histricos clave del pas, vistos a travs de la dicotoma instaurada por la obra de Sarmiento.

    Svampa analiza el modo en que su invocacin actualiza viejos prejuicios clasistas o racistas y

    reflexiona sobre la imposibilidad de desapasionar la oposicin peronismo-antiperonismo.

    En anteriores trabajos, Svampa haba estudiado, sucesivamente, la vida en los countries y el

    fenmeno de los piqueteros.

    Es una peronloga en el pas del peronismo infinito. Cuando la sociloga Maristella Svampa

    public El dilema argentino: Civilizacin o barbarie (Taurus), un libro que acaba de reeditar,

    pensaba que era necesario desapasionar la oposicin peronismo-antiperonismo para volverlarealmente apasionante. Hoy en da, y desde mi compromiso con los movimientos sociales,

    tengo sentimientos mucho ms encontrados con el peronismo. Y no hablo del cierre delperonismo desde arriba, sino en la relacin con los sectores populares. Cuando uno ve el

    funcionamiento real y efectivo del peronismo desde abajo, y observa cmo ste instala un

    vnculo poltico que apunta a la reproduccin de la pobreza y la exclusin y, al mismo tiempo,

    cmo ataca otras experiencias polticas, resulta mucho ms difcil mantener posicionespolticas desapasionadas, confiesa Svampa en la entrevista con Pgina/12. Es cierto que la

    aspiracin de una cierta izquierda ha sido siempre la desperonizacin de los sectores

    populares. Pero en las ltimas dcadas lo que prima es la creencia de que la cristalizacin dela identidad peronista de los sectores populares marca un lmite para la accin poltica

    transformadora. Creo que hay que combatir esta idea, y en este sentido considero que, desde

    una izquierda independiente y no dogmtica, es posible construir un vnculo poltico diferentecon y al interior de los sectores populares.

    El dilema argentino... es un estudio exhaustivo de los momentos clave de la historia del pas

    desde la generacin del 80 del siglo XIX hasta los recientes aos 70 a travs de la imageninaugurada a partir de Civilizacin y barbarie, ttulo original de la obra que Sarmiento public

    durante su exilio en Chile, en 1845. Esta dicotoma fundacional de la doctrina y del programa

    liberal fue puesta al servicio de la legitimacin poltica de un nuevo orden, pero su

    importancia no se detiene ah. Esta imagen termina por convertirse en una suerte de matriz

    de lectura general de la cultura argentina en la cual la importancia y el peso del pasado esfundamental, advierte la sociloga. Pero esta matriz fue adquiriendo distintos significados e

    interpretaciones. Es un proceso bastante complejo; no es un esquema lineal. Lo que activa la

    imagen sarmientina son las luchas y los conflictos polticos, pero lo que queda de esta

    dicotoma, en trminos de eficacia simblica, es que es utilizada como un mecanismo dedescalificacin poltica a partir de la recuperacin democrtica, plantea Svampa.

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    Qu pas con el menemismo?

    Se reactiv el fantasma de la barbarie con el Menem populista, antes de que hiciera su

    conversin al neoliberalismo. Pero de manera muy clara se utiliz a partir del surgimiento denuevos movimientos sociales que tienen como base a los desocupados. En los ltimos aos se

    ha reactivado la figura de la peligrosidad social en clave sarmientina, el aluvin zoolgico, el

    desborde plebeyo de las masas, que resurgen en la escena poltica reactivandorepresentaciones clasistas y racistas que tienen larga data en el pas. La imagen civilizacin o

    barbarie no es ms una clave explicativa general; ha sido cuestionada al igual que otras

    representaciones binarias de la historia, pero queda como un mecanismo de descalificacin

    poltica y como una representacin que resurge en perodos de grandes crisis, que ponen de

    manifiesto la inconsistencia de lo social. La crisis del 89 o la del 2001 seran ejemplos de

    momentos en los cuales la amenaza de la descomposicin social crea temores que se

    cristalizan en ciertas figuras que aparecen como peligrosas. Despus de la dictadura militar, la

    imagen de la civilizacin slo poda ser recreada por una tradicin autoritaria, represiva y

    criminal.

    Se podra decir que para la dictadura la democracia estaba en el campo de la barbarie, entanto la entenda como un sistema de descomposicin y anarqua...

    Efectivamente, hay una imagen de la democracia asociada al desborde del marco jurdico-

    poltico que la elite construye desde temprano. Esto aparece en los aos 80 con los primeros

    inmigrantes que no responden a los ideales o expectativas de la elite y que comienzan a

    organizarse en distintos sindicatos socialistas y anarquistas. La figura de lo extico, de la

    peligrosidad, va a ser encarnada por el inmigrante y no es raro que en el Centenario se

    revalorice al gaucho vencido y domesticado, como ncleo identitario nacional, bajo la pluma

    de Lugones, el intelectual orgnico de la elite. Aunque esta idea de peligro tambin reaparece

    con Yrigoyen y con Pern, la desconfianza a las masas est presente en el diseo

    constitucional de la repblica. En los aos 70, con la dictadura militar, la doctrina de

    seguridad nacional constituye uno de los ejes ideolgicos que se nutre de esta desconfianzarespecto de la democracia. Pero aquellos que revalorizan la barbarie como ncleo identitario

    nacional, como sustancia de la historia, como polo en movimiento que se ve obstaculizado en

    su desarrollo histrico, tambin desconfan de los mecanismos polticos institucionales.

    Por qu va perdiendo legitimidad esta dicotoma?

    Por un lado se va cargando de nuevos sentidos y esto hay que leerlo al calor de ciertos

    conflictos: 1910, 1930, 1945, 1970 son puntos de inflexin de la historia argentina en los que

    se resignifican e invierten los contenidos de la dicotoma. La valorizacin positiva de la

    barbarie empieza con los revisionistas en 1930, pero se actualiza en trminos de actor poltico

    con el peronismo. En los aos 70, observamos claramente el debilitamiento del polo

    civilizatorio y asistimos a la eclosin de la imagen de la barbarie. Despus del carcterferozmente represivo y criminal de la dictadura, hubo que revisar el pasado bajo otrostrminos, no ya a travs de representaciones maniqueas. A partir de los 80, encontramos la

    necesidad de hacer una autocrtica de estos procesos histricos, de cmo fueron ledos e

    influyeron en las prcticas, desde la revalorizacin de la democracia representativa, que no

    haba tenido lugar dentro de la tradicin nacional-popular ni en la tradicin poltico-

    autoritaria.

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    Pero se super ese esquema dicotmico o an quedan resabios?

    Sin duda podra decir que el sentido comn histrico de los argentinos, como lo seala

    Halperin Donghi, est muy nutrido por el revisionismo histrico, que es absolutamentedicotmico. En el campo de las ciencias sociales y de la cultura, ya no es ms funcional. Pero si

    no estuviera latente la imagen civilizacin o barbarie, no sera tan fcil reactivar prejuicios

    clasistas o racistas, como sucedi con los piqueteros a partir de su ingreso sistemtico yfrecuente a la ciudad de Buenos Aires.

    Kirchner aprovech estos residuos de la imagen de civilizacin o barbarie al interior del

    peronismo?

    No me parece. En Menem hubo una necesidad de vaciar de contenidos conflictivos alperonismo y por eso liquid el legado de la tradicin nacional-popular. Con Kirchner se pone

    de manifiesto la posibilidad de reactivar esta tradicin. Pero creo que es muy difcil realizarun rescate cabal cuando este vaciamiento de los 90 vino acompaado de la prdida de una de

    las dimensiones fundamentales del peronismo, el igualitarismo, que era un contenido muy

    fuerte dentro de esas formas que evocaban lo plebeyo y el desborde de las masas. No se ve enel kirchnerismo, ms all de la ilusin, que la dimensin igualitaria tenga un rol fundamental.

    A veces es muy difcil volver sobre los pasos. Discrepo con ciertas lecturas que se ha hecho delperonismo como populismo, por ejemplo la de (Ernesto) Laclau.

    Por qu?

    A travs del peronismo, Laclau realiza una interesante y sutil lectura del populismo, en

    trminos que aluden a ste como una suerte de significante flotante o vaco en permanente

    disputa, segn los textos. Considero que la lectura de Laclau no pone el acento en lasdiscontinuidades o en los puntos de no-retorno que producen los mismos hechos histricos.

    En ese sentido, tiendo a pensar que los 90 instalaron un punto de no-retorno en ese proceso

    de disputa y resignificacin poltico-cultural de la tradicin nacional-popular, en la medida enque el peronismo liquid su dimensin igualitaria que, ms all de los avatares y

    pragmatismos pasados, formaba parte de su ncleo duro. Adems, mientras no se plantee unaverdadera ruptura con el legado neoliberal, propio de los noventa, la reapropiacin de dicha

    tradicin va a quedar en el terreno de la ilusin populista, para unos; en el del conocidocinismo, para otros.

    A qu se refiere cuando seala que el setentismo cumple un rol articulador en el presente?

    Cada vez me convenzo ms de que la disolucin de la dimensin igualitaria del peronismo y

    la negacin del pasado noventista hoy aparecen desplazados en su centralidad por elsetentismo. Pero el setentismo del que hablo poco tiene que ver con los esquemas binarios

    del pasado o con los discursos emancipatorios de otras pocas. Si bien no creo que sea unacuestin de revancha generacional, como suponen errneamente algunos, lo que s est

    fuertemente presente en muchos de los que apoyan a Kirchner es que para toda unageneracin este gobierno representa algo as como la ltima oportunidad. Aunque de

    manera diferente a la del pasado, los setentistas de la era K tienden a confundir nuevamente laposibilidad del fracaso con el fin de la historia. El cruce de estas variables, a las que habra que

    agregar aquellas propias del escenario latinoamericano actual, hace que ste sea un momentocargado de ambigedades, de tensiones y, sobre todo, de dobles discursos. Un momento en el

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    cual la crtica al neoliberalismo va acompaada de una fuerte retrica antineoliberal, sin que

    esto constituya un obstculo mayor para la consolidacin del modelo de dominacin y de lasgrandes asimetras propias del modelo neoliberal.

    Cmo se lleva con el peronismo?

    La mirada sobre el peronismo atraviesa todas mis investigaciones. Al principio, cuando hice

    el trabajo sobre el rol de civilizacin o barbarie, pensaba que era necesario desapasionar el

    tema, la oposicin peronismo-antiperonismo, para volverlo realmente apasionante. Pero esta

    visin estaba muy marcada por la distancia poltica. Hoy en da, y desde mi compromiso con

    los movimientos sociales, tengo sentimientos mucho ms encontrados con el peronismo. Y no

    hablo del cierre del peronismo desde arriba, sino en la relacin con los sectores populares.Cuando uno ve el funcionamiento real y efectivo del peronismo desde abajo, y observa cmo

    ste instala un vnculo poltico que apunta a la reproduccin de la pobreza y la exclusin y, al

    mismo tiempo, cmo ataca otras experiencias polticas, resulta mucho ms difcil mantener

    posiciones polticas desapasionadas. Es cierto que la aspiracin de una cierta izquierda hasido siempre la desperonizacin de los sectores populares. Pero en las ltimas dcadas lo que

    prima es la creencia de que la cristalizacin de la identidad peronista de los sectorespopulares marca un lmite para la accin poltica transformadora. Creo que hay que combatir

    esta idea y en este sentido considero que, desde una izquierda independiente y no dogmtica,es posible construir un vnculo poltico diferente con y al interior de los sectores populares.