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Palabra 93, Revista doctrinal y de pensamiento del PAN, correspondiente al trimestre julio-septiembre de 2012.

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El momento actual es, para Acción Nacional, uno de los más importantes en su historia. Atrás quedaron 12 años de gobierno, una experiencia valiosa en términos de aprendizaje, cuya evaluación será una de las primeras tareas que como panistas debemos asumir.

Es por esto que Palabra ofrece a sus lectores las ideas que sobre el Partido, precisamente en esta coyuntura, han surgido de panistas interesados en construir una discusión sobre los retos y las definiciones que tenemos que abordar como militantes y simpatizantes panistas.

No es una tarea fácil, particularmente por el esfuerzo de la oposición –en el sentido de las personas y partidos que se oponen a todo lo que represente algo distinto y no beneficie sus particulares intereses– en desvirtuar todo lo hecho en dos sexenios de gobiernos federales panistas. Qué se cometieron errores, sin duda; omisiones, también hay que reconocerlo, no somos conformistas. Pero también hay que reconocer los avances en la estabilidad económica, en la cobertura educativa y de salud, en infraestructura, en transparencia y desarrollo social.

Así, nuestro reto es insistir en hacer una evaluación lo más objetiva posible y defender los logros de nuestros gobiernos, a la vez que reconocemos lo que nos faltó. Sólo así, refrendaremos en el futuro la confianza ciudadana.

PRESENTACIÓN

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Respecto al Partido, la discusión también tiene que ir en ese sentido. Los artículos que en esta edición ofrecemos, resumen lo que al interior se está comentando. Buscamos lectores mejor informados que utilicen la información que ponemos en sus manos para formarse un mejor criterio.

Tenemos enormes retos por delante, tenemos que definir hacia donde vamos de manera conjunta. Esta es la tarea que hoy nos toca realizar a los panistas en todo el país.

Decía Manuel Gómez Morin que “el partido auténtico no es asociación de políticos profesionales, sino de ciudadanos, de mujeres y hombres que entienden su deber de no mutilarse, sino de sumar a sus inclinaciones, a sus preferencias, a sus obligaciones de trabajo y de familia, a sus estudios, a sus sueños, la gestión del bien común”. Estas son las ideas que deben impulsarnos en momentos como el presente.

Sólo resta que, en esta brega de eternidad, cada quien asuma el compromiso que le corresponde. Acción Nacional necesita de la fuerza y de la voz de sus militantes y simpatizantes para continuar siendo el partido que, en palabras de Carlos Castillo Peraza, represente la fuerza de la democracia.

Tomás Trueba GraciánDirector

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os temas a analizar, como es sabido, son de capital importancia. No exagero si considero que pueden definir, para bien o para mal, el futuro de Acción Nacional.

Como sabemos, el pasado proceso electoral arrojó resulta-dos adversos para nuestro partido. Esta situación lamentable, que nos duele a todos, reclama una reflexión profunda acerca de sus causas y, en general, del deterioro que el PAN ha venido

resintiendo, no de ahora, sino de hace algunos años.

Como he señalado, son múltiples las causas que provocaron estos resultados. Todos tenemos responsabilidad en el problema y por lo mismo, todos tenemos res-ponsabilidad en la construcción de las soluciones. Y tan necesaria y urgente es la reflexión, como necesaria y urgente es la acción resuelta para volver, cuanto antes, a ser el partido que goce de la confianza de la mayoría de los mexicanos. Más allá de diferencias circunstanciales, que de ninguna manera debieran dividirnos, todos entendemos claramente el mensaje de las urnas: el PAN tiene que cambiar y tiene que cambiar profundamente.

Por esa razón, junto con los otros expresidentes nacionales que seguimos mi-litando en Acción Nacional, don Luis Álvarez, Luis Felipe Bravo Mena, Germán Martínez y César Nava, hemos hecho un llamado a toda la militancia a través del Comité Nacional para iniciar este proceso de reflexión y transformación profunda.

A recuperar el verdadero espíritu democrático del PaN

Felipe Calderón Hinojosa

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Lo hemos hecho a través un documento presentado al CEN la semana poste-rior a la elección, al que titulamos: “La Reconstrucción del PAN”. Porque de eso se trata, de reconstruir nuestra casa común desde los cimientos hasta la cúpula; desde nuestra reorganización electoral hasta la tan necesaria reconstrucción ética del panismo.

Algunos le hemos llamado también “refundación” por una simple y sencilla razón: porque se trata de regresar al PAN a sus fundamentos. Nada más, pero tampoco nada menos: regresar al PAN a sus principios, a sus valores, al comporta-miento ético irreprochable de sus militantes, de sus gobernantes, de sus dirigentes.

En cualquier caso, no debemos limitar nuestra capacidad de acuerdo a una ba-talla de conceptos, de nombres o de plazos. Nuestro problema no es de términos, nuestro problema no es de fechas, nuestro problema no es de apariencias. Nuestro problema es de fondo y aunque complejo, es urgente que lo resolvamos y lo resol-vamos bien. Resolvámoslo bien, y resolvámoslo lo más pronto posible. Estamos a tiempo, esta es la clave, estamos a tiempo si queremos volver a ver a Acción Nacio-nal conduciendo, y muy pronto, los destinos de México.

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Desde niño aprendí de mi padre el noble oficio de hacer patria a través de Ac-ción Nacional. Quiero entrañablemente al PAN y a pesar de su gravísima circuns-tancia sigo considerando que es el principal instrumento de transformación de la vida pública de México. Por lo mismo, nada más lejos de nuestro propósito que dividir o lastimar al PAN. Por el contrario, sé que esa, la división es, precisamente, uno de los peligros que ahora corremos. Por supuesto que discrepo de decisiones, designaciones, de opiniones o posturas que eventualmente pueda tomar el parti-do. Pero todas, todas sin excepción, las he acatado como militante.

Y lo he dicho y hoy lo reitero frente a ustedes: haré todo lo que esté de mi parte para que el partido, no sólo pueda reconstruirse exitosamente, sino que lo haga de manera fuerte y que lo haga de manera unida entre todos los panistas.

Junto con la división, síntoma recurrente de partidos como el nuestro cuando pierden el poder en el mundo, el otro gran riesgo que corremos, amigos, es no ha-cer nada, o que pensemos que todo lo que sufrimos obedece a la perversidad, que es real, de nuestros adversarios. Corremos el riesgo de que en el loable afán de no lastimarnos, nada hagamos, y sigamos adelante como si nada hubiera ocurrido y eso nos ha pasado una y varias veces. Corremos el riesgo también de que dejemos los cambios para después, como si tuviésemos todo el tiempo del mundo y como si no hubiésemos perdido las elecciones.

Creo firmemente en el PAN y creo en su necesaria unidad, creo en sus prin-cipios que conozco, creo en su historia que he vivido y creo en sus acciones de gobierno acordes con el humanismo político que profesamos. Y por ello, también estoy convencido de que el PAN siendo enormemente valioso no puede seguir así y tiene que cambiar.

Diagnóstico¿Qué es lo que falló en las pasadas elecciones? En cierta medida, y esa es la clave, todos fallamos. ¿Es responsable el gobierno de Acción Nacional? Sí señores, es res-ponsable. Lo es en tanto que falló en el legítimo propósito de refrendar, tal y como, por cierto, lo hicimos hace seis años, la confianza de los electores. Podría pensarse que falló el gobierno porque fuimos incapaces de generar bienes públicos. Hones-tamente creo que no fue así.

Hoy México es distinto y mejor de lo que era hace doce años, incluso es distin-tos y mejor de lo que era hace seis. El PAN ha transformado a México en muchas vertientes. Lo ha transformado en un país que se encamina a ser predominante-mente de clases medias, con logros inalcanzados para la mayoría de los países del mundo en muchos rubros. Tan sólo el alcanzar la cobertura universal de salud es una meta que no han logrado la gran mayoría deNaciones en la tierra. Y mucho po-dríamos decir en materia de infraestructura, de educación, de vivienda, de combate

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a la pobreza, de medio ambiente, de estabilidad y competitividad económica en la peor crisis económica que vive el mundo, las generaciones presentes, e incluso en el tema más complejo, en la transformación de instituciones y de leyes en una de las materias y temas más apremiantes de la vida pública de México, como es la seguridad y la justicia.

Una cosa en la que claramente fallamos también fue en la difusión de logros y en la explicación de nuestras decisiones y políticas. Y falló el PAN en el gobierno, en tanto que fue incapaz de traducir sus logros en apoyo político – electoral. El he-cho de que el gobierno haya llegado a la veda electoral con un nivel de aprobación del 66 por ciento, según encuestas de diversos medios, y que el partido no haya obtenido más del 26% de los votos habla de nuestra debilidad crónica para tradu-cir en apoyo político electoral lo mucho o poco que se hace a nivel gubernamental, desde el más modesto de los municipios hasta la Presidencia de la República.

Quizá también la derrota tenga que ver con nuestra renuencia para asumirnos plenamente como partido en el gobierno. La esencia de Acción Nacional es el hu-manismo político, no es nuestra esencia ser oposición o ser gobierno, por impor-tante que sea, no es de esencia, es de circunstancia, es de nuestra existencia. Por eso la circunstancia, eso sí, que debemos asumir a cabalidad. La hemos asumido a tope cuando somos oposición, pero no siempre la hemos asumido plenamente cuando hemos sido gobierno y en no pocas ocasiones siendo gobierno seguimos compor-tándonos como oposición.

Y más allá de la generosísima y valiente entrega de Josefina, también es indis-pensable hacer un balance sereno y objetivo de la campaña misma. Preguntarnos quizá si el lema, si la propaganda, si los mensajes selectos fueron suficientemente claros para el electorado. Si se comunicaron a cabalidad las enormes fortalezas y méritos de nuestra candidata, y si estaban orientados a traducir legítimamente en votos lo realizado como gobierno.

En fin, creo que se trata de un ejercicio indispensable, no por un afán de reparto de culpas, sino como una experiencia que debe dejarnos a todos lecciones valiosas para elevar nuestra competitividad en futuras contiendas. ¿Fallaría el partido? Por supuesto, fuimos incapaces como partido de construir en tantos años una estruc-tura implantada homogéneamente en todo el territorio nacional. Simplemente el desgaste que sufrimos ante la opinión pública por errores evidentes en el proceso de selección de candidatos, por la imposibilidad de resolver conflictos internos, por la constante disputa de liderazgos o de aspirantes, por la imposición de candidatu-ras en casos contra la manifiesta voluntad y decisión de los militantes, por muchas cosas, hicieron que el extraordinario posicionamiento electoral que había logrado Josefina tras el proceso interno se viniera abajo, aún antes de iniciar siquiera la campaña presidencial.

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Habrá mucho que aprender, por supuesto, para el ejercicio de gobierno. Pero más allá de las críticas que de buena o mala fe puedan o quieran hacerse, el caso es que, por lo pronto, ya no tendremos gobierno. Habrá quien señale a quienes colaboraron generosamente en la campaña electoral. Hoy no hay más campaña electoral. Lo único que nos queda, panistas, es el partido. Y es aquí, precisamente aquí, donde debemos concentrar nuestros esfuerzos, si es que queremos que Ac-ción Nacional prevalezca y vuelva a ganarse la confianza ciudadana.

En efecto, muchas cosas son las que deben cambiar y créanme no de ahora y no es un tema de personas, de éste o aquel, es un tema, y lo sabemos, que venimos arrastrando y es la hora de enfrentarlo. Este momento de prueba que pasa el par-tido desde la derrota es una gran oportunidad para cambiar, libera la energía que necesitamos para enfrentar los cambios de fondo.

De muy buena voluntad, por ejemplo, construimos nuestras reglas internas buscando democracia interna, buscando la defensa del partido frente a posibles intromisiones externas. Y lo que ha pasado, el resultado es que, hay que decirlo con toda franqueza, construimos mecanismos que han llevado al control clientelar de los padrones internos, a la pérdida de calidad de la militancia y al envilecimiento de la democracia interna del partido. Hoy, la vida de Acción Nacional gira en torno a quién y cómo controla el padrón interno, sea para elegir candidatos, sea para elegir dirigentes. En el mejor de los casos, los más nobles, nuestras candidatas y candidatos tienen que dedicar, no meses, años, años para asegurar el voto de un reducido número de miembros activos, y una vez que lo logran les queda poco tiempo, meses y a veces sólo semanas para conquistar el voto de los ciudadanos allá afuera.

Tenemos que dedicar toda nuestra energía a conquistar cientos que somos adentro, una energía que debiera destinarse a conquistar a los miles de millones que están afuera. Por lo mismo, también en no pocos casos nuestras candidaturas terminan siendo producto de una decisión clientelar interna. Al pernicioso espíritu de grupos y facciones que ya traíamos desde hace buen rato, a la onda grupera como le llamada Luis Mejía, le hemos sumado ahora el poder del control del pa-drón y la prebenda.

Esta distorsión de nuestra militancia está en gran parte en el fondo de nuestros problemas de hace tiempo y nos ha traído consecuencias muy perniciosas en varios frentes. Les menciono algunas: en primer lugar, ha cancelado el verdadero espíritu democrático de Acción Nacional. Ahí donde el padrón se controla y se manipula, ahí donde se guardan las formas de afiliación sólo para los afines. Ahí donde se utilizan prácticas que para nosotros eran totalmente inadmisibles, ahí ya no hay libre adhesión a ideas o a los principios, ni siquiera a las personas. Esto es, quizá lo más grave: hay un quiebre moral, una ruptura ética de nuestro comportamiento

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político que urge corregir porque la ciudadanía se da perfectamente cuenta y por eso lanza esa acusación que tanto nos duele: son iguales al PRI o al PRD.

En segundo lugar, nuestras candidatas o candidatos resultan sí, en estas cir-cunstancias resultan del gusto de nuestra militancia, resultan del gusto de nues-tra acotada membresía activa, pero ya nada tienen que ver muchas veces, con las exigencias e inquietudes y con los reclamos de la ciudadanía. Yo lo resumiría así, buenos para las internas, malos para las externas.

En tercer lugar, dirigencias también cada vez menos significativas. El poderoso liderazgo moral, político, de opinión publica, de conducción de la vida pública de Acción Nacional, reconozcámoslo también, es cada vez menor. Daniel Cossío Ville-gas llegó, que no era ni con mucho simpatizante, llegó a hablar de que en México se padecía una baja marea cultural que estaba arrastrando a la política. Y reconocía, a final de cuentas, que de esa baja marea se salvaba el Partido Acción Nacional. Entonces lo atribuía a la pléyade de universitarios que, al lado de Gómez Morin constituyeron la primera oficialidad del partido. Hoy, en el caso de algunos lideraz-gos, el partido es parte de esa baja marea que ya no despierta ninguna confianza y no suscita ninguna aspiración entre los ciudadanos.

En cuarto lugar, no sólo vamos perdiendo calidad de nuestra militancia, sino que también impedimos a toda costa que entren al partido las y los mejores ciu-dadanos. Cualquiera de ellos que muestre cierto talento, cualquiera que destaque y que tenga liderazgo es visto como una amenaza por quienes piensan para sí en las próximas candidaturas, en las próximas regidurías, en las próximas dirigencias locales y en el manejo de esos recursos. Son muchos los ciudadanos destacados, son muchas las mujeres valientes que no se acercan al PAN, porque les hemos dicho, en todos los tonos, que para ingresar al PAN sólo se admiten panistas, ese es el primer requisito.

Algo más, la última reforma estatutaria genuinamente buscaba fortalecer los derechos de los militantes, terminó exacerbando los derechos de militantes y, no sólo eso, terminó por destruir los derechos del partido, porque el partido por su-puesto que tiene derechos, por supuesto que debe tener el derecho de decir sí o no cuando alguien amenaza precisamente el prestigio, la identidad, la solvencia, la forma honesta de vivir que pregonamos en Acción Nacional. Y esos derechos fue-ron mermándose, precisamente, en una concepción, a mi juicio, errónea de lo que debe ser una democracia interna, vigorosa y de derechos, es también de deberes.

Y, por otra parte, poco a poco, no sí si ustedes lo estén observando también, pero se está convirtiendo, no en una organización, no es una verdadera acción nacio-nal cohesionada y coherente en todo México, sino en una especie de confederación de comités y de grupos a nivel estatal, a nivel municipal, cada quien con su lógica,

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cada quien con sus grupos, cada quien con sus padrones y cada quien con sus intereses. Poco que ver con una opción política clara, identificable, cohesionada, disciplinada capaz de sostener un solo mensaje, una sola identidad, capaz de esta-blecer estándares éticos en el comportamiento de sus dirigentes, de sus militantes y de sus candidatos.

No pocas veces y lo hemos visto todos con tristeza, sus dirigencias, aún antes de ganar la elección interna, se ven obligadas a negociar entre los grupos, entre los intereses de los grupos, algunos de ellos inconfesables, entre las distintas facciones del partido, concesionarias cada una de un trozo del padrón interno.

Los problemas del partido son graves, sí, pero tienen solución, aún tienen solu-ción; sin embargo, ésta no admiten ya dilación alguna. Son problemas que hemos detectado hace mucho tiempo, por lo menos una década, yo recuerdo que después de la derrota de 2003 hicimos un análisis, hicimos un diagnóstico.Los diagnósticos acerca de nuestra problemática de candidatos, de militantes, de falta de formación, de inconsistencia se repiten, las soluciones también, pero ojo, siempre dejamos para después, siempre para una consulta más amplia, las medidas correctivas. Esto no puede volver a suceder.

Acciones para la recontrucciónPor eso pensamos que es momento hoy de entrar seriamente a un proceso profun-do de reconstrucción de Acción Nacional. ¿Y qué es lo que debemos hacer? Prime-ro que nada, amigas y amigos, debemos proponernos la reconstrucción ética del partido. Tenemos que volver a hacer del PAN un instrumento de transformación de la vida cívica del país. Pero eso suena quizá, un poco, y tiene esa lógica, como el viejo concepto de Don Manuel, mismo. Eso suena a brega de eternidad. Y efec-tivamente, en el terreno terrenal es un plebiscito cotidiano que debemos nosotros los panistas proponernos e imponernos y que empieza por la reforma personal, pero esta reforma personal, por desgracia, no es verificable ni es sancionable ni es perseguible, a menos que cuente con un marco de reglas y con otros propósitos que son las que debemos de cambiar.

Pero si esa meta es válida, y siendo válida es ciertamente abstracta, también honestamente les digo que nos propongamos además de esa, otra meta bien con-creta, bien distinguible, una que quizá pueda cohesionar al partido hasta al más pragmático de nuestros compañeros. Que arribemos desde ahora, ahora mismo a un acuerdo básico y esencial. Transformemos al PAN, transformemos a Acción Nacional de manera tal que vuelva a ganar las elecciones presidenciales en el año 2018, que ese sea el propósito, que permita que cada quien pueda hacer a un lado sus intereses y nos permita llevar a las decisiones que debemos de tomar, por muy graves que esas sean a la fortaleza cívica y de propuesta que siempre ha sido y debe seguir siendo Acción Nacional.

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Pero si nos proponemos ganar la Presidencia nuevamente, si nos proponemos ganar el Congreso tenemos que hacernos varias preguntas básicas los panistas. Por ejemplo: para ganar las elecciones ¿qué tipo de militancia necesitamos? Y habrá que evocar lo que González Luna dijo hace casi 70 años. Nosotros no podemos ni queremos reclutar clientes, ni formar rebaños, sino convencer hombres libres y responsables para una reforma colectiva que parte de la reforma personal. Nece-sitamos atraer a las filas de nuestro partido a las y los mejores ciudadanos a partir de la voluntad libre que se manifiesta en la adhesión a lo creemos y por lo que pensamos.

El partido, a su vez, tiene que desplegar toda su capacidad para formar cua-dros con la visión para conducir al país hacia la modernidad. Nuestros militantes deben volver a ser, debemos volver a ser ciudadanos ejemplares. Nuestros militan-tes, deben ser ciudadanos ejemplares. Si queremos recuperar la identidad ante la ciudadanía, no es una cuestión de mera propaganda. Si queremos que la gente nos vea como el mejor partido el primer mensaje que debemos enviar es que en el PAN están las y los mejores ciudadanos, que en el PAN están las y los mejores mexica-nos, más allá de campañas y las coyunturas. La gente sabrá si somos los mejores o no lo somos.

Cómo saber si hay entre los nuestros corruptos o no los hay. No podemos tran-sigir en ello. La integridad y la calidad de nuestra militancia es factor clave para ga-nar nuevamente la confianza de los ciudadanos. Y que sea una militancia, amigas y amigos, que cumpla con responsabilidades partidistas mínimas: Que promueva nuestro voto y nuestras ideas, que defienda nuestras casillas con una convicción de que el dinero no puede ni debe sustituir. Tiene que se ser la convicción la que defienda los votos de Acción Nacional. Necesitamos, además, una militancia para cuyo reclutamiento establezcamos parámetros objetivos. Una militancia que pase por un proceso de formación y capacitación continua en ética, en política, en co-nocimiento de política pública para que Acción Nacional vuelva a ser escuela de ciudadanía.

Y para ganar las elecciones ¿qué tipo de candidatos necesitamos? Qué necesita-mos para esas que vienen, las próximas, del 15 por ejemplo. Simple y sencillamente los mejores. Ya lo decía hace medio siglo Christlieb Ibarrola: “nuestra obligación, es postular a los mejores candidatos para que lleguen a los puestos de elección popular la mejor gente que nuestro partido pueda proponer”. Pienso que en cada elección que se avecine y cada cargo que disputemos debemos plantearnos con seriedad todos: ¿es ella o es él la mejor gente que podemos proponer? ¿Podemos decir sin mentirle a los demás que el nuestro o la nuestra es mejor que los adver-sarios? Cuando esa respuesta es sí la ciudadanía lo sabe y los respalda, y también cuando postulamos candidatas o candidatos que no son las mejores claramente castigan nuestras decisiones.

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Necesitamos pues candidatos que respondan verdaderamente a la visión, a los intereses y a las expectativas de los ciudadanos; que sean dignos representantes de los valores de Acción Nacional y que por ser los mejores ganen elecciones repre-sentando al PAN. Necesitamos, sí, elegirlos a través de procesos pulcros y transpa-rentes, que minimicen el riesgo de divisiones y también el riesgo de litigios, porque hemos convertido al partido en una barandilla.

También debemos incorporar al estatuto metodologías que nos permitan tomar en cuenta a los ciudadanos en nuestras decisiones. Debemos incorporar al estatuto metodologías que nos permitan con sinceridad tomar en cuenta las preferencias y los intereses de la ciudadanía a la que debemos servir. Y para ganar la elección ¿qué tipo de dirigencias necesitamos? Necesitamos dirigencias fuertes y eficaces, que tengan y ejerzan un liderazgo sólido, un liderazgo político, no sólo en la militancia, que bien lo requiere, sino y en la sociedad a la que servimos. Dirigencias que sean evaluadas por sus resultados, a partir de metas claras de desempeño. Dirigencias que puedan dedicar todo su periodo de dirigencia a la preparación que están di-rectamente responsables de organizar y de ganar, y que permitan, sobre todo, la deseada implantación territorial del partido en todo el país.

He dialogado intensamente con muchos de ustedes y me queda claro que es-tamos de acuerdo en el qué. Sorprendentemente nuestra coincidencia es enorme, sí necesitamos cambiar al partido, coincidimos. Sí necesitamos una reforma, entre otras cosas, a nuestros estatutos y sé que falta ponernos de acuerdo en cuándo y en el cómo. ¿Cuándo necesitamos hacer estos cambios? Si queremos ver al PAN recuperar su tendencia al crecimiento y ganar nuevamente la confianza de los ciu-dadanos, déjenme decirles que debemos actuar de inmediato, que debemos co-menzar ahora mismo y por más difícil que sea el proceso, con mucho mayor razón debemos empezar cuanto antes.

La clave, el cómo es actuar unidos, porque si no conjuntamos la fuerza de todos los liderazgos de Acción Nacional difícilmente vamos a cumplir nuestro propósito. Y si queremos hacerlo para las próximas elecciones, insisto no sólo para el 2018, para las que vienen a nivel federal 2015 e, incluso para las del próximo año que están a la puerta, tenemos que empezar ahora mismo. No podemos perder un año, como siempre, no podemos venir aquí en el 2015 a revisar el diagnóstico del 2012, como ahora estamos revisando el del 2009. Necesitamos tomar decisiones ya, por-que en esto va la vida futura del partido.

La labor del Consejo NacionalHay otro motivo de urgencia: el próximo año hay elecciones en 14 estados de la República, entre ellas Baja California, en Puebla, en otros estados. Si no aplicamos los cambios ahora, perderemos la oportunidad de mejorar nuestra vida interna y de postular candidatas y candidatos en la mitad de la República mexicana. Eso no

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quiere decir que el proceso de cambio se tenga que hacer sin consultar a la militancia, nada de eso, al contrario, quizá sea la militancia la que nos ayude a sacudir al parti-do y a vences las resistencias que se presentan tradicionalmente y quienes puedan ser, finalmente, los principales destinatarios de los cambios. De hecho, ya todo el partido está en cuestionamiento, de hecho ya en todos los comités municipales se están realizando, o se deberían estar realizando, reuniones de análisis y reuniones de propuesta. Pienso que el partido debe conducir ello.

Pero para consultar a la militancia no es necesario tomarnos un año, ni medio. Podemos hacerlo en las próximas semanas o meses si es necesario, cuando la ex-periencia de la elección está más cerca y cuando la reflexión más vívida, cuando tenemos todavía los estados de representantes, cuando sabemos quién sí y quién no participó en la campaña, etcétera, etcétera. Tampoco se trata de hacerlo atropella-damente. Podemos hacerlo con cuidado y esa es la idea. El CEN le ha encargado a una comisión de destacadas compañeras y compañeros abordar este análisis. Pien-so que debemos acompañarlos con expertos, y que presenten, no una asamblea de 10 mil gentes en tres semanas, sería absurdo, sino que presenten primero a ustedes, a nosotros, al Consejo Nacional, que nos presenten ellos a la brevedad posible, que determinen ellos cuál puede ser esa brevedad, una propuesta que nos permita a los consejeros, analizar, en estas mesas, en este espacio reflexivo del partido, cuál debe ser el una buena propuesta de cambio. Y si estamos de acuerdo con la comisión, en una reunión posterior, entonces apoyarla con todo, apoyar a la dirigencia para que conduzca el proceso con esa propuesta que aprueba el consejo que debe ser linea-mientos generales a cerca de cuál debe ser el sentido de nuestra reforma.

Y si nosotros consejeras y consejeros nos ponemos de acuerdo, entonces juntos empujemos a la Asamblea y vayamos a convencer a la militancia de hacer los cam-bios. Es complicado sí, sí es complicado quizá por eso no lo hemos hecho, pero este es el mejor momento, ¿saben por qué? Porque por una parte tenemos elementos muy valiosos de la elección pasada, porque se aprende más en las derrotas y en las victorias y porque tenemos que hacerlo antes de que la vorágine de las próximas campañas. ¿Qué pasa cuando llega la campaña? Todo mundo tiene que dedicarse a ella, nos arrastra, nos lleva, es una coyuntura superior que ha hecho que el partido posponga lo importante en razón de lo urgente. Ahora, después de esta elección lo importante que es cambiar al partido también se ha vuelto a lo urgente.

Así es que pienso que no hay tiempo que perder y en eso debemos estar de acuerdo. El partido tiene que cambiar y tiene que hacerlo ahora. En el 2000, obtu-vimos 42 por ciento, si mal no recuerdo, de la votación. En el 2006, el 36 por ciento. Aun así ganamos con muchas dificultades la Presidencia de la República. En 2012, obtuvimos el 26 por ciento, si no rompemos esta tendencia, ¿cuánto obtendremos en la próxima elección? Tenemos que romper la tendencia y ello requerirá tiem-po y por eso no hay tiempo que perder. Si en cambio iniciamos ahora una fase

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de reconstrucción, podremos cambiar las cosas, podremos ver resultados, incluso antes en las elecciones intermedias del 15. Por supuesto que no será fácil. Muchos in-tereses se opondrán a este esfuerzo. Si el objetivo es acabar con el control clientelar del padrón interno, se van a oponer quie-nes tienen el control clientelar del padrón interno. Si el objetivo es postular a los me-jores candidatos, quizá se opongan a ello quienes aspiran a ser candidatos, quizá los mejores. Pero no hay alternativa, tene-mos intentarlo. Lo peor que puede pasar es que sigamos igual, con una tendencia que nos lleva claramente hacia abajo.

En 1969, Efraín González Morfín, ese gran líder intelectual que tuvo Acción Nacional, propuso un documento muy audaz al partido y a la opinión pública que sacudió a varias generaciones de pa-nistas durante mucho tiempo, incluyendo la mía. Se llamó “Cambio Democrático de Estructuras”. En realidad debía llamar Cambio Revolucionario de Cultura, y se refería, por ejemplo, desde luego aquel México de lo 60, por supuesto, después del 68. Pero en cierta manera, toda proporción guardada, creo que se puede aplicar, en parte, a la vida actual del partido. Y decía Efraín: “al apoyar un cambio revolu-cionario de las estructuras, simplemente queremos significar que el desorden y los desajustes sociales se encuentran tan arraigados en la sociedad actual, que no es posible, sin un cambio profundo y sustancial, modificar las estructuras con el fin de construir, con justicia y libertad…”.

Y decía: “entre evolución, cambio en la medida en que los intereses creados sean capaces de soportar y revolución, claramente nos inclinamos por un cambio revolucionario de las mismas”. Toda proporción guardada, estamos ante un di-lema parecido: si queremos cambios graduales, consensuados, al gusto de todos, no los vamos a lograr. Serán muchos los intereses internos, hay mucho en juego, mucha capacidad de poner y quitar candidatos y dirigencias y muchos recursos nuestros, habrá algunos externos. Pero necesitamos hacer cambios profundos y a la brevedad posible. Y si no lo logramos, sólo vamos a lograr, como tantas veces nos ha ocurrido, cambios en la medida en que los intereses creados en el partido son capaces de soportar.

Y podemos hacerlo, debemos hacerlo, pero podemos hacerlo si nos unimos, si

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en lugar de estar alimentando aquellos que nos quieren ver divididos y que filtran de mala fe versiones distorsionadas de nuestros diálogos a la prensa. Si nos unimos nosotros que representamos el liderazgo del partido, si nos unimos los consejeros nacionales lo podemos lograr porque cada una y cada uno de los que estamos aquí, con todo y que es compleja nuestra militancia sí podemos ir y convencerla y de-cirle: se trata de que el PAN vuelva a ser el PAN y se trata de que el PAN vuelva a ganar el gobierno. Si además de la consulta a la militancia, hacemos aquí en el Con-sejo un ejercicio reflexivo en torno a la propuesta que puedan hacer compañeras o compañeros nuestros sobre la transformación que el PAN necesita. Si unimos fuer-zas para presentarla, esa propuesta a la militancia, lograremos detonar los cambios profundos que el partido necesita.

Estamos pues ante la disyuntiva o de seguir observando el deterioro del parti-do o retomar firmemente el camino de la conquista de la confianza ciudadana. Op-temos por éste y hagámoslo sin miedo, con absoluta determinación para recuperar la claridad de propuesta, y a estatura ética y la eficacia política de Acción Nacional con la convicción de ganar nuevamente la Presidencia de la República para el hu-manismo político.

Ésta es una de las últimas veces que me dirijo a ustedes como Presidente de la República. Tendré, además, que salir un momento para buscar a nuestros seleccio-nados y poderlos saludar a nombre de todos los mexicanos y de ustedes también. Por eso agradezco al jefe Madero la oportunidad de dirigirme a ustedes. Y quiero aprovechar, probablemente espero que no sea la última que nos veamos siendo yo Presidente. En cualquier caso quiero agradecerles a todos ustedes, a los cientos de miles, quizá millones de panistas que, de manera generosa, me han apoyado siem-pre, en las buenas y en las malas.

Con su respaldo, con su alegría, con su propia lucha, con sus oraciones que han sido miles y miles, con todo, muchísimas gracias. Y tengan la certeza de que México se los agradece y se los reconocerá. Muy pronto volveré a ser lo que he sido siempre para ustedes: Felipe a secas, y eso me entusiasma más que muchas cosas en esta etapa. Y si el partido lo decide, si el partido toma en sus manos el riesgo, la audacia de cambiar y cambiar a fondo y cambiar ahora, yo voy a estar ahí hombro con hombro con ustedes contribuyendo con todo a la reconstrucción y a la unidad del partido.

Les digo una cosa con toda claridad, lo vamos a lograr, salgamos ya de este momento de reproche y de lamento y definamos, decidámonos ya a tener el par-tido que queremos, el Partido Acción Nacional que México necesita y que México merece. Así es que adelante, muchas gracias y hasta la victoria nuevamente de Acción Nacional.

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nombre del Comité Ejecutivo Nacional les doy la más cordial bienvenida, les agradezco su asistencia a esta reunión ordinaria.

Nuestro partido vive momentos muy graves y complejos que nos exigirán a todos hacer uso de nues-tras mejores capacidades y actitudes. Yo sé, estoy segu-ro, que lo lograremos.

Todo el mundo tropezamos, todo el mundo tenemos caídas. Lo que nos distin-gue a cada uno es nuestra capacidad de reacción y la actitud con la que asumimos frente a las adversidades que nos toca enfrentar.

En el PAN vivimos efectivamente un momento muy crítico, por el cambio que significará perder la Presidencia de la República y el gobierno de dos entidades federales. Pero estoy convencido de que nuestros principios y nuestros valores nu-trirán nuestra fortaleza y ánimo, y sabremos enfrentarnos con actitud magnánima.

El resultado que tuvimos no se explica con un solo factor y es importante que más que buscar culpables seamos capaces de encontrar las verdaderas razones y los profundos entendimientos que nos permitan seguir siendo un partido fuerte y eficaz para la transformación de México.

Ni catastrofismos,Ni parálisis,

Ni complacencia

Gustavo E. Madero Muñoz

Mensaje del presidente del CEN del PAN, Gustavo Madero Muñoz, durante la inauguración de la sesión ordinaria del Consejo Nacional, realizada en el auditorio Manuel Gómez Morin de la sede nacional del partido el pasado 11 de agosto de 2012.

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Yo quiero agradecerles a todos los candidatos y a todos sus equipos, que traba-jaron entregando su mejor esfuerzo, y de manera muy particular quiero agradecer a Josefina Vázquez Mota, quien entregó en esta campaña alma, vida y corazón.

Desde aquí le hacemos un merecido reconocimiento a su valentía y a su arrojo. El reconocimiento de Josefina como nuestra primera candidata mujer a la Presiden-cia, también es un reconocimiento a todas las mujeres candidatas. Muchas gracias.

Quiero agradecerle también a los 13 millones de electores que siguen confian-do en Acción Nacional, que siguen confiando en nosotros como el mejor partido que tenemos los ciudadanos para construir un mejor futuro y que esperan todos ellos que sigamos fuerte y adelante.

En este momento que vivimos, reclama que hagamos acopio de nuestros arres-tos, de esa visión superior, de esa visión trascendente, de nuestra acción política y hacerlo en unidad, que la unidad sea la condición primaria de nuestra conducta, porque unidos lo hacemos mejor.

Para algunos la gravedad de este momento la provoca el resultado electoral que acabamos de tener; para otros, la causa es la pérdida de la identidad y la dife-renciación de nuestro partido y de nuestros gobiernos.

Para otros, la preocupación básica está en la pérdida de oportunidad de ejercer el poder sin haber llegado a desmantelar el viejo sistema político.

En los días posteriores, a la jornada electoral, se han detonado un sinnúmero de ejercicios de reflexión y análisis de la situación que guarda nuestro partido. Sobre la ruta que debemos tomar para poder seguir siendo ese partido humanista. Notorios los cambios, de los cambios democráticos y de la democratización, mo-dernización de nuestro País.

Quiero agradecer a los miembros del Comité Ejecutivo Nacional, a los ex presi-dentes nacionales del Partido, a los presidentes de los comités directivos estatales, a los diputados federales, a los senadores y a todos los panistas en general, que han sabido convertir su preocupación en reflexión, en debate y en acción.

Sin duda alguna, hemos cometido errores tanto en el partido, en la campaña, como en el gobierno. Por eso, pienso que enfocar el esfuerzo de la reflexión solamente a una apresurada reforma de estatutos, puede representar una visión trunca o “cortoplacista”.

A partir del reconocimiento de la existencia de posiciones distintas, sobre te-mas tan importantes, como los que aquí abordaremos, yo quiero agradecer al pre-sidente Felipe Calderón por su disposición para encontrar mejores entendimientos entre todos nosotros.

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Ni catastrofismos, ni parálisis, ni complacenciaDado que las razones que explica nuestra actual situación es multifactorial, he su-gerido que realicemos un ejercicio que abarque también cuatro niveles de reflexión:

Una reflexión sustantiva, esto es sobre nuestra identidad, sobre nuestros va-lores y cómo articularlos e una narrativa contemporánea, una narrativa capaz de motivar y convencer a los ciudadanos, tanto por nuestra argumentación, como por nuestra congruencia.

Una reflexión funcional, que nos permita mejorar la forma en que afiliamos a nuestros militantes, la forma en que elegimos a nuestros candidatos y dirigentes; y la forma cómo nos vinculamos con nuestros gobiernos y cómo trabajamos con los ciudadanos.

Una reflexión programática, que nos permita retomar la agenda democratiza-dora como un concepto rector de nuestra acción política.

Y por último, una reflexión de nuestras estrategias electorales, que nos permita identificar las oportunidades para mejorar nuestra competitividad electoral.

Estás cuatro reflexiones deben cumplir cuatro requisitos: que sea democrática, esto es, que incorpore a toda la militancia. Que sea incluyente, que incorpore a todas las voces sin discriminación. Que sea institucional, que se procese por los mecanismos e instancias formales de nuestro Partido y que sea constructiva, para que prive ese ánimo propositivo en todo momento entre nosotros.

En una de las primeras entrevistas radiofónicas en las que me cuestionaron respecto a los resultados que obtuvimos, declaré que lo consideraba como una derrota electoral mayúscula, pero que trabajaría para que nos se convirtiera en una derrota cultural.

La derrota cultural fue mayúscula, porque pasamos de ser gobierno federal a ser tercera fuerza en la elección presidencial y porque no hemos podido ampliar la base del apoyo, la afinidad política y la valoración y facturación de los logros de nuestros gobiernos en toda la mayoría de los ciudadanos, durante estos 12 años.

Yo asumo la responsabilidad por los yerros, por las equivocaciones y las omisiones que he tenido durante este tiempo, les manifiesto mi abso-luta disposición a recibir todas las críticas con apertura y con humildad, también con un firme propósito de corregirlas.

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Una de las mayores fallas que he tenido en esta responsabilidad es el no haber encontrado una mane-ra adecuada de colaborar y de diferir con el Gobierno

y con la campaña desde mi posición como presidente del Partido; por eso, la sinergia entre el Partido, el Gobierno, los

gobernadores, los legisladores y alcaldes panistas es aún una asignatura pendiente.

Es frustrante, amigos, reconocer que hayamos llegado a esta con-tienda sin un respaldo mayoritario de los ciudadanos, que anhelaban un

cambio de partido en el gobierno; es el colmo que el mismo PRI se haya pre-sentado a la contienda como el partido del “cambio” y el PRD como el del “cambio verdadero”, cuando es evidente que ambos representan esas prácticas políticas clientelares, pre modernas, las cuales todos los mexicanos queremos dejar atrás.

Es frustrante reconocer que el PAN dejó de ser percibido como el partido del cambio, cuando ese es preciso nuestro anhelo fundacional; por eso, yo propongo que retomemos la agenda de la transición, la agenda democratizadora como eje rector de nuestra acción política.

La agenda que tiene como fin último construir un nuevo sistema de poder público, que regule esos poderes fácticos, que atempere a los gobernadores y que empodere a los ciudadanos.

Algunos podrán argumentar que acabamos de aprobar una Reforma Política, pero ese es precisamente el mejor ejemplo de lo que nos ha sucedido en estos 12 años. Nuestro presidente Felipe Calderón, sin duda, presentó una Reforma Política de gran calado, pero el PRI le suprimió la mayor parte del contenido reformador y dejó mínimos cambios que incidirán, excepcional e marginalmente, en el funcio-namiento regular y ordinario del poder público en beneficio de los ciudadanos.

Quiero decirles que en estos 12 años nuestro país ha alcanzado logros extraor-dinarios en materia de infraestructura, de finanzas públicas y ha posibilitado la mayor ampliación de derechos y libertades, y oportunidades para la población en toda su historia. Lo paradójico es que los ciudadanos hayan votado por una opción política distinta a la nuestra ante esta realidad.

Nuestra tarea será encontrar las causas y las explicaciones verdaderas, debe-mos revisar qué es lo que ocurrió en una perspectiva histórica, amplia, con un aná-lisis multifuncional que correlacione distintas variables; pareciera que esto no se alcanza a explicar solamente con los procesos de elección de nuestras dirigencias, de nuestros candidatos o con la depuración de nuestros padrones.

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Por eso, yo veo riesgoso que nuestra reflexión la concentremos en una reforma de estatutos, cuando existen una serie de razones mucho más complejas que tam-bién debemos incluir en esta revisión.

Nuestros fundadores e ideólogos anhelaban llegar a gobernar a nuestro país para impulsar una nueva cultura democrática como forma de gobierno y sistema de convivencia.

Debemos preguntarnos si en estos 12 años hemos podido consolidar esta nue-va cultura democrática o si, por el contrario, nosotros nos hemos asimilado a esa vieja cultura política, clientelar y autoritaria del viejo sistema, tanto en nuestro Partido como en nuestros gobiernos.

Hoy los gobernadores priistas que gobiernan desde hace 85 años sus estados, hoy los medios de comunicación que se han convertido en oligopolios con agenda política sin contrapesos, hoy los poderes fácticos que transgreden el marco legal; todos merman nuestra democracia y pervierten al sistema político.

Hoy, con nuestra forma de ser Partido en el gobierno, no hemos logrado ganar estas batallas contra el autoritarismo, la corrupción y el corporativismo, y por el contrario, en algunas ocasiones nos hemos (inaudible) con ellas.

Hay quienes piensan incluso que sólo debemos aplicar bien los estatutos que tenemos, pero con tendencia ética y con una verdadera cultura democrática. Hay panistas que opinan que estamos sobre diagnosticados, hay quienes temen que si no actuamos con celeridad se nos pasa la oportunidad de impulsar los cambios en nuestra normatividad interna.

También hay quienes piensan que la situación es tan delicada que hay que avanzar sin prisas pero sin pausa, en un ejercicio más amplio y profundo que no se circunscriba solamente al resultado de esta jornada electoral, ésta será nuestra deliberación en esta reunión de Consejo Nacional.

Yo aspiro a presentar una propuesta que incluye y atienda todas estas preocu-paciones. Es ahora cuando las palabras de don Efraín González Luna cobran ma-yor significado, Acción Nacional, ha puesto la inteligencia y el corazón, la vida toda para cambiar el signo de la vida y de la historia de México.

Acción Nacional no puede estar ligada a un episodio electoral nunca, soy cons-ciente de la magnitud que tiene esta reunión de Consejo para el futuro del Partido y para nuestra política nacional.

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Aquí tendrán lugar los debates que definirán el rumbo que tomará Acción Na-cional en los meses y en los años por venir y nuestro reto será salir fuertes, unidos y con un rumbo claro, y a eso, yo los convoco.

El Partido Acción Nacional hoy es el Partido mejor evaluado ante los ciudada-nos, tenemos un activo, en nuestro Partido los que han fallado no es el Partido sino que hemos fallado nosotros.

Debemos entender que este profundo ejercicio de reflexión sólo fructificará si nosotros lo hacemos vida, es decir, si logramos traducirlo cada uno de nosotros en práctica cotidiana, en práctica personal que dé cuenta que estamos poniendo la ética como un criterio preminente.

Finalmente, amigas y amigos, yo entiendo que este ejercicio sólo fructificará si lo acompañamos con esa recuperación ética, en nuestra acción política, con una de-finición clara de nuestra vocación con la democracia, pero también si refrendamos nuestro compromiso con la transición política, sé que los retos son muchos.

Pero también estoy consciente de que Acción Nacional como fuerza responsa-ble y democratizadora saldrá adelante en su lucha para construir esa Patria orde-nada y generosa que vislumbraron nuestros fundadores.

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ntroducción Los resultados electorales obtenidos por nuestro Partido el 1 de julio de 2012 constituyen un doloroso retroceso en el camino de construir en México una Nación democrática, libre, moderna y próspera. La mayoría de los mexicanos aspira a que nuestro país avance en esa ruta, sin embargo,

por diversas razones, muchos ciudadanos dejaron de ver en el PAN a la mejor op-ción para impulsarla.

Este hecho obliga al Partido Acción Nacional a revisar su desempeño en los últimos años y rectificar cuanto antes los problemas existentes en su estructura y funcionamiento partidario, para restaurar sus vínculos con la sociedad, recuperar su competitividad política y electoral, y estar en condiciones de rencontrar el éxito e iniciar en el futuro un nuevo ciclo al frente del gobierno de la República.

Durante su primer ciclo como Partido en el gobierno, Acción Nacional no fue capaz de desmantelar al viejo sistema autoritario. Incluso permitió que algunas prácticas no democráticas se infiltraran al interior del PAN y que no pocos panistas se acomodaran a las mismas. Lo anterior obliga al Partido a retomar con mayor ahínco sus planteamientos y su lucha por la reforma del Estado y la democratiza-ción de las instituciones.

En los últimos tres años, los diputados federales del PAN en la LXI Legislatura enfrentamos un entorno difícil, que combinó las circunstancias de ser la bancada del Partido en el gobierno, de no contar con mayoría parlamentaria, y de enfrentar a una oposición que asumió que frenar los proyectos gubernamentales y las refor-mas estructurales era el mejor camino para alcanzar o retornar al poder.

Reflexión y acción, la mejor

garantía de futuro

Documento entregado al CEN del Partido por parte de los diputados federales panistas de la LXI Legislatura el pasado 9 de agosto de 2012.

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Los esfuerzos desplegados por el Grupo Parlamentario del PAN, que actuó como si fuera mayoría a pesar de contar sólo con 142 diputados, permitieron al-canzar distintos acuerdos y logros a pesar de la cerrazón opositora y de la falta de apoyo político y social a algunas iniciativas. Diversas reformas constitucionales, de legislación secundaria y los presupuestos de egresos de la Federación dan tes-timonio de un trabajo legislativo y político eficaz, el cual, sin embargo, dista de ser cabalmente apreciado por los ciudadanos y por nuestros propios compañeros panistas.

No obstante lo anterior, los diputados federales de Acción Nacional reiteramos nuestro compromiso indeclinable con la trayectoria histórica del PAN; nuestra lu-cha por la democracia, la justicia y la libertad de México; nuestra adhesión a los principios y plataformas que le dan rumbo e inspiración a nuestra lucha. Por tal motivo, no somos, no podemos ser ajenos al proceso de reflexión que se encuentra en marcha y que tendrá un cauce institucional en la próxima sesión de Consejo Na-cional que se realizará el próximo 11 de agosto de 2012. Para el mismo, aportamos el presente documento que contiene 20 puntos que nos parecen fundamentales para ser considerados por los órganos competentes de Acción Nacional.

Diagnóstico y propuesta1. Relación interinstitucional del Grupo Parlamentario del Partido Acción Nacional

en la Cámara de Diputados con el Partido. El Grupo Parlamentario en la Cámara de Diputados es un actor central del Sistema PAN. La derrota electoral dejará a los próximos Grupos Parlamentarios federales como los principales espacios para la acción política del Partido. El desempeño de los próximos diputados fe-derales será estratégico y requiere que se estrechen los vínculos institucionales, de comunicación y de mutuo respaldo que resultan indispensables para el PAN ante la reducción de sus márgenes de acción política. En los casos en que el Par-tido ejerce el Ejecutivo debe construirse una relación de respeto y colaboración, más no de subordinación. En este aspecto se debe retomar el camino institucio-nal y cada instancia, como el GPPAN, debe ser reconocida en su responsabilidad y autonomía. Los diputados del PAN en la LXI Legislatura estamos listos para compartir la experiencia de estos años con el resto de nuestros compañeros del Partido.

2. Identidad y principios. Acción Nacional se fundó como un Partido con una doc-trina política precisa, una acción política permanente, una participación ciuda-dana pública y abierta, y un proyecto democrático para transformar a México. El PAN está obligado a ratificar los rasgos de su identidad histórica, a saber: sus principios humanistas, su proyecto democrático, su vocación ciudadana, su orden institucional y demás rasgos de su trayectoria política; siendo capaz de proyectarlos ante los imperativos del ejercicio democrático del poder y de la

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competencia electoral plural, sin perder su identidad humanista y su trayectoria histórica de lucha por la democracia y la modernización de México. Es necesario encontrar el equilibrio entre los principios doctrinales y la eficacia política y elec-toral para participar eficazmente en elecciones y desempeñar responsabilidades de gobierno. La gente necesita ver a un PAN congruente.

3. Corrupción. La ética política y la imagen del PAN como Partido que ejercía los cargos públicos con responsabilidad y honestidad han quedado en entredicho por la corrupción en que han incurrido algunos de sus miembros tanto en el ser-vicio público como instancias partidistas. Se deben tomar las medidas que sean necesarias para condenar, frenar y castigar los actos de corrupción, incluyendo la separación del Partido a los militantes a quienes se haya comprobado actos de ese tipo; para promover la honestidad y la ética en el servicio público y en la gestión de las dirigencias del Partido.

4. Reforma a la normatividad interna. En diversos aspectos es patente la obsoles-cencia de las normas internas o su inaplicación, así como lo inadecuado de algu-nas de las recientes reformas estatutarias. La próxima Asamblea Nacional debe-rá examinar una propuesta de reforma estatutaria que responda a un proyecto de Partido humanista, democrático, competitivo, eficaz, subsidiario, cercano a la gente, formador de políticos y promotor de liderazgos.

5. Reafiliación. Las prácticas de afiliación compulsiva y corporativa que sustituyeron al proselitismo personal y la afiliación voluntaria han dado por resultado un pa-drón poco verídico que ya no es un instrumento confiable para realizar procesos democráticos internos. Es menester la realización de un proceso de reafiliación a nivel nacional, que ni sea amañado, ni que repita los casos lamentables en que gru-pos internos aprovecharon para excluir a sus adversarios, para que en el padrón del PAN sólo haya militantes activos y adherentes realmente comprometidos con el Partido. Muchos de los problemas que existen en el Partido se explican por la manipulación del padrón que hacen algunas dirigencias y militantes que aspiran a algún cargo. Se debe analizar la posibilidad de crear una nueva categoría de mi-litante del PAN complementaria a los miembros activos y adherentes.

6. Depuración. La permisividad, la impunidad y la falta de aplicación oportuna de la normatividad interna ha llevado a muchos militantes panistas y servido-res públicos, a apoyar o representar a otros partidos en procesos electorales, en decisiones gubernamentales o legislativas en contubernio evidente con nuestros adversarios. El PAN debe excluir cuanto antes de sus filas a quienes han traicio-nado la confianza del Partido y de los panistas trabajando a favor de otras causas antagónicas al humanismo político de Acción Nacional. En el caso de los gober-nantes emanados de alianzas electorales apoyadas por el PAN es inaceptable que se desvinculen del Partido.

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7. Corresponsabilidad del CEN en entidades con debilidad institucional. Luego de doce años en el poder, el PAN no logró convertirse en un partido electoralmente competitivo y con presencia política en todas las entidades, municipios y distri-tos del país. Es fundamental emprender un proyecto de fortalecimiento insti-tucional donde el CEN asuma la corresponsabilidad de fortalecer a los comités estatales y municipales o a las comisiones organizadoras debilitados por la falta de actividad política, las divisiones internas, los cacicazgos propios y ajenos, la corrupción y el pragmatismo, y demás situaciones que impiden el crecimiento institucional del PAN en diversas regiones del país.

8. Reformar los procesos de selección de candidatos. En los últimos años, el PAN sucumbió a la crítica de quienes veían como “limitadamente democráticos” los procesos ordinarios de elección de dirigentes en las Asambleas o la de candida-tos en las convenciones de delegados, implantando diversas modalidades de elección o designación que se aplican ad hoc aparentemente para favorecer o perjudicar a determinados aspirantes. Se requiere una reforma integral de los procesos electorales internos del PAN, estableciendo métodos de elección claros, condiciones de equidad, que promuevan candidatos con un perfil de congruen-cia y competitividad, y retomando el espíritu democrático que brinde claridad y certeza en las condiciones y en los tiempos para quienes participen en los mis-mos. Explorar métodos de selección que consideren indicadores que tomen en cuenta la trayectoria partidista del precandidato, su nivel académico y su grado de conocimiento y liderazgo comunitario, entre otros, para decidir la idoneidad de su postulación. El PAN debe establecer condiciones que permitan a sus mili-tantes promover constantemente su liderazgo y aspiraciones políticas según lo permita la ley. No a los candidatos que se definen discrecionalmente desde las cúpulas.

9. Establecer nuevos procesos de formación y capacitación. El fortalecimiento de Acción Nacional que nos proyecte a un próximo ciclo como partido en el poder requiere poner gran énfasis en la formación de cuadros capacitados para hacer política, dar resultados y asumir las funciones de dirigente, candidato, gober-nante o legislador. Para lo anterior, el PAN está obligado a aplicar procesos de formación doctrinal, ideológica, analítica, directiva, electoral, gubernamental y legislativa, para desarrollar los conocimientos y habilidades de los panistas, per-mitiendo el surgimiento de nuevos liderazgos y dirigentes.

10. Replantear la relación Partido-Sociedad. Los cambios que se hagan en el PAN deben buscar, prioritariamente, acercarse a los ciudadanos. El pasado proceso electoral dimensionó con claridad el grado de alejamiento del PAN y de sus gobiernos con la sociedad. Acción Nacional requiere abrirse de manera efectiva a la sociedad civil y abanderar y hacer suyas las causas cívicas, ciudadanas y sociales, incorporándolas en sus plataformas, iniciativas y planes de gobierno

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en la medida que sean compatibles con los principios humanistas del PAN. Acción Nacional debe reiterar su identidad pluralista, por lo tanto, debe es-tudiar cuidadosamente al elector, saber cómo es y definir una oferta política seria para el mismo y, particularmente, no dejar abandonadas las exigencias de quienes son aliados o afines a las posiciones panistas. No obstante, el PAN debe ser también cuidadoso al momento de invitar a ciudadanos a ser candidatos a cargos de elección popular. Acción Nacional no puede alquilar su logotipo ni ser un partido franquicia al servicio de intereses contrarios a los objetivos del PAN, pues ello es una gran incongruencia.

11. Evitar la preeminencia de los intereses personales de algunos panistas por en-cima del interés público. Cumplir con responsabilidad las funciones guberna-mentales y legislativas significa para los panistas anteponer criterios de bien común a intereses parciales, sin embargo, en no pocos casos algunos gobernan-tes o legisladores han tomado decisiones en función de sus propios intereses o de intereses particulares que se benefician indebidamente o cobran facturas de campaña. Se requieren mecanismos efectivos para asegurar la honorabili-dad de las decisiones que toman los servidores públicos del Partido, así como establecer un sistema de evaluación y desempeño de los panistas que ejercen cargos públicos.

12. Institucionalidad y procesos democráticos internos. Durante el Siglo XX, pro-pios y extraños reconocieron al PAN los rasgos de su institucionalidad demo-crática; actualmente lo reconocen como el Partido que más impugna sus pro-cesos internos ante el Tribunal Electoral. Acción Nacional debe cumplir con procesos de elección de dirigentes que aseguren la legitimidad de las directi-vas, la validez de sus acuerdos, el orden institucional, una estructura y funcio-namiento apegados a las normas estatutarias y reglamentarias, así como todos los aspectos que reafirmen la histórica institucionalidad democrática del PAN. Ser dirigente del Partido es una responsabilidad que no debe convertirse en oportunidad para impulsar proyectos personales; los presidentes e integrantes de los comités directivos deben comprometerse a trabajar durante los tres años de su periodo estatutario. Incluso se requiere promover un calendario único para renovar las directivas panistas, empatando lo más posible los cambios internos y el calendario electoral.

13. Partido deliberativo e incluyente. El actual proceso de análisis de la situación del PAN es ideal para recuperar la tradición deliberativa de Acción Nacional. Durante años, las reuniones del Partido fueron espacios de diálogo abierto y deliberación política que alimentaban la cultura de debate y el intercambio res-petuoso de puntos de vista. Es preciso reimplantar estas prácticas a todos los ni-veles y terminar con las reuniones sin deliberación, las asambleas sin discusión, las sesiones de órganos competentes de mero trámite, las prácticas de exclusión

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o la amenaza de sanción por el simple hecho de que un panista emita su opi-nión sobre la situación del PAN en todo tipo de reuniones, en los medios de in-formación o en las redes sociales, asumiendo que ningún partido democrático sanciona opiniones de sus miembros y todos exigen cuentas a sus dirigentes.

14. Trabajo político interno. Es necesario además de la aplicación de la normati-vidad y de las sanciones que el Partido haga trabajo político interno. Esto va desde las prácticas de conciliación y solución de las diferencias en los asuntos internos, hasta la posibilidad de que todos los militantes puedan desarrollar su liderazgo y talento para cumplir adecuadamente con su vocación política, todos los dirigentes del Partido en su ámbito de competencia deben asumir su

responsabilidad en este aspecto. Lo anterior, no excluye el trabajo y liderazgo social fuera del PAN que debe ser fomentado y reco-

nocido por el Partido.

15. Esforzarse en que el PAN marque la agenda nacio-nal y local. El hecho de ser oposición en el orden federal no debe ser obstáculo para que el PAN abandere la agenda de modernización del país que ningún otro partido impulsa. Acción Nacional debe asumir una postura de contraste efec-tivo en términos de las acciones de gobierno, sobre todo, por

lo que respecta a las decisiones de otros partidos que reduzcan la democracia, las libertades o que no se orienten al avance del

país hacia un mejor futuro.

16. Revisión de los criterios de gasto en los recursos públicos que maneja el PAN conforme a indicadores y evaluación. El PAN requiere usar de manera trans-parente y con responsabilidad el financiamiento público que le corresponde. Se debe evitar el derroche de recursos para sostener actividades ineficaces en términos políticos, acciones que no fortalecen al Partido y nóminas que no tra-bajan para el fortalecimiento institucional del PAN, evitando la inequidad y el desequilibro. Los recursos se deben asignar a las diversas estructuras confor-me a indicadores de desempeño y resultados, por ejemplo: el tener militantes en todas las secciones, cobertura total de casillas, operación de todos los comi-tés, etcétera.

17. Obligaciones de los panistas. Con las últimas reformas estatutarias se elimina-ron diversas obligaciones de los miembros activos del PAN, para quedar casi equiparadas con las de los miembros adherentes. Es necesario restablecer un conjunto de obligaciones mínimas para los militantes panistas, entre ellas, el pago de cuotas, la participación regular en actividades, la representación en las casillas, el conocimiento de la doctrina y programas del Partido, para que los militantes tengan sus derechos a participar en las decisiones del Partido.

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18. Comunicación e imagen. Muchos panistas desconocen lo que ocurre en el Parti-do. Ignoran las normas y acuerdos que los obligan, el mensaje de sus dirigentes, los logros de sus gobiernos, los debates de sus legisladores, la actividad políti-ca que se realiza para confrontar a otros partidos. Se requiere prestar atención y cambiar el modelo de comunicación al interior del PAN y convertir a cada panista en un conocedor de los planteamientos de Partido en los diversos te-mas. Asimismo es preciso realizar campañas institucionales que recuperen la imagen del PAN como el partido óptimo para gobernar.

19. Modelo de Gobierno. El primer ciclo del PAN como partido en el poder en el orden federal está a punto de concluir. Los doce años de experiencia panista en el Gobierno Federal abarcan una porción significativa de los casi 73 años de historia de Acción Nacional y, como tal, deben in-corporarse sus logros y políticas exitosas como parte de los rasgos de la identidad panista. A partir de las experiencias gubernamentales genuinamente representativas de nues-tro proyecto humanista, se debe integrar un Modelo de Gobierno PAN identificable para el ciudadano, siguiendo criterios de conformación panista de los equipos; de efi-ciencia, eficacia, responsabilidad y honestidad en el ser-vicio público; de cercanía y contacto con la sociedad; con visión de futuro y capaz de atender y/o resolver los proble-mas que le correspondan.

20. Militancia. Es necesario revalorar la militancia panista y reducir la distancia existente entre militantes y dirigentes, el cual es un factor fundamental para el fortalecimiento político y electoral del Partido en el porvenir. Se debe avan-zar en un perfil de militante participativo, con liderazgo, al que se le ofrezcan oportunidades de formación política y de acceso a los cargos directivos y can-didaturas; organizando el servicio voluntario e impulsando el desempeño pro-fesional en las responsabilidades partidistas o públicas que le correspondan. El PAN debe confiar y apostar por sus militantes y liderazgos internos y sólo en casos de excepción recurrir a candidaturas externas.

Es fundamental que los panistas recuperemos la congruencia, que las actitudes que proclamamos en el discurso, como la solidaridad y la generosidad, correspondan a las conductas que adoptemos para reconquistar en las calles la confianza y el voto de los mexicanos. Que no vuelva a haber procesos internos que sean una burla a lo que proclama Acción Nacional; que no vuelva a haber candidatos que enfrentan solos las arduas tareas de campaña; que no vuelva a haber gobiernos vistos como reparto de canonjías y no como instrumento para gestionar el Bien Común; que este ejercicio no quede en reflexión y vaya a la acción que necesitamos.

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Los diputados panistas integrantes de la LXI Legislatura consideramos que nuestra aportación debe tomarse en cuenta en el proceso de reflexión sobre el pre-sente y futuro del PAN, en el que también deben participar de la manera más am-plia los militantes y comités locales en las 32 entidades federativas, en espacios institucionales que trabajen conforme a una metodología ordenada y transparente, y cuyas conclusiones sean consideradas en la reorientación del trabajo del Partido, en la formulación de un eventual proyecto de reforma estatutaria, así como ser considerados en la futura Asamblea General Extraordinaria que será convocada por los órganos competentes del Partido.

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Reivindicación históricaEl PAN, desde su fundación, ha sido parte de la historia de México lo-grando desde la oposición y desde el gobierno implementar una visión Humanista que ha transformado profundamente la forma en que se hace política en nuestro país. Nuestro origen ciudadano y nuestro fin ulterior del poder, fue el sello que durante generaciones marcó la va-

lidez de una lucha cívica que logró la democratización y la alternancia en México.

“Nuestro partido tiene como ideales éticos a realizar los que señala el artículo primero de sus estatutos: el reconocimiento de la dignidad de la persona humana, de la primacía del bien común de la preeminencia del interés nacional de la de-mocracia para la justicia y en la libertad como forma de vida y de gobierno para los mexicanos. En tanto que partido político opta por el poder –cultural, social y político– como instrumento para conseguir tales fines y, por tanto, tiene el deber de hacerse un instrumento eficaz para la conquista de ese poder. “Ni academia, ni horda”, decía González Luna”.1

Los resultados obtenidos el 1º del julio de 2012 son la consecuencia de un con-junto de factores de los que no se puede considerar a nadie como responsable di-recto. Cada candidato, cada dirigente y cada panista forman parte del destino que compartimos como agrupación ya sea en la victoria o en la derrota.

La necesidad de una reflexión a todos lo niveles es evidente para poder plan-tear los principales errores y omisiones que viene arrastrando el partido desde hace años.1CastilloPeraza,Carlos.UnapropuestaparalapresidenciadelPAN,1993.

La necesidadde una reflexión

a todos los niveleses evidente

Documentopresentadopor losexpresidentesnacionalesLuisH.ÁlvarezÁlvarez,FelipeCalderónHinojosa,LuisFelipeBravoMena,GermánMartínezCázaresyCésarNavaVázquez.

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El proyecto de Acción Nacional no se encuentra agotado ni tampoco está en crisis, vivimos una crisis organizacional pero no de objetivos ni de carácter ideo-lógico. Los postulados que nos legaron nuestros fundadores y nuestros ideólogos son valores universales desde los cuales podemos analizar cualquier coyuntura y la derrota electoral es una coyuntura no una crisis doctrinal.

El futuro del partido y el de México dependerán de las acciones que se tomen a partir de los distintos diagnósticos y reflexiones que se están llevando a cabo al in-terior del PAN. Nuestro pasado es nuestro mayor motivo de orgullo pero tenemos que proyectar nuestra propuesta política al México de hoy, tenemos que volver a ser el partido que necesita la sociedad mexicana.

2. Propuesta estructuralA partir de lo anteriormente dicho proponemos 10 puntos básicos para cambiar estructuralmente a nuestro partido:

a. Identidad El mayor problema que identificamos es una crisis de identidad que nos ha llevado a ser comparables con el resto de las opciones políticas. El PAN desde sus inicios y cuando menos hasta el año 2000 marcó una cultura política de nivel mediante la congruencia, la eficacia y la ciudadanización de la política. La vigencia del Huma-nismo Político es la necesidad primaria para la identificación social con nuestra ideología y con nuestros candidatos.

b. Relación CEN/Estatales La raíz de las victorias y de las derrotas para el PAN se da en lo local. La dirigencia nacional tiene que funcionar a partir de estructuras estatales fuertes identificadas con los ciudadanos y con agrupaciones sociales afines. Se tienen que replantear los fines que persiguen los Comités Directivos Estatales y su relación con las autorida-des nacionales para facilitar la consecución de los mismos.

c. Relación Estatales/Municipales La reactivación de una estructura ordenada en todos los municipios es necesaria para ganar elecciones. Es de suma importancia el trabajo constante en todos los comités municipales y que estos, a su vez, cumplan metas específicas en temas de captación de personas afines al PAN que sean la base votante que necesitamos.

d. Formación Antes del año 2000 el principal rubro de cuidado e inversión del partido era la formación y la capacitación de nuestro capital humano, lo más importante que te-nemos. El descuido de la formación humana devino en una generación de panistas

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que cosecharon lo que sembraron otros pero no prepararon el camino para los que vendrían después. Invertir en formación es invertir en porvenir y ese ha sido y debe seguir siendo uno de nuestros fines primordiales.

e. Vinculación con la Sociedad El PAN ha fallado en sus estrategias para captar tanto el voto de las mujeres como el voto juvenil. Históricamente los dos grupos fueron la base social más activa y participativa del partido. Generar estrategias específicas para retomar dichos sec-tores de la población es condición necesaria para volver al camino de la victoria.

f. Proceso de selección de candidatos Es importante la revisión y evaluación y análisis de la CNE, sus órganos auxiliares y los métodos de selección de candidatos, destacando que a partir de la existencia de este órgano interno, se ha aumentado la proporción de juicios atendidos por el TEPJF de 6 a 1, contra los demás partidos.

g. Registro Nacional de Miembros El padrón del PAN históricamente ha sido el orgullo de los panistas. Gracias a su precisión se podían llevar a cabo elecciones internas totalmente justas y sin agra-vios pero eso ya no es una realidad. La auditoría y depuración del padrón es ne-cesaria para tener claridad de con quién se cuenta y quién puede participar en las elecciones internas tanto para elegir como para ser electo.

h. Agenda local Basta con el caso en Coahuila de Morerira para demostrar que cuando la agenda local se lleva al terreno nacional puede generar grandes diferencias en la percep-ción de la realidad.

El PAN ha descuidado su capacidad de comunicar a partir de ejemplos locales la realidad que viven los estados que gobiernan otros partidos. Es importante evi-denciar lo que pasa en los estados porque es el ejemplo vivo del autoritarismo y la impunidad de los otros partidos.

i. Electoral estable Se deben de hacer las modificaciones pertinentes para conseguir que las secretarías de elecciones, tanto nacional como local, tengan continuidad en su trabajo. No po-demos seguir reinventándonos en cada elección, el trabajo debe de ser constante y debe depender de los cambios de presidente de las estructuras.

j. Subcomités Los subcomités son el vínculo directo del partido con los ciudadanos, la falta de ellos nos ha convertido en dependientes de la mercadotecnia electoral masiva,

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tenemos que volver a la cercanía con la gente, a la política de todos los días y no sólo de épocas electorales.

Las reformas que proponemos no tienen que ver directamente con seguir re-gulando al partido, de hecho, muchos de los problemas actuales parten de una sobre regulación que sólo se puede explicar por la desconfianza que imperó en los últimos planteamientos estatutarios. Ejemplo de ello son los absurdos candados de participación para dirigentes en procesos electorales.

También es importante replantear la relación que debe guardar el partido con nuestros funcionarios, el PAN debe ser a sus gobiernos respaldo y camino pero también debe ser su juez más severo, el que no permita corrupción ni malos ma-nejos.

3. ConclusionesLos que firmamos el presente documento estamos convencidos de que es necesaria una reforma profunda a los estatutos que nos rigen como partido y nos declaramos en disposición para contribuir en dicha reforma.

Las propuestas anteriormente expresadas son necesidades evidentes que se han presentado al conducir los esfuerzos del partido en nuestros estados pero esta-mos conscientes de que existen muchas otras opiniones que pueden enriquecer el camino hacia una reforma estatutaria.

Del mismo modo solicitamos al Comité Ejecutivo Nacional que extienda una consulta a toda la militancia y a todas las instancias internas correspondientes para enriquecer la propuesta que definirá el camino que nos llevará a ser de nuevo la mejor opción de gobierno para todos los mexicanos, no podemos confiar nuestro porvenir a un proceso apresurado que no incluya la visión de las dirigencias esta-tales, municipales y a los panistas que nos han dado motivos de orgullo.

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l próximo 15 de septiembre, Acción Nacional cumplirá 73 años de su fundación. Obra que en infatigable animación e inteligente convocatoria contó con la generosidad de don Ma-nuel Gómez Morin.

Por su experiencia, inteligencia, conducta, ética y la cohe-rencia de su trayectoria Gómez Morin pudo fundar al PAN.

Precisamente por ello “fue el primero en defender del peligro de la dependencia personal” al partido que organizó para la tarea esencial que marcó su destino: la re-habilitación moral de la política, la democratización de la vida pública, el estableci-miento del bien común, como el conjunto de condiciones materiales y espirituales que permiten a la persona desarrollarse en la comunidad.

Esa definición nutrió el origen del PAN; sin embargo, en el momento actual es muy desalentador darnos cuenta de los motivos originales que nos convocaron. En medio de la más dura derrota que hayamos enfrentado en nuestra historia, no podemos conmemorar como lo pronunciara el fundador “con regocijo sereno y sin sombras”. Hoy estamos ante la inmensa sombra y la vergüenza que representa e regreso del PRI a la Presidencia de la República.

La rehabilitaciónmoral del Pan,

eje de su vigencia

Documento de reflexión presentado por Fernando Canales Clariond, y firmado por Carlos Arce Macías, Rodolfo Bermejo Rodríguez, Juan Bueno Torio, Rubén Camarillo, Fernando Canales Clariond, Agustín Castilla Marroquín, Carlos Castillo, Héctor Chávez Barrón, Javier Corral Jurado, Santiago Creel Miranda, Augusta Díaz de Rivera, Ricar-do García Cervantes, Rocío García Gaytán, Juan Antonio García Villa, Francisco Garrido Patrón, Juan Pablo Gómez Morin, Alejandro González Alcocer, Adriana González Carrillo, Víctor Hermosillo Celada, Héctor Larios Córdova, Carlos Medina Plascencia, Gustavo Parra, Carlos Alberto Pérez Cuevas, Marcela Torres Peimbert, Juan José Rodrí-guez Prats, Juan Carlos Romero Hicks, Ernesto Ruffo Appel, Roberto Ramos Molina, Humberto Treviño Landois, Abel Vicencio Álvarez, Esteban Zamora.

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Es cierto que México es otro y que a lo largo de estas siete décadas de presencia de Acción Nacional en la vida pública de México, se han operado cambios profun-dos en la democratización de la sociedad y la estructuración del poder, a través de sus gobiernos municipales y estatales, el PAN ha impulsado la reforma de la fun-ción pública y ah generado incontables bienes públicos en lo material y espiritual para el beneficio de los ciudadanos.

Y particularmente a lo largo de los 12 años del PAN en la Presidencia de la República, México ha experimentado transformaciones relevantes en diversos ór-denes: la democracia mexicana se ha confirmado como la vía que los mexicanos, sus partidos, corrientes, intereses, visiones y pulsiones han elegido para organizar su coexistencia y para competir por los cargos y las responsabilidades del poder público. Ha sido un triunfo de carácter histórico, pues nunca antes, en ningún otro momento de la historia nacional, habíamos podido establecer las condiciones ma-teriales, las leyes y las instituciones que nos permiten vivir y desarrollarnos en esta enorme conquista de nuestra civilización.

Hemos logrado un contexto de amplias libertades: de pensamiento, expresión, manifestación y organización; una opinión pública actuante e inquisitiva; una so-ciedad civil alerta y activa; una economía nacional estable y con finanzas públicas sanas; programas sociales de cobertura universal garantizada.

El reconocimiento universal a toda esta construcción histórica confirma que estas son condiciones fundamentales que faltaron en otras épocas, y que no eran necesarias para poder erigir nuestra actual convivencia democrática, que, sin em-bargo, es preciso ensanchar y defender.

A pesar de ello, Acción Nacional enfrenta hoy un duro revés electoral que nos ha colocado como tercera fuerza política en el país. La pérdida de confianza del electorado en nosotros nos obliga a un profundo proceso de reflexión y de recti-ficación, sereno pero franco; en unidad pero sin sometimientos; sin prisa pero sin pausa.

Este proceso debe de ser conducido por los órganos del Partido y en amplia consulta con la militancia que genere un diagnóstico y uno hoja de ruta de las ac-ciones necesaria para rectificar desviaciones, relanzar propuestas programáticas y reorganizar la vida institucional del partido. Es el momento de discutir y decir las cosas como son, la actual circunstancia no admite autocomplacencias, ni simulacio-nes. Como ciudadanos y hombres de bien no debemos claudicar en el ejercicio de buscar la verdad, no debemos renunciar al deber político de insistir en la recons-trucción del partido. Estamos en el momento más crítico de la vida del PAN en el que si no hacemos lo debido, podemos caer en la irrelevancia electoral.

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A este proceso de reflexión queremos sumar, de manera pública, nuestro punto de vista sobre los resultados electorales y algunas propuesta específicas para en-contrar el mejor método y tiempo que nos permita reorganizarnos y relanzarnos hacia nuestro deseado destino.

La derrota electoral del 1 de julio pasado es producto de un largo proceso de deterioro institucional, consentido por una dinámica de inmediatez electoral que ha colocado la búsqueda del poder alejándonos de nuestra visión de largo plazo para el logro de nuestros objetivos superiores. En el desenlace concurre la respon-sabilidad del partido y de nueros gobiernos, y como reflejo de ello, una estrategia ineficaz de campaña.

Ese proceso de deterioro tiene en el centro un fenómeno de pragmatismo ram-pante en el partido, que rompió con la ética, y no en pocas ocasiones ha interrum-pido el estilo y la tradición democrática que dejaron plasmada los fundadores, en el ejemplo de su insobornable conducta política personal y en la meridiana visión con que expresaron propósitos y programas.

Contrario a nuestras más puras esencias han aparecido en el partido algunas prácticas que corresponden a las tradicionales de la manufactura priista, dinámicas corporativas, procesos clientelares, y una disputa de intereses grupales que han dejado de tener en cuenta al partido y a la comunidad en sus fines esenciales. En varias ocasiones nuestros procesos eleccionarios han dejado de ser referente de vida democrática y por el contrario se han documentado en prácticas fraudulentas. Ha aparecido una militancia emergente desprovista de motivos y afinidades ideo-lógicas, sólo con el propósito de engordar asambleas y convenciones en calidad de meros electores de coyuntura. Y frente a conductas cuestionables y actos compro-bables de corrupción de algunos de sus miembros, el partido flexibilizó sus resor-tes morales dando pie a una impunidad, que reprodujo y aumentó desviaciones.

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Actualmente, el orden estatutario se aplica con mayor rigor en relación con asuntos de opinión de miembros del partido, que frente a conductas de corrupción. Los grupos dominan la vida del PAN y de ello son fiel reflejo la composición de sus principales órganos directivos, lo que ha su vez ha generado que aquellos que fueron los espacios más importantes de consejo, orientación y vigilancia, hayan perdido prácticamente su característica de deliberación.

El partido ha consentido además una indebida intromisión del Gobierno en la definición de acciones y órganos estatutarios que sólo a aquel le competen. Surgió, insospechada entre nosotros, una cultura presidencialista que llegó a colocar por encima de la lealtad al partido el apoyo al Presidente de la República o a los gober-nadores en turno, y condenó al diferendo como traición.

Como gobierno federal también se ha producido un desdibujamiento en térmi-nos de principios y valores esenciales, una pérdida de elemental civilidad política para procesar la relación partido-gobierno. Sin menoscabo de los logros que hemos reconocido, es menester señalar que no se profundizó en el principal objetivo al que fuimos llamados por los electores: cambiar el poder, transformar el régimen político y las estructuras corporativas sobre las que ahora, casi intactas, se ha vuel-to a alzar el PRI con su triunfo electoral.

A 12 años de nuestro ejercicio en el gobierno federal sigue pendiente poner fin a los privilegios indebidos de actores públicos y privados, detener la creciente substitución de los poderes formales del Estado por los poderes fácticos, y poner en práctica una de las banderas más caras del panismo: su definición antimonopó-lica, en lo político y lo económico. Los principales pilares del régimen autoritario en que se fincó la hegemonía priista, están intocados y en algunos casos se han vis-to fortalecidos. El entramado de complicidades corporativas –con niveles insospe-chados de cinismo en ciertos líderes sindicales- , y sus sectores monopólicos –con privilegios y beneficios inexplicables en televisión y telecomunicaciones- están más fuertes que nunca.

Y ya ha quedado demostrado que esas negociaciones no sirven a la ética del PAN ni a los intereses nacionales. La lucha anticorrupción que siempre nos ha-bía identificado con nuestros electores, no acreditó acciones contundentes para mermar ese mal endémico de nuestro país. Por ello nosotros consideramos que más que una refundación, o regeneración, el PAN necesita una reconstitución de acuerdo ético y una reconstrucción de sus reglas básicas de ejercicio democrático. Es cierto que varios de sus procesos eleccionarios están desfasados o fuera de la realidad y que debemos actualizar algunas normas estatutarias; pero más que eso, lo que el PAN necesita es recuperar su propia identidad porque su ruptura mayor es de carácter moral.

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En política, llegar a acuerdos, pactar condiciones de entendimiento político, es substancial al ejercicio del poder. Lo que no compartimos es que todo se pueda ne-gociar; para nosotros el límite son los principios democráticos y los valores éticos en los que se sustenta la acción de un político.

Necesitamos relanzar nuestro proyecto de cambio, reconociendo los múltiples factores que nos han imposibilitado concretar varias de nuestras banderas más caras, incluidas en ello las equivocadas apuestas que hicimos por sectores de los que jamás vendrá una voluntad genuina de cambio. Relanzar la oferta del cambio, es un ejerci-cio autocrítico frente a la sociedad pero de manera particular de cara a los jóvenes, en el que lo primero que hay que enlistar son los pendientes democratizadores.

Una reorganización del partido a partir de contar con un nuevo padrón de mi-litantes, confiable; reinstalar el proceso democrático para la elección de candidatos y poner en marcha un nuevo método de elección de dirigentes del partido en los tres niveles por voto directo de la militancia del PAN en sus municipios; sancionar severamente los actos de corrupción y esas prácticas de clientelismo político, el acarreo, la compra de votos.

Atajar la impunidad sería una acción rectificadora de gran relevancia. Es im-perativo que el Consejo Nacional que se reúne este próximo 11 de agosto delibere y actúe con toda libertad pensando en Acción nacional y no en los grupos. Que se anteponga el interés de México a todos los demás intereses.

Les proponemos que en aras de lograr un programa de acción para la reconstruc-ción y el relanzamiento del partido, que consiga el mayor consenso posible, ese ór-gano determine formar una Comisión Especial que encabece el proceso de reflexión y consulta entre la militancia, los órganos directivos y a la sociedad, con el objetivo claro de realizar un diagnóstico de la situación general del partido, de la campaña electoral y sus resultados, y proponga en un plazo no mayor a 4 meses al mismo Consejo Nacional, las acciones específicas a realizar y sí así lo determina convocar a una Asamblea Nacional Extraordinaria para las reformas que sean del orden estatu-tario y la evaluación del liderazgo requerido en esta nueva etapa del partido.

Dentro del proceso de análisis consideramos muy necesario convocar a una Con-vención Nacional Deliberativa, en donde se oigan todas las voces con un propósito común: que el PAN siga siendo Acción Nacional. Una Convención para entender lo qué pasó y para esbozar nuestro programa de Acción Política futura. Un encuentro con nosotros mismos, con los ideales que nos congregan y el compromiso con ellos.

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Es la hora de regresar a los motivos espirituales de los que habló Gómez Morin siempre, pero obligadamente en estos momentos, cuando la confusión se ha asen-tado en nuestra casa. Inspirémonos en la tenacidad de don Manuel, en la genero-sidad de los que los sucedieron, en la honestidad intelectual de don Efraín, en el sentido político de Christlieb y la tenacidad de don Luis H. Álvarez. Regresemos la mirada y el recuerdo a tantos hombres y mujeres que nos enseñaron la virtud ciu-dadana y digamos a nosotros mismos que haremos de la derrota una oportunidad para el rescate de nuestros principios y el rencuentro con los ciudadanos, recupe-rando la conseja del gran Maquío Clouthier de que sólo está derrotado, aquel que ha dejado de luchar.

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nte la coyuntura que presenta la sesión del Consejo Nacional y con el ánimo de contribuir a la reflexión, debate y decisiones que se tomen respecto del rum-bo de nuestro partido, panistas del Distrito Federal, preocupados por la difícil situación en que se encuen-tra Acción Nacional, situación reflejada en los resulta-dos electorales del pasado 1° de julio a nivel nacional y en el Distrito Federal –que nos llevaron a la peor vo-

tación de la historia del PAN en la capital del país con sólo el 13.6% de la votación para Jefe de Gobierno– y por las causas que derivaron en ellos, solicitamos sean considerados los siguientes puntos:

Que el partido a nivel nacional brinde un trato especial a la situación del PAN en el Distrito Federal por las condiciones de descomposición que vive y por las repercusiones nacionales que esto ha tenido al ser la tercera entidad con más elec-tores en el país.

La realización de una auditoría total a los padrones de miembros activos y adherentes del partido en el Distrito Federal y una depuración de los mismos, san-cionando a los responsables de su alteración. Lo anterior deberá hacerse con an-terioridad a la Asamblea Nacional Extraordinaria, la elección de los delegados a la misma o a la elección de cualquier órgano partidista, con la finalidad de evitar la repetición de los vicios derivados de la situación actual del padrón.

Urgen cambiosen el Pan DF

Documento firmado por: Santiago Ardavín Ituarte, Javier Carrión Oteo, Agustín Castilla Marroquín, María de Jesús Castillo Ugarte, Carlos Castillo, Alejandro Chavez Alpízar, David Chávez Ríos, Miguel Ángel Corona Estrada, Mariana de Lachica, Carlos Gelista González, Enrique Gómez Bárcenas, Juan Pablo Gutiérrez González, Wenceslao Hernán-dez de la Cruz, Raúl Herrera Espinosa, Ernesto Herrera Tovar, Bernardo Lartigue Contreras, Kenia López Rabadán, Alejandro Navarrete Ortega, José Luis Nieves Bueno, Pedro Ochoa Sánchez, Omar Pacheco López, Raúl Paredes Peña, Carlo Pizano Salinas, Roberto Rayón López, Ricardo Robles Ramos, Brenda Ruiz Aguilar, Gabriela Salido Ma-gos, Bertina Oralia Sánchez, Mucio Sosa González, Paula Soto Maldonado , Jorge Triana Tena.

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El nombramiento a inicios de 2013 de una delegación que encabece los traba-jos del partido en el Distrito Federal y siente las bases para que, considerando los resultados de la reflexiones nacional y local y las reformas, estrategias, planes y programas derivados de los mismos, se pueda normalizar la vida democrática del PAN en el DF y sus trabajos por el bien de los habitantes de la ciudad.

La realización de una Convención Regional del partido en el DF y de una Con-vención Nacional, previas a la Asamblea Nacional Extraordinaria planteada, con la finalidad de determinar el rumbo político que ha de seguir nuestra organización y aprobar los programas de acción política en sus respectivos ámbitos.

Nos manifestamos porque la realización de la Asamblea Nacional Extraordi-naria para la reforma de Estatutos se haga hasta en tanto hayan concluido debi-damente los procesos de reflexión que incluyan a los militantes del todo el país y que las conclusiones de los mismos proporcionen una base a las reformas nor-mativas que se propongan. Asimismo, solicitamos que se establezcan mecanismos de transparencia que garanticen una elección verdaderamente democrática de los delegados a la Asamblea y que se amplíe el requisito contenido en el artículo 56 del Reglamento de los Órganos Estatales y Municipales incrementando la antigüedad necesaria para ser delegado a las asambleas estatales y nacionales.

Confiamos en que usted, como Consejero Nacional que milita en el Distrito Federal, comparta nuestra preocupación y sea voz de quienes queremos retomar el rumbo que nuestra organización debe tener en la ciudad de México.

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osotros, los militantes de Acción Nacional, pedi-mos a los integrantes de nuestro Consejo Nacio-nal, que después de haber atendido toda clase de llamadas desde las más altas esferas del gobierno y de nuestro partido, se tomen un momento para escucharnos.

No creemos lo dicho en medios en cuanto a que este consejo, más que atender el tema de fondo, que es: la reforma que requerimos para seguir siendo un partido importante para México, lo que tiene presente para discusión es cuándo debe ser la Asamblea Nacional Extraordinaria, como si todos ya estuviéramos de acuerdo en algún proyecto que es muy bueno pero nadie conoce.

El PAN es la casa donde habitamos todos los que un día nos identificamos con su pensamiento humanista y decidimos afiliarnos, por ello no nos importa tanto la fecha como que la casa vuelva a ser el espacio de todos, no sólo de quienes pueden comprar votos de militantes que no existen.

Tampoco importa tanto la fecha como que la casa se remodele a partir de la mejor reflexión y participación. Si bien hay prisa y hay un riesgo de consumir tiempo en pensar, hay un mayor riesgo en la irreflexión y en la decisión autoritaria y centralizada.

Nosotros, los militantes y la Reforma del Pan

Las organizaciones no eligen cambiar, deben hacerlo para sobrevivir.

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Por lo anterior, atendiendo al llamado de nuestros dirigentes y cobijados por nuestros estatutos que establecen que una reforma estatutaria requiere una am-plia consulta a los militantes, a los comités municipales y a los estatales y sobre todo con objeto de honrar nuestra historia de ser un partido que debate y dialoga intensamente para dar a México lo mejor de sí. Nos permitimos poner a su con-sideración los siguientes puntos para que sean materia de la debida deliberación: Identidad, Organización, Vinculación con la sociedad, Relación con el gobierno, Campañas electorales y Administración del Financiamiento.

IdentidadA muy grandes rasgos la identidad partidista se ha desdibujado de cuatro formas:

Una vez alcanzada la victoria cultural del PAN, lograda la alternancia y “con-vertido” a nuestros adversarios a la democracia, no cristalizamos en un nuevo planteamiento que hiciera sentido al partido y a los ciudadanos y que sirviera de bandera para seguir “moviendo almas”. Incluso nuestro arribo al gobierno no hizo evidentes las diferencias en nuestra forma de gobernar de las de otras formaciones políticas.

Durante su período en la oposición el PAN era reconocido por la congruencia histórica entre su prédica y su práctica democrática, así como en su ética del hacer político.

El arribo al poder disoció, en algunos casos de forma pública y notoria, la prác-tica de la ética al aceptar o parecer aceptar la corrupción. Esto se agravo al hacerse patente que el partido careció de mecanismos para imputarles la responsabilidad debida. Con independencia de las consideraciones de fondo que al respecto se puedan hacer, no hay duda que estos hechos conllevaron costos de reputación, de diferenciación partidista y de capital político graves.

Sin duda lo anterior amerita dedicar esfuerzo para corregir, pero sin perder con ello la vena pragmática necesaria en el hacer político.

Dejamos de representar a organizaciones y grupos sociales que nos eran cerca-nos por la comunión de causas y visión que compartimos.

La extensísima afiliación prácticamente hace imposible dar alguna formación a los afiliados. Muchos de los que han ingresado representan una colonización de otras formaciones políticas, e incluso hemos sido influidos por perspectivas e ideas que nos son francamente ajenas e incluso antagónicas. Esto nos ha llevado a que el PAN sea hoy una amalgama de visiones e incluso de proyectos personales carentes de referentes panistas.

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El dejar de ser gobierno hace propicio el momento para volver a “predicar con el ejemplo” e impulsar reivindicaciones históricas pertinentes, que vuelvan a dar definición al PAN, cercanía a grupos afines y objetivos para la lucha política. La fidelidad a nuestra identidad es lo que nos ha permitido y nos permitirá contar con un nicho claro de la sociedad a partir del cual podremos crecer.

Los esfuerzos de formación interna son importantes pero su éxito o fraca-so, más que un producto de los cursos que se den –y que hay que dar--, será un subproducto de que el partido efectivamente luche y se comprometa con causas claras, socialmente relevantes e internamente compartidas.

Es fundamental crear modelos de formación especialmente para atender la su-cesión generacional que de manera natural se da en el partido, debemos acercar la institución a los jóvenes dándoles opción de formación política a la par de que ellos dan al partido viabilidad hacia el futuro.

El tema más importante que tiene el partido frente a sí es definir el o los obje-tivos políticos que vamos a perseguir, cuáles son las causas que vamos a defender; una selección de objetivos claros para nosotros y los ciudadanos y socialmente deseables es lo que nos faltó en 2009 y en la campaña de 2012 y no nos puede faltar hoy. Si vamos a mover las almas, el instrumento idóneo es una causa a la cual ser-vir y un cacique a quien seguir o una lista de defectos a corregir.

El candidato del PRI vio con claridad que el tema era el de una democracia con resultados, a partir de ahí persiguió el objetivo contradictorio de reconstruir un sistema hegemónico y autoritario, esta puede ser una bandera que bien podríamos retomar desde una perspectiva auténticamente democrática. Para esto no basta declarar que ese es nuestro objetivo, sino hacernos cargo de los costos de repu-tación que nos han significado nuestras incongruencias y verdaderamente poder predicar con el ejemplo.

De que definamos bien esto, lo difundamos adecuadamente, lo impulsemos en el Congreso y lo apliquemos donde gobernamos dependerá que la gente no nos acabe viendo mejor como oposición que como un partido con vocación real de gobierno.

OrganizaciónSe identifican como grandes problemas de organización los siguientes tres:

Los incentivos de nuestra forma de organización han alineado la actividad par-tidista hacia su interior.

Como un efecto de la reforma electoral 2007 – 2008 nuestros procesos democráticos han perdido funcionalidad, se han sobre regulado, judicializado y

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entorpecido hasta el extremo, han quitado el espacio para la política. Las autorida-des electorales internas no tienen las capacidades ni la autoridad para garantizar la imparcialidad y la equidad en las contiendas internas, esto incentiva a dirimir nuestras controversias bajo mecanismos jurisdiccionales que nos hacen ajenos a la decisión final.

Los órganos partidistas han perdido poder tanto político como jurídico para tomar decisiones y materializarlas en la estructura.

Alrededor de estos hechos se han dado una serie de epifenómenos, entre otros: El militante ha sido sustituido por el votante controlado a través de un sistema análogo al de la afiliación corporativa del PRI donde se ejerce un sometimiento de voluntades a cambio de coacciones, dádivas o posiciones laborales.

Este control lo han asumido los gobiernos y los grupos (tribus) y sus caciques. Los órganos partidistas se han convertido en el espacio donde se formaliza lo nego-ciado; frente al incentivo de “tened votos y todo lo demás se os dará por añadidu-ra”, todos los controles a la afiliación han saltado por los aires; nada de esto orienta al partido a la acción en la sociedad.

No es extraño que en este ambiente los comités directivos hayan perdido ca-pacidad deliberativa y ésta haya sido asumida por las comisiones políticas. Ya no tenemos miembros de comité sino representantes de algún jefe de tribu local.

Se proponeGenerar incentivos para redirigir la acción hacia afuera.

En la medida en que nos hemos ido acercando a “un militante un voto”, el nú-mero se ha vuelto la única lógica, los órganos directivos han perdido autoridad y con ello capacidad de ordenar, organizar y prestar el servicio para el cual existen y se ha visto afectada la toma de decisiones nacionales o estatales por intereses muy locales.

Adicionalmente, esto ha generado que los afiliados no sean a su vez militantes y que los militantes anden buscando algún grupo que los cobije porque de otra manera carecen de representatividad frente a los órganos tomadores –o al menos “formalizadores”-- de las decisiones.

Un ejemplo de la ineficiencia del modelo es el PAN del DF que tiene algo así como 90 mil afiliados, es decir 5% del padrón nacional pero en el arranque de la campaña presidencial fue incapaz de movilizar para el evento en el estadio azul y al final no pudo cubrir el 80% de sus casillas con al menos un representante.

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Modificar nuestra normatividad buscando que las etapas de los procesos internos adquieran defini-tividad de manera expedita y sin la posibilidad de llevar el mismo tema a una larga serie de instancias.

Esto requiere planteamientos jurídicos de fondo que están fuera del alcance de este documento y que abarcan la ley electoral, pero es claro que no pode-mos llegar a otro proceso electoral con casos que se

estén resolviendo en tribunales una semana antes de la elección constitucional.

No es lo único que debemos modificar en nuestros procesos de selección de candidatos, pero sí uno de los más graves.

En términos generales en el contexto de los procesos electorales de éste año se presentaron cerca de 800 juicios de inconformidad, más de 120 juicios ante el tribunal federal electoral, cifras sin precedente en la institución que demuestran la judicialización de nuestros procesos

La reforma debe aumentar la autoridad de los órganos directivos, en lo posible desjudicializarlos y permitir la decisión política de los temas. Habrá que ver si esto sólo es posible con una reforma electoral en tanto otros partidos que interiorizaron menos el aspecto garantista de las leyes en su propia normatividad parecen sortear estos temas con más facilidad.

Nuestra evolución hacia la protección jurídica de derechos individuales en la normatividad partidista y en el orden jurídico electoral a su vez ha vulnerado la capacidad de la autoridad partidista para tomar decisiones en torno al bien común del partido, generado una pérdida de competitividad y afectado los derechos de la institución.

Si bien esto requiere modificaciones que están más allá de la normatividad interna del partido, es un tema al que debemos poner atención por las razones ex-puestas y porque el PAN ha sido el partido con más litigios. Esto hace que el parti-do agote su energía más en tratar de gobernarse que en forjar un propósito político.

El CEN y, en su caso, los órganos directivos deben recuperar poder en su capa-cidad para sancionar, remover dirigencias y en su capacidad para atender litigios internos; sin estas facultades es muy poca la posibilidad que tiene para mover vo-luntades en torno a propósitos generales. Cada vez más lo que empezó como una mayor autonomía de estados y municipios tiende a convertirse en una balcaniza-ción del partido.

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Vinculación con la sociedadEs claro que incentivos “adentristas” afectan la vinculación del partido con la so-ciedad pues nos acordamos de ella de manera casi exclusivamente utilitaria para pedir votos, recursos o apoyo en los procesos electorales.

Desde hace tiempo está resultando obsoleta nuestra estructura territorial. Útil para encauzar temas vecinales o atender procesos electorales no está resultando adecuada para atender causas ciudadanas como las relativas a temas gremiales, agrarios, de vida y familia y de sectores productivos, entre otros.

En este tema la respuesta partidista ha sido crear una estructura burocrática a la que no hay que escatimarle logros pero que a todas luces es inadecuada para la labor que el partido tiene que hacer en este tema.

Finalmente los partidos somos una expresión parcial de la sociedad y existimos en la medida en que somos socialmente útiles y organizamos voluntades en torno a temas que son del interés de los ciudadanos.

Normalmente esas expresiones ciudadanas que nos apoyan lo hacen desde perspectivas concretas que no necesariamente comulgan con el 100% de nuestra visión. Acercarnos a ellas a partir de los temas que les son relevantes nos permiti-ría apoyarnos mutuamente y dar impulso a todo nuestro ideario.

Hay que buscar modelos de otros partidos afines para encontrar el que nos sea más útil, sin embargo de manera empírica se sugiere que la estructura territorial del partido siga siendo la unidad a partir de la cual continuemos organizándonos electoralmente, pero que la actividad partidista se dé fundamentalmente en estruc-turas del PAN que aborden y actúen sobre temas de interés social y a las que se pueda pertenecer siendo o no militante.

En ellas se daría un contacto constante con la realidad social, sería el espacio para enriquecernos de conceptos especializados y para incorporar líderes al parti-do, el partido funcionaría como elemento de cooperación entre las necesidades que se lleguen a plantear y nuestros funcionarios, tanto para darles impulso legislativo y gubernamental como para la realización de gestiones.

Lo anterior requiere análisis cuidadoso, incentivos para que la militancia se dé de esta manera y un desarrollo normativo y político adecuado. Sin embargo, es claro que la estructura actual difícilmente dará los frutos que de ella necesitamos y que estamos obligados a recorrer caminos efectivos de vinculación con la sociedad concreta, es decir grupos organizados y causas sociales sentidas.

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Relación con el GobiernoEste es un tema no resuelto, e incluso casi no discutido ni deliberado, hemos pa-sado de una relación definida como de vinculación democrática durante la pre-sidencia de Luis Felipe Bravo Mena a esquemas no definidos expresamente pero claramente aplicados de PAN-gobierno.

En este partido subsumido en el gobierno se este tiende a dejar de operar como intermediario entre la sociedad civil y el Estado y en su lugar se ha convertido en agente del gobierno, el partido se subordina a los acuerdos de su clase gobernante, asumiendo en sus órganos las decisiones que desde las esferas del poder guber-namental se han tomado. El modelo privilegia al partido del cargo público y des-anima al partido de la organización (cen-cde-cdm) y el de sus afiliados y votantes.

Esto ha llevado a que, en la medida que el partido se resiste al proceso se gene-ran confrontaciones (o no) entre el partido y el gobierno. A veces por determinar la sucesión partidista o las candidaturas, a veces alguna de las instancias deja de apoyar al candidato electo y otras el partido se vuelve un obstáculo para sus pro-pios gobiernos.

El recorrido del PAN en sus diferentes etapas históricas conserva casi intac-to su andamiaje institucional, en esto tenemos un partido más cercano a los que emergieron a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, que de los partidos modernos del siglo XXI. Sin embargo, en el comportamiento de la mayoría de sus estructuras y órganos decisorios su funcionamiento práctico del día a día, sin acep-tarlo oficialmente, lo ha hecho transitar de un “partido de cuadros” a un “partido cacha todo” y finalmente a un “Partido-Gobierno”.

Actualmente hay una clara voluntad de algunos gobiernos estatales y munici-pales de gozar de este control para tratar de sostener proyectos políticos futuros, esto es veneno puro para un partido surgido de los ciudadanos y su libertad.

Un efecto importante de peso del gobierno sobre el partido fue limitar el desa-rrollo de líderes a los tiempos y necesidades de éste. Pareciera que el gobierno ha sido un gran árbol a cuyo cobijo se dieron sobre todo plantas de sombra.

Necesitamos un marco adecuado para poder lidiar con las relaciones partido-gobiernos, en la circunstancia actual con mayor foco en autoridades locales.

Administración de recursosLa aplicación de los recursos se encuentra distribuida desde nuestros estatutos, esto es un límite inadecuado para el servicio que nos deben prestar, especialmente en campañas. El dinero ha servido para contar con una extensa burocracia en to-dos los niveles pero ello no ha significado después una ventaja para los candidatos.

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Ni siquiera ha permitido contar con una estructura territorial preparada para el momento de las elecciones.

Un ejemplo de la absurda reglamentación que nos hemos dado en este tema es que la misma cantidad de dinero debe ser distribuida cada año para las elecciones locales sin importar si cada año tenemos un número distinto de elecciones.

En esta materia debemos buscar que las definiciones sean mínimas en los esta-tutos, que sus elementos más importantes queden en el nivel de reglamentos y que cada año se valore su mejor utilización en el nivel operativo.

Campañas electoralesEl triunfo electoral es en gran medida producto de las campañas, pero responde también a muchos otros aspectos como son: la evaluación que hacen los ciudada-nos del ejercicio de gobierno, la unidad partidista, la coyuntura política, el activis-mo de los militantes, un proceso interno ordenado, etc.

En este sentido la atención a los temas planteados con anterioridad y otros no señalados tienen efecto sobre el resultado final y son importantes.

Respecto a los procesos como tales, la reciente experiencia aún no ha sido me-dida y es muy importante que los órganos competentes nos hagan una valoración con todos los datos duros que sean posibles.

La multiplicidad de causas que tienen un efecto final en el resultado electoral significa una asunción de responsabilidades, es una corresponsabilidad en la que todos estamos involucrados. De manera aproximativa apuntamos los siguientes elementos que pueden ser ratificados o rectificados por un análisis más acucioso:

Independientemente del método de selección de candidatos hubo una alta con-flictividad, especialmente en aquellos lugares donde la posibilidad de triunfo era mayor.

Como ya se dijo anteriormente, esta conflictividad no terminó ni siquiera con el inicio de las campañas, sino que en muchos casos siguió y llegó a tener efectos en las candidaturas hasta poco antes de las elecciones constitucionales.

En la selección de candidatos cristalizaron todos los conflictos por el man-do sobre el partido, incluyendo la injerencia de los gobiernos y las dirigencias partidistas.

El método de selección abierta hizo mucho más visibles a los medios y a los electores nuestros conflictos internos en los procesos más competidos, pero trans-currió sin problemas en lugares con escasa militancia o baja posibilidad de triunfo,

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al parecer es en estos últimos lugares donde puede tener su aplicación por su poten-cial efecto para contactar ciudadanos con antelación al proceso electoral como tal.

No es evidente el resultado de las designaciones pero el método quedó en lo jurídico seriamente limitado.

Fue evidente que el proceso interno suscitó un repunte en las encuestas que rápidamente se agotó durante la veda electoral.

La ausencia de un trabajo previo de difusión de imagen no pudo ser sustituida por la campaña, pues se trata de tiempos de campaña muy cortos. Por tanto lograr un nivel de conocimiento previo y con el suficiente tiempo, es muy importante para impulsar la candidatura a la Presidencia y a los candidatos al senado, a los gobiernos estatales y a los grandes municipios.

La campaña aire no sólo fue breve sino que según se desprende de muchas de las críticas recibidas, no hizo foco pues desperdigó su temática e impacto.

Sigue siendo verdad que los cuadros formados en acción electoral, a veces al-tamente capacitados, sufren una altísima rotación que no beneficia la acumulación y aplicación de experiencia.

La CNE fue insuficiente para enfrentar los volúmenes de casos que recibió y se encuentra seriamente limitada por su marco normativo.

Los otros partidos tienen una normatividad que parece no obstaculizarlos para la toma de decisiones de candidaturas, éste es un tema que debe ser considerado para nuestras propias reformas sin menoscabo de nuestra democracia interna.

Es indispensable reflexionar sobre las limitaciones en las campañas desarro-lladas en las entidades donde más votos perdimos como DF, Estado de México y Jalisco.

Hubo una falta de coordinación y comunicación entre las instancias del Siste-ma PAN pues Partido, gobierno y comité de campaña tuvieron diferentes estrate-gias, responsables y mensajes.

El partido enfrentó un serio problema de falta de recursos en parte debido a deudas contraídas en 2009 y no atendidas adecuadamente en el período entre elecciones 2009-2011.

Asimismo, la falta de una clara rendición de cuentas de los gastos que llevaron al partido a estar endeudado generó una razonable suspicacia en personas que otrora contribuyeron con donaciones a las campañas.

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Las estructuras territoriales que se intentaron formar para enfrentar los proce-sos electorales reflejaron fielmente qué partido tenemos en cada lugar.

A diferencia de 2006, en 2012 no se obtuvieron apoyos y recursos impulsados por el temor a Andrés Manuel y por la debilidad del candidato del PRI. Esta vez la polarización se dio entre PRI y PRD. Esto último no se puede ver como una fatali-dad sino como un acierto estratégico construido por el PRI.

El PAN ha sido incompetente para sostener sus alianzas.

Al no dar la cara por otras organizaciones sociales no partidistas, tampoco con-tamos con los apoyos públicos que necesitábamos para la campaña.

El PAN puede ser una verdadera opción de gobierno para 2018, sin embargo no debemos engañarnos pensando que esto se logrará con una reforma normativa. Mucho de lo que hay que realizar requiere simplemente un mayor oficio y mayor sensibilidad en nuestras relaciones internas y con los ciudadanos. De las reformas normativas que se vean necesarias debemos evitar tanto las reformas superficiales, como las que nos llaman a refundar como si el pensamiento que nos cautivó para llamar al voto y venir a militar hoy no valiera.

Esta propuesta no pretende ser limitativa, quienes apoyamos esta iniciativa consideramos que debemos contar con el espacio debido para proponernos una buena agenda que incorpore los distintos puntos de vista.

No puede ser la agenda política interna o externa la que marque nuestros tiem-pos para transformar el partido. Como ya se dijo un tiempo adecuado para re-flexionar puede tener algunos riesgos pero el cambio irreflexivo los tiene mucho mayores.

Es indispensable también contar con una metodología meritoria para escuchar-nos y convencernos, con espacios y tiempos adecuados y que partiendo de lo que somos nos modernice en nuestras capacidades de vinculación social, jurídicas, or-ganizacionales y comunicacionales.

Nosotros, los militantes de Acción Nacional…

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¿Por qué es necesario reconstruir el PAN?Los resultados electorales del pasado 1° de julio nos obligan a reflexio-nar no sólo sobre los errores cometidos en este proceso electoral sino también sobre el rumbo que, en general, ha tomado el PAN en los úl-timos años.

Para hacerlo, debemos evitar dos extremos perniciosos: el que nos lleve a con-vertir la derrota en un desastre en medio de recriminaciones estériles que sólo abo-narían a la división del partido y el que nos conduzca a negar los problemas, escon-derlos baja la alfombra y evitar las medidas necesarias para darles una solución de fondo. Eso sólo nos llevaría a seguir el camino descendiente que hemos iniciado.

Es necesario que el partido asuma claramente la derrota del primero de julio como una oportunidad para refundarse desde los cimientos. Para ello, propone-mos asumir los diagnósticos ya realizados, especialmente el derivado del proceso electoral de 2009, incorporando nuevos elementos de juicio dirigidos de las expe-riencias electorales más recientes. Es indispensable reaccionar con rapidez y tomar decisiones que nos lleven a un cambio profundo.

Tanto en el proceso de reflexión de 2009, realizado por el Consejo Nacional y su Comisión especial, como en ejercicio sucesivo del Comité Nacional y otras instancias del partido, hemos llegado reiteradamente a algunas conclusiones que, a nuestro juicio, siguen vigentes y explican en gran medida el resultado reciente.

Por lareconstrucción

del Pan

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En este breve documento nos concentraremos en las causas endógenas del re-sultado electoral, es decir, las propias de la vida interna del PAN, como son las relativas a la militancia, la apertura a la ciudadanía, la selección de candidatos, el financiamiento, la estructura y los mecanismos de rendición de cuentas. Estamos convencidos de que estos son los ámbitos de la vida interna del partido que requie-re de nuestra atención más urgente.

No minimizamos la importancia de las causas exógenas del resultado, es claro que se trató de un proceso marcado por la inequidad, en el que se dieron abusos en los gastos y en los presupuestos por parte de gobiernos de otros partidos. Fuimos testigos una vez más de las prácticas autoritarias y clientelares del PRI y del PRD, así como de la injerencia de los medios de comunicación. Y, qué duda cabe, tam-bién sufrimos traiciones que nos hicieron un gran daño.

A nivel interno todos tenemos parte de responsabilidad en los resultados: el partido, la campaña, los gobiernos panistas. Sin embargo, por una razón eminen-temente práctica, es en el partido donde finalmente debemos concentrar nuestra reflexión. Esa es la primera tarea a resolver, porque los gobiernos concluirán, la campaña se ha acabado ya, pero el partido es lo que queda y es apremiante atender en forma inmediata los problemas que atañen a su vida interna.

Debemos responder de manera oportuna y contundente a la confianza que más de doce millones de mexicanos depositaron en nuestra candidata presidencial, así como en nuestros candidatos del Congreso de la Unión, a gobernadores, alcaldes y diputados locales. Millones de mexicanos esperan de nosotros, un cambio desde la raíz misma, un cambio de fondo que ponga al PAN en sintonía con lo que la socie-dad espera de nosotros y lo aleje de la imagen de improvisación, falta de rumbo y, en ocasiones, falta de principios con la que se condujo durante el proceso electoral.

Creemos que atender en primer lugar las causas endógenas de nuestra derrota es doblemente adecuado. Lo es porque resulta imperioso un genuino esfuerzo de autocritica y de compromiso para cambiar lo que hemos hecho mal. Y lo es también porque refundar al PAN depende de nosotros mismos y de nadie más.

2. Un nuevo modelo para el PANEn este orden de ideas, proponemos la realización de una iniciativa de una enver-gadura cercana a la emprendida por nuestros fundadores. Pretender enfrentar la situación actual a través de reformas meramente superficiales lejos de resolver los problemas sólo serviría para seguirlos ocultando. Debemos cambiar de fondo lo que ha dejado de funcionar; derribar lo que haya que derribar para forjar desde ahí el renacimiento del PAN.

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Proponemos iniciar cuanto antes la tarea de reconstruir y replantear al partido; decidir juntos:

1. Una nueva manera de abrirnos a la ciudadanía, que nos permita renovar nues-tra membrecía y captar a los mejores mexicanos, especialmente a los jóvenes;

2. Una nueva forma de elegir a nuestros candidatos, que nos permitan postular a los mejores, a quienes la ciudadanía espera que presentemos;

3. Un nuevo modelo de organización, que nos permita un auténtico implante te-rritorial en todo el país y la sincronía de los periodos de las dirigencias con los ciclos electorales;

4. Una nueva vía para la aplicación de sanciones, que nos permita excluir con rapi-dez y eficacia a quienes con su conducta trastocan la identidad del PAN; y

5. Una nueva manera de administrar el financiamiento público y privado, que nos permita destinar mucho mayores recursos a los procesos electorales.

3. Por una reforma estatutariaComo primer paso para avanzar en esa dirección, proponemos al Presidente Gus-tavo Madero la emisión de la convocatoria por el Comité Ejecutivo Nacional para la realización de una Asamblea Nacional Extraordinaria antes de la terminación del año, de ser posible.

Proponemos la conformación de una comisión responsable de llevar a cabo la consulta que prevén los estatutos y de elaborar el proyecto de reformas correspon-dientes.

Postulamos que el proyecto abarque, entre otros, los cinco rubros mencionados en el apartado anterior y que, enriquecidos con la aportación de nuestros militan-tes y dirigentes, presentemos a la ciudadanía el renacimiento del PAN, como un auténtico instrumento al servicio de la sociedad.

Emprendamos nuestra reconstrucción en la unidad que nace de sabernos parte de una comunidad de principios e ideales que ha hecho y hará del PAN la mejor opción para México.

Fundemos una nueva tradición con la mirada puesta al futuro, como nos invi-taba Castillo Peraza, quien nos recordaba que “la tradición no es nada más la con-servación de algo que se hereda, sino la capacidad de traducirlo para que pueda ser tradición otra vez en el futuro. Sólo fundan tradiciones los que, desde su propio ayer, son capaces de ver hacia adelante”.

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ste documento persigue una gran finalidad, hacer que haya más re-flexión y acción en la vida interna del Partido. Ahora entramos preocu-pados y molestos a reflexionar, a pedir cambios en el mismo, sólo que no nos dimos –o no quisimos darnos– cuenta de que esto que hoy vivimos empezó en el año 2000 o, quizá, antes. La primera pregunta que me hago, y comparto, es ¿estaríamos haciendo estas reflexiones, análisis y pidiendo cambios de haber ganado las elecciones pasadas?

Pregunta que me lleva a una segunda ¿Porqué desde hace más de 10 años permiti-mos y fuimos cómplices de la descomposición y desviaciones del partido?

Para mí el PAN es el partido político que tiene una base humanista, doctrinaria y ética. Debe ser ese partido que dejamos ir, que siempre debió ser, el de la ética, la honradez, la amistad, la unidad, la normatividad y los principios.

Todos, de una u otra manera en mayor o menor medida, favorecimos la des-vinculación del PAN con la sociedad, con nuestra vida interna; la impunidad, el grupismo sectario-secuestrador, el chambismo, y el alejamiento de la capacitación doctrinaria nos fueron hundiendo.

Nos enseñaron los fundadores que el poder es para servir y nos servimos de él. Nos enseñaron a no cercar nuestro huertito de vanidades y lo cercamos. Nos ense-ñaron a ser generosos y nos volvimos envidiosos y soberbios. Por eso no nos extra-ñemos de lo que vivimos, el PAN es escuela de ciudadanía y referente moral de la política, regresemos a esos valores y con técnica se salvación seamos panistas reales.

El tesoro olvidado

Nuestra razón de ser;el partido acción nacional

Tomás Trueba Gracián

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Por lo tanto debemos ser menos déspotas, menos engreídos, menos soberbios, entender el respeto a la dignidad de la persona humana, todos valemos y somos sujetos a ser escuchados. Regresar “al pasado” de la ética y la responsabilidad no está peleado con la modernidad y el futuro, ya que dichos conceptos no tienen fecha de caducidad, al contrario cada día deben tomar más vigencia, por lo tanto el PAN moderno y contemporáneo debe ser el PAN de nuestros fundadores, que ponga en el centro de la política a la persona humana y genere ciudadanía que tanto hace falta en el 2012.

No hay que refundar, ni restructurar, hay que regresar a los orígenes, a la razón de ser del PAN, que sigue vigente, porque tenemos que consolidar la victoria cul-tural, y luchar por crear ciudadanía y formar panistas. Como señaló José Vascon-celos, “sin la norma de cierta lealtad a los valores fundamentales de la ética, todo trato humano se vicia, y toda sociedad se hace un infierno”.

Partidos políticos ¿qué son? Su razón de ser y del PANPara poder desarrollar en forma más completa lo que es la visión y el futuro del PAN y de México, es importante analizar lo que es un partido político desde la perspectiva no solo del propio partido, sino abrevando de otras fuentes, don Luis H. Álvarez decía: “Solo haciendo hoy el partido del futuro, será factible el futuro del partido”.

Es difícil hablar de democracia en los tiempos que corren sin considerar a los partidos políticos, pues ellos son los principales articuladores y aglutinadores de los intereses sociales. El origen de los partidos se remonta a los comienzos de la so-ciedad políticamente organizada. En Grecia encontramos grupos integrados para obtener fines políticos, mientras en Roma la historia de los hermanos Graco y la guerra civil entre Mario y Sila son ejemplos de este tipo de ‘’partidos’’.

Se discute, así, si los partidos surgieron en el último tercio del siglo XVIII o en la primera mitad del XIX en Inglaterra y los Estados Unidos. Dichas instituciones tienen que ver con el perfeccionamiento de los mecanismos de la democracia repre-sentativa, principalmente con la legislación parlamentaria o electoral.

Surgidos en el siglo XVII, evolucionaron durante el XVIII y se organizan, en el pleno sentido del término, a partir del XIX; en Gran Bretaña en 1832. Los partidos políticos son el resultado de la quiebra de la sociedad tradicional o feudal y su paso a la sociedad industrial.

La división entre la sociedad civil como ámbito de la libertad de la persona –dotada de derechos inherentes– y la sociedad política o Estado, exigía canales de comunicación que articularan intereses entre una y otra. Los cauces de intercambio fueron el parlamento, los partidos políticos y la opinión pública.

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Los partidos fueron y son los articuladores de la relación entre la sociedad civil y el Estado, aunque su estatus siempre ha estado en discusión por las críticas que desde la antigüedad lanzan contra ellos sus detractores.

Los partidos son actores –quizás irremplazables– del escenario político. En las democracias desempeñan importantísimas tareas, y en los Estados no democráti-cos tienen también ciertas finalidades. Se ha dicho, no sin razón, que el Estado mo-derno es uno de partidos, por el lugar central que ocupan no sólo en la integración de los órganos de representación y de gobierno, sino también por sus funciones de intermediación entre el éste y la sociedad civil.

De acuerdo con Sigmund Neumann, “los partidos son conductos de expre-sión: son un instrumento para representar al pueblo al expresar sus exigencias. Los partidos no se desarrollaron para comunicar al pueblo los deseos de las autorida-des, sino para comunicar a las autoridades los deseos del pueblo”.

La democracia depende de estas instituciones mediadoras que crean vínculos entre los ciudadanos y el gobierno y entre sí mismas para ofrecer canales de parti-cipación en las políticas públicas. No son perfectos pero ninguna otra institución nacional sirve tanto para sumar y representar los intereses de los ciudadanos o impedir un gobierno por decreto. En más de dos siglos, no ha existido democracia sin partidos políticos.

Cada partido es único y presenta las huellas de su propia evolución. Los par-tidos se presentan como actores unitarios, como una unidad cohesionada, pero importan también las líneas de conflicto que determinan los procesos de decisión.

Si bien existen partidos sin democracia, no puede existir la democracia sin par-tidos políticos, pues éstos son un conjunto de personas que se agrupan en princi-pios doctrinales para actuar de manera permanente y organizada en la vida social y política del país. Acción Nacional sobrevive al pluralismo interno por el debate reflexivo y la democracia, como afirmó en su momento Carlos Castillo Peraza.

Es así que nos podemos preguntar: ¿qué es el PAN? “Una organización perma-nente de todos aquellos que, sin prejuicios, resentimientos ni apetitos personales, quieren hacer valer en la vida pública su convicción en una causa clara, definida, coincidente con la naturaleza real de la Nación y conforme a la dignidad de la per-sona humana”.

Hoy necesitamos hacer Patria nueva, curar las heridas y para ello ¿quiénes caben con nosotros? Los que sustenten las ideas probablemente más disímbolas si tienen ese denominador común: honradez y patriotismo. Que hacen a un lado las personalidades y se fijan en los principios, para hacer la patria nueva.

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Los miembros de Acción Nacional que se crean como mexicanos, como patrio-tas honrados, obligados a determinada colaboración, pueden seguir ese camino, pero lo que se niega es que ninguno de los miembros de Acción Nacional, para resolver un problema de conducta personal tenga el derecho de comprometer la responsabilidad del Partido como Partido.

Acción Nacional no tiene fronteras personales. Pueden ser sus miembros, todos aquellos que sin importar su posición económica o social, profesen limpiamente las convicciones que constituyen la Doctrina de nuestro Partido y estén dispuestos a hacerlas valer en la vida nacional.

Castillo Peraza habló de la relevancia de los partidos en la promoción de la cultura democrática. Y nuestros fundadores y los primeros militantes trabajaron arduamente en la difusión de los principios de doctrina y sus programas, con cam-pañas cívicas de orientación y actuaciones limpias.

Internacionalmente es promovido y aceptado que en los periodos no electora-les, los partidos democráticos ofrecen también a los ciudadanos oportunidades de participar en la vida política y fomentar vínculos activos entre los ciudadanos y aquellos que los representan.

Independientemente de los valores y objetivos que los partidos proclamen, lo que importa más es cómo se comportan; como lidian con los conflictos internos y externos, y como actúan de manera responsable para los ciudadanos que dicen representar. Los partidos son importantes porque proporcionan una memoria ins-titucional de las políticas implementadas y la política en general. Si tiene un pro-yecto fuertemente ideológico, será lógico que intente aumentar su tamaño y poder lo suficiente como para llevarlo a cabo.

Los partidos políticos efectivos desarrollan y mantienen estructuras internas democráticas, promueven y practican la transparencia y la rendición de cuentas, y revitalizan constantemente su membresía a través del alcance a nuevos sectores. La renovación y revitalización de la organización partidaria se logra con la capacita-ción y formación para sus miembros y líderes sobre un amplio rango de temas que pueden incluir la historia, ideología y estatutos del partido, campañas y elecciones, recaudación de fondos, alcance de electores, empadronamiento de electores, me-dios de comunicación, mensajes y oratoria en público.

¿Qué pasó con Acción Nacional, qué nos mueve a ver hacia el interior?A pesar de las diferentes situaciones, las investigaciones demuestran que los parti-dos políticos son parte del problema en la mayoría de los países donde la población percibe que la democracia no funciona satisfactoriamente.

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En la mayoría de las democracias arraigadas, los partidos y los políticos están muy desacreditados entre la ciudadanía, con el agravante de la pérdida de identidad.

Debemos ir a nuestras raíces una y otra vez porque estamos viviendo una época de difícil transición nacional y del partido, esta situación nos exige enraiza-mientos éticos, históricos y culturales. Hoy vemos el riesgo de olvidar o minimizar nuestra herencia dados los imperativos de una “cuota de poder”. La arbitrariedad soportada antes resulta cada día más intolerable, la impunidad se convierte en odiosa. ¿Vale la pena la eficacia política cuando se logra destruyendo los fines que uno quiere lograr?

Históricamente, el PAN construyó su capital político a partir de practicar de manera congruente una activa democracia interna, siendo reflexivos, generosos, tolerantes y por sostener sus principios.

La llegada de militantes sin compromiso generó una gran dificultad para man-tener la congruencia respecto a lo que postulamos, tanto en acciones como en de-cisiones gubernamentales como internas. Logramos tener un corporativismo “cha-fa” en el que se aspira usar a las personas de manera clientelar, atentando contra su propia dignidad.

Pleitos y judicialización por el poder en gran parte de nuestros procesos inter-nos ha conducido a que las disputas que antes se resolvían en nuestras instancias internas, con mayor diálogo, ahora sean en tribunales y esto no abona a la madurez y la unidad. No hemos terminado la acción civilizadora, tenemos aún varios pen-dientes de los objetivos de nuestra fundación.

Hoy la ciudadanía, no solo de México, sino en el mundo, ya no voltea a los partidos, perdió la confianza en ellos porque dejamos de ser sus portavoces, por ende no se sienten representados y la razón de ser del PAN es esa ser una fuente civilizadora, ser escuela de ciudadanía y su representante digno, que cada ciuda-dano encuentre en nosotros esa organización permanente que haga valer en la vida pública sus más altos valores.

En Acción Nacional nos enfrentemos a dos situaciones: a la imposición externa y sobre todo a la parte de la fracción doméstica impositiva, que ha buscado el gru-pismo, la impunidad, ha secuestrado al Partido y dejado atrás su ética y doctrina. Ahora nuestra posición no es cómoda, venimos de una derrota que nos lleva a la reflexión. Acción Nacional, para actuar colectivamente en la realización de su des-tino, necesita posibilidades inminentes, fuerza propia y control directo, insustitui-ble e inalienable de esas fuerzas o posibilidades de realización. No podemos ceder nuestras posibilidades de acción a otras manos, como partido actuaremos cuando seamos capaces de imponer nuestro programa o de sostenerlo decorosamente.

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Por eso es momento de valorar lo siguiente: ¿nosotros, como Partido, vamos a in-currir en el error del pasado, seguiremos desviando la voluntad individual de la colec-tiva desconociendo el alma de los ciudadanos, misma que tiene pasiones, que puede estar dirigida, que puede entrar en erupción potente para contrariar a la adversidad?

¿Creen o saben, con toda lealtad, que solamente los que hasta ahora integra-mos las filas de Acción Nacional, representamos el símbolo de la pureza y de la rectitud moral en la política mexicana, no creen que también la representan las enormes masas de gente que quedaban al margen y la mayor parte de ellas no participan en procesos electorales?

Vivimos en la era del pragmatismo, tal parece que la teoría utilitarista de los filósofos británicos del siglo XVIII, ha sentado sus reales en nuestra sociedad y en buena parte del mundo. Hoy se habla de “mandar los principios de vacaciones”, cuando se considera que incomodan a la acción política que se supone eficaz. El Partido Acción Nacional no es ajeno a esta corriente. Desde hace algunos años, algunas de las decisiones se toman, no con criterios inspirados en los principios éticos, sino alentadas por la ganancia inmediata. Lo peor que le puede pasar a Acción Nacional y, por supuesto, a quienes lo representan en el servicio público, es negociar posiciones a cambio de principios. Es muy fácil, para algunos funciona-rios, abrir el cajón del escritorio y guardar rápidamente los principios de doctrina, para no entorpecer una negociación posiblemente ventajosa.

Estos son momentos de reflexionar, tener plena conciencia de uno mismo. En la psicología se habla que nadie existe solo, todos coexistimos con otros, somos interdependientes, somos una sociedad; cuando priva el egoísmo y la falta de soli-daridad, llegan los problemas.

Estas reflexiones nos deben llevar a recordar la historia de Acción Nacional en sus diferentes crisis y momentos difíciles:

En 1981 veían que el partido debía analizar tan seriamente como sea posible, las circunstancias en que desarrollaba su actividad, los caminos que debía escoger para realizarla, las causas de sus fracasos, la formación de sus militantes y dirigen-tes, la vigorización del propio partido, las exigencias mínimas de las personas que quieren ser miembros, dirigentes y candidatos.

Y lo que se vivió en 1975, 1992 y ahora me llevan a recordar lo que Don Manuel pensaba y decía: que importa además del fin que se busca, son los medios: necesi-tamos una técnica ¿Cómo? Con orientación definida, con propósitos claros y méto-dos prácticos. Trabajo hecho y sabido con amor, es la realización del conocimiento subordinada a un criterio moral. Tenemos que luchar contra el aislamiento, crear el grupo capaz de generar una cultura nueva, valores, un sentido total a la vida.

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Llegó a la conclusión de la política: Primero la claridad, luego la técnica, la libertad, la justicia, que son valores, todos, del espíritu que deben encarnarse.

Hemos perdido elecciones y hemos perdido responsabilidades en el partido, porque hemos olvidado de lo que Manuel Gómez Morín escribiría en 1939 a Ma-nuel Zamora “… por eso hemos pensado en Acción Nacional. Nacional en cuanto postula la primacía de la nación; quiere la afirmación de sus valores esenciales de tradición, de economía, de cultura, y busca inspirar la ordenación jurídica y políti-ca de la nación, en el reconocimiento de la persona humana concreta, cabal y de las estructuras sociales que garanticen verdaderamente su vida y su desarrollo.

Carlos Castillo Peraza en 1990 manifestó los desafíos del PAN:

1. Profundizar en su doctrina como elemento central. Identidad esencial.

2. Apertura interna al debate en torno a la aplicación concreta de principios y acep-tación generalizada de la democracia para la toma de decisiones.

3. Crecimiento del partido en número y pluralidad de visiones basadas en los mis-mos principios exigirá una vida más ceñida a la normatividad estatutaria.

4. Formación de militantes y dirigentes en lo doctrinal, lo histórico, ideológico y programático para evitar confusiones.

5. El PAN tienen que aumentar su credibilidad frente a un electorado cada vez más crítico.

6. Tener de candidatos a ciudadanos con preparación ética, política y técnica para ser mejores y orientados en los principios del PAN.

7. Fortalecer la organización interna y externa.

8. Disposición y capacidad para dialogar desde su propia identidad y principios.

9. Aceptar que el avance a la democracia es gradual, en la que habrá retrocesos, rupturas y desviaciones.

10. Profesionalizar los cuadros del PAN.

11. Intensificar labores de propaganda y proselitismo, aumentar la capacidad de movilización.

12. Acercamiento, relación, intercambio con personas e instituciones.

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Para Castillo Peraza la restauración de la identidad del PAN era la prioridad, urgía la asimilación de su historia, la doctrina, las tradiciones y las estructuras de autoridad del partido y fue la causa que lo llevó a fundar la revista Palabra en 1987.

En 1975 Efraín González Morfín destacó: La situación interna del partido exi-ge a las autoridades del mismo una difícil combinación de energía y flexibilidad como actitud indispensable para mantener la unidad completa de la institución y su credibilidad como instrumento servicial de justicia y democracia en México. La presencia multiplicada de problemas disciplinarios dentro de AN, en un ambiente de división, hace inevitable la frecuente toma de decisiones rigurosas en defensa del bien común del Partido.

Es a veces imposible satisfacer al mismo tiempo las preferencias personales de algunos miembros del Partido y las exigencias evidentes del bien común de la institución.

Se debe entender que las jefaturas en Acción Nacional no deben concebirse como oportunidad para promover la popularidad personal, a expensas de la in-tegridad del Partido. Debemos avanzar sin renunciar a la sincera esperanza de ir sumando buenas voluntades entre los diversos grupos o tendencias, que no tienen por qué existir, de Acción Nacional.

Tal vez por la natural enemistad que el exceso de actividad externa suele tener contra el pensamiento, no siempre se ha dado la importancia determinante a la doctrina y al programa como eje de la acción razonable. No hace falta mucha agu-deza para descubrir que el esfuerzo conjunto en defensa de la unidad disciplinada y de la actividad inspirada por el pensamiento, tenía que encontrar obviamente oposición, críticas y ridiculización frecuente.

En contra de la mentalidad equivocada de quienes consideran que la bondad es debilidad y la energía es injusticia, hay que tomar medidas escalonadas y firmes en defensa de los valores fundamentales de Acción Nacional.

En la actualidad nos encontramos con momentos críticos, con abandono, pero teniendo el Ejecutivo Federal perdimos de vista al partido.

La situación de Acción Nacional no era fácil, ya nos habíamos alejado mucho de nuestros valores éticos, de la doctrina, de ser esa organización humanista de camaradería e ideología compartida, sin ambiciones de poder. Hace más de un año iniciamos una valoración indicada por el Jefe Nacional, Gustavo Madero, de revisar nuestra normatividad interna, de valorar nuestra organización y retomar la doctrina.

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Unas de las respuestas es que vuelve a circular Palabra, revista doctrinal y de pensamiento de Acción Nacional, se hace el Código de ética para dirigentes y mi-litantes del Partido.

¿Qué buscamos? Mover las almas, buscamos tener un partido con identidad y congruencia, que sea el motor de un Patria ordenada y generosa, derrumbar el régimen y la verdadera manera de derrumbar un régimen, sobre todo un régimen que vulnera y desdeña el voto, no es dominando las casillas electorales, cuando se puede llegar a ellas, y depositando un papel, que seguramente no será respetado. La mejor manera de aprovechar la campaña electoral es haciendo el balance del régimen, la liquidación del régimen, porque es así, como se hace uso del único instrumento real para derrumbar el régimen con el que no se está de acuerdo y que seguramente no hará accesibles las casillas de la elección a los ciudadanos ni tendría en cuenta su voto.

Buscamos conmover la conciencia nacional que parecía perdida. Y entonces cometimos un error; en vez de hacer la intensa y ardiente campaña de apostolado, limpia de todo interés personal, absolutamente pura y desinteresada, pensando solo en los valores de la patria, nos dejamos llevar por la ilusión de una actividad electoral, si en vez de dejar suelto el instinto de actuar inmediatamente, hubiéra-mos pensado en lo esencial, no estaríamos padeciendo ahora. Pero ahora se trata de determinar, como vamos a hacer uso, como partido del instrumento que es ac-ción nacional.

¿Qué necesita el PAN? Ganar elecciones o identidad ciudadanaYa tenemos diagnósticos, conocemos las problemáticas que enfrentamos, no las enfrenta el PAN, las enfrentamos nosotros y estamos generando confusión sobre

la vida del PAN, el partido como institución, está firme, sobre-vive a pesar de nosotros, sus principios y valores son actuales y con el permiso de ustedes, me voy a permitir hacer un símil de nuestro partido con el cuerpo humano, que es válido ya que para tener un cuerpo sano y funcionando tienen que estar to-talmente coordinado, cuidado, respetado y cada parte del mis-mo haga su función bien y ayudando al órgano que lo necesita.

El hombre nace con cuerpo y alma, ambos tienen que hacer sus funciones y conjugarse en su crecimiento para que haya la oportunidad de alcanzar su plenitud, así nuestro partido es un ser vivo con cuerpo y alma que tiene que ser cuidado y respe-tado para lograr los fines para lo que fue fundado.

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Los seres humanos crecemos y nos desarrollamos con el paso del tiempo, hasta llegar a una plenitud de madurez y estabilidad. No es lo mismo el crecimiento y el desarrollo, crecer es el aumento en las dimensiones corporales como peso y talla; desarrollo es la maduración psico-motriz e intelectual. Nuestro Partido nace con fuerza, crece y se desarrolla, pero llega un momento que se estanca, dejamos de cultivar su espíritu, de capacitar, de formar, de nutrirlo con congruencia y deja de crecer porque empezamos a darle alimentos “chatarra” porque nos separamos de las normas adecuadas de la “nutrición”.

Castillo Peraza dijo, a propósito de lo anterior, que “no es tiempo de inventar futuros con el pretexto de que inventar futuros salva el presente, sino es tiempo de preservar el futuro por la acción responsable en el presente”.

Y lo que nos ha dado crecimiento, lo que nos ha favorecido a desarrollarnos ha sido la unidad, la doctrina, el que tenemos, una sola fuente, un mismo espíritu, unidad en nuestra razón de ser y no hay ni habrá barreras que logren dividir a nuestra comunidad. “Los que pretenden saberlo todo y arreglarlo todo, terminan por matarlo todo”, agregó Albert Camus.

¿Qué PAN queremos? Como decían en su fundación: la labor es honda; la la-bor individual se pierde, nosotros como Acción Nacional, en un conjunto enor-me, cuanto es lo que podemos realizar. Aislados y solos indudablemente seremos vencidos. La disciplina, el conjunto, con ellos se multiplica el valor y el valor y la decisión no son solamente la acometividad.

Para lograr la fuerza democrática y una vida más digna para los mexicanos el partido se nutre de la ética, el humanismo y empieza su labor “ciudadanizante” –entendiendo nuestra existencia– en la imperiosa necesidad de organizar, encauzar, hacer valer la opinión ciudadana desdeñada de los que se han adueñado del poder y la tienen postrada por años.

Debemos ser referentes trabajando por las virtudes y valores, teniendo un li-derazgo real y comprometido, eso implica tener líderes comprometidos, no solo líderes por sus cargos en las estructuras, sino en la calle y ante la sociedad.

En nuestra brega de eternidad, para ser un “cuerpo” armónico, sano no po-demos dejar de lado la virtud: que es la disposición constante para hacer el bien, en perfecta adhesión de nuestra voluntad a las normas establecidas y con gran disposición, entusiasmo y convicción para cumplir los deberes, obligaciones y res-ponsabilidades, de manera habitual y permanente.

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Al reconocer que somos, nos lleva de la mano a las causas que abanderar, a las razones de nuestra existencia, a la identidad panista y todo esto nos debe hacer referentes como un partido.

Debemos abanderar y ser referencia en las organizaciones intermedias, que es donde se encuentra la parte más sensible de la persona humana, que es donde se desarrolla y sustenta el ser humano, que es donde se forma la Nación: la familia, la comunidad social, el municipio, las organizaciones y asociaciones profesionales o de trabajo.

Estamos obligados a armonizar nuestros principios de doctrina de lo que que-remos para la Nación, hacia lo que tiene que ser el PAN, ya que el interés de Acción Nacional debe ser preminente, la colectividad no debe decaer, jerarquizar los in-tereses parciales en el interés del partido, como un todo, como un solo organismo.

Para conservar la riqueza espiritual, nosotros debemos jerarquizar justamente las funciones y los intereses ciudadanos y del partido, no somos patrimonio de un hombre o grupo, somos de la ciudadanía. Obligados a continuar con nuestro “eli-tismo” cultural, capacitador y democrático.

Abel Vicencio nos convocaba por la necesidad de una institución permanente que organizara, que preparara el camino, que difundiera tesis y que concertara voluntades, no para un episodio electoral, sino como parte del proceso de madu-ración y fortalecimiento de la conciencia cívica de un pueblo que por ese camino alcanzaría su liberación.

AdaptaciónLos partidos tienen que adaptarse a circunstancias cambiantes, pues si no lo hacen, pueden perecer. Algunos de los temas que estarán a discusión en los próximos meses, a mi manera de ver, son los que siguen:

Los requisitos de elegibilidad para la militancia y definir los derechos, roles y responsabilidades de los militantes. Siendo esta parte muy importante, los dere-chos y obligaciones, con responsabilidades diarias para la ciudadanía y el Partido.

Los estatutos del partido pueden esclarecer las líneas de comunicación, auto-ridad y rendición de cuentas entre los diversos niveles del partido. Los partidos se benefician teniendo reglas claras sobre la selección regular (y posible destitución) de los dirigentes y candidatos del partido.

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Rendición de cuentas en las finanzas de un partido. Los partidos políticos de-ben mantener registros fiables y adecuados, lo que sirve para generar confianza, incrementar la credibilidad y fomentar las contribuciones a las operaciones finan-cieras de un partido.

Los líderes y miembros en partidos realmente efectivos se comunican de ma-nera abierta y regular. En parte, esto significa que los líderes del partido envían información continuamente a sus miembros. No sólo es dar órdenes de arriba hacia abajo, también incluye requerir e incorporar las opiniones y experiencias de los activistas del partido.

Tener presente la conciencia del fin. Un partido político tiene diferentes ca-racterísticas por el fin que busca. La conciencia del fin es criterio permanente de moralidad y respeto al derecho.

En el PAN hay una urgencia de fundamentar la unanimidad cordial de los miembros del partido en la conciencia del mismo fin. Optamos por el rango moral de la política. Para realizar el fin propio de Acción Nacional como partido político se requiere también el testimonio y la práctica convincente de los valores éticos de la vida interna y externa del PAN.

No tendría sentido practicar dentro los comportamientos negativos que criti-camos en los de afuera. No hay manera de suplir los valores humanos de comu-nicación, confianza y respeto entre los miembros de Acción Nacional. Debe haber reservas humanas abundantes en Acción Nacional para afrontar los problemas normales internos que tenemos.

Podemos afirmar que la creación de Acción Nacional constituyó un aconteci-miento sin precedente en la historia política del pueblo de México. Presentando ésta no como la escaramuza transitoria en pos de un seudocaudillo, o como la pro-secución de un botín del poder por el poder mismo. Debemos valorar las libertades que disfrutamos, defendiéndolas y perfeccionándolas y como el mejor homenaje a nuestros fundadores mantengamos la fidelidad a nuestros principios, tanto en el pensamiento como en la práctica en nuestra vida cotidiana, ello será el mejor ce-mento para nuestra unión, tener siempre abiertos de la cordialidad, “En lo esencial unidad; en la duda, libertad y en todo claridad”.

No luchamos por integrarnos en las responsabilidades del poder, para que en México se realice una simple substitución de hombres, porque consideremos que como tales seamos mejores que otros mexicanos que tienen capacidad y prepa-ración para servir al país; ni queremos hacer del poder trinchera para defender intereses de grupo alguno, cualquiera que sea, ni menos aspiramos a dirigir los destinos de la Nación por afán de ejercer el dominio sobre los hombres.

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Lograr el partido que debemos serEn los apartados anteriores me he referido de temas de la fundación, de historia, de la razón de ser de los partidos y los estudios internacionales de los mismos, me permití exponer que debemos ser. Ahora en las siguientes líneas, con toda modes-tia, pero con la seguridad que me da el conocer mi partido, a la ciudadanía pro-pondré algunas razones del ser del PAN, como lo vieron y organizaron nuestros fundadores, esa organización que debe ser escuela de ciudadanía.

Mucho se ha hablado estos días y se seguirá hablando del tema de la vida interna del partido, sus estatutos, organización, pero considero que no hay punto más importante que ser un partido con normatividad más dinámica, con facilidad de cumplirla, que se respete la misma, pero estamos todos obligados, a ser ese partido de principios éticos, de doctrina aplicada y vivida, de congruencia, nunca debemos, más, separarnos de nuestra fuente y origen.

Nuestra existencia se basa en la imperiosa necesidad de organizar, encauzar, hacer valer la opinión ciudadana desdeñada de los que se han adueñado del poder y la tienen postrada por años. La desvinculación de la ética con el poder –signo de nuestro tiempo–, nos ha traído la desconfianza en los políticos. El poder ha perdido legitimidad y la ética se limita a pregonar valores inmutables.

Porque el poder, como apunta Maritain, es la fuerza con que constreñimos a otros a hacer algo. En tanto que la autoridad es el derecho de dirigir, de mandar, de ser escuchado y obedecido. La autoridad requiere del poder, pero un poder sin autoridad es despótico o tiránico…

Debemos ser una fuerza encausadora, referente y congruente con acciones con-tinuas, inteligentes, organizadas, enérgicas capaces de dar a la Nación el respeto de su voluntad normada por los principios superiores de la democracia, la moral y el derecho.

Debemos cambiar todos, regresar a los valores éticos de la humanidad, que no se siga viendo solo el poder del dinero, el poder político. Que los problemas no se resuelven culpando a otros. Darles una razón de ser, darles la doctrina del PAN para que se aplique cotidianamente, que sean parte de su mundo.

Para nosotros, en cuanto a forma de vida, la democracia se funda en la igual-dad esencial de todos los hombres. Para ello las soluciones que presentamos como base para resolver los problemas políticos, sociales y económicos, tienen como fun-damento invariable el respeto a la dignidad de la persona humana, que estriba esencialmente en que nadie pueda ser considerado en la relaciones de convivencia como un simple instrumento de personas o grupos –incluido el Estado con me-noscabo de sus libertades espirituales y de su destino personal, temporal y eterno.

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¿Por qué si hemos luchado por las libertades políticas, la vigencia de la inde-pendencia organizacional, la libertad empresarial, de religión, los derechos huma-nos, no hacemos lo mismo al interior del Partido?

Señalamos como finalidad de nuestra lucha política, el ejercicio del poder en-caminado al servicio del bien común, para establecer, con respeto a las libertades humanas, un régimen en donde la justicia sea norma invariable de la convivencia y no simple pretexto para fundar formalmente decisiones de poder con fines de control político y humano y al interior del partido se busca el control político y no respetamos la responsable y libre decisión personal.

Nuestra razón de ser, debe seguir siendo la que se buscaba desde los inicios devolver a los mexicanos la confianza en la eficacia de la actividad política. Cada día es mayor el número de quienes ven en la política, no un camino para dominar el hombre, sino una tarea responsable para servirlo con limpieza.

Conclusiones y sugerenciasComo toda situación de vida, como todo trabajo, como en toda actividad, siem-pre llega ese momento de concluir, de promover, de comprometerse, de la acción, para cerrar esta reflexión, propondré algunas conclusiones con sugerencias siem-pre guiado por el más alto deseo de cooperación y de ser un eslabón más de esta cadena humanitaria, convencido que milito y trabajo por el único partido político serio, democrático y doctrinario de México.

Llegó el momento de la acción, no de la reacción, llegó el momento de la uni-dad, no de los señalamientos, de la autorreflexión, del compromiso, de recono-cer que hicimos bien, que hicimos mal, que dejamos de hacer, cada uno desde su trinchera, ese millón y fracción de panistas registrados en un padrón ¿Actuamos apegados a la doctrina panista? Y como ésta he dejado varias preguntas en este trabajo, debemos responderlas y asumirnos como verdaderos militantes de Acción Nacional.

Los estudios de organismo internacionales sobre partidos políticos, nos ense-ñan hoy que para ser un partido moderno, exitoso se debe tener una normatividad clara, capacitación constante y continua, excelente comunicación al interior y al exterior del mismo, democracia y transparencia.

Acción Nacional desde su génesis se distingue por sus estatutos, doctrina, ca-pacitación, democracia y transparencia, ahora el problema es que lo dejamos de ha-cer, lo tenemos que recuperar, no es reformar al partido, no es re inventarlo, lo que Acción Nacional necesita son panistas comprometidos, militancia en actividad, necesitamos panistas capacitándose, generosos, que respetemos la normatividad y dejar de judicializar el partido por apetitos personales y egoísmos.

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Estoy seguro que un gran problema al interior del Partido, es que olvidamos a quienes han servido con dedicación, con resultados, sólo escuchamos unas cuantas voces, creemos que son pocos los que saben y al dejar de lado al panista, dejamos de lado al ciudadano.

No luchamos por integrarnos en las responsabilidades del poder, para que en México se realice una simple substitución de hombres, porque consideremos que como tales seamos mejores que otros mexicanos que tienen capacidad y prepa-ración para servir al país; ni queremos hacer del poder trinchera para defender intereses de grupo alguno, cualquiera que sea, ni menos aspiramos a dirigir los destinos de la Nación por afán de ejercer el dominio sobre los hombres.

Menos aún tendremos la comprensión de quienes se evaden de la actividad política, porque farisaicamente piensan que las manos limpias nunca podrán ser fuertes y que es imposible para las manos fuertes mantenerse limpias; ni tampoco la esperamos de quienes miden la bondad de un gobierno en función de la seguri-dad que reciben sus intereses creados.

Necesitamos un compromiso con principios elevados y una autodisciplina en su práctica para poder resistir la tendencia de servir exclusivamente a nuestros intereses personales, y para dirigir nuestras acciones, con intenciones puras, hacia el Bien Común.

Hoy tenemos que hacer nuestro el valor doctrinal de la fundación del PAN para romper la tradición anárquica y estéril de la acción individual, siguiendo la definición de los principios que integran nuestra interpretación de la sociedad y de la Patria.

Entender que Acción Nacional es un partido vigente, moderno, vanguardista, por lo tanto respetarlo es nuestra labor; el PAN es, ha sido y será un auténtico par-tido político y debe permanecer como tal en esta brega de eternidades.

Sí, corregir errores y erradicar vicios que hemos tenido en el paso de los años, sobre todo al ganar más gobiernos locales y el federal, por eso debemos tener: Una constante capacitación y comunicación con la ciudadanía, sanciones reales, cero impunidad, una afiliación estricta basada en la capacitación y una permanencia solo al que demuestre su actividad, dirigencias comprometidas, las reformas a es-tatutos y reglamentos como ya lo mencioné antes encaminados facilitar la vida interna, pero con rigor castigar las faltas.

Recuperar derechos y obligaciones de los miembros activos, pagar cuota; par-ticipar regularmente en actividades institucionales del Partido; trabajar en forma disciplinada a la consecución de los fines del Partido, cumplir los objetivos, metas

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y estrategias determinadas por los órganos competentes y mantener vínculos con organizaciones y problemas de la comunidad; participar en las actividades electo-rales y de campaña del Partido, representándolo ante los órganos electorales, en las casillas y centros de votación; ejercer los cargos directivos, las candidaturas y los puestos de gobierno o legislativos con apego a los estatutos, las normas insti-tucionales, los acuerdos de los órganos directivos y los códigos de ética aplicables.

Generar en la opinión pública, la ciudadanía y el electorado una percepción del PAN como el partido óptimo para afrontar y resolver los problemas de Méxi-co, esto nos ayudará a contar con una percepción positiva del elector en partidos competitivos, organizados y con buenos cimientos, con campañas efectivas y diná-micas, personal y voluntarios entusiastas, activos y de calidad.

La mejor práctica de la democracia interna es cuando el partido usa de manera efectiva la comunicación abierta vertical y horizontal. Los líderes y miembros en par-tidos realmente efectivos se comunican de manera abierta y regular. En parte, esto sig-nifica que los líderes del partido envían información continuamente a sus miembros.

Un partido debe tener también una comunicación interna horizontal o fun-cional, efectiva. Esto significa que si el partido tiene estructuras funcionales tales como una rama de mujeres o de jóvenes, las dos ramas deben compartir informa-ción entre sí acerca de sus eventos, etc. Otro ejemplo serían las oficinas locales del partido dentro de un municipio que comparten información continuamente entre militancia y con la ciudadanía.

La diversidad en un partido político es señal de crecimiento, desarrollo y vi-sión. Los partidos que buscan triunfar en el futuro se toman el tiempo ahora en alcanzar e involucrar a aquellos miembros de la sociedad que están menos repre-sentados en la política y en la vida pública.

Los procedimientos internos de un partido ayudan a definir lo que representa el partido. Las reglas y procedimientos internos claros son invalorables para los partidos que buscan una victoria electoral a largo plazo. Los procedimientos que normalizan los conflictos internos pueden contribuir a la longevidad del partido, particularmente si las reglas son transparentes, bien publicitadas, entendidas por los militantes y aplicadas.

Nada más imperioso ahora, aun para hacer posible más tarde, la actividad por fuerza lenta, paciente, tenaz, que la renovación completa de la vida pública que México requiere, impedir la continuidad del régimen.

Por todo aquello que luchamos, por todo aquello que buscamos y por lo que queremos para México, tenemos la obligación de ser modernos y a la vez sostener

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nuestras bases de más de 70 años. Luchamos para que un sistema corporativista, autoritario, represor, corrupto saliera del gobierno, hoy no se ha concluido la tarea. Hoy debe ser buen momento para evaluar si el PAN, ha sido el Partido que nos pi-dieron los Fundadores, una escuela de ciudadanía y una organización permanente para mover las almas.

El que retomemos nuestros principios, la ética en la política, no nos hace ser añe-jos ni conservadores, el que asumamos con responsabilidad el camino para rehacer nuestra Identidad, nos hace mejores, modernos y listos para lograr el bien común.

De aquí no es difícil concluir que la tarea de un partido político, en la actua-lidad no puede limitarse a la disputa electoral del poder, sino ampliarse. La tarea es mucho más difícil y mucho más larga: se trata de reconstruir la sociedad, de construir una autoridad moral frente al Estado, de crear un polo capaz de atraer a todas las personas y agrupaciones que deseen ser sociedad y no Estado. Para lograr esto el PAN se encuentra en situación privilegiada por su doctrina y origen ético ciudadano.

Nuestro destino, no puede depender, ni mucho menos de una manera abso-luta, de una cosa accidental, como accidental es una elección, como accidental es una campaña electoral supremamente importantes somos nosotros mismos, la re-novación de nuestros espíritus, encontrar la esencia del hombre, la esencia del ciu-dadano para poder nosotros rencontrar esa misma esencia capaz de tejer, como el romancero, la tela noble y de calidad que deber ser la Nación Mexicana.

Vamos a decir que hacer política es la más noble actividad de los hombres, vamos a decir que quien no hace política no merece ser hombre, porque el que no hace política no se preocupa por el bien común.

Hagamos política. El problema político es el de hacer sociedad. Hacerla es aceptar entrar en el terreno del riesgo; hacer política, es por supuesto, un riesgo, pero también es una posibilidad y, lo más importante es una exigencia.

Ahora es el momento verdadero de vivir la Doctrina de Acción Nacional, ahora es un momento crucial para que nuestro Partido, con sus principios, ética y capa-cidad humanista, reafirme su calidad y capacidad de gobernar. Pero lo primero es sabernos gobernar nosotros mismos, tener una capacidad de, como decía Castillo Peraza: aplicar la ética de la libertad, es aplicar la ética del perdón, tenemos la obli-gación de rescatar la verdadera identidad panista, dejar atrás el apetito personal y la obsesión de ganar por ganar.

La Nación no debe consistir en una butaca en que cómodamente nos sentemos para ser espectadores.

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urante las últimas semanas, los panistas hemos sido llama-dos a juicio. La derrota del 2 de julio, en magnitud y sig-nificado histórico, nos pone en una crítica situación que requiere humildad y objetividad. Nuestra evaluación de la derrota, no puede ser un ejercicio de señalamiento de cul-pas a partir de la conveniencia personal o el cálculo del po-der para fortalecer a grupos o liderazgos.

En prácticamente todos los casos, la literatura que analiza al PAN a partir del 2 de julio, se refiere a efectos y no a causas de fondo. Dirigentes y gobernantes, mili-tantes y candidatos, ganadores y derrotados, analistas, periodistas, actores políti-cos y sociales, describen y señalan actitudes y acciones del Partido – del gobierno, dirigencia, representantes populares, militancia- sin profundizar en un análisis de causas de fondo. Estamos describiendo síntomas, no causas de la enfermedad.

Si los panistas queremos corregir el rumbo, debemos en primera instancia rea-lizar un diagnóstico correcto. Esto significa encontrar las causas de fondo de la enfermedad para recetar el tratamiento adecuado y aplicarlo independientemente de los efectos secundarios que esto signifique y considerando las resistencias que existirán por la pérdida de privilegios internos del acomodo interno que prevalece actualmente.

Responsividad y coherencia, Retos de nuestra cultura

institucionaldespués del 2 de julio

Margarita Martínez Fisher

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Veámoslo desde otra perspectiva.

Voy al doctor y le digo que me siento mal. Si él me dice que me siento mal por que me duele el estómago, el doctor no estaría haciendo un diagnóstico correcto, simplemente estaría describiendo un síntoma. Al contrario, el doctor lo que debe hacer es preguntar por síntomas –efectos– de mi malestar –el dolor de estómago– y profundizará –con bases científicas– en lo que causa ese dolor. La causa de ese dolor es la causa de la enfermedad que sufro. El doctor me recetará un tratamiento para atacar la causa de la enfermedad y curarme. La medicina no es para quitar el dolor de estómago, la medicina es para eliminar la causa de la enfermedad, por ejemplo, antibiótico para eliminar las bacterias que producen una infección estomacal.

Por la magnitud de nuestros resultados es necesario que no pensemos en reme-dios caseros para solucionar los males. El PAN requiere una intervención de fondo y un cambio en hábitos de su vida interna profundo, principalmente en materia de selección de candidatos y la formalización de una metodología para establecer relaciones con el entorno social.

No se trata de un relevo de cúpulas solamente, no se trata de reformas a nor-mas o nuevos programas. Este asunto va mas allá de las personas, pero las requiere como nunca antes, la membresía del PAN es el elemento estratégico para el cambio y requiere formar hábitos y prácticas a partir de nuevos cursos de acción que esta-blezca la organización en sus Estatutos y Normas y en sus procedimientos.

Se trata de enfocarnos en una nueva cultura organizacional, que sea ejemplo de cultura política en México. Si queremos ser el partido político que defienda las li-bertades de los mexicanos, debemos ser un Partido organizado alrededor de liber-tades y con una estructura coherente respecto a nuestra postura democrática. En un momento dado también será necesario considerar que la realidad del mundo cambia de forma vertiginosa y que las proyecciones de Principios deben realizarse en periodos más cortos para responder a coyunturas que se presentan en el día a día. A todo esto hay que agregar que la metodología de diagnóstico y diseño debe surgir de un diálogo nacional y democrático en el que puedan participar todos los miembros.

En este artículo realizaré dos planteamientos principales para explorar causas de fondo de nuestra problemática. En ambos planteamientos referiré a efectos o síntomas –casos específicos– de nuestra realidad, con el objetivo de establecer la necesidad urgente de tomar acciones respecto a las causas. El objetivo de esta re-flexión es plantear posibles cursos de acción para una intervención de fondo que nos permita ser el Partido que millones de mexicanos esperan en esta coyuntura histórica.

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Para realizar un diagnóstico, es necesario plantear hipótesis que configuren y guíen el diseño de la estrategia. Sin intentar un análisis exhaustivo de todas las causas de nuestra problemática, ni mucho menos pretender una solución o perspectiva úni-ca, considero como hipótesis inicial, que nuestro Partido perdió la elección de 2012, y ha disminuido su votación en 2.2 millones de votantes desde 2006 y 3.2 millones desde su mejor votación en el año 2000, por que enfrenta dos problemas principales:

a) Incapacidad de dar respuestas contundentes y adecuadas a las exigencias y ex-pectativas de los ciudadanos;

b) Falta de coherencia ideológica, programática y organizacional.

Definir el problema es el primer paso para encontrar soluciones. Y para definir so-luciones es necesario encontrar las causas. Lo planteado son síntomas o efectos de nuestra problemática, requieren un análisis a profundidad. Requieren preguntarnos ¿Por qué el PAN es incapaz de dar respuesta a los ciudadanos? ¿Por qué es que so-mos incoherentes ideológica-programática y organizacionalmente hablando?

Las causas pueden ser endógenas y exógenas, es decir pueden depender de nosotros mismos –arreglos institucionales, costumbres o equilibrios internos del poder- o del entorno-sistema político, prácticas y cultura política-, y están relacio-nados con elementos como la cultura, hábitos y prácticas sociales de la militancia y del electorado, los métodos y procedimientos varios que utilizamos funcionalmen-te para tomar de decisiones, instrumentarlas y evaluarlas, así como los materiales o herramientas que utilizamos para llevar a cabo los procedimientos.

Desde la teoríaEn este breve acercamiento teórico considero –a manera de contexto– la visión de académicos respecto a la problemática de los partidos políticos en América Latina.

Transición incompleta de prácticas sociopolíticas internas frente a una sociedad cambianteEntendemos a los sistemas de partido como los mecanismos institucionales y prác-ticas sociales que permiten la interacción competitiva de opciones organizadas en pos de la adquisición del poder político (Nohlen, 2008, p. 91). En Latinoamérica, se-gún Víctor Alarcón Olguín (2009), la institucionalización de la competencia política no es completa debido a la permanencia de prácticas sociales como el clientelismo, el caciquismo y el corporativismo, en donde la coacción y la coerción, aunado a la desviación de los recursos públicos, se ubican como los principales inductores del voto, explotando carencias elementales de la población y forzando a resultados que-desde mi punto de vista-, no son necesariamente resultado de la libre expre-sión de la voluntad colectiva. Estas prácticas están presentes en nuestro actual sis-tema y existen también en el PAN.

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En este clima o entorno de prácticas sociales no necesariamente idóneas para la democracia, pero que parten de arreglos institucionales determinados y tienen como marco la cultura política nacional, es necesario visualizar a los partidos des-de una dimensión interna-organizativa (Alarcón, 2009) para ello se han planteado modelos diversos como la “matriz partidaria” (Monroe, 2001) que plantea analizar los métodos de selección de candidaturas y el estudio de la distribución interna del poder (peso de corrientes, facciones o grupos, presencia de equilibrios, cuotas y coaliciones en la determinación del gobierno interno) para entender la composi-cón, alcances y capacidad de respuesta de los partidos. En este punto es en el que me parece fundamental problematizar, desde una perspectiva interna, la capaci-dad de respuesta del PAN.

Los partidos en el mundo y en nuestra región –Acción Nacional no es la ex-cepción– sufren hoy una crisis por su capacidad representativa. Son estructuras constitucionalmente legales pero cada vez menos participativas y legítimas para la mayoría de la población (Alarcón, 2009) y les cuesta trabajo atender demandas que responden a nuevos procesos sociales, por ejemplo, las necesidades de los jóvenes, las madres trabajadoras, grupos indígenas que exigen autonomía, minorías o gru-pos con demandas emergentes y agendas específicas como la sustentabilidad, li-bertades sexuales y reproductivas, mecanismos alternativos de movilidad urbana, derecho a la privacidad y libre intercambio de información en internet, entre otros.

Los partidos políticos hoy no entendemos que las estructuras sociales y econó-micas en y con las que interactuamos están cambiando constantemente y en nuestras prácticas internas prevalecen formas de acción y discursos tradicionales que no se adaptan a nuevas formas sociales. Si bien la sociedad completa va procesando los cambios con ritmos diversos, es posible afirmar que en muchos casos la sociedad está más adelantada que nosotros respecto a problemas que ni siquiera hemos discutido.

Antes los partidos interactuaban con grupos de presión tradicionales como las iglesias, los sindicatos o las organizaciones civiles y de profesionales en diversos modelos ya sea de corte corporativo-populista o más cercanos al pluralismo, pero ahora el peso de los medios de comunicación masiva y las instancias del crimen organizado, así como otros importantes grupos de interés económico- corporacio-nes y empresas globales-, tienen un peso distinto. Los partidos mas allá de una función generadora de ideología y programa para la formación de gobiernos, se van convirtiendo en meros actores pragmáticos sujetos al mejor postor que pueda pagar por una candidatura y una campaña, cuyo costo se ha elevado de manera exorbitante (Alarcón, 2009).

Es en este punto en el que me atrevo a plantear como un problema en la derrota del PAN, nuestra incapacidad de dar respuestas contundentes y adecuadas a las exigencias y expectativas de los ciudadanos.

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El efecto principal que consignamos dirigentes, especialistas y militantes se expresa de la siguiente forma: “Nos hemos alejado de la sociedad y sus causas, hemos perdido la vinculación con la sociedad”. Y es cierto, pero este alejamiento es un síntoma que resulta de fallas estructurales en la organización interna.

Respecto a cultura, hábitos y prácticas sociales debemos señalar que el PAN mantiene una actitud cerrada frente a la sociedad, se asume la militancia como un privilegio exclusivo de pocos y se refuerza un ordenamiento interno que fun-ciona mediante cúpulas regionales y a nivel nacional. Los grupos panistas –en todos sus niveles de actuación– reproducen actitudes de cultura política como el privilegio a la confianza y la lealtad frente a las capacidades personales y la trayectoria o las necesidades/exigencias de la población. Los incentivos institu-cionales del PAN están enfocados a privilegiar la lealtad al líder –que en muchos casos es el empleador en el trabajo burocrático– y en acumular respaldo interno –militantes que se convierten en seguidores– para contar con mayorías en vota-ciones internas. No existe premio para el panista preparado o con experiencia y no hay castigo posible para un liderazgo poderoso sostenido por grandes grupos de afiliados.

Desde el punto de vista de los métodos y procedimientos es necesario señalar el complejo proceso de afiliación de miembros, que a pesar de reiterados esfuerzos para su modificación, sigue conteniendo barreras manipulables. Un ciudadano que pide su afiliación libremente al Partido, ya sea en Internet, ya sea personalmente, tiene menos posibilidades de ser aceptado como miembro que uno cuya afiliación es tutelada por un líder que busca obtener una posición política interna, ya sea una dirigencia o una candidatura.1

Respecto a los materiales y herramientas con los que contamos para el trabajo, no existen manuales o procedimientos establecidos con claridad para la actuación interna, ni para la actuación externa en términos de atención ciudadana o de traba-jo con grupos y organizaciones sociales. Un ejemplo de ello es que las Secretarías de Vinculación con la Sociedad no existen formalmente en los Estatutos del Partido. A partir de esta situación se ha preparado una propuesta de Reforma al respecto y se inició durante la presente administración del CEN la construcción de un CRM (Customer Relationship Management) con una base de datos para administrar 20 mil contactos de la sociedad civil, contar con un modelo de atención ciudadana y establecer una certificación de procesos para la vinculación social.

1RecientementesedenuncióuncasoenlaDelegaciónGustavoA.MaderodelDistritoFederalendondelaC.Marga-ritaArellanoBaenafueafiliadaalRegistroNacionaldeMiembrosdelPANsinsuconocimiento.ParamayoramplitudconsultarlanotadeReporteÍndigoenhttp://www.reporteindigo.com/reporte/df/se-acerca-ruptura-en-pan-df

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Otras herramientas fundamentales de las que carecemos en el PAN es el acceso a instrumentos de investigación social y sistemas que procesen la información del entorno para su análisis. Realiza-mos diagnósticos y desarrollamos estrategias elec-torales con base en encuestas que realizan actores panistas –lo cual no debiera ser un obstáculo para su objetividad– pero en muchos casos no contras-tamos resultados con agencias independientes. Son pocos los casos en los que se utilizan métodos de investigación cualitativa –grupos focales y otras metodologías propias de la Sociología y la Antro-pología, como las observaciones participantes y otros métodos para entender no solo la realidad estructural –datos duros– si no las interpretacio-nes, símbolos y representaciones de un electorado que nos es ajeno y desconocido–.

No se trata solamente de construir el slogan mercadológico más eficaz para la campaña, se tra-ta de entender qué quiere y siente el electorado. ¿Cómo explicarnos que el PRI entre 2006 y 2012 haya incrementado su votación en prácticamente 10 millones de electores? (Votación 2006: 9.3 millones; Votación 2012: 19.2 millo-nes). ¿Quiénes son ellos? ¿En dónde están? ¿Qué sienten? ¿Qué esperan? Si no atendemos a la sociedad y sus demandas, es por que no la conocemos objetivamen-te. Todo panista en campaña se convierte en científico social y estratega amateur “la gente dice…”, “la gente piensa….”, a partir de su contacto con el entorno labo-ral o familiar directo, pero atendemos a pocos ejercicios científicos que nos guíen en el diseño electoral.

Ahora bien, vale la pena reflexionar en lo siguiente: Si el PAN no responde a las expectativas de los ciudadanos o de la mayoría de los ciudadanos, entonces ¿A quién responde? Esta es una cuestión fundamental, por un lado, responde a las ne-cesidades y expectativas de sus principales integrantes –organizados cupularmen-te– y responde mayoritariamente a la agenda del Gobierno en turno, esto es natural pero no necesariamente correcto. La agenda la genera el gobierno y no el Partido, el proceso debería ser –por lo menos– recíproco. También debemos tomar en cuenta lo señalado por Olguín (2009) respecto a los cada vez más costosos procesos elec-torales que requieren financiamiento, en muchos casos no reportado oficialmente y por encima de los topes autorizados. Las campañas las pagan los grupos de in-terés, por ejemplo en el ámbito local las empresas inmobiliarias o en otros ámbitos

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estatal y nacional empresas de todo tipo que buscan beneficiarse con contratos en la administración pública. Esto genera que los candidatos electos de los partidos –y el PAN no escapa a esta realidad– respondan a quienes pagan sus campañas. Si respondes a quien paga tu campaña –empresas con intereses específicos léase ne-gocios inmobiliarios, de la construcción, contratistas, de entretenimiento, medios de comunicación– entonces no eres libre para responder a los ciudadanos que te eligieron.

Este es un tema que debemos tratar con absoluta seriedad en el futuro. El otro aspecto al que nos referimos como problemática del Partido tiene que ver con la coherencia, y si la coherencia no está alineada respecto a una disciplina del gober-nante, dirigente o representante panista a un conjunto de principios, posturas pro-gramáticas y modos de actuar coherentes, si no de los compromisos con intereses particulares o de cúpulas internas, perdemos capacidad de responder por nuestros actos y perdemos la confianza del electorado. Nos hemos alejado de los ciudada-nos por que se nos reclama que somos iguales a las otras opciones partidistas que existen.

¿Hasta qué punto los ciudadanos perciben en el PAN un actitud coherente en-tre sus postulados y sus acciones? La coherencia es una propiedad de las cosas que nos refiere a una conexión o relación. Decimos que hay coherencia cuando existe entre las partes de un todo una relación lógica y adecuada. En política, la coheren-cia es una cualidad que se presenta cuando el pensamiento, el discurso y las ac-ciones de un actor político determinado, tienen una conexión lógica y congruente.

Veamos cómo la cultura y los hábitos tienen un impacto directo en la coheren-cia de los partidos políticos.

Dieter Nohlen (2007) entiende por cultura política la red de relaciones que se concreta en ideas y valores, en símbolos y normas compartidos por una sociedad, o sea una mentalidad “que adquiere sentido en un contexto social y que guía y condiciona el pensar, el actuar y el sentir de los actores políticos” (Caciagli, 1996, p. 14). Para Nohlen la cultura política es actualmente la variable más importante en el desarrollo de la democracia en América Latina. Democracia va mas allá de cri-terios mínimos, se requiere una sociedad con una cultura ciudadana. Para Nohlen, entre otros factores, existen diversos elementos que propician una cultura política democrática, el primero de ellos la confianza en las reglas, instituciones y líderes y la que los miembros de una sociedad tienen entre sí, otro elemento tiene que ver con la tolerancia como una condición sine qua non de la democracia y otro más tiene que ver con la capacidad de la élite política para formar compromisos y lograr consensos. De los elementos planteados por el autor, hay uno en específico que me interesa rescatar en esta reflexión: La lucha contra y la reducción de prácticas pú-blicas que promueven la desconfianza. En primer lugar, la corrupción.

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Para Nohlen (2007), si en una democracia hay disrepancia entre la norma según debe actuarse frente al país, y la forma en la que efectivamente se gobierna, se genera desconfianza de los ciudadanos hacia el gobierno. Lo mismo puede aplicarse al par-tido político y con mayor razón cuando éste es el Partido gobernante. El problema se da cuando hay discrepancia entre los criterios que se aplican para evaluar el com-portamiento de otros mientras que el comportamiento de uno mismo, cuando ejer-ce un mandato o función pública, sigue regido por un comportamiento tradicional (Nohlen, Instituciones y Cultura Política, 2007). Según el autor, en nuestro continente vivimos el fenómeno de que cada oposición denuncia públicamente la corrupción de los que gobiernan, pero cuando a ella le toca gobernar, no se porta de otra manera. El electorado refuerza una concepción política tradicional: El provecho de lo público por intereses privados es natural en la política. Por lo tanto, todos son iguales.

Es duro hablar de lo que todos sabemos, en el PAN hemos sido testigos de prácticas corruptas: Nepotismo, enriquecimiento inexplicable, tráfico de influen-cias, coacción del voto con el control de nóminas de gobiernos, entre otras, como prácticas no sancionadas, incluso toleradas al interior.

Por un lado, encontramos a gobernantes electos con las siglas del PAN que han fi-nanciado sus campañas a partir de donativos de grupos que defienden intereses par-ticulares –en perjuicio del Bien Común– y por el otro prácticas internas o externas que a todas luces se califican como corruptas. Y es el PAN quien habla de Bien Común, Transparencia y Rendición de Cuentas. Es el PAN quien denuncia históricamente la corrupción del regimen priísta pero no atiende sus propios errores. Es el PAN quien hoy se está perfilando como el Partido que debe defender las libertades ciudadanas.

En nuestra sociedad vivimos ya en una caja de cristal. Todo se filtra, todo se sabe, los medios y el socialmedia en internet se han convertido en mecanismos de control social efectivos. Si el PAN pide castigo para el gobernante que se ha enriquecido sin explicación, debe tener capacidad de responder por sus dirigentes y representantes que han modificado hábitos de vida y consumo sin explicación alguna. Si el PAN exige un endeudamiento responsable en Coahuila, no puede votar a favor de más deuda en Aguascalientes. Si el gobierno del PAN promueve mecanismos de inclusión social como política pública, no puede mantener oficinas sin rampas para sillas de ruedas o integrar sus órganos directivos sin considerar la equidad de género. Si el PAN en discurso y en los hechos como gobierno ha apor-tado uno de los grandes elementos de cambio para el país –la transparencia– no puede ocultar el destino que da a los recursos que los mexicanos le otorgan como parte de sus prerrogativas públicas. Y para lograr coherencia se requiere trascender acuerdos políticos coyunturales. Se requiere una firme determinación de estable-cer políticas internas de trabajo y estándares mínimos de actuación. La marca del PAN debe recuperar su prestigio frente al electorado y requiere cuanto antes tomar acciones de fondo.

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A manera de conclusión: algunas líneas de acciónSi el PAN quiere ser un Partido que defienda libertades e impida el autoritarismo en México, debe establecer mecanismos rigurosos de libertad, democracia, trans-parencia y rendición de cuentas en su diario actuar, frente a los ciudadanos.

El PAN debe ser un Partido abierto y totalmente transparente de cara a la so-ciedad, debe ser el Partido que de respuesta a las expectativas y necesidades del electorado. Y para ello debe entender, como propone Nohlen (2007), que en política la verdad es la que se construye a través de opiniones compartidas y que no es posible sostener políticas del deber ser, construidas en la percepción interna, que no sean diseñadas a partir del diálogo social. La gobernabilidad democrática -que otros llaman gobernanza-incluye a la sociedad y hoy como nunca, el PAN debe reorganizarse en función de las necesidades de los ciudadanos y no en función del mantenimiento o sostenimiento del poder de sus élites y cúpulas. La estructura organizacional del Partido debe ser más flexible, horizontal y descentralizada pero con criterios firmes de posicionamiento y prácticas intachables y coherentes. Tene-mos que pensar en función de redes y no pirámides o jerarquías, requerimos nue-vos espacios de participación para la militancia y para los ciudadanos que quieren ser parte del PAN. La postura del PAN en el Congreso frente a los retos que se avecinan, deberá partir de una amplia discusión social. Seamos un canal de parti-cipación de la gente, establezcamos mecanismos de conversación pública con los ciudadanos para representarlos y darles respuesta efectivamente.

Los procesos de afiliación no deben tener traba u obstáculo manipulable algu-no. La afiliación debe ser directa y sin mayor requisito que la comprobada inten-ción de militar en el Partido. Para garantizar una militancia activa y preparada, es necesario establecer diversos mecanismos de formación y capacitación del mili-tante, motivar por medio de sistemas de incentivos y reconocimiento con base en méritos y logros mas allá de las lealtades.

Es indispensable que separemos los procesos de sanción al mal panista de las dirigencias en turno. Generemos comisiones de Orden que trasciendan los perio-dos de dirigencia y que sean libres de presiones por nóminas o aspiraciones po-líticas. El que actúe erróneamente debe ser castigado y separado del Partido de inmediato. El procedimiento sancionatorio no debe estar sujeto a una votación en el órgano directivo.

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Debemos tomar en cuenta que el PRI obtuvo prácticamente 10 millones de vo-tos más que en su peor elección, la del 2006. ¿Quiénes son esos votantes? ¿Qué esperan? ¿Qué sueñan? ¿Qué buscan del gobierno? Esos millones de votos son jóvenes y mujeres, principalmente habitantes de zonas urbanas, ¿Qué les ofrece el PAN mas allá de un discurso de logros de gobierno y de presentarse como el Partido bueno? Es indispensable establecer áreas de contacto ciudadano con total profesionalismo, generar métodos y procedimientos de trabajo social, relaciones institucionales con organismos civiles y obligar/incentivar a los comités directivos de todo el país a realizar actividades de valor ciudadano. Mientras los recursos del Partido se sigan gastando en pesadas nóminas para garantizar lealtades, no avanzaremos. Requerimos que el dinero del Partido se destine a mantener contacto directo con ciudadanos y para priorizar nuestro acercamiento a los sectores que hoy nos perciben lejos, principalmente los jóvenes.

El PAN deberá en lo sucesivo priorizar mecanismos democráticos de elección y mantener una actitud abierta y transparente de cara a los ciudadanos, una actitud de respuesta por sus acciones y un constante y metodológico trabajo territorial en redes para llegar a sectores no tradicionales.

Para Manin, Przweworski y Stokes (1999) la rendición de cuentas –entendi-da como responsividad o capacidad de dar respuesta– se da cuando los ciudada-nos pueden discernir a los gobiernos representativos de los no representativos y pueden sancionarlos apropiadamente, manteniendo en el poder a los que tienen buen desempeño y sacando a los que no. Esto no solamente se da en las eleccio-nes, para Smulovitz y Peruzzoti (2000) debe haber una rendición de cuentas social (societal accountability), una capacidad de los ciudadanos de vigilar a los agentes del gobierno e incluso activar mecanismos de “rendición de cuentas horizontal” (horizontal accountability), que es la capacidad de los actores institucionales de investigar, supervisar y sancionar las acciones ilícitas de funcionarios del gobierno y de agencias estatales

Debemos intensificar el compromiso de mandatarios y funcionarios del PAN para rendir cuentas, la accountability horizontal y vertical. La rendición de cuentas y la responsividad son dos elementos fundamentales en la democracia y los parti-dos políticos somos corresponsables en gran medida de su desarrollo. El futuro del PAN dependerá de su coherencia y su capacidad de respuesta frente a la sociedad, y está en nuestras manos darle a millones de mexicanos una opción política res-ponsable frente a los retos que enfrentaremos.

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Bibliografía

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areciera ser que el resultado de las elecciones del pasado 1 de julio se ha convertido en el elemento detonante para conducir al PAN a un nuevo mo-delo organizacional y probablemente ideológico. Existen algunas voces al interior del partido que claman por su refundación, idea que pudiera ser atractiva en momentos críticos, pero que sin em-

bargo vale la pena explorar con más detalle para no dejarse llevar por el canto de sirenas de una coyuntura particular.

Según el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, refundación significa: “Acción y efecto de transformar radicalmente los principios ideológicos de una sociedad o de una institución para adaptarlos a los nuevos tiempos, o a otros fines”. El PAN tiene una sólida base ideológica humanista, sustentada en los principios de la Doctrina Social Cristiana. Estos principios que en su origen el PAN hizo suyos y que han sido la fuente de su acción política, tienen la virtud intrínseca de permanecer más allá de las coyunturas políticas; son atemporales. En ese tenor, las proyecciones de los principios de los años 1965 y 2002 sirvieron para hacer una adaptación temporal a lo aprobado en la fundación del partido, pero que nos se contraponen a dicha idea originaria.

El paradigmade Acción Nacional

Juan Pablo Chabaud Limón

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Los principios de doctrina son el eje a través del cual el PAN encausa su acti-vidad política con el trabajo permanente de su militancia, y siempre han de estar presentes como motores de pensamiento y acción. En ellos se expresa un proyecto de país en el cual se busca una sociedad justa, libre y democrática. Los pilares del pensamiento humanista que suscribe el PAN no pueden quedar solo en el discurso, porque podría correrse el riesgo de desvirtuar la acción política; no deben ser tan solo dogmas sino fundamento de la razón, y no deben separarse del actuar diario, sino ser la brújula que siga conduciendo al partido. Es deber de Acción Nacional hacer que el humanismo político continúe siendo la base de sus plataformas po-líticas y planes de gobierno, con la capacidad de vislumbrar el bien común como principio y fin del ser social y a la persona humana reconocida en su más amplia definición, desde el ser en sí misma, hasta el reconocimiento del otro como parte de la propia existencia; el respeto a su eminente dignidad, a su ser en lo material y espiritual, en lo social y cultural, en sus dinamismos, dotada de los derechos más elementales, impulsando su creatividad, su criticidad, su libertad, la solidaridad, su integración afectiva y su apertura a lo ilimitado, viendo por el conjunto de liber-tades y de medios que le son necesarios para cumplir con su destino y alcanzar su trascendencia. En estos ideales es en donde ha recaído la legitimidad histórica de la institución.

Por otra parte hay quienes han expuesto la posibilidad de refundar al partido a través de una reforma a sus estatutos, particularmente en lo que se refiere al método de elección de las dirigencias partidistas y de los candidatos a puestos de elección popular. Hay que señalar que en el año 2008 se llevó a cabo la última Asamblea Nacional Extraordinaria en donde precisamente se redefinió el tema de las candidaturas y se instituyó entonces la figura de la Comisión Nacional de Elec-ciones con el fin de dar mayor claridad y certeza a los procesos de elección así como para dirimir las controversias surgidas de los mismos. Pero lo que se preveía como una reforma que serviría para fortalecer la democracia interna del partido ha deri-vado en constantes problemas de interpretación y ejecución, lo que ha provocado una insatisfacción generalizada de la militancia al ver que cada vez se designa un mayor número de candidaturas y cada vez menos se tiene la posibilidad de elegir a los candidatos de forma directa. De igual forma se ha visto como ha crecido el número de juicios en defensa de los derechos políticos de los militantes que son re-sueltos en los tribunales, y cada vez menos vemos a las correspondientes instancias partido con la capacidad de resolver dichas controversias.

Lo más grave es que todo esto ha generado una percepción de que el partido no vive a plenitud su democracia interna y que los derechos políticos del militante se ven vulnerados por la interpretación y la ejecución de los estatutos por parte de las dirigencias partidistas, causas por las que el PAN ha luchado desde su origen y por las que durante décadas motivaron su acción política. Seguramente sea necesario

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convocar a una Asamblea Nacional Extraordinaria para hacer una reforma a los estatutos con el fin de mejorar los procesos de elección y fortalecer los derechos de los miembros del partido, pero ello no resuelve de facto ese problema de percep-ción que tiene que ver más con los espacios de participación de la militancia y los canales de comunicación entre esta y las dirigencias del partido, llámense comités ejecutivos o consejos nacional y locales, tanto para la actividad política como para influir en la toma de decisiones.

Redefinir los procesos y mecanismos institucionales del PAN no puede ser si-nónimo de refundación, sino que debe verse como una buena oportunidad para intentar mejorar un modelo democrático que por definición es susceptible a ser per-feccionado. La causa democrática es uno de los cimientos fundacionales del partido y ha sido una aspiración que ha dado frutos dentro del sistema político mexicano. El anhelo gomezmoriniano de la construcción de instituciones democráticas comen-zaba con Acción Nacional como ejemplo. Era imposible transitar a la democracia en México si el PAN en su interior no era capaz de vivirla en toda su expresión y ese ideal debe permanecer vigente, más aún cuando se encuentra latente el regreso al poder de un PRI que se presenta con una imagen supuestamente renovada después de haber pasado doce años por la oposición, pero que en esencia sigue siendo el mismo de siempre, como se ha demostrado en las entidades donde ha sido y es gobierno, así como en el Congreso de la Unión, donde por doce años dinamitó la posibilidad de llevar a cabo las reformas necesarias para edificar las instituciones democráticas propias de la transición por razones de estrategia política.

Pero si el PAN quiere retomar el ejemplo democrático como causa fundamental y en plena expresión de su congruencia histórica, es preciso que en todos y cada uno de sus procesos deliberativos exista una participación real y activa de los pa-nistas, quienes lamentablemente, de forma progresiva, han visto disminuidos sus espacios de comunicación, de reflexión y participación dentro del partido, debido en parte a las pugnas por el poder que se han incrementado a partir de que se ha

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sido más competitivo y ha contado con más posiciones de gobierno. Estas condi-ciones han hecho que al interior se vivan dinámicas que muchas veces no concuer-dan con la idea originaria de la organización. Acción Nacional siempre se significó por ser un partido de cuadros, en el que se privilegia la calidad sobre la cantidad de sus miembros. Un partido de principios y valores, a diferencia de los partidos de masas, con amplios padrones de militantes que responden a intereses de grupos y de liderazgos sociales. También es una característica de un partido de cuadros la afiliación individual, libre y voluntaria de los ciudadanos. No obstante lo anterior, en el PAN se han observado prácticas contrarias a ello. Su padrón ha crecido de forma exponencial no solo por la coincidencia ciudadana con sus ideas, valores o plataformas gubernamentales, sino por la activación de redes de votantes que sir-ven para sostener en el poder o dar posibilidades de él a determinados candidatos, dirigentes o gobernantes. Por eso es necesario que el PAN rectifique sus mode-los de afiliación (también reformados en la Asamblea Nacional Extraordinaria de 2008) y que vuelva a escuchar la voz de esa militancia afiliada al partido de forma individual y libre; esa militancia incondicional, que está ahí siempre, en las buenas y en las malas, que entiende a la perfección el sentido y la mística del ser panista y que siempre está ahí, dispuesta a darlo todo, y a pesar de todo. Es esta militancia, la que ha conocido al PAN en la oposición y en el gobierno, en las victorias y en las derrotas, la que puede hacer y brindar un diagnóstico vivencial más real de lo que ha ocurrido con el partido en los últimos años y que derivaron en los últimos sucesos del 1 de julio. A esa militancia leal no se le puede utilizar como simple le-gitimadora de las ambiciones del poder y eso no se resuelve con una refundación del partido, sino con un cambio en las actitudes y en las formas de hacer política. A la militancia hay que escucharla y tomarla en cuenta para redefinir las formas de organización partidista y las propuestas para volver a ser la mejor alternativa para los ciudadanos.

Lo que hoy está viviendo Acción Nacional podría compararse de forma ana-lógica con la adopción de un nuevo paradigma. Hoy se habla de refundar parti-do como algo necesario después de la derrota electoral. Este momento o proceso que algunos pretenden llevar a cabo pudiera verse como la ruptura epistemoló-gica entre dos paradigmas: el viejo PAN y el nuevo PAN. Sin embargo, dada las situaciones antes comentadas sería un error catastrófico entrar a una disyuntiva de tal naturaleza. El PAN tiene unos principios sólidos que pueden adaptarse a los nuevos tiempos, pero no cambiar su esencia o ser transformados radicalmente como lo sugiere la definición misma de la palabra refundación. Se cuenta con una estructura normativa que puede ser reformada, pero no es posible cambiar su espí-ritu o contraponerse a los principios y valores del partido. El PAN necesita volver a dar sentido a sus causas históricas y trabajar en ellas, como es continuar con la democratización del país. El PAN necesita reconciliarse con su militancia y redefi-nir sus procesos de afiliación. Para ello hay que llevar a cabo nuevas y más amplias

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políticas de formación, mejorar los canales de comunicación y participación, y so-bre todo, propiciar un cambio en las actitudes. El peor riesgo que podría correrse con un proceso de refundación sería desconocer la historia del partido, esa historia conformada por muchas más historias, que ha formado a muchas generaciones en el valor de la lucha incansable y que ha dado congruencia a la acción política.

No solo es la historia más reciente de cuando el partido accede al poder, sino de décadas de oposición que dejó una gran enseñanza entre otras muchas, la de que el PAN no basaría su participación política en la lucha por el poder, sino que este sería tan solo un medio para alcanzar el bien común. Es una lección toral, gracias a la cual el PAN tuvo la capacidad de permanecer y sobrevivir aun a pesar de crisis e inclemencias endógenas, a pesar de la hegemonía del partido-gobierno que prevaleció durante casi un siglo. Es así que ahora no se puede pensar en que a consecuencia de la derrota electoral haya que emprender una refundación. Misma situación se pudo haber dado cuando en el 2000 el PAN accedió a encabezar el gobierno federal. Pero no fue así porque Acción Nacional como institución basa su existencia en sus principios, en sus ideales, en sus causas, en su historia, y no en la cantidad de elecciones que gana o en el poder que detenta.

Regresando a la analogía, un nuevo paradigma debe explicar y resolver lo que el anterior no pudo, pero pareciera ser que lo que no se pudo fue mantener al parti-do en el gobierno, y eso sugiere desconocer una historia de grandes hazañas en tér-minos democráticos e institucionales. Enumerar los logros de tantos y tantos años de esfuerzo y lucha no es fácil, porque han sido muchos, desde los que son propios de la vida interna del partido como lo es contar con estructuras de organización a todo lo largo y ancho del país, hasta los logros legislativos y gubernamentales. Ya se ha desmantelado el presidencialismo mexicano de naturaleza autoritaria y ha sido sustituido por un régimen presidencial acotado; se ha garantizado la vigencia real de las instituciones conforme a lo establecido en la Constitución para fortalecer al Estado de derecho; se ha posibilitado en la práctica la redistribución del ejercicio del poder entre los poderes federales y los órdenes de gobierno federal, estatal y municipal; se ha eliminado el control a los medios de comunicación y se ha impul-sado como nunca antes el ejercicio de la libertad de expresión en el país. Pero el principal de ellos ha sido, sin duda alguna, el conseguir que el ejercicio del poder fuera determinado por el voto ciudadano y no por un pequeño grupo adueñado del mismo para el establecimiento, en definitiva, de un régimen democrático.

A diferencia de la propuesta refundacional, que solo atiende a la inmediatez de la coyuntura política, se debe este momento crítico para que el partido regrese a sus orígenes ideológicos, lo que por ningún motivo ha de ser visto como un retro-ceso, y volver apostar por sus militantes, por sus ideas y talentos, aprovechando la experiencia que se ha ganado y dejando a un lado lo que en las urnas se ha perdido.

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Es tiempo de ver hacia delante y propiciar la colaboración de todos y cada uno de los panistas con el partido, con su comunidad y con el país. El PAN debe ser capaz de dirimir sus diferencias y ponerse de acuerdo en lo fundamental, en lo indispen-sable e importante, para poder atender de mejor forma lo urgente. Si así sucede, el partido podrá ser nuevamente la alternativa democrática que dará esperanza a los mexicanos. Es tiempo de renovarse en las formas, más no en el fondo. Teniendo el objetivo claro, el PAN podrá participar de manera relevante en el juego político democrático, como un partido en donde su militancia no busque una posición de poder a como dé lugar, sino que recobre el ímpetu por construir aquella patria ordenada y generosa con la que soñaron los fundadores y que las generaciones posteriores han tratado de hacer realidad.

Para Acción Nacional no puede haber disyuntiva entre un antes y un después para dar paso a un nuevo paradigma. El PAN es lo que es, un partido vivo y di-námico que como toda institución debe reformarse y actualizarse, reconocerse a sí mismo y reconciliarse consigo mismo. De hacerlo así, el PAN tendrá la posibilidad de seguir sirviendo a México, con altura de miras, con visión de futuro.

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uchos han sido los argumentos –a favor y en contra– respecto a la urgencia y necesidad de re-fundar al partido en los últimos días.

La elección presidencial de julio de 2012 ha llegado como el punto final de una serie de derrotas del PAN a lo largo de todo el país en

las gubernaturas y congresos locales, sin mencionar el caso de las diputaciones federales.

Sin embargo, más que un argumento a favor de la supuesta “refundación del partido” –cualquier cosa que eso signifique– lo que a continuación se escribe apela más a la reflexión que a la reconstrucción del propio partido político.

Dudo de las intenciones de la supuesta refundación del PAN, ya que éste se consolidó en 1939 pero llevaba ya algunos años de gestación, es decir, el Partido Acción Nacional es el proyecto político que persiste desde la primera mitad del si-glo XIX hasta nuestros días, con la solidez doctrinaria que de ello pueda destacarse.

¿Necesidad de refundaral Partido Acción Nacional?

La clave de los artífices en la respuesta.

Panambí Garcés

“Cuando en cualquier organización la oligarquía ha alcanzado un estado avanzado de desarrollo, los líderes comienzan a identificar

consigo, no sólo las instituciones partidarias, sino también la propiedad del partido”

Robert Michels

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Comenzando por retomar aquello que apunta Giovanni Sartori en su teoría de los partidos políticos, el Partido Acción Nacional debe reorientarse a la reflexión, principalmente, evaluando sus funciones dentro del Sistema Político Mexicano.

¿La razón? La debacle electoral en los estados y en la elección presidencial, luego de la alternancia en el año 2000 y del segundo Presidente del Partido Acción Nacional que resultó electo, puede entenderse debido a que Acción Nacional se convirtió en muchos sentidos en un partido que acompañaba un gobierno –para el caso Vicente Fox o Felipe Calderón– y no en una organización con motores y directrices propios, independiente del ejercicio del poder.

Robert Michels, desde la teoría de los partidos políticos, no se equivoca en si-tuar la organización partidaria como aquello que conduce al poder.

Duverger más adelante anotaría que la estructura del poder es el resultado de un par de fuerzas antagónicas: las creencias y las necesidades prácticas; de manera consecuente, la dirección de los partidos políticos presenta el doble carácter de una apariencia democrática y de una realidad oligárquica.1

Bajo el supuesto de la autonomía partidaria respecto al gobierno como aquello que contribuye al logro del éxito electoral, se evidencia el error de Acción Nacional; en tanto que éste puede explotar las ventajas –como un buen desempeño– y amino-rar las desventajas –como una mala percepción en la opinión pública–.

En esta labor fue donde se desgastó a la organización de afiliados para elevarla a un estado de trabajadores del aparato estatal, el gobierno federal.2

La premura de hacer gobierno y de introducirse en áreas en donde histórica-mente sólo se denunciaba el oprobio –no se operaba directamente- al momento de ejercer el poder fue mucho más complicado de lo que se vaticinaba en el discurso político.

Aunado a lo anterior, el juego de facciones al interior del partido debilitó la unidad y el proyecto común que se esperaba dentro de la organización partidista. Los grupos y los líderes de facciones se beneficiaron de este nuevo campo de juego sin agregarle ningún valor a la organización más que afiliaciones en masa y para garantizar márgenes holgados de ventaja en las elecciones internas. Poco hubo de capacitación de nuevos cuadros políticos, de nuevas voces o, peor aún, agendas legislativas interesantes en las bancadas del PAN que resultaran electoralmente atractivas.

1 Duverger,Maurice.Los partidos políticos.FondodeCulturaEconómica.México,1980.Pág.1632 Que,valgalaanotación,muchosehahabladoyadelnúmerodedesempleadosquesurgiránluegodelallegadadelosequiposdetransiciónalGobiernoFederalyelconsecuentecambiodeadministración.

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Otro de los errores que pueden identificarse dentro de Acción Nacional es que, al encabezar el gobierno federal, se perdió de vista que había otros niveles de go-bierno y entidades de contrapeso con los que había que establecer negociaciones políticas y acuerdos y no quedarse en la cerrazón y la ceguera que deja un alto puesto en una oficina gubernamental.

Al hacer lo anterior Acción Nacional se ató las manos para continuar siendo gobierno por la imposibilidad de negociar con las demás fuerzas políticas –dejan-do espacio para que, tal vez, las otras fuerzas políticas negociaran entre sí ignoran-do al partido en el gobierno–.

Finalmente, puede señalarse que Acción Nacional como partido político fraca-só como una instancia que representaba un conducto de expresión entre la ciuda-danía y la organización gubernamental o legislativa.

Esto es que al dejar de ver a los ciudadanos como el sustento de la legitimidad de gobernar se observaron como entidades de las cuales servirse y generar adeptos personales o de grupo.

Al confundir la entidad partidaria con la instancia gubernamental se perdieron los grupos clave a los que atendía el partido y que le habían permitido ser un con-ducto de expresión.

Convendría pensar mucho más en estos aspectos y llegar a una reflexión que revele –más allá de los resultados electorales– si estas malas prácticas o desviacio-nes del partido se detendrán por un ejercicio profundo de autocrítica o simplemen-te porque ya no hay mucho botín que repartir.

No es posible que una reflexión profunda del partido suceda si se sigue la línea de la “refundación” por los mismos líderes que vivieron su debacle.

Desafortunadamente, ya se escuchan voces que niegan que dicha reflexión suceda:

“El PAN no enfrentará el reto real: volverse a convertir en una opción de go-bierno. El PAN enfrentará primero una lucha por el poder, una lucha por definir mecanismos que poco interesan a la ciudadanía: la designación o elección de can-didatos, la afiliación, la elección de dirigentes”.3

3 Remes,Roberto“Refundarelpartidosinperderelpoder”(Publicadoel12deagostode2012)Diario24horas.Re-cuperadoel15deAgostode2012delsitioWeb:http://www.24-horas.mx/refundar-el-partido-sin-perder-el-poder/

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Volviendo a Michels: “La vieja casta política de la sociedad4 y por sobre todo el propio Estado,5 están obligados a emprender la revaluación de un número consi-derable de valores: revaluación tanto ideal como en la práctica”.6

En este sentido, algunas otras voces al interior y al exterior tratan de identificar –como trascendió en diversos medios– el fracaso del PAN en la pasada elección del 1 de julio con un nombre y apellido: Felipe Calderón.

El ahora líder de la refundación del partido es para Jesús Silva Herzog Már-quez, por citar a alguno, el actor que puede convertirse en el gran lastre de la de-recha mexicana.7 Lo anterior por haber instaurado dentro del partido y dentro del gobierno emanado del PAN las prácticas oprobiosas que se denunciaron desde que se era oposición.

Siguiendo a Silva Herzog, el corporativismo y el “amiguismo” (sic) empaña-ron a la organización que tenía una ejemplar vida democrática y que había sido defensora y promotora del bien común.

Como bien apunta Michels respecto a la irremediable oligarquía que tiende a formarse al interior de los partidos políticos, y que se ha demostrado en la realidad, el calderonismo es un grupo que una vez que consiguió, por medio del gobierno federal, el control de los instrumentos del poder, y que ahora hará todo lo que esté a su alcance para conservar el dominio de la actividad partidista panista.

Convendría que más voces al interior del partido –aquellos con la suficien-te capacidad moral y política– se levantaran para encauzar la dirección del PAN pero sin reafirmar el principio por el cual “toda crítica vehemente de los errores objetivos del movimiento es estigmatizada como ataque al propio movimiento, en tanto que los elementos de oposición dentro del partido suelen ser execrados como enemigos que desean su destrucción”.8

Debe evitarse aquel enunciado que pareciera básico pero que es fundamental para la organización partidista democrática: “Si el líder es atacado personalmente, su primera preocupación es hacer que parezca que el ataque se dirige contra el partido en su totalidad”.9 La crítica no debe ir en ese sentido.

4LéasePartidoAcciónNacional5LéaseelsalienteGobiernoFederal6Michels,Robert.Los Partidos Políticos II. Un estudio sociológico de las tendencias oligárquicas de la democracia

moderna.1ª.Ed.1962.Amorrortu,2003.Pág.1537SilvaHerzog,Jesús“Un lastrepara laderecha” (Publicadoel23de juliode2012)Blogpersonaldelautor.Re-cuperadoel11deAgostode2012delsitioWeb:http://blogjesussilvaherzogm.typepad.com/el_blog_de_jess_sil-va_her/2012/07/un-lastre-para-la-derecha.html

8RosaLuxemburgoalescribiracercadeloslíderesdelosgremiosenMassenstreik,Parteiu.Gewerkschaften.Pág.61Cit.enMichels,Robert.LosPartidosPolíticosII(…)Pág.25

9Op.Cit.Pág.27

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En el ánimo irremediable de lo que Michels señala respecto a la importancia de la organización partidaria, resulta crucial tomar atención de esta serie de reflexio-nes con autonomía, si es que no se quiere volver a ser oposición durante71 años otra vez.

Finalmente, conviene retomar la pregunta que se plantea Michels: ¿Qué es, en realidad, el moderno partido político? La respuesta es que es la organización me-tódica de masas electorales.

¿Cómo se logrará eso para el caso de Acción Nacional? Partiendo de una orga-nización suficiente que les permita volver a ser una opción política para los cargos de elección popular en el país. Por supuesto, lo anterior no puede ser conseguido por la misma oligarquía que deconstruyó la organización partidista.

La reflexión está en el aire…

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esde su fundación en 1939, las mujeres ingresaron al Parti-do Acción Nacional porque encontraron congruente con su deseo de servir, el trabajo político del Partido; decidieron cooperar sólo por la satisfacción del deber cumplido y con el propósito de cambiar a México.

Apoyar a los candidatos varones, proporcionar o soste-ner las oficinas, distribuir propaganda, cuidar las casillas, hacer marchas y planto-nes, preparar y repartir tortas y tantas cosas más, era lo que el momento requería de ellas y las mujeres panistas lo asumieron con entusiasmo. Luchaban por la liber-tad de creer y para que su familia pudiera vivir en un país con plena democracia.

Acción Nacional recibió y sigue recibiendo, una invaluable colaboración de las mujeres panistas. Al principio sólo el Comité Nacional tenía en la capital un mo-desto local; casi todas las oficinas y lugares de reunión y de trabajo fueron instalán-dose en las casas de los panistas y eran las mujeres las que organizaban las reunio-nes, levantaban las actas, guardaban los archivos y almacenaban la propaganda. Para obtener fondos realizaban colectas, sorteos y bazares de objetos usados que les donaban. Se puede afirmar que sin su apoyo, al PAN le hubiera sido mucho más difícil perseverar por medio siglo sin obtener cargos de elección importantes.

El Partido contribuyó además, a que muchas mujeres tomaran conciencia de la realidad nacional y trataran de cambiarla, evitando así que se fueran amoldando inconscientemente a las circunstancias. Despertó en muchas de ellas la confianza en la acción política y en la viabilidad de la oposición para lograr el cambio.

ACCIÓN NACIONALY LAS MUJERES

Dra. María Elena Álvarez de Vicencio

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Con Acción Nacional muchas mujeres han aprendido a vigilar a sus gobernan-tes, a analizar sus actos de gobierno y a denunciar la ineficiencia y la corrupción; especialmente en los municipios y colonias donde la autoridad les es más cercana. Al mismo tiempo se ha apoyado y orientado a las mujeres para que organizadas, logren reivindicar para la sociedad, los espacios de acción ciudadana independien-tes del gobierno. Les ha ayudado a creer que no es posible que pase sin huella o sin consecuencias, la acción ciudadana organizada con el deseo de servir.

En nuestro tiempo el bienestar y la prosperidad de la Nación mexicana no po-drá alcanzarse si la mitad de la población, que son las mujeres, no cuentan con igualdad de oportunidades ni con los apoyos necesarios para alcanzarla. Ninguna Nación ha prosperado marginando o desaprovechando a la mitad de su población. Los países que han considerado como prioridad la agenda de género, han logrado la igualdad reduciendo la pobreza de las mujeres.

En México durante mucho tiempo se crearon estereotipos respecto al papel de las mujeres y los hombres es decir, sobre las formas en que debían pensar y actuar; se esperaba que las mujeres fueran amables, dependientes y sumisas; dedicadas al hogar y a los hijos. Ahora las nuevas generaciones de mujeres tienen menos hijos, atienden a la familia y además luchan por lograr mejoras económicas, sociales y cada vez tienen más presencia efectiva en el desarrollo del país.

Actualmente las mujeres ingresan a las Universidades; trabajan en la Banca; la Industria y en casi todas las actividades económicas y sociales, pero no así en el campo político, lo cual se explica ya que la política es poder y el poder siempre

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había estado en manos de los varones y la historia nos enseña que quien tiene el poder no lo cede voluntariamente. La concentración del poder sólo se ha disuelto por una Revolución o por una nueva Constitución, por lo que si pretendemos que las mujeres ocupen puestos de poder político se requiere una revolución, pero no de una lucha armada, sino una revolución legislativa que obligatoriamente integre a mujeres en los cargos públicos y una estrategia de esta revolución legislativa es el sistema de cuotas, que son acciones afirmativas, transitorias, que se aplicarán sólo en tanto se produce el cambio cultural que permita la igualdad de oportunidades a mujeres y hombres para acceder al poder.

En este momento de la historia de México urge hacer vigente la doctrina del Humanismo Político que sustenta Acción Nacional y que es no sólo viable, sino in-dispensable para preservar la democracia y lograr el respeto a los derechos huma-nos. Tenemos que establecer, desde la esfera de la responsabilidad ética, políticas públicas viables que consideren a las mujeres en igualdad de oportunidades.

La nueva cultura política que podrá lograr la confianza de la ciudadanía en sus gobiernos, se alcanzará con una actitud incluyente de los gobernantes, que al to-mar posesión de sus cargos, traten a todos por igual, mujeres y hombres y además, sin importar el partido en el que militen. Se requiere que quien decida siempre sea la ley y que ésta se aplique a todas y todos sin excepción. Si esto se hiciera, toda la ciudadanía podría sentir como suya a la autoridad.

Es urgente lograr la igualdad de oportunidades para mujeres y hombres a fin de que en los puestos de toma de decisiones se alcance la paridad, lo cual le daría a México un gran desarrollo no sólo en lo político y en lo social sino en lo económico. México no puede ser la excepción, el mundo está avanzando en este sentido.

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ntes de exponer el tema que corresponde a esta pláti-ca, quiero leer un párrafo de este extraordinario resu-men que apareció en la Enciclopedia Herder, bajo el rubro de “El Mundo del Derecho”, en el cual se alude a las relaciones que hay entre los partidos políticos y los regímenes democráticos. Dice así el párrafo de que se trata:

“Es innegable que la formación de los partidos es un proceso natural. Naturalmente no puede ima-

ginarse la eliminación de los partidos de la realidad política, pues son imprescin-dibles para el funcionamiento de la democracia; pero su posición debería fijarse jurídicamente y ordenarse por una ley constitucional; aunque antes debería fijarse lo que hay de justificado y de perjudicial en el poder de los partidos. Estos repre-sentan la expresión del pueblo puesto en movimiento, que se organiza política-mente”. Creo que la idea coincide con todo lo que expusimos en la plática anterior.

También deseo leerles este breve texto de una obra que cité y que da cabal respuesta a alguna pregunta que se me hizo. Es el libro famoso de Jean Jacques Servan-Schreiber, “El desafío Americano”, en el que se precisa el reto que represen-ta la ciencia y la tecnología norteamericanas para Europa. Es un verdadero desafío, porque Europa está cayendo en la órbita científica y tecnológica de los norteameri-canos, y consiguientemente en la económica.

LA dEfINICIÓNdE ACCIÓN NACIONAL

Rafael Preciado Hernández

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Expresa que según el cuadro de Herman Cahan, quien define el tipo de socie-dad al que pertenece un país atendiendo a la renta por cabeza de sus habitantes, cabe formular la clasificación de las sociedades económicas en los siguientes térmi-nos: “Preindustrial, de 50 a 200 dólares por cabeza (se entiende anuales); en proce-so de industrialización, de 200 a 600 dólares por cabeza; industrial, de 600 a 1,500 dólares por cabeza; industrial avanzada o sociedad de consumo, de 1,500 a 4,000 dólares por cabeza; postindustrial, de 4,000 a 20,000 dólares por cabeza”.

A la luz de esta clasificación, sigue diciendo:

“Los Estados Unidos y la Europa Occidental (la U.R.S.S. se acerca a ellos), con dife-rencias evidentes en los niveles, reparticiones y modos de empleo de los ingresos, for-man actualmente parte de un mismo mundo, que es la sociedad industrial avanzada.

“El estudio del Hudson Institute indica cuál será en treinta años más, según las previsiones probables y bajo reserva de cambios imprevistos, la clasificación de las naciones. En lo que constituye, pues, un horizonte razonable y puede servir útilmente de base a la reflexión.

“Formarán parte de las sociedades posindustriales las siguientes naciones, en este orden: Estados Unidos, Japón, Canadá, Escandinavia. Y eso es todo.

“Formarán parte de las sociedades industriales avanzadas, en potencia para ser un día postindustriales, las naciones o grupos de naciones siguientes: Europa Occidental, Unión Soviética, Israel, Alemania del Este, Polonia, Checoslovaquia, Australia, Nueva Zelanda.

“Llegarán al estado de sociedades de consumo las naciones siguientes: México, Argentina, Venezuela, Chile, Colombia, Corea del Sur, Malasia, Formosa, los de-más países de Europa.

“El resto del mundo –la China, la India, casi toda la América del Sur, el con-junto del mundo árabe, África negra– no habrá alcanzado aún la fase industrial”.

Como puede observarse por estos datos económicos, no es probable que en unos cien años podamos llegar a la unificación de todo el mundo, bajo una misma dirección, en materia económica, mucho menos en asuntos de política. El sueño de Dante Allighiere consignado en su obra “La Monarquía”, de un gobierno mundial, lo más probable es que nunca se logre realizar. Se puede pensar, en cambio, que en dos generaciones, en 60 años, los pueblos convengan en una planificación mundial de la economía que asegure a cada uno de ellos un desarrollo económico y cultural decoroso. Pero pensar en la unidad de formas de gobierno de signo auténticamente democrático es, hoy por hoy, una utopía.

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Abordaremos ahora el tema de la definición de Acción Nacional como partido político. Tratándose de las definiciones que se refieren a la actividad humana –un partido político es una organización que coordina las acciones de los miembros de un grupo–, se atiende en la definición fundamentalmente a la finalidad, porque la actividad humana es esencialmente teleológica, finalista: un acto se distingue de otro atendiendo a su fin. Si no se atiende al fin, se pueden confundir dos actos, o un acto con un movimiento que sólo es apariencia de acto. Pongamos un ejemplo: una persona ve que otra, a cierta distancia, saca una pistola frente a otra persona, dispara y ésta cae. No puede decir la primera que fue testigo de un asesinato. ¿Por qué? Porque muy bien pudo suceder que se tratara de un accidente: que una de esas personas sacara la pistola para mostrársela a la otra y que se le disparara. Y evidentemente, si se trata de un accidente, no se puede decir que hay acto humano. El acto humano supone conocimiento de causa y decisión libre, con mayor o menor conocimiento de causa y con mayor o menor libertad; pero si falta cualesquiera de esos dos elementos, el conocimiento o la voluntad libre, no hay propiamente acto. Por eso se habla de delitos imprudenciales, que estrictamente hablando no son de-litos sino accidentes. Que alguien manejando su automóvil atropella a un chiquillo que se atraviesa corriendo, tal hecho no es un acto, ya que el automovilista no se propuso arrollar al niño. Ahora bien, porque el acto humano se especifica y se dis-tingue de otros actos en razón de su fin, también las sociedades, que son uniones permanentes de seres humanos con miras a la realización de una finalidad común, se distinguen en razón de sus fines. ¿Cómo se distingue a una sociedad religiosa, de una sociedad científica, de una sociedad deportiva, de una sociedad política, de una sociedad mercantil, de una sociedad civil? Por lo que constituye el objeto o la finalidad de cada una de ellas. Según la naturaleza de esa finalidad para cuya realización se coordinan las acciones de los miembros de cada grupo.

Por tanto, en una definición del partido se tiene que atender a la finalidad po-lítica. ¿Y qué la política, qué significa esta palabra que constantemente usamos? En su sentido más amplio, la política es el conjunto de conocimientos sobre la na-turaleza, fines y estructura del Estado; en pocas palabras, es la ciencia del Estado. Una actividad es política en la medida que tiene que ver con la subsistencia, orga-nización y realización de los fines del Estado. Ahora bien, en el Estado siempre se establece una distinción entre gobernantes y gobernados, como en toda sociedad se establece una distinción entre dirigentes y dirigidos; hasta una orquesta sinfónica necesita un director, un equipo de deportistas requiere su capitán, una sociedad anónima tiene su gerente, su consejo de administración y su asamblea de accio-nistas. No se puede hablar de una sociedad humana en la que no haya siempre alguien que dirige, que coordina las acciones, con ese carácter de dirigente y, luego, la mayoría de los que son dirigidos, cuyas acciones son coordinadas con miras a la realización de la finalidad común.

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Porque en el Estado hay gobernantes y gobernados, se plantea el problema de cómo determinar a los gobernantes, dado que nadie nace con un carisma, con una señal puesta por Dios para ser gobernantes. Es razonable, pues, preguntar: ¿cómo se legitima o justifica el que algunos gobiernen, el que algunos manden, que tengan el derecho de mandar, con el correlativo deber de los demás de obedecerlos? En esto consiste el problema de la legitimación de origen de las autoridades políticas. Por que todos somos iguales frente al poder político, ninguno puede invocar nor-malmente, por nacimiento o porque Dios lo señaló, un título para gobernar. La so-lución que ofrece la democracia a este problema de la legitimación de origen de los gobernantes, es la que parece más razonable: considerar que el pueblo es el sujeto natural de la autoridad política y, por consiguiente, que el consenso del pueblo, ya sea tácito o expreso –mejor expreso que tácito–, es el título que puede invocar una persona para sostener: “yo tengo el derecho de mandar, con el correlativo deber de los demás de obedecerme”. Esa es la solución: el principio de la autodeterminación de los pueblos; por eso se le llama a la democracia el sistema mediante el cual los pueblos toman en sus manos su propio destino, por analogía de lo que sucede en cada ser humano; pues cada ser humano, en uso de su libertad, que es principio de autodeterminación, habrá de tomar las decisiones fundamentales acerca de su vida, sobre su vocación, sobre si se casa o no, sobre todas aquellas cosas importan-tes que le ofrecen alternativas. La libertad es el principio de autodeterminación que nos hace responsables de nuestras acciones.

Ese mismo principio de autodeterminación se traduce en soberanía si lo exten-demos al plano de los grupos humanos y de ese grupo por excelencia que consti-tuye el Estado, la sociedad perfecta según le llamaban hace tiempo; no porque lo fuera realmente, sino en el sentido de que, como decía Tomás de Aquino, compren-de o abarca los fines fundamentales de la convivencia humana.

Consiguientemente, dentro de un sistema democrático el gobierno debe ser ejercido por el pueblo, debe ser el pueblo quien designe a sus gobernantes a través de una consulta sincera, auténtica; pues faltando ésta los gobernantes carecen de legitimidad. Esta es la tesis fundamental, democrática, en este aspecto un tanto técnico.

Sobre el particular, ya explicaba en la plática anterior que hay dos posibilida-des: o dejar que los individuos ejerzan sus derechos y cumplan sus deberes políti-cos individualmente, o que lo hagan agrupados orgánicamente. No hay más que esas dos posibilidades.

Algunos, preocupados de mantener su libertad individual, dicen: “no quiero formar parte de un partido porque un partido, en cierta medida, limita”; lo cual es cierto, ya que implica un compromiso y el compromiso siempre representa una limitación. Sin embargo, lo importante no es dejar de comprometerse; pues no es

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exacto que el hombre sólo es libre cuando no tiene compromisos. Por el contrario, la libertad es para comprometerse, para adquirir compromisos; un individuo que no tiene ningún compromiso, ni con sus familiares ni con algún otro prójimo, no es propiamente libre, es un sujeto vacío. Lo importante es saber cómo nos comprometemos; pero hablar de falta de compromisos es absurdo; no se puede permanecer neutral.

Por otra parte, es evidente que lo más eficaz en cuanto al ejercicio de los de-rechos y el cumplimiento de los deberes políticos, desde el punto de vista de los gobernados y con miras a integrar el gobierno o para imponerle directrices al go-bierno, es hacerlo organizadamente, no individualmente.

El liberal-individualismo propendía a que no hubiera partidos, y que cada su-jeto, cada ciudadano se informara, se ilustrara y ejerciera con absoluta libertad sus derechos. Pero se vio que esto no daba resultado porque se traducía en debilidad de la ciudadanía frente a los detentadores del poder político, dado que éstos siem-pre tienen que estar organizados. Así, mientras arriba había una organización del poder, abajo sólo se encontraban individuos aislados, separados. Surgió entonces, con las inquietudes democráticas que habían venido a barrer con las ideas monar-quistas y los regímenes en que no había propiamente elecciones, la necesidad de las organizaciones políticas, de los partidos.

Acción Nacional es una sociedad de tipo político, una sociedad que tiene como atributos la permanencia, la independencia y el carácter nacional; pues lucha por el fortalecimiento de la nación que integra el pueblo mexicano y por promover y rea-lizar el bien de la comunidad, a base de organizar el cumplimiento de los deberes políticos y el ejercicio de los derechos cívicos de todos los ciudadanos o del mayor número posible; pues considera que desinteresarse de los asuntos del Estado es, en cierto modo, abdicar de parte de la dignidad del ser humano en un medio social, es abandonar uno de los deberes más importantes que tiene todo ser humano en una sociedad civilizada.

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Esto se expresó con claridad en uno de los catorce puntos del ideario del partido; pues en los verdaderos partidos políticos el ideario es fundamental, es una síntesis de los principios que profesan los militantes en relación con la vida pública, los pun-tos de vista que tienen respecto del Estado, su naturaleza, sus fines y su organiza-ción; es, en suma, una concepción del Estado, del hombre y de la sociedad en que se vive, para luchar por lo que se considera lo más conveniente en beneficio de todos.

Permítanme recordar lo que se dijo en el punto 14 de los originales principios de doctrina o ideario político de Acción Nacional: “La creación y administración de un orden dinámico que jerarquice justamente las diversas funciones y los distintos intereses que existen dentro de la vida social no es patrimonio de un hombre o de un grupo social determinado. A la creación y administración de ese orden deben concurrir la inteligencia y la voluntad de las personas que viven dentro del Estado. Cumplir este deber político es necesidad imperiosa y urgente cuya omisión acarrea el envilecimiento de la vida social. La formación de partidos que organicen el cum-plimiento del deber político y sean permanentes es su actividad, como permanente es su fin, es necesidad evidente dentro de la realidad histórica de México”.

No se puede expresar con más precisión la finalidad del Partido Acción Nacio-nal. Y como decíamos en la plática anterior, es el primer intento serio, en la historia de México, que ha persistido ya durante más de treinta años, para lograr lo que disfrutan los países que van a la vanguardia en materia de organización política democrática. La democracia, sin partidos políticos auténticos, no funciona; y sin democracia, sin una participación orgánica del pueblo en el gobierno, a través de la opinión pública, de los partidos políticos y de las elecciones, los pueblos no logran su desarrollo integral que se traduce en verdadera paz social.

De acuerdo con los primeros estatutos del Partido Acción Nacional, éste se tuvo que constituir en una asociación civil, debido a que la ley electoral vigen-te en esa época, era tan defectuosa, que en realidad no establecía un régimen de partidos políticos. Quien quiera que lea la Ley Electoral de Poderes Federales de 1918, se dará cuenta de que en realidad sólo reglamentaba clubes electorales; pues para constituir éstos bastaba cumplir con los siguientes requisitos: 1), celebrar una asamblea de cien ciudadanos, por lo menos; 2), que tal asamblea eligiera una junta para dirigir los trabajos del grupo; 3), que la misma asamblea aprobara un progra-ma político y de gobierno; 4), que publicara por lo menos ocho números de un pe-riódico de propaganda durante los dos meses anteriores a las elecciones; y algunas otras exigencias tan elementales como las que acaban de mencionarse (artículo 106 fracción I a III y IV). Fue necesario, pues, para que nuestra organización tuviera personalidad jurídica, una misión permanente y no el mero objetivo de postular una o varias candidaturas, darle la forma jurídica de una asociación civil, que ten-dría como finalidad la que se expresó en el artículo 2° de sus estatutos, redactado en estos términos:

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“Artículo 2°.- Son objeto de la asociación y del partido político Acción Nacional:

a). La actividad cívica organizada y permanente;

b). La intervención en todos los aspectos de la vida pública de México, para lograr la realización de los siguientes principios fundamentales:

I.- El reconocimiento de la eminente dignidad de la persona humana y el asegura-miento de los medios espirituales y materiales requeridos para garantizar con eficacia esa dignidad;

II.- El reconocimiento de la unidad nacional y de la preeminencia del interés de la nación sobre todos los grupos, divisiones o intereses parciales, y la ordenación y jerarquización justas de éstos en la vida nacional;

III.- La subordinación de toda actividad individual, social o del Estado a la realiza-ción del bien común;

c). El establecimiento, sostenimiento y desarrollo de cuantos organismos, insti-tutos, publicaciones, periódicos y servicios sociales y conexos sean necesarios para la realización de los anteriores objetivos, en los términos que señalan los reglamen-tos respectivos”.

Todo esto se precisó como objetivo permanente, como finalidad a perseguir por nuestra organización, a la que se le dio la forma jurídica de una asociación civil -como se indicó antes-, para que gozara de personalidad.

Y comenzó, entre otras, la batalla y la exigencia de que se expidiera una Ley de Partidos Políticos, de que se estableciera un Registro Nacional de Ciudadanos y, en suma, de que se organizaran las condiciones mínimas para las consultas al pueblo en materia electoral. Conviene hacer notar que la Ley Electoral de Poderes Federa-les en 1918, a pesar de que no organizaba las condiciones mínimas de una consulta objetiva de la voluntad popular, sino que más bien organizaba el desorden electo-ral, estuvo en vigor desde 1918 hasta fines de 1945.

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onrad Adenauer era un hombre muy directo porque te-nía las ideas muy claras. Se expresaba con una concisión hoy legendaria. Y con esa nitidez entendía que si el siglo XIX había fijado su énfasis en la libertad, y el siglo XX en la igualdad, el siglo XXI, el de un “mundo indivisi-ble” como indivisible es la naturaleza humana, tendría que ser, forzosamente, el siglo de la fraternidad.

La fraternidad –los seres humanos somos hermanos porque compartimos un mismo Padre-, como la libertad y la igualdad, es un concepto radicalmente cristiano. Robert Schuman sostenía que la “democracia debe su existencia al cris-tianismo”, argumentando que la democracia había nacido el día en que el hombre fue llamado a realizar dentro de su vida temporal la dignidad del ser humano, con plena libertad pero dentro del respeto por los derechos de cada uno y por la práctica del amor fraterno en el seno de la igualdad entre todos. Y es evidente que nunca antes de Cristo se habían formulado semejantes pretensiones. Schuman re-mataba sus reflexiones, como muchas de sus intervenciones partidarias, con una afirmación definitiva: “La democracia será cristiana, o no será” (Schuman, 2006, págs. 42-43).

La democracia cristianaen Europa: más allá de la crisis,

hoy Empieza todo

Enrique San Miguel Pérez

“La expresión ‘todos somos humanos’ no es una fórmula hueca,

Y no debemos permitir que lo sea nunca”. Konrad Adenauer, 1956, pág. 49

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¿Conservan su validez las afirmaciones rotundas emitidas hace más de medio siglo por los padres de Europa? ¿O acaso la democracia cristina es un discurso válido para circunstancias tan excepcionales como las que padeció el continente entonces, devastado materialmente como consecuencia de la guerra, pero también arruinado moralmente por causa de los totalitarismos y, por la misma razón, un discurso que disfruta de singular vigencia e interés en instantes tan críticos como los que ahora padecen las sociedades europeas? ¿Hemos de resignarnos a que la obra ingente de la democracia cristiana solo sea reconocida, y solo resulte inspira-dora, en coyunturas extremas? ¿La democracia cristiana es el último recurso políti-co y partidario del Estado de derecho?

Mi convicción cívica, pero también mi conclusión académica, es que, sin duda, la singularidad y la vigencia de las propuestas de la democracia cristiana han emergido enormemente reafirmadas y consolidadas por esta crisis. Pero también, que las ideas y la propia identidad de la democracia cristiana son válidas para es-tos tiempos y para todos los tiempos. Que, precisamente, cuando esas ideas y esa identidad fueron muy ásperamente desdeñadas y descalificadas por los discursos materialistas en una Europa instalada en el despilfarro público y privado, el relati-vismo moral y en un ejercicio sistemático de la irresponsabilidad cívica y política, se pusieron las condiciones para una crisis que, esencialmente, era y es moral, y en el pleno moral debe ser reconocida, afrontada y resuelta.

Creo que los planteamientos de Konrad Adenauer y Robert Schuman se en-cuentran hoy tan vigentes como ayer. Y probablemente, a la luz de la histórica experiencia de gobierno de la democracia cristiana en Europa, y de otras recientes experiencias de gobierno no precisamente cristiano-demócratas, más. Que a más presencia y participación pública y política de los cristianos en cuanto tales, el sis-tema democrático adquiere una materialización más amplia, más generosa, más genuina, más integradora y, desde luego, más plural y más creativa o, en síntesis: a más humanismo cristiano, más democracia.

Porque en primer lugar, la democracia cristiana propone una lectura integral de la condición humana. Giuseppe Dossetti, jurista y profesor universitario, his-tórico líder antifascista, lugarteniente y después fraterno adversario de Alcide de Gasperi en la democracia cristiana, sacerdote tras abandonar la política, explicaba muy gráficamente la especificidad de la democracia cristiana que tras la Segunda Guerra Mundial irrumpía como la fuerza política predilecta en la nueva Europa en reconstrucción: no se trataba tan solo de un partido que obedecía a un impulso profundamente ético y regenerador, pero tampoco era una opción que se confor-maba con la libertad política, sino una propuesta política integral que pretendía dotar a Estados de derecho de contenido social.1 La democracia cristiana era una 1 Lorenfice, 2011, pág.69: “La Democrazia Cristiana oltre che per un suo particolare fondamento etico, si differenzia notevolmente

da quella liberale che é meramente política; noi vogliamo dare alla democrazia un contenuto sociale”.

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respuesta política en valores y principios, pero una respuesta eficiente y honesta. La democracia cristiana sabía reconoce la naturaleza profunda de los problemas, pero también resolverlos, y resolverlos gobernando para todos.

Friedbert Pflüger llamó a su biografía del recordado presidente federal alemán Richard von Weizsäcker Mit Match der Moral.2 Y en efecto, “con el poder de la mo-ral” se presenta el humanismo cristiano ante el más gigantesco desafío de Europa desde final de la Segunda Guerra Mundial: la realización plena de un proyecto de civilización basado en el amor, en el perdón y en la reconciliación. Una civilización espiritualmente viva y creativa. Una civilización liderada por la nobleza de la con-dición humana. Y una civilización que da respuestas justas y que si se sabe incapaz de materializar plenamente sus ideales, no deja nunca de tener hambre y sed de justicia. La historia europea nos ofrece al respecto hermosísimas lecciones nada distantes en el tiempo.

I. La democracia cristiana, maestra de la historia democráticaPorque el legado de la democracia cristiana, un legado además vivo, es verdadera-mente abrumador, además de constituir el núcleo esencial de los valores que han subsistido a esta y a todas las crisis, garantizando la continuidad del Estado social y democrático de derecho en Europa:

a) El liderazgo de los procesos de transición, construcción y consolidación demo-crática desde 1945. La opción por gobiernos de mayoría cristiano-demócratas

2 Pflüger, 2010 especialmente págs. 129 y ss.

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en Francia, Italia, Alemania, Luxemburgo, Bélgica, Austria y los Países Bajos en las primeras elecciones liberales celebradas tras la Segunda Guerra Mundial se tradujo en presencias constantes en las tareas de gobierno hasta 1962, 1993, 1969, 1995, 1970 (salvo en 1954-1958) 1970 y 1958 (San Miguel Pérez, 2006, págs. 90-109).3 También la transición española, a partir de 1976, es inseparable de una praxis centrista, la liderada por Adolfo Suárez al frente de la UCD, de acuerdo con unos planteamientos en donde se reconocen muy ampliamente los acentos y los valores cristianos, unos valores cristianos que la propia Iglesia había puesto de manifiesto ya en medio de la asoladora Guerra Civil española, en su carta pastoral del 1 de julio de 1937 (Iribarren, 1974).

Y cuando en 1988 comenzaron los procesos de transición democrática en Europa Central y Oriental como consecuencia de la derrota de los regímenes totalitarios comunistas, los sucesivos procesos electorales otorgaron también la victoria de for-maciones como la Solidaridad de Walesa, Mazowiecki y Geremek en Polonia, el foro Democrático Magiar de Jozef Antall y, desde luego, por su significación sim-bólica, la Unión Cristiana-Demócrata de Lothar Maizière en las únicas elecciones democráticas que se celebraron en la República Democrática Alemana, las del 17 de marzo de 1990. Tres días antes, en la histórica Leipzig, patria de Wagner y de las primeras grandes movilizaciones contra, Helmut Kohl no sólo pedía el voto para el hermano partido cristiano-demócrata; lo pedía para Alemania libre y unida en una Europa libre y unida (Kohl, 2005, pág. 1087). Ese objetivo, ese “futuro europeo común”, tal y como habría de denominarlo el canciller nacido en Ludwigshafen, conserva hoy plena vigencia.

El mismo análisis podría aplicarse al Chile en el que el gran líder cristiano-demócrata Patricio Aylwin alcanzaba la presidencia en 1990 o al México en el que el PAN encabezado por Vicente Fox obtenía la victoria en el año 2000. De manera invariable, y no sólo en Europa, todas las sociedades de tradición occidental que superaron el autoritarismo y el totalitarismo, y proceden a la construcción y conso-lidación democráticas, lo hacen de la mano de la democracia cristiana. Un actor y testigo de privilegio de estos procesos como Gutenberg Martínez tuvo hace más de diez años la lucidez necesaria para ponerlo de manifiesto estableciendo el acento allí donde correspondía, en el debate ético, en la lucha por los derechos y libertades fundamentales (Martínez Ocamica, 1999, págs. 199-200).

b) La creación y consolidación de modelos de Estado social muy ligados a la Eco-nomía Social de Mercado. El Estado del Bienestar, al menos en la Europa más continental y en las islas británicas, no es la creación socialdemócrata. En el Rei-no Unido, por ejemplo, habría que remontarse al histórico peoples´ budgest de abril de 1990, presentando por su muy galés y muy liberal ministro del Tesoro

3 Dedique un artículo monográfico a la materia “La Edad de Plata de la Democracia Cristiana”. Colección. Año XII 17, págs. 149-164, Buenos Aires, 2006.

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David Lloyd George y después mítico primer ministro entre 1916 y 1922, con el respaldo del entonces también liberal Winston Churchill, para detectar su pri-mera manifestación (Hattersley, 2010, pág. 223 ss.; Lloys George, 2005, pág. 50 ss.; Toye, 2007, pág. 59 ss.).

Las experiencias sociales alemana y austríaca del período de entreguerras, igual-mente, son inseparables de la presencia política protagonizada por fuerzas confe-sionalmente cristianas como el Zentrum alemán, que llegó a la cancillería con figu-ras como Konstantin Fehrenbach (1920-1921), Joseph Wirth (1921-1922), Wilherm Marx (1923-1925 y 1926-1928) y Heinrich von Brüning (1930-1932), un Zentrum cuyo alejamiento de las tareas ejecutivas por Hindenburg facilito decisivamente la irrupción del totalitarismo,4 y por el Partido Social Cristiano austríaco, el CS por el que Ignaz Seipel fue canciller entre 1922 y 1924 y entre 1926 y 1929, un CS que habría de liderar la cancillería casi ininterrumpidamente entre 1920 y 1932 con líderes como Michel Mayr, Rudolf Ramek, Ernst Streeruwitz, Carl Vaugoin Ender y Karl Buresch.5

Pero la recreación e Implantación del Estado social en el continente a partir de 1945 es esencialmente obra de la democracia cristiana. Tras la contienda, co-rrespondió a Ludwing Erhard la respuesta en marcha del “milagro económico” alemán, una portentosa experiencia de restablecimiento del tejido productivo y la circulación económica, modélica desde entonces, que perseguía, sobre todas las cosas, como el propio Erhard habría de denominar al más célebre de sus libros, el “bienestar para todos” sobre la base de la mutua y fecunda interdependencia entre Estado y mercado, entre política y economía, como fundamento de un crecimiento equilibrado que dotaba de oportunidades al conjunto de la ciudadanía.6

Y una nueva fundamentación racionalista y comunitaria del ordenamiento social se incorporaba al sistema constitucional para superar el individualismo materialista y convertir a la persona en el fundamento del sistema político e ins-titucional, gracias al pensamiento y al accionar de líderes como Giusepe Dossetti, Giusepe Lazzati, Amintore Fanfani y Giorgio La Pira. Pero esa perspectiva de la persona y de la comunidad no se plasmaba solamente en la arquitectura del nuevo Estado social y democrático de derecho o en su producción académica, brillante, como grandes universitarios e intelectuales que fueron, sino en proyectos conver-tidos en realidad como Il Piano Casa, que vendría a dotar de vivienda digna a cientos de miles de trabajadores en un plazo mínimo y demostrar que el proyecto 4 Blasius, 2008, pág. 22 y ss. Cfr. Igualmente Winkler, 2005, págs. 605 y ss., y Weitz, 2007, págs. 351 ss. Un historiador como Golo

Mann, último exponente de una familia Mann no precisamente afín al Zentrum, zanja en sus recuerdos de juventud la signi-ficación de la dimensión de Brüning, cfr. Mann, pág. 307: “Brüning desapareció de la escena política y con él, el último de la democracia parlamentaria”.

5 Scheuch, 2005, pág. 15 y ss. Tras la II Guerra Mundial regresaría el “gute alte Zeit” del bipartidismo, esta vez entre cristiano-de-mocracia y socialismo, entre ÖVP y SPÖE, vid. Ulram. Broukal, Filzmaier, Hammerl, Hammerle, Niederweiser, Plakner, Ulram, Winkler, 2009, págs. 20 y ss., y Chortherr, 2005, págs. 10 y ss.

6 Erhard, 1996, pág. 29 Vid. Igualmente Mierzejewski, 2005, págs. 143 y ss.

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social y democrático del nuevo Estado de derecho, denotado por nuevos derechos sociales y económicos, comprometidos con la accesibilidad y universalidad de la sanidad, la educación y las oportunidades, obedecía esencialmente a la aplicación de la perspectiva fraterna y transformadora de la versión cristiana de la vida y de la dignidad humana.7

Asimismo, la democracia cristiana promovió una nueva cultura política que fo-mentaba el pluralismo y el encuentro de ideas y de propuestas diversas dentro del espacio democrático compartido, y combatía la cultura política del enfrentamiento y de la fractura mediante una propuesta innovadora, la “centralidad” que pro-pugnaba la concordia, la integración y el diálogo fraterno. Y, en términos políticos, como planteamiento rector en las instituciones, y en el modelo de sociedad y de convivencia. Cuando esa centralidad pudo llegar a convertirse en mero cálculo, el proyecto cristiano demócrata se resistió, como reconocía, en sus años finales Pietro Scoppola (Scoppola, 2006, pág. 144 ss.; 1996, pág. 141 ss.). Y, con la humildad añadi-ría yo, cuando la democracia cristiana no reafirmó la centralidad de sus respuestas, y de su propia identidad política, concluyó por verse dañado el sistema político, partidario e institucional en su conjunto.

Porque la centralidad no se construye de acuerdo con una lógica aritmética o geométrica, en torno a un punto intermedio entre la derecha y la izquierda, sino alrededor de un ordenamiento que afirma la primacía de la naturaleza de la perso-na humana. La centralidad se encuentra allí donde el ordenamiento político, y el sistema económico, y las formas de la creación y de la cultura, preservan la vida y la dignidad humana. Toda la vida y toda la dignidad (La Pira, 1957, pág. 50).

La centralidad se correspondía, por eso, en términos sociales y sociológicos, con una creciente clase media, siempre imprescindible vector de estabilidad del proyecto democrático, masivamente identificada con un amplio proyecto de liber-tad basado en el sentido de la responsabilidad, y con una acción política sustentada sobre profundos posicionamientos éticos. Una nueva ciudadanía europea, traba-jadora, cada vez más urbana, y cada vez más formada, académicamente exigía también una acción político sensible a las necesidades del hombre común.

Y, desde luego, primero y último: desde el armisticio del 8 de mayo de 1945 no he vuelto a estallar ningún conflicto bélico que haya enfrentado a los Estados europeos occidentales. Se trata del período ininterrumpido de paz más prolongado de la historia de Europa. La Declaración Schuman del 9 de mayo de 1950 comienza con un “La paz del mundo…”. Y los padres de esa paz que cinco años y un día des-pués del final de una guerra devastadora convierte a los enemigos encarnizados en socios, aliados y amigos, se llama Konrad Adenauer, Robert Schuman y Alcide de Gasperi: cristiano-demócratas, juristas periféricos de Renania, de Alsacia, del 7 Galloni, 2009, pág. 70-7.Vid también La Russa, 2006, pág. 121 y ss.

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Trentino, que comparten sus convicciones en alemán, juristas, hombres de elevada estatura, llenos de decoro indumentario, pero muy austeros, sencillos en sus gustos y en su estilo de vida, caracterizados por su cáustico sentido del humor, cordiales pero firmes en la defensa de sus posiciones.

A ellos se unen sus correligionarios: Pierre Dupong en Luxemburgo, Gastón Eyskens en Bélgica y los cristiano-demócratas que forman parte del gobierno de coalición neerlandés. Cinco de los seis primeros ministros –Bidault, Adenauer, Du-pong, Eyskens y De Gasperi –que adoptan la Declaración Schuman, y cuatro de los firmantes del Tratado de Paría de 16 de abril de 1951 –Adenauer, Dupong, Pholien y De Gasperi– son cristiano-demócratas. Los son, igualmente, cuatro de los seis firmantes de los Tratados de Roma de 1957: Adenauer, Bech, Segni y Luns. Cinco de los doce ministros de Exteriores del Acta Única Europea en 1986: Andreotti, Barry, Tindemans, Van der Brock y Pires de Miranda. En Alemania, por cierto, era canciller Khol. Cinco de los doce primeros ministros del Tratado de Maastricht en 1992: Andreotti, Kohl, Santer, Lubbers, La Unión Europea es una gran creación de, muy fundamentalmente, la democracia cristiana, sin duda enriquecida muy sustantivamente por las restantes tradiciones democráticas continentales. Pero el liderazgo del impulso que condujo a su materialización primera, a despecho de la más que notable incomprensión de sus adversarios políticos cuando no su abierto rechazo, es una aportación indiscutible del humanismo cristiano (San Miguel Pé-rez, 2010, pág. 23 ss.).

II. La democracia cristiana o el sentido del deber, de la exigencia y de la responsabilidad

“El cristiano vive el sentido dramático de su tiempo”.

El encuentro de dirigentes que celebró la democracia cristiana italiana en Ros-sena entre 15 y el 16 agosto de 1950 ofreció a Giuseppe Dossetti una inmejora-ble ocasión para reafirmar la cristiana obligación de compromiso y participación en la esfera pública, y de compromiso y participación allí donde se encuentran la dificultad, el sufrimiento y el padecimiento. Y la más amplia aceptación de ese “sentido dramático”, de eso que Miguel de Unamuno denominaba el “sentimiento trágico” de la existencia, equivale al reconocimiento de la existencia como un deber ser, como un permanente testimonio de esfuerzo, de exigencia, de excelencia y de responsabilidad.

El servidor público no puede sucumbir a instalarse nunca en la satisfacción o en la autocomplacencia. Uno de últimos libros de la feraz producción de Richard von Weizsäcker, ¿Tres veces hora cero? 1949, 1969. 1989, en alusión a tres instantes tan centrales en la historia de Alemania como 1949, en que la Ley Fundamental de Bonn y los cristianos-demócratas se impusieron en las elecciones legislativas, con-virtiéndose Konrad Adenauer en canciller; 1969, cuando, tras su acuerdo electoral

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con los liberales de Walter Schell los socialdemócratas de Willy Brandt obtuvieron la cancillería por primera vez desde la República de Weimar; y el 1989 de la caída del Muro de Berlín y el inicio del camino hacia la reunificación de Alemania y de Europa (Von Weizsäcker, 2003, pág. 7 ss.), ofrecería el formato de partida para añadir hoy una cuarta hora cero: 2009 año en que, tras incrementar notablemente los resultados que la condujeron a la victoria electoral en 2005, la canciller Ángela Merkel obtuvo un resultado que la impulsó hacia el pleno liderazgo político de la Unión Europea. Un liderazgo que persigue la restauración de un clima público de austeridad y responsabilidad públicas como premisa para la reconstrucción del tejido productivo del continente. Es decir: valores y principios como base para el crecimiento y el bienestar. Como decía siempre Adenauer: “Una base ética para una política responsable”.

Ángela Merkel disfruta de cualidades muy distintivas: la integridad y la auten-ticidad son algunas de las primeras. Y, sobre todo, la coherencia. No reclama sacri-ficios que no exija, en primer lugar, a sus propios compatriotas. Los ciudadanos de los Estados democráticos debemos adquirir el saludable hábito de desconfiar de los líderes que no nos plantean sacrificios, que no nos recuerdan nuestros deberes y que no nos demandan que sepamos ejercer nuestras responsabilidades. El mensaje democrático subsistirá como el eje político e institucional del discurso de la civili-zación en la medida en que resulte exigente a los ciudadanos y les ofrezca desafíos de difícil cumplimiento.

No adherimos a la democracia porque no garantiza bienestar o elevados ingre-sos. De ser así, soñaríamos con ser de los emiratos vecinos al Estrecho de Ormuz. Tampoco consideramos la democracia un valor absoluto o un bien trascendente. La democracia es ni más ni menos que una solución de gobierno inmersa en la historia. Pero una solución de gobierno que presenta dos cualidades que hacen insustentable, más allá de haberse consolidado, como decía Winston Churchill, en su rango de “la peor de todas las formas de gobierno conocidas a excepción de to-das las demás”. En primer lugar, la democracia sabe escoger y racionalizar la suma compleja de contradicciones que constituyen la expresión ordinaria del acontecer humano. “Signo de contradicción” se consideraba a sí mismo Jesucristo, y sabernos débiles e imperfectos es la parte de la base de las necesidad humana de la convi-vencia, del diálogo, del respeto y de la tolerancia, sostenía Aldo Moro (Veneziani, 2006, págs. 95-98).

Pero sobre todo, la opción democrática no es neutral ni aséptica, ni indiferente ante la aventura humana. La democracia no garantiza la igualdad entre los hom-bres, pero afirma la igualdad de sus derechos para que puedan luchar eficazmente, y con el Estado de derecho a su lado, por hacer efectiva esa igualdad. No garantiza la justicia social, pero sí crea las condiciones, en cualquier sociedad avanzada, para que los ciudadanos puedan movilizarse eficazmente para obtenerla, No garantiza

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la libertad, pero nos facilita la libertad necearía para que nosotros mismos nos en-carguemos de ser libres. La democracia nos exige, nos interpela, nos responsabili-za, nos sacude. Nos ofrece un punto de partida y una tarea por realizar. Como el propio cristianismo. Está, en efecto, y por definición, “incompleta”. Es, en efecto, “un poder del pueblo para la libertad”, como decía Aldo Moro (Moro, 1999, pág. 102).

Y como los cristianos-demócratas tenemos el deber, singularmente exigente en quienes profesamos las tareas docentes e investigadoras, de hacer participes a los jóvenes, a cada generación, de la profunda significación espiritual y la histórica excepcional relevancia de sus existencias como parte de la Iglesia, es decir, como parte de la comunidad de los seres humanos, y como parte del histórico proyecto de la ley universal del amor. Giorgio La Pira nos exigía una “pedagogía” cultural y espiritual adecuada para hacer más eficaz esa acción verdaderamente evangélica (La Pira, 2004, pág.349). Yo albero la convicción de que para el servidor púbico, esa pedagogía pasa por poner todo el Evangelio en toda la vida y asumir y hacer visible un proyecto existencial de ejemplaridad.

Los últimos años de la historia de Europa han sido extraordinariamente inte-resantes desde un punto de vista estrictamente político, cuando se examinan las pautas de liderazgo que han sucumbido a la crisis económica y los modelos de gobierno que han emergido para reemplazarlos. El modelo de político populista a la europea, que basaba su estilo de gobierno en la confrontación con el enemigo ex-terno y el interno, en la fractura social, en el intento de acorralar las más profundas creencias y convicciones de sus conciudadanos y en el despilfarro de los recursos públicos con el objeto de crear un electorado cautivo, dependiente de los subsidios y subvenciones de procedencia estatal, no sólo ha sido desplazado de las tareas ejecutivas sino que deberá soportar damnatio memoriae de una historia que, en ocasiones como ésta, como mantenía Chateaubrind en sus Memorias de ultratum-ba, es “la vengadora de los pueblos”.

Los sucesos de estas calamidades públicas responden a un perfil diametral-mente opuesto. Cuando en 1995 el centrista Édouard Balladur, primer ministro, fracasó en la primera vuelta de elecciones presidenciales francesas por escasas dé-cimas porcentuales, se suscitó un debate que él mismo afrontó con enorme elegan-cia en unas imprescindibles memorias, Le pouvoir ne se partage pas. En síntesis, y como habría de resumir con posterioridad Alain Duhamel con su habitual incli-nación hacia la polémica, parecía que el hombre de Estado y de gobierno no era necesariamente ni un buen candidato electoral ni un líder apto para la refriega política. Balladur, que había liderado gabinetes del que formaron parte al mismo tiempo Francois Bayrou, Nicolas Sarkozy, Francois Fillon y Alain Juppé, entre otras primerísimas figuras, era la evidencia (Balladur, 2009, pág. 392 ss.; Duhamel, 2009, pág. 180) . Sea o no cierto, la apuesta ciudadana por el sentido de Estado y de la

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responsabilidad parece, felizmente la opción dominante hoy en Europa. Un líder puede y debe ser estadista. Y ése es un territorio que resulta muy familiar a la de-mocracia cristiana.

Pero sería interesante que la opción cristiano-demócrata extranjera también algunas lecciones de la última década de la historia europea. Y básicamente una: la crisis continental coincide, en el tiempo, con el debilitamiento y la decadencia, cuando no la desaparición, de la singularidad de la histórica propuesta de la demo-cracia cristiana, excepción hecha de Alemania. Porque la crisis que todavía padece Europa también es económica. Fundamentalmente, es una profunda crisis política y una todavía más profunda crisis ética.

Una crisis en donde el equilibrio complejo entre Estado y mercado, que la de-mocracia cristiana contribuyó durante medio siglo a resolver a favor de ambos, potenciando las capacidades de uno y otro para impulsar la expansión de los dere-chos, los recursos y las oportunidades, se alteró en beneficio de la primacía indis-cutible del mercado. Y no sólo, como es lógico en la asignación racional y eficiente de bienes de acuerdo con las leyes de la oferta y la demanda, que nada mejor que el mercado para asignar precio a los objetos, sino en la fáctica absorción del conjunto del entramado social por parte del mercado. En definitiva: en el tránsito de una economía de mercado a una sociedad de mercado.

Y el triunfo de la sociedad de mercado significaría el retroceso de la democracia “sustancial”, que tan decisivamente contribuyó a construir la democracia cristiana durante la última posguerra, a una democracia meramente “formal”, en donde de nuevo quedaría relegada la centralidad de la idea de la dignidad de la persona humana, instalada en la acción de las instituciones gracias a la irrupción en la es-fera pública de los demócratas en cuanto cristianos (Scoppola, 2006, pág. 195). Si persona y comunidad desaparecen del escenario público, la propia democracia se-ría la última víctima de un proceso de depauperación de los ideales humanos que desembocaría en una existencia mediocre, en donde la condición humana perdería primero la noción de sí misma, es decir, de su propia dignidad, para asistir después a la desaparición o mutación de sus derechos y libertades.

En una fecha tan emblemática para reciente historia de España como marzo de 2004, los jóvenes españoles opinaban que la seña de identidad que mejor les distin-guía era el consumismo, por encima de la libertad, la independencia o la rebeldía. Y, entre los españoles consumistas, las motivaciones confesas de su comportamien-to eran la comodidad, la calidad, el precio, la novedad, la moda, la marca. No es extraño que el sociólogo González-Anleo interpretara el capítulo XIII de la Epístola a los corintios para, reemplazando “amor” por “consumo”, realizar un hoy casi profético diagnóstico de la evolución de la sociedad española desde entonces.8 Por 8 González-Anleo, 2004, pág. 57: “Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no consumo soy como broche que

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cierto, creo que el análisis disfrutaría de la misma validez casi en cualquier país de nuestro entorno.

Si sostenía y sostengo que a más cristianismo, más democracia, he afirmado igualmente que a más democracia cristiana, más y mejor Estado de derecho; lo he mantenido, y lo mantengo, analizando la historia de Europa, desde los procesos de transición da los de consolidación democrática. Entre otros motivos, porque la acción de gobierno del humanismo cristiano crea las condiciones naturales para la materialización del bien común de acurdo con las tres propiedades que le adjudica-ba Maritain: su eficacia redistributiva, su capacidad para establecer una verdadera autoridad y su moralidad intrínseca o, como diría el filósofo, “rectitud de vida, buena y recta vida humana” (Maritain, 1943, pág. 24).

Pero tengo también la convicción de que, por motivos diversos que, desde luego, merecerá la pena analizar en extenso en otra oportunidad, una vez que la locomotora democrática comienza a atravesar a toda velocidad las apacibles pra-deras del bienestar y de la prosperidad, nuestros conciudadanos prefieren otros maquinistas. Se diría que se recurre a la democracia cristiana en las coyunturas críticas, coyunturas en donde se reclama la comparecencia de los austeros, serios y virtuosos hombres que, como Adenauer, Schuman, De Gasperi, Moro, Caldera o Frei Montalva, pero también Kohl, Aylwin, Frei Ruiz-Tagle o Calderón, saben enfrentarse con circunstancias históricas nada fáciles. Pero una vez superadas esas circunstancias adversas, estos mismos hombres respetados, íntegros y de princi-pios, y con ellos su discurso exigente, responsable y con valores, resultan incó-modos. Como buenos y verdaderos líderes que tratan a sus conciudadanos como adultos, como mayores de edad.

Y tengo una última convicción: los cristiano-demócratas estamos muy especial-mente preparados para entender la naturaleza profunda de los grandes cambios. Por eso no nos cuesta nada interpretar las variables que explican la crítica coyun-tura europea actual. En el caso de la democracia cristiana, la profundidad de la visión humanista acierta a extraer toda la significación que encierran el esfuerzo, el sacrificio y la esperanza inclemente que a veces reviste la existencia humana.

Roy Jenkins, primero laborista y después socialdemócrata, un intelectual galés distinguido por el europeísmo y el centrismo de sus posiciones, y también por la profundidad de su análisis de las grandes personalidades de la política británica, como Gladstone o Churchill, detectaba especialmente en Adenauer una excepcio-nal capacidad para entender la rudeza de los tiempos y liderar a sus conciudadanos hacia la libertad y las oportunidades. Jenkins observa que ni siquiera Gladstone

suena o címbalo que retiñe. Aunque tuviera el don de profecías y conociera todos los misterios y toda la ciencia; aunque tuviera plenitud de fe como para trasladar montañas, si no consumo, nada soy. Aunque repartiera todos mis bienes y entregar mi cuerpo a las llamas, si no consumo, de nada me aprovecha”.

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había disfrutado de responsabilidades ejecutivas a la misma edad (Adenauer dejó la cancillería alemana con 87 años) y su existencia se había prolongado hasta los 91, es decir, dos más que Churchill y dos menos que MacMIllan. Pero, sentenciaba Jen-kins, “disfrutó de la vida mucho menos”, para “triunfar sobre la desesperación a través de la fortaleza” (Jenkins, 1993, pág. 82). No es mal epitafio para un servidor público. Por algo Adenauer es considerado por sus conciudadanos como el alemán más grande de la historia.

El humanismo cristiano, sin embargo, es también perfectamente capaz de arti-cular un discurso para la estabilidad y para la prosperidad. Sus ideas y sus estra-tegias están plenamente vigentes y además resultan extraordinariamente atracti-vas. ¿No acude Sarkozy en Francia a los planteamientos históricos del humanismo cristiano, para el estupor, cuando no el furor, de Bayrou? Como es natural, los principios cristiano-demócratas son universales, se dirigen a todos los hombres y a todo el hombre, y no cabe ninguna pretensión de monopolio por parte de la demo-cracia cristiana. Cuando Sarkozy formuló su perspectiva de la llamada “laicidad positiva” con el argumento de que la religión es buena porque aporta “esperanza”, Bayrou respondió que había que distinguir entre la esperanza “cristiana” y la es-peranza “cívica y “republicana” (Sarkozy, 2004, pág. 201 ss.; Bayrou, 2009, págs. 159-161). El duelo político, tan obviamente táctico como abiertamente electoral, sin embargo, venía a poner de manifiesto que los históricos parlamentarios de los demócratas en cuanto cristianos seguían ocupando un lugar central en las concien-cias y en las inquietudes de amplísimos segmentos de la ciudadanía. Y, partiendo de su universalidad, nadie mejor que la democracia cristiana para interpretar su espíritu y su significado en este tiempo.

Pero yendo al ámbito de las estrategias, ¿acaso los ataques que históricamente ha recibido la democracia cristiana cuando aplicaba la teoría de la centralidad, ata-ques procedentes de izquierda y derecha, no obedecían precisamente a la voluntad de izquierda y derecha de usurpar ese planteamiento, y de esta forma, ocupar su espacio? ¿Por qué Chales De Gaulle, un auténtico social-cristiano por origen fami-liar, por convicción profunda y por formación, fue tan extremadamente beligerante con la democracia cristiana? ¿Cómo es posible que el lector de Péguy, suscriptor de Temps Présent y lector de LÁube, simpatizante de Jeune République, mantuviera unas posiciones tan distantes, cuando no despectivas, hacía líderes que le apo-yaron tan lealmente en 1958? ¿Y su gran admirador Francois Mauriac?9 ¿Por qué fue tan condescendiente Margaret Thatcher?10 La teoría de la centralidad es muy denostada a “derecha” e “izquierda”: cálculo electoralista, oportunismo, equidis-tancia, pragmatismo sin escrúpulos, indefinición, ausencia de verdaderas ideas, 9 Villapalos - San Miguel, 2007, págs. 129-133. Sobre el regreso del general, sfr. Rémond, 2008, págs. 42 y ss. Sobre Mauriac, y su

crítica al Sillon y a Marc Sangnier vid. Serry, 2004, págs. 113 y ss.10 Thatcher, 1995, pág. 321: “Mi conclusión es que, por mucho que los cristianodemócratas merezcan todo nuestro apoyo y respeto,

los conservadores tenemos muy poco que aprender de ellos”.

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etc. Pero cuando se acude a elecciones, todos los candidatos con ambiciones de gobierno pretenden interrumpir con vigor en el centro y reclaman ese espacio de centralidad como parte natural de su territorio.

La centralidad es un enorme desafío para el político en este comienzo del siglo y de milenio. Y no precisamente en términos conceptuales: instalarse en ese cen-tralidad no sólo representa identificar el rostro de la opinión pública mayoritaria, sino que conlleva la obtención de unos magníficos resultados lectorales. Definir el punto de encuentro entre el ideal y la posibilidad, la moderación, el diálogo, la integración, el equilibrio, la responsabilidad y la templanza equivale a enfrentarse con los verdaderos retos cotidianos del hombre de gobierno. Si se entiende que la política es participar en un campeonato de demagogia, de populismo y de radica-lidad, será imposible que prevalezca un candidato cristiano-demócrata. Pero cuan-do los vencedores en esos certámenes para vendedores de crecepelo se convierten en presidentes y primeros ministros, la que pierde no es la democracia cristiana, sino la propia democracia. Tenemos ejemplos muy cercanos. Y los daños, en nues-tros dos hemisferios, han sido y son aterradores.

Quizás la raíz del problema estriba en el triunfo de un modo de hacer políti-ca que se complace en encargar encuestas para conocer los deseos e inclinaciones de los ciudadanos, se esfuerza en el desgaste de pasillos y moquetas, y elude la adopción de decisiones y la relación abierta y honesta con los ciudadanos. En una política que prefiere el poder sin la acción y no entiende que el poder es una res-ponsabilidad para la acción. Y que la responsabilidad para la acción. Y que la res-ponsabilidad se traduce en actos.

Hemos padecido una política sometida a la tiranía de un pensamiento único que, como muy recientemente sostenía Philippe Nemo, se sustenta sobre “el retro-ceso de la verdad dentro del espacio público” (Nemo, 2011, pág. 121), con la con-siguiente imposibilidad de establecer unas reglas morales compartidas, a favor de visiones Flexibles y cambiantes, de una geometría variable en donde todo cambia excepto la voluntad de permanecer, no en las responsabilidades de gobierno sino en el poder. Decía Immanuel Kant que la “Ilustración” era la salida del hombre de su voluntad minoría de edad. Si finalmente prevaleciera esa forma de entender la política, sí que regresaríamos a la minoría de edad. Por eso es tan importante que la democracia cristiana siga comportándose como una ideología adulta.

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III. Democracia cristiana: la estación de la vida y la esperanza“Creo en el amor”11

Esto mantenía en su carta de despedida Pierreb Alvizet, estudiante parisino de ciencias antes de ser fusilado el 16 de agosto de 1944 en el bosque de Dormont. Pierre era militantes de la JEC, la Juventud Estudiante Cristiana, la organización juvenil universitaria que agrupaba a los militantes cristiano-demócratas franceses, y en su hora final, en donde se dirigía tiernamente a su familia y a su novia, man-tenía que la vida es bella.

Aldo Moro sostenía en La democrazia incompiuta que el primer deber del ser-vicio público y de la acción política era precisamente, testimoniar a los seres huma-nos que la existencia merece la pena, que la vida disfruta de un sentido pleno, que la política en su definición imborrable, difícilmente superable en significación con-ceptual, “es un homenaje cotidianamente rendido a la verdad y a la belleza de la vida” (Moro, 1999, pág. 121 ss.). Si la iniciativa política de los cristiano-demócratas asimila esta exigencia incomparable, el discurso del humanismo disfrutará de un horizonte perene.

La democracia cristiana se aproxima a una nueva estación dentro del ciclo his-tórico democrático que se inició en 1945, un ciclo histórico y político que, con toda justicia, en atención a sus resultados electorales y su presencia en las responsa-bilidades de gobierno, pero sobre todo en consideración a su decisiva influencia en la configuración del modelo constitucional de Estado social y democrático de derecho mayoritario hoy en Europa, puede denominarse “el siglo de la democracia cristiana”.

Cuatro estaciones fue la denominación que a sus memorias adjudicó Richard von Weizsäcker, cuatro ciclos que se correspondían con su infancia en la República de Weimar, su juventud en el nazismo y la Segunda Guerra Mundial, su carrera como servidor público en la Republica federal de Alemania, y a su etapa final como presidente federal (Von Weizsäcker, 2010, págs. 10-13). La estación en la que aho-ra se encuentra la democracia cristiana no es precisamente una Stazione Termini como la que pisaban Jennifer Jones y Montgomery Clift en la película de ese gran director cristiano que fue Vittorio de Sica. Es una estación que rescata la identi-dad y la autenticidad y, si se me permite un sentimiento dudosamente cristiano, el orgullo de quienes, cuando contemplan la historia de Europa, reconocen en figu-ras como Adenauer, como De Gasperi, como Schuman, como Erhard, como Moro, como Kohl… el modelo, el liderazgo y el estilo que pueden y deben inspiran un 11 Delpard, 2009, pág. 238:”… Pour cette jeune fille, que mon coeur veut garder idéale puisque rien ne nous permet actuellement

le moindre engagement d´avenir, je demande au Seigneur de toujours le garder aussi chic pour le jour où je reviendrai. Si je ne reviens pas, qu´elle continue une route droit et heureuse, puisque rien ne l´engageait à mon égard. Qu´elle garde le souvenir d´un bon camarade… qui est heureux d´avoir trové le grand amour dont elle avait été pour lui le symbole. Si aujourd´hui il n´y a pas entre nous cette promesse que jáurais tant souhaitée, c´est la volonté de Dieu… D´après toutes les éventualités, la Vie est belle…”

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accionar político especifico, al servicio de la unidad: entre los hombres y entre los pueblos. Al servicio de la libertad. Y al servicio de Europa.

Y, en último término, la democracia cristiana reafirma su profunda identidad con un mundo moderno al que ama. Consciente de sus carencias y de sus insufi-ciencias, pero también del privilegio que representa, para todos nosotros, compar-tir un fragmento de la historia abierto como nunca la energía creadora del hombre. El 17 de julio de 1959, el cardenal Montini en la Catedral de Milán una bellísima homilía en recuero de un cristiano excepcional del siglo XX: Agostino Gemelli. El futuro Papa Pablo VI dijo del promotor de la Universidad Católica del Sagrado Co-razón, y de generaciones de servidores públicos en cuanto cristianos que el propio joven Padre Montini había tutelado desde la FUCI, que Gemelli había sido nuestro porque había sentido un amor por todos los valores morales de nuestro tiempo y había amado al pueblo, a la patria y la vida moderna (Tiraboschi, 2007, pág. 10).

Hoy, como en todas las “horas cero” de nuestra historia, la democracia cristia-na no es, como le dijo un gran cristiano-demócrata, Maurice Schumann, a Charles de Gaulle cuando se puso a sus órdenes en París en junio de 1940, “retaguardia, sino vanguardia”. Vanguardia de modernidad y de compromiso, de imaginación y de disciplina. Vanguardia de vida y, por lo tanto, de esperanza.

Una gran figura de la cultura europea del siglo XX, Edith Piaf, profundamente creyente y devota de Santa Teresita de Lisieux, tenía preferencia por una canción de Michel Vaucaire y Charles Dumont que apenas pudo incorporar a su repertorio durante sus dos últimas giras, pero por la que siempre se le recordará: “Non; je ne regrette rien”. Tal y como ha relatado el propio Charles Dumont, cuando Edith Piaf escuchó por primera vez la canción en su apartamento parisino, esperó a que finalizara la interpretación y, cuando terminó le pidió que la reintentara. Después exclamó: “¡Formidable, es mi vida, soy yo!”, y le preguntó al propio Dumont con enorme contundencia: “¿De verdad usted escribió eso?”. Esa canción de amor, her-mosísima, que promete un nuevo comienzo junto a un también nuevo y definitivo amor, mantiene que la vida y las alegrías “comienzan hoy contigo”.12

“Car ma vie, car mes joies, aujourdhui / Ca commence avec toi”, finaliza la canción la cantante parisina. Curiosa o no tan curiosamente, son dos versos que recuerdan poderosamente el título de una maravillosa película de Bertrand Ta-vernier de 1992 sobre la crisis del sistema público educativo en Flandes francés a comienzos de la última década, Ca commence aujourdhui (hoy empieza todo). La película, dura, por no decir trágica, en algunos de sus episodios, no vacila en trasmitir al espectador un mensaje de esperanza. Merece la pena poder decir: “Hoy empieza todo”.

12 Piaf, 1994. Págs. 287-288. Vid Igualmente Bret, 2007, pág. 177, y Helait-Lelo, 2003, págs. 280-282.

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Merece la pena, especialmente, para la democracia cristiana. La tarea que se presenta es, seguramente, la más gigantesca desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Y, además, es una tarea mundial. Pero por ese mismo motivo, la esperan-za es también mundial. Grandes partidos, como el PAN mexicano, como el PDC chileno, como el PPC peruano, son hoy referencias extraordinarias interesantes y fecundas para cuantos compartimos el humanismo de la razón práctica.

Y lo compartimos desde la adhesión a cuento el cristianismo significa. En su maravilloso libro sobre el Concilio Vaticano II, Giuseppe Dossetti, convencional-mente calificado siempre como el máximo exponente del “progresismo” en el seno de la democracia cristiana italiana, venía a explicitar en qué consistía esa posición avanzada. Dossetti, activo participante en los trabajos del Concilio, advertía que no se trataba de cambiar los contenidos de la propuesta cristiana “que no pueden ser otros que la crucifixión, la pobreza, la castidad y la obediencia” (Dossetti, 1996, págs. 100-101). Todo un programa político. Entonces y siempre

Cuando Richard von Weizsäcker evaluaba el itinerario que condujo hacia la reunificación, alemana, con sus múltiples y complejas interrogantes, sentenció: “La respuesta la dio la Historia” (Von Weizsäcker, 2009, pág. 11). La sigue dando. Pero una Historia que, como decía Heimito von Doderer, no se ocupa del pasado, sino del futuro. Del futuro que nuestros antecesores querían y soñaban; el futuro que les motivaba y que les impulsaba. Y del futuro que, con ese mismo fundamento, perse-guimos nosotros mismos. Más allá de las crisis, coyunturales, para una democracia cristiana instalada en ese futuro, todo empieza hoy.

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uando el día 30 de abril de 2003 Socorro Escorcia y quien escribe estas líneas presentamos el proyecto de publica-ción de un libro con la historia de la Propaganda polí-tica del PAN, no pensábamos que pasarían 9 años para que ese sueño se hiciera realidad. En aquel entonces lo titulamos La vida electoral del PAN vista a través de su propaganda. La presentación llevaría otro formato, ya que se pensaba hacer de este libro un simple repaso por cada uno de las diversas campañas.

Los trabajos de ordenamiento y catalogación de la propaganda panista siguie-ron su curso normal, las nuevas campañas continuaron llegando aunque en nú-meros muy reducidos vimos el crecimiento de nuestro acervo propagandístico; no obstante, esto fue positivo para el Centro de Estudios, Documentación e Informa-ción sobre el PAN (Cedispan) ya que este crecimiento nos dio pie a continuar la investigación para poder terminar el libro. Panistas de Jalisco, Michoacán y Gua-najuato aportaron algunos de estos ejemplares para enriquecer más nuestro acervo que a la fecha cuenta con mil 854 afiches –incluyendo carteles, pendones, cartuli-nas, volantes de mano, dípticos, trípticos, vasos, mantas y engomados–.

En busca del Ciudadano,7 décadas de

Comunicación política

J. Gerardo Ceballos Guzmán

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La colección que tiene el Cedispan es la más importante en lo que a Acción Nacional se refiere y hemos encontrado incluso, anti propaganda: un volante que circuló durante la campaña de 1944 en Aguascalientes, otros ejemplares cir-cularon en la campaña de 1988.

Hace algunos meses vimos la nece-sidad de retomar nuestro proyecto con nuevos ánimos, con una campaña en puerta y las esperanzas de que nuestro trabajo llegara a buen puerto; así, nos dimos a la tarea de replantear las ideas y complementarlas dejando de lado toda propaganda que no tuviera que ver con esa “búsqueda del ciudada-no”, como son las campañas internas y los procesos de selección de dirigentes –que son un tema importantísimo, pero no entra en el ámbito de la publicación que deseábamos hacer–, quedaron fue-ra, nuestro trabajo se enfocó entonces a las tareas de los panistas por convencer a la población de que sus propuestas son las mejores.

Así nació el proyecto editorial que culminó con la publicación de En busca del Ciudadano, 7 décadas de comunicación política, obra en la que es posible obser-var cómo los primeros años de propa-ganda panista serán de educación del ciudadano, de enseñar que el voto es fundamental para que nuestro país sea mejor, que los procesos electorales son para que decidamos muestro futuro, así como reflejar que el esfuerzo no fue tarea fácil, en cada proceso se buscaba

un nuevo elemento que diera al ciuda-dano de a pie la pauta para convencerse de que participando y votando es como se puede cambiar a México.

Cada elemento que contiene este libro es parte de la historia de Acción Nacional, cada color, forma, son una nueva respuesta a las limitaciones de presupuesto y de personal; los panistas de cada comité elaboraron gran parte de la propaganda.

Para que el relato de esta historia fuera más sencillo decidimos que el li-bro se dividiera en tres grandes capítu-los, que agrupan la propaganda en épo-cas definidas dentro de la historia panis-ta: la primera abarca los años 1940 hasta 1969, en ella encontraremos la historia de las primeras campañas en 13 seg-mentos; la segunda abarca de 1970 hasta las campañas de 1984, con 11 apartados; la tercera y última parte comprenderá las campañas sucedidas a partir del año de 1985 y hasta el 2010 en 22 partes.

Cada una de las tres partes del libro se dividen a su vez en campañas loca-les –las cuales abren la historia, porque Acción Nacional siempre ha promulga-do la importancia del municipio, pues en el federalismo la organización del Estado comienza en los ayuntamien-tos–, pasando por gobiernos estatales y legislaturas locales. Las campañas federales son el reflejo de este trabajo interno, de esa lucha por espacios para el ciudadano.

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Como se infiere líneas arriba, en ambas partes encontramos las divi-siones naturales, en la primera encon-traremos las campañas por alcaldías, gubernaturas y congresos locales y en la segunda se presentan campañas pre-sidenciales, diputaciones federales y senadurías, en ese orden; por supues-to que hay ausencias, más por falta de material que de deseos para incluir ma-terial adicional, esperemos que los pa-nistas aporten y enriquezcan nuestros esfuerzos.

Todas y cada una de las imágenes pertenecen a la colección del Archivo Histórico del PAN y su rescate para los militantes, ciudadanos y público en general ha de servir de puente para comenzar a conocer la historia de los esfuerzos y las luchas que generacio-nes de panistas dieron desde todas las trincheras en 70 años de participación política.

El libro En busca del Ciudadano, 7 décadas de Comunicación política, ofrece una revisión de la propaganda política de Acción Nacional desde 1940, en que Carlos Zorrilla fuera el candidato del PAN a la alcaldía de Tampico, Tamau-lipas, hasta las campañas a gobernador 70 años después.

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cional resumidos en dos prácticas ediciones dan for-ma a las más recientes publicaciones de la Fundación Rafael Preciado Hernández: Antología Ideas Fuerza y Doctrina Panista.

La primera, en 223 páginas, reúne una selección de frases y breves textos de discursos y artículos –sobre el tema de doctrina– en la que se aprecia el pensamiento de nueve pilares del panismo: Manuel Gómez Mo-rin, Efraín González Luna, Rafael Preciado Hernández, Miguel Estrada Iturbide, Adolfo Christlieb Ibarrola, Efraín González Morfín, Abel Vicencio Tovar, Carlos Castillo Peraza y Carlos María Abascal Carranza.

Cada uno de ellos está presente en la obra a través de sus pensamientos y accio-nes, como se concibe el término idea fuerza; con su peculiar prosa y la pasión por la doctrina humanista. Constituye un legado importante, visto como la síntesis del pensamiento panista, recopilado y hoy impreso para las generaciones presentes y futuras.

Una idea fuerza es, en palabras de Manuel Gómez Morin, “la expresión simple de las verdades elementales”; la esencia de la doctrina panista es lo que podrán conocer a través de la antología en cuestión.

Ideas Fuerzay Doctrina Panista

María Elena de la Rosa

… el partido auténtico no es asociación de políticos profesionales, sino de ciudadanos, de mujeres

y hombres que entienden su deber de no mutilarse… :

Manuel Gómez Morin.

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En los momentos que vive Acción Nacional es importante retomar esos principios rectores que bien se pueden abrevar de las páginas de Antología Ideas Fuerza, porque a decir de uno de los fundadores del Parido “es la mística que nos permite nombrar ese ímpetu espiritual que marca la conduc-ta personal y que empuja los grandes movimientos sociales”. Lo que invita a leer a Gómez Morin en su Informe a la Convención Nacional, del 20 de abril de 1940.1

Y porque “Acción Nacional es un Partido no de doctrina mínima sino de exigencias máximas”,2 las ideas fuerza serán las directrices de pensamiento 1 Antología Ideas Fuerza, Tomo I: Doctrina.ManuelGó-mezMorin. Ed. FundaciónRafael PreciadoHernán-dez,junio2012,p.24.

2Antología Ideas Fuerza, Tomo I: Doctrina.EfraínGon-zález Luna. Ed. FundaciónRafael PreciadoHernán-dez,junio2012,p.42.

y ejecución para llevar al PAN a la si-guiente etapa de su vida.

*****

La segunda publicación, Doctrina Panista,3 además de contener los Prin-cipios de Doctrina del Partido (1939), aprobados por su Asamblea Constitu-yente; encontraremos la Proyección de Principios de Doctrina de 1965 y la de 2002, así como textos de Efraín Gonzá-lez Luna (1947), Efraín González Mor-fín (1968 y 1973), y de Carlos Castillo Peraza (1993), que abordan el tema y lo detallan.

A quien le interese acercarse al Par-tido, esta publicación resulta accesible por su formato, sencilla en su consulta 3Editadaenagostodeeste2012,porlaFundaciónRa-faelPreciadoHernández.

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y didáctica. La primera parte contiene los textos de los autores arriba mencio-nados, y en la segunda encontraremos los Pilares del Humanismo, así como la transcripción de los documentos bási-cos que dan sustento a la Doctrina del PAN.

Para el simpatizante, militante y dirigente, la edición es fundamental en sus bibliotecas para su cotidiana con-sulta.

De igual forma para los estudiosos de los partidos políticos y en particular de Acción Nacional, es una herramien-ta que ayudará a comprender los con-ceptos en que está basada la doctrina del Partido.

Como una muestra de lo anterior, Carlos Castillo Peraza –en una confe-rencia dictada en abril de 1993– define los cuatro principios de la doctrina:

1. La eminente dignidad de la persona humana.

2. La primacía del bien común.

3. La preminencia del interés nacional.

4. La democracia como sistema de vida y de gobierno.

Y considera que todos los demás conceptos, como la solidaridad y subsi-diariedad, derivan de estos principios.

González Luna, por su parte, en conferencia dictada a los grupos juve-niles de Acción Nacional, en 1947, les precisa que: “La doctrina de la persona humana es positivamente central en la estructuración del ideario político del Partido. Es –el centro de donde irra-dian todas nuestras tesis…”.4

Dos décadas después, en 1968, González Morfín expone que: “… se-gún el concepto que un partido político tenga de la naturaleza y de la persona-lidad humana, así serán los conceptos que defienda de sociedad, de autori-dad, de progreso, de orden o de desor-den político”.

“En Acción Nacional nos basamos en la dignidad, en los fines, en los de-rechos y en las obligaciones de la per-sona humana, como principio funda-mental de la doctrina y de la conducta política”.5

Les dejamos para su lectura estas dos nuevas publicaciones de la Funda-ción, en las que con seguridad encon-trarán material suficiente para sus dis-cursos, ponencias o investigaciones.4 Doctrina Panista,Ed.FundaciónRafaelPreciadoHer-nández,agosto2012,pp.29-42.

5 Ibídem.P.22.