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  • 8/17/2019 Palacio - Teoría del Estado

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    E R N E S T O

    P L C I O

    eo t

    f OLt:CCJÓ:'II

    CÚPULA

    o

    EDITORIAL

    GUILLERMO KRAFT LIMITADA

    FUN.DAD o\ N

    8 6 ~

    BUENOS

    AIRHS

    e

    BIBLIOTEC N A C I ~ A L

    DE M

      E

    STROS

    _

  • 8/17/2019 Palacio - Teoría del Estado

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    J ROLOGO

    Los problemas

    que

    plantea

    la acción práctica nos llevan a

    l

    búsqueda

    de antecedentes.

    La

    consideración de los antece-

    dentes

    por

    vía comparativa

    nos

    conduce al descubrimiento

    de ciertos principios generales. He aquí

    cómo

    un político se

    convierte

    en

    filósofo.

    Este propósito

    no

    es

    incompatible

    con

    una

    gran fe y con

    una

    gran esperanza. Pero l fe

    no pierde nada

    con ser lúcida}

    ni

    l esperanza

    disminuye en

    fervor

    cuando

    trata

    de

    encua-

    drarse

    en

    los limites

    que

    l realidad

    impone.

    Lo

    dicho

    indica

    que me

    encuentro en

    el polo

    opuesto de

    es concepción hegeliana según

    Z a

    cual lo

    que

    ocurre tiene ne-

    cesariamente

    que

    ocurrir y es lo

    mejor

    por

    ser necesario.

    La

    marcha

    de

    la historia

    no

    es

    un puro

    azar}

    sino

    que

    depende

    de

    la inteligencia y la

    voluntad de quienes en

    ella actúan.

    La

    po-

    lllica es

    el

    arte

    de

    lo posible.

    Las

    ocasiones históricas

    pueden

    aprovecharse desperdiciarse o frustrarse.

    Ningún

    esfuerzo poT

    comprender

    es estéril

    puesto que el buen

    obrar surge

    del

    jui-

    cio certero.

    Una

    advertencia o una acción oportunas

    pueden

    cambiar el curso

    de acontecimientos que

    oont emplados su-

    perficialmente} parecerían fatales.

    Era

    natura./ que

    aquel

    in.terrogante sobre nuestro destino

    concreto buscara su respuesta

    en

    l filosofía y en la historia.

    Y que se transformara en preguntas

    de

    carácter mds general:

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    ERNE

    TO

    P t .A 1

    ¿ u l e s s

    u

    l ·

    d

    son l

    Es

    l

    t'r ta

    d

    ont star n l

    p

    . rese

    nte

    ensayo)

    rin

    ipios

    n

    ra

    l

    s d

    la

    cz

    ncia política

    que

    .

    i

    nd

    a toda posic

    ión

    d trinaría

    concretae;

    un

    lu

    iones aplicables ualquier país

    y ~

    ues.

    qui

    r si u

    i n hi ·t

    ri a. cual.

    A a o l i.

    tu

    lo T orfa del

    Estado pa1

    · a p·resuntuo p .

    : . so)

    a,

    a

    un z b1

    o d

    t

    s aso

    vol

    u m n a qu t nes se hallan h b·

    a

    ztua.

    dos a

    nc

    ntrarl

    11

    las obras

    exhaust

    i

    as

    de

    los

    ju

    ristas) com.

    pu stas d s touz ~ ~ o n . abundant l gislación comparada.

    Pe·ro tne 01npla e 1·ezvzndzcarlo pa-ra

    tJ.n

    ensayo de

    ciencia

    p o l í t i c a ~

    qu

    s ·

    almente

    una teoría d l Estado: no pod

    a

    pone1·Ze o t o titulo sin violentar su int

    nción y su conteni

    do.

    Por

    lo

    qu ha

    a la calificación de

    u i

    n

    ia

    política ,

    me

    re

    ·

    111 ito a las

    inas

    p1-e

    li1nina1  es de la Hi

    tory

    of the Science

    of

    Politics d sh·

    F1

    ,ederick Pollock, y a los

    El

    ementi di Scien·

    za

    Politica

    de

    Gaetano M osea, cuyos a1·au.mentos

    me parecen

    lo

    suficient

    ernente persuasivos para d svi·rtuar todas

    las

    obje·

    .

    czones.

    Un esbozo de la doctrina

    aquí

    expu sta

    fue

    desar·rollado

    por mí

    en

    una

    conferencia que pronun i en la Facultad

    de

    Derecho

    de

    la

    Universidad de Bu

    enos

    i·r

    s, a mediados del

    año

    1948,

    bajo

    el título de Realismo

    P

    lítico. Los capítulos

    111 IV y V ~

    tal

    como

    aquí

    a p a 1 ~ e a e n se publica'ron en la Re·

    vista

    de

    la

    misma

    Univers

    idad

    en

    la

    ntr

    ga coi1·espondiente

    a

    octubre-di

    ciembre

    de

    1948.

    Si este ensa¡ o p r o v o c a a un renovado inte·rés por el estudio

    de los problemas teóricos de la política, n stos momentos en

    que la acción se

    resiente de anemia do

    ctrinaria, hab

    'rí

    a logra·

    do

    su

    princ

    ipal objetivo. No pretendo pos er una panacea,

    sino aportar

    al debate

    una serie

    de

    ideas útiles, apojadas en

    una intuición que

    c o n s i d e ~ o

    fecunda

    en

    posibilidades.

    C r ~ o

    que

    su

    lectura

    puede

    resultar beneficiosa.

    E,n

    tíltima

    instanCJa,

    si

    fracasa como lección, quedará como t tirnonio.

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    Es iguahnentt n· •Sario, supongo, qu·e el gobier.no

    votxlad

    ro y

    el t1n·i

    digno

    de etS·e nom·bre sea aquel

    donde los Jefes p s an una ·ciencia real no sólo apa

    r nt

    ·

    ya g:obi•orn n s gún ~ s leyes o

    ISin Jcycs

    por

    el

    libre

    conscnti,lni nto o .Ja fu.crza, ricos o pobres:

    no hay

    que to1nar

    1n cu,enta ninguna

    d·e estas

    osas

    cuando

    se

    trata

    l

    .la

    verdad. -

    PLATÓN

    l

    politico

    o d

    la

    realeza.

    cn1prc la ·oonfusi:on delJ,e persone. - Princ:pio f.u del

    n1al d 1la cittade. -

    DANTE

    Paradiso X VI, 67-8.

    La ·politiqu·e est

    oon1-me

    le s p h y n x de l fable: elle

    devore t·oU s .ceux

    qui

    n eX pliq.uent pas ses n i ~ m -

    RIVAROI

    ., Oeuvres

    choisies

    1 262.

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    t

    CONSIDERACIONES PRELIMINARES

    l Compt·ensión de los fenómeuos politicos. - 2. Na-

    tural

    eza de la ciencia polítzca. - 3. La realidad

    en

    la

    ciencia política. -

    4

    T

    en

    tativa de una política

    pu

    r

    a

    -

    5. l método la realidad en

    el

    estudio de lo polí

    tico.

    -

    6.

    l

    orden político natural.

    1.

    La acción prudente

    es

    n1ejor que la acción a ciegas.

    Y

    la

    acción prudente implica una cierta dosis de

    pr

    evisión

    y

    el do

    Ininio seguro de las circunstancias. Como el buen

    na

    vegante

    uecesita, para llevar a término su nave, un conocimiento exac

    to de las mareas

    y

    de

    los

    vientos, de las profundidades

    y

    de

    las alturas

    o en

    otras palabras, de la índole del mar el ries

    go constante que late en su seno , así el político prudente de

    be esforzarse

    por

    conocer la índole

    de

    · la

    n1at

    eria sobre la cual

    ?.ctúa, mucho más compleja llena de asechanzas. Existe

    una

    ciencia y

    un

    arte de gobernar,

    con1o

    existe

    una

    ciencia

    un

    arte de navegar, o de construir casas, o d e labrar la tierra. Exis

    ten leyes .tan constantes en la vida política como las que rigen

    el movimiento de las mareas y cuyo desconocimie

    nto

    puede

    provocar catástrofes y hasta el derrun1be de

    un

    régimen, tal

    como

    se derrumba

    un

    edificio cuyas medidas calculó

    mal un

    arquitecto ignaro.

    A esas leyes nos referiremos

    en

    este ensayo.

    No

    hay

    duda de

    que es mejor conocerlas que ignorarlas.

    a

    opinión corriente

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    14

    ERNESTO P L CIO

    considera la aptitud políti

    . f ca como una .

    In usa, que no

    requiere

    ningún a

    ren

    . s ~ e o e de

    sabictu

    ,

    un

    error

    romántico

    muy

    fácil d pb . dizaJe técnico

    E. rta

    1

    f

    e re a

    tir V

    e d

    d .

    s

    éste

    I Ico nace tal y que el ·

    estudio

    m. . . r a

    es

    que el

    n , f. . Inucioso de tod po.

    o

    seria su Iciente

    para

    otorgar el

    d . a la literatu

    d

    1 1 on

    a quien

    1

    ra

    o a natura eza. Pero si esto es e

    se

    o ha neg

    d

    1 .

    xacto, como en

    1

    a

    os os

    artistas,

    es también

    evident

    1 . e

    caso

    de

    to.

    . f

    e

    que

    a ciencia

    Sino que

    avorece

    la expresión de

    1 .

    no estorba

    · 1 , .

    a personalidad '

    e]tmp ares

    mas emJnentes un

    Dant

    L y que los

    h

    . .

    e,

    un

    eonardo

    t se

    dan

    cuando coincide el . '

    un

    Goe-

    genio creador con el d . .

    total

    de

    los

    medios resultado de ominw

    b

    'd

    ,

    una

    completa

    y

    ref

    d

    sa I

    uría.

    En

    cambio,

    ¡con

    cuánta

    frecuencia ocurre

    1 Ina a

    rt '

    t

    f

    d . . . e

    caso

    del

    a

    1s

    a

    rustra

    o por deficiencia

    de

    los m

    d'

    ·

    . . e Ios expresivos ori

    g1nada en

    el

    desconocimiento

    de

    la materia misma qu '

    1

    .

    y

    1

    e emp

    ea

    as1

    como

    en e arte,

    en

    la

    política. César afirmaba, según

    cuenta Plutarco, que Sila

    había

    fracasado en su intento de

    perpetuar

    su

    dictadura, por

    .su falta de letras

    . . .

    2. Pero ¿en

    qué

    consiste la ciencia política? Debe respon

    derse ante todo

    a

    esta pregunta,

    para desvanecer ciertos

    erro

    res corrientes en que incurren algunos. Hay quienes

    niegan

    la exist

    e

    ncia de una

    ciencia política.

    Y

    hay quienes

    creen

    que

    son versados

    en

    dicha ciencia los

    que

    conocen derecho

    constitucional, derecho

    administrativo,

    economía política,

    es

    tadística, legislación del traba

    o

    o una cualquiera

    de estas dis

    ciplinas.

    El

    presente ensayo es

    una

    refutación a la opinión

    de los

    primeros.

    En

    cuanto

    a

    la

    de los otros,

    que

    tiende a reconocer

    una

    especial

    capacidad

    política

    a los abogados, diremos q_ue

    es radicalmente falsa.

    El

    cultivo

    de

    esas disciplinas accesonas

    ·

    · 1 · ·

    to de la realidad

    po-

    no

    1mp

    ·1ca

    necesariamente

    e conocimien

    ' o

    el

    co-

    lítica, ni

    da autoridad

    para opinar

    sobre ella, asi com. .

    . f

    ere aptitud ni

    nacimiento de las ·reglas g r a m a u c ~ l e s

    no

    con

    1

    autoridad

    para juzgar

    a Shakespeare.

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    TEORT

    DEL

    EST DO

    5

    Cuando las nociones económicas y jurídicas no están vivi-

    ficadas por la versación política y cuando el saber gramatical

    no está al servicio del sentimiento estético, lejos de ser una

    ayuda, son un obstáculo para el conocimiento, pues llevan en

    sí mismos la tentación de aplicar a la realidad viva el patrón

    de una letra muerta. Basta hojear el diario de sesiones de cual-

    quier parlamento para comprobar que no hay quimera irrea-

    lizable, en el orden de la organización social o política, que

    no haya encontrado a un jurista que la sostuviese en serio.

    ¿Y quién no ha leído los alegatos profesorales a la manera de

    Valbuena tendientes a demostrar, a fuerza de lupa antece-

    dentes comparativos,

    que

    Cervantes o Montaigne escribían

    nal?

    Entre

    un

    filósofo político y un constitucionalista corrien-

    te existe la misma relación, en el orden del conocimiento, que

    la que puede haber entre un biólogo

    y

    una partera. Y en cuan-

    to a la percepción que de los fenómenos políticos puedan te-

    ner un constituciona1ista o un economista, por el mero hecho

    de ser tales, resultará

    tan

    mediata convencional como la que

    de la anatomía

    humana

    posee

    un

    sastre.

    La

    ciencia política

    tiene dominio eminente sobre las disciplinas accesorias y puede

    juzgar sus errores, y

    no

    al contrario.

    3. La ciencia política estudia la polis o sea

    la

    sociedad

    humana organizada,

    no

    en su legislación escrita, no

    en

    el as-

    pecto formal de

    la

    producción y

    el

    consumo,

    no en

    sus modas

    pasajeras, sino

    en

    su proyección histórica y en su totalidad,

    especializándose en su expresión como Estado, o sea las rela-

    ciones de gobernantes gobernados, de sujeto activo pasivo

    del poder, como voluntad y como acción. Es, por consiguiente,

    una ciencia moral) puesto que versa sobre la conducta con-

    ducirse a sí mismo,

    conducir

    a otros, ser

    conducido , palabra

    .que en su raíz etimológica encierra el significado

    de ir

    juntos.

    Originariamente se consideró la política como una rama

    de

    la moral, destinada

    a

    dictar las normas que debían regir

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    1

    16

    ERNESTO P L CIO

    la

    acción del hombre como cives} sin una d .

    . . emarcanó

    ta entre su aspecto

    de

    ciencia y su aspecto d n exac.

    , . . e arte. Per

    normas no podian ser

    arbitrarias sino posibles d

    esas

    1

    l

    . d d D · a ecuada

    a :ea I a . e aquí surgió

    la

    idea de una realidad

    olí

    a

    resistente

    a

    la

    voluntad de los hombres, indoblegabl P t i c ~

    h 1

    . .

    e a

    capn-

    c o,

    con

    eyes

    propias

    semeJantes a las

    de la

    natural . .

    . . eza Inan

    1

     

    ~ a d a _

    y objeto

    ~ e o b s e r ~ a ~ I Ó ~

    y estudio a

    la

    manera de las

    e n _ c 1 a s

    naturales

    y

    la

    dis.tincion consiguiente entre esta dis

    Ciplina

    de

    orden especulativo y el arte práctico del gobie

    rno.

    Se

    trata

    naturalmente

    de una

    ciencia empírica, que tiene

    co-

    nlo

    único

    criterio

    de

    verdad la

    coincidencia de la norma

    resul

    tante con

    la experiencia

    histórica y

    la

    realidad cotidiana.

    Pero

    una gloriosa tradición

    de

    pensadores, desde Platón y Aristóteles

    hasta nuestros

    días, a través

    de

    Vico, Bacon, Maquiavelo,

    Hu

    me, Montesquieu Burke Proudhon Sorel y Pareto, ha

    reali

    zado ?na

    abundante cosecha de nociones y fórmulas, que

    con

    figuran una

    sabiduría

    de

    aplicación

    s·egura a todos los

    casos

    de la vida

    colectiva.

    Diagno

    sis y

    terapéutica que

    sólo

    necesi

    tan

    ser

    más

    conocidas

    para

    ser más

    eficaces.

    En

    este aspecto,

    la

    ciencia

    política es

    un compartimiento

    de la sociología,

    y

    su campo de

    experimentación por

    decir}o

    así, no es otro que la historia ciencia que, a su vez se halla

    fuertemente enraizada en la

    antropología y

    en

    la psicología.

    El estudioso de

    la política

    debe ser (o debe tr_tar dé ser) so

    ciólogo e

    historiador

    a la vez que

    conocedor

    del alma humana;

    y

    el

    político

    actuante no

    pierde

    nada

    sino

    que

    gana

    mucho,

    cuando se halla impregnado de esa sabiduría. El

    hábito

    men

    tal

    del

    historiador

    se

    asemeja al

    del político,

    y por

    esto no

    es

    rara la

    coincidencia

    de

    an1bas actividades, a

    partir

    del prece-.

    dente

    ilustre de

    César.

    4. Este

    libro

    es

    una

    tentativa

    de

    política pura

    Entendemos

    por

    tal la

    tendencia a explicar los fenómenos políticos por

    ~ a n -

    sas

    también

    políticas,

    y

    no

    por

    causas morales, económicas,

  • 8/17/2019 Palacio - Teoría del Estado

    10/97

    TEORI

    DEL EST DO

    17

    sociales, jurídicas o étnicas. Lo político

    es

    un aspecto singular

    predominante en la compleja realidad social, que puede

    debe abstraerse de los fenómenos simultáneos y concordan

    tes

    que

    lo

    acompañan, para

    obtener

    resultados ciertos.

    Si

    la

    ciencia política

    ha

    quedado

    en

    retraso, hasta

    el

    punto

    de

    que

    ( - todavía se niega su existencia como tal, ello

    ha

    obedecido sin

    duda a la confusión permanente de sus nociones con las de

    otro

    orden

    de

    conocimientos. Desviada de la ruta real que le

    se-

    ñaló Aristóteles, ha sido, en los tiempos modernos, víctima de

    los economistas, de los sociólogos

    y

    sobre todo, de los juristas,

    que la degradaron a un papel de cenicienta de sus respectivas

    especialidades, la despojaron de su majestad hereditaria, la

    saquearon y la vistieron luego de andrajos.

    Se necesita una reacción, en el sentido de restablecer la

    ciencia política en su

    antigua

    jerarquía, independizándola de

    esa servidumbre.

    La

    política

    puede

    y debe estudiarse con pres

    cindencia de la moral aunque sus fenómenos son una clase

    especial de fenómenos morales) , de la economía y del dere

    cho, así como la geometría del espacio se estudia con prescin

    dencia de la cosmografía.

    Este libro no trata, pues, del Estado de derecho , sino

    del Estado de hecho. N o como debe ser} sino .como

    es

    No nos interesan las finalidades que se atribuyen al Estado,

    sino sus modalidades.

    No

    las apariencias, sino las esencias. No

    los ide les políticos, sino las re lid des políticas.

    5. Ponemos en guardia

    al

    lector contra cualquier mala in

    terpretación posible de estos conceptos.

    La tentativa de estudiar los fenómenos políticos como he

    chos naturales no significa de ningún modo mecanicismo, ni

    determinismo, ni ninguna posición escéptica con respecto a

    los ideales

    de

    perfección, ni a las influencias de orden espiri

    tual que actúen en la vida política. Significa solamente un

    método

    para

    llegar a resultados seguros.

    El

    lector de este

    li-

  • 8/17/2019 Palacio - Teoría del Estado

    11/97

    ERNES

    0 PALACIO

    comprobará

    que para el

    autor

    la rd .

    hombres es, principalmente u ,

    1

    ~ i ó n política entr

    na

    re actón d . e

    on

    esto

    basta.

    Si

    s propusiera sentar

    1

    b

    e tipo moral

    erfe

    t ·

    as

    ases de

    u

    E ·

    e o

    y

    o ~ n n a r a

    sobre

    las influencias

    de

    orden n

    stado

    que JUzgase

    mejores para

    la felicid d 1 ~ o r a l y re

    términos de ciencia polít. ~ co ectiva,

    ya

    no

    1ca, sino como

    m

    1

    .

    apóstol

    de su credo.

    ora Ista

    Creemos que la sociedad

    puede

    perfeccionarse Pe .

    humano logrará variar las leyes diremo · ro n m ~ ú n

    s

    S i c a ~

    (

    cpucrt

    , a que obedece la sociedad política y que e

    se estudian. Existe un

    orden

    natural El recono . n_ este

    · cimiento

    e este.orden

    no significa

    negar

    el

    orden

    sobrenatural. Si no

    se

    ninguna.

    referencia

    a él

    en

    el curso de esta obra es por-

    no se escnbe un tratado de teología, sino de política. Cuan

    o un

    médico católico estudia el problema

    del

    cáncer, no tie-

    e

    por

    qué

    dedicar

    un

    capítulo

    a

    la

    salvación del alma

    de

    sus

    Y éste

    es un libro de diagnosis

    y

    de

    terapéutica, en cierto

    odo pues señala los síntomas de los ~ l e s políticos

    y

    las con-

    diciones de la salud. Síntomas claros, condiciones objetivas.

    Podrán discutirse las conclusiones pero no la se-riedad del mé-

    todo adoptado que evita la

    confusión

    y

    el

    equívoco. Los

    ma-

    les

    políticos

    se remedian con buena política. Para operar un

    caso grave se necesita

    un

    médico.

    Ello

    no excluye que se llame

    también al confesor. Lo que resulta inaceptable

    es

    que se t r ~ -

    te

    de

    reemplazar la

    terapéutica

    o

    la

    cirugía con sermones,

    co-

    mo ocurre

    frecuentemente en

    esta

    materia tan

    propicia a

    los

    excesos de

    la

    improvisación

    y

    de la fantasía.

    6 Existe un orden político n a t u r a l ~ que la cienCia p o l ~ t i c a

    conoce y describe. Cuando

    la

    acción política

    se

    sujeta a dicho

  • 8/17/2019 Palacio - Teoría del Estado

    12/97

    Tl.i ORIA DEL

    EST DO

    19

    El

    orden

    político natural

    s

    independiente

    de

    los llamados

    regímenes

    de

    gobierno. Puede coexistir con cualquiera. Pue-

    de transgredirse en

    cualquiera.

    Las transgresiones

    al

    orden

    natural

    tienen

    como sanción

    próxima

    o

    remota

    la acción revolucionaria. La revolución

    sólo

    s

    legítima cuando implica

    una

    restauración del orden.

    Cuando

    no el estado revoluciona

    rio

    subsiste

    ha

    s

    ta que

    el or-

    den

    natural

    se restablece.

    El orden natural supone la colaboración de todos los ele-

    mentos del Estado

    para

    la

    obtención

    de un fin común.

    T a

     

    es son los principios

    fundament

    ales de la ciencia polí-

    tica cuya

    perman

    e

    nte

    validez

    s

    intentará

    demostrar

    en

    las

    páginas que siguen.

    · 

  • 8/17/2019 Palacio - Teoría del Estado

    13/97

     

    CONOCIMIENTO Y ACCION

    l Sujeto y objeto

    de

    los

    fenómenos

    políticos. - 2 Vo-

    luntad necesidad en la acción política. -

    3

    Cono-

    cimiento

    de

    la

    realidad

    política. - 4. Política idealista

    política

    realista. - 5. Ideólogos estadistas. -

    6

    El

    · ~ ~ e r p o ~ í ~ i c o

    es

    saber humanista

    -

    7

    Sabiduría ac-

    czon polttz.cas. - 8. Sab.er poda jJolíticos. - 9. Con

    quista

    ejercicio del

    poder

    político.

    1. El primer problema que s ofr·ece a la consideración del

    estudioso

    de

    la

    política

    es

    el

    siguiente: ¿En qué

    medida

    depen

    de

    la

    organización de

    la sociedad

    de la

    acción y

    la voluntad

    de los

    hombres

    y en qué medida se resiste a ellas? Dicho en

    otras

    palabras se trata de determinar si

    la materia

    sobre la cual

    actúa la voluntad política

    s

    maleable

    dócil

    hasta

    el

    punto

    de aceptar

    todas

    las formas que conciben la inteligencia y la

    fantasía de

    los teorizadores o si obedece a leyes propias,

    tan

    inflexibles

    como

    las

    que

    rigen

    a la

    naturaleza

    inanimada a

    las

    cuales debe obedecer el

    legislador, así como el tallista debe

    seguir la veta

    del duro

    tronco para lograr

    la imagen.

    La cuestión es, sin duda ardua y

    de

    difícil solución por

    una

    fórmula.

    Las posiciones que se

    adoptan

    frente a ella de

    terminan las

    dos tendencias principales

    en

    que pu

    ede divi-

    dirse

    el pensamiento

    político.

    De un lado se sitúan

    Platón

    los utopistas, los ideólogos

    del

    siglo

    xvniJ Rousseau la

    escuela

    contractualista

    cuya

    L OTE ~ C f O f i i L

    DE

    T

    S

  • 8/17/2019 Palacio - Teoría del Estado

    14/97

    22

    ERNESTO P L CIO

    concepción inspira gran

    parte

    del

    constitucionalismo

    e

    . . . . d d h

    o n t m ~

    poráneo,

    basado en principios e

    erec

    o

    natural.

    De una

    ma

    nera general

    puede decirse que .esta escuela toma como punt

    de

    partida

    al hombre

    y

    pretende

    realizar

    un

    estado

    social a

    medida de una idea preconcebida

    sobre

    la felicidad del

    ser hu

    mano.

    En

    esta

    tendencia debemos afiliar

    al revolucionarismo

    actual, aun

    en

    la forma seudocientífica

    del marxismo,

    cuyo

    postulado

    de

    una

    sociedad sin

    clases como

    meta

    denuncia su

    origen.

    El otro

    grupo

    de

    pensadores, desde

    Aristóteles hasta

    la

    mayor parte

    de los modernos,

    pasando

    por Maquiavelo

    y Bur·

    ke,

    funda

    sus

    doctrinas

    en

    el

    estudio

    de

    la

    colectividad

    orga

    nizada, tal

    como

    s·e presenta históricamente, y trata de indu·

    cir las leyes a

    que

    obedecen los movimientos colectivos.

    2. N o se nos oculta lo excesivamente simplista de esta cla·

    sificación, que deja en

    la sombra

    muchos

    matices

    de

    pensamien-

    to

    y

    pone

    en

    el

    mismo

    saco a

    pensadores

    que

    acusan

    notables

    divergencias de actitud el pesi·mismo de

    Hobbes

    y el optimis

    mo

    de

    Rousseau, verbigracia

    y

    que

    parecería

    desconocer

    las

    exquisitas intuiciones

    sobre la realidad política, universalmen-

    te válidas,

    que

    se encuentran

    aun

    en los

    utopistas de

    estirpe

    platónica .Pero no pretendemos

    escribir una

    historia del pen

    samiento

    político. Bástanos con mostrar .las

    dos tendencias

    dia

    lécticas

    en que

    se

    divide,

    ambas

    igualmente

    legítimas,

    porque

    obedecen

    a orientaciones permanentes del

    espíritu

    humano,

    y

    cuyo choque estimula la

    obtención

    de la verdad

    y

    constituye

    p ~ r

    .sí mismo

    u ~ ~

    r e a ~ i d a d i ~ c o n t r o v e r t i b l e No se puede es

    cribir

    sobre

    pohuca s1n

    aludir a los conflictos

    de ideas que

    responden

    a actitudes dialécticas divergentes

    y que forman

    parte

    de

    la política

    activa,

    en cuyo campo

    pugnan,

    teñidas de

    interés

    y

    de pasión.

    Tampoco

    nos

    incumbe examinar

    la

    parte de verdad

    error

    que

    entrañan ambas actitudes. Di.remos solamente sin

    que

    ello signifique, como se verá, refugiarnos en un cómodo eclec-

     

    .

    1

    f

  • 8/17/2019 Palacio - Teoría del Estado

    15/97

     

    . _

    TEORI

    DEL EST DO

    23

    ticismo que es verdad que los hombres, con su voluntad

    y

    sl l acción, influyen en las ,construcciones políticas

    y

    sociales;

    y es natural que persigan

    una

    organización social

    y

    política

    que

    los

    haga felice

    s.

    Es verdad también que la sociedad

    res-

    ponde a leyes propias, a las que debe sujetarse la acción polí-

    tica

    y

    que no es lícito violar;

    y

    es natural que se inquieran

    estas leyes porque la felicidad muy relativa de los hombres

    sólo puede fundarse en la permanencia de

    un

    orden, cuya vio-

    lación implica siempre desequilibrios y aun catástro

    fe

    s, con el

    consiguiente lote de desventuras colectivas e individuales.

    3. Para el conocimiento de la realidad política, es menester

    contar con la tendencia natural del espír

    itu hum

    ano a forjarse

    metas ideales, lo cual resulta

    un

    estímulo para la acción y

    un

    factor necesario del progreso. El hombre es

    un

    anin1al mitó-

    mano y vive en

    gran

    parte de quimeras.

    l

    peligro constante ínsito

    en

    dicha predisposición consiste

    en

    un

    inherente olvido de los límites y las posibilidades de la

    acción

    humana dentro

    de las condiciones impuestas por las

    circunstancias de tiempo

    y

    de lugar; de tal modo que

    quien

    se abandona

    a la tentación está expuesto a constantes sorpre-

    sas pues obtiene resultados no sólo distintos, sino a menudo

    opuestos a los

    que

    persigue.

    La

    realidad

    se

    venga así de

    q ~ i e -

    nes

    la

    desconocen.

    Llena

    está

    la

    historia

    de

    ejemplos de movi-

    mientos libertarios

    qu

    e

    engendraron

    tiranías, de tentativas de

    ordenación que desencadenaron licencia desenfrenada.

    Llamamos

    ideología a la especulación racionalista

    que

    alza

    en

    el vacío construcciones te6ricas sin posibilidad de realiza-

    ción práctica e ideólogos a sus

    c ~ I t o r e ~

    La. tendencia que im:

    perfectam,ente podría;mos. e n o m t n ~ r

    zde lzst

    se

    t r ~ d ~ c e ~ a s 1

    siempre en

    ideología. ~

    h ~ e r . a t u r a

    tnfl.amada de, p?lem1ca, Im-

    plica una

    posición

    apnonsuca.

    de estupe

    ~ l a t o n t c a y s e ~ a l a

    pref

    e

    renc

    ias por tal o cual régtmen determinado, como s1 el

  • 8/17/2019 Palacio - Teoría del Estado

    16/97

    24

    ERNESTO P L CIO

    tablecimiento de

    un régimen dependiera de

    un

    mero

    acuer-

    es

    1

    .

    do

    de voluntades. Esta

    actitud

    supone a creencia en un bien

    y

    un

    mal en materia política

    d e r n ~ i e n t e

    de

    esta

    o

    ~ q ~ e l l a

    organización

    racion

    al,

    y

    en la super1orid.a,d real

    de

    u ~ reg1n1en

    cualquiera sobre los otros; s u p o ~ e

    ta

    ·mbien un. optimismo :un

    damental

    inherente

    a la creencia en

    que

    el bien

    ha de tnun

    far al cabo sobre el mal por

    obra de la

    acción humana. En este

    sentido es

    tan

    ideólogo un Bossuet doctrinario

    de la

    monar

    quía absoluta,

    como

    ciertos ·apologistas modernos de la demo

    cracia, que no ven en ella un estado circunstancial de la socie

    dad

    humana sino

    que

    la consideran como la

    perfección

    mis

    ma en 1nater ia de organización política.

    La

    historia

    es

    el resultado

    del

    choque

    de

    los sueños

    con

    la

    t·ealidad: la desilusión es

    su trama. Pero

    nuestra mente

    no

    se

    cansa nunca de proy

    ectar

    en ella figuras brillantes que pali

    decen una vez fijadas porque están sujetas a la imperfección

    de la materia.

    La

    acción política es tá expuesta a todos los ries

    gos, a

    toda la imperfección

    de

    .

    la

    humanidad

    de

    la

    contingen

    cia, como el arte, como todo lo

    que

    sale

    de

    manos del hombre

    que construye en el tiempo fugitivo.

    La respuesta definitiva

    a

    los ideólogos consiste en

    proclamar que el

    hombre no puede

    crear paraísos y que

    la

    ciudad humana no loo-rará nunca ser

    ln

    ás que una pálida e

    imperfecta

    imagen de la

    0

    ciudad

    d ·

    . . e lOS.

    El e c o n o C l ~ I n t o de esta verdad por

    soberbia ideológica

    el

    af

    an perfeccionista (como

    en

    el

    clásico

    e ·

    emplo

    d 1. . . e a

    conven-

    ción

    francesa revoluClonan a) suele acarrear

    co

    1

    n ·

    1

    . o castigo e

    convertir a la soCJedad en una especie

    de

    infiern

    Q ·

    · l · z b

    A

    o. uz veut

    azre ange azt a e

    te

    diJO Pascal.

    4.

    Así como

    el ri

    ·esgo de

    la

    política idealista se

    encuen

    1

    ·d 1 1 d 1

    1'

    · [

    tra en

    a 1 eo og1a, e e a po 1t1ca rea zsta consiste· en la tend .

    1

    . .

    1

    encta

    a. ~ e e r

    que

    o que circunstancia mente o u r r ~ es

    fatal

    e inmo-

    dtftcable; a exagerar los aspectos de

    la

    necesidad hasta

    1

    d 1 · d d e ex-

    tremo

    de

    cons1 erar a a soc1e a como

    un

    me-canismo. a d

    es-

     

  • 8/17/2019 Palacio - Teoría del Estado

    17/97

    TEORI JF.L EST DO

    25

    conocer la influencia de la inteligencia y la voluntad humanas,

    con sus consecuencias de

    e s c e p t i c i ~ m o

    rutina e inmovilidad.

    Si la posición idealista es

    por

    lo común la de los revolucio

    narios, que pretenden introducir en la sociedad reformas fun

    damentales, la posición realista es generalmente una posición

    conservadora. La primera tiende a oponerse a lo que es en

    notnbre de lo

    que

    debe ser; la segunda, ajena a

    co

    nsideracio

    nes de orden moral o identificando la moral con la aceptación

    pa iva del orden heredado, al que

    por

    ser tal

    se

    lo considera

    bueno

    ,

    se resiste a los cambios, tildándolos de u tópicos o ma

    léficos. Del conflicto permanente, más o 1nenos enconado, en

    tre atnbas tendencias, surge el

    drama

    político, cuyo desarrollo

    i n d e

    i n i d o

    con triunfos pasajeros del

    uno

    o del otro protago

    nista, constituye la historia. La historia, flujo vivo, realidad

    cambiante, por cierto, con el sello de las aspiraciones, de las

    concepciones vi gen tes en cada época, tal como la conciben los

    idealistas; pero no sometida a los dictados del mero capricho

    reformista, sino cambiante dentro de ciertas normas

    y

    hasta

    ciertos límites,

    que la voluntad humana

    no puede franquear.

    No nos guía, al hacer esta caracterización de las tenden

    cias,

    el propósito

    de alegar

    en

    favor de ninguna, sino el de

    mostrarlas

    en

    su desarrollo vital, igualmente legítimo. Dicho

    en

    otras

    palabras no nos interesan como filosofía,

    por

    la parte

    de

    verdad que una

    y

    otra

    puedan contener, sino como historia,

    por la mera

    circunstancia

    de que

    existen. Queremos destacar

    que toda

    acción política,

    toda

    participación

    en la

    vida públi

    ca de

    una nación

    significa

    tomar

    posición

    en

    este conflicto

    dramático. e trata

    insistimos, de

    una realidad

    vital.

    5.

    Ahora

    bien en ese

    flujo

    borrascoso de la historia, con

    sus

    corrientes encontradas

    sus afluentes

    y

    cqnfluentes, sus obs-

    táculos

    inesperados

    sus

    cambios de

    curso, sus mareas, sus re-

      r

    0

    y sus remansos, hay muy diversas formas de navegar.

    mo

    1n s . .

    La mayor parte de la humanidad

    anda

    en la cornente s1n

  • 8/17/2019 Palacio - Teoría del Estado

    18/97

      6

    R E

    TO

    PALACIO

    p e n s ~ rla., catht

    un

    at nt a su pcq ueña vida particular;

    0

    me-

    j r dicho.,

    for

    1

    na l?art

    d 1

    flujo., cotno

    materia

    de él,

    0

    como

    1 ñ

    boye

    nt SUJ t

    pa ivos de

    la

    historia.

    P ro

    si conside

    r;un a 1 s políti o 1 o aquellos que se proponen imponer

    u

    untad

    a

    la corri

    nt

    viva,

    que

    es a

    la

    vez

    sostén

    y

    o s ~

    ulo, n s en onuan1 on

    tipos

    muy

    distintos:

    desde el op

    tilni t

    q

    u se lanza a la d riva, confiado en la creencia erró

    u

    de

    que 1

    índole

    1

    río consiste en

    mantenerlo

    a flote y

    lle arlo a buen

    puerto

    por el camino de la correntada, hasta

    1 na egante prudente y e perto que sabe adónde va, que co-

    noce los accidentes del lecho y

    la

    posición .

    exacta

    de los esco

    llos que sabe singlar y

    bandear

    cuando es necesario, que no

    dej

    nada

    al

    azar, porque está convencido de que la navega

    ción es peligrosa y exige

    una ciencia

    acabada del río y un do

    nlinio perfecto de

    la embarcación,

    de la carlinga al velamen.

    E evidente

    que

    el prün

    ro

    se halla

    expuesto

    a

    estrellarse en

    un

    roca o a

    hundirse en

    un retnolino, mientras

    que

    el segun

    do ha

    reducido al

    mínüno

    los riesgos de la

    navegación

    y lle

    gará seguratnente al punto que se

    proponga. Con

    tanta mayor

    eguridad

    cuanto

    más

    sepa

    y

    cuanto más prudente

    y vigilante

    se 1nuestre, cuantos más ríos conozca y tnás tratados de náu

    tica haya leído y cuanto más haya aguzado,

    con

    la ciencia y la

    experiencia, el

    s e ~ t i o

    innato

    del

    momento

    justo en que debe

    ordenar el apareJO de los foques y

    de

    las

    gavias

    para aprove

    char

    una brisa favorable, o la puesta al pairo,

    0

    la recalada

    forzosa.

    E el símil, aquel que obedece a

    una

    idea exagerada de sus

    propias fuerzas, que confía

    en

    su estrella y en su ,

    . . , ma, cree mas

    en su tluston o

    en

    su voluntad de llegar que en 1 b ,

    1

    s o stacu os

    que puedan presentarse, por desconocimiento

    0

    desd , d

    1

    realidad,

    es el ideólogo de

    la

    política. Es el

    fabricant en

    e

    1

    a

    · f ·

    e o exp o-

    tador de mitos, uerza activa, motor de la histor·

    1

    .

    . Ia,

    rea

    1dad

    frecuente. A esta especie pertenecen casi

    todos

    los re

    1

    b

    . VO UCIO-

    narios, promotores de cam 1 y

    renovación.

    Puede af¡ r

    . mane

    como una regla que los Ideólogos, por mayor que sea su

    entu-

  • 8/17/2019 Palacio - Teoría del Estado

    19/97

      7

    ·u

    fu

    rza

    I · r

    ·uasiva,

    si

    bien suelen

    y

    a1 nzar 1 p d r u r mo

    en

    mo-

    hombr de Estado.

    tad un realis-

    Onlún, una expr ión t Inperamen-

    s un producto de

    ej 

    ncia y experien-

    n tn nt s r ' lu i narios

    ~ u e d e

    ocurrir, sin luda, que

    ( 1

    tr p

    1

    qu .

    lanza .a

    la

    o n q ~ 1 1 s t a

    del p

    l

    r anünado por

    r:tn

    z

    as ntóp1 'lS fja 1

    auchllo provi len .

    ial qu r e s t a u r ·

    1

    rd n

    1

    tadi · a s ndido bajo el ropaje d

    1

    demagogo.

    1

    fr u

    nt

    n la hi toria e implica la

    cl

    au ura

    de

    un

    p ríod d 1 volu

    i

    n. n este h cho de la restauración del

    or

    den n tural bajo ap r n ias nuevas, se define la a¡ arición del

    :tdi ta. El hon1br d Estado es el hombre del orden, todo lo

    noved o

    y

    original que se quiera, pero orden. Da a la acción

    de

    o·obierno la fonna de la obra lograda, con

    los

    consigui.entes

    ben ficios espiritual . El auge del ideólogo y

    el

    demagogo, en

    cambio,

    se

    caracteriza por la prolongación de la inquietud

    re

    volucionaria,

    por

    la confusión, por el desorden endémico, con

    i11n1inente riesgo de catástrofe.

    El

    ideólogo

    es 1vfario

    en Roma, que por alzar como única

    bandera el odio a los nobles y desconocer la función de la

    ex

    periencia en el manejo del Estado, inicia la anarquía romana.

    El

    hotnbre de Estado s César, que funda el imperio, y

    si

    bien

    ca

    ·e en la empresa, deja los fundaln·entos de un orden perdu

    rabl-e.

    El ideólogo e Robespierre, que pretende imponer una

    concepción apriorista d

    1

    gobierno .fundada en la fraterni

    dad y sólo consigue provocar una orgía

    de

    sangre,

    de

    la que

    él mi.mo resulta víctüna. El hombre

    de

    Estado

    es

    Napoleón,

    que templa

    en

    la

    exp

    eriencia

    su

    fonnación jacobina,

    c o n ~ o c a

    los

    elementos subsistentes del orden

    y

    restaura

    las

    condicio

    nes de la estabilidad política frances

    a

    que

    d ~ r n h a ~ t a

    hoy.

    El ideólogo es Trotsky, con

    su

    doctrina de .la

    r e v o l u ~ I ó ~

    per

    manente ,

    q_u<

    implica la esperanza utóp1ca

    de

    realizar una

  • 8/17/2019 Palacio - Teoría del Estado

    20/97

    28

    ERNESTO P L CIO

    ·o-u

    aldad in

    1

    posible. El hombre de Estado es Lenin,

    que

    o , .d con.

    sigue

    ünponer

    la supremac1a

    de su

    paru o por

    u ~ a

    aceptación

    fría de la realidad,

    instaurando

    un orden b ~ r o c r á t i c o de emer

    gencia

    en

    el

    que

    no

    desdeña la

    c o l a ? ~ r a ~ ó n

    de

    los

    técnicos

    burgueses ni de los miembros

    de,

    la vieJa J e r ~ r q u í a zarista. En

    estos casos,

    y en

    todos los demas que podr1amos agregar, se

    observa que

    lo

    que caracteriza la a c c i ó ~ del_ demagogo y del

    ideólogo es la vigencia efímera y la cont1nuac1ón

    del

    desorden.

    El ideólogo introduce confusión, agrava los problemas, pro

    longa la anarquía y el malestar, provoca, además, reacciones

    contrarias a los principios

    que

    lo

    animaron. El

    hombre

    de

    Es

    tado impone sus principios, mitigados

    por

    la experiencia, vue]

    ve la sociedad a su

    quicio

    natural,

    restablece

    la continuidad

    cultural e histórica y deja sucesión en

    el tiempo.

    6. Dijimos en

    el capítulo

    anterior

    que

    ~ estudioso de la po

    lítica d

    e

    be ser sociólogo e

    historiador,

    a

    la

    vez

    que

    conocedqr

    del alma

    humana,

    y _que el político actuante no pierde nada,

    sino que gana mucho, cuando se encuentra

    impregnado

    de

    esa sabiduría.

    Y

    al caracterizar la acción

    de

    los ideólogos y los

    demagogos,

    por una

    parte, y de los estadistas

    por

    otra, seña

    lamos : ~ estos

    ú ü m o ~

    la existencia de

    un

    sentido profundo

    y

    exquisito de las realidades políticas,

    qu

    e los d e

    finiría

    como

    expresiones de cultura.

    Por lo que

    se

    refiere al nocinúento

    de

    la 1  · h

    1

    po 1t1ca,

    no

    ay

    prob

    ema. Se bebe

    en

    las mismas fuentes d

    1

    en que se apren e

    a conocer a os hombres, en los historiadore

    1

    · ,

    s, en os fllosofos

    y sobre todo, en los poetas. Son

    incalculabl

    1

    . , , . es os tesoros de

    sabtduna

    poht1ca

    que se

    encuentran en las ob

    1

    • , ras maestras

    de

    la hteratura, desde el

    Uit7r

    U; ()E

    rQaJ:Ú  : ÓO'tlr

    ff.v _

    . . E ·r 1 ll b V

    v -ov

    xoarn del

    vieJO squt o y e 1 ro de Lucrecio sobre el

    ori

    '

    . d d h L . .

    gen

    de

    las so-cte

    a

    es

    uman

    a

    s.

    a

    sup

    e

    nondad

    de la

    polític

    ·

    1

    Ing

    esa en

    1 Prometeo encadenado 1

    65.

  • 8/17/2019 Palacio - Teoría del Estado

    21/97

    TEORI DEL EST DO

    29

    la época moderna se fundó

    sobre todo en

    la

    educación de

    sus

    clases

    d i r ~ g ~ n t e s medi.ante

    la

    lectura de Homero y

    Shakespea

    re.

    Sería uul que

    los JÓvenes

    empeñados en conocer la política

    leyeran,

    antes que nada dos

    o

    tres de

    los

    grandes poemas

    de

    la

    humanidad.

    El saber

    político es saber

    humanista.

    Y

    recíprocamente la

    formación humanística lograda por la frecuentación de

    las

    obras

    maestras de

    la literatura

    universal

    otorga por

    añadidura

    por

    lo que

    enseña

    sobre el alma

    humana

    la capacidad de

    juz

    gar con

    cordura

    sobre

    los

    fenómenos

    políticos;

    mucho

    más, des

    de luego que

    la

    formación jurídica que

    versa

    sobre fórmulas

    y no sobre hechos. La cultura jurídica

    sólo

    da frutos

    cuando

    está

    injertada en la

    formación

    humanista

    y

    se

    halla

    vivificada

    por

    su savia que

    arrastra la

    más vasta

    y re-finida

    experiencia

    del

    género humano.

    7.

    Ahora

    bien ¿qué

    relación

    existe entre

    esa

    sabiduría

    polí

    tica,

    que autoriza

    a

    juzgar con acierto y ayuda

    a

    prever y la

    acción

    política o sea

    el

    arte de obtener el poder y ejercerlo,

    que

    aparentemente no

    exige sino

    ciertas dotes

    naturales

    y

    nin-

    gún conocimiento

    especial de

    orden especulativo?

    Es evidente

    que las

    condiciones

    morales

    e intelectuales que

    sirven para obtener el poder

    no

    son

    las

    mismas que

    sirven

    para

    conservarlo. Ni son

    tampoco las

    mismas

    que

    llevan

    a go

    bernar bien con acierto y con justicia.

    El saber político

    es

    saber humanista.

    ¿Quiere

    esto decir

    que todo hombre

    de

    Estado ~ e b e r á ser

    un humanista?

    En

    otros

    términos

    ¿cómo

    y

    en que medida

    el

    Poder depende

    del

    Saber?

    Es éste un

    problema

    de

    gran

    complejidad que n ~ puede

    1

    d

    de

    lueg

    o

    con una fórmula puesto

    que

    tiene co

    reso verse

    es · 1

    1

    t

    da

    la g

    ama riquísima de

    las vocaciones.

    y

    os

    mo e ementos o · , ·

    · t

    humanos El

    hábito

    mental del pohuco y

    temperam

    en os

    ·

    d.

    · E

    del filósofo son distintos y

    a menudo

    contra tctonos.

    n ge-

  • 8/17/2019 Palacio - Teoría del Estado

    22/97

    5

    ERNESTO

    PAL

     

    CIO

    n er a l, quien aspira a la sabiduría no p re t·e

    nd

    e al mismo ti

    l

    d

    1

    , .

    c

     

    po

    el

    poder

    0

    a l

    ~ e n s e po

    ·er

    po

    1t1co,

    y q ~ i e n aspira al

    poder

    no ti

    e

    ne inclinaciÓn por la sol

    e d ad del g a

    bin

    ete,

    ni

    tie

    m-

    po que

    p er

    der. El político nato es

    un

    hombr

    e

    de

    acción.

    La

    aptitud p a

    ra la acción se o p o ~ e

    g e

    neralm

    e

    nte

    a

    la aptitud

    esp

    e

    cul

    a

    tiv

    .

    El

    a

    ctivo

    suele

    ser Indocto; el d o ~ t o

    suele ser pa

    sivo en su vida

    de r e

    lación. El hombre de

    acc1ón se conforma

    con la posesión

    de las nociones

    pr

    á

    cticas que lo

    ayuden

    a al-

    canzar

    su met

    a

    se

    maneja por intuiciones

    y s·e

    resi

    ste a filoso

    fa

    r

    sobre el

    s·e

    ntido de

    su

    propia

    activid

    a

    d y

    e n

    general

    a

    todo lo que signifique una detención en la activid

    ad

    misma

    con

    la

    consiguiente pérdida de fuerza

    y

    eficacia. El hombre

    especulativo encuentra su finalidad en

    la

    especulación pura

    en

    el acrecent

    a

    miento de su personalidad por

    el

    estudio

    y

    la

    meditación; y cuando actúa

    suele

    verse trabado por el exceso

    de

    sus

    previsiones por la lucha interna del pro y

    el contra

    que lo paraliza.

    Tratamos

    desde luego

    de

    los casos

    extremos

    entre

    los cua-

    les puede situarse una serie de

    ti

    pos intermedios

    en

    los

    que

    se combinan en dosis diversas ambas aptitudes.

    Toda acción

    humana supone un pensamiento

    rector

    así sea rudimentario.

    Y

    esto

    ha de decirse

    especialmente de

    la

    acción

    política

    que

    es una acción de

    carácter

    muy particular puesto

    que

    su objeto

    en cualquiera

    de sus grados es el

    manejo

    de voluntades hu

    manas

    de

    hombres.

    ~

    p o l í t i ~ se propone acaudillar hombres p a

    ra cons

    ·

    eguir

    su fln espe

    ct.flco, ·que es el

    poder. Por consiguiente

    exio-e en

    quienes la practican

    adetnás

    de

    dotes n a

    turales

    de

    p r ~ c i ó n

    psicológica

    ,

    conocimientos

    e

    mpíricos sobre las modalidad

    es

    del

    a

    lma

    h u n1 an a , su s

    gran

    d ezas

    y

    sus

    flaque

    zas El

    saber

    p

    , ·

    . , . · ract

    z

    co

    del

    político

    es

    as1 por su propia natural

    eza, saher humanist a .

    y

    en todo

    político de real vocación existe por

    lo

    t t

    L

    . . .

    an

    o

    un

    humanista en

    estado

    larval.

    L as

    noczones

    útiles

    que

    d

    , . .

    ayu

    a n

    al pohuco a alcanzar su meta son

    no

    ciones

    sobre

    el al h

    Y

    1

    I

    , . .

    f á

    ma

    u_

    mana. e po tico t un ar en la m edida en

    que se

    pa

    usa1·

  • 8/17/2019 Palacio - Teoría del Estado

    23/97

    1

    T

    f I'L FS /

    IJ)

    31

    c p ~

    U

    lntui i

    11

    d  _ las situacio-

    i l

    t

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    · . . - J.n

    tuu s-,

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    polllHJU ribia el aba-

    t U

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    n

    lu.si

    n i ualn1 nt itnp rtant s.

    n tu ta d p 1 r d

    x i t o

    poli-

    . . :lb

    r ufi

    i nt

    p r lo

    menos

    1 J

    u . d ~ u l

    i

    n

    d d

    r

    político,

    n

    ualqu

    l

    ra

    unph

    1

    n1pr

    (aun

    de cantan-

    la

    in

    flu n i l

    in1 p nd

    rabi m el favor y

    Lt bu 1

    U í

    tuna

    a

    a

    n1ínüna

    d

    aptitudes.

    U l

    tn dio de la

    p Hti

    a es, sin du-

    .

    un

    p líti t p líti o ¿ erá ne saria1nente un es

    ? ¿La a l gobi

    rno

    va in1pl1 ita en la voca-

    l p lít xp

    rien

    ia históri a

    y

    sta

    es

    la se

    un

    n lusi

    n

    n n

    ena, on

    su secu la de catástrofes,

    s í. , hJ r la f licidad

    de

    los pueblos, con el

    Jel ben ·fi la

    autoridad,

    se necesitan ~ condicio-

    nes

    que

    p

    ra obt

    n r su favor.

    No

    hay contradicción, desde

    luego, entr atnb aciones, ya

    que

    en el demagogo afortu-

    nado existe s n1p1 onsagración a la causa pública y volun-

    tad de dominio,

    e tno el estadista

    nato

    suele poseer pres-

    ugio

    co1nuni

    ati '

    capacidad de persuasión; ·p

    ro

    se

    acu-

    san sensibl s

    dif

    r n ·as de grado.

    Puede

    afirmar de

    una manera general, que el hombre de

    Estado

    necesit , p ra

    erlo, haber

    alcanzado Ja madurez de

    ciertas

    facultad

    s

    la

    plenitud de ciertos conocimientos

    que

    no le son indi p n bles al den1agogo. Cierta suma de virtudes

    también,

    o la

    xa1t ·ón

    heroica

    de

    algunas, cuyo solo remedo

    puede ser

    sufici

    nte

    para

    ganar

    el sufragio de las

    tnultitudes

    y

    que

    acaso estorb rían al

    v ~ l ~ a r

    demagogo

    para

    .sus nlaqui

    naciones, pero que deben existir reahnente en quien afronta

    la prueba

    de

    fuego del poder. En esta materia, como

    en

    todas,

  • 8/17/2019 Palacio - Teoría del Estado

    24/97

    32

    ERNESTO

    P l CIO

    hay

    un relación directa entre la el t goria del csfue zo

    Y ue se

    exige al suj·eto

    y

    la calidad de éste. A mayor poder, con el

    . . con

    siguiente aumento de responsabilidad, debe corresponder un

    mayor suma de condiciones innatas

    y

    adquiridas y una m y o ~

    dosis de virtud.

    Obsérvese que éstas son verdades

    de

    s·cntido ~ o m ú n Por

    más generalizada que esté la idea detnocrática,

    que

    concibe la

    igualdad política como la posibilidad de que cualquiera del

    pueblo desempeñe cualquier función pública nadie niega que

    hay diferencia

    entre

    ser diputado o

    senador y

    ejercer el poder

    supremo de

    una

    nación, ni que sea más difícil manejar

    los

    com-

    plejos problemas

    de

    orden

    internacional

    e

    interno

    que

    dicho

    poder implica que organizar un comité y ganar unas eleccio

    nes. N a die niega de buena fe que para realizar el bien común

    s necesita, ante todo quererlo intensamente por amor a la

    patria, por virtud civil; y Juego, saber cómo se realiza. Desgra

    ciadamente no hay tribunales que

    expidan

    diplomas de capa

    citación para estadistas, como los hay para los navegantes y los

    arquitectos. Ocurre con frecuencia que los

    pueblos

    s·e equivo

    can, por un encadenamiento maléfico de circunstancias,

    en

    el otorgamiento de su favor. Y el único

    tribunal competente

    aunque falible, que

    es

    la historia, juzga

    a

    posteriori

    cuando

    ya

    se han producido las inevitables catástrofes_

    9. De lo dicho se desprenden consecuencias

    muy

    val· L

    · . Iosas. a

    p : l ~ e r a

    es que la conquista del poder

    implica

    ciertamen

    diciones para alcanzar l poder pero no . te con-

    d · ·

    necesartame

    t

    Iciones para ejercerlo. Se

    entiende ue

    . n e con-

    camente. La segunda que

    par

    q p ~

    eJercerlo

    benéfi-

    d

    1

    a ser un estadista

    b

    e uego, las condiciones

    el

    d

    no

    astan des-

    t d emagogo sino q

    0

    ras, e experiencia

    y

    cultu

    ue

    se

    necesitan

    tido profundo

    y

    exquisito

    d e r ~ ~ s q ~ s e

    definen como

    un

    sen

    c e r ~

    es que,

    si l

    estadista es el

    ho ~ h d d e s en

    juego. La

    ter

    y

    si ésta

    es

    a la vez cambiant m

    re

    e

    la

    realidad

    política

    e y estable, o meJ·or

    ca

    b.

  • 8/17/2019 Palacio - Teoría del Estado

    25/97

    Rl

    l

    t

    ltl

    1 rt.

    1 O

    33

    n

    ibe

    al estadista revolucio-

    ntradictio in terminis En

    una

    norma

    el revolucionario

    r

    novación;

    el estadista,

    el

    a

    ilidad

    de

    continuidad,

    de

    nor-

    ir

    una

    sociedad en estado

    de

    modo,

    el

    concepto de re-

    u lo lo tiene por oposición

    t da r volución tiende a un or-

    r volución

    tiende,

    en otras

    r. .

    1

    stadista, promotor

    de

    or-

    s

    un

    on r a

    or

    por p

    i i

    n

    al revolucionario, y

    aun

    u

    ando

    apar zca

    01110

    un r n ador del

    Estado, su

    función

    e

    pecifi

    a n i tirá sien1pr n

    la restauración

    de

    un orden

    on ulcado bajo el asp

    cto d

    la

    renovación.

  • 8/17/2019 Palacio - Teoría del Estado

    26/97

     

    L R E ~ L I D POLITIC

    l La realidad como

    1 ter

    ia de

    la acción política

    -

    2 La

    realidad

    política es independiente de

    los sistemas

    de

    gobienw

    - ...

    R 1 io 1 lisrno

    real

    ismo

    polít icos

    -

    4

    La

    carocteri::aci

    ·n

    d

    la 

    socied

    ad

    política 

    - 5 Rea-

    lidad estructura,:

    d la

    ciedad

    polí

    tica

    -

    6

    N a

    tm·

    a-

    l

    ::a de l e

    · t

    tctw·a - "". Estática

    y diná

    mica

     

    8

    Id

    ent

    idad

    y

    equilib1·io

    1 Hemos

    hecho,

    en la páu

    inas

    anteriores,

    continuas

    rof

    J:-en

    cias a la realidad ·políti a a las diversas conductas p o ibl

    frente

    a

    dicha

    realidad,

    afi

    nnando

    la

    n e

    d d

    de cono

    erla

    don1inarla.

    Ella

    es la m teria de la acción, dócil, con1o toda

    materia, a la presión de la voluntad humana ,

    pero

    dentro de

    ciertos límites, determinad por su índole propia

    y

    obediente

    a le}es que es preci-o n r.

    No

    se trata de una realidad

    flúida,

    gaseosa, susceptible de adoptar todas las fonnas qu

    concibe

    el

    capri

    cho hun1an o ninguna; ni de soportar, con1o

    los líquidos, la

    mod

    a lid d del eventual recipi nt . No es t

    an

    l

    poco

    una

    realidad

    estáti

    a

    que

    se

    pueda abarcar

    de

    una

    nü-

    rada describir de una v z por todas. Es una realid d Catll-

    biante,

    que

    debe

    contemplarse

    en

    la perspec

    tiva

    del tien1po

    como historia. P ero no e rnecánica; sus 1novin1ientos no son

    isocrónicos ni fatales

    sino inesperados

    aunqu

    e pre \i ible d n

    tro

    de cierta latitud) dnuuiticos. Como el río del sín1i l que

    es

    siempre el

    mismo siempre

    diferente,

    no hay en

    ella

    con-

  • 8/17/2019 Palacio - Teoría del Estado

    27/97

    ERNESTO P L CIO

    36

    d

    . .

    6

    s

    1

    no completnentación entre su aspecto de cambio

    tra ICCI

    1 • •

    y su aspecto de estabilidad. Es una realidad dramát1ca repeti-

    tnos

    porque

    es

    una

    realidad viva . y como t ~ obedece a n ~ r m s

    de na imiento apogeo y

    decadencta

    de

    sucestón de generactones

    -con

    sus conflictos y sus

    modas-

    de irreversibilidad en

    el

    tiempo

    de

    atracciones y rechazos

    de

    entusiasmos y depresio

    nes de fecundidad y de muerte.

    El conocimiento de esta realidad es el objeto

    de

    la ciencia

    política de la filosofía de la historia de la sociología contem

    poránea que

    han

    agot·1do la

    investigación

    desde los diferentes

    aspectos formales desde los diversos flancos que ofrece

    para

    el

    ataque.

    2.

    Los

    tratadistas de

    ciencia

    política

    nos la

    tnuestran pre

    ferentemente

    bajo la forma

    de sistemas de gobierno

    sucesivos

    que se

    caracterizarían

    por el diferente reparto

    del

    poder.

    Habría

    monarquía según A.ristóteles

    cuando el poder

    se en

    cuentra

    en

    manos

    de

    un

    jefe

    supremo;

    aristocracia

    cuando

    lo ejerce una minoría de nobles

    y

    democracia cuando reside

    en

    el

    pueblo. Estos sistemas son legítimos

    mientras

    los gobernan

    tes practican las

    virtudes inherentes

    a su

    función

    y procuran el

    bien común. Si gobiernan en provecho propio y sacrifican a sus

    intereses

    personales o de clase el interés general surgen las de

    rivaciones ilegítimas llamadas despotismo. oligarquía y oclo

    cracia.

    lVIontesquieu

    por

    su parte

    habla

    de

    despotismo

    mo

    narquía

    y

    república. El

    mismo

    Aristóteles

    y

    sobre todo

    Poli

    bio en

    su

    análisis de

    la república romana aceptan

    la

    p o s i b i ~

    lidad

    de la

    existencia

    de regímenes

    1nixtos

    es decir constitui

    dos

    por elementos de monarquía

    aristocracia

    y

    democracia en

    adecuada dosación.

    Hacemos

    gracia

    al

    lector

    por

    no venir al

    caso de toda referencia a las doctrinas con que ~ o s filósofos de

    la

    historia

    de Vico y Herder

    hasta

    Spengler y

    Toynbee

    se

    esfuerzan por

    desentrañar las

    leyes a

    que

    obedece la

    sucesión

    de los

    regímenes desde la

    monarquía s c r primitiva

    hasta

  • 8/17/2019 Palacio - Teoría del Estado

    28/97

    TEORI DEL EST DO

    37

    los

    cesarismos exaltados por la multitud,

    y

    de las que la socio-

    logía aplica al estudio de los movimientos profundos

    que

    pro-

    ducen los períodos de estabilidad

    y

    de crisis, las alternativas

    de la historia.

    En el aspecto exclusiva1nente polític

    o

    es evidente que esa

    concepción racionalista analítica, que tiene en cuenta las mo-

    dalidades externas de la vida del Estado, fachada de una rea-

    lidad más profunda rica, encierra elementos de verdad

    ayuda a comprender la sociedad política en lo que üene de

    ariable,

    pero se le escapa su esencia. Nos dice lo que suca

    si-

    varnente cambia, pero

    no

    nos dice lo que permanece. N

    os

    se-

    üala la diferencia forn1al

    entre una

    monarquía

    una

    aristo-

    cracia, pero no nos enseña nada sobre lo que no varía. Por

    lo demás, ¿hasta dónde son reales las diferencias? ¿Qué

    es

    eso

    de determinar en cada caso, con absoluta seguridad, dónde

    se

    encuentra

    el

    poder  ¿Es verdad, acaso, que

    en

    la monarquía

    lo ejerce

    el

    monarca?

    ¿Es

    verdad que

    en

    las llamadas demo-

    cracias gobierna el pueblo? Cualquier observador

    un

    poco

    atento de los fenómenos políticos debení reconocer que la

    realidad histórica de los Estados rara

    vez

    corresponde a las

    categorías aristotélicas,

    que hay aparentes monarquías abso-

    lutas que

    pr

    esentan rasgos acusados de oligarquía, democra-

    cias aparentes que son despotismos encubiertos, supuestas ti-

    ranías que

    se

    caracterizan

    por

    la debilidad del titular, instru-

    mento dócil de camarillas militares o plutocráticas. No es raro,

    por lo demás, el caso de la sucesión de regímenes reales bajo

    una fachada de estabilidad legislativa, ni el de la continuidad

    de

    un

    sistema bajo la apariencia de la variación.

    Es indudable que

    un

    excesivo apego a la teoría de los

    re-

    günenes de gobierno, concepción escolástica que

    ton1a

    las fic-

    ciones por realidades, más nos aleja de la con1prensi6n de la

    realidad politica que nos acerca a ella. Por rigor racionalista y

    vicio analítico, descuida la esencia, el drama de la lucha por

    el poder, eterno

    en

    el tiempo.

    En

    lfigenia en A ttlide le dice

    ' ..   a ·  •   .r-rA

    aue

    cuando deseabas

  • 8/17/2019 Palacio - Teoría del Estado

    29/97

    ERNESTO PALACIO

    l

    .

    f¡ ng

    1

    da sino

    verdaderamente, eras

    1

    d 1 10n no '

    ar os anaos a ' d las diestras y dabas c c e s o en

    tu

    Id y

    estrechabas

    to

    as

    umi.

    e 1 d

    y

    audiencia

    aunque

    no

    quisieran,

    alacio a todo e mun

    °

    d. 1

    f bl

    exceso

    para que te Ier

    .

    an

    e

    supremo

    a a

    e con

    . .

    d

    , , que te lo concedieron, variaste

    de

    con-

    Y

    espues,

    as1

    . , .

    f

    · · de tus amigos ·como antes,

    era

    dif1c

    1

    1

    no

    u1ste am1go . ,

    ez

    Se

    te

    ·

    hallaba

    en

    tu

    palacio. . .

    Aprend

    .emos

    y

    1: ara v

    por

    boca de

    Eurípides, cómo

    el

    monarca sacro, rey de

    e

    yes,

    usaba

    los mismos

    recursos

    de

    un

    demagogo

    contemporá-

    y

    merecía de

    sus

    amigos

    los

    mismos reproches.

    3.

    Hay

    una

    página admirable de

    Proudhon

    sobre este asun

    que no

    podemos

    resistir

    a

    la tentación de traducir

    y tras

    íntegramente. Se

    refiere

    a

    la intolerancia

    de

    los

    fanáti

    de los ideólogos aferrados a los "inmortales

    principios",

    dice

    así:

    "¡Que

    a.prendan esos infelices que ellos mismos serán in

    necesariamente

    a

    sus

    principios

    y que

    su fe política es

    n

    tejido de inconsecuencias ¡Y que quienes tienen el poder,

    su vez,

    dejen de ver, en la discusión de los diferentes sistemas

    pensamientos

    facciosos Cuando se convenzan de

    vez por todas

    de que

    esos

    términos de

    .monarquía,

    demo-

    etc.,

    sólo expresan concepcio.nes teóricas muy diferen-

    de

    las

    instituciones que

    parecen traducirlas

    el

    monárquico

    e quedará tranquilo

    ante

    las expresione_ 

    contrato

    . social,_ so

    del pueblo

    y sufragio

    universal,

    y el

    demócrata

    con

    sonriente

    su sangre fría

    cuando

    oiga

    hablar de

    dinas-

    de

    poder

    absoluto y de derecho divino.

    N o hay verdadera

    no

    hay verdadera democracia. La monarquía es

    forma

    primitiva, fisiológica y, por decirlo

    así,

    patronímica

  • 8/17/2019 Palacio - Teoría del Estado

    30/97

    TEORI

    DEL EST DO

    39

    ~ e r o

    convi.ene.

    a la

    dignidad

    de nuestra época renunciar

    por

    hn

    a esas Ilusiones que a

    menudo

    deg·eneran

    en

    mentiras. La

    contradicción está

    en

    el fondo de todos los programa$.

    Lo

    s

    tribunos

    populares

    juran

    sin saberlo,

    por la

    monarquía, los

    reyes

    por

    la democracia y

    la

    anarquía.

    Después de

    la

    corona-

    ción

    de Napoleón

    I, las

    palabras República

    Francesa

    se

    leían

    en una de

    las caras

    de

    la

    moneda

    cuyo reverso llevaba, con

    la

    efigie

    de Napoleón el

    título de

    emperador

    de los franceses

    ¿Qué

    es, pues,

    la política

    si

    resulta

    imposible a una sociedad

    constituirse

    de

    acuerdo

    con

    los principios

    que

    prefiere; si, haga

    lo que haga

    el

    legislador, el

    gobierno

    llamado aquí democrá-

    tico,

    all

    á ·

    monárquico resulta

    siempre

    un

    compuesto

    hipócri

    -

    ta,

    donde

    los

    elementos

    opuestos

    se mezclan

    en

    proporciones

    d i v e r s s al

    azar

    del capricho y

    los intereses;

    donde

    las defini-

    ciones más exactas conducen

    fatalmente

    a

    la

    confusión

    y

    a

    la

    promiscuidad; donde por consiguiente, todas las conversiones,

    todas

    las defecciones

    pueden admitirse y la versatilidad puede

    pasar por honorable? Malgrado

    la

    conclusión pesimista,

    de ideólogo defraudado no puede

    negarse

    la

    agudeza

    de

    visión

    en

    la crítica negativa

    del

    gran

    escritor

    político.

    A la pregunta amarga del racionalista Proudhon

    respon-

    dería el

    realista Santayana

    formado en

    una tradición

    distinta

    que el error consiste precisamente en pretender sujetar

    a

    es-

    quemas racionales una

    realidad vital:

    Governr 7:ent is the poli-

    . tical representative of a natural equilibriumJ of custom, of

    inertia it is

    y

    no means a representative of

    reason

    . ..

    2

    4.

    Es

    evidente que la concepción racionalista de los regíme-

    nes no explica la realidad política, no la capta sino

    muy

    im-

    perfectamente. Puede decirse de ella,

    en

    ?ene:al, que toma los

    accidentes de

    la

    sustancia

    por

    la sustancia

    m1sma.

    Du príncipe fédératif, pág. 73.

    2 ife o Reason, t.

    11

    pág. 7.

  • 8/17/2019 Palacio - Teoría del Estado

    31/97

    ERNESTO

    PALACIO

    38

    1

    d

    'naos

    a Ilion no fingida, sino verdaderamente e

    llevar os

    a ' .

    ras

    1

    d trechabas todas las

    diestras y

    dabas a(cceso

    en

    t

    humi e y

    es . . .

    u

    1

    .

    todo

    el mundo y

    audiencia aunque

    no

    quisieran

    pa ac1o a .

    , d t afable con exceso

    para

    que

    te

    d1er.an el supremo

    mostran

    o e . .

    mando? y después, así que te lo c ~ n c e d i e r o n variaste de

    _con

    d

    fuiste amigo

    de

    tus

    amigos como antes, era difícil

    ucta, no

    1

    · A

    . ez se

    te

    ·

    hallaba en tu pa

    acio. . . prendemos

    verte

    y Tala v . ,

    , b

    de Euríp1des

    como el monarca sacro, rey de

    aqu1, por

    oca

    ' · ,

    b

    los

    ml

    .smos recursos de

    un demagogo

    contempora-

    reyes,

    usa

    a .

    neo

    y merecía

    de

    sus

    amigos

    los n11smos reproches.

    3. Hay una

    página admirable de P r o ~ d h o n

    sobre ~ s t e

    asun

    to, que no podemos resisti.r a la t e ~ t a c 1 o n de_ traducir y t ~ ~ -

    mitir íntegramente. Se refiere a la Intolerancia

    de los

    fanati

    cos,

    de

    los ideólogos aferrados a

    los

    "inmortales principios",

    y

    dice así:

    "¡Que aprendan

    esos

    infelices

    que

    ellos

    1nismos

    serán

    in

    fieles necesariamente a

    sus

    p-rincipios y que su

    fe política

    es

    un tejido de inconsecuencias

    ¡Y que

    quienes

    tienen el poder,

    a su vez, dejen

    de

    ver, en la

    discusión

    de

    los diferentes sistemas

    de

    gobierno,

    pensamientos

    facciosos Cuando se convenzan

    de

    una_ vez

    por

    t?das

    de

    que esos términos de monarquía, demo

    cracia,

    etc.:

    so lo ~ x p r e s a n concepciones

    teóricas

    muy diferen

    tes

    de

    las

    ~ n s t z t u c z ~ n e s

    que

    parecen

    traducirlas

    _

    el

    monárquico

    se quedara

    tranquilo

    ante las expresiones contrato so · 1

    , . . . . c1a , so-

    berania del pueblo

    y sufragto universal y

    el

    dem

    , t

    . ,

    ocra

    a

    con-

    servará sonriente su

    sangre

    fría cuando

    oiga

    hablar de

    dinas-

    tía,

    de

    p ~ d e r absoluto y de derecho divino. No hay verdadera

    monarquza  · no hay verdadera democracia. La manar uf

    f

    1

    , .

    q

    a es

    la forma

    p r u l ~ l t i v a

    ISIO o g 1 c ~ y,

    por decirlo

    así,

    patronímica

    del

    Estado;

    v 1 v ~

    en

    el corazon

    ~

    las

    masas

    y

    se

    manifiesta

    ante

    n u e ~ t r o s OJOS por la tende

    ncia

    general a la

    unidad.

    La

    democracia, a su vez, bulle

    en todas partes, fascina

    a

    las

    alm

    generosas y se apodera por

    doquier

    de

    la élt te

    de l s o c i e d ~ ~

  • 8/17/2019 Palacio - Teoría del Estado

    32/97

     J fl: U/A

    J)IJ. /

    , h S  

    / 11)0

    p ·r) ·

    >u

    vi

    n l

    lt

    H

    ui la l

    el·

    HU ·tra (·po ·n r

    1

    11 l l l

    ·

    iar por

    fill

    :t ~ a s i Jwd n ¡u a nt 'Hlldo el n ra n n

    1n

    ~ u

    tiras. La

    • 11

    r

    r:td ic

    ü n ' 1\

    1

    fond d t e os

    Jo

    s pr t ramas. Los

    tri un s 1 pnl n '

    Jllt'an sin

    sab rlo por la rnouarqufa, los

    1 • s 1 ) l la d 'tn ·r \ iu y la ana rquia. 1

    né. d la coroua-

    it

    n

    l

    :1 1

    1

    n la · 1alabras

    } {

    públi a •J nn

    1

    Sa

    se 1 ían

    11

    u

    na

    l

    ln

    1\

    tl

    la

    Jn n dn

    ny r v

    rs lJ vaba,

    con

    J

    a

    n ·i d n¡ _n, :\1 tilul d 1111 r td r d 1 s íran eses

    . . .

    la 1 1

    ti

    a

    si

    r ulta in1¡ ibl a una socied ·td

    u ~ r tttur n l 1

    11

    Jo · prin

    i

    pi qu

    } l

    Ci re; si haga

    1

    qn

    hngn

    1 l

    'Lla

    1 r

    1 · bi

    rn

    llm11ado aquí

    democr{l -

    tir

    1

    n

    1

    : ·

    tu

    n

    ir

    ]U

    i

    r sulta i

    n

    un

    mpu

    .

    t

    hipócri-

    ta. d nd 1 s l rn t s opu ?stos se

    1n

    ez lan n tJroporciones

    dit

    r 1 •

    nl a ar d l pri ho

    y

    los inter s s· 1 nd · las defini-

    ndu

    11

    fatalmente a la nfusión y a la

    pr

    n1i

    u ida t· d n l p r n

    i

    uien te, toda la onversiones,

    toct

    la

    f

    f

    j

    n

    p u den adn1itirse y la v r tilidad puede

    pn ar p r h n r, 1 ? . . 1 Mal

    rado

    la con

    lu

    ión pesimista,

    d

    id

    1

    5

    d

    Irnu lnd ,

    no

    puede

    n

    gar

    e la

    ao,

    ud

    eza

    de

    visión

    en la ríti a n oath l 1 g-ran e critor poli ti o.

    la pr .un t   a r g a del racionalista Proudhon, respon-

    d .da 1 r ali ta antayana, formado en una tradición distinta,

    qu 1

    rror

    n

    i

    pr cisam nte, en

    pretender

    sujetar

    a es

    qu ma r ional una

    realidad

    vital: o v e r n ~ e n is the- poli

    ti al 1·

    epr

    s ntati f a natural equilt:ln·iu1n

    1

    of custom of

    inertia it

    is

    by

    tn ans

    a repres

    en

    tative of

    reason

    .

    ..

    2

    4. vid nt qn 1 t

    oncepción

    1

    acionali

    ta de los regíme

    n

    s

    no

    expli

    a la lidad política no 1 apta ino muy

    im

    perfectatnen

    te.

    Pu

    d

    de

    cirse de

    ella,

    en g n ·r 1 que toma los

    a

    id

    ntes

    de

    la

    su

    n

    ia

    por la nsttln ia

    111i

    mn.

    1

    Du p r i t ~ c i j J ~ f d 1 ttif pág. 73.

    2

    Lif( of Renson t. I 'Pt\g. 7.

  • 8/17/2019 Palacio - Teoría del Estado

    33/97

    FR

    E TO

    PALACIO

    Esta

    insufici n ia,

    1

    1 a

    agudamente por Pr udh

    1

    en

    pá ·ina tra5crita,

    no

    h C p ~ d o desde .luego, .al pensa

    l

      t ontetnporán o, qu ha

    Intentado

    dtvers s tn t rpreta-

    • 1 . . t t

    n s

    de

    las cuales la

    mas

    tlustre es a organiCista 1 p o s i ~

    i

    mo

    exact

    en

    su

    in ui

    i n

    de la

    unidad

    del

    f

    n

    no

    p ~

    a

    tr

    av s

    del

    tiempo,

    pero que

    es en si mism

    una

    metá

    ra

    más que un

    conc pto y

    que se ha condenado,

    entre

    otras

    0

    por 1

    incumplimi

    nto de la profecía que implic

    aba

    res-

    o a la desaparición paulatina del Estado militar

    y

    policial.

    l

    ntecedente remoto

    de ta

    doctrina

    lo

    encontr

    amos

    en

    el

    apólogo

    de Menenio Agripa

    sobre

    la

    utilidad reciproca

    e

    los

    miembros

    y

    el estóm

    go,

    cuando

    la

    retirada

    de la

    pl

    ebe

    l

    A entino.l

    Otros tratadistas

    de ciencia

    política, entre

    ellos Gaetano

    Mo ca4 buscan etnanciparse de las

    nociones

    escolásticas carac

    terizando

    a la

    sociedad

    politica,

    en

    todas sus formas, por la

    xistencia

    de

    una minoría

    que gobierna

    y

    una m ay

    oría que

    obedece

    y haciendo de

    esta

    dualidad el

    primer

    principio

    de

    la

    sociedad

    civil,

    sobre

    el

    que fundan

    todo su

    razon

    a·miento.

    Aunque más fecunda

    en

    conclusiones útiles que sus anteceso

    ras,

    por

    partir de

    un

    hecl1o

    simple y evidente,

    adolece

    de

    cier

    ta insuficiencia e inexactitud. ¿Puede señalarse en todos los

    casos

    quién manda y quién

    obedece?

    ¿No

    es

    lícito afirmar que

    los supuestos gobernados

    muchas

    veces gobiernan y

    que

    los su

    puestos

    gobernantes

    a

    menudo

    acatan?

    La

    intención de

    carac

    terizar la sociedad política por la

    nota

    de la adjudicación del

    poder lleva a muchos

    equívocos,

    porque

    el

    poder es

    una

    ener

    gía

    eminentemente

    fluida,

    que actúa de

    manera

    inesperada

    y

    se reparte en

    formas

    de

    imposible dosación.

    5.

    ¿Qué

    es

    entonces

    la

    sociedad

    política,

    el

    Estado,

    indep

    en

    dientemente de sus formas p asajeras llamadas sistemas de go-

    3 Tito Livio, 1, t.

    11,

    in

    fine.

    4

    Elementi di scienza politica .

  • 8/17/2019 Palacio - Teoría del Estado

    34/97

    TEORI DEL EST DO

    41

    bierno que, s·egún hemos visto, son más nonlbres que

    cosas?

    ¿Cuál

    es

    el sustrato

    ~ o r e

    el

    que Se apoyan dichas formas,

    o que

    p e r m a ~ e c e

    mtentras ellas se suceden? ¿Cuáles son las

    ley

    s

    que

    lo

    ngen?

    Si tratamos de definir lo

    que es un

    río para

    i n s ~ s t i r

    en la

    ~ e t á f o r ~

    fluvial, ya

    habitual para

    el lector) podernos afirmar

    Sin

    equivocarnos

    que

    es una corriente de agua que

    se

    origina

    en

    una altura y corre en pendiente, según la ley de gravedad,

    h ta desembocar

    en

    otro río, en

    un

    lago o en

    un

    mar. Pode-

    nlos luego dividir los ríos por el régimen de sus aguas, o sea

    s gún que

    dependa

    su caudal de lluvias o deshielos periódicos;

    segün la mayor o

    menor

    rapidez de su curso, por discurrir en-

    tre

    montañas

    o llanuras; según su utilidad

    para

    la navegación,

    la pesca o el riego. Estos conceptos agua

    que

    corre, pendiente,

    rapidez, utilidad , perfectamente legítin1os y veraces, implican

    otras

    tantas

    abstracciones;

    no captan

    la realidad total del he-

    cho

    que

    es

    el

    río, sino aspectos parciales, accidentes.

    Lo que

    se

    llama

    río es, sin duda, esa agua fluyente, que sirve

    para

    tan tos usos.

    Pero la realidad

    total

    del

    río su pone

    una

    serie de

    fenómenos simultáneos

    y mutuamente

    dependientes: cauce;

    co-

    rriente, lecho, orillas

    que

    lo

    limitan

    y

    una

    atmósfera

    que

    .lo

    cubre, especialmente impregnada de

    humedad

    por la perma-

    nente evaporación, sensación

    de

    frescura, cierto paisaje. La

    realidad conceptual de la

    definición

    primera

    no

    es más

    que

    un

    aspecto lógico

    de

    esa

    realidad

    más amplia,

    que

    podríamos

    denominar una

    realidad

    estructural.

    5

    La captación de

    la

    realidad estructural es anterior

    a

    la

    no-

    ción

    conceptual

    del río, que

    supone

    una abstracción de lamen-

    te. Si aplicamos

    el

    mismo

    procedimiento

    al hecho

    que

    es el

    Estado,

    prescindiendo de

    sus modalidades accidentales

    y

    los

    .

    5 Sobre la noción de estructura

    en

    el pensa·m1ento rontemporaneo,

    ver

    FR Ncisco ROMERO en Antologia del pensamiento hispanoamericano

    de J G os M é ~ k o ) , pá·g

    1332

    Corresponde al libro rograma

    de

    una

  • 8/17/2019 Palacio - Teoría del Estado

    35/97

    2

    ERNESTO

    PALACTO

    principios

    en que

    se

    fundan,

    p r ~ s c i n d i e ~ d o .

    de

    los nombres

    para atender

    solamente a la

    realidad

    primaria que se ofrece

    a la percepción directa e i n m e d i a ~ a nos encontraremos

    con

    que

    la

    sociedad

    organizada

    es

    un

    compuesto

    de

    elementos

    coloca

    dos en una

    mutua

    relación de dependencia.

    Y

    nos

    encontra

    reinos

    con que esta dependencia mutua es

    constante,

    es decir

    que

    no

    varía

    con las circunstancias

    históricas.

    Esta

    relación constante de

    elementos

    como la relación

    del lecho,

    cauce,

    corriente orillas

    en

    ejemplo

    fluvial)

    cons

    la est ructura

    de

    la sociedad política,

    del

    Estado, lo

    que

    hace

    que

    sea

    tal

    sociedad

    y

    no

    otra

    cosa.

    Esta estructura

    es el

    o la sustancia del Estado,

    independientemente de

    sus for

    mas accidentales y

    anterior

    a ellas. Como tal,

    permanente;

    rea

    lidad

    vital,

    no

    construcción

    mental.

    ¿En

    qué consiste

    la

    estructura política?

    Si

    observamos

    cual

    colectividad, en cualquier

    momento

    de su