PALACIO ACEVEDO - Rodolfo Vera...

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La magnífica residencia de los embajadores de Arabia Saudita PALACIO ACEVEDO EL ULTIMO TESTIgO DEL NEOCLASICISMO CRIOLLO Fiel reflejo de la arquitectura del siglo XVIII, es uno de los últimos exponentes del grand hôtel particulier de la Belle Epoque porteña. Protagonista de las relaciones entre Arabia Saudita y Argentina, es hoy un referente de la vida diplomática y social de Buenos Aires De líneas muy sobrias, emula las fachadas de los hôtels particuliers de París del siglo XVIII, el Palacio Acevedo tiene 2.000 metros cuadrados y es una de las pocas construcciones de Buenos Aires con verdadera piedra Brovillier, mejor conocida como “París”. Obra de los arquitectos Juan Manuel Acevedo, Alejandro Becú y Pablo Moreno, el edificio conserva el esquema básico de hôtel entre tour et jardin.

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La magnífica residencia de los embajadores de Arabia Saudita

PALACIO ACEVEDOEL ULTIMO TESTIgO DEL NEOCLASICISMO CRIOLLO

Fiel reflejo de la arquitectura del siglo XVIII, es uno de los últimos exponentes del grand hôtel particulier de la Belle Epoque porteña.

Protagonista de las relaciones entre Arabia Saudita y Argentina, es hoy un referente de la vida diplomática y social de Buenos Aires

De líneas muy sobrias, emula las fachadas de los hôtels particuliers de París del siglo XVIII, el Palacio Acevedo tiene 2.000 metros cuadrados y es una de las pocas construcciones de Buenos Aires con verdadera piedra Brovillier, mejor conocida como “París”. Obra de los arquitectos Juan Manuel

Acevedo, Alejandro Becú y Pablo Moreno, el edificio conserva el esquema básico de hôtel entre tour et jardin.

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La residencia de los embajadores saudíes refleja el espíritu palaciego

y monumental que Juan Manuel Acevedo imprimía a todas sus obras

Arriba: el grand salon es una muestra de la

influencia europea que Juan Manuel Acevedo

recibió mientras se desempeñó como agregado cultural de la Embajada de Argentina en París.

Arriba, izquierda: un rincón del living, que

exhibe detalles como una bandeja con pétalos de rosa y un cofre labrado típico de la península

arábiga. Abajo, izquierda: vista de la puerta que comunica el comedor

con el living, una imagen en la que se conjugan dos estilos distintos pero estéticamente

compatibles.

S on las siete de la tarde. Es la hora del iftar (la comida con que se rompe el ayuno) y la residencia del embajador

de Arabia Saudita en Argentina es una fiesta. Es el día número 10 del Ramadán, el noveno mes del calendario musulmán, conocido en el mundo entero por ser el período en el que los fieles del islam prac-tican el ayuno diario desde el alba hasta que se pone el sol. La mesa está lista para recibir invitados y compartir el iftar, una de las celebraciones más simbólicas en Medio Oriente. El anfitrión, el embajador Torki Al-Madi (50), aprovecha este momento del año para estrechar lazos con los embajado-res de otras naciones musulmanas y difun-dir las costumbres del mundo árabe.

EL ULTIMO TESTIGO DE LA BELLE EPOQUE

El entorno, sin embargo, es un come-

dor de estilo gótico que data de finales del siglo XV y cuyas piezas fueron traí-das desde Francia para adornar el Pala-cio Acevedo, una de las últimas mansio-nes edificadas durante la Belle Epoque criolla. Fue en 1928 que el matrimonio formado por el arquitecto Juan Manuel Acevedo (1893-1980) e Inés Mercedes de Anchorena (1904-1965) decidió cons-truir su residencia sobre la entonces de-nominada Avenida Alvear, que abarcaba desde el Hipódromo de Palermo hasta Plaza Francia. En ese entonces, él se des-empeñaba como agregado cultural de la Embajada de Argentina en París, donde aprovechó para elegir el mobiliario y los objetos que iban a adornar su futura casa. El proyecto fue realizado por el mismo Juan Manuel, con la colaboración de sus colegas Alejandro Becú y Pablo Moreno. Acevedo vio en este proyecto una opor-

tunidad única para reflejar el espíritu pa-laciego y monumental que imprimió en las más de doscientas obras que hizo a lo largo de su carrera como arquitecto.

Una vez terminados los planos, la pri-mera tarea fue encargar en Francia la ejecución del exterior del edificio, he-cho en piedra calcárea. Las piezas que forman ambas fachadas se convirtieron en un rompecabezas que fue meticulo-samente armado en Buenos Aires. Des-pués, convocaron al gran paisajista Jean-Claude Nicolas Forestier –autor de los jardines de Bagatelle y del parque María Luisa de Sevilla– para el diseño del exte-rior. Su propuesta fue una combinación de esquemas geométricos siguiendo la más pura tradición francesa con detalles de inspiración morisca.

Cabe destacar que el Palacio Acevedo es uno de los pocos edificios de su época que

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El comedor de la actual residencia de los embajadores de Arabia Saudita en Argentina es el ambiente más imponente del edificio: todas las piezas, traídas especialmente de Orleans, datan del siglo XV. El techo de roble esculpido está compuesto por sesenta y seis viñetas de diferentes motivos tallados que se incrustan en las dos vigas maestras; también hay sesenta y tres entrevigas de tablas enteramente policromadas. La monumental chimenea, enteramente construida en piedra de fines del período gótico, refleja el estilo de vida de la Edad Media. El tapiz, que data del siglo XV,

perteneciente a la serie denominada “Moralidades”, originaria del norte de Francia. Incluso el piso, compuesto por grandes lajas de piedra provenientes de los patios de algunos castillos, es de esa época.

grandes aficionados a la música de cámara,

los Acevedo-Anchorena usaban este comedor con

perfecta acústica para ofrecer conciertos

fue construido con verdadera piedra francesa. Esa meticulosidad se vio pos-teriormente reflejada en la decoración de los espacios interiores, que son una muestra de la autenticidad y calidad perseguida por Acevedo a lo largo de su vida. Pisos, chimeneas y boiseries fue-ron traídos desde Europa y se instala-ron en los ambientes más importantes de la casa.

Terminado en 1932, el Palacio Ace-vedo, una de las varias mansiones que emergen en el borde de Barrio Par-que, es una obra que refleja la arqui-tectura argentina de la primera mitad del siglo XX, que osciló entre un his-toricismo versátil y un racionalismo pragmático. Los objetos elegidos por los Acevedo-Anchorena para armar y decorar el entorno de la vida familiar fueron de una calidad artística única. Cualquier persona que ingrese en la actual residencia de los embajadores de Arabia Saudita en Argentina se sorprenderá por la simetría y la hori-zontalidad de los ambientes, además de la moderna iluminación de los cie-lorrasos, que fue pensada por Aceve-do siguiendo las técnicas de muchos edificios neoyorquinos.

ORIENTE Y OCCIDENTEEn 1976, cuando los países del Golfo

Pérsico cobraron protagonismo debi-do al auge del petróleo, Arabia Saudita puso sus ojos en América Latina. Ese año se establecieron relaciones diplo-máticas con muchos países de la re-gión, y Argentina no fue la excepción. El primer enviado del rey Fahd a Bue-nos Aires fue el embajador Fuad Nazir, que se enamoró del país y permaneció veintidós años al frente de la delega-ción diplomática saudí y se encargó de buscar una residencia para los embaja-dores del reino wahabita.

En aquel entonces, el embajador Na-zir tuvo una difícil tarea, ya que eran muy pocos los palacetes que se ven-dían, y tuvieron que pasar casi tres años

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Izquierda: la chimenea de la

biblioteca, cuyos balcones miran hacia

Ortiz de Ocampo, refleja la calidez

de este ambiente, que es el favorito de Sara Al-Madi cuando recibe a las mujeres

de otros embajadores para tomar el té. Derecha: puerta

oculta en la biblioteca que el arquitecto Juan Manuel Acevedo solía usar para sorprender

a las visitas que lo esperaban. Esta escalera caracol conecta las tres

plantas del edificio y es utilizada

hasta hoy.

La gran galería que comunica con los principales ambientes de la casa está completamente revestida en distintos mármoles europeos.

Los cuatros sillones estilo Luis XV son de las pocas piezas que permanecen desde que los

Acevedo inauguraron esta residencia, en 1932. La suntuosidad del chandelier de pie en estilo rococó

es protagonista absoluto de este espacio de 10 metros de largo por 6 de ancho.

para que un día llegara a oídos de Nazir el rumor de que Juan Manuel Acevedo, viudo y ya de avanzada edad, quería vender su casa. De in-mediato, el embajador visitó la resi-dencia e hizo su oferta. Se iniciaron así las negociaciones entre Buenos Aires y Riad y en 1979 el palacete ubicado sobre Avenida del Liberta-dor al 2000 se convirtió en uno de los referentes de la vida diplomática en Argentina. Un lugar en el que la hospitalidad saudí brilla por su cali-dez y buen gusto.

El embajador Al-Madi y su mujer Sara (35) representan a Su Majes-tad, el rey Abdalá bin Abdelaziz, en Argentina. Miembro del Servicio Exterior Saudí desde 1988 y pre-viamente destinado en Italia, Suiza, Bélgica y Luxemburgo, Argentina es el primer destino en el que Torki

Al-Madi se desempeña como emba-jador. Padre de dos hijos, Moham-med (3) y Zein (7 meses), se confie-sa amante de Buenos Aires y de la cultura criolla. “Fue un honor ente-rarme de que Buenos Aires sería mi primer destino como embajador. En muy poco tiempo me enamoré del país y de su cultura”, dijo el cuarto representante del Reino de Arabia Saudita en el país.

–¿Cómo se siente en Argentina?–A pesar de que es una cultura

muy distinta a la mía, estoy contento en un país como este y una ciudad tan fascinante como Buenos Aires. Recuerdo que cuando llegué me sor-prendió la cantidad de parques que hay y su agitada agenda cultural. Me sentí muy bien recibido y el gobier-no argentino hizo lo posible para que estuviera cómodo. Además, du-

Pisos, chimeneas y boiseries fueron

traídos desde Europa y se instalaron en

los ambientes más importantes de la

residencia de los Acevedo

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“Me fasciné con el estilo de vida de los argentinos desde que llegué a esta casa. Creo que hay muy pocas ciudades en las que se puede ver el esplendor de una época”

rante mis primeros meses en el país, la mayoría de los embajadores me agasa-jaron para darme la bienvenida.

–¿Qué es lo que tanto le gusta de nuestro país?

–Me fasciné con la riqueza y el esti-lo de vida de los argentinos desde el primer minuto en que llegué a esta casa. Creo que hay muy pocas ciuda-des en las que se puede ver reflejado el esplendor de una época. Tengo que destacar que me siento muy orgulloso de percibir todos los días que en Argentina existe una libertad religiosa tan amplia. Buenos Aires fue una de las primeras ciudades de

América Latina en las que el gobier-no saudí pudo colaborar con el go-bierno local para la construcción de una mezquita. El Centro Cultural Rey Fahd es hoy un lugar de culto para el medio millón de musulmanes que vi-ven en el país. La sociedad argentina es muy tolerante y eso me hace sentir realmente cómodo y a gusto.

–¿Cómo es vivir en un palacete como este?

–Es realmente un privilegio. Ten-go que decir que, como diplomáti-co, he vivido en muchos países, pero, fuera de ciertas capitales europeas, en muy pocos lugares existen resi-

El embajador Torki Al-Madi y su mujer Sara –con el tradicional hiyab– son los representantes del rey Abdalá

bin Abdelaziz de Arabia Saudita en Argentina desde 2010. Enamorados de Buenos Aires, confiesan estar muy cómodos en nuestro país y dicen que los argentinos son un ejemplo de tolerancia religiosa. El tapiz que se observa detrás, titulado Júpiter triunfante, es una verdadera obra maestra. Tejido en

lana y seda durante el siglo XV, esta pieza perteneció a la colección privada de Raquel Méndez Gonçalves de Videla y

hoy preside la escalera de honor que lleva al primer piso.

Arriba: El bel-etage del Palacio Acevedo está compuesto por el comedor, el grand salon, la biblioteca y una sala estilo Luis XV que hoy es salón fumador. Revestida con una boiserie que Inés de Anchorena eligió para exhibir su colección de piedras duras, este ambiente está decorado con dos chesters tapizados en chenille y una alfombra traída de Arabia Saudita. El reloj sobre la chimenea data del siglo XIX y es una de las piezas más valiosas de la colección Acevedo. Abajo, izquierda: servicio de café árabe en plata, acompañado de dátiles, con el que se agasaja a cada invitado que llega a la

residencia de los embajadores saudíes.

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Arriba: fiel exponente del academicismo del siglo XVIII, su fachada está compuesta por un anticuerpo de tres arcadas, coronado por un frontón triangular en cuyo centro sobresale el escudo del Reino de Arabia Saudita. Una terrasse con baranda de hierro

hace de esta construcción una de las más importantes de Barrio Parque. Abajo, izquierda: imagen de la década del 30 en la que el Rolls-Royce de Juan Manuel Acevedo

abandona la residencia que el arquitecto construyó sobre Avenida del Libertador.

dencias como el Palacio Acevedo. Sin embargo, tengo que confesar que no puedo hacer ciertas cosas. Pasé siete años en Italia y desde en-tonces cocinar se convirtió en una de mis pasiones, pero acá la cocina me queda tan lejos que ya no lo hago tan a menudo.

–Las relaciones diplomáticas en-tre Arabia Saudita y Argentina son muy jóvenes. ¿Cómo es el vínculo entre ambas naciones?

–A pesar de que las relaciones entre Arabia Saudita y Argentina tienen apenas treinta y seis años, debo decir que el vínculo es muy

estable. Los lazos comerciales en-tre los dos países son muy fuertes, aunque debemos seguir trabajan-do para que cada día mayor canti-dad de productos argentinos sean exportados a nuestro país y vicever-sa. Siempre hemos visto a Argenti-na como un socio estratégico en la región, por lo que me siento muy orgulloso de ser el representante de Su Majestad en Buenos Aires.•

Texto y producción: Rodolfo Vera Calderón Fotos: Ignacio Arnedo, Tadeo Jones,Paul Roger y Matías Salgado

En 1976, debido al auge del petróleo, Arabia Saudita puso sus ojos en América

Latina. Ese año se establecieron relaciones diplomáticas con Argentina