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EL REAL HOSPITAL DE SANTA MARÍA DE ESGUEVA DE VALLADOLID DURANTE LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVIII Elena Inglada Galiano José Manuel Sastre Centeno

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EL REAL HOSPITAL DE SANTA MARÍA DE ESGUEVA DE VALLADOLID DURANTE LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVIII

Elena Inglada Galiano

José Manuel Sastre Centeno

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EL REAL HOSPITAL DE SANTA MARÍA DE ESGUEVA DE VALLADOLID DURANTE LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVIII

INDICE 1.- Papel de las Instituciones Benéficas en el Siglo XVIII. 1.1 Consideraciones generales a) Contexto Histórico b) Aspectos sociales c) Aspectos económicos d) La Hacienda Pública Española 2.- Problemática de los Hospitales en el siglo XVIII. Valladolid 3.- Sistema Contable 3.1 Cargo de Maravedís a) Censos b) Alcabalas c) Juros d) Partidas extraordinarias e) Deudas de grano reducidas a dinero

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1.- PAPEL DE LAS INSTITUCIONES BENÉFICAS EN EL SIGLO XVIII 1.1- CONSIDERACIONES GENERALES. a) Contexto histórico

El siglo XVIII va a ser la transición entre el Antiguo Régimen y el Régimen Liberal resultante de los cambios sociales, económicos y políticos que tendrán lugar a finales del siglo XVIII y a lo largo del siglo XIX.

En España coincide con la llegada de la dinastía borbónica de origen francés. La casa de los Borbones llega a la corona española en 1700 cuando Carlos II, de los Austrias, muere sin descendencia y desata una guerra interna por la sucesión que se prolonga hasta 1714. Finalmente, se impone Felipe V como soberano de España y primer rey Borbón. Carlos III, hijo de Felipe V, modernista donde los haya, fue uno de los monarcas de la casa de los Borbones que más contribuyó al esplendor de España. A la muerte de Carlos II de Austria sin hijos, éste había nombrado heredero a Felipe de Anjou, nieto de Luis XVI de Francia y Mª Teresa, hermana de Carlos II. Pero también había un pretendiente de las rama de los Austrias, el archiduque Carlos hijo del emperador de Austria.

El tema de la sucesión pronto se convirtió en un problema además de español en europeo.

Castilla tomó partido por Felipe V, la Corona de Aragón por el archiduque Carlos, unos porque preferían un poder central, los otros porque se oponían a ello. La guerra duró 12 años (1701-1713) con batallas entre los ejércitos de ambos bandos como la de Almansa en 1707, ganada por el bando que apoyaba al Borbón. En realidad los Borbones controlaban la mayor parte del territorio, pero en el plano político europeo, que es donde se apoyaba a uno u otro, había un cierto equilibrio. El absolutismo y la reorganización del país - El modelo de gobierno francés llegó a España con los borbones y consistía en que el rey es la encarnación del Estado, y por lo tanto es dueño absoluto de todo, del territorio, de la jurisdicción (de las personas), la máxima autoridad de la que dependían todas las instituciones y con poder prácticamente ilimitado. Era fuente de ley, autoridad máxima de gobierno y cabeza de justicia.

- Los primeros reyes borbones Felipe V (1701-1746) y Fernando VI (1746-1759) implantaron en España este esquema de poder, unificando y reorganizando los distintos reinos de España según el modelo de Castilla. Los demás reinos lógicamente perdieron la autonomía que poseían.

- Los Decretos de Nueva Planta. La Nueva planta abolió las Cortes de los diferentes reinos, integrándolas en las de Castilla, que de hecho se convierten en las Cortes de España. Consideradas incompatibles con la autoridad del monarca, solo se reunían a petición del rey y para jurar al nuevo heredero.

“He juzgado por conveniente (…) abolir y derogar enteramente, como desde luego doy por abolidos, y derogados, todos los referidos fueros, privilegios, práctica y costumbre hasta aquí observados en los referidos reinos de Aragón y Valencia: siendo mi voluntad que estos se reduzcan a las leyes de Castilla, y al uso, práctica y forma de gobierno que se tiene y se ha tenido en ella y en sus Tribunales sin diferencia alguna en nada; pudiendo obtener por esta razón mis fidelísimos vasallos, los castellanos, oficios y empleos en Aragón y Valencia, de la misma manera que los aragoneses y valencianos han de poder en adelante gozarlos en Castilla sin ninguna distinción.”1

- Por encima del Consejo de Castilla y de las Cortes de España estaba de todos modos el rey, que creó las Secretarías (como ministerios) a cuyo frente el rey nombraba y destituía Secretarios para gobernar y llevar la administración del Estado.

1 Decreto de Nueva Planta para Aragón y Valencia. Felipe V, junio de 1707

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- Se eliminaron los virreinatos y se dividió España en demarcaciones provinciales a cuyo frente había un capitán general con poderes militares y judiciales (presidía las reales audiencias de cada provincia).

- Se nombraron corregidores (alcaldes) en las principales ciudades siguiendo el modelo castellano. El corregidor era nombrado por el rey en las principales ciudades. - Se crearon los intendentes, funcionarios reales encargados de los impuestos y del control económico así como de vigilar a las autoridades, levantar mapas, impulsar el desarrollo etc. - Se estableció un nuevo sistema impositivo, el “equivalente” en Valencia, la “única contribución” en Aragón, la “talla” en Mallorca y el “catastro” en Cataluña. Se asignaba una cuota fija de impuesto que era repartida entre los habitantes de modo proporcional. El Antiguo Régimen define la sociedad anterior a la Revolución Francesa de 1789 como un sistema económico y social en el que las personas están organizadas en “estamentos” y la economía es esencialmente rural y señorial. La estructura social es fija, no se mueve, y todas las personas son desiguales desde que nacen, y el cambio de clase social es prácticamente imposible. b) En lo social:

La Sociedad Estamental está dividida en tres grandes grupos: - La Nobleza: (5%) se pertenecía a ella por nacimiento o por privilegio real, controlaba enormes cantidades de tierras y bienes sobre las que tenía derechos jurisdiccionales y vivía de las rentas e ingresos que estos le proporcionaban. Los nobles no pagaban impuestos. Ocupaban la mayoría de los cargos públicos.

- El clero: con un 2% del total de la población controlaba el 40% de las propiedades. Tampoco pagaban impuestos y junto con los nobles eran “los privilegiados”. También tenían derechos jurisdiccionales, percibían el diezmo2, etc

- El tercer estamento o estado (campesinos, burgueses, clases populares de ciudades): Apenas conseguían sobrevivir porque los impuestos y obligaciones respecto a las clases anteriores o a la corona no les permitían mejorar. No decidían nada ni ocupaban cargos públicos, aunque algunos burgueses vivían bien y se fueron enriqueciendo con el comercio sobre todo.

En Europa la población comenzó a crecer a lo largo del siglo XVIII debido a la mejora de las técnicas agrícolas, la superación de las pestes, la introducción de nuevos cultivos y la ausencia de guerras, en definitiva debido a la mejora económica en general.

Entre los siglos XVI y XVIII España se pasó de 7 a 11 millones de habitantes. En la periferia se dobló la población. La monarquía favoreció el crecimiento de la población con colonizaciones, favoreciendo a las familias numerosas o facilitando la inmigración de católicos expulsados de otros territorios.

Pese a todo el crecimiento de la población española se contuvo por la inmovilidad de la economía, las crisis de subsistencia,…

c) En lo económico: La sociedad española del siglo XVIII dependía fundamentalmente de la

agricultura y la ganadería de la que vivía la mayor parte de la población. Aquí apenas se producen cambios ni evolución de ningún tipo. - Características de la agricultura y la ganadería:

La mayor parte de la propiedad estaba “amortizada” (no se podía comprar ni vender), al estar en poder de lo que se denominaba manos muertas, que se refería a la iglesia en general y también a la nobleza (mediante figuras como el

2 Décima parte de las rentas de cada hogar cristiano, pagado anualmente a la Iglesia para su

sostenimiento.

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mayorazgo, que impedían la división de la herencia y por ello prácticamente su transacción).

Existían grandes señoríos (80% del total) en manos del rey, de la Iglesia o de los grandes señores, y a la propiedad de estas tierras no podían acceder los que las trabajaban en realidad, condenados a ser renteros de por vida.

La mayor parte de los campesinos eran jornaleros o arrendatarios. En Cataluña la propiedades eran medianas o pequeñas y los enfiteutas (arrendatarios) tenían contratos más o menos fijos, de muy larga duración. En Galicia y Asturias existían los foros o subforos (especie de prestación señorial a cambio de la cesión en arrendamiento de tierras durante tres generaciones). Pero por el tamaño de las parcelas al subdividir tanto el territorio apenas podían mantener a las familias que las trabajaban. En Castilla, Extremadura o Andalucía existían grandes latifundios con condiciones muy duras para los campesinos.

España fue incapaz de mejorar lo suficiente para alimentar a la población entre otras razones:

- por la climatología (escasez de lluvias, altas temperaturas,…)

- por la dificultad de introducir nuevas técnicas y cultivos,

- por la imposibilidad de aumentar la superficie cultivada (sólo se podía ampliar en zonas malas) ya que la mayoría de las buenas tierras estaban en manos de nobles, Iglesia, ayuntamientos, etc.

- por el tamaño de las propiedades, y sobre todo - por la imposibilidad de reinvertir ya que la producción estaba en manos muertas que no tenían interés por mejorar los rendimientos ya que con lo que obtenían vivían muy bien.

No obstante en algunas zonas (sobre todo del litoral porque allí se podía conseguir trigo de fuera cuando había escasez) mejoró la producción de maíz y patata en la (cornisa cantábrica), se introdujo la vid (vino), la seda, el aguardiente en el litoral valenciano. - Resto de sectores económicos: estaban relacionados y prácticamente dependían de la agricultura y la ganadería.

De modo que nos encontramos, a grandes rasgos, con rentas en ascenso a lo largo del siglo XVI. Luego se entra en una depresión, consecuencia de las malas cosechas y por lo tanto de caídas de la producción agraria, dentro de un marco de alteraciones de la moneda y oscilaciones de precios. La recuperación se consolida conforme avanza el siglo XVIII, vinculándose a incrementos de las cosechas, a la reactivación liberalizadora y a las alzas de precios de la segunda mitad de siglo.

d) La Hacienda Pública Española

En Castilla, ya desde los Reyes Católicos, existían dos Contadurías u oficinas de la administración de la Hacienda. La primera, llamada Contaduría Mayor de Hacienda3, era la que recaudaba las rentas de la Real Hacienda, en nombre del Rey, mediante una serie de contadores mayores y menores; y una segunda denominada Contaduría Mayor de Cuentas, que supervisaba las cuentas presentadas por los recaudadores. Se fijaron inicialmente en cuatro el número de recaudadores, y a sus órdenes trabajaban unas dos docenas de empleados de menor categoría. Como fácilmente puede deducirse, el estado no disponía por lo tanto de un cuerpo de funcionarios encargados de la recaudación de impuestos y prefería usar por ello otros

3 Máximo órgano de vigilancia sobre la rectitud de todas las gestiones y actos efectuados con dinero de la

hacienda real, esto es, el organismo fiscalizador de la Hacienda Real, que en estos tiempos coincide con la del país.

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procedimientos. Tres fueron los sistemas utilizados para el cobro de los impuestos, sobre todo de las alcabalas4, que fue el impuesto más cuantioso durante varios siglos:

a) El repartimiento era el modo de recaudar los impuestos directos, como eran los servicios5 ordinarios y extraordinarios. Las Cortes repartían las cantidades entre los contribuyentes, que eran los pecheros, ya que el clero y la nobleza estaban exentos de pagos fiscales. b) El arrendamiento era un sistema de recaudación por el cual personas adineradas adelantaban al estado la cantidad total que se esperaba cobrar de un impuesto y los arrendadores se encargaban de cobrar el impuesto por medio de recaudadores propios. c) Por último, mediante el encabezamiento los municipios se obligaban, después de un concierto con los representantes reales, a pagar una cantidad determinada a la Corona que luego repartían entre los vecinos.

Al comenzar el siglo XVIII la estructura económica de España necesitaba un cambio en profundidad. Los Borbones habían heredado una administración de los recursos de Castilla y una gestión de su Hacienda a través del Consejo de Hacienda, fundado en 1523 por el emperador Carlos, reorganizado en 1539 y en 1593, siendo reformado en 1621. En el año 1739 tiene lugar una nueva bancarrota y esta situación hizo ver a los reyes borbones que era imprescindible una reforma de la hacienda y conseguir una mayor eficacia y justicia fiscal gravando a cada uno en proporción a su fortuna, lo que ayudaría a elevar el nivel de las recaudaciones. Había que eliminar vicios impositivos, reducir la deuda del estado y sanear la hacienda. En este sentido, en el año 1750, se prohíbe la venta de cargos públicos con lo que se consigue un aumento de los ingresos en un 30%. En el año 1754 se crea el Ministerio o Secretaría de Hacienda, heredero de la Superintendencia de Hacienda creada en 1724. Este Ministerio será en lo sucesivo el único gestor del sistema fiscal y todos los asuntos de la hacienda española pasarán a depender de la Corona.

La situación de déficit crónico de La Hacienda Real a lo largo del siglo XVII obligará a los reyes a aumentar la presión sobre los municipios como medio de incrementar los fondos públicos en situaciones de extrema necesidad. Los impuestos sobre los que se basaba la Hacienda Española en la Corona de Castilla, hasta el siglo XVIII, los podemos agrupar en dos grandes apartados. Uno formado por las rentas ordinarias que incluían las generales o aduanas, las rentas estancadas o monopolios de la Corona, las rentas provinciales o impuestos interiores y las rentas particulares. El otro apartado se correspondería con los impuestos extraordinarios que eran los Servicios, el nuevo impuesto de Millones y, cuando las necesidades de fondos eran extremas, los Juros o emisiones de deuda pública de la Corona y los asientos y empréstitos con los banqueros europeos, para los que se ponía como aval y garantía las remesas de metales procesos de las flotas que venían de América.

Las rentas ordinarias eran impuestos indirectos sobre el consumo y su recaudación constituía la base de la hacienda6. Las rentas extraordinarias eran impuestos directos y peticiones del rey a las cortes7.

4 Sin entrar en mayor detalle, el principal impuesto del Antiguo Régimen, que gravaba las compraventas

en general. Como bien indica Artola (p. 23), el claro precedente del impuesto sobre el valor añadido. 5 Repartimiento: asignar a cada ciudad y territorio una cantidad global que debía pagar por algún

impuesto; después se repartía entre los contribuyentes o pecheros. Era el sistema habitual para el cobro de impuestos directos y alguno indirecto como las alcabalas, que se sustituía por el encabezamiento, negociado en las cortes. 6 Dentro de las rentas ordinarias una de las partidas era la de las rentas generales o aduanas, que

gravaban el comercio exterior y el que se realizaba entre los distintos reinos de la Corona. Estas rentas

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En el siglo XVII la deuda pública en España se generaba, se desarrollaba y en su caso se pagaba bajo el régimen de la opacidad, atemperada por el favor real. Se emitieron Juros que más que títulos de deudas eran favores concedidos por la gracia real a quien le parecía. El mecanismo se agotó en la segunda mitad del siglo XVII, llevando a una de las peores bancarrotas estatales de la historia, en la que se consumió lo equivalente de veinticinco años de gastos anuales de la Monarquía en Castilla. No sólo se esfumó el crédito del rey, sino también una visión de las relaciones crediticias entre éste y el reino basada en una relación más interpersonal que institucional. Este descrédito llevó consigo, a principios del siglo XVIII, la implantación de instituciones financieras y hacendísticas nuevas. La Tesorería general, la Pagaduría general de Juros, la reorganización y la simplificación drástica del sistema de cobranza de los impuestos que tuvo lugar entre 1712 y 1724, si bien preservaban el principio del absolutismo real e incluso se pueden legítimamente interpretar como una acentuación del mismo, implantaron de hecho una serie de mecanismos técnicos que imponían al rey una estricta disciplina financiera. El más importante de todos era sin duda el proceso de transmisión de cuentas del tesorero mayor saliente al tesorero entrante, que obligaba a establecer un balance del descubierto acumulado, una magnitud de la que la comunidad financiera quedaba obviamente informada. Lo que le permitió imponer al rey decisiones política de reducción de gastos antes de que el sistema se saliera de control.

La etapa final del reinado de Carlos III, fallecido en 1788, estuvo marcada por la desaceleración del crecimiento económico.

Las guerras mantenidas con Francia e Inglaterra entre 1793 y 1808 provocaron un enorme gasto que se costeó con el incremento de las remesas de las Indias, donativos y préstamos, parte del producto de la desamortización (decreto de septiembre de 1798), pagarés y emisión de vales reales.

En España había un gran desequilibrio presupuestario por causa de las guerras. La solución para paliarlo fue emitir vales reales, pero se emiten demasiados, por lo que se deprecian (tienen un valor de mercado muy inferior al de emisión). La solución para este nuevo problema podría ser el reducir el número de vales (quitarlos de la circulación), es decir, liquidarlos con sus intereses, pero no existían fondos con lo que hacerlo, por lo que la única salida es vender bienes. Los primeros decretos legisladores8 en este sentido están fechados en septiembre de 1798.

eran las que se obtenían por derechos aduaneros sobre la entrada o salida de mercancías del país, o por su paso de un reino a otro. El conjunto de impuestos más importantes dentro del apartado de las rentas ordinarias eran las llamadas rentas provinciales, que eran impuestos indirectos aplicados sobre las ventas, transacciones y actividades comerciales de todo tipo. Las principales rentas provinciales eran las llamadas rentas primitivas, que tenían su origen en la Edad Medía. Estas rentas primitivas eran las Alcabalas y los Cientos. En el siglo XVI se establece un nuevo impuesto, El Servicio Real de Millones, en principio extraordinario y cobrado por primera vez en 1538 por Carlos I, pero que se convertiría, a lo largo del siglo XVI, en un impuesto ordinario indirecto cobrado sobre los bienes de consumo de primera necesidad por medio de sisas y derechos de consumo. En primer lugar se aplicaron las sisas sobre la carne, el vino, el aceite y el vinagre, para ampliarlo luego al plomo, al azufre, al bermellón, a la pólvora, al lacre, a los naipes y al pasto de los animales en tierras comunales, las denominadas siete rentillas. 7 La nobleza acordó con la Corona ayudar al sostenimiento de la hacienda real con el pago de cantidades

globales, pero con el sistema de los encabezamientos en realidad estas cuantías se transformaban en impuestos directos pagados por los municipios y que se cargaban sobre los productos de consumo popular y por lo tanto de nuevo sobre el pueblo llano. 8 Para remediar esta falta de valor de los vales reales se emitió el Real Decreto de 19 de setiembre de

1.798, que establece la enajenación de fincas de Cofradías, Memorias, Obras Pías, Hospitales, Hospicios y demás establecimientos piadosos. El dinero recaudado por la venta de estas fincas debía canjearse por vales reales. La Iglesia recibía a cambio el 3% de los vales reales adquiridos. Se permitió incluso la venta de mayorazgos, con la condición de que su importe fuera ingresado en la Caja de Amortización creada a tal efecto.

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La desamortización afectó a un 15% de tierras eclesiásticas y un 3% de tierras estatales, pero no se realizó por una causa económica, sino para solventar la deuda del estado.

En 1798 se creó, como ya hemos comentado, la Caja de Amortización, organismo que se financiaba con el dinero que provenía de diversos impuestos y arbitrios, junto con el importe de la desamortización de 1798 (venta de bienes de obras pías, hospitales, hospicios, casas de misericordia, memorias, cofradías, y otras instituciones de caridad). La Caja se encargaría de la compra de vales reales, el pago de los intereses de los que aún circulaban y la satisfacción de las rentas concedidas como indemnización a las instituciones cuyos bienes habían sido desamortizados. Según los cálculos de la obra de R. Herr (1958: 163-191) la mencionada desamortización proporcionó al Estado, hasta 1808, 1.653 millones de reales. Es la llamada desamortización de Godoy.

2.- PROBLEMÁTICA DE LOS HOSPITALES EN EL SIGLO XVIII. VALLADOLID

Investigando el origen de los hospitales y de acuerdo con T. Díaz (2005: 647), encontramos que en el momento que Jerusalén fue conquistada, muchos de los cristianos partieron de peregrinación a Tierra Santa; esto hizo que nacieran las Hermandades Hospitalarias que atendían a caminantes y enfermos9 y que desarrollaban sus funciones regidas por patronatos particulares. La mayor parte de las instituciones benéfico-asistenciales tuvieron su origen en la Edad Media y funcionaron hasta el momento en que, como consecuencia de las leyes desamortizadoras del año 1835, se suprimieron aquellos y pasaron a depender directamente de las Juntas de Beneficencia Municipales y Provinciales creadas a tal efecto.

El hospital era una de las instituciones que pretendía aportar una respuesta adecuada a la miseria de las ciudades, encarnada, entre otros, en los pobres enfermos. Pobreza e institución hospitalaria estaban íntimamente unidas; la política hospitalaria estaba construida más sobre una cierta concepción de la pobreza que sobre una estrategia real sanitaria.

La organización de la caridad, a lo largo de la Edad Media, siguió un proceso de descentralización, mediante el cuál las iglesias locales fueron consiguiendo mayor autonomía.

Posteriormente, con la expansión de las Órdenes Religiosas, aparecen otras formas de atender las necesidades de los más pobres. Los Monasterios empiezan a fundar Centros para dar hospedaje a extranjeros. Aparece así una institución clásica de esa época: los Hospitales. En este período el concepto de "hospital" hacía referencia a aquellos lugares en los que se daba acogida por tiempo limitado a enfermos, peregrinos, pobres, mujeres con niños, etc. Los Hospitales tuvieron un fuerte florecimiento, sobre todo en la Alta Edad Media (siglos V al XI)

Las constantes peregrinaciones a Santiago de Compostela tuvieron gran influencia en la expansión y fundación de Hospitales a lo largo del “Camino de Santiago”. Los cronistas destacan que en España no se encontraba ciudad o villa que no tuviera un hospital. El hospital como centro del sistema de la atención a los pobres, permanece en España hasta el siglo XVIII en el que comienzan a diferenciarse cada vez más las instituciones.

En el paso del siglo XV al XVI se producen además algunos hechos significativos. Uno de ellos es el auge demográfico acaecido en Castilla: el número de habitantes en la Corona de Castilla pasa de 4.500.000, a finales de siglo, a unos cinco millones en 1520 (Ruiz Martín, F. 1967: 186-202). Pierre Vilar (1963: 27) señala al

9 La atención a los enfermos y moribundos en la Edad Media se hace en hospitales para pobres y en

conventos de mendicantes. Un ejemplo de esa asistencia médica la podemos observar en el óleo de la Mesa de los Pecados Capitales de El Bosco (Museo del Prado, Madrid)

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respecto que el equilibrio demográfico llegó a ser muy favorable a Castilla y muy desfavorable para las regiones mediterráneas, contrariamente al equilibrio del s. XVIII y al actual.

La población española pasa de 6.000.000 de habitantes en 1700 a los 11.000.000 en 1800. Aparecen también grupos sociales, integrados por hidalgos, bajo clero, campesinos, reacios a los nuevos cambios, que con cierta moderación se abren al espíritu del nuevo siglo.

Valladolid siempre ha tenido a gala su marcado carácter asistencial. Es un hecho histórico que Valladolid adquiere un carácter hospitalario y asistencial que se plasma en la existencia de casas dedicadas a atender a los sectores más necesitados de la sociedad. De la administración y gobierno interno de estos centros se encargaba generalmente una cofradía.

Remontándonos a 1578, Felipe II solicita al Corregidor de Valladolid y a las autoridades eclesiásticas información sobre los hospitales y cofradías que existían en Valladolid. En esos momentos había 77 cofradías, en doce de las cuales se ejercía algún tipo de labor hospitalaria, así como un número indeterminado de hospitales; uno de ellos es precisamente el que ocupa este estudio: Santa María de Esgueva.

En la segunda mitad del siglo XVIII, en el reinado de Carlos III, hay un proceso de reducción de las cofradías. El rey decide cortar los excesivos gastos de estas instituciones, hasta llegar casi a su supresión, para animar a la industria y policía de la ciudad de Valladolid, que según él requería de más protección por estar situada tierra adentro y con pocos recursos.

En la segunda mitad del siglo XVIII existían, además, numerosas instituciones dedicadas a la actividad asistencial, pudiendo dividir hacer dos grandes bloques: los que estaban dedicados a solventar los problemas de la infancia y las instituciones centradas en las necesidades de los adultos pobres y enfermos. Dentro de estos últimos eran dos los centros que había en Valladolid: El Hospital de la Resurrección, situado hasta su derribo en el siglo XIX en la calle de Recoletos, que recibía todos los enfermos que permitían sus disponibilidades, sin que hubiese distinción de ningún tipo para la admisión salvo la disponibilidad de sitio en el hospital.

Sin embargo, el otro hospital, que era el de Santa María de Esgueva, sólo aceptaba los enfermos pobres con males no contagiosos ni que requiriesen cirugía, tal y como exigía sus ordenanzas. Igualmente, tenían preferencia los vecinos de Valladolid.

Al frente del Hospital se encontraba la cofradía asistencial de Caballeros de Santa María de Esgueva, de advocación mariana y fundada por el Conde Ansúrez. El primer cofrade sería el rey, protector y patrono del hospital, siendo todos sus componentes nobles y personajes de las más distinguidas familias de la ciudad. Con el paso de los años, los pocos incentivos para ser caballero cofrade, la ausencia de algunos de ellos por residir en la capital para atender sus asuntos y la necesidad, en definitiva, de contar con más de dos miembros activos (que son los que han estado tomando las decisiones prácticamente durante un año), hacen que el rey tome la decisión de nombrar a ocho nuevos miembros para solventar esta situación (Cabildo particular de 11 de diciembre de 1752; Libro de Actas de Cabildos 1731-1755: 562 vuelta y 563), dando mandato además de que se flexibilicen los criterios de admisión para no volver a llegar a esta situación, lo cual se especifica en el cabildo general de regla de 27 de diciembre de 1752 (Libro de Actas de Cabildos 1731-1755: 567), donde se indica que podrán ser cofrades aquellos que tengan probada su nobleza por línea materna o paterna, necesitando únicamente una certificación del cofrade secretario y el ingreso de la cantidad estipulada para ocupar una de las vacantes. Esta situación cambia un poco en 1767, donde se propone un tope máximo de cinco miembros, con objeto de hacer más fácil la toma de decisiones.

Como ya hemos mencionado anteriormente, ser cofrade no comporta gratificación alguna desde el punto de vista económico, en todo caso lo contrario, por la obligación de abonar los derechos de ingreso y el pago de multas si no cumple con

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sus obligaciones. En este aspecto las ordenanzas eran firmes ya que la hacienda y rentas del hospital eran de los pobres y toda merma en el arca tenía severos castigos. Tradicionalmente se entregaban algunas propinas a los cofrades por su asistencia a cabildos extraordinarios y a las honras fúnebres, aunque se fue acabando con esta costumbre. En 1722 sólo persistían regalos de navidad (dulces normalmente). En nuestro caso, se ha podido comprobar que en el Hospital de Santa María de Esgueva sí que se daban propinas con posterioridad a dicha fecha, pero únicamente en el cabildo que se celebraba el día 23 de agosto, fecha en que el Memorial fundado por el bachiller Pedro de Herrera tenía estipulado se realizase la elección de prebendas derivadas de los ingresos obtenidos por el dinero que adjunta a dichas Memorias. Para evitar posibles prisas en la elección de dichas prebendas, se ordena que sea ofrecida una comida (una colación) a los caballeros cofrades a cuenta de dicha fundación, lo cual se hacía en caso de necesidad y, en caso de haber acabado antes, se daba a los caballeros cofrades la cantidad estipulada como propina. No obstante, y como vemos en el siguiente texto, sacado del cabildo general de regla celebrado el 23 de agosto de 1744 (Libro de Actas de Cabildos 1731-1755: 399 vuelta), los caballeros cofrades hacen dejación de este derecho desde hacía tiempo, destinándolo a aumentar la cantidad entregada por prebendas:

“Cabildo general de regla a 23 de agosto de 1744 en que se hallaron los señores

don Bernardo Villarroel y Tobar, marqués de Revilla y yo, don Francisco Crisóstomo de Salcedo y Cárdenas, secretario.

Dije cómo era cabildo general y especial para dar las prebendas del bachiller Pedro de Herrera, repartiendo entre los caballeros presentes los 60 reales en que ha quedado reducido el gasto que se hacía por la colación; y por dichos señores se acordó (guardando la práctica que hoy se tiene) se suspenda la elección de dichas prebendas para el día que se nombran todas las demás, y que se reparta la cantidad expresada como en los años antecedentes, y no habiendo otra cosa se levantó el Cabildo. Como caballero cofrade y secretario del Real Cabildo

Firmado: Don Francisco Crisóstomo de Salcedo y Cárdenas” La realidad era que la condición social de los cofrades tampoco justifica una

necesidad retributiva; además, su compromiso era servir a los pobres con la consiguiente gratificación moral. La capacidad asistencial de este centro era de 56 camas para enfermos de ambos sexos, distribuidos en dos salas. Los caballeros cofrades eran los que tenían las funciones directivas. El resto de los trabajadores del hospital, que eran unos 1810

entre empleados y sirvientes, se dedicaban a las necesidades físicas y espirituales de los enfermos.

En un principio el papel de los Hospitales era de carácter asistencial y benéfico, que con el tiempo se va transformando, adquiriendo además gran poder económico, derivado del desarrollo patrimonial de muchas de estas instituciones, gracias a las donaciones y legados de los particulares, laicos o eclesiásticos.

3.- SISTEMA CONTABLE

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Estaban compuestos generalmente por el mayordomo, una madre mayor, una madre menor, el llamador, que a su vez es el comprador y sacristán del hospital; uno o dos enfermeros, según las necesidades de cada momento; una lavandera, un mozo de bancos, un cocinero/a, un médico, un cirujano y un sangrador. A lo largo del período estudiado existen pocos cambios en esta estructura, derivados de las necesidades del hospital, aunque a principios del siglo XIX, los apuros económicos obligan a reestructurar todos los aspectos del hospital con objeto de conseguir ahorros importante, incidiendo lógicamente también en la plantilla de trabajadores del mismo.

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Las anotaciones contables vienen marcadas desde el principio por la finalidad que persiguen: una, la de satisfacer la obligación de agentes y factores de rendir cuentas a sus principales acerca de la gestión de los bienes y haciendas confiados a su cuidado; y otra, la de seguir de cerca la marcha global de los propios negocios o actividades. Aunque con numerosos puntos de contacto y solapamiento, ambas finalidades dieron lugar a dos sistemas distintos de registro contable, con características propias y específicas. En los reinos de Castilla, estas prácticas contables originaron, ya avanzada la Edad Media, el llamado sistema de Cargo y Data, que se mantuvo por parte de la Administración hasta bien entrado el siglo XIX, a pesar de la constancia de los registros por partida doble desde finales del siglo XIII (Hernández Esteve, 2005: 107). Éstos no se habían puesto en práctica en los establecimientos hospitalarios de nuestra provincia, quizás derivado de la mayor complejidad del sistema por partida doble, no siendo necesarias las ventajas a él adheridos por las necesidades informativas de la organización estudiada. Así, la contabilidad analizada estaba basada en un sistema de CARGO Y DATA, en donde los cobros, derivados de diferentes categorías de ingresos, se confrontaban con los pagos efectuados por los gastos incurridos, en una Cuenta General informativa de la corriente de tesorería habida en el Hospital, recogida en libros titulados Cuenta simplemente, Cuenta General o Cuenta General de Caudales la mayor parte de los casos.

Cargo > Data: alcance de fondos a favor del establecimiento o en contra

En esta situación, donde los cobros son mayores a los pagos, se obtenía un excedente que queda en poder del Depositario (el denominado Mayordomo) y que constituía un incremento de los recursos disponibles para efectuar los cobros del ejercicio siguiente.

En este sistema de cargo y data se han recogido todas las cuantías correspondientes a los gastos e ingresos del Hospital, siendo el maravedí la moneda utilizada para reflejar los importes de las diferentes partidas hasta 1784; a partir de esa fecha las cuentas se reflejarán en reales, aunque algunas subcuentas, como por ejemplo las que enviaba el agente que tenían en Madrid para tratar todos los asuntos

concernientes con inversiones en deuda estatal (juros principalmente), siguieron utilizando el maravedí como moneda de referencia.

En cuanto a las entradas de dinero, entendemos que se aplicaba en cierta medida el principio del devengo, ya que la totalidad de los derechos de cobro sobre las rentas e ingresos se cargaban por los importes devengados para el período tratado.

El siguiente paso en la formación de las cuentas era descontar las cantidades “no cobradas”, mediante la anotación en DATA. De esta forma, lo que se obtenía eran los montantes netos recibidos, y dado que dichos importes “no cobrados” se cargaban

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al año siguiente en la partida que correspondiese, este criterio de devengo consideraba, mas o menos explícitamente, la separación entre la corriente real de bienes y servicios de su corriente financiera.

En la parte de la DATA, con los gastos, sólo se atendía a la corriente monetaria. Estos resultados están en consonancia con los obtenidos por J. Lillo y J. Carlos (2005: 22) en el estudio de la Santa Capilla de San Andrés.

Para el conocimiento de su actividad económica durante la segunda mitad del siglo XVIII nos vamos a fijar sobre todo en los ya mencionados libros de Cuentas Generales11.

Este sistema de información contable está confeccionado de forma que en cada libro contable estará contenida la información correspondiente a un año, existiendo o obstante bastantes casos en que el período comprendido es superior, llegando incluso a darse las cuentas de cinco años conjuntamente (por ejemplo las del período 1749-1751).

Lo primero que encontramos en cada uno de los libros es una breve reseña del año al que pertenecen las cuentas, llevadas por el Mayordomo del Real Hospital de Santa María de Esgueva.

En primer lugar se refleja una cuenta de granos, dividida en los mismos grandes apartados que la de maravedíes, esto es, el cargo de granos, la data y la parte no cobrada, resultando de esta forma un alcance a favor del Hospital (si el cargo es mayor que la data) y en contra del Hospital en el caso de que la data superase al cargo.

Seguidamente las cuentas van a reflejar lo mismo pero con maravedíes. Ésta será la parte que se estudiará de forma más detallada.

La parte de Cargo de Maravedíes se encuentra dividida de forma genérica en los siguientes apartados:

- Alcance de Maravedíes correspondientes al inicio del año - Oficios propios del hospital (por herencia normalmente) arrendados - Censos Perpetuos - Censos al quitar - Renta de casas - Alcabalas que pertenecen al Hospital - Juros y efectos que cobra el agente de Madrid - Cargo de partidas extraordinarias: suele ser un cajón de sastre - Deudas de Granos reducidas a dinero La parte de Data de Maravedíes suele contener las siguientes partidas - Prebendas pagadas - Legados en dinero - Capellanías y Aniversarios - Costas y Gastos del Agente de Madrid - Reparaciones - Salarios - Otros Gastos: despensa y botica - Costas en las ejecuciones de las casas tomadas por derecho prendario La parte de “No Cobrados” se referirá lógicamente a - No cobrado de Censos Perpetuos

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Dejando constancia, no obstante, de la existencia de otros documentos o libros que recogían también

parte de la información necesaria para controlar la actividad administrativa y contable de la institución, como pueden ser el Libro Becerro, los Libros de Gastos Ordinarios y Extraordinarios, los Libros de Recados o justificantes, los libros del Arca de caudales, así como los Libros de Actas de Cabildos ya mencionados a lo largo del texto. Aunque utilizados para comentarios específicos, su estudio pormenorizado se deja para un trabajo de mayor envergadura.

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- No cobrado de Censos al quitar - No cobrado de casas en propiedad - No cobrado de casas por derecho prendario - No cobrado de alcabalas - No cobrado de deudas de granos reducidas a dinero

Esta estructuración es sin embargo flexible e incluso incoherente en algunos casos, pues dependiendo de los años aparecen apartados nuevos que posteriormente pasan a ser partidas no destacadas con la apertura de un apartado específico para ellas. Tenemos en este sentido títulos como el denominado “Hacienda de Murcia”, que aparece como una partida más en todas las cuentas desde 1756 hasta las del año 1761-62 en adelante, donde, sin motivo aparente o al menos que nosotros hayamos podido descubrir, decide abrir un apartado independiente para las mismas.

También en esta ocasión, al finalizar el libro se reflejará una suma de todos los cargos y una suma de toda la data, donde se incluyen las partidas no cobradas. El resultante dará un alcance al finalizar el año a favor del Hospital en caso de que el cargo sea mayor que la data y en contra del Hospital en caso contrario.

El Libro General de Caudales suele acabar con un breve texto donde se indica cuándo fueron redactadas y en gran parte de los casos también el momento de su aprobación, así como unos breves comentarios, que se van volviendo un poco mas extensos con el paso de los años, y que nosotros hemos llamado de forma anecdótica “informe de Auditoría”, donde se reflejan los errores detectados por el caballero cofrade que sea Secretario del Cabildo en esos momentos, por lo que deducimos que el mencionado secretario es la persona encargada de la revisión inicial de las cuentas, exponiendo posteriormente sus conclusiones en un Cabildo en el que, al menos en los años revisados, siempre se aprueban dichas cuentas.

Esta clasificación de las cuentas no tendría demasiado sentido sin una

explicación de lo que reflejan y es lo que vamos a hacer a continuación con las partidas más representativas o importantes de la parte de “Cargo de Maravedíes”, como son los censos, las alcabalas o los juros. 3.1- CARGO DE MARAVEDÍES a) CENSOS

El censo se puede definir como la renta derivada de un derecho real constituido sobre bienes inmuebles fructíferos, a cambio del dominio pleno de los referidos inmuebles o de un capital en dinero (Rodríguez, J.L.: 1982 : 297)

Los elementos que constituyen el censo son: a) personales: el censualista sería quién cobra la renta y el censatario quien la

satisface; b) reales: la cosa gravada (inmueble o capital) y el canon, consistente en frutos

o dinero. Los elementos personales y reales están directamente relacionados: al censualista corresponde la cosa gravada; al censatario, el gravamen;

c) formales: serían las partes del contrato

Las diferentes clases de censos están en relación con los elementos reales que lo constituyen. Si el censo se deriva de un inmueble entregado con dominio útil, tendremos un censo enfiteútico o perpetuo; si se deriva de un bien entregado con dominio pleno, es un censo reservativo. Si el censo se deriva de un capital prestado tendríamos un censo consignativo o también llamado al quitar; este último es aquel en que se entrega alguna cantidad de dinero por la cual se reciben unos réditos anuales, asegurando dicho capital con bienes raíces.

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Se trata en definitiva de una operación de préstamo, obteniendo los censatarios, tanto colectivos como particulares liquidez inmediata. Al mismo tiempo es una forma de inversión para los censualistas, que colocaban su dinero excedente a unos intereses que en el siglo XVIII eran del 3,3 (dependiendo de la época estudiada este interés varía entre el 2 y el 3,3 % mencionado) por 100 (a 33.000 el millar). En el contrato firmado se contemplaba la posibilidad de apropiarse de los bienes raíces hipotecados (tomados por derecho de prenda o derecho prendario) en caso de impago durante dos años consecutivos, hasta que la situación volvía a la normalidad, o bien ejecutándose por vía judicial hasta el embargo y posterior venta del inmueble si la situación se mantenía durante un período más o menos amplio.

La adjudicación de los censos los otorgaba el hospital en las reuniones que periódicamente realizaban los caballeros cofrades. Las actas de dichas reuniones dan lugar a uno de los libros que se utiliza para el control administrativo-contable de la institución estudiada: el denominado Libro de Cabildos. Por poner un ejemplo, transcribimos12 a continuación el texto de la concesión de un censo que aparece en el Libro de Cabildos que recopila lo tratado en los cabildos comprendidos en el período de 1731 a 1755, concretamente en su página 202:

“Entró el mayordomo, y estando presente di cuenta de un memorial de Francisco de Simancas y Ana Torre, su mujer, en que pretenden se les de a censo perpetuo una casa de este Real Hospital, sita a la entrada de la Espadería, con la carga de 15 ducados perpetuos, hipotecando para mayor seguridad otros bienes. En vista del informe del mayordomo se acordó que siendo ciertas las hipotecas nuevas que ofrece y presentando información de utilidad y licencia del señor juez conservador de este Real Hospital, se le de a censo perpetuo de 15 ducados de renta cada año la expresada casa, con la condición de que se nombre un maestro que la reconozca y tase para que en el caso de hacer dejación en algún tiempo sea obligado a ponerla en el estado y por no haber otra cosa levanto el cabildo” Como caballero cofrade secretario del Real Cabildo Don Antonio Aranda y Guilladas”

En el Hospital de Santa María de Esgueva nos hemos encontrado fundamentalmente con censos perpetuos y censos al quitar. La existencia de censos reservativos ha sido muy reducida. En el período estudiado hemos visto únicamente tres censos reservativos en 1758:

“En 23 de octubre, por testimonio de Francisco de Torre, escribano del número

de este Real hospital, dio a censo reservativo a Leonardo Solibar y Clara Alonso, su mujer, vecino de Simancas, 10.570 reales y 20 maravedíes de principal, y 264 reales y 9 maravedíes de renta cada año a 2,5 %, por lo que corresponde pagar desde dicho día 23 de octubre del 1758 hasta fin de diciembre de 1760, 19.793 maravedíes, que se cargan"

A partir de 1760 no aparecen más censos reservativos. En cuanto a la constitución de los censos perpetuos y al quitar, siguen los mismos patrones que los censos reservativos:

"Son cargo 696 reales debidos cobrar por los réditos del censo al quitar de 16.200 reales de principal que se impusieron por mí a nombre de este hospital en la Compañía de los cinco gremios de Madrid en 25 de Julio de 1792 a tres por ciento y son por los vencidos desde este día 25 de julio hasta fin de diciembre de 1793; cuya

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No es trascripción literal, aunque reconocemos la belleza de conservar la gramática y fonética del castellano de aquel tiempo; no obstante, en aras de la claridad hemos optado por adaptar dicha forma de escritura a los tiempos actuales. Lógicamente hemos aplicado esta misma decisión a todas las trascripciones hechas de textos de aquella época.

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escritura se halla en el archivo de caudales de este hospital, señalada con el nº 6.233..."

La duración del censo perpetuo no está determinada y puede ser irredimible, constituido a perpetuidad. Sin embargo, el censo al-quitar es redimible, admitiendo la redención siempre a voluntad del censatario y con la conformidad del censualista.

Los censos perpetuos los tenía el Hospital fundamentalmente sobre casas propiedad del hospital. Son muchos los casos en que nos encontramos, tanto en los censos perpetuos como en los censos al quitar, anotaciones contables donde no figura cantidad alguna. Uno de los motivos suele ser que para garantizar el pago al hospital de los censos por parte del censatario, se tomaba como garantía alguna de las propiedades del censatario y de esta forma se hacía frente al pago del censo, en estas ocasiones se anotaba la información como cargo en los censos y la cantidad correspondiente se cargaba en otra subdivisión de cuentas que llevaba el hospital en la parte de “Casas por derecho prendario”.

Tomamos una muestra de un censo del año 1776:

D. Manuel Carrasco, 3 casas en c/ la Longaniza 0

"No son cargo (…) por los réditos del censo al quitar que pertenece a este

hospital contra los herederos de don Manuel Carrasco, cuyos herederos han hecho alargo para el pago de éstos y de los del censo perpetuo de tres casas a la calle de la Longaniza, que traen en arrendamiento don Cristóbal Blasco, Manuel Álvarez y don Manuel Corada, y la renta de éstas va cargada en la clase de casas por derecho de prenda, por lo que se anota aquí para que conste"

En las anotaciones correspondientes a “Casas por derecho prendario” de ese mismo año figura:

Calle de la Longaniza. M. Carrasco 5.984

En los censos hay ocasiones en las que se vende el inmueble objeto del censo,

con lo que tendrá que pagar el censatario al censualista lo que se denomina derecho de veintena, treintena…, que será una parte del precio de venta. Un ejemplo sería el censo perpetuo que tenía el Hospital de Santa María de Esgueva contra doña María Hernández por una casa que estaba en Fuente Dorada, vendida y que fue vendida. En esta ocasión nos encontramos un cargo en el grupo de partidas extraordinarias, la cantidad de 5.140 maravedíes, por derecho de veintena con la siguiente anotación:

"…pagó María Hernández por el derecho de veintena de una casa que a los portales de los Guarnicioneros vendió a Diego de Ayu en 3.023 reales…" Y efectivamente, si hacemos la operación de hallar 1/20 del precio de venta, da los 5.140 maravedíes Indicados.

En cuanto a la redención de los censos, la mayoría de las veces se trata de censos al quitar, ya que, por definición, los censos perpetuos son irredimibles. En caso de redención de un censo perpetuo, bastaba la conformidad de las partes. Un ejemplo de la redención de un censo, con la particularidad que en este caso el Hospital de Santa María de Esgueva es el censualista, lo encontramos en el año 1792, donde el censo al quitar que la Cofradía de la Misericordia poseía contra el mismo, es redimido:

"Son data 6.155 reales y 32 maravedíes, los 6.102 reales y 17 maravedíes por el principal y réditos del censo al quitar que tenía la Cofradía de la Misericordia contra este Hospital, de 6.000 reales de principal, y se redimió en testimonio de Lucas Caicedo, escribano del número, en 20 de julio de 1792: y los 53 reales y 14 maravedíes restantes por los derechos pagados al señor Carcedo de la carta de

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pago, notificaciones y cancelación; consta de testimonio que acompaña al número de esta partida.."

Ya en 1793, al haberse redimido el censo, se realiza el siguiente apunte en la contabilidad:

"No son data maravedíes alguno, pagados al administrador de la Cofradía de la Misericordia de esta ciudad, por los réditos del censo al quitar de 6000 reales de principal a 2,5%, que le pertenecía sobre la casa a la calle de las Parras que goza este hospital, por haberle redimido en testimonio de Lucas Carcedo, escribano del número, en 20 de julio de 1792, por lo que no se volverá a poner esta partida en cuentas sucesivas..."

Llama la atención la redención de censos perpetuos a partir de 1798. El porqué de esta tendencia bien puede deberse a la desaceleración económica que se estaba produciendo en la última década del siglo XVIII con lo que probablemente hubo la necesidad de vender bienes inmuebles para obtener liquidez.

Un ejemplo de redención de un censo perpetuo es la siguiente: “No son cargo maravedíes alguno por los réditos del censo perpetuo que

pertenecen a este hospital sobre una casa a la calle empedrada que goza D. Manuel Ortega, por haberle redimido en 7 de mayo de 1798, en testimonio de Luis Vidal de Castro, escribano del número, como se dice en cuentas antecedentes; y no se volverá a poner esta nota en lo sucesivo..."

Las condiciones que debían cumplir los censos eran las siguientes (Rodríguez, J.L.: 1982. 303:304):

Censos enfiteúticos o perpetuos:

- Obligación de pagar la renta convenida a partir de una fecha determinada cuyo año se especifica, no debiendo pasar más de dos años sin la satisfacción de dicha cantidad bajo pena de perder el derecho al censo.

- Compromiso de gastar una determinada cantidad en arreglos (cuando se trata de casas).

- El censatario no debe vender el derecho al censo a monasterio, iglesia, institución o persona que impida su enajenación.

- En el caso de venta o traspaso, debe ser comunicado previamente al censualista, quien posee el derecho de tanteo.

- Pago de una parte del precio de venta (veintena, treintena…) al censualista. - El censualista tendrá derecho a la inspección del inmueble cada dos años para

controlar el mantenimiento de las casas. - Nombramiento de un fiador en el plazo de 60 días en caso de muerte o

ausencia del primer fiador. - El precio del contrato corre a cuenta del censatario. - Imposibilidad de partición o división de la casa o finca. - Si existiese algún pleito entre censatario y censualista, se debe de llegar a una

sentencia arbitral. Censos consignativos o al quitar

- Obligación de pagar el censo estipulado sin que transcurran más de dos años. - No puede traspasarse a persona o institución que impida su enajenación. - Si el censualista vendiese el censo, los censatarios deben renovar el contrato

a nombre del nuevo censualista. - Obligación por parte del censatario de mantener los bienes hipotecados en

perfectas condiciones. - Si se redimiere algún censo o juro sobre el que está situado el censo, se ha de

sustituir por otro.

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- Posibilidad del censatario de redimir el censo a su voluntad. La redención del censo se ha de hacer en dinero, no en especie.

- Los derechos del contrato corren por cuenta del censatario. b) ALCABALAS

La alcabala13 Era un impuesto universal y regio, cuyo nombre procede del de un impuesto musulmán, la qabala, implantado en el reino de Castilla en el reinado de Alfonso XI, mediado el siglo XIII, inicialmente con carácter temporal, aunque luego se mantuvo, con pequeñas variantes, hasta casi el siglo XIX. Estaban gravadas con este tributo todas las transacciones comerciales y el ingreso a Hacienda lo hacía el comprador. Los Reyes Católicos en el siglo XV las fijaron en un 10 sobre el valor de las compraventas, lo que se mantuvo durante años. En 1539 en las Cortes de Madrid, en el reinando Carlos V, fueron rebajadas al 5%, y así se mantuvo al menos hasta finales del XVIII. Los sujetos pasivos de dicho impuesto son tanto el pueblo llano como las clases privilegiadas, aunque existían exenciones tanto particulares (el mismo rey) como colectivas (las operaciones de compraventa realizadas en Guadalupe, pueblo del norte extremeño). La alcabala se convertirá con el paso del tiempo en ingreso fijo. Otro tanto ocurre con los "Millones o Consumos", impuesto indirecto sobre el consumo que grava el vino, aceite, vinagre y carne, y que fue desde siempre mal recibido al gravar artículos de primera necesidad a los cuales encarecía.

La nobleza conseguiría eximirse en parte de este impuesto. El recurso para conseguir esta exención fiscal fue el de los encabezamientos y repartimientos de las rentas provinciales. La nobleza acordó con la Corona su pago por un importe global con el sistema de los encabezamientos El encabezamiento suponía un reparto fijo a los concejos y logró así que se transformaran en impuestos directos pagados por los municipios y que se cargaban sobre los productos de consumo popular. El derecho al cobro de las Alcabalas y Cientos fue vendido por la corona a particulares en numerosas villa y ciudades. Muchas veces los compradores y los arrendadores fueron los propios municipios en base a una cantidad fija anual. De este modo la Corona tenía unos ingresos fijos y las poblaciones contaban con un ingreso para la hacienda municipal, sobre todo si los ingresos por este impuesto iban aumentando, ya que la cantidad pagada a la Corona era fija. Esto supuso, a la larga, la pérdida de ingresos para la Hacienda Real. Junto con las Alcabalas, las Tercias Reales de Cereales y Corderos también se cobraban por encabezamientos y repartimientos. Cuando la alcabala era arrendada, el arrendador, responsable del cobro del impuesto, debía indicar los plazos de pago y el vendedor debía notificar sus ventas en el plazo de dos días y pagar en los tres días siguientes. Se solía obligar a los vendedores a enseñar los productos que traían para ser vendidos para que el arrendador los registrara y pudiera sellarlos con el objeto de controlar mejor las ventas. Estaba prohibido sacar o introducir productos por la noche, por lo que había controles en las puertas de las poblaciones. Igualmente, se vigilaban las tiendas y los cuadernos de contabilidad de comerciantes y mercaderes. La venta de los bienes raíces, para ser controlada, debía realizarse ante la presencia de un escribano público. El derecho a nombrar escribanos públicos en las ciudades, villas y lugares pertenecía al rey desde la época de Alfonso XI, cuando se establece el pago de la Alcabala El arrendamiento de la Alcabala se solía hacer junto con el de las Tercias Reales.

Un ejemplo del arriendo de alcabalas en el Hospital de Santa María de Esgueva lo tenemos en la partida de “Alcabalas que pertenecen al Hospital” donde

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Aunque su nombre correcto sea alcabala, la forma de cobrarla a través de diferentes arrendadores para cada zona geográfica o partido hace que habitualmente se hable de este impuesto en plural (Artola, M. 1988: 23)

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figuran las alcabalas de Villamartín de Campos: "…debidos cobrar por el derecho de alcabalas de las ventas que hicieron en la villa…" y las alcabalas de Pedraza del Campos.

En el caso de las alcabalas de Villamartín de Campos, a modo de ejemplo, se especifica en dicha partida de alcabalas cómo en los años 1747 y 1748 son 74.800 maravedíes al año. Desde 1749 se realiza un nuevo contrato por 4 años, 66.300 maravedíes al año: "…y los 198.900 restantes por el nuevo arrendamiento hecho por 4 años desde primero de 1749 hasta fin de 1752, al respecto de 66.300 maravedíes en cada uno y por los tres, desde primeros de 1749 hasta fin de 1751"

En 1781-1784 siguen existiendo las mismas alcabalas. La de Villamartín de Campos vuelven a arrendarse en los siguientes términos: "Ítem son cargo (…) que al nº 386 de cuentas antecedentes se dieron por no cobradas de don Blas Hernández Guerra, recaudador nombrado que fue de dichas alcabalas; y los 204.000 restantes del concejo de dicha villa de Villamartín, que son por los 4 años de estas cuentas, respecto haberlas tomado en arrendamiento en testimonio de Juan Rodríguez Bocos, escribano receptor de la ciudad de Palencia, por 4 años, que dieron principio en primero de enero de 1776, en precio de 1.500 reales en cada uno" c) JUROS

El juro como instrumento financiero de crédito, equiparable a lo que hoy denominamos «título de deuda», era el juro «al quitar». Aunque el juro nace como premio a unos servicios prestados por parte de los vasallos (la nobleza habitualmente) así como compensación por expropiaciones, con el tiempo adquirió el carácter de instrumento de crédito referido, convirtiéndose en una forma de obtener dinero por parte de los reyes, siempre necesitados de fondos para mantener las diferentes guerras en que estaban inmersos.

Los juros, son definidos por Barth Porcel como un “contrato mixto celebrado entre el Rey y una persona individual o colectiva, que entregaba cierta cantidad en efectivo a su soberano, quien, como contraprestación, le concedía una pensión anual en especie o en metálico, reservándose el derecho de redimir esta obligación, devolviendo la cantidad entregada”. Uno de sus rasgos esenciales era el tipo de interés nominal, que, aplicado al principal prestado, establecía la renta anual que el titular del juro cobraba anualmente. Su rentabilidad estaba relacionada con el tipo de juro, su demanda en el mercado y la urgencia con la que la Corona tuviese que colocar su deuda entre los inversores, procurando siempre que fuese el menor tipo de interés posible. Este tipo de juro era redimible o amortizable a iniciativa de la Corona. El rey podía devolver el principal y dejar de pagar los intereses en el momento en que libremente decidiese hacerlo.

Al no existir unidad de tesorería, el pago de los intereses dependía única y exclusivamente de los ingresos fiscales de la ciudad o de la renta sobre la que se emitía el privilegio (sobre la que estaba “situado”). Para los inversores era importante elegir bien la situación del juro, porque, en caso de que el impuesto no rindiese ese año lo suficiente para pagar los réditos (a lo que se hacía referencia en el lenguaje de la época como “no tener cabimiento”), no había obligación de compensarles en ninguna otra tesorería. La Corona concedía traslados de juros a otras rentas o aprobaba pagos de atrasos de forma extraordinaria, pero sólo si se le pedía expresamente, si lo consideraba razonable y si su situación financiera en cada momento se lo permitía.

La duración del juro puede ser a perpetuidad, asignando al juro una cantidad fija por un período determinado, o también podía ser una cantidad variable según los beneficios que diera la renta sobre la que estuviera situado. Al poseedor de varios juros se le permitía escoger la renta. Por otro lado, también podían ser redimibles, en cuyo caso el juro finalizaba en cuanto el rey mandase su redención. Eran transmisibles

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de padres a hijos, incluso a terceros, hasta que el rey no renovara la transmisión (juros de heredad), o con vigencia sólo de una vida, la del tomador del juro. Los juros nacen ante las necesidades económicas del Estado, buscando el ahorro privado, a través de la venta de estos juros.

Había diferencias que dependían de la ciudad y del impuesto sobre el que habían sido emitidos o sobre el que se habían situado. Uno de los impuestos elegidos fue la renta de las alcabalas.

Los impuestos se recaudaban en lugares concretos, fundamentalmente en las ciudades, y allí mismo se efectuaba el pago a los acreedores del rey. Cada juro se emitía sobre un impuesto y una ciudad concreta, responsable a partir de entonces de atender anualmente su renta. Sin embargo, el control de todos los privilegios se llevaba a cabo desde la Corte. Esa es la razón por la que en el Hospital de Santa María de Esgueva nos encontramos con la partida de “Juros y efectos que cobra el agente de Madrid”, donde precisamente se reflejan las cantidades cobradas por el agente en Madrid en concepto de juros y efectos que pertenecen al Hospital. Dentro de esta partida hay una diferenciación sobre lo que se cobraba por los juros colocados sobre los siguientes impuestos:

- Alcabalas de Medina del Campo - “Primeramente son cargo 14.706 maravedíes que cobró líquidos por un año a

fin de diciembre próximo pasado de 1775, de los 15.000 maravedíes de un juro perpetuo, situado en las Alcabalas de Medina del Campo, bajada la dotación de oficina…”

- Alcabalas de Valladolid “…del juro de 82.681 maravedíes en alcabalas de Valladolid, por siete privilegios, en cabeza de dicha cofradía y hospital, reducidos por la Pragmática, bajados 1.192 maravedíes. Del 2 % de salario de ministros o dotación de oficina" (1767)

- Alcabalas de Salamanca “…9.616 maravedíes que cobró por dicho año del juro perpetuo de 10.000 maravedíes., situado en alcabalas de Salamanca, en la misma cabeza y con el mismo descuento" (1781-1784)

- Alcabalas de Segovia “Ítem 44.034 maravedíes que cobró por el juro de 174.000 maravedíes situados en alcabalas de Segovia de Antonio Mausino, hecho el propio descuento”

- Alcabalas de Murcia "Ítem (…) por el año de '67, de los 7.250 maravedíes. que sólo caben de los 204.000 maravedíes. de juro situado en Alcabalas de Murcia, en cabeza de dicho hospital, sujeto a la media anata14 y bajados 2.058 del 6 % de dotación de oficina y el 4 % de conducción por haberse cobrado en aquella corte"

- Alcabalas de Monzón “Ítem 2.359 maravedíes que cobró líquidos por diez años cumplidos en fin de diciembre de 1775, del juro, que en la alcabalas de Monzón pertenecen a este hospital bajada la conducción y salarios de Ministros…”

- Millones de Valladolid "Ítem (…) que igualmente cobro en dicho año de 1767 de los 261.235 maravedíes que componen tres juros situados en millones de Valladolid, en cabeza de este hospital, de los que sólo son de buena calidad 210.235 maravedíes., bajados 2.060 de salario de ministros, y quedan líquidos"

- Millones de León

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Media anata: derecho real a la mitad de los ingresos del primer año en determinados oficios y rentas dependientes del rey (Artola, M. 1988: 794).

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"…juro de 300.000, situado en Millones de León, en cabeza de dicho hospital, bajados 8.490 maravedíes de 2 % de salario de ministros y un 4 % de conducción por haberse cobrado en Madrid" (1764)

- Almojarifazgo de Sevilla "…de 1764 del juro de 300.000 maravedíes, reducidos por la Pragmática a 180.000, situado en dicho almojarifazgo mayor de Sevilla, bajados ya 6.922 maravedíes, y otro de 4 % del salario de ministros y conducción, a 2 % cada uno"

- Salinas de Atienza “…63.100 maravedíes que cobró por el mismo año del juro de 131.250 maravedíes situado en Salinas de Atienza, en cabeza del mismo Hospital, hecho igual descuento…”

- Cientos de Toro "Ítem lo son (…), que cobró por el juro de 12.618 maravedíes, que tiene de cabimiento 7.270 y renta 3.735, situado en el segundo ciento de Toro, en cabeza del señor Hermano Mayor del hospital, de los cuales se bajan 139 maravedíes de pagaduría y conducción, a 4 %, correspondientes a el año de 1789"

- Papel sellado de Arévalo “…ítem 14.113 maravedíes, que también cobró por el mismo año del juro de 29.920 maravedíes situado en papel sellado de Arévalo, en cabeza del Administrador de este hospital…” (1775)

- Hierbas de alcántara "Del censo que corresponde al hospital sobre un juro de hierbas de Alcántara que pertenece a los señores de Jubera, en cuyo derecho se haya subrogado el censo que constituyó doña Isabel de Luna, consta por las cuentas anteriores no tener cabimiento este juro, y por lo que no le había cobrado el anterior apoderado. Por lo que si el Real Hospital quiere que en este particular, aunque sea trabajo inútil, se haga alguna nueva diligencia, necesita mandarme una razón de la cantidad de capital de juro y cabeza de quién está impuesto, y si puede ser, quién la cobró últimamente, para poder dar con él, en la Contaduría de juros o distribución…” (1775)

Igual que hay juros sobre alcabalas, pueden recaer sobre otros impuestos

según lo que acabamos de ver: - El almojarifazgo.- Se pagaba sobre las transacciones con el Nuevo mundo. Era

famoso el almojarifazgo de Sevilla, que era el puerto asignado para el comercio con América, en régimen de monopolio.

- Millones: era, durante los siglos XVI y XVII, un impuesto indirecto sobre la alimentación, instaurado por Felipe II y aprobado por las Cortes de Castilla el 4 de abril de 1590. Este nuevo impuesto supuso un mayor empobrecimiento de la población castellana a lo largo del siglo XVII al subir el precio de las materias básicas. Una de sus singularidades es que era uno de los pocos impuestos de los que la nobleza no estaba exenta.

- Ciento: Impuesto de la Corona de Castilla aparecido en 1629. En principio, los cientos constituyen una elevación porcentual del tipo teórico de las alcabalas. Se proponían por las cortes y sancionaban por el rey para cubrir determinados servicios. Al unirse fiscalmente con la alcabala, se acabaron perpetuando.

d) PARTIDAS EXTRAORDINARIAS

Dentro del cargo de partidas extraordinarias nos encontramos los siguientes conceptos, tomados en alguno de los años estudiados y que implican entradas de dinero no contempladas en otras partidas:

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Memorias de doña Isabel Enebro

Estancias que paga el comandante por uno de sus soldados a 4 reales cada estancia.

Limosnas de diferentes procedencias y cuantía.

Estancias que paga el Condestable D. Bernardo Zarzuelo del Real cuerpo de Artillería por 43 estancias de 6 artilleros.

Venta de ropa de muertos en el hospital: “Fueron 41 muertos, pero 4

fueron la librea de un cochero y los otros 3 no trajeron ropa.”

Manda: "Son cargo 43.066 maravedíes, que el 24 de marzo de 1777 entregaron los testamentarios de don Ignacio Canseco, quien los dejó de limosna a este hospital"

Treintena de una casa. "Ítem son cargo (…) que en 10 de febrero de 782 (1782) pagó Agustina Espejo por la treintena de una casa que vendió a Vicente Jimeno a la Solana Alta, en 7.000 reales de vellón".

Entrada de Cofrade: Vizconde de Palazuelos

Granos vendidos: “Son cargo 46.029 reales y 26 maravedíes que han importado las1.034 fanegas, tres celemines y 1 cuartillo de trigo vendidas en esta forma; las 826 fanegas a 40 reales cada una , según el cabildo de 4 de junio de 1793 y las 208 fanegas, 3 celemines y 1 cuartillo , también de trigo restantes, vendidas a 50 reales la fanega, según orden de los señores caballeros cofrades; y lo hice en febrero de este presente año de 1794; y 113 fanegas, 7 celemines y 2 cuartillos de cebada también vendidas, las 42 a 17 reales fanega, según el cabildo de 17 de diciembre de 1792 y las 71 fanegas 7 celemines y 2 cuartillos restantes, a 26 reales fanega según cabildo de 17 de diciembre de 1793; y son las mismas fanegas de una y otra especie, que llevo datadas en la de granos de esta cuenta al nº 44..."

Alcabalas de ventas de raíz de Villamartín de Campos…"Ítem en cuanto a las alcabalas de raíz de Villamartín y los 5 testimonios de las causadas hasta fin de 1744, y de que hay despacho del señor juez conservador y remitido de orden del Real Cabildo a don Francisco Luis, vecino de Pedraza de Campos para sus diligencias en la cobranza de dichas alcabalas y la solicitud de la saca de nuevos testimonios de ventas causadas desde '45 inclusive hasta fin de '48, y de que se deben también sacar hasta fin de '51 de estas cuentas, como es costumbre a costa de dicho Real Hospital; y no se hace cargo alguno mediante constar que aunque se han hecho diligencias según carta del Administrador de 1749, no se dan por entendidos de nada, por lo que los señores caballeros cofrades a quien se remite esta partida deliberen el medio más conveniente para su recobro"

e) DEUDAS DE GRANOS REDUCIDAS A DINERO

Pedro Domingo de Gómez Narro: "…Son cargo 2.120 reales , los 1.040 que en 25 de enero de 1793 pagó Isidro Domínguez, vecino de Gómez Narro por cuenta de lo que su tío Pedro Domínguez quedó debiendo a este hospital; los 780 reales pagó por las 12 fanegas de trigo a 4,5 reales y 12 de cebada a 20 reales , los 300 reales restantes por cuenta del debito de su tío"

Gabriel Gutiérrez: "…los mismos que al nº 341 de cuentas antecedentes se dieron por no cobrados, de Gabriel Gutiérrez, vecino de Zaratán, por resto de 47 fanegas de trigo que quedó debiendo hasta fin de agosto de 1773,

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por la renta de la heredad de tierras que labra, propias de dicho hospital, en término de Fuensaldaña y Mucientes, intitulada quiñón de Araujo"

Deuda de la ciudad procedida del trigo reducido a dinero: "….Como se hace relación en la cuenta de granos en el número 24 del cargo, la ciudad de Valladolid paga a este hospital un censo perpetuo de 20 fanegas de trigo de renta en cada año, por cuyos atrasos se hico escritura de ajuste y convenio, reduciéndolos a dinero, en 6.750 Reales de vellón, su fecha 12/julio/55, pagando de ellos el hospital las costas de las ejecuciones, y quedando corrientes para en adelante las referidas 20 fanegas de trigo, en cuya consecuencia se cargaron aquí los mencionados 6.750 reales de vellón que valen 229.500 maravedíes., debidos cobrar de los propios y rentas de dicha ciudad, los cuales se volverán a poner en data porque aunque se ha destinado la corta de un pinar para su satisfacción, no ha tenido efecto todavía su paga"

CONCLUSIONES

La finalidad y función de la asistencia hospitalaria de esta época era dar alberge y morada a los peregrinos, pobres transeúntes y enfermos, de acuerdo con la idea de caridad cristiana.

La característica general era la escasez de medios económicos con que contaban estas instituciones para la demanda social que existía, siendo en el caso del Hospital de Santa María del Esgueva, los intereses sobre los juros y los censos, así como las rentas obtenidas por las casas que eran propiedad del hospital, lo que constituyeron las mayores fuentes de ingresos para el hospital.

A partir de la segunda mitad del siglo XVIII se producen dificultades importantes debido a la crisis del Antiguo Régimen que tuvo que ver en 1798 con la desamortización de Godoy. Se puede observar que es a partir de entonces cuando se produce una importante redención de censos, así como una disminución de los ingresos que provenían de los juros.

El método contable que utilizó el Hospital de Santa María de Esgueva fue el de cargo y data. En el período estudiado no se han encontrado cambios relevantes en la estructura de las cuentas, salvo que a partir de 1784 se introdujo el real como unidad de cuenta, en vez del maravedí utilizado hasta entonces. BIBLIOGRAFÏA Fuentes primarias: ARCHIVO MUNICIPAL DE VALLADOLID - Libro 648 (signatura HE 242) de Actas de Cabildos del Real Hospital de Santa

María de Esgueva (15 de octubre de 1731 a 30 de agosto de 1755). - Libros de cuentas generales, (relación periódica del cargo y la data tanto en

metálico como en especie). Libros núms. 151 al 176 (años 1747 hasta 1803) - Libros de gasto ordinario y extraordinario: núms. 445 al 449, de los años 1748

a 1768 - Recados (Recibos o justificantes) de diferentes Cuentas Generales. Libro núm.

240 (años1747-1751). Libro núm. 242 (años 1757-1760) - Actas de Cabildos de Caballeros del Hospital y Otros. Libro núm. 648 (años

1731-1755) - Libros de Salarios. Núms. 538 (años 1740-1752) - Libros relacionados con Censos. Expediente, a instancias del Hospital de

Esgueva de cesión de rentas de casas para pagar réditos de censos: año 1755 (signatura HE 353-34). Fundación de Censo Consignativo: año 1749.

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Redención de un Censo: año 1755 (signatura HE 353-34). Relación de las casas y los censos fundados a favor del Hospital de Esgueva: años 1756-1776 (signatura HE 313-4).

- Otros Documentos: libro del cargo del boticario y enfermera mayor. Libro núm. 56: años 1569-1571. Dinero que había en el Arca: años 1752-1763 (signatura HE 340-69). Informes del Contador: años 1755-1758 (signatura HE 353-22)

Otras fuentes ALVÁREZ, C.: “La demanda de Juros en Castilla durante la Edad Moderna: Los Juros de Alcabala de Murcia”. Universidad Carlos III. Madrid. Estudios de Historia Moderna nº 32 (2010) ARCHIVO MUNICIPAL DE VALLADOLID ARENAL, C. (2003). La beneficencia, la filantropía y la caridad. Biblioteca Virtual Universal ARTOLA, M (coordinador).: “Enciclopedia de historia de España. Diccionario Temático”. Madrid. Alianza Editorial. 1988.

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