Parcial Domiciliario - Kazantzakis
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Universidad Nacional de Luján
Profesorado en Historia
Historia Clásica(Grecia y Roma)
Análisis de la novelaAlexis Zorba, el griegode Nikos Kazantzakis
Docentes: Dra. Susana Beatriz MurphyDr. Bernardo Gandulla
Alumno: Nicolás Pierri – Legajo: 89227
Fecha de entrega: 3 de Noviembre de 2005
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Consignas
1 – Establezca qué concepción de la historia se puede inducir de la lectura de la novela de Nikos Kazantzakis, Alexis Zorba, el griego.
2 – Explicite porqué el autor manifiesta su “horror a la decadencia” y establezca relaciones con la historia del mundo griego, en particular Creta.
3 – Analice la frontera de la alteridad entre los personajes a través de las costumbres, tradiciones, ambiente, geografía, formas de producir, actuar, y pensar de los griegos.
4 – Señale las influencias filosóficas (en particular los filósofos griegos) que recibió el autor y cómo se manifiesta en la narración.
5 – Compare La Odisea de Homero con la novela de Nikos Kazantzakis y especifique analogías y diferencias.
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Introducción
Antes de comenzar con la resolución de las consignas planteadas creemos necesario establecer algunas
líneas teóricas que nos permitirán profundizar en el tratamiento de las mismas. En primer lugar, y
siguiendo los planteos de Voloshinov1 para el análisis sociológico del “hecho artístico”, es importante
trazar al menos brevemente un recorrido por el itinerario intelectual de Nikos Kazantzakis. En Alexis
Zorba, el griego el autor retoma en su gran mayoría el modelo intelectual construido en la Alemania
del siglo XVIII a partir del romanticismo alemán (ver la poesía de Hölderlin o Novalis); donde
comienza a gestarse, desde la literatura, el culto a la Grecia antigua como cuna de la civilización
occidental. Este clima intelectual, y también político en la visión de Edward Said2, cristalizará luego en
la idea del Superhombre nietzscheano. No es para nada casual que Kazantzakis se vuelva aún más
griego estudiando en Alemania; toda su concepción del “deber” del pueblo griego se encuentra afectada
por el filtro de la filosofía alemana. Por otro lado, y ya en el terreno de los acontecimientos históricos,
los aspectos culturales reflejados tanto en la novela como en la película de Michael Cacoyannis,
denotan no tanto las continuidades de la tradición griega sino la ruptura producida por la dominación
del Imperio turco-otomano, el cual ocupó oficialmente el territorio cretense desde 1669 hasta 1898.
Esta influencia cultural, así como la ejercida por el cristianismo, no pasa inadvertida en ninguno de los
dos casos (novela y película) y tal vez explique el por qué Kazantzakis presenta a una Creta
embrutecida y en “decadencia”.
1 – Si bien la mayor parte de la novela transcurre en una aldea de la isla cretense, hay un elemento
implícito que nos puede dar una pauta de la concepción de la historia que subyace en la narración. El
elemento al cual nos referimos es el viaje (además de que si hablamos de viaje en el “espacio egeo” no
podemos no referirnos al mar3). Ya desde el inicio, los personajes emprenden un viaje desde el puerto
ateniense de El Pireo con destino a Creta. A lo largo de la narración se mencionan los viajes como
forma de adquisición de experiencia y conocimiento: el propio Zorba “sabe” porque ha viajado y ha
“visto” otras costumbres y pueblos: “Escucha lo que te digo, yo que he visto cosas y las he hecho de
todos colores..”4. Este indicio resulta significativamente similar a la forma de hacer historia que
encontramos en Herodoto. Arnaldo Momigliano nos informa acerca de la importancia que tenían en
Herodoto los estudios etnográficos5; y Francois Hartog analiza detenidamente el valor del ojo, en
cuanto al valor testimonial de lo visto; y el oído, en relación al peso de la tradición oral en el mismo
1 V. Voloshinov; “El discurso en la vida y el discurso en la poesía”. En Zvezda, 6, 1926, pp 244 – 267.2 E. Said; Orientalismo, Madrid, Prodhufi, 1990, pp 28 – 35.3 G. Bravo; Historia del Mundo Antiguo. Una introducción crítica, Madrid, Alianza, 1995, p 139, 140.4 N. Kazantzakis; Alexis Zorba, El Griego, Buenos Aires, Lohlé Lumen, 1997, p 53.5 A. Momigliano; La Historiografía Griega, Barcelona, Crítica, 1984, p 12.
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Herodoto 6. Siguiendo esta línea teórica, vemos que en la novela la importancia concedida a la visión
está presente en los distintos personajes: el propio narrador enuncia que “como lo dijo mi maestro
Buda: he visto” 7; o bien, con motivo de una reunión en el café El Pudor donde el recién venido
Sfakianonikoli “...cuenta todo lo que vió y oyó en Candía” 8. Zorba ha estado en Rusia, en Bulgaria, en
diferentes regiones griegas, ejerciendo diversos oficios. El hecho significativo es que nunca se dignó a
aprender otras lenguas: “Había aprendido cinco o seis palabras en ruso, lo imprescindible para mis
negocios” 9, otro rasgo de llamativa similitud con el “orgulloso monolingüismo”10 de Herodoto y los
griegos en general. Por último, el narrador menciona, haciendo una analogía entre la Tierra y la hoja de
un árbol, que “Algunos hombres, los más intrépidos, se acercan a los bordes de la hoja” 11; y, en
relación a Zorba, que “Daba la impresión de no haber rodado poco por esos mares de Dios: algo así
como un Sinbad el Marino...” 12. De esta forma vemos que el viaje, el conocimiento brindado por la
visión y la escucha de tradiciones culturales diversas, y la posterior transmisión de esa experiencia, son
elementos presentes en la novela de Kazantzakis que reflejan de alguna manera tanto la concepción
como la forma de hacer historia de Herodoto.
Haciendo una proyección de estas consideraciones, podemos establecer también un punto de contacto
con el tipo de historia social evidente a partir de Michelet, donde la narración erige como protagonista
al pueblo, sus costumbres y modos de vida13.
Otra concepción “histórica”, completamente distinta a las planteadas hasta aquí y que también deja
entreverse en la novela, es la de las morfologías o idea cíclica de la historia de las civilizaciones
planteada por autores como Oswald Spengler y Arnold Toynbee14 (atacados fuertemente como
oportunistas por Lucien Febvre en sus Combates por la Historia15 ). Esta visión organicista se basa en
el estudio del nacimiento, desarrollo, apogeo, decadencia y muerte de las civilizaciones. En el punto
siguiente quedará expuesta la obsesión de Kazantzakis con el tema de la “Decadencia de Occidente”
(que, por otro lado, es el título de la obra del autor alemán O. Spengler).
2 - Para adentrarnos mejor en la resolución de este punto debemos remitirnos al concepto de dècadence
presente en la filosofía de Friedrich Nietzche. La decadencia es percibida, principalmente en El
6 F. Hartog; “El Ojo y el Oído” en El espejo de Herodoto, Buenos Aires, FCE, 2002, pp 248, 257.7 N. Kazantzakis; Alexis Zorba, El Griego... op. cit., p 99.8 Ibidem, p 103.9 Ibidem, p 81.10 F. Hartog; Memoria de Ulises. Relatos sobre la frontera en la Antigua Grecia, México, FCE, 1999, p 23.11 N. Kazantzakis; Alexis Zorba, El Griego... op. cit., p 281.12 Ibidem, p 15.13 A. C. Rama, La historiografía como conciencia histórica, Barcelona, Montesinos, 1981, p 57.14 Joseph Fontana; “La crisis de la historia tradicional” en Biblioteca Salvat de Grandes Temas. Tomo 40, Barcelona, Salvat, 1973, pp 66 - 73.15 L. Febvre; Combates por la Historia, Barcelona, Ariel, 1974, pp 183 - 217.
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Anticristo, como la pérdida de la libertad, la supresión del instinto de conservación de la vida 16. Esta
idea, cuya conexión con Kazantzakis mencionamos en la introducción, sobrevuela toda la novela,
siendo realmente palpable en la elección misma de los personajes por parte del autor. Zorba es una
persona mayor, así como doña Hortensia, que externamente se podría decir que atraviesan la etapa de
“decadencia” de la vida: la vejez. En un pasaje Zorba declara abiertamente que existe “...una cosa que
me da miedo, la única, ...es la vejez. La muerte no es nada...Pero la vejez es vergonzosa” 17. Aunque
admite su envejecimiento externo (“el Zorba de afuera ha claudicado”), el personaje lucha por no
rendirse ante la decadencia (“el Zorba que está oculto dentro no quiere envejecer..., no ha envejecido,
ni envejecerá nunca”)18. De esta forma, Zorba estaría representando la esencia de lo griego, que a pesar
de su antigüedad y decadencia mantiene intacta, o desea mantener, la libertad y la vida. Doña
Hortensia, a diferencia de Zorba, y tal vez representando la visión externa de lo griego (no hay que
olvidar su origen francés), vive de la gloria pasada: cada vez que rememora su juventud aparece la
mención de “Alejandría, Beirut, y Constantinopla” 19 (Egipto, Siria y Anatolia en Gonzalo Bravo)20,
haciendo referencia a la importancia de Creta como enclave comercial entre Oriente y Occidente. Esta
elección de los personajes, con la subyacente idea de “horror a la decadencia”, esta relacionada con la
historia, en particular con la “desaparición”, de la civilización creto-micénica. Sabemos que la cultura
palatina desarrollada en Creta a partir del 1800 a.C. es considerada tradicionalmente, según palabras de
Josep Fontana, como la primer gran civilización occidental21. Este desarrollo cultural cretense alcanzó
su apogeo en la época de los “grandes palacios” (Cnossos, Festos, Hagia Triada, Mirtos y Mallia),
donde tuvo lugar la creación del sistema de escritura “Lineal A” y la consecuente ordenación política
con centro en el palacio22. Posteriormente, hacia el 1400 a.C., se produce la destrucción de los palacios
cretenses y la irrupción de la cultura micénica, con alcance hasta la Grecia continental, la cual adopta
elementos culturales cretenses pero genera una sociedad más bélica convirtiendo al palacio “en una
auténtica ciudad-fortaleza”23. El período de la civilización creto-micénica fue interrumpido hacia el
1200 a.C. por distintas causas, según Bravo “exógenas” y “endógenas”, tales como invasiones,
migraciones, etc.; en estrecha relación con la caída de distintos imperios próximo orientales, como el
hitita y el asirio entre otros24. A partir de aquí se produce en el espacio egeo un período de vacío
16 F. Nietzche; El Anticristo, Barcelona, Edicomunicación, 1997, pp 24, 25.17 N. Kazantzakis; Alexis Zorba, El Griego... op. cit., p 156.18 Ibidem, p 157.19 Ibidem, pp 139,168,227. 20 G. Bravo; Historia del Mundo Antiguo...op. cit., p 160.21 Joseph Fontana; Europa frente al espejo, Barcelona, Romallá-Valls, 2000, p 14.22 G. Bravo; Historia del Mundo Antiguo...op. cit., pp 160 - 162.23 Ibidem, p 163.24 M. Liverani; El Antiguo Oriente. Historia, sociedad y economía, Barcelona, Crítica, 1992, pp 493 - 515.
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documental denominado, aunque con gran controversia, “Época Oscura”, que abarca desde el siglo XII
hasta el VIII a.C. Este “hundimiento” de la civilización desarrollada en Creta es percibido en la
memoria griega como un quiebre abrupto de las tradiciones, y el desarrollo posterior aparece más como
una ruptura que como una continuidad cultural; hasta el uso mismo de la escritura (Lineal “A” y Lineal
“B”) cae en el olvido. Este proceso histórico se encuentra fuertemente representado en la novela; hay
un pasaje en donde el narrador / personaje visita las ruinas de la antigua Creta y percibe que la
civilización cretense fue sorprendida por la muerte, dejando una “obra inconclusa”25, espectáculo que
“embebe el ama de amargura” 26.
El problema que encierra toda esta idea de “horror a la decadencia” es el de la pérdida de la libertad; y
para Kazantzakis existe una Grecia inmortal, una “Grecia eterna” 27, que a pesar de la influencia del
cristianismo28 y de las costumbres turcas (causantes en gran medida de la decadencia) se mantiene
intacta en el espíritu de su pueblo.
3 – Al analizar la frontera de la alteridad, creemos necesario hacer una distinción entre la novela y la
película. En esta última el personaje que en la novela está encarnado por el narrador, y que deja
traslucir la persona del autor, es caracterizado como un escritor inglés, Basil, lo cual marca una primera
e importantísima diferencia cultural entre los personajes. Por otro lado, el fenómeno de la alteridad está
relacionado con el de la etnicidad, y a este respecto es interesante tomar el modelo teórico utilizado por
Ciro Cardoso29, en donde existen tres niveles en los que se manifiesta la pertenencia a una etnia30: un
primer nivel en relación a cada polis, un nivel intermedio dado por las divisiones dialectales, y un
tercer nivel, más amplio, formado por el conjunto de los griegos en oposición a los “bárbaros”. El
primer nivel enunciado por Cardoso puede extenderse hasta el marco regional, el cual constituye
diferentes nichos ecológicos en base, entre otras cosas, a la morfología del terreno, brindando una
“impresión de insularidad”31. En este sentido vemos que la producción agropastoril en Creta se
encuentra claramente acondicionada al marco geográfico a través de los siglos; y es en este ámbito de
las formas de producción donde puede notarse, más que en las prácticas culturales matizadas por las
distintas interacciones, un mayor grado de continuidad. John Chadwick menciona, en base al
25 N. Kazantzakis; Alexis Zorba, El Griego... op. cit., p 178.26 Ibidem.27 Ibidem, p 210.28 Ver la relación entre la descripción de la vida en el monasterio que hace Kazantzakis en los capítulos XVII y XVIII, y la idea que expone Nietzche sobre el cristianismo en El Anticristo.29 C. Cardoso; “La etnicidad griega: una visión desde Jenofonte” en J. Gallego (ed), Prácticas religiosas, regímenes discursivos y poder político en el mundo grecorromano, Buenos Aires, UBA, 2001, pp 132, 133.30 Definida como “...Una agregación estable de personas, históricamente establecida en un territorio dado, poseyendo en común particularidades relativamente estables de lengua y cultura, reconociendo también su unidad y su diferencia delante de otras formaciones similares (autoconciencia), además de expresar todo ello en un nombre autoaplicado (etnónimo)” por T. Dragadze. Citado en C.Cardoso; “La etnicidad griega...”, op. cit., p 128.31 G. Bravo; Historia del Mundo Antiguo...op. cit., p 140.
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desciframiento de las tablillas micénicas en “lineal B”, que la producción agrícola cretense se centraba
en los cereales (trigo, cebada), el olivo, la vid, la miel; y en cuanto a la ganadería advierte sobre la
preeminencia del ganado menor, principalmente ovejas y cabras32. Ya en la novela, son numerosas las
referencias a estos elementos de la producción aldeana: “comenzaba el despertar del pueblo: confuso
rumor de gallos, de cerdos, de asnos, de gente”33; “Comenzó a llover (...), algunas muchachas traían
las ovejas de los lugares de pastoreo”34; “...que tu casa, amo, se vea colmada de trigo, de aceite de
oliva y de vino”35; etc. En otro aspecto, la frontera de la alteridad se expresa en las relaciones entre la
aldea y la ciudad; si bien en época micénica el palacio, como menciona Chadwick36, ejerce un control
sobre la producción de las aldeas, éstas mantienen una relativa autonomía, tal vez como causa de la
debilitación del poder real dividido en las figuras del wanax (equivalente a “rey”, encargado del poder
político y administrativo), el basileus (sacerdote) y el lawagetas (jefe militar). Sin embargo, a pesar de
esta “autonomía”, los pobladores de las aldeas dependen en gran medida de la ciudad como centro de
servicios y bienes de prestigio: “Mañana temprano tendré que irme a la ciudad a comprar el
material”, dice en un pasaje Zorba37; o bien que “aquí en la aldea no hay coronas de azahares, es
preciso que las traiga de Candía”38; y en otra ocasión: “Llamé a dos famosas modistas de Atenas”39.
Otro aspecto de la alteridad se encuentra en las relaciones entre griegos y turcos. Esto se puede apreciar
claramente en el episodio en que el decano de la aldea, Anagnosti, cuenta cómo fue que vino al mundo.
En su relato no se ahorra los calificativos de “maldita (...), porquería de turca”40 para con Zafer
Hanum, una vecina de la aldea de origen turco. Finalmente hay un episodio donde la alteridad se
manifiesta entre los propios griegos, y es la escena del duelo entre Manolakas y Zorba. Ambos se
agreden mutuamente diciéndose “puerco macedonio” y “puerco cretense”; pero, significativamente,
es el narrador / personaje Kazantzakis quien actúa como pacificador de las disputas internas de Grecia:
“Daos las manos (...), debéis reconciliaros”41.
4- En cuanto a las influencias filosóficas de Nikos Kazantzakis podemos obtener algunos indicios en su
adscripción a la filosofía de Nietzche, ya mencionada en la introducción y en el punto 2. Hay temas
constantes que sobrevuelan el contenido de la novela, como es el caso del espíritu libre42, abiertamente
32 J. Chadwick; El mundo micénico, Barcelona, Crítica, 1977, pp 144 - 172.33 N. Kazantzakis; Alexis Zorba, El Griego... op. cit., p 50.34 Ibidem, p 102.35 Ibidem, p 129.36 J. Chadwick; El mundo micénico..., op. cit., p 97, 98.37 N. Kazantzakis; Alexis Zorba, El Griego... op. cit.,p 146.38 Ibidem, p 171.39 Ibidem, p 223.40 Ibidem, pp 64, 65.41 Ibidem, pp 263, 264.42 F. Nietzche; Más allá del Bien y del Mal, Madrid, Alianza, 1997, pp 50 - 76.
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representado por Zorba. La oposición nietzscheana al platonismo43 (como germen de la moral y, en
cierta medida, del cristianismo), así como su preferencia por los cultos dionisíacos, se encuentran
también en ciertos pasajes de la novela. Nietzche menciona, haciendo una defensa de la “risa”, que
“...me permitiría incluso establecer una jerarquía de los filósofos según el rango de su risa – hasta
terminar, por arriba, en aquellos que son capaces de la carcajada áurea”44; en el relato de Kazantzakis
es Zorba el único capaz de incluso morir lanzando una carcajada bestial45. Este antiplatonismo puede
llevarnos a establecer algunas relaciones con Aristóteles, por ejemplo en lo que concierne a la
valorización de la mujer. El autor de La Política sostiene que “...ni la templanza ni la fortaleza moral
ni la justicia pueden ser las mismas en el hombre y en la mujer (...). En el hombre, el valor sirve para
el mando; en la mujer, para ejecutar lo que se le ordena.”46; a lo que Zorba exclama: “Yo tengo la
convicción de que solamente aquél que quiere ser libre es un ser humano. La mujer no quiere ser libre.
Entonces ¿es la mujer un ser humano?”47. También es interesante la relación con los “físicos” de Jonia
(Tales, Anaximandro, Anaxímenes), para quienes, según palabras de Jean Pierre Vernant, “...es lo
cotidiano lo que hace inteligible lo original, ofreciendo modelos para comprender cómo se formó y
ordenó el mundo.”48. Nuevamente es Zorba quien contempla el mundo como si siempre fuera la
primera vez, “Te lo juro, patrón, es la primera vez que veo esto”49, intentando comprenderlo a través
del extrañamiento de lo cotidiano. Finalmente, el rechazo a la riqueza material, tema que se repite
obsesivamente en el pensamiento griego del siglo VI a.C.50, es también evidente en la novela, cuando
los personajes visitan la casa del tío Anagnosti: “La casa os impresiona como vacía y, sin embargo,
hay en ella cuanto es indispensable: tan cierto es que el hombre verdadero necesita de muy pocas
cosas”51; concepto que está en estrecha relación con la máxima de Teognis: “El dinero altera la
raza”52.
5 – Existen diferentes elementos conceptuales que pueden establecerse como nexos vinculantes entre
La Odisea de Homero y Alexis Zorba de Nikos Kazantzakis, entre ellos podemos mencionar el
“escenario” compuesto por el mar, la importancia que cobran en este medio los viajes (ya mencionados
en el punto 1 aunque con relación a Herodoto, sin embargo Hartog concibe a Herodoto como un Ulises
43 A. Sánchez Pascual; “Introducción” en F. Nietzche; Más allá del Bien y del Mal... op. cit., p 10.44 F. Nietzche; Más allá del Bien y del Mal... op. cit., p 267.45 N. Kazantzakis; Alexis Zorba, El Griego... op. cit.,p 322.46 Aristóteles; La Política, Libro Primero, Capítulo IV, párrafo 13.47 N. Kazantzakis; Alexis Zorba, El Griego... op. cit.,p 163.48 J. P. Vernant; Los orígenes del pensamiento griego, Buenos Aires, EUDEBA, 1965, p 83.49 N. Kazantzakis; Alexis Zorba, El Griego... op. cit.,p 239.50 J. P. Vernant; Los orígenes del pensamiento griego...op. cit., p 66.51 N. Kazantzakis; Alexis Zorba, El Griego... op. cit.,p 63.52 Teognis; Poemas Elegíacos, versos 185-193, publicación de la FFyL (UBA).
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de carne y hueso53), así como la relevancia de la oralidad, principalmente en Zorba. Más allá de esto
hay otro tipo de relaciones en cuanto a hechos y episodios puntuales. Por ejemplo las escenas donde
Zorba se aboca al baile (“cuando mi pequeñín Dimitraki se me murió (...) me levanté y me puse a
bailar”)54, son similares a ciertos pasajes de La Odisea, mencionados por Horacio Castillo, donde los
jóvenes del palacio de Alcínoo “...forman un círculo alrededor de Demódoco y se ponen a bailar con
pasos deslumbrantes”55. En otro pasaje de la novela, el narrador dice que “Una vez más comprobaba la
verdad de la antigua leyenda: el corazón del hombre es un foso lleno de sangre; a los bordes asómanse
los muertos muy queridos y de bruces beben la sangre para reanimarse; cuanto más caros os son,
mayor cantidad de sangre os beben”56; esa “antigua leyenda” se encuentra en La Odisea en el pasaje en
que Ulises viaja a la morada de Hades, cava un foso, lo llena con sangre de carnero y se agolpan los
muertos atraídos por la sangre, entre ellos su madre57. Para citar un último ejemplo, entre los muchos
que existen, tomaremos el episodio donde el narrador cuenta que su abuelo recorría la aldea en busca
de algún forastero y “...lo llevaba consigo a su casa, le servía abundante comida y buena bebida, y se
dirigía a su huésped (...) diciéndole imperiosamente: -¡Cuéntame! (...) lo que eres, quién eres, de
dónde vienes, qué ciudades y aldeas vieron tus ojos, todo, cuéntamelo todo”, y más adelante “Mañana
te quedas conmigo, no te marchas. Tienes todavía muchas cosas que contar”58. Es evidente el
paralelismo entre este pasaje y las siguientes palabras de Alcínoo para con Ulises: “El huésped(...),
resígnese a quedarse aquí hasta la mañana (...). La noche es muy larga, inmensa, y aún no llegó la
hora de recogerse en el palacio. Cuéntame, pues, esas hazañas admirables.”59.
En un sentido más bien semántico, y en relación a la temática de ambos relatos, existe una diferencia
notable en cuanto a que el viaje que realiza Ulises es de carácter real, es decir, existe un desplazamiento
efectivo a través del espacio; mientras que el emprendido por Kazantzakis es, en palabras de Hartog,
“la metáfora de otro viaje, mucho más bello, reservado al filósofo, viajero inmóvil y viaje totalmente
interior”60.
53 F. Hartog; Memoria de Ulises...op. cit., p 55.54 N. Kazantzakis; Alexis Zorba, El Griego... op. cit.,p 79.55 H. Castillo; La luz cicládica y otros temas griegos, Buenos Aires, Academia Argentina de Letras, 2004, p 58.56 N. Kazantzakis; Alexis Zorba, El Griego... op. cit.,p 129.57 Homero; La Odisea, Madrid, Alba, 2000, Rapsodia XI, p 176.58 N. Kazantzakis; Alexis Zorba, El Griego... op. cit.,p 57.59 Homero; La Odisea...op. cit., Rapsodia XI, pp 184, 185.60 F. Hartog; Memoria de Ulises...op. cit., p 54.
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Bibliografía
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Castillo, Horacio; La luz cicládica y otros temas griegos, Buenos Aires, Academia Argentina de Letras, 2004.
Chadwick, John; El mundo micénico, Barcelona, Crítica, 1977. Febvre, Lucien; Combates por la Historia, Barcelona, Ariel, 1974. Fontana, Joseph; “La crisis de la historia tradicional” en Biblioteca Salvat de Grandes Temas.
Tomo 40, Barcelona, Salvat, 1973. Fontana, Joseph; Europa frente al espejo, Barcelona, Romallá-Valls, 2000. Hartog, Francois; Memoria de Ulises. Relatos sobre la frontera en la Antigua Grecia, México,
FCE, 1999. Hartog, Francois; “El Ojo y el Oído” en El espejo de Herodoto, Buenos Aires, FCE, 2002. Homero; La Odisea, Madrid, Alba, 2000. Kazantzakis, Nikos; Alexis Zorba, El Griego, Buenos Aires, Lohlé Lumen, 1997. Liverani, Mario; El Antiguo Oriente. Historia, sociedad y economía, Barcelona, Crítica, 1992. Momigliano, Arnaldo; La Historiografía Griega, Barcelona, Crítica, 1984. Nietzche, Friedrich; El Anticristo, Barcelona, Edicomunicación, 1997. Nietzche, Friedrich; Más allá del Bien y del Mal, Madrid, Alianza, 1997. Rama, A. C.; La historiografía como conciencia histórica, Barcelona, Montesinos, 1981. Said, Edward; Orientalismo, Madrid, Prodhufi, 1990. Teognis; Poemas Elegíacos, versos 185-193, publicación de la FFyL (UBA). Vernant, Jean Pierre; Los orígenes del pensamiento griego, Buenos Aires, EUDEBA, 1965. Voloshinov, Valentín; “El discurso en la vida y el discurso en la poesía”. En Zvezda, 6, 1926.
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