Para Vestir Santos
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Para vestir santos
Liliana V Blum
En las calles de San Cordelio de Cocoyótl hay cáscaras de naranja, hojas
de tamales, polvo y personas que se agitan rtmicamente con el viento!
El pue"lo #esteja una ve$ más el da del calendario que ostenta el
nom"re de su patrono y no hay ha"itante que no cele"re la ocasión con
"ailes, cantos, y una e%cesiva práctica de algunos de los pecados
capitales! &e pronto, en la torre del campanario, aparece ella! Los
hom"res que #estejan en el atrio de la iglesia elevan los ojos y ven a
Ludivina Casta'ón, desnuda y pendiente de la cuerda de la campana,
sus pechos campaneando al ritmo del "adajo! Como ma$ palomero que
ha dejado de tronar, los ruidos de la (esta van apagándose uno a uno!
Los hom"res que orinan suspenden sus chorros dorados, inmóviles en
per#ecto arco de pene a tierra, aunque no #alta quien desva la puntera
y moja a los demás! Los dan$antes del atrio detienen sus cuerpos en
mar(lescas poses, sacándose las máscaras con asom"ro! Entre sor"os
de moco y resentimiento, los ni'os llorones se limpian la nari$ con el
dorso de la mano y se callan! El cirio ardiente y solitario aviva su )ama y
hasta los ojos del icono #estejado parecen agrandarse con inter*s! En un
instante, todas las miradas coinciden en el campanario, quijadas
a"iertas, pupilas maravilladas, imaginación al vuelo!
Ludivina Casta'ón sigue oscilando "ajo la campana, más desnuda que
los peces, due'a de la (esta, de la iglesia, del pue"lo entero! &esde
a"ajo, los cele"rantes no pueden deleitarse con los detalles (eles de una
mayor escala! +gnoran el dise'o lleno de pecas de la piel de Ludivina,
moteada y olorosa como la cáscara de los plátanos maduros! ampoco
pueden apreciar la delicade$a del peinado, tan lleno de laca, tan vertical
y #antástico, un panal de a"ejas so"re la testa! Pero mucho más di#cil es
descu"rir y entender la virginidad que Ludivina Casta'ón padece
dolorosamente en cada poro, en cada c*lula de su cuerpo, desde hace
a'os!
En el pue"lo siempre se ha"a sospechado que Ludivina Casta'ón
lleva"a plantada dentro la semillita de locura, e incluso e%ista el mito de
que en su casa de asistencia, e%clusiva para hom"res, la madura
se'orita soltera toca"a el piano como &ios la trajo al mundo justo a la
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hora de la merienda de sus inquilinos! Pero eso no era más que un
rumor! .o ha"a en el pue"lo ning/n hom"re que, con a"soluta certe$a,
pudiera testi(car so"re las supuestas e%hi"iciones de Ludivina, y en
cam"io esta"an todas las mujeres que asistan a misa cada da y vean a
la devota mujer comulgando! Siempre vestida con austeridad y recato,
rosario y Bi"lia en mano, nadie podra atreverse a ha"lar mal de ella
0esto es, nadie se osa"a hacerlo a"iertamente por lo menos0, si acaso
alg/n comentario de compasión1 2Po"recita Ludi, tan solita y
desamparada, sin un hom"re que la cuide y vea por ella!2
Pero este da no es igual a cualquier otro3 no es murmurar a espaldas de
nadie! 4h está ella, en#rente del pue"lo entero, luciendo sus pechos
cados, sus caderas suaves y su pu"is de selva sin de#orestar, mientras
toca la campana con #uror! 4lgunas mujeres titu"ean y se de"aten entre
taparles los ojos a sus hijos o a sus maridos para evitarles tal visión! Sin
em"argo, la mirada más ávida es, con seguridad, la de Catarino, el
sacristán, quien por cierto, no por ser ayudante del sacerdote considera
al celi"ato dentro de sus o"ligaciones! Por ejemplo, dentro de su men/
están tanto las ovejas y gallinas de corral, como las mujeres del #oco rojo
que de ve$ en cuando le hacen alguna re"aja! 5om"re gordito y
compartido, "ueno como el pan, al (n, se persigna lleno de congoja para
disimular! 6Cuántas veces con la vista ha"a desnudado a Ludivina
Casta'ón cuando ella haca (la para comulgar7 Si "ien es cierto que
tam"i*n ha"a so'ado despojar de sus ropas a toda mujer que asistiera
a misa, Catarino sospecha"a que la locura de Ludivina es un castigo
divino a sus malos pensamientos! 8ea culpa, mea culpa, se golpea
preocupado el pecho moreno y lampi'o!
&e pronto, silencio! Segura de que todo el pue"lo la o"serva, Ludivina ha
dejado de jalar la cuerda del campanario! Los ancianos están a punto de
irrumpir en especulaciones3 las mujeres no pueden contenerse para
intercam"iar sus crticas asom"radas y corrosivas so"re el cuerpo de
Ludivina, y los hom"res quisieran gritarle alguna cosa soe$, la que sea,
pues su naturale$a sencilla no puede dictarles otra cosa qu* hacer en
casos como *se! El sacerdote asume la responsa"ilidad del asunto,
porque despu*s de todo Ludivina se encuentra en el campanario de su
templo y es parte de su re"a'o de (eles, as que susurra algo en el odo
de un monaguillo que, al parecer, tiene alg/n tipo de tara mental! El
chico sale corriendo y regresa en unos minutos con la noticia de que la
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mujer desnuda ha cerrado por dentro y con tranca la puerta del
campanario!
Pero antes de que alguien pueda maldecir o tener una idea "rillante
so"re cómo sacar a Ludivina Casta'ón de su encierro, algo sucede! Ella
se acerca a la ventana para que la gente pueda verla mejor! Entre sus
pechos, que son como dos orugas gigantes de nari$ rosada que "ajan
por su vientre, aprieta una paloma de plumas pardas! &espu*s "esa la
ca"ecita ovalada y la deja volar! El animal, como comandado por San
:orge, se posa graciosamente so"re el hom"ro del sacristán! Cuando
Catarino está a punto de ponerse el ave "ajo el "ra$o para llevarle a
casa 0vaya usted a sa"er para qu*, qui$á para un momento de soledad y
#alta de ovejas0 alguien nota el peda$o de papel que envuelve la patita!
2Es una paloma mensajera2, dice do'a Cococha y le arre"ata el in#eli$
"icho al in#eli$ sacristán! Con la autoridad que le con(eren los cielos, y
más que nada el Papa, el padre ;irasol e%tiende la hoja de papel #rente
a su cara, se acomoda las ga#as y lee en vo$ alta lo siguiente, como si se
tratara de uno de sus mejores sermones!
Las casadas, con #uer$a pero con discreción, aprietan el "ra$o de sus
respectivos maridos para que ninguno se o#re$ca como voluntario! 4 los
pu"ertos les pica la hormona y la reci*n estrenada lujuria, pero ninguno
dice 2esta "oca es ma21 Ludivina, la virginal se'orita Casta'ón, no
puede ser la má%ima autoridad se%ual que ellos quisieran conocer! El
sacerdote se e%cusa por de#ault, mientras que a los ancianos, la
gravedad de los a'os les gana tristemente! odo parece indicar que
Catarino, el sacristán, es la /nica opción! El padre ;irasol le perdona de
antemano el pecadillo por ser del tipo piadoso, menester para salvar una
vida! <a se asegurará despu*s de que esos dos se metamor#oseen en
marido y mujer! 28e tendr* que sacri(car2, dice el sacristán con (ngida
resignación, que "ien sa"e &ios que al (n y al ca"o no le caera nada
mal tener una hem"ra de su propia especie en lugar de la paloma, sólo
para variar! 4lgunas mujeres corren a traer el vino, las #rutas y a pedir la
pi$$a por tel*#ono, cosa nada e%tra'a en estos das porque con la
modernidad y el mercado li"re, en el diminuto pue"lo, aunque de calles
de tierra, se cuenta ya con #ranquicias de grasosas pi$$as y compa'as
tele#ónicas que se pelean a los pocos ha"itantes!
=
En el al"oroto, nadie se acuerda del santo patrono de San Cordelio de
Cocoyótl! La imagen, engalanada en (nas ropas y portando una coronita
de chapa de oro, deja escapar una lagrimita cicatera1 desde ahora ya no
tendrá quien lo viste!
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