Palabrería 2011

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La revista del IES La Ería

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P A L A B R e R Í A La revista del IES La Ería. Oviedo. Número 4. Junio de 2011

SUMARIO

Gente de La Ería Nuestro futuro fuera de La Ería, 3

Hasta siempre, 5 Formación a distancia desde La Ería, 6

¿Qué es el AMPA?, 8

Cosas que pasan en La Ería Pequeña antología del disparate, 9

Entrevista a Eduardo Llano Martínez, 10 El IES La Ería por los buenos tratos, 11

Teatro de la UTE de Villabona en La Ería, 12

Actualidad ¿Y si nos indignamos?, 13

La Ería, un instituto viajero

A trip to Broadstairs, 15 Comenius 2011, 16

Ashford-Oviedo, otro intercambio en La Ería, 18 Un periplo por la Hélade, 19

Toledo, la ciudad de las tres culturas, 21

Deportes 6 deportistas, y campeones, en La Ería, 22

Siete días en la nieve, 24

Música Una ópera entre los 15 y los 17 años, 25

Libr ería ¿El buen lector nace o se hace?, 27

¿Y tú? ¿Has sentido miedo alguna vez? 28 Cartas de… ¿amor?, 29 Macedonia poética, 30

Cuentos y poemas ganadores del concurso literario IES La Ería , 31

editorial Otro año más –y van cuatro- para la revista Pala-brería, nuestra revista, la del instituto La Ería. Llega, como siempre, en junio, con las notas, con las vacaciones, para así hacer un puente entre las experiencias acumuladas en este moribundo curso 2010-2011 y el próximo, cuyos viajes, in-quietudes y emociones están por vivir y relatar. Nuevos autores, de los que esperamos futuros esfuerzos, tienen cabida en estas páginas y fie-les colaboradores, ley natural obliga, nos aban-donan; le devolvemos un «hasta siempre», a nuestra precisa Ana Aparicio, y también a Loreto, Mónica, Paz, Patricia, María y John, que empie-zan a transitar por otros pasillos y otros saberes. Nuestras compañeras de 3º ESO han encontra-do también una despedida con recuerdo para ésta vuestra revista: ¡hasta pronto, palabreros!

Han hecho este número de palabrería

Nuria Fernández Menéndez, Alba Menéndez Cao (1º ESO A); Noelia Blanco Agudín (1º ESO B); Ra-quel Díaz Eguiagaray, Raquel Iglesias Méndez, Elizabeth Ndaw Díaz (2º ESO A); Mónica Álvarez Sal, Belén Gómez Torterolo, Aida González Fernández, Lidia Llano Paredes, Micaela Mercuri Zuccherino, Verónica Silvia Barbosa, Jessica Vera Ango (2º ESO B); Henar Milán Medrano (2º ESO D); Paula Alonso Penanes (3º ESO A); Irene Baranda Arias, Enrique Barranco Arango, Neli Gil Prieto, Bárbara Jiménez Álvarez, Paula López Fernández, Alba Vigil Loredo (3º ESO C); Alba Bayón Mirava-lles, Ainhoa Fraile, Olaya García Fernández, Jorge López Alonso, Nerea Mayo Lana (3º ESO E); Mari-cela Abad Marcos (4º ESO D); Jorge Manuel Ber-nardino González, Noelia Casanueva Pérez (4º ESO E); Guillermo Mateo Martínez (1º BCH A); Mar-ía García Perotti, Bousso Gaye (1º BCH B); Azahara Bermejo Rodríguez, Magda Rodríguez Dehli, Sara Suárez Palmeiro (1º BCH C); Lorena López Pérez (1º BCH E); Ana Aparicio Rodríguez (2º BCH E).

Diseño / maquetación: Departamento de Actividades Complementarias y Extraescolares. Imprime: HiFer Artes Gráficas Depósito Legal:

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Nuestro futuro fuera de La Ería

Paula Alonso Penanes Olaya García Fernández Ainhoa Fraile González Nerea Mayo Lana Este año hemos encuestado a nuestros compañeros de 4º de ESO y 2º de Bachillerato, los cursos que finalizan cada uno de los niveles de estudios que se dan en La Ería (Ciclos de Comercio aparte) y ello

para saber qué les gustaría estudiar o hacer en el futuro con sus vidas profesio-nales y qué opinan de su paso y su vida por La Ería como estudiantes. Empecemos por saber cuántos alumnos de 4º de ESO quieren seguir estudiando Bachillerato. La gran mayoría está dis-puesta a seguir esos estudios, y los Bachi-lleratos de Ciencias de la Salud, el Cientí-fico-Tecnológico y el de Ciencias Sociales resultan ser los más atractivos, aunque hay quien echa de menos que no exista la opción del Artístico. Una pequeña parte de alumnos estudiará ciclos formativos y ex-cepcionalmente, algún alumno ya ha deci-dido dejar los estudios. También hemos querido saber si el centro y su propio trabajo les han garantizado

terminar sin problema los estudios. La mayoría cree que el instituto les ofrece todo lo necesario para acabar con éxito aunque algunos echan de menos mayor orientación en cuanto a qué estudios esco-ger. Sin embargo, muchos de ellos reconocen también que no hacen todo lo posible, no estudian ni se esfuerzan lo necesario para obtener los verdaderos resultados a los que podrían llegar. La preocupación por su futuro es evidente en casi todos los estudiantes, que dicen que al llegar a 4º deciden la opción en función de sus futuros estudios universitarios, mientras que una minoría lo escoge porque le gustan las asignaturas. En Bachillerato la decisión resulta ser más definitiva y cabe destacar la preocupación de todos por la crisis, muy presente cuando les preguntamos sobre las carreras que consideran que tienen más salidas. Estas para ellos son las ingenierías, todas las relacionadas con las nuevas tecnologías y las ciencias de la salud, también las que tienen que ver con las energías renovables. Frente a este predominio claro de las ciencias, las letras quedan rezagadas, salvo alguna excep-ción como son Periodismo o Magisterio, que también pegan fuerte en los Bachilleratos de Humanidades. Pensando en el futuro, en 4º de ESO están muy contentos de pasar a Bachillerato porque les parece que habrá mu-chas menos restricciones. Por su parte, los de segundo di-cen que tienen ganas de nuevos aires y esperan con mu-chas ganas la experiencia universitaria y la libertad de los estudios que cursarán a partir de ahora. Por otro lado, en el momento de imaginar que ya están fuera de La Ería, casi todos afirman que echarán de menos el instituto, «por el ambiente» se repite bastante, y especialmente por los amigos y los compañeros, a los que en muchos casos conocen ya desde niños. En el capítulo de añoranzas para algunos alumnos también estarán ciertos profesores, -en segundo de Bachillerato son conscientes de que en la universidad la relación con el profesorado será muy distinta - mientras que otros, al contrario, no los echarán de menos. Determinadas asignaturas también están en

Alumnos de 2º BCH A en clase

Alumnos de 4º ESO C en el aula de grupo

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los dos lados de la balanza de la nostalgia, pero la variedad de razones en ambos sentidos no se queda ahí, así, una alumna de Bachillerato se queda con «la buena voluntad de la gente» mientras otra ase-gura: «no echaré de menos que no dejen salir fuera sin ese trozo de papel al que llaman carnet». Tam-poco echarán de menos los madrugones y la hora de entrada. En cambio otros sí recordarán de-terminados lugares de La Ería, como la biblioteca o la cafetería. En esta mirada atrás, al resumir ahora cuáles han sido sus mejores y peores experiencias en el instituto, los exámenes suelen estar en ambos lados, de manera que aprobar, sacar buenas notas o suspender se aso-cia con las mejores o peores experiencias de sus años en el instituto. Aparte de esa coincidencia hay recuerdos positivos, y los viajes suelen estar entre ellos: la se-mana blanca, las rutas literarias, el inter-cambio en 4º de ESO; el viaje de estudios para los de 2º de Bachillerato. En el lado negativo Aicha Haddadi, de 4º ESO B, recuerda como su peor experiencia -compartida también con otros estudian-tes- el primer día de clase; una estudiante de cuarto relata «cuando me pillaron con una chuleta en el examen de sociales». El portero automático, el control en los recreos, los partes «in-justos», la séptima hora, ir a septiembre, repetir curso, el estrés o los problemas de convivencia con los compañeros también han sido vividos como situaciones muy negativas. En particular, a los alumnos de 2º BCH les hemos preguntado cuál era su opinión final sobre el Bachille-rato, y el resultado ha sido bastante variado, hay alumnos que piensan que es más fácil de lo que espe-raban, otros en cambio (en mayor número) opinan que es más difícil, que hay un cambio fuerte con res-pecto a la ESO, un nivel muy alto. También hemos planteado la innombrable PAU de la que todos pare-cen estar más que hartos, y ante la que hay opiniones repartidas: muchos la ven fácil, algunos más la ven difícil y otros como un examen más de Bachillerato. Acercándose al futuro profesional, también les preguntamos a los estudiantes de 2º BCH si consideraban que, aparte de la formación y la capacidad para el estudio, su forma de ser iba a influir a la hora de buscar y encontrar trabajo; la mayor parte de

ellos contestan que sí va influir y valoran ser emprendedor, extrovertido y el don de gentes como cualidades positivas y que les van a ayudar. Ana Aparicio, de 2º BCH E opina «alguien dispuesto a trabajar duro y que pueda ser flexible será más atractivo a ojo de quien lo con-trate»; un compañero de clase se since-ra y afirma que «soy muy tozudo y me cuesta ceder» y reconoce que le puede afectar negativamente. En conclusión, sabemos que en estos años saldrán de nuestro instituto varios proyectos de médicos, ingenieros, inclu-so algunos biotecnólogos y algún abo-gado. Además, muy mal no lo deben de haber hecho nuestros profesores ya que hay bastantes aspirantes para esta pro-fesión. Solo nos queda desearles a to-

dos mucha suerte con sus estudios y su futuro laboral y esperamos que todas sus aspiraciones se cum-plan aunque sabemos que muchas de las que aquí aparecen, sobretodo en 4º de ESO, no serán las definitivas. Esperamos que este artículo haya resultado de vuestro agrado. ¡Hasta otra, palabreros!

Alumnos y alumnas de 2º BCH E

Alumnos y alumnas de 4º de ESO en el aula de informática

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Hasta sie mpre Una despedida de 2º de Bachillerato

Ana Aparicio Rodríguez Debería decir que recuerdo perfectamente mi primer día en La Ería. Lamentablemente no es así. En mi defensa diré, y creo que hablo en nombre de todos, que por aquel entonces la máxima prioridad era, ante todo, sobrevivir. Éramos muy pequeños (aunque no tanto como los niños de 1º de la ESO de aho-ra, todo sea dicho), estábamos indefensos (aunque no tanto como los niños de 1º de la ESO de ahora) y no sabíamos nada (¿aunque no tanto como los niños de 1º de la ESO de ahora?). Fuimos la última hornada del aulario, algunos por partida doble: mi clase, y no sé si alguna otra, tuvo la misma aula el primer año de secundaria y en parvulitos. Hay quien dice que eso tuvo serias consecuen-cias sobre nuestro desarrollo mental. Me encojo de hombros; la verdad es que no lo sé. No tardamos mucho en ser trasladados al edificio grande. El instituto. O mejor: EL INSTITUTO. El aula-rio sólo había sido un simulacro de lo que nos esperaba; ahora empezaba la secundaria de verdad. Re-cuerdo sentirme mayor cuando crucé por primera vez el hall. Recuerdo sentirme minúscula y comparar mi estatura (y la de las generaciones venideras) con los azulejos de la pared… Recuerdo menos cosas de las que esperaba. Cuando empiezas algo, ya sea un curso o un libro, una película o seis años de estudio, no puedes ni imaginar cómo será acabarlo. No queda ni nada para eso es lo que probablemente estés pensando. Es

lo que hacía yo. «Ba-chillerato» dejaba una sonrisita cándida en mis labios cuando era más joven. Lo creía tan lejano… Y no lo estaba. Ahora estoy con un artículo de despedida entre ma-nos y no tengo anéc-dotas con que llenar-lo. Sólo tengo esta sensación de incredu-lidad que no me abandona desde las últimas notas que se me entregaron en La Ería. Las últimas notas. No me di cuenta de que serían las últimas hasta que estuvieron bien guardadas en mi

carpeta. Si lo hubiese sabido… No sé bien qué hubiese hecho, la verdad. ¿Las hubiese mirado más intensamente aún? ¿Me hubiese latido más rápido el corazón? ¿Hubiese tirado confeti? Quién sabe. Ahora creo que es importante ser consciente de la última vez de algo, sea lo que sea, para así poder saborear el momento. Regodearse. Disfrutar. Escribir un artículo. Llámese como quiera. En cualquier caso, hoy podemos decir que hemos terminado (ahora es cuando me domina la euforia, así que no me lo tengáis en cuenta). Hemos terminado. TERMINADO. Hasta siempre, Ería; te echaremos de menos, sobre todo cuando nuestro material de trabajo incluya generosas cantidades de vaselina. Y no te sientas mal por ello: aunque nos vengas a la mente en los peores momentos, siempre te recordaremos con mucho cariño. Tratadla bien.

Acto de graduación de 2º de Bachillerato

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Formación a distancia desde La Ería Azahara Bermejo Rodríguez Bousso Gaye Sara Suárez Palmeiro Seguro que todos hemos pensado alguna vez qué bien estaría eso de poder estudiar sin tener que ma-drugar e ir al instituto. Pues bien, en La Ería esto sucede, en particular el alumnado que hace los estu-dios a distancia de Comercio (Ciclo Medio) y Gestión Comercial y Marketing (Ciclo Superior). Para sa-ber más sobre ello hemos hablado con la jefa del Departamento de Comercio, Corina Vinjoy Amor. ¿Desde cuándo está funcionando la formación a distancia en La Eria? ¿Cómo se consiguió? Los cursos de formación a distancia comenzaron en el curso 97-98, después se suspendieron durante años y se reanudaron de forma permanente en el año 2005, con este es el sexto año que damos clase. La decisión de empezar la formación a distancia en La Ería fue de Consejería de Educación. ¿Cuántos ciclos hay de forma-ción a distancia? ¿Cuántos alum-nos están matriculados? En este centro contamos con dos ciclos formativos, el superior, y el de grado medio. Con el primero se obtiene el título de Técnico Superior en Gestión Comercial y Marketing, y hay matriculados cincuenta alumnos y con el de grado medio se obtiene el título de Técnico de Comer-cio, y hay unos treinta y dos, aunque este número puede variar, ya que a lo largo del curso se pueden ir matriculando, no es como un curso normal en que solo te puedes matricular en septiembre. ¿Qué requisitos hay para entrar en la formación a d istancia? ¿Hay que hacer algún examen? Para entrar en el grado superior necesitas tener Bachillerato y para entrar en un curso de grado medio necesitas el titulo de la ESO. Si no se tiene esta titulación se hace una prueba de acceso. ¿Qué tipo de alumnado suele haber? ¿Cuál es la proc edencia de los alumnos y alumnas? El alumnado suele ser gente que ahora está parada y necesitan esta formación para encontrar trabajo; también hay alumnado que ya trabaja y quiere mejorar su formación. También suele haber madres que tiene niños o gente mayor a su cargo y que con estos ciclos a distancia pueden compaginar el trabajo de casa con su formación. Contamos con alumnos de toda Asturias (Oviedo, Gijón, Cangas de Narcea, Navia, Llanes…) y de otras comunidades: Galicia, Navarra, Santander y León. ¿Cuántos profesores dan clase? ¿Cuántas asignaturas se imparten en estos ciclos? De la formación a distancia de manera exclusiva se encargan dos profesoras y además hay otros cuatro profesores que comparten la formación presencial en la mañana y a distancia por la tarde. Las asignatu-ras en grado superior son: Inglés, Investigación Comercial, Gestión de la compra venta, Políticas de marketing, Logística comercial, Marketing en el punto de venta, Formación y orientación laboral, Aplica-ciones Informáticas y Formación en Centros de Trabajo (FCT). En grado medio tienen: Operaciones de venta, Administración y gestión de un pequeño establecimiento comercial, Animación del punto de ven-ta, Operaciones de almacenaje, Aplicaciones informáticas, Formación y orientación laboral, Relaciones en el entorno de trabajo, Inglés y Formación en centros de trabajo.

El alumnado, haciendo un examen en el mes de marzo

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¿Cómo se hace el seguimiento de las asignaturas? ¿H ay alguna clase presencial? Cada ciclo tiene cuatro horas de tutoría semanales, de esas cuatro, dos son tutorías individuales, que cada alumno las puede hacer en persona, con el tutor o por teléfono. Otras dos horas son colectivas, se hacen en el centro y pueden asistir todos los alumnos y alumnas para hacer ejercicios en grupo. ¿Cómo se realizan los exámenes? ¿Hay buenos resultados? Los exámenes se realizan de forma presencial, es decir, se debe de acudir al centro para realizarlos. Se hace un examen por trimestre: en diciembre, en marzo y en mayo. En junio se realiza un examen global y final para aprobar las evaluaciones suspensas o para aquellos que se presenten únicamente a este examen. Los resultados están siendo bastante satisfactorios ya que de grado superior aprueban entorno al 70% o el 80%. En grado medio es algo más bajo y aprueba entorno al 40% y el 60%. ¿Es más fácil dar clase a distancia o presencial? ¿ Y las ventajas e inconvenientes del sistema? Es más sencillo dar clases a distancia ya que los alumnos, los que vienen, tienen interés en lo que hacen y esta decisión la toman ellos. En el sistema presencial muchos de los que vienen están obliga-dos y no atienden todo lo que los profesores quisieran. Las ventajas para el alumnado están claras: pueden compatibilizar el estudio con el trabajo y además desde cualquier lugar donde vivas; los incon-venientes son estudiar en solitario, ya que si viniendo a clase puede resultar complicado, sin ayuda re-sulta aún más duro aprender los conceptos, aunque también se potencia el esfuerzo. El mérito es ma-yor, ya que los alumnos no cuentan a diario con la ayuda de un profesor y ellos han de organizarse ya que su única ayuda son los apuntes y un CD en el que también hay ejercicios y explicaciones. Una vez obtenida la titulación, ¿se sabe si ésta le s ayuda a conseguir trabajo? Sí que les ayuda; a las personas que estudian estos ciclos les permite mejorar en su empleo y poten-ciarlo, aunque sabemos que en la crisis actual es difícil conseguir trabajo en cualquier rama. También hemos querido conocer la opinión de los alumnos y alumnas, así que nos hemos puesto en contacto con ellos por correo electrónico, el medio natural al ser enseñanzas a distancia. En general todos han optado por la enseñanza a distancia porque debido a los compromisos familiares o laborales les resulta difícil acceder a las clases presenciales y además les permite mejorar su forma-ción. Así lo expresa M.J. R.T. (Comercio Grado Medio), quien se matriculó para «ampliar mis estudios académicos y mis conocimientos técnicos en un sector en el que puedo buscar empleo, ampliar y mejo-rar un poco mi C.V.». En cuanto a los estudios previos realizados, son muy variados: ESO, Bachillerato, Ciclos Formativos, Formación ocupacional, incluso algún curso universitario. Parte del alumnado se encuentra en el paro, mientras que otros trabajan en empleos tan diferen-tes como cajera-dependienta de supermercado, técnica en laboratorio químico o empleado en un estu-dio de diseño gráfico. Esto nos ha hecho plantearles cómo se organizan en el trabajo. Partiendo del material que les dan en el curso y las tutorías, después ya es un trabajo personal, y como señala uno de los alumnos, que estudia Gestión Comercial y Marketing, «hago encaje de bolillos, el trabajo, la fa-milia. Estudio por las noches, en los ratos libres (pocos) y cuando se van acercando los exámenes dedi-co sábados y domingos». Si tuvieran que inclinar la balanza hacia los estudios presenciales o la distan-cia Ana Vijande Acevedo (Comercio Grado Medio) señala que «cada opción tiene sus ventajas y des-ventajas». Otros compañeros coinciden en esta idea, e Inés Abad Lamas añade que «todo requiere un interés personal para conseguir un fin». A la hora de elegir una asignatura que les resulte más difícil por ser los estudios a distancia coinciden en algunos casos en Inglés, y también señalan Políticas de Mar-keting o aquellas que son más prácticas. Por lo que se refiere a los exámenes en particular creen que los hay fáciles y también difíciles, o ni más ni menos que de manera presencial. En cuanto a elegir qué ha sido lo mejor y lo peor del curso, las opiniones son variadas. Varios coinciden en considerar lo mejor el hecho de aprender cosas nuevas o el hecho de aprobar. En el lado contrario los nervios en las evaluaciones, algún suspenso o la misma distancia, que hace que a veces resolver dudas sea más difícil. M.A.J (Gestión Comercial y Marketing) concretamente nos comenta que «lo mejor será poder hacer las prácticas en las empresas. Aunque trabajo quiero conocer otros puestos de trabajo y otras empresas. Lo peor la soledad con que se lleva el curso, hay que tenerlo muy claro para no decaer». A la pregunta de si cambiarían algo en el planteamiento de los estudios hay opiniones variadas, en algunos casos no cambiarían nada del curso, mientras que otros opinan que incluirían más trabajos prácticos o un seguimiento por parte del profesorado mayor del que hay actualmente. Ana Mar-ía Casal Fernández (Gestión Comercial y Marketing) hace una propuesta muy concreta y es hacer una página web específica donde se pudieran seguir las clases. Cualquiera que sea esta opinión hay algo en lo que todos coinciden: los estudios que ha realizado este curso les van a resultar útiles, sea para encontrar trabajo o por el simple hecho de aprender cosas nuevas.

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¿Qué es el AMPA? La presidenta de la Asociación en La Ería nos lo explica

Lidia Llano Paredes Henar Milán Medrano La presidenta del AMPA, María Teresa Bravo, nos ha visitado para responder a algunas preguntas y explicarnos el funcionamiento de la Asociación de Madres y Padres, el AMPA. En general, todos sabemos que existe, pero ¿Qué fun ciones tiene el AMPA en un instituto? Entre otras ser intermediarios entre padres e instituto y ocuparnos de problemas que se puedan presen-tar, como los que se dan con la limpieza; también repartir orlas y participar en actos como la graduación. Y aquí en nuestro instituto ¿Cuántos padres y madr es forman la asociación? En el AMPA somos unos 90 socios, padres y madres de alumnos. Aparte del cargo de presidenta que yo llevo, en la directiva somos siete: Maite Civieta (tesorera) y María Teresa Pastor (secretaria), que acaban este año. Luego están los vocales: Carmen Ortega, Luis López, Mª Jesús Pardo y María Cabo.

¿Cómo has llegado a ser presidenta? ¿Cuál es tu com etido? Llevo ya cuatro años en este cargo, desde que el anterior presidente dimitió y la junta directiva me eligiera presidenta. Represento al AMPA. ¿Os gustaría que hubiese más socios en el AMPA de L a Ería? Me encantaría que hubiese más personas, y desde aquí hago un lla-mamiento a todos los padres para que se apunten, ya que muchos se van cuando sus hijos se gradúan, pero no entra gente nueva. Aunque no se forme parte del AMPA ¿Existe en genera l una buena colaboración con el resto de madres y padres de alu mnos? No mucha, sólo a principio de curso, que es cuando se suelen desarro-llar la mayoría de problemas, especialmente con el transporte escolar. ¿Para qué se destinan los quince euros de la cuota? Para las insignias con el emblema del instituto que se dan en la gradua-ción y para las subvención a cada alumno que lleva pagando el AMPA varios años para el viaje de estudios. Además también ayudamos al instituto a pagar una parte de los gastos que conlleva la graduación

¿Qué proyectos de futuro tiene planteados el AMPA? ¿Alguna actividad extraescolar? Este año tenemos una nueva idea, una biblioteca que va a tener libros para dejar a padres y niños (so-cios del AMPA) sobre todo los de lectura requeridos por los profesores, especialmente novelas. Además recogemos los libros de otros alumnos para dárselos a los que los necesitan. Cada año se plantea la idea de poner taquillas, pero el problema es que no hay espacio ni en las clases ni en los pasillos. Sobre las actividades extraescolares, algunas empresas nos las suelen ofertar a final de curso, y nosotros las damos a conocer a través de una circular, pero si la gente no está interesada las cancelamos. ¿Hay una buena comunicación con la directiva del ce ntro? ¿Y con la Consejería de Educación? Si, muchas veces el director me informa sobre los asuntos del instituto. Casi hay más relación entre el AMPA y el director que con el resto de los padres. Con la Consejería de Educación hay contacto de vez en cuando, normalmente se produce si hay algún problema, y siempre a petición del instituto. ¿Cuáles crees que son las principales carencias del instituto? ¿Cómo se podrían solucionar? Uno de los principales problemas del instituto es el servicio de limpieza, ya que las personas que lo hacen se ponen enfermas muy a menudo y la Consejería de Educación no toma suficientes medidas. ¿Qué opinas con respecto a La Ería? ¿Crees que es m uy distinto a los institutos de antes? Estoy encantada, me gusta mucho. Yo estudié en un colegio de monjas y era mucho más diferente, no tenía nada que ver, era mucho más duro antiguamente. Había exámenes de hasta cinco horas. En la educación ¿Son más importantes los padres o l os profesores? Los padres, porque aunque los profesores también educan no pueden estar tan encima de vosotros. ¿Cuál crees que es la mejor forma de solucionar los problemas de disciplina de los institutos? Todos los centros tienen problemas. No tengo ni idea, si lo supiéramos ya estarían solucionados.

Para despedirse, a Mª Teresa Bravo le gustaría remarcar el proyecto de la biblioteca, que cree será in-teresante, y que necesitan más gente para cubrir las bajas que se van produciendo en el AMPA.

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Pequeña antología del disparate en La Ería Azahara Bermejo Bousso Gaye Sara Suárez Palmeiro Ya lo sabemos: los exámenes son momentos difíciles y un pequeño fallo de memoria, el sueño, los ner-vios y –no lo vamos a negar- menos horas de estudio de las que serían suficientes, traen como conse-cuencia esos tropiezos, esas meteduras de pata que, quien más y quien menos, hemos tenido. Hay incluso libros publicados con esos errores que se cometen desde la más tierna infancia hasta la univer-sidad. Hemos investigado y os ofrecemos nuestra colección de «disparates» made in La Ería. Los romanos, su historia y su lengua siempre han dado mucho juego, y si no que se lo pre-gunten a Asterix. A la pregunta ¿Qué nos han dejado los romanos? no hay mejor respuesta que «nos han dejado esa lengua que nosotros hemos podido arreglar un poco». Claro, se refie-re al latín, pero no se trata exactamente de que la hayamos arreglado un poco, ¡cuando estu-dies latín lo sabrás! La verdad es que la religión de los roma-nos vista desde el siglo XXI resulta un poco complicada, así que hay que ser comprensivos con la siguiente afirmación: «Los romanos cre-ían en un único dios, eran politeístas». Es ver-dad que eran politeístas, pero esta palabrita significa exactamente lo contrario, pues ellos creían en muchos dioses. A veces volver al pasado se hace difícil, ¡ha pasado tanto tiempo que nos «liamos» un poco!, así le pasó a un alumno/a al afirmar que «en-tonces el día constaba de 12 h desde que se ponía el sol hasta que se quitaba». La verdad es que los días tienen la misma duración de toda la vida, vamos, y sería casi un fenómeno para-normal que fueran necesarias 12 horas para ponerse y quitarse el sol, dos cosas que vienen a ser lo mismo. ¡Hay que dormir más! Sabemos que a lo largo de la Historia ha habido distintos períodos artísticos y cuando hay que dar explicaciones a veces vamos a lo más inmediato, que suele ser peligroso, y así el Barroco pasa de ser una etapa que comienza hacia el año 1600, a la «Edad del Barro». Para seguir con los disgustos al depar-tamento de Geografía e Historia y también al de Griego hay quien piensa que Grecia está situa-da en «la Península Itálica, frente al Tíbet». Pe-ro a poco que miremos fijamente un mapa ve-remos que ni Grecia está en la Península Itálica, ni está frente al Tíbet, solo un poquitín al oeste, nada, unos miles de kilómetros de nada.

El estudio de una lengua a veces trae sus que-braderos de cabeza, y ya simplemente empe-zando con las inocentes palabras, porque mu-chas de ellas tienen sufijos con un significado que a veces es difícil de interpretar, así para poner ejemplos del sufijo cida , que significa que mata, como puede ser insecticida (que ma-ta los insectos) un anónimo estudiante de La Ería eligió: «torcida, escocida y retorcida» Y qué decir del sufijo voro (que come), como es el ca-so de Herbívoro, que es el que come hierba, pues que en este caso, la mejor palabra elegida como ejemplo fue «malboro», seguramente a consecuencia de la ley del tabaco. De este sufi-jo nació en nuestras aulas otro pequeño dispa-rate, y es que el insectívoro pasó a ser un «in-secto que come carne» y no el que se alimenta de insectos, como leemos en el diccionario. En el caso de Música lo peor son los nombres de las obras y los compositores, aunque hablar de «Las siete estaciones» de Vivaldi nos puede hace pensar que igual en tiempos del músico italiano las estaciones del año eran siete y no cuatro ¡cosas del cambio climático! También en el Barroco, el músico inglés Henry Purcell com-puso «Oído y Eneas», que es la versión de La Ería de Dido y Eneas, lo que demuestra que el cambio de una letra puede ser el resultado de un defecto auditivo, además de visual. No muy lejano, y vivito y coleando está Eric Clapton, rebautizado como Eric Plancton, quizá como resultado de algún trabajo de bio-logía marina. Al fin y al cabo este es un proble-ma pequeñito si lo comparamos con el que lían los músicos rusos, y así Tchaikovsky fue rebau-tizado como «Chay Koski»: seguro que al com-positor le produciría ciertas kosky llas esta ver-sión estudiantil. Luego está el caso de Graham Bell: ni ruso, ni músico tampoco –más bien in-ventó el teléfono- y sin embargo apareció como el autor de la ópera «Carmen» ¡A ver si Geor-ges Bizet fue el que inventó el teléfono!

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entrevista a eduardo Llano Martínez «La discapacidad está en la mirada del otro»

Enrique Barranco Arango Bárbara Jiménez Álvarez Eduardo Llano Martínez, ex-alumno de La Ería y vocal de ASPAYM (Asociación de Parapléjicos y Grandes Discapacitados) volvió en este curso a su antiguo instituto para ofrecer una charla en la que trató de enseñar a los alumnos el por qué de cada discapacidad, para así cambiar la actitud con respec-to a los afectados y mostrar que una persona discapacitada no es una persona inútil para la sociedad, ni mucho menos. Al terminar la charla, contestó a nuestras preguntas. Sabemos que sufriste un accidente de tráfico y sin duda tu vida cambió desde entonces ¿Cómo te has ido adaptando a la situación, a las nuevas c ondiciones en tu vida cotidiana? Sufrí el accidente ya hace seis años, en febrero de 2005. He afrontado la situación gracias a mi forma de ser. Cada día me he ido adaptado, viendo los obstáculos, los problemas, y tratando de superarlos. ¿Es consciente la sociedad de los problemas que af rontan las personas discapacitadas?

La verdad es que la mayoría de la gente no se da cuenta de esos problemas que debemos afrontar, y de que se podrían evitar fácilmente y sin mucho esfuerzo. Con respecto a ASPAYM, además del apoyo a los asociados ¿qué otras actividades desarrolla? Hay charlas a nivel escolar de información y preven-ción, y para ayudar a aceptar a los que padecen algu-na discapacidad. También hay actividades diversas de ocio y tiempo libre dirigidas a los discapacitados para ayudarlos a relacionarse y a que salgan de sus casas. ¿Qué otro tipo de medidas crees que son efectivas en la prevención de accidentes? ¿Crees que los jóvenes tienen más accidentes que los mayores? Todas las relativas a la seguridad, prevención y pro-tección, en especial la seguridad vial. Realmente los jóvenes no son conscientes del peligro y hay más ac-cidentes, sobre todo entre los menores de 35 años. Las barreras arquitectónicas son un gran inconve-niente. ¿Es Oviedo una ciudad con buena accesibi-lidad? ¿Y el resto de España en general? Oviedo es una de las ciudades españolas mejor adap-tadas, pero aún se pueden tomar más medidas de las que hay actualmente. La situación en el resto de Es-

paña no es la más adecuada, los países del norte de Europa nos llevan ventaja, son los más adaptados. Aparte del trabajo que realizas en ASPAYM, ¿Desempe ñas algún otro tipo de trabajo? ¿Opinas que tenéis las mismas oportunidades para acceder al trabajo que cualquier otra persona? Además de mi labor en ASPAYM, trabajo como comercial para una revista, y también doy charlas en varias autoescuelas para la reubicación vial de aquellos conductores que han perdido sus puntos. Creo sinceramente que no tenemos igualdad de oportunidades en el trabajo debido a los prejuicios sociales. Sabemos que jugabas al balonmano y que has sido ent renador ¿Sigues practicando deportes? ¿Crees que es importante la práctica del deporte pa ra quienes padecen alguna discapacidad? Sigo practicando deportes. Es importante por la forma física y para mejorar la autonomía y socializarse. ¿Qué consejos has dado a los alumnos de la Ería, y darías a todos los que lean la revista? Que una discapacidad puede ocurrirle a cualquiera y que entre todos es fácil crear una sociedad en la que todos podamos sentirnos útiles, que no olviden que la discapacidad está en la mirada del otro. Por último, ya que has sido estudiante de La Ería ¿ Cómo fue tu experiencia en el centro? ¿Ha cambiado desde que estuviste? ¿Qué estudios re alizaste después de salir de La Ería? Fue una experiencia muy buena estudiar en La Ería y tengo muy buenos recuerdos de los profesores y de todos los años que pasé aquí como estudiante. El instituto no ha cambiado mucho. Empecé una ca-rrera de Telecomunicaciones pero no la acabé, sin embargo hice un Ciclo Formativo de Climatización.

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El IES La Ería Por los buenos tratos

Noelia Casanueva Pérez Queridos lectores: como ya sabéis hace unos meses grabamos nuestro primer lip-dub. En primer lugar queremos que sepáis que hicimos esta actividad con motivo del veinticinco de noviembre, «Día Interna-cional contra la violencia hacia las mujeres». Desde este instituto pretendemos fomentar los buenos tratos, el compañerismo y la solidaridad. Me gustaría contaros como fue nuestra experiencia. Estábamos buscando una forma de conmemorar este día de forma positiva haciendo que, tanto alumnos como profesores, participaran juntos y surgió la idea de esta actividad en colaboración con el grupo «Por los buenos tratos». La experiencia fue muy positiva y gratificante a la par que divertida. Par-ticipamos en ella alumnos y alumnas de toda la ESO y Bachillerato, junto con algunos profesores y pro-fesoras. Fueron al menos quince días de preparativos y de trabajo en los que elaboramos pancartas, decoramos el instituto, adornamos camisetas e hicimos entre todos y todas unas propuestas buenísi-

mas. Mientras hacía-mos todo esto también reflexionábamos acer-ca de lo que la exis-tencia de este día in-ternacional significa para nosotros, acerca de qué tipo de relacio-nes queremos entre hombres y mujeres, en las que rechazamos toda expresión de vio-lencia y desigualdad. Por fin llegó el día de los ensayos, que fue una de las cosas que más esfuerzo llevó, porque éramos mu-chos los participantes y muchas las escenas a preparar en espacios muy diferentes del cen-

tro. Teníamos que pensar que el cámara debía hacer un recorrido por diversos lugares del instituto y captar los mensajes de las pancartas que estaban sostenidas por alumnos de diversos cursos. Prepa-ramos el guión y las pautas que teníamos que seguir y repetimos el ensayo un montón de veces para que quedara perfecto. Al final todos y cada uno de nosotros nos aprendimos perfectamente la canción completa. La canción escogida fue «No controles» de Olé Olé. Casi al final del vídeo se ve como la fila delantera se da un abrazo fuerte representando los buenos tra-tos y la amistad, y por último se ve como los alumnos agitan las pancartas bailando y cantando con muchísima fuerza y vitalidad. En definitiva fue un día de diversión, esfuerzo y emoción. La actividad se difundió por diversos medios de comunicación: prensa, televisión, internet y radio, con lo que muchos de los que vieron este vídeo nos manifestaron su apoyo mediante comentarios escritos. Para finalizar y celebrar esta jornada hicimos todos juntos una merienda. Para aquellos y aquellas que aún no lo hayáis visto, tendréis la oportunidad de verlo en este enlace que tenéis a continuación: http://www.youtube.com/watch?v=wcWtBaBNpvE. Además, está colgado en la página web del IES

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«El sueño de Ícaro» Teatro de la U.T.E. de Villabona en La Ería

Maricela Silvana Abad Arcos Jorge Manuel Bernardino González La U.T.E. es la Unidad Terapéutica y Educativa del Centro Penitenciario de Villabona y tal como se puede leer en su página web «representa un modelo al-ternativo a la cárcel tradicional porque transforma la realidad penitenciaria al eliminar la subcultura carcelaria que hace de la prisión una escuela de delin-cuencia y la convierte en un espacio educativo». El pasado 24 de marzo los internos de la UTE vinieron a La Ería a representar la obra teatral «El sueño de Ícaro», que pretende hacer una reflexión sobre las drogas. Una vez terminada la representación se hizo un coloquio con el alumnado asistente y pudimos hacer-les unas preguntas a Dani y Ana, dos de los internos participantes. ¿De qué trata vuestra obra de teatro? La obra se desarrolla en un colegio en el que hay dos bandos de alumnos: los «frikies» y los «chungos» estos últimos son los matones del centro y se ríen de los primeros. Uno de los frikies, Zalacaín, cansado de los chungos , deci-de unirse a ellos, para lo cual cambia de aspec-to físico y comienza a drogarse. Pasado un tiempo, su transformación es tan grande que ni el mismo es ya capaz de reconocerse. Un día es víctima de una sobredosis y entonces ya nadie le ayuda ni le presta atención. ¿Qué se echa de menos en la cárcel? La libertad ante todo, la familia y algunos ami-gos. Hay reclusos que incluso hasta llegan a echar de menos los cubiertos porque en la cárcel se come con cubiertos de plástico. ¿Por qué motivo estás en la cárcel? ¿Qué impresión tuvisteis cuando entrasteis? Por robo y agresión con fuerza. Nos asustamos bastante, nos costó hacernos a la idea de que a partir de entonces íbamos a perder la libertad. ¿Hay reclusos de todas las clases sociales? Si, clases altas, medias y bajas. Ahora bien, los que tienen dinero viven en mejores condiciones. ¿Existen los «enchufes» en la cárcel? Si, algunos pagan una gran fianza para salir.

¿Se imponen castigos como los que se ven a veces en algunas películas? No, no hay nada de eso, pero hace unos años sí que había una zona llamada de aislamiento. ¿Qué es la U.T.E.? ¿Cómo entrasteis en ella? Es la Unidad Terapéutica Educativa (espacio sin drogas). Entramos de forma voluntaria. ¿Qué centros o instituciones colaboran con vosotros en la unidad terapéutica? Programas terapéuticos, en especial «Proyecto hombre» y también «Amigos contra la droga». ¿Qué planes de futuro tenéis? Queremos tener una vida ordenada, normal, como la que lleva todo el mundo, trabajar, etc. ¿Cada cuánto tiempo tenéis un «vis a vis»? El que los tiene, son dos veces al mes, pero presentan el inconveniente de que descuentan días de permiso para salir y ver a la familia. ¿Hay rivalidades entre los compañeros? Más que rivalidades existen piquillas, pero pro-curamos evitar los enfrentamientos y tratamos de ceñirnos siempre a un grupo de amigos. ¿Qué tipo de actividades hacéis normalmen-te en la UTE? ¿Tenéis acceso a Internet? Cursos de formación, también juegos y depor-tes… No, algunos que pueden pagar sí, pero lo normal es que no tengamos acceso.

Los internos de la UTE, en un momento del coloquio.

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¿Y si nos indignamos? Crónica de un cambio naciente

Magda Rodríguez Dehli Algo está ocurriendo en nuestro país. De pronto, una pieza desconocida del motor ciudadano se ha puesto en marcha; y ese individuo medio, habitante de Españistán, poco o nada comprometido con la política, que rechina los dientes desde su sofá cada vez que llegan las facturas del banco, ha demostra-do que no está tan a merced del oleaje como parecía. Y detrás de la imagen de individuo consumista, endeudado por placer, especulador y ciego cuando le interesa, se ha levantado un país harto, conscien-te, inconformista por algo más que por naturaleza ibérica, que reclama sus derechos y los de quienes le rodean. «No estábamos adormecidos. ¡Se equivocaban!». Cada uno ha reunido su indignación indivi-dual y la ha transformado en una fuerza colectiva, para plantar cara a políticos y banca. No es una re-beldía contra los elementos, no es una pataleta sin objetivos ni futuro. Porque sabemos lo que nos están haciendo todos los que no cumplen con sus funciones. Porque vivimos una crisis, y cinco millones de parados son cinco millones de tragedias por las que ninguno de los que debería preocuparse se pre-ocupa: unos han quedado impunes de sus fechorías, otros intentan lavarse la cara, los más procuran que sus cuentas sigan su hermosa trayectoria a costa de lo que haga falta. Y aquellos que debieran, al menos etimológicamente, ocuparse del buen funcionamiento de la polis, de la ciudad y de los ciudada-nos, se han olvidado de todo aquello que no concierne a sus bolsillos y, por extensión, a sus butacas. Y mientras, ¿qué pasa con el resto de los españoles?

¡Indignaos! ha sido el imperativo que ha sabido despertarnos. Di-cen que es curioso: Stéphane Hessel, uno de los redactores de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, es el nona-genario que ha hecho temblar al mundo a través de las páginas de su libro. Rechazado por medios y políticos, la llegada a España del panfleto fue contundentemente reafirmada con ¡Reacciona!, en el que han unido sus voces muchos de nuestros intelectuales para abrir los ojos a una sociedad apa-rentemente dormida... pero de la que no se esperaba semejante respuesta. Insurrección pacífica. Esta es una revolución de todos y para todos,

para jóvenes y mayores, personas de todas las clases sociales; porque nuestro sistema no respeta a nadie. No hace tantos años, nuestros padres y abuelos lucharon por una democracia con todas sus le-tras; hoy, en cambio, parece que se le hayan caído la mitad, como a un viejo desdentado, como si tam-bién la bombilla de la ilusión se hubiese desvanecido. Pero la excavadora de los recortes se ha topado con un muro demasiado fuerte. Tomar la calle implica hacernos visibles, reclamar que existimos, que no vamos a dejarnos vapulear. La Historia nos ha enseñado que la violencia solo genera violencia, y no estamos dispuestos a invadir los derechos de los demás por reclamar los de todos. Y los indignados no sólo piden un cambio; dan soluciones, hablan de reformas concretas, demandan sabiendo lo que piden. Aunque algún partido quiera vestirse de color indignado, no hay espacio para él; somos ciudadanos heterogéneos, sin más bandera que la blanca, sin cúpulas dirigentes ni demagogos detrás del rebaño. Cualquiera puede tener la mejor de las ideas, y en una democracia real tiene derecho a ser escuchado; pero al tiempo la indignación se asienta en unas bases culturales e intelectuales muy amplias. Se oyen citas de Gandhi, de Galeano, de Coelho por las calles; y voces como las de Sampedro (una figura deto-nante) o Punset se alzan junto a las demás. El parado y el becario reivindican sus derechos; el obrero y el arquitecto, el funcionario, el empleado de banca, el activista, el inmigrante y el emigrado se unen, porque quieren lo mismo. «Estamos ante una revolución internacional, que no tiene patria, color ni reli-

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gión. Este movimiento se extenderá de pueblo en pueblo, de país en país, y así llegaremos a abrazar el mundo», se oía en Avilés. Pero no todos están tan entusiasmados con la idea de cambiar. La poca aceptación entre la clase política, que ha visto cómo el pueblo ya no acepta sus bacanales, tiene un triste reflejo: nuestros medios de comunicación, de los que solo teníamos sospechas, se han revelado como publicistas más o menos a sueldo de otras jerarquías. Al principio de las acampadas, nos daban una imagen desfigurada, con datos difusos y sin ninguna explicación; y hoy se acuerdan esporádica-mente, intentando frenar la opinión pública con un silencio patético, solo roto con información favorable o errónea. Los artículos que se cuelan a veces dejan ver cierta simpatía del periodista; pero no es preci-samente de ellos la culpa. La Puerta del Sol ha albergado el corazón del movimiento. Miles y miles de personas, llamadas a través de las redes sociales, ocuparon la plaza a raíz de las manifestaciones del 15 de mayo; y lo mismo ocu-rrió en otras ciudades de toda España. Los medios internacionales se hacían eco de la Spanish revolu-tion, mientras en casa no teníamos ni idea de lo que estaba sucediendo en realidad. Tan espontánea-mente como surgieron las carpas, entre disturbios, ideas, dudas administrativas y una espesa nube de humo que todavía tardará años en dejarnos ver con claridad lo que ha ocurrido, surgió una organización modélica, que en Sol implicaba desde una guardería hasta un servicio médico, y por supuesto limpieza y alimentación, garantizada por la fuerza popular de las asambleas. ¿El mayor miedo? Lo que ocurriría durante la jornada de reflexión... que llevó a unirse al máximo de ciudadanos en el paso de la mediano-che, unas campanadas de tensión política y de solidaridad que nadie se atrevió a romper finalmente. La violencia estaba por venir. La disculpa del fútbol masacró el Estado de derecho en Barcelona, y las car-gas policiales siguieron repitiéndose, a escalas mucho menores, por todo el territorio. Las imágenes de Barcelona, también difundidas con reservas, nos dejaron a todos helados. Para muchos de los que vi-vieron los años de la Transición desde primer plano, era como si los grises de Franco hubieran descen-dido de sus caballos para continuar su cometido. ¿Nos merecemos un país así? Nuestro equipo de reporteros se ha lanzado a las calles en busca de información de primera mano. En Oviedo, las concentraciones tienen su sede en la Escandalera, ahora Plaza de la Democracia, donde a 27 de mayo ya estaba instalado un sistema organizativo completo. Sergio nos recibe en el stand de in-formación y nos habla del nacimiento del 15M ovetense. Surgido el lunes 16 en respuesta al desalojo de Sol, desde el martes 17 se acampa y se duerme en las carpas instaladas en la plaza, cedidas altruista-mente por una asociación. Como no podía ser menos en nuestra región, la lluvia no ha dado tregua prácticamente desde entonces; una de las lonas azules traídas para resistirla no tardó en empaparse y caer, con lo que hubo que instalar el iglú que pasó a cobijar a los diez indignados que hacen noche y vigilan las carpas. En una de las zonas de acampada están instalados los ordenadores y el wifi; otra se emplea como almacén, despensa y comedor. Tres días antes de nuestra entrevista, las necesidades propiciaron una organización sistemática en gru-pos de trabajo, abiertos a cualquiera que quiera colaborar: informática, actividades, arte, logística, coor-dinación, acciones o moderación y convivencia. Así se ordenan las asambleas, los conciertos, los entre-tenimientos para niños, los carteles, las infraestructuras... En vísperas de la PAU, nadie tiene disculpas para quedarse en casa; detrás de la Gorda está instalada la Universidad Popular, con profesores volun-tarios que dan clases particulares. El viernes de reflexión se juntarían 2000 personas para hacer frente a lo que pudiera surgir durante la noche; pero el punto inflexivo de concentración suele darse a la hora de las asambleas, en las que se larva cada movimiento en Asturias, marcadas por una fuerte presencia del asturiano. Ha pasado ya más de un mes desde el 15 de mayo que da nombre al movimiento (y a alguna de las plazas de las concentraciones pacíficas), pero el espíritu del cambio sigue vivo. No hemos conseguido nada todavía (ni siquiera llevar a cabo el intento de concentración en los recreos de nuestro propio insti-tuto, abandonado por los veinte indignados que estaban haciendo de tripas corazón entre examen y examen), así que el feliz matrimonio de recién casados en la plaza del Ayuntamiento ovetense, la Banca y el Gobierno (y otros políticos igual de manchados) no podrá limpiar sus calles de la conciencia ciuda-dana. Tal vez pensaron que el pueblo se cansaría después de chillar un rato; pero de momento parece bastante poco probable. Entre las 15000 personas que se unieron en Avilés el día 5 de junio, una mujer ponía voz al pensamiento de todos: «Lo irreal es pensar que nada va a cambiar. Tiene que cambiar, es una necesidad histórica que tenemos que resolver. Quiero que mis nietos estudien esta revolución en su clase de historia y quiero poder decirles: yo estuve allí, no abandoné y por ello vivís en un mundo mejor.» Las asambleas se mantienen, la indignación no desaparecerá si no desaparecen los motivos. Los chorizos pueden tardar en arder a fuego lento, pero ahora la llama está prendida; no hay otra salida para ellos ni para nosotros. En palabras de Eduard Punset: «No paréis».

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A trip to Broadstairs Un viaje a Broadstairs

Raquel Díaz Eguiagaray Elizabeth Ndaw Díaz The Bilingual Section trip started at 16:00 on the 13th of June, 2010 from the airport of Asturias, Ranón. For many of us, to an amazing place: Eng-land. Our destination was Broadstairs, a beautiful small coastal town of Kent, in the south-east of London. We ar-rived so late to our English families homes that many of us didn´t have dinner!. The first day at «Kent School o English» academy we took an exam to check our English level. Then, they assigned us to a class with students from other countries (France, Germany, Russia...). Every day, when the classes ended in the academy we had free time to eat and to enjoy the village and its marvellous beach, although we didn´t swim because the weather was a bit chilly. Later we had about two activities in the afternoon and evenings as games, sports (on the picture) or handicraft workshops. But the funniest activities were a quiz in groups investigating the village, the ka-raoke, the traditional Barn Dance of Broadstairs (we didn´t stop dancing for hours!) and our visit to Ramsgate's disco. Besides, we made two school trips: to Canterbury, where we saw monuments and bought many things and, of course, to London where we had a great time looking at the city sights; Second year students visited London Tower and made a boat trip on the Thames. First year students visited the most important places of London. Later, we met all together in Covent Garden Market. For each one it was a new, a different experience, but for all of us UNFORGETTABLE. El viaje de la Sección Bilingüe empezó a las 16:00 horas del 13 de junio del 2010 en el aeropuerto de Asturias, Ranón. Para muchos de nosotros, a un lugar único y asombroso: Inglaterra. Nuestro destino fue Broadstairs, una pequeña y bonita localidad costera de Kent, al suroeste de Londres. Llegamos bas-tante tarde a la casa de nuestras familias inglesas, ¡tanto, que muchos de nosotros no cenamos! El primer día en la academia «Kent School of English» de Broadstairs nos hicieron una prueba para comprobar nuestro nivel de inglés y asignarnos una clase en la que no sólo había españoles, sino tam-bién estudiantes de otras nacionalidades (franceses, alemanes, rusos...). Todos los días al acabar las clases en la academia nos daban un margen de tiempo para comer y disfrutar del pueblo y su estupenda playa, aunque no nos bañamos porque el tiempo era un poco fres-co. Después teníamos unas dos actividades por día como juegos, deportes (en la foto), talleres de arte-sanía... Pero las actividades más divertidas fueron un cuestionario en grupos investigando por el pueblo, el karaoke, la Barn Dance, que son bailes tradicionales de Broadstairs (¡bailamos como locos durante horas!) y nuestra visita a la discoteca de Ramsgate. Además hicimos dos excursiones, a Canterbury, donde vimos monumentos y compramos muchas cosas, y, por supuesto, a Londres donde nos lo pa-samos genial conociendo la ciudad. Los alumnos de segundo visitaron la Torre de Londres y dieron un paseo en barco por el Támesis. Los alumnos de primero visitamos los lugares más importantes de Lon-dres. Más tarde nos reunimos todos en el mercado de Covent Garden. Para cada uno de nosotros fue una experiencia nueva y distinta, pero para todos INOLVIDABLE.

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Comenius 2011

Un nuevo proyecto europeo en la Ería Magda Rodríguez Dehli El sueño europeo vuelve a empezar. El año pasado terminó el proyecto Eurhope; y mien-tras tanto, nuestros profesores ya habían tendido todos los lazos para comenzar un nuevo Comenius con los alumnos este cur-so. En Planet Health, trabajamos grupos de ingleses, franceses, italianos, alemanes, polacos, checos y españoles, siempre por nuestra causa europea, que esta vez focali-zamos hacia el campo de la salud, o más bien de los hábitos saludables. Pero, ¿qué es Comenius? Aunque a estas alturas pocos deben faltar por saberlo, se trata de un programa educativo a nivel euro-peo –como lo pueda ser Erasmus–, que tra-baja en el ámbito de escuelas e institutos para promover los valores comunitarios a través de diferentes temas. Estudiantes de distintos países deben colaborar, mediante el inglés y las nuevas tecnologías, en una serie de tareas decididas por los profesores coordinadores, que les llevan a acercarse unos a otros. Y como premio a los más trabajadores, en cada uno de los países se celebra una reunión a la que asisten dos profesores con unos pocos alumnos privilegiados. En ese viaje, los anfitriones se vuelcan con los visitantes, gene-ralmente acogidos por familias, que ven cómo funcionan el sistema educativo y la vida corriente en un país extranjero, compartiendo experiencias con compañeros de toda Europa durante tres o cuatro días. Nuestra actividad empezó en octubre. España era la primera en recibir huéspedes, que al tratarse de la reunión inaugural sólo serían profesores, para terminar de trazar las líneas del proyecto. Los alumnos de 3º de la ESO, desde la Sección Bilingüe, prepararon la decoración de la sala de reuniones, las tarje-tas de identificación y varias presentaciones sobre la Ería y los Premios Príncipe de Asturias, que coin-

cidían justo aquellos días; por mi parte, yo preparé una exposición sobre España y Asturias. Todos los participantes en el pro-yecto estuvimos haciéndonos fotos de fami-lia en el recreo. Los profesores también se presentaron, y los coordinadores españoles los llevaron a conocer la región. Y comenzó nuestra parte de trabajo. Discu-tido el logo, hicimos una encuesta a perso-nas mayores sobre sus hábitos alimenticios, hablamos de los nuestros propios y traduji-mos recetas para un sano menú tradicional al inglés. Se acercaba el primer encuentro internacional para los alumnos en Repúbli-ca Checa; y Sergio Santano Álvarez, Paula Alonso Penanes (ambos de 3º de la ESO), Arturo Sánchez Palacio (de 4º de la ESO) y yo fuimos los seleccionados. Llegaba la hora de conocer a nuestros compañeros.

Encuentro Comenius en La Ería

De izquierda a derecha: Alberto, Paula, Sergio y Magda en Praga

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Las torres y los castillos de las películas de Disney se recortaban contra el cielo de la ciudad de Praga. Cuatro noches allí... era algo más que un cuento de hadas. En esa primera tarde nos sentamos bajo la Torre del Reloj, a la espera del espectáculo de música y autómatas que se enseña a las horas en punto

desde el siglo XV. Las calles del centro de Praga, el paseo junto al Moldava, los edificios de arquitectura clásica y barroca, llenos de relieves y de esculturas incluso los destinados a viviendas, con-trastando con la más moderna del impresionante Fred & Ginger... Suficiente para no dejarnos creer que pudiese ser real. Y aún ir-íamos al día siguiente, en una excursión multinacional, a cruzar el puente de Carlos y subir hacia el castillo, la catedral, la zona de ministerios, embajadas e importantes iglesias. La calle Neruda que baja hasta el magnífico conservatorio, los músicos en las calles, los palacios por doquier... Y como broche de oro, la entrada para la ópera Don Giovanni de Mozart. Desde luego, no había punto de comparación entre la visita al zoo propuesta por el colegio checo –gran amante de los animales–, y nuestra escapada al Barrio Judío, envidiada por los demás países que invirtieron su tiempo en con-templar fauna variada. Pero Praga no fue sólo hacer turismo con

Dulce y Cova, probando las comidas más típicas y riéndonos hasta que nos dolía la barriga con cada cosa que se nos ocurriera; por las mañanas, asistíamos a la escuela checa, en un pueblecito cercano, donde el primer día nos recibieron con teatro, música y cuentos; estuvimos en algunas clases, viendo cómo la falta de disciplina en ciertas edades no es un problema endémico español, y disfrutando con las caras de perplejidad de los más pequeños, que no nos quitaban ojo. Tal vez lo más llamativo para noso-tros no fue la metodología (poco entendíamos en checo), ni la figura imprescindible del teacher assistant en los cursos inferiores, ni el agua de colores de la cantina, sino el hecho de que todos los alumnos se movían descalzos o en zuecos por las aulas. Y nuestra vida social no acababa con el día. Por un problema de coordinación, no había sido posible alojar en familias a todos los visitantes –más de los usuales en un proyecto Comenius–, y españoles, alemanes e ingleses dormíamos en un mismo hotel. Arturo y Sergio compartían habitación con Joel, alemán; y por tanto nuestra relación con la delegación alemana se hizo continua. Alemanes, españoles y polacos éramos, con diferencia, ma-yores que ingleses, franceses y los pequeños italianos; pero eso no nos impidió reírnos con los ingleses y hablar y hablar con las francesas, una vez hubiésemos pasado todos a su idioma. El intercambio de correos y facebooks de la última noche no podía haber sido de otra manera. Apenas dos meses después, con la Semana Santa y la Semana Come-nius (en la que tratamos sin éxito de que la prensa se hiciera eco de nues-tras actividades internacionales) en-tremedias, se celebró el siguiente meeting en Burdeos. Ninoska, Inés, Esther, Adrián y Jorge, con Dulce y Verika llegaron en autobús al destino francés, donde les esperaban las familias que iban a acogerlos desinteresadamente por cuatro noches, siguiendo el espíritu Comenius. A juzgar por las aventuras, la alegría de la última tarde juntos, las despedidas y las caras de ilusión que aún conservaban a la vuelta, Burdeos había sido tan maravillosamente europeo como Praga, cambian-do de ciudad, de país y de cultura. El próximo curso, Planet Health se acerca más al deporte, y pondrá también un final a otro cuento de aprendizaje y de acercamiento entre adolescentes del Viejo Mundo. Y aún queda mucho por hacer en esta aventura Comenius.

Adrián, Esther, Inés, Ninoska y Jorge en Burdeos

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Ashford-Oviedo, otro interc ambio para La ería

María García Perotti A las 11.30 a.m. del pasado ocho de noviembre dejábamos La Ería atrás para que nos atacasen los nervios y la emoción (si es que no nos habían atacado la noche anterior) e ir directos a Ranón. Aun-que siguiésemos en Asturias, por nuestra indumentaria parecíamos ingleses. Hacía frío, llovía y soplaba un viento que de milagro no se lleva a más de uno como a Mary Poppins, paraguas incluido. El pánico en el aeropuerto llegó cuando se canceló el vuelo a París. Afortunadamente, nuestro vuelo sólo se hab-ía retrasado, así que hicimos tiempo deambulando por ahí. Una vez en el aeropuerto de Londres, era necesario hacer un viaje en autobús de aproximadamente hora y media para llegar a Ashford. Uno de los primeros contactos que tuvimos con Inglaterra fue el conductor de un pequeño autobús (con un acento que rayaba lo incomprensible). De noche, con la lluvia correspondiente y el doble de frío que en Asturias llega-mos al colegio de chicas, donde nos encontramos con nuestras parejas (casi todos rubios o pelirrojos) y nos llevaron a cenar a la que sería nuestra casa du-rante esa semana. Todos los días nos veíamos a primera hora en el comedor. Algunos veníamos andando (yo tenía media hora desde mi casa hasta el colegio), otros en coche, y puede que alguien viniese en autobús. Las mañanas con packed lunch eran españolas: excursiones a Londres, Canterbury o Maidstone y a las cuatro de vuelta al colegio. Lo que más miedo suele dar cuando se viaja es el tema de la comida. En Inglaterra, las familias hicieron mucho para que nos sintiésemos como en casa preguntándonos qué nos gustaba, y como la globalización se hace ver por todas partes, se puede decir que la diferencia con España no fue preci-samente abismal. Así pues, si te gustaba el cola-cao, desayunabas cola-cao; si te gustaban los corn flakes, desayunabas corn flakes; si te gustaba el café, tenías café. A la hora del almuerzo, las posibili-dades eran menos. Siempre había un sándwich, una chocolatina, gominolas, fruta y zumo o agua; el llamado packed lunch (almuerzo empaquetado). Una de las imágenes más populares en Europa es el café para llevar (quién se puede resistir…), especialmente el de Starbucks, una buena elección los dos primeros días, pero una vez te ves con las libras contadas, ya comienza uno a plantearse comprar en cualquier otro coffee shop, siempre presente en las estaciones y en cualquier esquina (es la mejor op-ción, con hacer un Starbucks el primer y último día es suficiente). La cena era temprano, entre las siete y las nueve (como muy tarde). Los días de excursión, en los que se llegaba más tarde, se cenaba a la hora a la que se llegase a casa. Incluso un día cenamos una pizza a las cinco de la tarde. Acostum-brada a comer mucha más fruta y verdura he de decir que los hábitos alimenticios ingleses no me pare-cieron muy sanos, pero personalmente, vuelvo a señalar que no encontré tantas diferencias como es-peraba entre la comida inglesa y la española. En cuanto a la creencia de que los ingleses son fríos, por lo que se refiere a Kent al menos, ten-go que discrepar. Mucha gente (que ha viajado poco) confunde el –irónico- humor inglés con la frialdad del carácter. ¿Habéis visto alguna vez al alcalde de vuestra ciudad ponerle su ropa de los plenos a un adolescente? Yo desde luego que no, y no creo que un inglés frío actuase así. Ir a Inglaterra fue una bonita experiencia, pero fue aún mejor cuando Inglaterra vino aquí. En marzo ya nos conocíamos mejor que en noviembre, y además tuvimos la suerte de que nos tocó una semana de lo más primaveral. Recomiendo a todo el mundo que si tiene la oportunidad, participe en un intercambio, porque viajar abre la mente a las personas, se pueden hacer amigos y te permite vivir en tu propia piel lo que estás estudiando, y no me refiero sólo al idioma, sino a todo lo que te puedan decir de Inglaterra. ¿De verdad se puede uno conformar con lo que le cuenten?

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Un perip lo por la Hélade

Viaje de estudios 2011 Magda Rodríguez Dehli Preludio de papeletas, claveles, torneos, pasteles, concursos de talentos, camisetas, patrocinadores, e incluso una obra de teatro; proyectos y discusiones resonando por los pasillos del instituto desde el oto-ño. Y el 13 de abril, a las 3 de la mañana frente a los autobuses, los 97 alumnos de 1º de Bachillerato emprendíamos el camino que tanto tiempo llevábamos labrando. ¡Grecia, Grecia, Grecia! La historia de una civilización impresionante se abría ante nosotros. La patria de Homero, de Pericles, de Fidias, de Sócrates, de Platón, de Sófocles... Aunque más correcto sería hablar de «las patrias», las diferentes polis que no estaban entonces unidas más que por una lengua y unas tradiciones. El mundo antiguo, nuestras raíces culturales. Y un privilegio aún mayor para los nueve alumnos de Humanidades, más preparados para zambullirse en esta Historia, situarse y comunicarse mínimamente. Mochila al hombro y guía de viaje (preparada desde el instituto) en mano, comenzaban los siete días de periplo. Tal vez el viaje de estudios, ese viaje que contemplamos desde pequeños como algo parecido a una puesta de largo contemporánea, sea ese momento mágico en el que cruzas la puerta al mundo adulto, como reconocimiento a los estudios que hasta ella te han llevado. Posiblemente el concepto de «adulto» esté bastante elastificado, o se haya borrado la mitad de la definición del diccionario; pero esos días, se reciban como se reciban, marcan indudablemente un antes y un después en la vida de todos.

Noventa y siete alumnos y seis profesores (Charo, Mr. Hevia, Eulalia, Antoli-na, Paco y Esmeralda). Un día y medio en Atenas y cinco en tour por el Pelo-poneso. Jara y Helena, nuestras guías, con una capacidad extraordinaria sobre el sueño y el desper-tar de algunos, nos acom-pañaron desde la primera visita a la Acrópolis ate-niense y su museo. Re-trasos, pérdidas y sustos callejeros aparte, Atenas nos enseñó su cara más maravillosa (el arte, los templos, el Ágora, las es-culturas, las vasijas, las deliciosas callejuelas me-diterráneas, el bullicio de tiendas y puestos...) y también la más triste. La crisis griega ha dejado en nuestra memoria unas

imágenes terribles de mendicidad y pobreza en las zonas menos turísticas, que tal vez nos ayuden aho-ra a ver el mundo de otra manera. Deslumbrados tras la breve toma de contacto con la capital del mundo antiguo, partimos hacia el Pelo-poneso. Los 80 metros de profundidad del canal de Corinto se abrieron bajo nuestros pies; y llegamos al santuario de Epidauro. Nuestra llegada tuvo algo de místico; nada más bajar a tierra, una nube de hojas diminutas y de luz nos envolvió, como para reconocernos. En medio de una naturaleza de ensueño se esconde el teatro mejor conservado de Grecia; y en el centro del escenario, rodeado por grupos y gru-pos de estudiantes españoles (una constante en todo el viaje), un profesor italiano cantaba Rigoletto, haciéndonos probar a todos la increíble acústica del teatro.

El grupo de «viajeros de estudios» de 1º de Bachillerato en el teatro de Epidauro

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Micenas, la rica en oro, no tardó en dejarse ver. La Puerta de los leones, los muros ciclópeos, la tumba de Agamenón y las reconstrucciones que mentalmente íbamos haciéndonos nos llevaban a una época magnífica, perdida en la memoria humana, de la que todavía no sabemos explicar ni igualar sus cono-cimientos técnicos, probablemente ligados a los egipcios. No existe viaje de estudios sin la presencia del autobús, esa fiel montura con la que todo estudiante de diecisiete años ha de cabalgar al menos cinco horas diarias. Sumando al largo trayecto el cansancio derivado de los accidentes nocturnos (algunos no tan predecibles, pero parece que siempre inevitables), el papel del peregrino pudo haber sido duro; pero, ¿de qué quejarse, más que de las curvas de Delfos, cuando está el paisaje griego al otro lado de la ventanilla? El Egeo es azul turquesa, tan intenso como el Jónico a su espalda; y no hay una nube en el cielo. Quizás por estar empezando la primavera, pero todo está verde y poblado: valles, montañas y llanuras llenas de árboles y plantas que los cubren, cayendo en todas las tonalidades hasta fundirse con el mar. Y, llegando a la península, miles y miles de olivos tragándose las colinas... La primera noche de circuito la pasamos en Olimpia, por error administrativo en un hotel muy superior a lo que nos correspondía. Y a la mañana siguiente nos dirigimos al sitio arqueológico. En el sistema grie-go, el contacto del visitante con la Historia es mucho más directo; apenas hay un cordón separándole de las ruinas, conservadas in situ, entre árboles y hierba, pudiendo pasearse por los restos de antiguos gimnasios y templos, y correr en el propio estadio. Por supuesto que esa carrera no iba a ser algo de lo que nos privásemos, por mucho que nos pueda costar correr luego en el patio del instituto. En el mismo santuario, también según el esquema griego, nos esperaba el museo, con los inmensos frisos de Fidias para el templo de Zeus, y la famosa estatua de Hermes con Dionisos bebé en brazos. No mucho más lejos, el autobús, que nos llevaría a hacer noche en Delfos donde excepcionalmente íbamos a aprovechar la piscina de nuestro hotel sobre el Mar de Olivos. Uno de los mayores tesoros del siguiente museo es el Auriga de Delfos, prácticamente humano, las venas marcadas en los brazos, las manos entreabiertas... ¡y las pestañas de bronce, conservadas! Aunque el oráculo no nos dio ninguna profecía –para nuestra salud y alivio, hace ya muchos años que han desaparecido los vapores del suelo que colocaban y descolocaban a las sacerdotisas–, recorrimos el escarpado santuario, que también aloja las primeras anotaciones musicales en piedra, maravillán-donos con templos, ofrendas, inscripciones, teatro e historias, y haciendo deporte. Nuestro campeonato de triatlón de pugilato con las masas de turistas, salto de piedra en piedra y carrera para poder llegar hasta el estadio y volver en el tiempo establecido nos dio como corona de olivo una tarde a través de las llanuras de Tesalia, para anochecer bajo las imponentes rocas de Meteora. Parece como si Zeus hubie-se descargado toda su ira y su rayo sobre una meseta desnuda, dejando solo dedos de piedra que se alzan hacia el cielo y entre los que se desliza la puesta de sol. Y es que no estamos lejos del Olimpo. La condición para subir a los monasterios de Meteora, hogar de monjes ortodoxos desde la Edad Media y tumba natural para muchos de los primeros ermitaños en su intento de alcanzar las cimas rocosas, es que las mujeres lleven falda. Alertados por lo abrupto del paisaje («¿no tendremos que subir hasta ahí andando, no?»), el pareo era la gran solución. La visita a las iglesias bizantinas descubrió un interior absolutamente diferente a lo que vemos en católicas y protestantes: la pintura que cubre cada centíme-tro de techos, paredes, columnas, como una Biblia en imágenes de colores vivos y estridentes. Y regresamos al Ática, haciendo parada para foto en las Termópilas, un lugar tan pacífico y retirado hoy que cuesta imaginar la sacudida intercambiada por los trescientos y los persas. La última noche no tar-dará en cernirse sobre nosotros, y nos dejan quedarnos en la ciudad hasta medianoche antes de regre-sar todos juntos a nuestro hotel. Apuramos cada minuto para hacer las últimas visitas culturales –es decir, asaltar todos y cada uno de los puestos de souvenirs– y disfrutar de Plaka y Monastiraki, los ba-rrios más típicos y monumentales. En compañía de nuestros homólogos del Aramo (se ve que el mundo es un pañuelo), nuestra aventura griega va acercándose inexorablemente a su fin. ¡Quien fuera Ulises – ¡perdón, Odiseo!– esta noche para seguir haciendo turismo otros veinte años! Pero, aunque no haya muchos vuelos regulares a Ítaca, en el siglo XXI es inexcusable la conexión a Barajas; y a altas horas de la madrugada preparamos nuestras maletas, con la imagen del Partenón iluminado grabada en nuestras mentes. De nuestro viaje de estudios, unos se quedarán con la tierra que vio nacer la civilización occidental, con sus varias etapas de esplendor; otros, con el arte que respira sensibilidad e Historia; otros, con el cielo, el mar y la luz de la primavera helena; otros, con la eterna musaka, el yogur griego y el pollo (tal vez no fuera lo más típico, pero sí debía de ser lo más barato), con las noches más o menos controladas, la tarde en la discoteca de Kalambaka, los chismorreos y ronquidos matutinos en el autobús... Pero todos, sin excepción, llevaremos siempre con nosotros un pedacito de Grecia.

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Toledo, la ciudad de las tres culturas

Neli Gil Prieto Paula López Fernández Irene Baranda Arias Alba Vigil Loredo

Los días 4 , 5 y 6 de marzo , los alumnos de religión católica de 3º y 4º de la ESO de La Ería , hemos hecho una convivencia con los alumnos del instituto «Elisa y Luis Villamil» de Vegadeo, y el instituto «Ramón Areces» de Grado. El viernes día cuatro cogimos el autobús en la puerta del instituto en el que ya estaban los alumnos de Vegadeo y de Grado. En él viajamos hasta Madrid donde visitamos el Pala-

cio Real, compuesto por muchas habitaciones y salas para los dife-rentes acontecimientos que se podían celebrar y la catedral de la Almudena, que se encuentra en frente de la anterior. Después de un tiempo, al finalizar la visita por Madrid, fuimos a Toledo, donde nos hospedamos en dos hoteles diferentes, el hotel Maravilla y el Hotel Imperio, donde estábamos mezclados los alumnos de los tres institutos asturianos al azar.

Tras pasar la noche en nuestros respectivos hoteles nos juntamos a la mañana siguiente en una plaza situada en el centro de los dos, para desde allí comenzar a visitar la ciudad de Toledo, en la que

teníamos dos guías y entradas al museo de la catedral, en la que pedimos nuestros deseos para apro-bar todas las asignaturas posibles. También vimos la Sinagoga, la Mezquita, la plaza de Zocodover (en la que nos juntábamos todos los institutos) y muchos más lugares de esta preciosa ciudad. Tras una larga jornada de visita fuimos a nuestros hoteles y por la noche nos dieron permiso para disfrutar del Carnaval de Toledo y de la verbena que había con este motivo. Nos disfrazamos con trajes improvisa-dos, allí hicimos muchos amigos, y fuimos a dar una vuelta. Después de la última noche en el hotel preparamos las maletas para ir a Madrid, al parque de atracciones, donde disfrutamos de un maravilloso dia de sol montando en todas las atracciones que pudimos, incluyendo a Arsenio, nuestro profesor, que también disfruto de las atracciones que había junto con nosotros y los demás profesores. En el parque de atracciones había montañas rusas para niños, adultos... También había grandes colas en las que tuvimos que esperar durante bastante tiempo. Había atracciones de agua, de miedo, de riesgo etc. Hubo una atracción en la que tuvimos que esperar hasta llegar a 24 personas para poder disfrutar del viaje. En la comida nos juntamos todos los de la convivencia e hicimos muy buenas amistades con los alumnos de Vegadeo y de Grado y por supuesto con los de nuestro instituto. Gracias a este viaje, per-sonas de La Ería que antes no nos conocíamos, ahora podemos decir que son nuestros amigos. A la 5:30h de la tarde cogimos el autobús para regresar a Oviedo. Fue un viaje realmente agotador, debido al horario del viaje (unas cinco horas) al cansancio, y a que todos teníamos muchas ganas de ver a nuestras familias. Durante el viaje de vuelta, hicimos dos paradas: una de quince minutos aproximada-mente y la otra de unos veinticinco minutos. A la llegada a Oviedo nos despedimos de nuestros amigos, y prometimos seguir en contacto con ellos. Hemos vivido una experiencia inolvidable, que esperamos repetir para el próximo año, ya que escogeremos la asignatura de religión para fortalecer nuestro vinculo con Dios y volver a ver a nuestros grandes amigos del instituto «Ramón Areces» (Grado ) y «Elisa y Luis Villamil» (Vegadeo).

La plaza de Zocodover, uno de los lugares que visitamos

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Seis deportistas, y campeones, en La Ería Belén Gómez Torterolo Aida González Fernández Jessica Paola Vera Ango En La Ería hay un gran talento en muchos ámbitos, cosa que por otra parte queda bien clara con sólo leer esta revista. Hoy queremos presentaros a algunos compañeros que son promesas del balonmano, el fútbol, la natación, el atletismo o el bádminton y que esperan convertirse en futuras estrellas.

Beatriz Aguirre Díaz está en 3º ESO A, tiene 15 años y lleva practicando Balonmano desde los seis. Entrena durante dos horas cinco días a la semana. Pertenece al equipo del Oviedo Femenino y está en la selección Asturiana y Española. Le encanta practicar balonmano porque es un deporte en equipo y aunque el entrenamiento es duro se lo pasa bien porque está con sus amigas. El reto que más le ha costado ha sido entrar en la selección Española. Ha viajado a muchos sitios como a Portugal, Madrid, Huelva, etc. Aparte de Balonmano le gusta la natación, el tenis, el baloncesto entre muchos otros... Ad-mira a deportistas como Juanín García o Luck Abalo y su equipo favorito es El Ciudad Real. Opina que el dopaje no es justo y cree que hay que jugar limpio. Afirma que al ganar estas contento porque te das

cuenta que todo el trabajo en equipo dio sus frutos y que por lo contrario al perder sientes tristeza porque no consigues los obje-tivos planteados. Daniel Rodríguez Fernández , de 4º ESO A, empezó en este deporte a los tres añitos con la idea de aprender a nadar, y como le gustó sigue practicándolo a pesar de ser muy duro, puesto que tiene que entrenar seis días a la semana durante tres horas ¡hasta en agos-to!. El entrenamiento también es difícil y se divide en varias par-tes: la parte del calen-

tamiento, luego la parte aeróbica; a ésta le sigue el trabajo de recuperación y por último una hora de gimnasio, en seco. A pesar de lo costoso que resulta compaginar el deporte con los estudios, Daniel ya ha ganado el campeonato de Asturias y ha participado en el de España, cosa que vuelve a hacer este año. Como ya tiene experiencia dice que «al ganar se siente mucha satisfacción y ganas de seguir practicando, y al perder, «rabia y necesidad de entrenar más». Lo que menos le gusta de su faceta de deportista es levantarse a las seis de la mañana para ir a entrenar, por el contrario lo que más le gusta es que mejora las cualidades mentales y físicas. Su reto más duro fue conseguir su primera mínima para el Campeonato de España. Siente admiración entre otros, por Michael Phelps o Mireia Belmonte. Aparte de la natación tiene otros pasatiempos, como el waterpolo, el baloncesto y la música. Piensa que se todo el mundo debería hacer deporte para mejorar la salud y la condición física.

Alberto Zapico, Daniel Rodríguez, Beatriz Aguirre, David Sánchez, Carmen Velasco y Alberto Rodríguez

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Alberto Rodríguez Iglesias está en 1º de Bachi-llerato D, tiene diecisiete años y juega al fútbol desde los cuatro años, porque entonces era el deporte que más le gustaba. Actualmente está en el Sporting de Gijón y también en la selección as-turiana. Compaginar deporte y estudios no siem-pre le resulta fácil, pues son muchos entrenamien-tos: cuatro días por semana -también en verano- durante una hora y cuarenta y cinco minutos. El entrenamiento incluye siempre ejercicios tácticos y según los días gimnasio, físico y velocidad. Afirma que para ser futbolista hace falta agilidad, veloci-dad, fuerza, técnica, y espíritu de sacrificio. Además, hay otros aspectos positivos de jugar al fútbol como aprender a trabajar en equipo, cono-cer a mucha gente, tener muchos compañeros y viajar (ha recorrido casi toda la geografía española en sus encuentros). Alberto recomienda a todo el mundo que practique deporte, porque siempre es positivo; de hecho a él le gustan casi todos: tenis, balonmano o baloncesto. Alberto admira espe-cialmente a Iniesta, Xavi y Messi, y sus equipos favoritos son el Barcelona y el Arsenal. En cuanto a su futuro, aunque alguna vez ha pensado en dejarlo, ahora tiene claro que va a seguir mientras pueda y los estudios –cuando acabe Bachillerato le gustaría estudiar una ingeniería- se lo permitan.

Carmen Velasco Otero tiene 14 años y va a 2º ESO C, juega a Golf -en el que empezó a los seis años por influencia de sus padres- y también practica Atletismo, en el que comenzó a los doce después de aficionarse viendo las olimpiadas. El entrenamiento requiere muchas horas: tres a la semana el golf y cuatro el atletismo. Carmen com-pagina tanta actividad con las clases, pero tiene claro que prefiere el deporte, y es que le encanta, pues se lo pasa bien y se entretiene tanto con el golf como con el atletismo a pesar de que los dos deportes son muy diferentes, «el golf es más de pensar y necesita mucha técnica, mientras que en el atletismo necesitas más cualidades físicas y mucha fuerza de voluntad». Su reto ahora es lo-grar la mínima de España de triple salto, especia-lidad en la que es campeona de Asturias. En este año también ha logrado el tercer puesto en salto de longitud y muy buenas clasificaciones en altura y pentathlon (cuarta clasificada). A esto podríamos añadir los títulos alcanzados el año pasado en vallas y salto de altura. También en el golf ha teni-do muy buenos resultados, y este año ha sido la primera clasificada de su categoría en el Trofeo Fundación Severiano Ballesteros. Siente admira-ción por Severiano Ballestero y por Ruth Beitia. Le gustan el surf, el esquí, y también el baloncesto. Su recomendación final es «el deporte es lo mejor porque te olvidas de todo y te pones en forma».

David Sánchez Piñeiro tiene quince años, está en 4º ESO A y juega al fútbol desde que tenía sie-te años. Actualmente está en el Sporting de Gijón. Los entrenamientos, muy parecidos a los de Alber-to, son bastante exigentes, y a pesar de ello no le cuesta compaginar el deporte y los estudios. Para David, las cualidades que debe tener un futbolista son «buena técnica, buena forma física y mucho esfuerzo». Como toda actividad, el fútbol tiene para David cosas que le gustan menos, como los entrenamientos y otras que prefiere, como los tor-neos y los partidos importantes, y ya ha participa-do –y ganado- en unos cuantos: tres campeonatos de Asturias y torneos en Lleida o Valladolid. En próximas fechas disputará otros torneos en Bilbao y Santander y la Copa Coca-Cola. Con el Sporting ha viajado además a Madrid, Santander o Zamora. Su reto más difícil hasta la fecha fue la final del campeonato de Asturias de benjamines. A la hora de elegir a un futbolista al que admira elige a Xavi. En cuanto a equipos, siente admiración ¡cómo no! por el Sporting, y también por el Betis. A David le gusta el fútbol porque es un deporte de equipo y fomenta el compañerismo, quizá por eso otro de sus deportes favoritos -aunque le gustan todos- es el baloncesto. David nos anima a practicar depor-te, pues «es sano y te ayuda a hacer amigos».

Alberto Zapico Antuña , de 18 años, está en 1º de Bachillerato A. Compagina los estudios jugan-do en el Club Bádminton de Oviedo. Empezó con este deporte en el colegio cuando tenía ocho años. Alberto entrena durante tres horas seis días a la semana, menos en junio y julio, que descan-sa. Este duro entrenamiento consiste en una parte física, otra técnica-táctica y de vez en cuando psicológica, aunque su parte favorita son los parti-dos. Tantas horas de entrenamiento son la mayor desventaja del bádminton, pero en cambio tiene para Alberto ciertas ventajas, y es que no es un deporte de contacto y además le permite conocer gente, viajar y, sobre todo, divertirse. Alberto pien-sa que para jugar a este deporte es necesario ser constante, ágil e inteligente. El reto más costoso para Alberto hasta la fecha ha sido el campeonato de España Sub 19 por equipos, aunque no solo ha jugado grandes partidos en España sino también en Hungría, Holanda, Finlandia, Bulgaria, Bélgica, Dinamarca, Francia y Portugal. Además del bádminton también le gustan el tenis y el fútbol, pero también dedica tiempo a una de sus principa-les aficiones: salir con sus amigos Para Alberto el deporte en general se valora, pero no el bádmin-ton. Aunque ya ha tenido algún problema físico con sus rodillas, aconseja que se haga deporte ya que es bueno para la salud a menos que se use el dopaje, pues es un engaño y le parece muy mal.

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Siete días en la nieve La semana blanca del IES La Ería Olaya García Fernández Nerea Mayo Lana Un año más en La Ería se ha realizado el ya tradicional viaje a Andorra organizado por el depar-tamento de Educación Física. El día 16 de diciembre estábamos en la puerta del instituto a las 11.45, aunque la salida se retrasó ya que uno de nosotros se olvidó el permiso de la policía, sin el cual no pod-íamos salir de España. En las primeras horas de viaje los nervios se palpaban en el ambiente, todos estábamos llenos de ilusión, imaginando qué ocurriría en aquella semana. La primera parada fue en Cantabria, después de esa vinieron más; algunos nos bajábamos, otros nos quedábamos en el autobús durmiendo. Durante el trayecto, el conductor, Ángel, nos puso la película «El Orfanato» para que los que no podíamos dormir nos calmásemos y dejásemos dormir a los demás… no funcionó. Llegamos a Andorra el día siguiente, y nos instalamos en el hotel pasado el medio día. Esa mis-ma tarde fuimos a alquilar el material, y después de esperar una larga cola obtuvimos nuestros espera-dos esquís y nuestras tablas de snowboard. Después volvimos al hotel y tuvimos el resto de la tarde libre. Unos fuimos a la «sala gélida» del hotel, destinada a la diversión, otros a conocer el pueblo y otros

simplemente a localizar sus habi-taciones y las de sus amigos… Esa noche hubo los consabidos cam-bios de habitacio-nes. Al día siguien-te, después de desayunar fuimos impacientes a la pista de esquí y allí nos dividieron en diferentes gru-pos, según la ex-periencia en es-quiar que tuviése-mos: gente que nunca había es-quiado, gente que sí, pero no habi-

tualmente, y gente que lo hacía con bastante frecuencia. En el segundo grupo había subdivisiones en función del nivel de esquí de cada persona. A cada uno de los grupos le asignaron un monitor con el que esquiamos aquella mañana y con el que pasaríamos también el resto de la semana. A las dos nos reunimos en la cafetería, al igual que toda la semana restante, y después de comer tuvimos la tarde libre. Entonces estuvimos descubriendo nuevas pistas, tratando de mejorar poco a poco, riéndonos con los amigos y también cayéndonos, pero sin perder la sonrisa.

Los días posteriores seguimos la misma rutina; por la mañana, después del desayuno, subíamos a las pistas, donde durante cuatro horas teníamos el cursillo. Al terminar, comida y tiempo libre. A las cinco en punto volvíamos al autobús y desde allí cada día íbamos a diferentes sitios, a Andorra de compras o a visitar la ciudad, y también a patinar sobre hielo, aunque como ese día había sido muy duro sólo unos pocos se atrevieron. Otro día fuimos a Caldea, un balneario con grandes saunas y piscinas de agua caliente tanto interiores como exteriores, además de jacuzzis, salas de masaje... para la mayoría fue el mejor día. Y así fueron pasando los días y con gran pena llegó el momento de irse, el viaje en autobús fue igual que la ida, mismas paradas, pero no mismos recuerdos.

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Una ópera entre los 15 y los 17 años Músicos en La Ería

Magda Rodríguez Dehli - Do re mi fa sol, sol fa, fa mi, mi re, re do... El Filarmónica bulle, entre autoridades, familias, profesores y amigos. Algo especial ocurre a 3 de junio; sí, ya suena el tercer timbrazo, vamos a callarnos y atender. Y de pronto los metales, surgiendo junto a las butacas del entresuelo, abren el doble coro que prende la mecha de esta selección de ópera. ¿Los metales? Sí: trompeta, trombón, acompañados de un fagot. Analicemos más de cerca: son Ale-jandro López Fandos y Gabriel O’Shea Llana, compañeros de 1º de Bachillerato B y E. Y si nos aso-

mamos, es Fátima García Ca-banelas (de 4º de ESO D) la que está sentada al clave en el escenario. ¡Nuestros músicos! Hoy, el Conservatorio Profesio-nal de Música estrena la pro-ducción «Monteverdi», que contiene varios madrigales y fragmentos de la ópera «Orfeo» de este autor, y un motete de Gabrielli. Es el tercer año que, desde la asignatura de Gestión Cultural y gracias a la energía e ilusión de Carlos Feijóo, jefe de estudios y profesor de Gestión, Informática Musical y Guitarra, y Juan Cué, director de las or-questas, bandas y coro, se em-prende el Proyecto Escena. Todo el Conservatorio vibra con el montaje de un espectáculo en formato ópera barroca (en

las anteriores ocasiones, The Fairy Queen, de H. Purcell, y Armide, de J. B. Lully): músicos, coro, figu-rantes y todos los que se convierten en técnicos de luz, de sonido, regidores, responsables de atrezo, de partituras, organizadores varios... Las pruebas de los trajes de época, el maquillaje y las pelucas son sonados eventos para todos, participantes (generalmente los menos contentos con su nuevo look) y ansiosos espectadores. Colaboran alumnos de la Escuela de Arte, que se encargan de los decorados; y varias bailarinas de una academia cercana le dan el toque más luminoso al escenario. Pero, desde lue-go, los protagonistas son los músicos. Alrededor de las vacaciones de Navidad, se convocan las pruebas para elegir a los mejores. Se necesi-tan muy pocos intérpretes para una ópera barroca de nuestras proporciones; pero sí la máxima entrega, calidad y ganas. Este año, la orquesta implicaba a dos violines, una viola, dos cellos, un contrabajo, dos trompetas, dos trombones, fagot, clave, órgano, tiorba y guitarra barroca. Once de los más brillantes, a los que hay que sumar la presencia de Pablo Zapico, figura de renombre internacional en los instrumen-tos barrocos de cuerda pulsada, dentro de su grupo «Forma Antiqua». No había muchas dudas entre los instrumentistas de viento metal (son joyas raras entre los músicos, pues hay muy pocos estudian-tes), y Gabri y Álex recibieron automáticamente las partituras. ¿Y qué decir de Fátima, que ya había participado en la ópera del año pasado, y es la mayor (y probablemente la única) experta en clave de los cursos de Grado Medio, equivalentes a ESO y Bachillerato? Pero para montar una ópera no basta con pasar una prueba. El trabajo ha sido duro a lo largo de todo el año: ensayos todos los fines de semana, sábados y/o domingos por la tarde, horas de estudio indivi-dual, con el coro, con los cantantes... Aunque los cantantes son, por lo general, alumnos y profesores bastante más mayores, y según afirma Fátima no demasiado fáciles de acompañar algunas veces, el coro está formado también por adolescentes, que mientras cantan se llaman sopranos, contraltos, teno-res y barítonos. También son las mejores voces de los últimos cursos los escogidos; porque, desde lue-go, el repertorio es largo y hay mucho que estudiar. Este año, además, recogemos dos de los sucesos

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más importantes de la Historia de la Música: uno de los madrigales, Cruda Amarilli, marca la transición del Renacimiento al Barroco, y Orfeo es la primera ópera que conservamos, que además estrena tam-bién la costumbre histórica de anotar para qué instrumentos está escrita la música. Y para unos músicos ensayar es más sencillo que para otros. Fátima, pianista en formación, tiene que amoldarse al clave, porque el piano no existía en el Barroco. Y aunque a primera vista el piano y el cla-ve pueden verse parecidos, Fátima se enfrenta a dos teclados de teclas más estrechas y menos den-sas, a un sonido totalmente distinto, a la incapacidad de distinguir fuertes y suaves, a un mecanismo que pinza las cuerdas en lugar de golpearlas. El clave es un mundo nuevo, diferente, que no se avista desde el piano de casa. Así que Fátima tiene unas horas de acceso al clave del Conservatorio, en las que puede estudiar su parte de la ópera; lo que viene siendo prácticamente toda, porque el clave (junto al cello y a la tiorba o la guitarra barroca) forman el bajo continuo, y no pueden parar porque son como el latir del corazón de la música barroca. Así que Fátima, además de su ensayo y el de la orquesta, en el que concurren también nuestros bachilleres, tiene que encargarse de bombear la sangre al coro y a los cantantes, que han de apoyarse en ella. Mientras cunde el pánico entre el personal de Gestión (siempre falta algún texto, o no acaban de llegar los decorados, o ha desaparecido alguien el día que había que estar en la modista probando los tra-jes...), las piezas del puzle orquestal se van uniendo. Queda poco para el estreno, y Orfeo y Eurídice cantan sus arias, recitativos y dúos con un coro magnífico acompañándolos, figurantes y bailarinas, y una orquesta infalible en sus solos. Pero cuando llegan los trajes, las medias y las capas de maquillaje blanco reforzado con negro (sí, para mujeres y hombres, que para algo estamos en el Barroco), tocar se hace un poco más incómodo que de costumbre. En fin... al menos este año no hay pelucas...

La representación en el Fi-larmónica es un éxito rotundo, que por supuesto no tiene ningún eco en los medios. En los camerinos no pueden caber más admiradores. El coro ha estado magnífico, la orquesta impresionante. Pese a los ner-vios de todos y un par de im-previstos de taquicardia en el backstage, ha salido perfecto, las enhorabuenas resuenan por el teatro y la satisfacción (y los polvos talco) están en las caras de todos. Y la aventura no acaba aquí: por segundo año consecutivo, el Proyecto Escena está invitado al Festi-val Internacional de Música Universitaria de Belfort. Esta ciudad medieval francesa se convierte en la capital de la

música de todo género, una semana después de la actuación ovetense. Micromaletas preparadas: hay que hacer frente a veinte horas en un autobús cargado de todo tipo de gente del mundo musical y sus instrumentos, así que el tetrix no bastará para ir holgados de espacio en un viaje con los amigos hacia la fama internacional. Y, siendo como es la segunda semana de junio, el horror de los exámenes finales tiene que abatirse amontonado y antes de tiempo sobre los músicos... Porque, detrás de esos ojos triunfantes y llorosos por el maquillaje, de las toallitas húmedas, de esos lamentos masculinos por la desgracia de llevar medias, de esas manos que hacen magia, hay chicos de carne y hueso, que por las mañanas madrugan para ir a clase, hacen deberes y exámenes, y tienen que aplicar la ley de la jungla para poder hacerse con el pincho en el recreo... pero por las tardes, los estu-diantes de la Ería, el Aramo, el Naranco, L’ École, entran a un mundo distinto, escrito entre cinco líneas y cuatro espacios, envueltos en unos sonidos muy diferentes a los del iPod de su compañero de mesa, en uno de los esfuerzos más duros y más bonitos que puede dedicar el hombre a quienes le rodean. Y Álex, Gabri y Fátima forman parte de ese mundo de cuento que es la música.

De izquierda a derecha: Gabriel (trombón), Fátima (clave) y Alejandro (trompeta)

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¿El buen lector nace o se hace? Ana Aparicio Rodríguez La evolución es una cosa muy curiosa. Y un poco perra, para qué engañarnos. Y sibilina, también. Se mueve con sigilo, pero se mueve; avanza a una velocidad de vértigo y, al mismo tiempo, a paso de caracol. No tienes más que echar la vista atrás. No hace falta que sea mu-cho tiempo, no te pido que recuerdes el día que naciste; sólo remóntate un par de años, tres, cuatro, lo que puedas. Seguro que no te reco-noces. ¿Quién es ese crío? ¿Qué hace? Oh dios, ¿cómo podía gustarme eso? Eso. Da igual lo que sea: una película, un libro, un grupo, fotolog. Todos tenemos un pasado y todos lo hemos superado. No lo hemos dejado tirado en una cuneta antes de las vacaciones de verano (porque él no lo haría), pero sí nos hemos separado de él, por decirlo de alguna forma. La niñez y otras etapas son el trampolín para lo que viene después, sea lo que sea.

Cuando era pequeña —muy pequeña— me encantaban los libros de Beatrix Potter. Ya sa-bes, El gato Tomás, Perico el conejito travieso, El sastre de Gloucester… Me sentaba en el sue-lo con todos mis cuentos apilados a un lado y así pasaba horas. Con el tiempo, a Beatrix Pot-ter la sustituyó Cornelia Funke y más tarde Lau-ra Gallego, J.K. Rowling… Pasé muy buenos ratos con sus historias, pero el tiempo pasa y la gente cambia. Los gustos cambian. Pasa con los libros y pasa con todo. Pero, ¿por qué pasa? ¿Es simplemente una cuestión de gustos o hay algo más detrás? Yo no lo sé. No soy la chica que tiene todas las respuestas, sólo la que plantea las preguntas. Yo sólo sé que hay pocas cosas mejores que saber que se está mejorando, que se está cre-ciendo. Pasar de los best-sellers en los que pri-man los números sobre la calidad a los grandes clásicos por voluntad propia es un auténtico y verdadero gustazo, simple y llanamente.

Cada día es más difícil leer. Es extraño, pero nuestra sociedad hipertecnológica no nos pone las cosas más sencillas. Porque, de repente, lo tenemos todo (o casi todo) al alcance de la ma-no... y se nos olvida lo demás. La vida social, instantánea y gratuita, se multiplica; y, sin avi-sar, nos hace víctimas de otro gran peligro: el estar disponible 24 horas los 365 días del año. Y el día que estés sin conexión tendrás que justificarte. La magnitud de los deberes, sin du-da, es otro de los problemas que más crecen. A los doce años, hay que ser un auténtico hacker para poder encontrar información (en cualquier idioma) de alguna tesis de Harvard sobre el de-sarrollo de los hidrozoos sésiles con reproduc-ción asexual, y tener una vida propia que sí esté al nivel de la edad y estilo de vida. Por desgra-cia, suele ocurrir que esta te hace crecer más que las dos palmaditas en la espalda que mere-ce tu entregada investigación. Internet nos sociabiliza y acerca algunas orillas en otra época insalvables; pero al mismo tiempo tiene la facultad de convertirnos a todos en eje-cutivos estresados. Al lado de nuestro fantasma de 0 y 1 (al princi-pio un amigo, pero que de un día para otro se vuelve contra nosotros), se alza otra arma de doble filo: las lecturas obligatorias. ¿Qué hacer con un adolescente en los primeros cursos de la ESO, al que no le guste leer? ¿Le damos litera-tura para que se empache, o mejor más basura de la que puede consumir en cualquier parte y que por favor no se contamine de cultura, no vaya a ser que se encuentre con que los libros ayudan a pensar? Todavía son jóvenes, tienen mucho tiempo por delante; ¡dejemos que las cuatro palabras que leen al año no les aporten nada nuevo! Y así ocurre que nuestro conflictivo estudiante (generalmente una mayoría en las aulas) llega a la conclusión de que los libros le gastan un poco más la cabeza para no darle a cambio nada que no pueda conseguir por un método más cómodo; y su compañero de mesa, ese que suele esconder una novela debajo del pupitre, siente que le están robando sus esca-sas horas de lectura. Como es obvio, no se puede pretender leer La Regenta en 1º de la ESO; pero hay muchas cosas aptas para cual-quiera que son auténticas perlas para todos. Y quien prueba una cucharada, luego quiere co-mer más. Tal vez sea ese el ingrediente que falta a nuestra receta escolar: hacer crecer al lector nato y nacer al que aún está por venir.

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Magda Rodríguez Dehli

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Celebraciones literarias La Semana del Terror

¿Y tú? ¿Has sentido miedo alguna vez? Raquel Iglesias Méndez Lidia Llano Paredes El miedo, esa sensación tan agobiante, escalo-friante, terrible, que nos pone los pelos de punta y nos hace conocernos como personas. Sí, definitivamente esta ha sido uno de los prin-cipales pilares de esta Semana del Terror, en la cual los alumnos de 2º de ESO hemos bajado a la Biblioteca, en donde los profesores de Len-gua nos leyeron unos relatos de Fernando Iwasaki con el objetivo de que los alumnos nos atreviéramos a versionar estos relatos, inventar los nuestros propios e incluso leerlos con mati-ces y tonos de voz va-riados y muy divertidos, a la vez que escalofrian-tes en algunos casos. Sí, el miedo es importan-te, pero qué haríamos sin la imaginación… Tras la lectura de los relatos y las pertinentes explicaciones por parte del profesorado, se pro-cedió a dividir las dife-rentes tareas en varios grupos de trabajo. Para algunas actividades era preciso el uso de la red o del programa Po-werPoint , con el fin de realizar algunas presen-taciones o como método consultivo, pero para otras sólo era necesario

ese otro método, el que está dentro de todos y cada uno de nosotros, la imaginación. Una vez realizada la activi-dad, cada grupo tenía que exponerla ante el resto de compañeros y explicar la historia que le había tocado. Para conseguir un as-pecto más terrorífico aún, parte del alumna-do de 2º B se encargó de realizar dos grandes carteles que decoraron las puertas de la biblio-teca: en uno aparecía representada una cala-vera mientras que en el otro aparecía represen-tada la figura del Joker de una forma absolu-tamente aterradora. Finalmente, todos jun-tos visionamos un nue-vo corto llamado «La dama y la muerte» que daba un nuevo giro a la idea que la Humanidad tiene sobre la muerte, algo que siempre nos ha asustado ¿Puede llegar a desearse? ¿A querer morir? En defini-tiva, una ironía sobre la muerte y sobre la pro-pia vida que, en una actividad como ésta, no podía faltar y que sirvió para poner la guinda final a una semana del terror, nunca mejor dicho, terrorífica.

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Celebraciones literarias San Valentín

Cartas de … ¿amor?

Te pude haber querido toda la vida, por fin empezaba a superar que nunca estarías conmigo pero hoy me has sonreído y lo has estro-peado. A pesar de todo, en el fondo me da pena que no seas capaz de darte cuenta de todo lo que haría para que tú fueses feliz. La respuesta a esa pregunta es que lo daría simplemente todo. Y no me importa no poder ser la que se encargue de esa tarea, pero me encantaría, y hoy te confieso que me paso la vida pensando razo-nes por las que algún día te puedas enamorar de mí. Si, reconozco que no me quieres, no lo harías ni en mis mejores sueños…Pero si dejo de intentarlo, si dejo de mirarte como te miro, sería como olvidarte, y aunque me perjudique no quiero olvidarme de ti. Quiero seguir con esa esperanza de que te des cuenta que siempre que quieras estaré ahí, siempre que quieras caminaré con-tigo porque la verdad, ya no me preocupa ser la primera o la segun-da, simplemente pretendo ser la última. Sé que escribir esto es una estupidez, y que no vale la pena, pero cada línea que escribo, más me doy cuenta de lo que siento. Sería todo tan fácil…Ojalá algún día construyéramos un puente y si tú te animas a cruzar yo me arriesgo a esperarte. Esperanza, es lo único que me queda y lo que más me importa. Esperaré…

Alba Bayón Miravalles

Sé que no eres perfecta, pero quiero pasar el resto de mi vida con-tigo, y quiero que esa vida empiece ya. Ahora. Aquí. Mientras me lees, porque desde que me echaste por primera vez el espray de pimienta supe que tenías que ser mía. Nos conocimos en La Losa y cuando te vi me quedé tan impresio-nado que tropecé. Por desgracia estábamos subiéndonos al tren y me caí a la vía. El tren me enganchó y me arrastró tres paradas hasta que el conductor me vio y me llevasteis entre cuatro al hospi-tal. ¡Ese fue nuestro primer paseo juntos!... Cuando me enteré de que trabajabas en donaciones de sangre del hospital, empecé a donar sangre cada día, sólo para verte. El día que por fin te tocó sacarme sangre, me desmayé de amor (tal vez tuviera algo que ver la pérdida masiva de sangre), pero sobre todo fue de amor. Te escribo esto porque en el juicio por acoso parecías ligeramente enfadada conmigo…

Un saludo, siempre a cien metros de ti… Tu acosador Jorge López Alonso

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Macedonia poética De nubes, tenedores, matemáticas y Chuck Norris

Las nubes

Blancas, esponjosas y hermosas; pero aterrorizadas y maltratadas

por dioses y diosas. A través de vosotras,

nos llegan sus castigos y maldecires.

Blancas, esponjosas y hermosas pero sin voluntad.

El viento las deforma, las mueve desconsideradamente

ya que él de Dios es secuaz.

Blancas, esponjosas y hermosas. Reflejan y forman rostros

de gente, del pretérito, del presente y, tal vez del futuro,

pero en realidad los rostros son formados, con el fin de

entretener a los dioses y diosas en sus juegos y descansos.

Guillermo Mateo Martínez

Carmen y las matemáticas

Carmen tenía un problema, Carmen era un desastre,

Carmen sufría cuando los veía los veía a ellos,

sin piedad, abalanzándose contra ella,

tan exactos, tan complicados,

ni con calculadora, escuadra y cartabón.

Carmen no podía darle a la profesora una respuesta, por mucho que lo intentara.

Y es que para ella pasar del cuatro Era todo un desafío.

Carmen lo intentaba

Y se seguía esforzando. Que si un área por aquí,

Que si una suma por allí…

Y por fin en junio, la profesora suspiró aliviada

al ver alejarse a ese desastre. Y Carmen se fue feliz con un cinco la mano.

Lidia Llano Paredes

Chuck Norris e n versos libres

Si llega tarde más le vale al tiempo ir despacio. Chuck no plancha la ropa, respira sobre ella.

Chuck gana en el monopoly sin comprar propiedades. Chuck dona sangre a la Cruz Roja, pero nunca es la suya.

Chuck Norris no duerme. Espera. Sólo él puede dividir por cero.

No pasa el rato, mata el tiempo. Los dinosaurios le miraron mal una vez. Una vez.

Verónica S .Barbosa y Micaela M. Zuccherino

Por tenedores y cucharas

Por tenedores y cucharas, Por cuchillos afilados y platos limpios,

Por la vitrocerámica reluciente, por la meseta sin suciedad, sin infección ni microbios,

por las paredes sin aceite, quien venga a mi casa

puede ver que lo más limpio es la cocina.

Mónica Álvarez Sal

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Concurso literario del Día el Libro

Cuentos y poemas premiados

Modalidad de Cuento Primer Ciclo de ESO

Primer premio

Destinos Cruzados

Alba Menéndez Cao, 1º ESO A

Aquella noche llovía. Un resplandor iluminó el cielo y, a continuación un fuerte trueno rompió el silencio de la noche. Mi casa, hecha a base de ramas y hojas, situada debajo de un gran sauce, aguan-taba bastante bien. Me acurruqué en un rincón y, gracias a unos palos, pude encender una pequeña hoguera. Durante unos instantes me quedé hipnotizada, mirando al fuego, y recordé el hecho inespera-do que, semanas atrás, había dado un tremendo vuelco a mi vida. Mis padres y yo nos encontrábamos en un aeropuerto. Ese año había sacado muy buenas notas e íbamos a hacer un estupendo viaje a Australia. Todos juntos y con las maletas a cuestas corrimos hacia el avión. Yo, emocionadísima, me senté en un asiento cercano a la ventanilla. Era la primera vez que viajaba subida en aquel enorme apa-rato. Me abroché el cinturón y, pasados unos minutos, despegamos. Ahí empezaron todos los proble-mas. Cuando sobrevolábamos el mar, saltó la alarma. Todos los pasajeros nos precipitamos al vacío y lo único que recuerdo fue que me desperté en una isla desconocida. Después de recuperar el conoci-miento, levanté la cabeza y vi dónde me encontraba. No penséis que aquella era la típica isla con dos palmeras y una hamaca. Era un lugar totalmente apartado de la civilización. Durante dos días y dos noches estuve llorando y lamentándome por aquella desgracia, hasta que al tercer día decidí reaccio-nar. En la playa quedaban restos del avión y otras cosas como un elegante abrigo de piel mojado, una zapatilla, un libro titulado «La isla del tesoro» (curioso, ¿verdad?), una pelota medio desinflada y una linterna. Pasaron los días y decidí instalarme en el bosque. Primero, me construí un lugar donde cobi-jarme debajo de un sauce, pero después me di cuenta de que estaba totalmente expuesta a los peligros de los bosques y me hice otra cabaña en lo alto de un árbol, donde decidí dormir y guardar todas las provisiones. En la cabaña de abajo comía y leía el libro, que ya se había secado al sol. Utilizaba el abrigo de piel, también seco, como manta. Al cabo de unos días mis pies se fueron endureciendo y fabriqué una lanza para poder cazar. El sonido de una chispa me devolvió a la realidad. En ese momento, sentí mucho sueño. Salí de la cabaña y miré, a la luz de la luna, mi reloj, que todavía conservaba. -Las doce- dije. Subí ágilmente al árbol y entré de nuevo, ésta vez en la cabaña de arriba. Des-colgué el abrigo de la cuerda que simulaba un tendal, me tumbé en una esquina utilizando la pelota co-mo almohada y rápidamente me dormí.

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A la mañana siguiente me desperté muy temprano para ir a recoger frutas para el desayuno. Tardé poco, pero aún así, cuando volví estaba hambrienta. Escogí algunas y corrí hacia la playa. Me encantaba desayunar allí. Cuando llegué, observé que el mar estaba en calma. Algunos peces nadaban y formaban círculos en la superficie del agua. Era un espectáculo maravilloso y, por un momento, me hizo olvidar la razón de estar en aquel lugar. El día pasó y pronto llegó la noche. Después de cenar, cogí el libro y, como hacía mucho calor, volví otra vez a la playa. Me acomodé en una roca y me puse a

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leer. De pronto, el libro se volvió tan transparente que pude ver la luna llena reflejada en sus páginas. Atraída por aquel fenómeno, alargué la mano para tocar la luna. Mis manos atravesaron el objeto in-corpóreo. Decepcionada, volví a intentarlo un par de veces, pero pasaba siempre lo mismo. Pasado un rato, viendo que no ocurría nada, cerré el libro de golpe y lo posé en la roca. Extrañada me quedé mi-

rando el objeto que poco a poco, volvía a su estado normal. Lo cogí y lo abrí en la página que acababa de leer. Estaba en blanco. - ¿Qué está pasand…?- no me dio tiem-po a terminar la frase. Unas letras aparecieron en el papel y formaron estas palabras: Has de llegar a la cascada y, si al descubrir el misterio, te sientes mareada, vas por buen camino para descubrir tu destino. Mientras las letras desapa-recían, pude leer también: Pero no irás sola… Claramente, no iba a dejar escapar aquella oportunidad de una nueva aventura, así que sin perder tiempo me dirigí a la cabaña para prepa-rar las provisiones. Después decidí que partiría por la mañana. Antes de dormirme, unas pre-guntas vinieron a mi cabeza:¿Y si no vuelvo? ¿Y…si fracaso? Me dormí.

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Estuve dos días caminando. Estaba muy cansa-da y el tercer día me lo tomé libre. Tras comer cerca de un arroyo me bañé y reflexioné sobre lo que iba a hacer al día siguiente. La luna co-menzó a aparecer y decidí buscar un lugar se-

guro para pasar la noche. Tras explorar los alrededores, subí al árbol más grande. Cuando llegué a la mitad, creo que mi grito se oyó en toda la isla. Un muchacho moreno, con el pelo liso y muy largo, y ojos marrones me agarró por detrás y me puso un puñal en el cuello. - No te daré al caballo- susurró con tono amenazante. - ¿Q…Qué c-caballo?- titubeé, muerta de miedo. El niño retiró el puñal. Me miró. - Mmm… No tienes pinta de ser ningún Hidatsa. Sígueme. ¿Hidatsa? pensé yo. El árbol era más alto de lo que parecía. Subimos un poco más hasta que vimos aparecer una cabaña similar a la mía. En su interior había una pequeña mesa cuadrada, de ma-dera, con dos taburetes, también de madera, cubiertos con pieles de animal. En las paredes varias es-tanterías sostenían tenedores, cucharas, cuchillos y platos hondos y llanos hechos con arcilla. El chico me hizo un gesto para que me sentase. - Me llamo Paula- dije. - Yo Alex. Encantado. Sonreí. Pasamos toda la noche hablando. Me explicó que pertenecía a la tribu de los Ketsei y que su familia le había dejado allí con el fin de encontrar a Acacia, la antigua jefa de la tribu. Ésta poseía poderes y si Alex la encontraba, podía curar a Diablo, el caballo de su padre, el actual jefe, porque éste creía que había perdido su inmortalidad. - Pero no todo es tan fácil como parece. Existe otra tribu llamada Hidatsa, que quiere matar al caballo, por eso te… recibí así. Pensaba que eras uno de ellos. Después yo le conté mi historia y, can-sados, nos fuimos a dormir. A la mañana siguiente, Alex me enseñaría el caballo y partiríamos en busca de la cascada. La aventura empezaba a tomar forma. La cabaña se iluminaba poco a poco. Antes de desayunar, Alex me dijo que me podía ir a bañar a una playa cerca de allí. El agua salada estaba helada. Después del baño me sequé con unas cuantas hojas y me vestí. Acabamos casi todas las provisiones de comida que el chico tenía en casa. Media hora des-

Alba Menéndez Cao

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pués ya estaba acariciando a Diablo, el caballo. Era precioso. Tenía las crines onduladas y largas y era completamente negro. No parecía enfermo y, mucho menos un diablo. El nombre era muy simpático. Alex me dijo que, para no perder tiempo, haríamos parte del recorrido a caballo. La ilusión que sentí al

poco rato de subir, yendo al galope agarra-da a la cintura del muchacho, fue inmensa. Cabalgamos varias horas, y aún así el ca-ballo parecía incansable. Vimos un arroyo y nos bajamos para dejar beber a Diablo. Nos tumbamos a la sombra. Cerré los ojos y escuché el relincho. Me incorporé rápi-damente y fui donde estaba el caballo. Cuando me acerqué para calmarle, miré al río. Más allá, se podía ver una cascada. La observé bien. Sentía algo extraño en ella. Llamé a Alex y tiré de las riendas del caba-llo para que me siguiera. Mi sorpresa fue mayúscula cuando vi lo que sucedía:¡la cascada fluía hacia arriba!. Los dos nos quedamos boquiabiertos. En lo alto se pod-ía divisar una cueva. - ¿Diablo sabe nadar?- pregunté. - Sí. - Pues entonces vamos- y tras decir esto, me lancé al río sin soltar al caballo. Sentí que el agua me impulsaba hacia arriba. Le hice un gesto a Alex para que hiciera lo mismo. El muchacho vaciló, pero al final, se tiró. Mientras ascendíamos, pudimos ver toda la isla: las playas, los árboles, los ríos, el mar… Terminamos el recorrido em-papados. En lo alto de la cascada había un pequeño bosque y, como sabíamos que nadie iba a subir allí, dejamos al caballo pastando mientras nos adentrábamos en la

cueva. Estaba muy oscura y fría. Poco a poco nuestros ojos se fueron acostumbrando a la oscuridad y yo, cansada de caminar, me apoyé en las paredes de roca. La superficie crujió y me precipité por un agujero que se había formado, arrastrando a Alex detrás. Me di un golpe en la cabeza, y perdí el cono-cimiento.

� � � � � � � � � � - ¡Paula, Paula! Un suave zarandeo me despertó. Cuando abrí los ojos y me incorporé vi un largo pasillo de roca. En las paredes había antorchas que iluminaban el paso. Me sentí mareada. - Vamos- dijo Alex. Asentí. A medida que avanzábamos se veía más luz en el fondo. Caminamos un rato más hasta que llegamos a una puerta. La empujamos y, para nuestra sorpresa, se abrió. Vimos una habitación no muy grande. Había estanterías con botes de distintos tamaños y formas. En las esquinas también había an-torchas. Alex y yo miramos al suelo. Pisábamos una alfombra con extraños dibujos y colores. La reco-rrimos con la mirada. En una especie de trono de piedra recubierto con pieles se encontraba una an-ciana mujer. Tranquilamente podría tener 100 años. - Bienvenidos- dijo. - ¿Acacia?- preguntó Alex. - La misma. El chico se inclinó, y yo hice lo mismo.

Noelia Blanco Agudín

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- Por favor, levantaos. Obedecimos. - ¿Qué os ha traído hasta aquí, hijos? - Verá, señora, es que Diablo, vuestro anterior caballo y el actual de mi padre, está enfermo y me temo que ha perdido la inmortalidad. - Está bien. Buscaré un antídoto. Dicho esto se levantó y se dirigió a una estantería. Andaba con dificultad y se apoyaba en un bastón. Cogió un frasco de cristal que contenía un viscoso líquido verde. - Diablo tiene que beber esto- dijo Acacia. - Esto le curará, ¿verdad?- preguntó Alex, no muy convencido. - Eso ni lo dudes. Son muchos años de experiencia - La mujer sonrió. -¿Queríais algo más? -Yo no -contestó Alex- ¿Paula? - Bueno yo… - Cuéntame lo que te pasa, querida. - Hace unos días que vivo en esta isla. Yo iba de viaje con mis padres a Australia. Tuvimos un accidente de avión y nos precipitamos al vacío. Yo me desperté en una playa de este lugar y, como no tenía nada que hacer, me instalé en el bosque. Me callé. - Continúa. - Un día, por la noche, me fui a leer a la playa el libro de «La isla del tesoro». En sus páginas vi aparecer estas palabras: «Has de llegar a la cascada y, si al descubrir el misterio, te sientes mareada, vas por buen camino para descubrir tu destino». Después me encontré con Alex y vinimos hasta aquí. - Querida- dijo Acacia con un aire misterioso- Si tú fuiste la única superviviente del avión, si sólo tú llegaste hasta esta isla, si el libro te reveló el enigma y si tú me encontraste, fue por algo. - Ya, pero… ¿por qué?- pregunté. Acababa de decir esto cuando me empezó a dar vueltas la cabeza. Me la agarré con las manos. Un escalofrío me recorrió la espalda. De repente, el dolor cesó y lo que vi me dejó sin aliento. Veía al caballo, pastando. Pero no sólo eso. También había dos hombres y una mujer. Todos ellos eran jóvenes y llevaban… ¡¡¡puñales!!! -¡Oh, no!- grité cuando acabó la visión. - Alex, Diablo está en peligro. Tenemos que irnos ahora mismo. - Tranquila, Paula- dijo Acacia-Todavía no va a pasar. Hay tiempo. - ¡Lo he visto! He visto al caballo y a los muchachos y la chica. ¡Llevaban puñales! - Escúchame Paula. - ¿Si?- dije. - El destino te ha traído hasta aquí, porque tú debes de ser…- hizo una pausa-…la nueva jefa del pueblo de Alex y de la tribu de Ketsei. Alex y yo nos quedamos con la boca abierta. - N…no es posible -titubeó el chico- Llevábamos años buscándote y en todo este tiempo no he podido reconocerte… - Eres la única que puede ver el futuro y, además, cuando el actual rey muera, en tu coronación se te otorgarán poderes y al caballo. A ese tipo de personas les llamamos los Kainah. Tú eres la si-guiente, a no ser… - ¿A no ser qué - interrumpí. - A no ser que rechaces todo esto y yo te envíe a tu tierra para que te adopte una nueva familia. ¿Qué dices? Silencio. - Pues…-miré a Alex. - Que me quedo- dije sonriendo. Alex me abrazó y me dijo: - Gracias. - Estoy segura de que gobernarás la tribu con sabiduría. Y ahora id a por Diablo. - ¡Es verdad! ¡Se me había olvidado! Debí de poner cara de preocupación, porque Acacia me advirtió: - Paula, una última cosa. Las visiones que tengas no estarán sucediendo en ese momento. Pa-sarán unos minutos antes de que ocurran. - Muchas gracias, señora. Y tras coger de la mano a Alex corrimos fuera.

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Una mujer de 20 años, con un lujoso atuendo de amazona, y un hombre de su misma edad, sa-lieron de la lujosa cabaña. - Majestades-dijo un hombre anciano mientras se arrodillaba. - ¿Qué sucede, Zor? - Los vigías han visto humo al otro lado de la isla. Cada día se acerca más. Rob dice que no es un incendio porque los árboles no se queman. - Los Hidatsa...- dijo la mujer- ¡Zor, reúne a un ejército! Que cojan todas las armas que tengan, sables, espadas, puñales… Tenemos una batalla por librar. - Sí, poderosa Kainah. Y tras decir esto se retiró dejando a los reyes solos. - Paula, ¿crees que venceremos?-dijo el hombre. - ¿Juntos? Siempre, Álex. Además, tenemos al pueblo y a Diablo. ¿Te acuerdas la primera vez que salvamos a Diablo de las garras de los Hidatsa? Éramos tan pequeños… El hombre sonrió y le dio un suave beso en la mejilla. -Siempre…-susurró. Modalidad de Cuento Primer Ciclo de ESO

Segundo premio La Noche

Noelia Blanco Agudín, 1º ESO B

¿Nunca te has preguntado por qué la típica imagen de las brujas es aquella en la que van volando hacia la Luna? Una pista: Está relacionado con las fases lunares. Esta es la historia: Hace muchísimos años había una bruja llamada Tebuca. Ella era como las demás brujas: con pelo negro y despeinado, la cara llena de arrugas y la típica verruga de la nariz. Tenía 195 años y vivía en su castillo con su gato. Era un castillo viejo de unos 200 años, con grietas y goteras. Sus padres la cons-truyeron en la montaña más recóndita del reino. Por esos años siempre era de día, debido a que una antigua hechicera hizo parar al reino de cara al Sol. Los niños tenían más tiempo para jugar, porque ya se habían acostumbrado a dormir poco o, en algunas ocasiones, no dormir. Tebuca no podía dormir por culpa de los niños. Enfadada bajo al sótano de su castillo. Mezcló en una marmita todo lo que pudo: ojos de tritón, bigotes de gato, púas de erizo, diente de tiburón... Quedó una mezcla repulsiva, toda negra. La bruja cogió su barita, su escoba y voló lo más alto que pudo, pronunció las palabras mágicas y de repente…todo el cielo se cubrió de negro, todo salvo un tro-zo, un trozo blanco y redondo a lo que actualmente llamamos Luna. Muy enfadada bajo al sótano y busco todas las pócimas posibles, pero no le sirvió de nada. Furiosa cogió su escoba, un cubo de pintu-ra negra y una brocha, a ver si podía pintarla aunque fue inútil. Decidió pedir ayuda a todas las brujas del reino. Actualmente siguen intentando pintar la Luna y de vez en cuando consiguen pintar un cuarto, la mitad, tres cuartos….pero nunca entera. Y esa es la razón de por que las brujas vuelan hacia la Luna. Cuando veas la Luna fíjate en ella…

Modalidad de Cuento Bachillerato

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Primer premio Naranjas

Magda Rodríguez Dehli, 1º BCH C

Naranjas, frutos radiantes, perfectas esferas de fuego al sol, descolgándose con esa fingida indiferencia de las ramas del árbol. Y tan cerca… Su mano llegaba a rozarlas. Estiraba los dedos, aquellos ante los cuales las cosas siempre habían tendido a acercarse… pero las insolentes naranjas parecían irse cada vez más lejos hacia el cielo inclemente de un verano sin fin. Igual Brumario que Vendimiario. Los meses eternos no transcurrían, ni las nubes se mov-ían en el cielo. Y aquellas naranjas se des-pertaban frente a él cada mañana, para se-guir burlándose del prisionero, para seguir siendo perseguidas por las manos y los re-cuerdos. ¡Solo unos centímetros! La luz del sol brillaba y jugaba con ellas, como tantos vera-nos atrás en otra isla. A través de otra venta-na, el niño alargaba la mano y, fuera de la vista de los mayores, aligeraba la carga de los opulentos naranjos. ¿Se sentía culpable? ¿Quién lo recuerda? De la misma manera iría a comerse el mundo años más tarde. Pero entonces el pequeño corso solo jugaba a ser general, mientras las primeras ideas empe-zaban a dibujarse en su cabeza. Las mismas naranjas codiciadas de su infancia, sin poder alcanzarlas. ¿Cómo? Estaba derrotado. Otra naranja mucho mayor había estado a punto de ser suya, de pender de la rama de la libertad republicana. Él, la estrella verde en la bóveda de la fruta, había agrupado a los hijuelos más importantes, había sido admirado y temido, y su silueta recortada contra el viento la mayor alegría y la peor amenaza. Pero muchos más gajos debían haberse reunido bajo la piel rugosa hasta formar la esfera del mundo bajo su poder. Y no habían llegado a ser sus gajos. Había fallado. Las fibrillas blancas habían llenado Rusia, y poco a poco habían comenzado a expandir su desecación a los demás, que dejaban escapar su jugo por momentos. La naranja se secó y se volvió amarga. Y el núcleo tuvo que separarse de él, con los últimos gajos. Había sido suyo… Y tenía que volver a serlo. Habría de serlo otra vez, porque él era la estrella, ¡porque el mundo era suyo! Oh, sí, durante cien días las naranjas rebeldes se acercaron a sus manos, no como entonces. Los suyos estaban con él, y sabían lo que había que hacer. ¿Por qué estaba allí entonces? ¿Por qué se lo habían llevado tan lejos de todo, hasta de aquellas naranjas que se mate-rializaban en su ventana como en una pesadilla? Enterró la cara entre las manos. Sí, aquello era el fin. Pero no podía serlo. ¡No podía serlo! Y de pronto, volvió a erguirse, el deseo ardiendo en los ojos, en el reflejo de la fruta que veía ante él. Y extendió un poco más los brazos. Había podido hacerse con Europa, nada iba a negarse ante él. Así

Magda Rodríguez Dehli

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brillaban el Imperio Austríaco, y Alemania, y Dinamarca y Suecia, y los reinos italianos… Y una por una, todas habían caído, incapaces de resistir más el peso de su brazo, siempre vencedor. Su genialidad militar lo superaba todo, su capacidad estratégica era sublime, y su política cautivaba a cuantos pueblos llegaba. Ni Francia ni la República podían eclipsar a su propia figura. Los jóvenes de toda Europa se enardecían ante su presencia, fuese cual fuese su bando y procedencia, y por él mataban y morían, abandonaban sus casas y sus vidas. Y ningún rey, zar o emperador podría haberse vanagloriado de ser más amado por sus súbditos que aquel magnífico corso por todos los europeos. Porque su derecho se había sentido del Atlántico a las estepas, del mar del Norte al Mediterráneo.

El Mediterráneo, donde se habían sumergido sus primeras ambiciones. Sus padres eran mo-destos, sí, pero él no estaba destinado a serlo. Él llegaría más allá de de aquellas naranjas que se balanceaban cada invierno junto a la ventana de su habitación, incapaces de resistir el envite adolescente que invariablemente se hacía con ellas. La Francia insular también empezaba a invadirse con una corriente de ideas nuevas, atrevidas y seductoras, que enraizaban entre las viejas sombras de los naranjos donde se senta-ban los jóvenes cada tarde. Libertad, igualdad, fraternidad… ¿Alguna vez habían sonado con la fuerza de entonces? Parecía que, después de un siglo de acomodados pero contestatarios intelectuales, la acción llegaba al pueblo por y para el pueblo. Y ellos leían, y murmuraban, y hablaban del futuro y de sus sueños. Pero, entre aquel grupo de amigos, nadie tenía la fuerza de aquel chico bajito y rechoncho de carácter pecu-liar. Tal vez no hubiesen sabido comprender el alcance de sus ambiciones, ni todo lo que podría depararle su Tolón. Solo el ejército podía ser el destino de un joven así. La furia iba aumentando en el rostro contraído del viejo general. ¿Viejo? Tanto como las cir-cunstancias lo habían requerido. Aquellas na-ranjas... Gruesas gotas de sudor chorreaban por

su frente y comenzaba a jadear, sin haberse movido un ápice de su posición anterior. Una batalla se libraba en su interior. Los gritos luchaban por salir de su boca. ¡Él había llegado al poder en el ejército, en el gobierno, había sido emperador por su propia mano! ¿Qué rugosidades podían tener aquellas naranjas que no hubiese superado ya en su vida? Y seguían alejándose y alejándose. ¡En cuanto acu-diesen sus oficiales y le alcanzaran lo que les correspondía, habría de darles su merecido por desafiar al Imperio! Ni siquiera los rusos habían llegado a tal osadía, habían sido meros títeres a la voluntad de un zar persuasible que no era digno del respeto del emperador francés. Y su triunfo no había sido otro que la mera fortuna, adversa contra él como se iba a volver contra aquellas naranjas, a punto de llegar a su mano. ¡Eran suyas! ¡Tenían que serlo! No había parado hasta conseguir lo máximo. Cónsul no era suficiente, jefe aclamado de los ejércitos tampoco. Emperador del mundo… Saboreaba aquellas palabras como el primer día en que las soñó, bajo la sombra de unas flores de azahar ya caducas. Y comenzó a luchar por ello. Y sus hombres le siguieron. Lo habían hecho bien, pero no del todo. Porque ahora él no podía ni siquiera imperar sobre unas naranjas… El desesperado grito terminó por brotar de sus labios, y la ira se convirtió en lágrimas saladas que anegaron sus ojos. Redondas y brillantes como las frutas inalcanzables. ¿Qué había sido de su imperio? ¿Qué había sido del gran hombre?

Nuria Fernández Menéndez

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Pero tal vez algún día se le recordase como algo más que el general fracasado. Todo había sido suyo. Pero, cuando las naranjas aún le pertenecían, él también había soñado con la libertad, y nunca la había olvidado. Y había procurado llevarla consigo por toda Europa, como semilla o como idea, como ley o como sueño cercano. Y Europa había comprendido que, aun por poco tiempo, podía vivir unida, y prosperar como una enorme República en la que todos los pueblos supiesen que su identidad seguiría siendo su propio tesoro, junto al de los demás. Él había estado allí, y él había sido testigo del cambio. Nada volvería a ser lo mismo tras su paso.

Un golpe seco hizo que la puerta se abriese. - Monsieur Bonaparte, hay correo para usted. Le traigo papel para las respuestas.

El genio corso, ausente, recogió del suelo el material que el carcelero le había dejado. Sus palabras aún podrían llegar lejos pese a su encierro. Lanzó una última mirada de dolor a las naranjas sobre su triste despacho, responsables de todos sus males desde el primer día de su infancia y fracaso de su última ambición. Y mientras el general hundía la cabeza entre sus legajos y empezaba a escribir desaforada-mente, el sol africano arrasaba la isla de Santa Helena sobre el páramo yermo ante la ventana de la prisión aquella mañana clara de 1815.

Modalidad de Cuento Bachillerato

Segundo premio

El regalo de los dioses

Lorena López Pérez 1º BCH E

Y las nubes se apartaron, otorgándole al fin la libertad a la luz de la luna, que bañó el claro, radiante. Desprendía una tonalidad plateada, límpida y pura como ninguna otra; lamía cada superficie, cada rincón oculto, hasta el punto de parecer imparable. Era magnética. Atraía la mirada de todos los hom-bres que se arracimaban alrededor de una pequeña hoguera, cobijados tenuemente por la escarpada cornisa de una alta colina. El frío glacial que emanaba de la dura roca les había obligado a prender un escaso fuego que ni de lejos les calentaba tan siquiera las manos, pero era mejor que nada. Desde hac-ía rato, otra persona ajena al escenario les vigilaba, escondida tras una de las muchas coníferas que rodeaban el lugar. Tan sólo aguardaba, atenta a cualquier amenaza, para poder completar la misión que le había sido encomendada. Hacía tiempo que tenía tomada su decisión pero no debía precipitarse, su elección era tan importante que tendría que esperar hasta ver el desenlace, la última prueba. Afortuna-damente, no tardó en llegar el momento temido por los guerreros. Pequeñas luces parpadeantes inun-daron el bosque, rodeándolos y aprisionándolos contra la cornisa. Los astutos contrincantes no se deja-ban ver mas la amenaza latía, frenética, en el ambiente nocturno. La luz de la luna, antes amiga, ahora se escondía rápidamente tras un leve rubor avergonzado. No tardarían en sumirse en la oscuridad, so-los y abandonados a su suerte. Como todos los buenos soldados, no tardaron en ponerse a la cabeza del grupo los más hábiles. El líder, adornando sus rubios cabellos con unos enormes cuernos afilados, se impuso ante el grupo entero. Su gran corpachón cubría a dos de sus compañeros y su hacha de gue-rra, su oks, fue la primera en blandirse. Una lluvia de lanzas enviadas desde el fondo de los árboles hirió a la mitad de los hombres. Sin embargo, no rompieron la disciplinada formación. Cuando la segunda ronda cayó sobre ellos, un metálico caparazón los envolvió, protegiéndolos a todos. Entonces, el grupo atacó. Salieron de todos los rincones de la foresta, haciendo temblar el bosque con su grito de guerra. Los soldados, ya preparados, se lanzaron a su encuentro, una vez más, descargando sus rudas armas contra cualquiera que se pusiera delante. Hacía tiempo que la figura escondida en la lejanía no veía una carnicería semejante. Tras horas de lucha, los escasos supervivientes, abandonaron el lugar sin ánimo siquiera de enterrar a sus muertos. Había observado cómo acababan con su guerrero predilecto a traición, por la espalda, privándole de la honra de morir como lo haría un buen soldado, mirando a los ojos a su adversario. Una vez que los pocos que quedaron en pie se fueron, se aventuró en el escena-

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rio de la batalla, deslizándose sobre la helada hierba, ahora mancillada por el fragor de la lucha. No tardó en encontrar al guerrero que buscaba. Sus rubios cabellos asomaban por debajo del tosco yelmo de metal rematado con dos cuernos, que eran la huella de su rango, su distintivo dentro del grupo. Sus mejillas mostraban numerosos cortes; se le había caído la capa de pieles, dejando al descubierto unos

musculosos brazos que lucían varias cicatri-ces de combates pasados. Tenía además, uno de sus gruesos labios partido y un char-co de sangre rodeaba su espalda. Al verle en ese estado, una ola de ternura invadió su corazón. Ya no le cabía ninguna duda al res-pecto: era un valiente guerrero. No se le ocurría otro que pudiese merecer más el car-go que ella le ofrecía, aunque conllevase muchas responsabilidades, estaba segura de que estaría a la altura. Se arrodilló a su lado, dejando que la ahora omnipresente luz de la luna la bañase por completo, se deslizase por sus dulces rasgos y le infundiese poder, el poder que necesitaba para emprender la ardua tarea que tenía por delante; una trans-formación de ese tipo requería mucha energ-ía, aunque eso era algo que abundaba en el claro, repleto de las almas de los soldados muertos que aún no se habían encaminado más allá y que velaban por su compañero caído, al que se le brindaba otra oportunidad por sus esfuerzos a la hora de cuidar de to-dos ellos. Un ruido le hizo sobresaltarse. Se incorporó rápidamente y se llevó una mano a la espada que reposaba en su espalda. Dos guerreros aparecieron entonces desde detrás de un abeto, observándola cautamente des-de la distancia. Ambos blandían sus oks con

fiereza y una fuerza animal se adivinaba en su mirada amarillenta. Se acercaron amenazadoramente e intentaron rodearla -¿Quién eres?- preguntó uno de ellos, el que lucía una cicatriz cruzándole el ojo de arriba a abajo. Ella no respondió. Desenfundó la espada y se puso en guardia, vigilándoles con el reto cincelado en sus ojos ambarinos. ¿A qué habían vuelto ellos? Todos sus compañeros ya se habían marchado. ¿Pensa-ban saquear a sus hermanos? Esos no eran guerreros de verdad, sino ruines rufianes. Se adelantó un paso, dispuesta a plantarles cara. -¿Qué queréis? ¡Marchaos de aquí! –les gritó. Ellos se rieron con voz gutural, más propia de un oso que de un hombre. -¿Y tú qué quieres, preciosa? ¿Qué hace una mujer como tú sola en el bosque? Aquí hay bestias sal-vajes que son peligrosas… A medida que hablaba, se iba acercando despacio, intentando parecer in-ofensivo. Su amigo hizo lo mismo, sin dejar de blandir el hacha de guerra. Esgrimió su espada lo que hizo retroceder ligeramente a los dos soldados, que mantuvieron sus armas en alto, esperando. La mujer se apartó el pelo de la cara, con una gatuna sonrisa asomando en sus labios redondeados. Le encantaba ejercer poder sobre ellos, dominarlos, aunque en este caso, sabía que tan sólo se trataba de una estrategia para ganar tiempo. Tenía la certeza de que intentarían algo, pero por Freyja que no iban a lograrlo. Con disimulo, se situó más cerca del cuerpo del guerrero caído, caminando sinuosamente para acercarse a los dos asaltantes, que observaban fascinados cómo se movían las placas de su falda de metal. Se dirigió a ellos en susurros, lo bastante alto como para que captaran el mensaje pero sin eliminar el tono meloso que imprimía en cada palabra.

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-Ahora vais a abandonar el claro. Correréis hasta donde estén vuestros compañeros y les diréis que os perdisteis en el bosque. No habéis visto nada fuera de lo común y os olvidaréis de la mujer que visteis en la espesura. ¿Entendido, valientes guerreros? Ambos asintieron con la cabeza, meneando las rubias barbas que llevaban trenzadas. Para reforzar la orden, rozó sus hombros con la punta de sus dedos níveos, en un esbozo de caricia. Sin dirigirle una palabra más, los dos dejaron el claro, inmersos en un brumoso trance del que apenas recordarían nada horas más tarde. Con un suspiro de alivio, se inclinó sobre el cuerpo mortalmente frío del valiente gue-rrero. Deslizó las manos por su traje de combate, intentando transmitirle algo de energía. Esperaba que no fuese demasiado tarde. Las nubes decidieron apartarse en ese momento, brindándoles un momento mágico. La plateada luz de la luna bañó de nuevo el claro, logrando que la hierba escarlata adquiriese un tono casi blanco y añadiese más magnetismo a la escena. Inspiró todo el aire glacial que pudo y se encorvó sobre sus gélidos labios. Los rozó débilmente para, a continuación, espirar su dulce aliento entre ellos. Poco a poco, percibió cómo la temperatura del cuerpo aumentaba; el rubor de las pálidas mejillas se iba haciendo latente y, segundos más tarde, el soldado abrió los ojos. Al principio no enfoca-ba bien la vista pero enseguida se recuperó, incorporándose con dificultad. La herida del costado aún no había sanado del todo y todavía le escocía. -¿Quién eres?- preguntó, tras varios minutos contemplándola. - Me llamo Yvette, guerrero- respondió ella. - ¿Yvette? ¿Y qué soy yo, Yvette?- su mirada parecía estar extraviada más allá del cielo aturquesado. - ¿Tú? Tú eres un einhejar, soldado, y a partir de ahora, pertenecerás a Freyja. - ¿Un einhejar?- estaba perplejo- Gracias a los dioses- murmuró, con una lágrima adornando su mejilla. Y así, él asombrado y muy agradecido por el don con el que había sido premiado, y ella con la certeza que confiere una buena elección, abandonaron el claro cargado de viejas almas, que tendrían que espe-rar a que las demás valkirias se aventurasen a recogerlos para llevárselas a Odín. El ejército necesita-ba leales soldados que defendiesen a los bélicos y destructivos humanos de Loki, y de ellos mismos, pues no tardarían mucho en acabar con el Regalo de los Dioses.

Modalidad de Poesía Primer Ciclo de ESO

Retazos de naturaleza

Nuria Fernández Menéndez 1º ESO A

Llama de luz cegadora,

Tan caliente que abrasa; El humo por los campos llora

Por donde va todo arrasa.

Si metes la mano te mojas Si metes tu fuego te apagas Si tiras una piedra se hunde,

Si te tiras tú, nadas.

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Luna llena,

Cuarto creciente, Reflejada en el Sena

Brilla, y cada punto da suerte.

Abrazo amoroso Saludo sonriente

Rayo mimoso Sol ardiente.

Contento, viste de azul, Cuando está cansado, de negro

Para ocultarse, de blanco O rojo de arrepentimiento.

Cae gota a gota Del cielo a la tierra Gotea la capa rota

Suena con ritmo una piedra.

Nube negra amenaza, Se enciende y paga el gran faro

Sonido bravo de caza Se funde el metal más caro.

Cae una hoja

El barrendero contento, Comienza a llover, se moja,

Exhala un suspiro lento.

Pasa una mariposa Todo el mundo atento

Pasa un beso, Recitando aquel verso Que se llevó el viento.

De tu voz saco las ganas Te abro mi alma como un cajón,

De tus ojos las escamas Que protegen mi corazón.

Así, sin castillo ni palacio Todo está como siempre

la vida pasa despacio desde enero a diciembre.

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Modalidad de Poesía Bachillerato

Autorretrato

Magda Rodríguez Dehli 1º BCH C

Apenas dieciséis años y un par de miles de sueños,

locuras de adolescente que van demasiado lejos.

Ratón de mi biblioteca desde los primeros tiempos, defensora de otros mundos y de otros parajes nuevos.

Idealista surrealista soñadora sin remedio, quisiera saberlo todo

por cambiar cuanto me dieron:

un mundo casi hecho trizas que se nos muere en silencio

y en silencio solo algunos luchan aún por sostenerlo.

Dios son las buenas personas, su voluntad para serlo

(voluntad: palabra mágica) que los eleva hasta el cielo

donde alguien más espera, escuchando y protegiendo.

El resto de este conjuro es hoy, mañana otro tiempo.

¿Mis pasiones? Unas cuantas: tantas como puedo y no puedo.

O dos: jugar con las lenguas (de voz o de sentimiento)

y andar buscando verdades adonde me lleve el viento. Saber el cuándo y el cómo

es cimiento de saberlo.

Se nos hunde el edificio si hay que negar que hay un suelo,

y no hay construcción posible sin ladrillos ni cemento.

De dónde es el hacia dónde. Abismos de conocimiento.

Me gusta preguntar por qué, sin porqués a mis intentos.

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¿Amores? Amor al mundo, a cada tarde de invierno, resquicio de primavera

y a cada embate del viento,

que juega contra mi cara y me hace fuerte en el juego,

creyendo (¿por qué no hacerlo?) que venzo a los elementos;

ráfaga helada de aire, ¿qué me traes desde tan lejos?,

espíritu de aventura que baja la calle corriendo.

A la sabia incertidumbre y a la locura del éxito,

a las cosquillas del fracaso que es siempre buen compañero.

A los árboles desnudos y a las mimosas del parque,

mis queridas confesoras, aguerridas y constantes,

que ganan la primavera con azafrán detonante

y su ejemplo es la bandera para los demás mortales.

Y a todos los que encontraron este espíritu salvaje y decidieron quererlo

tras los modos más formales.

Es un milagro, sin duda, saber todo lo que tengo,

poder compartir mi historia, los sueños malos y buenos,

mordeduras de serpiente, abrazos, risa y pañuelos.

Sé cuánto miedo has pasado, pues yo no he pasado menos.

Y ahora reluce el sol, y ahora mi mundo entero

refulge llenando en mí de estrellas el universo.

La Tierra sigue girando palpitando entre sus versos.

Apenas dieciséis años y un par de miles de sueños.

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