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  • METODOLOGA Y FILOSOFA DEL PENSAMIENTO LATINOAMERICANO

    I.

    Carlos Paladines (COMPILADOR)

    A '

  • Arturo Andrs Roig: Metodologa y filosofa

    del pensamiento latinoamericano

    Compilador: Carlos Paladines

    ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA

    r

    -2013-

  • ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA

    DIRECTOR: SUBDIRECTOR:

    SECRETARIO: TESORERO:

    BIBLOTECARIOARCHIVERO: JEFE DE PUBLICACIONES: RELACIONADOR PBLICO:

    Juan Cordero Iiguez Jorge Nez Snchez Francisco Salazar Alvarado Eduardo Muoz Borrero Enrique Muoz Larrea Hernn Rodrguez Castelo Juan Jos Paz y Mio

    ARTURO ANDRS ROIG: Metodologa y filosofa del pensamiento latinoamericano

    Carlos Paladines (compilador)

    Derechos de autor N 041472

    ISBN 978-9978-394-12-0

    Diseo y diagramacin: Fredi Landzuri [email protected]

    Impresin: PPL Impresores [email protected]

    NDICE

    Presentacin Juan Cordero Iiguez 7

    Estudio introductorio: "Metodologa y filosofa del pensamiento latinoamericano en Arturo Roig" Carlos Paladines

    ANTOLOGA Arturo Andrs Roig

    Primera etapa:

    Los mtodos pedaggicos y su insercin en la vida, 1971

    Segunda etapa:

    Bases metodolgicas para el tratamiento de las ideologas, 1973

    Algunas pautas del pensamiento latinoamericano, 1975

    Tercera etapa:

    Propuestas metodolgicas para la lectura de un texto, 1982

    Narrativa y cotidianidad: la obra de Vladimir Propp a la luz de un cuento ecuatoriano, 1982

    La historia de las ideas y sus motivaciones fundamentales, 1983

    Acotaciones para una simblica latinoamericana, 1985

    Consideraciones sobre la metodologa de la historia de las ideas 1995

    Cmo orientarnos en nuestro pensamiento?, 1989

    Un escribir y un pensar dese la emergencia El mtodo de pensar desde nuestra Amrica, 1988 Entrevista: La radical historicidad de todo discurso

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    Impreso en Ecuador Junio 2013

  • PRESENTACIN Juan Cordero rliguez,

    Director de la Academia Nacional de Historia

    Lo comn es que los ecuatorianos sintamos como graves prdidas la fugas constantes de cerebros y de mano de obra para laborar en el extranjero. Menos frecuente, pero muy gratificante, es el arribo de grandes personali-dades para afincarse en el Ecuador, servirle a travs de diversos medios y muchas veces radicarse hasta su muerte.

    En el siglo veinte tenemos numerosos casos de intelectuales que llegaron desde Espaa, Chile y Argentina, generalmente por problemas polticos en sus pases y que se afincaron en Cuenca, Guayaquil, Quito y en otras ciudades del Ecuador. Hemos perdido en estos ltimos meses a dos de estas grandes figu-ras, el Dr. Francisco lvarez Gonzlez, fundador de la Facultad de Filosofa de la Universidad de Cuenca y el Dr. Arturo Andrs Roig, catedrtico de la Ponti-ficia Universidad Catlica del Ecuador y de la Universidad Central.

    Para la llegada de estos personajes hubo condiciones muy favorables en las ciudades que los acogieron. En Cuenca diriga la Universidad el Dr. Carlos Cueva Tamariz y en Quito estaba al frente de la PUCE el doctor Hernn Malo Gonzlez, quien haba reflexionado sobre el papel de la Universidad en el Ecuador, con una visin renovadora y se haba rodeado de un gran equipo humano progre-sista y de altas cualidades intelectuales como Enrique Ayala Mora, Carlos Pala-dines, Luis Mora, Alberto Wray, Jaime Durn, Tito Cabezas, Fernando Velas-co... Para aquellos aos ya despuntaba como un acucioso dirigente estudiantil Jamil Mahuad.

    Los argentinos Rodolfo Agoglia y Arturo Andrs Roig, junto con el chileno Enzo Mella, encajaron muy bien en esta corriente renovadora, aunque haba alguna diferencia de edad entre unos y otros.

    Roig llegaba con un gran equipaje de realizaciones. Haba escrito mucho sobre filosofa en general y en particular de latinoamericana, sobre metodologas y personajes desconocidos en ciertas facetas, tanto de Espaa, como de Amrica y su pas, Argentina. Su permanencia en el Ecuador le sirvi para valorar a nues-

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  • tras grandes figuras y para seguir en su empeo de dar a conocer la existencia de un pensamiento filosfico latinoamericano, dentro del cual estn con dere-cho propio algunos pensadores ecuatorianos. As fue convirtindose en un es-pecialista en la historia del pensamiento y de las ideas de nuestro continente, siendo este uno de los principales motivos para que la Academia Nacional de Historia le invite a integrar la institucin como Acadmico Correspondiente Ex-tranjero, quien cumpli con los requisitos estatutarios y fue un miembro activo que aport con sus trabajos al mejor conocimiento de una faceta desconocida de la historia del pensamiento ecuatoriano.

    Algo ms sobre Arturo Andrs Roig. Naci en Mendoza en 1922, estudi y luego fue catedrtico en la Universidad de Cuyo, completando su formacin en la Sorbona de Pars durante los aos 1952 y 1953.

    Sus obras ms difundidas son La Filosofa de las Luces, Los Krausistas argentinos, Platn o la Filosofa como libertad y expectativa, El Espiritualismo Argentino o fuentes de la Filosofa latinoamericana (coautor), Esquemas para una Historia de la Filosofa Ecuatoriana.

    Son muchas las obras que ha escrito y publicado, ha dictado ms de un cente-nar de conferencias, ha dirigido numerosos cursos en varios pases latinoame-ricanos y ha participado en todos los Congresos y Foros especializados en filosofa, tanto en Amrica como en Europa.

    Al Ecuador lleg en 1976 y se mantuvo hasta 1984, siendo profesor principal de la Pontificia Universidad Catlica del Ecuador de Filosofa Poltica e Historia del Pensamiento Latinoamericano, donde tambin dict cursos especializados y seminarios. Presumo que su presencia de debi a gestiones hechas por Carlos Paladines, quien fue su alumno en la Universidad de Cuyo.

    A Andrs Arturo Roig, tanto la UNESCO como la Unin Panamericana, le cali-fic como Experto en Historia de las Ideas Latinoamericanas.

    Como un homenaje pstumo y por iniciativa de Carlos Paladines Escudero, pu-blicamos Arturo Andrs Roig: Metodologa y filosofa del pensamiento lati-noamericano, Estudio introductorio y compilacin por Carlos Paladines. Lo hacemos con una doble complacencia, pues a la primera, la de evocar y dar a conocer un poco ms la obra del gran maestro argentino se une la de editar un trabajo ms de Carlitos, de quien decimos que es lojano de nacimiento, que

    labor en sus primeros aos juveniles en el Consejo Provincial de su provincia y que pronto decidi estudiar y vivir en Quito. Su primer ttulo de profesor en filosofa lo expidi la Pontificia Universidad del Ecuador, en 1975. Se especializ en Historia de las Ideas en las Universidades de Cuyo y Mendoza y en el Centro Friedrich Alexander von Humboldt, en Alemania, en los aos 1979 y 1981.

    Carlos ha tenido ocasionales actividades polticas como ser Subsecretario del Ministerio de Educacin y asesor del suscrito en los aos 2001-2002; sin em-bargo su vida ha transcurrido entre la docencia universitaria y la capacitacin de funcionarios municipales, cuando dirigi por un largo lapso el Instituto de Capacitacin Municipal de Quito y pudimos cruzar ideas y proyectos con el IERSE (Instituto de Estudios Regionales del Sur del Ecuador) que lo habamos fundado en la Sede en Cuenca de la PUCE, cuando estuvimos en su Prorrec-torado.

    Ha ejercido el decanato de la Facultad de Filosofa de la PUCE, ha dirigido ciclos doctorales y a viajado a diversos pases como profesor invitado, o como con-ferencista o partcipe de congresos internacionales. Su actividad como docente perdura hasta la fecha. En la universidad ha enseado Metodologa de la In-vestigacin, Pensamiento Ecuatoriano y Latinoamericano, Filosofa Moderna y contempornea, Filosofa de la Educacin, entre otras asignaturas.

    Es autor de Historia de la Educacin en el Ecuador, Historia del Pensamiento Ecua-toriano, entre otras obras, algunas centradas en la magna figura de Eugenio Espejo. Son ms de cien artculos que ha publicado en revistas especializadas y en peridicos y, como Roig, ha participado en numerosos seminarios y con-gresos.

    La Academia Nacional de Historia le cuenta como uno de sus ms distinguidos miembros correspondientes, siendo su discurso de ingreso un estudio sobre el Tratado de lo Maravilloso y Sublime verdaderamente elocuente en los discur-sos. Traducido del griego de Dionisio Casio Longino dedicado al Ilustrsimo seor doctor don Blas Sobrino y Minayo, dignsimo Obispo de Quito, del Con-sejo de Su Majestad. Con esta obra sigue en la lnea de exaltacin de Espejo.

    Complace a la Academia que maestro y discpulo, ambos miembros de esta Institucin estn juntos en la presente obra.

  • ESTUDIO INTRODUCTORIO

  • METODOLOGA Y FILOSOFA DEL PENSAMIENTO LATINOAMERICANO EN ARTURO ROIG

    Carlos Paladines Academia Nacional de Historia

    "El ser humano tiene una naturaleza tal que le permite ponerse por debajo o por encima de ella".'

    Introduccin

    Tal vez lo menos apropiado para referirse a Arturo Roig sea hablar de la soledad, la enfermedad o la muerte. Pocas personas como l han logrado que corrientes del pensamiento latinoamericano, numerosos pensadores de la Patria Grande, categoras, smbolos e imgenes de la filosofa resuciten y re-nazcan con extraordinaria vitalidad.

    Roig tuvo la capacidad de resucitar a corrientes importantes: la ilustracin, el krausismo, el espiritualismo... a algunas de ellas dedic sendos libros. Tambin coadyuv a que recobraran vida, gracias a la magia de sus investigaciones, nu-merosas figuras de Amrica Latina: Las Casas, Simn Bolvar, Simn Rodrguez, Jos de San Martn, Jos Mart, Andrs Bello, Antonio Caso, Leopoldo Zea, y especialmente un considerable nmero de intelectuales argentinos: Juan Bau-tista Alberdi, Deodoro Roca, Domingo Faustino Sarmiento, Amadeo Jacques, Eduardo Wilde, Pedro Scalabrini, Vaz Ferreira, Jos Ingenieros, Francisco Ro-mero, Nimio de Anqun, Mauricio Lpez desaparecido por la dictadura militar de los ochenta, Rodolfo Agoglia... Sobre Mendoza su cuna- el rescate se con-centr en las letras, el periodismo y sus ideas, a travs de Agustn lvarez, Juan Crisstomo Lanifur, Juan Llerena, Juan Gualberto Godoy, Juan Leonidas Agui-rre, Manuel Lugones...

    1 A. Roig, Bolivarismo y Filosofa Latinoamericana, Quito. Edit. FLACS0,1984, P. 27.

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  • De igual modo, con un enfoque peculiar hizo que recobren su valor g-neros y smbolos de la filosofa: el ensayo y la calandria; categoras como la de "civilizacin" y "barbarie", "discurso liberador"-"discurso opresor", "formu-lacin"-"reformulacin"... y recuperen vigencia algunas corrientes y figuras del pensamiento ecuatoriano. Valga recordar la savia nueva con qe revitaliz la presencia centenaria del padre de la historiografa ecuatoriana: Juan de Ve-lasco; la lozana con que present en diversos libros y artculos al mximo re-presentante del movimiento ilustrado: Eugenio Espejo; la nueva perspectiva que permiti acercar al presente a Juan Montalvo, Alfredo Espinosa Tamayo, Jos Peralta, Hernn Malo, por citar nombres lejanos y cercanos a nosotros. En pocas palabras, l fue un pensador que rescat para la vida y para el pre-sente a muchos autores; l fue un resucitador que no permiti que la guadaa del olvido, la muerte o la falta de memoria prevalezcan.

    Adems, toda esa vasta produccin dio vida a un principio o apotegma que l mismo formulara, al cual fue fiel y le sirvi de norte a lo largo de toda su carrera para pintar a las grandes figuras de nuestro pensamiento, pero en su contexto, con sus grandezas pero adems con sus limitaciones, las provenien-tes de s mismo pero tambin aquellas propias de las estructuras de exclusin y dominacin en que ejercieron su tarea. A propsito de Bolvar seal: "El ser humano tiene una naturaleza tal que le permite ponerse por debajo o por encima de ella". Por eso, no tiene sentido detenerse en el tema de la muerte y menos en su "exaltacin" o en esas tradicionales concepciones religiosas que debili-tan la fuerza de la vida e incapacitan para la accin. Ms bien hay que examinar lo que permite a los humanos ponerse por encima de su frgil naturaleza.

    Bajo esta perspectiva se comenzar por recordar su concepto de filo-sofa. En una exposicin en la Universidad Santo Toms, Bogot 1991, mani-fest: La filosofa se instala como un intento de racionalizar los procesos vividos, de encontrar un sentido, el sentido en ltima instancia de la vida.' Al retornar a Mendoza luego de un largo exilio causado por la dictadura militar, retom su concepcin en estos trminos: "Hace diez aos ya posiblemente -creo que fue en 1974- pronunciamos una conferencia en esta Facultad en la que nos propusi-mos hablar de la filosofa como funcin de la vida. 3

    Lneas ms abajo marc distancia con las cargas casi metafsicas y bio-

    z Cfr. Homenaje a Arturo Roig, Historia de las ideas, teora del discurso y pensamiento latinoamericano, Bogot, Edit. Universidad de Santo Toms, Rev. Anlisis, Nro. 53

    -54, 1 991 , pg 45. 3 A. Roig, "De la exetasis platnica a la teora crtica de las ideologas", Art. Cit. p. 2.

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    lgicas que asumi esta concepcin en el vitalismo circunstancialista orte-guiano que se impuso en la dcada de los 3o; con los discursos que sobre el "mundo de la vida" de Edmund Husserl o de la "ontologa fundamental" y las estructuras del "Dasein" o "existenciarios" de Heidegger se expandieron a mediados de siglo XX, para insistir ms bien tanto en la dimensin social e his-trica de la filosofa en cuanto funcin de vida, del hacerse y gestar humano en las mejores o en las peores condiciones, como en la necesidad de poner de lado las sofisticadas y sublimes idealizaciones propias del lenguaje heidegge-reano y ms bien expresarse en un lenguaje claro y directo orientado a asumir con propiedad la realidad. En palabra suyas:

    Para poner las cosas en su lugar desde un comienzo diremos que la vida no es un principio casi metafsico, la vida es para el hombre, su vida, la que l hace inclusive por encima de la realidad biolgica que el hombre es. Y esa vida es, por lo dems un quehacer, (...) es un hacerse y un gestarse del hombre; es decir, un hecho social. Decir la filosofa es una funcin de vida es, pues decir que la filosofa es funcin social y esto implica otra cosa ms, esencialsima, que por lo mismo que es funcin de este tipo muestra los caracteres bsicos de la con flictividad a travs de la cual se desarrollan las relaciones humanas. 4(Las negrillas me corresponden).

    A riesgo de redundar, se trata de una filosofa practicada como una 'op-cin por la vida', por un pensar y un obrar situado en la praxis social y que asume las demandas y las expresiones de una masa de excluidos y dominados, sometidos a medidas derivadas de un sistema que ha hecho opcin ms por la riqueza financiera que por la vida, desconociendo as que la verdadera ri-queza es precisamente la vida humana y, por cierto, la vida humana realizada dignamente. 5 Resulta importante anotar que este `factum': la vida y la vida co-tidiana con sus cruces, alienaciones, contradicciones y virtudes, debe conver-tirse en el ineludible punto de partida, a decir de A. Roig, de todo el pensamiento latinoamericano.

    La 'ampliacin metodolgica'

    A partir de esta concepcin de la filosofa y de la vida, que en A. Roig tiene una doble perspectiva y de all su riqueza: por un lado, ser 'punto de par-tida'; por otro, ser 'punto de llegada', es decir, base y referente, aunque esto

    4 dem., pp. 3-4. 5 Cfr. A. Roig, tica del poder y moralidad de la protesta, la moral latinoamericana de la emergencia, Ecua-

    dor. Edit. Universidad Andina Simn Bolvar, 2003, pp. 53 - ss.

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  • a primera vista parezca una paradoja, nos preguntamos por Cul es el mtodo y las pautas apropiados para el estudio del pensamiento latinoamericano?; cul es el mtodo: instrumental conceptual, procesos, y el arte con los cuales logr tal maestra que pudo vencer a la muerte y al olvido?; cul fue el secreto hilo de Ariadna que le permiti salir triunfante?

    Por supuesto, la condicin para acercarse a la concepcin sobre lo me-todolgico de A.Roig es superar la visin que se tiene, por regla general, de lo metodolgico como recetario de pasos aislados, repetibles y reutilizables. En la perspectiva de nuestro autor, lo metodolgico no se reduce a meros conte-nidos objetivables y aislados, de carcter instrumental o preliminar; encierra tambin una dimensin central o filosfica, dada su vinculacin con el lenguaje. No es la perspectiva metodolgica ingenua de la ciencia moderna que hoy ha extendido su dominio a todos los campos; no se trata de "excluir" sino de "in-tegrar" dos dimensiones que conforman el anverso y el reverso de un mismo problema o realidad. Estamos ante dos vertientes insoslayables: las pautas normativas o metodolgicas y la filosfica universal.

    Para acercarnos a las consideraciones sobre metodologa de la historia de las ideas y la filosofa,' bajo la perspectiva que l supo esclarecer; aquella 'ruptura metodolgica' con la cual nos ense a leer e investigar con nuevos ojos a los autores ecuatorianos y latinoamericanos e incluso europeos, sin nimo de agotar el tema, solo de proporcionar algunas pistas, especie de breve introduccin, desarrollar la historia de este proceso en tres fases: la primera cubre desde su primera publicacin, en 1947, hasta su nominacin como Se-cretario General (Vicerrector) de la Universidad Nacional de Cuyo, inicios de 1973. Obras emblemticas de esa poca: Breve historia intelectual de Mendoza, Platn o la filosofa como libertad y expectativa. Los Krausistas argentinos. El es-piritualismo argentino entre 1850 y 1900. La segunda etapa corresponde a los aos 1973-1982: los aos del exilio bsicamente, y la tercera:1982-2012, etapa esta ltima la del retorno y que inaugura un enfoque de carcter realmente in-novador. Constan en negrillas los trabajos que juzgo han sido decisivos, en las dos ltimas etapas. (Ver Anexo No.i)

    No se ha decidido an bautizar a cada una de estas etapas con nombre especial, si bien en la segunda, inicios de la filosofa de la liberacin y del exilio,

    6 A. Roig, "Consideraciones sobre la metodologa de la historia de las ideas". En: Picotti, Dina V. Pensar desde Amrica Latina. Vigencias y desafos actuales. Buenos Aires, Catlogos Editora, 1995. 349 PP.

    destaca el tratamiento de filosofas e ideologas dentro de una historia del pen-samiento latinoamericano, y en la tercera, marcada por el retorno a la demo-cracia y el desmontaje de una universidad "perversa", predomina un giro hacia el lenguaje que para la poca era ya el lugar del encuentro y desencuentro no solo de la filosofa, sino tambin de la semitica, la teora crtica, la filosofa analtica y qu decir de la comunicacin y la hermenutica. Adems marca los primeros pasos de superacin de la filosofa de la liberacin que en las dcadas de los ochenta y noventa del siglo pasado cop el escenario filosfico latinoa-mericano.

    El propsito, en esta tercera poca, es mostrar que el "giro" iniciado por A. Roig, en sus ltimas dcadas de vida no es algo marginal sino ms bien de importancia capital que an no ha sido abordado como se lo merece. Se es-tara en la apertura de un enfoque que asume lo metodolgico no solo en su carcter instrumental o preliminar, sino tambin en su dimensin central o fi-losfica, por una parte; y, por otra, postula que con el 'giro lingstico' hacia el 'encuentro o reconocimiento de nosotros' ms que del "otro", nuestro autor puso en marcha la construccin de un nuevo paradigma en cuanto a la forma de enfrentar o hacer historia de las ideas y filosofa. Estaramos pues a las puertas de una 'nueva primavera' en relacin a los estudios de filosofa e historia de las ideas en Amrica Latina; a las puertas de una profunda trans-formacin o giro tanto de los estudios latinoamericanos como de nuestra re-lacin con el mundo; reconstruccin sta que me parece indispensable y es necesario comenzar a desbrozar en sus principales claves de comprensin. Otros aspectos e implicaciones importantes de este singular giro no se abor-darn . 7

    7 El giro hacia el 'encuentro - reconocimiento de nosotros' guarda enorme similitud con la propuesta l-tima de la filosofa europea sobre el giro hacia el lenguaje. Ms an, es posible establecer relaciones entre la produccin, por ejemplo, de Hans-Georg Gadamer y la de Arturo Roig, ms all de que se hayan conocido o no personalmente o hayan ledo o no sus obras. Valga un solo ejemplo emblemtico: el re-curso permanente a la produccin de sus antecesores alemanes en el un caso y latinoamericanos en el otro; al igual que el recurso a la filosofa griega. El dilogo con la filosofa francesa en ambos autores tambin fue significativo. Ambos coincidieron en una especial valoracin de Jean-Paul Sartre. Ver: Gadamer, El giro hermenutico y Roig, tica del poder y moralidad de la protesta, la moral de la emer-gencia. Al rescate y valoracin de los pensadores alemanes o latinoamericanos segn el caso, ambos aadieron el trabajar su propia filosofa a partir de los materiales y aportes de quienes les haban pre-cedido.

  • SEGUNDA ETAPAS

    Fue a inicios de 1973, en dos trabajos similares hasta en sus ttulos que A. Roig entreg sus primeros conatos de aclaracin del tema metodolgico. En Santa Fe, a inicios de ese ao present un extenso trabajo: "Sobre el trata-miento de filosofas e ideologas dentro de una historia del pensamiento latino-americano". Pocos meses despus, en las afueras de Buenos Aires, en San Miguel, en un Congreso de Filosofa que dio nacimiento a una corriente de pen-samiento que se impuso en Amrica Latina a lo largo de los aos setenta y la dcada de los ochenta, la llamada y discutida Filosofa de la Liberacin, retom lo metodolgico en dos acpites parecidos "El tratamiento de filosofas e ideo-logas dentro de una historia del pensamiento Latinoamericano" y "Las bases metodolgicas para una lectura del "Discurso Poltico" y del Discurso Filosfico".

    Posteriormente examin esta problemtica en diversos artculos que fueron desbrozando, con toda acuciosidad como era su costumbre, el terreno y a su vez fundamentando su posicin a fin de que ella alcance la 'universalidad' a que aspira la filosofa, universalidad que no redujo a los lmites y posibilidades de la razn positiva o instrumental, o a una dimensin exclusivamente episte-molgica. Su intento era de superar la tradicional crtica que caracteriz a la filosofa moderna, que resultaba insuficiente por cuanto ella no inclua cues-tiones relativas al contexto y al sujeto o autor, quien ejerce su tarea de cara a una realidad humana que le obliga a vivir en funcin tanto de la dimensin teo-rtica como de la prctica.

    Una buena parte de los trabajos correspondientes a esta etapa los ela-bor en Ecuador. Por qu vino a Ecuador? A finales de 1975 e inicios de 1976 Roig se encontraba dictando clases en la Universidad Nacional Autnoma de Mxico (UNAM), invitado por Leopoldo Zea al Centro de Estudios Latinoame-ricanos. Con las noticias de la cruel persecucin de la dictadura argentina a los intelectuales, quien esto escribe, que en 1973 haba sido su alumno en la uni-versidad de Cuyo en Mendoza y que mantena con l una clida relacin de amistad, cruz correspondencia con el maestro reflexionando sobre los peli-gros en el caso de retornar a su tierra. Para esa fecha ya varios profesores de su universidad haban sido asesinados como Mauricio Lpez y otros haban lo-grado salir del pas con muchas dificultades, como Rodolfo Agoglia, Enrique Dussel, Horacio Cerutti, Ricardo Gmez... En ese entonces, en calidad de Di-

    8 Sobre la Primera Etapa, en esta ocasin no nos detendremos.

    rector del Departamento de Filosofa de la PUCE, propuse al rector Hernn Malo invitar a Roig a que se uniera al claustro universitario local a fin de forta-lecer los estudios del pensamiento latinoamericano en la universidad. Roig acept y hacia marzo de 1976 arrib a Quito y dos o tres meses despus lo hizo su familia.

    Ahora bien, cules eran las lneas bsicas de esa propuesta y se mani-fest ella fecunda o no? Seguramente reflejan de la mejor forma el pensa-miento de A. Roig, las Recomendaciones Metodolgicas elaboradas en la Reunin de Expertos sobre la Historia de las Ideas en Amrica Latina, Mxico. D. F, septiembre de 1974, Comisin II, en la cual desempe l un rol protag-nico. 9 Estas Recomendaciones fueron profundizadas a pocos meses de su pro-mulgacin, en una de las primeras publicaciones realizadas por A. Roig en tierras ecuatorianas: "Algunas pautas del pensamiento latinoamericano", junio de 1975. 1

    Estas Recomendaciones y Pautas marcaron radical ruptura con los par-metros vigentes de estudio de la ideas y de la filosofa que otorgaban a los dis-cursos (tradicin francesa) o a los textos (tradicin alemana) autosuficiencia

    9 Las Recomendaciones Metodolgicas se las transcribe in extenso por su importancia: "1.- Se recomienda partir de una concepcin de la idea entendida como un elemento significativo que in-

    tegra una estructura ms amplia, con todas las connotaciones de este ltimo trmino (econmicas, po-lticas, etc.), dando cabida adems, a las ideas en sus diversas manifestaciones: filosofemas, vivencias, ideologas, concepciones del mundo, etc.

    2.- Se recomienda aplicar un tratamiento dialctico a la historia de las ideas, subrayando principalmente dos aspectos: la conveniencia de encararla desde nuestro presente, y la necesidad de sealar a la vez los condicionamientos sociales y el poder transformador de la idea.

    3.- Se recomienda no abordar la historia de las ideas como historia acadmica, abrindose a la incorpora-cin de las ideologas y en particular las de los grandes movimientos de liberacin e integracin latino-americana, frente a las ideologas de la dominacin.

    4.-Se recomienda encarar la historia de las ideas no a partir de campos epistemolgicos (filosofa, poltica, etc.), sino de problemas concretos latinoamericano y las respuestas dadas a cada uno de ellos desde aquellos campos.

    5.- Se recomienda tratar todo desarrollo de la historia de las ideas latinoamericanas a parir del supuesto de la unidad del proceso histrico de Latinoamrica.

    6.-Se recomienda ir ms all de una historia de las ideas de tipo nacional y avanzar hacia uno ms amplio de regiones continentales, sin olvidar el supuesto sealado antes.

    7.- Se recomienda sealar en lo posible la funcin de las influencias en relacin con los procesos histricos propios.

    8.- Se recomienda dar preferencia a la historia de las ideas entendida como historia de la conciencia social latinoamericana". (Citado por Carlos Paladines en "Notas sobre Metodologa de investigacin... Art. Cit., pp. 193 - 1 94).

    10 A. Roig, "Algunas pautas del pensamiento latinoamericano", Quito, Centro de Publicaciones de la Pontificia Universidad Catlica del Ecuador. Ao III, No. 9, junio 1975.

  • en s mismos y validez absoluta. En adelante tanto la "crtica interna" como la "crtica externa" quedaron desfondadas: la una, por reducir la comprensin de los textos o discursos al anlisis eminentemente descriptivo o lgico y al encadenamiento de los contenidos a partir de una dialctica puramente in-terna al pensamiento o por carecer de propuestas para el control de la subje-tividad del investigador o por cerrar los ojos al inevitable juego de los intereses y cargas ideolgicas de las que no.est exento ningn discurso. La otra: la cr-tica externa, si tuvo el acierto de abordar las complejas relaciones entre la so-ciedad y los discursos; investig el valor y objetividad de los discursos cuando ellos son vistos hundiendo sus races en las condiciones e intereses de una so-ciedad, tuvo la limitacin de no precisar cmo se entretejan las relaciones entre el texto y sus contextos.

    Roig enfrent estas diversas dificultades, al igual que otros intelectuales latinoamericanos de la poca," pero tuvo la ventaja de ubicar a los discursos filosficos, literarios, cotidianos o cientficos al interior de una matriz, como parte de un sistema de conexiones o estructura histrica, que confera sentido a las partes y de la cual los discursos no eran ms que su reformulacin. En otras palabras, con base en su tesis de la 'ampliacin metodolgica' rebas la crcel o cerco de los textos aunque estos sean filosficos: metalenguajes, y abri las puertas a una lectura que toma en cuenta la funcin y el valor de los discursos, sean estos los del arte, la literatura, las diversas formas del lenguaje ordinario o cientfico, pero en relacin con su insercin social, con su vincula-cin con el 'sistema de conexiones' dentro del cual los discursos son tan slo uno de sus momentos, una de las tantas frmulas de reformulacin que adopta ya sea el discurso ms elevado como otras formas de objetivacin que se dan en el mbito de la vida diaria, en sus ms diversas creaciones.

    Adems mostr que tambin existan estructuras discursivas integradas por determinadas categoras y formas de representacin y pensar que respon-dan a determinadas lgicas e intereses. Por ello el discurso no poda ser ana-

    ti En aquella poca, diversos autores latinoamericanos enfrentaron el problema de las relaciones entre un texto y su contexto. Por ejemplo, Eliseo Vern, conducta, estructura y comunicacin, Argentina, Editorial Tiempo Contemporneo, 2da. Edic. 1972. Ricaurte Soler, Estudios sobre la Historia de las Ideas en Amrica, Panam, Imprenta Nacional, 1961. Varios autores, Los estudios histricos en Amrica Latina, Ecuador, Edit. ADH ILAC, 1984. Horacio Cerutti, Hacia una metodologa de las ideas (filosficas) en Am-rica Latina, Mxico, Edit. Universidad de Guadalajara, 1986. Tambin puede verse mi trabajo "Notas sobre metodologa de investigacin del pensamiento ecuatoriano, Mxico, Rev. Latinoamrica, Anua-rio de Estudios Latinoamericano, No. 11,1978, y "Aproximaciones a la lectura del universo discursivo" (funciones, estrategias y modelos), en: Cortinas de humo, Ecuador, Edt. CCE, 2008, pp.69 - ss.

    lizado en forma aislada sino como parte de un grupo de textos que constituan un universo, totalidad discursiva de una comunidad concreta, en el seno de la cual se reproduce el sistema de contradicciones del entorno social.

    Las caractersticas de este universo del discurso seran un reflejo de las caractersticas bsicas de la poca y de la sociedad que lo implican, pues a su interior se manifiesta el sistema de contradicciones de ese tiempo y espacio. Por otra parte, en el universo discursivo no existe un solo discurso, aunque uno o algunos sean o pretendan ser hegemnicos, sino una variedad de formas de discurso que reflejan la conflictividad discursiva. Los discursos estn en constante pugna entre s; es posible, pues, a cualquier discurso, oponerle un "discurso contrario". Esta conflictividad discursiva se deriva de la conflictividad de la totalidad social. Otro aspecto a resaltar es la referencialidad discursiva. Consiste ella en los modos como el discurso, por ejemplo, un discurso poltico, asume otras manifestaciones: alusin, elusin e ilusin, es decir, podra pre-guntarse, a qu alude ese discurso?, qu elude? Y cmo intenta convencer-nos de su ilusin de ser el nico discurso vlido? 12

    Todo esto enriqueci y ampli an ms el anlisis de los discursos gra-cias a la determinacin de sus diferentes niveles, funciones, actantes, referen-cialidad, formas discursivas y tipo de relaciones en el plano horizontal y vertical de los mismos. Se puso as punto final a la relacin vaga o demasiado general entre el texto y su contexto.

    Para el efecto dio vida a un trmino ms rico que el de "reflejo", tradi-cionalmente usado y lo reemplaz por el de 'reformulacin', con lo cual se en-riqueci an ms la propuesta, ya que "La funcin de la filosofa como pensamiento de su poca queda todava ms clara si tenemos en cuenta que la reformulacin puede concluir en una totalidad objetiva cerrada, justificadora de la estructura social, o en una totalidad objetiva abierta que no oculte e impida la presencia de lo nuevo histrico y su poder de transformacin". Las negrillas corresponden a Roig.' 3

    A su vez, con el tema de la reformulacin se abri las puertas a la de-terminacin de los niveles del discurso, en la medida en que las reformulacio-

    12 En similar lnea puede revisarse el trabajo de Liliana Ramrez, "Hibridez y discurso en los Estudios Li-terarios latinoamericanos contemporneos", Universidad de Los Andes, Rev. de Estudios Sociales, No. 13, 2002, pp.47-55. Y de Alfonso Montalvo: "La teora del discurso en Arturo Roig", Ecuador, Uni-versidad Catlica, (documento de trabajo), 2005.

    13 dem, p. 219.

  • nes se aproximan ms o se aproximan menos a lo "real" (dialctica discursiva dialctica real). Adems, especific los caracteres de cada nivel: el de base o partida, en el cual se ubican las demandas sociales o de cualquier otro orden: productivas, de seguridad, culturales, polticas, siendo las primeras a las que ms importancia otorgaba y las que desencadenan, por ejemplo; el discurso de la vida cotidiana, las reacciones que se producen en la comunidad y las ex-plicaciones espontneas que emergen de su seno y constituyen una primera reformulacin de la demanda de base. A este nivel de piso, pueden sumarse las explicaciones de carcter de opinin ms o menos estructurada, sea desde el campo de la prensa, la poltica, diferentes actores sociales o grupos emer-gentes y, especialmente, desde las ciencias: la economa, la sociologa, la de-mografa... segundo y tercer nivel de reformulacin. La justificacin, cuestionamiento o argumentacin a favor o en contra de estos tipos de dis-curso, las ejerce el discurso filosfico, cuarto nivel de la reformulacin.

    De esta poca tambin datan los primeros planteamientos sobre las funciones del discurso, al menos de la funcin bsica del discurso filosfico, la de fundamentacin o justificacin de las reformulaciones, afirmndolas en su valor absoluto, universal, natural, etc. Para lo cual los filsofos disponen del amplio arsenal de la lgica, la ontologa, la metafsica o la filosofa de la histo-ria Las funciones del discurso permitieron develar ese juego variado de ac-tores con sus metas e intenciones, claras o escondidas, conscientes o inconscientes, que no faltan en el discurso. La presencia de las funciones del discurso adems las mostr en el discurso poltico, "maestro" ste en el uso del mecanismo de "apoyo", "represin", "rechazo" u "olvido" para ocultar o encubrir las demandas de base. El juego del discurso filosfico y el poltico tam-bin lo desarroll en autores como Hegel, Descartes, Rousseau, Comte... con lo cual ense a leer la filosofa europea con las "sospechas" del caso Pos-teriormente, en la tercera fase, sern estas funciones ampliadas en exhaustivo dilogo con la obra de Vladimir Propp, Roman Jakobson, Algirdas Greimas y Valentin Voloshinov.

    En este mbito, el aporte de Roig fue doble: el uno en relacin a las fun-

    14 A. Roig, "Bases Metodolgicas... Art. Cit. pp. 235-36. Similar esquema puede verse en Historia de las Ideas, Teora del Discurso... Ob. Cit. pp. 125-126.

    15 dem, p. 236 16 Tambin puede verse Vladimir Propp, Morfologa del Cuento, Espaa, Edit. Fundamentos, 7ma. Edic.

    1987. El intento de Propp fue someter a un estudio de carcter morfolgico estructural- a los cuentos maravillosos, condicin necesaria para el estudio incluso histrico de los mismos, y a partir de las fun-ciones de los personajes establecer los elementos constantes.

    ciones narrativas enriquecidas por el "sujeto narrador"-"sujeto emisor" que est por detrs de la narracin y al mismo tiempo, a su modo, "dentro de ella". El anlisis del sujeto: actantes "personajes" con su recurso a las funciones de "historizacin "deshistorizacin", "ontologizacin", "denuncia", "funda-mentacin", "apoyo"... permite descubrir o develar tanto los contenidos como las estructuras formales del discurso de naturaleza ideolgica. Por otra parte, la vinculacin del discurso con dos tipos irreductibles entre s: el "dis-curso opresor" y el "discurso liberador", tambin permite hacer patente el juego entre el "discurso", el "anti discurso" e incluso el "discurso oculto".

    Estos conceptos cobraron vida en un cuento ecuatoriano: Bella Flor Blanca en que se puso de manifiesto la estructura de un cuento fantstico desde la perspectiva de Propp, pero tambin desde el 'discurso opresor' y el `discurso liberador' insoslayable categora para nuestro autor y uno de sus aportes ms significativos. 17

    Adems, en la medida en que estamos inmersos en el flujo de la infor-macin y bajo la permanente presin de innumerables mensajes, smbolos y textos que simultneamente nos acercan o nos alejan de lo que es o creemos que es la realidad, estamos tambin abocados de modo insoslayable a enfren-tar las dificultades y conflictos propios de la interpretacin, decodificacin y sentido de tan vastos materiales. Dicho de otro modo, el "universo discursivo" y las funciones del discurso, en sus mltiples reclamos: verbales o escritos, ges-tuales o icnicos, explcitos o implcitos, individuales o masivos, radiales, pe-riodsticos, televisivos e incluso ya telemticos exige establecer una red de relaciones y articular la pluralidad de sus manifestaciones y facetas a fin de otorgarles sentido y no perdernos en el mare mgnum de sus hechizos. Una dbil legibilidad del entorno discursivo o un afinamiento deficiente en la inter-pretacin de los "textos" puede pagarse caro tarde o temprano, especial-mente en los pases llamados "subdesarrollados", dada la fuerza de los medios de difusin colectiva. Pinsese en lo que significa en la actualidad la retrica propagandstica dotada de recursos antiguos y de otros modernos muy sofis-ticados y de expansin mundial; en sntesis, para la tarea interpretativa o her-menutica es insoslayable en las sociedades contemporneas tomar en cuenta

    17 Sobre las diferencias y aportes de una y otra perspectiva Cfr. Cuadro II, Tabla de funciones, de actantes y ncleos temticos. En: A. Roig, "Narrativa y cotidianidad. La obra de Vladimir Propp a la luz de un cuento ecuatoriano". Artculo que consta en la presente antologa. Dice Roig: "Propp movido por su formalismo, centr sus investigaciones en las "funciones narrativas" dejando a los "personajes" en un segundo plano y enumerados a partir de un criterio ms bien emprico".

  • las riqusimas propuestas sobre metodologa y filosofa del pensamiento lati-noamericano de A. Roig.

    Todo lo cual condujo a una ampliacin metodolgica, trmino clave, ex-puesto en forma acuciosa en el clebre 'Primer Manifiesto' de la Filosofa de la Liberacin que se public en Argentina, en 1974, como fruto del Congreso al que ya hicimos alusin. 18 Posteriores artculos fundamentaron ms la pro-puesta de superar los marcos del texto y reconstruir la totalidad social en que las partes cobran sentido. La 'ampliacin metodolgica' consiste en referir los discursos a un sistema de conexiones, dentro del cual el texto discurso es slo una instancia ms, aunque a veces una instancia privilegiada. Esto permite es-tablecer una conexin entre los discursos sobre historia de las ideas y la filo-sofa y otras formas de cultura, dentro de una totalidad social. Quedaron as los discursos referidos a prcticas lingsticas y al juego de relaciones de poder. Los discursos, incluido el filosfico, dejaron de existir en el vaco para descen-der a la tierra, a los terrenos del conflicto y a las relaciones con otros discursos y prcticas, siempre en vinculacin con el poder: discurso opresor discurso li-berador.

    Los prolegmenos de esta ampliacin se encuentran en la confronta-cin con la filosofa de Hegel y otros pensadores europeos que en esos aos le condujo a Roig a marcar distancia con la filosofa moderna, "filosofa del su-jeto" en la que la esencia haba tenido prioridad sobre la existencia, el sujeto sobre el objeto y el concepto sobre la representacin. El efecto inmediato fue el abandono de la filosofa como "Teora de la Libertad" para optar con fuerza por algo radicalmente distinto e inclusive contrapuesto, la 'Filosofa como Li-beracin, que junto a la Teora de la Dependencia y la Teologa de la Liberacin cobraran especial presencia en esas dcadas. 19

    18 Entre los primeros pasos de desarrollo de la Filosofa de la Liberacin se suele destacar los siguientes: El II Congreso Nacional de Filosofa realizado en Crdoba - Argentina, en 1971. En el se confrontaron por vez primera las posiciones de los defensores de la filosofa tradicional o en vigencia y la filosofa emergente que reclamaba tanto la especificidad de la filosofa latinoamericana como su funcin de apoyo a los procesos de liberacin. En 1973, en el Congreso de San Luis - Bs. As., y como fruto del mismo se debatir y se difundir el primer Manifiesto de la Filosofa de la Liberacin. La editorial Bonum public las ponencias del Encuentro: Hacia una filosofa de la liberacin latinoamericana. En1975, con motivo del I Coloquio Nacional de Filosofa celebrado en Morelia, Enrique Dussel, Francisco Mir Quesada, Arturo Andrs Roig, Abelardo Villegas y Leopoldo Zea suscribirn una Declaracin que re-coge los principales planteamientos y tareas a desarrollar en la lnea de una Filosofa de la Liberacin. Esta Declaracin fue editada por Mario Jaramillo en la Rev. Pucar No. 4, Universidad de Cuenca, 1980, PP. 149 - ss.

    19 A. Roig, "Bases Metodolgicas... Art. Cit. p.218.

    La ampliacin metodolgica tambin desemboc en una nueva forma de historiar la filosofa y la misma historia de las ideas. En palabras de A. Roig: "El paso de la una a la otra (teora de la libertad filosofa como liberacin), im-plica necesariamente un cambio metodolgico, dentro de la historiografa filo-sfica, del cual no hemos tomado an conciencia plena. Tal vez el cambio a que aludimos pueda ser caracterizado en breves palabras como un intento de rees-tructuracin de la historia de las ideas a partir de una ampliacin metodolgica que tenga en cuenta el sistema de conexiones dentro del cual la filosofa es tan solo un momento. Hasta ahora y dentro de los trminos del academicismo im-perante, la historia de la filosofa ha sido enseada y realizada como un saber sus-tante por s mismo, autosuficiente" (Las negrillas me corresponden). 20

    La propuesta de ampliacin metodolgica adems sirvi para trazar el camino a seguir a fin de superar las crticas que se formulaban desde diversas ciencias sociales o humanas a finales de los sesenta e inicios de los 7o, de parte de numerosos historiadores, antroplogos, filsofos, economistas, ... por cuanto todava la mayora de textos y discursos vigentes privilegiaban la "his-toria poltica" sobre la social o econmica; los personajes y las figuras por sobre los movimientos, grupos y clases sociales, y el culto al pasado que lle-naba las plazas de estatuas y bustos, "historia nnonumental". 21

    La dimensin mgica y mtica e incluso apologtica de muchas obras tambin se vio contra-rrestada. El resultado final fue no solo la crtica a la historiografa tradicional, conservadora y elitista, sino la implantacin o inici de una nueva historiogra-fa."

    Para concluir este acpite, es difcil encontrar en las ltimas dcadas Manifiesto, nombre con el que he bautizado a este documento, que cubra en mejor forma la fundamentacin y la variedad de flancos y aristas que supone

    20 I bdem. 21 Cfr. Julio E. Moreno, Pensamiento Filosfico Social, Estudio Introductorio de Hernn Malo, Biblioteca

    Bsica del Pensamiento Ecuatoriano, Vol. I, Quito, 1979, p. 152. 22 Bajo los parmetros de la metodologa en referencia puede verse nuestro trabajo sobre el peridico

    "El Quiteo Libre, desde la Historia de la Ideas y la filosofa: 1) el contexto histrico o formacin social que repercuti en formas determinada y determinante en El Quiteo Libre a travs de las mediaciones econmicas, polticas y sociales fundamentales de la poca; 2) el marco de referencia o contexto in-mediato que permiti la constitucin de El Quiteo Libre y la difusin de su mensaje; 3) el sujeto emi-sor, individual y social, que nos leg El Quiteo Libre; 4) los mensajes o contenidos con los cuales Pretendi plasmar o expresar su intencionalidad e intereses; 5) las funciones y los cdigos o reglas de elaboracin y combinacin de los mensajes de ndole periodstica; 6) los medios y recursos tcnicos de que se sirvieron los redactores para poner en circulacin su mensaje; 7) finalmente, el perceptor, individual, grupal o institucional que recibi e interpret el mensaje y llev a trmino sus consecuencias desde su respectivo marco de referencia e intereses.

  • lo metodolgico. Roig incluso seal algunos ensayos suyos que "podran acla-rar las tesis expuestas apretadamente", y confirm que "La problemtica del anlisis del discurso ha venido a renovar la historia de las ideas, quehacer que se lleva a cabo en Amrica Latina desde los aos 40 del 5. XX. Ha producido la utili-zacin de esos mtodos un camino que podramos llamar radical. No se trata ya de buscar los "filosofemas" implcitos o explcitos en los escritos de nuestros pen-sadores, sino de captar la insercin de tales "filosofemas" en el marco de una realidad conflictiva y heterognea como lo es toda realidad social, ms all de la unidad que ofrece desde el concepto de "universo discursivo". De una historio-grafa "descriptiva" de la ideas, se ha pasado a una historiografa "explicativa" o, si se quiere, "gentica". 23

    Fundamentacin segunda etapa

    En cuanto a la fundamentacin de los aspectos metodolgicos expues-tos en esta primera etapa, intentar mostrarla, sucintamente, a travs de uno de sus ms significativos aportes en favor de la constitucin de un pen-samiento filosfico en el Ecuador y, por cierto, en Amrica Latina, me refiero a Teora y crtica del pensamiento latinoamericano (1981), editado en Mxico, fruto principalmente de los seminarios de licenciatura y ciclo doctoral realiza-dos en Quito.

    Con esta obra, la Biblia de la filosofa latinoamericana, a decir del maestro Orlando Pugliese, catedrtico de la Universidad de Berln, se vio coronada una intensa labor, llevada a cabo con fervor a lo largo de diez fecundos aos; pero adems se fundament la necesidad de rescatar nuestro pasado intelectual desde la historia de las ideas, por cuanto ella constituira la va ms expedita para instaurar un pensamiento filosfico latinoamericano; tarea sta urgente en pases como los nuestros en que el mimetismo cultural ha prevalecido, es-pecialmente en el campo de los estudios de filosofa. Error grave, con mltiples y fatales consecuencias en diversas reas, ha sido ignorar e incluso despreciar la historia de nuestro pensamiento, por ignominioso, anacrnico, ideolgico o primitivo que ste hubiese sido.

    Con esto hemos arribado a los aspectos de fundamentacin del pensa-miento latinoamericano, rea sta en que el aporte de A. Roig "coloca incues-tionablemente a su obra, como lo ha sealado Torchia Estrada, en los primeros

    23 A. Roig, Historia de las Ideas, Teora de Discurso... Ob. Cit. pp. 112 -113 y 135..

    puestos de la investigacin de la historia de las ideas argentinas y lo confirma como una de las primeras figuras en el estudio de la historia de las ideas latinoa-mericanas". 24

    Tambin en este aspecto no es factible desplegar el conjunto de aportes de la obra de A. Roig, no solo por las normales limitaciones que un investigador pueda padecer, sino tambin por los complejos desarrollos inherentes a tan vasta produccin. No se har justicia por tanto a mltiples reas en que su labor fue valiosa y pionera. Por ejemplo: a sus tesis sobre la cultura como 'le-gado' o trasmisin de bienes culturales; 25

    tampoco se desplegar los plantea-mientos sobre la 'forma' o el 'ensayo' en el pensamiento latinoamericano; la necesidad y posibilidad de un 'discurso propio'; la teora del 'reconocimiento' y la 'valoracin de nosotros' mismos como condicin de posibilidad del filoso-far latinoamericano,...

    Nos reduciremos a sealar lo que consideramos como uno de sus apor-tes tericos fundamentales. Deseamos ocuparnos de la cuestin del 'sujeto' y en particular, de la constitucin de un 'sujeto latinoamericano' del filosofar.

    De acuerdo con lo que nos dice nuestro filsofo, se engaara quien re-dujese lo crtico de la filosofa a la mera investigacin de los lmites y posibili-dades del conocimiento, a una dimensin exclusivamente epistemolgica. En definitiva, se trata de superar la tradicional crtica que caracteriz a la filosofa moderna, la que resulta insuficiente por cuanto no logr incluir cuestiones re-lativas al sujeto filosofante cuya tarea se ejerce de cara a su realidad humana y por eso mismo es histrica y pervive, a la vez, tanto de la dimensin terica como de la prctica.

    Los problemas que implica tal averiguacin no son pocos, pues detrs de ella se revela toda una nueva forma de considerar la historia de la filosofa y el desarrollo de nuestras sociedades. Punto de partida ste, desde el cual se inicia el despliegue del pensamiento y a partir de cuya 'posicin' la filosofa en su totalidad cambia de sentido, y obliga a realizar un giro copernicano respecto de mtodos, autores, corrientes, temticas y objetivos finales.

    Por otro lado, con la problemtica del 'sujeto' nos enfrentamos a uno de los debates contemporneos de mayor resonancia; sea suficiente recordar

    24 Cfr. Juan Carlos Torchia Estrada, Rey. Interamericana de Bibliografa, Washington, XXII, 1972. 25 Cfr. Ofelia Schutte, "Hacia un entendimiento de la filosofa latinoamericana", Philosophy today,

    Gainesville, Florida, 1981, pp. 14-ss.

  • las crticas formuladas a la 'filosofa del sujeto' por parte de las 'filosofas de la sospecha' originadas en el pensamiento fundador de Marx, Nietzsche y Freud, al igual que las ltimas arremetidas provenientes de la filosofa analtica, de los estructuralismos y del 'pensamiento postmoderno'. 26 Tanto para las anti-guas como nuevas escuelas, la crisis de la filosofa moderna y del idealismo en su conjunto sera bsicamente una crisis del sujeto, de ese sujeto que nos vena dado desde la filosofa griega y medieval.

    El rechazo de Roig de la 'filosofa del sujeto de la conciencia', que por otro lado se encuentra en nuestros das como un punto de partida necesario, diramos inevitable de la crtica filosfica contempornea, se ha de asumir a su vez, como un intento de superacin radical de todos los supuestos del pen-samiento moderno, a travs de un riguroso anlisis del conjunto de trampas y salidas de tal filosofa, condicin sine qua non para poder pasar al otro lado de todas sus limitaciones. En otros trminos, Roig propuso escapar de la "crcel" de la filosofa moderna, apreciando justamente lo que cuesta separarse de ella, especialmente en lo que se relaciona con la temtica del 'sujeto' y dems as-pectos que se derivan de su tronco: 'humanismo', 'historicismo', 'meta-discur-sos' y subtemas como el de la 'alienacin', la 'cosificacin' la 'autenticidad e inautenticidad' y tantos otros ms. 27

    Pero ese ataque en contra del 'sujeto', por regla general concebido como 'individuo' no implica la destruccin del principio mismo de la sujetividad

    26 Sobre la crisis de tan provocador proyecto, repleto de ilusiones y resonancias, baste aludir a Michel Foucault, en las primeras y ltimas pginas de Las palabras y las Cosas: "Por extrao que parezca, el hombre -cuyo conocimiento es considerado por los ingenuos como la ms vieja bsqueda desde Scra-tes- es indudablemente solo un desgarrn en el orden de las cosas, en todo caso una configuracin trazada por la nueva disposicin que ha tomado recientemente en el saber. De ah nacen todas las quimeras de los nuevos humanismos, todas las facilidades de una "antropologa", entendida como reflexin general, medio positiva, medio filosfica, sobre el hombre. (...) Sin embargo, reconforta y tranquiliza el pensar que el hombre es solo una invencin reciente, una figura que no tiene ni dos siglos, un simple pliegue en nuestro saber y desaparecer en cuanto ste encuentre una forma nueva. (...) Antes del fin del siglo XVIII, el hombre no exista. (...) Es porque estamos tan cegados por la reciente evidencia del hombre que ya ni siquiera guardamos el recuerdo del tiempo, poco lejano sin embargo, en que existan el mundo, su orden y los seres humanos, pero no el hombre".27 Michel Foucault, Las palabras y las cosas, 9-30o y 313, Bar-celona, Edt. Planeta-De Agostini, 1985.Tambin puede consultarse: Martin Heidegger, Carta sobre el humanismo, Espaa, Taurus, 1970.

    27 Hablar sobre "humanismo", hoy en da, es acercarse a un concepto cargado de polisemia, de mltiples interpretaciones y facetas. En efecto, se puede hablar de un humanismo clsico y otro neo-clsico o renacentista; de un humanismo burgus y otro proletario; de un humanismo cristiano o trascendente y otro mundano o inmanente; de uno individualista o personalista y de otro social; de uno eminente-mente terico y de otro prctico; inclusive se ha aplicado este trmino a diferentes reas y se habla de una educacin o formacin humanista, de una poltica humanista,... y no ha faltado quienes afirman que el existencialismo o el marxismo es un humanismo e igualmente quienes han anunciado la muerte o el fin del humanismo.

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    y si Roig se enfrenta con lo moderno, otro tanto hace con aquellos que han proclamado la "muerte del sujeto". Someter a dura crtica a la modernidad, no supone pasarse al bando de la post-modernidad sin derecho a inventario. El sujeto no es un simple "invento" destinado a desaparecer junto con las "ciencias del hombre", su "correlato histrico", aun cuando sea fruto de una construccin. La lucha de los pueblos por la liberacin uno de los temas cen-trales de este filosofar comprometido- nos pone frente a la validez de ese acto constructivo.

    Pues bien, ese sujeto no puede ser "demostrado", aunque s puede ser sealado o mostrado. A nivel del discurso se expresa mediante un dectico, que como todos los sealamientos y los nombres o pronombres slo alcanza su plenitud semntica para los hablantes. Por otra parte, no puede ser enten-dido nunca como un ser individual, al modo como nos lo pint la ideologa li-beral, ms bien se revela como plural y solidario, no como un "yo", sino como un 'nosotros', como una totalidad abierta y compleja, si cabe el trmino, de re-laciones personales y por eso mismo sociales, en las que el sujeto, eminente-mente emprico, se inserta en el amplio horizonte de la totalidad histrica, en donde ocupa, dentro de la heterogeneidad y conflictividad del sistema, un lugar, con los matices propios que se hace necesario reconocer a propsito de las categoras y realidades sociales. Ofelia Schutte ha ponderado el nfasis que confiere Roig, en contraposicin a Hegel, a la historicidad y al elemento antro-polgico del sujeto, a lo que no escapa por cierto el sujeto filosofante, en con-traste con la tendencia hegeliana a dar prioridad a la ontologa sobre la historia.

    Por otra parte, el reclamo por el reconocimiento del sujeto, no se ha de entender como un pedido o ruego, ni como una reverencia interior o evidencia inmediata de la conciencia, ni como la pretensin de demostrar lo que de por s es indemostrable y menos an como una splica mendicante. Para Roig, el sujeto est all, en cuanto histricamente concreto y diverso, bajo el peso de su empiricidad o facticidad, entendida sta como la manifestacin de una al-teridad cuya corporeidad no puede ser reducida, ni puesta entre parntesis al modo cartesiano o husserliano, ni agotada por el universo discursivo, aunque ste pretenda validez absoluta al estilo de la propuesta hegeliana o la estruc-turalista.

    Ahora bien, aceptada una cierta realidad sustante identificable como `Sujeto con maysculas' y de cara a las mltiples formas de su concrecin, con poder de interpelacin y que nos asalta en cuanto alteridad, pero no de carc-

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  • ter indiferenciado, cabra an preguntarse a quin nos referimos cuando ha-blamos de este sujeto, dado que para acceder a l no es suficiente el acto pri-mario mediante el que nos referimos a "este" o "aquel" o a "nosotros los latinoamericanos", por cuanto dicha respuesta no superara un horizonte se-alativo, muy propio de los decticos. La cualificacin de "latinoamericanos" parecer sugerir algo ms, resulta imprescindible, a su vez, preguntarnos qu es eso de "latinoamericanos" y por tanto, de "Amrica Latina".

    El tema de lo latinoamericano conecta con uno de los planteamientos ms queridos y peculiares de A. Roig, desarrollado desde sus juveniles escritos. En las primeras pginas de la ms reconocida de sus obras: Teora y crtica del Pensamiento Latinoamericano, alude al a priori antropolgico." Lo a priori, sobre lo que tuve en diversas ocasiones que solicitarle explicacin, asume a las personas y a los autores, a las herencias o tradicin y formacin recibida como a los sueos del futuro, no tanto desde su dimensin individual cuanto desde su vinculacin con el contexto o totalidad social e histrica, escenario que condiciona sin lugar a dudas el horizonte de comprensin de la realidad y nos afirma en un "nosotros" que est de trasfondo o a priori de nuestras ex-periencias En otros trminos, el sujeto exige necesariamente esta instancia o mediacin intrnseca y no extraa a l, como su estructura profunda o teln de fondo que viene a quedar por "detrs" y por "dentro" del mismo sujeto. Parafraseando a nuestro autor, podramos afirmar que el sujeto est dado por una facticidad (es un sujeto emprico), pero siempre y cuando no entendamos por tal un hecho bruto, una pretendida empiria o dato puro, pues no hay fac-ticidad sino en la medida en que ella se inscribe en un horizonte mayor de com-prensin y de valoracin, en un "mundo humano relacional" o 'condicin humana' de la cual deriva la propia posibilidad del sujeto, al igual que sus limi-taciones y riesgos. Tal vez haya que hablar de una sntesis o Aufhebung, dentro de la cual estaran dados a la vez lo "singular" y lo "plural", un "yo" y su sub-jetividad, un "nosotros"; en definitiva lo "subjetivo", lo "objetivo", lo histrico y lo social, el "ser" y su correspondiente "deber ser" o proyecto. 3

    28 A. Roig, Teora y Crtica... Ob. Cit. pul. Un estudio pormenorizado puede verse en Luis Ferreira, "El 'a priori' en Arturo Roig y Michel Foucault: diferencias y coincidencias", Universidad Pars 8. Rev. Solar, N. 2, Ao 2, Lima 2006; pp. 9-21.

    29 Similar lnea de interpretacin ha desarrollado Estela Fernndez, "Mtodo y teora: el aporte de Arturo Roig a la filosofa y la historia de las ideas latinoamericanas". En: Pginas de Filosofa, Ao IV - No. 6. Departamento de Filosofa, Universidad Nacional del Comahue, 1997. Tambin puede verse, Carlos Prez Zavala, Arturo A. Roig, La filosofa latinoamericana como compromiso, Argentina, Ediciones del IACALA, 2005, pp. 117-ss.

    3o Se podran establecer relaciones entre lo propuesto por Roig sobre el A-priori y la propuesta de Gadamer o Heidegger sobre la pre-comprensin.

    Con el establecimiento del a-priori, que integrara a su vez al "antropo-lgico", "histrico" y al "lgico-formal", y ejercera adems de teln de fondo del proceso de elucidacin del sujeto, nuestro autor inicia la conquista de una galaxia de sorprendentes perspectivas para el quehacer filosfico latinoame-ricano. Recordando a Hegel podra afirmarse que con el descubrimiento del sujeto y su particular dimensin a-priorstica, histrica, existencial, antropol-gica entramos en rigor a una filosofa peculiar e independiente, erigida sobre bases propias y alejada totalmente del terreno de una filosofa entendida como tarea "especulativa" y ajena tanto a la existencia como a toda normatividad. Con palabras de Hegel tomadas de su Lecciones de Historia de la Filosofa, po-demos decir: "Aqu ya podemos sentirnos en nuestra casa y gritar, al fin, como el navegante despus de muy larga y azarosa travesa por turbulentos mares: ;tierra!".

    Importa adems sealar, en segundo lugar, que el a-priori, al que nues-tro filsofo llama bsicamente a-priori antropolgico, ejerce a su vez de 'punto de partida' o posicin desde la cual se ha de levantar el quehacer filosfico en general y el latinoamericano en particular. Para el efecto Roig advierte que la filosofa tuvo y tiene siempre un comienzo concreto, es decir, histrico en el momento en el que un sujeto se considere como valioso sin ms. Rescatando y reinterpretando los textos en que Hegel se plantea el comienzo de la filosofa y de su historia en una polmica lectura respecto de Hegel, -la que ha sido agudamente sealada por Gregor Sauerwald y por Ofelia Schutte- nuestro autor subraya que el inicio de la filosofa dependera de tal tipo de afirmacin, a la que considera en sentido normativo, en cuanto "pauta" y por esos mismo a-priori. 31

    Somos as conducidos a una visin del inicio de la filosofa diferente de la clsica, pues la filosofa no slo habra surgido en el mundo griego, cuando ste super el mundo de la "representacin", tan propio de la formulacin m-

    31 Adriana Arpini ha explicado el a priori-antropolgico bajo similar orientacin: Vida, dignidad, libertad, igualdad, justicia, paz (y sus contrarios) son categoras axiolgicas, es decir, categoras orientadoras del obrar humano. Se caracterizan por la fuerza pre-formativa que imprimen a los enunciados que las contienen. (actos locutorios e ilocutorios) Tales categoras forman parte de la cultura a la que perte-necemos. Las incorporamos a nuestras vidas de la misma manera que aprendemos la lengua materna y las portamos como rasgos de identidad. Pero no estn dadas desde siempre, sino que son histricas. Esto quiere decir que somos nosotros, hombres y mujeres sumergidos en las contradicciones sociales y culturales de nuestro propio tiempo, quienes las cargamos de contenidos, las transformamos y luego las ponemos como a priori, estableciendo una especial dialctica entre lo dado y lo posible, lo permanente y el cambio. Adriana Arpini, Filosofa en la Escuela: temas en debate. En: Filosofa - Na-rracin Educacin, Mendoza, 2002, CRICYT, pp. 84-85.

  • tica, artstica o religiosa y accedi al campo de la elaboracin terica o concep-tual pura, sino adems cuando junto con aquel hecho alcanz el de la 'libertad poltica' y el de la constitucin de un Sujeto plural, un 'nosotros histricamente arraigado, cuya principal caracterstica antropolgica fue tomar conciencia de su propio valor y querer perseguir una reflexin crtica de su propia constitu-cin como Sujeto a travs de la teora y la prctica filosficas. En pocas pala-bras, la filosofa nace y renace constantemente y en cualquier lugar, de cumplirse estos requisitos.

    Por otra parte, la exigencia fundamental de 'ponernos a nosotros mis-mos como valiosos' y 'valer sencillamente para nosotros', a su vez implicara la aceptacin de un conjunto de pautas o convenios relativos tanto al Sujeto que hace la filosofa como al discurso que pronuncia ese sujeto filosofante. De la consideracin del Sujeto como absolutamente valioso se desprende fecundas vetas implcitas en el punto de partida: por ejemplo, la exigencia que nos con-mina a tener como valioso el conocernos a nosotros mismos y a rescatar nues-tro pensamiento y cultura; asumir lcidamente nuestra radical historicidad; determinar y denunciar las formas de alienacin y tomar conciencia de la uni-dad de destino en las sucesivas etapas de realizacin del 'nosotros mismos'...

    Por todo lo cual, deduce A. Roig, se hace necesario "estudiar de qu manera el Sujeto Americano ha ejercido aquellas pautas como tambin el grado de conciencia que ha adquirido de las mismas", mediaciones una y otra que convierten a la 'historia de las ideas' en uno de los campos de investigacin ms prometedores y llenos de posibilidad e incluso en parte del quehacer de objetivacin y liberacin del Sujeto latinoamericano. 32

    Dejaremos para otra ocasin el fecundo tema de las 'pautas' del filoso-far latinoamericano que vertebra el libro de Roig y digamos, ya para terminar, que la elucidacin del sujeto abre las puertas, en forma indeclinable, al estudio de los entes histrico-culturales, en nuestro caso a la investigacin de Amrica Latina y sus mltiples manifestaciones y mediaciones a travs y en medio de las cuales se juega su 'identidad' y nuestro destino y entre las cuales cabe des-tacar la "vida cotidiana", el "sistema productivo", la "educacin", la cuestin de los "discursos",... temticas todas ellas, particularmente la ltima, a las cua-

    32 Cfr. A. Roig, Algunas Pautas del Pensamiento Latinoamericano, Rey. de la Universidad Catlica del Ecuador, Ao II, No. 9, Quito, 1975. Tambin puede verse mi trabajo: "Argentina - Ecuador: una historia del "nosotros" y de lo "nuestro". En: Ecuador Contemporneo, (Claudio Malo G. Compilador), Mxico, Universidad Nacional Autnoma de Mjico, 1991, pp. 47-ss.

    les Roig ha prestado especial atencin, a tal grado que alguno de sus crticos, Ofelia Schutte, mira su obra como "una filosofa del lenguaje, desde una pers-pectiva continental neo-kantiana". 33

    En otros trminos, los discurso y el lenguaje no solo "reflejan" una rea-lidad o experiencia sino que tambin son la mediacin de que nos servimos para construir o constituir la realidad. En alguna medida ella tambin puede ser recreada o conformada discursivamente, en medio de la confrontacin a que la realidad es sometida por los diversos discursos que desencadena el juego del poder. Se tratara de una praxis o proceso de 'objetivacin' va len-guaje, encaminada a informar o convencer para la aceptacin o el rechazo, la construccin o constitucin de la realidad misma.

    En sntesis, con los planteamientos desarrollados sobre el sujeto: sub-jetividad y objetividad, en Teora y crtica del pensamiento latinoamericano, Roig nos introdujo en un territorio o universo discursivo sorprendente, no slo por su fecundidad, sino tambin por representar un camino distinto de cons-truccin filosfica del que habitualmente hemos estado acostumbrados. En palabras del mismo Roig, "... los problemas que hacen a la constitucin misma de un pensamiento hispanoamericano, (...) giran casi de preferencia sobre la cues-tin del 'sujeto' y del 'sujeto del discurso'. 34

    La tica emergente

    Concomitante a la profunda reformulacin y re-nacimiento de la filoso-fa latinoamericana realizada por Arturo Roig habra que ubicar los trabajos bautizados con el nombre de 'moral emergente' o de quiebra de totalidades opresivas, discurso con el cual brind su apoyo y reflexin a las luchas por las que han atravesado los sectores populares en su enfrentamiento con el poder y el orden establecido. La 'moral emergente' es la expresin de una conciencia fruto del sometimiento, de la explotacin sufrida y de la miseria que a travs de las grietas de su propia enajenacin, surge como voz de protesta y de denuncia y choca con las leyes y eticidad vigentes. 35

    33 A. Roig. Teora y Crtica del Pensamiento Latinoamericano, Ob. Cit. p. 136. 34 Cfr. Arturo Roig, "El sujeto, las categoras y el discurso: tres cuestiones de inters para la Historia de

    las Ideas, Mendoza, 1987. 35 Arturo Roig, `La "dignidad humana" y la "moral de la emergencia" en Amrica Latina', en: tica do dis-

    curso e filosofa da libertacao, Brasil, Edt. U N ISI NOS, 1994.

  • En otros trminos, la 'moral emergente', el actor principal y ms activo en el campo de los valores, es segn Roig,

    un pensar y un obrar, dado en la misma praxis social, expresado espontneamente y sin pretensiones tericas por sectores de la poblacin campesina, femenina, in-dgena, negra, mestiza, sectores de los suburbios, clases medias empobrecidas, nios arrojados a la calle y la masa creciente de desocupados y subempleados, abandonados a las medidas derivadas de un sistema que ha hecho opcin entre riqueza financiera y vida humana, desconociendo que la verdadera riqueza es pre-cisamente la vida humana y, por cierto, la vida humana realizada dignamente. 36

    Por supuesto, esta 'moral emergente' no crece y se desarrolla prefe-rentemente dentro del mbito institucional o acadmico sino ms bien en el social. No surge al margen de los movimientos y luchas sociales, sino ms bien como fruto de ellos y quienes la han expresado en sus escritos se han caracte-rizado no por ser profesores universitarios o filsofos profesionales, sino antes que nada hombres de accin y, necesariamente, de palabra. Se trata de una especie de justicia desde "abajo", exigida por los movimientos que con dife-rentes grados de espontaneidad y en circunstancias diversas, como las vividas por los alzamientos indgenas en Ecuador o Bolivia, expresan sus necesidades de trabajo, alimentacin, salud, educacin y sus requerimientos de solidaridad, igualdad, respeto a su cultura y diferencias, a travs de mltiples formas de resistencia, crtica y disenso, que traslucen la voluntad, no siempre clara, de quebrar todo lo que oprime y aliena.

    Se conjugan as diversos elementos: el disenso con la lgica o tica vi-gente, expresado como resistencia y quiebra de totalidades productivas y ju-rdicas opresivas; la afirmacin de la alteridad o diferencia, como lo no comprendido en los marcos de la lgica imperante; el rescate de la dignidad humana y el trabajo como punto de partida o va de superacin de las necesi-dades bsicas que no son atendidas, situacin que impide perseverar en el ser como seres humanos. 37

    Segn Roig, los levantamientos indgenas de los ltimos aos, por ejem-plo, son una buena muestra de esa indignacin y fuerza con que ellos han in-

    36 dem. p. 59. 37 dem. p. 36. Ver. A. Roig, tica del poder y moralidad de la protesta, la moral de la emergencia,.. Ob. Cit.;

    Rostro y filosofa de Amrica Latina, Mendoza, Editorial de la Universidad Nacional de Cuyo, 1993; "La cuestin de la eticidad nacional y la ideologa krausista, en la obra conjunta: Orgenes de la democracia argentina. El trasfondo krausista, Compilador Hugo E. Biagini. Bs. As. Fundacin Ebert y Edit. Legasa, 1989.

    tentado derribar la justicia 'apergaminada' y acumulada en los libros y las leyes de una tica de la dominacin-, que al igual que la educacin, salud y ms ser-vicios bsicos, no se administra de acuerdo con las necesidades de la mayora de ellos y, en ms de un caso, no son atendidos al no considerrseles valiosos y competentes. Esta 'conciencia emergente', enfrentada a las leyes y costum-bres establecidas, es principio subversivo y a su vez corrosivo de la eticidad vi-gente y expresa, en ltimo trmino, una conviccin moral centrada en el requerimiento de respeto a la dignidad humana, en cuanto valor supremo.

    Por contraste, el escenario estatal de los ltimos aos ha sido el lugar menos apropiado para la devocin a esa dignidad humana y a la libertad, a la igualdad de derechos, a la justicia econmica y social, a la civilidad y la verdad, a la tolerancia por la diversidad, a la asistencia mutua, a la responsabilidad c-vica, valores todos ellos que estn detrs de sus demandas y que deben ser respetados, aprendidos y practicados, si se quiere vivir en una democracia ms real que formal.

    A favor del replanteamiento de lo pblico, desde la perspectiva acotada, est la creciente emergencia de estos nuevos actores: los procesos de organi-zacin deslindados de lo sindical, las exigencias por calidad en los servicios, el rescate de las identidades culturales y los trabajos de indios, mujeres, negros, jvenes, informales, gremios profesionales, desocupados..., todos ellos en bsqueda de espacios para su expresin y accin, ya no solamente en los tr-minos determinados por la legislacin o los partidos polticos tradicionales, ni solamente para una participacin en las instituciones polticas del Estado (los llamados 'poderes del Estado': Ejecutivo, Legislativo, Judicial), sino en institu-ciones no estatales o para-estatales donde han logrado plantear y buscar so-luciones para resolver sus necesidades y demandas, desde una perspectiva o visin renovada de la democracia.

    Bajo esta perspectiva, se trae a la memoria la lucha de la mujer por la igual-dad de derechos, que nos pone ante uno de los movimientos de 'justicia desde abajo' ms vivos de las ltimas dcadas, con importantes resonancias tericas y prcticas en diversos niveles. Otro ejemplo de reclamo de justicia podemos verlo en la constitucin de un 'discurso moralizante' propio del ciudadano comn y de reaccin ante el fenmeno generalizado de la corrupcin e inseguridad rei-nantes, as como del malestar econmico derivado de las condiciones materiales de vida impuestas por los gobiernos y sus polticas neo-liberales. 38

    38 Arturo Roig, Art. Cit. p. 57.

  • Tambin la lucha de los indgenas puede ser vista bajo la perspectiva propia de una 'moral emergente'. La presencia indgena en calles y plazas, en marchas y manifestaciones e incluso en el Congreso de la Repblica y en el Pa-lacio de Gobierno, puso al descubierto, entre otros aspectos: su poder de con-vocatoria y lucha, capaz de incidir, una vez ms, en la cada del orden constituido; en la carga de 'sueos', utopas y aspiraciones de fondo que, las-timosamente, an tendrn que aguardar para su completa realizacin; en el rescate del idealismo de jvenes dispuestos a coadyuvar a que se ponga punto final al encubrimiento de la corrupcin, se enfrenten los problemas estructu-rales que afectan al pas y se instaure un gobierno orientado hacia la justicia social, y la respuesta al cmulo de necesidades bsicas insatisfechas y agrava-das en los ltimos aos por efecto de la perversa administracin de la crisis econmica.

    Saber captar ese esfuerzo polifactico ha sido nuestro intento y es nues-tra obligacin y tal vez el mejor homenaje que podamos rendir a nuestro fil-sofo, ya que a partir de esta especie de giro copernicano o radical, es que habr que reconstruir la indita y diferente 'utopa' filosfica, con su carga de fla-mantes 'sueos', valores e 'ilusiones'. 39

    Contexto

    Tambin se ha juzgado oportuno referirse con rpidos brochazos al con-texto de esta labor, a la matriz que gener este re-nacimiento de la historia de las ideas y los estudios latinoamericanos en Ecuador, bajo una perspectiva fi-losfica.

    Fue a fines de los sesenta y a lo largo de los setenta, que en Amrica La-tina amplios y diversos grupos sociales e intelectuales acicateados por una la-cerante realidad de subdesarrollo, dependencia e injusticias de toda ndole, intentaron levantar una propuesta de autoafirmacin y de liberacin, una pro-puesta de amplios cambios sociales, rodeada de nuevas esperanzas, simbolo-ga y utopas. A. Roig dise y coadyuv a implementar, a inicios de los setenta, en la universidad de Cuyo, una universidad que respondiese a los anhelos de liberacin que soplaban a esa hora en Amrica Latina. Para finales de los se-tenta, esta corta 'primavera' fue apagada radicalmente y, una vez ms, en mu-

    39 "El abuso del poder es el problema primario de la convivencia humana en general y el impedimento com-pleto de este abuso slo es posible en la utopa". H.G. Gadamer, Das Erbe Europas, Francfort/M. 1989, p. 123. (Trad. castellana: La Herencia de Europa, Pennsula Barcelona 1990).

    chos pases se volvi a vivir lo descrito hace ya varios siglos en esa obra smbolo que se conoce como Brevsima relacin de la destruccin de Indias. Esta ex-periencia trgica del 'exilio' compartido con colegas de otras regiones de la Patria Grande, fue la otra cara de la moneda y sin lugar a dudas parte de la ma-triz de su reflexin.

    En pocas palabras, dos mundos de realidades maravillosas y des-garradoras, internas y externas, nutrieron y apuntalaron, hicieron de realidad sustentadora de un tipo de reflexin que no ha tenido otra pretensin que res-catar lo mejor de nuestro pensamiento, para a partir de ello tratar de virar una pgina de la historia y construir as un continente cada vez menos atado a si-tuaciones de opresin, de miseria, dependencia y servidumbre. 4

    En palabras del mismo Arturo Roig, "La filosofa no se enriquece por s misma. Depende en su progreso de horizontes de comprensin y de una apertura hacia esos horizontes, que no responden estrictamente a problemas teorticos. La filosofa se instala sobre ellos como un intento de racionalizar los procesos vi-vidos, de encontrar un sentido, el sentido en ltima instancia de la vida. Esta fue la experiencia argentina de los aos 7o: un descubrir, ms all de las aulas de las academias, la existencia de una realidad afligente que se abra hacia una nueva comprensin y con ello hacia un nuevo descubrimiento de la filosofa. Y esto como una cuestin jugada desde una clara conciencia de la realidad de una estructura social injusta e inhumana, en medio de una situacin general de dependencia. De ah que surgiera una generacin que sinti vergenza de haber hecho filosofa y que comenz a hablar de filosofa de la liberacin." 4 '

    Finalmente, si bien el trabajo y el compromiso de Arturo Roig ha sido expresin y respuesta a una conflictiva poca o situacin, tampoco nos cabe la menor duda de que ha sabido transformarla e incluso trascenderla, y en esta Aufhebung no solo ha excedido o superado lmites geogrficos sino hasta tem-porales, al grado en que supieron hacerlo los clsicos del pensamiento latino-americano, en cuyas filas l ha sido ya ubicado con sobradas razones y mritos.

    40 Cfr. Arturo Andrs Roig, Javier Pinedo, "Una trayectoria intelectual, Entrevista con Arturo Andrs Roig", En: Estudios Latinoamericanos, Solar, Rev. de la Sociedad Latinoamericana de Estudios sobre Amrica Latina y el Caribe, (Seccin Chilena), p. 184, Santiago de Chile, 1 993.

    41 Cfr. Arturo Roig, HOMENAJE A ARTURO ROIG, Historia de las ideas, teora del discurso y pensamiento latinoamericano, Bogot, Edt. Universidad de Santo Toms, Rev. Anlisis, Nro. 53-54, pg 45.1991.

  • El aporte institucional

    Mas, lo importante no fue slo el debate o la reconstruccin concep-tual, igualmente impactante fue la repercusin de tan fructfera metodologa y perspectiva en mltiples reas de las ciencias sociales: pedagoga, historio-grafa, antropologa, literatura... al igual que en investigadores de las ms di-versas regiones y pases. 42

    La obra de Arturo Roig en tierras ecuatorianas y en otras regiones de la Patria Grande es, si no el mayor, al menos uno de los ms altos referentes del pensamiento latinoamericano. En otros trminos, la obra del Prof. Roig resulta una tarea casi inabordable por la magnitud de su produccin, ms de 300 ttu-los, entre artculos, libros y antologas 43; tambin sera tarea mproba por la di-versidad de reas temticas, perodos y autores que l ha investigado, ya sea en el campo estricto de la filosofa, la historia de las ideas, el pensamiento so-cial, pedaggico o los anlisis institucionales y regionales, particularmente de la zona de Cuyo o de la universidad latinoamericana o por sus trabajos biblio-grficos o de aspectos metodolgicos,...y lo que es ms grave, el estudio de su obra es altamente complejo y difcil, por la misma profundidad y perspectiva de su anlisis y reflexin.

    Por lo anotado, nuestra intencin tiene lmites, no pretende ms que esbozar dos o tres lneas de fuerza de su produccin en Ecuador, en torno a dos ejes: uno de naturaleza institucional y otro de carcter eminentemente terico, pues A. Roig ejerci en Ecuador una proficua labor de difusin, valo-racin e institucionalizacin de los estudios latinoamericanos y ecuatorianos,

    42 Hoy en da diversos autores e instituciones realizan investigaciones a partir de similares bases meto-dolgicas a las de Arturo Roig. Ver. Proyecto de investigacin: "Modelizaciones estticas de la cultura popular en la literatura y el pensamiento argentino". Responsable: Pablo Heredia, Universidad de Cr-doba, Argentina, 2012. Adems se ha registrado un notable enriquecimiento de esta metodologa en el rea de la educacin. Al respecto puede consultarse la obra de Gregorio Weimberg, Modelos edu-cativos en la Historia de Amrica Latina, particularmente las Consideraciones Preliminares en que se examina el problema epistemolgico que implica la utilizacin de este concepto. Edt. Kapeluz, Unesco-Cepal-Pnud, Buenos Aires, 1984. De especial utilidad tambin nos ha sido el trabajo de Juan M. Escu-dero, Modelos Didcticos, Edit. Oikos-tau, Espaa, 1981. Nos ha parecido que se puede trasladar dichas pautas metodolgicas al estudio de los discursos sobre la identidad de nuestros pueblos o sobre el desarrollo de nuestra educacin. Hemos trabajado bajo similar orientacin en la re-construccin de la "Historia de la Educacin y el Pensamiento Pedaggico Ecuatorianos, IV Edicin, Vol. I y II, Editor Municipio del Distrito Metropolitano de Quito, 2011.

    43 Una requisa exhaustiva de la produccin de Arturo Roig ha realizado Susana Giunta de Arrigoni, "Ar-turo Andrs Roig, los trabajos y los das,1947-1984", Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza, Argen-tina, 1985.

    pero a su vez trabaj en la fundamentacin y crtica de dicha tarea, conjugando de este modo la dimensin epistemolgica con la prctica a travs de un hori-zonte de comprensin que se nos presenta como el rescate de un hecho mu-chas veces olvidado, el de que la historia de la teora y la historia de la praxis o de la liberacin, no son nada ms que dos caras de una misma historia: la de la humanidad, la de su proceso de humanizacin o deshumanizacin como in-dividuos y como pueblos. En pocas palabras, el saber filosfico es una praxis, un saber de vida, ms que un saber meramente academicista.

    Veamos en rpidos brochazos la capacidad de desarrollo institucional que desencaden esta propuesta. Roig junto a una plyade de compaeros, tambin ellos forzados al destierro: Hernn Malo, Rodolfo Agoglia, Ricardo Gmez, Enzo Mella, Horacio Cerutti, Ren Marder... generaron procesos de desmitificacin y desacralizacin de la filosofa y los discursos vigentes, que condujo a una re-valoracin de la filosofa en el Ecuador y a una de sus 'prima-veras' ms fructferas. Como toda primavera dur poco. Los encargados del "orden" ms temprano que tarde supieron imponerse y frenar el avance de un proyecto que pretenda vincular la academia con el compromiso nacional y poltico ms que con el profesional y las demandas del mercado. 44

    Para hacernos una idea sobre tan magna labor, en equipo, en tierras ecuatorianas y en corto tiempo, revisemos algunas de sus realizaciones, a lo largo de una dcada de docencia en la Universidad Catlica: -- Dict alrededor de 4o cursos, entre seminarios generales y especializados; Public alrededor de 4o trabajos: 3o artculos en diferentes revistas, 6 libros 5 Antologas del pensamiento ecuatoriano; Dirigi 13 tesis de licenciatura y 4 de doctorado.

    Tambin colabor en la Universidad Central, en la Universidad Andina y en la FLACSO. Adems, anim junto a Hernn Malo la constitucin de la recin

    44 Roig inici sus actividades docentes, en la Universidad Catlica, en los primeros meses de 1976 y las concluy a mediados de 1984. El 11 de julio de dicho ao solicit licencia a fin de reincorporarse a la ctedra de Profesor Titular Efectivo (es decir, Principal por concurso pblico de mritos y anteceden- tes) de la Universidad de Cuyo, Mendoza Argentina, de la que fue despojado de modo arbitrario en 1976. El 12 de junio de1984, EL CONSEJO SUPERIOR PROVISORIO DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE CUYO RESOLVI: ARTICULO 1".- Reincorporar al Prof. Arturo Andrs ROIG (M.I.3.347.2o9 - Legajo N' 1638), al cargo de Profesor Titular, con dedicacin exclusiva, con carcter efectivo, de la ctedra Historia de la Filosofa Antigua, de la Facultad de Filosofa y Letras de esta Universidad, a partir de la fecha en que reasuma efectivamente la prestacin de servicios. (Documentacin Arturo Roig, Archivo PUCE).

  • fundada Facultad de Ciencias Humanas bajo el criterio de que a la filosofa, en la actualidad, le era indispensable para su desarrollo mantener un dialogo cons-tante con las ciencias del hombre; sustraerle de este dilogo no solo era un error epistemolgico sino tambin un poltica nefasta. Con Hernn Malo tam-bin colabor en la presentacin del Hbito en la filosofa de Felix-Ravaison. 45 Igualmente anim la conformacin del Equipo de Pensamiento Ecuatoriano, del que surgieron los primeros trabajos que instauraron una nueva metodolo-ga y tendencia en materia de comprensin y anlisis del pensamiento y la filo-sofa en clara superacin de aquellas viejas tradiciones historiogrficas que an supervivan en el Ecuador: Esquemas para una historia de la filosofa en el Ecuador (1977 y 1982) y Espejo, Conciencia Crtica de su poca (1978), obra esta ltima de sus discpulos. Al ao siguiente tuvo lugar el 111 Encuentro Ecuatoria-no de Filosofa, en el que trat de dar especial importancia a los estudios ecua-torianos y latinoamericanos; las Actas se publicaron poco despus, en 1979.

    En 198o, el antiguo "Equipo de Pensamiento Ecuatoriano", por iniciativa y coordinacin de A. Roig se logr constituir el Centro de Estudios Latinoame-ricanos, CELA, segn resolucin del Consejo Universitario dictada el 5 de mayo. El CELA organiz ese mismo ao un "Seminario de Historia de las Ideas", con la participacin de expertos nacionales y de otros pases, uno de cuyos frutos fue la edicin de un estudio sobre El Pensamiento Latinoamericano en el siglo XIX, editado en 1986, en Mxico, por el Instituto Panamericano de Geografa e Historia. La obra cont con la colaboracin de Rodolfo Agoglia, A. Ardao, J. Garca Laguardia, R. Soler, L. Zea, Carlos Paladines,... A inicios de los noventa este Fondo de Documentacin, contaba con ms de 1.000 obras especializadas en pensamiento ecuatoriano y latinoamericano, un fondo de fotocopias de 1.647 documentos y 6o revistas en canje. Qued as constituido para estudian-tes e investigadores un fondo documental considerable, levantado a partir de la nada y con bases suficientes en la temtica del pensamiento ecuatoriano y latinoamericano. 46

    A lo expuesto an habra que aadir tres esfuerzos editoriales de espe-cial gravitacin: En primer lugar, la Biblioteca Bsica de Pensamiento Ecuato-riano, obra programada para ofrecer una visin general de la Historia de las

    45 En Mendoza, en 1968, A. Roig present: Las tesis de Flix Ravaisson-Mollien sobre Espeusipo; Introduc-cin y notas. En Quito, en la PUCE hizo la presentacin de la tesis doctoral de Hernn Malo: El hbito en la filosofa de Felix Ravaisson, 1976.

    46 Cfr. Carlos Paladines, "Argentina-Ecuador: una historia del "nosotros" y de lo "nuestro". En: Ecuador contemporneo, Claudio Malo Compilador, Mxico, Edt. Universidad Nacional Autnoma de Mxico, 1991. p.45.

    Ideas, especialmente filosficas. Bajo una de las mentalidades ms lcidas del pas, Hernn Malo, la asesora de un mendocino y un equipo de colaboradores: Enrique Ayala, Luis Mora, Irvin Zapater, Simn Espinosa, por citar algunos nom-bres, se comenz a presentar el desarrollo del pensamiento filosfico ecuato-riano bajo criterios y metodologas renovadoras, que permitieron investigar adems el pensamiento social, el pedaggico, la filosofa poltica, la reflexin sobre lo nacional y el desarrollo universitario e incluso la teora econmica; reas estas ltimas que aparecieron, particularmente en el siglo XIX, ntima-mente relacionadas con una filosofa social y en algunos casos con una antro-pologa filosfica.

    La coleccin agrupa a escritores por corrientes del pensamiento, as por ejemplo, se dedic un volumen a la Ilustracin, otro al Romanticismo, al Arielis-mo, al Idealismo, al Positivismo,.... en otros volmenes la atencin se con-centr en un solo autor: Jos Peralta, Julio E. Moreno, ngel Modesto Paredes, Gonzlez Surez, Belisario Quevedo,... y no faltan volmenes que cubren deter-minada rea de las ciencias: pedagoga, esttica, historiografa o determinada problemtica: la universitaria, la expresin popular, el indigenismo, la propie-dad privada y los salarios,... En esta forma se logr que autores 'mayores' y `menores', corrientes 'fuertes' y 'dbiles' reciban carta de ciudadana en una Coleccin, que quera romper los marcos de la historiografa tradicional. La programacin general en un inicio fue de 24 volmenes, cada uno con su res-pectivo Estudio Introductorio y su correspondiente antologa, posteriormente se prolong el proyecto a sesenta volmenes, habindose ya editado ms de cincuenta.

    La segunda iniciativa, con menor suerte que la anterior, corresponde al Proyecto de Biblioteca San Gregorio, cuya denominacin hace honor al nom-bre de la primera universidad que tuvo la Audiencia de Quito: la Universidad de San Gregorio. El objetivo en este caso fue dar a conocer una etapa fun-damental en la evolucin de nuestro quehacer filosfico: La Colonia, toda vez que la Biblioteca Bsica se haba concentrado en la etapa moderna y contem-pornea. A travs de autores y temticas propias de la poca, se pretendi mostrar algunas de las expresiones ms valiosas del pensamiento escolstico y colonial en el campo de la retrica, la lgica, la fsica, la filosofa y otras cien-cias. Hasta el presente se han editado dos volmenes y est en preparacin un tercero, dedicado a examinar el fin del pensamiento escolstico en el campo de la fsica y los comienzos del pensamiento moderno en la Audiencia de Quito, de prxima edicin.

    41

  • La tercera iniciativa fue la Revista de Historia de las Ideas, publicacin iniciada por Benjamn Carrin y Leopoldo Zea a mediados de los aos cincuen-ta, interrumpida por ms de dos dcadas y retomada en los ltimos aos por el Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad Catlica. El Banco Central del Ecuador colabor en la reimpresin de los dos primeros-volmenes y la Casa de la Cultura, en la edicin de ya nueve nmeros. El obje