Pantallas Vemos. Sociedades no sabemos - Gonzalez

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Barruntos sobre temporalidades progresivamente «apantalladas» y cibercultur@ Pantallas vemos, sociedades no sabemos Dr. Jorge A. González es investigador del LabCOMplex, programa de Epistemología de la Ciencia y Cibercultura de CEIICH de la Universidad Nacional Autónoma, en México D.F. (México) ([email protected]). En estas pocas líneas aborda- ré de manera provisional una relación específica entre un dispositivo tecnológico obscenamente contemporáneo –la pantalla– y su vínculo con la manera en que nos relacionamos con el mundo mediante el ejercicio de facultades, elementalmente humanas, que conforman, junto con otras posibles, la dimensión simbólica de la existencia y devenir de nuestra especie. Por un par de razones, el formato que elijo será el de plantear algu- nas preguntas dentro de ese espacio conceptual. Pri- Jorge A. González México DOSSIER ¿Cómo interactúa la tecnología en la forma en que nos relacionamos con la informa- ción, la comunicación y, el conocimiento? La integración de estas tres dimensiones constituye el núcleo de las «ecologías simbólicas». En toda la historia, éstas se han cons- truido y transformado por efecto de su relación con dispositivos técnicos y saberes, que podemos considerar como un vector tecnológico. El problema no debe plantearse en las pantallas como interfaces de dispositivos más complejos, sino en las relaciones espe- cíficas de información, de comunicación y de conocimiento que aquéllos que sí gene- ran conocimiento desarrollan para quienes no lo hacen. How does technology interact with the way in which we relate with information, com- munication and knowledge? The integration of these three dimensions conforms the nucleus of the symbolic ecologies. Throughout history, these symbolic ecologies have been constructed and transformed by its relation with technical artifacts and know- how, understood as a technological vector. The problem should not be posed over screens as interfaces of more complex devices, but upon the specific relationships of information, communication and knowledge framed by those actually devoted to gene- rate it for the use of those who are not able to do it. DESCRIPTORES/KEY WORDS Vector tecnológico, pantallas, ecologías simbólicas, información, comunicación, conoci- miento, reflexividad, cibercultur@. Technological vector, screens, symbolic ecologies, information communication, know- ledge, reflexivity, cybercultur@. Screens we see, societies we unknow Splashes on progressively stunned temporalities and cybercultures Solicitado: 07-12-06 / Aceptado: 22-10-07 Comunicar, nº 30, v. XV, 2008, Revista Científica de Comunicación y Educación; ISSN: 1134-3478;páginas 43-48 DOI:10.3916/c30-2008-01-006

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Estudio sobre las tecnologías de la pantalla y las ecologías simbólicas de las sociedades contemporáneas.

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  • Barruntos sobre temporalidades progresivamente apantalladas y cibercultur@

    Pantallas vemos, sociedades no sabemos

    Dr. Jorge A. Gonzlez es investigador del LabCOMplex,programa de Epistemologa de la Ciencia y Cibercultura de

    CEIICH de la Universidad Nacional Autnoma, en Mxico D.F.

    (Mxico) ([email protected]).

    En estas pocas lneas aborda-r de manera provisional unarelacin especfica entre un

    dispositivo tecnolgico obscenamente contemporneola pantalla y su vnculo con la manera en que nosrelacionamos con el mundo mediante el ejercicio defacultades, elementalmente humanas, que conforman,junto con otras posibles, la dimensin simblica de laexistencia y devenir de nuestra especie. Por un par derazones, el formato que elijo ser el de plantear algu-nas preguntas dentro de ese espacio conceptual. Pri-

    Jorge A. GonzlezMxico

    D O S S I E R

    Cmo interacta la tecnologa en la forma en que nos relacionamos con la informa-cin, la comunicacin y, el conocimiento? La integracin de estas tres dimensionesconstituye el ncleo de las ecologas simblicas. En toda la historia, stas se han cons-truido y transformado por efecto de su relacin con dispositivos tcnicos y saberes, quepodemos considerar como un vector tecnolgico. El problema no debe plantearse enlas pantallas como interfaces de dispositivos ms complejos, sino en las relaciones espe-cficas de informacin, de comunicacin y de conocimiento que aqullos que s gene-ran conocimiento desarrollan para quienes no lo hacen.

    How does technology interact with the way in which we relate with information, com-munication and knowledge? The integration of these three dimensions conforms thenucleus of the symbolic ecologies. Throughout history, these symbolic ecologies havebeen constructed and transformed by its relation with technical artifacts and know-how, understood as a technological vector. The problem should not be posed overscreens as interfaces of more complex devices, but upon the specific relationships ofinformation, communication and knowledge framed by those actually devoted to gene-rate it for the use of those who are not able to do it.

    DESCRIPTORES/KEY WORDSVector tecnolgico, pantallas, ecologas simblicas, informacin, comunicacin, conoci-miento, reflexividad, [email protected] vector, screens, symbolic ecologies, information communication, know-ledge, reflexivity, cybercultur@.

    Screens we see, societies we unknowSplashes on progressively stunned temporalities and cybercultures

    Solicitado: 07-12-06 / Aceptado: 22-10-07

    Comunicar, n 30, v. XV, 2008, Revista Cientfica de Comunicacin y Educacin; ISSN: 1134-3478; pginas 43-48

    DOI:10.3916/c30-2008-01-006

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    mero porque mi dedicacin profesional no est con-centrada en el tema especfico de las pantallas, as queprefiero preguntarme antes que ponerme a declarar; ysegundo, porque, no obstante, una de las caractersti-cas dominantes de las tecnologas que pautan, comocasi ninguna otra, las culturas contemporneas, pasaprecisamente por y a travs de ellas.

    Buscar la forma de colocar algunas cuestionessobre la eficacia relativa de la tecnologa, entendidacomo un vector y no slo como un dispositivo, sobretres dimensiones centrales e interconectadas de la vidahumana: la informacin, la comunicacin y el conoci-miento. Al cultivo dedicado y al desarrollo de stas lellamo cibercultur@ (Gonzlez, 2007)1.

    1. Tecnologas, historias y sociedadesLa relacin entre tecnologa y sociedad es una de

    las constantes del desarrollo de la especie humana. Noson ni el uso de instrumentos ni el uso de lenguajes loque nos distingue de otras sociedades de mamferossuperiores. Por el contrario, seguimos hasta el momen-to siendo la nica especie que para sobrevivir ademsde fabricar instrumentos, producimos metainstrumen-tos, es decir, instrumentos que son diseados precisa-mente para fabricar otros instrumentos (Cirese, 1984:103-114).

    El mismo principio se aplica a los lenguajes. Cons-tatamos por la investigacin etolgica reciente (Reiss yotros, 2001; De Waal y otros, 2005; Plotnik y otros,2006) que varias especies (delfines, monos y elefantes)desarrollan y utilizan lenguajes bastante complejos pa-ra coordinar sus acciones, pero la capacidad de usarlenguajes, no para nombrar el mundo, sino para nom-brar otros lenguajes parece que s es hasta ahora dis-tintiva de los humanos que hemos desarrollado unasintaxis muy compleja como instrumento para organi-zar nuestra experiencia del mundo. Esto circunscribea numerosos lenguajes animales a la descripcin deeventos en el aqu y ahora, pero parece que no pue-den referir eventos ausentes, ni en el pasado ni en elfuturo.

    Los animales no muestran evidencias de podercrear mundos posibles. No pueden por ello hacer arte,ni religin, ni filosofa, ni ciencia. Tampoco ven teleno-velas.

    Meta-lenguajes y meta-instrumentos han hechoposible la supervivencia y desde luego el desarrollo yla complejizacin creciente de la sociedad humana.

    Una simple piedra se vuelve instrumento o herra-mienta cuando la usamos para partir un coco que esms difcil de abrir a mano, para golpear ms con-tundentemente a una presa, o bien cuando se reutiliza

    una varita como extensin del pico para alcanzar co-mida2. Sin embargo, a pesar de los retos cognitivos yantropolgicos que algunos autores se plantean sobreel surgimiento mismo de la cultura, solamente los sereshumanos producimos ese tipo especial de instrumen-tos (meta) para hacer otros instrumentos y desarrolla-mos esos complejos lenguajes (meta) que utilizamospara representar otros lenguajes. Sin esas capacidadescreativas no existiramos.

    El desarrollo histrico de estos lenguajes e instru-mentos de segundo orden van completamente de lamano. Estos dos factores han intervenido y se han en-treverado permanentemente en la resultante de todaslas culturas de la Humanidad.

    Sin embargo, los ejemplos de hombres primitivos ode animales que reconocen su imagen en superficiesreflejantes, no tiene modo de compararse con la situa-cin que vivimos de hecho en la creacin y difusin dela tecnologa contempornea.

    Nunca como hoy, en esta etapa del capitalismomundial, conviene comprender a la tecnologa comoun vector, esto es, como una fuerza con direccin, quetiene origen y destinos y que genera desplazamientosde diferentes magnitudes, temporalidades e inten-sidades.

    Y no me refiero solamente al mbito de la pro-duccin material, o de la organizacin social, sino es-pecialmente al de las representaciones del mundo y dela vida.

    Cada vez ms nuestra vida cotidiana se ve rodea-da y a veces saturada por dos dispositivos que hanmarcado el siglo pasado y marcan el ritmo del nuevomilenio: los botones y las inefables pantallas.

    Recuerdo todava la casa de mi abuela en Colima,cuando demuy peque-o, a princi-pios de losaos sesen-ta, vea coe-xistir dos tec-n o l o g a spara ilumi-nar la casa:una, muy le-jana de miexperienciaen la Ciudadde Mxico,con quin-qus de pe-trleo que

    Chimpanc joven jugando con su reflejo(De Waal y otros, 2005: 11141).

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    requeran una serie ritual de procedimientos paramantener iluminada una habitacin, y otra completa-mente natural para m, superpuesta por las paredescon cables que terminaban en un interruptor que sim-plemente con ser oprimido iluminaba sin residuos dehumo o mayores aspavientos, todo el espacio. Desdeluego que esos botones ayudaron a cambiar el modode relacin en casa de la abuela. Y as transformaronel sistema de abastecimiento de energa (poco a poco,conforme se extendi el uso y la adaptacin de lascasas y negocios a la electricidad, se extinguieron tam-bin los vendedores ambulantes de petrleo) y sereconfigur el mobiliario y los instrumentos que de-pendan de ese flujo invisible de energa que dabaluz, permita escuchar la radio, or msica, licuar msrpido las salsas, batir masa para pasteles y hacer agu-jeros en la pared con ms velocidad y precisin quecon un demod y manual berbiqu.

    Desde la aparicin de la luz elctrica y su progre-siva conquista de las habitacio-nes y espacios de trabajo, laproduccin de la vida cotidia-na de la sociedad se modific.No tengo referencia precisa decundo comenzaron las panta-llas de pequeas dimensionesa multiplicarse en la vida. Perosabemos que el inicio del sigloXX (en realidad desde 1896)comenz a verse como nor-mal la presentacin de vis-tas, de pelculas con imgenes en movimiento portodo el pas.

    De escenas y secuencias ejemplares, poco despusen las exhibiciones de cine se pas a la narracin dehistorias: unas fantsticas, otras de amor, otras de te-rror.

    El universo abierto que podamos imaginar en lalectura de libros, se comenz a estandarizar por me-diacin de las pantallas. Sin lugar a dudas, la composi-cin de la vida colectiva y en especial de las repre-sentaciones que nos hacamos de ella, se comenzarona transformar.

    Tenemos pocos estudios especficos en Mxico dela magnitud de las transformaciones de esa interaccinentre la tecnologa y los universos de representacionesdel amor, de la maldad, del miedo, del humor, de lamisma presencia de los otros (Gmez, 2005; 2007).Pero tenemos an menos estudios sobre la forma enque las pantallas pequeas, como dispositivos adicio-nales de retroalimentacin visual nos acompaan en lavida cotidiana y tienen una eficacia cognitiva y per-

    ceptual escasamente documentada (Maass y Gonz-lez, 2005; Grodal, 1994).

    Las pantallas, poco a poco, por su propia capaci-dad de representar grficamente y en movimiento loseventos, se han vuelto casi omnipresentes en nuestrasociedad.

    En la vida laboral, en la academia, en la calle, enel mercado, en la seguridad pblica, en los viajes, enlas computadoras, en la comunicacin entre pares, lamediacin de la pantalla es hoy en da, omnipresente.La gente prefiere mirar los eventos en pantallas. Algocuasi mgico sucede con ellas.

    Hace pocos das estaba dando una charla en uncongreso y detrs de m haba una gran pantalla quetransmita por televisin y webcasting mi presentacin.La mayor parte de la audiencia de ese auditorio, apesar de estar enfrente del ponente, miraba la imagende la pantalla, como lo hacen los asistentes al ftbolcuando existe una megapantalla en el estadio. La ca-

    pacidad de las pantallas para atrapar el biotiempo esasombrosa. Lo mismo en los telfonos celulares queen las cmaras digitales, en las operaciones ms deta-lladas de la microciruga, en los diagnsticos por reso-nancia magntica, en los teleporteros, y en la vigilanciadel trfico, en fin, en todas las esferas de la vida con-tempornea, la mediacin de las pantallas nos cercapor todos lados.

    Las propias industrias de la cultura, con la modu-lacin apantallante3 del entretenimiento cambiaronsus criterios sobre la calidad y rentabilidad de sus pro-ductos: no importa si sabe o no cantar bien, sino quese vea bien.

    Este rasgo fue uno de los varios hallazgos de nues-tro trabajo colectivo sobre la relacin entre telenovelasy sociedad en Mxico. En este estudio fuimos docu-mentando el hecho de que dentro de una sociedaddomstica con una muy dbil sociedad civil, en vez delos cafs o la prensa, el principal medio de metaboliza-cin de la vida colectiva, adems de la religin, se vol-vi la televisin (Gonzlez, 1998).

    Nunca como hoy, en esta etapa del capitalismo mundial,conviene comprender a la tecnologa como un vector, estoes, como una fuerza con direccin, que tiene origen y desti-nos y que genera desplazamientos de diferentes magnitudes,temporalidades e intensidades.

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    Al convertirse sta y su producto ms importante,las telenovelas, en el principal medio para generar ca-pital simblico, poder triunfar en televisin significala posibilidad de triunfar en otros formatos como elteatro, la msica, el cine.

    Muchas voces famosas del mundo de la radio, yano pudieron pasar a la etapa de la televisin: no die-ron el ancho de presencia y atractivo visual requerido.Todas las versiones del ciber-voyeur y del Big digitalbrother se instalan en ellas. Nada de lo que he escri-to hasta aqu es nuevo.

    Podemos coincidir en lo general sobre la apabu-llante y apantallante presencia de las pantallas, peque-as o enormes, funcionales o narcisistas, controladoraso placenteras: el tipo de visibilizacin de las relacionessociales que esos dispositivos realizan en la vida social,

    no tiene ningn parangn en la historia. La televisines una de ellas, quiz por ahora, la ms importante4.

    Pero desde el punto de vista que quiero proponer,conviene hacernos unas preguntas: qu le ha hechoeste proceso tecnolgico a nuestra capacidad para re-lacionar experiencias con cdigos?, a nuestra capaci-dad para pensar relacionalmente? No tenemos ni lamenor idea. La forma en que nuestra ecologa de in-formacin se ha modulado, amoldado y se sigue adap-tando a esta apantallizacin del mundo no ha recibidola atencin conceptual y emprica necesaria y a pesarde que est sucediendo.

    Lo mismo sucede cuando nos preguntamos: qule ha hecho este proceso global a nuestra capacidadpara coordinar acciones con otros?, cmo ha afecta-do y est afectando nuestra ecologa de comunica-cin? Una de las ms socorridas nociones que se usanen gran cantidad de estudios contemporneos en estos

    menesteres es el de tecnologas de informacin y co-municacin: las famosas TIC que ya forman un lu-gar comn utilizado recurrentemente en lugar de con-ceptos ms precisos para describir aspectos el mundoglobalizado.

    Desde el punto de vista de la investigacin y desa-rrollo de cibercultur@, sostengo que toda tecnologade informacin y de comunicacin es al mismo tiempouna tecnologa de conocimiento. Si no reconocemos ydetallamos en el anlisis preciso la relacin complejaque se establece siempre histricamente variable, en-tre la informacin y la comunicacin con el conoci-miento, dichos dispositivos potenciados particularmen-te por las pantallas, se vuelven tecnologas de desco-nocimiento.

    Ello implica al menos tres dimensiones. La prime-ra se hace efectiva cuandoenormes sectores de la pobla-cin (justo como sucede enMxico) tienen una directaaversin y grandes dificultadespara desarrollar pensamientomatricial y relacional. Un obst-culo formidable para poderrepresentarse los procesos. Esdecir, una incapacidad parapensar relaciones de transfor-macin temporal y gentica deestructuras de relaciones don-de se pueden entender las ac-ciones, las interacciones y losfenmenos.

    Los bajsimos resultados delas escuelas primarias y secun-

    darias en materias como las matemticas, as como elincremento de la matrcula en carreras de humanida-des que suelen basar su vocacin, no en el cultivo dis-ciplinado del pensamiento mismo, sino en el terror y laaversin a las matemticas, son slo una expresin delsubdesarrollo de nuestras culturas de informacin.

    La segunda reside en nuestra capacidad paracoordinar acciones cuando no somos conscientes deque las formas sociales en que nos organizamos quesuelen ser altamente verticales y autoritarias estn ins-critas en el producto mismo de la comunicacin. Su-frimos con pasin el complejo de Procusto que asesi-naba y recortaba o alargaba a sus vctimas pues no so-portaba la diferencia (Volkoff, 1978).

    La tercera: con serias carencias en estas dos cultu-ras en nuestra formacin temprana y tarda, sin laapropiacin de las herramientas para desarrollar siste-mas de informacin y comunicacin autodeterminan-

    Desde el punto de vista de la investigacin y desarrollo decibercultur@, sostengo que toda tecnologa de informacin yde comunicacin es al mismo tiempo una tecnologa deconocimiento. Si no reconocemos y detallamos en el anlisispreciso la relacin compleja que se establece siempre hist-ricamente variable, entre la informacin y la comunicacincon el conocimiento, dichos dispositivos potenciados particu-larmente por las pantallas, se vuelven tecnologas de desconocimiento.

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    tes, la posibilidad de desarrollar una nueva y expansi-va cultura del conocimiento, est poco ms que desac-tivada o cancelada.

    Desde larga data, la sociedad mexicana y muchasotras que sufrieron colonizacin y adoptaron el colo-nialismo como manera de adaptarse y ajustarse al or-den de las cosas ha desarrollado una vocacin casi dehierro para servir como objeto de estudio, y correlati-vamente ha reprimido y desmantelado paulatinamentelos soportes materiales y la apropiacin de las disposi-ciones cognitivas para tales menesteres y medianteestos dos procesos, claramente ha afectadoy reducido la capacidad de la sociedad me-xicana para volverse sujeto de conocimien-to.

    Desde luego que Mxico no es un casoexcepcional. Muchos otros pases de la lla-mada periferia del sistema mundial han su-frido adaptaciones similares a este invisi-ble, pero eficaz proceso.

    Dicho de otra manera, todava no tene-mos cabal cuenta de qu es lo que est pa-sando con esta tripleta de procesos interligados queconforman nuestras ecologas simblicas al relacionar-se, de maneras no inocentes con una fuerza con direc-cin, con un vector que adems, tiene y genera, a ttu-lo personal del que la domina, una clase de reconoci-miento pblico (Bourdieu, 2001: 152) o capital simb-lico descomunal.

    Esta forma especial de capital es de tal magnitudque hace, por ejemplo, que en el caso de la capaci-tacin tecnolgica que realiz el Estado mexicanocon cientos de docentes del Programa Nacional deEducacin a Distancia, los profesores ya capacitadosse sientan menos que las computadoras y los deco-dificadores satelitales (Gonzlez, 1999: 160)

    Un poco ms recientemente verificamos rasgos deesa misma percepcin y valoracin en el no uso quelos habitantes de todo el pas hacen de los centros co-munitarios digitales del Sistema e-Mxico, que fuerondiseados e instalados para la inclusin forzada detodos los pobres digitales, miserables comunes y co-rrientes que siguen todava sin percibir las bondadesque tendran de accesar5 ahora que ya todo est dis-puesto por el e-gobierno, a la sociedad de la infor-macin.

    Parte de los efectos colaterales de esta interaccinheternoma del vector tecnolgico con nuestras eco-logas simblicas informacin, comunicacin y cono-cimiento estriba en que poco a poco el rea de lo queno somos capaces ni de entender, ni de producir, nipor lo tanto de controlar, se hace ms amplia y ms la-

    cerante. Procesados por otros, como bien dice An-bal Ford.

    La capacidad colectiva de organizarse para utilizarlas tecnologas como plataformas generativas de cono-cimiento es vista como utpica y prcticamente impo-sible. Como dice el dicho popular: esas pulgas nobrincan en nuestros petates.

    En la cresta de esa ola se monta tambin la tram-pa de la transparencia y la amigabilidad de los dis-positivos, de entre los cuales, las pantallas son proba-blemente la interfaz ms importante por su capacidad

    de interactuar con la visin, para que slo apretemosun botn o activemos un comando, sin tener que pre-ocuparnos por lo que suceda en esa caja negra.

    Si nos concentramos un poco en la red de Inter-net, este proceso nos ha ido convirtiendo en merosconsumidores pasivos de una tecnologa que nos fuevendida como la herramienta privilegiada para acce-der al conocimiento y a la informacin, que otros (ques los generan y se ocupan especialmente de invertir enello) han realizado sobre y para nosotros.

    En los ltimos 30 aos la posicin de Mxico hadescendido comparado con otros pases relativamentecercanos en 1970 pero, que a diferencia de lo que su-cedi en este pas, las polticas cientficas dedicaronporcentajes ms elevados a la generacin de conoci-miento.

    Es difcil no establecer una relacin entre conoci-miento y desarrollo. Mxico nos decan hace pocoya es el primer productor mundial de televisores (esdecir, de pantallas integradas en dispositivos tecnolgi-camente tontos): la frontera norte de Mxico se con-virti en la zona ms importante de produccin detelevisores para el mercado norteamericano, en parti-cular las ciudades de Tijuana, Mexicali (San Luis RoColorado), Ciudad Jurez y Torren que desarrollanuna fuerte especializacin en la cadena de produccinde la electrnica de consumo, esto se demuestra conla presencia de trece grandes firmas productoras detelevisores (Zenith, Daewoo, LG Electronics, Hitachi,Goldstar, Matsushita, JVC, Mitsubishi, Thomson, So-

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    ny, Philips, Sanyo y Samsung), estas empresas generanms de veinte mil empleos en las plantas ensamblado-ras, adems de conformar una nutrida red de provee-dores (Merchant, 2007: 18). Gran orgullo para losmexicanos, sin embargo, todas esas marcas vienen depatentes de firmas extranjeras.

    El origen del vector tecnolgico sigue siendo japo-ns o chino, norteamericano o europeo. El destinoconsumidor y desplazador de dicha fuerza somoscon muchos otros de la periferia nosotros. Pareceque desempeamos con celo inaudito dos papeles enesta tragicomedia de la globalizacin forzada: somoslos ensambladores con mano de obra barata que nossobra y por eso la exportamos en forma de flujos detrabajadores indocumentados que son uno de los dospilares en que descansa la economa mexicana: losrecursos de mexicanos que migraron al extranjero enbusca de mejores condiciones de vida para ellos y susfamilias se convirtieron en la principal fuente neta dedivisas de la economa mexicana. Incluso, ya son supe-riores al saldo de la balanza comercial de hidrocarbu-ros, cuyo ingreso neto una vez descontado el gastorealizado por la importacin de derivados del petr-leo fue en 2004 de 13.439 millones de dlares, reve-l la informacin oportuna sobre la balanza comercialde Mxico durante diciembre del ao pasado. Y so-mos tambin los mejores consumidores conspicuos deesos dispositivos de todo tipo artillados con pantallas.

    As como se manifiesta este desnivel en el merca-do, mutatis mutandis sucede lo mismo con la capa-cidad colectiva de dar respuestas de conocimiento alos problemas prcticos que enfrentamos. Es comple-tamente falso que ms computadoras generen mejoreducacin.

    Si no se cultiva y desarrolla esta triple hlice quellamamos cibercultur@, por la manera en que nosrelacionamos histricamente con la investigacin y de-sarrollo de tecnologa, seguiremos encerrados en uncallejn sin otra salida que el mercado para consumi-dores dependientes.

    Menudo reto el de desentraar los resortes quemuestren y expliquen cmo y a qu costos nos esta-mos relacionando con las millones de pantallas omni-presentes y su brillante circunstancia.

    Desde la investigacin y desarrollo de comunida-des emergentes de conocimiento local6 estamos in-tentando dar algunas pistas y aprovisionarnos concep-tualmente ms densos para la confrontacin de lapseudo teora de las sociedades globalizadas por las

    TIC. Es nuestro turno como pas y sociedad para reor-ganizarnos y hacernos cargo del cultivo y desarrolloactualizado de nuestras ecologas simblicas. Los ins-trumentos estn puestos, sepamos aprovecharlos contoda la fuerza de la imaginacin dialogada con otros.

    Notas1 Vase: www.labcomplex.net.2 Ver los usos de instrumentos en cuervos de nueva Caledonia (ht-tp://media.newscientist.com/article.ns?id=dn2651).3 Curioso el sentido del espaol mexicano de este trmino:Apantallado, da. adj. Bobo, mentecato, parado (Santamarina,1983: 70).4 Ver el interesante texto de JARA y GARNICA (2007).5 Flamante anglicismo tecnolgico para sustituir con tecno-gla-mour al simpln verbo espaol acceder.6 Ver el proyecto Desde e-Mxico hasta e-conocimiento. De loscentros comunitarios digitales a las comunidades emergentes deconocimiento local (www.labcomplex.net).

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